Punto 8: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (I)
Apéndice: Disección de los problemas que surgen al transcribir sermones
He oído comentar a algunas personas que los transcriptores eliminaron las historias del comienzo de los últimos sermones y solo dejaron el contenido formal que los seguía. ¿Es eso cierto? ¿Qué historias se separaron de los sermones? (La historia de Dabao y Xiaobao, La historia de Daming y Xiaoming y El capital a debate: “¡Déjalo estar!”). Estas tres historias se separaron del contenido del sermón, pero ¿por qué? ¿Cuál fue la razón? Al parecer, los transcriptores pensaron que esas historias no se adecuaban al contenido de los sermones a continuación y por eso las separaron. ¿Estuvo justificado? Fue simplemente lo que hicieron los transcriptores. Se comportaron de manera demasiado arrogante y sentenciosa al sacar las historias y ponerlas en capítulos separados sin contenido del sermón. ¿Diríais que el resultado de esta acción fue bueno o malo? Es más, ¿diríais que la historia que se narra previamente debe adecuarse al sermón que sigue y coincidir con él? ¿Es realmente necesario? (No). Entonces, ¿por qué aquellos que transcribieron los sermones malinterpretaron la tarea de esta manera? ¿Cómo pudieron creer algo así? ¿Cuál es entonces el problema? En su interior pensaron: “Las historias que contaste no tienen relación con el tema. Las revisaré por Ti y, al distribuirlas, no las compilaré. Los sermones son sermones: deben ser coherentes entre sí. El contenido de las historias previas no debería interferir en el contenido de los sermones. Tengo que cribarlas por Ti porque Tú mismo no entiendes el tema”. ¿Es esta una intención buena? ¿De dónde procede esta buena intención de los transcriptores? ¿Proviene de nociones humanas? (Sí). ¿Debo considerar todo de manera tan exhaustiva cuando predico? ¿Es necesario que cada historia que cuento se ajuste al contenido que sigue? (No). No es necesario; esto se llama precepto, noción. ¿Qué errores cometieron los transcriptores? (Actuar basándose en sus nociones y figuraciones). ¿Qué más? (Proceder de modo imprudente y arbitrario). La naturaleza de esta clase de comportamiento es un tanto imprudente y arbitraria; carecen de un corazón temeroso de Dios. Decir esto es lógico, pero aun así difiere de la esencia de este asunto. Cuando transcribieron los sermones, ¿qué tipo de actitud y punto de vista adoptaron para considerar todo lo que dijo Dios? Ya fueran historias o sermones, ¿qué clase de actitud adoptaron y desde qué perspectiva contemplaron y escucharon las cuestiones que se hablaron? (Desde la perspectiva del conocimiento y la erudición). Correcto. Considerar las historias que se narran y el contenido de los sermones desde la perspectiva del conocimiento llevará a este problema. Creen que cuando pronuncio un sermón, independientemente de la sección sobre la que desee hablar, el contenido debe seguir una secuencia, que cada frase debe ser lógica, cada oración debe ajustarse a las nociones de todos y cada sección debe tener un objetivo riguroso. Miden Mis sermones de acuerdo con esta noción. ¿Muestra esto una falta de comprensión espiritual? (Sí). En efecto, ¡esto implica carecer de comprensión espiritual! Es un grave error utilizar la lógica y la inferencia para abordar mi charla desde la perspectiva del conocimiento. Yo comparto la verdad, no elaboro discursos; esto debe quedar claro. Quienes escuchasteis los sermones en la reunión y luego sus transcripciones, ¿os percatasteis de la omisión de algún punto o asunto importante de lo mencionado en ese momento? ¿Sucedió algo así? Por ejemplo, quizá oísteis un pasaje muy conmovedor y edificante en la reunión, pero más tarde, al escuchar la grabación, descubristeis que ese pasaje no estaba allí, sino que se había eliminado. ¿Os ha ocurrido algo así? Si no escuchasteis atentamente, es posible que no os hayáis dado cuenta, así que aseguraos de prestar más atención en el futuro. Una vez escuché una grabación y, en el punto en que acababa de empezar a comentar las diversas manifestaciones de los anticristos y las estaba enumerando del uno al quince, habían omitido las aclaraciones y explicaciones pormenorizadas de cada una y, en lugar de ello, solo las enumeraban: primera manifestación, segunda manifestación, tercera manifestación y así sucesivamente. Cada manifestación se comentaba de manera muy breve, una detrás de otra, mucho más rápido que un profesor dando una clase en el colegio. La mayoría de las personas que nunca habían escuchado ese sermón antes y no estaban familiarizadas con él no tenían tiempo para reflexionar mientras lo escuchaban. Si querían escuchar con atención debían pausar la grabación, escuchar una oración, tomar notas rápidamente, y luego reflexionar sobre qué significaba para después reproducir la siguiente oración. De lo contrario, el ritmo era demasiado rápido y no podían seguirlo. Los que editaron la grabación del sermón cometieron un error grave. Un sermón es una charla, una discusión. ¿Cuál es el contenido de los sermones? Tratan de diversas verdades y de los diferentes estados de las personas y todos ellos implican la verdad. Entonces, ¿estos contenidos que implican la verdad son fáciles de entender y aceptar, o requieren consideración, reflexión y procesamiento mental antes de asimilarlos gradualmente? (Requieren consideración, reflexión y procesamiento mental). Si nos basamos en esta situación, ¿cómo de rápido debería hablar la persona que pronuncia el sermón? ¿Estaría bien si hablara tan rápido como una ametralladora? (No). ¿Como un profesor explicando una lección? (No). ¿Como alguien dando un discurso? (No). Nada de eso funcionaría. Durante un sermón debe haber preguntas y respuestas, y un espacio para la contemplación; se le debe dar tiempo a la gente para responder: ese es el ritmo apropiado. Transcribieron los sermones sin entender este principio; ¿muestra esto que carecen de comprensión espiritual? (Sí). En efecto, no tienen comprensión espiritual. Ellos pensaron: “Ya te he oído hablar de estas cuestiones. Después de escucharlas una vez, recuerdo la idea general y sé de lo que estás hablando. Gracias a mi experiencia y a las excelentes destrezas que he adquirido al editar con frecuencia las grabaciones de los sermones, lo haré de esta manera y aceleraré el ritmo”. La velocidad no parecía un problema en sí misma, pero ¿cómo afecta esto a la transcripción del sermón? Lo convierte en un ensayo. Cuando esto ocurre, se pierde la sensación de escucharlo en persona; por lo tanto, ¿puede conseguir el mismo efecto? Seguro que habrá una diferencia. ¿Hace esta diferencia que sea mejor o peor? (Peor). Hace que sea peor. La gente que carece de comprensión espiritual actúa por iniciativa propia y se cree muy lista. Piensan que son instruidos, hábiles, talentosos y brillantes, pero acaban haciendo cosas irrazonables. ¿No es así? (Sí). Durante Mis sermones, ¿por qué a veces os hago preguntas? Algunas personas responden: “Quizá temes que nos quedemos dormidos”. ¿Es así? ¿Por qué a veces hablo de otras cosas, me voy del tema y comento asuntos triviales y alegres? Lo hago para que os relajéis, para dejaros un espacio de reflexión. También sirve para que adquiráis una comprensión más amplia de un aspecto determinado de la verdad, y que dicha comprensión no se limite a las palabras, al significado literal, a las doctrinas o a la estructura gramatical: no debe limitarse a estas cuestiones. Por eso a veces hablo de otras cosas. A veces hago bromas para crear un ambiente más distendido. Pero, en realidad, lo hago principalmente para lograr un resultado determinado. Esto es algo que debéis entender.
Verás, cuando un pastor religioso da un sermón, se sube al púlpito y solo habla de temas tediosos que no tienen relación alguna con la vida real de la gente, con su estado mental o sus problemas actuales. Solo son palabras y doctrinas vacías. No dicen más que unas pocas palabras que suenan agradables y vociferan eslóganes vacuos. Esto aburre a los oyentes y no obtienen nada de ello. Al final, deriva en una situación en la que el pastor predica desde arriba y abajo nadie presta atención; no hay interacción alguna. ¿No es esto gastar saliva? Los pastores dan sermones de esta manera solo para ganarse la vida y por su propia supervivencia; no tienen en cuenta las necesidades de su congregación. En lo que a nosotros respecta, dar sermones no consiste en representar una ceremonia religiosa o cumplir con una tarea; el propósito es lograr unos resultados determinados. Para ello deben considerarse todos los aspectos: las necesidades de todo tipo de personas, sus nociones, figuraciones, estados y puntos de vista. Es importante también considerar hasta qué punto la gente de distinta clase social puede entender el lenguaje utilizado. Hay personas instruidas a quienes les gusta el lenguaje formal y necesitan escuchar formulaciones cultas, que sean relativamente lógicas y correctas desde el punto de vista gramatical; son capaces de entenderlas. También hay personas corrientes que están en un estrato social más bajo y no están familiarizadas con un lenguaje tan formal; entonces, ¿qué debo hacer? He de usar lenguaje coloquial también. En el pasado no lo utilizaba demasiado, pero con los años he aprendido un poco, y ahora a veces hasta hago bromas o lanzo refranes. De este modo, después de escuchar un sermón, todos sin importar su clase social, sentirán que lo que digo es fácil de entender y que se relaciona más estrechamente con ellos. Sin embargo, si solo empleara lenguaje coloquial, el contenido del sermón no sonaría lo bastante profundo, por lo cual debe combinarse con un lenguaje más formal, pero expresado con palabras de la vida cotidiana; solo así cumplirá con los estándares mínimos. Cuando se empieza a emplear el lenguaje coloquial, con expresiones como “solo digo”, “sabes”, “o sea” y similares, el uso excesivo de estas frases puede afectar la medida en que se transmite la verdad. Pero si se utilizara siempre un lenguaje formal, si se hablara de una forma extremadamente estructurada y ordenada, siguiendo en cada paso un razonamiento y lógica gramaticales, sin cometer siquiera el más mínimo error, como recitando un ensayo o leyendo un texto, como si se tratara de un guion redactado de principio a fin, palabra por palabra e incluso punto por punto, ¿creéis que funcionaría? Sería demasiado problemático, no tengo energía para ello. Este es un aspecto. Además, independientemente de si son cultas o incultas, todas las personas muestran diferentes aspectos de su humanidad, y estas expresiones de humanidad están relacionadas con la vida real. A su vez, la vida real no se puede separar del lenguaje cotidiano; es inseparable de tu entorno vital. Este entorno está lleno de este tipo de lenguaje cotidiano, mezclado con algunos giros coloquiales y un vocabulario sencillo con un toque un tanto culto. Con esto es suficiente: básicamente abarca y comprende todas las cuestiones. Independientemente de si son jóvenes o viejos, sin estudios o con algún conocimiento; en esencia, la mayoría puede captarlo y comprenderlo; no se aburrirán ni sentirán que está fuera de su alcance. Esto es lo que se debe tomar en consideración al compartir y pronunciar sermones; se deben contemplar todos los aspectos de las necesidades de la gente. Para que un sermón surta efecto, debes considerar todos estos aspectos: el ritmo del habla, la elección de las palabras y la forma de expresarse. Del mismo modo, al expresar algo y compartir un aspecto de la verdad, ¿cuándo se considera que se ha transmitido plenamente? ¿Cuándo no es lo suficientemente exhaustivo? ¿Qué aspectos se deben añadir? Todos estos puntos se deben tener en cuenta. Si ni siquiera los consideras, entonces tu capacidad de pensamiento está seriamente limitada. Mientras otros imaginan en dos dimensiones, tú debes tener la capacidad de pensar en tres. Debes tener una visión más completa y precisa que los demás, debes ser capaz de entender claramente todo tipo de cuestiones y también percibir los principios-verdad implicados. De este modo, se abarcan básicamente todos los aspectos de las actitudes corruptas que la gente pueda concebir, expresar o revelar y los estados asociados a ellos, y todo el mundo será capaz de entenderlos. ¿Deben tener también los transcriptores estas aptitudes y formas de pensar? Si no las tienen y, por el contrario, siempre confían en los conocimientos que han adquirido para resumir los puntos principales de un sermón, su idea central o la esencia de cada sección, será similar a cómo estudian los estudiantes chinos los textos literarios. El profesor les pide que den un vistazo preliminar al texto completo y luego que lo lean detenidamente. En la primera clase formal el profesor habla sobre la idea general del primer párrafo, introduce vocabulario nuevo y explica la gramática. Cuando se han analizado todas las partes, tienes además que memorizarlas y al final construir frases con el nuevo vocabulario y captar la idea central del texto y el propósito del autor al escribirlo. De esta manera, comprenderás a la perfección lo que el texto quiere transmitir. Todo el mundo ha aprendido este procedimiento y lo conoce, pero aplicarlo a la transcripción de un sermón resulta demasiado elemental. Te digo que, si escribes un ensayo, puedes seguir estos pasos; se trata solo de simple sentido común al escribir. Sin embargo, si aplicas esta concepción, esta teoría, este método a la transcripción de un sermón, ¿no corres el riesgo de equivocarte? Por supuesto que sí. No sabes por qué quiero contar esta historia, no intentas entender la verdad que se supone debes extraer de ella: esto es un error. Además, ¿eres capaz de entender la verdad tanto de la historia como del contenido del sermón? Si no eres capaz, careces de comprensión espiritual. ¿Qué cualificaciones puede tener para transcribir sermones alguien que carece de comprensión espiritual?
¿Por qué pensáis vosotros que cuento historias? Los transcriptores de sermones no conocen la razón, así que añaden sus propios puntos de vista. Creen que, si quiero contar historias, estas deben encajar con el contenido que viene después, no saben por qué las cuento. Vosotros tampoco lo sabéis, ¿no? Ya que no lo sabéis, os contaré la razón. Desde el principio hasta ahora, he hablado de las diversas manifestaciones de los anticristos unas diez veces, y solo he abarcado la mitad. Si cubriera este contenido de una sola vez, ¿no sería bastante aburrido el tema? Si comenzara cada sermón entrando directamente en materia —pidiendo, en primer lugar, que todos repasarais lo que se habló la última vez— y luego comenzara a impartir contenido nuevo mientras vosotros tomáis notas apresuradamente, escribiendo sin parar y esforzándoos por mantener los ojos abiertos y, una vez que terminara, os pidiera que resumierais todo, mientras todo el mundo se frota los ojos, hojea y recita el contenido compartido ese día; y, en el momento en que pareciera que todos más o menos lo recuerdan, dijera: “Esto es todo por hoy, terminemos y continuaremos hablando de esto la próxima vez”, seguramente os sentiríais un tanto angustiados. Pensaríais: “Todas las reuniones se basan siempre en estas cuestiones, siguen el mismo patrón; el contenido es demasiado extenso y árido”. Además, compartir la verdad debe ser multifacético y la gente ha de progresar en todos los aspectos de la verdad a la vez. Es similar a la entrada en la vida de una persona: uno debe crecer en autoconocimiento, en su capacidad de cambiar el carácter, en conocimiento de Dios, en la conciencia de sus propios estados diversos y su humanidad, percepciones y todos los demás aspectos; todos ellos deben progresar a la misma vez. Si durante el sermón solo hablo de discernir las diferentes manifestaciones de los anticristos, la gente podría dejar de lado otros aspectos de la verdad y pasar el tiempo pensando: “¿Quién podría ser un anticristo? ¿Podría serlo yo? ¿Cuántos hay a mi alrededor?”. Proceder así afectaría su entrada en otros aspectos de la verdad. Así que pienso en cómo el contenido de un sermón podría incluir una verdad adicional para que la gente pueda comprender otro aspecto de la verdad; es decir, al abordar el tema “Desenmascarar a los anticristos”, la gente podrá comprender también otros aspectos de manera incidental. El resultado de un sermón así sería más satisfactorio, ¿no es así? (Sí). Por ejemplo, cuando consumes un alimento básico, a veces lo acompañas con una manzana. Esto proporciona una nutrición adicional, ¿no es así? (Sí). Entonces decidme, ¿es necesario que cuente historias? (Sí). Eso es seguro. Si no fuera necesario, ¿por qué iba a hacerlo? Incluir historias para hablar de temas ligeros y alegres permite a la gente adquirir y obtener algo en otros aspectos de la verdad. Esto es bueno. Y cuando termino de hablar de estos temas ligeros, regreso al tema principal. Resulta apropiado organizarlo de esta manera. ¿Qué comes antes del plato principal? (Un aperitivo). Pues esto es un aperitivo. Los aperitivos suelen ser sabrosos y abren el apetito, ¿no? Del mismo modo, cuando cuento una historia obtienes de ella un aspecto de la verdad y aumentas tu saber o tu entendimiento. Todo esto es bueno. Naturalmente, aquellos que carecen de comprensión espiritual oyen las historias y se quedan en la superficie, no ven la verdad que subyace, que es lo que debería entenderse. No tienen comprensión espiritual y no hay nada que hacer al respecto. Por ejemplo, al escuchar “La historia de Dabao y Xiaobao”, algunas personas solo recuerdan que Dabao era malo y Xiaobao era necio. Recuerdan sus nombres, pero no las circunstancias en las que el personaje de la historia reveló su carácter corrupto, ni qué tipo de carácter se reveló, en qué consiste ese carácter, ni qué relación mantiene con la verdad. ¿En qué situaciones revelarías tú este tipo de carácter? ¿Dirías estas palabras? Si afirmas: “No pronunciaría estas palabras”, entonces hay un problema, ya que indica que no has comprendido la verdad. Hay quien dice: “Puedo expresarme así en ciertas situaciones específicas; es un tipo de carácter que surge en ciertos estados”. Una vez que aprendes esto, no habrás escuchado la historia en vano. Después de escucharla, alguien dirá: “¿Qué clase de persona es Dabao? Hasta engaña y acosa a un niño pequeño. Es un ser vil. Yo nunca engañaría a los niños de esa manera”. ¿No es esto carecer de comprensión espiritual? Solo reparan en el incidente, pero no entienden la verdad que subyace a la historia que se está compartiendo. No son capaces de relacionar la situación con ellos mismos; esto muestra que carecen de comprensión espiritual a un nivel grave. Los transcriptores de sermones tienen este problema. En cuanto algo implica la verdad, algunas personas revelan los puntos de vista de un incrédulo; cuando se trata de la verdad, algunas carecen de comprensión espiritual; otras se vuelven propensas a cometer distorsiones, hay quienes se vuelven intransigentes, hay personas que se tornan perversas, y otras que sienten aversión por la verdad. Entonces, ¿cuál es el carácter de los transcriptores de sermones? Como mínimo, son arrogantes y vanidosos; actúan por su propia iniciativa, sin entender ni querer hacerlo. Ni siquiera preguntaron; simplemente separaron las historias del contenido que seguía. Ellos piensan: “Me pasaron estos sermones para que los transcribiera, por tanto, tengo la autoridad para tomar esta decisión. A golpe de hacha, cortaré las historias de raíz. Así es como trataré los sermones que Tú me has confiado. Si no es de Tu agrado, no me uses”. ¿No es esta una actitud arrogante y vanidosa? No pueden asimilar la verdad, no la comprenden. No saben cuál es su deber o lo que deben o no deben hacer: desconocen estas cosas. Las personas que carecen de comprensión espiritual solo pueden hacer cosas irracionales, inhumanas e indignas. También hacen cosas que vulneran los principios-verdad, se creen listas y carecen de sumisión. Les entregaron grabaciones de Mis sermones para que los transcribieran y no me consultaron sobre ninguna opinión o idea que tuvieran acerca de cómo manejarlos. ¿No es este un problema grave? (Sí). ¿Hasta qué punto es grave? (Tiene la naturaleza de manipular las palabras de Dios). Sí, tiene un poco de esa naturaleza.
Cuento una historia que trata de un aspecto concreto de la verdad y después doy sermones sobre otros aspectos. ¿Considero si estas dos cosas son consonantes? Al principio, debo considerarlo, pero ¿por qué no he insistido en que estos dos aspectos deban ser consonantes? ¿Soy consciente de esto? (Sí). Entonces, ¿por qué se ha convertido en un problema para los transcriptores del sermón? Sé que la historia que estoy contando no tiene conexión con el sermón que sigue. ¿Son ellos conscientes de esto? No. Ni siquiera se han parado a considerarlo. Piensan: “Estás guiado por el Espíritu Santo; mientras suene como la verdad, está bien. Contaste una historia aquel día, y después hablaste sobre un contenido específico. ¿Qué relación existe entre los dos? ¿Por qué hablar de esta manera? ¿Qué beneficio puede acarrear esto una vez que se termina el sermón? No sabes nada de estas cosas. Es inaceptable”. En primer lugar, respecto a lo que voy a decir, cómo lo digo y el contenido específico que abordo, decidme, ¿tengo la mente lúcida al decidirlo? (Sí). Efectivamente, tengo la mente lúcida y, por supuesto, no estoy atolondrado ni pierdo el hilo de lo que estoy diciendo. Si alguien carece de comprensión espiritual, no sabe buscar la verdad y analiza y categoriza ciegamente las cosas creyendo que lo que hace está bien, ¿no es un fariseo de manual? Solo les gusta oír teorías grandilocuentes y vacías, no quieren escuchar sermones reales y prácticos. Como consecuencia ni siquiera comprenden la verdad más superficial. Esto demuestra una grave falta de comprensión espiritual. Sin un corazón temeroso de Dios, la gente será arrogante y sentenciosa, y se volverá especialmente osada; se atreverá a juzgar cualquier asunto y creerá que lo entiende todo. Así son precisamente los seres humanos corruptos: ese es su carácter. ¿Ser atrevido y actuar imprudentemente es bueno o malo? (Es malo). En realidad, no importa si uno es valiente o tímido; lo crucial es si hay temor de Dios en el corazón. Cuando escuchéis la grabación del sermón más tarde, aseguraos de discernir si se han eliminado aspectos clave en la transcripción. Estos desgraciados que carecen de comprensión espiritual a veces pueden, sin darse cuenta, causar perturbaciones y daños con sus acciones. Dirán que no es deliberado; si no lo es, ¿significa esto que su carácter no es corrupto? Sí que es corrupto. Esto es todo sobre este tema por ahora.
Apéndice:
Los sueños de Xiaogang
Hoy también empezaré contando una historia. ¿Os interesan las historias? ¿Obtenéis algo de ellas? En las historias suceden cosas y esas cosas contienen verdades. Los personajes de las historias poseen ciertos estados y revelaciones, así como algunas intenciones y actitudes corruptas. De hecho, estas cuestiones existen en todas las personas y están conectadas a todo el mundo. Si comprendes y eres capaz de reconocer estas cosas en las historias, esto demuestra que tienes comprensión espiritual. Hay quienes dicen: “Dices que tengo comprensión espiritual. ¿Eso significa que soy una persona que ama la verdad?”. No necesariamente; son dos cosas diferentes. Hay quienes tienen comprensión espiritual, pero no aman la verdad. Tan solo la comprenden, nada más, y no se valen de la verdad para evaluarse a sí mismos ni la ponen en práctica. Hay quienes tienen comprensión espiritual y después de escuchar historias, descubren que comparten los mismos problemas y sopesan cómo entrar y cómo cambiar en el futuro. Estas personas han obtenido los resultados deseados. Así que hoy procederé a contaros una historia. El tema es ligero y todos estaréis dispuestos a escucharla. Estos dos últimos días he estado reflexionando sobre qué historia podía resultar edificante para la mayoría de la gente y permitirles obtener algo una vez que la hubiera escuchado; con qué historia podría además inculcarle profundamente algún aspecto de la verdad y permitirle que pueda conectarla con la realidad y beneficiarse de ella entrando en un aspecto de la verdad o corrigiendo algún tipo de desviación. Se me olvidó ponerle un título a la última historia que conté, por lo que hoy le daremos uno. ¿Cómo pensáis que debería llamarse? (Regalos especiales). Dejemos de lado la palabra “especiales” y llamémosla tan solo “Regalos”. La palabra “especial” suena algo extraña en este contexto y la gente dirigirá su atención a ella. “Regalos” tiene un significado más ambiguo. Entonces, ¿qué historia os voy a contar hoy? La historia de hoy se llama “Los sueños de Xiaogang”. “Xiao” significa “pequeño”, como ya sabéis. ¿Y qué hay de “Gang”? (“Puesto”). Correcto. Al escuchar este nombre, deberíais saber de qué trata la historia o, al menos, podríais predecir su contenido. Ahora comencemos con el relato.
Xiaogang es un joven entusiasta, estudioso, diligente y bastante inteligente. Le apasiona estudiar, por lo que aprende algunas de las tecnologías informáticas más populares de la actualidad y, en la casa de Dios, se le asigna de forma natural cumplir con su deber en el equipo de edición de vídeo. Cuando se incorpora al equipo por primera vez, Xiaogang se siente muy orgulloso y feliz. Dado que es joven y domina algunas tecnologías, cree que el trabajo con los vídeos es tanto su especialidad como su pasatiempo y que puede hacer uso de sus conocimientos cumpliendo con su deber en su puesto a la vez que progresa en ese campo a través del estudio constante. Asimismo, la mayoría de la gente del equipo también es joven; a Xiaogang le agrada mucho el ambiente y disfruta de su deber. Por eso, todos los días se entrega de lleno a su trabajo y estudia con suma dedicación. Tanto es así que Xiaogang se levanta temprano cada día para ponerse a trabajar y a veces no descansa hasta bien entrada la noche. Paga grandes precios por su deber y pasa algunos apuros, aunque, naturalmente, adquiere un conocimiento profesional bastante amplio y relevante; siente que cada jornada ha sido muy productiva. Con frecuencia, el joven comparte con sus hermanos y hermanas, y asiste a reuniones con ellos; siente que después de haber llegado aquí ha progresado más que cuando creía en Dios en su ciudad natal, le parece que ha crecido y que puede ponerse a trabajar. Se siente muy feliz y complacido. Cuando comenzó a estudiar informática, soñaba con llegar a trabajar alguna vez con ordenadores y ahora su sueño se ha hecho realidad, por lo que realmente aprecia esta oportunidad. Después de un tiempo, tanto sus tareas como su puesto de trabajo no han sufrido ningún cambio. Se aferra a su trabajo, a su responsabilidad y a su deber, y parece haber madurado. También ha progresado en la entrada a la vida, a menudo habla con sus hermanos y hermanas y ora-lee las palabras de Dios con ellos en las reuniones, y su interés por creer en Dios se fortalece cada vez más. También puede decirse que su fe aumenta poco a poco. De modo que tiene un nuevo sueño: “¡Sería genial que pudiera convertirme en una persona más útil mientras trabajo con el ordenador!”.
El tiempo pasa de esta manera, día a día, y Xiaogang sigue cumpliendo el mismo deber. Un día ve por casualidad una película que le causa un profundo impacto. ¿Por qué? En la película aparece un joven de su misma edad y él queda impresionado por la interpretación, la actuación y la forma de hablar y de comportarse de este personaje; incluso se siente algo celoso. Después de ver la película, a veces imagina: “¡Cómo quisiera ser el actor de esta película! Me paso el día delante del ordenador creando y subiendo todo tipo de vídeos y, sin importar lo ocupado o cansado que esté, o cuánto haya trabajado, no soy más que un trabajador entre bastidores. ¿Cómo va a saber la gente lo arduo que es nuestro trabajo? Si algún día llegara a aparecer en la gran pantalla, como ese joven de la película, y pudiera verme y conocerme más gente, ¡sería fantástico!”. Xiaogang ve la película una y otra vez, así como todas las escenas en las que aparece el joven. Cuanto más lo ve, más lo envidia y más anhelo siente de convertirse en actor. Así, concibe un nuevo sueño. ¿En qué consiste este sueño? “Quiero estudiar interpretación y esforzarme para llegar a convertirme en un actor cualificado, aparecer en la gran pantalla, tener algo del carisma que envuelve a ese actor y lograr que la gente me envidie y sueñe con ser como yo”. Desde ese momento Xiaogang comienza a trabajar para cumplir su sueño. En su tiempo libre, consulta en internet todo tipo de material relacionado con la interpretación. También ve todo tipo de películas y espectáculos televisivos: los ve y aprende la vez, al tiempo que fantasea con la posibilidad de llegar a ser actor. Así transcurren los días: Xiaogang estudia interpretación mientras conserva su puesto de trabajo. Finalmente, gracias a su diligencia y perseverancia, domina algunos fundamentos de la actuación. Aprende a imitar, a expresarse y a actuar frente a otros, y no demuestra tener el más mínimo pánico escénico. Tras solicitarlo reiteradamente, se le presenta una oportunidad: hay una película en la que se necesita un actor joven para el papel protagonista. Después de la audición, el director de la película se da cuenta de que su apariencia, su clase y sus habilidades actorales básicas responden a los requisitos del puesto. Si se preparara un poco más, podría interpretar el papel. Al enterarse de esta noticia, Xiaogang se llena de alegría y piensa: “¡Por fin puedo pasar de estar entre bastidores a la pantalla! ¡Otro de mis sueños está a punto de hacerse realidad!”. A continuación, lo transfieren al equipo de producción cinematográfica para cumplir con su deber.
Una vez que Xiaogang se incorpora al equipo de producción cinematográfica, el nuevo entorno de trabajo le aporta frescura y vitalidad. Siente que los días transcurren con alegría, que no son tan monótonos, aburridos y limitados como antes, porque vive y trabaja allí, y muchas de las cosas con las que entra en contacto a diario no tienen nada que ver con su trabajo con el ordenador; vive en otro campo profesional, en otro mundo. De este modo, Xiaogang se vuelca en el trabajo de la producción cinematográfica. Todos los días se afana en actuar y aprenderse su diálogo, escucha las instrucciones del director, escucha los análisis de sus hermanos y hermanas sobre el argumento. Para Xiaogang, la parte más difícil consiste en meterse en el personaje, de modo que memoriza sus frases una y otra vez, y piensa sin cesar en su personaje, en cómo debería hablar y actuar, en cómo debería caminar y estar de pie, incluso en cómo debería sentarse; tiene que volver a aprender todas estas cosas. Tras continuar con este complejo y variado trabajo durante un cierto período, Xiaogang se da cuenta al fin de lo difícil que es ser actor. A diario, tiene que memorizar las mismas frases; a veces las recita a la perfección, pero, cuando llega el verdadero momento de interpretarlas, siempre comete errores y hay que repetir la escena. El director lo reprende a menudo porque alguna de sus acciones o frases no da la talla. Si le salen mal varias actuaciones seguidas, lo someterán a la poda, y quedará desprestigiado, soportará sufrimiento e incluso atraerá miradas extrañas y burlas. Frente a todo esto, Xiaogang se siente un poco desalentado: “Si hubiera sabido que sería tan difícil ser actor en la gran pantalla, no habría venido aquí, pero ahora me encuentro en una situación algo cenagosa. Ya estoy aquí, conque no sería razonable que me rindiera antes de que acabara el rodaje, y no tendría forma de justificarlo. Este era mi sueño, tengo que hacerlo realidad, pero ¿cuánto camino me queda por delante? ¿Podré continuar?”. Xiaogang empieza a flaquear. En los días siguientes, lucha para poder sobrellevar su trabajo y su vida cotidianos. Cada jornada se hace más insoportable que la anterior, pero aun así tiene que aguantar y obligarse a seguir adelante. Como cabe imaginar, esto sin duda le supondrá problemas en varios aspectos. Empieza a hacer muy a regañadientes el trabajo que le asignan. Cuando el director le da indicaciones, se limita a escuchar, nada más. Después, se emplea a fondo para lograr hacer lo que pueda, pero, si no logra algo, no se lo toma muy a pecho. ¿En qué estado se halla Xiaogang en este momento? Pasa los días con mucha desgana, con una actitud muy negativa y muy pasiva, sin aceptar en su corazón la guía y la ayuda sinceras del director o de sus hermanos y hermanas. Lo que cree es: “Así es como soy, no hay posibilidad de mejora. Me estáis exigiendo más de lo que soy capaz de hacer. Si podemos rodarlo, adelante; si no, olvidémoslo. Volveré a cumplir mi deber en el equipo de edición de vídeo”. Piensa en lo estupendo que era trabajar en ese equipo, sentado delante del ordenador todos los días. Se le hacía cómodo y fácil; ¡qué feliz se sentía! Todo su ser y todo su mundo se hallaban al alcance de un teclado, podía conseguir lo que quisiera con solo activar un efecto especial. Ese mundo virtual le resultaba muy atractivo. En este momento, Xiaogang añora aún más su pasado y el tiempo que pasó cumpliendo su deber en el equipo de edición de vídeo. Así transcurren los días, hasta que, una noche, Xiaogang no puede dormir. ¿Por qué no puede? Se dice para sus adentros: “¿Tengo madera de actor? Si no sirvo para actuar, debería volver al equipo de edición de vídeo enseguida. El deber allí es más relajado y fácil, me siento delante del ordenador y se me pasa medio día en un suspiro; además, no tengo que prepararme la comida. Ese deber no es extenuante, todo es posible con pulsar una tecla, solo existe lo inimaginable, nada es imposible. Ahora, siendo actor, tengo que estudiar mis frases todos los días y recitarlas una y otra vez. Y, aun así, mi interpretación sigue sin estar a la altura, el director me regaña a menudo, y mis hermanos y hermanas me critican con frecuencia. Cumplir este deber es demasiado extenuante; ¡es mucho mejor trabajar en el equipo de edición de vídeo!”. Cuanto más lo piensa, más lo añora. Se pasa media noche en vela, dando vueltas en la cama, y solo se queda dormido en la segunda mitad de la noche, cuando está demasiado cansado como para seguir despierto. Por la mañana, al abrir los ojos, lo primero que piensa es: “En definitiva, ¿debería dejarlo o no? ¿Debería volver al equipo de edición de vídeo? Si me quedo aquí, ni siquiera sé si considerarán que la película tiene un mínimo de calidad después de que acabe el rodaje, y quién sabe qué penurias tendré que soportar entretanto. ¡Simplemente no tengo madera de actor! En aquella época, quise ser actor por capricho, llevado por un impulso momentáneo, ¡estaba atolondrado! Ya ves, tomé una mala decisión y ahora es muy difícil lidiar con todo, y no hay nadie con quien pueda hablar de estas penurias. A tenor de mi situación actual, parece que no me resultará fácil llegar a ser un buen actor, así que debería rendirme lo antes posible. Le diré ahora mismo al director que me voy, para no retrasarlos”. Entonces, Xiaogang se arma de valor y le dice al director: “Mira, no tengo madera de actor, pero tuvisteis que escogerme; ¿por qué no dejáis que me vuelva al equipo de edición de vídeo?”. El director responde: “De ninguna manera, ya hemos rodado media película. Un cambio de actor retrasará nuestra labor, ¿no crees?”. Xiaogang insiste: “¿Y qué? Sustitúyeme por quien quieras, no tiene nada que ver conmigo. Sea como sea, tienes que dejarme marchar. ¡Si no dejas que me vaya, no me esforzaré al actuar!”. El director ve que Xiaogang insiste en irse y que no serán capaces de acabar el rodaje de la película, de modo que lo deja marchar.
