9. Una clase diferente de amor
En 2011, me surgió una oportunidad única de venir a Brasil desde China. Recién llegado, me sentía abrumado por las nuevas y estimulantes experiencias, lleno de curiosidad, y tenía un buen presentimiento sobre el futuro. Pero pasado algún tiempo, aquella nueva y estimulante sensación fue reemplazada rápidamente por la soledad y el dolor de encontrarme en una tierra extraña y lejana. A diario, volvía a casa y comía solo, contemplando las paredes que me rodeaban sin nadie con quien hablar. Me sentía muy solo, y a menudo lloraba en secreto. Justo cuando me sentía más angustiado e indefenso, la guía del Señor Jesús me llevó a una reunión por medio de un amigo. Cuando leía la palabra del Señor, cantaba himnos y oraba en las reuniones, Él consolaba mi corazón solitario. Aprendí de la Biblia que los cielos y la tierra y todas las cosas fueron creados por Dios, y que el hombre también es Su creación. También aprendí que el Señor Jesús fue crucificado para redención de la humanidad, que fue el Señor Jesús quien nos redimió del pecado, y que Él es el único Redentor de la humanidad. Al haber llegado a la presencia de la salvación del Señor, que es lo más grande que existe, me sentí profundamente conmovido y decidido a seguir al Señor el resto de mi vida. Por lo tanto, fui bautizado en Acción de Gracias y me convertí formalmente en cristiano. Ya que me gustaba cantar, sobre todo himnos de alabanza a Dios, tras ser bautizado me involucré activamente en la obra de la iglesia uniéndome al coro. Gracias a la guía y las bendiciones de Dios, viví en paz y felicidad. Cada vez que iba a una reunión o alababa a Dios en adoración, me sentía lleno de energía.
Pero los buenos tiempos no duran para siempre, y cuando me uní a las filas del ministerio de la iglesia, empecé a ver que los hermanos y hermanas de la iglesia aparentaban cuidarse y mirar los unos por los otros y parecían llevarse bien entre ellos, pero en realidad todo lo que decían y hacían era por su propio interés. No querían sufrir ninguna pérdida personal mientras trabajaban en el ministerio de la iglesia, y a menudo intrigaban a espaldas de los demás acerca de quién estaba haciendo más y quién menos. Incluso el pastor era extremadamente soberbio. Trataba a la gente en base a la cuantía de sus donaciones, y mencionaba especialmente las donaciones cada vez que daba un sermón. Cuando el pastor venía a una reunión, el tema que más le preocupaba era si la gente estaba haciendo donaciones o no y cuánto estaban aportando; no quería saber nada sobre las vidas de los hermanos y hermanas. Hablaba de amor, pero nunca le vi desempeñar ninguna acción real. Siempre que un hermano o hermana tenía una dificultad, el pastor no los ayudaba ni los apoyaba. Pero lo que era aún más escandaloso era que además criticaba a la gente y despreciaba a esos hermanos y hermanas impotentes y sin dinero. Me sentí decepcionado cuando presencié esta situación en la iglesia, aunque también confundido: ¿Cómo había cambiado la iglesia hasta convertirse en lo mismo que la sociedad en general? Poco a poco, perdí el amor y la fe que había tenido al principio, y ya no participaba tan activamente cuando iba a la iglesia los domingos. Ni siquiera quería cantar. Aunque iba a la iglesia cada semana, me quedaba fuera tomando café o me echaba una siesta en las bancas. Cuando el sermón terminaba, entregaba una donación y me iba, siempre con un sentimiento de pena e impotencia en mi corazón.
