Acerca de los apelativos y la identidad
Si deseas ser apto para que Dios te use, debes conocer la obra de Dios; debes conocer la obra que Él hizo anteriormente (en el Nuevo y Antiguo Testamento) y, además, debes conocer Su obra actual, es decir, debes conocer las tres etapas de la obra de Dios realizada a lo largo de los 6000 años. Si se te pide que difundas el evangelio, no serás capaz de hacerlo sin conocer la obra de Dios. Tal vez alguien te pregunte acerca de lo que vuestro Dios ha dicho sobre la Biblia, el Antiguo Testamento y la obra de Jesús y las palabras de esa época. Si no puedes hablar de las entrañas de la historia de la Biblia, entonces no serán convencidos. En aquel entonces, Jesús hablaba mucho del Antiguo Testamento con Sus discípulos. Todo lo que leían era del Antiguo Testamento; el Nuevo Testamento sólo fue escrito varias décadas después de que Jesús fuera crucificado. Para difundir el evangelio deberíais comprender principalmente la verdad interna de la Biblia y la obra de Dios en Israel, que es la obra llevada a cabo por Jehová y también debéis entender la obra realizada por Jesús. Estos son los asuntos que más preocupan a las personas y de lo que no han oído hablar es de las entrañas de la historia de esas dos etapas de la obra. Cuando difundáis el evangelio, dejad primero de lado el hablar de la obra actual del Espíritu Santo. Esta etapa de la obra está fuera del alcance de las personas, porque lo que buscáis es lo más elevado de todo: un conocimiento de Dios y de la obra del Espíritu Santo, y nada es más excelso que estas dos cosas. Si hablas primero de lo que es elevado, será mucho para ellas, porque nadie ha experimentado esa obra del Espíritu Santo; no tiene precedente y no es fácil que ellas la acepten. Sus experiencias son cosas viejas del pasado, con alguna obra ocasional del Espíritu Santo. Lo que experimentan no es la obra actual del Espíritu Santo o las intenciones de Dios hoy. Siguen actuando de acuerdo a viejas prácticas, sin una nueva luz o nuevas cosas.
En la era de Jesús, el Espíritu Santo principalmente llevó a cabo Su obra en Jesús, mientras los que servían a Jehová vistiendo túnicas sacerdotales en el templo lo hacían con una lealtad inquebrantable. También ellos tenían la obra del Espíritu Santo, pero eran incapaces de captar las intenciones presentes de Dios y simplemente se mantenían fieles a Jehová de acuerdo con las viejas prácticas y estaban sin una nueva guía. Jesús vino y trajo una nueva obra, pero las personas que servían en el templo no tenían una nueva guía ni una nueva obra. Sirviendo en el templo simplemente podían mantener las viejas prácticas y sin abandonar el templo, simplemente eran incapaces de tener una nueva entrada. Jesús trajo la nueva obra y Él no entró en el templo para llevarla a cabo. Él sólo realizó Su obra fuera del templo, porque el alcance de la obra de Dios había cambiado mucho antes. Él no obró dentro del templo y cuando el hombre le servía a Dios allí solo lo hacía para mantener las cosas como estaban sin poder traer ninguna obra nueva. De igual forma, las personas religiosas siguen adorando a la Biblia en la actualidad. Si les difundes el evangelio, ellas te arrojarán detalles insignificantes de las palabras de la Biblia y encontrarán muchas pruebas, dejándote perplejo y sin palabras; entonces te pondrán una etiqueta y pensarán que, eres un insensato en tu fe. Dirán: “Ni siquiera conoces la Biblia, la palabra de Dios, ¿cómo puedes decir entonces que crees en Dios?”. Después ellas te menospreciarán y también dirán: “Si Aquel en quien creéis es Dios, ¿por qué no os lo cuenta todo acerca del Antiguo y el Nuevo Testamento? Dado que Él ha traído Su gloria desde Israel hasta Oriente, ¿por qué no conoce Él la obra realizada en Israel? ¿Por qué no conoce Él la obra de Jesús? Si no lo sabéis, eso demuestra que Él no os lo ha dicho; si Él es la segunda encarnación de Jesús, ¿cómo no iba a saber estas cosas? Jesús conocía la obra realizada por Jehová; ¿cómo no iba a conocerla Él?”. Cuando llegue el momento, todas esas personas te harán estas preguntas. Sus cabezas están llenas de tales cosas; ¿cómo no iban a preguntar? Aquellos de vosotros que están dentro de esta corriente no se centran en la Biblia, porque vosotros os habéis mantenido al corriente de la obra paso a paso realizada por Dios hoy, habéis sido testigos con vuestros propios ojos de esta obra paso a paso, y habéis observado claramente las tres etapas de la obra y por eso habéis tenido que dejar la Biblia y cesar de estudiarla. Pero ellas no pueden dejar de estudiarla, porque no tienen conocimiento de esta obra paso a paso. Algunas personas preguntarán: “¿Cuál es la diferencia entre la obra llevada a cabo por Dios encarnado y la de los profetas y apóstoles del pasado? A David también lo llamaban el Señor, como también a Jesús; aunque las obras que ellos realizaron fueron diferentes, los llamaron igual. Dime, ¿por qué sus identidades no eran la misma? Lo que Juan presenció fue una visión, una que también vino del Espíritu Santo, y él fue capaz de decir las palabras que el Espíritu Santo pretendía decir; ¿por qué era la identidad de Juan diferente de la de Jesús?”