Punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos
Apéndice: A la caza de las ratas
Hace poco me enteré de un asunto nuevo. Prestad atención y reflexionad sobre qué relación guarda con las actitudes y conductas de la gente, sobre de qué trata esta historia y sobre qué clase de problema ilustra. Ciertas personas chinas que llegaron a Estados Unidos, aparte de ver que la atmósfera y el entorno social de aquí diferían sustancialmente de los que había en China, notaron otra cosa que les pareció muy interesante. Vieron que, en este país, no solo las personas vivían en libertad, sino también todo tipo de seres vivos y animales, a los que nadie hacía daño. La libertad humana es, por supuesto, fruto de los sistemas sociales, pero ¿qué es lo que procura la libertad a todo tipo de animales y seres vivos? ¿Guardará alguna relación con los sistemas sociales? (Sí). Guarda relación con el modo en que los sistemas sociales y las políticas gubernamentales protegen y gestionan todo el entorno natural. Aquí hay animales silvestres en todas partes y pueden verse en cualquier sitio. Por ejemplo, hay gansos comiendo hierba en un prado a la vera de una autopista y existen parques, praderas y bosques en los que pueden encontrarse ciervos, osos o lobos, así como pavos, faisanes y toda suerte de aves y de fauna silvestre. ¿Cuál es la primera impresión que tiene la gente cuando ve un espectáculo así? (Piensan que han contemplado la naturaleza). ¿Y qué clase de sentimientos les despierta contemplar la naturaleza? Quizá dirán: “Mira este país. No solo la gente vive en libertad, aquí incluso los animales son libres. Reencarnarse en animal en este lugar sería mejor que vivir como ser humano en China, porque aquí incluso los animales son libres y nadie los maltrata”. ¿No tienen acaso ese sentimiento? (Así es). Para quienes llevan aquí largo tiempo, estas cosas se han vuelto corrientes y no tienen nada de raro; las consideran de lo más normal. Sin embargo, en algunos individuos, una vez que se han familiarizado con esta clase de entorno, empiezan a surgir ciertos pensamientos activos: “Todos estos animales están libres y nadie los supervisa ni los vigila, así que ¿no podría cogerlos y comérmelos? Sería estupendo, pero no puedo hacerlo de forma indiscriminada por si la ley los protege. Tengo que investigarlo”. Al revisar la información, ven que las leyes estipulan expresamente que los animales silvestres se hallan invariablemente protegidos a nivel nacional y que la gente no puede cazarlos y matarlos a su antojo. Si una persona quiere cazar, deberá hacerlo en un coto de caza autorizado; además, necesitará una licencia y quizá tenga que pagar una tasa por cada animal que cace. En definitiva, existen leyes de protección de la fauna silvestre que cuentan con estipulaciones claras al respecto. Algunas personas son incapaces de entenderlas y cavilan: “Con tantos manjares silvestres que hay y el gobierno no nos permite cogerlos y comerlos cuando queramos. ¡Qué lástima! En China nadie se preocupa de esto. ‘Si no se denuncia, las autoridades no lo investigan’. Mientras nadie se entere, puedes coger un animal y comértelo. Sin embargo, en un país democrático está prohibido. Aquí existen regulaciones legales y no me dejan hacer lo que quiera en las tierras que pertenecen a otra persona. No obstante, todos estos animales son caza silvestre; ¡es una lástima que solo pueda mirarlos y no comérmelos! Se me tiene que ocurrir una solución. ¿Cómo puedo comerme una pieza de caza sin que nadie se dé cuenta y sin infringir la ley?”. Algunos individuos idean un ardid y dicen: “Si construyo una jaula y pongo dentro algo de comida apetitosa para atraer presas, cazo algunos animalillos como conejos silvestres y luego busco un lugar aislado para matarlos y comérmelos, no estaría infringiendo la ley, ¿verdad? Estos animalillos no están protegidos por el estado y la ley no estipula nada específico acerca de ellos. De este modo, podría comer carne de caza silvestre y además me aseguraría de no quebrantar la ley. Es lo mejor de ambos mundos”. Después de tener esta idea, arman una jaula y empiezan a cazar. No han pasado ni un par de días cuando una rata entra en la jaula y, a toda prisa, la matan y se la comen, ¡creyendo que es auténtica carne de caza! ¿Qué conclusión sacan después? “Los animales silvestres están muy ricos. A partir de ahora idearé más métodos para cazar distintos tipos de presas. Mientras no infrinja la ley, no me preocupa comérmelas”. Aquí termina la historia.
Hay gente que pregunta: “¿Es una historia real o inventada?”. Por ahora, no os preocupéis de si es cierta o imaginaria o de si ocurrió de verdad o no. Tan solo pensad, a tenor de esta historia, en qué les pasa a las personas que hacen estas cosas. ¿Están cometiendo un error grave? ¿Se considera una violación de la ley? ¿Se considera inmoral? (Sí). ¿Va contra la moralidad, contra la humanidad o contra otra cosa? Decidme primero: ¿esta manera de comportarse es digna de elogio o de denuncia? ¿De qué lado os ponéis? (Denuncia). Da igual si va contra la moralidad, contra la ley o contra la humanidad; en cualquier caso, esta manera de comportarse está mal y no se corresponde con la de una persona que posee humanidad. Entonces, ¿de qué se trata? ¿Este tipo de carácter o conducta supone un problema grave? Según vuestro criterio, ¿cómo juzgaríais esta cuestión? En la vida cotidiana y entre todos los grupos de personas, ¿se trata de una conducta común? (Sí). No es una acción enormemente malvada o artera, pero sí impropia, y no es una actuación que las personas con humanidad normal deberían realizar. ¿Qué clase de manifestación es exactamente? Adelante, calificadla. ¿Qué clase de conducta es? ¿Debería fomentarse? (No). Ni es digna de fomentarse ni la gente la elogia, por lo que debería denunciarse y despreciarse. Este tipo de comportamiento es común, se produce a menudo en todos los grupos de personas y se observa con frecuencia en la vida cotidiana. Hay individuos que acostumbran a hacer cosas por el estilo. Así pues, ¿no merece la pena señalarlo y debatirlo para facilitar, de ese modo, que toda la gente tenga una definición precisa de esta cuestión y, si es posible, se desvincule de este tipo de comportamientos? ¿No estaría bien? (Sí). Pues vamos a definirla: ¿qué clase de conducta es esta? ¿Es arrogante? ¿Es intransigente? ¿Es falsa? (No). ¿Es perversa? (Un poco). Es algo así. Entre las palabras que habéis aprendido y entendido, ¿hay alguna que defina esta clase de conducta? (Vulgar). Vulgar; tiene un poco de esa cualidad. Esta palabra engloba esta clase de conducta y esencia, pero no termina de concretarla por completo. No puede considerarse que sea una conducta maliciosa, porque, si matar ratas fuera un acto malicioso, entonces exterminarlas sería algo negativo. Pero su exterminio es positivo; las ratas causan perjuicios a la gente, por lo que está justificado. Sin embargo, ¿hay alguna diferencia entre exterminarlas y comérselas? (La hay). Entonces, ¿cómo puede calificarse esta manera de comportarse? ¿Qué palabras se os ocurren que guarden relación con esta clase de conducta? (Sórdida). (Rastrera). Rastrera, vulgar y sórdida. En la vida cotidiana, ¿qué palabra se usa para definir una conducta inapropiada y rastrera? (Canalla). La palabra “canalla” describe con precisión y de forma incisiva a la gente que se comporta así. ¿Por qué? Si se dice que son vulgares, egoístas o sórdidos, se trata de la clase de manifestación que revelan los canallas. La palabra “canalla” abarca muchos significados: gente vulgar, depravada, sórdida, egoísta, inmoral, que no sabe comportarse, que no actúa de forma abierta y honesta, sino con enredos, y que no comete más que actos impropios. Estas son las distintas conductas y manifestaciones de los canallas. Por ejemplo, si una persona normal quiere hacer algo; mientras sea correcto, lo aborda de una manera abierta y, si viola la ley, desiste de ello. Los canallas no son iguales; consiguen sus objetivos por las buenas o por las malas y disponen de estrategias para contrarrestar las restricciones de la ley. Burlan las leyes y buscan el modo de alcanzar sus objetivos, se ajusten o no a la ética, la moralidad o la humanidad, y sean cuales sean las consecuencias. No les importa ninguna de estas cosas y solo buscan salirse con la suya por cualquier medio posible. En esto consiste ser ruin. ¿Tiene esta gente alguna integridad o dignidad? (No). ¿Son personas nobles o rastreras? (Rastreras). ¿En qué aspecto? (Su comportamiento carece de unos mínimos morales). Correcto, esta clase de personas carecen de unos mínimos y de principios; no consideran las consecuencias y hacen lo que les place. No se preocupan por las leyes, ni por la moralidad, ni de que su conciencia sea capaz o no de aceptar sus acciones, ni de si alguien los denuncia, los juzga o los condena. Todo esto les es indiferente y, mientras obtengan beneficios y se diviertan, no les importa. Su forma de actuar es depravada y su manera de pensar es despreciable, las dos cosas son vergonzosas. Esto es lo que significa ser un canalla. ¿Puede sustituirse esta palabra por las manifestaciones de las diversas actitudes de las que hemos hablado antes? No encajarían bien. Se trata de una palabra un tanto especial, pero ¿eso implica que los canallas son un tipo especial de persona? No. ¿Albergáis en vuestro interior algo canallesco? (Sí). ¿Cuáles son sus manifestaciones específicas? (A veces, la gente, después de lavarse la cara, deja todo salpicado de agua y no lo limpia. Y, cuando la gente termina de comer, no recoge los granos de arroz ni la sopa de verduras de la mesa. Cuando su ropa está sucia, la deja tirada de cualquier forma sin doblarla. Creo que estas también son manifestaciones propias de un canalla). La verdad es que esos son pequeños detalles de la vida cotidiana y ser antihigiénico no equivale realmente a ser un canalla, sino que tiene más que ver con cómo vive uno dentro de la humanidad. Si uno no hace cosas beneficiosas para los demás cuando está en un grupo, si uno no ha sido educado debidamente o no tiene modales, si se crea enemigos y cae mal a los demás, si no sabe atenerse a las normas o a los sistemas de los sitios a los que va, y no tiene conciencia de ello, ¿no es que su humanidad carece de algo? (Así es). ¿De qué carece? Carece de razón. ¿La gente así no carece de dignidad? (Sí). No tienen dignidad, ni integridad y recibieron una educación deficiente. Esto tiene que ver con los mínimos de la conducta humana y con vivir una humanidad normal. Si uno ni siquiera puede cumplir estos estándares, ¿cómo va a poder practicar la verdad? ¿Cómo va a poder glorificar a Dios? ¿Cómo va a poder actuar de acuerdo con los principios-verdad? Se halla muy lejos de conseguir cualquiera de estas cosas. Esta clase de personas no tienen conciencia ni razón; ¿es fácil dirigirlas? ¿Les resulta fácil cambiar? No, no resulta nada fácil. Entonces, ¿cómo pueden lograrlo? Dependerá de todos los que las supervisen, las refrenen y las inciten. En casos graves, todo el mundo debe dar la cara y criticarlas. ¿Cuál es el objetivo de esta crítica? Se trata de socorrerlas, ayudarlas a comportarse bien e impedir que hagan cosas vergonzosas y de mal gusto. Así pues, ¿a qué nos referimos exactamente con ser un canalla? ¿Cuáles son sus principales síntomas y manifestaciones? Veamos si lo he resumido acertadamente o no. ¿A qué se asemejan los canallas? Se asemejan a animales indomados, mal criados y salvajes, sus principales manifestaciones son ser arrogantes, brutos, sin moderación, temerarios y no aceptar la verdad en lo más mínimo, así como hacer lo que les plazca, no escuchar a nadie ni permitir que nadie los dirija, atreverse a oponerse a cualquiera y no tener consideración por nadie. Decidme, ¿son graves las distintas manifestaciones de ser un canalla? (Sí). Como poco, este carácter arrogante, imprudente y carente de razón resulta gravísimo. Aunque parezca que las acciones de una persona así no juzgan ni se oponen a Dios, es muy probable que esa persona haga el mal y se resista a Él por su carácter arrogante. Todas sus acciones constituyen revelaciones de sus actitudes corruptas. Cuando una persona se vuelve un canalla en cierta medida, se convierte en un bandido y un diablo, y los bandidos y los diablos jamás aceptarán la verdad: lo único que se puede hacer es destruirlos.
¿Tiene algo de valor contar esta historia? (Sí). Aunque no toque apenas el tema del carácter o la esencia-naturaleza del hombre, concierne a la conducta, que no difiere tanto ni está tan desvinculada de la esencia humana. ¿Cómo debería llamarse esta historia? Vamos a ponerle un título que tenga cierta cualidad alegórica, pero que no sea demasiado directo. (A la caza de las ratas). “A la caza de las ratas” es un buen título. Alguien atrapó una rata de una manera “perfectamente legítima” y dijo: “¿Qué hago? Ha entrado aquí corriendo y me da pena. Además, está herida. Si vuelve afuera, morirá y otros animales se la comerán de todos modos, así que ¿por qué no me la como yo? ¿No sería perfectamente legítimo?”. A fin de comerse la rata, se inventó un montón de excusas y un montón de justificaciones, y luego se la comió con la conciencia limpia. Esto es propio de canallas. No es como si en Estados Unidos la gente no pudiera comer carne, por lo que no merece la pena tomarse todas esas molestias y poner tanto empeño en perpetrar una cosa así. Es el tipo de cosas que hacen los canallas. ¿La gente normal, la gente con humanidad e integridad, hace cosas de este estilo? (No). ¿Por qué no? Es una cuestión de integridad. Quienes por naturaleza son ladrones incorregibles siempre están robando y hurtando y perpetrando actos vergonzosos. ¿Les falta algo en casa? No necesariamente. Como son canallas, tienen que robar, recurren al hurto para satisfacer sus propias preferencias y su insaciable carácter avaricioso. Estas acciones les reconfortan el corazón. Si no hicieran cosas de este estilo, se sentirían alterados. En esto consiste ser un canalla. Bien, doy fin ahora a la historia y paso al tema principal.
Antes de tratar el tema principal, reflexionemos sobre el contenido de nuestra última charla. Los deberes que ejecuta el pueblo escogido de Dios pueden dividirse en seis grandes categorías. Hemos terminado de hablar sobre la primera, donde se encuentran las personas que cumplen el deber de difundir el evangelio. La segunda engloba a quienes cumplen los deberes de los líderes y obreros de la iglesia a distintos niveles. Los miembros de esta categoría pueden dividirse fundamentalmente en dos clases, una de las cuales la tratamos la última vez; en concreto, los anticristos. Hablamos sobre cómo obran, qué manifestaciones tienen y cuáles son los actos que los definen como tales; clasificamos las manifestaciones y actitudes de los anticristos. ¿Qué puntos específicos había? (Punto 1: Tratan de ganarse el corazón de la gente; punto 2: Atacan y excluyen a los disidentes; punto 3: Excluyen y atacan a quienes persiguen la verdad; punto 4: Se enaltecen y dan testimonio de sí mismos; punto 5: Desorientan, atraen, amenazan y controlan a la gente). La última vez, resumimos cinco puntos y tomasteis nota de todos ellos. Vamos ahora con los siguientes. Punto 6: Se comportan de forma retorcida, son arbitrarios y dictatoriales, nunca comparten con los demás y los obligan a obedecerlos; punto 7: Son perversos, insidiosos y falsos; punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios; punto 9: Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden y los intercambian por gloria personal; punto 10: Desprecian la verdad, desacatan con descaro los principios e ignoran las disposiciones de la casa de Dios; punto 11: No aceptan que se los pode ni tienen una actitud de arrepentimiento cuando cometen el mal, sino que difunden nociones y juzgan públicamente a Dios; punto 12: Quieren retirarse cuando no tienen estatus ni esperanza de recibir bendiciones; punto 13: Controlan la economía de la iglesia mientras controlan el corazón de la gente; punto 14: Tratan la casa de Dios como su propio dominio personal; punto 15: No creen en la existencia de Dios y niegan la esencia de Cristo. Hay quince puntos en total, que diseccionan y ponen al descubierto las diversas manifestaciones de los anticristos. En esencia, resumen los distintos tipos de conducta, manifestaciones y actitudes que tienen estos. A primera vista, algunos de ellos no parecen ser más que maneras de comportarse, pero debajo subyace la esencia-carácter de los anticristos. En sentido literal, ¿estos quince puntos no resultan fáciles de entender? Todos están formulados en un lenguaje sencillo, y en cierto aspecto resultan fáciles de entender, aunque, asimismo, lo que cada uno de ellos resume está relacionado con la esencia, las revelaciones y las manifestaciones humanas. Cada punto representa un tipo de carácter; no se trata de un comportamiento ni de un pensamiento que sean pasajeros. ¿Qué es un carácter? ¿Cómo puede explicarse en qué consiste? Un carácter se da cuando, vaya donde vaya una persona, sus pensamientos, sus ideas, los principios de sus acciones, sus métodos de actuación y los objetivos que persigue no varían con el paso del tiempo y los cambios de ubicación geográfica. Si la manera de hacer las cosas de una persona desaparece en cuanto cambia de entorno, es que no se trata de la revelación de un carácter corrupto, sino más bien de un comportamiento pasajero. ¿A qué alude un verdadero carácter? (A que puede dominar a una persona en cualquier momento y en cualquier lugar). Así es, puede dominar las palabras y acciones de una persona independientemente del momento y el lugar, sin influencias ni restricciones condicionales; se trata de una esencia. Una esencia es aquello en lo que alguien confía para sobrevivir; no cambiará en función del momento, la ubicación ni otros factores externos. Esto es la esencia de una persona. Hay gente que dice: “Tengo más o menos las quince manifestaciones de los anticristos que has resumido, pero no persigo ningún estatus y nací sin ambiciones. Aparte, en este momento no recae sobre mis hombros ninguna responsabilidad. No soy un líder ni un obrero, y no me gusta ser el centro de atención, así que ¿la esencia-naturaleza de los anticristos no es irrelevante para mí? Si es irrelevante, ¿no es cierto que no necesito escuchar estas enseñanzas ni compararme con ellas?”. ¿Funcionan así las cosas? (No). Entonces, ¿cómo deberían enfocarse estas manifestaciones de los anticristos? ¿Cómo deberían enfocarse las verdades que se comparten sobre estas manifestaciones? Uno debe entender la verdad y conocerse a sí mismo en el marco de estas enseñanzas, y luego encontrar la senda correcta y llegar a poseer los principios en el cumplimiento de su deber y de su servicio a Dios. Solo de esta manera podrá apartarse de la senda de los anticristos y emprender el camino de ser hecho perfecto. Si podéis relacionar estas manifestaciones con vosotros mismos, esto os servirá de advertencia, recordatorio, desenmascaramiento y juicio. Si no podéis relacionarlas con vosotros, pero tenéis la sensación de que también poseéis estados similares, deberíais tratar de reflexionar y conoceros más a vosotros mismos, y buscar la verdad para resolver dichos estados. De este modo, además, lograréis despojaros poco a poco de vuestras actitudes corruptas y evitareis recorrer la senda de los anticristos.
Disección de cómo los anticristos se enaltecen y dan testimonio de sí mismos
La enseñanza de hoy versa sobre el cuarto punto referente a las diversas manifestaciones de los anticristos: cómo se enaltecen y dan testimonio de sí mismos. La humanidad corrupta es capaz de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma, de pavonearse, de intentar que la tengan en gran estima y la idolatren. Así reacciona instintivamente la gente cuando la gobierna su naturaleza satánica, lo cual es común a toda la humanidad corrupta. Normalmente, ¿cómo se enaltece y da testimonio sobre sí misma la gente? ¿Cómo logra el objetivo de hacer que la tengan en gran estima y la idolatren? Da testimonio de cuánto trabajo ha realizado, de cuánto ha sufrido, de cuánto se ha esforzado y el precio que ha pagado. Se enaltece hablando sobre su capital, lo cual le da un lugar superior, más firme y más seguro en la mente de las personas, de modo que son más las que la aprecian, la tienen en alta estima, la admiran y hasta la adoran, la respetan y la siguen. Para lograr este objetivo, la gente hace muchas cosas que en apariencia dan testimonio de Dios, pero en esencia se enaltece y da testimonio sobre sí misma. ¿Es razonable actuar así? Se sale del ámbito de la racionalidad y no tiene vergüenza, es decir, da testimonio descaradamente de lo que ha hecho por Dios y de cuánto ha sufrido por Él. Incluso presume de sus dones, talentos, experiencias, habilidades especiales, de sus métodos inteligentes para las cosas mundanas, de los medios por los que juega con las personas, etcétera. Se enaltece y da testimonio sobre sí misma alardeando y menospreciando a otras personas. Además, se camufla y disimula para ocultar sus debilidades, defectos y deficiencias a los demás y que estos solo lleguen a ver su brillantez. Ni siquiera se atreve a contárselo a otras personas cuando se siente negativa; le falta valor para abrirse y hablar con ellas, y cuando hace algo mal, se esfuerza al máximo por ocultarlo y encubrirlo. Nunca habla del daño que ha ocasionado al trabajo de la iglesia en el cumplimiento del deber. Ahora bien, cuando ha hecho una contribución mínima o conseguido un pequeño éxito, se apresura a exhibirlo. No ve la hora de que el mundo entero sepa lo capaz que es, el alto calibre que tiene, lo excepcional que es y hasta qué punto es mucho mejor que las personas normales. ¿No es esta una manera de enaltecerse y dar testimonio sobre sí misma? ¿Es enaltecerse y dar testimonio sobre uno mismo algo que haría alguien con conciencia y razón? No. Así pues, cuando la gente hace esto, ¿qué carácter revela normalmente? La arrogancia. Es uno de los que principalmente revela, seguido de la falsedad, lo que implica hacer todo lo posible para que otras personas la tengan en gran estima. Sus palabras son completamente herméticas y es evidente que entrañan unas motivaciones y tramas, hacen alarde de sí, pero quieren ocultarlo. A resultas de lo que dicen, hacen creer a los demás que son mejores que nadie, que no hay nadie igual, que el resto es inferior a ellas. ¿Y no consiguen este resultado por medios solapados? ¿Qué carácter se halla detrás de esos medios? ¿Y hay algún elemento de perversidad? (Sí). Este es un carácter perverso. Puede apreciarse que estos medios que emplean estas personas están dirigidos por un carácter falso; entonces, ¿por qué digo que es perverso? ¿Qué tiene que ver esto con la perversidad? ¿Qué opináis? ¿Pueden ser sinceras estas personas acerca de sus objetivos al enaltecerse y dar testimonio sobre sí mismas? No pueden. Sin embargo, siempre hay un deseo en el fondo de su corazón y lo que dicen y hacen va en beneficio de ese deseo, y mantienen muy en secreto los objetivos y motivaciones de lo que dicen y hacen. Por ejemplo, utilizarán la distracción o alguna táctica turbia para lograr estos objetivos. ¿No es dicho secretismo retorcido por naturaleza? ¿Y dicho retorcimiento no se puede calificar de perverso? (Sí). Se puede calificar de perversa y está más arraigada que la falsedad. Utilizan una determinada manera o método para conseguir sus objetivos. Este carácter constituye una falsedad. Sin embargo, la ambición y el deseo que albergan en el fondo de su corazón de querer siempre que la gente los siga, los admire y los adore, a menudo los lleva a enaltecerse y dar testimonio de sí mismos, y a hacer esto sin escrúpulos y con total descaro. ¿Qué carácter es este? Alcanza el nivel de la perversidad. La perversidad no se reduce a una intolerancia cualquiera o al hecho de ser una persona falsa y mentirosa. Que alguien, partiendo de una corrupción ordinaria, llegue a alcanzar el nivel de la perversidad, ¿no significa que se ha corrompido en lo más hondo? (Sí). Describamos entonces el nivel de perversidad, ¿cómo podríamos expresarlo convenientemente? ¿Por qué una persona pasa de una corrupción ordinaria a alcanzar la perversidad? ¿Tenéis clara la cuestión? ¿Cuál es la diferencia entre la falsedad y la perversidad? En cuanto a cómo se manifiestan, ambas guardan una estrecha relación, aunque la perversidad es más grave; se trata de la falsedad llevada al extremo. Si alguien tiene un carácter perverso, la falsedad de esta persona no es corriente, pues una falsedad corriente quizá solo implique que es una mentirosa empedernida o no muy honesta en sus acciones, mientras que la perversidad es más grave y profunda que la falsedad. La falsedad de alguien que posee un carácter perverso supera a la de una persona media, es más grave, y sus métodos y medios para hacer las cosas, así como las maquinaciones que impulsan sus acciones, son más taimados y furtivos, y la mayoría de la gente no consigue desentrañarlos como lo que son. Esto es la perversidad.