Un domingo de agosto de 2016, conocí a la hermana Li Min en un parque. Venía de Estados Unidos y había sido compañera de clase de las hermanas Gao Xiaoying y Liu Fang. Todos creíamos en el Señor, y nos pusimos a charlar sentados en el césped. Hablamos y hablamos y llegamos al tema de la situación en la iglesia, y les conté todo lo que había visto allí. Cuando terminé de hablar, la hermana Li Min asintió pensativa y dijo: “Hoy en día, no solo tu iglesia se ha vuelto así, todo el mundo religioso ha perdido la obra del Espíritu Santo y ha caído en la oscuridad y la desolación. El Señor Jesús profetizó una vez: ‘Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará’ (Mateo 24:12). Estamos ahora al final de los últimos días, y el desorden es cada vez mayor en la religión. Los pastores y ancianos no acatan los mandamientos del Señor, no practican Su camino y piensan que vivir en pecado de esa manera no es para tanto. Todos sabemos que el florecimiento de la iglesia es un logro de la obra del Espíritu Santo. Ahora, Dios ya ha realizado una nueva obra y la obra del Espíritu Santo se ha trasladado a un grupo de personas que aceptan y obedecen la nueva obra de Dios. Los pastores y ancianos religiosos no guían a los creyentes a buscar e investigar la obra de Dios de los últimos días, sino que se oponen y condenan la nueva obra de Dios difundiendo todo tipo de rumores y falacias para evitar que la gente acuda a Él. Se encuentran con Su odio y rechazo, y así el mundo religioso entero carece de la bendición de Dios, ha perdido completamente la obra del Espíritu Santo y ha sido desechado y eliminado por el Señor. Por lo tanto, la iglesia se vuelve cada vez más desolada y oscura. Es igual que cuando el Señor Jesús se encarnó para realizar Su obra. La obra del Señor Jesús comenzó la Era de la Gracia y puso fin a la Era de la Ley. Aquellos que siguieron al Señor Jesús aceptaron y obedecieron la nueva obra de Dios, obtuvieron la obra del Espíritu Santo, mientras que el Espíritu Santo no obró entre aquellos que no aceptaron al Señor Jesús y permanecieron en el templo. Y así, el templo que una vez estuvo lleno de la gloria de Dios, donde los creyentes lo adoraban, se convirtió en un lugar para hacer negocios y una guarida de ladrones. En otras palabras, hay dos razones que explican la desolación de la iglesia. La primera es que los pastores y ancianos no se adhieren a los mandamientos de Dios ni practican Su palabra, y constantemente cometen pecados y hacen el mal; la segunda razón es que Dios está realizando una nueva obra, porque la obra del Espíritu Santo ha cambiado y la gente no está siguiendo las huellas de Dios. Sin embargo, la voluntad de Dios está detrás de la desolación de la iglesia y existe una verdad que hay que buscar. Mediante la desolación de la iglesia, Dios obliga a todos aquellos que creen en Él con sinceridad en el corazón y están sedientos de la verdad a dejar atrás la religión, para que puedan buscar la obra del Espíritu Santo, seguir las huellas de Dios, entrar en Su presencia y obtener Su presente obra y salvación”.