. Las palabras habladas por Jesús eran capaces de representar totalmente a Dios y representaban totalmente la obra de Dios. Lo que Juan vio era una visión y él fue incapaz de representar completamente la obra de Dios. ¿Por qué es que Juan, Pedro y Pablo hablaron muchas palabras —tal como lo hizo Jesús— pero no tienen la misma identidad que Jesús? Esto se debe principalmente a que la obra que realizaron era diferente. Jesús representaba al Espíritu de Dios y era el Espíritu de Dios obrando directamente. Él llevó a cabo la obra de la nueva era, la que nadie había realizado antes. Él abrió un nuevo camino, representó a Jehová y representó a Dios mismo, mientras que Pedro, Pablo y David, independientemente de cómo se les llamara, sólo representaban la identidad de un ser creado y fueron enviados por Jesús o Jehová. Así pues, no importa cuánta obra ellos llevaran a cabo ni cuán grandes los milagros que hicieran, seguían siendo sólo seres creados, incapaces de representar al Espíritu de Dios. Obraban en el nombre de Dios o después de que Él los enviase; además, obraban en las eras comenzadas por Jesús o Jehová y no hicieron ninguna otra obra. Después de todo, ellos eran simplemente seres creados. En el Antiguo Testamento muchos profetas hablaron predicciones o escribieron libros de profecía. Nadie dijo que fueran Dios, pero tan pronto como Jesús comenzó a obrar, el Espíritu de Dios dio testimonio de Él como Dios. ¿Por qué ocurre esto? ¡A estas alturas ya deberías saberlo! Antes, los apóstoles y los profetas escribieron diversas epístolas e hicieron muchas profecías. Más adelante, las personas escogieron algunas de ellas para incluirlas en la Biblia y otras se perdieron. Ya que hay personas que dicen que todo lo que esos apóstoles y profetas dijeron vino del Espíritu Santo, ¿por qué una parte de ello se considera buena, y otra parte mala? ¿Y por qué se escogieron algunas y otras no? Si fueran realmente las palabras habladas por el Espíritu Santo, ¿sería necesario que las personas las seleccionaran? ¿Por qué son diferentes los relatos de las palabras habladas por Jesús así como la obra que Él realizó en cada uno de los Cuatro Evangelios? ¿No es eso culpa de aquellos que los registraron? Algunas personas preguntarán: “Como las epístolas escritas por Pablo y los demás autores del Nuevo Testamento, y la obra que ellos realizaron, surgieron en parte de la voluntad del hombre y fueron adulteradas por las nociones del hombre, ¿no existe entonces impureza humana en las palabras que Tú (Dios) hablas hoy? ¿Acaso no contienen ellas realmente ninguna de las nociones del hombre?”. Esta etapa de la obra realizada por Dios es completamente diferente de la realizada por Pablo y los muchos apóstoles y profetas. No solo existe una diferencia en identidad, sino, principalmente, en la obra que se lleva a cabo. Después de que Pablo fuera derribado y cayera delante del Señor, el Espíritu Santo lo guio para que obrara y pasó a ser un enviado. Y por eso escribió epístolas a las iglesias que seguían las enseñanzas de Jesús. El Señor envió a Pablo a obrar en el nombre del Señor Jesús, pero cuando Dios mismo vino, no obró en ningún nombre, y sólo representó al Espíritu de Dios en Su obra. Dios vino a realizar Su obra directamente: no fue perfeccionado por el hombre y Su obra no se llevó a cabo de acuerdo a las enseñanzas de ningún hombre. En esta etapa de la obra Dios no guía hablando de Sus experiencias personales, sino que lleva a cabo Su obra de forma directa en su lugar, de acuerdo a lo que Él tiene. Por ejemplo, la prueba de los hacedores de servicio, los tiempos de castigo, la prueba de la muerte, los tiempos de amar a Dios… Todo esto es una obra que nunca se ha hecho antes y es una obra de la era presente, en lugar de experiencias del hombre. En las palabras que Yo he hablado, ¿cuáles son las experiencias del hombre? ¿No vienen todas directamente del Espíritu y no es este quien las expresa? ¡Es sólo que tu calibre es tan pobre que eres incapaz de ver la verdad a través de ellas! El camino de vida práctico del que hablo es guiar la senda, y nadie ha hablado de ello antes, ni nunca antes ha experimentado nadie esta senda, ni ha sabido de esta realidad. Antes de que Yo pronunciara estas palabras, nadie las había hablado. Nadie había hablado nunca de tales experiencias, ni de tales detalles y, además, nadie había señalado nunca esos estados para revelar estas cosas. Nadie había guiado nunca la senda que Yo guío hoy, y si fuese guiada por el hombre, entonces no sería un nuevo camino. Tomemos a Pablo y a Pedro como ejemplo. Ellos no tuvieron sus propias experiencias personales antes de que Jesús guiara la senda. Fue sólo después de que Jesús guiara el camino, que ellos experimentaron las palabras pronunciadas por Jesús y la senda guiada por Él; a partir de esto Pablo y Pedro adquirieron muchas experiencias y escribieron las epístolas. Y así, las experiencias del hombre no son lo mismo que la obra de Dios, y la obra de Dios no es lo mismo que el conocimiento descrito por las nociones y las experiencias del hombre. He dicho una y otra vez, que hoy estoy guiando una nueva senda y llevando a cabo una nueva obra, y Mi obra y Mis declaraciones son diferentes