I

Al presentar Abraham a Isaac como ofrenda, Dios vio su sinceridad y su sumisión, y comprobó que había resistido la prueba que Él le había puesto. Aunque Dios aceptó su sinceridad y su sumisión, seguía siendo indigno de convertirse en el confidente de Dios, en alguien que lo conociera, lo entendiera, y estuviera informado de Su carácter; estaba lejos de pensar igual que Él y de seguir Su voluntad. Así, en Su corazón, Dios seguía estando solo e inquieto; y cuanto más lo estaba, más necesitaba continuar con Su gestión lo antes posible, y poder seleccionar y ganar a un grupo de personas para cumplir Su plan de gestión y cumplir Su voluntad cuanto antes. Esta era la deseosa intención de Dios, que ha permanecido inmutable desde el principio hasta hoy.

II

Desde que creó al hombre en el principio, Dios ha anhelado un grupo de vencedores, un grupo de personas que sean capaces de entender, conocer y comprender Su carácter y que camine con Él. Esta intención de Dios nunca ha cambiado. Independientemente de cuánto tenga que esperar aún, de lo duro que sea el camino que tiene por delante y de lo lejos que estén los objetivos que anhela, Dios nunca ha alterado ni abandonado Sus expectativas para el hombre.

de La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II