Después de escuchar a la hermana Li, asentí con la cabeza y dije: “Lo que dices está bien. Sin duda es así. Nunca fui capaz de entender este problema. La iglesia era originalmente un lugar para adorar a Dios, pero ya no hay diferencia entre la iglesia y la sociedad en general. Además, no hay nueva luz en lo que los pastores predican ni gozo en escucharlos, y todo el mundo vive ahora en tinieblas. Ha resultado ser así porque no nos hemos actualizado con la nueva obra de Dios, así que, ¿qué debemos hacer ahora para mantenernos al día con la nueva obra de Dios?” La hermana Li dijo: “El Señor Jesús ha regresado hace mucho tiempo. En los últimos días, Dios se ha encarnado como el Hijo del hombre para expresar la verdad bajo el nombre de Dios Todopoderoso, y así realizar la etapa de la obra de juzgar y purificar a la humanidad. Tenemos que seguir la obra de Dios en los últimos días y aceptar el juicio de la palabra de Dios, y solo entonces podremos obtener la obra del Espíritu Santo”. Cuando oí que el Señor Jesús ya había regresado y estaba realizando la obra de juicio, me quedé asombrado. Pensé: “¿No es el juicio castigar a una persona después de que ha sido declarada pecadora? Dios viene en los últimos días para juzgar a aquellos que no creen en Dios, y nosotros que creemos en el Señor Jesús ya hemos sido absueltos de nuestros pecados y hemos sido bendecidos con la salvación. No necesitamos recibir el juicio de Dios, porque cuando el Señor venga, Él nos elevará directamente al reino celestial. ¿Cómo iba a venir a juzgarnos?”. Con ese pensamiento, le di voz a mi opinión, y en ese momento la hermana Liu Fang dijo: “Hermano, he estado investigando la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días con la hermana Gao durante esta semana. Al leer la palabra de Dios Todopoderoso, hemos reconocido que es la voz de Dios. Dios Todopoderoso es sin duda el Señor Jesús retornado. Lee la palabra de Dios Todopoderoso y entonces lo entenderás. La razón por la cual el Señor Jesús ha regresado para realizar la obra de juicio es porque, aunque los que creemos en el Señor hemos sido perdonados de nuestros pecados, seguimos viviendo siempre en pecado y no podemos librarnos de él. Somos incapaces de librarnos de la esclavitud y el control del pecado, y de verdad necesitamos que Dios exprese la verdad para juzgarnos y purificarnos, para erradicar nuestra naturaleza pecaminosa y nuestro carácter satánico corrupto. La obra de juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días es una obra más nueva y elevada construida sobre la base de la obra redentora del Señor Jesús. Purifica y salva completamente al hombre a través del juicio de la palabra, y conduce a la gente a un destino maravilloso”. Después, comunicaron pacientemente conmigo sobre muchas otras verdades. Pero daba igual lo que me dijeran, era incapaz de aceptar que el Señor había regresado para juzgar a los que creían en Él. Mientras estaba lidiando con este conflicto interno, también me sentía desconcertado: las hermanas Gao y Liu eran creyentes muy piadosas, todo el mundo reconocía su fe y amor por el Señor, así que ¿cómo podían creer que el Señor Jesús regresaba para juzgar a aquellos de nosotros que creíamos en Él, y que además no nos elevaría directamente al reino de los cielos? ¿Podría ser que hubiera algún misterio o verdad en este asunto que yo desconocía?
En mitad de mis pensamientos, la hermana Li Min sacó un libro y me dijo con toda sinceridad: “Hermano, el Señor Jesús dijo: ‘Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos’ (Mateo 5:3). No saques conclusiones precipitadas, ¿de acuerdo? Primero veamos si la palabra de Dios Todopoderoso es la voz de Dios, y si puede proveer para nuestras vidas y purificarnos y salvarnos; entonces sabremos si Dios Todopoderoso es o no el Señor Jesús que regresó. Confío en que las ovejas de Dios oirán la voz de Dios, así que vamos a leer juntos Su palabra”. Me sentí algo reacio y no le contesté. Las tres hermanas se entristecieron un poco al ver mi actitud. La hermana Liu de repente sugirió: “Primero oremos y luego leamos la palabra de Dios”. Las tres hermanas comenzaron a orar y no tuve más remedio que seguirlas. Sin embargo, mientras oraba, apenas podía calmar mi corazón. Aunque no podía oír sobre qué oraban las hermanas, me conmovió la forma en la que se comportaban. Su actitud hacia Dios era muy sincera, y buscaban la voluntad de Dios en todo. Esperaban que yo estudiara la obra de Dios de los últimos días, y esa esperanza también nacía del amor de Dios. Después de orar, la hermana Li me entregó un libro y me dijo con sinceridad: “La mayoría de las preguntas de este libro, Cien preguntas y respuestas sobre la investigación del camino verdadero, se hacen entre personas de todas las denominaciones. Se han escogido algunos pasajes relacionados de la palabra de Dios para responder a cada pregunta. Adelante, echa un vistazo”. No quería coger el libro, pero viendo la sinceridad con la que había hablado, volví a mirar a la hermana Gao y a la hermana Liu, y vi lo mucho que anhelaban que yo estudiara y buscara. Pensé que era muy importante dar la bienvenida a la venida del Señor y que no debía tratar el asunto con desidia. En ese momento, acepté el libro y dije: “De acuerdo, estoy dispuesto a aceptar este libro. No hablemos más de ello hoy. Primero leeré el libro, y luego hablaremos un poco más”.
