a. Cómo discernir a los fariseos hipócritas

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

¿Sabéis qué es en realidad un fariseo? ¿Hay algún fariseo a vuestro alrededor? ¿Por qué se llama a estas personas “fariseos”? ¿Cómo se describe a los fariseos? Se trata de personas hipócritas, completamente falsas, que actúan en todo lo que hacen. ¿De qué modo actúan? Fingen ser buenas, amables y positivas. ¿Son así en realidad? En absoluto. Como son hipócritas, todo lo que se manifiesta y se revela en ellos es falso; todo es simulación: no es su verdadero rostro. ¿Dónde se oculta su verdadero rostro? Está escondido en el fondo de su corazón, para que nadie lo vea jamás. Todo lo que hay en el exterior es una actuación, es todo falso, pero solo pueden engañar a la gente, no a Dios. Si las personas no buscan la verdad, si no practican y experimentan las palabras de Dios, entonces no pueden entender completamente la verdad, y por muy bien que suenen sus palabras, no son la realidad verdad, sino palabras y doctrinas. Algunas personas solo se centran en repetir como loros las palabras y doctrinas, imitan a quien predica los sermones más elevados, y así, en pocos años, su recital de palabras y doctrinas se vuelve cada vez más avanzado, y son admiradas y veneradas por mucha gente, tras lo cual empiezan a camuflarse, y prestan gran atención a lo que dicen y hacen, mostrándose especialmente piadosas y espirituales. Utilizan estas llamadas teorías espirituales para camuflarse. Solo hablan de esto dondequiera que van, cosas engañosas que encajan con las nociones de la gente, pero que carecen de la realidad verdad. Y al predicar estas cosas, que concuerdan con las nociones y gustos de la gente, embaucan a muchas personas. A otros, estas personas parecen muy devotas y humildes, pero en realidad es una falsedad; parecen tolerantes, comprensivas y cariñosas, pero en realidad, es una simulación; dicen amar a Dios, pero en realidad es una actuación. Otros creen que estas personas son santas, pero en verdad es falso. ¿Dónde puede encontrarse una persona que sea verdaderamente santa? La santidad humana es totalmente falsa. No es más que una actuación, una simulación. Por fuera, parecen leales a Dios, pero en realidad solo están actuando para que otros los vean. Cuando nadie mira, no tienen ni pizca de lealtad y todo lo que hacen es superficial. En apariencia, se esfuerzan por Dios y han abandonado a su familia y su carrera, pero ¿qué hacen en secreto? Se ocupan de sus propios asuntos y van por su propia cuenta en la iglesia, beneficiándose de la iglesia y robando las ofrendas en secreto con el pretexto de trabajar por Dios… Estas personas son los fariseos hipócritas modernos. ¿De dónde vienen los fariseos? ¿Surgen entre los incrédulos? No, todos ellos surgen entre los creyentes. ¿Por qué estos creyentes se transforman en fariseos? ¿Los ha hecho alguien así? Por supuesto que no. ¿Cuál es la razón? Se debe a que esta es su esencia naturaleza, y a que esta es la senda que han tomado. Usan las palabras de Dios solo como una herramienta para predicar y beneficiarse a partir de la iglesia. Arman su mente y su boca con las palabras de Dios, predican teorías espirituales falsas y se disfrazan de santos y, posteriormente, utilizan esto como capital para lograr el objetivo de beneficiarse a partir de la iglesia. No hacen más que predicar doctrinas, pero nunca han puesto en práctica la verdad. ¿Qué clase de personas son las que continúan predicando palabras y doctrinas a pesar de nunca haber seguido el camino de Dios? Son unos fariseos hipócritas. Sus escasos y supuestos buenos comportamientos y buena conducta, y esa pequeñez que han abandonado y entregado, se consiguen mediante la contención y el envoltorio de su propia voluntad. Esas acciones son totalmente falsas, y son todas fingidas. En el corazón de estas personas no existe la más mínima reverencia hacia Dios y no tienen una verdadera fe en Dios. Más que eso, son incrédulos. Si las personas no buscan la verdad, caminarán por este tipo de senda y se convertirán en fariseos. ¿No es eso aterrador? El lugar religioso en el que se reúnen los fariseos se convierte en un mercado. A ojos de Dios, esto es la religión; no se trata de la iglesia de Dios ni de un lugar donde se le rinda culto. Así pues, si la gente no busca la verdad, por más palabras textuales y doctrinas superficiales sobre las declaraciones de Dios de las que se dote, no servirá de nada.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Seis indicadores de crecimiento vital