de las de Juan y todos los demás profetas. Nunca adquiero primero las experiencias y después os hablo de ellas, este no es en absoluto el caso. Si lo fuera, ¿no os habría retrasado eso hace mucho? En el pasado, el conocimiento del que muchos hablaban también era excelso, pero todas sus palabras solamente se hablaron en base a las de las llamadas figuras espirituales. Esas palabras no guiaban el camino, sino que venían de sus experiencias, de lo que ellas habían visto y de su conocimiento. Algunas eran de sus nociones y otras consistían en experiencias que habían resumido. Hoy, la naturaleza de Mi obra es totalmente diferente a la suya. Yo no he experimentado ser guiado por otros, ni he aceptado ser perfeccionado por otros. Además, todo lo que he hablado y enseñado es diferente a lo de cualquier otra persona y nadie más lo ha hablado nunca. Hoy, independientemente de quiénes seáis, vuestra obra se lleva a cabo sobre la base de las palabras que Yo hablo. Sin estas declaraciones y esta obra, ¿quién podría experimentar estas cosas (la prueba de los hacedores de servicios, los tiempos de castigo…) y quién podría hablar de tal conocimiento? ¿Eres realmente incapaz de ver esto? Independientemente del paso de la obra, tan pronto como Mis palabras son dichas, comenzáis a comunicar de acuerdo a ellas y obráis según ellas, y no es un camino en el que cualquiera de vosotros hayáis pensado. Habiendo llegado tan lejos, ¿eres incapaz de ver una cuestión tan clara y simple? No es un camino que a nadie se le haya ocurrido ni está basado en el de ninguna figura espiritual. Es una nueva senda, e incluso muchas de las palabras habladas alguna vez por Jesús ya no aplican. De lo que hablo es de la obra de abrir una nueva época y es una obra independiente; la obra que llevo a cabo y las palabras que hablo, son todas nuevas. ¿No es esta la nueva obra de hoy? La obra de Jesús también fue así. Su obra fue diferente de la de las personas en el templo, y también se diferenció de la de los fariseos, ni tampoco tuvo parecido alguno con la realizada por todo el pueblo de Israel. Después de ser testigos de ella, las personas no podían decidir: “¿Fue realmente realizada por Dios?”. Jesús no se sujetó a la ley de Jehová; cuando Él vino a enseñar al hombre, todo lo que habló era nuevo y diferente de lo que fue dicho por los santos y profetas antiguos del Antiguo Testamento, y debido a esto, las personas tenían dudas. Esto es lo que hace que sea tan difícil tratar con el hombre. Antes de aceptar esta nueva etapa de la obra, la senda que la mayoría de vosotros caminaba era practicar y entrar sobre el fundamento de aquellas figuras espirituales. Pero hoy, la obra que Yo llevo a cabo es en gran manera diferente, y por eso sois incapaces de decidir si es correcta o no. No me importa qué senda hayas caminado antes, ni me interesa el “alimento” de quién comías, ni a quién considerabas tu “padre”. Como Yo he venido y he traído una nueva obra para guiar al hombre, todos los que me sigan deben actuar de acuerdo con lo que Yo digo. No importa de qué “familia” poderosa provengas, debes seguirme, no debes actuar según tus antiguas prácticas; tu “padre adoptivo” debería retirarse y tú deberías venir delante de tu Dios para buscar tu legítima porción. La totalidad de ti está en Mis manos, y no deberías dedicar demasiada creencia ciega a tu padre adoptivo; él no puede controlarte completamente. La obra de hoy es independiente. Todo lo que digo hoy no está obviamente basado en un fundamento del pasado; es un nuevo comienzo y si dices que ha sido creado por la mano del hombre, ¡entonces eres alguien tan ciego que no puede ser salvado!
Isaías, Ezequiel, Moisés, David, Abraham y Daniel fueron líderes o profetas entre el pueblo escogido de Israel. ¿Por qué no se les llamó Dios? ¿Por qué no dio testimonio de ellos el Espíritu Santo? ¿Por qué el Espíritu Santo dio testimonio de Jesús tan pronto como comenzó Su obra y empezó a hablar Sus palabras? ¿Y por qué no dio testimonio de otros el Espíritu Santo? Ellos, los hombres que eran de carne, fueron todos llamados “Señor”. Independientemente de cómo los llamaran, su obra representa su ser y su esencia, que a su vez representan su identidad. Su esencia no está relacionada con sus apelativos; está representada por lo que ellos expresaban, y por lo que vivían. En el Antiguo Testamento, no era nada extraordinario el ser llamado Señor, y una persona podía ser llamada de cualquier forma, pero su esencia y su identidad inherente eran inmutables. Entre esos falsos cristos, falsos profetas y desorientadores, ¿no están también esos a los que llaman “Dios”? ¿Y por qué no son Dios? Porque son incapaces de llevar a cabo la obra de Dios. Son humanos de raíz, desorientadores de personas, no son Dios y, por tanto, no tienen la identidad de Dios. ¿No llamaban también Señor a David entre las doce tribus? A Jesús también lo llamaban Señor; ¿por qué llamaron Dios encarnado solo a Jesús? ¿No se conocía también a Jeremías como el Hijo del hombre? ¿Y no se conocía a Jesús como el Hijo del hombre? ¿Por qué fue Jesús crucificado en nombre de Dios? ¿Acaso no fue porque Su esencia era diferente? ¿Acaso no fue porque la obra que realizó