¿En qué se diferencia un anticristo que se enaltece y da testimonio de sí mismo de una persona media que actúa igual? A menudo, la persona media alardea y presume a fin de conseguir que la gente la tenga en alta estima; además, poseerá manifestaciones de estas actitudes y estados, conque ¿en qué es distinto un anticristo que se enaltece y da testimonio de sí mismo respecto a una persona corriente que hace lo mismo? ¿Dónde estriba la diferencia? Una cosa os debe quedar clara: no todas las manifestaciones de ensalzamiento o alarde personal esporádicos se engloban dentro de la categoría de los anticristos. ¿Esto no es un error conceptual? (Sí). Entonces, ¿cómo puede distinguirse claramente esta cuestión? ¿Dónde radica la diferencia? Si logras exponerlo claramente, podrás entender a la perfección cuál es la esencia de un anticristo. Haced el intento. (La forma de actuar de un anticristo es más subrepticia; se sirven de medios que aparentan ser muy correctos para desorientar a la gente. Parecen estar hablando de un tema procedente, pero, antes de que te enteres, empiezan a enaltecerse y dar testimonio de sí mismos sin que nadie se percate de ello. Sus medios son relativamente subrepticios). Medios relativamente subrepticios; es decir, se los distingue por su manera de enaltecerse y dar testimonio de sí mismos. ¿Alguna cosa más? Decidme, ¿cuál es la diferencia de naturaleza entre enaltecerse y dar testimonio de uno mismo de forma consciente y hacerlo de forma inconsciente? (Las intenciones son distintas). ¿No es ahí donde estriba la diferencia? (Sí). Cuando un individuo medio con actitudes corruptas se enaltece a sí mismo y se pavonea, lo hace por presumir, sin más. Una vez que ya se ha lucido, se acabó la historia, le da igual si las personas lo tienen en alta o baja estima. Su intención no está demasiado definida, se trata tan solo de un carácter que los gobierna, una revelación de un carácter. Nada más. ¿Resulta fácil corregir esta clase de carácter? Si la persona en cuestión persigue la verdad, será capaz de cambiar poco a poco cuando experimente la poda, el juicio y el castigo. Ganará paulatinamente un sentido de vergüenza y racionalidad, y exhibirá cada vez menos comportamientos de esta índole. Condenará esta clase de comportamiento y se restringirá y controlará a sí misma. Esto es enaltecerse y dar testimonio de uno mismo de manera inconsciente. Enaltecerse y dar testimonio de uno mismo tanto de forma consciente como inconsciente encierran actitudes idénticas, pero difieren en su naturaleza. ¿En qué consiste esta diferencia? Cuando uno se enaltece y da testimonio de sí mismo de manera consciente, lo hace con una intención. Las personas que actúan así no hablan a la ligera; cada vez que se enaltecen y dan testimonio de sí mismas están albergando ciertas intenciones y objetivos ocultos, actúan con deseos y ambiciones satánicos. A primera vista, parece la misma clase de manifestación. En ambos casos, una persona se enaltece y da testimonio de sí misma, pero ¿cómo define Dios el enaltecerse y dar testimonio de uno mismo de manera inconsciente? Como una revelación de un carácter corrupto. ¿Y cómo define Dios el enaltecerse y dar testimonio de uno mismo de manera consciente? Como el acto de alguien que quiere desorientar a la gente, decidido a que los demás lo tengan en alta estima, que lo idolatren, que lo admiren y que lo sigan. Sus acciones desorientan por naturaleza. De modo que, en cuanto tenga intención de desorientar y dominar a la gente para que esta lo siga y lo idolatre, a la hora de hablar y actuar empleará ciertos métodos y medios capaces de desorientar y confundir fácilmente a quienes no comprenden la verdad y carecen de un fundamento profundo. Dichas personas no solo carecen de discernimiento; al contrario, piensan que es cierto lo que ese individuo les cuenta, y quizá lo admiren y lo tengan en alta estima, y con el tiempo, lo idolatrarán y hasta lo seguirán. Hay un fenómeno de lo más común en la vida cotidiana que se produce cuando alguien oye un sermón y en ese momento parece que lo entiende bastante bien, pero, más tarde, cuando algo acontece, no sabe cómo resolver la situación. Busca y se presenta ante Dios, pero eso no rinde frutos y, al final, debe acudir a su líder a preguntar por ese asunto y pedirle una solución. Cada vez que le sucede algo, quiere pedirle a su líder que lo resuelva. Se asemeja al modo en que fumar opio se convierte en una adicción y un patrón para ciertas personas, las cuales, con el tiempo, se verán incapaces de seguir adelante si no lo consumen. Por tanto, los anticristos que se enaltecen y dan testimonio de sí mismos se convierten imperceptiblemente en una especie de droga para aquellos que son pequeños de estatura, carentes de discernimiento, insensatos e ignorantes. Cuando algo acontezca, irán a preguntarle al anticristo y, si este no dicta una orden, no se atreverán a hacer nada, aun cuando el asunto se haya debatido y se haya alcanzado un consenso al respecto. Tienen miedo de oponerse a la voluntad del anticristo y ser reprimidos, de modo que, en cualquier circunstancia, solo se atreven a actuar después de que el anticristo ha hablado. Aun cuando han entendido claramente los principios-verdad, no se atreven a tomar una decisión ni a afrontar la situación; en su lugar, esperan el veredicto y la decisión final del “amo” al que admiran. Si su amo no dice nada, quien tenga que lidiar con el asunto se sentirá inseguro en cuanto a cómo proceder. ¿Acaso estas personas no han sido envenenadas? (Así es). Esto se llama estar envenenado. ¿Cuánto trabajo tiene que realizar el anticristo, y cuánto veneno necesita inyectar de forma furtiva, para que estas personas estén tan profundamente envenenadas? Si el anticristo se diseccionara con frecuencia y llegara a conocerse a sí mismo, si expusiera a menudo sus debilidades, faltas y transgresiones, de modo que la gente las viera, ¿todo el mundo los seguiría idolatrando igual? Desde luego que no. Según parece, el anticristo hace un esfuerzo considerable por enaltecerse y dar testimonio de sí mismo, motivo por el cual ha cosechado tanto “éxito”. Este es el resultado que busca. Sin él, nadie sabría cumplir con los deberes de forma adecuada y todo el mundo estaría completamente perdido. Resulta evidente que, mientras controla a estas personas, el anticristo les inyecta a hurtadillas una buena cantidad de veneno ¡y dedica mucho esfuerzo! Si se limitara a pronunciar unas pocas palabras, ¿seguirían constriñendo a estas personas de ese modo? Sin duda que no. Cuando el anticristo logra su objetivo de hacer que la gente lo idolatre, lo admire y le preste atención en cualquier asunto, ¿no ha hecho y dicho muchas cosas que lo enaltecen y dan testimonio de sí mismo? ¿Qué resultado obtiene con esto? Que la gente carezca de una senda y sea incapaz de vivir sin él; es como si, sin él, el cielo se desplomara y la tierra dejara de girar, como si creer en Dios no tuviera ningún valor ni significado y escuchar sermones no sirviera de nada. Además, consigue que la gente sienta que hay esperanza en su vida cuando el anticristo está cerca, pero que la perderían toda si él muriera. ¿Semejantes personas no son acaso cautivas de Satanás? (Sí). ¿Y las personas así no se lo merecen acaso? (Sí). ¿Esto por qué lo decimos? Dios es el Único en el que has de creer, conque ¿por qué idolatras a anticristos y los sigues, y dejas que te constriñan y controlen a cada paso? Aparte, independientemente del deber que uno ejecute, la casa de Dios ha provisto a las personas de reglas y principios claros. Si surge una dificultad que uno no sabe resolver por sí mismo, debería recurrir a alguien que entienda la verdad y acudir a lo Alto en asuntos más serios. Pero tú no solo no buscas la verdad; al contrario, idolatras y admiras a personas, y crees lo que te cuentan estos anticristos. Te has convertido, por lo tanto, en lacayo de Satanás y ¿quién tiene la culpa sino tú mismo? ¿No te mereces esto? El enaltecimiento y testimonio de uno mismo es una manifestación y un comportamiento que comparten los anticristos, una de las manifestaciones más comunes. ¿Cuál es la característica principal que define cómo se enaltecen y dan testimonio de sí mismos los anticristos? ¿En qué aspecto se diferencia de cuando lo hace una persona media? En que los anticristos ocultan sus intenciones tras este acto, que no es en absoluto inconsciente. Más bien, albergan intenciones, deseos y ambiciones, por lo que contemplar las consecuencias de un testimonio así resulta demasiado espantoso; logran desorientar y controlar a las personas.
Permitid que os ponga un ejemplo. Podéis reflexionar acerca de si esta clase de manifestación y carácter se relaciona con el enaltecimiento y testimonio de uno mismo. Una vez, había un líder que llevaba dos o tres años realizando la obra de la iglesia en un cierto lugar. Había ido de una iglesia a otra hasta que finalmente echó raíces allí. ¿Qué significa que echó raíces? Quiere decir que la mayoría de las personas lo conocían y lo tenían en alta estima, y que era relativamente conocido en aquel lugar. En cuanto lo veían, lo recibían bien, le ofrecían asiento y le servían buena comida. Todos se mostraban de acuerdo con él y nadie se le oponía; todo el mundo estaba bastante familiarizado con este líder y, en el fondo, aprobaban su manera de hacer las cosas y aceptaban su liderazgo. No está claro cuánto trabajo desempeñó allí el líder, ni cuánto habló ni de qué; estos detalles se desconocen, pero, en definitiva, la mayoría de la gente aprobaba su liderazgo. Transcurrido un cierto tiempo, el líder dijo: “Los hermanos y hermanas de este lugar son obedientes y sumisos, las cosas de la iglesia van bien en todos los sentidos. Por desgracia, hay un aspecto que no es del todo satisfactorio, y es que el entorno aquí es terrible. Si fuera el adecuado, elegiríamos un bonito día soleado para celebrar en un parque una gran reunión de miles de personas y daríamos a conocer la verdad usando un micrófono y un equipo de buenos altavoces para propiciar que más personas crean en dios. ¿Acaso nuestra obra no daría así más frutos?”. Al oír esto, todo el mundo respondió “amén” y dio su aprobación. Decidme, ¿hay algún problema con la frase “daríamos a conocer la verdad”? (Sí). ¿Qué problema? (El líder se comportaba como si fuera Dios). Todos vosotros reconocéis que esto conlleva un problema, pero las personas atolondradas que había allí no lo reconocieron. ¡Incluso respondieron a su frase con un “amén”! ¿Este líder da a conocer la verdad? ¿Quién es él? Es un líder corriente; después de unos años de trabajo, empezó a creerse superior a los demás y olvidó quién era; quiso incluso expresar la verdad, una labor que le vendría grande. ¿Qué demuestra esto? Demuestra que no sabía quién era él ni conocía el deber que cumplía. Dado que posee un carácter de esta índole, ¿habrá alguna parte de su discurso o de su obra habituales que se ajuste a la verdad? Su discurso y obra habituales están sin duda plagados de palabras confusas y endiabladas, y de ningún modo podrá lograr el resultado de proveer y regar a la iglesia. No sabe qué es la verdad, ni mucho menos qué significa expresarla. Después de trabajar en algún sitio solo un par de años, se creyó que contaba con un poco de prestigio y capital, y luego se olvidó de quién era, se sentía bastante bien consigo mismo y quiso expresar la verdad. ¿No es repugnante tener un concepto tan erróneo? ¿De dónde surge esta equivocación? ¿Sufría algún trastorno mental o fue un impulso momentáneo? Había realizado unas pocas obras, en la iglesia local nadie se le oponía y las cosas parecían irle sobre ruedas, de modo que creyó que todo era producto de su trabajo y de pronto sintió que podría atribuirse el mérito. Pensó: “Si puedo llevar a cabo una obra tan importante, ¿no soy dios? Y si soy dios, ahora mismo me están reprimiendo terriblemente; si el entorno en el exterior fuera mejor, ¡podría expresar la verdad!”. Esta idea se le ocurrió de repente. ¿No le pasa algo malo en la cabeza? (Sí). Le pasa algo malo en la cabeza. ¿No carece de razón? ¿Pueden las acciones y palabras de Satanás y los anticristos poseer la razón de la humanidad normal? En absoluto. Este líder realizó unas pocas obras y obtuvo algunos resultados, pero luego, de repente, se olvidó de que era humano. ¿El hecho de que pueda espetar palabras tan poco razonables no guarda relación con sus actitudes? (Sí). ¿Cómo se relaciona? De acuerdo con sus actitudes, ¿está dispuesto a ser un seguidor? ¿Le consta que tan solo es un seguidor de Dios normal y corriente? Claro que no. Cree que su estatus y su identidad son respetables en extremo y superiores a todos los demás. ¿No estáis familiarizados con este tipo de comportamiento y su naturaleza? ¿Por qué Satanás fue desterrado de los cielos? (Quería estar a la par que Dios). Porque quería estar a la par que Dios. Puesto que Satanás no conocía cuál era su lugar en el universo, tampoco sabía quién era ni conocía su medida, y cuando Dios le permitió caminar en el mismo espacio que Él, empezó a creerse Dios. Quería hacer las cosas que Él hacía, quería representarlo, reemplazarlo y negar Su existencia, de modo que, como consecuencia, fue desterrado de los cielos. Los anticristos hacen cosas similares, la naturaleza de sus actos es idéntica y provienen de la misma fuente que Satanás. Para un anticristo, tal manifestación no es una revelación esporádica ni el resultado de un capricho: se trata ciertamente de la dominación de su naturaleza satánica y una revelación natural de su carácter satánico. ¿Cuál es la naturaleza de la manifestación del líder del que acabo de hablar? (La de un anticristo). ¿Por qué estamos discutiendo esta manifestación dentro del punto de enaltecerse y dar testimonio de uno mismo? ¿Cómo se relaciona la naturaleza de esta manifestación con el enaltecimiento y testimonio de uno mismo? ¿Cuál era la naturaleza de las palabras “dar a conocer la verdad” que él pronunció? ¿Por qué afirmo que dichas palabras guardan relación con el enaltecimiento y testimonio de uno mismo? (El líder creía que podría proporcionar la verdad a la gente). A eso se refería. Cuando él decía esas cosas, las personas que lo oían pensaban: “Te desenvuelves de una manera admirable y hablas con semejante tono de voz, ¿no es la clase de tono que debería emplear Dios? ¿No es la clase de comportamiento admirable y de aspiraciones que debería tener Dios?”. ¿No había logrado este líder el objetivo de enaltecerse y dar testimonio de sí mismo? Había conseguido que la gente, inconscientemente, desarrollara sentimientos de respeto, veneración y admiración hacia él. ¿No fue ese el caso? (Sí). Esta es la horrible apariencia de un anticristo; se trata de un anticristo que, de forma encubierta, se enaltece y da testimonio de sí mismo.
¿Existen otras manifestaciones del enaltecimiento y testimonio de uno mismo? Deberíais reflexionar sobre vosotros mismos al respecto. ¿Alguno de vosotros sería capaz de dar testimonio de sí mismo? ¿Te ves frenado por tu conciencia y razón para evitar realizar una acción tan vergonzosa? Si logras frenarte, eso demuestra que tienes racionalidad, que eres diferente a los anticristos. Si no posees esta racionalidad y albergas ambiciones y deseos de esta índole, y además eres capaz de hacer una cosa tal como dar testimonio de ti mismo, entonces eres igual que un anticristo. Así pues, ¿cuál es vuestro caso? ¿Te restringes al actuar? Si tienes un corazón temeroso de Dios, racionalidad y sentido de la vergüenza, entonces, aunque quieras hacer estas cosas, sabes que ofenderán a Dios, que Él las detestará, así que lograrás frenarte y no te atreverás a dar testimonio de ti mismo. Si te restringes una y otra vez, estas ideas, estas intenciones y pensamientos, empezarán, al cabo de un tiempo, a remitir lentamente, poco a poco. Adquirirás discernimiento de estas ideas y sentirás que son deleznables y repugnantes, disminuirán tus impulsos y deseos de hacer tales cosas y, de forma gradual, serás capaz de contenerte y controlarte, hasta tal punto que dichas ideas surgirán cada vez con menos frecuencia. Si eres consciente de ellas, pero incapaz de frenarte, si albergas intenciones especialmente intensas, con el único deseo de que la gente te idolatre, si te sientes descontento porque nadie te idolatra ni te sigue, y si te invade el odio y quieres actuar, y sin ningún escrúpulo llegas a presumir y dar testimonio de ti mismo, es que eres un anticristo. ¿Cuál es vuestro caso? (Cuando me doy cuenta de ellas, soy capaz de frenarme). ¿Con qué cuentas para frenarte? (Cuento con cierto conocimiento de Dios y con un corazón temeroso de Dios). Si uno posee un corazón temeroso de Dios, puede restringirse, lo cual no se obtiene reprimiéndose u obstaculizándose a uno mismo, sino que es más bien resultado de comprender la verdad y temer a Dios. Uno se frena por medio de la racionalidad y la cognición, y al mismo tiempo, uno se restringe porque posee, en cierta medida, un corazón temeroso de Dios y tiene miedo de ofenderlo a Él. Si tu racionalidad no puede frenarte, ni posees un corazón temeroso de Dios, ni sientes vergüenza cuando das testimonio de ti mismo y te empeñas en seguir haciéndolo, sin rendirte hasta lograr tu objetivo, nos hallamos ante una naturaleza distinta: eres un anticristo.
