Por lo general, los cuerpos espirituales no pueden verse ni tocarse; además, la obra que el Señor Jesús había asumido después de resucitar ya había llegado a su fin. Por tanto, en teoría ya no tenía necesidad alguna de regresar entre las personas en Su imagen original para encontrarse con ellas, pero que se apareciera en Su cuerpo espiritual a seres humanos como Tomás hizo que la relevancia de Su aparición fuera más concreta y que se instalara más profundo en el corazón de las personas. Cuando el Señor Jesús se le acercó, dejó que el escéptico Tomás tocara Su mano y le indicó: “extiende aquí tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Estas palabras y estos actos no eran cosas que el Señor Jesús quisiera decir o hacer enseguida después de haber resucitado; de hecho, eran cosas que quería hacer antes de ser clavado en la cruz. Es evidente que antes de la crucifixión el Señor Jesús ya sabía que existían personas como Tomás. ¿Qué podemos ver en esto? Él seguía siendo el mismo después de resucitar. Su esencia no había cambiado. Tomás no había comenzado a dudar en ese momento, las dudas le habían acompañado todo el tiempo que había seguido al Señor Jesús. Sin embargo, aquí estaba Él, resucitado de entre los muertos y de regreso del mundo espiritual, con Su imagen y Su carácter originales y con la comprensión de la humanidad que tenía en Su época en la carne. De modo que, primero fue en busca de Tomás y le permitió que tocara Su costado, para que no solo viera Su cuerpo espiritual después de la resurrección, sino para que pudiera tocar y sentir la existencia de Su cuerpo espiritual y despejara todas sus dudas. Antes de que el Señor Jesús fuera crucificado, Tomás siempre dudó de que Él fuera Cristo y era incapaz de creer. Su fe en Dios solo se cimentaba en aquello que podía ver con sus propios ojos, en lo que podía tocar con sus propias manos. El Señor Jesús entendía muy bien cómo era la fe de este tipo de personas. Solo creían en el Dios del cielo y no creían en absoluto en el enviado por Dios ni en el Cristo encarnado y no lo aceptaban. Con el fin de que Tomás reconociera y creyera en la existencia del Señor Jesús, y de que creyera que de verdad era Dios encarnado, Él permitió que Tomás le tocara el costado. ¿Acaso cambió la duda de Tomás antes y después de la resurrección del Señor Jesús? Siempre estaba dudando y, excepto por el cuerpo espiritual del Señor Jesús que se le apareció personalmente y le permitió a Tomás tocar las marcas de los clavos en Su cuerpo, nadie pudo resolver sus dudas ni consiguió que se deshiciera de ellas. Por tanto, desde el momento en que el Señor Jesús le permitió tocar Su costado y le dejó palpar la existencia de las marcas de los clavos, las dudas de Tomás desaparecieron y supo realmente que el Señor Jesús había resucitado y reconoció y creyó que Él era el verdadero Cristo y Dios encarnado. Si bien Tomás dejó de dudar en ese preciso momento, ya había perdido para siempre la oportunidad de encontrarse con Cristo, de estar con Él, de seguirle, de conocerle; había perdido la oportunidad de que Cristo lo perfeccionara. La aparición del Señor Jesús y Sus palabras brindaron una conclusión y un veredicto sobre la fe de quienes estaban repletos de dudas. El Señor Jesús usó Sus palabras y Sus actos prácticos para decirles a los que dudaban, a los que solo creían en el Dios del cielo y no en Cristo: Dios no elogió que creyeran ni que le siguieran llenos de dudas. El día en que creyeron por completo en Dios y en Cristo solo sería el día en el que Dios completara Su gran obra. Por supuesto, también sería el día en el que su duda recibiría un veredicto. Su actitud hacia Cristo determinó su destino, y su obstinada duda fue muestra de que su fe no había producido resultados, y su rigidez fue muestra de que sus esperanzas eran en vano. Como su creencia en el Dios del cielo se alimentaba de ilusiones y su duda en relación a Cristo era, en realidad, su verdadera actitud en relación a Dios, aunque tocaran las marcas de los clavos en el cuerpo del Señor Jesús, su fe seguía siendo inútil y su resultado solo podía describirse como coger agua con una cesta de bambú: todo en vano.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III
