La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I

Hoy vamos a comunicar sobre un tema importante. Se viene debatiendo desde el comienzo de la obra de Dios y es de gran importancia para todas las personas. En otras palabras, es un asunto con el que todos se encontrarán en el transcurso de su creencia en Dios, un asunto que debe encontrarse. Es crucial e inevitable, la humanidad no puede escapar de él. Hablando de importancia, ¿qué es lo más importante para cada creyente en Dios? Algunas personas piensan que es entender las intenciones de Dios; algunos creen que es comer y beber más de las palabras de Dios; otros opinan que es conocerse a uno mismo; otros son de la opinión de que lo más importante es saber cómo encontrar la salvación por medio de Dios, cómo seguirle, y cómo satisfacer Sus intenciones. Hoy dejaremos a un lado todas estas cuestiones. Entonces, ¿de qué hablaremos? El tema es Dios. ¿Es esta la cuestión más importante para cada persona? ¿Qué conlleva este asunto? Por supuesto, no puede en modo alguno separarse del carácter de Dios, de Su esencia y Su obra. De manera que hoy hablaremos de “la obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo”.

Desde el momento en que el hombre empezó a creer en Dios, se ha encontrado con temas como la obra de Dios, Su carácter y Dios mismo. En cuanto a la obra de Dios, algunas personas afirmarán: “La obra de Dios se ha hecho en nosotros; la experimentamos cada día, así que estamos familiarizados con ella”. Cuando se habla del carácter de Dios, algunos declararán: “El carácter de Dios es un tema que estudiamos, exploramos, y en el que nos centramos toda nuestra vida, por lo que deberíamos estar familiarizados con él”. En cuanto a Dios mismo, algunos explicarán: “Dios mismo es Aquel a quien seguimos, en quien tenemos fe, y a quien buscamos; no estamos desinformados sobre Él”. Desde la creación, Dios no ha detenido nunca Su obra, a lo largo de esta ha continuado expresando Su carácter y ha usado diversas maneras para expresar Su palabra. Asimismo, Él nunca ha dejado de expresarse a sí mismo y de expresar Su esencia a la humanidad, manifestando Sus intenciones para el hombre y lo que exige de él. Así, en términos literales, nadie es ajeno a estos temas. Sin embargo, para los que siguen a Dios en la actualidad, la obra de Dios, Su carácter y Él mismo les son muy ajenos. ¿Por qué sucede eso? Cuando el hombre experimenta la obra de Dios, también entra en contacto con Él y esto le hace sentir como si entendiera Su carácter o tuviera algo de conocimiento sobre cómo es. En consecuencia, el hombre no se siente ajeno a la obra ni al carácter de Dios. Más bien, piensa que está muy familiarizado con Él y que comprende mucho de Él. Pero, tal como están las cosas, este entendimiento de Dios está, para muchos, restringido a lo que han leído en libros, se limita a la experiencia personal, está limitado a su imaginación y, sobre todo, confinado a hechos que pueden ver con sus propios ojos. Todo esto está muy lejos del verdadero Dios mismo. ¿Y cómo de lejos es este “lejos”? Quizás el hombre no esté seguro, o tal vez tenga un ligero sentido, una idea; pero cuando se trata de Dios mismo, el entendimiento que el ser humano tiene de Él está demasiado apartado de la esencia del verdadero Dios mismo. Por esta razón, para un tema como “La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo”, es imperativo que nos involucremos en la comunicación de un modo sistemático y concreto.

