Las tres etapas de la obra

Palabras diarias de Dios  Fragmento 1

Todo Mi plan de gestión, el plan de gestión de seis mil años, consta de tres etapas o tres eras: la Era de la Ley del principio, la Era de la Gracia (que también es la Era de la Redención) y la Era del Reino de los últimos días. Mi obra en estas tres eras difiere en contenido según la naturaleza de cada era, pero en cada etapa se ajusta a las necesidades del hombre o, para ser más preciso, se hace de acuerdo con los engaños que Satanás emplea en la guerra que libro contra él. El propósito de Mi obra consiste en derrotar a Satanás, hacer manifiesta Mi sabiduría y omnipotencia, exponer todos los engaños de Satanás y así salvar a toda la raza humana, que vive bajo su campo de acción. Consiste en mostrar Mi sabiduría y omnipotencia y dejar al descubierto la insoportable monstruosidad de Satanás. Incluso más que eso, consiste en permitir que los seres creados disciernan entre el bien y el mal, que sepan que Yo soy el Soberano de todas las cosas, que vean claramente que Satanás es el enemigo de la humanidad, un degenerado, el malvado, y que distingan, con absoluta certeza, la diferencia entre el bien y el mal, entre la verdad y la falacia, entre la santidad y la inmundicia, y entre lo magnánimo y lo innoble. Así, la humanidad ignorante podrá dar testimonio de Mí de que no soy Yo quien corrompe a los humanos y de que sólo Yo, el Creador, puedo salvar a la humanidad, puedo conceder al hombre cosas para su disfrute. Llegará a saber que Yo soy el Soberano de todas las cosas y que Satanás es simplemente uno de los seres que creé y que después se volvió en Mi contra. Mi plan de gestión de seis mil años se divide en tres etapas, y obro así con la intención de lograr el efecto de permitir que los seres creados sean Mi testimonio, que comprendan Mi voluntad y sepan que Yo soy la verdad. Así, durante la obra inicial de Mi plan de gestión de seis mil años, llevé a cabo la obra de la ley, que fue la obra en la que Jehová dirigió al pueblo. La segunda etapa marcó el inicio de la obra de la Era de la Gracia en las aldeas de Judea. Jesús representa toda la obra de la Era de la Gracia, se hizo carne, fue crucificado y también comenzó la Era de la Gracia. Fue crucificado para completar la obra de la redención, para poner fin a la Era de la Ley y para dar inicio a la Era de la Gracia y por ello fue llamado el “Comandante Supremo”, la “Ofrenda por el Pecado” y el “Redentor”. Por consiguiente, la obra de Jesús difirió en contenido de la obra de Jehová, aunque ambas tenían el mismo principio. Jehová inició la Era de la Ley, estableció las bases —el punto de origen— de la obra de Dios en la tierra y promulgó las leyes y los mandamientos. Llevó a cabo estas dos obras, que representan la Era de la Ley. La obra que Jesús hizo en la Era de la Gracia no fue promulgar leyes, sino cumplirlas, marcando así el inicio de la Era de la Gracia y dando por concluida la Era de la Ley que había durado dos mil años. Él fue el pionero que vino para iniciar la Era de la Gracia y, sin embargo, la parte principal de Su obra radica en la redención. Así, Su obra también tuvo dos funciones: iniciar una nueva era y completar la obra de la redención a través de Su crucifixión, luego de la cual Él partió. A partir de ahí concluyó la Era de la Ley y comenzó la Era de la Gracia.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La verdadera historia de la obra de la Era de la Redención

Palabras diarias de Dios  Fragmento 2

La obra de gestión de seis mil años de Dios está dividida en tres etapas: la Era de la Ley, la Era de la Gracia y la Era del Reino. Estas tres fases de la obra son todas por el bien de la salvación de la humanidad, es decir, son para la salvación de la humanidad que ha sido gravemente corrompida por Satanás. Sin embargo, al mismo tiempo, también son para que Dios pueda entablar batalla con Satanás. Por tanto, como la obra de salvación está dividida en tres fases, también lo está la batalla contra Satanás, y estos dos aspectos de la obra de Dios se llevan a cabo simultáneamente. La batalla con Satanás es, en realidad, para la salvación de la humanidad y, al no ser esta obra algo que se pueda realizar con éxito en una sola fase, esta batalla también se divide en fases y periodos; se libra la guerra contra Satanás de acuerdo con las necesidades del hombre y la extensión de la corrupción que Satanás ha ejercido en él. En la imaginación del hombre, quizás crea que en esta batalla Dios tomará las armas contra Satanás, del mismo modo en que lo hacen dos ejércitos que combaten entre sí. Esto es meramente lo que el intelecto del hombre es capaz de imaginar; es una idea supremamente imprecisa y poco realista; sin embargo, es lo que el ser humano cree. Y como afirmo aquí que el medio de la salvación del hombre es a través de la batalla con Satanás, la persona imagina que así es como se desarrolla la batalla. La obra de salvación del hombre consta de tres etapas; es decir, que la batalla con Satanás se ha dividido en tres etapas para derrotarlo de una vez y para siempre. Sin embargo, la verdad interna de la totalidad de la obra de la batalla contra Satanás es que sus efectos se logran a través de varios pasos de la obra: concediéndole gracia al hombre y convirtiéndose en la ofrenda por su pecado, perdonándolos, conquistándole y haciéndole perfecto. En realidad, la batalla con Satanás no significa tomar las armas contra él, sino la salvación del hombre, la obra de su vida y el cambio de su carácter para poder dar testimonio de Dios. Así es como se derrota a Satanás, mediante la transformación del carácter corrupto del hombre. Una vez vencido, es decir, cuando el hombre haya sido completamente salvado, entonces el humillado Satanás será atado por completo y, de ese modo, el hombre habrá sido totalmente salvado. Así, la esencia de la salvación del hombre es la guerra con Satanás, y esta guerra se refleja principalmente en dicha salvación. La etapa de los últimos días, en la que el hombre va a ser conquistado, es la última etapa de la batalla con Satanás, y también es la obra de la completa salvación del hombre del campo de acción de Satanás. El significado interior de la conquista del hombre es el regreso de la personificación de Satanás —el hombre que ha sido corrompido por él— al Creador luego de ser conquistado, por medio de lo cual renegará de Satanás y volverá por completo a Dios. De este modo, el ser humano habrá sido completamente salvado. Así, la obra de conquista es la última en la batalla contra Satanás y la fase final de la gestión de Dios por el bien de la derrota de Satanás. Sin esta obra, la plena salvación del hombre sería imposible en última instancia, también sería imposible la derrota total de Satanás y la humanidad no sería nunca capaz de entrar en el maravilloso destino, o liberarse de la influencia de Satanás. Por consiguiente, la obra de salvación del hombre no puede concluir antes de que la batalla mencionada haya acabado, porque el núcleo central de la obra de gestión de Dios es por el bien de la salvación de la humanidad. La humanidad primitiva estaba en las manos de Dios, pero a causa de la tentación y la corrupción de Satanás, el hombre fue atado por Satanás y cayó en las manos del maligno. Satanás se convirtió, pues, en el objeto que debía ser derrotado en la obra de gestión de Dios. Al haber tomado posesión del hombre, y al ser este el capital que Dios utiliza para llevar a cabo toda gestión, si el hombre debe salvarse tendrá que ser arrebatado de las manos de Satanás; esto significa que el hombre debe ser tomado de vuelta tras haber sido retenido cautivo por Satanás. Así, Satanás debe ser derrotado mediante cambios en el antiguo carácter del hombre, cambios que restauran su sentido original de razón. De este modo, el hombre, que ha sido tomado cautivo, puede ser recuperado de las manos de Satanás. Si el hombre es liberado de la influencia y la esclavitud de Satanás, entonces este será avergonzado y el ser humano será rescatado en última instancia y Satanás derrotado. Al quedar el hombre libre de la oscura influencia de Satanás, se convertirá en los despojos de toda esta batalla y Satanás será objeto de castigo una vez acabada la batalla; después de esto, toda la obra de la salvación de la humanidad habrá concluido.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso

Palabras diarias de Dios  Fragmento 3

Dios no siente malicia hacia los seres de la creación; sólo desea derrotar a Satanás. Toda Su obra —ya sea de castigo o de juicio— está dirigida a Satanás; se lleva a cabo en aras de la salvación de la humanidad, todo es para derrotar a Satanás y tiene un solo objetivo: ¡luchar contra Satanás hasta el final! ¡Dios no descansará jamás hasta haber salido victorioso sobre Satanás! Sólo descansará cuando lo haya derrotado. Como toda la obra realizada por Dios está dirigida contra Satanás, y como todos los que han sido corrompidos por Satanás están bajo el control de su campo de acción y viven bajo el campo de acción de este, sin pelear en contra de él y sin romper con él, Satanás no soltará a estas personas y no se las podrá ganar. Si esto fuera así, demostraría que Satanás no ha sido derrotado, que no ha sido vencido. Por tanto, en el plan de gestión de seis mil años de Dios, durante la primera etapa realizó la obra de la ley; durante la segunda fase se ocupó de la obra de la Era de la Gracia; es decir, la obra de la crucifixión, y durante la tercera etapa lleva a cabo la obra de conquistar a la humanidad. Toda esta obra va dirigida al grado en que Satanás ha corrompido a la humanidad; todo es para derrotar a Satanás, y cada una de las etapas tiene ese mismo objetivo. La esencia de la obra de gestión de seis mil años de Dios es la batalla contra el gran dragón rojo, y la obra de gestionar a la humanidad también es la obra de derrotar a Satanás y de pelear con él. Dios ha peleado durante seis mil años y, por tanto, ha obrado durante ese mismo tiempo para llevar finalmente al hombre al nuevo ámbito. Cuando Satanás sea derrotado, el hombre será liberado por completo. ¿No es esta la dirección de la obra de Dios hoy? Esta es precisamente la dirección de la obra de hoy: la liberación completa del hombre y su puesta en libertad, para que deje de estar sujeto a ninguna norma y que no se vea limitado por ninguna atadura ni restricción. Toda esta obra se realiza de acuerdo con vuestra estatura y según vuestras necesidades; esto significa que se os provee de todo lo que podíais llevar a cabo. No se trata de “pedir peras al olmo” o de imponeros algo; más bien, toda esta obra se realiza según vuestras necesidades reales. Cada etapa de la obra se lleva a cabo según las actuales necesidades y requisitos del hombre; cada fase de la obra es para derrotar a Satanás. De hecho, en el principio no había barreras entre el Creador y Sus criaturas. Todas estas barreras fueron causadas por Satanás. El hombre se ha vuelto incapaz de ver o tocar nada por culpa de cómo Satanás lo ha trastornado y corrompido. El hombre es la víctima, el que ha sido engañado. Una vez derrotado Satanás, los seres creados contemplarán al Creador y Él los mirará y podrá conducirlos personalmente. Esta es la única vida que el hombre debería llevar en la tierra. Por tanto, la obra de Dios es principalmente para derrotar a Satanás, y una vez que haya ocurrido esto, todo estará resuelto.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso

Palabras diarias de Dios  Fragmento 4

La obra de todo el plan de gestión de Dios es realizada personalmente por Dios mismo. La primera fase —la creación del mundo— fue llevada personalmente a cabo por Él, y de no haber sido así, nadie habría sido capaz de crear a la humanidad; la segunda etapa fue la redención de toda la humanidad, y también la hizo personalmente Dios mismo; la tercera fase es evidente: existe una necesidad todavía mayor de que acabe toda la obra de Dios que habrá de realizar Dios mismo. Dios lleva a cabo personalmente toda la obra de redimir, conquistar, ganar y perfeccionar a la totalidad de la humanidad. Si Él no hiciera esta obra personalmente, Su identidad no podría ser representada por el hombre ni este podría realizar Su obra. Para derrotar a Satanás, con el fin de ganar a la humanidad y para darle al hombre una vida normal en la tierra, Él dirige al hombre y obra en medio de él de manera personal; por el bien de todo Su plan de gestión y de toda Su obra, Él debe hacer esta obra personalmente. Si el hombre sólo cree que Dios vino para que él lo viera con el fin de hacerle feliz, tales creencias no encierran valor alguno; no tienen relevancia. ¡El entendimiento del hombre es demasiado superficial! Sólo llevando a cabo esta obra Él mismo puede Dios realizar esta obra de forma concienzuda y completa. El hombre no puede hacerlo en nombre de Dios. Al no tener la identidad de este ni Su esencia, es incapaz de hacer la obra de Dios, aunque el hombre hiciera esta obra, no tendría efecto alguno. La primera vez que Dios se encarnó fue por la redención, para redimir a toda la humanidad del pecado, para que el hombre pudiera ser purificado y perdonado por sus pecados. Dios también realizó personalmente la obra de conquista en medio del hombre. Si durante esta fase Dios sólo hablara profecía, se podría encontrar a un profeta o a cualquiera que tuviera un don para ocupar Su lugar; si sólo se pronunciaran profecías, entonces el hombre podría sustituir a Dios. Sin embargo, si el hombre tratara de llevar a cabo personalmente la obra de Dios mismo y tratara de obrar la vida del hombre, le sería imposible llevar a cabo esa obra. Es Dios mismo quien la tiene que hacer: Dios debe venir personalmente en la carne para hacer esta obra. En la Era de la Palabra, si sólo se pronunciaban profecías, Isaías o el profeta Elías podrían encontrarse para realizar esta obra, y no habría necesidad alguna de que la hiciera Dios mismo. Al no tratar la obra realizada en esta etapa de mero pronunciamiento de profecías, y al ser de mayor importancia que se use la obra de palabras para conquistar al hombre y derrotar a Satanás, el hombre no puede realizar esta obra y debe hacerla Dios personalmente. En la Era de la Ley, Jehová llevó a cabo parte de Su obra, tras lo cual habló algunas palabras e hizo alguna obra por medio de los profetas. Esto se debe a que el hombre podía sustituir la obra de Jehová y los videntes podían predecir cosas e interpretar algunos sueños en Su nombre. La obra realizada en el principio no fue la de cambiar directamente el carácter del hombre y no tenía nada que ver con el pecado de este, a quien sólo se le pedía que se atuviera a la ley. Por tanto, Jehová no se encarnó ni se reveló al hombre, sino que habló directamente a Moisés y otros, los hizo hablar y obrar en Su nombre y que trabajaran directamente en medio de la humanidad. La primera fase de la obra de Dios fue el liderazgo del hombre. Fue el comienzo de la batalla contra Satanás, pero esta todavía tenía que empezar de un modo oficial. Esta guerra oficial contra Satanás se inició con la primera encarnación de Dios y ha seguido hasta el día de hoy. La primera batalla de esta guerra ocurrió cuando Dios encarnado fue clavado en la cruz. La crucifixión del Dios encarnado derrotó a Satanás y fue la primera etapa exitosa de la guerra. Cuando Dios encarnado comenzó a obrar directamente la vida del hombre, ese fue el inicio oficial de la obra de recuperar al hombre; al tratarse de la obra de cambiar el antiguo carácter del hombre, fue la obra de pelear con Satanás. La fase de la obra realizada por Jehová, en el principio, fue meramente el liderazgo de la vida del hombre en la tierra. Fue el comienzo de la obra de Dios y, aunque todavía tenía que implicar alguna batalla u obra importante, estableció el fundamento para la obra de la batalla por venir. Más adelante, la segunda etapa de la obra durante la Era de la Gracia implicó cambiar el antiguo carácter del hombre, y esto significa que Dios mismo obró la vida del hombre. Era Él quien tenía que hacer estas cosas personalmente: requería que Él personalmente se hiciera carne. Si Él no se hubiera encarnado, nadie más podría haberle sustituido en esta fase de la obra, porque representaba la obra de pelear directamente contra Satanás. Si el hombre hubiera realizado esta obra en nombre de Dios, al ponerse delante de Satanás este no se habría sometido y habría sido imposible derrotarlo. Tenía que ser el Dios encarnado quien viniera a vencerlo, porque la esencia del Dios encarnado sigue siendo Dios, Él sigue siendo la vida del hombre y el Creador; pase lo que pase, Su identidad y Su esencia no cambiarán. De este modo, Él adoptó la carne e hizo la obra para completar la sumisión de Satanás. Durante la etapa de la obra de los últimos días, si el hombre tuviera que hacer esta obra y pronunciar directamente las palabras, sería incapaz de hacerlo y, si se pronunciaran profecías, estas no podrían conquistar al hombre. Al encarnarse, Dios vino a derrotar a Satanás y a provocar su completa sumisión. Cuando Él derrote a Satanás por completo, conquiste totalmente al hombre y lo gane de un modo completo, esta etapa de la obra estará completada y se alcanzará el éxito. En la gestión de Dios, el hombre no puede sustituirlo. En particular, la obra de dirigir la era y lanzar una nueva obra tiene mayor necesidad de que las realice Dios mismo personalmente. Darle revelación al hombre y proporcionarle profecía, es algo que el hombre puede hacer, pero si es una obra que Dios tiene que hacer personalmente, la obra de la batalla entre Dios mismo y Satanás, el ser humano no puede llevar a cabo dicha obra. Durante la primera etapa de la obra, cuando no había batalla con Satanás, Jehová dirigió personalmente al pueblo de Israel usando la profecía pronunciada por los profetas. Después, la segunda etapa de la obra fue la batalla con Satanás, y Dios mismo, personalmente, se encarnó y vino en la carne para llevar a cabo esta obra. Cualquier cosa que implique la batalla contra Satanás también conlleva la encarnación de Dios, lo que significa que esta batalla no puede ser librada por el hombre. Si el hombre tuviera que pelear, sería incapaz de derrotar a Satanás. ¿Cómo podría tener fuerza para luchar contra él, cuando aún sigue bajo su campo de acción? El hombre está en medio: si te inclinas hacia Satanás, entonces le pertenecerás; sin embargo, si satisfaces a Dios, entonces es a Él a quien perteneces. Si el hombre tratara de sustituir a Dios en la obra de esta batalla, ¿sería capaz de hacerlo? Si fuera así, ¿no habría perecido hace ya mucho? ¿No habría entrado en el inframundo hace ya largo tiempo? Por ello, el hombre es incapaz de reemplazar a Dios en Su obra, lo que significa que no tiene la esencia de Dios y si pelearas con Satanás, serías incapaz de derrotarlo. El hombre sólo puede realizar alguna obra; puede ganarse a algunas personas, pero no puede sustituir a Dios en la obra de Dios mismo. ¿Cómo podría el hombre luchar con Satanás? Este te retendría cautivo antes de que empezaras siquiera. Sólo cuando Dios mismo libra una batalla con Satanás, y el hombre sigue y obedece a Dios sobre esta base, puede el hombre ser ganado por Dios y escapar de las ataduras de Satanás. Las cosas que el hombre puede lograr con su propia sabiduría y capacidades son demasiado limitadas; es incapaz de hacer al hombre completo, de dirigirlo y, además, de derrotar a Satanás. La inteligencia y la sabiduría del hombre son incapaces de frustrar las intrigas de Satanás; ¿cómo podría, pues, el hombre luchar con él?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso

Palabras diarias de Dios  Fragmento 5

La obra de gestionar a la humanidad se divide en tres etapas, lo que significa que la obra de salvar a la humanidad se divide en tres etapas. Estas tres etapas no incluyen la obra de crear el mundo, sino que son las tres fases de la obra de la Era de la Ley, la Era de la Gracia y la Era del Reino. La obra de crear el mundo fue la de producir a toda la humanidad. No fue la de salvarla ni tiene relación con ello, y es que, cuando el mundo fue creado, la humanidad no había sido corrompida por Satanás y, por tanto, no había necesidad de llevar a cabo la obra de salvación de la humanidad. La obra de salvación de la humanidad solo comenzó una vez que la humanidad había sido corrompida por Satanás y, así, la obra de gestión de la humanidad tampoco empezó hasta que la humanidad había sido corrompida. En otras palabras, la gestión del hombre por parte de Dios comenzó como resultado de la obra de salvar a la humanidad y no surgió de la obra de creación del mundo. Fue hasta después de que la humanidad adquirió un carácter corrupto que la obra de gestión de la humanidad surgió, y, así, dicha obra incluye tres partes, en lugar de cuatro etapas o cuatro eras. Esta es la única forma correcta de referirse a la gestión de la humanidad por parte de Dios. Cuando la era final llegue a su fin, la obra de gestión de la humanidad habrá llegado a un final completo. La conclusión de la obra de gestión significa que la obra de salvar a toda la humanidad se habrá completado totalmente, y que la esta fase habrá concluido a partir de entonces para la humanidad. Sin la obra de salvación de toda la humanidad, la obra de gestión de la humanidad no existiría ni habría tres etapas de la obra. Fue precisamente por la depravación de la humanidad y por la urgente necesidad de salvación que esta tenía, que Jehová concluyó la creación del mundo y comenzó la obra de la Era de la Ley. Solo entonces comenzó la obra de gestión de la humanidad, lo cual significa que solo entonces se inició la obra de salvación de la humanidad. “Gestionar a la humanidad” no significa guiar la vida de la recién creada humanidad sobre la tierra (es decir, una humanidad que aún no se había corrompido). Más bien, es la salvación de una humanidad que ha sido corrompida por Satanás; es decir, tiene como objetivo la transformación de esta humanidad corrupta. Este es el significado de “gestionar a la humanidad”. La obra de salvar a la humanidad no incluye la obra de crear el mundo, y, por tanto, la obra de gestionar a la humanidad tampoco incluye la obra de crear el mundo, sino solo tres etapas de obra independientes de la creación del mismo. Para entender la obra de gestión de la humanidad es necesario ser consciente de la historia de las tres etapas de la obra; de esto es de lo que todos deben ser conscientes a fin de ser salvados. Como criaturas de Dios, deberíais reconocer que Él creó al hombre, y también reconocer la fuente de la corrupción de la humanidad, y, más aún, el proceso de salvación del hombre. Si solo sabéis cómo actuar de acuerdo con la doctrina para intentar obtener el favor de Dios, pero no tenéis ni idea de cómo salva Él a la humanidad o de la fuente de la corrupción de la humanidad, esto es lo que os falta como criaturas de Dios. No deberías estar satisfecho solamente con entender esas verdades que pueden ponerse en práctica, mientras sigues ignorando el alcance más amplio de la obra de gestión de Dios; si este es el caso, eres demasiado dogmático. Las tres etapas de la obra son la historia interior de la gestión del hombre por parte de Dios, la llegada del evangelio de todo el mundo, el misterio más grande en medio de toda la humanidad, y, también, la base de la difusión del evangelio. Si solo te centras en entender verdades simples relacionadas con tu vida, y no sabes nada de esto, el más grande de todos los misterios y las visiones, ¿no es tu vida, pues, parecida a un producto defectuoso, bueno para nada excepto para mirarlo?

Si el hombre solo se concentra en la práctica y considera secundarios la obra de Dios y lo que el hombre debería saber, ¿no es esto ser descuidado con sumas grandes? Debes saber lo que debes saber, y poner en práctica lo que debes poner en práctica. Solo entonces serás alguien que sabe cómo buscar la verdad. Cuando llegue el día en que difundas el evangelio, si solo eres capaz de decir que Dios es un Dios grande y justo, que Él es el Dios supremo, un Dios con el que ningún gran hombre puede compararse, y que no hay nadie por encima de Él… Si solo puedes pronunciar estas palabras irrelevantes y superficiales, mientras que eres totalmente incapaz de hablar palabras de importancia crucial y con esencia; si no tienes nada que decir acerca de conocer a Dios o Su obra, y, además, no puedes explicar la verdad ni proveer lo que le falta al hombre, entonces alguien como tú es incapaz de cumplir bien su deber. Dar testimonio de Dios y difundir el evangelio del reino no es un asunto sencillo. Primero debes estar equipado con la verdad y las visiones que deben entenderse. Cuando tienes claras las visiones y la verdad de los diferentes aspectos de la obra de Dios, y llegas a conocer Su obra en tu corazón, e, independientemente de lo que Dios haga —ya sea un juicio justo o el refinamiento del hombre—, posees la mayor visión como tu fundamento y la verdad correcta para ponerla en práctica, y entonces serás capaz de seguir a Dios hasta el final. Debes saber que, sin importar qué obra lleve a cabo Él, el objetivo y la esencia de Su obra no cambian, y Su voluntad para con el hombre tampoco lo hace. No importa lo severas que sean Sus palabras ni lo adverso que sea el entorno, los principios de Su obra no cambiarán, y Su intención de salvar al hombre, tampoco. Si no se trata de la obra de la revelación del final del hombre ni de su destino, y no es la obra de la fase final ni la obra de concluir la totalidad del plan de gestión de Dios, y dado que se lleva a cabo durante el tiempo en el que Él obra en el hombre, entonces la esencia de Su obra no cambiará. Siempre será la salvación de la humanidad. Este debería ser el fundamento de vuestra creencia en Dios. El objetivo de las tres etapas de la obra es la salvación de toda la humanidad; esto significa la salvación completa del hombre del campo de acción de Satanás. Aunque cada una de las tres etapas de la obra tiene un objetivo y una importancia diferentes, cada una forma parte de la obra de salvación de la humanidad, y cada una es una obra de salvación diferente que se lleva a cabo de acuerdo con los requisitos de la humanidad. Una vez que seas consciente del objetivo de estas tres etapas de la obra, sabrás cómo apreciar la importancia de cada una de ellas, y reconocerás cómo actuar con el fin de satisfacer el deseo de Dios. Si puedes alcanzar este punto, entonces esta, la mayor de todas las visiones, se convertirá en la base de tu creencia en Dios. No deberías buscar solamente formas fáciles de práctica o verdades profundas, sino combinar visiones con práctica, de forma que haya tanto verdades que puedan ponerse en práctica como conocimiento basado en visiones. Solo entonces serás alguien que busca completamente la verdad.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 6