Estas palabras, registradas en la Biblia, que el Señor Jesús habló cuando se le apareció a Tomás son de gran ayuda para todas las personas de la Era de la Gracia. Su aparición ante Tomás y las palabras que le dijo han tenido un profundo impacto en las generaciones siguientes; tienen una relevancia eterna. Tomás representa un tipo de persona que cree en Dios, pero duda de Él. Este tipo de persona tiene una naturaleza sospechosa, un corazón siniestro, son traicioneros y no creen en las cosas que Dios puede lograr. No creen en la omnipotencia divina ni en Su soberanía, ni tampoco en Dios encarnado. Sin embargo, la resurrección del Señor Jesús fue un golpe en su cara y les también les brindó la oportunidad de descubrir y reconocer su propia duda, de aceptar su propia traición, llegando así a creer de veras en la existencia y resurrección del Señor Jesús. Lo que ocurrió con Tomás fue una advertencia y un aviso para las generaciones posteriores, para que más personas evitaran dudar como Tomás y para que supieran que, en el caso de estar llenos de ellas, se hundirían en la oscuridad. Si sigues a Dios, pero solo como Tomás, siempre queriendo tocar Su costado para sentir las marcas de los clavos y confirmar, verificar y especular si Dios existe o no, Dios te abandonará. Por tanto, el Señor Jesús requiere que las personas no sean como Tomás, que solo cree lo que ve con sus propios ojos, sino que sean puros, honestos y que no alberguen dudas en relación a Dios, sino que solo crean en Él y le sigan. Este tipo de persona es bendecida. Este es un requisito muy pequeño que el Señor Jesús tiene para las personas y es una advertencia para Sus seguidores.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III
El Señor Jesús dijo: “Tomás, crees porque me has visto; benditos los que no han visto pero aun así creen” (Juan 20:29).* Estas palabras implican que ya ha sido condenado por el Señor Jesús. Después de haber sido un seguidor durante mucho tiempo, si todavía no tienes fe, ¿cómo puedes considerarte alguien que cree en el Señor? Esto no tiene nada que ver con ser bendecido o no; significa que si no crees, no recibirás nada. Solo recibirás si crees. ¿Únicamente puedes creer en algo si Dios te lo muestra, te permite verlo y te convence en persona? Como ser humano, ¿cómo eres apto para pedirle a Dios que se te aparezca de manera personal? ¿En qué manera eras apto para hacer que le hable personalmente a un ser humano corrupto como tú? ¿Y qué cualificaciones tienes para necesitar que Él te explique todo con claridad antes de que creas? Si eres sensato, creerás después de leer estas palabras que dijo Dios. Si de verdad crees, no importa lo que Él haga o diga. En su lugar, al ver que estas palabras son la verdad, estarás convencido al cien por cien de que Dios dijo e hizo estas cosas, al ver que estas palabras son la verdad, e indudablemente ya estarás preparado para seguir a Dios hasta el final. No tienes que dudarlo.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo reconociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente
¿Deseáis conocer la raíz de la oposición de los fariseos a Jesús? ¿Deseáis conocer la esencia de los fariseos? Estaban llenos de fantasías sobre el Mesías. Aún más, solo creían en su venida, pero no buscaban la verdad de la vida. Por tanto, incluso hoy siguen esperándole, porque no tienen conocimiento del camino de la vida ni saben cuál es el camino de la verdad. Decidme, ¿cómo podrían obtener la bendición de Dios tales personas insensatas, tozudas e ignorantes? ¿Cómo podrían contemplar al Mesías? Se opusieron a Jesús porque no conocían la dirección de la obra del Espíritu Santo ni el camino de la verdad mencionado por Jesús y, además, porque no entendían al Mesías. Y como nunca le habían visto ni habían estado en Su compañía, cometieron el error de aferrarse al mero nombre del Mesías mientras se oponían a Su esencia por todos los medios posibles. Estos fariseos eran tozudos y arrogantes en esencia, y no obedecían la verdad. El