En realidad, el carácter de Dios está abierto a todos y no se oculta, porque Él nunca ha evitado conscientemente a nadie ni ha buscado esconderse a propósito para impedir que las personas lo conozcan o lo entiendan. El carácter de Dios siempre ha sido ser abierto y enfrentar a cada persona con firmeza. En la gestión de Dios, Él hace Su obra frente a todos, y esta se lleva a cabo en cada persona. Cuando realiza Su obra, está revelando Su carácter de un modo continuado y usando Su esencia, lo que Él tiene y lo que Él es para guiar a todas las personas y proveer para ellas. En toda era y en toda etapa, fueran las circunstancias buenas o malas, el carácter de Dios siempre ha estado abierto a cada individuo; Sus posesiones y Su ser siempre están abiertos a cada ser humano, como también Su vida provee constantemente y sin cesar para la humanidad y la sustenta. A pesar de todo esto, el carácter de Dios sigue escondido para algunos. ¿Por qué? Porque aunque estos viven en la obra de Dios y le siguen, nunca han procurado entenderle ni han querido llegar a conocerle; y mucho menos acercarse a Él. Para estas personas, entender el carácter de Dios presagia que su final está cerca; que están a punto de ser juzgados y condenados por el carácter de Dios. Por tanto, nunca han deseado entender a Dios ni Su carácter ni codician una comprensión o conocimiento más profundos de Sus intenciones. No buscan comprender Sus intenciones por medio de una colaboración consciente; sencillamente disfrutan siempre, y nunca se cansan de hacer lo que quieren hacer; creer en el Dios en quien quieren creer, en ese que sólo existe en sus figuraciones, el que sólo existe en sus nociones; y creer en un Dios que es inseparable de ellos en sus vidas cotidianas. Cuando se trata del verdadero Dios mismo, son completamente despectivos y no tienen deseo de entenderle ni de prestarle atención, e incluso menos deseo de acercarse más a Él. Solo usan las palabras que Dios expresa para adornarse, para presentarse. Para ellos, esto los convierte en creyentes exitosos y en personas que tienen fe en Dios en su corazón, donde son guiados por sus imaginaciones, sus nociones, y hasta por sus definiciones personales de Dios. Por el contrario, el verdadero Dios mismo, no tiene absolutamente nada que ver con ellos. Porque, si entendieran al verdadero Dios mismo, Su verdadero carácter, y entendieran lo que Él tiene y es, significaría que sus actos, su fe y sus búsquedas serían condenadas. Esta es la razón por la que son reacios a entender la esencia de Dios, y por la que son reacios y no quieren buscar activamente ni orar para entender mejor a Dios, conocer mejor Sus intenciones y entender mejor Su carácter. Preferirían que Él fuera algo inventado, algo vacío e impreciso; alguien exactamente igual a como lo imaginaron, que pueda estar a su entera disposición, que provea de forma inagotable y esté siempre disponible. Cuando quieren disfrutar la gracia de Dios, le piden a Él que sea esa gracia. Cuando necesitan la bendición de Dios, solicitan que Él sea esa bendición. Cuando se enfrentan a la adversidad, le piden a Dios que los envalentone, que sea su escudo. El conocimiento que estas personas tienen de Dios está atascado en el ámbito de la gracia y la bendición. Su comprensión de la obra de Dios, de Su carácter y de Dios mismo también se limita simplemente a sus figuraciones y a palabras y doctrinas. Pero algunas personas están deseosas de entender el carácter de Dios, quieren genuinamente ver a Dios mismo, y entender de verdad Su carácter y lo que Él tiene y es. Estas personas están buscando la realidad de la verdad y la salvación de Dios, y buscan recibir Su conquista, Su salvación y Su perfección. Usan su corazón para leer la palabra de Dios, para apreciar cada situación y a cada persona, acontecimiento y cosa que Dios ha dispuesto para ellas, y oran y buscan con sinceridad. Lo que más quieren es conocer las intenciones de Dios y entender Su verdadero carácter y esencia, que ya no le puedan ofender más y, por medio de sus experiencias, puedan ver más de Su hermosura y Su lado verdadero. Así, el Dios genuinamente real también existirá en sus corazones, y tendrá un lugar en ellos; dejarán de vivir entre imaginaciones, nociones o imprecisiones. La razón por la cual estas personas tienen un deseo apremiante de entender el carácter de Dios y Su esencia es que la humanidad los necesita en todo momento durante el transcurso de su experiencia; son Su carácter y esencia los que proveen vida a lo largo de la existencia de uno. Una vez que entiendan Su carácter, serán capaces de temer mejor a Dios, de cooperar mejor con Su obra, de ser más consideradas hacia Sus intenciones y de cumplir sus deberes de manera adecuada. Tales son las actitudes hacia el carácter de Dios que tienen dos tipos de personas. El primer tipo no quiere entender el carácter de Dios. Aunque afirman desear comprenderlo, llegar a conocer a Dios mismo, ver lo que Él tiene y lo que Él es, y apreciar genuinamente Sus intenciones, en lo más profundo preferirían que Él no existiese. Esto se debe a que este tipo de personas continuamente se rebelen contra Dios y se resisten a Él; luchan con Él por la posición en sus propios corazones y a menudo dudan de Su existencia o incluso la niegan. No quieren dejar que el carácter de Dios o el Dios mismo real ocupe sus corazones. Solo quieren satisfacer sus propios deseos, imaginaciones y ambiciones. Así pues, estas personas pueden creer en Dios, seguirle, y también abandonar a sus familias y sus trabajos por Él, pero no desisten de sus caminos malvados. Algunos incluso roban o despilfarran ofrendas, o maldicen a Dios en privado, mientras otros pueden usar sus posiciones para testificar repetidamente sobre sí mismos, enaltecerse, y competir con Dios por personas y estatus. Usan diversos métodos y medidas para hacer que las personas los adoren, intentando constantemente ganarse a otros y controlarlos. Algunos hasta desorientan a propósito a las personas para que piensen que son Dios y los traten como tal. Nunca le dirían a nadie que han sido corrompidos, que son también corruptos y arrogantes, ni que no los adoren; y que por muy bien que les vaya, todo se debe a la exaltación de Dios y que en cualquier caso están haciendo lo que deberían. ¿Por qué no dicen estas cosas? Porque temen profundamente perder su lugar en el corazón de las personas. Por esta razón, estas personas no exaltan nunca a Dios ni dan testimonio de Él. No lo hacen porque nunca han intentado entenderle. ¿Pueden conocer a Dios sin entenderlo? ¡Imposible! Por tanto, aunque las palabras del tema “La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo” puedan ser simples, tienen significados diferentes para cada persona. Para quien se rebela con frecuencia contra Dios, se le resiste, y es hostil hacia Él, las palabras presagian condenación; mientras que aquel que busca la realidad-verdad y viene delante de Dios a menudo en busca de Sus intenciones, se sentirá con esas palabras como pez en el agua. También entre vosotros están los que, cuando oyen hablar del carácter y de la obra de Dios, empieza a dolerles la cabeza, sus corazones se llenan más y más de oposición y se sienten extremadamente incómodos. Sin embargo hay otros entre vosotros que piensan que el tema es justo lo que necesitan, porque es muy beneficioso para ellos. Es algo que no puede faltar en su experiencia vital; es el meollo del meollo, el fundamento de la fe en Dios, y algo que la humanidad no puede abandonar. A todos vosotros, este tema puede pareceros cercano o lejano a la vez, desconocido pero familiar. No obstante y en cualquier caso, es un tema que todos deben escuchar, conocer y entender. No importa cómo lidies con él ni cómo lo consideres o lo entiendas, no se puede ignorar su importancia.