era diferente? ¿Importa un título? Aunque Jesús también fue llamado el Hijo del hombre, Él fue la primera encarnación de Dios; había venido a asumir el poder y a cumplir la obra de la redención. Esto demuestra que la identidad y la esencia de Jesús eran diferentes de las de los otros que también eran llamados el Hijo del hombre. Hoy, ¿quién entre vosotros se atreve a decir que todas las palabras habladas por aquellos que el Espíritu Santo usó vinieron del Espíritu Santo? ¿Se atreve alguien a decir tales cosas? Si dices tales cosas, ¿por qué se descartó entonces el libro de profecías de Esdras y por qué se hizo lo mismo con los libros de esos antiguos santos y profetas? Si todos vinieron del Espíritu Santo, ¿por qué os atrevéis entonces a hacer esas elecciones caprichosas? ¿Estás calificado para escoger la obra del Espíritu Santo? Muchas historias de Israel también se descartaron. Y si crees que estos escritos del pasado vinieron todos del Espíritu Santo, ¿por qué se descartaron entonces algunos de los libros? Si todos vinieron del Espíritu Santo, deberían haberse mantenido, y enviado a los hermanos y hermanas de las iglesias para que los lean. No deberían haber sido escogidos o descartados por voluntad humana; es erróneo hacerlo. Decir que las experiencias de Pablo y Juan se mezclaron con sus opiniones personales no significa que sus experiencias y su conocimiento viniesen de Satanás, sino solo que tenían cosas procedentes de sus experiencias y opiniones personales. Su conocimiento estaba acorde con el trasfondo de sus experiencias reales en esa época, y ¿quién puede decir con toda confianza que todo ello venía del Espíritu Santo? Si los Cuatro Evangelios vinieron todos del Espíritu Santo, entonces ¿por qué dicen Mateo, Marcos, Lucas y Juan cosas diferentes sobre la obra de Jesús? Si no creéis esto, mirad entonces los relatos de la Biblia de cómo Pedro negó al Señor tres veces: son todos diferentes y cada uno tiene sus propias características. Muchos ignorantes dicen: “Dios encarnado también es un hombre, así que ¿pueden venir entonces del Espíritu Santo todas las palabras que Él habla? Si las palabras de Pablo y Juan estaban mezcladas con la voluntad humana, ¿no están entonces las palabras que Él habla realmente mezcladas con la voluntad humana?”. ¡Las personas que dicen esas cosas están ciegas y son ignorantes! Leed detenidamente los Cuatro Evangelios; leed lo que registraron acerca de las cosas que Jesús hizo y las palabras que habló. Cada relato es simplemente diferente y cada uno de ellos tiene su propia perspectiva. Si lo escrito por los autores de estos libros vino todo del Espíritu Santo, entonces tendrían que ser todos iguales y coherentes. Entonces ¿por qué existen discrepancias? ¿No es el hombre extremadamente insensato, al ser incapaz de ver esto? Si se te pidiera que dieras testimonio de Dios, ¿qué tipo de testimonio puedes dar? ¿Puede esa forma de conocer a Dios dar testimonio de Él? Si te preguntan: “Si los relatos de Juan y Lucas estaban mezclados con la voluntad humana, ¿no están, entonces, las palabras de vuestro Dios mezcladas con la voluntad humana?”, ¿serías capaz de dar una respuesta clara? Después de que Lucas y Mateo hubieran oído las palabras de Jesús y visto Su obra, hablaron desde su propio conocimiento en forma de reminiscencias que detallaban algunos de los hechos de la obra llevada a cabo por Jesús. ¿Puedes decir que su conocimiento fue revelado completamente por el Espíritu Santo? Fuera de la Biblia, existieron muchas figuras espirituales con un conocimiento mayor que el de ellos; ¿por qué no han sido tomadas sus palabras por las generaciones posteriores? ¿Acaso no fueron ellos usados por el Espíritu Santo también? Debes saber que en la obra de hoy, no estoy hablando de Mis propias opiniones en base al fundamento de la obra de Jesús, ni estoy hablando de Mi propio conocimiento frente al trasfondo de la obra de Jesús. ¿Qué obra llevó a cabo Jesús en esa época? ¿Y qué obra estoy llevando a cabo Yo hoy? Lo que hago y digo no tiene precedentes. La senda que camino hoy nunca ha sido pisada antes, las personas de eras y generaciones pasadas jamás han caminado por ella. Hoy, se ha inaugurado, y ¿no es esta la obra del Espíritu? Aunque era la obra del Espíritu Santo, los líderes del pasado llevaron a cabo su obra sobre la base de otros. No obstante, la obra de Dios mismo es diferente. La etapa de la obra de Jesús era la misma: Él abrió un nuevo camino. Cuando Él vino, predicó el evangelio del reino del cielo y dijo que el hombre debía arrepentirse y confesar. Después de que Jesús completase Su obra, Pedro, Pablo y otros comenzaron a seguir con la obra de Jesús. Después de que Jesús fuera clavado en la cruz y ascendiera al cielo, el Espíritu los envió a difundir el camino de la cruz. Aunque las palabras de Pablo fueron excelsas, también se basaban en los cimientos establecidos por lo que Jesús había dicho, como la paciencia, el amor, el sufrimiento, el cubrirse la cabeza, el bautismo u otras doctrinas que debían seguirse. Todo esto se dijo sobre el fundamento de las palabras de Jesús. Ellos no fueron capaces de abrir un nuevo camino porque todos eran hombres usados por Dios.