Finalmente, Xiaogang deja el equipo de producción cinematográfica y regresa al de edición de vídeo. Vuelve a su anterior puesto de trabajo, que tan bien conoce. Pasa la mano por su silla y su ordenador, y le resultan familiares. Prefiere este sitio. Se sienta; la silla es blanda y el ordenador está listo. “Hacer vídeos es mejor, este deber no cansa. Trabajar entre bastidores tiene sus ventajas, nadie se entera de si cometes un error y nadie te critica, lo corriges al instante y se acabó la historia”. Xiaogang ha descubierto por fin las ventajas de ser un obrero entre bastidores. ¿Cuál es su estado de ánimo en este momento? Se siente increíblemente reconfortado y feliz, y piensa: “Tomé la decisión correcta. Dios me concedió una oportunidad y me permitió recuperar este puesto. ¡Me siento honrado de gozar de este privilegio!”. Se alegra de haber tomado la decisión correcta por una vez. En los días siguientes, Xiaogang se atiene a la rutina de trabajo diaria del equipo de edición de vídeo. No ocurre nada especial durante este tiempo, y Xiaogang pasa cada jornada con total normalidad.
De pronto, un día, mientras trabaja en un vídeo, Xiaogang descubre en un programa de baile a un joven con clase y humor que actúa muy bien. Piensa: “Tiene más o menos mi edad; ¿cómo es que él sabe bailar y yo no?”. Como consecuencia, Xiaogang se ve otra vez tentado. ¿Qué idea se le ocurre? (Bailar). A Xiaogang se le ocurre la idea de estudiar danza. Mira el videoclip y la actuación del joven una y otra vez. Luego indaga para averiguar dónde y cómo aprender a bailar y cuáles son los bailes más básicos. Asimismo, a menudo aprovecha la ventaja de estar en su trabajo para buscar en su ordenador material didáctico, vídeos y recursos de estudio relacionados con el baile. Naturalmente, mientras busca, Xiaogang no solo mira, también practica para aprender. En aras de hacerlo, todos los días Xiaogang se levanta muy temprano y se acuesta muy tarde. Partiendo de la muy limitada base que tenía de danza acrobática, empieza a estudiar un curso de bailes folclóricos y se levanta temprano todos los días para estirar y flexionar el tronco. En el transcurso de sus estudios, Xiaogang soporta un gran dolor físico e invierte buena parte de su tiempo, hasta que finalmente hace algún pequeño progreso. Xiaogang siente que por fin ha llegado su oportunidad, que puede subirse a un escenario a bailar porque cree que su cuerpo es un poco más flexible y sabe hacer algunos pasos de baile. Además, a través de la imitación y el estudio, casi domina algunos de los ritmos cuando toca música. En estas circunstancias, Xiaogang considera que es hora de solicitar a la iglesia que le cambien de deber. Una vez más, tras reiteradas peticiones, ve satisfecho su deseo y se une al equipo de baile para convertirse en bailarín. A partir de este momento, al igual que los demás bailarines, Xiaogang se levanta temprano para el entrenamiento matutino y ensaya para el programa de baile, y asiste con regularidad a las reuniones y charlas, donde analiza y planifica el programa junto con estas personas. Hace estas tareas a diario y, cuando acaba la jornada, se encuentra tan cansado que le duelen la espalda y las piernas. Todos los días son así, llueva o haga sol. Al principio, Xiaogang rebosaba de curiosidad por los bailes, pero, una vez que ha comprendido y se ha familiarizado con la vida y los diversos aspectos de los bailarines, tiene la sensación de que bailar no es nada más que eso: repetir una y otra vez un mismo paso de baile, torciéndose el tobillo unas veces, castigándose la zona lumbar otras, con el consiguiente riesgo de lesión. Cuando baila, piensa: “Ay, no, trabajar de bailarín también es difícil. Todos los días termino tan cansado que el cuerpo me apesta a sudor. No es nada sencillo. ¡Es más duro que el trabajo de vídeo! ¡Pero he de perseverar!”. Esta vez no se rinde tan fácilmente y persiste hasta que por fin llega el ensayo general del programa, después del cual mandarán su baile para que lo evalúen. El día de la valoración, ¿en qué estado de ánimo se encuentra Xiaogang? Está tan emocionado y espera con tanta ilusión los resultados de su duro trabajo que ni siquiera prueba la comida. “Se ha esforzado un montón, ¿verdad?”. Por fin, cuando se dan a conocer los resultados, su baile no supera la primera ronda de valoraciones. La noticia le cae como una bomba y su ánimo toca fondo. Se desploma en una silla: “Con el tiempo que hemos invertido en este baile, ¿lo rechazas con una sola palabra? ¿Sabes algo de bailes? Bailamos con principios, todos hemos pagado un precio, ¿y rechazas nuestro baile así como si nada?”. Entonces piensa: “La decisión está en sus manos y, si no aprueban nuestro baile, tendremos que repasarlo. No hay nadie con quien discutirlo. No hay nada más que podamos hacer, así que volvamos a empezar”. El día que rechazan su baile en la primera ronda de valoraciones, Xiaogang no prueba el almuerzo y solo cena un poco a regañadientes. ¿Creéis que esa noche es capaz de dormir? (No puede dormir). No concilia el sueño, su mente está agitada: “¿Por qué no me salen bien las cosas en ningún sitio? Dios no me ha bendecido. El baile en el que hemos trabajado durante dos meses no ha superado la primera ronda de valoraciones. No sé cuándo pasará la segunda ni cuánto tiempo tendremos que dedicarle para que ocurra. ¿Cuándo podré subirme al escenario y bailar oficialmente? ¡No tengo ninguna esperanza de saltar a la palestra!”. Le da mil vueltas en la cabeza, sopesa las cosas una y otra vez, y piensa: “El trabajo de vídeo es mejor. Voy, me siento, tecleo en el teclado y aparecen flores, plantas y árboles. Los pájaros cantan cuando los hago cantar, los caballos corren cuando los hago correr; cualquier cosa que quiera, la tengo ahí. Pero, en el baile, tenemos que superar evaluaciones y cada día termino tan agotado que apesto a sudor. A veces estoy tan cansado que no puedo comer ni dormir bien, y luego nuestro baile no supera la primera ronda de valoraciones. Este deber también es duro. ¿No sería mejor que volviera a trabajar en el equipo de edición de vídeo?”. Piensa sin cesar: “Pero ¡qué patético! ¿Por qué estoy vacilando otra vez? No debería pensar así. Venga, ¡a dormir!”. Se deja vencer por el sueño, desconcertado. Al día siguiente, cuando se levanta, casi se ha olvidado de todo, de modo que sigue bailando y continúa con el ensayo general. Cuando llega el día de la segunda ronda de valoraciones, Xiaogang se pone nervioso. Pregunta: “¿Nuestro baile puede superar esta evaluación?”. Todo el mundo dice: “¿Quién sabe? Si no lo conseguimos, quedaría demostrado que nuestro baile no es lo bastante bueno y tendremos que seguir trabajando en él. Cuando la supere, será cuando actuaremos y lo grabaremos oficialmente. Deja que todo siga su curso y lidia con la situación como es debido”. Xiaogang responde: “No, vosotros podéis lidiar con ella como es debido, pero yo no tengo tiempo para eso”. Por fin, salen los resultados de la segunda ronda y, de nuevo, su baile no la supera. Xiaogang dice: “¡Bah, lo sabía! ¡No es fácil triunfar en este trabajo! Somos jóvenes, guapos y sabemos bailar. ¿Estos no son puntos fuertes? Estos jueces nos tienen envidia porque no saben bailar, por eso no aprobarán nuestro baile. Parece que nunca lo harán, bailar no es fácil, me vuelvo”. Esa noche, Xiaogang duerme muy apaciblemente, porque se ha decidido a hacer las maletas, marcharse y decir adiós al día siguiente.
En cualquier caso, al final Xiaogang ve satisfecho su deseo otra vez, regresa al equipo de edición de vídeo y vuelve a sentarse delante de su ordenador. Reflexiona sobre las familiares sensaciones del pasado y piensa: “Nací para hacer un trabajo entre bastidores. No llegaré a ser más que un héroe anónimo, no tengo ninguna posibilidad de subirme a un escenario ni de ser famoso en esta vida. Simplemente me comportaré y seguiré tecleando en mi ordenador. Este es mi deber, así que me limitaré a ejercer esta labor”. Después de todas sus idas y venidas, ha sentado la cabeza. Su segundo sueño ha quedado truncado y sin realizar. Xiaogang es una persona “diligente y aplicada”, además de “entusiasta y ambiciosa”; ¿creéis probable que esté muy dispuesto a sentarse ante un ordenador y hacer un trabajo tan tedioso? No, lo más probable es que no.
En los últimos tiempos, Xiaogang se ha obsesionado con cantar. ¿Cómo puede cambiar tan rápido? ¿Por qué se obsesiona con esto, por qué es incapaz de mantenerse alejado de los escenarios? Algo se oculta en su corazón. Esta vez no corre a solicitar un cambio de deber; se limita a buscar materiales a diario para practicar sus habilidades vocales y su canto. A menudo, practica hasta quedarse ronco; a veces, hasta que no puede emitir ni siquiera un sonido. Aun así, Xiaogang no se desalienta, porque esta vez ha optado por otra estrategia. Dice: “Esta vez no puedo cambiar de deber antes de conocer bien cuál es la situación real. He de tener muchísimo cuidado, de lo contrario la gente se burlará. ¿Qué pensarán de mí si siempre estoy cambiando de deber? Me mirarán por encima del hombro. Esta vez tengo que practicar hasta que crea que pueda ser una estrella de la canción, a la altura de los cantantes de la iglesia, entonces me apuntaré al equipo de himnos”. Se afana en practicar a diario, tanto en su tiempo libre como en su horario laboral, ensayando sin descanso. De pronto, un día, mientras está trabajando, su jefe de equipo le dice: “Xiaogang, ¿qué clase de trabajo estás llevando a cabo? Si vuelves a ser tan superficial y no te esfuerzas en tu trabajo, no se te permitirá cumplir este deber nunca más”. Xiaogang dice: “Yo no he hecho nada”. Entonces, todo el mundo se aglomera a su alrededor, diciendo: “Xiaogang, ¿qué ha ocurrido? Ay, ¡qué gran error has cometido! Lo Alto ha corregido esta clase de errores muchísimas veces, ¿cómo has podido cometerlo aun así? Es porque practicas canto a diario y no te concentras en la edición de vídeo, de modo que no dejas de equivocarte y retrasas las tareas importantes. Si vuelves a cometer un error así, la iglesia te expulsará. ¡No te querrá nunca más y todos nosotros te rechazaremos!”. Xiaogang sigue dando explicaciones: “No lo he hecho adrede, tendré cuidado de ahora en adelante, dadme otra oportunidad. No me expulséis, os lo ruego, ¡no me expulséis! Dios, ¡sálvame!”. En el momento en que grita, nota que una mano enorme le da una palmada en el hombro y le dice: “Xiaogang, ¡despierta! ¡Despierta, Xiaogang!”. ¿Qué está ocurriendo? (Está soñando). Exacto, está soñando. Tiene los ojos cerrados y se encuentra aturdido, sus manos se agitan como arañando el aire. Todos se preguntan qué ha ocurrido y entonces lo ven inclinado sobre el teclado, durmiendo. Un hermano le da unas palmaditas y, después de zarandearlo un poco, Xiaogang se despierta por fin. Entonces dice: “Ay, qué susto, estaba a punto de ser expulsado”. “¿Por qué?”. Xiaogang medita sobre ello y comprende que no ha sucedido nada. Resulta que todo era un sueño, a fin de cuentas; se ha despertado asustado por un sueño. Así termina la historia, esto ha sido “Los sueños de Xiaogang”.
¿De qué problema habla esta historia? Del hecho de que los sueños y la realidad a menudo entran en conflicto. Buena parte del tiempo, la gente cree que sus sueños son legítimos, pero ignoran que los sueños y la realidad no son lo mismo en absoluto. Los sueños no son más que tus pensamientos ilusorios, tan solo un interés temporal tuyo. Casi siempre son las preferencias, ambiciones y deseos de la gente, que se convierten en las metas de sus búsquedas. Los sueños de la gente no concuerdan en absoluto con la realidad. Si la gente tiene demasiados sueños, ¿qué errores cometerá con frecuencia? Descuidarán el trabajo que tienen delante y que deberían estar desempeñando en ese momento. Harán caso omiso de la realidad y dejarán de lado los deberes que habrían de cumplir, las tareas que habrían de completar y las obligaciones y responsabilidades que habrían de satisfacer en ese momento. No se tomarán en serio estas cuestiones y seguirán persiguiendo sus sueños, siempre deprisa y corriendo, se emplearán a fondo para cumplirlos y harán cantidad de cosas sin sentido. De este modo, no solo no desempeñarán bien sus deberes, sino que también pueden retrasar y perturbar la obra de la iglesia. Mucha gente no comprende la verdad ni la persigue. ¿Cómo tratan el cumplimiento del deber? Lo tratan como una especie de trabajo, una especie de pasatiempo o una inversión en favor de su interés. No lo tratan como una misión o una tarea encomendada por Dios, o una responsabilidad que han de satisfacer. Menos aún tratan de comprender la verdad o las intenciones de Dios a la par que cumplen sus deberes, a fin de poder desempeñarlos bien y completar la comisión de Dios. Por eso, durante el proceso de ejecución de sus deberes, algunas personas, en cuanto soportan pequeñas penurias, se muestran reticentes y quieren escapar. Al toparse con algunas dificultades o sufrir algún revés, reculan y quieren escapar de nuevo. No buscan la verdad; tan solo piensan en huir. Como tortugas, si algo va mal, se limitan a esconderse en su caparazón y esperan a que pase el problema antes de volver a salir. Existe mucha gente así. En concreto, hay algunas personas que, cuando les piden que asuman la responsabilidad de cierta labor, no se plantean cómo ofrecer su lealtad ni cómo cumplir este deber y desempeñar bien esta labor. En lugar de eso, se plantean cómo eludir la responsabilidad, cómo evitar que las poden, cómo evitar cargar con cualquier responsabilidad y cómo salir indemnes cuando surjan problemas o errores. Lo primero que se plantean es su propia vía de escape y cómo satisfacer las preferencias e intereses propios, no cómo desempeñar bien los deberes y ofrecer su lealtad. ¿Las personas así pueden ganar la verdad? Cuando se trata de cumplir con sus deberes, no se esfuerzan en lo que respecta a la verdad ni la ponen en práctica. Para ellos, la hierba siempre es más verde al otro lado de la valla. Hoy quieren hacer esto, mañana lo otro, y creen que los deberes de los demás son mejores y más fáciles que los propios. Y, aun así, no se esfuerzan en lo que respecta a la verdad. No piensan en los problemas que conllevan estas ideas suyas ni buscan la verdad para solventar problemas. Su mente está centrada en todo momento en cuándo se harán realidad sus propios sueños, en quién está en el candelero, en quién recibe el reconocimiento de lo Alto, en quién obra sin que lo poden y consigue un ascenso. Su mente está llena de cosas así. ¿Las personas que no dejan de pensar en estas cosas pueden desempeñar adecuadamente sus deberes? Nunca lo conseguirán. Entonces, ¿qué clase de personas cumplen sus deberes de esta manera? ¿Son personas que persiguen la verdad? En primer lugar, una cosa es segura: la gente de este tipo no persigue la verdad. Busca gozar de algunas bendiciones, hacerse famosa y acaparar la atención en la casa de Dios, igual que cuando se desenvolvían en sociedad. En términos de esencia, ¿qué clase de personas son estas? Son incrédulos. Los incrédulos cumplen sus deberes en la casa de Dios como si ejercieran un trabajo en el mundo exterior. Se preocupan por quién asciende, por quién se convierte en jefe de equipo, por quién se convierte en líder de la iglesia, por quién recibe los elogios de todo el mundo por su labor, por quién es ensalzado y mencionado. Se preocupan por estas cuestiones. Es como en una empresa: quién asciende, quién obtiene un aumento, quién recibe los elogios del jefe y quién se vuelve cercano al jefe; estas son las cuestiones que le importan a la gente. Si buscan estas mismas cosas en la casa de Dios y se pasan todo el día preocupándose por ellas, ¿acaso no son iguales que los no creyentes? En esencia, son no creyentes; son incrédulos típicos. Sea cual sea el deber que cumplan, se limitarán a ser mano de obra y actuar de un modo superficial. Oigan los sermones que oigan, seguirán sin aceptar la verdad, y menos aún la pondrán en práctica. Han creído en Dios durante muchos años sin experimentar ningún cambio y, pasen el tiempo que pasen cumpliendo sus deberes, serán incapaces de ofrecer su lealtad. No poseen verdadera fe en Dios, carecen de lealtad, son incrédulos.
Algunas personas tienen miedo de asumir responsabilidades en el cumplimiento de su deber. Si la iglesia les da un trabajo que hacer, consideran primero si el trabajo requiere asumir responsabilidad y, si es así, no lo aceptan. Sus condiciones para cumplir con un deber son, primero, que debe ser un trabajo ligero; segundo, que no sea cansado ni les quite tiempo; y tercero que, hagan lo que hagan, no asuman ninguna responsabilidad. Ese es el único deber que aceptan. ¿Qué clase de persona es esta? ¿Acaso no es una persona esquiva y taimada? No quieren asumir siquiera la menor responsabilidad. Incluso tienen miedo de que las hojas de los árboles les caigan encima y les abran la cabeza. ¿Qué deber puede cumplir una persona así? ¿Qué utilidad puede tener en la casa de Dios? La obra de la casa de Dios tiene que ver con la tarea de batallar contra Satanás, además de difundir el evangelio del reino. ¿Qué deber no conlleva responsabilidades? ¿Diríais que ser líder requiere responsabilidad? ¿Acaso sus responsabilidades no son aun mayores y no deben asumirlas en mayor medida? Por mucho que difundas el evangelio, des testimonio, hagas vídeos y cosas así, sea cual sea el trabajo que hagas, siempre que esté relacionado con los principios-verdad, conlleva responsabilidades. Si tu cumplimiento del deber no tiene principios, afectará a la obra de la casa de Dios, y si tienes miedo de asumir responsabilidad, entonces no puedes cumplir con ningún deber. ¿Es cobarde alguien que teme asumir responsabilidades al cumplir con su deber o es que existe un problema con su carácter? Hay que saber diferenciarlo. El hecho es que no se trata de una cuestión de cobardía. Si esa persona fuera en busca de riquezas o estuviera haciendo algo en su propio interés, ¿cómo no habría de ser tan valiente? Asumiría cualquier riesgo. Pero cuando hacen cosas por la iglesia, por la casa de Dios, no asumen ninguno. Tales personas son egoístas y viles, las más traicioneras de todas. Quien no asume responsabilidades al cumplir con su deber no es en absoluto sincero con Dios, ya no hablemos de su lealtad. ¿Qué clase de persona se atreve a asumir responsabilidades? ¿Qué clase de persona tiene el valor de llevar una pesada carga? Alguien que asume el liderazgo y da un paso adelante con valentía en el momento más crucial de la obra de la casa de Dios, que no teme cargar con una gran responsabilidad y soportar grandes dificultades, cuando ve la obra más importante y crucial. Se trata de alguien leal a Dios, un buen soldado de Cristo. ¿Es que todos los que temen asumir responsabilidades en su deber lo hacen porque no entienden la verdad? No; es un problema de su humanidad. No tienen sentido de la justicia ni de la responsabilidad. Son personas egoístas y viles, no son creyentes sinceros de Dios, y no aceptan la verdad en lo más mínimo. Por esta razón, no pueden ser salvados. Los creyentes en Dios deben pagar un alto precio a fin de ganar la verdad, y se toparán con muchos obstáculos para practicarla. Deben renunciar a las cosas, abandonar sus intereses carnales y soportar cierto sufrimiento. Solo entonces podrán poner en práctica la verdad. Entonces, ¿puede practicar la verdad quien teme asumir responsabilidades? Desde luego que no pueden practicar la verdad, y menos aún obtenerla. Tiene miedo de practicar la verdad, de incurrir en una pérdida para sus intereses; tiene miedo de ser humillado, de ser despreciado y de ser juzgado, y no se atreven a poner en práctica la verdad. Por consiguiente, no pueden obtenerla, y no importa cuántos años crean en Dios, no pueden alcanzar Su salvación. Para poder cumplir con un deber en la casa de Dios, hay que ser personas cuya carga sea el trabajo de la iglesia, que asuman la responsabilidad, que defiendan los principios verdad, y sean capaces de sufrir y pagar el precio. Si uno carece de estos aspectos, no es apto para cumplir con un deber y no posee las condiciones para ello. Hay muchas personas con miedo a asumir la responsabilidad de cumplir con un deber. Su miedo se manifiesta de tres maneras básicas. La primera es que eligen deberes que no exigen asumir responsabilidades. Si un líder de la iglesia les ordena un deber, primero preguntan si deben responsabilizarse de él; si es así, no lo aceptan. Si no exige que asuman la responsabilidad y se responsabilicen de él, lo aceptan a regañadientes, pero aun así deben comprobar si el trabajo es agotador o incómodo y, pese a su aceptación a regañadientes del deber, no están motivadas para cumplir bien con él y siguen prefiriendo ser superficiales. Su principio es: ocio, no negocio, y ninguna penalidad física. En segundo lugar, cuando les acontece una dificultad o se encuentran con un problema, su primer recurso es informarlo a un líder para que este se ocupe y lo resuelva, con la esperanza de que ellas puedan conservar la tranquilidad. No les importa cómo se ocupe el líder del asunto y no le dan importancia; mientras ellas no sean las responsables, todo bien. ¿Es leal a Dios esta forma de cumplir con el deber? A esto se le llama escurrir el bulto, incumplir con el deber, hacer trucos. Es pura charla, no están haciendo nada real. Se dicen a sí mismas: “Si tengo que solucionar esto, ¿qué pasa si termino cometiendo un error? Cuando investiguen quién tiene la culpa, ¿acaso no se encargarán de mí? ¿No recaerá la responsabilidad sobre mí primero?”. Esto es lo que les preocupa. Sin embargo, ¿crees tú que Dios lo escruta todo? Todo el mundo comete errores. Si una persona de intención correcta carece de experiencia y no se ha ocupado anteriormente de algún tipo de asunto, pero lo ha hecho lo mejor posible, eso es visible para Dios. Debes creer que Dios escudriña todas las cosas y el corazón del hombre. Si uno ni siquiera cree esto, ¿no es un incrédulo? ¿Qué puede importar que alguien así cumpla con un deber? En realidad, no importa si cumplen o no con este deber, ¿verdad? Tienen miedo de aceptar la responsabilidad y la evitan. Cuando algo sucede, lo primero en lo que piensan no es en una manera de encargarse del problema, sino que lo primero que hacen es llamar y notificar al líder. Por supuesto, hay algunos que tratan de ocuparse del problema por su cuenta al tiempo que se lo notifican al líder, pero otros no, y lo primero que hacen es llamar al líder, y tras eso se limitan a esperar con pasividad, aguardando instrucciones. Cuando el líder les manda que den un paso, dan un paso. Si el líder les dice que hagan algo, eso hacen. Si el líder no dice nada o no da instrucciones, no hacen nada y solo procrastinan. Si nadie los espolea o los supervisa, no realizan ningún trabajo en absoluto. Dime, ¿está esa persona cumpliendo con un deber? Aunque esté siendo mano de obra, ¡no tiene lealtad! Hay otra forma en que se manifiesta el miedo de alguien a asumir responsabilidades al llevar a cabo un deber. Cuando cumplen con su deber, algunas personas solo hacen un poco de trabajo superficial y sencillo, un trabajo que no conlleva asumir responsabilidades. Descarga sobre otros el trabajo que conlleva dificultades y responsabilidad, y si algo llega a ir mal, culpa a esa gente y no se mete en líos. Cuando los líderes de la iglesia se dan cuenta de que son irresponsables, ofrecen ayuda con paciencia o los podan para que puedan responsabilizarse. Sin embargo, no quieren hacerlo y piensan: “Es muy difícil cumplir con este deber. Tendré que aceptar la responsabilidad cuando las cosas vayan mal, y puede que incluso me expulsen y descarten, y ese será el fin para mí”. ¿Qué clase de actitud es esta? Si no tienen sentido de la responsabilidad al llevar a cabo su deber, ¿cómo pueden hacerlo bien? Los que no se gastan por Dios de verdad no pueden llevar a cabo bien ningún deber, y los que temen aceptar responsabilidad solo demorarán las cosas cuando cumplan con su deber. La gente así no es fiable ni formal; solo cumple con el deber para poder comer. ¿Hay que descartar a estos “pordioseros”? Sí. La casa de Dios no quiere a esa gente. Estas son las tres manifestaciones de la gente que teme asumir responsabilidades a la hora de cumplir con su deber. Una persona que tiene miedo de asumir la responsabilidad de un deber no es apta para desempeñarlo y no alcanzará siquiera la categoría de mano de obra leal. Hay individuos que son descartados por mostrar esta clase de actitud hacia su deber. Incluso a día de hoy puede que desconozcan el motivo y que sigan quejándose, diciendo: “He llevado a cabo mi deber con un entusiasmo ardiente, así que ¿por qué me han echado con tanta frialdad?”. No lo entienden ni siquiera ahora. Quienes no comprenden la verdad se pasan toda la vida sin poder entender por qué los descartaron. Se inventan excusas y continúan defendiéndose, pensando: “Que la gente se proteja es algo instintivo y que debe hacerse. ¿Quién no debería cuidarse un poco? ¿Quién no debería pensar un poco en sí mismo? ¿Quién no necesita mantener abierta una vía de escape?”. Si te proteges cada vez que te acontece algo y buscas una vía de escape, una puerta trasera, ¿estás poniendo en práctica la verdad? Eso no es practicar la verdad, sino que es ser esquivo. Ahora cumples con el deber en la casa de Dios. ¿Cuál es el primer principio del cumplimiento de un deber? Cumplir primero con él de todo corazón, sin escatimar esfuerzos, y proteger los intereses de la casa de Dios. Este es un principio verdad que has de poner en práctica. Protegerse a uno mismo buscándose una vía de escape, una puerta trasera, es el principio de práctica que siguen los no creyentes, y su filosofía más elevada. ¿Acaso no es ser un no creyente pensar primero en uno mismo en todas las cosas y anteponer los propios intereses a todo lo demás sin consideración por nadie, sin ninguna vinculación con los intereses de la casa de Dios ni con los intereses de los demás, pensar primero en los propios intereses y luego en buscar una vía de escape? Eso es precisamente lo que es un no creyente. Este tipo de persona no está en condiciones de cumplir con un deber. Y también sigue habiendo personas como Xiaogang, el protagonista de esta historia, que es un ejemplo típico. No saben hacer nada de forma realista. Quieren ahorrarse problemas en cualquier cosa que lleven a cabo. No quieren sufrir ni un pequeño apuro ni frustración. Su carne tiene que estar a gusto; tienen que poder comer y dormir a horas regulares, no puede darles el viento ni el sol. Además, no asumen ninguna responsabilidad por su trabajo. Tienen que dedicarse a algo que les guste, algo que se les dé bien, algo que estén profundamente dispuestas a hacer. Si no hacen lo que quieren, no tienen la menor obediencia. Están continuamente indecisos y cambiando de opinión. Nunca se comprometen en lo que hacen; tienen siempre un pie dentro y otro fuera. Cuando sufren, quieren retirarse. No soportan que las poden. No se les puede exigir grandes cosas. No pueden sufrir. Todo lo hacen exclusivamente en función de su propio interés y de sus propios planes; no hay en su interior ni una pizca de obediencia. Si las personas de este tipo no saben buscar la verdad ni reflexionar sobre sí mismas, resultará difícil cambiar estas prácticas y actitudes corruptas. Cumplir un deber como un creyente en Dios requiere, como mínimo, un poco de sinceridad. ¿Creéis que estas personas son sinceras? Cuando se exige un esfuerzo serio, se acobardan. No poseen ni un ápice de sinceridad. Esto resulta muy problemático y difícil de gestionar. Se creen extraordinarias y, cuando las destituyen o las podan, creen haber recibido un trato injusto. Es muy problemático que la gente no busque la verdad ni entre en la realidad-verdad. Bien, dejemos aquí esta cuestión y pasemos al tema principal.
Disección de cómo hacen los anticristos que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios
La enseñanza de hoy es sobre el punto ocho de las diversas formas en las que se manifiesta un anticristo: quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios. ¿Sois capaces de comprender este punto? Primero, considerad qué manifestaciones de este punto podéis relacionar con lo que sí comprendéis. Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios. El significado literal se comprende con facilidad, pero encierra diversos estados y actitudes que los diferentes tipos de personas revelan o varios comportamientos que tales actitudes ponen de manifiesto. Este es un tema amplio; tendremos que hablar sobre él a partir de sus características más específicas. Para explicar este punto de acuerdo con su significado literal, la gente que predica palabras y doctrinas por lo general dice: “Significa hacerles caso en todo; hacen que las personas les hagan caso, incluso cuando lo que dicen no está de acuerdo con la verdad. Cuando predican unas pocas palabras y doctrinas o dicen una frase, logran que otros les hagan caso. Siempre son proclives a dar órdenes, a delegar el trabajo en otros y a forzarlos a que les hagan caso”. ¿No lo explican así muy a menudo al hablar de su significado literal? ¿Qué más? “Piensan que tienen razón en todo. Hacen que todos les hagan caso y hacen que la gente se someta a lo que ellos dicen, aunque no esté de acuerdo con la verdad. Se ven a sí mismos como la verdad y como Dios y que, al hacerles caso, la gente se somete a la verdad y a Dios. Eso es lo que quiere decir”. Pensad en cómo hablaríais vosotros de este tema si debierais hacerlo. Si tuvieseis que comenzar con lo que habéis visto o experimentado personalmente, ¿por qué elemento comenzaríais? En cuanto hablamos de la realidad, no tenéis nada que decir. Entonces, ¿tampoco tenéis nada que decir en vuestras charlas habituales con los hermanos y hermanas? ¿Cómo podéis hacer vuestro trabajo de manera adecuada sin hablar? Hablad un poco, primero, sobre algunos modos y comportamientos concretos de esta manifestación. ¿Cuál de ellos habéis visto antes o de cuál habéis sido testigos? ¿Tenéis idea? (Cuando estoy cumpliendo mi deber, tengo algunas ideas bastante sólidas y realmente me gustaría llevarlas a cabo. Creo que tales ideas son buenas y correctas, y cuando otros dudan de ellas, digo que el asunto no se debe demorar, que debe resolverse enseguida. Entonces, a la fuerza, hago lo que quería hacer. Puede que otros deseen pedir ayuda, pero yo no quiero darles el tiempo para hacerlo, quiero que hagan las cosas conforme a mis ideas). Esa es una manifestación concreta. ¿Quién dirá otra? (Una vez estaba conversando con los hermanos y hermanas sobre ascender y capacitar a alguien. En realidad, yo ya había decidido con todo mi corazón ascender a esa persona. Sentía que ya lo había consultado con lo Alto y que no había inconveniente en hacerlo. Algunos de los hermanos y hermanas aún no comprendían del todo el asunto, y yo no hablé sobre los motivos por los que debíamos ascenderla, cuáles eran los principios o la verdad. Solo remarqué enfáticamente los aspectos positivos de esa persona y que ascenderla significaba actuar conforme a los principios. Los forcé a obedecerme, a creer que lo que estaba haciendo era correcto). Estáis hablando sobre un tipo de problema, un tipo de estado, que está en completa consonancia con este punto. Parece que vuestra comprensión de la verdad solo llega a esa pizca de entendimiento literal, así que tendré que hablar sobre el tema. Si comprendierais este punto en mayor medida, lo saltaríamos y hablaríamos sobre el próximo, pero parece, sin embargo, que aún no podemos hacerlo y que tendremos que hablar sobre él como estaba planeado.