Dios ha estado haciendo Su obra desde que creó a la humanidad. Al principio, era una obra muy simple, pero a pesar de su simplicidad, contenía expresiones de Su esencia y Su carácter. Aunque la obra de Dios se ha elevado ahora, y en cada persona que lo sigue esta obra se ha convertido en prodigiosa y concreta, con gran expresión de Su palabra, la persona de Dios ha estado escondida para la humanidad durante este proceso. Aunque Él se ha encarnado dos veces, desde la época de los relatos bíblicos hasta la época moderna, ¿quién ha visto alguna vez la persona real de Dios? Basándoos en vuestro entendimiento, ¿ha visto alguien alguna vez la persona real de Dios? No. Nadie ha visto la persona real de Dios, lo que significa que nadie ha visto nunca el verdadero ser de Dios. Esto es algo en lo que todo el mundo está de acuerdo. Es decir, la persona real de Dios, o Su Espíritu, está oculto de toda la humanidad, incluidos Adán y Eva, a quienes creó, y también al justo Job, a quien aceptó. Ninguno de ellos vieron la persona real de Dios. ¿Pero por qué enmascara Dios voluntariamente Su persona real? Algunos responden: “Dios teme asustar a la gente”. Otros dicen: “Dios esconde Su persona real, porque el hombre es demasiado pequeño y Él es demasiado maravilloso; los humanos no pueden verlo, o de lo contrario morirán”. Están también aquellos que afirman: “Dios está ocupado gestionando Su obra cada día; y podría no tener tiempo para aparecerse y que otros lo puedan ver”. Independientemente de lo que creáis, tengo Mi conclusión sobre esto. ¿Cuál es esa conclusión? Que Dios simplemente no quiere que las personas vean Su persona real. Permanecer escondido de la humanidad es algo que Él hace deliberadamente. En otras palabras, es el propósito de Dios que la gente no vea Su persona real. Esto ya debería estar claro para todos. Si Dios nunca le ha revelado Su persona a nadie, ¿creéis que existe la persona de Dios? (Existe). Por supuesto que sí. La existencia de la persona de Dios queda fuera de toda duda. Pero en cuanto a Su grandeza o Su aspecto, ¿debería investigar la humanidad estas cuestiones? No. La respuesta es negativa. Si la persona de Dios no es un tema que deberíamos explorar, ¿cuál es entonces? (El carácter de Dios). (La obra de Dios). Antes de comenzar a comunicar el tema oficial, sin embargo, volvamos a lo que estábamos debatiendo hace un momento: ¿por qué no ha revelado Dios nunca Su persona a la humanidad? ¿Por qué esconde Dios intencionadamente Su persona de la humanidad? Solo hay una razón, y es esta: aunque el hombre, al que Dios creó, ha experimentado miles de años de Su obra, no hay una sola persona que conozca dicha obra, Su carácter y Su esencia. A los ojos de Dios, estas personas se oponen a Él, y Él nunca se mostraría a personas que le son hostiles. Esta es la única razón por la que Dios nunca le ha revelado Su persona a la humanidad y por la que Él la protege deliberadamente de la humanidad. ¿Tenéis clara ahora la importancia de conocer el carácter de Dios?

Desde la existencia de la gestión de Dios, Él siempre ha estado totalmente dedicado a llevar a cabo Su obra. A pesar de ocultar Su persona del hombre, siempre ha estado a su lado, obrando en él, expresando Su carácter, guiando a toda la humanidad con Su esencia, y haciendo Su obra en cada persona por medio de Su poder, Su sabiduría y Su autoridad, dando así lugar a la Era de la Ley, la Era de la Gracia y la Era del Reino actual. Aunque Dios oculta Su persona del hombre, Su carácter, Su ser y posesiones, así como Sus intenciones hacia la humanidad, se le revelan sin reservas para que los vea y experimente; en otras palabras, aunque los seres humanos no pueden ver ni tocar a Dios, Su carácter y Su esencia, con los que la humanidad se ha encontrado, son absolutamente expresiones de Dios mismo. ¿Acaso no es verdad? Independientemente de la manera o el ángulo de aproximación que Dios elija para llevar a cabo Su obra, Él siempre trata a las personas mediante Su identidad verdadera, hace la obra que a Él le incumbe y dice las palabras que está obligado a decir. No importa desde qué posición hable Dios —podría estar en el tercer cielo, o en la carne, o incluso bajo el aspecto de una persona corriente—, Él siempre le habla al hombre con todo Su corazón y toda Su mente, sin ningún engaño ni ocultamiento. Cuando lleva a cabo Su obra, Dios expresa Su palabra y Su carácter, lo que tiene y lo que es, sin ninguna reserva en absoluto. Él dirige a la humanidad con Su vida, Su ser y Sus posesiones. Así vivió el hombre durante la Era de la Ley —la era de la cuna de la humanidad—, bajo la dirección del Dios “invisible e intocable”.

Dios se hizo carne, por primera vez, después de la Era de la Ley, una encarnación que duró treinta y tres años y medio. Para un ser humano, ¿es esto mucho tiempo? (No mucho). Dado que la duración de la vida de un ser humano suele ser mucho más extensa que treinta y tantos años, no es mucho tiempo para un hombre. De hecho, estos treinta y tres años y medio fueron muy largos para el Dios encarnado. Él pasó a ser una persona, una persona corriente que se ocupó de la obra y la comisión de Dios. Esto significaba que tenía que asumir la obra que una persona ordinaria no podía manejar y, a la vez, soportar un sufrimiento que las personas ordinarias no pueden resistir. Por mucho que las personas de hoy no hayan presenciado la cantidad de sufrimiento que el Señor Jesús soportó durante la Era de la Gracia, desde el comienzo de Su obra hasta que fue clavado en la cruz, ¿no podéis al menos haceros una idea a través de las historias de la Biblia? Independientemente de cuántos detalles existan en esos hechos recogidos, la obra de Dios durante este período estuvo, en general, llena de dificultades y sufrimiento. Para un ser humano corrupto, treinta y tres años y medio no es mucho tiempo; un poco de sufrimiento es un asunto menor. Pero para el Dios santo, inmaculado, que tuvo que cargar con todos los pecados de la humanidad, comer, dormir y vivir con pecadores, este dolor fue increíblemente grande. Él es el Creador, el Soberano de todas las cosas y el Soberano de todo; pero cuando vino al mundo tuvo que soportar la opresión y la crueldad de hombres corruptos. A fin de completar Su obra y rescatar a la humanidad del mar de la miseria, tuvo que ser condenado por el hombre, y cargar con los pecados de toda la humanidad. Las personas ordinarias no pueden comprender ni apreciar el grado de sufrimiento por el que pasó. ¿Qué representa este sufrimiento? Representa la devoción de Dios por la humanidad. Representa la humillación que sufrió y el precio que pagó por la salvación del hombre, para redimir sus pecados y completar esta etapa de Su obra. También quiere decir que el hombre sería redimido por Dios desde la cruz. Este es un precio pagado en sangre, en vida, y un precio que ningún ser creado se podría permitir. Debido a que tiene la esencia de Dios y posee lo que Dios tiene y es, pudo soportar esa clase de sufrimiento y hacer este tipo de obra. Esto es algo que ningún otro ser creado por Él podría haber hecho en Su lugar. Esta es la obra de Dios durante la Era de la Gracia y una revelación de Su carácter. ¿Revela esto algo acerca de lo que Dios tiene y es? ¿Vale la pena para la humanidad llegar a conocerlo? En aquella era, aunque el hombre no vio la persona de Dios, recibió Su ofrenda por el pecado y fue redimido por Él desde la cruz. Puede que la humanidad esté familiarizada con la obra que Dios hizo durante la Era de la Gracia, ¿pero alguien lo está con el carácter y las intenciones expresados por Dios durante este período? El hombre apenas conoce detalles de la obra de Dios durante distintas eras y por medio de diversos canales, o sabe de historias relativas a Dios que tuvieron lugar al mismo tiempo que Él estaba llevando a cabo Su obra. Estos detalles e historias son, como mucho, tan solo un poco de información o leyendas sobre Dios, y no tienen nada que ver con Su carácter y Su esencia. De modo que, sin importar cuántas historias conozcan las personas sobre Dios, eso no significa que tengan un entendimiento y conocimiento profundos de Su carácter o Su esencia. Como en la Era de la Ley, aunque las personas de la Era de la Gracia habían experimentado un encuentro inmediato e íntimo con Dios en la carne, su conocimiento del carácter y la esencia de Dios era prácticamente inexistente.