Las técnicas y manifestaciones que poseen los anticristos para enaltecerse y dar testimonio de sí mismos son múltiples. Algunos anticristos lo hacen directamente, hablando de todos sus méritos, mientras que otros tratan de usar eufemismos o métodos indirectos para conseguir de manera furtiva que la gente los tenga en alta estima y lograr su objetivo de que los demás los admiren, idolatren y sigan, y llegan incluso a ocupar un lugar en el corazón de las personas; esta es la naturaleza de este tipo de comportamiento. El carácter de los anticristos relativo al enaltecimiento y testimonio de sí mismos difiere del de la gente corriente en lo que respecta a su naturaleza y a los resultados que produce, así como a las formas en que se manifiesta y a sus objetivos e intenciones subyacentes. Además, ¿las personas que se enaltecen y dan testimonio de sí mismas se limitan a hablar de sus méritos? En ocasiones, también hablan de sus facetas malas, pero, en este caso, ¿están realmente diseccionándose y tratando de conocerse a sí mismas? (No). Entonces, ¿cómo descubre uno que el conocimiento que tienen de sí mismas no es real, sino que está adulterado y encierra otras intenciones? ¿Cómo puede uno entender completamente esta cuestión? El foco de atención radica en que, al mismo tiempo que intentan conocerse a sí mismas y exponer sus debilidades, defectos, carencias y actitudes corruptas, están buscando excusas y razones para eximirse de culpa. Le dicen en secreto a la gente: “Todo el mundo comete errores, no solo yo. También vosotros sois susceptibles de cometerlos. No he perpetrado ningún acto inexcusable; ha sido un pequeño fallo. Si os hubiera ocurrido a vosotros, sería un caso mucho más grave, porque no reflexionáis ni os diseccionáis. A pesar de mis equivocaciones, soy mejor que vosotros y tengo más racionalidad e integridad”. Cuando alguien oye esto, piensa: “Llevas toda la razón. Tú comprendes tanto la verdad y realmente posees estatura. Cuando tú cometes errores, eres capaz de reflexionar y diseccionarte; eres mucho mejor que nosotros. Si nosotros cometemos errores, no reflexionamos ni tratamos de conocernos a nosotros mismos, y por miedo al ridículo, no nos atrevemos a diseccionarnos. Tú tienes mayor estatura y más coraje que nosotros”. Estas personas cometieron errores, pero aun así se granjearon el aprecio de los demás y cantaron sus propias alabanzas; ¿de qué carácter se trata? Algunos anticristos poseen una especial habilidad para fingir, engañar a la gente y mostrar una fachada. Cuando se topan con personas que comprenden la verdad, empiezan a hablar acerca de su autoconocimiento y afirman ser un diablo y un Satanás, afirman que su humanidad es mala y que se merecen ser maldecidos. Imagínate que les preguntas: “Como dices ser un diablo y un Satanás, ¿qué acciones malvadas has perpetrado?”. Responderán: “No he hecho nada, pero soy un diablo. Y no solo soy un diablo; ¡también soy un Satanás!”. Entonces les preguntas: “Como dices ser un diablo y un Satanás, ¿qué acciones malvadas propias de un diablo y un Satanás has perpetrado, y cómo te has opuesto a Dios? ¿Puedes contar la verdad acerca de las cosas malvadas que has hecho?”. Responderán: “¡Yo no he hecho nada malvado!”. Les sigues presionando y preguntas: “Si no has hecho nada malvado, ¿por qué dices ser un diablo y un Satanás? ¿Qué intentas conseguir al decir eso?”. Cuando te pones así de serio con ellos, se quedarán sin nada que decir. En realidad, han hecho muchas cosas malas, pero no las confesarán de ningún modo. Se limitarán a soltar discursos grandilocuentes y pregonar unas cuantas doctrinas para hablar de su autoconocimiento de manera superficial. Pero no dirán una palabra en lo que atañe a especificar cómo atrajeron a la gente, cómo la engañaron, cómo se aprovecharon de ella apelando a sus sentimientos, cómo fracasaron a la hora de tomarse en serio los intereses de la casa de Dios, cómo se opusieron a la organización del trabajo, cómo engañaron a lo Alto, cómo les ocultaron cosas a sus hermanos y hermanas, y cuánto perjudicaron los intereses de la casa de Dios. ¿El verdadero conocimiento de uno mismo consiste en esto? (No). Al afirmar ser un diablo y un Satanás, ¿no están fingiendo autoconocimiento con el fin de enaltecerse y dar testimonio de sí mismos? ¿No se trata de uno de los métodos que emplean? (Sí). El individuo medio no logra desentrañar este método. Cuando se destituye a algunos líderes y poco después salen reelegidos, al preguntar el motivo, ciertas personas alegarán: “Ese líder es de buen calibre. Sabe que es un diablo y un Satanás. ¿Qué otro ha alcanzado ese nivel de conocimiento? Solo lo poseen las personas que persiguen realmente la verdad. Ninguno de nosotros es capaz de obtener ese grado de autoconocimiento; el individuo medio no tiene esa estatura. Es el motivo por el que todo el mundo lo ha vuelto a elegir”. ¿Qué está sucediendo aquí? Estas personas están desorientadas. Este líder sabía que era un diablo y un Satanás, pero aun así todo el mundo lo eligió, conque ¿qué efectos y consecuencias tiene en las personas el hecho de que afirme ser un diablo y un Satanás? (Provoca que la gente lo tenga en alta estima). Correcto, provoca que la gente lo tenga en más alta estima. Los no creyentes se refieren a esta estrategia como “retroceder para avanzar”. Implica que, a fin de que la gente lo tenga en más alta estima, primero tiene que confesar cosas malas de él para que los demás le crean capaz de abrirse y conocerse a sí mismo, crean que tiene profundidad y perspectiva, así como un hondo entendimiento, debido a lo cual todos lo idolatran más. ¿Y qué resultado produce que todos lo idolatren más? Cuando llegue el momento de volver a elegir un líder, a los ojos de los demás, seguirá siendo el candidato perfecto para el cargo. ¿No es un método bastante astuto? Si no hablara así de su autoconocimiento ni afirmara ser un diablo y un Satanás, y en su lugar se mostrase negativo sin más, cuando los demás lo vieran, dirían: “En cuanto te destituyeron y perdiste tu estatus, te volviste negativo. Antes nos enseñabas a no ser así y ahora tu negatividad es incluso más grave que la nuestra. No te elegiremos”. Nadie tendría en alta estima a este líder. Aunque todo el mundo careciera aún de discernimiento, al menos no volverían a elegirlo líder y este individuo no lograría su objetivo de que los demás lo apreciaran. Sin embargo, este líder toma la iniciativa y dice: “Soy un diablo y un Satanás; ¡puede que dios me maldiga y me envíe al decimoctavo nivel del infierno y no me permita reencarnarme en toda la eternidad!”. Habrá personas que sientan lástima al oír esto y digan: “Nuestro líder ha padecido muchísimo. ¡Ay, cuánto agravio ha sufrido! Si Dios no le permite ser líder, entonces lo elegiremos nosotros”. Si todos apoyan al líder hasta tal punto, ¿no están acaso desorientados? La intención original de sus palabras se ha visto confirmada, lo que demuestra que ha desorientado a la gente de este modo. Satanás a veces desorienta a las personas enalteciéndose y dando testimonio de sí mismo, y en ocasiones, cuando no le queda más remedio, puede admitir sus errores usando circunloquios, pero es todo fachada, su objetivo es granjearse la comprensión y simpatía de la gente. Llegará incluso a decir: “Nadie es perfecto. Todo el mundo tiene actitudes corruptas y todos pueden cometer errores. Mientras uno sea capaz de enmendar sus fallos, será buena persona”. Al oír esto, la gente tendrá la impresión de que es cierto y continuará adorando y siguiendo a Satanás. Su método consiste en reconocer sus errores de manera proactiva, así como en enaltecerse en secreto y ganarse un hueco en el corazón de las personas para que se lo acepten todo, incluso sus errores; luego se los perdonarán, los irán olvidando de forma gradual y, a la larga, aceptarán completamente a Satanás, serán leales hasta la muerte, no lo abandonarán nunca y lo seguirán hasta el final. ¿No es este el método que sigue Satanás? Así actúa él, y los anticristos emplearán también métodos de este estilo cuando busquen satisfacer sus ambiciones y objetivos de hacer que la gente los idolatre y los siga. Las consecuencias a las que esto conduce son las mismas, en modo alguno diferentes a las que conlleva la desorientación y la corrupción que Satanás genera en las personas.
Ciertas personas, cuando hablan de su autoconocimiento, se retratan como una absoluta calamidad, como gente que no vale para nada, y llegan a decir incluso que son un diablo y un Satanás, que merecen ser maldecidas y que no se quejarían si Dios las descartara. Sin embargo, dichas personas no poseen una verdadera comprensión de su esencia-naturaleza ni de sus actitudes corruptas, y son incapaces de confesar nada acerca de su verdadera situación. En su lugar, se ponen una careta para desorientar a los demás y usan el método y la técnica de reconocer proactivamente sus errores y “retroceder para avanzar” a fin de cegar y engañar a la gente para que esta luego guarde una buena opinión de ellas. Esta es la práctica de los anticristos. La próxima vez que os encontréis con un individuo así, ¿cómo deberíais tratarlo? (Examinar los detalles). Correcto, debéis aprender a indagar en el asunto y examinar los detalles. ¿Hasta qué punto debéis indagar? Hasta que suplique clemencia y diga: “Nunca volveré a desorientaros. Aunque me elijáis para ser vuestro líder, no asumiré ese cargo”. Decidle: “Nunca más nos dejaremos desorientar por ti ni te elegiremos para ser nuestro líder, ¡conque deja de soñar!”. ¿Qué os parece? Todos aquellos que hablan de forma exagerada acerca de su autoconocimiento, que incluso se maldicen a sí mismos, sin que nada de ello parezca real, son personas hipócritas y de una espiritualidad falsa, y todas sus palabras desorientan. Hay una característica y varios detalles en el discurso de tales personas que debes saber discernir. A ver, decidme, si a uno le piden que redacte un juramento para la custodia de las ofrendas, ¿qué debería decir la primera frase? ¿Qué escribiría alguien con racionalidad y humanidad? ¿Qué tono y estilo emplearía para estar en su sitio y mostrar su actitud? Cuando la gente corriente habla, todo el mundo percibe que se expresa con normalidad, pero las personas malvadas, los anticristos y los de su ambiciosa calaña hablan con un tono particular que es distinto al de una persona corriente. Dicen, por ejemplo: “Si yo, Fulano de Tal, sustraigo un solo céntimo de las ofrendas a dios, que sufra una muerte miserable: ¡que me atropelle un coche!”. ¿Qué clase de tono es este? Comienzan con la palabra “yo”, adoptando el tono más grandilocuente; la motivación que desprende su tono y su forma de hablar pueden observarse en las palabras literales que emplean. La primera palabra es “yo”: adoptan un tono grandilocuente, un discurso de lo más elevado; ¿no es un juramento grandilocuente? ¿Cómo se describiría? Como un juramento hipócrita y pretencioso. ¿A qué clase de carácter corresponde escribir un juramento con tanta agresividad? Se trata de un juramento; por lo tanto, ¿ante quién estás jurando? Estás jurando ante Dios, así que, en este caso, ¿cómo debería expresarse una persona normal? Debería mostrarse humilde, saber estar en su sitio, orar a Dios y hablar desde el corazón. No debería emplear palabras grandilocuentes ni ser agresiva. Esas otras personas son muy agresivas incluso cuando prestan juramento; ¡su carácter satánico es gravísimo! Cuesta detectar si juran de verdad o en falso. Lo que quieren decir es: “¿No te fías de mí? ¿Tienes miedo de que me aproveche de la casa de dios, de que robe las ofrendas? Me utilizas, pero no te fías de mí, y me pides que preste juramento, pues prestaré juramento, ¡tú observa y verás si me atrevo! No creo que pueda hacer algo así”. ¿Qué clase de actitud es esta? Agresividad y falta de escrúpulos. Tienen incluso la osadía de clamar contra Dios y se valen de un juramento para justificarse y desorientar a la gente. ¿Esto es temer a Dios? No hay ninguna piedad en absoluto. Semejante persona es un Satanás y un anticristo; así es como hablan los anticristos. ¿Qué clase de carácter denota el prestar juramento con un trasfondo de clamor? ¿Los individuos de esta calaña aún pueden ser salvados? ¿Habéis conocido a personas así antes? No sabéis cómo discernir las manifestaciones, revelaciones o actitudes que exhiben, ¿verdad? Hay gente que cree incluso que estos individuos son personas lúcidas, dotadas de una comprensión espiritual, honestas y leales a Dios. ¿No es una estupidez? ¿una falta de discernimiento? Este terrible carácter y comportamiento puede observarse en la redacción y en las palabras literales del juramento, pero la gente aún considera que este anticristo es realmente bueno. ¿Esta gente comprende la verdad? Parece que lo único que entendéis son doctrinas, que solo sabéis hablar sobre ellas y pronunciar palabras vacías, y que no tenéis discernimiento en lo que se refiere a ciertas cuestiones y asuntos específicos. En el futuro, si os topáis con este tipo de situaciones, ¿las discerniréis? (Sí). Las personas que escriben semejantes juramentos son bestias y carecen de humanidad. ¿Habéis visto juramentos de este estilo antes? ¿Habéis escrito alguna vez un juramento así? (Sí). ¿Tenía un tono y un inicio idénticos? (No era tan directo). Entonces, ¿tenía la misma naturaleza? (Sí). Tenía la misma naturaleza. Prestar juramento no es como aventurarse en un campo de batalla, que requiere un espíritu de abnegación heroica. No requiere esa clase de espíritu. Cuando juras ante Dios, debes meditarlo concienzudamente y comprender por qué necesitas escribir el juramento y ante quién vas a jurar y comprometerte. Lo que Dios quiere es una actitud, no un espíritu de ninguna clase. Ese espíritu tuyo es agresivo y vociferante; se trata de una manifestación del carácter arrogante de Satanás. No se trata de piedad, no se trata de una manifestación que los seres creados deban tener, ni mucho menos se trata de una postura que estos deberían asumir. ¿La gente que exhibe esta manifestación se ha visto influida por el heroísmo nacional? ¿Guarda alguna relación? Las personas están demasiado contaminadas; en cuanto escriben un juramento o promesa, se acuerdan de todas las figuras famosas a lo largo de la historia que fueron leales a su país y a su pueblo. Dichas figuras formaban parte de la banda de Satanás y actuaban sin escrúpulos a fin de distinguirse y dar testimonio de sí mismas, así como de hacerse un hueco en el corazón de la gente y granjearse una reputación, de modo que pasaran a la historia y su nombre se recordara para toda la eternidad. Las generaciones posteriores lo valorarían como una devoción ciega a su país; ¿crees que estaban en verdad ciegos? ¿En qué consiste realmente esta ceguera? Se trata de la práctica más traicionera y perversa, que encierra una intención personal. No se trata de ceguera y, desde luego, no es devoción: es perversidad.
Ya hemos compartido una buena cantidad de enseñanzas sobre el tema de los anticristos que dan testimonio de sí mismos. ¿Hay alguna otra cuestión de relevancia que aún no comprendáis del todo? Ciertas personas dan testimonio de sí mismas sirviéndose del lenguaje y pronuncian palabras que las ensalzan, mientras que otras recurren a comportamientos diversos. ¿Cuáles son las manifestaciones de una persona que se sirve del comportamiento para dar testimonio de sí misma? A primera vista, adopta ciertos comportamientos que encajan bastante bien con las nociones de la gente, que atraen su atención y que son vistos como muy nobles y en consonancia con los estándares morales. Estos comportamientos consiguen que la gente piense que se trata de una persona honorable, con integridad, que ama de verdad a Dios, que es muy piadosa y que realmente posee un corazón temeroso de Dios, y que se trata de una persona que persigue la verdad. A menudo exhiben en la superficie buenos comportamientos para desorientar a la gente; ¿esto no huele a un caso de enaltecimiento y testimonio de uno mismo? Por lo general, las personas que se enaltecen y dan testimonio de sí mismas por medio de las palabras, usando discursos claros para expresar en qué se diferencian de las masas y por qué sus opiniones valen más que las del resto, a fin de que la gente las tenga en alta estima y las admire. Sin embargo, hay diversos métodos, que no implican discursos explícitos, en los cuales las personas recurren a prácticas externas para declararse mejores que los demás. Esta clase de prácticas están bien planeadas, encierran un motivo y cierta intención, y son realmente deliberadas. Se han envuelto y manipulado para que la gente perciba comportamientos y prácticas que están en consonancia con las nociones humanas, que son nobles, piadosos y conformes a la decencia santa, y que muestran amor y temor a Dios, y son conformes a la verdad. Así se logra también el objetivo del enaltecimiento y testimonio de uno mismo, que la gente tenga en alta estima a estas personas y las admire. ¿Os habéis topado alguna vez con algo similar o lo habéis visto? ¿Poseéis estas manifestaciones? ¿Se hallan estas cosas, así como el tema del que estoy tratando, muy alejadas de la vida real? En realidad no. Pondré un ejemplo sencillo. Algunas personas, a simple vista, parecen afanarse sobremanera en cumplir con los deberes; continúan trabajando a propósito a horas en las que el resto de la gente está comiendo o durmiendo, y cuando los demás empiezan a hacer sus deberes, ellas se van a comer o a dormir. ¿Cuál es su objetivo? Quieren llamar la atención y mostrar a todo el mundo que se afanan tanto en cumplir con los deberes que no les queda tiempo ni para comer ni para dormir. Piensan: “Vosotros en realidad no soportáis ninguna carga. ¿Cómo sois tan proactivos en cuanto a comer y dormir? ¡No valéis para nada! Miradme a mí, que trabajo mientras vosotros coméis, y por las noches, mientras vosotros estáis durmiendo, yo sigo con mis tareas. ¿Seríais capaces de sufrir de esta manera? Yo sí puedo aguantar este sufrimiento; estoy dando ejemplo con mi comportamiento”. ¿Qué opináis de este tipo de comportamiento y manifestación? ¿Acaso estas personas no actúan así deliberadamente? Algunas lo hacen a propósito, ¿y qué clase de comportamiento es este? Estos individuos quieren ser inconformistas; quieren diferenciarse de las masas y mostrar a la gente que se pasan toda la noche afanados en los deberes, que son especialmente capaces de soportar el sufrimiento. De este modo, todos sentirán una particular lástima de ellos y les mostrarán una particular simpatía, ya que pensarán que llevan sobre sus hombros una pesada carga, al extremo de estar hasta el cuello de trabajo y demasiado preocupados como para comer o dormir. Y si no pueden ser salvados, implorarán a Dios por ellos, intercederán ante Él y rezarán por ellos. Al actuar así, estos individuos se sirven de buenos comportamientos y prácticas que son conformes a las nociones del hombre, como soportar penurias y pagar un precio, para embaucar a otras personas y ganarse por medios fraudulentos su compasión y sus alabanzas. ¿Y cuál es el resultado último? Todos quienes hayan estado en contacto con ellos y los hayan visto pagar un precio dirán a una voz: “¡Nuestro líder es el más competente, el más capacitado para soportar el sufrimiento y pagar un precio!”. ¿No habrán logrado entonces su objetivo de desorientar a la gente? Luego, un día, la casa de Dios dice: “Vuestro líder no realiza ningún trabajo real. Se afana y trabaja en vano; actúa de forma imprudente y es arbitrario y dictatorial. Ha arruinado la obra de la iglesia, no ha hecho nada de lo que debía, no se ha dedicado a la obra evangélica ni a la producción audiovisual, y la vida de la iglesia está sumida en el caos. Los hermanos y hermanas no comprenden la verdad, no poseen entrada en la vida ni pueden escribir artículos testimoniales. Lo más lamentable es que ni siquiera saben discernir falsos líderes y anticristos. Este líder es un incompetente; ¡es un falso líder que debería ser destituido!”. En estas circunstancias, ¿será fácil destituirlo? Quizá cueste. Si alguien lo intenta, los hermanos y hermanas, como aprueban y apoyan al líder, protestarán y solicitarán a lo Alto que lo mantenga. ¿Por qué se produce esto? Porque este falso líder y anticristo se sirve de comportamientos que, a primera vista, son buenos, como soportar el sufrimiento y pagar el precio, así como de palabras bonitas, para conmover, sobornar y desorientar a la gente. Una vez que consigue, mediante falsas apariencias, desorientar a la gente, todos hablarán por él y nadie será capaz de abandonarlo. Saben perfectamente que el líder no ha llevado a cabo mucha obra real y que no ha guiado al pueblo escogido de Dios a comprender la verdad y ganar la entrada en la vida, pero estas personas lo siguen apoyando, aprobando y siguiendo, sin importarles siquiera que eso implique que no ganarán la verdad y la vida. Para colmo, debido a que este líder las ha desorientado, todas estas personas lo adoran, no aceptan a ningún otro que no sea él y ni siquiera quieren ya a Dios. ¿Acaso no están tratando a este líder como si fuera Dios? Si la casa de Dios dice que este individuo no realiza ninguna obra real y que es un líder falso y anticristo, la gente de su iglesia protestará y se alzará en rebelión. Decidme, ¿hasta qué punto este anticristo ha desorientado a esas personas? Si se trata de la obra del Espíritu Santo, las condiciones de la gente no harán sino mejorar, y comprenderán mejor la verdad, se volverán más sumisos ante Dios, le reservarán más espacio en su corazón y aprenderán a discernir falsos líderes y anticristos. Desde esta perspectiva, la situación que acabamos de describir no es en modo alguno obra del Espíritu Santo; solo los anticristos y los espíritus malvados logran desorientar a la gente hasta tal extremo después de un tiempo trabajando. Muchas personas se han visto desorientadas y controladas por estos anticristos y en su corazón solo tienen cabida para ellos, no hay sitio para Dios. Este es el resultado final que obtienen los anticristos que se enaltecen y dan testimonio de sí mismos aparentando un buen comportamiento. Se valen, a nivel superficial, de buenos comportamientos como soportar penurias y pagar el precio para enaltecerse y dar testimonio de sí mismos, lo cual constituye uno de los medios que los anticristos emplean para desorientar y controlar a la gente. Ahora veis la cuestión con claridad, ¿verdad? ¿No es muy taimado e insidioso un anticristo que se comporta bien superficialmente, soportando penurias y pagando el precio, para desorientar a la gente? ¿Y en ocasiones vosotros no lo hacéis también? Hay individuos que, para poder quedarse hasta tarde cumpliendo con los deberes, beben café por la noche porque eso les proporciona energía. Los hermanos y hermanas, preocupados por su salud, les preparan sopa de pollo. Y cuando esos individuos se la terminan, dicen: “¡Gracias sean dadas a dios! He disfrutado de la gracia de dios. No me merezco esto. Ahora que he terminado esta sopa de pollo, ¡tengo que ser más eficiente en la ejecución de los deberes!”. En realidad, seguirán llevando a cabo sus deberes de la misma manera que siempre, sin aumentar su rendimiento ni un ápice. ¿No están fingiendo? Fingen, es un tipo de comportamiento que también encubre el enaltecimiento y el testimonio de uno mismo; el resultado que obtienen es que otras personas los aprueban, los tienen en alta estima y se convierten en seguidoras acérrimas. Si la gente tiene este tipo de mentalidad, ¿no ha olvidado a Dios? Ya no alojan a Dios en su corazón, así que ¿en quién piensan día y noche? Es su “buen líder”, en su “amado líder”. A primera vista, algunos anticristos se muestran muy afectuosos con la mayoría de las personas, y emplean tácticas diversas al hablar, para que vean lo afectuosos que son y estén dispuestas a acercarse a ellos. Sonríen radiantes a cualquiera que se les acerque y confraternice con ellos, y le hablan con tono amabilísimo. Aunque observen que algunos hermanos y hermanas, en sus acciones, han faltado a los principios y perjudicado así los intereses de la iglesia, no los podan en lo más mínimo, simplemente los exhortan, consuelan y engatusan mientras cumplen con los deberes; engatusan y engatusan a la gente hasta que consiguen atraer a todo el mundo ante ellos. De forma gradual, la gente se ve conmovida por estos anticristos; todos aprueban en gran medida sus bondadosos corazones y los describen como personas amantes de Dios. A la larga, todos los idolatran y buscan sus enseñanzas en cualquier tema, les cuentan a estos anticristos sus pensamientos y sentimientos más íntimos, hasta el punto de que dejan de orar a Dios o de buscar la verdad en Sus palabras. ¿No se ha visto desorientada esta gente por los anticristos? Es otro de los medios que emplean para desorientar. Cuando os entregáis a estos comportamientos y prácticas, o albergáis intenciones así, ¿sois consciente del problema que hay? Y cuando os dais cuenta de ello, ¿podéis alterar el curso de vuestras acciones? Si eres capaz de reflexionar acerca de ti mismo y de sentir un remordimiento sincero cuando descubres y examinas que tu comportamiento, tus prácticas o tus intenciones son problemáticos, esto demuestra que has revertido el rumbo. Si eres consciente de tus problemas, pero te desentiendes de ellos y actúas de acuerdo con tus propias intenciones y caes cada vez más hondo hasta que alcanzas un punto en el que ya eres incapaz de salir, es que no has revertido el rumbo y deliberadamente te has posicionado en contra de Dios, enalteciéndote y dando testimonio de ti mismo, y desviándote del camino verdadero. ¿De qué carácter se trata? Es el carácter de un anticristo. ¿Es grave? (Sí). ¿Hasta qué punto? El resultado de que un individuo adopte medios más insidiosos y falsos, que soporte penurias y pague el precio para desorientar a la gente, tratando de que lo idolatren y sigan, es idéntico al de que una persona se enaltezca y dé testimonio de sí misma abiertamente: tiene igual naturaleza. Sean cuales sean los medios que emplees para enaltecerte y dar testimonio de ti mismo, ya sea un discurso claro o un buen comportamiento demasiado evidente, todos tienen la misma naturaleza. Contiene atributos de un anticristo y una disposición a luchar contra Dios por Sus elegidos. No importa qué forma adopten tus manifestaciones o de qué medios te sirvas, mientras tus intenciones no cambien y conlleven las mismas consecuencias, todo tiene idéntica naturaleza. Por lo tanto, parece claro que los anticristos son muy astutos y no aman ni persiguen la verdad. Sin embargo, son capaces de soportar penurias y pagar el precio en aras de desorientar a la gente; esta es la perversidad de los anticristos.
