I

La escena descrita en la Biblia, “El mandato de Dios a Adán”, es una imagen conmovedora y reconfortante.

Aunque solo están Dios y el hombre, la intimidad entre ambos os llena de una sensación de admiración.

De manera gratuita, Dios le concede al hombre Su amor desbordante y lo rodea; el hombre es inocente y puro, sin trabas ni preocupaciones, vive feliz bajo el ojo de Dios.

Él se preocupa por el hombre, mientras este vive bajo Su protección;

cada cosa que dice y hace está vinculada inextricablemente a Dios y es inseparable de Él.

II

Dios ha sentido una responsabilidad hacia el hombre desde el momento en que lo creó.

¿Cuál es Su responsabilidad? Proteger al hombre, cuidar de él.

Espera que este pueda confiar en Sus palabras y obedecerlas.

Es, asimismo, la primera expectativa que Dios tiene del hombre.

III

Con esta expectativa es que Dios dice lo siguiente: “De cada árbol del jardín puedes comer libremente,

pero no debes comer del árbol del conocimiento del bien y el mal porque el día que comas de él, definitivamente morirás”.

Estas simples palabras representan la intención de Dios.

También revelan que, en Su corazón, Dios ha comenzado a mostrar preocupación por el hombre.

IV

Podemos ver el corazón de Dios en estas pocas simples palabras.

¿Acaso hay amor en el corazón de Dios? ¿Acaso hay preocupación en él?

Se aprecian Su amor y Su preocupación, y también se sienten íntimamente.

Como persona con conciencia y sentido de humanidad, sentirías calidez, te sentirías cuidado y amado y sentirías felicidad.

V

Cuando sientas estas cosas, ¿cómo actuarás hacia Dios?

¿Acaso te sentirías apegado a Él? ¿Le amarías y le respetarías de corazón?

¿Se acercaría más tu corazón a Él? En esto puedes ver cuán importante es para el hombre el amor de Dios.

Pero lo que es aún más crucial es la apreciación y comprensión del amor de Dios por parte del hombre.

de La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I