En la Era del Reino, Dios una vez más se hizo carne, del mismo modo en que lo hizo la primera vez. Durante este período de obra, Dios sigue expresando Su palabra sin reservas, lleva a cabo la obra que está obligado a hacer, y expresa lo que tiene y es. Al mismo tiempo, sigue soportando y tolerando la rebeldía y la ignorancia del hombre. ¿Acaso no revela Dios también, continuamente, Su carácter y expresa Sus intenciones durante este período de obra? Así pues, desde la creación del hombre hasta ahora, el carácter de Dios, Su ser y posesiones, y Sus intenciones, siempre han estado abiertos a cada persona. Él nunca ha escondido deliberadamente Su esencia, Su carácter, o Sus intenciones. Lo que ocurre es que a la humanidad no le importa lo que Dios está haciendo ni cuáles son Sus intenciones; por eso tiene el hombre un entendimiento tan patéticamente escaso de Dios. En otras palabras, aunque Dios oculte Su persona, también está junto a la humanidad en todo momento, proyectando abiertamente Sus intenciones, carácter y esencia a todas horas. En cierto sentido, la persona de Dios también está abierta a las personas, pero la ceguera y rebeldía de las personas les impiden ser capaces de ver la aparición de Dios. Así que si este es el caso, entonces ¿no debería ser fácil para todos entender el carácter de Dios y a Dios mismo? Esta pregunta es muy difícil de responder, ¿verdad? Podéis decir que es fácil, pero aunque algunas personas busquen conocer a Dios, no pueden conseguirlo realmente ni obtener un entendimiento claro de Él; siempre es confuso y vago. Pero si decís que no es fácil, tampoco es correcto. Habiendo sido el objeto de la obra de Dios durante tanto tiempo, todo el mundo debería tener un trato genuino con Él por medio de sus experiencias. Al menos deberían haber sentido a Dios hasta cierto punto en su corazón o haber tenido un roce espiritual con Él, y deberían haber tenido al menos cierta conciencia emocional del carácter de Dios o haber obtenido algún entendimiento de Él. Desde el momento en que el hombre comenzó a seguir a Dios hasta ahora, la humanidad ha recibido mucho; sin embargo, por todo tipo de razones —el calibre inadecuado del hombre, su ignorancia, su rebeldía, e intenciones varias—, también ha perdido mucho de ello. ¿No le ha dado Dios ya suficiente a la humanidad? Aunque Él esconda Su persona de la humanidad, provee a los seres humanos de todo lo que Él tiene y es, y de Su vida; el conocimiento que la humanidad tiene de Dios no debería ser tan solo aquello que es ahora. Por ello pienso que es necesario comunicar más con vosotros sobre el tema de la obra de Dios, Su carácter y Dios mismo. El propósito es que los miles de años de cuidados y consideración que Él ha invertido en el hombre no acaben en vano, y que la humanidad pueda entender y apreciar genuinamente las intenciones de Dios hacia ella. Esto es para que las personas puedan avanzar a una nueva etapa en su conocimiento de Dios. También devolverá a Dios a Su verdadero lugar en el corazón de las personas, es decir, le hará justicia.

Para entender el carácter de Dios y a Dios mismo tienes que empezar de a poco. ¿Pero de a poco a partir de dónde? Para empezar, he seleccionado algunos capítulos de la Biblia. La información siguiente contiene versículos bíblicos, todos ellos relacionados con el tema de la obra de Dios, Su carácter y Él mismo. Consideré específicamente estos pasajes como materiales de referencia para ayudaros a conocer la obra de Dios, Su carácter y a Él mismo. Al compartirlos, seremos capaces de ver qué clase de carácter ha revelado Dios a lo largo de Su obra pasada, y qué aspectos de Su esencia son desconocidos para el hombre. Estos capítulos pueden ser antiguos, pero el tema que estamos comunicando es algo nuevo que las personas no tienen y de lo que no han oído hablar jamás. Para algunos de vosotros podría resultar inconcebible: ¿acaso remontarse a Adán y Eva y regresar a Noé no es volver sobre los mismos pasos? Independientemente de lo que penséis, estos capítulos son muy beneficiosos para la comunicación de este tema y pueden actuar como textos pedagógicos o material de primera mano para la enseñanza de hoy. Para cuando finalice esta comunicación, entenderás los propósitos detrás de Mi elección de estos capítulos. Puede que los que hayan leído la Biblia ya hayan leído estos pocos versículos, pero tal vez no los entiendan del todo. Primero, vamos a revisarlos brevemente, luego analizaremos cada uno en detalle en nuestra enseñanza.