principio de su creencia en Dios era: por muy profunda que sea Tu predicación, por muy alta que sea Tu autoridad, no eres Cristo a no ser que te llames el Mesías. ¿No es esta creencia absurda y ridícula? Os pregunto de nuevo: ¿No es extremadamente fácil para vosotros cometer los errores de los antiguos fariseos, dado que no tenéis el más mínimo entendimiento de Jesús? ¿Eres capaz de discernir el camino de la verdad? ¿Puedes garantizar realmente que no te opondrás a Cristo? ¿Eres capaz de seguir la obra del Espíritu Santo? Si no sabes si te opondrás o no a Cristo, entonces Yo digo que ya estás viviendo al filo de la muerte. Los que no conocían al Mesías fueron todos capaces de oponerse a Jesús, de rechazarlo, de difamarlo. Las personas que no entienden a Jesús son capaces de rechazarlo y vilipendiarlo. Además, son capaces de ver el regreso de Jesús como el engaño de Satanás, y más personas condenarán el retorno de Jesús a la carne. ¿No os asusta todo esto? Lo que afrontáis será blasfemia contra el Espíritu Santo, la ruina de Sus palabras a las iglesias y el rechazo de todo lo expresado por Jesús. ¿Qué podéis obtener de Él si estáis tan confundidos? ¿Cómo podéis entender la obra de Jesús cuando Él vuelva a la carne sobre una nube blanca, si os negáis obstinadamente a ser conscientes de vuestros errores? Os digo esto: las personas que no reciben la verdad, pero que esperan ciegamente la llegada de Jesús sobre nubes blancas, blasfemarán sin duda contra el Espíritu Santo y pertenecen a la categoría que será destruida. Deseáis simplemente la gracia de Jesús, y solo queréis disfrutar el gozoso reino del cielo, pero nunca habéis obedecido Sus palabras ni habéis recibido la verdad expresada por Él cuando vuelve a la carne. ¿Qué ofreceréis a cambio de la realidad del regreso de Jesús sobre una nube blanca? ¿La sinceridad con la que cometéis repetidamente pecados, y después los confesáis una y otra vez? ¿Qué ofreceréis en sacrificio a Jesús, que vuelve sobre una nube blanca? ¿Los años de trabajo con los que os exaltáis a vosotros mismos? ¿Qué ofreceréis para hacer que el Jesús retornado confíe en vosotros? ¿Vuestra naturaleza arrogante, que no obedece ninguna verdad?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra
Os digo, aquellos que creen en Dios por las señales pertenecen sin duda a la categoría que será destruida. Los que son incapaces de recibir las palabras de Jesús, que ha vuelto a la carne, son sin duda la progenie del infierno, los descendientes del arcángel, la categoría que será sometida a la destrucción eterna. Muchas personas pueden no preocuparse por lo que digo, pero aun así quiero decirle a cada uno de estos llamados santos que siguen a Jesús que, cuando lo veáis descendiendo del cielo sobre una nube blanca con vuestros propios ojos, esta será la aparición pública del Sol de justicia. Quizás será un momento de gran entusiasmo para ti, pero deberías saber que el momento en el que veas a Jesús descender del cielo será también el momento en el que irás al infierno a ser castigado. Ese será el momento del final del plan de gestión de Dios, y será cuando Él recompense a los buenos y castigue a los malvados. Porque Su juicio habrá terminado antes de que el hombre vea señales, cuando solo exista la expresión de la verdad. Aquellos que acepten la verdad y no busquen señales, y por tanto hayan sido purificados, habrán regresado ante el trono de Dios y entrado en el abrazo del Creador. Solo aquellos que persisten en la creencia de que “El Jesús que no cabalgue sobre una nube blanca es un falso Cristo” se verán sometidos al castigo eterno, porque solo creen en el Jesús que exhibe señales, pero no reconocen al Jesús que proclama un juicio severo y manifiesta el camino verdadero y la vida. Y por tanto, solo puede ser que Jesús trate con ellos cuando Él vuelva abiertamente sobre una nube blanca. Son demasiado tozudos, confían demasiado en sí mismos, son demasiado arrogantes. ¿Cómo puede recompensar Jesús a semejantes degenerados?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra
La cita bíblica marcada (*) ha sido traducida de AKJV.