La razón por la que los fariseos son hipócritas, por la que son perversos, es que sienten aversión por la verdad, pero aman el conocimiento, así que solo estudian las escrituras y persiguen el conocimiento de estas, si bien nunca aceptan la verdad ni las palabras de Dios. No oran a Dios cuando leen Sus palabras ni buscan o comparten la verdad. En su lugar, estudian las palabras de Dios, lo que Él ha dicho y hecho, con lo que tornan Sus palabras en una teoría, en una doctrina que enseñar a los demás, en lo que se llama estudio erudito. ¿Por qué se dedican al estudio erudito? ¿Qué estudian? A sus ojos, estas no son las palabras ni la expresión de Dios, y menos aún la verdad. En cambio, es un tipo de erudición, o se podría decir incluso que es un conocimiento teológico. Desde su punto de vista, propagar este conocimiento, esta erudición, equivale a difundir el camino de Dios, a difundir el evangelio. Es a esto a lo que llaman predicación, pero lo único que predican es conocimiento teológico.

[…] Los fariseos consideraban conocimiento a las teorías teológicas que comprendían y eran para ellos una herramienta con la que valorar y condenar a la gente, incluso las aplicaron al Señor Jesús. De esta forma condenaron al Señor Jesús. La manera en la que valoraban o trataban a una persona nunca dependía de la esencia de esta, ni de si lo que predicaba era la verdad, y menos aún del origen de las palabras que decía. La manera en la que los fariseos valoraban y condenaban a una persona solo dependía de los preceptos, palabras y doctrina que captaban en el Antiguo Testamento de la Biblia. Aunque los fariseos sabían en su corazón que lo que decía y hacía el Señor Jesús no era pecado ni vulneraba la ley, lo condenaron igualmente, porque las verdades que Él expresó y las señales y prodigios que realizó provocaron que mucha gente lo siguiera y lo alabara. Los fariseos lo odiaban cada vez más, e incluso querían borrarlo del mapa. No reconocieron que el Señor Jesús fuera el Mesías cuya venida esperaban, ni tampoco que Sus palabras contenían la verdad, y menos todavía que Su obra se ciñera a la verdad. A su juicio, el Señor Jesús decía palabras presuntuosas y expulsaba demonios a través de Belcebú, el príncipe de los demonios. El hecho de que le adjudicaran estos pecados al Señor Jesús muestra cuánto odio le tenían. Por tanto, se esforzaban con fervor en negar que Dios hubiera enviado al Señor Jesús, que fuera el Hijo de Dios y fuera el Mesías. Lo que querían decir era: “¿Haría dios las cosas de esta manera? Si dios se encarnara, lo haría en una familia de extraordinario estatus. Y tendría que aceptar el tutelaje de los escribas y fariseos. Debería estudiar las escrituras de manera sistemática, poseer algo de conocimiento sobre ellas, y estar dotado de toda clase de conocimientos al respecto antes de poder llevar el nombre de ‘dios encarnado’”. Sin embargo, el Señor Jesús no estaba dotado de este conocimiento, así que lo condenaron y dijeron: “Para empezar, no cuentas con esa cualificación, así que no puedes ser dios; en segundo lugar, sin este conocimiento espiritual, no puedes realizar la obra de dios, y mucho menos serlo; en tercero, no debes obrar fuera del templo, ahora no obras dentro de este, sino que siempre andas entre los pecadores, así que la obra que haces queda fuera del ámbito de las escrituras, por lo que es incluso menos posible que seas dios”. ¿De dónde proviene la base de su condena? De las escrituras, de la mente del hombre y de la educación teológica que han recibido. Como de los fariseos rebosaban nociones, figuraciones y conocimiento, creían que tal conocimiento era cierto, era la verdad, que suponía una base válida, y en ningún momento Dios podría contravenir estas cosas. ¿Buscaban la verdad? No. ¿Qué buscaban? Un dios sobrenatural que apareciera en la forma de un cuerpo espiritual. Por tanto, determinaron los parámetros para la obra de Dios, negaron Su obra y juzgaron si Dios estaba equivocado o en lo cierto según las nociones, las figuraciones y el conocimiento del hombre. ¿Y cuál fue el resultado final de esto? No solo condenaron la obra de Dios, sino que clavaron a Dios encarnado en la cruz. Esto es lo que provocó que se sirvieran de sus nociones y figuraciones y de su conocimiento para evaluar a Dios, y es lo que tienen de perversos.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 7: Son perversos, insidiosos y falsos (III)