Hay quienes hablan acerca de teorías absurdas y argumentos abstractos para hacer creer que son personas intelectuales y cultas, cuyas acciones son muy profundas, y de ese modo lograr su objetivo de que la gente las idolatre. Es decir, siempre quieren participar y dar su opinión en cualquier asunto; incluso, cuando todo el mundo ya ha tomado una decisión final, si no quedan contentas, sueltan alguna idea altisonante para presumir. ¿Acaso no se trata de una forma de enaltecerse y dar testimonio de uno mismo? En ciertos asuntos, en realidad todo el mundo ya ha debatido las cosas, se han consultado unos a otros, han hallado los principios y se han decantado por un plan de acción, pero esos individuos no aceptan la decisión y obstaculizan las cosas de forma irracional, diciendo: “Eso no servirá. No lo habéis considerado exhaustivamente. Aparte de los aspectos que hemos comentado, yo también he pensado otra cosa”. Pero, de hecho, el aspecto que se les ha ocurrido no es más que una teoría absurda; no hacen más que buscarle tres pies al gato. Son plenamente conscientes de que están hilando demasiado fino y dificultando las cosas a los demás, pero aun así insisten en ello. ¿Cuál es su objetivo? Tratan de demostrar que son diferentes, que son más listos que el resto de la gente. Lo que quieren decir es: “¿Así que este es el nivel que tenéis? Tengo que demostraros que yo estoy por encima”. En general, no escuchan lo que diga cualquier otro, pero en cuanto surge algo importante, empiezan a alterar las cosas. ¿Cómo se llama a estos individuos? En lenguaje coloquial, se dice que son gente quisquillosa, manzanas podridas. ¿Cuáles son las tácticas habituales de un individuo quisquilloso? Disfruta pregonando ideas grandilocuentes y entregándose a prácticas viles y retorcidas. Si le pides que exponga un plan de acción adecuado, no sabrá elaborar uno, y si le pides que se encargue de un asunto serio, será incapaz. No perpetra más que actos viles y anda siempre queriendo dar una “sorpresa” a la gente y presumir de sus dotes. ¿Cómo reza el dicho? “Una vieja se pinta los labios, para que tengas algo que mirar”. Lo cual significa que en todo momento quiere presumir de dotes y, tanto si hace buen alarde de ellos como si no, quiere que la gente sepa: “Soy una persona excepcional, mejor que vosotros, que no valéis para nada, sois simples mortales, gente ordinaria. Yo soy extraordinario y trascendente. Os contaré mis ideas, que os van a sorprender, y ya veréis si soy superior a vosotros o no”. ¿Acaso esto no es alterar las cosas? Lo hace a propósito. ¿Qué clase de comportamiento es este? Está provocando trastornos y perturbaciones. Lo que pretende decir es: en este asunto, aún no he demostrado lo inteligente que soy, así que no importa quién vea sus intereses perjudicados ni sus esfuerzos malogrados, voy a sabotearlo hasta que todo el mundo me crea superior, capaz y diestro. Solo entonces dejaré que el asunto proceda sin impedimentos. ¿Existe gente así de mala? ¿Habéis hecho cosas de esta índole antes? (Sí. En alguna ocasión, cuando otros ya habían terminado de debatir algún asunto e ideado un plan adecuado, como no me informaron durante el proceso de toma de decisiones, me dediqué a sacarle fallos). En el momento de hacerlo, ¿sabías en tu corazón si eso estaba bien o mal? ¿Sabías que la naturaleza de este problema era grave, que provocaba trastornos y perturbaciones? (En aquel momento, no fui consciente de ello, pero al ser podado severamente por mis hermanos y hermanas, y al comer y beber las palabras de juicio y castigo de Dios, entendí que la naturaleza de este problema es grave, que está trastornando y perturbando la obra de la iglesia, y que es una clase de comportamiento satánico). Gracias a que reconociste su gravedad, cuando luego te aconteció una situación similar, ¿lograste cambiar un poco y tener alguna entrada a la hora de abordarlas? (Sí. Al revelar esos pensamientos e ideas, comprendí que se trataba de un carácter satánico, que no podía actuar de ese modo, y conseguí orar a Dios de manera consciente y rebelarme contra esos pensamientos e ideas erróneos). Lograste cambiar en cierta medida. Cuando se tienen problemas de corrupción de esa índole, uno debe buscar la verdad para resolverlos, frenarse y orar a Dios. Cuando pienses que los demás te miran con desdén, que no te tienen en alta estima ni te toman en serio y, como consecuencia, sientes deseos de ocasionar un trastorno, cuando te asalten estos pensamientos, debes darte cuenta de que no provienen de la humanidad normal, sino de un carácter satánico, y que, si continúas así, surgirán problemas y lo más probable es que ofendas el carácter de Dios. Primero debes aprender a frenarte y luego comparecer ante Dios para orarle y revertir el rumbo. Cuando las personas viven en el interior de sus propios pensamientos, en el interior de sus actitudes corruptas, ninguna de sus acciones es conforme a la verdad ni capaz de satisfacer a Dios; actúan de forma antagónica a Él. Ya sabéis reconocer este hecho, ¿cierto? El querer en todo momento luchar por la fama y las ganancias, sin dudar en trastornar y perturbar la obra de la iglesia para granjearte una reputación y un estatus, constituyen las manifestaciones más evidentes de los anticristos. En realidad, todas las personas poseen estas manifestaciones, pero si las reconoces y admites, y luego reviertes el rumbo y asumes una actitud de arrepentimiento sincero ante Dios, y cambias tus métodos, comportamientos y actitudes, es que estás persiguiendo la verdad. Si no reconoces estos problemas reales, careces sin duda de actitud de arrepentimiento y no eres una persona que persigue la verdad. Si insistes en caminar por la senda de un anticristo, la recorres hasta el final y aún piensas que no hay ningún problema y no estás dispuesto a arrepentirte, sigues actuando de esta manera y compitiendo por fama y ganancias con los líderes y los obreros, te empeñas en sobresalir por encima de los demás, destacar entre la multitud y ser mejor que el resto de los integrantes del grupo al que perteneces, ¡estás en un buen aprieto! Si no dejas de perseguir reputación y estatus, y te niegas a arrepentirte con obstinación, es que eres un anticristo, estás condenado y al final recibirás tu castigo. Las palabras de Dios, la verdad y la conciencia y razón no han surtido efecto en ti, y a buen seguro hallarás el final de los anticristos. No puedes ser salvado, ¡eres irredimible! Que las personas logren o no alcanzar la salvación y emprender la senda de temer a Dios y evitar el mal, dependerá de si exhiben manifestaciones de arrepentimiento sincero tras llegar a conocerse a sí mismas, y de la actitud con la que enfoquen la verdad, así como de la senda que escojan. Si no abandonas la senda de un anticristo y, en su lugar, eliges satisfacer tus propias ambiciones y deseos, oponiéndote con descaro a la verdad y poniéndote en contra de Dios, es que eres irredimible. Alguien que ignore que ha de tener miedo, independientemente de la magnitud de sus errores o de cuántas acciones malvadas perpetre, y que no se sienta culpable y continúe justificándose, sin sentir ni una pizca de remordimiento, es un diablo y un anticristo auténtico. Si alguien tan solo posee las diversas manifestaciones de los anticristos, pero sabe admitir sus errores, desandar sus pasos, y hay cabida en su corazón para el arrepentimiento, nos encontramos ante algo que difiere en naturaleza de los anticristos, una situación completamente distinta. Así pues, la clave para que una persona alcance o no la salvación radica en si sabe reflexionar sobre sí misma, en si posee un corazón con cabida para el arrepentimiento y en si es capaz de emprender la senda de la búsqueda de la verdad.
El cuarto punto, el enaltecimiento y testimonio de uno mismo, constituye un enfoque consistente de los anticristos. Vosotros sois capaces de discernir los medios, maneras y métodos obvios de los que se sirven los anticristos para enaltecerse y dar testimonio de sí mismos, pero ¿sabéis discernir los comportamientos y manifestaciones más ocultos? En lo relativo a cosas obvias como el uso del lenguaje para enaltecerse y dar testimonio de uno mismo, las reveláis, también habéis visto a otros revelarlas y sabéis discernirlas. Sin embargo, si no se hace uso del lenguaje y solo hay manifestaciones de comportamiento, ¿aún lograríais discernirlas? Cabría decir que la mayoría de las personas no son capaces. Así pues, ¿cuáles son las características de los comportamientos que muestran los anticristos cuando se enaltecen y dan testimonio de sí mismos? No cabe duda de que su comportamiento se ajusta a las nociones y figuraciones del hombre, así como a su moralidad, su conciencia y sus sentimientos. ¿Qué más? (Cosecha la aprobación y la veneración de la gente). Cosecha aprobación y veneración; es el resultado que produce. Si lo miramos desde la perspectiva del resultado, este comportamiento realmente encierra una cualidad que induce a la desorientación. Desde la perspectiva de su naturaleza, esta acción es muy deliberada. Por ejemplo, cuando un individuo cae enfermo, si quiere desorientar a los demás y conseguir que lo tengan en alta estima, ¿se tomará la medicación delante de la gente o cuando no haya nadie? (Delante de la gente). ¿No existe una intención oculta? Significa que alberga un propósito bien definido. ¿Cuál es el verdadero objetivo de tomarse la medicación de este modo? Quiere que se le reconozca el mérito por actuar así y te dice: “Mira, estoy tan cansado por cumplir con mi deber que he caído enfermo, y aun así no me he quejado ni he derramado una sola lágrima. Estoy en tratamiento, pero sigo cumpliendo con mi deber aunque me esté medicando”. De hecho, no contrajo necesariamente esta enfermedad por un agotamiento causado por el desempeño de su deber o después de empezar a creer en Dios. Estos individuos simplemente intentan recurrir a toda suerte de comportamientos para transmitir un mensaje a la gente, el de que están soportando sufrimiento y pagando un precio, que han padecido una barbaridad en este entorno sin quejarse ni una sola vez y aun así cumplen con su deber activamente, y que poseen la voluntad de soportar sufrimiento. ¿Qué le indica esto a la gente de forma imperceptible? Que su lealtad a Dios está fuera de toda duda. Lo que quieren expresar es que son leales y están dispuestos a pagar un precio. ¿No se trata de una manera encubierta de enaltecerse? Si estuvieran dotados de razón, no mencionarían este tema, orarían a Dios cuando nadie anduviera cerca, expresando su determinación y procurando conocerse a sí mismos, o se tomarían sus medicamentos normalmente, sin más. En resumen, no recurrirían a estos comportamientos externos para decirle a la gente que están sufriendo, que están cumpliendo fielmente con sus deberes y que deberían ser recompensados. No albergarían estas intenciones. Sin embargo, si actúan de manera especialmente ostentosa, con el deseo de que la gente los tenga en alta estima y los idolatre, esto es muy deliberado. ¿Y qué propósito persiguen? Buscan enaltecerse y dar testimonio de sí mismos por medio del mensaje que transmiten a la gente. Si son leales, Dios lo sabrá, de modo que ¿por qué habrían de jactarse de esto ante otras personas y procurar que todos los demás se enteren? ¿Qué objetivo persiguen al hacer que todo el mundo se entere? El de conseguir que la gente los tenga en alta estima. Si no persiguieran este objetivo, actuarían sin intenciones y los demás no lo presenciarían. Si tienen un propósito muy definido, medirán la escala de sus acciones, y armarán un escándalo y calcularán bien la hora y el lugar, esperarán hasta que haya gente alrededor para pedirle a alguien que vaya a buscar los medicamentos, lo pregonarán públicamente y con gran fanfarria. Esto encierra un propósito bien definido. Si no fuera así, esperarían a estar solos para tomarse los medicamentos. Tu disposición para soportar sufrimiento y pagar un precio atañe a tu relación con Dios; no necesitas dejarla en claro ni darla a conocer. Si la expones ante otras personas, ¿qué van a ofrecerte ellas? Aparte de ganarte su compasión y sus alabanzas, ¿hay algo más que puedas obtener de ellas? No, no hay nada. Cuando soportas algún sufrimiento y pagas un precio en la ejecución de tu deber, en cierto sentido son cosas que deberías hacer y que estás dispuesto a realizar; estás cumpliendo con tu propio deber. Por otro lado, son manifestaciones que deberías mostrar hacia el Creador como ser creado, así que ¿por qué hacerlas públicas? Cuando las divulgas, se vuelven de mal gusto; ¿en qué se convierte la naturaleza de tamaño comportamiento? Se convierte en enaltecimiento y testimonio de uno mismo, y desorienta a los demás; la naturaleza cambia. Por ejemplo, hay individuos que siempre se rascan la cabeza delante de los demás, y cuando alguien pregunta al respecto, responden: “Llevo más de diez días sin lavarme el pelo; he estado reuniéndome con un destinatario del evangelio tras otro. El otro día procuré sacar algo de tiempo para lavarme el pelo, pero entonces vino a investigar un destinatario potencial del evangelio y no pude marcharme”. De hecho, no se lavan el pelo adrede a fin de dar la impresión de que están ocupadísimos cumpliendo con sus deberes. A esto se le llama alardear de uno mismo. ¿Qué objetivo persiguen con esto? Conseguir que la gente los tenga en alta estima, y la naturaleza de este comportamiento se corresponde con el enaltecimiento y testimonio de uno mismo. No dejan pasar ni siquiera un asunto tan nimio como este, insisten en exagerar su importancia y lo convierten en una especie de recurso valioso al que recurren para lucirse, satisfacer sus ambiciones y deseos, y lograr el objetivo de que la gente los tenga en alta estima y los idolatre. ¿No se trata de algo vergonzoso? Es vergonzoso y repugnante. ¿De dónde provienen estas cosas? Provienen del carácter corrupto de Satanás, dentro del cual residen el fingimiento, la falsedad, la perversidad y las ambiciones. Los individuos así piensan continuamente en su imagen, en su estatus y en su reputación. No dejan escapar nada, siempre están buscando maneras de sacar provecho, de convertir estas cosas en recursos de los que valerse para que la gente los tenga en alta estima y los idolatre. Al final, cuando logran su objetivo, actúan como si no les importara. Se trata también de una especie de falsa apariencia, pero en realidad lo celebran secretamente para sus adentros, satisfechos de sí mismos. ¿Acaso esto no es aún más repugnante? Está claro que ya poseen un estatus elevado, que todo el mundo los aprecia, los admira, los obedece y los sigue, pero de cara a los demás siguen fingiendo que no les gusta tener estatus, lo cual es incluso más hipócrita. Al final, logran desorientar a todo el mundo y las personas aseguran que estos han nacido sin ambiciones, aseguran que son personas de acción. En realidad, se les puede desenmascarar con una pequeña prueba: si se les despoja de su estatus, abandonarán los deberes en el acto. Así de rápido será; una pequeñez revelará sus ambiciones. Estos constituyen los comportamientos y estrategias que el carácter corrupto de Satanás hace aflorar en las personas, aparte de toda su fealdad. A raíz de estas manifestaciones, se desprende que las personas quieren gozar de estatus y hacerse un hueco en el corazón de los demás. Quieren apoderarse de su corazón, ganárselos y conseguir que las idolatren, que las admiren e incluso que las sigan; de ese modo, desplazan a Dios en el corazón de la gente. Se trata de un deseo que toda persona posee desde su nacimiento. ¿Y qué demuestra esto? Que, en la vida de la gente, el control lo ejerce el carácter de Satanás. Entre la humanidad corrupta, no existe ni una sola persona que no aspire a gozar de estatus: hasta los tontos quieren ser funcionarios, y los torpes, gestionar a los demás. El estatus le gusta a todo el mundo, las personas actúan en aras de este, por el estatus compiten con Dios. La gente tiene comportamientos y estrategias de este estilo, así como esta clase de carácter. Por lo tanto, cuando desenmascaramos a los anticristos que se enaltecen y dan testimonio de sí mismos, también sacamos a la luz el carácter corrupto de cada persona. ¿Qué objetivo se persigue al poner esto al descubierto? Se trata de conseguir que la gente comprenda que estos comportamientos y manifestaciones de enaltecimiento y testimonio de uno mismo no son lo que la humanidad normal debería poseer, sino que son revelaciones de actitudes corruptas y aspectos negativos y detestables. Por muy inteligentes que sean tus métodos de enaltecimiento y testimonio propio, y por mucho que encubras tus acciones, la humanidad normal no debe poseer ninguna de estas características, pues Dios las aborrece, condena y maldice. Por lo tanto, la gente debería desechar las mencionadas estrategias. Enaltecerse y dar testimonio de uno mismo no es un instinto que Dios haya creado para el hombre, sino más bien una de las revelaciones más típicas del carácter corrupto de Satanás; más aún, es una de las actitudes y estrategias más típicas y específicas de la esencia corrupta de Satanás.
¿Compartir ejemplos concretos os resulta útil a la hora de comprender las diversas manifestaciones del enaltecimiento y testimonio de uno mismo, tanto si se habla y actúa de forma evidente u oculta? (Sí, es útil). ¿En qué ayuda? Ayuda a las personas a discernirse a sí mismas y a los demás. Todos los estados, manifestaciones y revelaciones de los que hablo son aspectos que exhibís con frecuencia, por lo que deberíais contrastar vuestros propios estados con ellos, comprender qué sois en realidad, qué es y qué contiene exactamente la vida de la que dependéis y en la que confiáis para sobrevivir, qué es exactamente lo que estas actitudes dictan a las personas que hagan y cómo les dictan que vivan. Mediante la comprensión de dichos comportamientos, manifestaciones, estrategias y actitudes específicos, las personas pueden diseccionarse de manera gradual y llegar a conocerse a sí mismas, a conocer su propia esencia y su naturaleza hostil hacia Dios, y de ese modo desprenderse de estas estrategias, acudir ante Dios y dar un verdadero giro a su situación, y practicar conforme a la verdad y vivirla. Hay personas que dicen: “Como enaltecerse y dar testimonio de uno mismo es una estrategia que no es conforme a la verdad y que pertenece a Satanás y los anticristos, si no digo ni hago nada, ¿no significa eso que no me estoy enalteciendo ni dando testimonio de mí mismo?”. Incorrecto. Entonces, ¿cómo hay que actuar para no enaltecerse y dar testimonio de uno mismo? Si presumes y das testimonio a nivel individual con respecto a un determinado asunto, obtendrás como resultado que algunas personas te tengan en alta estima y te idolatren. Sin embargo, el acto de abrir tu corazón y compartir tu autoconocimiento sobre ese mismo asunto es de una naturaleza distinta, ¿no es cierto? Abrir el corazón para hablar del autoconocimiento que uno ha adquirido es algo que la humanidad normal debería poseer. Se trata de algo positivo. Si realmente te conoces a ti mismo y hablas de tu estado con fidelidad, sinceridad y precisión; si hablas de conocimientos basados en su totalidad en las palabras de Dios; si quienes te escuchan se ven edificados y se benefician de ello, y si das testimonio de la obra de Dios y lo glorificas, es que estás dando testimonio de Dios. Si, al abrir tu corazón, hablas mucho de tus puntos fuertes, de lo que has sufrido y del precio que has pagado, y de cómo te has mantenido firme en tu testimonio, y como resultado la gente saca una buena opinión de ti y te idolatra, es que estás dando testimonio de ti mismo. Has de ser capaz de distinguir entre estos dos comportamientos. Por ejemplo, explicar lo débil y negativo que eras cuando te enfrentabas a diversas pruebas y cómo, por medio de la oración y la búsqueda de la verdad, llegaste a comprender la intención de Dios, ganaste fe y te mantuviste firme en tu testimonio, es enaltecer a Dios y dar testimonio de Él. Esto no tiene nada que ver con presumir y dar testimonio de uno mismo. Por lo tanto, que hagas alarde y des testimonio de ti mismo o no dependerá principalmente de si hablas de tus experiencias reales y de si el efecto que consigues es dar testimonio de Dios; además, es necesario que examines qué intenciones y objetivos albergas cuando hablas de tu testimonio vivencial. De este modo, será fácil discernir en qué clase de comportamiento te involucras. Si, al dar testimonio, albergas la intención correcta, incluso el hecho de que la gente tenga una opinión elevada de ti y te idolatre no supone en realidad ningún problema. Si tus intenciones están equivocadas, aunque nadie tenga una buena opinión de ti ni te idolatre, existe un problema, y si hay gente que sí tiene una buena opinión de ti y te idolatra, el problema será aún mayor. Por lo tanto, no puedes fijarte exclusivamente en los resultados para determinar si un individuo se enaltece y da testimonio de sí mismo. Debes observar ante todo su intención; la manera correcta de distinguir estos dos comportamientos se basa en las intenciones. Si tratas de discernirlo solo a partir de los resultados, corres el riesgo de acusar en falso a personas buenas. Hay personas que comparten un testimonio particularmente sincero y, en consecuencia, habrá otras que tengan una elevada opinión de ellas y las idolatren; ¿puedes decir que esas personas dan testimonio de sí mismas? No. No existe ningún problema con esas personas, el testimonio que comparten y los deberes que llevan a cabo benefician a los demás, y solo los necios y los ignorantes que poseen un entendimiento distorsionado idolatran a otros individuos. La clave para discernir si un orador se está enalteciendo y dando testimonio de sí mismo radica en fijarse en su intención. Si esta consiste en mostrarle a todo el mundo cómo se reveló tu corrupción y cómo has cambiado, y en procurar que otros se beneficien de ello, es que tus palabras son sinceras y verdaderas, y conforme a los hechos. Tales intenciones son acertadas, y no estás presumiendo ni dando testimonio de ti mismo. Si lo que quieres es mostrarle a todo el mundo que tienes experiencias reales y que has cambiado y posees la realidad-verdad, a fin de que te tengan en alta estima y te idolatren, es que albergas intenciones erróneas. Eso es presumir y dar testimonio de uno mismo. Si transmites un testimonio vivencial falso, que está adulterado y cuyo propósito es engatusar a la gente, impedir que perciban tu verdadero estado y evitar que tus intenciones, corrupción, debilidad o negatividad se revelen a los demás, es que esas palabras son engañosas y desorientan. Esto es un falso testimonio, es engañar a Dios y dejarlo en vergüenza, y es lo que Él más odia por encima de todo. Existen diferencias claras entre estos estados, y todos ellos se distinguen en función de las intenciones. Si sabes discernir a los demás, lograrás desentrañar sus estados, y entonces también serás capaz de discernirte a ti mismo y desentrañar tus propios estados.