Las tres etapas de la obra están en el núcleo de la totalidad de la gestión de Dios, y en ellas se expresan el carácter de Dios y lo que Él es. Aquellos que no conocen las tres etapas de la obra de Dios son incapaces de entender cómo Él expresa Su carácter y tampoco conocen la sabiduría de Su obra. También siguen ignorando las muchas formas en las que Él salva a la humanidad, así como Su voluntad para toda ella. Las tres etapas de la obra son la expresión plena de la obra de salvación de la humanidad. Aquellos que no conocen las tres etapas de la obra ignorarán los diversos métodos y principios de la obra del Espíritu Santo y aquellos que solo se ciñen rígidamente a la doctrina que queda de cierta etapa de la obra son personas que limitan a Dios a la doctrina, y cuya creencia en Él es vaga e incierta. Tales personas nunca recibirán Su salvación. Solo las tres etapas de la obra de Dios pueden expresar plenamente la totalidad de Su carácter y expresan por completo Su intención de salvar a toda la humanidad, así como la totalidad del proceso de salvación de la misma. Esto demuestra que Él ha derrotado a Satanás y ha ganado a la humanidad; es una prueba de Su victoria y la expresión de todo Su carácter. Los que solo entienden una etapa de las tres que componen la obra de Dios solo conocen parte de Su carácter. En las nociones del hombre, es fácil que esta única etapa de la obra pase a ser doctrina y es probable que el hombre establezca reglas fijas relativas a Dios y use esta sola parte de Su carácter como una representación de todo Su carácter. Además, gran parte de la imaginación del hombre está mezclada en su interior, de forma que el hombre limita rigurosamente el carácter, el ser y la sabiduría de Dios, así como los principios de Su obra, dentro de parámetros limitados, creyendo que si Él fue así una vez, permanecerá igual para siempre y nunca cambiará. Solo aquellos que conocen y aprecian las tres etapas de la obra pueden conocer a Dios de forma plena y precisa. Como mínimo, no le definirán como el Dios de los israelitas o de los judíos ni lo verán como un Dios que siempre estará clavado en la cruz por causa del hombre. Si solo se llega a conocer a Dios a partir de una etapa de Su obra, el conocimiento es demasiado, demasiado pequeño y no es más que una gota en el océano. Si no, ¿por qué clavarían a Dios vivo en la cruz muchos de la vieja guardia religiosa? ¿Acaso no es porque el hombre lo confina dentro de ciertos parámetros? ¿Acaso no se oponen muchos a Dios y obstruyen la obra del Espíritu Santo, porque no conocen la obra variada y diversa de Dios, y, además, porque no poseen sino una pizca de conocimiento y doctrina con los que medir la obra del Espíritu Santo? Aunque las experiencias de tales personas son superficiales, ellas son arrogantes y permisivas en su naturaleza y consideran la obra del Espíritu Santo con desprecio, ignoran Sus disciplinas y, además, usan sus viejos argumentos triviales para “confirmar” la obra del Espíritu Santo. También hacen una escena y están plenamente convencidas de su propio conocimiento y erudición, y de que son capaces de recorrer todo el mundo. ¿No son tales personas las que el Espíritu Santo desprecia y rechaza, y no serán descartadas antes de la nueva era? ¿No son los que vienen delante de Dios y se oponen abiertamente a Él, villanos ignorantes y mal informadas, que simplemente intentan demostrar lo brillantes que son? Con tan solo un ínfimo conocimiento de la Biblia, tratan de descontrolar la “academia” del mundo; con tan solo una doctrina superficial que enseñar a las personas, intentan revertir la obra del Espíritu Santo, y tratan de hacerla girar alrededor de su propio proceso de pensamiento. Aun siendo tan cortos de miras, intentan observar con una sola mirada 6000 años de obra de Dios. ¡Estas personas no tienen ningún razonamiento que valga la pena mencionar! De hecho, cuanto mayor es el conocimiento de Dios por parte de las personas, más tardan en juzgar Su obra. Además, solo hablan un poco de su conocimiento de la obra de Dios hoy, pero no son imprudentes en sus juicios. Cuanto menos conocen a Dios las personas, más soberbias y arrogantes son, y con mayor desenfreno proclaman el ser de Dios, pero solo hablan de teorías y no ofrecen evidencias reales. Tales personas no tienen ningún valor en absoluto. ¡Quienes ven la obra del Espíritu Santo como un juego son frívolos! Los que no son cautos cuando se encuentran con la nueva obra del Espíritu Santo, que hablan hasta por los codos, que son rápidos para juzgar, que dan rienda suelta a su temperamento para negar la corrección de la obra del Espíritu Santo y que también la insultan y blasfeman contra ella, ¿no ignoran estas personas irrespetuosas dicha obra? ¿No son, además, personas de gran arrogancia, inherentemente soberbias e ingobernables? Aunque llegue el día en el que tales personas acepten la nueva obra del Espíritu Santo, Dios seguirá sin tolerarlas. No solo miran por encima del hombro a aquellos que trabajan para Dios, sino que blasfeman contra Él mismo. Tales personas temerarias no serán perdonadas ni en esta era ni en la venidera, ¡y perecerán para siempre en el infierno! Estas personas irrespetuosas y permisivas están fingiendo creer en Dios y, cuanto más sean así, más probable es que ofendan Sus decretos administrativos. ¿No caminan por esta senda todos esos arrogantes, desenfrenados innatos, que nunca han obedecido a nadie? ¿Acaso no se oponen a Dios día tras día, a Él, que siempre es nuevo y nunca viejo?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 7

Las tres etapas de la obra son un registro de toda la obra de Dios; son un registro de Su salvación de la humanidad, y no son imaginarias. Si realmente deseáis buscar un conocimiento de la totalidad del carácter de Dios, entonces debéis conocer las tres etapas de la obra realizada por Él, y, además, no debéis omitir ninguna de ellas. Esto es lo mínimo que deben llevar a cabo los que buscan conocer a Dios. El hombre por sí mismo no puede inventarse un conocimiento verdadero de Dios. Esto no es algo que pueda imaginar por sí solo ni la consecuencia del favor especial del Espíritu Santo concedido a una sola persona. Más bien, es un conocimiento que viene después de que el hombre ha experimentado la obra de Dios, y es un conocimiento de Dios que solo viene después de haber experimentado los hechos de Su obra. Tal conocimiento no puede adquirirse fácilmente ni es algo que pueda enseñarse. Está totalmente relacionado con la experiencia personal. La salvación de la humanidad por parte de Dios está en el núcleo de estas tres etapas de la obra, pero en la obra de la salvación están incluidos varios métodos de obra y medios por los que se expresa el carácter de Dios. Esto es lo más difícil de identificar para el hombre y difícil de entender para él. La separación de las eras, los cambios en la obra de Dios, en la ubicación de la obra, en el destinatario de la misma, etcétera, todo esto está incluido en las tres etapas de la obra. En particular, la diferencia en la forma de obrar del Espíritu Santo, así como las alteraciones en el carácter, la imagen, el nombre, la identidad de Dios u otros cambios, forman, todos, parte de las tres etapas de la obra. Una etapa de la misma solo puede representar una parte y está limitada a cierto ámbito. No tiene relación con la separación de las eras o con los cambios en la obra de Dios; mucho menos, con los demás aspectos. Esta es una realidad clara y evidente. Las tres etapas de la obra son la totalidad de la obra de Dios en la salvación de la humanidad. El hombre debe conocer la obra de Dios y Su carácter en la obra de salvación, y, sin este hecho, tu conocimiento de Él no es sino palabras huecas, nada más que teorías dogmáticas. Tal conocimiento no puede convencer al hombre ni conquistarlo; está en conflicto con la realidad y no es la verdad. Puede ser muy abundante y agradable al oído, pero si entra en conflicto con el carácter inherente de Dios, Él no te perdonará. No solo no elogiará tu conocimiento, sino que también tomará represalias contra ti por ser un pecador que ha blasfemado contra Él. Las palabras acerca de conocer a Dios no se hablan a la ligera. Aunque puedas ser elocuente, pero insincero, y tener labia, y aunque tus palabras sean tan astutas que puedas decir que lo negro es blanco y que lo blanco es negro, sigues estando fuera de lugar cuando se trata de hablar del conocimiento de Dios. Él no es alguien a quien tú puedas juzgar precipitadamente o alabar fortuitamente o denigrar con indiferencia. Alabas a cualquiera, pero te resulta difícil encontrar las palabras correctas para describir la gracia suprema de Dios, y esto es de lo que cada perdedor llega a darse cuenta. Aunque existen muchos maestros del lenguaje capaces de describir a Dios, la precisión de lo que describen no es sino una centésima parte de la verdad que hablan las personas que le pertenecen a Dios; gente que, aunque solo posee un vocabulario limitado, tiene una experiencia abundante a la cual recurrir. Así pues, puede verse que el conocimiento de Dios radica en la precisión y la realidad y no en el uso ingenioso de palabras o de un vocabulario abundante y que el conocimiento del hombre y el conocimiento de Dios no tienen relación alguna. La lección de conocer a Dios es más elevada que cualquiera de las ciencias naturales de la humanidad. Es una lección que solo puede aprender un número extremadamente pequeño de aquellos que buscan conocer a Dios, y no puede aprenderla cualquier persona talentosa. Por tanto, no debéis considerar el conocer a Dios y buscar la verdad como si fueran cosas que un simple niño puede lograr. Quizás hayas sido completamente exitoso en tu vida familiar, en tu carrera o en tu matrimonio, pero cuando se trata de la verdad y de la lección de conocer a Dios, no tienes nada que mostrar por ti mismo y no has conseguido nada. Se puede decir que poner la verdad en práctica es de gran dificultad para vosotros, y conocer a Dios es un problema aún mayor. Esta es vuestra dificultad y también es la dificultad que enfrenta toda la humanidad. Entre aquellos que han tenido algunos logros en la carrera de conocer a Dios, no hay casi nadie que esté a la altura. El hombre no sabe lo que significa conocer a Dios ni por qué es necesario conocerle ni qué grado se debe alcanzar para conocer a Dios. Esto es lo que confunde tanto a la humanidad, y es simplemente el mayor acertijo al que se enfrenta; nadie es capaz de responder a esta pregunta ni está dispuesto a hacerlo porque, hasta la fecha, nadie de toda la humanidad ha tenido éxito en el estudio de esta obra. Quizás, cuando a la humanidad se le dé a conocer el acertijo de estas tres etapas de la obra, aparecerá sucesivamente un grupo de personas talentosas que conozcan a Dios. Por supuesto, espero que este sea el caso; además, me encuentro en el proceso de llevar a cabo esta obra, y espero ver la aparición de más personas talentosas de ese tipo en un futuro cercano. Pasarán a ser quienes den testimonio de la realidad de estas tres etapas de la obra y, por supuesto, también serán los primeros en dar testimonio de las mismas. Pero nada sería más angustiante y lamentable que si estas personas talentosas no surgen el día en que la obra de Dios llegue a su fin o si solo hay una o dos personas así que han aceptado personalmente ser perfeccionadas por el Dios encarnado. Sin embargo, este es el peor de los casos. Cualquiera que sea el caso, sigo esperando que quienes buscan sinceramente puedan obtener esta bendición. Desde el principio de los tiempos, nunca ha habido una obra como esta ni ha existido un proyecto así en la historia del desarrollo humano. Si en verdad puedes llegar a ser uno de los primeros que conocen a Dios, ¿no sería el mayor honor entre todas las criaturas? ¿Elogiaría Dios más a cualquier criatura entre la humanidad? Semejante obra no es fácil de lograr, pero seguirá cosechando recompensas en última instancia. Independientemente de su género o nacionalidad, todos los que sean capaces de lograr tener conocimiento de Dios recibirán al final Su mayor honra, y serán los únicos que posean Su autoridad. Esta es la obra de hoy, y también es la obra del futuro; es la última y más elevada obra que debe cumplirse en 6000 años de obra, y es una forma de obrar que revela cada categoría de hombre. A través de la obra de hacer que el hombre conozca a Dios se revelan las diferentes clases de hombre: los que conocen a Dios son aptos para recibir Sus bendiciones y aceptar Sus promesas, mientras que quienes no lo conocen no son aptos para ello. Los que conocen a Dios son Sus íntimos y los que no conocen a Dios no pueden ser llamados así; los íntimos de Dios pueden recibir cualquiera de Sus bendiciones, pero los que no lo son no son dignos de ninguna de Sus obras. Ya sea por tribulaciones, refinamiento o juicio, todas estas cosas se producen en aras de permitir al hombre obtener, en última instancia, un conocimiento de Dios y para que pueda someterse a Él. Este es el único efecto que se conseguirá finalmente. Nada de las tres etapas de la obra se esconde, y esto es una ventaja para que el hombre conozca a Dios, y le ayuda a obtener un conocimiento más completo y exhaustivo de Él. Toda esta obra es beneficiosa para el hombre.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 8

La obra de Dios mismo es la visión que el hombre debe conocer, porque este no puede conseguir la obra ni la posee. Las tres etapas de la obra constituyen la totalidad de la gestión de Dios, y no hay visión mayor que el hombre deba conocer. Si el hombre no conoce esta visión poderosa, no es fácil conocer a Dios ni entender Su voluntad, y, además, la senda por la que el hombre camina se volverá cada vez más dura. Sin visiones, el hombre no hubiera sido capaz de llegar hasta aquí. Son las visiones las que han salvaguardado al hombre hasta hoy, y las que le han proporcionado la mayor protección. En el futuro, vuestro conocimiento debe volverse más profundo, y debéis llegar a conocer la totalidad de Su voluntad, así como la esencia de Su obra sabia en las tres etapas de la obra. Solo esto es vuestra verdadera estatura. La etapa final de la obra no es independiente, sino que forma parte de un todo junto con las dos anteriores, es decir, es imposible completar toda la obra de salvación llevando a cabo únicamente una de las tres etapas de la obra. Aunque la etapa final de la misma pueda salvar totalmente al hombre, esto no significa que solo sea necesario llevar a cabo esta etapa por sí sola, y que las dos anteriores no sean necesarias para salvar al hombre de la influencia de Satanás. Ninguna etapa de las tres puede esgrimirse por sí sola como la única visión que toda la humanidad debe conocer, porque la totalidad de la obra de salvación está constituida por las tres etapas de la obra y no una de ellas por sí sola. Mientras no se haya cumplido la obra de salvación, la gestión de Dios no podrá llegar a un final completo. El ser, el carácter y la sabiduría de Dios se expresan en la totalidad de la obra de salvación, y no se le revelaron al hombre al principio, sino que se han expresado gradualmente en la obra de salvación. Cada etapa de la obra de salvación expresa parte del carácter de Dios y parte de Su ser; ninguna etapa sola de la obra puede expresar de forma directa y completa la totalidad del ser de Dios. Así pues, la obra de salvación solo puede concluir plenamente una vez que las tres etapas de la obra se hayan completado, y, por tanto, el conocimiento de la totalidad de Dios por parte del hombre es inseparable de las tres etapas de la obra. Lo que el hombre obtiene de una etapa de la obra es simplemente el carácter de Dios que se expresa en una sola parte de Su obra. No puede representar el carácter y el ser expresados en las etapas anteriores o posteriores. Esto se debe a que la obra de salvación de la humanidad no puede finalizarse al instante durante un período o en un lugar, sino que se va volviendo cada vez más profunda de acuerdo con el nivel de desarrollo del hombre en diferentes momentos y lugares. Es una obra que se lleva a cabo en etapas, y no se completa en una sola. Así pues, toda la sabiduría de Dios se cristaliza en las tres etapas y no en una sola. Todo Su ser y Su sabiduría se presentan en estas tres etapas, y cada una de ellas contiene Su ser y es un registro de la sabiduría de Su obra. El hombre debería conocer todo el carácter de Dios expresado en estas tres etapas. Todo esto que conforma el ser de Dios es de la mayor importancia para toda la humanidad, y si las personas no tienen este conocimiento cuando adoran a Dios, entonces no son diferentes de los que adoran a Buda. La obra de Dios en medio de los hombres no está escondida de ellos, y todos los que adoran a Dios deberían conocerla. Como Dios ha llevado a cabo las tres etapas de la obra de salvación entre los hombres, estos deberían conocer la expresión de lo que Él tiene y es durante estas tres etapas de la obra. Esto es lo que el hombre debe hacer. Lo que Dios le esconde es lo que el hombre es incapaz de lograr, y lo que no debería saber, mientras que le muestra aquello que debería saber y poseer. Cada una de las tres etapas de la obra se lleva a cabo basándose en la anterior; no de forma independiente, separada de la obra de salvación. Aunque existen grandes diferencias en la era y la obra realizada, en su núcleo sigue estando la salvación de la humanidad, y cada etapa de la obra de salvación es más profunda que la anterior.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 9

La obra de Dios en medio de los hombres no está escondida de ellos, y todos los que adoran a Dios deberían conocerla. Como Dios ha llevado a cabo las tres etapas de la obra de salvación entre los hombres, estos deberían conocer la expresión de lo que Él tiene y es durante estas tres etapas de la obra. Esto es lo que el hombre debe hacer. Lo que Dios le esconde es lo que el hombre es incapaz de lograr, y lo que no debería saber, mientras que le muestra aquello que debería saber y poseer. Cada una de las tres etapas de la obra se lleva a cabo basándose en la anterior; no de forma independiente, separada de la obra de salvación. Aunque existen grandes diferencias en la era y la obra realizada, en su núcleo sigue estando la salvación de la humanidad, y cada etapa de la obra de salvación es más profunda que la anterior. Cada una de ellas continúa sobre la base de la última, que no se ha abolido. De esta forma, en Su obra, que siempre es nueva y nunca vieja, Dios está expresando constantemente aspectos de Su carácter que nunca antes se han expresado al hombre y siempre está revelándole a este Su nueva obra y Su nuevo ser, y aunque la vieja guardia religiosa hace todo lo que puede para resistirse a esto y se opone abiertamente a ello, Dios siempre lleva a cabo la nueva obra que pretende realizar. Su obra siempre está cambiando, y por ello siempre se encuentra con la oposición del hombre. Así, también Su carácter siempre está cambiando, al igual que la era y los beneficiarios de Su obra. Además, Él siempre está llevando a cabo obra que nunca ha realizado antes; incluso, llevando a cabo obra que al hombre le parece está en contradicción con la que se ha realizado anteriormente y que va contra ella. El hombre sólo es capaz de aceptar un tipo de obra o una forma de práctica y resulta difícil para él aceptar la obra o las formas de práctica que están en conflicto con ellos o que son más elevadas que ellos. Pero el Espíritu Santo siempre está realizando nueva obra, y, así, aparecen grupo tras grupo de expertos religiosos que se oponen a la nueva obra de Dios. Estas personas se han vuelto expertos, precisamente porque el hombre no tiene conocimiento de que Dios siempre es nuevo y nunca viejo ni de los principios de Su obra, y, menos aún de las muchas formas en las que Dios salva al hombre. Como tal, el ser humano es totalmente incapaz de distinguir si esta obra procede del Espíritu Santo y si es la obra de Dios mismo. Muchas personas se aferran a una actitud en la que, si algo se corresponde con las palabras que vinieron antes, lo aceptan, y si hay diferencias con la obra anterior, se oponen a ella y la rechazan. ¿No os ceñís todos hoy a tales principios? Las tres etapas de la obra de salvación no han tenido gran efecto en vosotros, y están aquellos que creen que las dos etapas anteriores de la obra son una carga que sencillamente no necesitan conocer. Piensan que no deberían declararse estas etapas a las masas y deberían retirarse lo antes posible, para que las personas no se sientan abrumadas por las dos etapas anteriores, de las tres que conforman la obra. La mayoría cree que dar a conocer las dos etapas previas de la obra es ir demasiado lejos y que no ayuda en absoluto para conocer a Dios; esto es lo que pensáis. Hoy, todos creéis que es correcto actuar de esta forma, pero llegará el día en que seáis conscientes de la importancia de Mi obra: sabed que Yo no llevo a cabo ninguna obra que no sea importante. Si os estoy declarando las tres etapas de la obra, estas deben ser beneficiosas para vosotros; como las tres son el núcleo de toda la gestión de Dios, deben ser el centro de atención de todos a lo largo del universo. Un día, todos seréis conscientes de la importancia de esta obra. Sabed que os oponéis a la obra de Dios o usáis vuestras propias nociones para medir la obra de hoy, porque no conocéis los principios de Su obra, y porque tratáis de manera imprudente la obra del Espíritu Santo. Vuestra oposición a Dios y la obstrucción de la obra del Espíritu Santo están causadas por vuestras nociones y por vuestra arrogancia inherente. No se debe a que la obra de Dios sea errónea, sino a que sois demasiado desobedientes por naturaleza. Después de encontrar su creencia en Dios, algunas personas ni siquiera pueden afirmar con certeza de dónde vino el hombre, pero se atreven a hacer discursos públicos evaluando lo bueno y lo malo de la obra del Espíritu Santo. Incluso sermonean a los apóstoles que tienen la nueva obra del Espíritu Santo y hacen comentarios fuera de lugar; su humanidad es demasiado baja y no hay el más mínimo razonamiento en ellos. ¿Acaso no llegará el día en que tales personas sean rechazadas por la obra del Espíritu Santo y quemadas por los fuegos del infierno? No conocen la obra de Dios, pero la critican, y también intentan ordenarle a Dios cómo obrar. ¿Cómo pueden conocer a Dios personas tan irrazonables? El hombre llega a conocer a Dios durante el proceso de buscarlo y experimentarlo; no es a través de criticarlo a su antojo que llegará a conocerlo por medio del esclarecimiento del Espíritu Santo. Cuanto más preciso es el conocimiento que las personas tienen de Dios, menos se oponen a Él. Por el contrario, cuanto menos saben de Él, más probable es que se opongan a Él. Tus nociones, tu vieja naturaleza y tu humanidad, tu personalidad y tu perspectiva moral son el capital con el que te resistes a Dios, y cuanto más corrupta tu moral, más odiosas tus cualidades y baja tu humanidad, más enemigo eres de Dios. Quienes poseen unas nociones firmes y tienen un carácter santurrón son aún más enemigos del Dios encarnado; estas personas son los anticristos. Si no rectificas tus nociones, siempre serán contrarias a Dios; nunca serás compatible con Él y siempre estarás separado de Él.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 10

Un solo Dios realizó las tres etapas de la obra; esta es la visión más grande, y la única senda para conocer a Dios. Las tres etapas de la obra solo pudieron haber sido hechas por Dios mismo, y ningún hombre podía hacer semejante obra en Su nombre; es decir que solo Dios mismo podía haber hecho Su propia obra desde el principio hasta hoy. Aunque las tres etapas de la obra de Dios se han llevado a cabo en diferentes eras y lugares, y aunque la obra de cada una de ellas es diferente, todas ellas son una obra realizada por un Dios. De todas las visiones, esta es la más grande que el hombre debería conocer, y si el hombre puede entenderla por completo, será capaz de mantenerse firme. Hoy, el mayor problema que enfrentan varias religiones y denominaciones es que no conocen la obra del Espíritu Santo y son incapaces de diferenciar entre la obra del Espíritu Santo y la que no es de Él; por tanto, no pueden decir si Jehová Dios ha llevado a cabo esta etapa de la obra, como las dos anteriores. Aunque las personas siguen a Dios, la mayoría sigue siendo incapaz de determinar si es el camino correcto. Al hombre le preocupa si este es o no el camino que Dios mismo guía personalmente y que la encarnación de Dios sea o no una realidad, y la mayoría de las personas siguen sin tener idea de cómo discernir estas cosas. Los que siguen a Dios son incapaces de determinar el camino y, por tanto, los mensajes hablados solo tienen un efecto parcial entre estas personas y son incapaces de ser totalmente eficaces, y, así, esto afecta la entrada a la vida de las personas. Si el hombre puede ver en las tres etapas de la obra que Dios mismo las llevó a cabo en momentos diferentes, en lugares diferentes y en personas diferentes; si el hombre puede ver que aunque la obra sea diferente, toda ella está realizada por un solo Dios y que como es obra hecha por un solo Dios, entonces debe ser correcta y sin error, y que aunque entre en conflicto con las nociones del hombre, no se puede negar que es la obra de un solo Dios; si el hombre puede asegurar que es la obra de un solo Dios, sus nociones pasarán a ser simples nimiedades, indignas de mención. Como las visiones del hombre no son claras y como este solo conoce a Jehová como Dios y a Jesús como el Señor, y duda respecto al Dios encarnado de hoy, muchas personas permanecen entregadas a la obra de Jehová y Jesús, y están acosadas por nociones sobre la obra de hoy; la mayoría de ellas siempre está llena de dudas y no se toma en serio la obra actual. El hombre no tiene nociones respecto a las dos etapas anteriores de la obra, que fueron invisibles. Esto se debe a que el hombre no entiende la realidad de las dos etapas anteriores de la obra ni las presenció personalmente. Como estas etapas no pueden verse, el hombre imagina lo que quiere; independientemente de lo que invente, no hay hechos que demuestren esas imaginaciones ni nadie que lo pueda corregir. El hombre da rienda suelta a su temperamento, lanzando la cautela al viento y dejando que su imaginación se desborde; no hay hechos que verifiquen sus imaginaciones y, así, sus imaginaciones pasan a ser “realidad”, independientemente de que exista alguna prueba de ellas. Por tanto, el hombre cree, en su mente, en su propio Dios imaginario y no busca al Dios de la realidad. Si una persona tiene un tipo de creencia, entonces entre cien personas hay cien tipos de creencias. El hombre posee tales creencias porque no ha visto la realidad de la obra de Dios, porque solo la ha oído con sus oídos y no la ha observado con sus ojos. El hombre ha oído leyendas e historias, pero rara vez ha oído el conocimiento de los hechos de la obra de Dios. Así pues, es a través de sus propias nociones que las personas que solo han sido creyentes durante un año llegan a creer en Dios, y esto mismo ocurre en el caso de aquellos que han creído en Él durante toda su vida. Los que no pueden ver los hechos nunca serán capaces de escapar de una fe en la que tienen nociones acerca de Dios. El hombre cree que se ha liberado de las ataduras de sus viejas nociones y ha entrado en un nuevo territorio. ¿No sabe que el conocimiento de aquellos que no pueden ver el verdadero rostro de Dios no es otra cosa que nociones y rumores? El hombre piensa que sus nociones son correctas y sin error, y que proceden de Dios. Hoy, cuando el hombre es testigo de la obra de Dios, da rienda suelta a las nociones acumuladas durante muchos años. Las imaginaciones y las ideas del pasado se han convertido en una obstrucción para la obra de esta etapa, y al hombre le ha resultado difícil dejar ir estas nociones y refutar estas ideas. Las nociones hacia esta obra que se ha desarrollado paso a paso por parte de muchos de los que han seguido a Dios hasta hoy se han vuelto, incluso, más graves y estas personas han ido dando forma gradualmente a una enemistad empecinada con el Dios encarnado. La fuente de este odio son las nociones y las imaginaciones del hombre. Las nociones e imaginaciones del hombre se han convertido en enemigas de la obra de hoy, una obra que es contraria a las nociones del hombre. Esto ha ocurrido precisamente porque los hechos no le permiten al hombre dar rienda suelta a su imaginación y, además, este no puede refutarlos con facilidad, y sus nociones e imaginaciones no toleran la existencia de los hechos; además, no se pone a pensar en la corrección y la veracidad de estos, se limita a dejar libres sus nociones con determinación, y emplea su propia imaginación. Solo se puede decir que esto es culpa de las nociones del hombre, y no de la obra de Dios. El hombre puede imaginar todo lo que desee, pero no puede poner en duda libremente ninguna etapa de la obra de Dios ni una parte de la misma; la realidad de Su obra es inviolable por el hombre. Puedes dar rienda suelta a tu imaginación, y hasta recopilar buenas historias sobre la obra de Jehová y de Jesús, pero no puedes refutar la realidad de cada etapa de dichas obras; esto es un principio, y también un decreto administrativo, y deberíais entender la importancia de estos asuntos. El hombre cree que esta etapa de la obra es incompatible con las nociones del hombre, y que esto no se aplica a las dos etapas anteriores de la obra. En su imaginación, el hombre cree que la obra de las dos etapas anteriores es, sin duda, distinta a la de hoy, pero ¿has considerado alguna vez que todos los principios de la obra de Dios son los mismos, que Su obra es siempre práctica y que, independientemente de la era, siempre habrá un aluvión de personas que se resistan y opongan a la realidad de Su obra? Todos esos que hoy se resisten y oponen a esta etapa de la obra se habrían opuesto indudablemente a Dios en tiempos pasados, porque estas personas siempre serán enemigos de Dios. Las personas que conocen la realidad de Su obra verán las tres etapas de la obra como la obra de un solo Dios y dejarán atrás sus nociones. Estas son personas que conocen a Dios, y son ellas quienes le siguen con sinceridad. Cuando toda la gestión de Dios se esté acercando a su fin, Él clasificará todas las cosas según su tipo. El hombre fue hecho por las manos del Creador y, al final, Él debe colocarlo de nuevo totalmente bajo Su dominio; esta es la conclusión de las tres etapas de la obra. La etapa de la obra correspondiente a los últimos días, y las dos etapas anteriores en Israel y Judea, son el plan de gestión de Dios en todo el universo. Nadie puede negarlo, y es la realidad de la obra de Dios. Aunque las personas no han experimentado ni presenciado mucho de esta obra, los hechos siguen siendo los hechos, y ningún hombre los puede negar. Las personas que creen en Dios en cada tierra del universo aceptarán las tres etapas de la obra. Si sólo conoces una etapa particular de ella, y no entiendes las otras dos ni la obra de Dios en tiempos pasados, eres incapaz de hablar toda la verdad del plan de gestión de Dios, y tu conocimiento de Él es parcial, porque en tu creencia en Él no lo conoces ni lo entiendes y, por tanto, no eres apto para dar testimonio de Él. Independientemente de si tu conocimiento actual de estas cosas es profundo o superficial, al final debéis tener conocimiento y estar totalmente convencidos, y todas las personas verán la totalidad de la obra de Dios y se someterán bajo Su dominio. Al final de esta obra, todas las religiones pasarán a ser una, todas las criaturas volverán bajo el dominio del Creador, todas las criaturas adorarán al único Dios verdadero y todas las religiones malvadas quedarán reducidas a la nada, para no aparecer más.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 11