Los fariseos eran los mejores al predicar la doctrina y entonar consignas. Solían pararse en las esquinas y gritar “¡Oh, Dios poderoso!”, o “¡Venerable Dios!”. Para el resto de las personas, ellos parecían particularmente devotos y no hacían nada en contra de la ley, pero ¿acaso Dios los elogió? No lo hizo. ¿De qué modo los condenó? Al darles un título: los hipócritas fariseos. En tiempos pasados, los fariseos eran una clase respetada de Israel; así pues, ¿por qué esa denominación se ha convertido ahora en una etiqueta? Porque los fariseos se han convertido en representativos de un tipo de persona. ¿Cuáles son las características de este tipo de persona? Son hábiles para fingir, para presentarse a sí mismos, para simular; exhiben gran nobleza, santidad, rectitud y visible decencia, y las consignas que gritan suenan bien, pero, en realidad, no practican la verdad en lo más mínimo. ¿Qué buena conducta tienen? Leen las escrituras y predican; enseñan a los demás a respetar las leyes y normas y a no oponerse a Dios. Son todas buenas conductas. Todo lo que dicen suena bien, pero, a espaldas de los demás, en secreto roban las ofrendas. El Señor Jesús dijo que “coláis el mosquito y os tragáis el camello” (Mateo 23:24). Esto significa que todo su comportamiento parece bueno en la superficie; cantan consignas ostentosamente, hablan de teorías elevadas, y sus palabras suenan agradables; sin embargo, sus acciones son un caos desordenado, y son totalmente opuestas a Dios. Su comportamiento externo es todo fingido, un absoluto fraude; en sus corazones no tienen el menor amor por la verdad ni por las cosas positivas. Detestan la verdad, las cosas positivas y todo lo que viene de Dios. ¿Qué es lo que aman? ¿Aman la honestidad y la justicia? (No). ¿Cómo puedes decir que no aman estas cosas? (El Señor Jesús difundió el evangelio del reino de los cielos, el cual no solo rehusaron aceptar, sino que lo condenaron). Si no lo hubieran condenado, ¿habría sido posible advertirlo? No. La aparición y la obra del Señor Jesús fue lo que puso en evidencia a todos los fariseos, y únicamente mediante su condena y resistencia al Señor Jesús es que otros pudieron advertir su hipocresía. Si no hubiera sido por la aparición y la obra del Señor Jesús, nadie habría discernido a los fariseos, y si las personas simplemente observaran la conducta manifiesta de los fariseos, incluso sentirían envidia. ¿No fue deshonesto y taimado por parte de los fariseos emplear una buena conducta falsa para ganarse la confianza del pueblo? ¿Pueden esas personas tan taimadas amar la verdad? De ninguna manera. ¿Cuál era el fin detrás de sus exhibiciones de buena conducta? Por un lado, embaucar al pueblo. Por otro lado, engañar y ganarse al pueblo para que este tuviera un buen concepto de ellos y los venerara. Y, por último, querían obtener recompensas. ¡Qué gran estafa! ¿Aquellos eran trucos hábiles? ¿Esas personas amaban la equidad y la justicia? Ciertamente no lo hacían. Lo que amaban era el estatus, la fama, la ganancia, y lo que querían eran recompensas y una corona. Nunca ponían en práctica las palabras que Dios le enseñó al pueblo y nunca vivían las realidades verdad en lo más mínimo. Solo se ocultaban detrás de la buena conducta, embaucando y ganándose al pueblo de maneras hipócritas para garantizar su propio estatus y reputación, lo que luego utilizaban para obtener capital y vivir de ello. ¿Eso no es despreciable? A partir de todas sus conductas, lo que puedes ver es que, en esencia, ellos no amaban la verdad, dado que nunca la ponían en práctica. ¿Qué demuestra