Al regresar a casa, dejé de lado el libro, mi mente era un remolino. Pensaba sobre lo que había comunicado la hermana Li Min y todo me parecía claro y transparente. Todo lo que había dicho era verdad, pero lo que yo no podía entender era por qué el Señor realizaría la obra de juicio a Su regreso. Lo contemplé con calma, pero aun así no lo entendí. En cuanto al asunto de la segunda venida del Señor, sin embargo, como ya había oído hablar de ella, no podía tomar mis propias decisiones a ciegas y resignarme a mi destino. Pensé que sería una buena idea echar un vistazo al libro y desarrollar un poco de discernimiento. Por lo tanto, pasé seis días leyendo aquel libro de principio a fin. Vi que Dios Todopoderoso había dado a conocer muchas, muchas verdades y misterios de los que nunca había oído hablar y sentí gran sustento al leerlos. También, cuando leí las palabras de Dios Todopoderoso, sentí que había muchas cosas que se decían en el mismo tono que las del Señor Jesús. Las palabras tenían autoridad y poder, como si Dios mismo estuviera hablando. Así que, después de terminar de leer el libro, quise entender mejor de qué trataba la obra de juicio realizada por Dios Todopoderoso, y decidí ir a buscar a la hermana Gao para preguntarle al respecto.
Al día siguiente, fui a casa de la hermana Gao y me encontré por casualidad con algunos de sus amigos. Todos habían aceptado la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días y estaban celebrando una reunión y comunicando entre ellos. Nos saludamos y la hermana Li Min fue al grano al preguntarme: “Hermano, ¿qué nociones sigues teniendo? ¿Qué aspecto de la obra de Dios de los últimos días quieres entender? Podemos comunicar juntos”. Le dije: “Mencionaste que la iglesia se ha vuelto desolada en los últimos días porque la obra del Espíritu Santo ha avanzado. Eso puedo aceptarlo, pero los que creemos en el Señor ya hemos sido absueltos de nuestros pecados y el Señor no nos ve como pecadores. ¿Por qué sigue queriendo Dios realizar la obra de juicio? ¿Podremos ser arrebatados al reino celestial si Dios no realiza esta etapa de Su obra? Cuando Dios juzga a una persona, ¿no está entonces condenada? ¿Debemos ser todos castigados? ¿Cómo podemos ser elevados al reino celestial?”. La hermana Li Min dijo: “En cuanto a las nociones de la mayoría de la gente, las personas a las que juzga el Señor retornado son incrédulos que no creen en Dios. Ellos creen que cuando Dios juzga a alguien, esa persona es entonces condenada y castigada. Creen que los que tienen fe en el Señor han sido absueltos de sus pecados y que cuando venga el Señor, Él los arrebatará directamente al reino celestial y ciertamente no los va a juzgar. Por lo tanto, rechazan aceptar la obra de juicio de Dios en los últimos días. Al hacerlo, malinterpretan completamente la voluntad de Dios y demuestran que no conocen Su obra. En realidad, la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días —la de expresar la verdad y juzgar y purificar al hombre— se realiza precisamente para elevar a los creyentes al reino celestial. Todos sabemos que la Biblia dice: ‘El juicio comience por la casa de Dios’ (1 Pedro 4:17). Esta profecía nos dice claramente que la obra de juicio de Dios en los últimos días comienza primero por la casa de Dios. Es decir, comienza con aquellas personas que creen en Dios con un corazón sincero y aceptan Su obra en los últimos días. Entonces, pensamos que creer en el Señor Jesús significa que no tenemos que aceptar el juicio de Dios, pero este punto de vista es erróneo. En los últimos días, Dios usa Sus palabras para juzgar a todos los que vienen ante Su trono, purifica y salva a esta gente y hace que un grupo de personas se convierta en vencedores