¿Por qué esta mención continua de las tres etapas de la obra? El paso de las eras, el desarrollo social y el rostro cambiante de la naturaleza siguen, todos ellos, a alteraciones en las tres etapas de la obra. La humanidad cambia en el tiempo con la obra de Dios y no se desarrolla por sí misma. Las tres etapas de la obra de Dios se mencionan para traer a todas las criaturas y a las personas de cada religión y denominación, bajo el dominio de un solo Dios. Independientemente de la religión a la que pertenezcas, en última instancia te someterás bajo el dominio de Dios. Sólo Dios mismo puede llevar a cabo esta obra; ningún líder religioso puede hacerlo. Existen varias religiones importantes en el mundo, y cada una de ellas tiene su propia cabeza o líder, y los seguidores están esparcidos por diferentes países y regiones del mundo; casi cada país, grande o pequeño, tiene diferentes religiones. Sin embargo, independientemente de cuántas religiones existan en todo el mundo, todas las personas del universo existen, en última instancia, bajo la guía de un solo Dios, y no son cabezas o líderes religiosos quienes guían su existencia. Es decir, ninguna cabeza o líder religioso específico guía a la humanidad, sino que la dirige el Creador, que creó los cielos y la tierra y todas las cosas, y también a la humanidad; esto es una realidad. Aunque el mundo tiene varias religiones principales, por muy grandes que sean, todas existen bajo el dominio del Creador y ninguna de ellas puede sobrepasar el ámbito de ese dominio. El desarrollo de la humanidad, el cambio de la sociedad, el desarrollo de las ciencias naturales, cada uno de estos aspectos es inseparable de las disposiciones del Creador, y esta obra no es algo que cualquier líder religioso particular pueda hacer. Un líder religioso es simplemente la cabeza de una religión particular, y no puede representar a Dios o a Aquel que creó los cielos, la tierra y todas las cosas. Un líder religioso puede guiar a todos los que están dentro de la religión, pero no puede dominar a todas las criaturas bajo el cielo; este es un hecho universalmente reconocido. Un líder religioso es simplemente un líder, y no puede equipararse a Dios (el Creador). Todas las cosas están en manos del Creador, y, al final, volverán a ellas. La humanidad fue creada por Dios, e independientemente de la religión, todas las personas volverán bajo Su dominio; es inevitable. Solo Dios es el Altísimo entre todas las cosas, y el gobernante de mayor rango entre todas las criaturas también debe volver bajo Su dominio. No importa cuán elevado sea el estatus de un hombre, este no puede llevar a la humanidad a un destino adecuado, y nadie es capaz de clasificar todas las cosas según su tipo. El propio Jehová creó a la humanidad y clasificó a cada cual según su tipo, y cuando llegue el tiempo final Él seguirá haciendo Su propia obra por sí mismo, clasificando todas las cosas según su tipo; esta obra no puede hacerla nadie, excepto Dios. Él mismo llevó a cabo las tres etapas de la obra desde el principio hasta hoy, y las llevó a cabo el único Dios. La realidad de las tres etapas de la obra es la realidad del liderazgo de toda la humanidad por parte de Dios, un hecho que nadie puede negar. Al final de las tres etapas de la obra, todas las cosas serán clasificadas según su tipo y volverán bajo el dominio de Dios, porque a lo largo de todo el universo solo existe este único Dios, y no hay otras religiones. El que es incapaz de crear el mundo será incapaz de llevarlo a su fin, mientras que Él, quien creó el mundo, será capaz sin duda de llevarlo a su fin. Por tanto, si alguien es incapaz de ponerle fin a una era y sólo puede ayudar al hombre a cultivar su mente, no cabe duda de que no es Dios; no es el Señor de la humanidad. Será incapaz de realizar esa gran obra; solo hay uno que puede hacerla, y todos los que no pueden llevarla a cabo son, sin duda, enemigos, y no son Dios. Todas las religiones malvadas son incompatibles con Dios, y como son incompatibles con Dios, son Sus enemigos. Este único Dios verdadero ha llevado a cabo toda la obra, y domina todo el universo. Independientemente de si es Su obra en Israel o en China, de que sea el Espíritu o la carne quien lleve a cabo la obra, Dios mismo lo ha hecho todo, y nadie más puede hacerlo. Precisamente porque Él es el Dios de toda la humanidad, obra libremente, sin estar limitado por ninguna condición; esta es la mayor de todas las visiones. Como criatura de Dios, si deseas cumplir el deber de una criatura de Dios y entender la voluntad de Dios, debes comprender Su obra, Su voluntad para las criaturas, Su plan de gestión y la importancia de la obra que realiza. ¡Los que no entienden esto no son criaturas aptas de Dios! Como criatura de Dios, si no entiendes de dónde viniste ni la historia de la humanidad y toda la obra realizada por Dios y, además, tampoco entiendes cómo se ha desarrollado la humanidad hasta hoy ni quién la domina en su totalidad, eres incapaz de cumplir tu deber. Dios ha guiado a la humanidad hasta hoy, y desde que creó al hombre sobre la tierra nunca lo ha abandonado. El Espíritu Santo nunca deja de obrar, nunca ha dejado de guiar a la humanidad y nunca la ha abandonado. Pero esta no es consciente de que existe un Dios, y, menos aún, lo conoce. ¿Hay algo más humillante para todas las criaturas de Dios? Él guía personalmente al hombre, pero este no entiende Su obra. Eres una criatura de Dios, pero no entiendes tu propia historia ni eres consciente de quien te ha guiado en tu viaje, ignoras la obra que Él ha llevado a cabo y, por tanto, no puedes conocerlo. Si todavía no lo sabes ahora, entonces nunca serás apto para dar testimonio de Él. Hoy, el Creador guía de nuevo, personalmente, a todas las personas y hace que todas ellas vean Su sabiduría, Su omnipotencia, Su salvación y lo maravilloso que es. Sin embargo, sigues sin ser consciente y sin entender. ¿No eres tú, pues, quien no recibirá la salvación? Los que pertenecen a Satanás no entienden las palabras de Dios, mientras que los que pertenecen a Dios pueden oír Su voz. Todos los que son conscientes de las palabras que hablo y las entienden son los que se salvarán y darán testimonio de Dios; todos aquellos que no entienden las palabras que hablo no pueden dar testimonio de Dios, y son los que serán descartados. Los que no entienden la voluntad de Dios ni son conscientes de Su obra son incapaces de adquirir el conocimiento de Dios y tales personas no pueden dar testimonio de Él. Si deseas dar testimonio de Él, debes conocerlo, y ese conocimiento de Dios se logra a través de Su obra. En resumen: si deseas conocer a Dios, debes conocer Su obra: esto es de la mayor importancia. Cuando las tres etapas de la obra lleguen a su fin, se formará un grupo de personas que darán testimonio de Dios, que lo conocerán. Todas estas personas conocerán a Dios y serán capaces de poner en práctica la verdad. Poseerán humanidad y razón, y todas conocerán las tres etapas de la obra de salvación de Dios. Esta es la obra que se cumplirá al final, y estas personas son la cristalización de la obra de 6000 años de gestión, y son el testimonio más poderoso de la derrota definitiva de Satanás. Los que pueden dar testimonio de Dios podrán recibir Su promesa y Su bendición, y conformarán el grupo que permanezca al final, el grupo que posea la autoridad de Dios y dé testimonio de Él. Quizás todos vosotros podáis convertiros en miembros de este grupo o quizás solo la mitad o solo unos cuantos; depende de vuestra voluntad y vuestra búsqueda.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 12

El plan de gestión de seis mil años se divide en tres etapas de la obra. Ninguna etapa por sí sola puede representar la obra de las tres eras, sino solo una parte de un todo. El nombre “Jehová” no puede representar la totalidad del carácter de Dios. El hecho de que Él llevara a cabo Su obra en la Era de la Ley no demuestra que Dios solo pueda ser Dios bajo la ley. Jehová estableció leyes para el hombre, le entregó mandamientos, y le pidió a este que edificase el templo y los altares; la obra que Él hizo solo representa la Era de la Ley. La obra que realizó no demuestra que Dios es solo un Dios que pide al hombre guardar la ley, o que Él es el Dios en el templo, o el Dios delante del altar. Decir esto sería falso. La obra realizada bajo la ley solo puede representar una era. Por tanto, si Dios solo llevó a cabo la obra en la Era de la Ley, el hombre limitaría a Dios dentro de la siguiente definición y diría: “Dios es el Dios en el templo, y, para servirle, debemos ponernos túnicas sacerdotales y entrar en el templo”. Si la obra de la Era de la Gracia nunca se hubiera llevado a cabo y la Era de la Ley hubiera continuado hasta el presente, el hombre no sabría que Dios también es misericordioso y amoroso. Si la obra en la Era de la Ley no se hubiera realizado y en vez de ello solo se hubiera llevado a cabo la obra en la Era de la Gracia, entonces todo lo que el hombre sabría es que Dios solo puede redimir al hombre y perdonar sus pecados. El hombre solo sabría que Él es santo e inocente, y que puede sacrificarse y ser crucificado en aras del hombre. El hombre solo sabría esto, pero no tendría entendimiento de nada más. Por tanto, cada era representa una parte del carácter de Dios. En cuanto a qué aspectos del carácter de Dios están representados en la Era de la Ley, cuáles en la Era de la Gracia y cuáles en la etapa actual, solo cuando las tres etapas se han integrado en un todo pueden revelar la totalidad del carácter de Dios. Solo cuando el hombre ha llegado a conocer las tres etapas puede comprenderlo plenamente. Ninguna de las tres etapas puede omitirse. Solo verás el carácter de Dios en su totalidad después de que llegues a conocer estas tres etapas de la obra. El hecho de que Dios haya completado Su obra en la Era de la Ley no demuestra que Él es solamente el Dios bajo la ley, y el hecho de que Él haya completado Su obra de redención no significa que Dios redimirá para siempre a la humanidad. Todas estas son conclusiones que el hombre saca. Una vez que la Era de la Gracia ha llegado a su fin, no puedes decir entonces que Dios solo pertenece a la cruz y que la cruz por sí sola representa la salvación de Dios. Hacerlo sería definir a Dios. En la etapa actual, Él está llevando a cabo, principalmente, la obra de la palabra, pero no puedes decir que Dios nunca ha sido misericordioso con el hombre y que todo lo que ha traído es castigo y juicio. La obra en los últimos días pone al descubierto la obra de Jehová y la de Jesús, así como todos los misterios no entendidos por el hombre, con el fin de revelar el destino y el final de la humanidad, y concluye toda la obra de salvación en medio de la humanidad. Esta etapa de la obra en los últimos días pone fin a todo. Todos los misterios no comprendidos por el hombre necesitan descifrarse para permitirle al hombre llegar a lo más profundo de los mismos y tener un entendimiento claro en su corazón. Solo entonces puede la raza humana ser clasificada según su especie. Hasta que el plan de gestión de seis mil años se haya completado, llegará el hombre a entender el carácter de Dios en su totalidad, porque Su gestión habrá llegado entonces a su fin.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 13

Toda la obra llevada a cabo a lo largo del plan de gestión de seis mil años ha llegado a su fin apenas ahora. Solo después de que toda esta obra le haya sido revelada al hombre y se haya llevado a cabo en medio de la humanidad, esta conocerá la totalidad del carácter de Dios y lo que Él tiene y es. Cuando la obra de esta etapa se haya completado plenamente, todos los misterios no entendidos por el hombre se habrán revelado, todas las verdades no entendidas anteriormente habrán quedado claras, y se le habrá comunicado a la raza humana su senda y su destino futuros. Esta es la totalidad de la obra que debe realizarse en la etapa actual. Aunque la senda que el hombre recorre hoy es también la senda de la cruz y del sufrimiento, lo que el hombre hoy practica, y lo que come, bebe y disfruta, es muy distinto a lo que le correspondió al hombre bajo la ley y en la Era de la Gracia. Lo que se le pide al hombre hoy es diferente de lo que se le pidió en el pasado y más diferente aún de lo que se le requería en la Era de la Ley. Ahora bien, ¿qué se le pedía al hombre bajo la ley cuando Dios llevaba a cabo Su obra en Israel? Tan solo que guardara el Sabbat y las leyes de Jehová. Nadie debía trabajar en el Sabbat ni transgredir las leyes de Jehová. Pero ahora no es así. En el Sabbat, el hombre trabaja, se reúne y ora como de costumbre, y no se le imponen restricciones. Quienes vivían en la Era de la Gracia debían ser bautizados y, además, se les pedía que ayunaran, partieran el pan, bebieran vino, se cubrieran la cabeza y lavaran los pies de otros. Ahora, estas reglas se han abolido, pero se le han impuesto al hombre unas exigencias más elevadas, porque la obra de Dios cada vez es más profunda y la entrada del hombre llega incluso más alto. En el pasado, Jesús imponía Sus manos sobre la persona y oraba, pero ahora que se ha dicho todo, ¿de qué sirve la imposición de manos? Las palabras pueden lograr resultados por sí solas. Cuando, en el pasado, Él imponía las manos sobre las personas, lo hacía para bendecirlas y también para curarlas de sus enfermedades. Así es como obraba el Espíritu Santo en aquel entonces, pero ahora no es así. Actualmente, el Espíritu Santo utiliza palabras para obrar y obtener resultados. Sus palabras os han quedado claras y deberíais ponerlas en práctica, tal y como se os ha dicho que hagáis. Sus palabras son Su voluntad; son la obra que Él desea llevar a cabo. Por medio de Sus palabras, entenderás Su voluntad y lo que Él te pide que logres, y simplemente puedes poner Sus palabras en práctica de manera directa, sin necesidad de la imposición de manos. Algunos pueden decir: “¡Impón Tus manos sobre mí! Impón Tus manos sobre mí de forma que pueda recibir Tu bendición y participar de Ti”. Todas estas son prácticas caducas del pasado que ahora están obsoletas, porque la era ha cambiado. El Espíritu Santo obra de acuerdo con la era, no al azar ni según normas establecidas. La era ha cambiado, y una nueva era necesariamente trae con ella obra nueva. Esto es así en cada etapa de la obra, y, así, Su obra nunca se repite. En la Era de la Gracia, Jesús llevó a cabo mucho de ese tipo de obra, como curar enfermedades, expulsar demonios, imponer Sus manos sobre el hombre para orar por él y bendecirlo. Sin embargo, hacerlo nuevamente no respondería a ningún propósito en el presente. El Espíritu Santo obraba de esa forma en ese momento, porque era la Era de la Gracia, y hubo suficiente gracia para que el hombre disfrutara de ella. Este no tenía que pagar ningún precio y recibiría la gracia mientras tuviera fe. Todos recibían un trato muy misericordioso. Ahora, la era ha cambiado, y la obra de Dios ha progresado más; a través de Su castigo y Su juicio, la rebeldía del hombre y las cosas inmundas en su interior se echarán fuera. Como era la etapa de la redención, Dios tenía que obrar de esa manera, mostrando al hombre suficiente gracia que disfrutar, de forma que el hombre pudiera ser redimido del pecado y, por medio de la gracia, sus pecados le fueran perdonados. La etapa actual tiene como objetivo exponer la injusticia dentro del hombre por medio del castigo, el juicio, el golpe de las palabras, la disciplina y la revelación de las mismas, de modo que la humanidad pueda ser salva después. Esta obra es más profunda que la redención. La gracia que había en la Era de la Gracia, era suficiente para el disfrute del hombre; ahora que ya la ha experimentado, ya no habrá de disfrutar más de ella. Esa obra ha quedado obsoleta y ya no se hará más. Ahora, el hombre será salvo por medio del juicio de la palabra. Después de que el hombre es juzgado, castigado y refinado, su carácter, por ende, cambia. ¿No se debe esto a las palabras que he hablado? Cada etapa de la obra se lleva a cabo de acuerdo con el progreso de toda la raza humana y de acuerdo con la era. La obra es sumamente importante; se lleva a cabo en aras de la salvación final, para que la humanidad pueda tener un buen destino en el futuro, y para que sea clasificada según su tipo al final.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 14

Cada etapa de la obra del Espíritu Santo exige también el testimonio del hombre. Cada etapa de la obra es una batalla entre Dios y Satanás y el blanco de la batalla es Satanás, mientras que el que será perfeccionado por esta obra es el hombre. Que la obra de Dios pueda dar fruto o no depende de la manera en que el hombre dé testimonio de Dios. A los que lo siguen, Dios les requiere este testimonio; es el testimonio que se da delante de Satanás y también la prueba de los efectos de Su obra. Toda la gestión de Dios se divide en tres etapas, y en cada etapa al hombre se le hacen exigencias adecuadas. Además, a medida que las épocas pasan y avanzan, las exigencias que Dios le hace a toda la humanidad cada vez son más altas. Así, paso a paso, esta obra de la gestión de Dios alcanza su clímax, hasta que el hombre contempla el hecho de la “aparición de la Palabra en la carne”, y de esta manera las exigencias para el hombre son cada vez más elevadas, al igual que las exigencias para que el hombre dé testimonio. Cuanto más capaz sea el hombre de cooperar realmente con Dios, más gloria obtiene Dios. La cooperación del hombre es el testimonio que se le exige dar y el testimonio que él da es la práctica del hombre. Por tanto, que la obra de Dios tenga el efecto debido o no, y que pueda haber un verdadero testimonio o no está ligado de un modo inextricable a la cooperación y el testimonio del hombre. Cuando la obra se termine, es decir, cuando toda la gestión de Dios haya llegado a su fin, al hombre se le exigirá dar un testimonio más elevado, y cuando la obra de Dios llegue a su fin, la práctica y la entrada del hombre alcanzarán su cenit. En el pasado, al hombre se le exigía cumplir con la ley y los mandamientos y se le exigía ser paciente y humilde. Ahora, al hombre se le exige obedecer todos los arreglos de Dios y tener un amor supremo por Dios y, al final se le exige seguir amando a Dios en medio de la tribulación. Estas tres etapas son las exigencias que Dios le hace al hombre, paso a paso, a lo largo de toda Su gestión. Cada etapa de la obra de Dios profundiza más que la última y, en cada etapa, las exigencias para el hombre son más profundas que en la anterior; de esta manera, toda la gestión de Dios poco a poco toma forma. Precisamente porque las exigencias para el hombre son cada vez más elevadas, el carácter del hombre cada vez se acerca más a los estándares que Dios exige y, solo entonces, toda la humanidad empieza gradualmente apartarse de la influencia de Satanás hasta que, cuando la obra de Dios llegue a un final completo, toda la humanidad habrá sido salvada de la influencia de Satanás. Cuando ese momento llegue, la obra de Dios habrá alcanzado su fin y la cooperación del hombre con Dios con el fin de lograr los cambios en su carácter no será más, toda la humanidad vivirá en la luz de Dios y, a partir de entonces no habrá rebelión u oposición a Dios. Dios tampoco le hará exigencias al hombre y habrá una cooperación más armoniosa entre el hombre y Dios, una que será la vida del hombre y Dios juntos, la vida que viene después de que la gestión de Dios haya concluido por completo y después de que Dios haya salvado por completo al hombre de las garras de Satanás. Los que no pueden seguir de cerca los pasos de Dios no son capaces de alcanzar esa vida. Habrán descendido a la oscuridad, donde llorarán y crujirán los dientes; son personas que creen en Dios pero que no lo siguen; creen en Dios pero no obedecen toda Su obra.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la práctica del hombre

Palabras diarias de Dios  Fragmento 15

A lo largo de toda la obra de gestión, la obra más importante es salvar al hombre de la influencia de Satanás. La obra clave es la conquista completa del hombre corrupto, restaurando así la reverencia original a Dios en el corazón del hombre conquistado y permitiéndole lograr una vida normal, es decir, la vida normal de una criatura de Dios. Esta obra es crucial y es el núcleo de la obra de gestión. En las tres etapas de la obra de salvación, la primera etapa de la obra de la Era de la Ley estaba lejos del corazón de la obra de gestión; solo tenía la ligera apariencia de la obra de salvación y no era el inicio de la obra de Dios de salvar al hombre del campo de acción de Satanás. La primera etapa de la obra la hizo directamente el Espíritu porque, bajo la ley, el hombre solo sabía acatarla y no tenía más verdad, y porque la obra en la Era de la Ley apenas involucraba cambios en el carácter del hombre, y mucho menos tenía que ver con la obra de cómo salvarlo del campo de acción de Satanás. Así, el Espíritu de Dios completó esta etapa supremamente simple de la obra que no tenía que ver con el carácter corrupto del hombre. Esa etapa de la obra tuvo poca relación con el núcleo de la gestión y no tuvo gran correlación con la obra oficial de la salvación del hombre y, por lo tanto, no requería que Dios se hiciera carne para hacer personalmente Su obra. La obra que el Espíritu hace está implícita y es insondable, y para el hombre es profundamente aterradora e inaccesible; el Espíritu no es el adecuado para hacer directamente la obra de salvación ni para proporcionar directamente vida al hombre. Lo más adecuado para el hombre es transformar la obra del Espíritu en un enfoque que esté cerca del hombre, es decir, lo que es más adecuado para el hombre es que Dios se vuelva una persona normal y corriente para hacer Su obra. Esto requiere que Dios se encarne para reemplazar al Espíritu en Su obra, y para el hombre no hay mejor forma de obrar para Dios. De entre estas tres etapas de la obra, dos las lleva a cabo la carne y son las fases claves de la obra de gestión. Las dos encarnaciones son mutuamente complementarias y se complementan perfectamente entre sí. La primera etapa de la encarnación de Dios puso el fundamento para la segunda etapa y se puede decir que las dos encarnaciones de Dios forman un todo y no son incompatibles entre sí. Estas dos etapas de la obra de Dios las lleva a cabo Dios en Su identidad encarnada porque son muy importantes para toda la obra de gestión. Casi se podría decir que, sin la obra de las dos encarnaciones de Dios, toda la obra de gestión se detendría por completo y la obra de salvar a la humanidad no sería nada más que palabras vacías. Que esta obra sea o no importante se basa en la necesidad de la humanidad, en la realidad de la depravación de esta, y en la seriedad de la desobediencia de Satanás y la perturbación que causa en la obra. El adecuado que está a la altura de esta tarea se basa en la naturaleza de la obra realizada por el obrador y en la importancia de la obra. Cuando se trata de la importancia de esta obra, en términos de qué método adoptar para obrar —la obra hecha directamente por el Espíritu de Dios o la realizada por Dios encarnado o por el hombre— la primera que se debe eliminar es la obra hecha a través del hombre y, basándose en la naturaleza de la obra y la naturaleza de la obra del Espíritu en oposición a la de la carne, en última instancia se decide que la obra hecha por la carne es más beneficiosa para el hombre que la realizada directamente por el Espíritu, y ofrece más ventajas. Este es el pensamiento que Dios tuvo cuando decidió si la obra la debía hacer el Espíritu o la carne. Hay una relevancia y una base para cada etapa de la obra. No son imaginaciones sin fundamento ni tampoco se llevan a cabo de un modo arbitrario; hay cierta sabiduría en ellas. Esta es la verdad detrás de toda la obra de Dios. En particular, hay más del plan de Dios en esa obra grandiosa como Dios encarnado obrando personalmente entre los hombres. Por lo tanto, la sabiduría de Dios y la totalidad de Su ser se reflejan en cada una de sus acciones, pensamientos e ideas en Su obra; este es el ser de Dios que es más concreto y sistemático. Es difícil que el hombre imagine estos pensamientos e ideas sutiles, es difícil que el hombre los crea y, además, que los conozca. La obra hecha por el hombre está de acuerdo a los principios generales que, para el hombre, es altamente satisfactoria. Pero comparada con la obra de Dios, hay simplemente una disparidad excesiva; aunque los hechos de Dios son grandiosos y la obra de Dios es de una magnífica escala, detrás de ellos hay muchos planes y arreglos minuciosos y precisos que son inconcebibles para el hombre. Cada etapa de Su obra no solo se realiza conforme a principios, sino que también contiene numerosas cosas que el lenguaje humano no puede articular plenamente, y estas son las que al hombre le son invisibles. Independientemente de si es la obra del Espíritu o la obra de Dios encarnado, cada una contiene los planes de Su obra. Él no obra infundadamente y no hace una obra insignificante. Cuando el Espíritu obra directamente, lo hace con Sus metas, y cuando se hace hombre (es decir, cuando transforma Su caparazón externo) para obrar, es aún más con Su propósito. ¿Por qué otro motivo cambiaría Su identidad a la ligera? ¿Por qué se convertiría sin reparos en una persona considerada insignificante y que es perseguida?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios encarnado