El punto ocho de las varias manifestaciones de los anticristos es: Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios. En esto hay varias expresiones que corresponden a la esencia de un anticristo. Desde luego que no se trata de una sola cuestión, una sola frase, un solo punto de vista o una sola forma de manejar las cosas, sino más bien de un carácter. ¿De qué carácter se trata, entonces? Se manifiesta de varias formas. La primera es que estas personas son incapaces de colaborar con nadie. ¿Es esa una forma de hacer las cosas? (No, es un carácter). Así es; es la revelación de un carácter, uno cuya esencia es la arrogancia y el ser sentencioso. Esa clase de personas no pueden colaborar con nadie. Esa es la primera. La segunda forma en la que se manifiesta es que tienen el deseo y la ambición de controlar y conquistar a la gente. ¿Es eso un carácter? (Sí). ¿Es una forma de hacer las cosas? (No). ¿Es diferente de las cosas que habéis dicho vosotros? Habéis mencionado eventos aislados, formas aisladas de hacer las cosas; esas no son esencias. ¿No es esta manifestación más grave que las cosas que vosotros habéis dicho? (Sí). Llega a la raíz. Y la tercera forma es prohibir a otros intervenir, hacer indagaciones o supervisarlos en cualquier trabajo del que se encargan. ¿Es eso una esencia? (Sí). Cada una de estas esencias involucra muchos comportamientos y formas de hacer las cosas. Una vez más, esta esencia está en consonancia con el punto ocho, ¿verdad? La cuarta forma es que fingen ser la personificación de la verdad una vez que adquieren algo de experiencia y conocimiento y han aprendido algunas lecciones; esto quiere decir que, si en cierta medida pueden hablar sobre la verdad, se creen poseedores de la realidad-verdad y quieren mostrarles a otros que tienen, practican y aman la verdad, y que poseen la realidad-verdad. Fingen ser la personificación de la verdad. ¿Acaso no es grave la naturaleza de este asunto? (Así es). ¿Esta manifestación está en consonancia con el punto ocho? (Sí). Lo está. El punto ocho se manifiesta, básicamente, de estas cuatro formas. Recitadlas, comenzando por la primera. (La primera es que estas personas son incapaces de colaborar en armonía con nadie). “En armonía” se refiere a ser capaces de colaborar; esas personas son simplemente incapaces de colaborar con nadie. Hacen las cosas por su cuenta, actúan solos. “Actuar solo” es la característica que define a la primera manifestación. Ahora, la segunda. (Tienen la ambición y el deseo de controlar y conquistar a la gente). ¿Es una manifestación grave? (Lo es). Bueno, ¿cuál es la característica que define a la segunda manifestación? Describidla en una palabra. (Perversa). “Perversa” es un adjetivo; describe su carácter. La palabra sería “controlar”. “Controlar” es una acción, el tipo de acción que surge de un carácter como ese. Y la tercera manifestación. (Prohíben a otros intervenir, hacer indagaciones o supervisarlos en cualquier trabajo del que se encargan). ¿No es ese un carácter común en los anticristos? (Así es). Es un carácter típico que es particular de los anticristos. ¿Hay una palabra acertada para resumir esta manifestación? Sí: “resistirse”. Se resisten a cualquiera que venga. Y olvidaos de que acepten la supervisión y las indagaciones de los hermanos y hermanas y de las personas comunes: ni siquiera aceptan el escrutinio de Dios. ¿No es eso resistencia? (Lo es). ¿Y la cuarta manifestación? (Fingen ser la personificación de la verdad una vez que adquieren algo de experiencia y conocimiento y han aprendido algunas lecciones). Resumiremos esta con una palabra adecuada: “fingir”. Fingir es más grave que ser un farsante. Todos los comportamientos, formas de hacer las cosas y actitudes esenciales que se relacionan con el punto ocho y son característicos de él se pueden encontrar dentro de estas cuatro manifestaciones. La característica que define a la primera manifestación es “actuar solo”. No cooperan con nadie, sino que quieren actuar por su cuenta. No hacen caso a nadie más que a ellos mismos y hacen que los demás les hagan caso solo a ellos, a nadie más. Será a su manera o no será. La característica que define a la segunda manifestación es “controlar”. Desean controlar a la gente y se valdrán de varios medios para controlarte a ti, tus pensamientos, tus formas de hacer las cosas, tu corazón y tus puntos de vista. No comparten la verdad contigo. No te conducen a comprender los principios-verdad ni a comprender las intenciones de Dios. Quieren controlarte para poder usarte, para que hables por ellos y hagas cosas por ellos y trabajes para ellos, para que los exaltes y des testimonio de ellos. Quieren controlarte como si fueses su esclavo, su marioneta. La característica que define a la tercera manifestación es “resistirse”, que significa resistirse a todo; se resisten y se oponen totalmente a todo lo que pueda constituir discernimiento o supervisión de su trabajo y de su discurso o una amenaza para estos. La característica que define a la cuarta manifestación es “fingir”. ¿Qué fingen ser? Fingen ser la personificación de la verdad, lo que significa que exigen que la gente recuerde lo que dicen y lo que hacen e incluso que lo registre en su cuaderno. Dicen: “¿Crees que limitarte a tomar una nota mental es suficiente? Debes escribirlo en tu cuaderno. Ninguno de vosotros entendéis lo que estoy diciendo, ¡son cosas muy profundas!”. ¿Qué creen que son sus palabras? La verdad. Ahora, partiendo de aquí, hablaremos de ellas una por una.
I. Disección de la incapacidad de los anticristos para colaborar con nadie
El primer punto es que los anticristos son incapaces de colaborar con nadie. Esta es la primera manifestación de que los anticristos quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios. No pueden colaborar con nadie. Ese “nadie” incluye a todas las personas. Ya sea que su personalidad sea compatible con la de otra persona o no, e independientemente de las circunstancias, simplemente no pueden colaborar. No se trata de una revelación de corrupción ordinaria; el problema está en su naturaleza. Algunos dicen: “Hay ciertas personas cuyas personalidades son incompatibles con la mía y por eso no puedo colaborar con ellas”. Ese no es un simple problema de personalidades, sino un problema inherente a un carácter corrupto. Tener un carácter corrupto es tener el carácter de un anticristo, pero eso no quiere decir que uno tenga la esencia de un anticristo. Si una persona puede buscar la verdad y obedecer lo que otros dicen, sean quienes sean, en tanto esté de acuerdo con la verdad, ¿no será sencillo para ella lograr una colaboración armoniosa con otros? (Sí). Para las personas que pueden someterse a la verdad es fácil colaborar con otros; las personas que no pueden someterse a la verdad no pueden colaborar con nadie. Algunas personas, por ejemplo, son bastante arrogantes y sentenciosas. No aceptan la verdad en lo más mínimo y no pueden colaborar armoniosamente con nadie. Ese es un problema serio. Tienen la naturaleza de un anticristo y no pueden someterse a la verdad ni a Dios. Las personas tienen un carácter corrupto, pero si pueden aceptar la verdad les será fácil salvarse. En cambio, si tienen la naturaleza de un anticristo y no pueden aceptar la verdad, están en problemas. Salvarse no será simple en su caso. Muchos anticristos han sido puestos en evidencia fundamentalmente por su incapacidad de colaborar con nadie, por actuar siempre de manera dictatorial. ¿Es esa la revelación de un carácter corrupto o es la esencia-naturaleza de un anticristo? Ser incapaz de colaborar con nadie, ¿qué problema es? ¿Cómo se relaciona con querer que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios? Si tuviésemos que compartir este punto con claridad, podríais ver que aquellos con la esencia-naturaleza de un anticristo son incapaces de colaborar con nadie; que se enemistarán con cualquier persona con la que estén colaborando e incluso se convertirán en sus enemigos acérrimos. En la superficie, puede parecer que algunos anticristos tienen ayudantes o compañeros, pero lo cierto es que cuando sucede algo, no importa cuánta razón tengan otros, los anticristos nunca escuchan lo que ellos tienen que decir. Ni siquiera lo tienen en cuenta, y mucho menos lo debaten o comunican sobre ello. No prestan ninguna atención, como si los demás ni siquiera estuviesen allí. Cuando los anticristos escuchan lo que otros dicen, simplemente se mueven por inercia o representan un papel para que los demás lo presencien. Pero cuando finalmente llega el momento de la decisión final, es el anticristo quien está al mando; las palabras de cualquier otro son un gasto de saliva, no cuentan para nada. Por ejemplo, cuando dos personas son responsables de algo, y una de ellas tiene la esencia de un anticristo, ¿qué se exhibe en tal persona? Da igual de qué se trate, ella y solo ella es la que mueve los hilos, la que hace las preguntas, la que ordena las cosas y la que aporta una solución. Y la mayoría de las veces, mantiene a su compañero en la ignorancia. ¿Qué es su compañero a sus ojos? No es su adjunto, sino un mero elemento decorativo. A ojos del anticristo, su compañero simplemente no existe. Cada vez que hay un problema, el anticristo lo considera, y una vez que ha decidido una vía de acción, informa a todo el mundo de que así es como se debe hacer, y a nadie se le permite cuestionarlo. ¿Cuál es la esencia de su cooperación con los demás? Básicamente es tener la última palabra, no discutir nunca los problemas con nadie más, asumir la responsabilidad exclusiva del trabajo y convertir a sus compañeros en meros escaparates. Siempre actúan solos y nunca cooperan con nadie. Nunca discuten ni se comunican sobre su trabajo con nadie más, suelen tomar decisiones por su cuenta y resolver los problemas solos, y respecto a muchas cosas, otras personas solo se enteran de cómo se finalizaron o se manejaron las cosas después de que el hecho está consumado. Los demás les dicen: “Tienes que discutir todos los problemas con nosotros. ¿Cuándo trataste con esa persona? ¿Cómo lo manejaste? ¿Cómo no nos hemos enterado?”. Ni dan explicaciones ni prestan atención; para ellos, sus compañeros no tienen ninguna utilidad y solo son un adorno, un mero escaparate. Cuando ocurre algo, lo consideran y toman su propia decisión y actúan como les place. No importa cuántas personas haya a su alrededor, es como si no estuvieran allí. Para el anticristo no son nada. Debido a esto, ¿hay algún aspecto real en su compañerismo con los demás? En absoluto, solo se limitan a actuar por inercia y representar un papel. Otros les dicen: “¿Por qué no hablas con todos los demás cuando te encuentras con un problema?”. Ellos responden: “¿Qué saben ellos? Yo soy el líder del equipo, a mí me corresponde decidir”. Los demás dicen: “¿Y por qué no hablaste con tu compañero?”. Responden: “Se lo dije, y no tenía opinión al respecto”. Se aprovechan de que los demás no tengan opinión o no sean capaces de pensar por sí mismos como excusas para ocultar el hecho de que están actuando según su propia ley. Y esto no va seguido de la más mínima introspección. Sería imposible que esta clase de persona aceptara la verdad. Este es un problema de la naturaleza del anticristo.
¿Cómo se puede explicar y practicar el término “colaboración”? (Hablando de las cosas cuando estas surgen). Sí, esa es una forma de ponerlo en práctica. ¿Qué más? (Compensando las debilidades de uno con las fortalezas del otro, supervisándose entre sí). Eso encaja perfectamente; practicar de esa manera es colaborar en armonía. ¿Hay más? Pedir la opinión del otro cuando sucede algo, ¿no es colaborar? (Sí). Si una persona comparte lo propio y la otra lo suyo y, finalmente, se decantan por lo que compartió la primera de ellas, ¿para qué hacer las cosas por hacerlas? Eso no es colaboración; no se ajusta a los principios ni logra los resultados que produce la cooperación. Si hablas sin parar como un loro y no les das a otros que quieren hablar la posibilidad de hacerlo ni escuchas a los demás, incluso después de haber expresado todas tus ideas, ¿se trata de un debate? ¿Es eso compartir? Eso es hacer las cosas por hacerlas, no es colaboración. ¿Qué es colaborar, entonces? Es cuando tú, habiendo expuesto todas tus ideas y decisiones, puedes pedir la opinión y los puntos de vista del otro y, después, comparar los dichos y puntos de vista de ambos, a la vez que algunas personas más lo someten a su discernimiento de manera conjunta y buscan los principios para alcanzar así un entendimiento compartido y determinar la senda de práctica correcta. Eso es lo que significa conversar y compartir; eso significa “cooperación”. Algunas personas, como líderes, no pueden ver con claridad algunos asuntos, pero no lo conversan con otros hasta que no les queda otra opción. Entonces le dicen al grupo: “No debo manejar este asunto de manera autocrática, es necesario que colabore en armonía con todos. Dejaré que todos expreséis vuestras opiniones sobre él y que lo converséis para determinar qué es correcto que hagamos”. Después de que todos han hablado y dado su opinión, le preguntan al líder qué piensa de ello. Él dice: “Lo que todos quieren es lo mismo que yo quiero. Yo también lo pensé. Es lo que planeaba hacer desde el principio y con este debate la unanimidad queda asegurada”. ¿Es ese un comentario sincero? Carece de cierta pureza. De ninguna manera puede ver con claridad el asunto, y sus palabras tienen la intención de desorientar y engañar a las personas con el objetivo de que lo valoren. Que pida la opinión de todos no es más que un formalismo para que los demás no digan que está siendo autoritario o autocrático. Con el fin de evitar esa etiqueta, emplea este método para cubrir las cosas. El hecho es que, mientras todos hablan, él no los escucha en absoluto ni tiene en cuenta nada de lo que dicen. Tampoco está siendo sincero al dejar que todos hablen. A simple vista, está permitiendo que todo el mundo comparta y debata, pero, en realidad, solo lo está haciendo para encontrar un método que esté de acuerdo con sus propias intenciones. Una vez que ha determinado la manera adecuada de manejar el asunto, obligará a las personas a aceptar lo que pretende hacer, sea correcto o no, y hará que todos piensen que su manera es correcta, que es lo que todos quieren. Al final, lo ejecuta a la fuerza. ¿A eso le llamarías colaboración? No. ¿Cómo lo llamarías, entonces? Procede de manera autoritaria. Ya sea que esté en lo correcto o no, quiere tener la única y la última palabra. Además, cuando sucede algo que no puede ver con claridad, primero hace que todos hablen. Una vez que lo han hecho, sintetiza sus puntos de vista y busca entre ellos un método que le agrade y le parezca adecuado, y hace que todos lo acepten. Finge que colabora y el resultado es que, de todos modos, hace lo que quiere, de todos modos, es quien tiene la única y la última palabra. Encuentra fallas y echa por tierra lo que dicen todos los demás, haciendo comentarios y estableciendo las pautas; después, pasa a resumirlo todo en un enunciado completo y preciso con el cual tomar su decisión, mostrándoles a todos que está por encima de los demás. Desde fuera, parece haber escuchado los mensajes de cada uno, y deja que todo el mundo hable. La realidad, sin embargo, es que finalmente es él solo quien toma la decisión. Dicha decisión se compone, de hecho, de las percepciones y puntos de vista de todos resumidos por él, dichos de una manera un poco más completa y precisa. Algunas personas no pueden ver esto con claridad y entonces creen que él está en un nivel superior. ¿Cuál es el talante de semejante acción de su parte? ¿Acaso no queda de manifiesto una astucia extrema? Resume los mensajes de todos y los declara propios, de manera que la gente lo alaba y lo obedece y, finalmente, todos hacen lo que él quiere. ¿Es eso una colaboración armoniosa? Es ser arrogante y sentencioso, es despotismo; él se lleva todo el crédito. Esas personas son muy hipócritas, muy arrogantes y sentenciosas al colaborar con otros, y la gente lo verá cuando pase suficiente tiempo. Algunos dirán: “Dices que no soy capaz de colaborar con nadie, ¡pero tengo un compañero! Él colabora de manera satisfactoria conmigo: va a donde yo voy, hace lo que yo hago, va a donde le digo que vaya, hace lo que le digo que haga, de la forma que le digo que lo haga”. ¿Es eso lo que significa la colaboración? No. Eso se llama ser un criado. Un criado obedece tus órdenes, ¿eso es colaborar? Claramente, son lacayos sin ideas ni puntos de vista, ni mucho menos opiniones propias. Además, tienen el pensamiento de una persona complaciente. No son meticulosos en nada de lo que hacen, sino que actúan por inercia y de manera superficial y no defienden los intereses de la casa de Dios. ¿Para qué podría servir ese tipo de colaboración? Quien se asocie con él solo obedecerá sus órdenes, será siempre un lacayo que hace caso a cualquier cosa que otros digan y hace lo que le dicen que haga. Eso no es colaboración. ¿Qué es la colaboración? Debéis ser capaces de conversar de las cosas unos con otros y de expresar vuestros puntos de vista y opiniones; debéis complementaros y supervisaros unos a otros, pedir ayuda unos a otros, hacer indagaciones y recordaros asuntos unos a otros. De eso se trata colaborar en armonía. Pongamos, por ejemplo, que manejas un tema de acuerdo con tu propia voluntad y alguien dice: “Lo has hecho mal, completamente en contra de los principios. ¿Por qué lo manejaste como quisiste, sin buscar la verdad?”. A eso respondes: “Es verdad, ¡me alegra que me lo hayas advertido! Si no lo hubieses hecho, ¡hubiera sido un desastre!”. Eso es que se recuerden cosas mutuamente. ¿Qué es, entonces, supervisarse unos a otros? Todo el mundo tiene un carácter corrupto y puede ser superficial al llevar a cabo su deber, protegiendo solo su propio estatus y su orgullo y no los intereses de la casa de Dios. Esos estados se encuentran en cada una de las personas. Si te enteras de que una persona tiene un problema, deberías tomar la iniciativa de compartir con ella y recordarle que debe cumplir su deber de acuerdo con los principios, al tiempo que permites que te sirva de advertencia a ti también. Eso es supervisión mutua. ¿Qué función cumple la supervisión mutua? Está destinada a salvaguardar los intereses de la casa de Dios y también a evitar que la gente tome la ruta incorrecta. La colaboración tiene otra función, además de la de hacerse recordatorios y supervisarse mutuamente: hacer indagaciones unos respecto de otros. Cuando quieres encargarte de una persona, por ejemplo, debes hablar con tu compañero e indagarlo de esta manera: “Nunca me había encontrado con algo así. No sé cómo manejarlo. ¿Cuál sería una buena manera de hacerlo? ¡Simplemente no se me ocurre!”. Él responde: “Ya he lidiado con problemas como este. En aquella ocasión el contexto era algo diferente que en el caso de esta persona; si lo manejásemos de la misma manera, sería como estar siguiendo un precepto. Yo tampoco conozco una buena manera de encargarme de esto”. Tú dices: “Tengo una idea que me gustaría que evaluaras. Esta persona parece malvada si uno analiza su calidad humana, pero, por el momento, no podemos tener la certeza. Sin embargo, puede contribuir con su mano de obra, así que dejemos que lo haga por ahora. Si no puede hacer este tipo de contribuciones y sigue trastornando y perturbando las cosas, nos ocuparemos de él”. Tu compañero escucha esto y dice: “Es una buena opción. Es prudente y está por completo de acuerdo con los principios, y no es represiva ni es un desahogo de ira personal. Manejémoslo de esa manera, entonces”. Ambos han llegado a un consenso a través del debate. El trabajo hecho de esa manera se desarrolla sin contratiempos. Supón que vosotros dos no colaboráis ni conversáis las cosas, y cuando tu compañero no sabe cómo manejar algo, te lo endilga a ti, pensando: “Manéjalo como tú quieras. En todo caso, si algo sale mal será tu responsabilidad, no la compartiré contigo”. Tú puedes ver que él está actuando desde la renuencia a asumir responsabilidad, sin embargo, no se lo señalas, sino que actúas precipitadamente conforme a tu propia voluntad y piensas: “¿No quieres asumir la responsabilidad? ¿Quieres que yo me ocupe? Vale, yo me ocuparé. Lo expulsaré”. Vosotros dos no compartís una misma forma de pensar; lo veis cada uno desde su propio ángulo y, como resultado, el asunto se maneja de cualquier modo, vulnerando los principios, y se echa de manera arbitraria a una persona que es capaz de contribuir con su mano de obra. ¿Es eso una colaboración armoniosa? La colaboración armoniosa es la única forma de alcanzar resultados positivos. Que una persona se niegue a asumir la responsabilidad y la otra actúe arbitrariamente es como si no colaboraran. Ambas están actuando por su propia voluntad. ¿Cómo podría ser satisfactorio tal desempeño del deber de una persona?
Cuando surge algo en medio de un proceso de colaboración, debéis indagaros y conversar sobre las cosas uno con el otro. ¿Pueden los anticristos practicar de esta manera? Los anticristos son incapaces de colaborar con nadie; desean en todo momento establecer un gobierno en solitario. La característica de esta manifestación es “actuar solo”. ¿Por qué uso esas palabras para describirlo? Porque antes de actuar no se presentan ante Dios en oración ni buscan los principios-verdad, ni mucho menos buscan a alguien con quien compartir y a quien decirle: “¿Es apropiado este proceder? ¿Qué establece la organización del trabajo? ¿Cómo debe manejarse este tipo de asunto?”. Nunca conversan sobre las cosas ni buscan llegar a un consenso con sus colaboradores y sus compañeros, sino que se limitan a considerar las cosas y a conspirar por su cuenta, haciendo sus propios planes y disposiciones. Tras una somera lectura previa de la organización del trabajo de la casa de Dios, piensan que la han comprendido y organizan el trabajo ciegamente. Para cuando los demás se enteran de esto, el trabajo ya ha sido organizado. Es imposible que alguien escuche de su boca sus puntos de vista o sentimientos previamente, ya que nunca comunican a nadie los pensamientos y los puntos de vista que albergan. Alguien puede preguntar: “¿No es que todos los líderes y obreros tienen compañeros?”. De palabra, puede que tengan a alguien de compañero, pero cuando llega el momento de trabajar, ya no los tienen; actúan solos. Aunque los líderes y obreros tienen compañeros, todo el mundo que realiza algún deber tiene uno, los anticristos piensan que tienen buen calibre y son mejores que las personas corrientes, así que estas no son dignas de ser sus colaboradores y son todas inferiores a ellos. Por eso a los anticristos les gusta tomar las decisiones y no les gusta hablar las cosas con nadie más. Piensan que esto les haría parecer como unos incompetentes que no sirven para nada. ¿Qué clase de punto de vista es ese? ¿Qué clase de carácter es este? ¿Se trata de un carácter arrogante? Piensan que cooperar y discutir las cosas con los demás, hacerles preguntas y pedirles ayuda, es indigno y degradante, una afrenta a su autoestima. Y por eso, para proteger su autoestima, no permiten la transparencia en nada de lo que hacen, ni se lo cuentan a los demás, y mucho menos lo discuten con ellos. Piensan que discutir con otros es mostrarse como incompetentes; que pedir siempre la opinión de otros equivale a ser estúpidos e incapaces de pensar por sí mismos; que trabajar con los demás para completar una tarea o resolver algún problema les hace parecer inútiles. ¿Acaso no es esta su mentalidad arrogante y absurda? ¿Acaso no es este su carácter corrupto? Es sumamente obvio que son arrogantes y sentenciosos; han perdido toda su razón humana normal y no están bien de la cabeza del todo. Siempre se piensan que tienen habilidades, que pueden terminar las cosas ellos solos y que no necesitan colaborar con los demás. Como tienen esas actitudes corruptas, son incapaces de alcanzar una cooperación armoniosa. Creen que colaborar con otros es diluir y fragmentar su poder, que cuando el trabajo se comparte con otros, su propio poder disminuye y no pueden decidirlo todo ellos mismos, con lo que carecen de poder real, lo que a ellos les supone una tremenda pérdida. Y así, no importa lo que les ocurra, si creen que lo entienden y que saben la forma apropiada de manejarlo, entonces no lo discutirán con nadie y seguirán queriendo estar al mando de todo. Preferirán equivocarse a informar a los demás, preferirán estar en un error a compartir el poder con alguien, y preferirán la destitución a dejar que otras personas intervengan en su trabajo. Eso es un anticristo. Prefieren dañar y poner en peligro los intereses de la casa de Dios que compartir su poder con nadie. Creen que cuando están haciendo un trabajo o encargándose de algún asunto, eso no es el cumplimiento de un deber, sino una oportunidad de lucirse y destacar sobre los demás, y una ocasión para ejercer su poder. Por tanto, aunque dicen que van a cooperar armoniosamente con los demás y van a discutir con ellos cualquier tema que surja, la verdad es que en el fondo de su corazón no están dispuestos a renunciar a su poder o estatus. Les parece que mientras entiendan algunas doctrinas y sean capaces de hacerlo por su cuenta, no les hace falta colaborar con nadie más. Creen que lo deben desempeñar y completar solos, y que solo eso los hace competentes. ¿Es esta idea correcta? No saben que, si violan los principios, no están realizando su deber, no pueden llevar a cabo la comisión de Dios, y simplemente contribuyen con su mano de obra. En vez de buscar los principios-verdad cuando realizan su deber, ejercen poder según sus pensamientos e intenciones, alardean y se jactan. Sin importar quién sea su compañero o lo que hagan, nunca quieren hablar las cosas, siempre quieren actuar por su cuenta y siempre quieren tener la última palabra. Obviamente juegan con el poder y lo utilizan para hacer las cosas. Todos los anticristos aman el poder, y cuando tienen estatus, quieren más poder. Cuando tienen poder, los anticristos tienden a utilizar su estatus para alardear y jactarse, para hacer que los admiren y conseguir su objetivo de destacar entre los demás. Así, los anticristos se obsesionan con el poder y el estatus, y nunca jamás abandonarán su poder. Cuando realicen cualquier tipo de deber, cualquiera sea el ámbito de conocimiento profesional que implique, fingirán saber acerca de ello, aunque esté claro que no es así. Y si alguien los acusara de no entender y de estar fingiendo, dirán: “Aunque comenzara a estudiarlo ahora, lo entendería mejor que tú. Solo es cuestión de buscar algunos recursos en internet, ¿no?”. Así de arrogantes y sentenciosos son los anticristos. A sus ojos, todo asunto es sencillo, y se atreverían a encargarse de él en su totalidad y sin ayuda de nadie. Como resultado, cuando lo Alto revisa el trabajo y pregunta cómo está avanzando el asunto, ellos dicen que está más o menos resuelto. La realidad es que han estado haciendo las cosas solos, no las han conversado con nadie y han estado decidiendo todo por su cuenta. Si les preguntas: “¿Sigues los principios en tu forma de actuar?”, sacarán a relucir toda una serie de teorías para demostrar que lo que están haciendo está bien y de acuerdo con estos. En realidad, su pensamiento está distorsionado y errado. No han conversado las cosas con otros en absoluto, sino que al tomar ellos mismos las decisiones siempre han tenido la última palabra. Las decisiones que toma una sola persona están destinadas a contener desviaciones casi siempre, así que, ¿qué carácter ponen en evidencia cuando se creen correctos y precisos? Evidentemente, su carácter es arrogante. Tienen un carácter arrogante y por eso son autoritarios; debido a esto actúan sin control y hacen cosas malas. Es una autocracia, un monopolio. Este es el carácter de los anticristos. Jamás están dispuestos a colaborar con nadie, no les parece pertinente ni necesario. Siempre piensan que son mejores que los demás y que nadie se compara con ellos. Por eso, en el fondo, los anticristos no tienen el deseo ni la voluntad de colaborar con otros. Quieren que se haga lo que ellos dicen, quieren tener un monopolio. Solo así sienten deleite; solo entonces pueden demostrar su superioridad, haciendo que otros sean sumisos y les guarden respeto.
En otro orden de cosas, los anticristos siempre quieren tener el poder absoluto, tener la única y la última palabra. Este aspecto de su carácter también los hace incapaces de colaborar con otros. Si les preguntas si están dispuestos a colaborar, dirán que sí, pero cuando llegue el momento de hacerlo, no podrán. Ese es su carácter. ¿Por qué no lo pueden hacer? Si un anticristo tuviera que ser asistente del jefe de grupo y otra persona el jefe, aquel que tiene la esencia-naturaleza de un anticristo pasaría de asistente a jefe y el jefe, entonces, sería su asistente. Cambiarían de roles. ¿Cómo lo conseguiría? Tiene muchas técnicas. Una de ellas es usar los momentos en los que está haciendo algo frente a los hermanos y hermanas, los momentos en los que casi todos lo pueden ver, para hablar y ocuparse de muchas cosas y mostrarse con orgullo para que la gente lo valore y reconozca que es mucho mejor que el jefe de grupo y que lo ha superado. Con el tiempo, los hermanos y hermanas llegan a decir que el jefe de grupo no es tan bueno como el asistente. El anticristo se sentirá encantado al escucharlo. Pensará: “Finalmente admiten que soy mejor que él. He logrado mi objetivo”. ¿Cuáles son las responsabilidades y obligaciones que debe cumplir, en circunstancias normales, un asistente del jefe de grupo? Colaborar con éste en la realización e implementación del trabajo organizado por la iglesia, elevar asuntos al jefe de grupo, animarlo y supervisarlo, y actuar en conjunto debatiendo con él. El jefe de grupo debe cumplir el rol de líder principal; el asistente debe respaldarlo y colaborar con él para asegurarse de que cada proyecto de trabajo sea atendido de manera adecuada. Además de no sabotear las cosas, debe colaborar en todo con el jefe de grupo para que el trabajo que se debe realizar se lleve a cabo como corresponde. Si las acciones del jefe de grupo vulneran los principios, el asistente del jefe de grupo debe en su momento planteárselo y ayudarlo, y corregir el error. Debe apoyar y colaborar en todo aquello que el jefe de grupo haga de manera correcta, adecuada y de acuerdo con los principios-verdad, hacer todo el esfuerzo posible en servicio de ello y pensar igual que el jefe de grupo para hacer el trabajo apropiadamente. Si ocurriera un problema o se encontraran con uno, ambos deben debatir la manera de resolverlo. A veces hay que hacer dos cosas al mismo tiempo; una vez que las han discutido, cada uno debe ocuparse debidamente de su propio trabajo por separado. Eso es la colaboración, la colaboración armoniosa. ¿Acaso los anticristos colaboran de esta manera con otros? Por supuesto que no. Si es un anticristo quien sirve como asistente del jefe de grupo, se ocupará de descubrir qué debe hacer para cambiar posiciones con este y convertirlo en asistente para ser él el jefe de grupo y poder estar a cargo. Ordena al jefe de grupo que haga esto y aquello, mostrándoles a todos que es mucho mejor que él y que es la persona indicada para desempeñar ese rol. De esta manera, aumenta su prestigio entre las demás personas y es, naturalmente, elegido jefe de grupo. Hace quedar mal y como un tonto al jefe de grupo de manera intencional para que los demás lo menosprecien. Después, hace comentarios tendientes a burlarse de él, satirizarlo, dejarlo en evidencia y denigrarlo. Poco a poco, la disparidad entre los dos se hace más grande y el lugar que ocupan en el corazón de las personas difiere cada vez más. El anticristo, así, se convierte al final en el jefe de grupo; ha puesto a las personas de su lado. Con un carácter como el suyo, ¿puede, entonces, colaborar en armonía con otros? No. Esté donde esté, quiere ser el pilar, tener un monopolio, tomar el poder en sus propias manos. Sea cual sea tu título —de jefe o de asistente, importante o menor—, para él, el estatus y el poder, tarde o temprano, deben ser solo suyos. No importa quién esté llevando a cabo un deber, realizando cualquier proyecto de trabajo o incluso debatiendo sobre un problema con él, seguirá actuando de manera aislada y por su cuenta. No colabora con nadie. Nadie tiene permitido tener el mismo prestigio o título que él ni la misma capacidad o reputación. En cuanto alguien lo supera y amenaza su estatus, intenta dar vuelta la situación por cualquier medio que tenga a mano. Por ejemplo: si todos están conversando sobre un asunto, cuando el debate está a punto de generar un resultado, él se da cuenta de inmediato y sabe lo que se debe hacer. Dirá: “¿De verdad es tan difícil encargarse de esto? ¿Aún es necesario tanto debate? ¡Nada de lo que habéis dicho tendrá éxito!”. Y propondrá una teoría novedosa o grandilocuente en la que nadie había pensado, refutando, básicamente, los puntos de vista de todos. Después de hacerlo, hará que la gente piense: “De acuerdo, él es superior. ¿Cómo es que no se nos ocurrió? No somos más que gentuza ignorante. No servimos para nada. ¡Necesitamos que estés al mando!”. Ese es el resultado que busca el anticristo; siempre está soltando ideas grandilocuentes para poder lucir único y ganarse la estima de otros. ¿Y qué impresión de él termina teniendo la gente? Que sus ideas están por encima y son más elevadas que las de la gente común. ¿Cuán elevadas? Si él no está, el grupo no puede tomar una decisión ni concluir nada; debe esperar a que él venga y diga algo. Cuando lo ha hecho, todos lo admiran, y si lo que dice es falaz, de todas maneras, dicen que es elevado. En esto, ¿no está desorientando a la gente? Entonces, ¿por qué no puede colaborar con nadie? Piensa: “Colaborar con la gente es ponerme a su nivel. ¿Puede haber dos gallos en el mismo gallinero? Solo puede haber un rey del gallinero, y ese reinado lo tendrá el que pueda mantenerlo. Una persona capaz, como yo, puede hacerlo. Vosotros no tenéis una mente tan brillante como la mía; vuestro calibre es escaso y sois tímidos. Sumado a eso, jamás habéis engañado o embaucado a nadie en el mundo, solo habéis sido embaucados por otros. ¡Solo yo estoy calificado para ser líder aquí!”. Así, con él, lo malo se convierte en bueno. Alardea de sus aspectos negativos, ¿no es eso un descaro? ¿Por qué dice esas cosas? ¿Y para qué actúa de esa manera, entonces? Para ser el líder, para ocupar un lugar de honor, sin importar lo grande que sea el grupo de personas en el que esté. ¿No es esa su intención? (Lo es). Así que piensa en todas las maneras de menospreciar, degradar a todos y burlarse de ellos y ofrece a continuación sus propias ideas grandilocuentes para convencerlos de que hagan lo que él dice. ¿Es eso colaboración? No. ¿Qué es? Esto cuadra con el punto ocho, del que estamos hablando: quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios. Se refiere a la colaboración. ¿Pueden los anticristos —sea lo que sea que estén haciendo, mediante su lenguaje o con sus métodos— llevar a cabo su deber en colaboración con otros? (No). No colaboran, sino que exigen que los otros colaboren con sus enunciados y métodos. Entonces, ¿pueden seguir los consejos de otras personas? Desde luego que no. Son sumamente indiferentes a cualquier consejo que otros les ofrezcan. No piden detalles ni razones ni preguntan cómo deberían manejarse las cosas realmente y mucho menos buscan los principios-verdad. Peor aún, ni siquiera me preguntan a Mí cuando estoy frente a ellos; me tratan como si fuese invisible. Les pregunto si tienen algún problema y dicen que no. Está claro que no saben qué hacer respecto de algo que acaba de ocurrir, pero no me preguntan, aunque esté ahí, frente a ellos. Entonces, ¿pueden colaborar con alguien más? Nadie está calificado para ser su compañero, solo su esclavo y criado. ¿No es así? Es posible que algunos de ellos tengan compañeros, pero, en realidad, esas personas son sus criados, muy parecidos a marionetas. Ellos dicen: “Ven aquí” y su compañero lo hace; “Ve allá” y su compañero lo hace; el compañero sabe lo que ellos quieren que sepa y, con respecto a lo que no quieren que sepa, este ni siquiera se atreve a preguntar. Las cosas son como ellos dicen que son. Puede que alguien les diga: “Esto no sirve. Hay cosas de las que no puedes ser el único encargado. Debes encontrar alguien con quien colaborar, alguien que te supervise. Además, hubo cierto trabajo que no manejaste muy bien en el pasado. Debes buscar a alguien con calibre, que sea capaz de hacer el trabajo, de colaborar contigo y ayudarte. ¡Debes proteger la obra de la iglesia y los intereses de la casa de Dios!”. ¿Qué dirán ellos a eso? “Si despides a mi compañero, no habrá otro que sea adecuado para mí”. ¿Qué están queriendo decir? ¿Que no tendrán compañero o que no podrán encontrar ese tipo de criado y esclavo? Les preocupa no poder encontrar otro esclavo o criado como ese, un “compañero” que solo obedezca sus órdenes. ¿Cómo diríais que debería resolverse este desafío que plantean? Podrías decir: “Ah, ¿no puedes encontrar un compañero? Entonces no es necesario que trabajes en este proyecto, puede hacerlo cualquier otro que tenga un compañero”. ¿No estará resuelto, así, el problema? Si nadie es apto para asociarse contigo y nadie puede colaborar contigo, ¿qué clase de cosa eres? Eres un monstruo, un bicho raro. Aquellos que realmente poseen razón son capaces, al menos, de colaborar con una persona promedio, a no ser que dicha persona tenga un calibre demasiado escaso. Eso no funcionaría. Lo primero que deben hacer las personas sensatas es colaborar con otros en el cumplimiento del deber. Deben ser capaces de colaborar con cualquiera, a no ser que el otro sea estúpido o un diablo, en cuyo caso no habrá manera de colaborar con él. Es sumamente importante ser capaz de colaborar con la mayoría de las personas; es una señal de razón normal.