Adán y Eva son los antepasados de la humanidad. Si tenemos que mencionar personajes de la Biblia, entonces debemos empezar por ellos dos. El siguiente es Noé, el segundo antepasado de la humanidad. ¿Quién es el tercer personaje? (Abraham). ¿Conocéis todos la historia de Abraham? Tal vez alguno de vosotros sí, pero otros quizás no lo tengan muy claro. ¿Cuál es el cuarto personaje? ¿A quién se menciona en la historia de la destrucción de Sodoma? (Lot). Pero no se hace referencia a Lot aquí. ¿A quién se refiere? (A Abraham). Lo principal que se menciona en la historia de Abraham es lo que Jehová Dios había dicho. ¿Lo veis? ¿Quién es el quinto personaje? (Job). ¿No menciona Dios mucho de la historia de Job durante esta etapa actual de Su obra? ¿Os interesa mucho esta historia? Si es así, ¿habéis leído detenidamente la historia de Job en la Biblia? ¿Sabéis qué cosas dijo y qué cosas hizo? Aquellos de vosotros que la han leído más, ¿cuántas veces lo habéis hecho? ¿La leéis a menudo? Hermanas de Hong Kong, por favor decidnos. (Lo leí un par de veces antes, cuando estábamos en la Era de la Gracia). ¿No lo habéis leído desde entonces? Eso es lamentable. Permitidme deciros algo: durante esta etapa de Su obra, Él mencionó a Job muchas veces, y esto es un reflejo de Sus propósitos. Que mencionase a Job muchas veces sin despertar vuestra atención es testimonio de una realidad: no tenéis interés en ser personas buenas y personas que temen a Dios y que se apartan del mal. Esto se debe a que estáis satisfechos con tener tan solo una idea aproximada de la historia de Job citada por Dios. Os contentáis con entender simplemente la historia en sí, pero no os importan ni tratáis de entender los detalles de quién es Job y el propósito de Dios al referirse a él en tantas ocasiones. Si una persona así, elogiada por Dios, no os interesa, ¿a qué le estáis prestando atención exactamente? Si no os importa ni intentáis entender a tan importante persona mencionada por Dios, ¿qué podrá decir esto respecto a vuestra actitud hacia la palabra de Dios? ¿No sería deplorable? ¿No demostraría eso que la mayoría de vosotros no os involucráis en cosas prácticas ni buscáis la verdad? Si buscas la verdad, prestarás la atención necesaria a las personas que Dios aprueba y a las historias de los personajes de los que Él ha hablado. Estés o no a la altura de estas personas, te resulten o no palpables sus historias, te pondrás rápidamente a leerlas, tratarás de comprenderlas, buscarás formas de seguir su ejemplo y harás lo que puedas en la medida de tus capacidades. Así es como alguien que anhela la verdad debe actuar. Pero la realidad es que la mayoría de los que estáis sentados aquí nunca habéis leído la historia de Job. Y eso dice mucho.

Volvamos al tema que estaba exponiendo. En esta parte de las Escrituras, que trata de la Era de la Ley del Antiguo Testamento, he optado por centrarme en ciertas historias sobre personajes altamente representativos que a la mayoría de quienes han leído la Biblia les resultan familiares. Cualquiera que lea las historias sobre estos personajes podrá sentir que la obra que Dios ha hecho en ellos y las palabras que les ha hablado son igualmente tangibles y accesibles para las personas de hoy. Cuando leas estas historias, las crónicas bíblicas, podrás entender mejor cómo llevaba Dios a cabo Su obra y cuál era Su forma de tratar con las personas durante esos momentos de la historia. Pero la razón por la que he decidido debatir estos capítulos hoy, no es para que intentes centrarte en estas historias y sus personajes. En cambio, es para que a través de los personajes de estas historias llegues a ver los hechos de Dios y Su carácter. Esto te permitirá llegar a conocer y a entender a Dios más fácilmente, a ver Su lado real; disipará tus especulaciones y nociones sobre Él, y te ayudará a desviarte de la fe asediada por la imprecisión. A menos que tengas una base sólida, intentar dar un sentido al carácter de Dios y llegar a conocer a Dios mismo puede llevar con frecuencia a un sentido de inutilidad, desamparo e incertidumbre respecto a por dónde empezar. Esto es lo que me incitó a desarrollar un método y un enfoque que podrían ayudarte a entender mejor a Dios, apreciar con mayor autenticidad Sus intenciones, llegar a conocer Su carácter y a Dios mismo, y que te permita sentir genuinamente la existencia de Dios y apreciar Sus intenciones hacia la humanidad. ¿No será todo esto en vuestro beneficio? Ahora, cuando revisitáis estas historias y partes de las Escrituras, ¿qué sentís en vuestros corazones? ¿Pensáis que las partes de las Escrituras que elegí son superfluas? Debo hacer de nuevo hincapié en lo que acabo de deciros: el objetivo de haceros leer las historias de estos personajes es ayudaros a ver cómo hace Dios Su obra en las personas y a entender mejor Su actitud hacia la humanidad. ¿Qué os ayudará a alcanzar este entendimiento? Entender la obra que Dios ha hecho en el pasado, y relacionarla con la que está haciendo ahora mismo, facilitará que entendáis Sus innumerables aspectos. Estos innumerables aspectos son reales, y todos los que deseen llegar a conocer a Dios deben conocerlos y entenderlos.

Comencemos con la historia de Adán y Eva, empezando con una cita de las Escrituras.

A. Adán y Eva

1. El mandato de Dios a Adán

Génesis 2:15-17 Y Jehová Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín del Edén para vestirlo y protegerlo. Y Jehová Dios le ordenó y le dijo: De cada árbol del jardín puedes comer libremente, pero no debes comer del árbol del conocimiento del bien y el mal porque el día que comas de él, definitivamente morirás.*

¿Qué sacáis de estos versículos? ¿Cómo os hace sentir esta parte de las Escrituras? ¿Por qué he decidido hablaros del mandato de Dios a Adán? ¿Tenéis cada uno de vosotros una imagen de Dios y de Adán en vuestra mente? Podéis intentar imaginar: si estuvierais en esa escena, en el fondo, ¿cómo pensáis que sería Dios? ¿Cómo os hace sentir esto? Es una imagen conmovedora y reconfortante. Aunque solo están Dios y el hombre, la intimidad entre ambos os llena de una sensación de admiración: de manera gratuita, Dios le concede al hombre Su amor desbordante y lo rodea; el hombre es inocente y puro, sin trabas ni preocupaciones, vive feliz bajo el ojo de Dios. Él se preocupa por el hombre, mientras este vive bajo Su protección y bendición; cada cosa que dice y hace está vinculada inextricablemente a Dios y es inseparable de Él.