Palabras diarias de Dios  Fragmento 16

La obra de hoy ha impulsado la obra de la Era de la Gracia; es decir, la obra bajo la totalidad del plan de gestión de seis mil años ha avanzado. Aunque la Era de la Gracia ha terminado, la obra de Dios ha progresado. ¿Por qué digo una y otra vez que esta etapa de la obra se basa en la Era de la Gracia y la Era de la Ley? Porque la obra de hoy es una continuación de la obra realizada en la Era de la Gracia y ha sido un avance sobre la obra realizada en la Era de la Ley. Las tres etapas están estrechamente interconectadas y cada eslabón en la cadena está íntimamente vinculado con el siguiente. ¿Por qué digo también que esta etapa de la obra se basa en la obra realizada por Jesús? Suponiendo que esta etapa no se construyera tomando como base la obra realizada por Jesús, habría tenido que ocurrir otra crucifixión en esta etapa, y la obra redentora de la etapa anterior tendría que volver a hacerse. Esto no tendría sentido. Por tanto, no es que la obra esté completamente finalizada, sino que la era ha avanzado y el nivel de la obra se ha elevado más que antes. Puede decirse que esta etapa de la obra se construye sobre la base de la Era de la Ley y sobre la roca de la obra de Jesús. La obra de Dios se construye etapa por etapa, y esta etapa no es un nuevo comienzo. Solo la combinación de las tres etapas de la obra puede considerarse el plan de gestión de seis mil años. La obra de esta etapa se lleva a cabo sobre la base de la obra de la Era de la Gracia. Si estas dos etapas de la obra no tuvieran relación, ¿por qué, entonces, la crucifixión no se repite en esta etapa? ¿Por qué no cargo Yo con los pecados del hombre, sino que vengo a juzgar y a castigar al hombre directamente? Si Mi obra de juzgar y castigar al hombre no hubiese venido después de la crucifixión, con Mi venida ahora que no es por medio de la concepción del Espíritu Santo, entonces Yo no estaría calificado para juzgar y castigar al hombre. Es, precisamente, porque Yo soy uno con Jesús que vengo directamente a castigar y juzgar al hombre. La obra en esta etapa se construye, en su totalidad, sobre la obra de la etapa anterior. Esta es la razón por la que sólo la obra de este tipo puede llevar al hombre, paso a paso, a la salvación. Jesús y Yo venimos de un solo Espíritu. Aunque nuestra carne no tiene relación, nuestro Espíritu es uno; aunque el contenido de lo que hacemos y la obra que asumimos no son los mismos, somos iguales en esencia; nuestra carne adopta distintas formas, pero esto se debe al cambio en la era y a los diferentes requisitos de nuestra obra; nuestros ministerios no son iguales, por lo que la obra que traemos y el carácter que revelamos al hombre también son diferentes. Por eso, lo que el hombre ve y entiende hoy es diferente a lo del pasado, lo cual se debe al cambio en la era. A pesar de que son diferentes en cuanto al género y la forma de Su carne y de que no nacieron de la misma familia, y, mucho menos, en la misma época, Su Espíritu es uno. A pesar de que Su carne no comparte ni sangre ni parentesco físico de ningún tipo, no puede negarse que Ellos son la carne encarnada de Dios en dos períodos diferentes. Es una verdad irrefutable que ellos son la carne encarnada de Dios. Sin embargo, no son del mismo linaje ni comparten un idioma humano común (uno fue un varón que hablaba el idioma de los judíos y el otro es una mujer que sólo habla chino). Es por estas razones que Ellos han vivido en diferentes países para llevar a cabo la obra que le corresponde hacer a cada uno y en distintos períodos también. A pesar del hecho de que son el mismo Espíritu y poseen la misma esencia, no existe absolutamente ninguna similitud entre el caparazón externo de Su carne. Lo único que comparten es la misma humanidad, pero en lo que se refiere a la apariencia externa de Su carne y a las circunstancias de Su nacimiento, no se parecen. Estas cosas no tienen ningún impacto sobre Su respectiva obra o sobre el conocimiento que el hombre tiene de Ellos, porque, a fin de cuentas, son el mismo Espíritu y nadie puede separarlos. Aunque no tienen relación de sangre, la totalidad de Su ser está a cargo de Su Espíritu, el cual les asigna una obra diferente en distintos períodos, y Su carne es de diferentes linajes. El Espíritu de Jehová no es el padre del Espíritu de Jesús, y el Espíritu de Jesús no es el hijo del Espíritu de Jehová: ambos son el mismo Espíritu. De igual manera, el Dios encarnado de hoy y Jesús no tienen relación de sangre, pero son uno; esto se debe a que Su Espíritu es uno. Dios puede llevar a cabo la obra de misericordia y bondad, así como la del juicio justo y el castigo del hombre y la de lanzar maldiciones sobre el hombre. Al final, Él puede realizar la obra de destruir el mundo y castigar a los malvados. ¿Acaso no hace todo esto Él mismo? ¿No es esto la omnipotencia de Dios? Él fue capaz tanto de promulgar las leyes para el hombre como de expedirle los mandamientos, y también fue capaz de guiar a los primeros israelitas para vivir en la tierra y para edificar el templo y los altares, poniendo a todos los israelitas bajo su dominio. Debido a Su autoridad, vivió en la tierra con el pueblo de Israel durante dos mil años. Los israelitas no se atrevían a rebelarse contra Él; todos veneraban a Jehová y cumplían Sus mandamientos. Esa fue la obra que se llevó a cabo en virtud de Su autoridad y Su omnipotencia. Luego, durante la Era de la Gracia, Jesús vino a redimir a toda la humanidad caída (no solo a los israelitas). Él mostró compasión y bondad hacia el hombre. El Jesús que el hombre vio en la Era de la Gracia estaba lleno de bondad y siempre fue amoroso con el hombre, pues Él había venido a salvar a la humanidad del pecado. Pudo perdonar al hombre sus pecados hasta que Su crucifixión redimió por completo a la humanidad del pecado. Durante este periodo, Dios apareció delante del hombre con misericordia y bondad; es decir, Él se convirtió en una ofrenda por el pecado para el hombre y fue crucificado por los pecados de este para que pudiera ser perdonado para siempre. Él era misericordioso, compasivo, paciente y amoroso, y todos los que seguían a Jesús en la Era de la Gracia también buscaban ser pacientes y amorosos en todas las cosas. Eran sufridos y nunca tomaban represalias, ni siquiera cuando los golpeaban, los maldecían o los apedreaban. Sin embargo, durante la etapa final, ya no podía ser así. La obra de Jesús y la de Jehová no eran totalmente iguales, aunque Su Espíritu fuera uno. La obra de Jehová no puso fin a la era, sino que la guio, y marcó el inicio de la vida de la humanidad en la tierra, y la obra de hoy consiste en conquistar a quienes viven en las naciones gentiles que han sido profundamente corrompidos, y guiar no solo al pueblo escogido de Dios en China, sino a todo el universo y a toda la humanidad. Puede parecerte que esta obra se está llevando a cabo solo en China, pero, de hecho, ya ha comenzado a difundirse en el extranjero. ¿Por qué razón la gente fuera de China busca el verdadero camino una y otra vez? Eso se debe a que el Espíritu ya ha empezado a trabajar, y las palabras pronunciadas hoy se dirigen a las personas en todo el universo. Con esto, la mitad de la obra ya está en marcha. Desde la creación del mundo hasta el presente, el Espíritu de Dios ha puesto en marcha esta gran obra y, además, ha realizado obras diferentes en distintas eras y entre naciones diferentes. Las personas de cada era ven un carácter diferente de Él, el cual se revela de forma natural por medio de la obra diferente que Él realiza. Él es Dios, lleno de misericordia y bondad; Él es la ofrenda por el pecado para el hombre y su pastor, pero Él también es el juicio, el castigo y la maldición del hombre. Él pudo guiar al hombre para que viviese sobre la tierra durante dos mil años y también pudo redimir del pecado a la humanidad corrupta. Hoy, también es capaz de conquistar a la humanidad, que no lo conoce, y someterla bajo Su dominio, de forma que todos se sometan totalmente a Él. Al final, Él quemará todo lo impuro e injusto dentro de las personas en todo el universo para mostrarles que Él no sólo es un Dios misericordioso y amoroso, un Dios de sabiduría y maravillas, un Dios santo, sino, además, un Dios que juzga al hombre. Para los malvados entre la humanidad, Él es fuego, juicio y castigo; para aquellos que deben ser perfeccionados, Él es tribulación, refinamiento y pruebas, así como consuelo, sustento, provisión de palabras, trato y poda. Y para los que son descartados, Él es castigo y retribución.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación

Palabras diarias de Dios  Fragmento 17

Después de haber llevado a cabo Sus seis mil años de obra hasta el día de hoy, Dios ya ha revelado muchos de Sus actos, el motivo principal de esto ha sido derrotar a Satanás y salvar a toda la humanidad. Él está aprovechando esta oportunidad para permitir que todo en el cielo, todo sobre la tierra, todo en los mares y hasta la última criatura de la creación de Dios en la tierra vea Su omnipotencia y sea testigo de Sus actos. Él está aprovechando la oportunidad que le brinda derrotar a Satanás para revelar todas Sus acciones a los seres humanos, y para permitirles alabarlo y exaltar Su sabiduría al derrotar a Satanás. Todo en la tierra, en el cielo y en los mares lo glorifica, alaba Su omnipotencia, elogia cada una de Sus acciones y grita Su santo nombre. Esta es una prueba de que ha derrotado a Satanás; es prueba de Su victoria sobre Satanás. Más importante aún, es la prueba de Su salvación de la humanidad. Toda la creación de Dios lo glorifica, lo alaba por derrotar a Su enemigo y regresar victorioso y lo exalta como el gran Rey victorioso. Su propósito no es simplemente derrotar a Satanás, razón por la cual Su obra ha continuado durante seis mil años. Él usa la derrota de Satanás para salvar a la humanidad; Él usa la derrota de Satanás para revelar todos Sus actos y toda Su gloria. Él obtendrá gloria, y toda la multitud de ángeles verá toda Su gloria. Los mensajeros en el cielo, los humanos sobre la tierra y todos los objetos de la creación sobre la tierra verán la gloria del Creador. Esta es la obra que Él realiza. Toda Su creación en el cielo y en la tierra dará testimonio de Su gloria, Él regresará triunfante después de derrotar a Satanás por completo y permitirá que la humanidad lo alabe, y así conseguirá una doble victoria en Su obra. Al final, toda la humanidad será conquistada por Él, y Él acabará con cualquier persona que se resista o se rebele; en otras palabras, Él eliminará a todos los que pertenecen a Satanás.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Deberías saber cómo la humanidad completa se ha desarrollado hasta el día de hoy

Palabras diarias de Dios  Fragmento 18

La obra que llevó a cabo Jehová en los israelitas estableció entre la humanidad el lugar de origen terrenal de Dios, que también era el lugar sagrado donde Él se encontraba presente. Limitó Su obra al pueblo de Israel. Al principio, no obró fuera de Israel, sino que escogió al pueblo que Él consideró apropiado para limitar el alcance de Su obra. Israel es el lugar donde Dios creó a Adán y Eva, y del polvo de aquel lugar Jehová hizo al hombre; este lugar se convirtió en la base de Su obra en la tierra. Los israelitas, descendientes de Noé y también de Adán, fueron el fundamento humano de la obra de Jehová en la tierra.

La importancia, el propósito y los pasos de la obra de Jehová en Israel en esta época fueron iniciar Su obra en la tierra entera; dicha obra tomó a Israel como su centro y paulatinamente se fue extendiendo entre las naciones gentiles. Este es el principio según el cual Él obra en todo el universo: establecer un modelo, y, posteriormente, ampliarlo hasta que toda la gente en el universo haya recibido Su evangelio. Los primeros israelitas fueron los descendientes de Noé. A estas personas se les dotó solamente con el aliento de Jehová y entendían lo suficiente como para ocuparse de las necesidades básicas de la vida, pero no sabían qué clase de Dios era Jehová ni cuál era Su voluntad para el hombre, y, mucho menos, cómo debían venerar al Señor de toda la creación. En cuanto a si había normas y leyes que debían ser obedecidas[a], o si había algún deber que los seres creados debían llevar a cabo para el Creador, los descendientes de Adán no sabían nada de tales cosas. Lo único que sabían era que el marido debía sudar y trabajar para mantener a su familia, y que la esposa debía someterse a su marido y perpetuar la raza humana que Jehová había creado. En otras palabras, este pueblo, que tenía solamente el aliento y la vida de Jehová, no sabía nada de cómo seguir las leyes de Dios o cómo satisfacer al Señor de toda la creación. Entendía muy poco. Así pues, aunque no había nada torcido ni deshonesto en su corazón y pocas veces surgían los celos o los conflictos entre ellos, carecían del conocimiento o el entendimiento de Jehová, Señor de toda la creación. Estos antepasados del hombre solo sabían comer y disfrutar las cosas de Jehová, pero no sabían venerarlo; no sabían que Jehová era Aquel a quien debían adorar arrodillados. ¿Cómo, entonces, podían ser llamados Sus criaturas? De ser esto así, ¿acaso las palabras: “Jehová es el Señor de toda la creación” y “Él creó al hombre para que este lo manifestara, lo glorificara y lo representara” se han pronunciado en vano? ¿Cómo podrían las personas que no veneran a Jehová convertirse en un testimonio de Su gloria? ¿Cómo podrían convertirse en manifestaciones de Su gloria? ¿No se convertirían, entonces, las palabras de Jehová “Yo creé al hombre a Mi imagen” en un arma en las manos de Satanás, el maligno? ¿Acaso no se convertirían estas palabras en una señal de humillación para la creación que hizo Jehová del hombre? Para poder completar esa etapa de la obra, después de crear a los hombres, Jehová no los instruyó ni los guio, desde Adán hasta Noé. Más bien, no fue sino hasta que el diluvio destruyó al mundo que Él comenzó a guiar formalmente a los israelitas, quienes eran los descendientes de Noé, así como de Adán. Su obra y Sus declaraciones en Israel brindaron guía a todo el pueblo de Israel mientras vivía su vida en la tierra de Israel y, de esta manera, Jehová mostró a la humanidad que no solo podía insuflar aliento en el hombre para que recibiera vida de Él y se levantara del polvo para convertirse en un ser humano creado, sino que también podía incinerar a la humanidad, maldecirla y utilizar Su vara para gobernarla. Así, también vieron que Jehová podía guiar la vida del hombre en la tierra, y hablar y obrar entre los seres humanos conforme a las horas del día y la noche. Llevó a cabo esta obra solamente para que Sus criaturas pudieran conocer que el hombre vino del polvo, recogido por Él, y que, además, había sido hecho por Él. No solo eso, sino que primero llevó a cabo Su obra en Israel para que otros pueblos y naciones (que, de hecho, no eran independientes de Israel, sino ramas de los israelitas y que seguían siendo descendientes de Adán y Eva) pudieran recibir el evangelio de Jehová desde Israel, para que todos los seres creados en el universo pudiesen venerar a Jehová y engrandecerlo. Si Jehová no hubiera comenzado Su obra en Israel, sino que, habiendo creado a los hombres, les hubiese permitido llevar una vida despreocupada en la tierra, en ese caso, debido a la naturaleza física del hombre (“naturaleza” significa que el hombre jamás podrá conocer lo que no puede ver; es decir, que no sabría que fue Jehová quien creó a la humanidad y, aún menos, por qué lo hizo), jamás sabría que fue Jehová quien creó a la humanidad y que Él es el Señor de toda la creación. Si Jehová hubiera creado al hombre y lo hubiera colocado en la tierra, y simplemente se hubiera sacudido el polvo de las manos y se hubiese ido, en lugar de quedarse entre los hombres para darles guía durante un tiempo, entonces la humanidad entera hubiese regresado a la nada; incluso el cielo y la tierra y las innumerables cosas que Él creó, así como toda la humanidad, habrían regresado a la nada y, además, habrían sido pisoteados por Satanás. De esta manera, el deseo de Jehová de que “Sobre la tierra —es decir, en medio de Su creación— Él tuviese un lugar donde poner Sus pies, un lugar santo” habría sido destrozado. Así, después de crear a los seres humanos, Él pudo quedarse entre ellos para guiarlos en su vida y hablarles mientras estaba entre ellos, todo esto para realizar Su deseo y cumplir Su plan. La obra que Él llevó a cabo en Israel tenía únicamente como objetivo ejecutar el plan que había establecido antes de crear todas las cosas, de manera que la obra que llevó a cabo primero entre los israelitas y Su obra de creación de todas las cosas no estaban en conflicto, sino que ambas se realizaron por el bien de Su gestión, de Su obra y de Su gloria, y para profundizar el significado de Su creación de la humanidad. Él guio la vida del hombre en la tierra durante dos mil años después de Noé, tiempo durante el cual les enseñó a los hombres a entender cómo venerar a Jehová, el Señor de toda la creación, cómo llevar su vida y cómo seguir viviendo, y, ante todo, cómo actuar como testigos de Jehová, cómo obedecerlo y cómo venerarlo, incluso, alabándolo con música como hicieron David y sus sacerdotes.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra en la Era de la Ley

Nota al pie:

a. El texto original no contiene la frase “ser obedecidas”.


Palabras diarias de Dios  Fragmento 19

Antes de los dos mil años durante los cuales Jehová llevó a cabo Su obra, el hombre no sabía nada, y casi toda la humanidad había caído en la depravación, hasta que, antes de que el diluvio destruyera el mundo, llegó a un grado de promiscuidad y corrupción tal, que Jehová no estaba en absoluto en su corazón y, menos aún, Su camino. Nunca comprendieron la obra que Jehová iba a realizar; carecían de razonamiento, y, aún más, de conocimiento y, como máquinas que respiraban, eran sumamente ignorantes acerca del hombre, de Dios, el mundo, la vida, y demás. Participaron en muchas seducciones en la tierra, como la serpiente, y dijeron muchas cosas ofensivas a Jehová, pero dada su ignorancia, Jehová no los castigó ni los disciplinó. Fue hasta después del diluvio, cuando Noé tenía 601 años, que Jehová se le apareció formalmente a Noé para guiarlo a él y a su familia, y guio a las aves y las bestias que sobrevivieron al diluvio junto a Noé y sus descendientes, hasta el final de la Era de la Ley, que duró 2500 años en total. Él obró en Israel —es decir, obró formalmente— durante un total de 2000 años, y obró dentro y fuera de Israel simultáneamente durante 500 años, para sumar un total de 2500 años. Durante este periodo, enseñó a los israelitas que para servir a Jehová debían construir un templo, llevar túnicas sacerdotales y entrar descalzos al templo al amanecer, no fuera que su calzado mancillara el templo y se enviara fuego sobre ellos desde el pináculo del templo y murieran quemados. Llevaban a cabo sus deberes y se sometían a los planes de Jehová. Oraban a Jehová en el templo y después de recibir Su revelación —es decir, después de que hablaba Jehová— guiaban a las multitudes y les enseñaban que debían mostrar reverencia hacia Jehová, su Dios. Y Jehová les dijo que debían construir un templo y un altar, y que, en el momento señalado por Jehová —es decir, en la Pascua—, debían preparar terneros y corderos recién nacidos y colocarlos sobre el altar como sacrificios para servir a Jehová, a fin de refrenarlos y poner en su corazón la reverencia hacia Él. La medida de su lealtad hacia Jehová se determinaba por su obediencia a esta ley. Jehová también estableció para ellos el día de reposo: el séptimo día de Su creación. Estableció el día después del día de reposo como el primer día, un día para que ellos alabaran a Jehová, le ofrecieran sacrificios y tocaran música para Él. En este día, Jehová convocaba a todos los sacerdotes para dividir los sacrificios sobre el altar para que comiese el pueblo, de manera que disfrutaran de los sacrificios que se encontraban en el altar de Jehová. Y Jehová dijo que ellos eran benditos, que compartieran una porción con Él y que ellos eran Su pueblo escogido (que era el pacto de Jehová con los israelitas). Por esta razón, hasta el día de hoy, el pueblo de Israel sigue diciendo que Jehová es solamente su Dios y no el Dios de los gentiles.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra en la Era de la Ley

Palabras diarias de Dios  Fragmento 20

Durante la Era de la Ley, Jehová estableció muchos mandamientos para que Moisés se los transmitiera a los israelitas que lo seguían fuera de Egipto. Estos mandamientos fueron dados por Jehová a los israelitas y no guardaban ninguna relación con los egipcios; tenían el propósito de refrenar a los israelitas y Él usó los mandamientos para plantearles exigencias. Que guardaran el día de reposo, que respetaran a sus padres, que no adoraran ídolos, etcétera, estos eran los principios por los que se les juzgaba como pecadores o como justos. Entre ellos, hubo algunos que fueron consumidos por el fuego de Jehová, otros que fueron apedreados a muerte, y otros más que recibieron la bendición de Jehová; todo esto se determinó conforme a si obedecían o no estos mandamientos. Quienes no guardasen el día de reposo serían apedreados a muerte. Los sacerdotes que no guardasen el día de reposo serían consumidos por el fuego de Jehová. Quienes no mostrasen respeto a sus padres también serían apedreados a muerte. Todo esto fue encomendado por Jehová. Él estableció Sus mandamientos y Sus leyes para que, mientras era guiado por Él durante su vida, el pueblo escuchara y obedeciera Su palabra, y no se rebelara contra Él. Empleó estas leyes para mantener bajo control a la raza humana recién nacida con el fin de sentar mejores bases para Su obra futura. Así, con base en la obra que llevó a cabo Jehová, la primera era fue llamada la Era de la Ley. Aunque Jehová hizo muchas declaraciones y llevó a cabo mucha obra, Él sólo guio al pueblo de manera positiva, y le enseñó a esta gente ignorante cómo ser humana, cómo vivir y cómo entender el camino de Jehová. En su mayor parte, la obra que Él llevó a cabo tuvo como propósito provocar que el pueblo siguiera Su camino y Sus leyes. Esta obra se llevó a cabo en personas superficialmente corrompidas; no se extendió al punto de transformar su carácter o su progreso en la vida. Su único interés era usar las leyes para restringir y controlar al pueblo. Para los israelitas de aquel tiempo, Jehová era solamente un Dios en el templo, un Dios en los cielos. Era una columna de nube, una columna de fuego. Lo único que les exigía Jehová era obedecer lo que la gente hoy en día conoce como Sus leyes y mandamientos —que incluso se podrían llamar normas— porque lo que Jehová hizo no tenía el propósito de transformar a las personas, sino darles más de lo que debía tener el hombre, e instruirlas con Su propia boca, pues después de haber sido creados, los hombres no tenían nada de lo que debían poseer. Así pues, Jehová le dio al pueblo lo que debía poseer para su vida en la tierra e hizo que este pueblo que Él había guiado sobrepasara a sus antepasados, Adán y Eva, porque lo que Jehová le dio superaba lo que Él les había dado a Adán y Eva en el principio. A pesar de eso, la obra que realizó Jehová en Israel fue solo para guiar a la humanidad y hacer que esta reconociera a su Creador. No la conquistó ni la transformó; simplemente la guio. Este es el resumen de la obra de Jehová en la Era de la Ley. Es el trasfondo, la verdadera historia, la esencia de Su obra en la tierra entera de Israel y el comienzo de Su obra de seis mil años: mantener a la humanidad bajo el control de la mano de Jehová. A partir de esto nació una mayor cantidad de obra en Su plan de gestión de seis mil años.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra en la Era de la Ley

Palabras diarias de Dios  Fragmento 21

Al principio, guiar al hombre durante la Era de la Ley del Antiguo Testamento era como guiar la vida de un niño. La humanidad más antigua nació de Jehová; fueron los israelitas, que no sabían cómo venerar a Dios o vivir en la tierra. Es decir, Jehová creó a la humanidad, esto es, creó a Adán y Eva, pero no les dio las facultades para entender cómo venerar a Jehová o seguir las leyes de Jehová sobre la tierra. Sin la guía directa de Jehová, nadie podría saber esto directamente, porque en el principio el hombre no poseía tales facultades. El hombre sólo sabía que Jehová era Dios, y no tenía idea de cómo venerarlo, qué conducta se podría considerar venerarlo, con qué mentalidad hacerlo y qué ofrecer en Su reverencia. El hombre sólo sabía cómo disfrutar de lo que podía disfrutarse entre todas las cosas creadas por Jehová, pero no tenía ni idea de qué tipo de vida sobre la tierra encajaba con la de una criatura de Dios. Sin nadie que los instruyera, sin alguien que los guiara personalmente, esa humanidad nunca podría llevar una vida apropiada, y sólo podría ser capturada furtivamente por Satanás. Jehová creó a la humanidad, es decir, creó a los ancestros de la misma: Eva y Adán. Pero no les concedió ningún intelecto ni sabiduría adicionales. Aunque ya estaban viviendo en la tierra, no entendían casi nada. Así pues, la obra de Jehová de crear a la humanidad sólo estaba a medias. No estaba en absoluto completa. Él sólo había formado un modelo de hombre a partir del barro y le había dado Su aliento, pero no le había concedido suficiente determinación para venerarlo. Al principio, el hombre no tenía mentalidad de venerarlo o temerlo. El hombre sólo sabía cómo escuchar Sus palabras, pero ignoraba el conocimiento básico para la vida sobre la tierra y las reglas normales para la vida humana. Y así, aunque Jehová creó al hombre y a la mujer y terminó el proyecto de los siete días, de ninguna manera completó la creación del hombre, porque el hombre era sólo una cáscara y le faltaba la realidad de ser un humano. El hombre sólo sabía que fue Jehová quien había creado a la humanidad, pero no tenía idea de cómo guardar Sus palabras y Sus leyes. Por ello, después de la creación de la humanidad, la obra de Jehová estaba lejos de terminarse. Él aún no había guiado por completo a la humanidad para que viniera ante Él, con el fin de que pudiesen vivir juntos en la tierra y reverenciarlo, y por consiguiente la humanidad pudiera, con Su guía, entrar en la vía correcta de una vida humana normal en la tierra. Sólo de esta forma se completó del todo la obra que se había llevado a cabo principalmente bajo el nombre de Jehová; esto es, sólo de esta forma concluyó la obra de Jehová de crear el mundo. Y así, como creó a la humanidad, tuvo que guiar su vida en la tierra durante varios miles de años, de forma que esta fuera capaz de guardar Sus decretos y leyes, así como de participar en todas las actividades de una vida humana apropiada sobre la tierra. Sólo entonces se completó del todo la obra de Jehová.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (3)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 22

La obra de Jesús fue de acuerdo con las necesidades del hombre en esa era. Su tarea fue redimir a la humanidad, perdonar sus pecados y así, Su carácter fue completamente de humildad, paciencia, amor, piedad, indulgencia, misericordia y bondad. Él brindó a la humanidad abundante gracia y bendiciones, y todas las cosas que las personas podían disfrutar, Él se las dio para su goce: paz y felicidad, Su indulgencia y Su amor, Su misericordia y Su bondad. En esos días, la abundancia de cosas para gozar que la gente tenía ante sí —la sensación de paz y de seguridad en su corazón, la sensación de consuelo en su espíritu y su confianza en el Salvador Jesús— era consecuencia de la era en la que vivía. En la Era de la Gracia, el hombre ya había sido corrompido por Satanás; por eso, llevar a cabo la obra de redimir a toda la humanidad requería una abundancia de gracia, una indulgencia y una paciencia infinitas y, aún más que eso, una ofrenda suficiente para expiar los pecados de la humanidad para lograr tener un efecto. Lo que la humanidad vio en la Era de la Gracia fue únicamente Mi ofrenda de expiación de los pecados de la humanidad: Jesús. Todo lo que sabían era que Dios podía ser misericordioso y tolerante, y todo lo que vieron fue la misericordia y la bondad de Jesús. Esto fue exclusivamente porque nacieron en la Era de la Gracia. Y así, antes de que la humanidad pudiera ser redimida, tenía que disfrutar los muchos tipos de gracia que Jesús les concedió para beneficiarse de ellos. Así, sus pecados podrían ser perdonados a través del gozo de la gracia y también podía tener la oportunidad de ser redimida al gozar de la indulgencia y la paciencia de Jesús. Sólo por medio de la indulgencia y la paciencia de Jesús, la humanidad se ganó el derecho a recibir el perdón y a gozar la abundancia de la gracia conferida por Jesús. Como Él dijo: “Yo no he venido a redimir a los justos, sino a los pecadores para permitir que sus pecados sean perdonados”. Si cuando Jesús se encarnó hubiera traído el carácter de juicio, maldición e intolerancia hacia las ofensas del hombre, este jamás habría tenido la oportunidad de ser redimido y habría seguido siendo pecador por siempre. De haber sido así, el plan de gestión de seis mil años se habría detenido en la Era de la Ley y esta se habría prolongado por seis mil años. Los pecados del hombre sólo habrían sido más numerosos y más graves, y la creación de la humanidad habría sido en vano. Los hombres sólo habrían podido servir a Jehová bajo la ley, pero sus pecados habrían superado a los de los primeros humanos creados. Cuanto más amó Jesús a la humanidad, perdonándole sus pecados y brindándole suficiente misericordia y bondad, la humanidad más se ganó el derecho a que Él la salvara, a ser llamada los corderos perdidos que Jesús volvió a comprar a un alto precio. Satanás no podía entrometerse en esta obra porque Jesús trataba a Sus seguidores como una madre amorosa trata al niño que tiene en su seno. No se enojó con ellos ni los aborreció, sino que estaba lleno de consuelo. Él jamás se llenó de ira cuando estaba entre ellos, sino que toleró sus pecados y pasó por alto su insensatez y su ignorancia, al punto de decir: “Perdonad a otros setenta veces siete”. Así, Su corazón transformó el corazón de otros y sólo de esta forma las personas recibieron el perdón de sus pecados a través de Su indulgencia.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La verdadera historia de la obra de la Era de la Redención

Palabras diarias de Dios  Fragmento 23

Aunque Jesús, en Su encarnación, no tenía emociones, Él siempre consoló a Sus discípulos, los proveyó, los ayudó y los sostuvo. A pesar del mucho trabajo que realizó o el mucho sufrimiento que soportó, jamás exigió demasiado a las personas, sino que siempre fue paciente e indulgente con sus pecados, tanto así, que en la Era de la Gracia las personas lo llamaban afectuosamente “el adorable Salvador Jesús”. Para las personas de esa época —para todas— lo que Jesús tenía y era, era misericordia y bondad. Él nunca recordaba las transgresiones de las personas y Su trato con ellas no se basaba en sus transgresiones. Como se trataba de una era diferente, a menudo Él brindaba abundante alimento a las personas para que pudieran comer hasta saciarse. Trataba a todos Sus seguidores con gracia, sanaba a los enfermos, expulsaba a los demonios, resucitaba a los muertos. Para que las personas pudieran creer en Él y vieran que todo lo que hacía era con sinceridad y fervor, llegó incluso a resucitar a un cadáver en descomposición, mostrándoles que en Sus manos incluso los muertos podían regresar a la vida. De esta forma, soportó en silencio y llevó a cabo Su obra de redención entre ellos. Incluso antes de ser clavado en la cruz, Jesús ya había asumido los pecados de la humanidad y se había convertido en una ofrenda por el pecado de los hombres. Incluso antes de ser crucificado, Él ya había allanado el camino hacia la cruz para redimir a la humanidad. Al final, fue clavado en la cruz, sacrificándose por ella, y le concedió toda Su misericordia, Su bondad y Su santidad a la humanidad. Siempre fue tolerante con la humanidad, jamás fue vengativo y le perdonó sus pecados, exhortándola a arrepentirse y enseñándola a tener paciencia, indulgencia y amor, a seguir Sus pasos y a sacrificarse por la cruz. Su amor por los hermanos y las hermanas superaba Su amor por María. La obra que Él llevó a cabo tomó como principio sanar a los enfermos y expulsar a los demonios, todo en aras de Su redención. Sin importar a dónde fuera, trataba con gracia a todos los que lo seguían. Hizo rico al pobre, hizo caminar al lisiado, hizo ver al ciego e hizo oír al sordo. Incluso invitó a los más humildes, a los menesterosos, a los pecadores, a que se sentaran a Su mesa con Él; jamás los evitó, sino que siempre era paciente, llegando incluso a decir: “Cuando un pastor pierde a una de sus cien ovejas, dejará a las otras noventa y nueve para buscar a la oveja perdida, y cuando la encuentra, se regocija enormemente”. Él amaba a Sus seguidores como una oveja hembra ama a sus corderos. Aunque eran necios e ignorantes y pecadores a Sus ojos y, además, eran los miembros más humildes de la sociedad, Él consideraba a estos pecadores —hombres que otros despreciaban— como la luz de Sus ojos. Como los favorecía, dio Su vida por ellos, como un cordero era ofrecido en el altar. Anduvo entre ellos como si Él fuera su siervo, permitiéndoles que lo usaran y lo sacrificaran, sometiéndose a ellos incondicionalmente. Para Sus seguidores, Él era el adorable Salvador Jesús, pero a los fariseos, que sermoneaban a las personas desde un pedestal alto, no les mostró misericordia ni bondad, sino aversión y resentimiento. No hizo mucha obra entre ellos, sólo los sermoneó y reprendió ocasionalmente. No anduvo entre los fariseos haciendo la obra de la redención ni llevando a cabo prodigios y milagros. Él otorgó toda Su misericordia y Su bondad a Sus seguidores, padeció por estos pecadores hasta el final, cuando fue clavado en la cruz, y sufrió todo tipo de humillación hasta que redimió por completo a toda la humanidad. Esta fue la suma total de Su obra.