antes de que lleguen los desastres. Después, cuando vengan los grandes desastres, Él recompensará a los buenos y castigará a los malvados. Así es como funciona la obra de juicio de Dios en los últimos días. Nadie puede escapar de la obra de juicio de Dios en los últimos días, pero para aquellos que aceptan y obedecen el juicio de Dios, este es purificación, salvación y perfección. En cuanto a aquellos que rechazan y se oponen a la obra de juicio de Dios en los últimos días, aunque puedan esconderse del juicio de la palabra de Dios, al final no pueden escapar del juicio de los grandes desastres. ¡Esto es un hecho! La razón por la que Dios quiere juzgarnos en los últimos días se explica muy claramente en la palabra de Dios Todopoderoso. Leamos juntos un pasaje de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: ‘Tú sólo sabes que Jesús descenderá durante los últimos días, pero ¿cómo lo hará exactamente? Un pecador como vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado ni perfeccionado por Dios, ¿puede ser conforme al corazón de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, egoísta y miserable, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡qué suerte tendrías! Te has saltado un paso en tu creencia en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme al corazón de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; si sólo eres redimido, serás incapaz de alcanzar la santidad. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Tú, un pecador que acaba de ser redimido, eres, por tanto, incapaz heredar directamente la herencia de Dios’ (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de los apelativos y la identidad). Entendemos de la palabra de Dios que creyendo en el Señor Jesús solo se nos perdonan nuestros pecados. Esto no significa que no pequemos, ni que carezcamos de pecado. En realidad, todos vivimos en el círculo vicioso de pecar y confesar, y seguimos necesitando que Dios exprese Su palabra para juzgarnos y purificarnos. Solo cuando seamos purificados seremos aptos para ser arrebatados al reino celestial. Está escrito en la Biblia: ‘Sed santos, porque yo soy santo’ (Levítico 11:44). ‘La santidad, sin la cual nadie verá al Señor’ (Hebreos 12:14). Dios es santo. Las personas contaminadas y corruptas no pueden ver el rostro de Dios y no son aptas para entrar en Su reino. La obra de redención realizada por el Señor Jesús solo nos absolvió de nuestros pecados, pero no de nuestro carácter corrupto y naturaleza pecaminosa. Por lo tanto, nuestro carácter satánico corrupto aún permanece, seguimos siendo arrogantes y engreídos, deshonestos y astutos, egoístas y despreciables, malvados y codiciosos, sentimos aversión a la verdad y disfrutamos de la injusticia. Este carácter corrupto es precisamente la raíz de que pequemos y nos opongamos a Dios. Si no se resuelve, a menudo pecaremos, pelearemos entre nosotros por fama y ganancia, participaremos en disputas por celos, mentiremos y engañaremos, nos exaltaremos y daremos testimonio de nosotros mismos, y otras cosas más. En especial, cuando la obra de Dios no se ajusta a nuestras nociones, seguimos confiando en nuestras nociones e imaginaciones para juzgar, negar y condenar a Dios, y para oponernos a Su obra. ¿Cómo pueden ser elevados al reino celestial los que se oponen a Dios? Él expresa la verdad y realiza la obra de juicio en los últimos días, y Su meta al hacerlo es purificar nuestro carácter satánico corrupto y cumplir nuestro sueño de ser arrebatados al reino celestial. Cuando aceptamos el juicio de Dios, nos liberamos de nuestro carácter corrupto, somos purificados y transformados, entonces estamos calificados para heredar la promesa de Dios y ser guiados por Dios al reino”.