Esto puede llamarse el primer mandato de Dios al hombre tras crearlo. ¿Qué conlleva este mandato? La intención de Dios, pero también Su preocupación por la humanidad. Este es el primer mandato de Dios, y también la primera vez que Él expresa preocupación por el hombre. Es decir, Dios ha sentido una responsabilidad hacia el hombre desde el momento en que lo creó. ¿Cuál es Su responsabilidad? Proteger al hombre, cuidar de él. Espera que este pueda confiar en Sus palabras y obedecerlas. Es, asimismo, la primera expectativa que Dios tiene del hombre, y con ella le indica lo siguiente: “De cada árbol del jardín puedes comer libremente, pero no debes comer del árbol del conocimiento del bien y el mal porque el día que comas de él, definitivamente morirás”.* Estas simples palabras representan la intención de Dios. También revelan que, en Su corazón, Dios ha comenzado a mostrar preocupación por el hombre. Sólo Adán, entre todas las cosas, fue hecho a imagen de Dios; Adán fue el único ser vivo con el aliento de vida de Dios; él podía caminar con Dios y conversar con Él. Por eso le dio Dios ese mandato, en el que le dejó muy claro al hombre lo que podía y no podía hacer.

Podemos ver el corazón de Dios en estas pocas simples palabras. ¿Pero qué tipo de corazón se muestra a sí mismo? ¿Hay amor en el corazón de Dios? ¿Hay preocupación en él? En estos versículos no solo se aprecia Su amor y Su preocupación, sino que también pueden sentirse íntimamente. ¿No estaríais de acuerdo? Después de oírme decir esto, ¿seguís pensando que no son más que unas pocas palabras simples? No son tan simples después de todo, ¿verdad? ¿Antes erais conscientes de ello? Si Dios te dirigiera personalmente estas pocas palabras, ¿cómo te sentirías en tu interior? Si no fueras una persona humana, si tu corazón fuera frío como el hielo, no sentirías nada, no apreciarías el amor de Dios ni tratarías de entender Su corazón. Pero como persona con conciencia y sentido de humanidad, te sentirías diferente. Sentirías calidez, te sentirías cuidado y amado y sentirías felicidad. ¿No es así? Cuando sientas estas cosas, ¿cómo actuarás hacia Dios? ¿Te sentirías apegado a Él? ¿Le amarías y le respetarías desde lo más profundo de tu corazón? ¿Se acercaría más tu corazón a Él? En esto puedes ver cuán importante es para el hombre el amor de Dios. Pero lo que es aún más crucial es la apreciación y comprensión del amor de Dios por parte del hombre. De hecho, ¿no dice Dios muchas cosas parecidas durante esta etapa de Su obra? ¿Hay gente hoy que aprecia el corazón de Dios? ¿Podéis apreciar la intención de Dios de la que acabo de hablar? No podéis apreciarla de verdad cuando es tan concreta, tangible, y real. Por esta razón digo que no tenéis conocimiento y entendimiento reales de Dios. ¿No es cierto? Pero vamos a dejarlo ahí de momento.

2. Dios crea a Eva

Génesis 2:18-20 Y Jehová Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le voy a hacer algo apropiado para darle una ayuda. Y de la tierra Jehová Dios formó cada bestia del campo y cada ave del aire y los trajo a Adán para ver qué nombre les pondría; y el nombre que Adán le dio a cada criatura viviente es el nombre que llevan ahora. Adán dio nombre a todo ganado, a las aves del aire y a cada bestia del campo, pero para Adán no había una compañía apropiada.*

Génesis 2:22-23 Y con la costilla que Jehová Dios había sacado del hombre, le hizo una mujer la cual trajo al hombre. Y Adán dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; se llamará Mujer porque salió del hombre.*

Hay una frase clave en esta parte de las escrituras: “y el nombre que Adán le dio a cada criatura viviente es el nombre que llevan ahora”.* ¿Quién dio entonces nombre a todas las criaturas vivientes? Fue Adán, no Dios. Esta frase le dice a la humanidad un hecho: Dios le proporcionó inteligencia al hombre cuando lo creó. Es decir, la inteligencia del hombre vino de Dios. Esto es una certeza. ¿Pero por qué? Después de que Dios crease a Adán, ¿fue este a la escuela? ¿Sabía leer? Tras la creación de diversas criaturas vivientes, ¿reconoció Adán a todas estas criaturas? ¿Le dijo Dios cuáles eran sus nombres? Desde luego, Dios tampoco le enseñó qué nombres ponerles a aquellas criaturas. ¡Esa es la verdad! Entonces ¿cómo supo Adán dar nombre a estas criaturas vivientes y qué clase de nombre darles? Esto guarda relación con algo que Dios le añadió a Adán cuando lo creó. Los hechos demuestran que cuando Dios creó al hombre le añadió Su inteligencia. Este es un punto fundamental, así que escuchad con atención. Hay además otro punto fundamental que deberíais entender: después de que Adán diese nombre a estas criaturas vivientes, estos nombres quedaron establecidos en el vocabulario de Dios. ¿Por qué menciono esto? Porque esto también involucra el carácter de Dios, y este es un punto que debo explicar más.