Sin la redención de Jesús, los hombres habrían vivido por siempre en el pecado y se habrían vuelto la progenie del pecado, los descendientes de los demonios. De continuar así, toda la tierra se habría convertido en el sitio donde habita Satanás, el lugar de su morada. Sin embargo, la obra de la redención requería brindar misericordia y bondad a la humanidad. Sólo así los humanos podían recibir el perdón y, al final, ganarse el derecho a que Dios los hiciera completos y los obtuviera plenamente. Sin esta etapa de la obra, el plan de gestión de seis mil años no habría podido avanzar. Si Jesús no hubiera sido crucificado, si solamente hubiera sanado a los enfermos y exorcizado a los demonios, las personas no podrían haber sido perdonadas completamente por sus pecados. En los tres años y medio que Jesús pasó haciendo Su obra en la tierra, completó sólo la mitad de Su obra de redención. Luego, al ser clavado en la cruz y al convertirse en la semejanza de la carne pecadora, al ser entregado al malvado, Él completó la obra de la crucifixión y dominó el destino de la humanidad. Sólo después de ser entregado en las manos de Satanás, redimió a la humanidad. Durante treinta y tres años y medio sufrió en la tierra, lo ridiculizaron, lo difamaron y lo abandonaron, incluso al punto en el que no tenía un lugar donde posar Su cabeza, ningún lugar para descansar; luego fue crucificado y todo Su ser, un cuerpo santo e inocente, fue clavado en la cruz y padeció todo tipo de sufrimientos. Quienes estaban en el poder se burlaron de Él y lo flagelaron e incluso los soldados escupieron en Su rostro; sin embargo, Él permaneció en silencio y soportó hasta el final, sometiéndose incondicionalmente hasta la muerte, con la cual redimió a toda la humanidad. Sólo entonces se le permitió descansar. La obra que Jesús llevó a cabo representa únicamente la Era de la Gracia, no representa la Era de la Ley ni sustituye a la obra de los últimos días. Esta es la esencia de la obra de Jesús en la Era de la Gracia, la segunda era por la que la humanidad ha pasado: la Era de la Redención.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La verdadera historia de la obra de la Era de la Redención

Palabras diarias de Dios  Fragmento 24

Después de la obra de Jehová, Jesús se encarnó para llevar a cabo Su obra entre los hombres. Su obra no se llevó a cabo de forma aislada, sino que fue construida sobre la de Jehová. Era una obra para una nueva era que Dios realizó después de que pusiera fin a la Era de la Ley. De forma similar, después de que terminara la obra de Jesús, Dios continuó Su obra para la siguiente era, porque toda Su gestión siempre avanza. Cuando pase la era antigua, será sustituida por una nueva, y una vez que la antigua obra se haya completado, habrá una nueva obra que continuará la gestión de Dios. Esta encarnación es la segunda encarnación de Dios, la cual sigue a la obra de Jesús. Por supuesto, esta encarnación no ocurre de forma independiente; es la tercera etapa después de la Era de la Ley y la Era de la Gracia. Cada vez que Dios inicia una nueva etapa de la obra, siempre debe haber un nuevo comienzo y siempre debe traer una nueva era. Así pues, también hay cambios correspondientes en el carácter de Dios, en Su forma de obrar, en el lugar de Su obra y en Su nombre. No es de extrañar, por tanto, que al hombre le resulte difícil aceptar la obra de Dios en la nueva era. Pero independientemente de cómo se le oponga el hombre, Dios siempre está realizando Su obra, y guiando a toda la humanidad hacia adelante. Cuando Jesús vino al mundo del hombre, marcó el comienzo de la Era de la Gracia y terminó la Era de la Ley. Durante los últimos días, Dios se hizo carne una vez más y, con esta encarnación, finalizó la Era de la Gracia y marcó el inicio de la Era del Reino. Todos aquellos que sean capaces de aceptar la segunda encarnación de Dios serán conducidos a la Era del Reino, y, además, serán capaces de aceptar personalmente la guía de Dios. Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad y se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter satánicamente corrompido. Y, así, ahora que el hombre ha sido perdonado de sus pecados, Dios ha vuelto a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio

Palabras diarias de Dios  Fragmento 25

Si las personas permanecen ancladas en la Era de la Gracia, nunca se liberarán de su carácter corrupto, y, mucho menos, conocerán el carácter inherente de Dios. Si las personas viven siempre en medio de una gracia abundante pero no tienen el camino de vida que les permita conocer o satisfacer a Dios, entonces nunca lo obtendrán verdaderamente en su creencia en Él. Este tipo de creencia es, sin duda, lamentable. Cuando hayas terminado de leer este libro, cuando hayas experimentado cada paso de la obra de Dios encarnado en la Era del Reino, sentirás que los deseos que has tenido durante muchos años se han realizado finalmente. Sentirás que es hasta ahora que has visto realmente a Dios cara a cara, que hasta ahora has contemplado Su rostro, oído Sus declaraciones personales, apreciado la sabiduría de Su obra y percibido, verdaderamente, cuán real y todopoderoso es Él. Sentirás que has obtenido muchas cosas que las personas en tiempos pasados nunca han visto ni poseído. En este momento, sabrás claramente qué es creer en Dios y qué es cumplir con Su voluntad. Por supuesto, si te aferras a los puntos de vista del pasado y rechazas o niegas la realidad de la segunda encarnación de Dios, entonces te quedarás con las manos vacías y no obtendrás nada, y, en última instancia, serás declarado culpable de oponerte a Dios. Los que son capaces de obedecer la verdad y someterse a la obra de Dios serán reclamados bajo el nombre del segundo Dios encarnado: el Todopoderoso. Serán capaces de aceptar la guía personal de Dios, obtendrán verdades mayores y más elevadas, así como la vida real. Contemplarán la visión que las personas del pasado nunca han visto: “Y me volví para ver de quién era la voz que hablaba conmigo. Y al volverme, vi siete candelabros de oro; y en medio de los candelabros, vi a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una túnica que le llegaba hasta los pies y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la blanca lana, como la nieve; sus ojos eran como llama de fuego; sus pies semejantes al bronce bruñido cuando se le ha hecho refulgir en el horno, y su voz como el ruido de muchas aguas. En su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una aguda espada de dos filos; su rostro era como el sol cuando brilla con toda su fuerza” (Apocalipsis 1:12-16). Esta visión es la expresión de la totalidad del carácter de Dios, y la expresión de la totalidad de Su carácter es también la expresión de la obra de Dios en Su presente encarnación. En los torrentes de castigos y juicios, el Hijo del hombre expresa Su carácter inherente por medio de declaraciones, permitiendo que todos aquellos que acepten Su castigo y juicio vean el verdadero rostro del Hijo del hombre, que es un fiel retrato del rostro del Hijo del hombre visto por Juan. (Por supuesto, todo esto será invisible para aquellos que no acepten la obra de Dios en la Era del Reino). El verdadero rostro de Dios no puede articularse plenamente usando el lenguaje humano, y, por tanto, Dios usa los medios por los que expresa Su carácter inherente para mostrar Su verdadero rostro al hombre. Es decir, todos los que han apreciado el carácter inherente del Hijo del hombre han visto Su verdadero rostro, porque Dios es demasiado grande y no puede ser articulado plenamente usando el lenguaje humano. Una vez que el hombre haya experimentado cada paso de la obra de Dios en la Era del Reino, sabrá el verdadero sentido de las palabras de Juan cuando hablaba del Hijo del hombre entre los candeleros: “Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la blanca lana, como la nieve; sus ojos eran como llama de fuego; sus pies semejantes al bronce bruñido cuando se le ha hecho refulgir en el horno, y su voz como el ruido de muchas aguas. En su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una aguda espada de dos filos; su rostro era como el sol cuando brilla con toda su fuerza”. En ese momento, sabrás sin duda que esta carne ordinaria que ha dicho tanto es innegablemente el segundo Dios encarnado. Además, sentirás verdaderamente cuán bendecido eres, y te sentirás el más afortunado. ¿Acaso no estás dispuesto a aceptar esta bendición?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio

Palabras diarias de Dios  Fragmento 26

La obra de los últimos días consiste en pronunciar palabras. A través de las palabras se pueden llevar a cabo grandes cambios en el hombre. Los cambios efectuados ahora en estas personas al aceptar estas palabras son mucho mayores que los llevados a cabo en las personas al aceptar las señales y maravillas de la Era de la Gracia. Porque, en la Era de la Gracia, los demonios eran arrojados fuera del hombre con la imposición de manos y la oración, pero las actitudes corruptas dentro del hombre permanecían. El hombre fue curado de su enfermedad y se le perdonaron sus pecados, pero en lo que se refiere a cómo el hombre sería despojado de las actitudes satánicas corruptas que había en su interior, esa obra todavía tenía que realizarse. El hombre sólo fue salvo y se le perdonaron sus pecados por su fe, pero su naturaleza pecaminosa no le fue quitada y permaneció en él. Los pecados del hombre fueron perdonados a través del Dios encarnado, pero eso no significó que el hombre ya no tuviera pecado en él. Los pecados del hombre podían ser perdonados por medio de la ofrenda por el pecado, pero en lo que se refiere a cómo puede lograrse que el hombre no peque más y cómo puede extirparse por completo y transformarse su naturaleza pecaminosa, él no tiene forma de resolver este problema. Los pecados del hombre fueron perdonados, y esto es gracias a la obra de crucifixión de Dios, pero el hombre siguió viviendo en su viejo carácter satánico corrupto del pasado. Así pues, el hombre debe ser completamente salvado de su carácter satánico corrupto para que su naturaleza pecadora le sea completamente extirpada y no se desarrolle más, permitiendo, así, que el carácter del hombre se transforme. Esto requeriría que el hombre entendiera la senda del crecimiento en la vida, el camino de la vida, y el camino del cambio de su carácter. También requeriría que el hombre actuara de acuerdo con esa senda, de forma que su carácter pueda ser cambiado gradualmente y él pueda vivir bajo el brillo de la luz, de tal modo que todo lo que haga pueda ser conforme a la voluntad de Dios, pueda despojarse de su carácter satánico corrupto, y liberarse de la influencia de las tinieblas de Satanás, emergiendo, así, totalmente del pecado. Sólo entonces recibirá el hombre la salvación completa. En la época en la que Jesús estaba llevando a cabo Su obra, el conocimiento que el hombre tenía de Él seguía siendo vago y poco claro. El hombre siempre creyó que Él era el hijo de David y proclamó que era un gran profeta y el Señor bondadoso que redimía los pecados del hombre. Algunos, por la fuerza de su fe, fueron sanados simplemente al tocar el borde de Su manto; los ciegos pudieron ver e incluso los muertos pudieron ser devueltos a la vida. Sin embargo, el hombre fue incapaz de descubrir el carácter satánico corrupto profundamente arraigado en su interior y tampoco sabía cómo desecharlo. El hombre recibió mucha gracia, como la paz y la felicidad de la carne, bendiciones sobre toda la familia por la fe de uno solo de sus miembros, la curación de las enfermedades, etc. El resto fueron las buenas obras del hombre y su apariencia piadosa; si alguien podía vivir con base en eso, se le consideraba un buen creyente. Sólo ese tipo de creyentes podían entrar en el cielo tras su muerte, lo que significaba que eran salvos. Pero durante su vida, estas personas no entendieron en absoluto el camino de la vida. Simplemente cometían pecados y después los confesaban, en un ciclo constante sin una senda para cambiar su carácter. Esa era la condición del hombre en la Era de la Gracia. ¿Ha recibido el hombre la salvación completa? ¡No! Por tanto, después de completarse esa etapa de la obra, aún quedaba la obra de juicio y castigo. Esta etapa tiene como objetivo hacer al hombre puro por medio de la palabra y, así, darle una senda que seguir. Esta etapa no sería fructífera ni tendría sentido si continuase con la expulsión de demonios, porque la naturaleza pecaminosa del hombre no sería extirpada y el hombre se detendría tras el perdón de los pecados. A través de la ofrenda por el pecado, al hombre se le han perdonado sus pecados, porque la obra de la crucifixión ya ha llegado a su fin y Dios ha vencido a Satanás. Pero el carácter corrupto del hombre sigue en él y este todavía puede pecar y resistirse a Dios y Dios no ha ganado a la humanidad. Esa es la razón por la que en esta etapa de la obra Dios usa la palabra para revelar el carácter corrupto del hombre y hace que este practique según la senda correcta. Esta etapa es más significativa que la anterior y también más fructífera, porque, ahora, la palabra es la que provee directamente la vida del hombre y permite que su carácter sea completamente renovado; es una etapa de obra mucho más concienzuda. Así pues, la encarnación en los últimos días ha completado el sentido de la encarnación de Dios y ha finalizado plenamente el plan de gestión de Dios para la salvación del hombre.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 27

En la obra de los últimos días, la palabra es más poderosa que la manifestación de señales y maravillas, y la autoridad de la palabra sobrepasa la de las señales y las maravillas. La palabra revela todas las actitudes corruptas enterradas en lo profundo del corazón del hombre. No tienes forma de reconocerlas por ti mismo. Cuando te sean reveladas por medio de la palabra, llegarás a descubrirlas de forma natural; no serás capaz de negarlas, y estarás totalmente convencido. ¿No es esta la autoridad de la palabra? Este es el resultado alcanzado por la obra actual de la palabra. Por tanto, el hombre no puede salvarse totalmente de sus pecados por medio de la curación de la enfermedad y la expulsión de los demonios, y no puede ser hecho totalmente completo por medio de la manifestación de señales y maravillas. La autoridad para sanar enfermedades y expulsar demonios sólo le otorga gracia al hombre, pero la carne del hombre sigue perteneciéndole a Satanás y el carácter satánico corrupto permanece dentro del hombre. En otras palabras, lo que no se ha purificado sigue perteneciéndole al pecado y la inmundicia. Sólo después de que el hombre se haya purificado por medio de la palabra podrá ser ganado por Dios y ser santificado. Cuando los demonios fueron echados fuera del hombre y él fue redimido, esto sólo significó que él fue arrebatado de las manos de Satanás y devuelto a Dios. Sin embargo, si Dios no lo ha purificado ni cambiado, sigue siendo un hombre corrupto. Dentro del hombre todavía existen la inmundicia, la oposición y la rebeldía; el hombre sólo ha vuelto a Dios por medio de Su redención, pero no tiene el más mínimo conocimiento de Él y todavía es capaz de resistirse a Él y traicionarle. Antes de que el hombre fuera redimido, muchos de los venenos de Satanás ya habían sido plantados en su interior, y, después de miles de años de ser corrompido por Satanás, el hombre ya tiene dentro de sí una naturaleza establecida que se resiste a Dios. Por tanto, cuando el hombre ha sido redimido, no se trata más que de un caso de redención en el que se le ha comprado por un alto precio, pero la naturaleza venenosa que existe en su interior no se ha eliminado. El hombre que está tan sucio debe pasar por un cambio antes de volverse digno de servir a Dios. Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Sólo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser purificado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser purificado. En lugar de considerar que esta etapa de la obra es la de la salvación, sería más apropiado decir que es la obra de purificación. En verdad, esta etapa es la de la conquista, así como la segunda etapa en la obra de la salvación. El hombre llega a ser ganado por Dios por medio del juicio y el castigo por la palabra, y es por medio del uso de la palabra para refinar, juzgar y revelar que todas las impurezas, las nociones, los motivos y las aspiraciones individuales dentro del corazón del hombre se revelan completamente. A pesar de que el hombre pueda haber sido redimido y perdonado de sus pecados, sólo puede considerarse que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre, que vive en un cuerpo de carne, no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando, interminablemente, su carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayor parte de la humanidad peca durante el día y se confiesa por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para el hombre, no podrá salvarlo del pecado. Sólo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto. Por ejemplo, cuando las personas se enteraron de que descendían de Moab, se quejaron, dejaron de buscar la vida, y se volvieron totalmente negativas. ¿No muestra esto que la humanidad sigue siendo incapaz de someterse plenamente al dominio de Dios? ¿No es precisamente este su carácter satánico corrupto? Cuando no estabas siendo sometido al castigo, tus manos se levantaban más alto que todas las demás, incluidas las de Jesús. Y clamabas en voz alta: “¡Sé un hijo amado de Dios! ¡Sé un íntimo de Dios! ¡Mejor sería morir antes que inclinarnos ante Satanás! ¡Rebélate contra el viejo Satanás! ¡Rebélate contra el gran dragón rojo! ¡Que el gran dragón rojo caiga del poder de la forma más indigna! ¡Que Dios nos haga completos!”. Tus gritos eran más fuertes que todos los demás. Pero entonces llegó el tiempo del castigo y, una vez más, se manifestó el carácter corrupto de la humanidad. Entonces, sus gritos cesaron, y su determinación se agotó. Esta es la corrupción del hombre; es más profunda que el pecado; es algo plantado por Satanás y profundamente arraigado dentro del hombre. No resulta fácil para el hombre ser consciente de sus pecados; no tiene forma de reconocer su propia naturaleza profundamente arraigada, y debe depender del juicio por la palabra para lograr este resultado. Sólo así puede el hombre ser transformado gradualmente a partir de ese momento. El hombre gritaba así en el pasado, porque no tenía entendimiento de su carácter corrupto inherente. Estas son las impurezas que hay dentro del hombre. A lo largo de un período de juicio y castigo tan prolongado, el hombre vivía en una atmósfera de tensión. ¿No se consiguió todo esto por medio de la palabra? ¿No clamaste tú también en voz muy alta, antes de la prueba de los hacedores de servicio? “¡Entra en el reino! ¡Todos los que acepten este nombre entrarán en el reino! ¡Todos participarán de Dios!”. Cuando vino la prueba de los hacedores de servicio, tú no clamaste más. Al principio, todos gritaron: “¡Dios! Allí donde me pongas, me someteré a Tu dirección”. Al leer las palabras de Dios, “¿Quién será Mi Pablo?”, la gente dijo: “¡Yo estoy dispuesto a serlo!”. Después vieron las palabras, “¿Y qué hay de la fe de Job?”. Y dijeron: “Yo estoy dispuesto a tomar sobre mí la fe de Job. ¡Dios, por favor ponme a prueba!”. Cuando vino la prueba de los hacedores de servicio, se vinieron abajo inmediatamente, y apenas pudieron levantarse de nuevo. Después de eso, disminuyeron poco a poco las impurezas en su corazón. ¿Acaso no se logró esto a través de la palabra? Por tanto, lo que habéis experimentado hoy son los resultados logrados a través de la palabra, incluso mayores que los conseguidos mediante las señales y las maravillas obradas por Jesús. La gloria de Dios y la autoridad de Dios mismo que tú ves no son vistas sólo a través de la crucifixión, la curación de la enfermedad y la expulsión de los demonios, sino, mucho más, por medio del juicio de Su palabra. Esto te demuestra que la autoridad y el poder de Dios no consisten únicamente en obrar señales, curar la enfermedad y expulsar a los demonios, sino que el juicio de la palabra de Dios es capaz de representar mejor la autoridad de Dios y revelar Su omnipotencia.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 28

En la Era del Reino, Dios usa las palabras para iniciar la nueva era, para cambiar los medios por los cuales Él obra y para llevar a cabo la obra de la era entera. Este es el principio por el cual Dios obra en la Era de la Palabra. Él se hizo carne para hablar desde diferentes perspectivas, de modo que el hombre pudiera ver realmente a Dios —quien es la Palabra manifestada en la carne—, y para que pudiera contemplar Su sabiduría y Su maravilla. Este tipo de obra se realiza para lograr mejor los objetivos de conquistar al hombre, perfeccionarlo y descartarlo, que es el verdadero significado del uso de las palabras para obrar en la Era de la Palabra. A través de estas palabras, las personas llegan a conocer la obra de Dios, Su carácter, la sustancia del hombre y aquello en lo que el hombre debe entrar. A través de las palabras, la obra que Dios desea llevar a cabo en la Era de la Palabra fructifica en su totalidad. A través estas palabras, las personas son expuestas, descartadas y probadas. Las personas han visto las palabras de Dios, han oído estas palabras y han reconocido su existencia. Como resultado, han llegado a creer en la existencia de Dios, en Su omnipotencia y sabiduría, así como en el amor de Dios por el hombre y Su deseo de salvarlo. El término “palabras” puede ser sencillo y corriente, pero las palabras procedentes de la boca del Dios encarnado sacuden el universo, transforman el corazón de las personas, transforman sus nociones y su antiguo carácter, y la apariencia que el mundo entero solía tener. A lo largo de las eras, solo el Dios de la actualidad ha obrado de esta manera, y solo Él habla así y viene a salvar al hombre de ese modo. A partir de este momento, el hombre vive bajo la guía de las palabras de Dios, y es pastoreado y provisto por Sus palabras. La gente vive en el mundo de las palabras de Dios, entre las maldiciones y bendiciones de Sus palabras, y hay incluso más personas que han llegado a vivir bajo el juicio y el castigo de las mismas. Todas estas palabras y esta obra son en aras de la salvación del hombre, en aras del cumplimiento de la voluntad de Dios y en aras de cambiar el aspecto original del mundo de la antigua creación. Dios creó el mundo utilizando palabras, guía a las personas en todo el universo utilizando palabras, y las conquista y las salva utilizando palabras. Al final, Él utilizará palabras para llevar a la totalidad del mundo antiguo a su fin, completando, así, todo Su plan de gestión. A lo largo de la Era del Reino, Dios usa las palabras para llevar a cabo Su obra y para lograr los resultados de Su obra. Él no obra maravillas ni hace milagros, sino que, simplemente, lleva a cabo Su obra a través de las palabras. Gracias a estas palabras, el hombre es nutrido y provisto, y adquiere conocimiento y verdadera experiencia. En la Era de la Palabra, el hombre ha sido excepcionalmente bendecido. Él no sufre ningún dolor físico y simplemente disfruta de la abundante provisión de las palabras de Dios; sin necesidad de buscar o viajar a ciegas, en medio de su comodidad, ve la aparición de Dios, lo escucha hablar con Su propia boca, recibe Su provisión y ve que lleva a cabo personalmente Su obra. Son cosas que las personas de épocas pasadas no pudieron disfrutar, y son bendiciones que nunca pudieron recibir.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La Era del Reino es la Era de la Palabra