Las declaraciones y la obra de Jesús en esa época no estaban sujetas a la doctrina, y Él no llevó a cabo Su obra de acuerdo a la obra de la ley del Antiguo Testamento. La realizó según la obra que debía realizarse en la Era de la Gracia. Trabajó de acuerdo a la obra que Él mismo había establecido, según Su propio plan y según Su ministerio; Él no obró de acuerdo a la ley del Antiguo Testamento. Nada de lo que hizo fue según la ley del Antiguo Testamento, y Él no vino a obrar para cumplir las palabras de los profetas. Cada etapa de la obra de Dios no se llevó a cabo expresamente con el fin de cumplir las predicciones de los antiguos profetas y Él no vino para atenerse a la doctrina o para hacer realidad las predicciones de los antiguos profetas deliberadamente. Sin embargo, Sus acciones no alteraron dichas predicciones ni perturbaron la obra que Él había realizado anteriormente. El punto destacado de Su obra no era ceñirse a ninguna doctrina, sino llevar a cabo la obra que Él mismo debía realizar. No era un profeta ni un vidente, sino un hacedor que vino realmente a llevar a cabo la obra que tenía que realizar, y vino a inaugurar Su nueva era y a llevar a cabo Su nueva obra. Por supuesto, cuando Jesús vino a realizar Su obra, también cumplió muchas de las palabras dichas por los antiguos profetas en el Antiguo Testamento. De la misma forma, la obra de hoy también cumplió las predicciones de los antiguos profetas del Antiguo Testamento. Simplemente no me ciño a ese “viejo almanaque”, eso es todo. Porque hay más obra que debo llevar a cabo, más palabras que debo hablaros, y esta obra y estas palabras tienen una importancia mucho mayor que explicar pasajes de la Biblia, porque una obra como esa no tiene gran importancia ni valor para vosotros, y no puede ayudaros ni cambiaros. Yo pretendo hacer una nueva obra, no para cumplir ningún pasaje de la Biblia. Si Dios sólo vino a la tierra para cumplir las palabras de los antiguos profetas de la Biblia, ¿quién es mayor entonces, Dios encarnado o esos antiguos profetas? Después de todo, ¿están los profetas a cargo de Dios, o está Dios a cargo de los profetas? ¿Cómo explicas estas palabras?
Al principio, cuando Jesús aún tenía que desarrollar oficialmente Su ministerio, como los discípulos que lo siguieron, en ocasiones asistió a reuniones, cantó himnos, alabó y leyó el Antiguo Testamento en el templo. Después de ser bautizado y levantarse, el Espíritu descendió oficialmente sobre Él y comenzó a obrar, revelando Su identidad y el ministerio que iba a emprender. Antes de esto, nadie conocía Su identidad, excepto María. Ni siquiera Juan la conocía. Jesús tenía 29 años cuando fue bautizado. Después de Su bautismo, los cielos se abrieron y una voz dijo: “Este es mi Hijo amado en quien me he complacido”. Una vez que Jesús había sido bautizado, el Espíritu Santo comenzó a dar testimonio de Él de esta forma. Antes de ser bautizado a la edad de 29, Él había vivido la vida de una persona normal, comiendo cuando tenía que comer, durmiendo y vistiéndose normalmente, y nada de Él era diferente de los demás, aunque, por supuesto esto sólo era así para los ojos carnales del hombre. En algunas ocasiones Él también fue débil y, en otras, no pudo discernir cosas, tal como está escrito en la Biblia: Su inteligencia crecía a la par de Su edad. Estas palabras muestran simplemente que Él tuvo una humanidad ordinaria y normal, y que no era especialmente diferente de otras personas normales. También había crecido como una persona normal y no había nada especial en Él. No obstante, Él estaba bajo el cuidado y la protección de Dios. Después de ser bautizado, empezó a ser tentado, tras lo cual Él comenzó a desarrollar Su ministerio y a obrar, y llegó a poseer poder, sabiduría y autoridad. Esto no quiere decir que el Espíritu Santo no obrara en Él antes de Su bautismo, o que no estuviera en Él. Antes del mismo, el Espíritu Santo también moraba en Él, pero no había empezado a obrar oficialmente, porque existen límites sobre el momento en que Dios lleva a cabo Su obra y, además, las personas normales pasan por un proceso normal de crecimiento. El Espíritu Santo siempre había vivido en Él. Cuando Jesús nació, era diferente de los demás, y apareció una estrella de la mañana; antes de Su nacimiento, un ángel se apareció a José en un sueño y le dijo que María iba a dar a luz a un niño varón, concebido por el Espíritu Santo. Después de que Jesús fuese bautizado, el Espíritu Santo comenzó Su obra, pero esto no significó que el Espíritu Santo acabase de descender sobre Jesús. Decir que el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma es una referencia al comienzo oficial de Su ministerio. El Espíritu de Dios había estado en Él desde antes, pero no había empezado a obrar todavía, porque la hora no había llegado y el Espíritu no comenzó a obrar precipitadamente. El Espíritu dio testimonio de Él a través del bautismo. Cuando Él salió del agua, el Espíritu empezó a obrar oficialmente en Él, lo que significaba que la carne encarnada de Dios había comenzado a cumplir Su ministerio y había empezado la obra de redención, es decir, la Era de la Gracia había iniciado oficialmente. Así pues, existe un tiempo para la obra de Dios, no importa cuál sea la obra que Él realice. Después de Su bautismo, no se produjeron cambios particulares en Jesús; Él seguía estando en Su carne original. Simplemente fue que comenzó Su obra y reveló Su identidad, y se llenó de autoridad y poder. A este respecto, era diferente que antes. Su identidad era diferente, lo que quiere decir que se produjo un cambio significativo en Su estatus; este era el testimonio del Espíritu Santo y no la obra hecha por el hombre. Al principio, las personas no sabían y sólo llegaron a saber un poco una vez que el Espíritu Santo dio testimonio de Jesús de esa forma. Si Jesús hubiera hecho una gran obra antes de que el Espíritu Santo diera testimonio de Él, pero sin el testimonio de Dios mismo, entonces independientemente de lo grande que fuera Su obra, las personas nunca habrían conocido Su identidad, porque el ojo humano habría sido incapaz de verlo. Sin el paso del testimonio del Espíritu Santo, nadie lo habría reconocido como Dios encarnado. Si, después de que el Espíritu Santo hubiera dado testimonio