Dios creó al hombre, insufló vida en él, y también le dio algo de Su inteligencia, Sus capacidades, y lo que Él tiene y es. Después de que Dios diera al hombre todas estas cosas, el hombre fue capaz de hacer algunas cosas de forma independiente y pensar por sí mismo. Si lo que al hombre se le ocurre y hace es bueno a los ojos de Dios, Él lo acepta y no interfiere. Si lo que el hombre hace es correcto, entonces Dios lo dejará tal cual. ¿Qué indica, pues, la frase “y el nombre que Adán le dio a cada criatura viviente es el nombre que llevan ahora”?* Indica que Dios no vio adecuado alterar ninguno de los nombres que se le dieron a las diversas criaturas vivientes. A cualquier nombre que Adán le pusiese a una criatura, Dios decía “Así es”, confirmando el nombre. ¿Expresó Dios alguna opinión sobre el asunto? No, desde luego que no. ¿Qué deducís de esto? Dios le dio inteligencia al hombre y este la usó para hacer cosas. Si lo que el hombre hace es positivo a los ojos de Dios, Él lo confirma, lo reconoce y lo acepta sin juicio ni crítica. Ninguna persona ni espíritu maligno, ni Satanás pueden hacer esto. ¿Veis una revelación del carácter de Dios aquí? ¿Permitiría un ser humano, una persona corrupta, o Satanás que otros hiciesen algo en su nombre, justo delante de sus narices? ¡Por supuesto que no! ¿Lucharían por la posición con esa otra persona o fuerza distinta a ellos? ¡Por supuesto que lo harían! Si quien estaba con Adán en ese momento hubiese sido una persona corrupta o Satanás, habrían repudiado sin duda lo que él estaba haciendo. Para demostrar que tienen capacidad de pensar independientemente y de tener sus propias percepciones únicas, habrían negado por completo todo lo que Adán hizo: “¿Quieres llamarlo así? Pues bien, yo no lo voy a llamar así, sino de esta otra manera; lo llamaste Juan, pero yo voy a llamarlo José. Tengo que demostrar lo listo que soy”. ¿Qué clase de naturaleza es esta? ¿Acaso no es extremadamente arrogante? ¿Y qué hay de Dios? ¿Tiene ese carácter? ¿Puso Dios alguna objeción extraordinaria a lo que estaba haciendo Adán? ¡La respuesta es inequívocamente no! Del carácter que Dios revela no existe el menor rastro de discusión, arrogancia o santurronería. Eso queda muy claro aquí. Esto puede parecer un aspecto muy menor, pero si no entiendes la esencia de Dios, si tu corazón no intenta descifrar cómo actúa Dios y cuál es Su actitud, entonces no conocerás el carácter de Dios ni verás la expresión y revelación del carácter de Dios. ¿No es así? ¿Estás de acuerdo con lo que acabo de explicarte? En respuesta a las acciones de Adán, Dios no proclamó con grandilocuencia: “Habéis hecho bien, habéis hecho lo correcto y estoy de acuerdo”. Sin embargo, en Su corazón, Dios aprobó, apreció, y aplaudió lo que Adán hizo. Desde la creación, esto fue lo primero que el hombre hizo para Dios de acuerdo a Su instrucción. Lo llevó a cabo de parte de Dios y en Su nombre. A Sus ojos, esto surgió de la inteligencia que Él le concedió al hombre. Dios lo vio como una cosa buena, una cosa positiva. Lo que Adán hizo en aquel momento fue la primera manifestación de la inteligencia de Dios en el hombre. Fue una buena manifestación desde el punto de vista divino. Lo que quiero deciros aquí es que el objetivo de Dios al inculcar al hombre algo de lo que Él tiene y es, así como de Su inteligencia, fue con el propósito de que la humanidad pudiera ser la criatura viviente que lo manifestara a Él. Que esa criatura viviente actuara en Su nombre era precisamente lo que Dios había anhelado ver.

3. Dios hace abrigos de pieles para Adán y Eva

Génesis 3:20-21 Y Adán dio a su esposa el nombre de Eva, porque ella era la madre de todo ser viviente. Jehová Dios también hizo abrigos de pieles para Adán y su esposa y los vistió.*

Echemos un vistazo a este tercer pasaje, que declara que de hecho existe un significado detrás del nombre que Adán le atribuyó a Eva. Esto muestra que, después de ser creado, Adán tuvo sus propios pensamientos y entendió muchas cosas. Pero por ahora no estudiaremos ni exploraremos lo que él entendía ni cuánto comprendía, porque este no es Mi objetivo principal al exponer el tercer pasaje. ¿Cuál es, pues, la idea primordial que quiero destacar? Echemos un vistazo a la frase, “Jehová Dios también hizo abrigos de pieles para Adán y su esposa y los vistió”.* Si no debatimos sobre este versículo de las Escrituras en nuestra comunicación de hoy, quizás no seáis nunca conscientes de las profundas implicaciones que encierran estas palabras. Primero, permitidme dar algunas pistas. Si os parece, imaginad el jardín del Edén, y a Adán y Eva viviendo en él. Dios va a visitarlos y ellos se esconden porque están desnudos. Dios no puede verlos, y tras llamarlos, ellos responden: “No nos atrevemos a verte porque estamos desnudos”. No se atreven a ver a Dios, porque están desnudos. ¿Qué hace entonces Jehová Dios por ellos? El texto original dice: “Jehová Dios también hizo abrigos de pieles para Adán y su esposa y los vistió”.* Con esto, ¿entendéis qué usó Dios para hacer sus ropas? Dios usó pieles de animales para hacerlas. Es decir, Él confeccionó abrigos de piel para el hombre. Estas fueron las primeras prendas de vestir que Dios hizo para el hombre. Un abrigo de piel es una prenda de vestir de lujo según el estándar actual, y no es algo que todos pueden permitirse llevar. Si alguien te pregunta: “¿Cuál fue la primera prenda vestida por nuestros ancestros?”. Puedes responder: “Fue un abrigo de piel”. “¿Quién lo confeccionó?”. Puedes contestar también: “¡Dios lo hizo!”. Esa es la idea principal: Dios hizo esa prenda. ¿Acaso no es algo digno de debatir? Después de oír Mi descripción, ¿ha surgido una imagen en vuestra mente? Deberías tener al menos un bosquejo aproximado. El propósito de deciros esto hoy no es que sepáis cuál fue la primera prenda de vestir del hombre. ¿Cuál es entonces el propósito? No es el abrigo de piel en sí, sino cómo la gente llega a conocer Su carácter, lo que tiene y es, tal como lo reveló Dios en lo que hizo aquí.