Tras escuchar estos sermones, aún hay individuos que siguen enalteciéndose y dando testimonio de sí mismos igual que hacían antes. ¿Qué enfoque deberíais emplear con ellos? Tenéis que discernirlos, desenmascararlos y mantener las distancias. Si sus palabras poseen valor como punto de referencia, entonces podéis adoptarlas, pero si carecen de cualquier valor referencial, deberíais abandonarlas y no permitir que os influyan. Si el individuo en cuestión es un líder, tenéis que desenmascararlo, denunciarlo, abandonarlo y rechazar su liderazgo. Tenéis que decir esto: “Siempre estás dando testimonio de ti mismo y enalteciéndote, nos dejas como adormecidos, nos controlas y nos desorientas. Todos nos hemos alejado de Dios y Él ya ni siquiera habita en nuestro corazón; solo estás tú. Pero ahora vamos a alzarnos y a abandonarte”. Así es como debéis actuar, tenéis que vigilaros los unos a los otros, tenéis que vigilaros a vosotros mismos así como a los demás. ¿No os habéis rascado a menudo la cabeza delante de los demás, o le habéis dicho a la gente que os habéis saltado varias comidas cuando en realidad no dejabais de comer bocadillos a sus espaldas? En ocasiones, cuando el entorno no lo permite, es normal que la gente se pase un mes sin ducharse, o que se salte un baño o que no se lave el pelo porque está sobrepasado de trabajo. Estos casos son habituales, y constituyen el precio que la gente debe pagar. No es nada del otro mundo, no hay que hacer una montaña de un grano de arena. Si alguien pinta tales situaciones de tremendas y les da más importancia de la que tienen en realidad, se rasca adrede la cabeza delante de los demás y dice que lleva varios días sin lavarse el pelo, o se toma deliberadamente la medicación en público, o finge que está agotado y en muy mala condición física, todo el mundo debería alzarse para desenmascararlo y expresar su desagrado hacia él. Esta es la manera de frenar a estos sinvergüenzas, que se portan como hipócritas, se exhiben para que los demás los vean y, sin embargo, intentan que la gente apruebe su comportamiento, que los mire con envidia, admiración y aprecio. ¿No están embaucando a la gente? Constituyen estrategias idénticas a cuando los fariseos se ponían a orar a Dios en las esquinas de las calles con las Escrituras en la mano. Apenas se diferencian. En cuanto alguien menciona a los fariseos que se apostaban en las esquinas a leer las Escrituras o a rezar, los susodichos individuos piensan: “Qué vergüenza. Yo no haría algo así”. Sin embargo, se toman la medicación o se rascan la cabeza delante de los demás deliberadamente, sin saber que sus actos son de la misma naturaleza. Esto ellos no logran desentrañarlo. Más adelante, cuando os encontréis con situaciones parecidas, deberéis aprender a discernir y exponer a la gente así, dejar en evidencia toda su hipocresía; entonces no se atreverán a actuar de esa manera. Hay que presionarlos un poco y obligarlos a pensar que sus estrategias, comportamientos y actitudes son vergonzosos y muy desdeñados por todo el mundo. Si la gente los detesta tanto, ¿Dios también? Él los detesta aún más. Inherentemente, tú no eres nada. Ya inspiras suficiente lástima sin necesidad de que te enaltezcas ni des testimonio de ti mismo, así que si tanta lástima das y aun así te enalteces y das testimonio de ti mismo, ¿no sentirá asco la gente? Nunca has cumplido lealmente con tu deber, nunca has actuado con principios ni has satisfecho las exigencias de Dios en ningún aspecto. Ya estás metido en un apuro, de modo que, si además te enalteces y das testimonio de ti mismo, ¿no empeorarás las cosas? Te alejarás aún más de las exigencias de Dios, a una distancia aún mayor de alcanzar los estándares para obtener la salvación.
Decidme, ¿cuál es la naturaleza del problema del enaltecimiento y testimonio de uno mismo? Satanás ha corrompido a las personas hasta tal extremo, ¿acaso su humanidad y su razón ya no son normales? ¿Habéis mostrado manifestaciones de enaltecimiento y testimonio individual durante la ejecución de los deberes? ¿Quién puede hablar de esto? (Yo he mostrado una manifestación así. Cuando llevo a cabo los deberes hasta altas horas de la noche, envío un mensaje al grupo de reunión para que los demás sepan que aún sigo despierto, y para que piensen que puedo soportar sufrimiento y pagar el precio. Yo lo he hecho y también he visto a menudo cómo otros lo hacen). Parece que las personas así abundan y que no son minoría. ¿No está fuera de lugar hacer una cosa semejante? ¡Menuda necedad! ¿Alguien más quiere aportar algo? (Yo he mostrado una manifestación así. Cuando veo que existen ciertos problemas en la obra de la iglesia, me pongo a resolverlos y doy a la gente la falsa impresión de ser muy entusiasta, pero la mayoría de las veces solo hablo y no hago nada en realidad. Mis acciones no dan lugar a ningún progreso y resultan ineficaces, y al final el problema no se soluciona, y el asunto queda pendiente. Me sirvo de mi entusiasmo superficial para engatusar a la gente y encubrir el hecho de que no practico la verdad). Difundes palabras vacías, fanfarroneas y no emprendes ninguna acción real. Dejas que la gente vea tu vigor, como si practicaras la verdad, pero cuando llega el momento de hacer algo, no te pones manos a la obra y solo pregonas consignas. En definitiva, empiezas por todo lo alto y terminas desinflándote y dejas el asunto incompleto. Esa manifestación también desorienta. Y en el futuro, cuando te acontezca algo parecido, ¿serás más perceptivo al respecto? (Ahora sé discernirlo hasta cierto punto). Entonces, ¿tienes un norte? Si vuelve a acontecerte algo parecido, puedes seguir dos pasos distintos: el primero consiste en juzgar si realmente puedes ocuparte de este asunto. En caso afirmativo, debes abordarlo con seriedad y sentido práctico. El segundo consiste en orar ante Dios y pedirle que te guíe en este asunto, y cuando pases a la acción, tendrás que aceptar la supervisión de los demás y, al mismo tiempo, estar decidido a cooperar y trabajar en equipo para completar la labor. Si aprendes a hacer las cosas paso a paso y a trabajar con los pies en la tierra, resolverás el problema. Si siempre estás pronunciando palabras vacías, fanfarroneando y hablando más de la cuenta, si realizas tu labor por inercia y de forma superficial y no tienes los pies en la tierra, es que eres deshonesto. Que seas capaz de ver que existe un problema en la obra de la iglesia y sugerir cómo debería solucionarse demuestra que quizá poseas potencial y las habilidades para resolver el asunto. Lo único es que existe un problema con tu carácter: actúas impetuosamente, no estás dispuesto a pagar el precio y solo te centras en pregonar consignas vacías. Una vez que descubras un problema, examina primero si puedes o no solucionarlo, y en caso de que sí, asume esa tarea y continúa hasta el final, hasta que resuelvas el problema, ejerciendo tu responsabilidad y desempeñándola bien, y rindiendo cuentas a Dios. Esto es lo que significa cumplir con los deberes y actuar y conducirte con los pies en la tierra. Si no sabes resolver el problema, informa a tu líder y averigua quién es la persona más apta para manejar el asunto. En primer lugar, debes acatar tu responsabilidad; de este modo, te habrás aferrado a tu deber y habrás adoptado la posición correcta. Tras descubrir el problema, si no sabes arreglarlo pero informas de él, habrás cumplido con tu primera responsabilidad. Si crees que se trata de un deber que tendrías que llevar a cabo y que estás capacitado para esa tarea, entonces busca la ayuda de tus hermanos y hermanas, hablad primero sobre los principios y elaborad un plan y luego trabajad juntos y en armonía para completar el asunto. Esta es tu segunda responsabilidad. Si puedes asumir las dos, habrás cumplido bien con tus deberes y serás un ser creado cualificado. Los deberes de las personas no se componen más que de estos dos aspectos. Si puedes asumir las cosas que ves y eres capaz de realizar, ejecutando bien los deberes, es que actúas conforme a las intenciones de Dios.
¿Existen otras manifestaciones de enaltecimiento y testimonio de uno mismo? (Hace poco tuve una de estas manifestaciones. Cuando cumplía con mis deberes, me entretenía todo el día haciendo cosas, y había varios problemas en la iglesia que no resolvía de manera práctica, sino que solo los manejaba de forma superficial. Sin embargo, algunas personas veían que me afanaba en cumplir con mis deberes todos los días, por lo que me tenían en alta estima y me admiraban. ¿Este comportamiento no contiene también elementos de enaltecimiento y testimonio de mí mismo? No logro captar la cuestión con claridad y siempre me siento un poco constreñido). ¿Estás dando testimonio de ti mismo? Si te afanas en cumplir con tus deberes, eres capaz de soportar el sufrimiento sin quejarte y los elegidos de Dios te tienen en alta estima y te admiran, se trata de algo normal y no es causado por dar testimonio de ti mismo. Te limitas a cumplir con tus deberes y no presumes ni te exhibes, no hablas sin parar de tus experiencias de sufrimiento, por lo que esto no guarda relación con dar testimonio de uno mismo. Sin embargo, muchas personas parecen afanarse en cumplir con sus deberes a primera vista cuando, en realidad, su labor no ha producido resultados y no han solucionado ningún problema. ¿Aprueba Dios a las personas que trabajan así? Si te pasas todo el día ocupado con problemas sencillos que la gente que entiende la verdad y capta los principios podría resolver en un par de horas, y te sientes bastante fatigado y crees que has sufrido mucho, ¿no trabajas en vano, yendo de un lado para otro sin ningún propósito? ¿Puedes ganar la aprobación de Dios cumpliendo con los deberes de esta manera? (No). ¡Tu labor es muy ineficiente! En esta situación, necesitas buscar los principios-verdad. A veces la gente tiene muchos quehaceres y está verdaderamente atareada, lo cual es normal, pero en ocasiones no tiene demasiado que hacer y, sin embargo, parece estar muy ocupada. ¿Qué lo causa? Uno de los motivos es que el trabajo no se ha planificado ni organizado bien. Tienes que comprender los deberes clave del trabajo, planificarlos y organizarlos de forma razonable, y cumplir con los deberes con más eficiencia. Dios no aprobará que te limites a correr de un lado para otro sin ningún propósito y que te afanes en vano. Otra situación es cuando tienes la intención de hacer creer a la gente que estás ocupado, y te vales de esta táctica y de esta falsa apariencia para engatusar a los demás. Hay líderes y obreros que, siempre que se reúnen, no resuelven problemas reales y en su lugar dicen comentarios sin sentido, se desvían continuamente del tema y siguen hablando, sin llegar al punto clave. Esta forma de trabajar —sin esforzarse por alcanzar la eficiencia ni por lograr progresos— es lo que se llama estar ocupado haciendo nada. ¿Y qué clase de actitud representa esto? Es trabajar por inercia, ser superficial, matar el tiempo y al final decirse a uno mismo: “No importa lo que piensen los demás ni lo que piense Dios, mientras yo tenga la conciencia tranquila, estaré bien. Al menos no me dedico a holgazanear, al menos no como gratis”. A primera vista, parecería que no estás holgazaneando, que no comes gratis, que todos los días asistes a las reuniones o cumples con tu deber, y que toda tu labor guarda relación con la obra de la iglesia, pero en realidad, en el fondo, sabes que tus acciones carecen de utilidad o valor alguno, y que las realizas por inercia. Esto es algo problemático. Así pues, ¿qué tan bien estás desempeñando tu deber? Sabes perfectamente que tienes un problema, pero no buscas la verdad para arreglarlo: esto es ser superficial, insensible e intransigente. ¿Qué consecuencias acarrea el hecho de ser superficial y postergar la ejecución de tus deberes? No cabe duda de que no ganarás la aprobación de Dios, porque no actúas con principios ni con eficiencia, y esta forma de cumplir con tu deber es contribuir con mera mano de obra. Si eres podado y recibes ayuda, pero ni aun así te arrepientes, incluso te quejas y eres negativo y aflojas el ritmo de trabajo, solo lograrás ser descartado. Por lo tanto, si no persigues la verdad para corregir el problema de tu superficialidad, no servirá de nada que cumplas con los deberes, da igual el tiempo que inviertas, y no reunirás los estándares para llevarlos a cabo con lealtad. Merece la pena reflexionar sobre este problema. Dios exige que las personas actúen con principios, que practiquen la verdad y que sean honestas. Si uno logra entrar en estas verdades, obtendrá resultados al ejecutar los deberes y, como mínimo, será capaz de actuar con principios. Aquí reside el fundamento y la clave para aumentar la eficiencia propia. Si uno carece de los principios-verdad, da igual cuánto se afane en el desempeño de los deberes, da igual cuánto trabaje a diario, no verá resultados reales. Al juzgar si las personas llevan a cabo los deberes con lealtad, Dios no se fija en cuánto tiempo invierten, sino en los resultados prácticos y en la eficiencia de su labor, y en si actúan con principios y conforme a la verdad. Dicho de forma sencilla, Él se fija en si la gente tiene un verdadero testimonio vivencial y entrada en la vida en la ejecución de sus deberes. Las personas que carecen de realidades-verdad no son más que mano de obra, pero si son capaces de practicar la verdad y actuar con principios, eso indica que cumplen con sus deberes como pueblo de Dios. Mediante esta comparación, se entiende que solo aquellos que satisfacen los estándares para cumplir con los deberes pueden considerarse parte del pueblo de Dios. Aquellos que no dan el nivel, que son siempre superficiales, tan solo constituyen mano de obra. Si uno llega a comprender la verdad y a actuar con principios, la ejecución de cualquier deber no le resultará un problema y, mientras que ande a tientas durante un tiempo, acabará satisfaciendo los estándares para cumplir con los deberes. En cuanto a quienes tienen un calibre demasiado bajo o que son siempre superficiales, les resulta difícil satisfacer las exigencias y el cumplimiento de los deberes no representa más que una contribución de mano de obra. En cuanto a los atolondrados, los zopencos y los individuos de escasa humanidad que no trabajan como es debido, que no aceptan la verdad sin importar cómo se les haya compartido, y que continúan actuando con imprudencia, solo pueden ser descartados, y que crean en Dios como les plazca. Por lo tanto, alguien que no lleve a cabo sus deberes con principios y ande de un lado para otro sin ningún propósito, ocupándose de nada a diario, tiene que buscar aprisa la verdad para resolverlo y actuar con principios. Tendría que ser capaz de llevar a cabo su deber con normalidad a diario y no limitarse a estar contento por haberle dedicado largo tiempo al trabajo, dando importancia a la eficiencia y creando un producto acabado: solo esas personas son las que reciben la aprobación de Dios y cumplen lealmente con los deberes.
Hoy día, hay muchas personas que siguen a Dios y cumplen con los deberes propios, pero una parte de ellas nunca ha perseguido la verdad y, durante la ejecución de sus deberes, actúan con imprudencia y según sus propios deseos; es decir, hacen lo que quieren. No cometen errores graves, pero sí otros de pequeña importancia a todas horas; sobre todo, aparentando estar ocupadas a diario cuando, en realidad, no se han encargado de ningún asunto apropiado y están malgastando el tiempo. Cabría decir también que solo desempeñan su labor para salir del paso. ¿No corren peligro estas personas? Si uno siempre aborda los deberes y la comisión de Dios con una actitud tan irreverente, ¿qué clase de consecuencias conllevará esto? Trabajar ineficazmente y verse apartado de los deberes propios es una consecuencia leve; si uno perpetra varios tipos de acciones malvadas, deberá ser depurado, y Dios entregará a ese individuo a Satanás. ¿Qué significa ser entregado a Satanás? Significa que Dios ya no cuidará de esa persona, que Dios no lo salvará y que emprenderá una senda equivocada y entonces será castigado. Esto lo entendéis, ¿no? Es en este momento cuando Dios revela a las personas, y si te has desviado temporalmente de la senda correcta, Dios aprovechará el entorno práctico para darte la oportunidad de reconocer tus problemas. Sin embargo, una vez que sepas que Dios te ha concedido algo de tiempo para reflexionar, que Dios te está brindando una última oportunidad, si aun así no cambias y sigues obstinado en cumplir con tu deber de manera superficial, Dios actuará. Cuando Él destruyó la ciudad de Nínive, ¿lo hizo de inmediato? No. Cuando actuó, ¿cuál fue Su primer paso? Primero informó a Jonás y le contó explícitamente cómo se desarrollaría todo el proceso y cuáles eran Sus intenciones. Después de esto, Jonás acudió a Nínive y recorrió toda la ciudad, anunciando: “Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada” (Jonás 3:4). El mensaje llegó a oídos de todos; lo oyeron hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, personas de toda condición social; se supo en cada uno de los hogares e incluso su rey se enteró de la noticia. ¿Por qué actuó Dios así? Al examinar el asunto, puede observarse que, tanto si Él está salvando personas como si las está revelando o castigando, Dios sigue procedimientos y principios en su manera de tratar a la gente. No se mueve por un capricho repentino, destruyendo al instante a cualquiera cuyo aspecto no le guste. En lugar de eso, deja transcurrir algo de tiempo. ¿Con qué propósito? (Para que la gente se arrepienta). Procura que el pueblo de Nínive sepa lo que va a hacer, que reflexione y poco a poco llegue a comprender Sus intenciones y empiece a cambiar de rumbo de forma gradual. Hay un proceso dirigido a que la gente lo admita, y 40 días es el tiempo que Dios les ha concedido para que cambie de rumbo. Si pasado este plazo aún no han dado marcha atrás y no han confesado sus pecados ante Él, entonces Dios intervendrá tal como dijo que haría. Porque Dios no habla en vano y lo que dice se cumple; no hay falsedad en estas palabras. Entonces, ¿cómo reaccionó el pueblo de Nínive al enterarse de la noticia? ¿Se pusieron al instante a cubrirse de cilicio y cenizas? No, hubo un proceso. Al principio, es posible que la gente dudara: “Dios va a destruirnos; ¿ha sido realmente Él quien lo ha dicho? ¿Qué hemos hecho?”. Después, los hogares se comunicaron unos a otros y discutieron juntos el asunto. Percibieron que se encontraban en una crisis y en una encrucijada entre la vida y la muerte. Así pues, ¿qué debían hacer? ¿Deberían confesar y arrepentirse, o mostrarse escépticos y resistir? Si se decantaban por esta segunda opción, la consecuencia sería que acabarían destruidos en un plazo de 40 días, pero si confesaban sus pecados y cambiaban de rumbo, aún dispondrían de una posibilidad de sobrevivir. Tras muchos días debatiendo el asunto a todos los niveles, una extrema minoría de ciudadanos adoptó una actitud de confesar sus pecados y dar marcha atrás. Se postraron en veneración, ofrecieron sacrificios o mostraron algunas manifestaciones y comportamientos buenos. Pero hubo una figura aun más crucial que salvó a la ciudad. ¿Quién fue? El rey de Nínive. Ordenó que todos los habitantes del país, desde el rey hasta el plebeyo más humilde, se cubrieran de cilicio y cenizas, confesaran sus pecados y buscaran el perdón de Jehová Dios. Tras emitir tamaña orden, ¿habría algún ciudadano que se atreviera a desobedecerla? Los reyes ostentan esta clase de poder. Si lo hubiera usado para perpetrar maldades, la gente del país habría sufrido una gran catástrofe, pero en lugar de eso, lo esgrimió para hacer el bien, para venerar a Dios y volver a Él, y así se preservó la ciudad y todos los habitantes del país se salvaron y albergaron la esperanza de ser absueltos. ¿Acaso esto no lo decidió una sola sentencia del rey? Si este hubiera dicho: “No me importa que estéis dispuestos a arrepentiros, yo no pienso hacerlo; os dejo a vuestra suerte. Yo no creo en esas cosas y no he perpetrado ningún mal. Es más, tengo estatus, conque ¿qué puede hacerme Dios? ¿Puede deponerme del trono? Si la ciudad acaba destruida, que así sea. Sin estos plebeyos, aún seré rey, igual que antes”. ¿Y si se le hubiera ocurrido esa idea, si hubiera seguido ese razonamiento? Entonces se habría salvado mucha menos gente normal y corriente, y posiblemente en última instancia Dios habría seleccionado a las personas que estaban dispuestas a arrepentirse y las habría sacado de la ciudad. Después, quienes hubieran preferido morir antes que arrepentirse habrían sido destruidos junto con la ciudad y, por supuesto, el rey se habría contado entre ellos. Y en cuanto a quienes estaban dispuestos a arrepentirse, habrían continuado con su vida después de que Dios los sacara de la ciudad. Pero lo mejor fue que el rey de Nínive tomó la iniciativa de cubrirse de cilicio y cenizas y de instar a todos los ciudadanos —mujeres u hombres, jóvenes o ancianos, sin importar quiénes fueran, oficiales de alto rango o campesinos de clase baja, desde aristócratas a civiles corrientes— a cubrirse de cilicio y cenizas y arrodillarse ante Jehová Dios en señal de veneración, postrarse y confesar sus pecados, expresar su actitud de cambio, de apartarse del mal camino y abandonar el mal que les manchaba las manos, arrepentirse ante Dios y rogarle que no los destruyera. El rey de Nínive tomó la iniciativa al arrepentirse y confesar sus pecados ante Dios, y de ese modo salvó a toda la población de la ciudad, con lo que muchas personas se beneficiaron junto con él. Al tomar la iniciativa, su poder se hizo valioso. Dios conmemora que este rey liderara a su pueblo de vuelta a Él.
¿Os resulta beneficioso hablar en detalle sobre cómo los anticristos se enaltecen y dan testimonio de sí mismos? Al compartir una y otra vez de esta manera, poniendo ejemplos, contando historias, empleando distintos medios y términos para describir y definir su contenido, si la gente sigue sin entenderlo, es que realmente carece de comprensión espiritual, y las personas así son irredimibles. ¿Cuál es el objetivo de hablar con tanto detalle sobre este tema? Se trata de asegurar que, después de oír estas palabras, la gente comprenda y acepte no doctrinas, ni significados literales, ni determinadas expresiones, sino una verdad sobre cómo son las cosas y algunas verdades y principios relacionados con la esencia de las personas, su existencia y su vida. Si podéis comparar estos dichos o estos ejemplos de los que he hablado con vuestro propio estado real o con las cosas que reveláis en vuestra propia vida, es que comprendéis la verdad y sois personas dotadas de entendimiento espiritual. Compararlos significa relacionar cada ejemplo y cuestión que estamos tratando con tu estado, y relacionar cada aspecto de la verdad que se comparte con tu propio estado y tus propias revelaciones. Si sabes cómo vincular estas cosas y poner esto en práctica, es que tienes entendimiento espiritual, albergas la esperanza de entrar en la realidad-verdad y puedes comprender la verdad. Si no entiendes nada sin importar lo que se diga, si no identificas estas cuestiones con tu situación, si crees que más allá de lo que oigas, eso no tiene nada que ver con lo que revelas ni con tu propia esencia-naturaleza, y si no logras hallar una correlación, es que eres un completo ignorante y no te entra nada en la cabeza; careces de comprensión espiritual. Esos individuos que carecen de comprensión espiritual solo sirven como mano de obra y no pueden entrar en la realidad-verdad. Las personas que aspiran a alcanzar la salvación deben entrar en la realidad-verdad, y para ello hay que comprender estas palabras, entender las historias y circunstancias de las que he hablado, así como lo que representa cada cuestión, cada tipo de revelación y la esencia de cada tipo de persona y sus manifestaciones y estados, y llegar a ser capaz de comparar todo esto consigo mismas. Solo de este modo se logra comprender la verdad; si no llegan a este punto, resulta imposible entenderla. Se asemeja a cuando se crían gallinas: si en medio año aún no ha puesto un huevo, ¿cabría decir que esa gallina no pone huevos? (No). Pero si el propietario tiene esa gallina desde hace tres años y la ha alimentado con cereales y hortalizas, pero sigue sin poner un huevo independientemente de lo que coma, ¿cabría decir que esta gallina no pone huevos? (Sí). Pues en lo referente a las personas, hay individuos que no entienden, no importa qué sermones escuchen ni cómo les comuniques la verdad. Se trata de individuos sin entendimiento espiritual. Existe otra clase de persona, la que es capaz de comprender lo que oye, pero que no lo pone en práctica, no cambia de rumbo. Una persona de esta clase está acabada y es idéntica a la gente de la ciudad de Sodoma: condenada a ser objeto de destrucción. Los anticristos pertenecen a esta categoría de personas; no darán marcha atrás por mucho que les hables sobre la verdad. ¿Se trata simplemente de un carácter intransigente? (No). Poseen una esencia-naturaleza que contraría a Dios y es hostil a la verdad, y les resulta imposible comprender la verdad. Se enemistan con la verdad, pugnan contra ella y contra Dios, y son hostiles a las cosas positivas, de modo que cuando intentas comunicarles la verdad, no la tratan como tal, sino como una especie de teoría, erudición o doctrina. Tras escuchar la enseñanza, equipan su corazón con ella para que después puedan exhibirse y ganar sus propios intereses, estatus, fama y ganancia. Este es su objetivo. No importa cómo les compartas la verdad ni los ejemplos que comentes, no podrás reformarlos ni revertir sus intenciones ni cambiar su forma de actuar. Son gente que no persigue la verdad. Las personas que, después de oírla, no la aceptan ni la practican no pueden ser transformadas por la verdad, y Dios no las salvará. Podrían definirse básicamente como personas hostiles a la verdad y, para ser más específicos, son anticristos. Ahí radica la diferencia entre los anticristos y la gente corriente.