Palabras diarias de Dios  Fragmento 29

La humanidad, tan profundamente corrompida por Satanás, no sabe que hay un Dios, y ha dejado de adorarlo. En el principio, cuando Adán y Eva fueron creados, la gloria de Jehová y Su testimonio siempre estaban presentes. Pero después de corromperse, el hombre perdió la gloria y el testimonio, pues todos se rebelaron contra Dios y dejaron de venerarlo por completo. La obra actual de conquista es para recuperar todo el testimonio y toda la gloria, y que todos los hombres adoren a Dios, de forma que haya testimonio entre los creados; esta es la obra que debe hacerse en esta etapa. ¿Cómo ha de conquistarse exactamente a la humanidad? Usando la obra de las palabras de esta etapa para convencer totalmente al hombre; usando la revelación, el juicio, el castigo y la maldición inmisericorde para persuadirlo totalmente; revelando la rebeldía del hombre y juzgando su resistencia de forma que pueda conocer la injusticia y la inmundicia de la humanidad, y, así, utilizar estas cosas como contraste del carácter justo de Dios. Principalmente, es a través de estas palabras que el hombre es conquistado y queda totalmente convencido. Las palabras son el medio para la conquista definitiva de la humanidad, y todos los que acepten la conquista de Dios deben aceptar los golpes y el juicio de Sus palabras. El proceso de hablar hoy es, precisamente, el proceso de conquista. Y ¿exactamente cómo deberían cooperar las personas? Sabiendo cómo comer y beber estas palabras y llegando a comprenderlas. En cuanto a la manera como son conquistadas las personas, esto no es algo que ellas puedan hacer por sí mismas. Todo lo que puedes hacer es que, a través de comer y beber estas palabras, llegues a conocer tu propia corrupción e inmundicia, tu rebeldía e injusticia y te postres delante de Dios. Si, después de comprender la voluntad de Dios, puedes ponerla en práctica, y si tienes visiones y eres capaz de someterte completamente a estas palabras y no tomas ninguna decisión por ti mismo, entonces habrás sido conquistado, y habrá sido como resultado de estas palabras. ¿Por qué perdió la humanidad el testimonio? Porque nadie tiene fe en Dios, porque Dios no ocupa un lugar en el corazón de las personas. La conquista de la humanidad es el restablecimiento de la fe de la humanidad. Las personas siempre quieren correr apresuradamente hacia lo mundano, albergan demasiadas esperanzas, desean demasiado para su futuro y tienen demasiadas exigencias extravagantes. Siempre están pensando en la carne y planificando para ella, y no tienen interés en buscar el camino de la creencia en Dios. Satanás ha arrebatado su corazón, han perdido su veneración por Dios y están obsesionados con Satanás. Pero Dios creó al hombre. Así pues, el hombre ha perdido el testimonio, lo que significa que ha perdido la gloria de Dios. El propósito de conquistar a la humanidad es reclamar la gloria de la veneración del hombre por Dios. Puede expresarse de esta forma: hay muchas personas que no buscan la vida; aunque haya algunas que lo hagan, son solo unos cuantos. Las personas están preocupadas por su futuro y no prestan ninguna atención a la vida. Algunas se rebelan contra Dios y se resisten a Él, lo juzgan a Sus espaldas y no practican la verdad. Estas personas son ignoradas por ahora; por el momento, no se les hace nada a estos hijos de la rebeldía, pero en el futuro vivirás en tinieblas, y llorarás y rechinarás los dientes. No sientes lo precioso de la luz cuando vives en ella, pero te darás cuenta de esa preciosidad una vez que vivas en la noche oscura, y entonces lo lamentarás. Te sientes bien ahora, pero llegará el día en el que te arrepentirás. Cuando llegue ese día y las tinieblas desciendan y la luz no exista más, será demasiado tarde para los lamentos. Es porque sigues sin entender la obra de hoy que no aprecias el tiempo que tienes ahora. Una vez que comience la obra de todo el universo —lo cual significa que todo lo que estoy diciendo hoy se haya hecho realidad— muchas personas se agarrarán la cabeza y llorarán lágrimas de angustia. Y, si lo hacen ¿no habrán caído en las tinieblas con el llanto y el crujir de dientes? Todos los que busquen verdaderamente la vida y sean hechos completos pueden ser usados, mientras que todos los hijos de la rebeldía que no son aptos para ser usados caerán en las tinieblas. Serán despojados de la obra del Espíritu Santo y serán incapaces de entender nada. Así, serán atormentados con sollozos, pues se habrán sumergido en el castigo. Si estás bien preparado en esta fase de la obra y has madurado en tu vida, entonces eres apto para ser usado. Si no estás bien preparado, entonces, aun si eres convocado para la siguiente fase de la obra, no serás apto para ser usado; en ese punto, no tendrás otra oportunidad aun si deseas prepararte. Dios se habrá marchado; ¿a dónde podrás ir para encontrar la clase de oportunidad que tienes delante de ti hoy? ¿A dónde podrás ir para recibir un ejercicio proporcionado personalmente por Dios? Para ese momento, Dios no estará hablando personalmente ni emitiendo su voz; todo lo que podrás hacer es leer lo que se está diciendo hoy; y entonces, ¿cómo podrás entender con facilidad? ¿Cómo podría la vida en el futuro ser mejor que hoy? En ese punto, ¿no estarás sufriendo una muerte en vida mientras lloras y te crujen los dientes? Se te otorgan bendiciones ahora, pero no sabes cómo disfrutarlas; vives en un estado de bendición, pero no eres consciente de ello. ¡Esto demuestra que estás condenado a sufrir! Hoy, algunas personas se resisten, otras se rebelan, otras hacen esto o aquello y Yo simplemente lo ignoro, pero no pienses que no soy consciente de lo que hacéis. ¿Acaso no entiendo vuestra esencia? ¿Por qué sigues enfrentándote conmigo? ¿Acaso no crees en Dios para buscar la vida y bendiciones para tu beneficio? ¿Acaso no es porque buscas tu propio bien que tienes fe? En este momento estoy llevando a cabo la obra de conquista únicamente a través de Mis palabras, y una vez que culmine, tu final será obvio. ¿Tengo que decírtelo explícitamente?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La verdadera historia de la obra de conquista (1)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 30

La obra de conquista actual tiene como propósito evidenciar obvio cuál será el final del hombre. ¿Por qué se dice que el castigo y el juicio de hoy son el juicio delante del gran trono blanco de los últimos días? ¿Acaso no ves esto? ¿Por qué es la obra de conquista la última etapa? ¿No es precisamente para hacer manifiesto qué clase de final tendrá cada clase de hombre? ¿No es para permitir que todos, en el transcurso de la obra de conquista de castigo y juicio muestren su verdadera naturaleza y, posteriormente, sean clasificados según su tipo? En lugar de decir que esto es conquistar a la humanidad, podría ser mejor decir que esto está mostrando qué tipo de final tendrá cada clase de persona. Esto tiene que ver con juzgar los pecados de las personas y, luego, revelar los diversos tipos de personas, decidiendo, de esta forma, si son malvados o justos. Después de la obra de conquista llega la obra de recompensar el bien y castigar el mal. Las personas que obedecen completamente —es decir, las que son totalmente conquistadas— serán colocadas en el siguiente paso de la difusión de la obra de Dios a todo el universo; los no conquistados serán puestos en las tinieblas y se enfrentarán con calamidades. De esta manera el hombre se clasificará según su tipo, los hacedores de maldad serán agrupados con el mal, para no tener nunca más la luz del sol, y los justos serán agrupados con el bien para recibir la luz y vivir por siempre en ella. El fin está cerca para todas las cosas; el final del hombre se ha mostrado claramente a sus ojos y todas las cosas se clasificarán según su tipo. Entonces, ¿cómo pueden las personas escapar de la angustia de que cada uno sea clasificado según su tipo? El final de cada clase de persona se revelará cuando el final esté cerca para todas las cosas, y esto se hace durante la obra de conquista de todo el universo (incluyendo toda la obra de conquista, comenzando con la obra actual). La revelación del final de toda la humanidad se hace ante el trono del juicio, en el transcurso del castigo y de la obra de conquista de los últimos días. Clasificar a las personas según su tipo no es devolver a las personas a su clase original, pues cuando el hombre fue creado en el momento de la creación, solo existía un tipo de ser humano, y la única división que existía era entre hombre y mujer. No existían muchas clases diferentes de personas. Solo después de varios miles de años de corrupción han surgido diferentes clases de seres humanos, algunos de ellos sometidos al campo de acción de diablos inmundos, otros al de diablos malignos, y otros más, los que buscan el camino de la vida, bajo el dominio del Todopoderoso. Esta es la única manera en la que las clases surgen gradualmente entre las personas y solo así estas se separan en clases en la gran familia del hombre. Todas las personas llegan a tener diferentes “padres”; no se da el caso de que todos estén completamente bajo el dominio del Todopoderoso, pues el hombre es demasiado rebelde. El juicio justo revela el verdadero ser de cada tipo de persona, y no deja nada oculto. Cada uno muestra su verdadero rostro en la luz. En este punto, el hombre ya no es como era originalmente y la semejanza original de sus ancestros hace mucho que desapareció, porque hace mucho que Satanás capturó a innumerables descendientes de Adán y Eva, para que nunca más conocieran el sol-cielo, y porque toda clase de veneno de Satanás ha llenado a las personas. Así pues, las personas tienen su destino apropiado. Además, se las clasifica según su tipo con base en sus diferentes venenos, lo cual significa que se clasifican según el grado en el que son conquistadas hoy. El final del hombre no es algo que haya sido predestinado desde la creación del mundo. Eso se debe a que, en el principio, solo había una clase, que colectivamente se denominaba “humanidad”, y el hombre no fue corrompido por Satanás al inicio, y todas las personas vivían en la luz de Dios, sin que la oscuridad cayera sobre ellas. Sin embargo, después de que Satanás corrompió al hombre, todo tipo y clase de personas se extendieron por toda la tierra: todo tipo y clase de personas que procedían de la familia llamada colectivamente “humanidad”, conformada por hombres y mujeres. Sus ancestros los guiaron a todos a apartarse de sus antepasados más antiguos: la humanidad conformada por hombre y mujer (esto es, Adán y Eva en el principio, sus antepasados más antiguos). En aquel momento, los israelitas eran el único pueblo cuya vida en la tierra fue guiada por Jehová. Los distintos tipos de personas que surgieron de la totalidad de Israel (es decir, el clan familiar original) perdieron, entonces, la guía de Jehová. Estas primeras personas, completamente ignorantes de los asuntos del mundo humano, se marcharon posteriormente, junto con sus ancestros, a vivir en los territorios que reclamaban, lo cual ha continuado hasta hoy. Por tanto, siguen sin saber cómo se apartaron de Jehová y cómo han sido corrompidos hasta hoy por toda clase de demonios inmundos y espíritus malignos. Quienes han sido profundamente corrompidos y envenenados hasta ahora —los que no pueden ser rescatados en última instancia— no tendrán otra opción más que ir con sus ancestros, los demonios inmundos que los corrompieron. Los que puedan ser rescatados finalmente, irán al destino apropiado para la humanidad, es decir, al final reservado para los salvos y conquistados. Se hará todo para salvar a todos aquellos que pueden salvarse, pero en lo que se refiere a las personas insensibles e incurables, su única opción será seguir a sus ancestros hasta el abismo sin fondo del castigo. No pienses que tu final estaba predestinado en el principio y hasta ahora se ha revelado. Si piensas de esa forma, ¿has olvidado, entonces, que durante la creación inicial de la humanidad no se creó ninguna clase satánica independiente? ¿Has olvidado que solo se creó una humanidad, conformada por Adán y Eva (es decir, solo el hombre y la mujer fueron creados)? Si hubieras sido descendiente de Satanás en el principio, ¿no significaría que cuando Jehová creó al hombre incluyó a un grupo satánico en Su creación? ¿Podría haber hecho algo así? Él creó al hombre en aras de Su testimonio; lo creó en aras de Su gloria. ¿Por qué habría creado intencionadamente una clase de progenie de Satanás para que se resistiera deliberadamente a Él? ¿Podría haber hecho Jehová algo así? Si lo hubiera hecho, ¿quién diría que Él es un Dios justo? Cuando digo ahora que algunos de vosotros iréis con Satanás al final, no significa que estuvieras con él desde el principio; más bien, significa que te has hundido tanto que, aunque Dios ha tratado de salvarte, has sido incapaz de obtener esa salvación. No hay otra opción más que clasificarte con Satanás. Esto es solo porque estás más allá de la salvación, no porque Dios sea injusto contigo e intencionadamente haya determinado tu destino como una encarnación de Satanás y luego te clasifique con Satanás y a propósito quiera que sufras. Esa no es la verdadera historia de la obra de conquista. Si eso es lo que crees, ¡entonces tu entendimiento es muy parcial! La etapa final de la obra de conquista tiene el propósito de salvar a las personas y, también, revelar su final. Es poner al descubierto la degeneración de ellas por medio del juicio y, de esta forma, hacer que se arrepientan, se levanten, y busquen la vida y la senda correcta de la vida humana. Es despertar el corazón de las personas adormecidas y obtusas y mostrar, a través del juicio, su rebeldía interior. Sin embargo, si las personas siguen siendo incapaces de arrepentirse, de buscar la senda correcta de la vida humana y de abandonar estas corrupciones, entonces están más allá de la salvación y serán devoradas por Satanás. Ese es el significado de la conquista de Dios: salvar a las personas y, también, mostrar sus finales. Buenos finales, malos finales; todos quedan al descubierto por la obra de conquista. Si las personas se salvarán o serán malditas, todo se revela durante la obra de conquista.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La verdadera historia de la obra de conquista (1)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 31

Los últimos días son cuando todas las cosas se clasificarán de acuerdo con su tipo por medio de la conquista. La conquista es la obra de los últimos días; en otras palabras, juzgar los pecados de cada persona es la obra de los últimos días. De lo contrario, ¿cómo podrían clasificarse las personas? La obra de clasificación que se hace entre vosotros es el comienzo de dicha obra en todo el universo. Después de esto, aquellos de todas las tierras y pueblos también estarán sujetos a la obra de conquista. Esto significa que cada persona de la creación será clasificada según su tipo y se someterá ante el trono de juicio para ser juzgada. Ninguna persona y ninguna cosa puede escapar al sufrimiento de este castigo y juicio; ninguna persona y ninguna cosa puede eludir ser clasificada según su tipo; toda persona será clasificada, pues el final de todas las cosas está cerca, y todo el cielo y la tierra ha llegado a su conclusión. ¿Cómo podría el hombre escapar a los días finales de la existencia humana? Así, ¿durante cuánto tiempo más pueden continuar vuestros actos de desobediencia? ¿No veis que vuestros últimos días son inminentes? ¿Cómo puede ser que los que veneran a Dios y anhelan que aparezca no vean el día de la aparición de la justicia de Dios? ¿Cómo es posible que no reciban la recompensa final por la bondad? ¿Eres alguien que hace el bien o alguien que hace el mal? ¿Eres alguien que acepta el juicio justo y después obedece, o alguien que acepta el juicio justo y después es maldecido? ¿Vives ante el tribunal del juicio en la luz o vives en el Hades entre tinieblas? ¿No eres tú mismo quien sabe con gran claridad si tu final será de recompensa o de castigo? ¿No eres tú quien sabe con mayor claridad y entiende con mayor profundidad que Dios es justo? Así pues, ¿cómo es tu conducta y tu corazón? Mientras Yo te conquisto hoy, ¿necesitas realmente que te explique si tu comportamiento es bueno o malo? ¿Cuánto has abandonado por Mí? ¿Cuán profundamente me adoras? ¿Acaso no sabes muy claramente cómo eres conmigo? ¡Deberías saber mejor que nadie cómo acabarás finalmente! En verdad te digo: Yo únicamente creé a la humanidad, y te creé a ti, pero no os entregué a Satanás; tampoco hice a propósito que os rebelarais contra Mí u os resistierais a Mí y que, por tanto, fuerais castigados por Mí. ¿Acaso todas estas calamidades y aflicciones no han venido porque vuestro corazón es demasiado duro y vuestra conducta es verdaderamente despreciable? ¿Acaso el final que enfrentaréis no está determinado por vosotros mismos? ¿Acaso vosotros no sabéis mejor que nadie, en vuestro corazón, cómo acabaréis? La razón por la que conquisto a las personas es para exponerlas, y para traerte la salvación de mejor manera. No es para hacer que hagas el mal ni para hacer deliberadamente que entres en el infierno de la destrucción. Cuando llegue el momento, todo tu gran sufrimiento, tu llanto y tu crujir de dientes, ¿no se deberá a tus pecados? Así pues, ¿no es tu propia bondad o tu propia maldad el mejor juicio hacia ti? ¿No es la mejor prueba de cuál será tu final?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La verdadera historia de la obra de conquista (1)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 32

Durante los últimos días Dios ha venido principalmente con el fin de hablar Sus palabras. Él habla desde la perspectiva del Espíritu, del hombre, y de una tercera persona; habla de diferentes formas, usa una forma por un período, y usa el método de hablar para cambiar las nociones del hombre y eliminar la imagen del Dios vago del corazón del hombre. Esta es la principal obra realizada por Dios. Como el hombre cree que Dios ha venido a sanar a los enfermos, a echar fuera demonios, a llevar a cabo milagros, y a concederle bendiciones materiales, Él lleva a cabo esta etapa de la obra —la obra de castigo y juicio— con el fin de eliminar esas cosas de las nociones del hombre, de forma que este pueda conocer la realidad y la normalidad de Dios, y que la imagen de Jesús pueda eliminarse de su corazón y sustituirse por una nueva imagen de Dios. Tan pronto como la imagen de Dios en el hombre se hace vieja, pasa a ser un ídolo. Cuando Jesús vino y llevó a cabo esa etapa de la obra, no representó la totalidad de Dios. Llevó a cabo algunas señales y maravillas, habló algunas palabras, fue finalmente crucificado, representó una parte de Dios. No podía representar todo lo que es de Dios, sino que lo representó realizando una parte de Su obra. Eso se debe a que Dios es muy grande, maravilloso e insondable, y Él sólo realiza una parte de Su obra en cada era. La obra llevada a cabo por Dios durante esta era es, principalmente, la provisión de las palabras para la vida del hombre, la revelación de la naturaleza, la esencia y el carácter corrupto del hombre, y la eliminación de las nociones religiosas, del pensamiento feudal y el pensamiento obsoleto; el conocimiento y la cultura humanos deben purificarse mediante la revelación por parte de las palabras de Dios. En los últimos días, Él usa palabras, no señales y maravillas, para perfeccionar al hombre. Usa Sus palabras para exponer, juzgar, castigar y perfeccionar al hombre, para que en Sus palabras este llegue a ver la sabiduría y la belleza de Dios, y a entender Su carácter, y así, a través de las palabras de Dios, el hombre vea Sus hechos. Durante la Era de la Ley, Jehová guio a Moisés fuera de Egipto con Sus palabras, y habló algunas otras a los israelitas; en ese momento, parte de los hechos de Dios quedaron claros, pero debido a que el calibre del hombre era limitado y nada podía completar su conocimiento, Él siguió hablando y obrando. En la Era de la Gracia, el hombre vio una vez más parte de los hechos de Dios. Jesús fue capaz de mostrar señales y maravillas, de sanar a los enfermos y echar fuera demonios, y ser crucificado, tres días después de lo cual resucitó y se apareció en la carne ante el hombre. Este sólo conoció esto de Dios. Conoce tanto como Él le muestra, y si Él no le mostrara nada más, esa sería la medida de la delimitación de Dios por parte del hombre. Así pues, Dios continúa obrando, de manera que el conocimiento que el hombre tiene de Él pueda volverse más profundo, y que pueda llegar a conocer gradualmente la esencia de Dios. En los últimos días, Dios usa Sus palabras para hacer perfecto al hombre. Las palabras de Dios revelan tu carácter corrupto y Su realidad sustituye tus nociones religiosas. El Dios encarnado de los últimos días ha venido principalmente a cumplir las palabras “La Palabra se hace carne, la Palabra viene en la carne, y la Palabra aparece en la carne”, y si no tienes un conocimiento exhaustivo de esto, serás incapaz de mantenerte firme. Durante los últimos días, Dios pretende principalmente cumplir una etapa de la obra en la que la Palabra aparece en la carne, y esta es una parte del plan de gestión de Dios. Por tanto, vuestro conocimiento debe ser claro; independientemente de cómo obre Dios, Él no permite que el hombre lo delimite. Si Dios no hiciera esta obra durante los últimos días, el conocimiento que el hombre tiene de Él no podría ir más lejos. Sólo sabrías que Dios puede ser crucificado, que puede destruir Sodoma, que Jesús puede resucitar de los muertos y aparecerse a Pedro… Pero nunca dirías que las palabras de Dios pueden lograrlo todo, y conquistar al hombre. Sólo a través de la experiencia de las palabras de Dios puedes hablar de tal conocimiento, y cuanto más experimentas de Su obra, más exhaustivo será tu conocimiento de Él. Sólo entonces cesarás de delimitar a Dios en tus propias nociones. El hombre llega a conocer a Dios al experimentar Su obra, y no hay otra forma correcta de conocerlo.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra de Dios hoy

Palabras diarias de Dios  Fragmento 33

En esta etapa final de la obra, los resultados se logran a través de la palabra. A través de la palabra, el hombre llega a entender muchos misterios y la obra que Dios ha llevado a cabo a lo largo de generaciones pasadas; a través de la palabra, el Espíritu Santo esclarece al hombre; a través de la palabra, el hombre llega a entender los misterios nunca antes desvelados por las generaciones pasadas, así como la obra de los profetas y apóstoles de tiempos pasados, y los principios por los que obraron; a través de la palabra, el hombre también llega a comprender el carácter de Dios mismo, así como la rebeldía y la resistencia del hombre, y llega a conocer su propia esencia. A través de estos pasos de la obra y de todas las palabras habladas, el hombre llega a conocer la obra del Espíritu, la obra que lleva a cabo la carne encarnada de Dios, y, además, la totalidad de Su carácter. Tu conocimiento de la obra de gestión de Dios a lo largo de seis mil años también lo obtuviste a través de la palabra. ¿No obtuviste también a través de la palabra el conocimiento de tus antiguas nociones y tu éxito al hacerlas a un lado? En la etapa anterior, Jesús obró señales y maravillas, pero no hay ni señales ni maravillas en esta etapa. ¿No obtuviste también a través de la palabra tu entendimiento de por qué Dios no revela señales y maravillas? Por tanto, las palabras habladas en esta etapa sobrepasan la obra realizada por los apóstoles y los profetas de generaciones pasadas. Ni siquiera las profecías hechas por los profetas podrían haber conseguido este resultado. Los profetas sólo hablaron de profecías, de lo que acontecería en el futuro, pero no de la obra que Dios deseaba hacer en ese momento. Tampoco hablaron para guiar a la humanidad en su vida, para conferirle verdades o para revelarle misterios, y, mucho menos, para otorgar vida. En las palabras habladas en esta etapa hay profecía y verdad, pero las mismas sirven principalmente para otorgarle vida al hombre. En el presente, las palabras son diferentes a las profecías de los profetas. Esta es una etapa de la obra para la vida del hombre, para cambiar su carácter de vida y no en aras de hablar profecías. La primera etapa fue la obra de Jehová: Su obra consistió en preparar una senda para que el hombre adorara a Dios en la tierra. Fue la obra de inicio para encontrar un lugar de origen para la obra en la tierra. En aquella época, Jehová enseñó a los israelitas a observar el Sabbat, honrar a sus padres y vivir pacíficamente los unos con los otros. Esto se debió a que las personas de esa época no entendían qué constituía al hombre ni cómo vivir en la tierra. Era necesario que, en la primera etapa de la obra, Él guiara a la humanidad sobre cómo llevar su vida. La humanidad no había conocido ni poseído previamente todo lo que Jehová le dijo. En aquella época, Dios levantó a muchos profetas para que hablaran profecías, y todos lo hicieron así bajo la guía de Jehová. Esto era, simplemente, un elemento en la obra de Dios. En la primera etapa, Dios no se hizo carne, por lo que instruyó a las tribus y naciones por medio de los profetas. Cuando Jesús llevó a cabo obra en Su época, no habló tanto como en el presente. Esta etapa de la obra de la palabra en los últimos días nunca se ha hecho antes en eras y generaciones pasadas. Aunque Isaías, Daniel y Juan pronunciaron muchas profecías, estas fueron totalmente diferentes a las palabras habladas ahora. Lo que ellos pronunciaron fueron sólo profecías, pero las palabras actuales no lo son. Si Yo convirtiera en profecía todo lo que hablo, ¿seríais capaces de entender? Si de lo que hablo fuera de asuntos posteriores a haberme marchado, entonces ¿cómo obtendrías entendimiento? La obra de la palabra nunca se llevó a cabo en la época de Jesús ni en la Era de la Ley. Quizás algunos dirán: “¿No pronunció palabras Jehová también en la época de Su obra? Además de curar enfermedades, echar fuera demonios y obrar señales y maravillas, ¿no pronunció Jesús también palabras en ese tiempo en el que obró?”. Existen diferencias entre las cosas que se dicen. ¿Cuál fue la esencia de las palabras pronunciadas por Jehová? Él sólo estaba guiando a la humanidad sobre cómo llevar su vida en la tierra, sin involucrarse en los asuntos espirituales de la vida. ¿Por qué se dice que, cuando Jehová habló, fue para instruir a las personas de todas partes? La palabra “instruir” significa decir explícitamente y ordenar directamente. Él no proveyó de vida al hombre; más bien, lo tomó simplemente de la mano y le enseñó cómo venerarlo, sin seguir mucho el camino de las parábolas. La obra que Jehová llevó a cabo en Israel no tenía como objetivo ocuparse del hombre ni disciplinarlo, o implementar el juicio y el castigo; era guiarlo. Jehová le ordenó a Moisés que dijese a Su pueblo que recogiera maná en el desierto. Cada mañana antes del amanecer, debían recoger maná, únicamente lo suficiente para comer ese día. El maná no podía guardarse para el día siguiente, porque enmohecería. Él no daba sermones a las personas ni exponía su naturaleza, y tampoco sus ideas y sus pensamientos. No cambió a la gente, sino que la guio sobre cómo llevar su vida. En esa época, las personas eran como unos niños; no entendían nada y solo podían realizar movimientos mecánicos básicos; por ello, Jehová sólo decretó leyes para guiar a las multitudes.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 34

Dios pronuncia Sus palabras y realiza Su obra según las distintas eras, y en diferentes eras profiere palabras diferentes. Dios no se ajusta a normas ni repite la misma obra ni siente nostalgia por las cosas del pasado; Él es un Dios siempre nuevo, nunca viejo, y habla palabras nuevas cada día. Tú deberías acatar lo que hay que acatar hoy; esta es la responsabilidad y el deber del hombre. Es fundamental que la práctica se centre en la luz y las palabras actuales de Dios. Él no se ajusta a normas y es capaz de hablar desde muchas perspectivas diferentes para hacer evidente Su sabiduría y Su omnipotencia. No importa si habla desde la perspectiva del Espíritu o del hombre o de la tercera persona: Dios es siempre Dios y tú no puedes decir que no lo sea debido a la perspectiva del hombre desde la que Él habla. Entre algunas personas han surgido nociones como resultado de las distintas perspectivas desde las que Dios habla. Estas personas no tienen conocimiento de Dios ni de Su obra. Si Él hablara siempre desde una perspectiva, ¿no establecería el hombre normas sobre Dios? ¿Podría Él permitir que el hombre actuara de ese modo? Independientemente de la perspectiva desde la cual Dios hable, Él tiene razones para hacerlo. Si Dios hablara siempre desde la perspectiva del Espíritu, ¿podrías interactuar con Él? Así pues, algunas veces Él habla en tercera persona para brindarte Sus palabras y guiarte a la realidad. Todo lo que Dios hace es adecuado. En resumen, Dios lo hace todo y tú no deberías dudar de esto. Él es Dios y, por eso, independientemente de la perspectiva desde la cual hable, siempre será Dios. Esto es una verdad inmutable. No importa la forma en la que Él obre, sigue siendo Dios, ¡y Su esencia no cambiará! Pedro amó mucho a Dios y fue un hombre conforme a Su corazón, pero Dios no dio testimonio de él como el Señor o como Cristo, porque la esencia de un ser es lo que es, y no puede cambiar jamás. En Su obra, Dios no se rige por normas, sino que emplea distintos métodos para que Su obra sea eficaz y se profundice el conocimiento que el hombre tiene de Él. Cada uno de Sus métodos de obra ayuda a que el hombre lo conozca y su fin es perfeccionar a este. Independientemente del método que emplee para obrar, cada uno tiene el propósito de edificar al hombre y perfeccionarlo. Aunque uno de Sus métodos de obra pueda haber durado largo tiempo, esto tiene como finalidad atemperar la fe del hombre en Él. Por tanto, no debería haber dudas en vuestro corazón. Todos estos son los pasos de la obra de Dios, y deberíais obedecerlos.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Todo se logra por la palabra de Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 35