que no ponían en práctica la verdad? Lo más importante de todo: que el Señor Jesús vino a realizar la obra de redención, y que todas las palabras que el Señor Jesús pronunció son la verdad y tienen autoridad. ¿Cómo reaccionaron los fariseos ante eso? Aunque reconocieron que las palabras del Señor Jesús tenían autoridad y poder, no solo no las aceptaron, sino que además las condenaron y profanaron. ¿Y por qué esto fue así? Porque no amaban la verdad, y, en sus corazones, estaban hartos de la verdad y la odiaban. Reconocían que el Señor Jesús estaba acertado en todo lo que decía, que Sus palabras tenían autoridad y poder, que Él no se equivocaba de ninguna manera y que ellos no tenían ninguna ventaja sobre Él. Pero querían condenar al Señor Jesús, por eso debatían y conspiraban, y por eso dijeron “Crucifíquenlo; es Él o nosotros”, y así es como los fariseos desafiaron al Señor Jesús. En ese entonces, nadie comprendía la verdad ni podía reconocer al Señor Jesús como el Dios encarnado. No obstante, desde el punto de vista humano, el Señor Jesús expresaba muchas verdades, echaba fuera demonios y sanaba a los enfermos. Producía milagros, alimentaba a 5000 con cinco rodajas de pan y dos peces, realizaba incontables buenas acciones y concedía muchísima gracia al pueblo. Hay muy pocas personas tan bondadosas y justas como Él, entonces ¿por qué los fariseos querían condenar al Señor Jesús? ¿Por qué estaban tan decididos a crucificarlo? El hecho de que prefiriesen liberar a un criminal antes que al Señor Jesús demuestra cuán malvados y malintencionados eran los fariseos del mundo religioso. ¡Eran tan retorcidos! La diferencia entre el semblante malvado que los fariseos revelaban y su benevolencia manifiesta fingida era tan grande, que muchas personas no podían discernir qué era verdadero y qué era falso, pero la aparición y la obra del Señor Jesús dejó todo aquello en evidencia. Los fariseos generalmente se camuflaban tan bien, y externamente parecían tan piadosos, que nadie habría imaginado que podrían oponerse y perseguir al Señor Jesús con tanta crueldad. Si los hechos no hubieran quedado tan expuestos, nadie habría podido verlos tal como ellos eran. ¡La expresión de la verdad del Dios encarnado revela mucho sobre el hombre!

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

También hay algunos que son capaces de recibir nueva luz, pero sus métodos de práctica no cambian. Traen sus viejas nociones religiosas con ellos mientras buscan recibir las palabras actuales de Dios, así que lo que reciben sigue siendo doctrina pintada con nociones religiosas; no están recibiendo la luz actual simplemente. Como resultado, sus prácticas están contaminadas, son las mismas viejas prácticas en un nuevo envase. Por muy bien que practiquen, son hipócritas. Cada día, Dios guía a la gente a hacer cosas nuevas, les exige que obtengan una nueva comprensión y entendimiento, que no sean anticuados y repetitivos. Si has creído en Dios durante muchos años, pero tus métodos de práctica no han cambiado en absoluto, y si todavía sientes fervor y te entretienes con asuntos externos pero no tienes un corazón tranquilo que puedas llevar ante Dios para disfrutar de Sus palabras, entonces no obtendrás nada. Cuando se trata de aceptar la nueva obra de Dios, si no haces planes diferentes, no prácticas de una manera nueva y no buscas nuevos entendimientos, sino que te aferras a lo antiguo y solo recibes cierta luz limitada, al no cambiar la manera en la que practicas, entonces las personas como tú estáis en esta corriente solo de manera nominal. En realidad, son fariseos religiosos ajenos a la corriente del Espíritu Santo.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de una vida espiritual normal