Algunas personas tienen el carácter de un anticristo y a menudo revelan ciertas actitudes corruptas, pero al mismo tiempo que ocurren dichas revelaciones, también reflexionan y se conocen a sí mismas, son capaces de aceptar y practicar la verdad y, al cabo de un tiempo, el cambio se refleja en ellas. Son posibles objetos de salvación. Hay quienes, de cara a la gente, parecen capaces de renunciar a cosas, de entregarse, de sufrir penurias y pagar un precio, pero en su esencia-naturaleza sienten aversión a la verdad y la odian. Cuando hablas con ellos de la verdad, se muestran reacios y hostiles. Dan cabezadas y se duermen durante las reuniones y los sermones. Los encuentran aburridos, y aunque entiendan lo que oyen, no lo ponen en práctica. Hay otros que parecen escuchar los sermones con seriedad, pero su corazón no tiene sed de la verdad y su actitud hacia las palabras de Dios consiste en analizarlas como una especie de teoría o conocimiento espiritual. Y así, no importa cuántos años lleven siendo creyentes, ni cuántas de las palabras de Dios hayan leído, ni cuántos sermones hayan escuchado, no se produce ningún cambio en su perspectiva de búsqueda de estatus y predilección por el poder, ni en su actitud de aversión a la verdad, de odio a la verdad y de resistencia a Dios. Son anticristos arquetípicos. Si los desenmascaras diciendo: “Lo que estás haciendo es intentar ganarte a la gente, y cuando te enalteces y das testimonio de ti mismo, desorientas a la gente y le disputas el estatus a Dios. Estas son las acciones de Satanás y de los anticristos”, ¿son capaces de aceptar tal condena? Desde luego que no. ¿Qué piensan? “Hago bien en actuar así, de modo que seguiré haciéndolo. Me da igual que me condenes, me da igual lo que digas y me da igual que parezca lo correcto, no voy a renunciar a esta forma de actuar, a este deseo, a esta búsqueda”. Está decidido, pues: son anticristos. Nada de lo que digas puede alterar sus puntos de vista, intenciones, motivaciones ocultas, ambiciones o deseos. Esta es la esencia-naturaleza arquetípica de los anticristos; nadie puede cambiarlos. Más allá de cómo se les comparta la verdad, del lenguaje o las palabras que se empleen, o del tiempo, el espacio o el contexto, nada puede cambiarlos. No importa cómo se modifique su entorno, ni cómo se transformen las personas, los acontecimientos y las cosas que los rodean, ni cómo evolucionen los tiempos, ni cuán grandes sean las señales y los prodigios que Dios muestre, ni cuánta gracia les brinde Dios, ni siquiera los castigos que Él les inflija, su modo de ver las cosas y sus motivaciones ocultas nunca cambiarán, ni tampoco su ambición y su deseo de arrebatar el poder. Su manera de comportarse y de relacionarse con los demás nunca cambiará, ni tampoco su actitud de odio hacia la verdad y hacia Dios. Cuando otros señalan que lo que hacen es enaltecerse, dar testimonio de sí mismos y tratar de desorientar a la gente, cambian su manera de hablar a una que no se pueda criticar ni discernir. Emplean medios aún más taimados para proceder y lograr su objetivo de gobernar y controlar al pueblo escogido de Dios. Esto es lo que se manifiesta en un anticristo y lo engendra la esencia de un anticristo. Aunque Dios les dijera que los castigaría, que había llegado su fin, que los iba a maldecir, ¿podría transformar esto su esencia? ¿Podría cambiar su actitud hacia la verdad? ¿Podría cambiar su amor por el estatus, la fama y la ganancia? No. Convertir a personas corrompidas por Satanás en personas con una humanidad normal que adoran a Dios es obra de Dios; lo puede lograr. Sin embargo, ¿es posible convertir en personas normales a demonios, a personas revestidas de piel humana pero cuya esencia es satánica y que son hostiles a Dios? Sería imposible. Dios no hace esta clase de obra; estas personas no se encuentran entre aquellas a las que salva Dios. Entonces, ¿cómo define Dios a esas personas? Son de Satanás. No son objeto de elección o salvación por parte de Dios; Él no quiere a gente así. Sin importar cuánto lleven creyendo en Dios, cuánto hayan sufrido o lo que hayan conseguido, sus motivaciones ocultas no cambiarán. No renunciarán a sus ambiciones ni sus deseos, y ni mucho menos abandonarán su motivación y su ansia por competir con Dios por el estatus y la gente. Esas personas son verdaderos anticristos.
Hay personas que dicen: “¿No puede ser que los anticristos hagan el mal y se resistan a Dios a causa de un momento de atolondramiento? Si Él les mostrara algunas señales y prodigios o les impusiera un pequeño castigo, a fin de que lograran ver a Dios, ¿no serían entonces capaces de reconocerlo y someterse a Él? ¿No serían entonces capaces de aceptar y reconocer que Dios es la verdad y dejar de disputarse el estatus con Él? ¿No se dará el caso de que carecen de fe porque no han sido testigos de las señales y prodigios de Dios ni han visto Su cuerpo espiritual, y por eso son muy débiles y se dejan engatusar por Satanás?”. No, no es el caso. Las ambiciones, los deseos y la esencia de los anticristos son inconfundibles y bien distintos de los de alguien que se ha dejado engañar temporalmente como un tonto y no comprende la verdad. Los anticristos poseen una naturaleza satánica inherente y sienten aversión por la verdad y la odian desde su nacimiento. Son Satanes, irreconciliables con Dios, que se resisten a Dios y que pugnan con Él hasta el final; son satanases vivientes vestidos con piel humana. Dichos individuos se definen como anticristos según su esencia-naturaleza, por tanto, ¿qué posible papel desempeñan en la casa de Dios y qué es lo que hacen allí? Causan trastornos y perturbaciones, demuelen y destruyen la obra de Dios. Estas cosas no pueden evitarlas. Es la clase de individuo que son, tienen una naturaleza satánica, se asemejan a lobos que se cuelan en medio de un rebaño, con la intención de devorar a las ovejas; es su único propósito. Hablando desde otra perspectiva, ¿por qué permite Dios que esta gente aparezca en Su casa? Para que el pueblo elegido de Dios pueda desarrollar su discernimiento. Nadie ha visto cómo es el diablo Satanás, cuál es la esencia de sus acciones, cuáles son sus revelaciones específicas ni cómo desorienta a la gente y se opone a Dios en el mundo. Cuando se menciona al diablo Satanás, les parece algo abstracto y vacío, algo no demasiado tangible. “¿Dónde está Satanás?”, preguntan. “En el aire”, es la respuesta. “Entonces, ¿qué tamaño tiene? ¿Qué milagros específicos realiza? Concretamente, ¿cómo se opone a Dios? ¿Cuál es su esencia-naturaleza?”. Les parece todo muy abstracto, vago y vacío. Sin embargo, a través de las manifestaciones y revelaciones de los anticristos, logran establecer un vínculo con las acciones de Satanás y su esencia-naturaleza, y es entonces cuando todo se vuelve tangible y deja de ser abstracto o vacío. En ese momento, la gente puede oírlo hablar, percibir su comportamiento y discernir atentamente su esencia-naturaleza. De este modo, ¿no parece entonces que la esencia del diablo Satanás de la que habla Dios se vuelve más tangible y real, y que se puede realizar una comparación práctica? Algunas personas tienen una estatura inmadura y no comprenden la verdad, y por alguna insensatez momentánea se dejan embaucar y desorientar por los anticristos, por lo que se marchan quizá durante un año. Cuando regresan a la casa de Dios, se dan cuenta de que no les sienta bien seguir a Satanás. Al principio, cuando empiezan a seguir a los anticristos, creen tener motivos suficientes y una gran confianza, y dicen: “Lo Alto no quiere que sigamos a los anticristos, pero vamos a hacerlo de todos modos, ¡y algún día se demostrará que llevábamos razón!”. Como resultado, al cabo de una temporada, sienten que han perdido la obra del Espíritu Santo, no son capaces de sentir ninguna confirmación en su corazón. Para estos individuos, es como si Dios ya no los acompañara, como si su fe hubiera perdido significado y fuera a la deriva, y de forma gradual llegan a adquirir un discernimiento de los anticristos cada vez mayor. Antes pensaban que los anticristos comprendían realmente la verdad y que siguiéndolos no podían equivocarse en su fe, pero ahora ven que los anticristos padecen graves problemas, que hablan como si comprendieran la verdad, pero nunca la practican; esto es un hecho. Ven que han seguido a los anticristos durante largo tiempo y que no han ganado la verdad, y que es realmente muy peligroso continuar su senda, por lo que se arrepienten, los rechazan y se muestran dispuestos a retornar a la casa de Dios. Después de que estas personas vuelvan a ser acogidas en la casa de Dios, se les pide que cuenten su experiencia, y dicen: “Ese anticristo era muy hábil desorientando a la gente. En aquella época, parecía llevar razón, sin importar lo que yo pensara de él, pero como consecuencia no gané nada, no comprendí ninguna verdad y no llegué a poseer ni siquiera una pizca de la realidad-verdad después de seguirlo durante más de un año. He malgastado tiempo valioso. He sufrido una pérdida tremenda en verdad”. La experiencia de este fracaso se convierte en su recuerdo más profundo. Tras retornar a la casa de Dios, cuanto más escuchan los sermones, más llegan a comprender la verdad y más se les ilumina el corazón. Al recordar el tiempo que pasaron siguiendo a ese anticristo y ver las pérdidas que han sufrido, llegan a percibir que los anticristos son realmente satanases y que en esencia carecen de verdad alguna, que solo Dios es la verdad, y no se atreven a volver a seguir a ningún otro ser humano. A la hora de elegir un líder, emiten su voto con sumo cuidado, pensando: “Si doy mi voto a cierto candidato, lo más probable es que salga elegido un anticristo. Si no lo voto, quizá lo evite. Debo tener cuidado y evaluar a las personas conforme a los principios”. ¿No se basan ahora sus acciones en principios y estándares? (Sí). Eso es una cosa buena. Algunas personas, desorientadas por los anticristos, dicen: “¿Por qué nos ha ocurrido esto? ¿Acaso Dios nos ha abandonado? ¿Ya no le importamos?”. En una situación similar, ¿consentirías si Dios te instara a no seguir a los anticristos? No, no lo aceptarías. Aún te empeñarías en seguirlos y lo único que Dios podría hacer sería permitirlo y luego enseñarte una lección con hechos. Después de seguir a los anticristos una temporada, de repente entras en razón y te das cuenta de que has sufrido pérdidas en tu vida, y solo entonces sientes remordimientos y estás dispuesto a rechazar a esos individuos y retornar ante Dios una vez más. Por suerte para ti, Dios es tolerante y misericordioso, y todavía te quiere. De lo contrario, estarías totalmente acabado, no contarías con más oportunidades de alcanzar la salvación: seguir a los anticristos nunca depara un buen final.
Tienes que percibir a los anticristos claramente y reconocerlos bien. Tienes que saber discernir sus varias manifestaciones y, al mismo tiempo, deberías tener claro que tu propia esencia-naturaleza guarda en común muchas características con los anticristos, lo cual es debido a que todos pertenecéis a la humanidad que ha sido corrompida por Satanás; la única diferencia estriba en que los anticristos se hallan por completo bajo el control de Satanás, se han convertido en sus cómplices y hablan en su nombre. Tú también perteneces a la humanidad corrupta, pero eres capaz de aceptar la verdad y albergas la esperanza de alcanzar la salvación. Sin embargo, en términos de esencia, guardas en común muchas cosas con los anticristos, y tus métodos y motivaciones ocultas son los mismos. Es solo que, una vez que has oído la verdad y escuchado los sermones, eres capaz de cambiar de rumbo, y este hecho determina que albergues la esperanza de alcanzar la salvación: ahí radica la diferencia entre los anticristos y tú. Por lo tanto, cuando desenmascaro a los anticristos, tú también deberías establecer una comparación y reconocer qué es lo que guardas en común con ellos, y qué manifestaciones, actitudes y aspectos de la esencia compartes con ellos. De este modo, ¿no llegarás entonces a conocerte mejor a ti mismo? Si te sientes siempre hostil, crees que no eres un anticristo, experimentas un odio intenso hacia ellos, y no te muestras dispuesto a establecer esta comparación ni a reflexionar sobre ti mismo y comprender qué senda sigues, ¿cuál será la consecuencia? Con un carácter satánico, es muy probable que te conviertas en un anticristo, lo cual es debido a que ningún anticristo busca convertirse en uno a propósito y luego llega a serlo; se debe a que no persiguen la verdad y, como cabría esperar, terminan siguiendo la senda de un anticristo. ¿Acaso no son anticristos quienes en el mundo religioso no aman la verdad? Todas y cada una de las personas que no reflexionan sobre su propia esencia-naturaleza ni la comprenden, y que creen en Dios conforme a sus nociones y figuraciones, son anticristos. Una vez que emprendes la senda del anticristo, una vez que ganas estatus, combinado con el hecho de que posees ciertos dones y cierto aprendizaje y que todo el mundo te admira, ocurre que, a medida que aumenta el tiempo que dedicas a trabajar, llegas a hacerte un hueco en el corazón de la gente. A medida que crece el ámbito de la labor de la cual eres responsable, llegas a liderar a un número cada vez mayor de personas, ganas cada vez más capital, y entonces te conviertes en un Pablo genuino. ¿Todo esto deriva de una decisión tuya? No planeabas tomar esta senda, pero ¿cómo es que, sin saberlo, has emprendido la senda de un anticristo? Un motivo importante radica en que, si no persigues la verdad, lo más seguro es que persigas estatus y prestigio, que te embarques en negocios propios, hasta que, finalmente, sin ser consciente de ello, te encuentres en la senda de un anticristo. Si las personas que siguen dicha senda no cambian de rumbo a tiempo, cuando alcancen cierto estatus cabe la posibilidad de que se conviertan en anticristos: se trata de un resultado inevitable. Si no captan esta cuestión con claridad, se hallarán en peligro, porque todo el mundo posee actitudes corruptas y todo el mundo quiere reputación y estatus; si no aman la verdad, son realmente propensos a caer por la reputación y el estatus. Sin el juicio y el castigo de Dios, todo el mundo seguiría la senda de un anticristo y caerían por la reputación y el estatus, un hecho que nadie podrá negar. Tú dices: “Solo tengo estas revelaciones de vez en cuando, no son más que manifestaciones temporales. A pesar de tener la misma esencia que la de los anticristos, me diferencio de ellos en que no albergo ambiciones tan grandes como las suyas. Además, mientras cumplo con los deberes, reflexiono en todo momento sobre mí mismo, siento remordimientos y busco la verdad, y actúo conforme a los principios-verdad. A juzgar por mi comportamiento, no soy un anticristo ni tengo deseos de serlo, de modo que resulta imposible que me convierta en uno”. Quizá ahora mismo no lo seas, pero ¿puedes asegurar que no seguirás la senda de un anticristo y te convertirás en uno? ¿Puedes garantizarlo? No. Así pues, ¿cómo puedes ofrecer tal garantía? La única manera de hacerlo es persiguiendo la verdad. ¿Y cómo debes perseguir la verdad? ¿Tienes alguna manera de hacerlo? En primer lugar, has de reconocer el hecho de que compartes la misma esencia-carácter que los anticristos. Aunque ahora mismo no seas uno de ellos, para ti, ¿qué es lo más letal y peligroso? Es que posees la misma esencia-naturaleza que los anticristos. ¿Esto es bueno para ti? (No). Desde luego que no. Es letal para ti. Por lo tanto, mientras escuches estos sermones en los que se exponen las diversas manifestaciones de los anticristos, no vayas a pensar que estas cosas no tienen nada que ver contigo; esa es una actitud errada. Entonces, ¿qué clase de actitud deberías tener para aceptar estos hechos y manifestaciones? Compárate con ellos, reconoce que tienes una esencia-naturaleza propia de un anticristo y luego examínate para averiguar cuáles de tus manifestaciones y revelaciones son idénticas a las suyas. En primer lugar, reconoce este hecho: no intentes disfrazarte ni cubrirte. La senda que recorres es la senda de un anticristo, por lo que es conforme a los hechos decir que eres uno de ellos; es solo que la casa de Dios aún no te ha definido como tal y te concede la oportunidad de arrepentirte, nada más. ¿Lo entiendes? En primer lugar, acepta y reconoce este hecho, y luego lo que debes hacer es acudir ante Dios y pedirle que te discipline y te mantenga bajo control. No te apartes de la luz de la presencia de Dios ni abandones Su protección, y de este modo tu conciencia y tu razón te refrenarán a la hora de hacer cosas; además, contarás con las palabras de Dios para iluminarte, guiarte y mantenerte bajo control. Asimismo, contarás con la obra del Espíritu Santo para guiarte, organizar a las personas, los acontecimientos y las cosas que te rodean de modo que te sirvan de advertencia y te disciplinen. ¿Cómo te advierte Dios? Dios actúa de incontables maneras. A veces, Dios provocará que albergues un sentimiento evidente en tu corazón que te permitirá darte cuenta de que necesitas que te mantengan bajo control, de que no puedes actuar obstinadamente, de que si actúas mal dejarás a Dios en vergüenza y harás el ridículo, y entonces te frenas. ¿Aquí no es Dios quien te protege? Esta es una manera. En ocasiones, Dios te reprochará en tu interior y te brindará palabras claras para indicarte que esa manera de actuar es vergonzosa, que Él la detesta y maldice; es decir, se vale de palabras claras para reprenderte y que establezcas una comparación contigo mismo. ¿Qué objetivo persigue Dios con esto? Lo hace a fin de remover tu conciencia, y cuando sientas algo, considerarás el impacto, las consecuencias y tu propio sentido de la vergüenza, y ejercerás cierta mesura en tus acciones y prácticas. Una vez que hayas vivido muchas experiencias parecidas, descubrirás que, aunque las actitudes corruptas se encuentran arraigadas en el interior de las personas, cuando estas logran aceptar la verdad y percibir claramente la verdad de sus propias actitudes corruptas, pueden rebelarse deliberadamente contra su carne; cuando las personas logran poner en práctica la verdad, su carácter satánico se limpia y se transforma. El carácter satánico del hombre no es indestructible ni inmutable: cuando llegues a ser capaz de aceptar la verdad y ponerla en práctica, tu carácter satánico se desmoronará y se verá reemplazado de forma natural. Una vez que saborees la dulzura que conlleva poner en práctica la verdad, pensarás: “Antes era todo un sinvergüenza. Por muy descaradas que fueran mis palabras o por mucho que me enalteciera para que los demás me idolatraran, después no sentía vergüenza ni tenía conciencia de ello. Ahora percibo que mi manera de actuar estaba equivocada y quedaba mal parado, y tengo la sensación de que hay muchos ojos posados en mí”. Esto es obra de Dios. Te brinda un sentimiento, y es como si te reprocharas a ti mismo, de modo que a partir de ese momento no cometerás maldades o te ceñirás a tu propia senda. Sin darte cuenta, los métodos que usas para enaltecerte y dar testimonio de ti mismo se reducirán, ejercerás cada vez más la autocontención y tendrás la sensación creciente de que, actuando así, tu corazón se encuentra tranquilo y tu conciencia en paz; esto supone vivir en la luz, y ya no hay necesidad de estar sobre ascuas ni de valerte de mentiras o de palabras bonitas para camuflarte. En el pasado, mentías y prolongabas las mentiras a diario para proteger tu reputación. Cada vez que contabas una mentira, tenías que prolongarla en el tiempo, pues tenías miedo de destapar el pastel. Como resultado, contabas cada vez más mentiras y luego tenías que hacer un gran esfuerzo y devanarte los sesos para sostenerlas; vivías una vida que no se asemejaba ni a la de los humanos ni a la de los demonios, ¡y qué agotadora era! Ahora buscas ser una persona honesta y puedes abrir tu corazón y hablar de cosas reales. Ya no tienes necesidad de contar mentiras ni de mantenerlas día tras día, ya no estás constreñido por las mentiras, sufres mucho menos, vives una vida cada vez más relajada, libre y liberada, en lo más recóndito de tu corazón gozas de sentimientos de paz y alegría: estás saboreando la dulzura de esta vida. Y entretanto, tu mundo interior ya no es engañoso, perverso ni falso. Por el contrario, ahora te muestras dispuesto a acudir ante Dios, oras ante Él y buscas la verdad cuando surge un problema; eres capaz de hablar de la situación con otras personas y ya no actúas de manera unilateral o arbitraria. Tienes la sensación cada vez mayor de que el modo en que solías hacer las cosas era despreciable y ya no quieres ser así. En su lugar, actúas de cualquiera que sea la manera que se ajuste a la verdad, a la razón y a las intenciones de Dios; tu manera de actuar ha cambiado. Cuando consigues esto, ¿no significa que te has apartado de la senda de un anticristo? Y cuando te has apartado de dicha senda, ¿no significa que has emprendido la senda para alcanzar la salvación? Al aventurarte en la senda hacia la salvación y acudir ante Dios a menudo, tu actitud, tu intención, tu perspectiva, tus objetivos vitales y tu dirección en la vida ya no se oponen a Dios, empiezas a amar las cosas positivas, a amar la equidad, la justicia y la verdad. Cuando esto ocurre, lo más profundo de tu corazón y tus pensamientos han empezado a transformarse. Cuando empiezas a recorrer la senda de la salvación, ¿podrías convertirte aún en un anticristo? ¿Podrías resistirte aún a Dios intencionadamente? No, no podrías, ya te hallas fuera de peligro. Solo entrando en este estado la gente estará en el camino correcto de la fe en Dios, y solo buscando y aceptando la verdad de este modo podrá despojarse de los problemas, el control y la perturbación causados por su naturaleza satánica y por su naturaleza de anticristo. ¿Te has embarcado ya en la senda vital correcta de perseguir la verdad? Si no es así, date prisa y esmérate por emprender esa senda. Si no eres capaz de emprender la senda de búsqueda de la verdad, seguirás viviendo en peligro; todos cuantos caminan por la senda de los anticristos corren el riesgo de ser descartados en cualquier momento.