de Él, Jesús hubiera continuado obrando de la misma forma sin ninguna diferencia, entonces no habría tenido ese efecto, y en esto también se demuestra principalmente la obra del Espíritu Santo. Después de que el Espíritu Santo diera testimonio, tuvo que mostrarse Él mismo, para que pudieras observar claramente que Él era Dios, que el Espíritu de Dios estaba en Él; el testimonio de Dios no estaba equivocado y esto podía demostrar que Su testimonio era correcto. Si Su obra previa y la posterior al testimonio del Espíritu Santo hubiesen sido iguales, entonces Su ministerio encarnado y la obra del Espíritu Santo no se habrían acentuado y, por tanto, el hombre habría sido incapaz de reconocer la obra del Espíritu Santo, porque no habría existido una diferencia clara. Después de dar testimonio, el Espíritu Santo debía mantenerlo y tuvo, por tanto, que manifestar Su sabiduría y autoridad en Jesús, que era diferente de la de tiempos pasados. Por supuesto, este no fue el efecto del bautismo; el bautismo es una simple ceremonia, pero era la forma de mostrar que había llegado el momento de desempeñar Su ministerio. Esa obra tenía como fin dejar claro el gran poder de Dios, dejar claro el testimonio del Espíritu Santo, quien asumiría la responsabilidad de dicho testimonio hasta el final. Antes de desarrollar Su ministerio, Jesús también escuchó sermones, predicó y difundió el evangelio en diversos lugares. No realizó ninguna gran obra porque aún no había llegado el momento para que Él desempeñara Su ministerio, y también porque Dios mismo se escondió humildemente en la carne y no llevó a cabo ninguna obra hasta que el momento fuera oportuno. Él no realizó ninguna obra antes del bautismo por dos razones: en primer lugar, porque el Espíritu Santo no había descendido oficialmente sobre Él para que obrara (es decir, el Espíritu Santo aún no había concedido a Jesús el poder y la autoridad para llevar a cabo esa obra), e incluso si Él hubiera conocido Su propia identidad, Jesús habría sido incapaz de realizar la obra que pretendió hacer más adelante y tendría que haber esperado hasta el día de Su bautismo. Este era el tiempo de Dios, y nadie podía contravenirlo, ni siquiera el propio Jesús; Jesús mismo no podía interrumpir Su propia obra. Por supuesto, esta era la humildad de Dios y también la ley de la obra de Dios; si el Espíritu de Dios no obrase, nadie podría realizar Su obra. En segundo lugar, antes de ser bautizado, era solo un hombre muy común y corriente, nada diferente de otras personas normales y ordinarias; este es un aspecto del hecho de que Dios encarnado no era sobrenatural. Dios encarnado no contravino las disposiciones del Espíritu de Dios; Él obró de una forma ordenada y con toda normalidad. Fue solo después del bautismo que Su obra tuvo autoridad y poder. Es decir, aunque Él era Dios encarnado, no llevó a cabo ningún acto sobrenatural, y Él creció de la misma forma que las demás personas normales. Si Jesús ya hubiera conocido Su propia identidad, ya hubiera realizado una gran obra sobre toda la tierra antes de Su bautismo y hubiera sido diferente de las personas normales, mostrando ser extraordinario, entonces no sólo le habría sido imposible a Juan realizar su obra, sino que tampoco habría habido forma para que Dios empezara el siguiente paso de Su obra. Por lo tanto, esto habría demostrado que lo que Dios había hecho había salido mal, y para el hombre habría parecido que el Espíritu de Dios y Su carne encarnada no venían de la misma fuente. Por tanto, la obra de Jesús registrada en la Biblia es obra llevada a cabo después de Su bautismo, obra realizada durante el transcurso de tres años. La Biblia no registra lo que Él hizo antes de ser bautizado porque Él no hizo Su obra antes de ser bautizado. Él era simplemente un hombre corriente y era lo que representaba; antes de que Jesús comenzase a desarrollar Su ministerio, no era diferente de las personas normales, y los demás no podían ver diferencia en Él. Fue sólo después de alcanzar los 29 años de edad cuando Jesús supo que había venido a completar una etapa de la obra de Dios; antes, Él mismo no lo sabía, porque la obra realizada por Dios no fue sobrenatural. Cuando asistió a una reunión en la sinagoga a la edad de doce años, María lo estaba buscando, y Él sólo dijo una frase de la misma forma que cualquier otro niño: “¡Madre! ¿Acaso no sabes que debo anteponer la voluntad de Mi Padre sobre todas las cosas?”. Por supuesto, como el Espíritu Santo lo había concebido, ¿no podría haber sido Jesús especial de alguna manera? Esa cualidad de especial no significaba que fuera sobrenatural, sino simplemente que Él amaba a Dios más que cualquier otro niño. Aunque Él era humano en apariencia, Su esencia seguía siendo especial y diferente a la de los demás. Sin embargo, fue solo después del bautismo cuando sintió realmente al Espíritu Santo obrando en Él y sintió que Él era Dios mismo. Cuando alcanzó la edad de 33 años fue cuando tomó verdadera consciencia de que el Espíritu Santo pretendía llevar a cabo la obra de la crucifixión por medio de Él. A la edad de 32 años, había llegado a conocer algunas verdades internas, tal y como está escrito en el Evangelio de Mateo: “Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16) y “Desde entonces Jesucristo comenzó a declarar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Mateo 16:21). Él no sabía de antemano la obra que iba a realizar, sino en el momento específico. Él no lo supo completamente en cuanto nació; el Espíritu Santo obró gradualmente en Él, y hubo un proceso en esta obra. Si Él hubiera sabido desde el principio que era Dios, que era Cristo, que era el Hijo del hombre encarnado, y que Él iba a cumplir la obra de la crucifixión, entonces ¿por qué no obró antes? ¿Por qué no fue hasta después de hablar a Sus discípulos acerca de Su ministerio cuando Jesús sintió tristeza, y oró intensamente por esto? ¿Por qué abrió Juan el camino para Él y lo bautizó antes de que Él hubiese llegado a entender muchas cosas que no había entendido? Lo que esto demuestra es que era la obra de Dios encarnado, y que había un proceso para que Él entendiera y lograra, porque Él era la carne encarnada de Dios, cuya obra era diferente de la realizada directamente por el Espíritu.