Después de escuchar la comunicación de la hermana y la palabra de Dios Todopoderoso, pensé: “Cuando uno cree en el Señor, se le perdonan los pecados, pero eso no significa que ya no los cometa. ¡Esto es muy cierto! Cuando observo a la gente de la iglesia, desde los pastores y ancianos hasta a los miembros corrientes, incluyéndome a mí, todos vivimos en un estado en el cual cometemos pecados durante el día y los confesamos por la noche, y somos incapaces de escapar de la esclavitud y el control del pecado. Parece que la gente ciertamente no podrá ver el rostro del Señor sin antes ser juzgada y purificada por la palabra de Dios. Planteándolo así, es absolutamente necesario que Dios venga y realice la obra de juicio y purificación del hombre. Antes creía que si uno tenía fe en el Señor Jesús, entonces no tenía que ser juzgado. Pensaba que el Señor vendría a juzgar a los que no creían en Él. Ahora entiendo que esta idea no está de acuerdo con la voluntad de Dios, y que es un malentendido”. En ese momento, la hermana Gao me mostró un video con cánticos y danzas de La Iglesia de Dios Todopoderoso llamado El gozo en la tierra de Canaán: “En la casa de Dios, siento gozo y emoción. Qué suerte, al fin puedo ver a Dios Todopoderoso. Sus palabras guían a la gente en la Era del Reino, me muestran la senda y entiendo el camino que como persona debo tomar. La búsqueda se acabó, mi sueño del reino de los cielos se ha hecho realidad. He sido regado por Dios con el agua viva de vida. Estar cara a cara con Él es un placer sin comparación” (“Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”). Todo en aquel cántico era alegre y conmovedor, me resultó increíblemente inspirador. Noté que los rostros de cada uno de los hermanos y hermanas en el video estaban llenos de felicidad, y no pudimos evitar ponernos a cantar el himno. Empezamos a bailar al ritmo de la música y nuestros corazones se llenaron de alegría. Me di cuenta de que los hermanos y hermanas que tenían la provisión de la palabra de Dios estaban bendecidos y llenos de gozo. Aunque se habían sometido al juicio y castigo de Dios, no tenían ninguna preocupación, sino que estaban liberados, eran libres, alegres y felices. Pensé en cómo habían desaparecido mi fe y entusiasmo por la religión, en que lo único que veía era la desolación y oscuridad en la iglesia. Los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso, por otro lado, estaban llenos de la obra del Espíritu Santo. La luz resplandecía en sus comunicaciones en torno a la verdad, alababan a Dios vigorosamente y daban testimonio de Él con gran entusiasmo y energía. Comparados conmigo, ellos parecían vivir en un mundo completamente diferente. En ese momento, me sentí como un huérfano perdido que había regresado a casa y estaba disfrutando de la calidez del abrazo de su madre. Pensé: “Aquí hay una verdad que buscar. Debo escuchar bien a los hermanos y hermanas respecto a la verdad de la obra de juicio de Dios en los últimos días para no perder la oportunidad de recibir la llegada del Señor y ser arrebatado al reino celestial”.
Después de aquello, la hermana Li nos leyó dos pasajes más de la palabra de Dios: “¿A través de qué método se logra el perfeccionamiento del hombre por parte de Dios? Se logra por medio de Su carácter justo. El carácter de Dios se compone, principalmente, de la justicia, la ira, la majestad, el juicio y la maldición, y Él perfecciona al hombre, principalmente, por medio de Su juicio. Algunas personas no entienden y preguntan por qué Dios sólo puede perfeccionar al hombre por medio del juicio y la maldición. Dicen: ‘Si Dios maldijera al hombre, ¿acaso no moriría el hombre? Si Dios juzgara al hombre, ¿acaso el hombre no sería condenado? Entonces, ¿cómo puede todavía ser perfeccionado?’. Esas son las palabras de la gente que no conoce la obra de Dios. Lo que Dios maldice es la desobediencia del hombre y lo que Él juzga son sus pecados. Aunque Él habla con severidad y de manera implacable, revela todo lo que hay dentro del hombre y a través de estas palabras severas revela lo que es sustancial dentro del hombre pero a través de ese juicio le da al hombre un conocimiento profundo de la sustancia de la carne y, así, el hombre se somete delante de Dios. La carne del hombre es del pecado y de Satanás; es desobediente y es el objeto del castigo de Dios. Así pues, para permitirle al hombre conocerse a sí mismo, las palabras del juicio de Dios deben sobrevenirle y debe emplearse todo tipo de refinamiento; solo entonces puede ser efectiva la obra de Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo al experimentar pruebas dolorosas puedes conocer la hermosura de Dios). “Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cristo hace la obra del juicio con la verdad).