Dios ha venido a la tierra principalmente a emitir Sus palabras; es con Su palabra con lo que tienes contacto. Lo que ves y lo que oyes, aquello por lo que te riges y lo que experimentas es la palabra de Dios, y esta encarnación de Dios usa la palabra, principalmente, para perfeccionar al hombre. No muestra señales y prodigios y, en especial, no lleva a cabo la obra que Jesús realizó en el pasado. Aunque Ellos son Dios y ambos son carne, no tienen el mismo ministerio. Cuando Jesús vino, también llevó a cabo parte de la obra de Dios y pronunció algunas palabras, pero ¿cuál fue la obra principal que realizó? Principalmente, fue la obra de la crucifixión. Se volvió la semejanza de la carne pecaminosa para completar la obra de la crucifixión y redimir a toda la humanidad, y fue en aras de los pecados de toda la humanidad que sirvió como ofrenda por el pecado. Esta es la obra principal que realizó. En última instancia, proporcionó la senda de la cruz para guiar a los que vinieran después. Cuando Jesús vino, fue principalmente para completar la obra de la redención. Redimió a toda la humanidad y trajo al hombre el evangelio del reino de los cielos. Además, creó la senda que lleva al reino de los cielos. Como resultado, todos los que vinieron después dijeron: “Debemos caminar por la senda de la cruz y sacrificarnos por ella”. Por supuesto, al principio Jesús también llevó a cabo otra obra y habló algunas palabras para hacer que el hombre se arrepintiera y confesara sus pecados. Pero Su ministerio seguía siendo la crucifixión, y los tres años y medio que pasó predicando el camino fueron en preparación para la crucifixión que vino después. Las diversas ocasiones en las que Jesús oró también fueron en aras de la crucifixión. La vida de hombre normal que llevó y los treinta y tres años y medio que vivió en la tierra fueron, principalmente, para completar la obra de la crucifixión; fueron para darle fuerza para emprender esta obra, y, como resultado, Dios le encomendó la obra de la crucifixión. ¿Qué obra realizará el Dios encarnado hoy? Hoy, Dios se ha encarnado principalmente para completar la obra de “la Palabra manifestada en carne”, para perfeccionar al hombre mediante el uso de la palabra, y hacer que acepte el trato con la palabra y el refinamiento de la palabra. En Sus palabras Él hace que obtengas provisión y vida; en Sus palabras ves Su obra y Sus hechos. Dios usa la palabra para castigarte y refinarte; por tanto, si sufres dificultades, también es por la palabra de Dios. Hoy, Dios no obra con hechos, sino con palabras. Solo después de que Su palabra ha venido sobre ti puede el Espíritu Santo obrar dentro de ti y hacer que sufras dolor o que sientas dulzura. Solo la palabra de Dios puede llevarte a la realidad, y solo ella es capaz de perfeccionarte. Así pues, como mínimo debes entender esto: la obra realizada por Dios durante los últimos días consiste, principalmente, en el uso de Su palabra para perfeccionar a todas las personas y guiar al hombre. Toda la obra que lleva a cabo es a través de la palabra; Él no usa hechos para castigarte. Hay veces que algunos se resisten a Dios. Él no te causa gran incomodidad, no castiga tu carne ni sufres dificultades, pero en cuanto Su palabra viene sobre ti y te refina, te resulta insoportable. ¿No es así? Durante la época de los hacedores de servicio, Dios dijo que se lanzara al hombre al abismo sin fondo. ¿Realmente llegó el hombre allí? Simplemente a través del uso de las palabras para refinar al hombre, este entró en el abismo sin fondo. Y, así, durante los últimos días, cuando Dios se hace carne, usa principalmente la palabra para llevarlo todo a cabo y que todo quede claro. Solo en Sus palabras puedes ver lo que Él es; solo en Sus palabras puedes ver que Él es Dios mismo. Cuando Dios encarnado viene a la tierra no realiza ninguna otra obra que no sea pronunciar palabras. Por tanto, no hay necesidad de hechos; basta con las palabras. Esto se debe a que ha venido principalmente a llevar a cabo esta obra, a permitirle al hombre contemplar Su poder y Su supremacía en Sus palabras, y vea en ellas con cuánta humildad Él se esconde y conozca en ellas Su totalidad. Todo lo que Él tiene y todo lo que Él es está en Sus palabras. Su sabiduría y todo lo maravilloso de Él están en Sus palabras. En esto se te hace ver los numerosos métodos mediante los cuales Dios pronuncia Sus palabras. Durante todo este tiempo, la mayor parte de la obra de Dios ha consistido en provisión, revelación y trato con el hombre. Él no maldice a una persona a la ligera, y, cuando lo hace, utiliza la palabra para ello. Así, en esta era en que Dios se hace carne, no intentes verle sanar a los enfermos ni echar fuera demonios otra vez, y deja de buscar señales constantemente; ¡no sirve de nada! ¡Esas señales no pueden perfeccionar al hombre! Hablando claramente: hoy, el Dios mismo real de la carne no actúa; solo habla. ¡Esta es la verdad! Usa las palabras para perfeccionarte, para alimentarte y para regarte. También las usa para obrar, y las usa en lugar de los hechos para darte a conocer Su realidad. Si eres capaz de percibir este tipo de obra de Dios, es difícil que seas negativo. En vez de que os centréis en cosas negativas, deberíais enfocaros solamente en lo positivo; esto quiere decir que, independientemente de que las palabras de Dios se cumplan o no, o de que se produzcan hechos, Dios hace que el hombre obtenga vida de Sus palabras, y esta es la mayor señal de todas; aún más, es un hecho indiscutible. Esta es la mayor prueba a través de la cual se puede conocer a Dios, y es una señal incluso mayor que las señales. Solo estas palabras pueden perfeccionar al hombre.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Todo se logra por la palabra de Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 36

Tan pronto como inició la Era del Reino, Dios comenzó a emitir Sus palabras. En el futuro, estas se irán cumpliendo y, en ese momento, el hombre crecerá en la vida. Que Dios use la palabra para revelar el carácter corrupto del hombre es más práctico y más necesario, y Él sólo la usa para llevar a cabo Su obra con el fin de perfeccionar la fe del hombre, porque esta es la Era de la Palabra y exige la fe, la resolución y la colaboración del hombre. La obra de Dios encarnado de los últimos días consiste en el uso de Su palabra para servir y proveer al hombre. Solo después de que Dios encarnado haya terminado de pronunciar Sus palabras, estas empezarán a cumplirse. Durante el tiempo en que habla, Sus palabras no se cumplen, porque cuando Él está en la etapa de la carne, Sus palabras no pueden cumplirse. Esto es así para que el hombre pueda ver que Dios es carne y no Espíritu, y pueda contemplar Su realidad con sus propios ojos. El día en que Su obra esté completa, cuando todas las palabras que Él debía pronunciar en la tierra se hayan proferido, estas empezarán a cumplirse. Esta no es la era del cumplimiento de las palabras de Dios, porque Él todavía no ha terminado de pronunciar Sus palabras. Por tanto, cuando veas que Dios sigue pronunciando Sus palabras en la tierra, no esperes su cumplimiento; cuando Él deje de pronunciarlas, y cuando Su obra en la tierra haya finalizado, entonces será el momento en que Sus palabras comenzarán a cumplirse. En las palabras que Él pronuncia en la tierra existe, por un lado, la provisión de vida y, por otro, profecía: la profecía de cosas por venir, de cosas que se harán, y de las cosas que todavía han de realizarse. También había profecía en las palabras de Jesús. En un aspecto, Él proveyó vida, y, en otro, habló profecía. Hoy no hay conversación sobre llevar a cabo palabras y hechos al mismo tiempo, porque hay una diferencia demasiado grande entre lo que los propios ojos del hombre pueden ver y lo que Dios lleva a cabo. Solo se puede decir que, una vez que la obra de Dios haya finalizado, Sus palabras se cumplirán y los hechos vendrán después de estas. Durante los últimos días, Dios encarnado realiza el ministerio de la palabra en la tierra, y, al llevarlo a cabo, solo pronuncia palabras y no se preocupa de otros asuntos. Una vez que cambie la obra de Dios, Sus palabras comenzarán a cumplirse. Hoy, las palabras se usan, en primer lugar, para perfeccionarte; cuando Él obtenga gloria en todo el universo, Su obra estará completa. Todas las palabras que debían pronunciarse se habrán pronunciado y todas ellas se habrán convertido en hechos. Dios ha venido a la tierra durante los últimos días para llevar a cabo el ministerio de la palabra con el fin de que la humanidad pueda conocerle y pueda ver en Su palabra lo que Él es, Su sabiduría y todas Sus obras prodigiosas. Durante la Era del Reino, Dios usa principalmente la palabra para conquistar a toda la humanidad. En el futuro, Su palabra también llegará a cada religión, grupo, nación y denominación; Dios usa la palabra para conquistar, para hacer que todos los hombres vean que Su palabra conlleva autoridad y poder; por tanto, hoy, sólo os enfrentáis a la palabra de Dios.

Las palabras habladas por Dios en esta era son distintas de las que pronunció durante la Era de la Ley y también difieren de las que profirió durante la Era de la Gracia, en la que Dios no llevó a cabo la obra de la palabra, sino que se limitó a describir la crucifixión para redimir a toda la humanidad. La Biblia solo describe la razón por la cual Jesús debía ser crucificado, y el sufrimiento al que fue sometido en la cruz, y cómo el hombre debía ser crucificado para Dios. Durante aquella era, la totalidad de la obra realizada por Dios se centró en la crucifixión. Durante la Era del Reino, Dios encarnado pronuncia palabras para conquistar a todos los que creen en Él. Esto es “la Palabra que aparece en la carne”. Dios ha venido durante los últimos días para llevar a cabo esta obra; es decir, ha venido a manifestar el significado práctico de la Palabra que aparece en la carne. Él sólo pronuncia palabras y rara vez se producen hechos. Esto es la esencia misma de la Palabra que aparece en la carne, y cuando Dios encarnado pronuncia Sus palabras, es la aparición de la Palabra en la carne y la Palabra que se hace carne. “En el comienzo existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios, y la Palabra se hizo carne”.* Esto (la obra de la aparición de la Palabra en la carne) es la obra que Dios llevará a cabo en los últimos días, y es el capítulo final de la totalidad de Su plan de gestión; así, Dios tiene que venir a la tierra y manifestar Sus palabras en la carne. Lo que se hace hoy, lo que se hará en el futuro, lo que Dios realizará, el destino final del hombre, los que serán salvos, los que serán destruidos, etcétera, toda esta obra que debe realizarse al final se ha expuesto con claridad, y su propósito es manifestar el significado práctico de la Palabra que aparece en la carne. Los decretos administrativos y la constitución que se emitieron anteriormente, los que serán destruidos, los que entrarán en el reposo, todas esas palabras deben cumplirse. Se trata de la obra realizada por el Dios encarnado principalmente durante los últimos días. Él hace que las personas comprendan adónde pertenecen los que fueron predestinados por Dios, y adónde pertenecen los que no son predestinados por Él; cómo serán clasificados Su pueblo y Sus hijos, lo que le ocurrirá a Israel y lo que le ocurrirá a Egipto. En el futuro, cada una de estas palabras se cumplirá. El ritmo de la obra de Dios se va acelerando. Dios usa la palabra como el medio para revelarle al hombre lo que se ha de realizar en cada era, lo que el Dios encarnado ha de llevar a cabo durante los últimos días y el ministerio que Él realizará, y todas estas palabras tienen el propósito de manifestar el significado real de la Palabra que aparece en la carne.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Todo se logra por la palabra de Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 37

Dios realiza Su obra en todo el universo. Todos los que creen en Él deben aceptar Su palabra, y comerla y beberla; nadie puede ser ganado por Dios mediante la contemplación de señales y maravillas manifestadas por Dios. A lo largo de las eras, Dios siempre ha usado la palabra para perfeccionar al hombre. Por tanto, no deberíais dedicar toda vuestra atención a señales y prodigios, sino que deberíais esforzaros por ser perfeccionados por Dios. En la Era de la Ley del Antiguo Testamento, Dios pronunció algunas palabras, y, en la Era de la Gracia, Jesús también habló muchas palabras. Después de que Jesús hablara tantas palabras, los apóstoles y discípulos posteriores guiaron a las personas a practicar según los mandamientos decretados por Jesús y experimentaron según las palabras y principios hablados por Él. En los últimos días, Dios usa, principalmente, la palabra para perfeccionar al hombre. No usa señales ni prodigios para oprimir o convencer al hombre. Esto no puede poner de manifiesto el poder de Dios. Si Él solo mostrara señales y prodigios, sería imposible poner de manifiesto Su realidad y, por tanto, sería imposible perfeccionar al hombre. Dios no hace al hombre perfecto con señales y prodigios, sino que usa la palabra para regarlo y pastorearlo, tras lo cual se logra la completa obediencia del ser humano y su conocimiento de Dios. Este es el objetivo de la obra que Él lleva a cabo y de las palabras que pronuncia. Dios no usa el método de la demostración de señales y prodigios para perfeccionar al hombre, sino que usa palabras y muchos métodos diferentes en Su obra para tal menester. Ya sea el refinamiento, el trato, la poda o la provisión de palabras, Dios habla desde muchas perspectivas diferentes para hacer al hombre perfecto y darle un mayor conocimiento de la obra, la sabiduría y la maravilla de Dios. Cuando el hombre sea hecho completo en el momento en el que Dios concluya la era en los últimos días, entonces estará calificado para contemplar señales y prodigios. Cuando llegues a conocer a Dios y seas capaz de obedecerle, haga lo que haga, ya no tendrás ninguna noción sobre Él cuando veas señales y prodigios. Por el momento, eres corrupto e incapaz de obedecer por completo a Dios. ¿Acaso piensas que estás calificado para ver señales y prodigios en este estado? Cuando Él muestra señales y prodigios, ahí es cuando castiga al hombre, y también cuando se produce el cambio de era y, además, cuando la era concluye. Cuando la obra de Dios se lleva a cabo con normalidad, Él no muestra señales ni prodigios. Mostrar señales y prodigios es ridículamente fácil para Él, pero no es el principio de la obra de Dios ni tampoco el objetivo de Su gestión del hombre. Si el hombre viera señales y prodigios, y si el cuerpo espiritual de Dios tuviera que aparecérsele al hombre, ¿no creería todo el mundo en Dios? Ya he dicho antes que un grupo de vencedores es ganado de Oriente: vencedores que proceden de la gran tribulación. ¿Qué significan estas palabras? Significan que estas personas que han sido ganadas sólo obedecieron de verdad después de pasar por el juicio y el castigo, de ser tratados y podados, y tras todo tipo de refinamiento. La fe de estas personas no es vaga ni abstracta, sino práctica. No han visto señales ni prodigios ni milagros; no hablan de letras y doctrinas incomprensibles ni de percepciones profundas, sino que tienen realidad y las palabras de Dios, y un conocimiento verdadero de Su realidad. ¿Acaso un grupo así no es más capaz de poner de manifiesto el poder de Dios? La obra de Dios durante los últimos días es obra práctica. Durante la era de Jesús, Él no vino a perfeccionar al hombre, sino a redimirlo y, por tanto, manifestó algunos milagros para hacer que las personas le siguieran. Y es que Él vino principalmente a completar la obra de la crucifixión, y mostrar señales no formaba parte de la obra de Su ministerio. Realizó tales señales y prodigios para que Su obra fuera más eficaz; era trabajo extra y no representaba la obra de toda la era. Durante la Era de la Ley del Antiguo Testamento, Dios también mostró algunas señales y prodigios, pero la obra que Dios realiza hoy es obra práctica, y, definitivamente, no manifestaría señales y prodigios ahora. Si mostrara señales y prodigios, Su obra práctica se desordenaría, y Él no podría hacer ni una obra más. Si Dios dijera que se usara la palabra para perfeccionar al hombre, pero también mostrara señales y prodigios, ¿quedaría claro, entonces, que el hombre cree de verdad en Él, o no? Dios no hace, pues, tales cosas. En el hombre hay demasiado de religión; Dios ha venido durante los últimos días a expulsar todas las nociones religiosas y las cosas sobrenaturales que hay en el hombre, y a hacer que este conozca la realidad de Dios. Ha venido a quitar la imagen de un Dios que es abstracto e imaginario; una imagen de un Dios que, en otras palabras, no existe en absoluto. Así pues, ¡lo único valioso ahora es que tengas conocimiento de la realidad! La verdad lo supera todo. ¿Cuánta verdad posees hoy? ¿Acaso es Dios todo lo que muestra señales y maravillas? Los espíritus malignos también pueden manifestar señales y prodigios; ¿son, todos ellos, Dios? En su fe en Dios, lo que el hombre busca es la verdad, y lo que persigue es la vida y no señales y prodigios. Este debería ser el objetivo de todos los que creen en Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Todo se logra por la palabra de Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 38

En ese momento, la obra de Jesús era la obra de redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, te redimiría; si creías en Él, dejabas de pertenecer al pecado y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvado y ser justificado por la fe. Sin embargo, en aquellos que creían seguía habiendo algo de rebeldía y oposición a Dios que había que continuar eliminando lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados. Si creías, ya no pertenecías al pecado. En esa época, Jesús llevó a cabo mucha obra incomprensible para Sus discípulos y dijo muchas cosas que las personas no entendieron. Esto se debe a que, en aquel momento, Él no dio ninguna explicación. Por tanto, varios años después de que partiera, Mateo creó una genealogía para Jesús, y otros también hicieron mucha obra que pertenecía a la voluntad del hombre. Jesús no vino a perfeccionar y ganar al hombre, sino a realizar una etapa de la obra: traer el evangelio del reino de los cielos y completar la obra de la crucifixión. Y así, una vez crucificado Jesús, Su obra llegó a un final completo. Pero en la etapa presente —la obra de conquista— deben pronunciarse más palabras, debe realizarse más obra, y debe haber muchos procesos. Deben revelarse, asimismo, los misterios de la obra de Jesús y Jehová, de forma que todas las personas puedan tener entendimiento y claridad en su creencia, porque esta es la obra de los últimos días, y los últimos días son el final de la obra de Dios, el momento de la conclusión de la misma. Esta etapa de la obra esclarecerá para ti la ley de Jehová y la redención de Jesús, y es principalmente así para que puedas entender toda la obra del plan de gestión de Dios de seis mil años, apreciar todo el sentido y la esencia del mismo y entender el propósito de toda la obra realizada por Jesús y las palabras que Él habló, e incluso tu creencia ciega en la Biblia y tu adoración de esta. Todo esto te permitirá entender completamente. Llegarás a entender tanto la obra hecha por Jesús, como la obra de Dios hoy; entenderás y verás toda la verdad, la vida y el camino. En esa etapa de la obra realizada por Jesús, ¿por qué partió Él sin hacer la obra de conclusión? Porque la etapa de Su obra no era la de conclusión. Cuando fue clavado en la cruz, Sus palabras también llegaron a su fin; después de Su crucifixión, Su obra terminó completamente. La etapa presente es distinta: sólo después de que las palabras se hablen hasta el final y concluya toda la obra de Dios, entonces esta habrá terminado. Durante la etapa de la obra de Jesús, quedaron muchas palabras sin decir o no se articularon del todo. Pero a Jesús no le preocupaba lo que dijo o no dijo, porque Su ministerio no era de palabras y, por tanto, partió después de ser clavado en la cruz. Esa etapa de la obra se produjo principalmente en aras de la crucifixión, y es distinta a la etapa actual. La etapa presente de la obra es principalmente para completar, limpiar y llevar toda la obra una conclusión. Si las palabras no se pronuncian hasta su final mismo, no habrá forma de concluir esta obra, porque en esta etapa de la misma toda obra se lleva a su conclusión y se cumple usando palabras. En ese momento, Jesús realizó mucha obra incomprensible para el hombre. Partió en silencio, y hoy siguen habiendo muchos que no entienden Sus palabras, cuyo entendimiento es erróneo aunque ellos crean estar en lo correcto y no saben que están equivocados. La etapa final traerá la obra de Dios a un final completo, y proveerá su conclusión. Todos llegarán a entender y conocer el plan divino de gestión. Las nociones que el hombre tiene en su interior, sus propósitos, su entendimiento erróneo y absurdo, sus nociones sobre la obra de Jehová y Jesús, sus opiniones sobre los gentiles y sus demás desviaciones y errores serán corregidos. Y el hombre entenderá todas las sendas correctas de la vida, toda la obra hecha por Dios y toda la verdad. Cuando eso ocurra, esta etapa de la obra llegará a su fin. La obra de Jehová fue la creación del mundo, el principio; esta etapa de la obra es el final de la misma, la conclusión. Al principio, la obra de Dios se llevó a cabo entre los escogidos de Israel, y fue el comienzo de una nueva época en el más santo de todos los lugares. La última etapa de la obra se lleva a cabo en el más inmundo de todos los países, para juzgar al mundo y poner fin a la era. En la primera etapa, la obra de Dios se llevó a cabo en el más brillante de todos los lugares, y la última etapa tiene lugar en el más oscuro de todos ellos; estas tinieblas serán eliminadas, se traerá la luz y todas las personas serán conquistadas. Cuando las personas de este, el más inmundo y oscuro de todos los lugares, hayan sido conquistadas, y toda la población haya reconocido que hay un Dios, que es el Dios verdadero, y toda persona haya sido totalmente convencida, esta realidad se usará para llevar a cabo la obra de conquista en todo el universo. Esta etapa de la obra es simbólica: una vez que haya finalizado la obra de esta era, la de seis mil años de gestión llegará a un completo final. Una vez conquistados los que pertenecen al lugar más oscuro de los lugares, sobra decir que también ocurrirá lo mismo en todas partes. Por tanto, sólo la obra de conquista en China conlleva un simbolismo significativo. China personifica a todas las fuerzas de las tinieblas, y el pueblo chino representa a todos los que son de la carne, de Satanás, y de la carne y la sangre. El pueblo chino es el que ha sido más corrompido por el gran dragón rojo, el que se opone a Dios con más fuerza, el que tiene una humanidad más vulgar e inmunda y, por tanto, es el arquetipo de toda la humanidad corrupta. Esto no quiere decir que otros países no tengan problemas en absoluto; las nociones del hombre son todas iguales, y aunque las personas de estos países puedan ser de un buen calibre, si no conocen a Dios entonces es que se oponen a Él. ¿Por qué se opusieron también los judíos a Dios y le desafiaron? ¿Por qué se opusieron a Él los fariseos? ¿Por qué traicionó Judas a Jesús? En ese momento, muchos de los discípulos no conocían a Jesús. ¿Por qué, tras ser crucificado y resucitar, las personas seguían sin creer en Él? ¿No es igual la desobediencia del hombre? Simplemente, se hace un ejemplo del pueblo de China, y cuando este sea conquistado sus gentes pasarán a ser modelos y muestras, y servirán de referencia para los demás. ¿Por qué he dicho siempre que sois un apéndice a Mi plan de gestión? Es en el pueblo de China donde la corrupción, la inmundicia, la injusticia, la oposición y la rebeldía se manifiestan de manera más completa y se revelan en todas sus diversas formas. Por un lado, son de pobre calibre, y por otro, sus vidas y su mentalidad son retrógradas, y sus hábitos, su entorno social, su familia de nacimiento son pobres y de lo más atrasado. Su estatus también es bajo. La obra en este lugar es simbólica, y después de que esta obra de prueba se haya llevado a cabo en su totalidad, la obra de Dios subsiguiente será mucho más fácil. Si esta etapa de la misma puede completarse, la subsiguiente no admite discusión. Una vez que esta etapa de la obra se haya cumplido, se habrá logrado por completo un gran éxito, y la obra de conquista a lo largo de todo el universo habrá llegado a su entero fin.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (2)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 39

El nombre de Jesús marcaba el comienzo de la Era de la Gracia. Cuando Jesús empezó a desarrollar Su ministerio, el Espíritu Santo comenzó a dar testimonio del nombre de Jesús, y ya no se habló más del nombre de Jehová. En su lugar el Espíritu Santo inició la nueva obra principalmente bajo el nombre de Jesús. El testimonio de los que creyeron en Él fue dado para Jesucristo, y la obra que hicieron fue también para Jesucristo. La conclusión de la Era de la Ley del Antiguo Testamento significaba que la obra principalmente conducida bajo el nombre de Jehová había llegado a su fin. Después de esto, el nombre de Dios ya no fue más Jehová y pasó a llamarse Jesús; de ahí en adelante el Espíritu Santo comenzó la obra principalmente bajo el nombre de Jesús. Por tanto, si las personas que siguen hoy comiendo y bebiendo las palabras de Jehová y lo siguen haciendo todo de acuerdo con la obra de la Era de la Ley, ¿no estás cumpliendo las reglas a ciegas? ¿No estás estancado en el pasado? Ahora sabéis que los últimos días han llegado. Cuando Jesús venga, ¿se le seguirá llamando Jesús? Jehová le dijo al pueblo de Israel que vendría un Mesías, pero cuando llegó no se le llamó Mesías, sino Jesús. Jesús dijo que vendría de nuevo, y que llegaría tal como partió. Estas fueron Sus palabras, ¿pero presenciaste cómo se fue? Lo hizo sobre una nube blanca, ¿pero volverá en persona entre los hombres sobre una nube blanca? Si eso fuera así, ¿no se le seguiría llamando Jesús? Cuando Él venga de nuevo, la era ya habrá cambiado, entonces ¿se le podría seguir llamando Jesús? ¿Es que solo se conoce a Dios por el nombre de Jesús? ¿No se le podría llamar por un nuevo nombre en una nueva era? ¿Pueden la imagen de una persona y un nombre concreto representar a Dios en Su totalidad? En cada era, Dios hace nueva obra y se le llama por un nuevo nombre; ¿cómo podría hacer Él la misma obra en diferentes eras? ¿Cómo podría aferrarse a lo antiguo? El nombre de Jesús se adoptó para la obra de redención, entonces ¿se le seguiría llamando por el mismo nombre cuando vuelva en los últimos días? ¿Seguiría haciendo Él la obra de redención? ¿Por qué son Jehová y Jesús uno, pero se les llama por nombres diferentes en eras diferentes? ¿Acaso no es porque las eras de Su obra son distintas? ¿Podría un solo nombre representar a Dios en Su totalidad? Siendo esto así, se debe llamar a Dios por un nombre diferente en una era diferente y Él debe usar el nombre para cambiar la era y representarla. Porque ningún nombre puede representar totalmente a Dios mismo y cada nombre sólo puede representar el aspecto temporal del carácter de Dios en una era dada; todo lo que necesita hacer es representar Su obra. Por tanto, Dios puede escoger cualquier nombre que encaje con Su carácter para representar a toda la era. Independientemente de que sea la era de Jehová, o la de Jesús, cada era está representada por un nombre. Después de la Era de la Gracia, la era final ha llegado y Jesús ya ha venido. ¿Cómo se le podría llamar aún Jesús? ¿Cómo podría adoptar aún la forma de Jesús entre los hombres? ¿Has olvidado que Jesús fue sólo la imagen de un nazareno? ¿Has olvidado que Jesús fue sólo el Redentor de la humanidad? ¿Cómo podría Él asumir la obra de conquistar y perfeccionar al hombre en los últimos días? Jesús se marchó en una nube blanca, esto es una realidad, pero ¿cómo podría volver entre los hombres en una nube blanca y seguir llamándose Jesús? Si realmente llegara en una nube, ¿cómo no iba a reconocerlo el hombre? ¿No lo reconocerían las personas de todo el mundo? En ese caso, ¿no sería Dios únicamente Jesús? En ese caso, la imagen de Dios sería la apariencia de un judío, y sería la misma eternamente. Jesús dijo que Él llegaría tal como se fue, pero ¿conoces el verdadero significado de Sus palabras? ¿Pudo realmente habérselo dicho a este grupo que formáis? Sólo sabes que Él llegará tal como se fue en una nube, pero ¿sabes exactamente cómo hace Su obra Dios mismo? Si de verdad fueras capaz de ver, entonces ¿cómo deben explicarse las palabras de Jesús? Él dijo: Cuando el Hijo del hombre venga en los últimos días, Él mismo no sabrá, los ángeles no sabrán, los mensajeros en el cielo no sabrán, y las personas no sabrán. Sólo el Padre sabrá, esto es, sólo el Espíritu sabrá. Ni siquiera el propio Hijo del hombre sabe, ¿y tú eres capaz de ver y saber? Si tú fueras capaz de saberlo y verlo con tus propios ojos, ¿acaso estas palabras no se habrán dicho en vano? ¿Y qué dijo Jesús en ese momento? “Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre. Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. […] Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre”. Cuando llegue ese día, el Hijo del hombre no lo sabrá. El Hijo del hombre se refiere a la carne encarnada de Dios, una persona normal y corriente. Ni siquiera el propio Hijo del hombre lo sabe; así pues, ¿cómo podrías saberlo tú? Jesús dijo que llegaría tal como partió. Ni siquiera Él sabe cuándo llegará, ¿cómo podría informarte entonces de antemano? ¿Eres capaz de ver Su llegada? ¿No es eso una broma?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (3)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 40

Cada vez que Dios llegue a la tierra, cambiará Su nombre, Su género, Su imagen, y Su obra; Él no repite Su obra, y siempre es nuevo y nunca viejo. Cuando vino anteriormente, se le llamó Jesús; ¿se le podría seguir llamando Jesús cuando venga de nuevo esta vez? Cuando vino anteriormente, era un varón; ¿podría ser de nuevo un varón esta vez? Cuando vino durante la Era de la Gracia Su obra fue ser clavado en la cruz; ¿seguirá redimiendo a la humanidad del pecado cuando venga de nuevo esta vez? ¿Volverá a ser clavado en una cruz? ¿No sería eso una repetición de Su obra? ¿No sabías que Dios es siempre nuevo y nunca viejo? Están aquellos que dicen que Dios es inmutable. Eso es correcto, pero se refiere a la inmutabilidad del carácter y la esencia de Dios. Los cambios en Su nombre y obra no demuestran que Su esencia se haya alterado; en otras palabras, Dios siempre será Dios, y esto nunca cambiará. Si dices que la obra de Dios siempre permanece igual, ¿sería entonces capaz de terminar Su plan de gestión de seis mil años? Sólo sabes que Dios es eternamente inmutable, ¿pero sabes que Él es siempre nuevo y nunca viejo? Si la obra de Dios nunca cambió, ¿podría haber traído a la humanidad hasta hoy? Si Dios es inmutable, ¿por qué ha hecho ya la obra de dos eras? Su obra siempre está progresando hacia adelante, es decir, Su carácter se manifiesta gradualmente al hombre y lo que se revela es Su carácter inherente. En el principio, el carácter de Dios se escondió del hombre. Él nunca reveló abiertamente Su carácter al hombre, y este simplemente no tenía conocimiento de Él. Por ello, usó Su obra para revelar poco a poco Su carácter al hombre, pero esto no significa que este cambie en cada era. No es el caso que el carácter de Dios esté cambiando constantemente, porque Su voluntad siempre lo esté haciendo, sino que al ser diferentes las eras de Su obra, Su carácter inherente se revela poco a poco al hombre en su totalidad, de forma que este pueda conocerle. Pero esto no demuestra en absoluto que Dios no tenga originalmente un carácter particular y que este haya ido cambiando de forma gradual con el paso de las eras; ese entendimiento es erróneo. Dios le revela al hombre Su carácter inherente y particular, lo que Él es, de acuerdo con el paso de las eras. La obra de una sola era no puede expresar todo el carácter de Dios. Por tanto, las palabras “Dios es siempre nuevo y nunca viejo” hacen referencia a Su obra, y las palabras “Dios es inmutable” tienen relación con lo que Dios inherentemente tiene y es. En cualquier caso, no puedes hacer que la obra de seis mil años dependa de un solo punto, ni puedes circunscribirla con simples palabras muertas. Tal es la estupidez del hombre. Dios no es tan simple como el hombre imagina, y Su obra no puede detenerse en una era. Jehová, por ejemplo, no puede representar siempre el nombre de Dios; Él también puede hacer Su obra bajo el nombre de Jesús. Esto es una señal de que la obra de Dios siempre progresa hacia adelante.