La mayoría de las personas, mientras llevan a cabo sus deberes, se enfrentan a su propio carácter de anticristo, agotadas de luchar por la reputación, el estatus, el dinero y los intereses, cansadas en cuerpo y mente. Entonces, ¿cuándo puede resolverse este problema? Solo persiguiendo la verdad y siendo capaz de aceptarla podrás desprenderte poco a poco de las limitaciones y ataduras de tu esencia-naturaleza de anticristo y conseguir que tu carácter satánico gradualmente se debilite y desaparezca, y de ese modo tendrás esperanzas de liberarte del poder de Satanás. ¿Habéis llorado en privado a causa de estas cosas al sentir que nunca llegáis a cambiar, ni amar la verdad, ni manejar las situaciones conforme a los principios-verdad? ¿Os habéis odiado tanto al punto de abofetearos en la cara y derramar lágrimas amargas? ¿Os ha pasado a menudo? Si alguien no lo ha hecho mucho, ¿no es porque se ha vuelto insensible? Una persona así no percibe jamás que está corrompida y sigue creyendo que trabaja bien, que posee calibre y talento, que comprende un gran número de verdades y que puede manejar un montón de situaciones conforme a los principios, se siente muy segura de sí misma; tal persona está adormecida, se cree magnífica, ¡y esto entraña un enorme peligro para ella! ¿Vosotros realmente percibís ahora que vuestra estatura es demasiado pequeña, que os halláis lejos de desprenderos de vuestras actitudes corruptas y que seguís dentro de la zona de peligro? La gente que no persigue la verdad carece de esta percepción, igual que quienes no están guiados por la obra del Espíritu Santo. La mayoría de la gente se halla aturdida y atolondrada; piensa que, mientras que cumpla con los deberes de manera metódica y no haga el mal, no estará caminando por la senda de los anticristos, y que, mientras que no cometa todo tipo de maldades, no será uno de ellos. Por tal motivo, estas personas se hallan la mayor parte del tiempo en un estado de adormecimiento, se sienten a menudo satisfechas consigo mismas y piensan que son magníficas y que pronto alcanzarán la salvación, y que la senda de los anticristos no tiene nada que ver con ellas. Vuestras oraciones diarias pueden servir para evaluar si os halláis en este estado o no. ¿Qué oraciones decís cuando cada día os presentáis ante Dios? Si todos los días decís: “Oh, Dios, ¡te amo! Oh, Dios, ¡estoy dispuesto a someterme ante ti! Oh, Dios, ¡estoy dispuesto a cumplir con el cometido que me has dado! Soy capaz de llevar a cabo mis deberes con lealtad y estoy resuelto a satisfacerte y a que Tú me perfecciones. No importa las manifestaciones de anticristo que albergue en mi interior ni lo poco que me conozca, Tú aún me amas y deseas salvarme”, ¿qué clase de manifestación es esta? Se llama adormecimiento, solo expresas tu determinación y no tienes la menor comprensión de tu propia esencia-naturaleza. Te hallas en la fase entusiasta, te encuentras aún muy lejos de poseer la realidad-verdad. ¿Cuánto tiempo pasa antes de ser capaces de rezar una oración auténtica, de hablarle a Dios de lo que alberga vuestro corazón, de contarle vuestra situación real, de sentir paz y júbilo en el corazón, y de sentir que vivís verdaderamente en presencia de Dios? Decidme, ¿cuánto tiempo pasa antes de ser capaces de hacerlo una sola vez? ¿Un mes, dos meses, seis meses, o un año? Si nunca habéis rezado una oración auténtica y seguís orando como hace la gente en el mundo religioso, siempre igual, diciendo que amas a Dios, expresando tu determinación, repitiendo las mismas frases hechas, es que también tenéis carencias y no poseéis ninguna realidad-verdad en absoluto. En general, quienes llevan tres o cinco años creyendo en Dios no dicen cosas tan infantiles e ignorantes cuando se presentan ante Dios, porque no solo están convencidas de seguirlo a Él, sino que además poseen fe y han adquirido una clara comprensión de las verdades de las visiones relativas a la obra de Dios, así como de Sus intenciones, Su plan de gestión y el propósito de Su obra. ¿Por qué cosas rezan más cuando se presentan ante Dios? Una es por conocerse a sí mismas; otra es por hablar con palabras sinceras: Oh, Dios, hoy me encuentro en dificultades, estoy en deuda contigo por lo que he hecho, tengo carencias en ciertas cuestiones, y te ruego que me protejas y que me guíes, me esclarezcas e ilumines. Una persona así comienza diciendo algunas cosas ciertas que guardan relación con la realidad-verdad y deja de usar las expresiones de determinación y consignas que dicen los creyentes entusiastas de poco tiempo. ¿Por qué no las usa? Porque le parece que decir esas cosas no tiene sentido, que esas cosas no pueden satisfacer su necesidad interior de la verdad o su necesidad de entrada en la vida. Al margen de tus años de creyente, al margen de si, en tus oraciones, hablas por inercia o te presentas con sinceridad ante Dios, ¿cuántos días de cada diez recitas esas consignas y palabras vacías? Habrá quienes respondan que uno, conque ¿qué rezan los otros nueve? Si sus oraciones guardan relación con su deber y la entrada en la vida, está bien, demuestra que soportan alguna carga con respecto a la verdad, las palabras de Dios y su propio deber, y que han dejado de estar tan adormecidos. ¿A qué me refiero al decir que “han dejado de estar tan adormecidos”? Me refiero a que, cuando se mencionan cuestiones relativas a los diversos estados y actitudes corruptas de la gente, perciben algo, son conscientes y también alcanzan a entenderlo. Son capaces de adquirir un grado de entendimiento y comprensión; no importa cómo se les expliquen estas cuestiones, las entienden y se hallan casi en sintonía con ellas; lo cual demuestra que han ganado cierta estatura. ¿Qué manifestaciones exhiben las personas adormecidas? Viven así a diario, sin esforzarse ni progresar, que es el motivo por el que, cuando oran a Dios, no hacen más que repetir lo mismo de siempre. No comprenden en absoluto la entrada en la vida, carecen de comprensión espiritual, no sienten nada, no muestran ninguna reacción por muchos sermones que escuchen, y sin importar cómo se comparta la verdad, las embarga una sensación de monotonía, de que todo significa lo mismo. Entonces, ¿tienen algo que contarle a Dios? Lo que reza y dice la gente cuando se presenta ante Dios depende de las palabras contenidas en su corazón que quieran decirle, de las cosas que sientan la necesidad de decirle. En tu corazón, al menos debes comprender cuáles son los requisitos de Dios, la manera de satisfacerlos y las dificultades que afrontas. Si en tu corazón no hay nada y lo único que logras decir son palabras que suenan bien, además de algunas consignas y doctrinas, y te limitas a actuar por inercia, lo que rezas no es una oración. Si has jurado lealtad todos estos años, pero no has hecho nada práctico y, al final, aún eres susceptible de traicionar a Dios, de negarlo y de abandonar en cualquier momento, lo que esto demuestra es que careces de estatura. Si ahora, cuando os presentáis ante Dios para orar, sois capaces de mantener en su mayor parte una relación con Dios que se corresponda con Sus requisitos y con vuestra propia transformación de carácter, es que tenéis una relación con Él plenamente establecida y no recorréis la senda de un anticristo, lo cual significa que habrás emprendido el camino correcto de la fe en Dios.
¿Tenéis ahora claras las diversas manifestaciones de los anticristos que se enaltecen y dan testimonio de sí mismos, así como las definiciones de la naturaleza de tal comportamiento? ¿Existe alguna diferencia entre las manifestaciones de los anticristos y las de las actitudes corruptas de la gente corriente? ¿Sabéis establecer una comparación cuando os encontráis verdaderamente con un problema? ¿Contempláis las manifestaciones de los anticristos como manifestaciones de gente corriente corrupta, y viceversa? ¿Cómo distinguir entre las dos? Juzgar el carácter de una persona por sus constantes manifestaciones y revelaciones, así como juzgar su esencia a partir de su carácter, constituye una manera de definirla con precisión. Los anticristos no aceptan la verdad ni ensalzan a Dios; se enaltecen y dan testimonio de sí mismos. Esta manifestación destaca por ser extremadamente obvia y está completamente dominada por su naturaleza satánica. Aunque las personas corrientes también se enaltecen y dan testimonio de sí mismas, cuando les hablas acerca de la verdad, son capaces de aceptarla y reconocer que Dios es la verdad, y logran aceptar la verdad, aunque no experimentan un cambio rápido ni fácil; aquí radica la diferencia entre los anticristos y la gente corriente. Dicho esto, ¿resulta fácil discernir entre ellos? Los anticristos poseen una característica: cuando no aman la verdad o la niegan, ¿lo hacen directamente? (No). ¿Qué método emplean para negar la verdad y que te percates de que no la reconocen? Se escudarán en sofismas para rebatirte, alegando que lo que estás comunicando no es la verdad, que la única verdad es la que ellos comparten. Por ejemplo, después de que den testimonio sobre sí mismos y alguien los desenmascara, ¿qué manifestaciones exhiben que permiten a otros afirmar que no aman ni aceptan la verdad? Una de ellas consiste en escudarse en sofismas y tratar de justificarse, así como encubrir la verdad fáctica, y es esa verdad la que conforma sus motivaciones ocultas. Dicha motivación consiste en dar testimonio de sí mismos para que los demás los tengan en alta estima. No dejan que conozcas sus intenciones; recurrirán a falsedades y palabras bonitas, se escudarán en sofismas, te engatusarán, te confundirán, de modo que al final dirás que no están dando testimonio de sí mismos, por lo que habrán conseguido su objetivo. Usan palabras bonitas y falsas, se escudan en sofismas, engatusan a la gente, no reconocen que están dando testimonio de sí mismos, no aceptan que los dejes en evidencia, ni tus reproches, ni mucho menos que este hecho los defina. No aceptan nada en absoluto y hasta se inventan excusas, alegando: “No soy yo quien da testimonio de sí mismo. Hay un motivo y un contexto para mis palabras. El hecho de que diga algunas cosas inapropiadas en esa situación es completamente normal y no supone ningún problema. ¿Puede considerarse eso como un testimonio de mí mismo? Es más, he realizado todo este trabajo y, aunque no he ganado ninguna virtud, he sufrido para hacerlo. Tampoco es para tanto que algunas personas me tengan en alta estima y me idolatren”. No consideran que un comportamiento tan vergonzoso, un acto tan repugnante, tenga importancia: ¿es esta una actitud de aceptación de la verdad? No sienten ninguna vergüenza por estas acciones malvadas y hasta se creen extraordinarios; esta es la esencia de las personas malvadas. Los anticristos creen que enaltecerse y dar testimonio de sí mismos es del todo apropiado y lo que se supone que deben hacer. Piensan: “Lo hago porque tengo esta capacidad; ¿hay otras personas dignas de ello? ¡He cosechado el apoyo de todo el mundo, me he esforzado mucho en realizar la obra de la iglesia, he hecho grandes contribuciones a la casa de dios y corrido muchísimos riesgos! ¿Es justo que no me concedas una recompensa ni un beneficio? ¿Acaso dios no es justo? ¿No retribuye él a cada persona en función de sus actos? Entonces, ¿no me merezco el apoyo de todo el mundo por mis contribuciones y el riesgo que he corrido?”. Consideran que tienen que recibir algo a cambio de cumplir con su deber y que la recompensa mínima debería ser el apoyo de todo el mundo y poder disfrutar de la lealtad, el honor y los beneficios que se merecen. ¿Es esta una actitud de aceptación de la verdad? (No). Entonces, ¿cuál es la verdad aquí? Por ejemplo, les dices: “No importa cuánto sufrimiento soporten, las personas son seres creados y deberían padecerlo porque tienen un carácter corrupto. Una de las maneras de sufrir es mientras se cumple con los deberes. No importa cuán capaces seamos ni qué dones tengamos, no debemos esperar ninguna recompensa ni intentar llegar a un trato con Dios”. ¿Acaso no es esta la verdad? Es la verdad primordial que los seres creados deberían comprender. Sin embargo, ¿es posible encontrar esta verdad en sus filosofías para los asuntos mundanos y en sus ideas y opiniones? (No). ¿Aceptan esta verdad cuando la oyen? No, no la aceptan. ¿Cuál es su actitud? Creen que hallarse en la casa de Dios es como hallarse en el mundo, que su labor debe conllevar una recompensa acorde, que tienen que obtener algo por cumplir con su deber y que, si soportan algún riesgo, han de recibir los beneficios y la gracia que merecen. Todas y cada una de las personas tienen la responsabilidad y la obligación de cumplir con los deberes, sin que medie remuneración alguna. ¿Aceptan esta verdad los anticristos? ¿Cuál es su actitud? Se muestran desdeñosos y hostiles, y dicen: “¡Sois idiotas, que incluso aceptáis esto! ¿Es esa la verdad? Eso no es la verdad, están embaucando a la gente. La justicia y la igualdad entre las personas: ¡esa es la verdad!”. ¿Qué clase de argumento es este? Esta es la lógica, la herejía y la falacia de Satanás. ¿Y pueden desorientar a quienes no comprenden la verdad? ¡Muy fácilmente! Hay personas que son débiles, que no entienden las verdades relacionadas con el cumplimiento de su deber; además, carecen de calibre y capacidad de comprensión, y su fe es escasa, de modo que, cuando oyen cosas así, les parece que tienen sentido y piensan: “Pues sí, ¿cómo he podido ser tan estúpido? Por fin he encontrado a alguien que lo entiende. ¡Es cierto lo que dice!”. Estas personas solo escuchan y aceptan las cosas que les suenan razonables y se ajustan a sus nociones; no abordan las palabras de Dios de acuerdo con el principio de que estas son la verdad. Concuerden o no con los sentimientos de la gente, con su pensamiento y su lógica, con sus costumbres y hábitos o con la cultura tradicional, las palabras de Dios son definitivas y cada una de ellas, de la primera a la última, representa la verdad. No necesitan que nadie las cuestione ni analice, y al margen de que toda la humanidad las pueda creer correctas o incorrectas, o de si alguien las acepta, las palabras de Dios son la verdad eterna. No necesitan resistir el paso del tiempo ni que la humanidad las corrobore con la experiencia, las palabras de Dios son la verdad. ¿Los anticristos piensan lo mismo? Ellos piensan: “¡Dios tiene que ser razonable! ¿Qué significa la justicia de dios? ¿No significa que quienes sufren mucho y son muy competentes obtienen grandes recompensas, y que quienes sufren poco, que no son muy competentes y que no hacen contribuciones reciben menos?”. ¿Dios dice eso? (No). Él no dice eso. ¿Dios qué dice? Él enseña que cumplir con los deberes propios es la vocación de cada persona, que cumplir con el deber conlleva sus propios principios, que cada uno debe cumplir con su deber conforme a los principios-verdad y que esto es lo que los seres creados están destinados a hacer. ¿Hay alguna mención aquí a las remuneraciones? ¿Alguna mención a las recompensas? (No). No se mencionan ni las remuneraciones ni las recompensas: se trata de una obligación. ¿Qué significa “obligación”? Una obligación es algo que se supone que la gente debe hacer, algo que no implica ninguna recompensa por la labor de uno. Dios nunca ha estipulado que quien cumpla con los deberes tenga que recibir una recompensa en función de su desempeño: grande si trabaja mucho, pequeña si trabaja poco o mal. Dios nunca ha dicho nada semejante. Entonces, ¿qué indican las palabras de Dios? Dios enseña que cumplir con los deberes propios es la vocación de cada persona y que es algo que se supone que los seres creados han de llevar a cabo; esta es la verdad. ¿Los anticristos lo entienden así? ¿Cómo interpretan las palabras de Dios? Las interpretan de manera distinta. Desde la perspectiva de sus propios intereses, tendrán una versión distorsionada de las palabras de Dios. Para ser preciso, lo que hacen es manipularlas, valiéndose de sus propios medios y entendimiento para transformar la verdad y las palabras de Dios y darles otra interpretación. ¿Y cuál es la naturaleza de dicha interpretación? Una que resulta beneficiosa para ellos, capaz de desorientar a la gente, así como de provocarla y seducirla. Convierten las palabras de Dios en su manera de expresarse, como si fueran verdades transmitidas por ellos, y después de que Dios haya dictado algo, tienen que cambiar la manera de expresarlo y los principios de las palabras de Dios para adaptarlos a su propio estilo. ¿Sigue siendo la verdad después de haberla adaptado a sus propósitos? No, se trata de una falacia y una herejía. ¿Sois capaz de discernir esta cuestión? (Sí, hasta cierto punto). Después de escuchar muchos sermones, algunas personas adquieren cierto discernimiento. ¿Y cuál es la esencia de la oposición a la verdad y de su negación por parte de los anticristos? (Es manipular las palabras de Dios e interpretarlas de forma distorsionada). ¿Y qué intención albergan al manipular las palabras de Dios y al interpretarlas de manera distorsionada? Buscan que la gente no acepte la verdad, sino sus falacias y herejías. Tergiversan la verdad según su pensamiento y su lógica; sus intereses y opiniones, y sus nociones, lo cual les resulta beneficioso y les permite provocar y desorientar a ciertas personas necias e ignorantes que no entienden la verdad. Quizá sus palabras te parezcan correctas cuando las oyes por primera vez, pero si las analizas detenidamente, descubrirás las ambiciones y los planes de Satanás que acechan en ellas. ¿Cuál es el propósito de sus ambiciones y confabulaciones? Su propósito es beneficiarse, defender y mantener su comportamiento y sus acciones, conseguir que la gente los valore bien, cambiar su comportamiento malo y malvado por otras conductas y prácticas que parezcan legítimas y conformes a la verdad. Creen que, de este modo, la gente no los rechazará y Dios no los condenará. Quizá sean capaces de desorientar a otros para que la gente no los rechace, pero ¿podrán conseguir que Dios no los condene? ¿Puede el hombre cambiar la esencia de Dios? (No). Aquí es donde los anticristos son de los más estúpidos. Quieren valerse de su pico de oro, así como de su “inteligente cerebro” para concebir toda clase de falacias y herejías, para manipular la verdad de modo que sus afirmaciones se sostengan y así repudiar la declaración de Dios y negar la existencia de la verdad; ¿no están pensando equivocadamente? ¿Pueden lograr su objetivo? (No). Hay gente que pregunta qué puede hacerse cuando un anticristo desorienta a ciertos individuos. Si realmente están desorientados y son incapaces de cambiar el rumbo, significa que los han puesto en evidencia y descartado, y merecidamente. Significa que están sentenciados y no pueden escapar; están condenados a morir, pues Dios nunca ha planeado salvar a semejantes individuos. Entran en la iglesia con falsos pretextos, contribuyen con algo de mano de obra, gozan de cierta gracia, pero cuando Dios ya no los quiere, los entrega a Satanás. Sucede que, al oír una herejía y falacia, aplauden y le dan su aprobación, y luego se marchan para seguir a Satanás. ¿Esto qué es? Es utilizar a Satanás para rendir servicio. Hay un versículo en el libro del Apocalipsis que dice: “Que el injusto siga haciendo injusticias, que el impuro siga siendo impuro, que el justo siga practicando la justicia, y que el que es santo siga guardándose santo” (Apocalipsis 22:11). Esto significa que las personas se separan de acuerdo con su condición. En lo que atañe a los seguidores de los anticristos, ¿se trata de un descuido momentáneo por su parte? ¿Se debe a que Dios no vigilaba? ¡Esto es que están condenados a morir! Tras asociarte con tales individuos durante una temporada, verás que no merecen ser salvados; ¡son unos miserables! A juzgar por su calidad humana y su búsqueda de la verdad, su naturaleza es perversa, sienten aversión por la verdad y no merecen ser salvados, no merecen heredar una gracia tan formidable de parte de Dios. Si Él no les otorga esta gracia, no la recibirán y, por lo tanto, la manera más precisa de describirlos resumidamente es con tres palabras: “condenados a morir”.