La hermana Li nos dijo: “Tras ser corrompidos por Satanás, todos vivimos bajo su campo de acción y nos convertimos en degenerados que se oponían a Dios. Según la esencia justa y santa de Dios, todos fuimos blanco de Su imprecación y destrucción, pero no es la voluntad de Dios destruir a la humanidad, sino salvarla. Así que, para poder salvar completamente a la gente del campo de acción de Satanás, Dios expresa Sus palabras y realiza la obra de juzgar y purificar al hombre en los últimos días. La obra de juicio es en realidad Dios usando Su palabra para exponer el discurso, las acciones, la naturaleza y la esencia rebelde y opuesta a Dios de la gente, con el fin de que puedan llegar a conocer su esencia corrupta y la verdad de su corrupción, reconocer el carácter de Dios de justicia y santidad, y alcanzar el odio a uno mismo. Entonces, la gente puede arrepentirse de verdad y transformarse, y así liberarse de su corrupto carácter satánico y ser ganados por Dios. De esta manera, la gente alcanzará la salvación completa. Solo a través del juicio y castigo de la palabra de Dios podemos ver que estamos llenos de corrupción, que en todo momento y lugar mostramos nuestro carácter corrupto: en el egoísmo, la arrogancia, el engaño y la avaricia; que estamos llenos de nociones e imaginaciones, deseos extravagantes y exigencias irracionales respecto a Dios; y que carecemos de conciencia o razón, lealtad u obediencia. Cuanto más aceptamos el juicio de Dios, más reconocemos cuán profundamente corrompidos estamos y que en realidad no tenemos humanidad. Comenzamos a sentir asco y a odiarnos a nosotros mismos en nuestros corazones. Cuanto más aceptamos el juicio de Dios, más vemos Su santidad y Su justicia y nuestros corazones veneran más a Dios. Llegamos a estar dispuestos a abandonar nuestros deseos carnales y vivir de acuerdo con la palabra de Dios. Posteriormente, se produce una transformación en nuestras perspectivas sobre las cosas y en nuestro carácter corrupto, y empezamos a vivir a semejanza de un auténtico ser humano. Entonces llegamos a apreciar de verdad que el juicio y castigo de Dios son Su gran amor y salvación hacia nosotros. Sin el juicio y castigo de Dios, todos seríamos blanco de la destrucción”.
La hermana terminó ahí su comunicación, y me sentí muy conmovido por lo que había dicho; me di cuenta de cuán grande y verdadero es el amor de Dios. ¡Él es el Dios que ama a la humanidad! Fui yo quien malinterpretó la buena intención de Dios al salvar a la gente. Había creído que Dios juzgaba a las personas para condenarlas y castigarlas, y nunca había pensado que el hecho de que Dios expresara Su palabra y juzgara al hombre en los últimos días pudiera ser un amor aún más verdadero o fuera una salvación aún mayor para nosotros. ¡Gracias a Dios Todopoderoso! Mediante la lectura de la palabra de Dios Todopoderoso y la comunicación de las hermanas, obtuve algo de comprensión de la obra de juicio de Dios y se disiparon mis malentendidos acerca de Él. Alcancé la firme creencia de que Dios Todopoderoso no es otro que el Señor Jesús retornado, y estoy dispuesto a aceptar la obra de juicio de Dios. Había salido completamente de la niebla de la confusión, y en mi rostro brillaba una alegre sonrisa. La hermana Li dijo, feliz: “Demos gracias a Dios por guiarte. Todo es resultado de la palabra de Dios. Con esto, podemos ver que antes de que lleguemos a entender la verdad, aunque puedan surgir nociones acerca de Dios y Su obra, siempre y cuando busquemos y aceptemos la verdad y escuchemos la palabra de Dios, entenderemos la verdad y tendremos conocimiento de Su obra y nuestras nociones e imaginaciones desaparecerán como nubes de humo. Entonces seremos capaces de entender la voluntad de Dios y ya no lo malinterpretaremos”. Asentí feliz y le agradecí a Dios por haberme salvado.