Dios es siempre Dios, y nunca se volverá Satanás; Satanás siempre es Satanás, y nunca se volverá Dios. La sabiduría, lo maravilloso, la justicia y la majestad de Dios nunca cambiarán. Su esencia y lo que Él tiene y es nunca cambiarán. Sin embargo, Su obra siempre está progresando hacia adelante y siempre va profundizando, porque Él siempre es nuevo y nunca viejo. En cada era Dios adopta un nuevo nombre, hace una obra nueva y permite a Sus criaturas ver Su nueva voluntad y Su nuevo carácter. Si las personas no ven la expresión del nuevo carácter de Dios en la nueva era, ¿acaso no lo clavarían eternamente en la cruz? Y al hacerlo, ¿no definirían a Dios? Si Él sólo se encarnara como varón, las personas lo definirían como tal, como el Dios de los hombres, y nunca creerían que es el Dios de las mujeres. Entonces, los hombres creerían que Dios es del mismo género que los hombres, que Él es la cabeza de los hombres; ¿y qué hay de las mujeres? Esto es injusto; ¿no es un trato preferencial? Si fuera el caso, todos aquellos a quienes Dios salvó serían hombres como Él, y no habría salvación para las mujeres. Cuando Dios creó a la humanidad, creó a Adán y a Eva. No sólo creó a Adán, sino que hizo tanto al varón como a la mujer a Su imagen. Dios no es sólo el Dios de los hombres, también lo es de las mujeres. Él entra en una nueva etapa de la obra en los últimos días. Él revelará más de Su carácter, y no será la compasión y el amor de la época de Jesús. Como tiene una obra nueva, esta irá acompañada por un nuevo carácter. Por tanto, si esta obra fuera realizada por el Espíritu, si Dios no se hiciera carne, sino que el Espíritu hablara directamente por medio del trueno, de forma que el hombre no tuviera contacto alguno con Él, ¿conocería el hombre Su carácter? Si sólo el Espíritu hiciera la obra, el hombre no tendría forma de conocer Su carácter. Las personas sólo pueden ver el carácter de Dios con sus propios ojos cuando Él se hace carne, cuando la Palabra aparece en la carne, y Él expresa todo Su carácter por medio de la carne. Dios vive de verdad en medio del hombre. Él es tangible; el hombre puede tener contacto realmente con Su carácter y lo que Él tiene y es; solo de esta forma puede el hombre conocerlo verdaderamente. Al mismo tiempo, Dios también ha completado Su obra en la que “Dios es el Dios de hombres y el Dios de las mujeres”, y ha cumplido la totalidad de Su obra en la carne.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (3)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 41

La obra de Dios es perfectamente clara a lo largo de toda Su gestión: la Era de la Gracia es la Era de la Gracia, y los últimos días son los últimos días. Existen claras diferencias entre cada era, porque en cada una de ellas Dios hace una obra que representa a esa era. Para que se lleve a cabo la obra de los últimos días, debe haber fuego, juicio, castigo, ira y destrucción que pondrán fin a la era. Los últimos días se refieren a la era final. Durante esta, ¿no pondrá Dios fin a la era? Para finalizar la era, Dios debe traer consigo castigo y juicio. Sólo así puede Él poner fin a la era. El propósito de Jesús era que el hombre pudiera seguir existiendo, viviendo y que pudiera hacerlo de una manera mejor. Él salvó al hombre del pecado para que este cesara la depravación constante y no viviese ya en el Hades y el infierno, y salvando al hombre de estos le permitió seguir viviendo. Ahora, los últimos días han llegado. Él aniquilará al hombre, lo destruirá por completo, lo que significa que cambiará la desobediencia del hombre. Por tanto, el carácter compasivo y amoroso de Dios en tiempos pasados sería incapaz de finalizar la era, y de completar el plan de gestión de seis mil años. Cada era presenta una representación especial del carácter de Dios, y cada una contiene la obra que Él debería realizar. Así, la obra realizada por Dios mismo en cada era contiene la expresión de Su verdadero carácter, Su nombre y la obra que hace cambian con la era; son todos nuevos. Durante la Era de la Ley, la obra de guiar a la humanidad se realizó bajo el nombre de Jehová, y la primera etapa de la obra se llevó a cabo en la tierra. La obra de esta etapa fue edificar el templo y el altar, y usar la ley para guiar al pueblo de Israel y obrar en medio de él. Guiando al pueblo de Israel, Él lanzó una base para Su obra en la tierra. Desde allí expandió Su obra más allá de Israel, es decir que, comenzando desde Israel la difundió hacia fuera, de forma que generaciones posteriores llegaron gradualmente a saber que Jehová era Dios, y que Él había creado los cielos, la tierra y todas las cosas, que había hecho a todas las criaturas. Él difundió Su obra por medio del pueblo de Israel hacia afuera de sí mismo, cuya tierra fue el primer lugar santo de la obra terrenal de Jehová, y la primera obra de Dios sobre la tierra se realizó por todo el territorio de Israel. Esa fue la obra de la Era de la Ley. En la Era de la Gracia, Jesús fue el Dios que salvó al hombre. Lo que Él tenía y era, es decir, gracia, amor, compasión, templanza, paciencia, humildad, cuidado y tolerancia, y gran parte de la obra que Él hizo fue en aras de la redención del hombre. En cuanto a Su carácter, era de compasión y amor, y por ser compasivo y amoroso tuvo que ser clavado en la cruz por el hombre, a fin de mostrar que Dios amaba al hombre como a sí mismo, hasta el punto de sacrificarse en Su totalidad. Durante la Era de la Gracia, el nombre de Dios fue Jesús, que indica que Dios era un Dios que salvó al hombre, y que era compasivo y amoroso. Él estaba con el hombre. Su amor, Su compasión y Su salvación acompañaron a cada persona. El hombre sólo podía obtener paz y gozo, recibir Su bendición, Sus inmensas y numerosas gracias, y Su salvación si aceptaba el nombre de Jesús y Su presencia. A través de la crucifixión de Jesús, todos aquellos que lo siguieron recibieron la salvación y se les perdonaron sus pecados. Durante la Era de la Gracia, el nombre de Dios fue Jesús. En otras palabras, la obra de la Era de la Gracia se realizó principalmente bajo el nombre de Jesús. Durante la Era de la Gracia, a Dios se le llamó Jesús. Él hizo nueva obra más allá del Antiguo Testamento, y esta terminó con la crucifixión; esa fue la totalidad de Su obra. Por tanto, durante la Era de la Ley, el nombre de Dios fue Jehová, y en la Era de la Gracia el nombre de Jesús representaba a Dios. Durante los últimos días, Su nombre es Dios Todopoderoso, el Todopoderoso, y usa Su poder para guiar al hombre, conquistarlo, ganarlo y, finalmente, concluir la era. En cada era, en cada etapa de Su obra, el carácter de Dios es evidente.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (3)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 42

¿Podría el nombre de Jesús —“Dios con nosotros”— representar el carácter de Dios en su totalidad? ¿Podría articular por completo a Dios? Si el hombre afirma que a Dios sólo se le puede llamar Jesús y no puede tener ningún otro nombre, porque no puede cambiar Su carácter, ¡tales palabras son una blasfemia! ¿Crees que el nombre de Jesús —Dios con nosotros— puede representar a Dios en Su totalidad? A Dios se le puede llamar por muchos nombres, pero entre todos estos no hay uno que pueda englobar todo lo que Él tiene, ninguno puede representarlo plenamente. Por tanto, Dios tiene muchos nombres, pero estos no pueden articular por completo el carácter de Dios, que es demasiado rico y supera el conocimiento del hombre. El lenguaje humano es incapaz de englobar del todo a Dios. El hombre tiene un vocabulario limitado con el que abarca todo lo que conoce del carácter divino: grande, honorable, maravilloso, inimaginable, supremo, santo, justo, sabio, etc. ¡Demasiadas palabras! Tan limitado léxico es incapaz de describir lo poco que el hombre ha presenciado del carácter de Dios. Más adelante, muchos añadieron más palabras para describir mejor el fervor de sus corazones: ¡Dios es tan grande! ¡Dios es tan santo! ¡Dios es tan amoroso! Hoy, tales dichos humanos han alcanzado su punto álgido, pero el hombre sigue siendo incapaz de expresarse a sí mismo con claridad. Por tanto, para el hombre Dios tiene muchos nombres, aunque no tiene uno solo, y esto se debe a que el ser de Dios es demasiado abundante, y el lenguaje del hombre demasiado inadecuado. Una palabra o nombre particular no tendría poder para representar a Dios en Su totalidad. ¿Crees que puede Él, pues, adoptar un nombre fijo? Dios es tan grande y tan santo, ¿por qué no le permites cambiar Su nombre cada nueva era? Por ello, en cada era que Dios realiza personalmente Su propia obra, usa un nombre que encaje con la era para condensar la obra que hace. Él usa este nombre particular, uno que posee una importancia temporal, para representar Su carácter en dicha era. Este es Dios que usa el lenguaje de la humanidad para expresar Su propio carácter. Aun así, muchas personas que han tenido experiencias espirituales y han visto a Dios personalmente, siguen sintiendo que un nombre concreto es incapaz de representarlo en Su totalidad —¡qué triste que esto no pueda evitarse!— así que el hombre ya no se dirige a Dios con un nombre y simplemente le dicen “Dios”. Sus corazones parecen llenos de amor, aunque también parecen plagados de contradicciones, porque no saben cómo explicar a Dios. Lo que Dios es es demasiado abundante y sencillamente no hay forma de describirlo. No hay un solo nombre que pueda resumir Su carácter ni describir todo lo que Él tiene y es. Si alguien me pregunta: “¿Qué nombre usas exactamente?”, Yo le diré: “¡Dios es Dios!”. ¿Acaso no es este el mejor nombre para Dios? ¿No es el mejor reflejo del carácter de Dios? Si es así, ¿por qué dedicáis tanto esfuerzo buscando el nombre de Dios? ¿Para qué os estrujáis el cerebro, dejáis de comer y de dormir sólo por un nombre? Llegará un día en el que no se le llamará a Dios Jehová, Jesús o el Mesías; será tan sólo llamado el Creador. En ese momento, todos los nombres que adoptó en la tierra acabarán, porque Su obra en la tierra habrá tocado a su fin, y después de ello Él no tendrá nombre. Cuando todas las cosas pasen a estar bajo el dominio del Creador, ¿para qué llamarle por un nombre altamente adecuado, aunque incompleto? ¿Sigues buscando ahora el nombre de Dios? ¿Te atreves todavía a decir que a Dios sólo se le puede llamar Jehová? ¿Te atreves todavía a decir que a Dios sólo se le puede llamar Jesús? ¿Puedes llevar el pecado de blasfemia contra Dios? Deberías saber que, originalmente, Dios no tenía nombre. Sólo adoptó uno, dos, o muchos, porque tenía una obra que hacer y tenía que gestionar a la humanidad. Cualquiera que sea el nombre por el que se le llame, ¿no lo escoge Él libremente? ¿Acaso te necesita Él a ti, una de sus creaciones, para decidirlo? El nombre por el cual se llama a Dios es acorde a lo que el hombre puede recibir y a su lenguaje, pero este nombre no puede ser condensado por él. Sólo puedes decir que hay un Dios en el cielo, que se le llama Dios, que es Dios mismo con gran poder, que es tan sabio, tan elevado, tan maravilloso, tan misterioso, tan todopoderoso, pero no puedes decir nada más; esto es lo poco que sabes. De este modo, ¿puede el nombre de Jesús solo representar a Dios mismo? Cuando lleguen los últimos días, aunque sigue siendo Dios quien realiza Su obra, Su nombre tiene que cambiar, porque es una era diferente.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (3)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 43

Cuando Jesús vino a realizar Su obra, fue bajo la dirección del Espíritu Santo; hizo lo que el Espíritu Santo quiso, y no fue según la Era de la Ley del Antiguo Testamento ni de acuerdo con la obra de Jehová. Aunque la obra que Jesús vino a llevar a cabo no fue cumplir con las leyes o con los mandamientos de Jehová, Su fuente era la misma. La obra que Jesús hizo representó el nombre de Jesús y la Era de la Gracia; la obra hecha por Jehová le representaba a Él y la Era de la Ley. Su obra fue la de un solo Espíritu en dos eras distintas. La obra que Jesús hizo sólo podía representar a la Era de la Gracia, y la de Jehová a la Era de la Ley del Antiguo Testamento. Jehová sólo guio al pueblo de Israel y Egipto, y todas las naciones más allá de Israel. La obra de Jesús, en la Era de la Gracia del Nuevo Testamento, fue la obra de Dios bajo el nombre de Jesús mientras guio la era. Si afirmas que la obra de Jesús se basó en la de Jehová, y que no llevó a cabo ninguna obra nueva, y que todo lo que hizo fue según las palabras y la obra de Jehová y las profecías de Isaías, entonces Jesús no fue Dios hecho carne. Si Él dirigió Su obra de esta forma, fue un apóstol o un obrero de la Era de la Ley. Si es como tú dices, Jesús no pudo abrir una era ni pudo hacer otra obra. Del mismo modo, el Espíritu Santo debe realizar principalmente Su obra por medio de Jehová; excepto a través de Jehová, el Espíritu Santo no podía realizar ninguna nueva obra. El hombre se equivoca al considerar la obra de Jesús de este modo. Si el hombre cree que la obra hecha por Jesús fue según las palabras de Jehová y las profecías de Isaías, ¿era Jesús entonces Dios encarnado o un profeta? Según este criterio, no hubo Era de Gracia y Jesús no fue la encarnación de Dios, porque la obra que realizó no podía representar a la Era de la Gracia, sino sólo a la Era de la Ley del Antiguo Testamento. Sólo pudo haber una nueva era cuando Jesús vino a hacer una nueva obra, a inaugurar una nueva era, a romper con la obra que había hecho con anterioridad en Israel; esta obra no la condujo según la que Jehová hizo en Israel ni con Sus viejas reglas o de acuerdo con norma alguna, sino llevando a cabo la nueva obra que debía hacer. Dios mismo viene a iniciar una era y también viene a poner fin a esa era. El hombre es incapaz de realizar la obra de comenzar una era y concluirla. Si Jesús no hubiera llevado a su fin la obra de Jehová después de haber venido, esto habría demostrado que era meramente un hombre y que no fue capaz de representar a Dios. Precisamente porque Jesús vino y acabó la obra de Jehová, continuó la obra de Jehová y, aún más, llevó a cabo Su propia obra, una nueva, esto demuestra que esta fue también una nueva era y que Jesús era Dios mismo. Hicieron dos etapas claramente distintas de obra. Una fase se llevó a cabo en el templo y la otra fuera de este. Una etapa consistió en dirigir la vida del hombre según la ley, y la otra en ofrecer una ofrenda por el pecado. Ambas eran inequívocamente diferentes; esta es la división de la nueva y la vieja era, ¡y no hay error en afirmar que son dos eras diferentes! La ubicación, el contenido y el objetivo de Su obra eran diferentes. Por ello, se pueden dividir en dos eras: el Nuevo y el Antiguo Testamento, es decir, la nueva y la vieja era. Cuando Jesús vino no entró al templo, lo que demuestra que la era de Jehová había acabado. No entró al templo, porque la obra de Jehová en este había terminado y no necesitaba realizarse de nuevo. Hacerlo sería repetirla. Sólo abandonando el templo, comenzando una nueva obra y abriendo un nuevo camino fuera de él pudo llevar la obra de Dios a su cénit. De no haber salido del templo para realizar Su obra, la obra de Dios se habría paralizado sobre la base del templo y nunca hubiera habido nuevos cambios. Así, cuando Jesús vino, no entró al templo ni llevó a cabo allí Su obra. La realizó fuera de este y la hizo con libertad, guiando a los discípulos. Que Dios se marchara del templo para hacer Su obra significaba que Él tenía un nuevo plan. Su obra debía llevarse a cabo fuera del templo, y tenía que ser una obra nueva no limitada en su forma de implementarse. La llegada de Jesús puso fin a la obra que Jehová había realizado durante la era del Antiguo Testamento. Aunque llevaban nombres distintos, ambas etapas de la obra fueron realizadas por un mismo Espíritu, y la obra realizada fue continua. Al tener un nombre distinto y como el contenido de la obra era diferente, la era también lo fue. Cuando Jehová vino, fue Su era, y cuando vino Jesús, fue la suya. Así, cada vez que Dios viene, se le llama por un nombre, representa una era y abre una nueva senda; y en cada nuevo camino, adopta un nuevo nombre que demuestra que Dios es siempre nuevo y nunca viejo, y que Su obra está en constante progreso hacia adelante. La historia progresa siempre hacia adelante, y la obra de Dios también. Para que Su plan de gestión de seis mil años alcance su fin, debe seguir progresando. Cada día, cada año, Él debe realizar obra nueva; debe abrir nuevas sendas, iniciar nuevas eras, iniciar obra nueva y mayor, y junto con estas cosas, traer nuevos nombres y nueva obra.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (3)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 44

“Jehová” es el nombre que adopté durante Mi obra en Israel y significa el Dios de los israelitas (el pueblo escogido de Dios) que puede tener compasión del hombre, maldecirlo y guiar su vida; el Dios que posee gran poder y está lleno de sabiduría. “Jesús” es Emanuel, que significa la ofrenda por el pecado que está llena de amor, de compasión y que redime al hombre. Él hizo la obra de la Era de la Gracia y la representa, y solo puede representar una parte de la obra del plan de gestión. Es decir, solo Jehová es el Dios del pueblo escogido de Israel, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, el Dios de Moisés y el Dios de todo el pueblo de Israel. Y así, en la era presente, todos los israelitas, excepto el pueblo judío, adoran a Jehová. Le hacen sacrificios en el altar y le sirven en el templo llevando las túnicas de los sacerdotes. Lo que esperan es la reaparición de Jehová. Solo Jesús es el Redentor de la humanidad, y Él es la ofrenda por el pecado que redimió a la humanidad del pecado. Es decir, el nombre de Jesús vino de la Era de la Gracia y surgió debido a la obra de redención en la Era de la Gracia. El nombre de Jesús llegó a existir para permitir que las personas de la Era de la Gracia renacieran y fueran salvadas, y es un nombre particular para la redención de toda la humanidad. Así, el nombre de Jesús representa la obra de la redención y denota la Era de la Gracia. El nombre de Jehová es un nombre particular para el pueblo de Israel que vivía bajo la ley. En cada era y etapa de la obra, Mi nombre no carece de fundamento, sino que tiene un sentido representativo: cada nombre representa una era. “Jehová” representa la Era de la Ley y es el título honorífico por el que el pueblo de Israel llamaba al Dios al que adoraban. “Jesús” representa la Era de la Gracia y es el nombre del Dios de todos aquellos que fueron redimidos durante la Era de la Gracia. Si el hombre sigue anhelando la llegada de Jesús el Salvador durante los últimos días, y sigue esperando que llegue con la imagen con la que apareció en Judea, entonces todo el plan de gestión de seis mil años se habría detenido en la Era de la Redención y no podría haber progresado más. Además, los últimos días nunca llegarían y la era nunca acabaría. Esto se debe a que Jesús el Salvador es solo para la redención y salvación de la humanidad. Yo adopté el nombre de Jesús solo por el bien de todos los pecadores en la Era de la Gracia, pero no es el nombre por el cual llevaré a su fin a toda la humanidad. Aunque Jehová, Jesús y el Mesías representan todos a Mi Espíritu, estos nombres solo denotan las diferentes eras de Mi plan de gestión y no me representan en Mi totalidad. Los nombres por los cuales me llaman las personas en la tierra no pueden expresar todo Mi carácter y todo lo que Yo soy. Son simplemente nombres diferentes por los que se me llama durante las diferentes eras. Así pues, cuando la era final —la era de los últimos días— llegue, Mi nombre cambiará de nuevo. No se me llamará Jehová o Jesús, mucho menos el Mesías; se me llamará el potente Dios Todopoderoso mismo y bajo este nombre pondré fin a toda la era. Una vez se me conoció como Jehová. También se me llamó el Mesías, y las personas me llamaron una vez Jesús el Salvador con amor y aprecio. Hoy, sin embargo, ya no soy el Jehová o el Jesús que las personas conocieron en tiempos pasados; Yo soy el Dios que ha regresado en los últimos días, el que pondrá fin a la era. Soy el Dios mismo que surge del extremo de la tierra, repleto de todo Mi carácter y lleno de autoridad, honor y gloria. Las personas nunca se han relacionado conmigo, nunca me han conocido y siempre han sido ignorantes de Mi carácter. Desde la creación del mundo hasta hoy, ni una sola persona me ha visto. Este es el Dios que se le aparece al hombre en los últimos días, pero que está oculto entre los hombres. Él mora entre los hombres, verdadero y real, como el sol ardiente y la llama abrasadora, lleno de poder y rebosante de autoridad. No hay una sola persona o cosa que no será juzgada por Mis palabras y ni una sola persona o cosa que no será purificada por el fuego ardiente. Finalmente, todas las naciones serán bendecidas debido a Mis palabras y también serán hechas pedazos debido a ellas. De esta forma, todas las personas durante los últimos días verán que Yo soy el Salvador que ha regresado, y que Yo soy el Dios Todopoderoso que conquista a toda la humanidad. Y todos verán que una vez fui la ofrenda por el pecado para el hombre, pero que en los últimos días también me convierto en las llamas del sol que incineran todas las cosas, así como el Sol de la justicia que revela todas las cosas. Esta es Mi obra en los últimos días. Tomé este nombre y soy poseedor de este carácter para que todas las personas puedan ver que Yo soy un Dios justo, el sol ardiente, la llama abrasadora, y que todos puedan adorarme, al único Dios verdadero, y para que puedan ver Mi verdadero rostro: no soy solo el Dios de los israelitas ni soy solo el Redentor, soy el Dios de todas las criaturas en todos los cielos, la tierra y los mares.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”

Palabras diarias de Dios  Fragmento 45

Si el Salvador llegara durante los últimos días y se le siguiera llamando Jesús y naciera de nuevo en Judea e hiciera Su obra allí, entonces esto demostraría que Yo solo creé y redimí al pueblo de Israel y que no tengo nada que ver con los gentiles. ¿No contradiría esto Mis palabras de que “Yo soy el Señor que creó los cielos y la tierra y todas las cosas”? Dejé Judea y hago Mi obra entre los gentiles porque no soy solamente el Dios del pueblo de Israel, sino el Dios de todas las criaturas. Aparezco entre los gentiles durante los últimos días porque Yo no solo soy Jehová, el Dios del pueblo de Israel, sino, además, porque Yo soy el Creador de todos Mis escogidos entre los gentiles. No solo creé a Israel, Egipto y Líbano, sino a todas las naciones gentiles más allá de Israel. Debido a esto, Yo soy el Señor de todas las criaturas. Simplemente usé Israel como el punto de partida para Mi obra, empleé Judea y Galilea como las fortalezas de Mi obra de redención y ahora uso las naciones gentiles como la base sobre la que pondré fin a toda la era. Hice dos etapas de la obra en Israel (estas dos etapas de la obra son la Era de la Ley y la Era de la Gracia) y he estado llevando a cabo dos etapas más de la obra (la Era de la Gracia y la Era del Reino) a por todas las naciones más allá de Israel. Entre las naciones gentiles haré la obra de conquista y concluiré así la era. Si el hombre siempre me llama Jesucristo, pero no sabe que he comenzado una nueva era durante los últimos días y que me he embarcado en una nueva obra, y si el hombre continúa obsesivamente a la espera de la llegada de Jesús el Salvador, entonces llamaré a las personas como estas las que no creen en Mí; son personas que no me conocen y su creencia en Mí es falsa. ¿Podrían tales personas ser testigos de la llegada de Jesús el Salvador desde el cielo? Lo que esperan no es Mi llegada sino la llegada del Rey de los judíos. No anhelan que Yo aniquile este viejo mundo impuro, sino que anhelan la segunda venida de Jesús en la cual serán redimidos. Esperan que Jesús redima una vez más a toda la humanidad de esta tierra inmunda e injusta. ¿Cómo pueden tales personas convertirse en quienes completen Mi obra en los últimos días? Los deseos del hombre son incapaces de cumplir Mis deseos o de completar Mi obra, porque el hombre simplemente admira o aprecia el recuerdo de la obra que he hecho antes y no tiene idea de que Yo soy el Dios mismo que siempre es nuevo y nunca viejo. El hombre solo sabe que Yo soy Jehová y Jesús, y no tiene ni idea de que Yo soy Aquel de los últimos días, quien pondrá fin a la humanidad. Todo lo que el hombre anhela y conoce proviene de sus propias nociones y es simplemente lo que puede ver con sus propios ojos. No está en consonancia con la obra que Yo hago sino en discordancia con ella. Si Mi obra se condujera de acuerdo con las ideas del hombre, entonces, ¿cuándo terminaría? ¿Cuándo entraría la humanidad en el reposo? ¿Y cómo podría Yo entrar en el séptimo día, en el Sabbat? Yo obro según Mi plan y Mi propósito, no según las intenciones del hombre.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”

Anterior: Introducción

Siguiente: La aparición y la obra de Dios

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

Ajustes

  • Texto
  • Temas

Colores lisos

Temas

Fuente

Tamaño de fuente

Interlineado

Interlineado

Ancho de página

Índice

Buscar

  • Buscar en este texto
  • Buscar en este libro