Una de las características más obvias de la esencia de un anticristo es que monopolizan el poder y dirigen su propia dictadura. No escuchan ni respetan a nadie y, a pesar de los puntos fuertes de la gente, o de las ideas correctas u opiniones sensatas que esta exprese, o de los métodos adecuados que planteen, no les prestan atención; es como si nadie estuviera cualificado para colaborar con ellos, o para participar en cualquier cosa que hagan. Este es el tipo de carácter que tienen los anticristos. Algunas personas dicen que esto es tener una mala humanidad, pero ¿cómo va a ser eso sencillamente una mala humanidad? Se trata de un carácter satánico absoluto, y tal carácter es sumamente cruel. ¿Por qué digo que su carácter es sumamente cruel? Los anticristos se apropian de todo lo de la casa de Dios y los bienes de la iglesia, y los tratan como propiedad personal, todo lo cual les corresponde administrar, y no permiten que nadie intervenga en ello. Lo único en lo que piensan cuando hacen el trabajo de la iglesia es en sus propios intereses, su propio estatus y su propio orgullo. No permiten que nadie perjudique sus intereses, y mucho menos permiten que cualquiera con aptitud o que sea capaz de hablar de su testimonio vivencial amenace su reputación y su estatus. Y por eso, tratan de suprimir y excluir como competidores a los que son capaces de conversar acerca de un testimonio vivencial y que pueden comunicar la verdad y proveer al pueblo escogido de Dios, y tratan desesperadamente de aislar por completo a esa gente de todos los demás, de arrastrar completamente sus nombres por el barro y hacerlos caer. Solo entonces los anticristos se sienten en paz. Si estas personas nunca son negativas, y son capaces de seguir realizando su deber, hablando de su testimonio, apoyando a los demás, entonces los anticristos echan mano de su último recurso, que consiste en buscarles faltas y condenarlas, o inculparlas e inventar motivos para atormentarlas y castigarlas, hasta que hacen que las echen de la iglesia. Solo entonces los anticristos se relajan completamente. Esto es lo más insidioso y malévolo de los anticristos. Lo que más miedo y ansiedad les causa son las personas que persiguen la verdad y poseen un testimonio vivencial verdadero, porque las personas con tal testimonio son las que obtienen mayor aprobación y apoyo del pueblo escogido de Dios, en vez de los que parlotean sin sentido sobre palabras y doctrinas. Los anticristos no poseen un testimonio vivencial verdadero, tampoco son capaces de practicar la verdad; en el mejor de los casos, son capaces de hacer algunas buenas acciones para ganarse el favor de la gente. Pero por muchas buenas acciones que hagan o por muchas cosas bonitas que digan, siguen sin poder compararse con los beneficios y las ventajas que un buen testimonio vivencial puede aportar a la gente. Nada puede sustituir los efectos de la provisión y el riego proporcionados al pueblo escogido de Dios por aquellos que son capaces de hablar de su testimonio vivencial. Por eso, cuando los anticristos ven a alguien hablando de su testimonio vivencial, su mirada se convierte en una daga. La rabia se enciende en su corazón, aumenta el odio, y se apresuran a callar al orador e impedirle que siga hablando. Si sigue hablando, la reputación de los anticristos quedará completamente arruinada, sus feos rostros quedarán completamente expuestos a la vista de todos, por eso los anticristos encuentran un pretexto para perturbar a la persona que da su testimonio y la reprimen. Los anticristos se permiten solo a sí mismos desorientar a la gente con palabras y doctrinas; no permiten que el pueblo escogido de Dios le glorifique platicando acerca de su testimonio vivencial, lo que indica el tipo de personas a las que más odian y temen los anticristos. Cuando alguien se distingue con un pequeño trabajo, o cuando alguien es capaz de platicar acerca de un testimonio vivencial verdadero y el pueblo escogido de Dios se beneficia, se edifica y recibe apoyo a partir de él, y se gana grandes elogios de todos, la envidia y el odio crecen en el corazón de los anticristos, y estos tratan de aislarlo y reprimirlo. En ninguna circunstancia permiten que tales personas emprendan ningún trabajo, para evitar que amenacen su estatus. Las personas con la realidad-verdad sirven para acentuar y resaltar la pobreza, la miseria, la fealdad y la perversidad de los anticristos cuando están frente a ellos, por lo que cuando los anticristos eligen a un compañero o colaborador, nunca seleccionan a gente con la realidad-verdad, nunca seleccionan a personas que puedan hablar de su testimonio vivencial, y nunca seleccionan a personas honestas o capaces de practicar la verdad. Estas son las personas que los anticristos más envidian y odian, y son una piedra en el zapato para los anticristos. No importa cuánto hagan estas personas que practican la verdad que sea bueno o de beneficio para la labor de la casa de Dios, los anticristos se esfuerzan al máximo por solaparlo. Llegan a tergiversar los hechos para atribuirse el mérito de las cosas buenas, mientras echan la culpa de las malas a otros, a fin de enaltecerse y menospreciar a otras personas. Los anticristos sienten muchos celos y odio hacia los que persiguen la verdad y son capaces de hablar sobre su testimonio vivencial. Temen que estas personas amenacen su propio estatus, y por eso hacen todo lo posible para atacarlas y excluirlas. Prohíben a los hermanos y hermanas se relacionen con ellos o se acerquen a ellos, o que apoyen o alaben a estas personas que saben hablar de su testimonio vivencial. Esto es lo que más pone en evidencia la naturaleza satánica de los anticristos, que siente aversión por la verdad y detesta a Dios. Y también demuestra que los anticristos son una contracorriente maligna en la iglesia, que ellos son los culpables de la perturbación de la obra de la iglesia y de poner impedimentos a la voluntad de Dios. Los anticristos, a menudo, incluso inventan mentiras y tergiversan los hechos entre los hermanos y hermanas, menospreciando y condenando a las personas que pueden conversar acerca de su testimonio vivencial. Sin importar el trabajo que esas personas hagan, los anticristos encuentran excusas para excluirlos y reprimirlos, y los critican diciendo que son arrogantes y sentenciosos, que les gusta presumir y que albergan ambiciones. En realidad, estas personas tienen cierto testimonio vivencial y poseen algo de realidad-verdad, una humanidad relativamente buena, conciencia y razón, y son capaces de aceptar la verdad. Y aunque es probable que tengan algunos defectos y fallas y, en ocasiones, revelen un carácter corrupto, son capaces de reflexionar acerca de sí mismas y arrepentirse. Estas son las personas a las que Dios salvará y que tienen esperanza de ser hechas perfectas por Él. En suma, estas personas son aptas para llevar a cabo un deber. Cumplen los requisitos y los principios para hacerlo. Pero los anticristos piensan para sí: “De ninguna manera voy a soportar esto. Quieres desempeñar un papel en mi campo de acción, quieres competir conmigo. Eso es imposible, ni lo pienses. Eres más ilustrado que yo, más elocuente, más popular que yo, y persigues la verdad con más diligencia que yo. Si tuviera que colaborar contigo y me robaras el protagonismo, ¿qué haría yo?”. ¿Consideran los intereses de la casa de Dios? No. ¿En qué piensan? Solo piensan en cómo mantener su propio estatus. Aunque los anticristos se saben incapaces de hacer un trabajo real, no cultivan ni promueven a las personas de buena aptitud que persiguen la verdad; a las únicas personas que promueven son a aquellas que los adulan, aquellas que son propensas a idolatrar a otros, que les dan su visto bueno y los admiran de corazón, a las personas embaucadoras, a las que no tienen comprensión de la verdad y son incapaces de discernir. Los anticristos mantienen a estas personas a su lado para que les sirvan, para que vayan de aquí a allá a su servicio y para que pasen los días girando en órbita a su alrededor. Eso les da poder a los anticristos en la iglesia e implica que muchas personas se vuelvan cercanas a ellos y los sigan, y que nadie se atreva a ofenderlos. Todas esas personas que los anticristos cultivan son personas que no persiguen la verdad. La mayoría carecen de comprensión espiritual y no saben hacer nada más que acatar los preceptos. Les gusta seguir las tendencias y a quienes tienen el poder. Son la clase de gente que se siente envalentonada al tener un amo poderoso; son una banda de atolondrados. ¿Cómo dice ese dicho de los no creyentes? Más vale ser cola de león que cabeza de ratón. Los anticristos hacen exactamente lo contrario: actúan como cabezas de ratones y se dedican a cultivarlas como defensoras acérrimas y fervientes partidarias. Cuando un anticristo tiene el poder en una iglesia, siempre reclutará como ayudantes a personas atolondradas y a aquellos que saben seguir ciegamente, mientras que dejará fuera y reprimirá a la gente de calibre que puede comprender y practicar la verdad, que puede trabajar, en especial a los líderes y obreros que tienen la capacidad de llevar a cabo trabajo real. De esta manera, se forman dos bandos en la iglesia. En uno están aquellos que tienen una humanidad relativamente honesta, que cumplen su deber con sinceridad y que persiguen la verdad. El otro bando es una pandilla de personas atolondradas liderada por el anticristo, a quien estas siguen ciegamente. Estos dos bandos continuarán enfrentándose hasta que los anticristos sean puestos en evidencia y descartados. Los anticristos siempre luchan y actúan contra quienes realizan su deber con sinceridad y persiguen la verdad. ¿No perturba esto gravemente la obra de la iglesia? ¿No trastorna y perturba la obra de Dios? ¿No es esta fuerza de anticristos una traba y un obstáculo que evita que se lleve a cabo la voluntad de Dios en la iglesia? ¿No es una fuerza perversa que se opone a Dios? ¿Por qué actúan de esta manera? Porque, en su mente, saben bien que, si estas personas con cualidades positivas se alzaran y fueran líderes y obreros, se transformarían en sus contrincantes; serían la fuerza opositora de los anticristos y no escucharían para nada sus palabras ni las obedecerían, así como tampoco seguirían cada una de sus órdenes. Estas personas bastarían para constituir una amenaza para el estatus de los anticristos. Cuando ellos las ven, surge el odio en sus corazones e interiormente no tendrán paz ni consuelo si no las excluyen, vencen y arruinan su reputación. Por eso deben trabajar rápidamente para cultivar su propio poder y reforzar sus filas, así pueden controlar a más personas del pueblo escogido de Dios y ya no tendrán que volver a preocuparse por que un puñado de perseguidores de la verdad amenace su estatus. Los anticristos forman su propia fuerza en la iglesia, escogiendo a aquellos que los escuchan, los obedecen y los adulan, y ascendiéndolos para que estén a cargo de cada uno de los aspectos de la obra. ¿Acaso eso beneficia la obra de la casa de Dios? No. No solo no la beneficia, también genera trastornos y perturbaciones en la obra de la iglesia. Si esta fuerza perversa tiene más de la mitad de la gente de su lado, existe la posibilidad de que la iglesia se venga abajo debido a que la cantidad de personas que persiguen la verdad en la iglesia constituye una minoría, mientras que aquellos que contribuyen con la mano de obra e incrédulos que solo están ahí para comer pan hasta hartarse son, al menos, la mitad. En esta situación, si los anticristos concentran su fuerza en desorientar y atraer a esas personas a su lado, naturalmente tendrán la delantera cuando la iglesia elija líderes. Por eso la casa de Dios siempre hace hincapié en que, durante las elecciones, se debe hablar sobre la verdad hasta que quede clara. Si eres incapaz de desenmascarar y derrotar a los anticristos hablando sobre la verdad, estos podrían desorientar a la gente y ser elegidos líderes, y apoderarse de la iglesia y controlarla. ¿No sería peligroso? Si uno o dos anticristos aparecieran en la iglesia, no se justificaría tener miedo, pero si los anticristos se convirtieran en una fuerza y obtuvieran cierto nivel de influencia, eso sí justificaría el temor. Por esa razón, los anticristos deben ser arrancados de raíz y expulsados de la iglesia antes de que alcancen ese nivel de influencia. Esta tarea es una de las de mayor prioridad y es necesario realizarla. Es más, a aquellos incrédulos de la iglesia, especialmente a aquellos con una inclinación a alabar y seguir al hombre, a seguir a la fuerza, a quienes les gusta ser cómplices y secuaces de diablos y formar grupillos, a los incrédulos y diablos como ellos se los debe echar cuanto antes. Esa es la única manera de evitar que tal gentuza forme una fuerza para perturbar y controlar la iglesia. El pueblo escogido de Dios debe ver esto con claridad; aquellos que comprenden la verdad deben asumir esta responsabilidad. Todos los que cargan con la obra de la iglesia, los que son considerados con las intenciones de Dios, deben percibir estas cosas tal como son. Deben, especialmente, ver a quienes son de la índole de los anticristos tal como son, así como a los diablos mezquinos que gustan de halagar y adorar a la gente, y después ponerles restricciones y echarlos de la iglesia. Hay una enorme necesidad de practicar de esta manera. La gente como los anticristos pretende, específicamente, estar en buenos términos con esas personas atolondradas, inútiles, buenas para nada y viles que no aceptan ni aman la verdad. Se las ganan y “colaboran” con ellas de manera muy armoniosa, estrecha y entusiasta. ¿Qué tipo de criaturas son esas personas? ¿No son miembros de las bandas de los anticristos? Si lo Alto debiera reemplazar a la “cabeza de ratón”, estos solícitos retoños no lo soportarían; juzgarían a lo Alto diciendo que es injusto y se unirían para defender al anticristo. ¿Puede la casa de Dios permitir que prevalezcan? Lo único que puede hacer es tenderles una red por encima y deshacerse de todos ellos. Son demonios de las bandas de los anticristos y ni uno de ellos debe quedar libre. La gente como los anticristos rara vez actúa sola; la mayor parte de las veces reúnen un grupo de, al menos, dos o tres personas con las cuales actuar. Sin embargo, hay algunos casos aislados de anticristos que actúan de manera individual; eso es porque no tienen talentos o, quizás, porque aún no han tenido su oportunidad. Lo que tienen en común con los otros, eso sí, es su especial amor por el estatus. No asumas que no aman el estatus solo porque no tienen habilidades ni educación. Eso es un error. No has llegado a ver claramente la esencia de un anticristo; si una persona es un anticristo, le gusta el estatus. Al ver que los anticristos son incapaces de colaborar con nadie, ¿por qué cultivan semejante grupo de atolondrados, de gentuza, de canallas para que les laman las botas? ¿Tienen la intención de colaborar con estas personas? Si realmente pudieran hacerlo, el enunciado “los anticristos son incapaces de colaborar con nadie” no tendría sentido. No pueden colaborar con nadie; ese “nadie” se refiere, principalmente, a la gente positiva, pero, teniendo en cuenta el carácter de los anticristos, tampoco pueden colaborar con sus cómplices. Entonces, ¿qué están haciendo al cultivar a estas personas? Forman un grupo de atolondrados que son fáciles de mangonear, de manipular, que no tienen puntos de vista propios, que hacen todo lo que les dicen los anticristos; que avanzarán juntos para proteger el estatus de estos. Si un anticristo dependiera de sí mismo, estaría completamente solo y no le resultaría fácil salvaguardar su estatus. Por esa razón, se gana a un grupo de personas atolondradas para que lo sigan como un rebaño día tras día y hagan cosas por él. Incluso, al hablar sobre cómo estas personas persiguen la verdad y sufren, desorienta al pueblo escogido de Dios; dice que merecen ser cultivadas; hasta dice que cuando estas personas tienen un problema lo consultan con él y le hacen preguntas; que son todas personas obedientes y sumisas. ¿Acaso están llevando a cabo su deber de manera colaborativa? El anticristo busca un grupo de personas que actúen por él, que sean sus secuaces, sus cómplices, para consolidar su estatus. Eso no es colaboración, es dirigir su propia operación. Tal es la fuerza de los anticristos.
¿Qué decís, es difícil cooperar con otras personas? En realidad, no lo es. Incluso se podría decir que es fácil. Sin embargo, ¿por qué la gente sigue pensando que es difícil? Porque tienen un carácter corrupto. Para aquellos que poseen humanidad, conciencia y razón, cooperar con los demás es relativamente fácil, y pueden sentir que se trata de algo placentero porque no es fácil para nadie lograr las cosas por sí mismo y sea cual sea el campo en el que se involucre o lo que esté haciendo, siempre es bueno tener a alguien ahí para indicar las cosas y ofrecer ayuda; es mucho más fácil que hacerlo por tu cuenta. Además, hay límites en cuanto a lo que el calibre de las personas puede hacer o lo que ellas pueden experimentar. Nadie puede ser experto en todos los ámbitos. Es imposible que alguien pueda saberlo todo, ser capaz de todo, hacerlo todo; eso es imposible, y todo el mundo debería poseer tal razón. Y, así, hagas lo que hagas, ya sea importante o no, siempre necesitarás a alguien ahí para ayudarte, para señalarte el camino y darte consejos o cooperar contigo para hacer cosas. Es la única manera de asegurarse de que las harás del modo más correcto, de que cometerás menos errores, y será menos probable que te desvíes; se trata de algo bueno. Servir a Dios, en particular, es un asunto importante, ¡y no resolver tu carácter corrupto puede ponerte en peligro! Cuando la gente tiene un carácter satánico, se rebela contra Dios y se opone a Él en cualquier lugar y momento. La gente que vive según el carácter satánico puede negar, oponerse a Dios y traicionarlo en cualquier momento. Los anticristos son muy estúpidos, no se dan cuenta de ello, piensan: “Ya he tenido bastantes problemas para hacerme con el poder, ¿por qué iba a compartirlo con nadie? Dárselo a los demás significa que no tendré nada para mí, ¿verdad? ¿Cómo puedo demostrar mis talentos y habilidades sin poder?”. No saben que lo que Dios les ha encomendado a las personas no es poder o estatus, sino un deber. Los anticristos solo aceptan el poder y el estatus, dejan de lado su deber y no hacen ninguna labor real. Por el contrario, solo buscan la fama, el beneficio y el estatus, y lo único que quieren es hacerse con el poder, controlar al pueblo escogido de Dios y entregarse a los beneficios del estatus. Hacer las cosas de esta manera es muy peligroso: ¡es oponerse a Dios! Cualquiera que busque la fama, el beneficio y el estatus en vez de llevar a cabo el deber adecuadamente está jugando con fuego y con su vida. Los que hacen esto se pueden destruir a sí mismos en cualquier momento. Hoy, como un líder u obrero, estás sirviendo a Dios, lo cual no es algo corriente. No estás haciendo cosas para una persona, y mucho menos trabajando para pagar las facturas y poner comida en la mesa; en cambio, estás cumpliendo con tu deber en la iglesia. Y dado, en particular, que este deber proviene de la comisión de Dios, ¿qué implica cumplirlo? Que eres responsable ante Dios de tu deber, tanto si lo haces bien como si no; en última instancia, hay que rendir cuentas a Dios, tiene que haber un resultado. Lo que has aceptado es una comisión de Dios, una responsabilidad sagrada, así que da igual lo importante o lo insignificante que esta responsabilidad sea, es un asunto serio. ¿Cómo de serio es? A pequeña escala, se trata de si puedes obtener la verdad en esta vida y de cómo te contempla Dios. A una escala mayor, está directamente relacionado con tus posibilidades y tu destino, con tus resultados; si cometes maldades y te opones a Dios, serás condenado y castigado. Todo lo que haces cuando cumples con tu deber es registrado por Dios, y Dios tiene Sus propios principios y normas para calificar y evaluar; Dios determina tus resultados basándose en todo lo que manifiestas cuando cumples con tu deber. ¿Es un asunto serio? ¡Claro que sí! Entonces, si se te asigna una tarea, ¿eres tú el único responsable? (No). No puedes encargarte tú solo, pero sí requiere que te responsabilices de ella. Es tu responsabilidad; debes llevar a cabo tal encargo. ¿Qué implica? Implica la cooperación, cómo colaborar en el servicio, cómo colaborar para cumplir con tu deber, cómo colaborar para completar tu encargo, cómo colaborar para seguir la voluntad de Dios. Implica todo eso.
La cooperación armoniosa implica muchas cosas. Al menos, una de estas muchas cosas es permitir que los demás hablen y hagan sugerencias diferentes. Si eres realmente razonable, sin importar el tipo de trabajo que realices, primero debes aprender a buscar los principios-verdad, y también debes tomar la iniciativa de buscar las opiniones de otros. Mientras te tomes en serio todas las sugerencias, y luego resuelvas los problemas con un solo corazón y una misma mente, en esencia lograrás una cooperación armoniosa. De este modo, encontrarás muchas menos dificultades en tu deber. Más allá de los problemas que surjan, será fácil resolverlos y afrontarlos. Este es el efecto de la cooperación armoniosa. A veces surgen disputas por asuntos triviales, pero mientras no afecten al trabajo, no supondrán un problema. Sin embargo, en los asuntos clave y en los importantes que afectan al trabajo de la iglesia, debes llegar a un consenso y buscar la verdad para resolverlos. Como líder u obrero, si siempre te consideras por encima de los demás y te deleitas en tu deber como si este fuera un cargo público, siempre entregándote a los beneficios de tu estatus, siempre haciendo tus propios planes, considerando y disfrutando tu propia fama, ganancia y estatus, siempre ocupándote de tus propios asuntos, y siempre buscando ganar estatus mayor, manejar y controlar a más personas y extender el ámbito de tu poder, esto es un problema. Es muy peligroso tratar un deber importante como una oportunidad para disfrutar de tu posición como si fueras un funcionario del gobierno. Si siempre actúas así, sin deseo de trabajar con otros, sin querer diluir tu poder ni compartirlo con nadie ni permitiendo que ningún otro te haga sombra ni te robe el protagonismo, si solo quieres disfrutar del poder por tu cuenta, entonces eres un anticristo. Pero si buscas a menudo la verdad, si cuando practicas te rebelas contra la carne y contra tus motivaciones e ideas, y eres capaz de asumir la responsabilidad de colaborar con los demás de forma activa, abres tu corazón para consultar y buscar con otros, escuchas atentamente sus ideas y sugerencias, y aceptas los consejos que son correctos y están en consonancia con la verdad, venga de quien venga, entonces estás practicando de forma sabia y correcta y eres capaz de evitar tomar la senda incorrecta, lo que te protege. Has de olvidarte de los títulos de liderazgo, dejar de lado las inmundas ínfulas de estatus, tratarte a ti mismo como una persona corriente, ponerte al mismo nivel que los demás y tener una actitud responsable hacia tu deber. Si siempre tratas tu deber como un título oficial y un estatus, o como una especie de laurel, e imaginas que los demás están ahí para servir a tu posición y trabajar para ella, es un problema, y Dios te detestará y se disgustará contigo. Si crees que eres igual a los demás, que solo tienes un poco más de comisión y responsabilidad de Dios, si puedes aprender a equipararte con ellos, e incluso puedes rebajarte a preguntar lo que piensan los demás, y si puedes escuchar con seriedad, atención y cuidado lo que dicen, entonces cooperarás en armonía con los demás. ¿Qué efecto tendrá esta cooperación armoniosa? El efecto es enorme. Ganarás cosas que nunca habías tenido, que son la luz de la verdad y las realidades de la vida; descubrirás las virtudes de los demás y aprenderás de sus puntos fuertes. Hay algo más: tú concibes a los demás como estúpidos, poco inteligentes, tontos, inferiores a ti, pero cuando prestes atención a sus opiniones, o cuando otras personas se abran a ti, descubrirás, sin darte cuenta, que nadie es tan ordinario como crees, que todos pueden ofrecer pensamientos e ideas diferentes, y que todos tienen sus propios méritos. Si aprendes a cooperar en armonía, además de ayudarte a aprender de los puntos fuertes de los demás, eso puede revelar que eres arrogante y sentencioso, y hará que dejes de imaginar que eres inteligente. Cuando dejes de considerarte más inteligente y mejor que los demás, dejarás de vivir en ese estado narcisista y de autoapreciación. Y eso te protegerá, ¿verdad? Esta es la lección que debes aprender y el beneficio que debes obtener al cooperar con otros.
En Mi trato con las personas, escucho con atención lo que dice la mayoría. Me empeño en examinar a personas de todo tipo, escucharlas hablar y estudiar el lenguaje y el estilo que emplean al hacerlo. Se solía dar por sentado, por ejemplo, que, debido a que la mayoría de las personas solo tienen una educación muy básica y no conocen las habilidades inherentes a un oficio, no es necesario interactuar con ellas. En realidad, no es cierto. Cuando entras en contacto con ellas, o incluso con algunas personas excepcionales, eres capaz de comprender cosas que albergan en lo más profundo de su corazón que no eres capaz de ver ni percibir, como sus pensamientos y puntos de vista, algunos de los cuales están distorsionados y otros son correctos. Por supuesto, esa “corrección” puede estar muy lejos de la verdad; puede no tener nada que ver con ella, pero te permitirá conocer más aspectos de la naturaleza humana. ¿No te resultará positivo? (Sí). En eso consiste la percepción; es una forma de mejorar la tuya. Algunos dirán: “¿Para qué mejorar nuestra percepción?”. Es beneficioso para tu comprensión, discernimiento y disección de los distintos tipos de personas, y aún más para tu capacidad para ayudarlas. Esa es la senda en la que se hace gran parte del trabajo. Algunas personas son falsamente espirituales y piensan: “Ahora que creo en Dios, no les presto atención a los medios de comunicación, no veo los noticieros ni leo los periódicos. No interactúo con el mundo exterior. Todas las personas, de todas las profesiones y condiciones sociales, ¡son diablos!”. Bueno, te equivocas. Si tienes la verdad, ¿sigues teniendo miedo de relacionarte con diablos? Incluso Dios tiene que tratar a veces con Satanás en el reino espiritual. ¿Cambia Él por eso? Ni un poco. Tienes miedo de tratar con diablos y, en ese miedo, hay un problema. Lo que en realidad es de temer es que no entiendas la verdad, que tu comprensión y punto de vista acerca de la fe en Dios y la verdad sean incorrectos, que tengas muchas nociones y figuraciones, y que estés siendo demasiado dogmático. Por eso, tanto si eres líder como obrero o jefe de un grupo, sea cual sea el trabajo del que seas responsable y el papel que desempeñes, debes aprender a cooperar con los demás y a tratar con ellos. No pregones ideas grandilocuentes ni finjas siempre ser superior para que la gente te haga caso. Si siempre estás pregonando ideas grandilocuentes y nunca eres capaz de poner en práctica la verdad ni de cooperar con los demás, te estás poniendo en ridículo. ¿Quién te hará caso entonces? ¿Cómo se produjo la caída de los fariseos? Siempre predicaban teorías teológicas y pregonaban ideas grandilocuentes. Y, mientras lo hacían, ya no llevaban a Dios en su corazón; lo negaban e incluso se valían de las nociones, leyes y preceptos del hombre para condenar a Dios y oponerse a Él, y para clavarlo en la cruz. Sujetaban sus Biblias todo el día, las leían y estudiaban, y eran capaces de recitar las Escrituras con fluidez. ¿Y cuál fue el resultado? No sabían dónde está Dios ni cuál es Su carácter, y aunque Él había expresado muchas verdades, no aceptaron ni una pizca de ellas, sino que se opusieron a Él y lo condenaron. ¿Acaso no fue ese su fin? Sabéis muy bien cuáles fueron los resultados. ¿Tenéis puntos de vista tan falaces en vuestra fe en Dios? ¿No estáis cerrados? (Lo estamos). ¿Me veis a Mí cerrarme? En ocasiones leo el periódico o veo entrevistas a invitados especiales y otros programas por el estilo; algunas veces charlo ociosamente con los hermanos y hermanas y otras, con alguien que está cocinando o limpiando. Converso un rato con cualquiera que veo. No pienses que, por haber asumido una tarea, por tener algún talento especial o incluso por haberte encargado de una misión especial, eres más especial que los demás. No es cierto. En cuanto te creas más especial que los demás, ese punto de vista equivocado te encerrará imperceptiblemente en una jaula; construirá una muralla de hierro y bronce entre ti y el exterior. Entonces, sentirás que estás por encima de todos, que no puedes hacer esto y aquello, que no puedes hablar o tener comunicación con tal o cual persona, que ni siquiera te puedes reír. ¿Y qué ocurre al final? ¿En qué te conviertes? (En alguien solitario y aislado). Te vuelves alguien solitario y aislado. Fíjate cómo los emperadores de antaño siempre decían cosas como “Yo, en mi soledad, soy esto y lo otro”; “Yo, en solitario, soy esto y lo otro”; “Yo, a solas, pienso”; siempre declaraban estar solos. Si te declaras siempre solo, ¿cuán grande has de creerte? ¿Tan grande que realmente te has convertido en el hijo del cielo? ¿Es eso lo que eres? En esencia, eres una persona corriente. Si siempre te crees grande y extraordinario, tendrás problemas. Saldrá mal. Si gestionas tus asuntos mundanos con un punto de vista tan equivocado, las formas y los medios de tus acciones cambiarán, tus principios cambiarán. Si siempre piensas que eres diferente, que estás por encima de todos los demás, que no debes hacer tal o cual cosa, que hacerlas está por debajo de tu estatus y posición, ¿no saldrá todo mal? (Así es). Pensarás: “Con un estatus como el mío, ¡no puedo contarles todo a los demás así, sin más!”. “Con un estatus como el mío, ¡no puedo decirles a los demás que soy rebelde!”. “Con una posición como la mía, no puedo contarles cosas tan denigrantes como mis debilidades, defectos, errores y faltas de educación. ¡No puedo permitir en absoluto que alguien se entere de esas cosas!”. Sería agotador, ¿no? (Sí). Si vivieras de una forma tan agotadora, ¿podrías cumplir bien con tu deber? (No). ¿Dónde surge el problema? Surge de tus puntos de vista sobre tu deber y tu estatus. Independientemente de lo gran “funcionario” que seas y del cargo que ocupes, y sea cual sea el número de personas que tengas a tu cargo, en realidad, no es más que un deber diferente. No eres distinto de los demás. No puedes verlo como realmente es, sino que en el corazón siempre sientes: “No es un deber diferente; en realidad, se trata de una diferencia de posición. Necesito estar por encima de los demás. ¿Cómo voy a cooperar con ellos? Bien podrían cooperar ellos conmigo, ¡yo no puedo hacerlo!”. Si siempre piensas así, siempre deseas sobresalir, siempre quieres que los demás te aúpen a hombros, estar por encima de ellos y mirarlos por encima del hombro, no te será fácil cooperar con las personas. Siempre pensarás: “¿Qué sabrá esa persona? Si supiera cosas, los hermanos y hermanas la habrían elegido como líder. Entonces, ¿por qué me eligieron a mí? Porque soy mejor. Por lo tanto, no debería debatir ningún asunto con esa persona. Si lo hiciera, significaría que no soy grande. Para demostrar que lo soy, no puedo discutir asuntos con nadie. No hay nadie apto para discutir sobre el trabajo conmigo, ¡nadie en absoluto!”. Así piensan los anticristos.
En China continental, el Partido Comunista reprime las creencias religiosas. Es un entorno terrible. Quienes creen en Dios corren el peligro de ser detenidos en cualquier momento, por lo que los líderes y los obreros no se reúnen con tanta frecuencia. A veces, ni siquiera pueden celebrar reuniones entre compañeros una vez al mes; para hacerlo, esperan a que las condiciones lo permitan o hasta encontrar un lugar adecuado. ¿Cómo se lleva a cabo el trabajo? Cuando se organiza el trabajo, hay que encontrar a alguien que lo transmita. Una vez encontramos a un hermano de nuestra zona para que transmitiera la organización del trabajo a un líder de la región. Este hermano era un creyente corriente y, cuando le hizo saber la organización del trabajo, el líder la leyó y dijo: “¡Eh! Esto es lo que esperaba”. ¿De qué alardeaba delante de ese hermano? Estaba dándose aires para que cualquiera que mirara dijera: “Vaya, qué seriedad. ¡Qué estilo!”. Y eso no es nada; después de eso, dijo: “¿Este es el tipo al que envían a entregarme la organización del trabajo? Su rango no es lo suficientemente alto”. Que significaba lo siguiente: “Soy un líder de la región, un líder importante. ¿Cómo es posible que envíen a un creyente ordinario a entregarme cosas? ¿No es extralimitarse? Lo alto sí que me desprecia. Soy un líder de la región, por lo que al menos deberían haber enviado a un líder de distrito para entregarlo y, sin embargo, consiguieron a un creyente común y corriente para hacerlo, ¡su rango no es lo suficientemente alto!”. ¡Vaya clase de persona es este líder! ¿Cuánto se precia de su estatus para decir que el mensajero no tiene suficiente rango? Utiliza su título como pretexto para hacer valer su autoridad. ¿No es algo propio del diablo? (Lo es). Es propio del diablo, sí. En el trabajo de la iglesia, ¿somos quisquillosos con quién se envía a entregar cosas o a dar avisos? En un entorno como el de la China continental, los hermanos y hermanas afrontan riesgos muy grandes mientras se dirigen a hacer entregas. Sin embargo, cuando este hermano llegó con la organización del trabajo, el líder le dijo que no tenía el rango suficiente, dando a entender que debieran haber buscado a alguien con suficiente rango, alguien que se correspondiera con el líder en términos de posición y estatus, y que hacer lo contrario era menospreciar al líder. ¿No es ese el carácter de un anticristo? (Lo es). Es el carácter de un anticristo. Esta persona endiablada no puede hacer ningún trabajo real ni tiene habilidades. Sin embargo, aun así, hace ese tipo de exigencias y pone tal énfasis en el estatus. ¿Cuál era su latiguillo? “Su rango no es lo suficientemente alto”. A quien habla con él, le pregunta primero: “¿Qué nivel de líder eres? ¿El responsable de un grupo pequeño? Fuera de aquí, tu rango no es lo suficientemente alto”. Si es el hermano en lo Alto el que celebra una reunión, siempre seguirá adelante y dirá: “Este hermano es el más grande entre los líderes de la iglesia, y yo le sigo. Donde él se siente, yo estaré a su lado, de acuerdo con el rango”. Así de claro lo tiene él. ¿No es un descaro? (Sí). Es un auténtico descaro. ¡No tiene conocimiento de sí mismo! ¿Qué tan descarado es? Lo suficiente como para disgustar a las personas. Aunque tenga el título de líder, ¿qué es capaz de hacer? ¿Qué tan bien lo hace? Necesita mostrar algunos resultados antes de poder alardear de su preparación. Eso sería lo adecuado; eso sería lo lógico. Sin embargo, diferencia a las personas de acuerdo con su rango, ¡sin haber conseguido ningún resultado, sin haber realizado ningún trabajo! ¿Y cuál es su rango entonces? Como líder de la región, no ha hecho mucho trabajo real; está por debajo de este rango. Si tuviera que diferenciar a las personas según su rango, ¿podría alguien estar a Mi altura? No. ¿Veis que hago diferencias en función del rango cuando interactúo con las personas? No. Independientemente de con quién me encuentre, hablo un poco con ellos si puedo, y si no tengo tiempo, los saludo y ya está. Ese anticristo, sin embargo, no piensa así. Para él, la posición, el estatus y el valor social son más importantes que nada, incluso más valiosos que su propia vida. ¿Marcáis diferencias en función del rango cuando hacéis vuestros deberes juntos? Algunas personas marcan las diferencias con respecto al rango en todo lo que hacen; a la mínima, dirán que otras personas están sobrepasando su rango en el trabajo que hacen y en los comunicados que dan. ¿Qué rango están sobrepasando? Primero cumple bien con tu deber. No sabes hacer bien ningún deber ni ningún trabajo y aun así sigues marcando diferencias en función del rango. ¿Quién te ha pedido que lo hagas? Todavía no es el momento de hacer diferenciaciones basadas en el rango. Lo estás haciendo demasiado pronto; no te conoces. Hay veces en las que vamos a un sitio y nos encontramos con personas para resolver un problema. ¿Buscamos a las personas adecuadas en función de su rango? Básicamente, no. Si eres el responsable del trabajo, iremos a buscarte y si no estás, buscaremos a otro. No diferenciamos rangos, ni estatus, ya sea alto o bajo. Si alguien se encarga de hacer esas diferenciaciones, no tiene conocimiento de sí mismo ni entiende los principios. Si estableces diferencias basadas en el estatus, el rango y los títulos en la casa de Dios con tanta minuciosidad como lo hacen los no creyentes, ¡entonces realmente careces de razón! No entiendes la verdad; te falta mucho. No entiendes en qué consiste creer en Dios.