Algunas personas tienen inclinación por atraer la atención hacia sí mismas. Puede que digan en presencia de los hermanos y hermanas que están en deuda con Dios, pero a espaldas de ellos no practican la verdad y actúan de manera totalmente diferente. ¿Acaso no son estos los fariseos de la religión? Una persona que verdaderamente ama a Dios y posee la verdad es una que es leal a Dios, pero no alardea públicamente de ello. Una persona así está dispuesta a practicar la verdad cuando surgen problemas y no habla o actúa de una forma que vaya en contra de su conciencia. Esta clase de persona demuestra sabiduría cuando surgen problemas y es una persona de principios en sus acciones, sin importar las circunstancias. Una persona de esta clase puede ofrecer un verdadero servicio. Hay algunos que a menudo hablan de boquilla sobre su deuda con Dios, pasan sus días con el ceño fruncido por la preocupación, tienen un aire afectado y aparentan ser dignos de lástima. ¡Qué despreciables! Si le preguntaras: “¿Puedes decirme de qué manera estás en deuda con Dios?”, se quedarían sin palabras. Si eres leal a Dios, no hables de esto públicamente, sino que mejor demuestra tu amor por Dios por medio de la práctica real y órale con un corazón sincero. ¡Todos aquellos que tratan con Dios de manera verbal y mecánicamente son unos hipócritas! Algunos, cada vez que oran, hablan de su deuda con Dios y comienzan a llorar aunque no les conmueva el Espíritu Santo. Las personas como estas están poseídas por rituales y nociones religiosos; viven por esos rituales y nociones, siempre creyendo que esas acciones agradan a Dios y que Él se inclina a favor de la piedad superficial o las lágrimas de tristeza. ¿Qué bien puede venir de los que son así de absurdos? Con el fin de demostrar humildad, algunos fingen gentileza cuando hablan en presencia de los demás. Algunos son deliberadamente serviles en la presencia de otras personas, actúan como corderos sin una pizca de fuerza. ¿Es esta una forma de actuar propia del pueblo del reino? El pueblo del reino debe ser alegre y libre, inocente y abierto, honesto y adorable, y vivir en un estado de libertad. Debe tener integridad y dignidad, y ser capaz de dar testimonio dondequiera que vaya; tales personas son amadas tanto por Dios como por el hombre. Los novatos en la fe tienen demasiadas prácticas externas; primero deben someterse a un período de ser tratados y rotos. Las personas que tienen una honda fe en Dios no son distinguibles externamente de los demás, pero sus acciones y hechos son encomiables. Solo de tales personas se puede considerar que están viviendo la palabra de Dios. Si predicas el evangelio todos los días a varias personas con el fin de llevarlas a la salvación, pero al final sigues viviendo conforme a reglas y doctrinas, no puedes traerle gloria a Dios. Tales personas son figuras religiosas, además de unos hipócritas. Cada vez que esas personas religiosas se congregan, puede que pregunten: “Hermana, ¿cómo has estado estos días?”. Ella contestará: “Me siento en deuda con Dios y no soy capaz de satisfacer Su voluntad”. Otro podía decir: “Yo también siento que estoy en deuda con Dios y que soy incapaz de satisfacerlo”. Estas pocas frases y palabras por sí solas expresan las cosas viles que hay dentro de ellos. Tales palabras son sumamente detestables y en extremo repugnantes. La naturaleza de tales personas se encuentra en oposición a Dios. Aquellos que se enfocan en la realidad comunican lo que tienen en mente, sea lo que sea, y abren sus corazones en la comunicación. No participan en demostraciones de falsedad, sin mostrar tales cortesías ni cumplidos vacíos. Siempre son francos y no observan reglas seculares. Algunas personas tienen inclinación por las demostraciones externas, incluso hasta el punto de carecer por completo de sentido. Cuando alguien canta, comienzan a bailar sin siquiera darse cuenta de que se les quema el arroz en la cazuela. Tales personas no son piadosas ni honorables y son demasiado frívolas. Todas estas son manifestaciones de la falta de realidad. Cuando algunas personas comunican sobre asuntos de la vida espiritual, aunque no hablan de deberle nada a Dios, en el fondo conservan un amor verdadero por Él. Tu sentimiento de deuda con Dios no tiene nada que ver con otras personas; estás en deuda con Dios, no con la humanidad. ¿De qué te sirve hablar constantemente de esto con los demás? Debes darle importancia a entrar en la realidad, no a cualquier fervor o demostración externos. ¿Qué representan las buenas acciones superficiales de los seres humanos? Representan la carne, ni siquiera lo mejor de las