171 Dios encarnado es más apto para hacer la obra de la salvación
Ⅰ
Durante los últimos días, Dios hace Su obra del juicio
al aparecer en Su identidad encarnada.
Porque el que es juzgado es el hombre,
el hombre que es de la carne y se ha corrompido,
y no es el espíritu de Satanás el que es juzgado directamente,
la obra de juicio no se lleva a cabo en el reino espiritual
sino entre los hombres.
Nadie es más adecuado y está más calificado que Dios en la carne
para hacer la obra de juzgar la corrupción de la carne del hombre.
Si el juicio lo llevara a cabo directamente el Espíritu de Dios,
entonces no lo abarcaría todo.
Además, sería difícil que el hombre aceptara esta obra,
porque el Espíritu no puede enfrentarse cara a cara con el hombre
y, por esta razón, los efectos no serían inmediatos,
y mucho menos el hombre sería capaz de
contemplar con mayor claridad el carácter de Dios que no se puede ofender,
el carácter de Dios que no se puede ofender.
Ⅱ
Satanás solo puede ser completamente derrotado
si Dios en la carne juzga la corrupción de la humanidad.
Al ser igual que el hombre que posee una humanidad normal,
Dios en la carne puede juzgar directamente la injusticia del hombre;
esta es la marca de Su santidad innata y Su extraordinariedad.
Solo Dios está calificado y se halla en posición de juzgar al hombre,
y es capaz de hacerlo porque posee la verdad y la justicia.
Los que no tienen la verdad y la justicia no son aptos para juzgar a los demás.
Si esta obra la hiciera el Espíritu de Dios,
entonces no significaría una victoria sobre Satanás.
Por naturaleza, el Espíritu es más exaltado que los seres mortales,
y también es santo y victorioso sobre la carne.
Si el Espíritu hiciera esta obra directamente,
no sería capaz de juzgar toda la rebeldía del hombre
y no podría revelar toda su injusticia.
Ⅲ
Porque la obra de juicio también se lleva a cabo por medio de
las nociones que el hombre tiene de Dios
y el hombre nunca ha tenido ninguna noción del Espíritu,
y por eso el Espíritu es incapaz de revelar mejor la injusticia del hombre,
mucho menos de descubrir por completo tal injusticia.
El Dios encarnado es el enemigo de todos aquellos que no lo conocen.
Por medio de juzgar las nociones del hombre y su oposición a Él,
descubre toda la rebeldía de la humanidad.
Los efectos de Su obra en la carne son más aparentes
que los de la obra del Espíritu.
Y así, el juicio de toda la humanidad
no lo lleva a cabo directamente el Espíritu
sino que es la obra del Dios encarnado.
El hombre puede ver y tocar al Dios en la carne
y el Dios en la carne puede conquistar por completo al hombre.
En su relación con Dios en la carne,
el hombre avanza de la oposición a la sumisión, de la persecución a la aceptación,
de la noción al conocimiento y del rechazo al amor.
Estos son los efectos de la obra del Dios encarnado.
de La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios encarnado