Acabamos de hablar sobre la práctica de colaborar con otros. ¿Resulta fácil colaborar con otros? Cualquiera que pueda buscar la verdad, que tenga un poco de sentido de la vergüenza y humanidad, conciencia y razón, puede practicar la colaboración con otros. Son las personas sin humanidad, que siempre desean tener el monopolio del estatus, que siempre piensan en su propia dignidad, estatus, fama y ganancia, las que no pueden colaborar con nadie. Por supuesto, esta es también una de las principales manifestaciones de los anticristos; no colaboran ni pueden lograr una colaboración armoniosa con nadie. No ponen en práctica ese principio. ¿A qué se debe? A que no están dispuestos a ceder el poder; no están dispuestos a permitir que otros sepan que hay cosas que ellos no pueden ver con claridad, que existen asuntos sobre los que necesitan pedir consejos. Le presentan a la gente una ilusión, le hacen creer que no hay nada que ellos no puedan hacer, nada que no sepan, nada en lo que sean ignorantes, que tienen todas las respuestas y que para ellos todo es factible, posible y alcanzable; que no necesitan a los demás ni ayuda, recordatorios o consejos de otros. Ese es un motivo. ¿Cuál es el carácter más evidente de los anticristos, aparte de ese? Es decir, ¿cuál es el carácter que puedes ver más claramente cuando te encuentras con ellos con solo oír una o dos frases? La arrogancia. ¿Cuán arrogantes son? Su arrogancia va más allá de la razón, es similar a una enfermedad mental. Por ejemplo, si al tomar un sorbo de agua lucen atractivos, lo mencionarán como algo de lo cual presumir: “Mirad lo bien que me veo cuando bebo agua”. Son particularmente buenos haciendo alarde de sí mismos y fanfarroneando; son especialmente descarados y desvergonzados. Ese tipo de cosa son los anticristos. Para ellos, nadie está a su altura. Son muy hábiles para presumir y carecen por completo de autoconocimiento. Algunos anticristos son bastante feos. Sin embargo, piensan que su cara ovalada, sus ojos con forma de almendra y sus cejas arqueadas los hacen ver bien. No tienen siquiera esta pizca de autoconocimiento. Cuando una persona promedio alcanza los 30 o 40 años, puede evaluar, con mayor o menor precisión, su propia apariencia y sus capacidades. Los anticristos, en cambio, no poseen esa racionalidad. ¿Qué problema se presenta aquí? Que su carácter arrogante ha excedido los límites de la racionalidad normal. ¿Cuán arrogantes son? Aunque tengan la apariencia de un sapo, dirán que se ven como un cisne. En esto hay algo así como una incapacidad para distinguir lo que es de lo que no es y para evitar dar vuelta las cosas. Tal grado de arrogancia llega al punto de la desvergüenza; es incontenible. Cuando las personas comunes hablan bien de su propia apariencia, lo encuentran inmencionable y se sienten incómodas. Después de haberlo hecho se sienten avergonzadas por el resto del día y se ruborizan. Los anticristos no se ruborizan. Se elogian por aquello que han hecho bien, por sus fortalezas y por cualquier aspecto en el que sean buenos y mejores que otros. Estas palabras simplemente brotan de su boca como si fueran parte del habla normal. ¡Ni siquiera se sonrojan! Es una arrogancia que supera toda medida, vergüenza o racionalidad. Por eso, a ojos de los anticristos, toda persona normal —en especial toda persona que busca la verdad, que posee la conciencia y la razón de la humanidad normal y un pensamiento normal— es mediocre, no tiene talento digno de mención, es inferior a ellos y carece de sus fortalezas y virtudes. Es justo decir que no desean colaborar ni debatir las cosas con nadie en ningún caso porque son altivos y creen que nadie está a su altura. Puede que escuchen sermones, lean las palabras de Dios y entiendan lo que estas ponen al descubierto o sean podados de vez en cuando, pero, de todas maneras, no admitirán haber puesto en evidencia su corrupción ni haber cometido una transgresión y mucho menos haber sido arrogantes y sentenciosos. No son capaces de comprender que son solo personas comunes, de un calibre común. No pueden entender tales cosas. Como sea que los podes, seguirán pensando que su calibre es el correcto, que son superiores a la gente normal. ¿No es esto irremediable? (Así es). Es irremediable. Así es un anticristo. Sin importar cómo se lo pode, simplemente no es capaz de bajar la cabeza y admitir que es un incompetente, que es un inútil. Para él, admitir sus problemas, sus fallas o su corrupción sería como ser condenado, como perecer. Esa es su forma de pensar. Cree que, en cuanto otros noten sus defectos o él reconozca que su calibre es pobre y que carece de entendimiento espiritual, su fe en Dios perderá energía y no le encontrará sentido, porque su estatus ya no estará asegurado; lo habrá perdido. Piensa: “¿Tiene algún sentido vivir sin estatus? ¡Sería mejor morir!”. Y si tiene estatus, su arrogancia es incontenible y hace cosas malas de manera descontrolada; y en caso de que se choque con una pared y sea podado, querrá abandonar su cargo y se volverá negativo y holgazán. ¿Quieres que actúe de acuerdo con los principios-verdad? Ni lo pienses. ¿Qué es lo que cree? “¿Y si mejor me das un cargo y me dejas actuar por mi cuenta? ¿Quieres que colabore con otros? ¡Imposible! No me busques un compañero, no lo necesito; nadie es apto para serlo. O simplemente no me uses a mí, ¡haz que lo haga otro!”. ¿Qué tipo de criatura es esta? “Solo puede haber un macho alfa”. Esa es la mentalidad de los anticristos y así es como se muestran. ¿No es esto irremediable? (Así es).
En el primer punto, que dice que los anticristos son incapaces de colaborar con nadie, ¿qué conlleva ese “incapaces”? Que no colaboran con nadie y que no logran colaborar con otros. ¿No son estas dos variantes de ello? Los dos significados están implícitos en él, tal como lo determina la esencia de los anticristos. Aunque puede que otros trabajen junto con ellos, la esencia no será de verdadera colaboración; los demás solo son criados, les proporcionan apoyo, haciendo recados y ocupándose de ciertos asuntos por ellos. Esto está muy lejos de ser considerado una colaboración. Entonces, ¿cómo se define la “colaboración”? De hecho, su objetivo principal es llegar a comprender los principios-verdad, actuar de acuerdo con ellos, resolver cada problema, tomar las decisiones correctas —decisiones que estén de acuerdo con los principios, sin desviaciones— y reducir los errores en el trabajo, de manera que todo lo que hagas resulte en el desempeño de tu deber, evitando actuar conforme a tus deseos y causar disturbios. La primera manifestación de que los anticristos quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios, es que son incapaces de colaborar con nadie. Algunos pueden decir: “Ser incapaz de colaborar con nadie no es lo mismo que querer que los demás se sometan solo a ellos”. Ser incapaz de colaborar con nadie significa que no hacen caso a las palabras de nadie ni solicitan las sugerencias de nadie, ni siquiera buscan las intenciones de Dios ni los principios-verdad. Simplemente, actúan y se comportan según su propia voluntad. ¿Qué está implícito en esto? Que ellos son quienes reinan en su trabajo, no la verdad ni Dios. Así que el principio de su trabajo es lograr que otros obedezcan lo que ellos dicen y que los traten como si ellos fueran la verdad, como si fueran Dios. ¿No es esa su naturaleza? Algunos dirán: “Si no son capaces de colaborar con nadie, quizá es porque comprenden la verdad y no necesitan colaborar”. ¿Es eso lo que está sucediendo? Cuanto alguien más entiende y practica la verdad, más fuentes consulta e indaga a la hora de actuar, y más debate y comparte las cosas con la gente, en un esfuerzo por minimizar los daños y las posibilidades de que ocurran errores. Mientras más entiende la verdad una persona, más razón posee y más dispuesta está a colaborar con otros. ¿No es así? Y quien menos dispuesto está a colaborar con otros y menos capaz es de hacerlo, el que no hace caso ni contempla las sugerencias de nadie más, quien al actuar no tiene en cuenta los intereses de la casa de Dios y es renuente a indagar si sus acciones se ajustan a los principios-verdad, menos aún busca la verdad y la entiende. ¿Qué es lo que cree erróneamente? “Los hermanos y hermanas me han elegido para ser su líder y dios me ha dado esta oportunidad de serlo, así que todo lo que hago está de acuerdo con la verdad. Cualquier cosa que haga es correcta”. ¿No es un malentendido? ¿Por qué tendría semejante malentendido? Algo es seguro; tales personas no aman la verdad y, además, simplemente no la comprenden. No hay ninguna duda de eso.
Los anticristos son incapaces de colaborar con nadie. Este es un problema grave. En cualquier deber que un anticristo esté llevando a cabo, sin importar quién lo acompañe, siempre habrá conflictos y disputas. Algunos pueden decir: “Si está a cargo de la limpieza y asea las habitaciones todos los días, ¿en qué sentido es poco cooperativo con los demás?”. Hay un problema de carácter. Independientemente de la persona con quién esté interactuando o haciendo un trabajo, siempre la desdeñará, siempre querrá darle lecciones para asegurarse de que haga lo que él dice. ¿Diríais que una persona así puede ser colaboradora con los demás? No puede ser colaboradora con nadie porque su carácter corrupto es demasiado grave. No solo no puede colaborar con otros, siempre está dándoles lecciones y limitándolos desde arriba; siempre quiere sentarse a horcajadas sobre los hombros de la gente y forzarla a que lo obedezca. No se trata de un mero problema de carácter, también existe un serio problema en su humanidad. No tiene conciencia ni razón. Así son las personas malvadas. No pueden colaborar con nadie; no pueden llevarse bien con nadie. ¿Qué aspectos de la humanidad tienen en común las personas? ¿Cuáles de ellas son compatibles? Tienen en común la conciencia y la razón y su actitud de amor hacia la verdad. Si ambas partes poseen tal humanidad normal, pueden llevarse bien. De lo contrario, no pueden. Y si una la posee y la otra no, tampoco pueden. La gente buena y la gente mala no pueden llevarse bien; las personas benevolentes no pueden llevarse bien con las malvadas. Se deben dar ciertas condiciones para que las personas se lleven bien unas con otras normalmente: antes de poder colaborar unas con otras, deben tener, al menos, una conciencia y razón y ser pacientes y tolerantes. La gente debe tener las mismas opiniones para poder colaborar al llevar a cabo un deber; debe recurrir a las fortalezas del otro y subsanar sus propias debilidades, y ser paciente y tolerante, y tener un punto de referencia para su comportamiento. Esa es la manera de llevarse bien en armonía. Aunque a veces puede haber conflictos y disputas, la colaboración puede continuar o, al menos, no surgen enemistades. Si una persona no tiene dicho punto de referencia y carece de conciencia y racionalidad y hace las cosas concentrándose en los beneficios, buscando únicamente obtenerlos, deseando en todo momento beneficiarse a expensas de otros, la colaboración será imposible. Así son las cosas entre las personas malvadas y entre los reyes diablos, quienes combaten entre sí sin descanso. Los diversos espíritus malignos del reino espiritual no son compatibles entre ellos. Aunque en algunas ocasiones puede que los diablos formen consorcios, todo gira en torno de la explotación mutua para lograr sus propios objetivos; su consorcio es temporario y, más temprano que tarde, se destruye por sí solo. Lo mismo sucede entre las personas. Las personas sin humanidad son las manzanas podridas que echan a perder el cesto; solo es sencillo colaborar con aquellas que tienen humanidad normal, que son pacientes y tolerantes, capaces de hacer caso a las opiniones de los demás y de dejar de lado su estatus en el trabajo que realizan para hacerlo debatiendo con los otros. Ellas también tienen actitudes corruptas y siempre quieren que los demás les hagan caso —ellas también tienen esa intención—, pero, dado que tienen una conciencia y razón, que pueden buscar la verdad, que se conocen a ellas mismas y que sienten que hacer algo así no es apropiado, se lo reprochan y son capaces de restringirse, sus maneras y métodos de hacer las cosas cambiarán poco a poco. Por consiguiente, serán capaces de colaborar con otros. Revelan un carácter corrupto, pero no son personas malvadas y no tienen la esencia de los anticristos, así que no tendrán mayores problemas para colaborar con los demás. Si fuesen personas malvadas o anticristos, no serían capaces de hacerlo. Así es como son todas las personas malvadas y los anticristos de quienes la casa de Dios se deshace. No son capaces de colaborar con nadie y, como resultado, se los pone en evidencia y se los descarta. Sin embargo, hay muchas personas con el carácter de los anticristos, que transitan la senda de estos, que tras haber sido sometidas a una extensa poda pueden aceptar la verdad, arrepentirse de corazón y ser pacientes y tolerantes con otros. Esas personas son capaces de llegar, gradualmente, a la colaboración armoniosa con otros. Los anticristos por sí solos son incapaces de colaborar con nadie. Sin importar cuánto carácter corrupto revelen, no buscarán la verdad para corregirlo, sino que seguirán insistiendo en su propio camino, sin escrúpulos y descontrolados. No solo no pueden colaborar en armonía con otros, sino que si notan que alguien los ha discernido y está disgustado con ellos, buscarán atormentar a esa persona y adoptar una actitud exclusivista y hostil hacia ella, y seguirán siendo hostiles hacia ella a costa de cualquier interferencia con la obra de la iglesia. Esta es la esencia-naturaleza de los anticristos.
¿Qué lecciones deberíais aprender al formaros para colaborar en armonía? Aprender a colaborar es un elemento de la práctica de amar la verdad y también una señal de ello. Es una de las maneras en las que queda de manifiesto que una persona tiene conciencia y racionalidad. Puede que tú digas que tienes una conciencia, dignidad y racionalidad, pero si no puedes colaborar con nadie ni llevarte bien con tu familia, con los extraños o con tus amigos y tus interacciones se desbaratan, y tienes disputas interminables cuando haces tareas compartidas y esto te genera enemigos, si eres siempre así de incapaz de llevarte bien con nadie, estás en peligro. Si dicho comportamiento está entre todos los que forman parte de tu carácter corrupto o es uno de los tantos que tienes que no se ajustan a la verdad y no es más que un comportamiento, uno que ya conoces y respecto al que estás constantemente indagando y cambiando, aún tienes una oportunidad. Todavía hay posibilidad de salvación, no es un gran problema. Pero si eres una persona así en esencia, incapaz de llevarte bien con nadie de manera intrínseca y hablar de ello no sirve de nada, simplemente no puedes dominarlo, entonces es un problema grave. Si no lo tomas como algo digno de mención, independientemente de cómo se te hable de la verdad, sino que sientes que no es un problema tan importante, que es tu vida normal, que es la principal manera en la que se manifiesta tu carácter corrupto, posees la esencia de un anticristo. Y si esa es tu esencia, es un asunto diferente a que transites la senda de los anticristos. Algunas personas transitan la senda de los anticristos y algunas son anticristos. ¿Es diferente? (Sí). Quienes transitan la senda de los anticristos presentan estos comportamientos de anticristos en sus acciones; revelan el carácter de un anticristo de una forma más visible y obvia que la persona promedio, pero siguen siendo capaces de trabajar conforme a la verdad y tienen humanidad y racionalidad. Si una persona no puede hacer ningún tipo de trabajo positivo en absoluto y todo lo que hace, en cambio, es presentar estos comportamientos de los anticristos, estas revelaciones de la esencia de un anticristo, si todo el trabajo que hace y los deberes que lleva a cabo involucran esas revelaciones y en ningún aspecto se ajustan a la verdad, en ese caso, es un anticristo.
Algunos líderes y obreros han revelado a menudo en el pasado las actitudes de un anticristo: eran libertinos y arbitrarios, y siempre era a su manera o nada. Sin embargo, no cometían ninguna maldad evidente y su humanidad no era tan mala. Al ser podados, al recibir ayuda de los hermanos y hermanas, o al ser transferidos o reemplazados, tras ser negativos durante algún tiempo, finalmente se dan cuenta de que lo que antes revelaban eran actitudes corruptas, están dispuestos a arrepentirse e incluso piensan: “Lo que más importa es continuar realizando mi deber, pase lo que pase. Aunque estaba caminando por la senda de un anticristo, no fui clasificado como tal. Esa es la misericordia de Dios, así que debo trabajar en mi fe y en mi búsqueda con ahínco. En el camino de la búsqueda de la verdad, nada es incorrecto”. Poco a poco dan un giro, y acaban arrepintiéndose. Existen buenas manifestaciones en ellos, cuando llevan a cabo su deber, son capaces de buscar los principios-verdad, y también los buscan cuando se relacionan con otros. En todos los aspectos, entran en una dirección positiva. ¿Acaso no han cambiado? Han pasado de caminar por la senda de los anticristos a caminar por la senda de la práctica y la búsqueda de la verdad. Les queda esperanza y una oportunidad de poder alcanzar la salvación. ¿Puedes clasificar a tales personas como anticristos porque una vez exhibieron ciertas manifestaciones de un anticristo o caminaron la senda de estos? No. Los anticristos prefieren morir a arrepentirse. No tienen sentido de la vergüenza; además, son crueles, de carácter perverso, y sienten aversión por la verdad al extremo. ¿Puede alguien que siente aversión por la verdad ponerla en práctica o arrepentirse? Eso sería imposible. Que sienta una aversión tan absoluta por la verdad significa que jamás se arrepentirá. Existe algo innegable acerca de las personas que son capaces de arrepentirse y es que han cometido errores, pero pueden aceptar el juicio y castigo de las palabras de Dios, son capaces de aceptar la verdad y de intentar con todas sus fuerzas colaborar en el cumplimiento de sus deberes, tomando las palabras de Dios como sus máximas personales y convirtiéndolas en la realidad de sus vidas. Aceptan la verdad y, en el fondo, no sienten aversión por ella. ¿No es esta la diferencia? Lo es. Los anticristos, sin embargo, no se conforman con rehusarse a ser podados, sino que tampoco escuchan a nadie cuyas palabras se ajusten a la verdad, y no creen que las palabras de Dios sean la verdad ni las reconocen como tales. ¿Cuál es su naturaleza? La de sentir aversión por la verdad y odiarla hasta un grado extremo. Cuando cualquiera habla sobre la verdad o da su testimonio vivencial, sienten un profundo rechazo y son hostiles hacia él. Si alguien en la iglesia difunde diversos razonamientos ridículos y perversos y dice cosas absurdas e ilógicas, se sienten muy felices; se unen a ellos de inmediato y nadan en el lodazal con ellos en estrecha colaboración. Es un caso de “Dios los cría y el viento los amontona”, de “entre iguales se entienden”. Si escuchan al pueblo escogido de Dios hablar sobre la verdad o del testimonio vivencial de su autoconocimiento y de su arrepentimiento sincero, se ponen nerviosos hasta exasperarse y se ponen a pensar en cómo excluir y atacar a esa persona. En pocas palabras, no miran con cariño a nadie que persiga la verdad. Quieren excluirlo y ser su enemigo. Les agrada mucho cualquiera que tenga la habilidad de presumir predicando palabras y doctrinas y lo aprueban en gran medida, como si hubiesen encontrado un confidente, un compañero de viaje. Si alguien dijera: “Quien trabaje más y haga la contribución más grande será recompensado y coronado y reinará junto con dios”, se emocionarían sin fin y tendrían un ataque de fervor. Sentirían que son muy superiores al resto, que por fin sobresalen entre la multitud, que ahora hay lugar para que se muestren y exhiban su valor. Se sentirán entonces muy satisfechos. ¿No es eso sentir aversión por la verdad? Supón que les dices en una enseñanza: “A Dios no le gustan las personas como Pablo, y las que más le disgustan son las que transitan la senda de los anticristos y las que van por ahí diciendo: ‘Señor, Señor, ¿acaso no he trabajado mucho para Ti?’. No le agradan las personas que se pasan todo el día rogándole una recompensa y una corona”. Indudablemente, estas palabras son la verdad, pero ¿qué sentimiento les queda cuando escuchan dicha enseñanza? ¿Dicen “Amén” y aceptan tales palabras? ¿Cuál es su primera reacción? Repugnancia interna y renuencia a escuchar. Lo que quieren decir es: “¿Cómo puedes estar seguro de lo que estás diciendo? ¿Acaso tú tienes la última palabra? ¡No creo lo que estás diciendo! Haré lo que tenga que hacer. Seré como Pablo y le pediré una corona a dios. ¡Así podré ser bendecido y tener un buen destino!”. Insisten en afirmar los puntos de vista de Pablo. ¿No están luchando contra Dios de esa manera? ¿No es obvio que se oponen a Dios? Él ha puesto en evidencia y ha diseccionado la esencia de Pablo; ha dicho mucho sobre el tema y cada porción de eso es la verdad. Sin embargo, estos anticristos no aceptan la verdad o el hecho de que todas las acciones y comportamientos de Pablo se oponían a Dios. En su mente, todavía cuestionan: “Si tú dices algo, ¿quiere decir que es correcto? ¿Bajo qué fundamentos? Para mí, lo que Pablo dijo e hizo parece correcto. No hay nada incorrecto en ello. Estoy buscando una corona y una recompensa, ¡soy capaz de eso! ¿Puedes detenerme? Seguiré trabajando y, una vez que haya trabajado lo suficiente, tendré un capital. Habré hecho una contribución y entonces podré entrar en el reino de los cielos y ser recompensado. ¡No hay nada malo en eso!”. Así de obstinados son. No aceptan la verdad en lo más mínimo. Puedes hablarles de la verdad, pero no lograrás que lo entiendan, sienten aversión hacia ella. Esa es la actitud de los anticristos hacia las palabras de Dios, la verdad y también hacia Dios. Y así, ¿qué sentís cuando habéis escuchado la verdad? Sentís que no la estáis persiguiendo y que no la entendéis. Sentís que aún no estáis a su altura y que deberéis esmeraros en pos de la realidad-verdad. Y en cualquier momento en que os comparáis con las palabras de Dios, sentís que os falta mucho, que vuestro calibre es escaso y que carecéis de comprensión espiritual, que aún sois superficiales y que todavía hay perversidad en vosotros. Entonces, os volvéis negativos. ¿No es ese vuestro estado? Los anticristos, por otro lado, nunca se sienten negativos. Siempre están entusiasmados, jamás reflexionan sobre sí mismos ni se conocen, sino que piensan que no tienen problemas graves. Así son las personas que siempre son arrogantes y sentenciosas: en cuanto toman el poder en sus manos, se convierten en anticristos.
II. Disección del deseo y la ambición constantes de los anticristos de controlar y conquistar a la gente
Continuaremos charlando sobre el siguiente punto: los anticristos tienen la ambición y el deseo constantes de controlar y conquistar a la gente. Es un problema más grave que el de su incapacidad para cooperar con nadie. ¿Qué tipo de personas diríais que son aquellas a las que les gusta controlar y conquistar a los demás? ¿Qué tipo de persona tiene la ambición y el deseo de controlar y conquistar a los demás? Os daré un ejemplo. Quienes se sienten especialmente atraídos por el estatus, ¿disfrutan de controlar y conquistar a los demás? ¿No son acaso de la calaña de los anticristos? Desorientan, controlan y subyugan a otras personas, que luego los veneran y les hacen caso. Así se ganan el aprecio y el respeto de la gente y consiguen que esta los venere y los admire. ¿No hay entonces un lugar para ellos en el corazón de las personas? Si no convencieran a la gente ni lograran su aprobación, ¿los venerarían? De ninguna manera. Por eso, una vez que estas personas han alcanzado cierto estatus, tienen todavía que convencer a los demás, ganárselos por completo y hacer que las admiren. Solo entonces la gente los venerará. Ese es un tipo de persona. Hay otro; los que son especialmente arrogantes. Tratan a la gente de la misma manera: empiezan por subyugarla, haciendo que todos los veneren y admiren, y solo entonces se dan por satisfechos. A las personas muy crueles también les gusta controlar a los demás, que la gente les haga caso, orbite a su alrededor y haga cosas por ellos. Una vez que han tomado el poder, tanto las personas muy arrogantes como las que tienen actitudes crueles se convierten en anticristos. Los anticristos tienen la ambición y el deseo constantes de controlar y conquistar a los demás; cuando se encuentran con otras personas, siempre quieren determinar qué opinión tienen de ellos, si hay un lugar para ellos en el corazón de la gente y si los demás los admiran y los veneran. Si se topan con alguien que es hábil para lamer botas, halagar y adular, se ponen muy contentos. Entonces, se suben a un pedestal y le empiezan a dar sermones a la gente y parlotean sobre ideas grandilocuentes; les inculcan a las personas preceptos, métodos, doctrinas y nociones. Hacen que la gente acepte esas cosas como la verdad, e incluso adornan su discurso diciendo: “Si puedes aceptar esto, eres alguien que ama y persigue la verdad”. Las personas sin criterio pensarán que lo que dicen es razonable y, aunque les resulte indistinto y no sepan si está de acuerdo con la verdad, solo creerán que no hay nada malo en ello y que no vulnera la verdad. Y, de esa manera, obedecen a los anticristos. Si alguien tiene la capacidad de discernir a un anticristo y es capaz de desenmascararlo, provocará la ira del anticristo, que sin contemplaciones lo culpará, lo condenará y lo amenazará haciendo gala de su fuerza. Aquellos que carecen de discernimiento quedan totalmente subyugados por los anticristos y los admiran desde el fondo de su corazón. De ahí nace en ellos la veneración por los anticristos, la confianza en ellos e incluso el temor. Tienen la sensación de estar esclavizados por el anticristo, como si perder su liderazgo, sus enseñanzas y sus reproches los hiciera sentir íntimamente inquietos e inseguros y Dios ya no los quisiera. Por lo tanto, todos han aprendido a vigilar la expresión del anticristo cuando actúan, por temor a que se disguste. Todos intentan complacerlo; tales personas están empecinadas en seguir al anticristo. En su trabajo, los anticristos predican palabras y doctrinas. Son buenos enseñándoles a las personas a cumplir con ciertos preceptos; nunca les dicen cuáles son los principios-verdad que deben acatar, por qué deben actuar de esa manera, cuáles son las intenciones de Dios, qué arreglos ha hecho la casa de Dios para la obra y cuál es el trabajo más esencial, relevante o primordial a realizar. Los anticristos no dicen nada en absoluto sobre esos asuntos importantes. Nunca comparten la verdad a la hora de hacer y organizar el trabajo. Ellos mismos no entienden los principios-verdad, así que lo único que pueden hacer es enseñarle a la gente a cumplir con unos cuantos preceptos y doctrinas, y si la gente va en contra de estos dichos y preceptos, se enfrentarán al regaño y la amonestación de los anticristos. Los anticristos a menudo trabajan bajo la bandera de la casa de Dios amonestando a los demás y sermoneándolos desde una posición elevada. A algunas personas incluso las pone tan nerviosas su sermón que sienten que, al no actuar de acuerdo con los requisitos de los anticristos, están en deuda con Dios. ¿No han caído bajo el control de los anticristos? (Sí). ¿Qué tipo de comportamiento es este, por parte de los anticristos? Es un comportamiento propio de la esclavitud. En el lenguaje de la nación del gran dragón rojo, a la “esclavitud” se la conoce como “lavado de cerebro”. Es como cuando el gran dragón rojo captura a los que creen en Dios. Además de torturarlos, utiliza otra técnica: el lavado de cerebro. Ya sean campesinos, obreros o intelectuales, utiliza su sarta de herejías y falacias, como el ateísmo, la evolución y el marxismo-leninismo para lavar el cerebro de la gente; les inculca esas ideas por la fuerza, sin importar lo repugnantes o aborrecibles que a las personas les parezcan, y luego utiliza esas ideas y teorías para amarrar sus extremidades y controlar sus corazones. Así es como el gran dragón rojo impide que la gente crea en Dios, que acepte la verdad y que la persiga para alcanzar la salvación y la perfección. Del mismo modo, por muchos sermones que aquellos bajo el control de los anticristos oigan, no pueden entender la verdad ni para qué sirve realmente creer en Dios ni qué tipo de senda deben seguir ni el punto de vista correcto que deben tener al hacer cada cosa ni la postura que deben adoptar. No entienden nada de todo eso; lo único que hay en su corazón son las palabras y doctrinas, y las teorías huecas de esos anticristos. Y después de ser desorientados y controlados por los anticristos durante mucho tiempo, acaban volviéndose como ellos por completo: se convierten en personas que creen en Dios, pero no aceptan la verdad en absoluto, e incluso se resisten y se ponen en contra de Dios. ¿Qué clase de personas son las que se dejan desorientar y controlar por los anticristos? Sin duda, ninguno de ellos ama la verdad; son todos hipócritas, personas que no persiguen la verdad en su fe en Dios y que no atienden a los asuntos apropiados en el cumplimiento de sus deberes. En su fe en Él, estas personas no siguen a Dios; en su lugar, siguen a los anticristos, se convierten en sus esclavos y, como resultado, no pueden alcanzar la verdad. Ese resultado es inevitable.
¿Según qué principio trata Dios a las personas? ¿La fuerza? ¿El control? No, es precisamente lo contrario al control. ¿Cuál es el principio de Dios en Su forma de tratar a las personas? (Les da libre albedrío). Sí, te da libre albedrío. Él te permite llegar a tu propia comprensión en medio de los entornos que Él establece, a fin de que generes una comprensión y experiencia humanas espontáneamente. Te permite comprender un aspecto de la verdad de forma natural para que, cuando vuelvas a encontrarte en un entorno así, sepas qué hacer y qué elegir. También te permite percibir lo que está bien y lo que está mal en lo más profundo de tu corazón para que al final elijas la senda correcta. Dios no te controla ni te coacciona. Un anticristo, sin embargo, actúa exactamente de la manera opuesta: al desorientarte, te lava el cerebro y te adoctrina para luego convertirte en su esclavo. ¿Por qué utilizo la palabra “esclavo”? ¿Qué significa ser un esclavo? Significa que no podrás discernir si el anticristo tiene razón o no, ni te atreverás a hacerlo; no sabrás si está o no en lo cierto; en el fondo, estarás confundido y atolondrado. No tendrás idea de lo que está bien y lo que está mal; no sabrás lo que debes hacer y lo que no. Esperarás como una marioneta las instrucciones del anticristo, sin atreverte a actuar si él no da la orden, y solo te animarás a hacerlo una vez que hayas escuchado sus mandatos. Habrás perdido tus capacidades innatas, y tu libre albedrío no cumplirá su función. Te habrás convertido en un hombre muerto. Tendrás un corazón, pero no serás capaz de pensar; tendrás una mente, pero no serás capaz de analizar los problemas; no distinguirás el bien del mal o lo positivo de lo negativo ni cuál es la forma correcta de actuar y cuál es la incorrecta. De forma imperceptible, el anticristo habrá tomado el control sobre ti. ¿Qué es lo que controlará? ¿Tu corazón o tu mente? Tu corazón; luego, tu mente caerá naturalmente bajo su control. Atará con fuerza tus extremidades, amarrándolas fuertemente y con firmeza, de modo que, con cada paso que des, te veas sumido en la vacilación y la duda, y más tarde retrocedas; entonces, querrás dar otro paso, emprender alguna acción, pero volverás a retroceder. En cada cosa que hagas, tu visión será borrosa y poco clara. Esto está profundamente ligado a las observaciones desorientadoras del anticristo. ¿Cuál es la principal técnica mediante la cual los anticristos controlan a la gente? Todo lo que dicen son cosas que concuerdan con las nociones y figuraciones de la gente y con los sentimientos y razonamientos humanos. Parecen tener un poco de humanidad cuando hablan, pero no poseen ninguna de las realidades-verdad. Decidme, ¿pueden las personas que son controladas por los anticristos y los siguen hacer deberes en la casa de Dios con todo su corazón y todas sus fuerzas? (No). ¿Cuál es la razón? No comprenden la verdad, esa es la razón principal. Y hay otro motivo: los anticristos incurren en juegos de poder; no practican la verdad al cumplir con su deber ni lo hacen de todo corazón y con todas sus fuerzas. ¿Pueden entonces sus lacayos practicar la verdad? Sea como sea un anticristo, así serán también los lacayos que lo acompañen. Los anticristos lideran el camino cuando se trata de no practicar la verdad, ir en contra de los principios, traicionar los intereses de la casa de Dios, no ser razonables y actuar como dictadores. ¿Podría esto no afectar a sus lacayos? De ninguna manera. Entonces, ¿qué será de esas personas a las que constriñen y controlan? Se protegerán unos de otros, y desconfiarán y lucharán entre sí; competirán por la fama y la ganancia, por una oportunidad de brillar y por el capital. En el fondo, aquellos a los que el anticristo controla no están de acuerdo y ya no tienen un mismo parecer. Son cautelosos y circunspectos en sus acciones; no son abiertos entre ellos y no mantienen relaciones humanas normales entre sí. No oran-leen ni existe entre ellos una charla normal ni una vida espiritual normal. Están fragmentados, igual que los grupos satánicos no creyentes que hay en el mundo. Así es cuando hay un anticristo en el poder. Hay cautela mutua entre las personas, luchas abiertas y ocultas, sabotaje, celos, juicios y comparaciones sobre quién asume menos responsabilidades: “Si tú no asumes la responsabilidad, yo tampoco. ¿En qué te basas para persuadirme de que considere los intereses de la casa de dios, cuando tú mismo no los consideras? Entonces, me limitaré a no hacerlo”. ¿Es ese lugar la casa de Dios? No. ¿Qué clase de lugar es? Es el campo de Satanás. La verdad no reina allí; no tiene la obra del Espíritu Santo ni la bendición de Dios ni Su liderazgo. Y así, cada una de las personas allí son como pequeños demonios. Superficialmente, las palabras de elogio que pronuncian sobre los demás suenan bien: “¡Oh, de verdad aman a dios; de verdad hacen ofrendas; de verdad sufren cumpliendo con su deber!”. Pero haz que evalúen a una persona y lo que te dirán a sus espaldas será diferente de lo que digan en su presencia. Si los hermanos y hermanas acaso cayeran en las manos de un líder falso, quedarían tan fragmentados en el desempeño de sus deberes como un montón de arena suelta; no obtendrán resultados ni contarán con la obra del Espíritu Santo, y la mayoría de ellos no perseguirá la verdad. ¿Y si cayeran bajo el control de un anticristo? A esa gente ya no se le podría llamar iglesia. Pertenecerían por completo al bando de Satanás y a la pandilla del anticristo.