prácticas externas representan la vida; solo pueden mostrar tu propio temperamento individual. Las prácticas externas de la humanidad no pueden cumplir el deseo de Dios. Hablas constantemente de tu deuda con Dios; sin embargo, no puedes proveer la vida de los demás ni estimular su corazón amante de Dios. ¿Crees que estas acciones tuyas van a satisfacer a Dios? Sientes que tus acciones concuerdan con la voluntad de Dios y que son del espíritu, ¡pero en realidad son todas absurdas! Crees que lo que te agrada a ti y lo que estás dispuesto a hacer son precisamente esas cosas en las que Dios se deleita. ¿Pueden representar a Dios tus gustos? ¿Puede representar a Dios el carácter de una persona? Lo que te agrada a ti es precisamente lo que Dios aborrece y tus hábitos son lo que Dios detesta y rechaza. Si te sientes en deuda, entonces ve y ora ante Dios; no hay necesidad de hablar de esto con los demás. Si no oras ante Dios y en lugar de eso llamas la atención constantemente en presencia de los demás, ¿puede esto satisfacer la voluntad de Dios? Si tus acciones siempre existen solo en apariencia, esto quiere decir que eres vanidoso hasta el extremo. ¿Qué clase de seres humanos son aquellos que solo llevan a cabo buenas acciones superficiales y están desprovistos de realidad? ¡Tales hombres son fariseos hipócritas y figuras religiosas! Si no os desprendéis de vuestras prácticas externas y sois incapaces de hacer cambios, entonces los elementos de hipocresía en vosotros crecerán aún más. Mientras mayores sean vuestros elementos de hipocresía, más resistencia hay hacia Dios. Al final, con toda seguridad, ¡tales personas serán descartadas!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En la fe, uno debe centrarse en la realidad; participar en rituales religiosos no es fe

Algunas personas se equipan de verdades solo para trabajar y predicar, para aprovisionar a otros, no para resolver sus propios problemas, ni para ponerlas en práctica. Su comunicación puede ser de puro entendimiento y acorde con la verdad, pero no están a la altura de ella, ni la practican ni la experimentan. ¿Cuál es aquí el problema? ¿Han aceptado realmente la verdad como su vida? Pues no. La doctrina que se predica, por muy pura que sea, no implica que se posea la realidad de la verdad. Para estar dotado de la verdad, primero uno debe haber entrado en ella por sí mismo, y ponerla en práctica cuando la entiende. Si uno no se concentra en su propia entrada, sino que pretende alardear predicando la verdad a los demás, su intención es equivocada. Hay muchos falsos líderes que trabajan así, comunican sin cesar a otros las verdades que entienden, proveen a los nuevos creyentes, enseñan a la gente a practicar la verdad, a realizar bien sus deberes, a no ser negativos. Estas palabras están muy bien, son buenas e incluso cariñosas, pero ¿por qué sus oradores no practican la verdad? ¿Por qué no tienen entrada en la vida? ¿Qué está pasando aquí en realidad? ¿Ama con sinceridad la verdad una persona así? Es difícil de decir. Así era como los fariseos de Israel exponían la Biblia a los demás, aunque ellos mismos no podían guardar los mandamientos de Dios. Cuando el Señor Jesús apareció y obró, oyeron la voz de Dios pero se resistieron al Señor. Crucificaron al Señor Jesús y fueron maldecidos por Dios. Por lo tanto, todas las personas que no aceptan o practican la verdad son condenadas por Dios. ¡Qué miserables son! Si la doctrina de palabras y letras que predican puede ayudar a otros, ¿por qué no puede ayudarles a ellos? Haríamos bien en llamar a tal persona un hipócrita que no tiene realidad. Proporcionan a otros las palabras y las letras de la verdad, hacen que otros la practiquen, pero ellos mismos no la practican lo más mínimo. ¿Acaso una persona así no es una desvergonzada? No tienen la realidad de la verdad, sin embargo, al predicar las palabras y las letras de la doctrina a otros, fingen tenerla. ¿No es esto un engaño y un daño deliberados? Si una persona así fuera expuesta y descartada, solo podría culparse a sí misma. No merecería compasión.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

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