Cada paso de la obra de Dios sigue una misma corriente, y así en el plan de gestión de seis mil años de Dios, a cada uno de los pasos le ha seguido estrechamente el siguiente, desde la fundación del mundo hasta el presente. De no haber nadie que allane el camino, entonces no habrá nadie que venga después; así como existen los que vienen detrás, están los que allanan el camino. De esta manera, la obra ha sido legada, paso a paso. Un paso sigue al otro y sin alguien que abra el camino, sería imposible empezar la obra y Dios no tendría manera de llevar adelante Su obra. Ningún paso interrumpe al otro y cada uno sigue al anterior en una secuencia que forma una corriente; todo esto es realizado por el mismo Espíritu. Pero, independientemente de si alguien abre el camino o sigue la obra de otro, esto no determina su identidad. ¿No es así? Juan abrió el camino, y Jesús siguió su obra, ¿demuestra esto, pues, que la identidad de Jesús sea inferior a la de Juan? Jehová llevó a cabo Su obra antes que Jesús, ¿puedes decir, entonces, que Jehová es más grande que Jesús? Que allanaran el camino o siguieran la obra de otros no es lo importante; lo que más importa es la esencia de su obra y la identidad que esta representa. ¿No es esto correcto? Como Dios pretendía obrar entre el hombre, tenía que levantar a aquellos que pudieran realizar la obra de allanar el camino. Cuando Juan había comenzado a predicar, dijo: “Preparad el camino del Señor, haced derechas sus sendas”. “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Él dijo esto desde el principio, ¿y por qué podía él decir estas palabras? En términos del orden en el que se pronunciaron estas palabras, Juan fue el primero que habló el evangelio del reino de los cielos, y Jesús lo hizo después. De acuerdo con las nociones del hombre, Juan fue quien abrió la nueva senda y, por supuesto, Juan fue más grande que Jesús. Pero Juan no afirmó que él era el Cristo ni Dios dio testimonio de él como Su Hijo amado; simplemente lo usó para abrir el camino y preparar el camino del Señor. Él allanó el camino para Jesús, pero él no podía obrar en Su nombre. El Espíritu Santo también mantuvo toda la obra del hombre.
En la época del Antiguo Testamento, fue Jehová quien dirigió el camino, y Su obra representó toda la era del Antiguo Testamento y toda la obra realizada en Israel. Moisés se limitó a mantener esta obra en la tierra, y sus esfuerzos se consideran la cooperación provista por el hombre. En esa época, fue Jehová quien habló, llamando a Moisés, y levantó a Moisés entre el pueblo de Israel, e hizo que fuera él quien lo guiara por el desierto y hacia Canaán. Esta no fue la obra de Moisés mismo, sino lo que Jehová le ordenó personalmente y, por tanto, no se puede llamar Dios a Moisés. Moisés también puso la ley por escrito, pero fue Jehová quien la decretó personalmente. Fue solo que Él hizo que Moisés la expresara. Jesús también dictó mandamientos, abolió la ley del Antiguo Testamento y estableció los mandamientos para la nueva era. ¿Por qué es Jesús Dios mismo? Porque hay una diferencia. En ese momento, la obra realizada por Moisés no representaba a la era ni abría un nuevo camino; Jehová lo dirigía de antemano y él era tan solo una persona usada por Dios. Cuando Jesús vino, Juan había llevado a cabo un paso de la obra de allanamiento del camino, y había comenzado a difundir el evangelio del reino de los cielos (el Espíritu Santo lo había iniciado). Cuando Jesús vino, Él hizo directamente Su propia obra, pero existía una gran diferencia entre Su obra y la obra de Moisés. Isaías también habló muchas profecías, pero ¿por qué no era él Dios mismo? Jesús no habló tantas profecías, ¿por qué Él sí era Dios mismo? Nadie se atrevía a decir que toda la obra de Jesús en esa época viniera del Espíritu Santo ni tampoco se atrevían a decir que toda ella procediera de la voluntad del hombre o que fuera totalmente la obra de Dios mismo. El hombre no tenía forma de analizar tales cosas. Puede decirse que Isaías hizo esa obra y que habló esas profecías, y que todas vinieron del Espíritu Santo; no vinieron directamente del propio Isaías, sino que fueron revelaciones de Jehová. Jesús no realizó una gran cantidad de obra ni habló muchas palabras, ni tampoco habló muchas profecías. Para el hombre, Su predicación no parecía excesivamente excelsa, pero Él era Dios mismo, y esto es inexplicable para el hombre. Nadie ha creído nunca en Juan, en Isaías o en David, ni nunca nadie los ha llamado Dios, David el Dios o Juan el Dios; nadie ha hablado nunca así y sólo Jesús ha sido llamado Cristo. Esta clasificación se hace según el testimonio de Dios, según la obra que Él emprendió y según el ministerio que Él desarrolló. En cuanto a los grandes hombres de la Biblia: Abraham, David, Josué, Daniel, Isaías, Juan y Jesús, a través de la obra que realizaron puedes saber quién es Dios mismo, qué clase de personas son profetas y cuáles son apóstoles. La esencia y el tipo de obra que realizaron diferencian y determinan quién fue usado por Dios y quién fue Dios mismo. Si eres incapaz de diferenciarlo, esto demuestra que no sabes lo que significa creer en Dios. Jesús es Dios, porque habló muchas palabras y realizó muchas obras, en particular Su demostración de muchos milagros. Igualmente, Juan también llevó a cabo muchas obras y pronunció muchas palabras, al igual que Moisés; ¿por qué no se les llamó Dios a ellos? Dios creó directamente a Adán, ¿por qué no se le llamó Dios, en lugar de ser llamado un ser creado? Si alguien te dice: “Hoy, Dios ha hecho mucha obra y ha dicho muchas palabras; Él es Dios mismo. Entonces, como Moisés pronunció muchas palabras, ¡él también debía ser Dios mismo!”, deberías preguntarle a modo de respuesta: “En esa época, ¿por qué dio testimonio Dios de Jesús y no de Juan, como Dios mismo? ¿Acaso no vino Juan antes que Jesús? ¿Cuál fue más grande, la obra de Juan o la de Jesús? Para el hombre, la obra de Juan parece más grande que la de Jesús, pero ¿por qué el Espíritu Santo dio testimonio de Jesús y no de Juan?”