Después de haber aceptado la obra de Dios en los últimos días, instalé una aplicación de mensajería en mi teléfono para que la hermana Gao y los demás pudieran compartir conmigo películas evangélicas, vídeos musicales e himnos de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Cuando vi la película evangélica de la Iglesia de Dios Todopoderoso llamada Desde el trono fluye el agua de la vida, tuvo un gran impacto en mí. La situación desolada de la iglesia de la película era la misma que la de nuestra propia iglesia, y en la película se mostraba la causa de esta desolación con perfecta claridad. Debido a que la obra de Dios había cambiado, y Él ya no obraba dentro de la iglesia religiosa, las personas que se negaban a aceptar la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días estaban sufriendo hambruna. Aquellas personas que aceptaron la palabra de Dios Todopoderoso lograron la provisión de Dios del agua de vida, ya no estaban sedientas y vivieron una vida bendecida con Dios. Cuando vi la película Esperando, no pude evitar suspirar. El viejo pastor de la película había creído en el Señor toda su vida y pensaba que su duro trabajo tenía mérito. Solo esperaba que el Señor viniera para tener la posibilidad de arrebatarle al cielo. Pero se aferraba obstinadamente a la creencia de que cuando el Señor llegara, descendería sobre una nube y se revelaría primero ante él. Debido a esta terquedad, se opuso y se negó a aceptar la obra de Dios de los últimos días, así que al final se quedó mirando al cielo, esperando una nube, y murió lleno de pesar. Desde luego, esta amarga lección da que pensar al espectador. Al mismo tiempo, me regocijé en mi corazón y le di gracias a Dios Todopoderoso por salvarme a mí, un hijo rebelde que solo buscaba obtener Sus bendiciones pero era reacio a aceptar Su juicio y purificación, y por guiarme ante Su trono para alcanzar Su salvación en los últimos días.
Ahora vivo la vida de iglesia en la Iglesia de Dios Todopoderoso, y a través de experimentar de verdad el juicio y castigo de la palabra de Dios, lentamente he comenzado a percibir cuán real y práctico es para Él realizar la obra de juicio. Cuando Dios diseccionó la naturaleza traicionera del hombre, sentí que como yo mismo nunca mentía, me negaba a reconocer la situación real revelada por las palabras de Dios. Cuando me encontré con una situación práctica que Dios había arreglado para mí, dije mentiras involuntariamente con el fin de proteger mis propios intereses y salvaguardar mi vanidad. Además, sentía la traición y el engaño en mi corazón, y también tenía muchos secretos que no quería que se supieran abiertamente. Esto me llevó a ver que lo único que revela la palabra de Dios es la verdad y la situación real, y que es la naturaleza y esencia del hombre. Solo entonces me convenció realmente la palabra de Dios y tuve el urgente deseo de buscar la verdad y de transformar mi propia naturaleza tramposa. Después de esta experiencia, me di cuenta de que si no hubiera sido por el juicio práctico y el castigo de Dios, nunca habría reconocido mi propia naturaleza traicionera, y nunca habría podido practicar la verdad para cambiar mi propio carácter tramposo. El juicio y castigo de Dios ciertamente me estaban purificando y salvando, y son una clase diferente de amor. Quiero apreciar bien este tipo especial de amor y aceptar el juicio y castigo de Dios, y deseo convertirme lo antes posible en una persona nueva para poder satisfacer a Dios.