¿Por qué los anticristos siempre quieren controlar a la gente? Porque no salvaguardan los intereses de la casa de Dios ni se preocupan por la entrada en la vida del pueblo elegido de Dios. Solo tienen en cuenta su propio poder, estatus y prestigio. Creen que mientras tengan el control sobre los corazones de la gente y consigan que todos los veneren, su ambición y su deseo se verán cumplidos. En cuanto a los asuntos que afectan a los intereses de la casa de Dios, la obra de la iglesia o la entrada en la vida del pueblo elegido de Dios, no se preocupan en absoluto. Incluso cuando surgen problemas, no pueden verlos. No se percatan de problemas tales como cuando los arreglos relativos al personal de la casa de Dios no son apropiados ni cuando la propiedad de la casa de Dios ha sido distribuida de manera indebida y se ha perdido gran parte de ella, como tampoco quién la ha despilfarrado. No se dan cuenta de quién está causando trastornos y perturbaciones en su trabajo, quién está usando a la gente de manera inadecuada, quién está haciendo un trabajo superficial. Menos aún se ocupan de este tipo de inconvenientes. ¿De qué se ocupan? ¿En qué asuntos interfieren? (En asuntos insignificantes). ¿Qué clase de cuestiones son insignificantes? Aportad algunos detalles. (Algunos líderes se ocupan de resolver los asuntos domésticos de ciertos hermanos y hermanas; por ejemplo, en el caso de que alguien de su familia no se lleve bien con otra persona. No son más que cuestiones de la vida cotidiana). Esa acción es propia de los falsos líderes. ¿Y qué hacen los anticristos? (No prestan atención a la entrada en la vida de los hermanos y hermanas ni a las cosas que van en contra de los principios-verdad; solo se fijan en las cosas que involucran su imagen y su estatus, como, por ejemplo, que la gente no haga lo que ellos dicen o que algunas personas les tengan antipatía. Se ocupan de ese tipo de cosas). Eso es parte del asunto. Esas cosas pasan. Los anticristos comprueban quién les resulta una presencia desagradable, quién no es respetuoso con ellos y quién puede discernirlos. Se dan cuenta de esto y lo anotan mentalmente; es muy importante para ellos. ¿Y qué más? (Si la persona elegida en alguna iglesia los discierne y no piensa igual que ellos, buscarán la manera de encontrarle errores y harán que la sustituyan. Les gusta hacerlo). Independientemente de los defectos o problemas que alguien que hace cosas malas tenga o de los trastornos y perturbaciones que provoque, al anticristo no le importa; ellos solo encuentran defectos en las personas que cumplen con su deber y en aquellos que persiguen la verdad, y buscan justificaciones y excusas para que se las reemplace. Hay una manera clave más en la que se manifiesta el control de los anticristos sobre los demás: además de controlar a los hermanos y hermanas corrientes, intentan controlar a los responsables de cada aspecto de la obra. Desean tener siempre todo el poder en sus manos. Por eso, preguntan por todo; vigilan y observan todo para saber la manera en la que la gente hace las cosas. No comparten en absoluto los principios-verdad con ellos, ni les dan rienda suelta para actuar. Quieren que todos hagan lo que ellos dicen y se sometan a ellos. Siempre tienen miedo de que su poder se disperse y otras personas se hagan con él. Cuando se discute un tema, sin importar cuántas personas estén hablando sobre él o qué resultados produzca esa conversación, lo rechazarán por completo cuando llegue a ellos, y la discusión tendrá que empezar de nuevo. ¿Y qué resulta finalmente de esto? Las cosas no se acaban hasta que todos les hacen caso, y si eso no ocurre, tendrán que seguir charlando. A veces, la conversación se prolonga hasta altas horas de la noche, lo que no permite que nadie duerma; no termina hasta que los demás hacen caso de lo que dicen. Esta es una acción propia de los anticristos. ¿Hay personas que crean que al hacerlo un anticristo está asumiendo la responsabilidad del trabajo? ¿Cuál es la diferencia entre asumir la responsabilidad del trabajo y el despotismo de los anticristos? (La diferencia es la intención). Cuando las personas son meticulosas y responsables en el trabajo, lo hacen para compartir los principios-verdad con claridad, para que todos puedan entender la verdad. Los anticristos, en cambio, actúan como déspotas para mantener el poder, para imponerse, para refutar todas las opiniones que difieren de las suyas y que pueden hacerlos quedar mal. ¿Acaso no hay diferencia entre esas intenciones? (Sí). ¿Qué las diferencia? ¿Podéis discernirlo? Conseguir que la gente comprenda los principios-verdad mediante la enseñanza y competir por la estima: ¿cuál es la diferencia entre ambas cosas? (Las intenciones). No solo las intenciones, aunque, por supuesto, son diferentes. (Uno de esos enfoques beneficiará a la casa de Dios en mayor medida). Cuando tenemos en cuenta los intereses de la casa de Dios, el hecho de que una de ellas la beneficie más es otra de las diferencias. Sin embargo, ¿cuál es la principal diferencia? Cuando alguien realmente está compartiendo la verdad, se hace evidente al escucharlo que no se trata de una justificación personal ni de una excusa. Todo lo que comparte tiene por objeto hacer comprender a todos las intenciones de Dios; todo ello es testimonio de las intenciones de Dios. Esa charla aclara los principios-verdad y, después de escucharla, la gente tiene un camino a seguir; saben cuáles son los principios, saben lo que deben hacer en el futuro, probablemente no irán en contra de los principios en el cumplimiento de su deber y el objetivo de su práctica será más preciso. Ese tipo de enseñanza no está contaminado en lo más mínimo con justificaciones personales ni con excusas. Pero ¿cómo predican aquellos a los que les gusta torcer las cosas a su favor y poner a los demás bajo su control? ¿Sobre qué predican? Predican sobre sus autojustificaciones y los pensamientos, intenciones y objetivos que hay detrás de lo que hicieron para que la gente lo acepte, se lo crea y no los malinterprete. No es más que una autojustificación; no hay nada de verdad en ello. Si escuchas con atención, oirás que, en lo que comunican, la verdad no existe; no son más que excusas, justificaciones y dichos humanos. Nada más. Y después de que han hablado, ¿comprende la totalidad de las personas los principios? No, pero han entendido bastante sobre las intenciones del orador. Ese es el método de los anticristos. Así es como controlan a la gente. En cuanto sienten que su estatus y prestigio se han visto mermados y afectados dentro del grupo, convocan de inmediato una reunión para intentar salvarlos, como sea. ¿Y cómo salvan esas cosas? Dando excusas, ofreciendo justificaciones, diciendo lo que pensaban en ese momento. ¿Cuál es su objetivo al decir esas cosas? Lo hacen para aclarar todos los malentendidos que hay sobre ellos. Es igual que el gran dragón rojo; después de atormentar y castigar a alguien, lo reivindica y lo exculpa de lo que se le haya acusado. ¿Cuál es el objetivo de eso? (Blanquear su imagen). Te reivindica y te compensa después de haberte hecho algo malo para que pienses que, después de todo, el gran dragón rojo es bueno y digno de confianza. De este modo, su dominio no se ve amenazado. Así también son los anticristos. No hay una sola cosa que digan o hagan que no sea por su propio bien; no dirán nada por el bien de la verdad, mucho menos dirán o harán algo en beneficio de los intereses de la casa de Dios. Todo lo que dicen y hacen es por el bien de su propia reputación y estatus. Algunos dirán: “Es injusto de Tu parte definirlos como anticristos, porque se esfuerzan mucho y llevan a cabo su deber con mucha diligencia cuando trabajan y corren por la casa de Dios desde el amanecer hasta el anochecer. A veces están demasiado ocupados para comer. ¡Han sufrido tanto!”. ¿Y por quién es que sufren? (Por ellos mismos). Por ellos mismos. Si no tuvieran estatus, ¿harían lo mismo? Corren así por su propia reputación y estatus; lo hacen por una recompensa. Si no fueran recompensados, o si no tuvieran fama, ganancia o estatus, se habrían echado atrás hace tiempo. Hacen esas cosas delante de los demás y, mientras las hacen, quieren que Dios se entere de ellas y que, en vista de todo lo que han hecho, les dé su merecida recompensa. Lo que quieren, en última instancia, es una recompensa; no quieren obtener la verdad. No debes dejarte engañar. Cuando sienten que han acumulado suficiente capital, cuando tienen la oportunidad de hablar con otros, ¿cuál es el contenido de lo que dicen? En primer lugar, hacen alarde de sus contribuciones, un ataque psicológico. ¿Qué es un ataque psicológico? Es hacerles saber a todos, en lo más profundo de su corazón, que han hecho muchas cosas buenas en nombre de la casa de Dios, han contribuido, han asumido riesgos, han realizado trabajos peligrosos, han corrido mucho y que no es poco lo que han padecido. Es presentar sus credenciales y hablar de su capital delante de los demás. En segundo lugar, hablan de forma extravagante y sin sentido sobre ciertas teorías irreales, que la gente cree entender, aunque no sea así. Estas teorías suenan bastante profundas, misteriosas y abstractas, y hacen que la gente idolatre a los anticristos. Luego, hablan de forma grandilocuente y confusa sobre temas que creen que nadie ha entendido nunca como, por ejemplo, la tecnología y el espacio exterior, las finanzas y la contabilidad, los asuntos relacionados con la sociedad y la política, e incluso sobre estafas y cuestiones del hampa. Relatan su historia personal. ¿Qué es esto, entonces? Hacen alarde de sí mismos. Y su objetivo al hacerlo es lanzar un ataque psicológico. ¿Pensáis que son estúpidos? Si esas cosas que dicen no influyeran en la gente, ¿las seguirían diciendo? No. Tienen un objetivo al decirlas: presentar sus credenciales, presumir y alardear de sí mismos.
Además, ¿qué modos suelen adoptar los anticristos? Vayan donde vayan, adoptan los modos del cabeza de familia. Allí donde van, dicen: “¿En qué estáis trabajando? ¿Cómo os va con eso? ¿Hay alguna dificultad? ¡Daos prisa y ocupaos de las cosas que se os han asignado! No seáis superficiales. ¡Toda la obra de la casa de dios es importante e inaplazable!”. Son como el cabeza de familia, supervisan constantemente el trabajo de la gente de su casa. ¿Qué significa que sean cabeza de familia? Significa que cualquiera en su casa podría cometer un error o tomar la senda equivocada, por lo que necesitan vigilarlos; si no lo hicieran, nadie cumpliría con su deber; todos, a la larga, trastabillarían. Los anticristos creen que todos los demás son idiotas, niños, que, si no se preocuparan por ellos, si los perdieran de vista un segundo, algunos cometerían errores y tomarían el camino equivocado. ¿Qué especie de punto de vista es este? ¿No están asumiendo los modos del cabeza de familia? (Sí). ¿Realizan alguna labor en concreto, entonces? Jamás. Se encargan de que otros hagan todo el trabajo, se preocupan únicamente de la burocracia y de ser el amo, y cuando otros han hecho el trabajo, es lo mismo que si lo hubieran hecho ellos mismos; todo el mérito es suyo. Simplemente, disfrutan de los beneficios de su estatus; nunca hacen nada que beneficie la obra de la casa de Dios. Incluso si encuentran que alguien está siendo superficial o negligente en el desempeño de su deber, que alguien está trastornando y perturbando la obra de la iglesia, simplemente le dicen unas palabras persuasivas y reconfortantes, pero nunca lo exponen ni lo restringen; nunca ofenden a nadie. Si nadie quiere escucharlos, dicen: “Se me ha roto el corazón de tanto preocuparme por vosotros; he hablado hasta quedarme sin palabras; ¡me he cansado tanto que casi me parto en dos! ¡Me dais tanto de qué preocuparme!”. ¿No es desvergonzado de su parte hablar así? ¿Os disgusta oírlo? Es una de las formas en que se manifiesta el deseo constante de los anticristos de controlar a la gente. ¿Cómo charlan estos anticristos con las personas? A Mí me dicen, por ejemplo: “Los que están por debajo de mí no hacen lo que se les dice. No se toman en serio el trabajo de la iglesia. Son superficiales y gastan sin criterio el dinero de la casa de dios. Estas personas son verdaderas bestias, ¡son menos que un perro!”. ¿Cuál es su tono en este caso? Hacen de sí mismos la excepción; quieren decir: “Yo tengo en cuenta los intereses de la casa de dios; ellos no”. ¿Cómo se perciben los anticristos? Como un “embajador de marca”. ¿Qué es un embajador de marca? Fijaos en los embajadores de marca de algunos países: ¿qué tipo de personas son? Se las elige por su belleza; son muy guapas, saben hablar bien y todas han recibido formación. Son embajadoras de marca porque, entre bastidores, todos tienen conexiones y trato con hombres altos, ricos y guapos, con altos funcionarios, con adinerados hombres de negocios. ¿De qué dependen para llegar a ser embajadoras de marca? ¿Solo de su aspecto, su buena figura y su elocuencia? Dependen principalmente de sus contactos tras bambalinas. ¿No es así como funciona? (Sí). Sí, así es como funciona. Los anticristos, que siempre tienen los modos de un líder o de un cabeza de familia, quieren utilizar siempre esos modos, esa postura, para desorientar a la gente y controlarla. ¿No es un poco el estilo de un embajador de marca? Se quedan de pie, con las manos entrelazadas en la espalda, y cuando los hermanos o hermanas asienten y se inclinan ante ellos, les dicen “Bien hecho, ¡haced un buen trabajo!”. ¿Quiénes son ellos para decir eso? ¿Qué cargo se han autodesignado? Yo no digo esas cosas en ningún sitio, ¿me habéis oído decir algo semejante alguna vez? (No). De vez en cuando diré: “¡Esta oportunidad que tenéis de cumplir con vuestro deber con tranquilidad no es nada fácil de conseguir! Debéis aprovechar esta oportunidad y cumplir bien con vuestro deber, no vaya a ser que os echen por hacer el mal y causar perturbaciones”. ¿Por qué digo eso? Por sinceridad. ¿Pero es así como piensa un anticristo? No es así como piensan y no es así como actúan. Les dicen a los demás que hagan un buen trabajo, pero ¿acaso ellos lo hacen? No. Hacen que otros hagan un buen trabajo, se esfuercen al máximo por ellos, trabajen para ellos y, al final, son ellos los que se llevan todo el mérito. ¿Os dejáis la piel por Mí ahora, en el cumplimiento de vuestros deberes? (No). Tampoco trabajáis para Mí; vosotros desempeñáis vuestros propios deberes y obligaciones, y luego la casa de Dios os provee. ¿Sería excesivo decir que Yo os proveo? (No). No es una afirmación incorrecta y, de hecho, así es como son las cosas en realidad. Pero si quisierais que Yo lo dijera, no lo haría; eso nunca saldría de Mis labios. Solo diría que la casa de Dios os provee. Vosotros cumplís vuestros propios deberes en la casa de Dios, y Dios os provee. Entonces, ¿para quién estáis haciendo vuestros deberes? (Para nosotros mismos). Estáis desempeñando los deberes y obligaciones que os corresponden; es la responsabilidad que debéis cumplir como seres creados. Lo hacéis ante la presencia de Dios. De ninguna manera debéis decir que trabajáis para Mí, no lo necesito. No necesito que nadie trabaje para Mí; no soy el jefe, ni el presidente de ninguna empresa. No gano dinero gracias a vosotros, y vosotros no coméis Mi comida. Solo cooperamos unos con otros. Yo os enseño las verdades que debo para que podáis comprenderlas, y vosotros tomáis la senda correcta, con lo cual Mi corazón se tranquiliza; Mi responsabilidad y obligación se han cumplido en su totalidad. Es una cooperación mutua, en la que cada uno desempeña su papel. Dista mucho de ser un caso de quién explota a quién, quién utiliza a quién, quién alimenta a quién. No os comportéis de esa manera inútil y repugnante. Haced el trabajo bien de verdad, de forma que sea evidente para todos, y en definitiva, estaréis bien preparados para saldar vuestras cuentas ante Dios. ¿Cuentan con este tipo de razón los anticristos? No. Si asumen una mínima responsabilidad, contribuyen un poco y han hecho algo de trabajo, presumen de ello, de una manera francamente repugnante, incluso desean ser embajadores de marca. Si no intentas ser embajador de marca y te dispones a hacer un trabajo real, todo el mundo te respetará. Si adoptas la postura de un embajador de marca, pero eres incapaz de hacer ningún trabajo concreto, y haces que lo Alto deba ocuparse y dar personalmente instrucciones para todo el trabajo y hacer un seguimiento supervisándote y orientándote, que deba ocuparse de todos los aspectos del trabajo, y aun así te crees capaz, que te has vuelto más hábil, que fuiste tú quien lo hizo todo, ¿no es acaso un descaro? Los anticristos son capaces de eso. Le roban a Dios Su gloria. Cuando la gente normal ha experimentado algunas cosas, puede comprender un poco la verdad y percibir: “Mi calibre es tan pobre que no soy nada. Sin la preocupación y la supervisión de lo Alto, sin que me cojan de la mano para ayudarme, no sería capaz de hacer nada. No he sido más que un estúpido. Ahora, he llegado a conocerme un poco a mí mismo. Conozco mi insignificante medida. Si lo Alto vuelve a podarme en el futuro, no me quejaré. Me someteré sin más”. Cuando sepas cuán insignificante eres, harás el trabajo que te corresponde de forma educada, con ambos pies en el suelo. Todo lo que te asigne lo Alto lo harás bien, con todo tu corazón y todas tus fuerzas. ¿Es eso lo que hacen los anticristos? No. Ellos no toman en cuenta los intereses de la casa de Dios ni la obra de la casa de Dios. ¿Cuál es el mayor interés de la casa de Dios? ¿Es la riqueza de la iglesia? ¿Son las ofrendas a Dios? No. ¿Qué es, entonces? ¿En torno a qué aspecto del trabajo gira el desempeño del deber de cada uno? Difundir el evangelio y dar testimonio de Dios para que toda la humanidad comprenda a Dios y vuelva a Él. Ese es el mayor interés de la casa de Dios. Y ese máximo interés se ramifica hacia abajo, dividiéndose en cada grupo y cada aspecto del trabajo, y luego se subdivide aún más hasta llegar a las diversas tareas que realiza cada persona. Ese es el interés de la casa de Dios. ¿Habéis visto eso antes? ¡Claro que no! Cuando hablo de los intereses de la casa de Dios, pensáis que son el dinero, las casas y los coches. ¿Qué tipo de intereses son esos? ¿No son solo algunas cosas materiales? ¿Dirán entonces algunos: “Ya que no son intereses, dilapidémoslos como queramos”? ¿Está bien eso? (No). ¡De ninguna manera! Malgastar las ofrendas es un pecado grave.
¿Qué más les interesa a los anticristos, además de su deseo y ambición de controlar a la gente? En esencia, nada. No están demasiado interesados en ninguna otra cosa. Los anticristos no participan activamente cuando se trata de saber si cada persona está realizando el deber que corresponde, si la organización del personal es adecuada, si alguien ha trastornado y perturbado la obra de la iglesia ni si cada uno de los aspectos de esta progresa sin contratiempos. Así mismo, no se preocupan por conocer en qué parte de la obra hay un problema, qué sección de ella sigue siendo débil, en qué segmento aún no se ha pensado ni en qué parte el trabajo no se está haciendo de manera correcta. Tampoco preguntan al respecto. Nunca se interesan por estas cosas; jamás hacen ese trabajo concreto. No realizan un seguimiento meticuloso de ninguno de los aspectos de la obra como, por ejemplo, la traducción, la edición de vídeos, la producción de películas, la redacción de textos, la difusión del evangelio y otros similares. En tanto no involucre su fama, ganancia o estatus, es como si el asunto no tuviese nada que ver con ellos. Entonces, ¿qué es lo único que hacen? Simplemente se encargan de algunos asuntos generales, del trabajo superficial que la gente ve y al que esta le presta atención. Terminan con eso, lo sacan a relucir como una de sus credenciales y comienzan a disfrutar de los beneficios de su estatus. ¿Les importa a los anticristos la entrada en la vida del pueblo escogido de Dios? No. Solo les importan su reputación y su estatus, los asuntos en los que pueden destacarse y lograr que la gente los aprecie y los venere. Así que, sin importar los problemas que surjan en la obra de la iglesia, no se preocupan por ellos ni preguntan al respecto; independientemente de lo grave que sea un problema, de lo grande que sea la pérdida que genere a los intereses de la casa de Dios, no sienten que sea un problema. Decidme, ¿acaso tienen corazón? ¿Son personas leales? ¿Aman y aceptan la verdad? Esto plantea un signo de interrogación. Bueno, ¿qué deben hacer todo el día para que la obra de la iglesia sea un desastre? Para demostrar que no tienen la más mínima consideración por las intenciones de Dios, con esto es suficiente. No hacen el trabajo esencial que Dios les ha encomendado, sino que se mantienen ocupados exclusivamente con asuntos superficiales y corrientes, para que las demás personas crean que están trabajando; muestran que dedican su tiempo a cumplir con un deber para que la gente vea que tienen fervor y fe, lo que pone una venda en los ojos de algunas personas, pero no trabajan en ningún aspecto de la obra esencial de la iglesia; no se ocupan de ningún trabajo que implique regar y proveer la verdad. Nunca usan la verdad para resolver problemas, solo se encargan de algunos asuntos generales y hacen una pequeña parte del trabajo que los hace quedar bien. En lo que respecta a la obra esencial de la iglesia, son superficiales e irresponsables, no tienen el menor sentido de la responsabilidad. Nunca buscan la verdad para resolver los problemas, independientemente de cuántos surjan, y realizan sus deberes por inercia. Tras haber llevado a cabo algunos asuntos superficiales y generales, creen que han hecho un trabajo real. Mientras los anticristos cumplen sus deberes, hacen maldades de manera descontrolada y actúan de manera arbitraria y autoritaria. Hacen un desastre de la obra de la iglesia y la arruinan por completo. Ningún aspecto de la obra se hace a un nivel adecuado y sin errores; ninguna faceta de la obra se realiza de manera adecuada sin que lo Alto tenga que intervenir, haga preguntas acerca de ella y la supervise. Aun así, tras haber sido reemplazados, algunos continúan quejándose y mostrando su descontento en gran medida; elaboran argumentos ilusorios para justificarse, y les endilgan la responsabilidad a los líderes y obreros de niveles superiores. ¿No es eso absolutamente inadmisible? Cuando no ha sucedido nada, es imposible ver la verdadera actitud de una persona hacia la verdad, pero esta se revela una vez que a la persona se la poda y se la reemplaza. Quienes aceptan la verdad son capaces de aceptarla en cualquier circunstancia. Si se equivocan, pueden admitir su error; pueden afrontar los hechos y aceptar la verdad. Las personas que no aman la verdad no admiten estar equivocadas, aunque su error haya quedado en evidencia, ni mucho menos aceptan que la casa de Dios se encargue de ellas. ¿Y qué es posible que algunas incluso utilicen a modo de justificación? Dicen: “Mi intención era hacer el bien, solo que no lo hice. No se me puede culpar por haber actuado mal. Tenía buenas intenciones, y sufrí, pagué el precio y me esforcé. Hacer algo de manera incorrecta, ¡no es lo mismo que hacer el mal!”. ¿Es correcto utilizar esta justificación, esta excusa, para negarse a aceptar que la casa de Dios se encargue? Cualesquiera sean las justificaciones y excusas que use una persona, no podrán ocultar su actitud hacia la verdad y hacia Dios. Esto está relacionado con su esencia-naturaleza y es un fiel reflejo de ella. Ya sea que algo haya sucedido o no, tu actitud hacia la verdad representa tu esencia-naturaleza. Es tu actitud hacia Dios. Solo basta observar la forma en la que tratas la verdad para ver la forma en la que tratas a Dios.
¿Qué abordamos recién en nuestro debate acerca del comportamiento de los anticristos con respecto al control de la gente? (Que a los anticristos solo les interesa controlar a las personas). Así es. Las personas que son particularmente arrogantes y que tienen un amor especial por el estatus tienen un marcado “interés” en controlar a la gente. Ese “interés” no es positivo; es un deseo y una ambición, es negativo y es peyorativo. ¿Por qué estarían interesadas en controlar a la gente? Desde una perspectiva objetiva, es su naturaleza, pero hay otro motivo: la gente que quiere controlar a otras personas tiene una pasión y un afecto especiales por el estatus, la fama, la ganancia, la vanidad y el poder. ¿Puedo expresarlo de esa manera? (Sí). Y esa pasión y ese afecto especiales, ¿no son similares a los de Satanás? ¿No es esa la esencia de Satanás? Satanás se pasa todo el día pensando en cómo desorientar y controlar a las personas; todos los días les inculca ideas y puntos de vista falaces, ya sea mediante el adoctrinamiento y la educación o a través de la cultura tradicional o la ciencia, un nivel elevado de conocimiento y la enseñanza y, cuanto más les inculca estas cosas, ellas más lo adoran. ¿Con qué objetivo inculca estas cosas en la gente? Una vez que lo ha hecho, las personas tienen las ideas, las filosofías y el modo de vida de Satanás. Esto equivale a que eche raíces en sus corazones. Ellas viven bajo sus reglas y su vida será la de Satanás, la vida de los diablos. ¿No es así? ¿No es esta también la naturaleza de los anticristos al controlar a las personas? Quieren convertir a todos los demás en personas parecidas a ellos; quieren lograr que todos vivan para ellos, que estén a su disposición y hagan cosas por ellos. Y todo debe estar bajo su control: los pensamientos y las expresiones de las personas, el estilo de su discurso, sus ideas y puntos de vista, y la perspectiva y la actitud que adoptan para actuar, incluso su actitud hacia Dios, su fe y su voluntad y ambición de realizar sus deberes; deben controlarlo todo. ¿Hasta qué punto llega ese control? Primero le lavan el cerebro a la gente y la adoctrinan y, a continuación, hacen que todos imiten aquello que ellos hacen. Se convierten en el “padrino”. Para lograr que la gente sea así, los anticristos utilizan muchos métodos, tales como la desorientación, el adoctrinamiento, la intimidación, ¿qué más? (Los ataques psicológicos). Eso forma parte de la desorientación. ¿Qué más? (La coerción y el soborno). ¿Cómo sobornan a las personas? Algunas personas hacen maldades de manera descontrolada mientras realizan sus deberes en la casa de Dios. ¿Pueden los anticristos ver esto con claridad? Lo tienen muy claro. ¿Se encargan de ello, entonces? No. ¿Por qué no lo hacen? Desean usar estos asuntos para sobornarlas. Les dicen: “Te he hecho un favor al no encargarme de ti. Debes agradecérmelo. Te he visto haciendo algo malo, pero no te he reportado ni me he encargado de ti. He sido indulgente. ¿No me debes gratitud a partir de ahora?”. Así, esas personas se sienten agradecidas y los consideran sus benefactores. Entonces, los anticristos y ellas son como cerdos revolcándose en el mismo chiquero. Mientras están en el poder, los anticristos pueden sobornar a ese tipo de personas que hacen el mal, que perjudican los intereses de la casa de Dios, que emiten juicios sobre Él y socavan la obra de Su casa en privado. Este es el tipo de pandilla de malvados a la que protegen los anticristos. ¿No es esta una clase de control? (Lo es). El hecho es que los anticristos saben, en el fondo de su corazón, que esas personas no son las que protegen los intereses de la casa de Dios. Todos ellos lo saben —hay un acuerdo tácito—, y, por lo tanto, trabajan codo a codo. Dicen: “Somos como dos gotas de agua. No tienes en cuenta los intereses de la casa de dios. Tú embaucas a dios y yo también; tú no persigues la verdad y yo tampoco”. A ese tipo de gente sobornan los anticristos. ¿No significa esto sobornarlos? (Lo es). No tienen reparos en permitir que los intereses de la casa de Dios se vean afectados. Aprueban, en detrimento de los intereses de la casa de Dios, que estas personas hagan maldades de forma descontrolada y que vivan a expensas de ella. Es como si ellos las mantuvieran, y estas personas, de manera inconsciente, les estuvieran agradecidas. Cuando llega el momento en que la casa de Dios se encarga de estas personas malvadas, ¿qué opinan de los anticristos? Se dicen a sí mismas: “¡Ay, no! Ya lo han despedido. Si no fuera así, podríamos haberlo pasado bien un tiempo más; nadie era capaz de encargarse de mí cuando él me cubría”. ¡Aún les tienen cariño! Es evidente que todos estos actos de los anticristos son trastornos y perturbaciones, cosas que desorientan a las personas, acciones malvadas que están en contra de Dios. Y cualquier persona que no ame la verdad no odiará estas acciones malvadas e incluso las cubrirá. Por ejemplo, había cierto líder que protegía a los anticristos. Lo Alto le preguntó si alguien en la iglesia causaba trastornos y perturbaciones o hacía maldades de manera descontrolada, o si había algún anticristo que desorientara a las personas. El líder dijo: “Vale, preguntaré por ahí. Deja que lo averigüe por ti”. ¿No era eso parte de su trabajo? Usando ese tono —“Deja que lo averigüe por ti”—, evadió a lo Alto, que después no volvió a escuchar hablar del tema. El líder no averiguó, ¡no quería ofender a aquellas personas! Cuando lo Alto volvió a preguntarle “¿Has averiguado algo?”, dijo: “Sí. No hay ninguno”. ¿Era cierto? Él era el anticristo más grande de todos, el principal culpable de perturbar la obra de la iglesia y de perjudicar los intereses de la casa de Dios. Él mismo era un anticristo, ¿qué había ahí que él debiera averiguar? Con él allí, nadie podía comprobar ninguna cosa mala que la gente que estaba a su cargo hiciera, ni ningún trastorno o perturbación que causaran. Él impedía que lo hicieran. Por lógica, en esas circunstancias, ¿no había separado de Dios a las personas a su cargo? Sí. Y, tras haberlas separado de Él, ¿a quién le hacían caso esas personas? ¿No le hacían caso a él? Entonces, se convirtió en el bravucón del pueblo, en el líder de los bandidos, en el tirano local. Consiguió tener a todas esas personas bajo su control. ¿Qué método usó? Engañó a lo Alto y timó a sus subordinados. A ellos, los sobornó y les dijo palabras agradables y, en el caso de lo Alto, recurrió al engaño e impidió que supiera lo que estaba sucediendo abajo. No le mencionó nada de ello y también creó una fachada. ¿Qué fachada creó? Le dijo a lo Alto: “Todos los hermanos y las hermanas reportan que en nuestra iglesia hay una persona increíblemente malévola, incapaz de realizar cualquier deber y cuya humanidad es escasa. ¿Qué opinas? ¿Puedo encargarme de ella?”. Al oírlo, las manifestaciones de dicha persona dejaron en claro que se trataba de alguien malvado de quien era preciso encargarse. Entonces, lo Alto dijo: “En ese caso, puedes hacerlo. ¿Ya os habéis encargado de ella?”. “Lo hicimos el mes pasado y la echamos”, dijo él. ¿Ocurrió todo en realidad como él lo contó? ¿Qué se descubrió acerca de lo que en realidad estaba sucediendo tras una indagación más detallada? Que esa persona no se llevaba bien con él. Y la razón por la que no se llevaban bien era que este líder no hacía un trabajo real y siempre armaba bandas y grupillos entre los hermanos y hermanas; daba muestras de ser un anticristo, y esa persona pudo discernirlo, y reportó y puso al descubierto dichos problemas. Tan pronto como lo hizo, los subordinados del líder adjunto la descubrieron y él, por consiguiente, la castigó y la echó. Este anticristo hizo un buen trabajo al lograr que todos los que estaban a su cargo se alzaran contra ella y la rechazaran. Finalmente, él se encargó de ella y la echó, tras lo cual informó a lo Alto la “buena noticia”. De hecho, eso no era lo que en realidad estaba sucediendo. ¿Ocurren estas cosas en la iglesia? Sí. Estos anticristos aplastan a los hermanos y a las hermanas, a quienes pueden discernirlos y dar a conocer sus problemas, así como a quienes pueden descubrir su esencia-naturaleza. Incluso anteponen las quejas contra sus víctimas, en las que informan a lo Alto de que son ellas las que están causando perturbaciones. ¿Quiénes son los que están causando perturbaciones en realidad? Son los anticristos quienes perturban y controlan a la iglesia.