El enaltecimiento y testimonio de uno mismo representa la principal manifestación de los anticristos, por lo que definir su esencia según esta resulta muy apropiado y específico: no se trata de una definición vacía. Al contemplar sus motivaciones ocultas, ambiciones, las revelaciones de su esencia y los consecuentes objetivos de sus acciones, se observa que enaltecerse y dar testimonio de uno mismo constituye una manifestación característica de los anticristos. ¿Existen anticristos que nunca se enaltecen ni dan testimonio de sí mismos? (No). ¿Por qué no? Porque sus ambiciones y deseos son tan inmensos que no pueden controlarlos. No importa con qué grupo de personas vivan, si nadie los ensalza ni los idolatra, tienen la sensación de que la vida carece de valor y de sentido, motivo por el cual se muestran tan ansiosos por enaltecerse y dar testimonio de sí mismos para conseguir sus objetivos. Viven para destacar por encima de los demás y necesitan seguidores que los idolatren, aunque esos individuos sean como moscas molestas e infectas, o como bandas de mendigos, no les importa. Mientras haya gente que los idolatre y los siga, se sentirán a sus anchas. Si pudieran recibir el aplauso frenético de los fans como si fueran cantantes famosos, estarían en el séptimo cielo, disfrutan con eso; esta es la naturaleza de los anticristos. Da igual de qué calaña sean sus seguidores o la gente que los idolatra, los anticristos no le hacen ascos a nadie. Aunque quienes los sigan sean los individuos más miserables y repugnantes del mundo, aunque sean alimañas, mientras los ensalcen y satisfagan sus ambiciones y deseos de estatus, a los anticristos no les importa. Entonces, ¿pueden dejar de enaltecerse y dar testimonio de sí mismos y de presumir dondequiera que vayan? (No). Se trata de su esencia. Decidme, ¿qué clase de personas son las que siguen sinceramente a Dios? Entre la humanidad, existe un tipo de personas que son las que Dios quiere elegir y salvar, son personas que tienen un mínimo de conciencia, razón y vergüenza. Aquellas que están un poco por encima son capaces de amar la verdad, amar las cosas positivas y amar la equidad y la justicia de Dios; son capaces de odiar la perversidad, se indignan cuando ven cosas perversas y que no son rectas, y, aunque sean incapaces de hacer nada al respecto, no dejan de odiarlas; estas son las personas que quiere Dios, como mínimo. En cuanto a las que carecen de esta humanidad y esencia, Dios no las quiere, por mucho que hablen de la bondad de Dios o de Su grandeza. Por ejemplo, los fariseos de la religión ensalzan a Dios y dan testimonio de Él usando las mismas palabras superficiales y teorías vacías de siempre, y no se cansan de pregonarlas ni siquiera después de dos mil años. Ahora Dios está expresando un gran número de verdades, pero ellos no alcanzan a verlas, las desoyen y algunos incluso las condenan y blasfeman contra ellas. Lo cual los pone completamente en evidencia; de hecho, Dios los definió hace tiempo como fariseos hipócritas, todos los cuales forman parte de la pandilla de Satanás; Dios los ha nombrado diablos y satanases, puercos y perros. Cuando los anticristos se encuentran con un grupo de personas así y ven que hay muy pocos que comprendan la verdad, que ninguno tiene discernimiento ni talento alguno, se apresuran a aprovechar esa oportunidad de presumir. Algunos se jactan de que en cierta ocasión los admitieron en dos universidades de categoría mundial al mismo tiempo, pero que al final no ingresaron en ninguna de ellas porque llegaron a creer a Dios y aceptaron Su comisión. Al oírlos, algunas personas empiezan a tenerlos en muy alta estima. Si no entiendes la verdad, y si las cosas que amas y tu visión del mundo coinciden con las de la gente mundana, idolatrarás a semejantes individuos y por ese motivo, cuando los anticristos hablen así, conseguirán desorientarte y embaucarte. Los anticristos se enaltecen de esta manera encubierta y los necios sin discernimiento se ven desorientados. Los anticristos terminan sintiéndose muy felices, piensan que las personas que están por debajo de ellos no son gente corriente, cuando en realidad no son más que una banda de inútiles atolondrados. Todos aquellos que carecen de capacidad para comprender la verdad pueden verse desorientados por satanases y anticristos. Cuando los oyen hablar, creen que sus opiniones y gustos realmente coinciden, de modo que disfrutan escuchándolos. No son capaces de aplicar el pensamiento normal para emitir un juicio sobre lo que escuchan, ni encontrarán a alguien que entienda la verdad y los ayude a discernir esas cosas; mientras lo que escuchan les parezca razonable, estarán dispuestos a aceptarlo y de ese modo se ven desorientados sin ser conscientes de ello. Si los que tienen discernimiento y capacidad para comprender la verdad oyen hablar a los anticristos, sabrán que estos individuos están intentando desorientar a los demás y los rechazarán. Estos atolondrados que carecen de discernimiento creerán que los anticristos han adquirido un conocimiento, que son de buen calibre y que tienen porvenir. Verán las cosas de tal modo que cualquier fenómeno superficial los desorientará; no sabrán cuáles son los principios-verdad y se irán a seguir a satanases. ¿No es cierto que estas personas provocan su propia destrucción por culpa de su necedad e ignorancia? Así es. Si disciernes las diversas manifestaciones de los anticristos que a menudo se enaltecen y dan testimonio de sí mismos, o las distintas estrategias que emplean, y si eres capaz de juzgar el propósito y las motivaciones que se ocultan tras sus palabras, te resultará más fácil desentrañar la esencia de los anticristos y, por tanto, serás capaz de rechazarlos y maldecirlos de inmediato y nunca más volverás a verlos. ¿Esto por qué? Porque cuando veas a los anticristos hablar y actuar, los desdeñarás y los odiarás, te sentirás asqueado, como si estuvieras mirando moscas, y querrás ahuyentarlos cuanto antes. Por lo tanto, una vez que sepáis discernir las acciones y el comportamiento de los anticristos, deberíais desenmascararlos de inmediato para que otros puedan discernirlos, y luego expulsarlos de la iglesia como mandan los principios. ¿Os atrevéis? Si el pueblo escogido de Dios logra hacerlo, demostrará que ha crecido en estatura y que puede mostrar consideración por las intenciones de Dios y salvaguardar la obra de Su casa. Cuando el pueblo escogido de Dios comprenda la verdad y tenga discernimiento, los anticristos se quedarán sin un punto de apoyo en la iglesia o en la casa de Dios.
Cualquiera que sea la ocasión, siempre que dispongan de una oportunidad, los anticristos presumirán y darán testimonio de sí mismos, y mientras haya personas que los idolatren y los miren con ojos de admiración, envidia y reverencia, serán felices; no les importa quiénes sean dichas personas. ¿Exigen algún estándar a quienes los siguen, idolatran y admiran? (No). Al margen de si esa gente es idiota, incompetente mental, malvada o incrédula, al margen de la clase de personas que sean, aunque entre ellas figure gente a la que se debería descartar y expulsar, mientras los sigan, los idolatren y los ensalcen, los anticristos las aceptarán; les caerán muy bien, se las ganarán, las atraerán a su lado y las protegerán. Los anticristos consideran a estas personas su rebaño, su propiedad personal, y no permiten que nadie más las reubique, las desenmascare o las maneje. No importa de qué manera los adulen ni cómo se congracien con ellos, no importa qué cosas repugnantes y nauseabundas digan, los anticristos disfrutarán igualmente; mientras los cubran de halagos, todo les parecerá bien. Todo cuanto dicen y hacen los anticristos está encaminado a que los demás los tengan en alta estima, los aprecien y los sigan, y por muchas cosas malas que perpetren sus seguidores, no las investigarán, y les traerá sin cuidado lo insidiosa y malévola que sea su humanidad. Siempre y cuando esa gente los siga e idolatre, les caerá bien a los anticristos y mientras esta les permita mantener el poder y el estatus y no se vuelva contra ellos ni se les oponga, se sentirán sumamente satisfechos: así son los anticristos. A la inversa, ¿cómo tratan los anticristos a quienes siempre los desenmascaran y les impiden enaltecerse y dar testimonio de sí mismos, despreciándolos por ello, así como a aquellos que les hablan de la verdad, que desentrañan la esencia de sus problemas y que saben discernirlos realmente? Al instante se enfadan por la vergüenza y se protegen de estas personas, las excluyen y las atacan, y finalmente idean la manera de aislar a quienes saben discernirlos y se les oponen. ¿Por qué lo hacen? Porque cuando se enaltecen y dan testimonio de sí mismos, piensan en todo momento que dichas personas son como engendros, como una espina clavada en el costado, y que los discernirán y rechazarán, los desenmascararán y destruirán todo lo bueno que han conseguido. En el mismo instante en que posan los ojos en esas personas, los anticristos se sienten inquietos en su corazón y buscan constantemente manejarlas, piensan que, si logran dominarlas, cuando vuelvan a enaltecerse y dar testimonio de sí mismos, no habrá nadie que los desenmascare ni les ponga trabas, de modo que serán capaces de cometer maldades desenfrenadamente. Este es el principio por el que actúan los anticristos. No importa qué clase de personas los adulen, los elogien o los ensalcen, da igual si lo que les dicen no concuerda con los hechos ni si cuentan mentiras, los anticristos estarán dispuestos a aceptarlas, disfrutarán escuchándolas; en el fondo de su corazón, esa gente les caerá bien. No se preocupan por la situación de esas personas e incluso si descubren que alguien tiene algún problema, lo ocultarán, lo encubrirán y no mencionarán ni una palabra al respecto. Mientras los anticristos cuenten con estos seguidores y aduladores de su lado, disfrutarán con ello. Así es como actúan. ¿Sois capaces de hacer las mismas cosas que los anticristos? Por ejemplo, digamos que sois líderes y obreros de la iglesia, personas con estatus y prestigio entre el pueblo escogido de Dios. Si los hermanos y hermanas te tuvieran en alta estima, se deshicieran en halagos, te adularan y elogiaran con frecuencia, te dijeran que das buenos sermones, que eres guapo y que te consideran el mejor líder, ¿cómo te sentirías? ¿Sabrías discernir la intención de sus palabras? ¿Serías capaz de rechazar y rehuir a esas personas? En caso de que no, corres peligro. Sabes perfectamente que no eres tan guapo, que no eres capaz de comunicar la realidad-verdad y, sin embargo, te pones contento cuando oyes a la gente adularte de esa manera, y siempre querrás acercarte y ascender a esas personas, ¿no significa eso que estás en problemas? En efecto, corres peligro.
En ocasiones, cuando los líderes y los obreros están trabajando, estos reciben el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo, pueden hablar de algunas experiencias reales y, naturalmente, habrá gente que los tenga en alta estima y los idolatre; de forma natural tendrán seguidores tan inseparables como su propia sombra; en momentos así, ¿cómo deben abordar esta situación? Todo el mundo tiene sus predilecciones, todo el mundo es vanidoso; si una persona oye que hablan de ella con aprobación y halagos, lo disfrutará una barbaridad. Se trata de un sentimiento normal, no es para tanto. Sin embargo, si ascienden a un adulador que se prodiga en elogios y le conceden un puesto importante, es cuando se corre peligro. Ello es debido a que los aduladores que se prodigan en elogios hacia los demás son individuos astutos y falsos hasta el extremo, no son honestos ni veraces. En cuanto ganan estatus, no aportan ningún beneficio a la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios ni a la obra de la iglesia. Estos individuos son ladinos y más que capaces de estropear las cosas. Las personas rectas en comparación nunca se prodigan en elogios hacia los demás. Aunque te aprueben en su corazón, no lo expresarán en voz alta, y si descubren que tienes defectos o que has cometido un error, te lo señalarán. Sin embargo, a algunas personas no les gusta la gente franca y directa, y cuando alguien les señala sus defectos o les reprocha algo, lo oprimirán y lo excluirán, e incluso aprovecharán sus defectos y carencias para juzgarlo y condenarlo sin cesar. ¿No están oprimiendo y perjudicando a gente buena? Estas acciones, esta forma de acosar a las buenas personas, son las cosas que Dios más detesta. ¡Acosar a las buenas personas es un acto infame! Y si alguien acosa a mucha gente buena, es que es un diablo. Los líderes y los obreros deben tratar a todo el mundo con justicia y amor, y deben manejar las situaciones conforme a los principios. En especial, debes tratar con corrección a quienes te adulan y halagan, a quienes giran en torno a ti, debes ayudarlos cariñosamente y asistirlos para que desempeñen las tareas que les corresponden y no se dediquen a halagar a la gente como hacen los no creyentes; expón tu postura y perspectiva con claridad, haz que se sientan humillados y avergonzados para que no vuelva a repetirse. Si puedes adherirte a los principios y tratar a la gente con justicia, ¿no se sentirán avergonzados esos payasos deleznables y los de su calaña satánica? Esto avergonzaría a Satanás y complacería a Dios. Aquellos a los que les encanta adular creen que los líderes y obreros adoran a la gente que los halaga y que cada vez que alguien les hace un halago o los adula sacian su vanidad y su deseo de estatus. Nada de esto les gusta a las personas que aman la verdad; les repugna y lo detestan. Solo los falsos líderes disfrutan de los halagos. Es posible que la casa de Dios no los aplauda ni los elogie, pero si el pueblo escogido de Dios lo hace, se sienten complacidos y lo disfrutan una barbaridad, y a la larga les proporciona cierto consuelo. Los anticristos disfrutan con los halagos aún más y, por encima de todo, que la gente así se acerque a ellos y revolotee a su alrededor. ¿No es esta una situación problemática? Así son los anticristos: les gusta que la gente los elogie y los aplauda, los idolatre y los siga, todo lo contrario que a quienes persiguen la verdad y son relativamente rectos. Debes acercarte a personas capaces de hablar con sinceridad; tener a gente así a tu lado te supone una gran ventaja. En particular, contar a tu alrededor con personas tan buenas como aquellas que al descubrir un problema en ti tienen el coraje de hacerte reproches y de desenmascararte, puede prevenir que te desvíes. No les importa cuál sea tu estatus y, en el momento que descubren que has hecho algo en contra de los principios-verdad, te hacen reproches y te desenmascaran si es necesario. Solo tales personas son rectas, gente con sentido de la rectitud, y da igual de qué manera te desenmascaren y te reprochen, todo ello te sirve de ayuda y tiene como cometido supervisarte y sacarte adelante. Has de acercarte a esas personas; mantenerlas a tu lado y que te ayuden, te vuelve relativamente más seguro; a esto se le llama tener la protección de Dios. El hecho de contar con gente a tu lado que entiende la verdad y defiende los principios para supervisarte a diario resulta muy beneficioso a la hora de cumplir con tu deber y tu trabajo de manera adecuada. No debes, en ninguna circunstancia, tener como ayudantes a esos aduladores astutos y falsos que te dan coba; tener pegada a ti a esa gente se asemeja a estar cubierto de moscas infectas, ¡te verás expuesto a infinidad de bacterias y virus! Estos individuos pueden perturbarte y afectar tu obra, provocar que caigas en la tentación y te desvíes del camino, así como acarrearte desastres y calamidades. Debes mantenerte alejado de ellos, cuanto más lejos mejor, y si disciernes que tienen la esencia de los incrédulos y consigues que los echen de la iglesia, mejor aún. Cuando una persona recta que persigue la verdad observe que tienes un problema, te dirá la verdad a pesar de cuál sea tu estatus, a pesar de cómo la trates y a pesar de que la despidas. Nunca intentarán encubrirlo ni se andarán con evasivas. ¡Resulta de lo más beneficioso rodearte de gente así! Cuando hagas algo que vaya en contra de los principios, te desenmascararán, opinarán de tus asuntos y señalarán tus problemas y fallos con franqueza y honestidad; no intentarán ayudarte a salvar tu prestigio y ni siquiera te darán la oportunidad de evitar que te avergüences delante de muchas personas. ¿Cómo deberías tratar a este tipo de personas? ¿Deberías castigarlas o acercarte a ellas? (Acercarme a ellas). Eso es. Deberías abrir tu corazón y hablar con ellas, decir: “Es correcto que me hayas señalado que tengo ese problema. En aquel momento estaba lleno de vanidad y pensamientos relativos al estatus. Sentí que a pesar de haber sido líder durante muchos años, no solo no intentaste ayudarme a salvar mi prestigio, sino que también me señalaste mis problemas delante de mucha gente, así que no fui capaz de aceptarlo. Sin embargo, ahora veo que, en realidad, lo que hice estaba reñido con los principios y la verdad, y que no debería haberlo hecho. ¿De qué sirve tener la posición de líder? ¿No es este sencillamente mi deber? Todos estamos llevando a cabo nuestro deber y tenemos el mismo estatus. La única diferencia es que yo asumo un poco más de responsabilidad, eso es todo. Si descubres algún problema en el futuro, así que di lo que tengas que decir y no habrá lugar para ninguna rencilla personal entre nosotros. Si nuestra comprensión de la verdad es diferente, entonces podemos compartir el uno con el otro. En la casa de Dios y ante Dios y la verdad, estaremos unidos, no separados”. Esta es una actitud de práctica y de amor a la verdad. ¿Qué deberías hacer si desearas mantenerte alejado de la senda del anticristo? Deberías tomar la iniciativa de acercarte a las personas que aman la verdad, a las que son rectas, a las que señalan tus problemas, a aquellas que cuando los descubren pueden hablarte con sinceridad, hacerte reproches y, en especial, son capaces de podarte; estas son las personas que más te benefician y deberías apreciarlas. Si excluyes y te deshaces de gente tan buena, perderás la protección de Dios y poco a poco te alcanzará el desastre. Al acercarte a la buena gente y a los que entienden la verdad, tendrás paz y alegría, y podrás mantener el desastre a raya; al acercarte a la gente ruin, a los desvergonzados y a los que te adulan, estarás en peligro. No solo te engañarán y te embaucarán con facilidad, sino que el desastre te sobrevendrá en cualquier momento. Has de saber qué tipo de persona puede beneficiarte más, y se trata de aquellos capaces de advertirte que estás haciendo algo mal o que te ensalzas y das testimonio de ti mismo y desorientas a los demás, esas son las personas que más pueden beneficiarte. La senda correcta que hay que tomar es la de acercarse a tales personas. ¿Sois capaces de hacerlo? Si alguien menciona algo que daña tu reputación y te pasas el resto de tu vida resentido y diciendo: “¿Por qué me has desenmascarado? Nunca te he tratado mal. ¿Por qué siempre tienes que ponerme las cosas difíciles?”, y guardas rencor en tu corazón, se produce una ruptura y no dejas de pensar: “Soy el líder y, como tengo este estatus y esta identidad, no te consentiré que me hables así”, ¿qué clase de manifestación es esta? Indica que no aceptas la verdad y que te posicionas en contra de los demás; equivale un poco a hacer oídos sordos a la razón. ¿No es tu idea de estatus lo que genera el problema? Esto demuestra que tus actitudes corruptas son demasiado graves. Quienes siempre albergan pensamientos relativos al estatus son personas que poseen un grave carácter de anticristo. Si, además, cometen maldades, rápidamente las pondrán en evidencia y serán descartadas. ¡Resulta peligrosísimo que la gente rechace y no acepte la verdad! Cuando se alberga en todo momento el deseo de competir por el estatus y se codician los beneficios que este conlleva, saltan las señales de peligro. Si el corazón se ve continuamente constreñido por el estatus, ¿aún sería posible practicar la verdad y manejar las cosas conforme a los principios? Si uno es incapaz de poner en práctica la verdad y no actúa más que por la fama, la ganancia y el estatus, y se sirve continuamente de su poder para hacer cosas, ¿no resulta obvio que se trata de un anticristo que muestra su verdadero rostro?
Las manifestaciones como el enaltecimiento y testimonio de uno mismo figuran entre las más comunes de los anticristos. Ya sea en la vida cotidiana o en la manera con la que se conducen de cara a los demás, ya sea en la vida de la iglesia, estas manifestaciones pueden observarse siempre, porque representan la revelación de un carácter corrupto. Por ejemplo, las verdades relativas a la manera de abordar los deberes de uno, a la manera de tratar a otras personas y a la manera de discernir a la gente las hemos cubierto en nuestras enseñanzas. ¿Es que conocéis las manifestaciones concretas de estos aspectos en vuestras vidas cotidianas, pero no las percibís como problemas? ¿O es que no habéis iniciado la entrada a partir de estas cuestiones específicas? Si no empezáis por las actitudes, o si a veces exhibís estas manifestaciones pero ignoráis si son un problema de carácter y por eso no les prestáis atención, es que aún os halláis lejos de lograr una transformación de carácter. Si no te percatas de que estas manifestaciones representan el enaltecimiento y testimonio de uno mismo, si ignoras que están gobernadas por tu carácter corrupto y las consideras una suerte de rasgo de personalidad, o una conducta o aspecto cognitivo innatos, si les restas importancia y no las tomas como las revelaciones de tu carácter y esencia corruptos, te resultará difícil cambiar el carácter corrupto en cuestión. Aquello de lo que la gente se percata que está relacionado con las actitudes, ya sea una manera de actuar o un estado en el que se hallan, ya sea el comportamiento externo o su discurso y sus enunciados, ya sean sus pensamientos y opiniones o su comprensión de cierto asunto, mientras guarde relación con la esencia-carácter, debería considerarse siempre como una encarnación o revelación de la esencia-naturaleza del hombre; ¿no se ampliará de este modo su comprensión? No hay que centrarse solo en entender las cosas grandes, como si uno se resiste a Dios, si no ama la verdad, si codicia un estatus o si desorienta a la gente con lo que dice, sino que hay que comprenderlo todo, desde cosas pequeñas, como ideas e intenciones específicas, hasta las más grandes, como un argumento o un enunciado. Acabo de mencionar seis aspectos en total, entre los que figuran los pensamientos y las opiniones, así como la comprensión que uno tiene de un asunto determinado. Los pensamientos y las opiniones son cosas que existen en la conciencia y la mente de uno; la comprensión es algo que ya se ha reconocido y sobre lo que uno puede formar palabras y enunciados concretos; luego están el comportamiento y el lenguaje. Estos son cuatro aspectos, luego están también los enunciados y los argumentos. ¿Cuáles serían los opuestos de estos dos últimos? (Las intenciones y las ideas). Las ideas son cosas bastante vagas que surgen de manera inconsciente en la mente. Aún no están definidas como correctas o incorrectas, las piensas sin más, y aún no han adoptado forma en tu interior, mientras que los argumentos expresados en voz alta ya están moldeados. En total hay tres grupos y seis aspectos. Considerad estos seis aspectos como una senda para diseccionar la esencia de vuestras actitudes corruptas y conseguir el cambio de carácter, de ahora en adelante proponeros conocer vuestro carácter y esencia corruptos en función de estos seis aspectos, y de este modo llegaréis a conoceros verdaderamente a vosotros mismos.
Después de escuchar la enseñanza de hoy, ¿necesitáis algo de tiempo para digerir lo que habéis oído? Cuando os reunáis, ¿podréis arrojar algo de luz o establecer una comparación con vosotros mismos sobre esta base? Se trata de una cuestión clave, que os resultará muy beneficiosa. Cuando os reunáis, tenéis que hablar, intercambiar ideas y debatir vuestras experiencias y percepciones; es lo más eficaz. Antes hemos utilizado la palabra “reflexionar”; en términos coloquiales, decimos “rumiar”. Esto implica leer más, orar-leer más, pensar más y buscar más; tomar lo que cada uno entendía en ese momento, así como lo que no se entendía y se consideraba doctrina, los puntos importantes, los puntos que todo el mundo había entendido mal, y los puntos que no habíais comprendido, y concentraros en todo ello durante la charla; esto es lo que implica “rumiar”. De este modo, vuestra comprensión de los detalles de estas verdades, de las diversas diferencias que existen entre ellas y de las definiciones de cada una será cada vez más clara y precisa. ¿Creéis que las distintas verdades que habéis entendido y puesto en práctica en los últimos años se han vuelto más ambiguas en comparación con antes, o más claras? (Más claras). Y a lo largo de estos años, ¿se ha producido algún gran cambio en la senda de vuestra fe en Dios, en la dirección que sigue vuestra conducta, y en la intención, la motivación y el ímpetu original que os llevan a cumplir con el deber? (Después de experimentar la reprensión y la disciplina de Dios, y de comer y beber de Sus palabras, tengo la sensación de que se ha producido un cambio). Que se haya producido un cambio está bien, es lo que se supone que debe ocurrir. Algunas personas han permanecido indiferentes de principio a fin y no han cambiado ni un ápice después de escuchar tantos sermones. No se han conmovido en su fuero más recóndito; es decir, no hay reunión ni enseñanza que pueda alterar la dirección que están siguiendo; ¡están tan adormecidas y atontadas! La senda para alcanzar la salvación debería despejarse cada vez más, y aquellos que cuentan con experiencia perciben con claridad y lucidez el propósito de Dios al salvar al hombre y Sus maneras de salvarlo. Si, después de todos estos años como creyente, continúas sin saber de qué manera salva Dios a la gente y cómo la purifica de la corrupción, lo que se demuestra es que careces de cualquier entendimiento de la verdad y de la más mínima comprensión de la obra de Dios. ¿No están tales personas confundidas en su fe?
20 de marzo de 2019