610 Imitar al Señor Jesús

Jesús pudo llevar a cabo la comisión de Dios

—la obra de redención de toda la humanidad—,

porque mostraba consideración por las intenciones de Dios,

sin hacer planes ni arreglos para Sí mismo.

Él pudo poner el plan de gestión de Dios en el centro,

y siempre oró al Padre celestial y buscó Su voluntad.

Él oró y dijo:

“¡Dios Padre! Cumple Tu voluntad, cumple Tu voluntad,

y no actúes según Mis deseos, no actúes según Mis deseos,

sino de acuerdo con Tu plan, de acuerdo con Tu plan.

El hombre puede ser débil,

¿pero por qué deberías preocuparte por él?

¿Cómo podría el hombre ser digno de Tu preocupación,

el ser humano que es como una hormiga en Tu mano?

En Mi corazón, sólo deseo cumplir Tu voluntad,

y deseo que Tú puedas hacer lo que deseas hacer en Mí

según Tus propios deseos, Tus propios deseos”.


En el camino hacia Jerusalén, Jesús estaba sufriendo,

como si le estuvieran retorciendo un cuchillo en el corazón,

pero no tenía la más mínima intención,

no tenía la más mínima intención de faltar a Su palabra;

siempre había una poderosa fuerza que lo empujaba

hacia adelante hacia el lugar de Su crucifixión.

Fue clavado en la cruz finalmente

y se convirtió en semejanza de carne de pecado,

completando la obra de redención.

Se liberó de los grilletes de la muerte y el Hades.

Delante de Él, la mortalidad, el infierno y el Hades

perdieron su poder, y Él los venció.


Vivió treinta y tres años a lo largo de los cuales

siempre se esforzó al máximo por satisfacer las intenciones de Dios

según la obra de Dios en ese momento,

sin considerar jamás Su propia ganancia o pérdida

y pensando siempre en las intenciones de Dios Padre.

Debido a Su servicio

que estaba en armonía con las intenciones de Dios,

Dios le asignó la pesada carga de redimir a toda la humanidad

y le hizo cumplirla,

y Él era apto para realizar esta importante tarea.

A lo largo de Su vida, soportó un gran sufrimiento por Dios

y Satanás lo tentó innumerables veces,

pero nunca se descorazonó.

Dios le encomendó tan grande tarea porque confiaba en Él y lo amaba.

Si, como Jesús, podéis prestar atención

a las cargas de Dios y dais la espalda a vuestra carne,

Dios os confiará Sus importantes tareas,

de forma que cumpláis las condiciones para servir a Dios.

Solo bajo tales circunstancias os atreveréis a decir

que estáis haciendo la voluntad de Dios y llevando a cabo Su comisión,

y solo entonces osaréis decir que estáis sirviendo de verdad a Dios,

solo entonces osaréis decir que estáis sirviendo de verdad a Dios,

solo entonces osaréis decir que estáis sirviendo de verdad a Dios.


de La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo servir en armonía con la voluntad de Dios

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