¿Cuáles son las técnicas de los anticristos para lograr que la gente los obedezca? Una de ellas es utilizar diversos medios para controlarte, para ejercer el control sobre tus pensamientos, tus métodos, la senda que transitas, e incluso utilizan el poder que ejercen para controlar el deber que realizas. Si te acercas a ellos, te darán un deber sencillo que te permita destacarte; si siempre los desobedeces, señalas sus defectos y pones al descubierto el problema de su corrupción, dispondrán que hagas un trabajo que a la gente no le guste; por ejemplo, pondrán a una hermana joven a hacer un trabajo sucio y cansador. Determinan trabajos fáciles y en un entorno limpio para todo aquel que se acerque a ellos, los adule y les diga siempre lo que quieren oír. Así es como los anticristos tratan a las personas y las controlan. Es decir, a la hora de ejercer el poder sobre el personal y los traslados, la distribución de las tareas depende exclusivamente de ellos; son los únicos a cargo. ¿Es esto solo una especie de ambición y deseo? No, no lo es. ¿No se corresponde esto de manera exacta con el punto ocho de las manifestaciones de los anticristos: “Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios”? ¿Qué quiere decir “Quieren que los demás se sometan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios”? ¿Qué tiene de malo esta manifestación? ¿En qué sentido es incorrecta? En que aquello a lo que quieren que la gente se someta no se corresponde bajo ningún aspecto con la verdad. No está de acuerdo con los principios-verdad. Va totalmente en contra de los intereses de la casa de Dios y de Sus intenciones; ni una pizca de ello protege los intereses de la casa de Dios y nada de ello concuerda con la verdad. Aquello a lo que quieren que la gente se someta no es otra cosa que sus ambiciones, deseos, preferencias, intereses y nociones. ¿No es esta la esencia del problema? Esta es una de las formas en que se manifiesta la esencia de los anticristos. ¿No se acerca esto al meollo del asunto? Esta forma de actuar de los anticristos debería ser fácil de discernir. Hay algunos líderes y obreros que postulan puntos de vista adecuados y correctos y, a pesar de que algunas personas no están convencidas y no pueden aceptarlos, esos líderes son capaces de insistir en implementarlos y ponerlos en práctica. ¿Cuál es la diferencia entre este comportamiento y el de los anticristos? Ambos parecen similares a simple vista, pero existe una diferencia en su esencia. Lo que hacen los anticristos es ir en contra de la verdad y de los principios de la obra de la casa de Dios de manera intencional y, con el pretexto de que están cumpliendo un deber para la casa de Dios y sometiéndose a la verdad, logran que la gente haga aquello que ellos dicen. Esto está mal a un nivel absurdo y atroz. Algunos líderes y obreros defienden puntos de vista correctos. Aquello que se ajusta a los principios-verdad debe ser defendido; eso no es ser arrogante ni sentencioso ni implica limitar a las personas, es defender la verdad. Ambos comportamientos parecen similares por fuera, pero sus esencias son diferentes. Uno defiende los principios-verdad y el otro defiende puntos de vista erróneos. Todos los actos de los anticristos vulneran la verdad, son hostiles a ella y están motivados enteramente por sus ambiciones y deseos personales. De ahí que los anticristos quieran que la gente se someta solo a ellos, no a la verdad ni a Dios. Ese es el meollo de este punto. Lo que discutimos hace un momento es un hecho comprobado. ¿A qué hacen referencia aquí los deseos y las ambiciones? Se refieren a algunas personas que no hacen las cosas obvias que haría un anticristo, pero que de todas formas tienen estas tendencias. Presentan estas tendencias y manifestaciones, lo que significa que tienen esos deseos y ambiciones. Independientemente del grupo en el que se encuentren, siempre desean darle órdenes a la gente como un funcionario: “¡Tú, ve a cocinar!”. “¡Tú, ve a avisar a fulano!”. “Esforzaos en vuestro deber y demostrad más lealtad, ¡dios está observando!”. ¿Es necesario que digan esas cosas? ¿Qué tipo de tono es ese? ¿Quiénes son ellos para estar siempre comportándose como señores y amos? No son nada, sin embargo, se atreven a decir cosas como esas. ¿No carece esto de razón? Algunos pueden decir: “Son idiotas”. Pero no se trata de idiotas comunes y corrientes, son especiales. ¿En qué? Cuando discuten o deliberan sobre un asunto con alguien, ya sea que estén en lo correcto o no, siempre deben salir ganando; tengan razón o no, deben tener la última palabra, llevar la batuta y tomar las decisiones. Independientemente de cuál sea su estatus, ansían tomar las decisiones. Si otra persona se impone al expresar una opinión correcta, se enojan, abandonan su puesto, dejan de hacer su trabajo y renuncian. Dicen: “Podéis decir lo que queráis; de todos modos, ¡no parece que hicierais lo que yo digo!”. ¿No tienen esa ambición y ese deseo? ¿Cuáles son las consecuencias de que personas como esas sean señores y amos, de que estén a cargo, de que se conviertan en líderes? Se convierten en anticristos comunes. ¿Tenéis vosotros ese tipo de manifestaciones? ¡No sería nada bueno! ¿No significaría una gran calamidad que un creyente, en lugar de ganar la verdad, se convirtiese en un anticristo?
¿Qué opinan los no creyentes de la gente? Cuando se encuentran con una persona, se fijan primero en su apariencia y su ropa; cuando oyen a otros hablar, siempre quieren ver si están dotados de conocimiento. Si descubren que tu apariencia y tu ropa no son gran cosa y que no eres muy instruido ni culto, te menosprecian, y cuando hablan contigo quieren llevar la delantera. Yo digo: “Si quieres discutir, adelante, habla tú”. Me muerdo la lengua, le cedo la palabra. La mayoría de las personas en la casa de Dios Me escucha, vaya adonde vaya. Así que busco oportunidades de oír hablar a otros, de dejar que sean ellos quienes hablen más; intento permitir que todos se expresen desde el corazón y que hablen de sus dificultades internas y de sus conocimientos. Mientras escucho, puedo oír algunas divergencias. Puedo oír algunos de sus problemas y defectos, qué contratiempos han surgido con la senda que transitan, qué área de la obra de la iglesia no se está realizando de manera adecuada, qué problemas en ella aún no han sido solucionados y si es necesario resolverlos. Me concentro en tratar de encontrar esas cosas al escucharlos. Si estamos debatiendo alguna cuestión, por ejemplo, si Yo digo que un vaso es de papel y tú insistes en decir que es de plástico, diré: “Está bien. Tienes razón”. No discutiré contigo. Algunas personas piensan: “Si tienes razón, ¿por qué no discutes?”. Depende del asunto. Si es algo que se refiere a la verdad, es apropiado que Me hagáis caso; si se trata de un asunto externo, sin importar lo que digáis, no me involucraré; tales cosas no tienen nada que ver conmigo. No sirve de nada discutir sobre ese tipo de cosas. Hay algunas personas que polemizan sobre ciertas cuestiones referidas a los estados. A ellas les digo: “A Mi manera de entender, eso es así”. Remarco “a mi manera de entender” al principio; en eso hay un poco de autoconocimiento. Presento un hecho que me es familiar para ilustrar el asunto, y digo: “La situación es así ahora, pero en caso de que existan algunas circunstancias en particular, Yo no las conozco”. Eso es todo lo que puedo hacer para evaluar el asunto con ese hecho, pero no presumo lo mucho que sé. Solo me limito a darles un poco de información como referencia; no intento colocarme en una posición más elevada que la de ellas y aplastarlas para demostrarles lo brillante que soy, que lo sé todo y que ellas no saben nada. Esa no es Mi perspectiva. Cuando converso con algunas personas y menciono un dato que ellas no conocen, dicen: “Te pasas el día entero encerrado, ¿qué sabes tú?”. Ellas no conocen esa información, pero de todas formas quieren discutir y pelear conmigo respecto a ella. Yo digo: “Es verdad, Yo no salgo, pero sí sé esto. Solo te hablo acerca de ella, eso es todo. Puedes creerlo o no”. ¿Qué de eso se puede discutir? Discutir sobre esa clase de cosas es un carácter. Algunas personas, cuando se trata de asuntos externos, incluso quieren competir por la superioridad, y dicen: “¿Cómo te enteraste de esto? ¿Por qué yo no lo sé? ¿Por qué tú puedes hablar de ello en detalle y yo no?”. Yo digo, por ejemplo: “En los años que llevo aquí he descubierto algo peculiar acerca del clima: es bastante húmedo”. Esta es una observación a la que he llegado después de permanecer en este lugar durante mucho tiempo; es un hecho. Sin embargo, algunas personas lo oyen y dicen: “¿Es así realmente? ¿Cómo es que no he sentido la humedad, entonces?”. Que no hayas percibido la humedad no quiere decir que no sea húmedo. No puedes guiarte solo por lo que percibes, debes tener en cuenta los datos. Los pronósticos diarios dan muchos detalles; una vez que has visto una buena cantidad de ellos sabes que, de hecho, este es un lugar húmedo. No es algo que simplemente me he imaginado, y no estoy hablando a partir de una sensación. ¿Por qué? En la base de las paredes que se encuentran a la sombra siempre hay musgo durante todo el año. En la primavera hay lugares por donde ni siquiera me atrevería a caminar de tan resbaladizos que son. Esta observación nació de haber atravesado estas cosas, de haberlas experimentado, de verlas con Mis propios ojos y sentirlas personalmente. Hablar de esta manera no es contradecir los hechos, ¿verdad? Pero hay personas que Me desafían respecto a estas cosas cuando hablan conmigo; Yo digo que este es un lugar húmedo y ellos dicen que no lo es. ¿No son personas atolondradas? (Lo son). Hay enunciados que se hacen en función de la realidad, porque nacen de la experiencia, y no se figuran de la nada. ¿Por qué digo que no son figuraciones? Porque presentan los detalles con claridad, de manera minuciosa y sistemática, y cuando una persona ve y experimenta lo que describen dichos enunciados, esto coincide exactamente con lo que se dijo. Entonces, ¿no son precisos esos enunciados? (Sí). Sin embargo, incluso ante estos enunciados precisos, hay algunas personas que siempre son conflictivas y discuten conmigo de esa manera. ¿Qué es lo que defienden? ¿Acaso es esto una lucha a muerte? ¿Están peleando por sus vidas? No es eso por lo que pelean, solo quieren competir para ver quién sabe más. Simplemente, les gusta discutir; eso es un carácter. ¿Cómo creéis que se debería tratar a esas personas? ¿Es necesario que las dejéis en evidencia y que discutáis con ellas hasta quedar rojos de ira? (No). No sirve de nada discutir con gente tan ignorante. Es rebajarse. Solo dejadlos ser. ¿No bastará con eso? ¿Qué sentido tiene discutir con personas así de ignorantes e imprudentes? Si hay una discusión o un debate porque alguien no comprende un asunto que afecta la verdad, está bien; pero ¿no es una muestra de ignorancia discutir sobre estos asuntos externos? El carácter de los anticristos implica, principalmente, no aceptar la verdad, ser arrogantes y sentenciosos, sentir aversión por la verdad. Los anticristos incluso no aceptan ninguna palabra correcta, ni observaciones y enunciados que se condicen con los hechos; los investigarán y discutirán y pelearán contigo con respecto a ellos, y ni que hablar de la verdad. ¿No es eso un carácter? (Sí). ¿Qué carácter es? Arrogancia. Lo que quieren decir es: “Tú solo entiendes una parte de la verdad, ¿no es así? No comprendes los asuntos externos, así que, ¡harías bien en escucharme a mí hablar de ellos! No hables de más, eso me hace enojar mucho. A ti no te corresponde gestionar estos asuntos externos. Cuando se trate de tus responsabilidades, de hablar de la verdad, te escucharé, pero deja de hablar de estas cuestiones externas. ¡¿Por qué no te callas?! Tú nunca te has enfrentado a estas cosas, así que ¿qué sabes? ¡Debes escucharme a mí!”. En todo quieren que la gente los escuche a ellos. Desean conquistar a todos sin siquiera analizar quiénes son. ¿Qué carácter es ese? ¿Posee un mínimo de razón? (No).
Decidme, ¿es fácil o difícil llevarse bien conmigo? (Fácil). ¿Cómo lo sabéis? ¿Por qué decís que es fácil? Os lo diré y podréis ver si Mi explicación de Mí mismo es correcta y precisa. Primero, Mi racionalidad es normal. ¿Cómo se puede explicar esa normalidad? Quiere decir que tengo estándares precisos y una perspectiva precisa con respecto a todos los asuntos. En ese sentido, ¿no son todos Mis puntos de vista y Mis afirmaciones sobre cada clase de cosa y Mi actitud hacia cada tipo de cosa, normales? (Sí). Son normales o, al menos, se ajustan a los estándares de la humanidad normal. Segundo, la verdad me mantiene a raya. Esas son dos cosas que posee, como mínimo, la racionalidad normal. Y hay un aspecto más que hay que tener en cuenta: la razón por la que podéis ver que es fácil llevarse bien conmigo es que Yo tengo la medida correcta y conozco los estándares para cada tipo de persona. Tengo la medida correcta, así como formas y medios que rigen mi manera de tratar a los líderes y a los hermanos y hermanas corrientes, de tratar a los ancianos y a los jóvenes, de tratar a las personas arrogantes que tienden a presumir, de tratar a aquellos que tienen entendimiento espiritual y a quienes carecen de él, etcétera, para cada tipo de persona. ¿En qué consisten, principalmente, esta medida correcta y estas formas y medios? En estar de acuerdo con los principios-verdad, no hacer las cosas de manera aleatoria. Pongamos, por ejemplo, que Yo te valorara por ser un estudiante universitario o que te desdeñara por ser un campesino. Esos no son los principios. Entonces, ¿cómo entiendo esos principios? Observo el calibre y la humanidad de una persona, el deber que realiza, su fe en Dios y su actitud hacia la verdad. Valoro a las personas basándome en una combinación de esos diversos aspectos. No obstante, hay otra razón por la que me veis como alguien con quien es fácil llevarse bien, y es algo sobre lo que muchas personas quizás tienen nociones y son incapaces de aceptar. Piensan: “Tú tienes estatus, sin embargo, ¿por qué no pareces alguien con estatus? No lo reafirmas, no eres petulante. Las personas, en su mente, creen que deben admirarte, pero ¿por qué cuando te ven, les resulta más adecuado considerarte del mismo nivel o incluso inferior?”. Y así, piensan que es fácil llevarse bien conmigo y se relajan. ¿No es así? Así es como sucede. En consecuencia, creen que no soy alguien a quien temer y que es genial llevarse bien conmigo de esta manera. Decidme, si Yo os reprimiera a cada paso y os podara sin razón y os reprendiera y sermoneara todo el día con el rostro sombrío, ¿las cosas no serían diferentes? Pensaríais: “¡Es tan difícil llevarse bien contigo con Tu personalidad excéntrica y Tus cambios de humor!”. En ese caso, no sería fácil llevarse bien conmigo. Es precisamente porque os parezco normal en todos Mis aspectos —en Mi personalidad, en Mis placeres y enojos, en Mis tristezas y alegrías—, y porque en vuestra imaginación las personas que tienen prestigio y estatus elevado deben ser elevadas, sin embargo, el Yo que veis ahora es de lo más común, que bajáis la guardia y sentís que es fácil llevarse bien conmigo. Es precisamente por eso. Además, ¿os parece que utilizo una jerga burocrática cuando hablo? (No). No lo hago. Cuando se trata de cosas que no entendéis, os ayudo tanto como puedo en todo lo que puedo y rara vez os ridiculizo. ¿Por qué sí lo hago muy de cuando en cuando? Hay ocasiones en que me siento muy exasperado y no puedo evitar decir unas pocas palabras que os ridiculizan, pero también debo tener en cuenta que podéis llegar a debilitaros y por eso os hablo de esta manera lo menos posible. En cambio, soy tolerante, indulgente y paciente. Os ayudo todo lo que puedo, donde puedo, y os enseño cuanto puedo sobre lo que puedo. Eso es lo que hago en la mayoría de las circunstancias. ¿Por qué? Porque la mayor parte de la gente es muy deficiente cuando se trata de dar testimonio de Dios y de comprender la verdad, pero lo sabe todo de temas como comer, beber y celebrar, ropa y maquillaje, juegos o cualquier otro asunto mundano. Por otro lado, sobre asuntos que implican la verdad y creer en Dios, es ignorante; cuando se trata de dar testimonio de Dios y de usar sus habilidades profesionales, sus fortalezas y sus dones para trabajar un poco en testimoniar por Él, para producir obras que den testimonio de Él, no tiene nada que decir. ¿Qué debo hacer Yo al ver semejante situación? Debo enseñaros, instruiros poco a poco y formaros lo mejor que puedo. Selecciono las cosas que comprendo, que sé y que puedo hacer y os las enseño, una y otra vez, hasta que una obra está completa. Os enseño todo lo que puedo, tanto como puedo. Y en cuanto a las cosas que no puedo enseñar o que no se pueden aprender, entenderéis lo que sea que entendáis de ellas. Dejemos que esas cosas sigan su curso natural, no os forzaré a comprenderlas. A fin de cuentas, hay quienes dicen: “Los que comprendemos una profesión hemos cedido ante un profano. Nosotros, que comprendemos esta profesión, no hemos sido capaces de lograr que se haga nada y esta persona que no sabe nada de la profesión siempre nos tiene que estar enseñando. ¡Es tan humillante!”. No es humillante. Toda la especie humana se queda en blanco a la hora de dar testimonio de Dios como creyentes. Si la gente naciera con la capacidad de dar testimonio de Dios, ¡nadie se opondría a Él! Como las personas son de la índole de Satanás y tienen una esencia-naturaleza hostil hacia Dios no son capaces de hacer cosas que impliquen la verdad ni dar testimonio de Él. Así que, ¿qué deben hacer las personas, entonces? Siempre y cuando dediquen el mayor esfuerzo posible para hacer lo que puedan, será suficiente. Si tengo la energía para ofrecer ayuda y enseñaros, os ayudo. Si no la tengo o estoy ocupado con otras cosas y no puedo sacar un hueco, entonces haced lo que podáis. Eso concuerda con los principios, ¿no es así? Solo puede ser de esa manera. No os obligo a ir más allá de vuestras capacidades. No sirve de nada; no se puede hacer. Al final, la gente piensa: “Es bastante fácil llevarse bien contigo, y Tus requisitos son fáciles de cumplir. Dinos qué hacer y haremos lo que nos digas”. Puede que algunas personas sean podadas de vez en cuando. La mayoría sale bien parada, con la comprensión correcta. Unas pocas dejan su trabajo y otras provocan perturbaciones en secreto, no se esfuerzan por cumplir su deber y no hacen trabajo real. Esas personas son reemplazadas. Si no estás dispuesto a hacer el trabajo, entonces deja el lugar a otro. ¿Por qué debe ser tú a quien se use para hacerlo? Te reemplazaremos, es así de simple. Fácil, ¿no? Si, en el futuro, esas personas se arrepienten, cambian y hacen bien su trabajo, se les dará otra oportunidad; si siguen causando trastornos y perturbaciones de la misma manera, jamás se las volverá a usar. Me convendrá usar a alguien obediente. ¿Qué sentido tiene enredarse con ese tipo de personas todo el tiempo? ¿Verdad? Sería difícil para ellos y agotador para Mí. Hay principios para Mi manera de manejar estas cosas y también hay principios para la forma en que me llevo bien con otros. Otra razón por la que es fácil llevarse bien conmigo es que, al relacionarme con las personas, nunca les pido cosas que sean demasiado exigentes para ellas. Haz lo que puedas, y las cosas que no puedas hacer Yo te las explicaré en detalle, una por una. Lo que puedas, hazlo de todo corazón; si no lo haces con todo tu corazón, no te obligaré a ello. Y con respecto al resto, o sea, a tu manera de creer en Dios, eso es asunto tuyo. Si no obtienes ninguna ganancia al final, serás el único culpable. ¿Qué pensáis de Mis principios para tratar a las personas? ¿Creéis que son un poco indulgentes? Ese no es el caso, para nada. La manera en que manejo el tema está totalmente de acuerdo con los principios. ¿Con qué principios? Escuchadme y entenderéis.
Yo, Dios encarnado, obro dentro de la humanidad; ¿puedo reemplazar por completo al Espíritu Santo o al Espíritu de Dios en la realización de la obra? No. Así que no trato de exceder Mis límites diciendo que me gustaría reemplazar a Dios en el cielo y hacer todo Su trabajo. Eso sería magnificarme y no soy capaz de ello. Soy una persona corriente. Lo que puedo hacer, lo hago. Hago bien lo que puedo hacer, lo hago hasta completarlo y lo hago correctamente. Pongo todo Mi corazón y Mi fuerza en ello. Eso es suficiente, ese es el trabajo que me corresponde. Sin embargo, si no pudiera entenderlo y me resistiera ante este hecho y no lo reconociese, sino que siempre quisiera aparentar ser grande, siempre intentara brillar, siempre tratara de presumir unas habilidades increíbles, ¿eso estaría de acuerdo con los principios? No. ¿Creéis que entiendo este asunto? ¡Lo entiendo demasiado bien! El alcance de lo que la carne de Dios puede decir y de la obra que puede hacer es el alcance de la obra que Él lleva a cabo en la carne. Más allá de ese alcance, la experiencia privada que cada persona tenga de la disciplina y la poda por parte de Dios, el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo e incluso las visiones que Dios otorga y a quiénes perfecciona y a quiénes descarta, y qué opinión y actitud tiene Él con respecto a todas las personas, todas esas cosas son asunto de Dios. Si os relacionáis conmigo de manera cercana, Yo también puedo ver estas cosas, pero independientemente de cómo mire, ¿cuánto puedo ver de ellas? La cantidad de personas que puedo ver tiene un límite y también la cantidad de personas con las que me relaciono; ¿cómo podrían estar incluidas todas y cada una de las personas? Eso sería imposible. ¿No deberíais tener claro este tema? Decidme, ¿soy claro sobre este asunto? Lo soy. Esto es lo que debería hacer una persona normal. Yo no pienso en cosas que no sean las que debo hacer. ¿La gente puede hacer eso? No; no tiene esa racionalidad. Hay quienes Me preguntan: “¿No estás siempre observando en secreto? ¿No estás siempre indagando sobre quién está haciendo qué y qué cosas malas dicen de Ti en privado o quién está emitiendo juicios sobre Ti para sus adentros e investigándote?”. Seré honesto contigo: jamás he indagado en esas cosas. ¿Quién se ocupa de esos asuntos? El Espíritu de Dios. Dios lo escruta todo; Él escruta todo en la tierra y escruta los corazones de las personas. Si no crees en el escrutinio de Dios, ¿no es anormal tu razón? (Sí). Entonces no eres alguien que realmente cree en Dios, estás adoptando la posición equivocada y ha ocurrido un gran problema. Te exijo que creas en Dios, y creo en esto de manera absoluta. Así que Mis palabras y obras se construyen sobre esa base: no hago cosas que excedan Mis límites; no hago cosas que estén más allá del alcance de Mis habilidades. ¿No es eso un carácter? (Sí). Algunas personas no lo ven así; piensan que tengo esta identidad, este estatus y este poder y, por eso, se preguntan por qué no actúo de esa manera. Creen que necesito comprender y captar más cosas para que parezca que tengo más prestigio, mayor estatus, más poder y más autoridad. Sin importar cuánta autoridad y poder me dé Dios, eso es lo que poseo. No son cosas por las que Yo luche ni cosas que arrebate. La autoridad de Dios, Su poder y Su omnipotencia no son cosas que la carne insignificante pueda representar. Si no tienes claro eso, entonces algo anda mal con tu razón. Si no puedes entender el fondo de este asunto después de muchos años de creer en Dios, es que eres demasiado necio e ignorante. Hay muchas cosas sobre las que no pregunto, pero ¿no las sé en Mi corazón? (Sí). ¿Qué sé? ¿Conozco los nombres de todos? ¿Sé cuántos años lleva creyendo en Dios cada persona? No necesito saber esas cosas. Es suficiente con que conozca los estados de cada uno, lo que le falta a cada uno, el nivel de entrada en la vida que ha ganado y qué verdades debe oír, con qué verdades se lo debe regar y de cuáles se lo debe proveer. Con saber esas cosas basta. ¿No es eso lo que me corresponde? Saber lo que me corresponde, lo que debo decir y las obras que debo hacer, ¿no es racionalidad? (Sí). ¿Cómo surge esa racionalidad? Si Dios encarnado no tuviese siquiera esta racionalidad, si ni siquiera tuviera ese criterio para medir todas las cosas y los acontecimientos, entonces ¿de qué verdad podría hablar? Si Dios encarnado peleara con el Espíritu de Dios y compitiera con Él por el estatus, ¿no habría salido algo mal? ¿No sería incorrecto? ¿Podrían ser las cosas de esa manera? No; eso es algo que jamás podría ocurrir.
Algunas personas están constantemente preocupadas y dicen: “¿Tú siempre indagas sobre nosotros y nos investigas en secreto? ¿Dios siempre está tratando de evaluar lo que pensamos de Él y la opinión que tenemos de Él en nuestro corazón?”. Yo no pienso en esas cosas. ¡Son superfluas! ¿De qué sirve pensar en ello? Todo eso está bajo el escrutinio de Dios. Las acciones del Espíritu de Dios tienen un alcance determinado, y las de Dios encarnado mucho más. Dios encarnado es Dios, Él es la salida y la expresión de la verdad, y la obra que Él hace en esta etapa es representativa de esta etapa y no de la última. Dios encarnado solo puede hacer la obra que corresponde a este período y a este alcance. ¿Puede esta obra ser representativa de la próxima etapa, entonces? Bueno, no sabemos lo que pasará en el futuro. Eso es asunto de Dios. Yo no abarco tanto. Hago lo que me corresponde hacer a Mí; hago las cosas que debo y puedo hacer. Nunca excedo Mis límites ni digo: “¡Soy todopoderoso! ¡Soy grande!”. Ese es el Espíritu de Dios; Dios encarnado solo representa una expresión y una salida para la obra que Dios está llevando a cabo durante este período. El alcance de Su obra y qué obras debe realizar ya han sido determinados por Dios. Si tú dijeses: “Cristo encarnado es todopoderoso”, ¿sería correcto o incorrecto? Mitad correcto, mitad incorrecto. El Espíritu de Dios es todopoderoso; no se puede decir que Cristo lo sea. Deberías decir que Dios es todopoderoso. Esa es una forma oportuna y precisa de expresarlo que se ajusta a la realidad. ¿Qué racionalidad debo poseer? Todos dicen que soy Dios, Dios mismo, que soy Dios encarnado. ¿Me creo, por ello, capaz de sustituir a Dios mismo, a Su Espíritu? No podría hacerlo. Incluso si Dios me diera el poder y la capacidad, no lo conseguiría. Si Yo pudiera sustituir a Dios de esa manera, ¿no sería una especie de blasfemia intangible contra Su carácter y Su esencia? ¡La carne es muy limitada! Esa no es la forma de entenderlo; no es la perspectiva desde la que se debe abordar este tema. ¿No es cierto? (Sí). Entonces, dado que tengo estos pensamientos, estos principios para hacer las cosas y estas consideraciones al hacer cada una de ellas, a muchas personas no les parece que sea Dios; incluso hay algunas que, antes de relacionarse conmigo, albergan ciertas fantasías, figuraciones y nociones y son cuidadosas y cautelosas al actuar; pero después, en cuanto me conocen, piensan: “Es solo una persona, ¿verdad? No hay nada que temer en él”. Después de eso, se relajan, se vuelven audaces y se atreven a ir desbocadas haciendo cosas malas. ¿Cómo se llama a esas personas? Incrédulas. Si solo crees en Dios encarnado y no en el Espíritu de Dios, eres un incrédulo; y si solo crees en el Espíritu de Dios y no en Dios encarnado, también lo eres. Dios encarnado y el Espíritu de Dios son uno solo; Ellos son uno. No pelean entre Ellos, mucho menos están separados el uno del otro y aún menos son, cada uno, Su propia entidad. Ellos son uno; solo que Dios encarnado debe abordar Su obra y a Dios desde la perspectiva de la carne. Eso es lo que incumbe a la carne y no tiene nada que ver con vosotros; son los asuntos de Cristo y no tienen nada que ver con la especie humana. No puedes decir: “Así que crees que tú también eres una persona corriente. Vale, entonces somos el mismo tipo de persona; somos iguales”. ¿Está bien decir eso? Es un error. Algunas personas dicen: “Pareces alguien con quien es fácil llevarse bien, así que dejemos de lado las formalidades. Tratémonos como colegas, como amigos; seamos confidentes, trabemos amistad”. ¿Está bien eso? Esas personas no tienen entendimiento espiritual, son incrédulos. Cuanto más compartes tus sentimientos con ellas y les hablas de la verdad, los hechos y la realidad-verdad, más te desprecian. Esas personas son incrédulos. Cuanto más hablas de misterios profundos y pronuncias consignas, doctrinas y abstracciones, cuanto más reafirmas tu estatus, alardeas y presumes, más te estiman. Esos son incrédulos. Cuando ven a alguien que tiene principios y es comedido en su actuar, alguien cuyas acciones están de acuerdo con la verdad, que puede abordar las cosas positivas y negativas con límites claros y con discernimiento, cuanto más muestra esas características, más lo desprecian y menos digno de su atención lo consideran. Esos son incrédulos.
Cuando me encuentro con personas e interactúo con ellas, sin importar quiénes sean o cuánto dure la interacción, ¿alguna de ellas siente: “Él siempre está intentando controlarme, se encarga de todos los asuntos de mi casa, siempre está queriendo conquistarme”? ¡No te conquistaré! ¿De qué serviría? Lee las palabras de Dios por tu cuenta, reflexiona sobre ellas y entra en ellas lentamente. Si eres una persona que persigue la verdad, el Espíritu Santo obrará en ti y Dios te dará bendiciones y guía. Si no eres alguien que persigue la verdad, si siempre te resistes a todo lo que Yo digo y no quieres oírlo y no lo aceptas, al final, siempre quedarás en evidencia y las cosas te saldrán mal; no tendrás la dirección de Dios. ¿Por qué ocurre eso? (Dios lo escruta todo). No es solo que Dios lo escrute todo. Pasad por esto y experimentadlo por vosotros mismos. Cuando Yo digo algo, independientemente de si la gente está de acuerdo o no, de que lo acepte o no, ¿el Espíritu Santo lo apoya o no se molesta? (Lo apoya). Desde luego que el Espíritu Santo lo apoya, y no lo socavará en absoluto. Sería bueno que recordarais esto. Ya sea que la gente pueda aceptar lo que digo o no, llegará un día en que los hechos estarán a la vista, todos lo verán, y dirán: “¡Lo que dijiste fue siempre cierto! Tú lo dijiste hace tiempo, ¿cómo es que yo no tenía idea de ello?”. No importa si, en ese momento, creíste que Mis palabras surgían de Mi imaginación o de Mi mente o del conocimiento; un día, después de experimentar algunas cosas, pensarás: “¡Lo que Tú dijiste ha sido siempre la verdad!”. ¿Y cómo habrás alcanzado esa comprensión? A partir de la experiencia. Si logras llegar a ese conocimiento, ¿será por medio del análisis mental? Desde luego que no; habrás sido guiado por el Espíritu Santo, será obra de Dios. Los no creyentes se pasan toda la vida con un poco de conocimiento sobre algunas de las reglas de los cielos, la tierra y todas las cosas, pero ¿pueden ganar la verdad? (No). ¿Qué les falta, entonces? (No tienen la obra del Espíritu Santo). Correcto. No tienen la obra del Espíritu Santo, eso es lo que les falta. Así que, no importa cómo me observes y me evalúes como persona ni cómo trates las palabras que digo y las cosas que hago, a la larga, esto debe tener su resultado. Dios actuará, Él revelará si tu elección fue acertada o errónea, si tu actitud fue correcta o incorrecta y si algo falló en tu punto de vista. Dios apoya la obra de Su carne. ¿Por qué Dios no respalda a otras personas, entonces? ¿Por qué no respalda a los anticristos? Es porque el Espíritu y la carne son uno; tienen la misma fuente. De hecho, esto no es apoyar; una vez que has experimentado hasta el final, independientemente de si son palabras que pronunció Dios encarnado o que vinieron a ti por el esclarecimiento del Espíritu Santo, serán congruentes. Nunca se contradirán, estarán de acuerdo. ¿Tenéis confirmación de esto? Algunas personas la tienen, mientras que otras aún no han llegado a este punto de su experiencia y no poseen confirmación de ello. Eso quiere decir que su fe todavía no ha alcanzado ese punto; aún es muy pequeña. En otras palabras, cuando tu convicción alcanza cierto nivel, de pronto llega un día en que sientes que una frase común, dicha por esta carne común, una frase que, cuando la oíste, no te pareció nada impresionante, se ha convertido en tu vida. ¿De qué manera se habrá convertido en tu vida? Sin darte cuenta, dependerás de ella para actuar. Se habrá convertido en una guía para tu vida diaria. Y cuando te falte una senda, esa frase se convertirá en tu realidad y en un objetivo que te marca el camino; cuando estés sufriendo, te permitirá salir de la negatividad y comprender cuál es tu problema. Después de tal experiencia, verás que, por más común que parezca esa frase, hay peso y vida en sus palabras. ¡Es la verdad! Si no te concentras en perseguir la verdad y no la amas, puede que condenes a Dios, a Su encarnación y las verdades que Él expresa. Si eres una persona que persigue la verdad, llegará un día en tu experiencia en el que dirás: “Es bastante fácil llevarse bien con Dios. Es bastante fácil llevarse bien con Dios encarnado”. Sin embargo, nadie dirá: “Me he estado llevando con Él como si fuese una persona”. ¿Por qué? Porque tu experiencia con las palabras de Cristo y la obra que el Espíritu Santo lleva a cabo en ti cuando no lo ves, durante tu vida diaria, son lo mismo. ¿Qué evocará en ti ese “lo mismo”? Dirás: “Dios ha adoptado una forma exterior común y corriente, una forma de carne, y por eso la gente ha pasado por alto su esencia. Es precisamente porque las personas tienen actitudes corruptas que no pueden ver ese lado de Dios que es Su esencia. Solo ven la parte que el hombre puede ver. ¡La gente de veras carece de la verdad!”. ¿No es así? (Sí). Así es como sucede. Si, por ejemplo, hay varios aspectos de la obra que no puedo realizar, es seguro que en muchas personas surgirán nociones. No obstante, cuando puedo hacer un poco de cada aspecto de la obra, todos están un poco más tranquilos y, de alguna manera, sienten consuelo en su interior: “Vale. Parece Dios, es todo lo que puedo decir. Parece Dios encarnado, parece Cristo. Probablemente sea Cristo”. Ese es el único tipo de definición que tiene la gente. Sin embargo, si Yo sólo hablara sobre la verdad y pronunciara algunas de las palabras de Dios y no hiciera nada más que eso —si no brindara consejos prácticos sobre ningún trabajo o no fuera capaz de aconsejar—, eso disminuiría la consideración que las personas tienen por esta carne y el peso que Le asignan. La gente cree que la carne debe estar dotada de ciertas habilidades y ciertos talentos. ¿Es esto, de hecho, talento? No. Dios puede conceder a la gente todo tipo de talentos, dones y habilidades, así que decidme, ¿posee Dios mismo esas cosas? ¡En abundancia! Entonces, hay algunas personas que no pueden resolver el rompecabezas y dicen: “¿Cómo puedes enseñarnos a cantar cuando Tú mismo no puedes hacerlo? ¿Acaso no se trata de un profano dando instrucciones a profesionales? ¿No va eso en contra de los principios?”. Os diré algo: Yo soy la excepción. ¿Por qué? Si no podéis hacer algo bien, debo extender Mi mano para ayudaros; si podéis hacerlo, no tengo problema en mantenerme al margen, no quiero intervenir; eso me dejaría agotado. Si podéis hacer algo bien, ¿qué necesidad tengo de extender Mi mano para ayudaros? No estoy aquí para presumir, y no soltaré ideas elevadas. Simplemente os quiero enseñar, tanto en el ámbito de las habilidades profesionales como en el de los principios-verdad. Una vez que hayáis aprendido las habilidades y comprendido los principios, será un gran alivio para Mi corazón, ya que esas cosas están fuera del trabajo que me corresponde hacer. Algunos dicen: “Si ese no es un trabajo que te corresponda, ¿por qué lo haces?”. Se debe hacer, y las personas distan mucho de estar capacitadas para la tarea. Si Yo no aconsejara como lo hago, las obras generadas no tendrían nada de especial y dar testimonio de Dios produciría resultados mediocres. Además, si Yo no tuviera obras significativas que mostrar, me sentiría un poco negligente e incómodo, por eso trabajo un poco, cuanto me lo permiten Mi energía y Mi condición corporal. ¿Por qué? Hay varias cosas que deben tenerse en cuenta. Cuando toda la especie humana ve las cosas que la gente ha hecho y las absorbe, las perspectivas, los puntos de vista y la capacidad de comprensión que tienen las personas solo difieren en términos del tiempo que hace que son creyentes, de su experiencia y de su calibre, pero el punto de partida de todas es básicamente el mismo. Su punto de partida son las experiencias que tienen de las realidades-verdad en función de su comprensión de la verdad. Esas son las cosas que puede hacer la especie humana. Yo no podría hacer cosas o producir obras desde la perspectiva de una persona común. ¿Qué perspectiva debo tomar, entonces? ¿La de la carne? Tampoco podría hacer eso. Sería inapropiado, ¿no creéis? Adoptaría, por supuesto, la perspectiva de Dios y Su obra desde la carne para pronunciar esas palabras, hacer esas cosas y expresar esos puntos de vista. ¿El valor de estas cosas se puede medir en términos monetarios entre los seres humanos? (No). No se puede. Es porque estas cosas, una vez que son obras terminadas, son cosas que perdurarán por siempre para la especie humana. Claro que las obras comunes también lo harán, pero como estas cosas durarán por siempre y hacia el futuro y serán una contribución para toda la especie humana, ya sea que se trate de una guía para creer en Dios o de provisiones y ayuda, debo hacer algunos trabajos más importantes, ¿no es verdad? Por eso debo pronunciar palabras y producir obras desde una perspectiva que los seres humanos no puedan adoptar. ¿Para qué hago eso? Para hacer crecer la fama de la iglesia. ¿Es esa motivación correcta? (Sí). Decidme, para dar testimonio de Dios, ¿es ventajoso que se aumente la fama de la iglesia? (Sí). ¿Lo favorece o lo frena? (Lo favorece). Eso es seguro; definitivamente lo favorece. Cuando algunos grupos de no creyentes o grupos religiosos ven estas obras, se asombran de lo bien hechas que están las películas y siempre quieren conocer al cineasta entre bastidores. Yo no me reuniré con esas personas. No tengo tiempo para hacerlo y no sé cuál sería el propósito de su reunión conmigo. Entonces, ¿de qué serviría que me reuniera con ellas? Si esas personas que ven las películas pueden aceptar la verdad, será suficiente, y si están dispuestas a investigar el camino verdadero, mucho mejor. No es necesario que se reúnan conmigo. En resumen, Yo hago algunas obras importantes para que, cuando la especie humana las vea, le aporten de alguna manera un mayor beneficio. ¿Es algo bueno o malo dejar estas cosas a los seres humanos? (Algo bueno). Vale la pena; merece la pena hacerlo.