. ¡Lo mismo está ocurriendo hoy! En aquel entonces, cuando Moisés guio al pueblo de Israel, Jehová le habló desde las nubes. Moisés no habló directamente, sino que Jehová lo guio de forma directa. Esta fue la obra del Israel del Antiguo Testamento. El Espíritu no estaba en Moisés ni tampoco el ser de Dios. Él no podía llevar a cabo esa obra y por eso existe una gran diferencia entre la obra que hizo él y la obra que hizo Jesús. ¡Y eso se debe a que la obra que ellos llevaron a cabo era diferente! Por la naturaleza de su obra se puede discernir si alguien es usado por Dios, si es un profeta, un apóstol o Dios mismo, y esto pondrá fin a tus dudas. En la Biblia está escrito que sólo el Cordero puede abrir los siete sellos. A lo largo de las eras, entre todas esas grandes figuras, muchos han sido los expositores de las escrituras; ¿puedes decir, pues, que todos ellos son el Cordero? ¿Puedes afirmar que todas sus explicaciones vienen de Dios? Son meros expositores; no tienen la identidad del Cordero. ¿Cómo podrían ser ellos dignos de abrir los siete sellos? Es verdad que “sólo el Cordero puede abrir los siete sellos”, pero Él no viene solamente a abrir los siete sellos; no hay necesidad de esta obra, se lleva a cabo por casualidad. Él es perfectamente claro respecto a Su propia obra; ¿es necesario para Él pasar mucho tiempo interpretando las escrituras? ¿Debe añadirse “la Era del Cordero interpretando las Escrituras” a los seis mil años de la obra? Él viene a llevar a cabo una nueva obra, pero también provee algunas revelaciones sobre la obra realizada en épocas pasadas, haciendo que las personas entiendan la verdad de seis mil años de obra. No hay necesidad de explicar demasiados pasajes de la Biblia; la obra de hoy es la clave, lo importante. Debes saber que Dios no viene especialmente a abrir los siete sellos, sino a llevar a cabo la obra de salvación.
Tú sólo sabes que Jesús descenderá durante los últimos días, pero ¿cómo lo hará exactamente? Un pecador como vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado ni perfeccionado por Dios, ¿puede ser conforme a las intenciones de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, egoísmo y mezquindad, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡qué suerte tendrías! Te has saltado un paso en tu creencia en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme a las intenciones de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; si sólo eres redimido, serás incapaz de alcanzar la santidad. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Tú, un pecador que acaba de ser redimido, eres, por tanto, incapaz de heredar directamente la herencia de Dios.
Sin el inicio de esta nueva etapa de la obra, ¡quién sabe cuán lejos podéis llegar vosotros los evangelistas, los predicadores, los expositores y los así llamados grandes hombres espirituales! Sin el comienzo de esta nueva etapa de la obra, ¡estaríais hablando de algo obsoleto! Se trata de ascender al trono o de preparar la estatura para convertirse en rey; de negarse a sí mismo o de someter el propio cuerpo; de ser paciente o de aprender lecciones de todas las cosas; de humildad o de amor. ¿Acaso no es esto cantar la misma vieja melodía? ¡Tan sólo se trata de darle un nombre distinto a una misma cosa! Se trata de cubrirse la cabeza y partir el pan o de imponer las manos y orar, sanar a los enfermos y echar fuera los demonios. ¿Podría haber alguna obra nueva? ¿Podría haber alguna perspectiva de desarrollo? Si sigues guiando de esta manera, seguirás ciegamente la doctrina o te atendrás a las convenciones. Creéis que vuestra obra es muy elevada, ¿pero no sabéis que esos “hombres viejos” de la antigüedad lo transmitieron y enseñaron? ¿No son todas las cosas que decís y hacéis, las últimas palabras de esos viejos hombres? ¿No es el encargo que dejaron estos viejos hombres antes de morir? ¿Pensáis que vuestras acciones superan a las de los apóstoles y profetas de generaciones pasadas, e incluso a todas las cosas? El principio de esta etapa de la obra ha puesto fin a vuestra adoración de la obra de Witness Lee de buscar convertirse en un rey y ascender al trono, y ha detenido vuestra arrogancia y bravuconería, de manera que sois incapaces de inmiscuiros en esta etapa de la obra. Sin esta, os hundiríais aún más hasta que no pudierais ser redimidos. ¡Hay demasiado de lo antiguo entre vosotros! Afortunadamente, la obra de hoy os ha traído de vuelta; de lo contrario, ¡quién sabe qué dirección tomaríais! Ya que Dios es un Dios que siempre es nuevo y nunca antiguo, ¿por qué no buscas las cosas nuevas? ¿Por qué te apegas siempre a las viejas? Así pues, ¡conocer la obra del Espíritu Santo hoy es de la mayor importancia!