Esta es la forma que tengo de llevarme bien con vosotros. La relación que tengo con vosotros es esta que veis y sentís. Así que, ¿qué tipo de relación tiene Dios con vosotros? ¿Se puede sentir? Es lo mismo. No vayas a pensar: “Dios encarnado es una persona; es fácil llevarse bien con Él. Sin embargo, el Dios del cielo, con Su majestad y Su ira, no. ¡Él es aterrador!”. Dios es como Yo. Él no te conquistaría ni te controlaría con una observación o un método ni con la fuerza. No lo haría. Se relacionaría con vosotros de la misma forma en que vosotros sentís que os lleváis conmigo: os enseño lo que puedo y os permito comprender lo que puedo. Y con respecto a las cosas que no podéis entender, no os adoctrino a la fuerza. Algunos puede que digan: “Dices que no nos adoctrinas a la fuerza, pero, entonces, ¿qué haces cuando predicas la verdad todo el tiempo?”. ¿Eso es adoctrinamiento? Eso se llama proveer para vosotros; no os estoy obligando a hacer avances, os estoy regando. El riego es correcto, es una cosa positiva. Algunos dirán: “Cuando Dios conquista a la gente, ¿no es lo mismo que cuando los anticristos lo hacen?”. (No). ¿En qué sentido no es lo mismo? Se utiliza la misma palabra para la conquista de las personas en el caso de los anticristos y en el caso de Dios; ¿cuál es la diferencia esencial entre ambos usos de la palabra? ¿Podéis explicarla con claridad? Si ni siquiera podéis hacer eso, vuestro entendimiento de la verdad es, simplemente, demasiado escaso. (La conquista de la gente por parte de Satanás es el control forzoso, mientras que la de Dios consiste en la provisión de la verdad, en comunicarle a la gente los principios-verdad para que pueda practicar y, así, ganar vida). Entonces, os pregunto: Satanás controla y conquista a la gente, pero ¿posee la verdad? (No). ¿Qué es Satanás? ¿Sobre qué base conquista a las personas? En otras palabras, ¿qué capacita a Satanás para conquistar a las personas e intentar ganarlas? Satanás no tiene nada de nada. Así que, ¿qué usa para conquistar a la gente? ¿Qué puede proveerle una vez que la ha conquistado? Él solo puede corromperte; solo puede jugar contigo y arruinarte y, al final, cuando te haya arruinado por completo, te enviará al infierno. ¿De qué tipo de conquista y control se trata? De simple maltrato. Su objetivo al controlarte y conquistarte es evitar que te sometas a Dios y a la verdad y hacer que te sometas a él. Para Satanás, está mal que te sometas a Dios y es correcto que te sometas a él. Si lo haces y él te controla y te conquista, habrás abandonado a Dios y lo habrás rechazado completamente. ¿Cómo funciona, entonces, la conquista de la gente por parte de Dios? Dios mismo es la verdad; Él es la realidad y la fuente de todas las cosas positivas, la fuente de la verdad. Entonces, ¿qué son las personas? Son una especie de seres corrompidos por Satanás. No tienen la verdad. Por eso, Dios debe juzgar y castigar a las personas, probarlas y refinarlas, mediante la expresión de la verdad y la exposición de las actitudes corruptas del hombre, para que puedan comprender las palabras que Él pronuncia, reconocerlo como el Creador y reconocerse a ellas mismas como Sus seres creados, presentarse ante Él, postrarse ante Él y aceptar Su soberanía y Sus disposiciones. ¿No está todo esto de acuerdo con la verdad? (Sí). Entonces, ¿qué es esta conquista? Es ganar personas, es salvación; es una cosa positiva. No te hará daño. ¿No hay una diferencia entre eso y la conquista de Satanás? Es apropiado que Dios conquiste a la gente. Él es la verdad, la fuente de todas las cosas positivas. ¡Decir que Él “conquista a la especie humana” es una manera muy acertada de expresarlo! Los seres humanos no poseen la verdad, Satanás los ha corrompido profundamente y los ha convertido en personas de su índole. Por eso las personas no se someten a Dios y lo niegan y lo rechazan. ¿Qué debe hacerse al respecto? Dios debe expresar la verdad y usar los métodos del castigo y el juicio para lograr que las personas comprendan quién es Él, quién es el Creador, quiénes son los seres creados y quién es Satanás, y hacer que reconozcan al Señor y regresen a Él, que reconozcan al Creador y admitan, en Su presencia, que son Sus seres creados. Eso es lo que significa la conquista. Los que son conquistados por Dios, ¿comprenden la verdad o no? (Sí). Y la gente que Satanás conquista, ¿qué gana? No comprende ninguna verdad y se aparta de Dios, lo traiciona y lo rechaza, tiene nociones sobre Él y hasta sigue a Satanás y a los anticristos. Puede que incluso emita juicios sobre Dios y se rebele contra Él y lo maldiga, negándose a reconocer Su soberanía y más aún a someterse a ella. ¿Son esos seres creados aceptables? (No). Son exactamente lo opuesto a la gente que Dios ha conquistado; es el efecto contrario al que tiene la conquista de Dios sobre las personas.
Si alguien como un anticristo tiene estatus y va a un lugar en el que la gente no sabe que es un líder, ¿estará feliz al respecto? No. Vaya donde vaya, usará todos los medios a su alcance para decirles a todos: “Yo soy el líder; hacedme algo de comer. ¡Debo comer algo rico!”. ¿Cuál diríais que es Mi opinión sobre el estatus? (No tienes interés en él). ¿Cómo se manifiesta esa falta de interés? Cuando voy a alguna parte, insisto cuanto puedo a la gente del lugar que no se corra la voz libremente sobre Mi identidad ni que dejen que nadie la descubra. ¿Por qué lo hago? Porque cuando las personas lo descubren, es un verdadero sufrimiento. Si lo desconocen, puede que me hablen un poco de lo que albergan en su corazón, pero una vez que lo saben es un sufrimiento porque ya no sueltan prenda. Decidme, ¿no me sentiría solo si nadie me hablara desde el corazón? Yo me esfuerzo al máximo para que las personas no se enteren, para que puedan tratarme como si fuese una persona corriente y me digan lo que quieran decirme. Es muy agradable que las personas se sientan libres y sueltas, que Yo no las tenga siempre amarradas y que no sean siempre tan respetuosas en Mi presencia. No es necesario que se comporten de esa manera; a Mí no me gusta. Quienes no comprenden la verdad piensan: “Seguro que a Ti te agrada, así que te trataré de esa manera”. Cuando veo a gente así, me oculto. Cuando veo a alguien que está todo el tiempo rebajándose, me escondo tan rápido como puedo. De ninguna manera quiero estar en contacto con ese tipo de gente, es demasiado molesto, ¡demasiado complicado! Los anticristos, en cambio, son diferentes. Desean ganar el respeto de las personas, recibir un trato especial dondequiera que vayan. ¿Y qué esperan todavía más? Que en su presencia la gente a la que lideran obedezca sus órdenes al pie de la letra y sin negociar, hasta el punto del absolutismo. Entonces piensan: “Mira. ¿Qué te parecen los soldados que lidero, el equipo que dirijo? Todos hacen lo que digo obedientemente”. Experimentan una sensación especial de éxito. Entrenan a las personas para que sean como marionetas, como esclavos, sin pensamiento independiente, opiniones propias o puntos de vista; hacen que cada una de ellas esté adormecida y atontada. Así, los anticristos se sienten alegres y complacidos en lo profundo de su ser al sentir que su trabajo ha dado resultado, que sus deseos y ambiciones han sido satisfechos. Si las cosas no son de esa manera, su corazón se entristece: “¿Por qué las personas no hacen, simplemente, lo que les digo? ¿Qué método debo usar para lograr que me obedezcan? Vale, si no sabes que soy estupendo, ¡tendré que mostrártelo! Tengo una licenciatura y llevo mi diploma encima en todo momento para que puedas verlo. Aprobé el examen de inglés para estudiantes universitarios avanzados y fui presidente del centro estudiantil. Como veo que no me entendéis muy bien, ¡presumiré un poco para vosotros!”. Cuando hablan de la obra, dicen: “Manifestad vuestras ideas, expresad vuestras opiniones libremente; no os sintáis constreñidos por mí”. Entonces, las personas comienzan a expresar sus opiniones y, cuando terminan, esta “persona superior” con una licenciatura dice: “Vuestras opiniones no sirven. Todas son mediocres, son opiniones de gente común. Realmente debo intervenir, ¿lo veis? ¡No podéis hacer el trabajo! En realidad, no quiero ocuparme de esto, pero si yo no estuviese aquí, no seríais capaces de llevar esta carga, así que debo echar una mano. He pensado mucho en este asunto, y así es como lo manejaremos. Ninguna de las ideas que habéis mencionado funcionará, yo os daré una mejor. Eso era lo que los arreglos de la obra nos exigían hacer en el pasado; a partir de ahora, ya no seguiremos esos preceptos. Ya no lo haremos de esa manera”. Algunas personas dicen: “Si no actuamos según los arreglos de la obra, eso ocasionará una gran pérdida para la casa de Dios”. Él responde: “No lo penséis tanto. ¿Acaso a la casa de dios le importará esta pequeña suma de dinero? Concentrémonos en los resultados, eso es lo importante. De ahora en adelante, simplemente haced lo que yo digo. Si algo sale mal, ¡yo me haré responsable!”. Nadie puede disuadirlo. ¿Acaso no se limita a soltar un rollo de ideas grandilocuentes? ¿Cuál es su objetivo al hacerlo? Lo hace para presumir y recordarles a todos y cada uno, todo el tiempo, que él existe y que es brillante. ¿En qué sentido es brillante? En que es inescrutable para las personas corrientes. Incluso si comparten una misma opinión con otras personas, si es otro quien la expresa, los anticristos la rechazarán y después comenzarán de cero y se adelantarán al replantearla. El grupo los escucha y dice: “¿No es la misma idea?”. Ellos responden: “Lo sea o no, soy yo quien la dijo. No habéis sido vosotros quienes la expresaron. Fui yo quien tuvo la iniciativa con esta idea”. No importa cuántas vueltas den sobre lo mismo, su objetivo es convencer a todo el mundo, que la gente se entere: “No por nada soy un líder; no por nada soy el líder del grupo y la persona a cargo. No soy pura palabrería; no estaría en esta posición sin mis talentos, dones y capacidades”. Si algo sucede mientras ellos no están, nadie más puede estar al mando, y si están allí, deben ser ellos quienes lo hagan. Todos deben estar atentos a su expresión y solo pueden respirar aliviados cuando son los anticristos quienes deciden; de lo contrario, todo el mundo se siente nervioso. Si no son ellos quienes están al mando, no será posible resolver la tarea en cuestión. ¿No tienen un objetivo al hacer esto? A veces piensan para sí mismos: “¿Es correcto lo que estoy haciendo? Será mejor que no haga esto; me estoy poniendo en ridículo. ¿No es así como actúan los anticristos? Eso no servirá, lo que importa es mi orgullo. ¿‘Anticristo’? Lo alto no me ha condenado, ¡así que no soy un anticristo!”. Y continúan actuando como hasta entonces. A veces saben perfectamente que lo que están haciendo vulnera los arreglos de la obra y los principios-verdad, que es obvio que están teniendo en cuenta su propio orgullo y su estatus, que tienen sus propias intenciones; sin embargo, siguen haciendo lo mismo que hasta el momento, sin pensar ni una vez en las consecuencias y sin un corazón temeroso de Dios. ¿No es este un problema de carácter? ¿A qué cosas les lleva este tipo de carácter? A ser en extremo egoístas y a ir desbocados haciendo cosas malas. ¿Realmente no saben, en su interior, cuál es la forma correcta de actuar? ¿Realmente no entienden que lo que están haciendo vulnera los principios? ¿Realmente no saben que lo que están haciendo es desorientar y controlar a otros? ¿No saben que están haciendo el mal? Saben y comprenden estas cosas. Entonces, que puedan seguir actuando de la misma manera significa que no aman la verdad y que sienten aversión hacia ella. Rechazan cualquier punto de vista, forma, método o afirmación siempre que no salga de su propia boca. ¿No es eso ambición? (Sí). En ello hay ambición e intenciones malvadas. ¿Qué intenciones malvadas? ¿Qué se esconde detrás? (Lograr que la gente haga lo que ellos dicen). Lograr que la gente haga lo que ellos dicen. No pueden dejar pasar una ventaja como esa o una oportunidad de destacar, ni permitir que otros las tengan. Siempre deben ser ellos quienes tomen las decisiones, siempre deben ser ellos quienes estén al mando, siempre deben ser suyos los frutos del trabajo y todo el mérito. Al final, hacen que todos desarrollen una tendencia. ¿Cuál? La de pensar que la obra solo puede funcionar cuando ellos están en el grupo; sin ellos, es como si nadie más pudiera soportar la carga. De esta manera, ¿no han alcanzado su objetivo? Esas personas han quedado bajo su control. ¿Cuál es la antesala de ser controlado? Que te conquisten y derroten por completo. Los anticristos te atormentan para que te rindas ante ellos de manera que no distingas el bien del mal, no intentes en absoluto discernirlos o relacionar con ellos ningún aspecto de la verdad, creas firmemente que todo lo que dicen está bien y ya no te atrevas a analizar si están haciendo lo correcto o no. Esas son las consecuencias que se producen después de que los anticristos han desorientado y controlado a las personas y, acto seguido, estas empiezan a seguirlos. ¿No es así? (Sí). ¿No es esta una clara manifestación de que los anticristos hacen que los obedezcan solo a ellos, no a la verdad ni a Dios? (Sí). ¿Cuáles son las motivaciones y las intenciones malvadas detrás de todo lo que hacen? ¿Cuál es el origen de sus acciones, sus formas y medios e incluso sus afirmaciones? Es el deseo de derrotarte, de someterte, de hacer que te rindas ante ellos y demostrarte quién es el jefe, quién está calificado para tomar la iniciativa, quién tiene la última palabra aquí, y no es la verdad; que nadie excepto ellos podría ser el señor de estas personas o estar al mando o tomar las decisiones. A ti te gustaría mencionar la verdad, pero no tienes manera de hacerlo. Te gustaría plantear opiniones diferentes, pero ni siquiera te lo planteas. ¿Qué carácter de los anticristos es este? Es la crueldad; quieren conquistar y controlar a las personas. No importa si miras los deseos y ambiciones de los anticristos o sus acciones reales, todo ello demuestra su carácter cruel y su aversión por la verdad. Estas formas, revelaciones y manifestaciones que tienen los anticristos para conquistar y controlar a la gente, así como su esencia, coinciden a la perfección con el tema principal sobre el que estamos hablando. Los anticristos hacen que la gente se someta solo a ellos, lo que implica que la gente debe hacer lo que ellos dicen y que hacerlo es someterse a Dios. Si alguien discrepara y dijera que lo que están haciendo es contrario a la verdad, replicarían: “¿Contrario a la verdad? Dinos, ¿qué es la verdad? Si puedes explicarlo claramente, me rendiré ante ti, pero si no puedes, ¡te avergonzaré!”. Cuando dicen eso, algunas personas se asustan de verdad y responden: “En realidad, no puedo explicarlo con claridad, así que haré lo que tú dices”. Así, los anticristos han cumplido su objetivo. ¿Hay gente que hace eso? (Sí). ¿Habéis hecho vosotros algo así? (No). Es una habilidad que tienen los anticristos. Una persona corriente se da por vencida al ver que no puede persuadir a otros, no posee esa técnica. Por un lado, no puede hablar y expresarse de esa manera, no sabe hablar y debatir bien. Por otro, no tiene un corazón lo suficientemente despiadado. Quienes pueden hacer ese tipo de cosas deben tener, en su interior, un carácter perverso, deben ser crueles y bastante despiadados y no importarles los sentimientos de nadie. Si alguien discrepa de ellos, lo atormentarán de una manera increíblemente cruel e, independientemente de la crueldad con que lo hagan, su conciencia no sentirá reprobación ni será consciente de ello. Alguien diría: “Ya está dando suficiente lástima, ¿por qué lo estoy obligando a hacer lo que yo digo? Lo dejaré libre. Él cree en Dios, no en mí. Puede hacer caso a quienquiera que hable conforme a la verdad, sin importar quién sea. Lo dejaré pasar esta vez”. ¿Piensan de esta manera los anticristos? No; los anticristos no poseen esa racionalidad en absoluto. Son bastante inequívocos sobre sus propias ambiciones y deseos. Se aferran a ellos y no los sueltan, como un lobo que ha atrapado una oveja en sus fauces. Si intentas negociar con un lobo para evitar que se coma una oveja, ¿funcionará? No. ¿Por qué? Porque ese es su carácter. ¿Qué piensa el lobo? “Tengo hambre. Me gusta comer ovejas. Esto es correcto. Ya sea que quiera comérmela o no, es correcto”. Esa es su filosofía, el criterio y el origen de sus acciones. De la misma manera, cuando los anticristos conquistan y controlan a las personas, ¿acaso piensan: “Yo no soy Dios. Es una vergüenza que controle a las personas. Si ellas logran discernirme, ¿cómo haré para dar la cara en cualquier lado?”? ¿Tienen ese sentido de la vergüenza? (No). No tienen sentido de la vergüenza. Entonces, ¿qué le falta a su humanidad? Vergüenza, racionalidad y conciencia. Esas cosas no están presentes en su humanidad. Sin ellas, ¿siguen siendo humanos? No lo son. No todos los que aparentan ser humanos lo son necesariamente: algunos son demonios, algunos son cadáveres andantes y otros son animales. ¿Qué clase de cosa son los anticristos, entonces? Son diablos; algunos de ellos son demonios malvados y otros, espíritus malignos. En suma, no son humanos. Como no están dotados de la razón, la conciencia y la vergüenza de la humanidad normal, los anticristos son capaces de competir contra Dios por las personas y sus corazones. Esto demuestra su esencia-naturaleza de ser perversos. No se puede justificar que compitan contra otros por estatus, ¡y mucho menos que compitan contra Dios por estatus y por las personas! Esto demuestra más aún que son auténticos anticristos, que son diablos y satanases.
Hemos hablado sobre las manifestaciones de los anticristos hasta el punto ocho. ¿Sois capaces, ahora, de establecer una relación entre vosotros mismos y los anticristos, así como entre vosotros y quienes transitan la senda de los anticristos y los que poseen el carácter de estos, para ver qué clase de personas sois? (Sí). Podéis establecer algunas relaciones. ¿Qué problemas de las personas se pueden resolver haciendo esto? (Puede prevenir que tomemos el camino equivocado). Puede prevenir que toméis el camino equivocado. ¿Qué más? (Nos permite discernir a las personas, los acontecimientos y las cosas que nos rodean). Os permite discernir a algunas de las personas que os rodean. Poder discernir a otros forma parte de ello, pero, principalmente, debéis saber cómo tener discernimiento de vosotros mismos, del carácter de anticristo que tenéis dentro y de la senda que camináis. Eso te ayudará a no desviarte en el cumplimiento de tu deber y a no tomar la senda de los anticristos. Una vez que alguien ha tomado la senda de los anticristos, ¿le resulta fácil regresar? No. Una vez que lo ha hecho, no le resulta fácil regresar. ¿Sabéis cuál es el motivo? (Que el Espíritu Santo ya no obra en él). Ese es el motivo principal. Tomar la senda equivocada es peligroso porque has decidido luchar contra Dios, competir contra Él por Su pueblo escogido y pelear contra Él hasta el final; no estás buscando la verdad ni estás buscando aceptar la salvación de Dios. Toma una senda como esa y estarás en problemas. Adoptarás una postura de oposición a Dios y lo harás por tu voluntad subjetiva, es decir, que tus pensamientos, puntos de vista, opiniones y elecciones serán todos hostiles hacia Dios. En caso de que, antes de tomar esta senda, poseas algunas manifestaciones, actitudes y esencias objetivas que sean contrarias a Dios y hostiles a Él, pero en todo momento, en el fondo, tengas cuidado de no transitar la senda de la hostilidad hacia Dios o la senda de los anticristos, entonces hay una posibilidad de que seas salvado. Si finalmente tomas la senda de los anticristos, la senda de la hostilidad hacia Dios, entonces estás en peligro. ¿Cuán grande es el peligro? Tan grande como para que no te resulte sencillo regresar. Algunas personas acaban de decir que el Espíritu Santo ya no obrará en ti, ¡eso es de lo más obvio! ¿Cómo podría obrar el Espíritu Santo en una persona así? Una vez que has tomado este tipo de senda, que has tomado esa decisión, estás en peligro. Si comprendes esto en tu corazón, pero lo haces igualmente, tomas ese camino y haces esa elección y a la hora de actuar siempre procedes según tus propios principios y tus viejas formas, sin darte la vuelta ni arrepentirte, sin dar marcha atrás, eso representa tu elección. Te has decidido a tomar esta senda y a ser hostil hacia Dios. No es que no comprendas lo que estás haciendo: estás cometiendo un pecado a sabiendas. Igual que Pablo, que dijo: “¿Quién eres tú, señor? ¿Por qué quieres derribarme?”. Él sabía muy bien que el Señor Jesús era el Señor, que era Cristo, pero de todas maneras se opuso a Él hasta el fin. Eso es cometer un pecado a sabiendas. Pablo no dio testimonio del Señor ni lo exaltó. Pensó: “¿No eres una simple persona corriente? ¿Acaso no me estás derribando solo porque tienes el poder para hacerlo? Puede que tengas el poder, pero yo aún creo en el dios del cielo. Tú, la encarnación, no eres dios; no estás relacionado con él. Eres el hijo de dios y eres nuestro igual”. ¿No era esa su opinión? ¿Cuál era la base de esa opinión de Pablo? Después de enterarse de que el Señor Jesús era Cristo encarnado, sostuvo su opinión como hasta entonces. Este fue un problema grave y, a partir de ahí, se decidió su final. Dado que se aferró a esa opinión todo el tiempo, ¿podría haber cambiado la senda que transitaba? La senda que transita una persona se basa en sus opiniones: cualesquiera que sean tus opiniones, esa es la senda que transitas. Y viceversa: dependiendo de la senda que transites, esas son las opiniones que surgirán en ti, las opiniones que tendrás, las que te influirán y te dirigirán. En cuanto tomes la senda de la hostilidad hacia Dios, esas opiniones tomarán forma y echarán raíces dentro de ti y, entonces, una cosa será cierta: de seguro te opondrás a Dios a ultranza; de seguro te aferrarás siempre a tus opiniones, conocimientos y actitud equivocados y elevarás un clamor contra Él hasta el final. De ninguna manera darás marcha atrás, ni aunque alguien te lo diga, ni aunque el Espíritu Santo te esclarezca, ni aunque los hermanos y hermanas te exhorten, ni aunque Dios te ilumine. No habrá vuelta atrás. Esta es tu decisión. Se te darán no una ni dos sino tres oportunidades de arrepentirte; si a la tercera no lo has hecho, ya no habrá más ocasiones en el futuro. No importa cuánto trabajes y pagues el precio después, eso no conmoverá a Dios: Él ya habrá tomado una decisión con respecto a ti. ¿Qué habrá decidido Dios para ti? Que se te hará rendir servicio, que serás utilizado, y después de que se te haya utilizado, Él te pondrá en algún lugar donde se te escarmentará y se te castigará, tal como Él ha decidido. ¿Cómo es que Dios toma una decisión semejante? ¿Es a causa de un pensamiento momentáneo que tuviste? ¿Es en base a tus ideas pasajeras? ¿A que, por un instante, pusiste un pie en la senda equivocada? No. Dios se basa en las opiniones que tienes en lo profundo de tu corazón, en tu actitud hacia la verdad a largo plazo y en la senda que decides transitar. Tú has decidido actuar de esta manera y no importa lo que nadie te diga, porque será en vano; estás decidido a usar esta teoría como base para la senda que has de transitar en el futuro. Y dado que lo has decidido, ¿no tiene Dios que determinar tu desenlace? Tu desenlace se determinó hace mucho tiempo, no es necesario que Dios espere hasta el último momento para hacerlo. En el caso de algunas personas, Dios siempre mira sus manifestaciones: cuando ellas alcanzan, por fin, el final del camino, su desenlace se determina en función de sus diversas manifestaciones. Algunas han hecho más obras buenas que malas, han albergado más actitudes buenas y positivas hacia Dios que actitudes negativas y malvadas; y a partir de la medición de la suma de sus distintos comportamientos y manifestaciones, se determina su desenlace definitivo. Hay otras personas, sin embargo, cuyo desenlace lo determina Dios tras echar un vistazo a la senda que transitan. Entonces, ¿Dios les da a las personas oportunidades antes de determinar su desenlace? Sí. ¿Cuántas? Probablemente no haya una cantidad concreta. Depende de la esencia-naturaleza de la persona y también de su búsqueda. Algunas pueden tener tres oportunidades. Otras son incorregibles, increíblemente necias e intransigentes y no aceptan ninguna verdad en absoluto; su desenlace se determina antes de las tres oportunidades. No obstante, para algunas personas, Dios dispone determinados entornos según su estado y en función de su edad y las cosas por las que han pasado, puede darles cinco oportunidades. Eso depende de su naturaleza, de su esencia y de su actitud al aceptar la verdad. Dios determina el desenlace y el destino de una persona en función de estas cosas.
A la gente le pasan todo tipo de cosas y a menudo no saben cómo afrontarlas; ¿estaría bien si no se esforzaran por comprender la verdad? Es fácil para las personas tomar la senda incorrecta cuando no comprenden la verdad. ¿Por qué lo digo? Las personas se guían por las actitudes corruptas de Satanás, y las cosas que les salen de adentro son cosas que revelan naturalmente; ninguna de ellas está de acuerdo con la verdad y todas traicionan a Dios. Entonces, ¿por qué siempre deben escuchar sermones? Escuchar sermones todo el tiempo, reflexionar sobre ellos y tomarlos en serio; orar y buscar constantemente; presentarse ante Dios con un corazón temeroso de Él, devoto y que anhela la verdad; establecer momentos de cada día para los devocionales, la oración y para comer y beber las palabras de Dios; compartir con otros y colaborar en armonía con los demás para trabajar; actuar cada día según estos principios y aferrarse a ellos, son elementos detallados de la práctica de las personas que Dios observa para ver si dan resultado. Algunos puede que pregunten: “¿Acaso no son meros procedimientos?”. ¿Qué es un procedimiento? Estas no son cosas externas; solo puedes aferrarte a ellas si tienes las agallas para hacerlo. Sin esas agallas, ¿cuántos días podrías sostenerlas? No serías capaz. Algunos líderes nunca comen y beben las palabras de Dios ni participan en devocionales. ¿Qué significa esto? Que no son verdaderos creyentes. Si no lo son, ¿cómo llegaron a ser líderes? En algunos lugares no hay nadie adecuado para el trabajo, de modo que la iglesia tiene que apañárselas utilizando a estas personas. Ellas piensan, erróneamente: “He sido escogido líder. Puedo desempeñar este trabajo aunque no coma ni beba las palabras de Dios; cualquiera que tenga piernas y una boca puede hacerlo”. Eso es necedad. Dios no se fija en si puedes hacer el trabajo, Él mira lo que has hecho. El trabajo que tú puedes hacer también lo puede hacer otro; cualquiera con un poco de inteligencia normal puede hacerlo. No pienses que por haber sido elegido líder y poder hacer ese trabajo, tienes el éxito asegurado, que por ello has sido perfeccionado y tienes una oportunidad de sobrevivir. No es así como funciona. Dios nunca se fija en cuánto haces, Él mira qué has hecho, la senda que transitas. No te engañes. Puede que pienses: “Hay muchas personas a quienes no eligieron, pero a mí sí. Al parecer, soy excepcional, tengo un calibre mayor que los demás y soy mejor que el resto”. ¿Qué tienes tú de bueno? Aunque seas bueno, ¿seguramente no tienes derecho a no practicar la verdad y a vulnerarla mediante tus acciones? Aunque seas bueno, ¿seguramente no tienes derecho a no participar en devocionales ni oraciones y a no buscar la verdad con tus actos? No tienes esos derechos. Tu capital no es el estatus o un título. Esas son cosas pasajeras, externas. Dios se fija en tu lealtad, en tu práctica y en tu búsqueda de la verdad y tu actitud hacia ella; mira tu sumisión; observa la actitud que tienes hacia tu deber y tu misión. Hay quienes se esfuerzan mucho en cumplir su deber, pero no lo hacen conforme a los principios-verdad. Si les dices que deben actuar de acuerdo con los principios-verdad, se resisten, se enfurecen y no lo aceptan. Así como así, quedan en evidencia. ¿Qué queda en evidencia? Que no aceptan la verdad. ¿Qué tipo de personas son las que no aceptan la verdad? Incrédulos. ¿Con qué se mantienen ocupados, ciegamente, los incrédulos? ¿Por qué están tan motivados mientras se mantienen ocupados? Tienen un objetivo; ven que: “Aquí hay una oportunidad de que yo me convierta en un funcionario y si lo hago, podré beneficiarme de la iglesia y ser venerado por todos. ¡Este lugar es genial! Este vale de comida es demasiado fácil de conseguir, así como este prestigio y este beneficio; este estatus es muy fácil de obtener, ¡ser un funcionario aquí es de lo más sencillo!”. Jamás pensaron que llegarían a ser un “funcionario” en toda su vida. Sin embargo, cuando pierden su “puesto”, muestran su verdadero ser y ya no hacen más esfuerzos por la casa de Dios. ¿Seguirán siendo capaces de sufrir y pagar el precio? No. Entonces, ¿no quedan en evidencia? Algunas personas lo dan todo una vez que tienen estatus: se esfuerzan y sudan sin quejarse, independientemente de cuánto sufran; sin embargo, en cuanto pierden el estatus se vuelven negativas hasta el punto en que no pueden soportar esa negatividad. Entonces, ¿no quedan en evidencia? El estatus las ha dejado en evidencia. ¿Hay alguna necesidad de ponerlas a prueba? No. Muy bien, terminaremos aquí nuestra enseñanza de hoy.
1 de octubre de 2019