En esta imagen de “Jehová Dios también hizo abrigos de pieles para Adán y su esposa y los vistió”,* ¿qué tipo de papel adopta Él cuando está con Adán y Eva? ¿De qué manera se manifiesta Dios en este mundo con tan solo dos seres humanos? ¿Se manifiesta a sí mismo en el papel de Dios? Hermanos y hermanas de Hong Kong, por favor responded. (En el papel de padre o madre). Hermanos y hermanas de Corea del Sur, ¿en qué tipo de papel pensáis que aparece Dios? (Cabeza de la familia). Hermanos y hermanas de Taiwán, ¿qué pensáis? (El papel de alguien de la familia de Adán y Eva, de un familiar). Algunos de vosotros pensáis que Dios aparece como un familiar de Adán y Eva, mientras otros dicen que lo hace como cabeza de la familia y otros que como padre o madre. Todas estas respuestas son muy apropiadas. Pero ¿veis adónde quiero llegar? Dios creó a estas dos personas y las trató como Sus compañeras. Como su única familia, Él cuidaba de sus vidas y de sus necesidades de alimento, ropa y refugio. Aquí, Dios aparece como padre o madre de Adán y Eva, y mientras lo hace, el hombre no ve cuán elevado es Dios; no ve Su supremacía, Su misterio ni, especialmente, Su ira o majestad. Lo único que ve es la humildad de Dios, Su afecto, Su preocupación por el hombre y Su responsabilidad y cuidado por él. La actitud y la forma en la que Dios trataba a Adán y Eva son parecidas a la manera en que los padres muestran preocupación por sus hijos. También es cómo los padres humanos aman, cuidan y se ocupan de sus propios hijos e hijas, de una forma real, visible y tangible. En lugar de enaltecerse a sí mismo hacia una posición elevada y poderosa, Dios usó personalmente las pieles para confeccionar ropa para el hombre. No importa si este abrigo de piel se usó para cubrir su modestia o para protegerlos del frío. Lo que importa es que Dios hizo personalmente con Sus propias manos esta ropa para cubrir el cuerpo del hombre. En vez de pensar en la ropa para que existiera o de usar métodos milagrosos como las personas podrían imaginar, Él hizo justificadamente algo que, según el hombre, Dios no hacía o no debía hacer. Esto podía parecer una cosa trivial, algo que algunas personas no considerarían digno de mención; sin embargo, permite que cualquier seguidor de Dios asediado por concepciones ambiguas sobre Él, adquiera una percepción de Su autenticidad y Su hermosura, y vea Su fidelidad y humildad. Hace que aquellos que son insufriblemente arrogantes, y se creen elevados y poderosos, inclinen avergonzados su engreída cabeza ante la autenticidad y la humildad de Dios; estas permiten aquí, además, que se vea cuán digno de amor es Él. En cambio, el Dios “inmenso”, “digno de ser amado” y “omnipotente” que la gente guarda en sus corazones se ha convertido en insignificante y feo, y se quiebra con el más ligero roce. Cuando ves este versículo y oyes esta historia, ¿contemplas a Dios con desprecio por hacer algo así? Algunas personas podrían hacerlo, pero otras reaccionarán del modo contrario. Pensarán que Dios es genuino y digno de amor, y que son precisamente la autenticidad y la hermosura de Dios lo que las conmueve. Cuanto más ven el lado real de Dios, mejor pueden apreciar la verdadera existencia de Su amor, la importancia de Dios en sus corazones, y cómo Él está a su lado en todo momento.

Ahora, relacionemos nuestra exposición de nuevo con el presente. Si Dios pudo hacer estas diversas pequeñas cosas por las personas que creó al principio, y hasta algunas que nadie se atrevería nunca a pensar o esperar, ¿podría Dios hacerlas para las personas de hoy? Algunos dicen: “¡Sí!”. ¿Por qué? Porque Su esencia y Su atractivo no son fingidos. La esencia de Dios existe realmente y no es algo añadido por otros, y sin duda tampoco cambia con los tiempos, los lugares y las eras. La autenticidad y la hermosura de Dios solo pueden destacarse realmente al realizar algo que para las personas sea poco sustancial e insignificante, algo tan nimio que ni siquiera pensarían que Él haría. Dios no es hipócrita. No hay exageración, engaño, soberbia, o arrogancia en Su carácter y esencia. Él nunca alardea, sino que ama, muestra preocupación, cuida y guía con fidelidad y sinceridad a los seres humanos que creó. No importa lo poco que las personas aprecien, sientan o vean esto que hace Dios, Él ciertamente lo hace. Saber que la esencia de Dios es así ¿afectaría al amor de las personas hacia Dios? ¿Tendría algún efecto sobre su temor de Él? Espero que cuando entiendas el lado real de Dios te acercarás más a Él y serás capaz de apreciar, de forma más verdadera, Su amor y Su preocupación por la humanidad, así como de entregar tu corazón a Dios y quedar libre de sospechas y dudas hacia Él. Dios lo está haciendo todo para el hombre con discreción, en silencio, por medio de Su sinceridad, Su fidelidad y Su amor. Pero nunca tiene aprensión o arrepentimiento por nada de lo que hace ni necesita que nadie le devuelva nada de ninguna forma, ni tiene intenciones de obtener nada de la humanidad. El único propósito en todo lo que ha hecho es poder recibir la fe y el amor sinceros de la humanidad. Y con esto, concluyo aquí el primer tema.

¿Os han ayudado estas exposiciones? ¿De cuánta ayuda han sido? (Tenemos más entendimiento y conocimiento del amor de Dios). (Este método de comunicación puede ayudarnos en el futuro a apreciar mejor la palabra de Dios, comprender las emociones que tuvo y los significados subyacentes de las cosas que dijo cuando las dijo, y sentir lo que sintió en ese momento). ¿Alguno de vosotros es más consciente de la realidad de la existencia de Dios tras leer estas palabras? ¿Sentís que la existencia de Dios ya no es vacía o difusa? Una vez que tenéis este sentimiento, ¿percibís que Dios está justo a vuestro lado? Quizás la sensación no sea obvia ahora mismo o tal vez no seáis capaces de sentirla todavía. Pero un día, cuando de verdad tengáis una apreciación profunda y un conocimiento real del carácter y de la esencia de Dios en el corazón, sentirás que Él está justo a tu lado, solo que nunca le habías aceptado genuinamente en tu corazón. ¡Y esa es la verdad!

¿Qué pensáis de este enfoque de comunicación? ¿Podéis seguirlo? ¿Pensáis que este tipo de comunicación sobre el tema de la obra y el carácter de Dios es muy pesado? ¿Cómo os sentís? (Muy bien, entusiasmados). ¿Qué os hizo sentir bien? ¿Por qué estabais entusiasmados? (Fue como volver al jardín del Edén, regresar al lado de Dios). “El carácter de Dios” es realmente un tema muy poco familiar para la gente, porque lo que imagináis habitualmente y lo que leéis en libros u oís en comunicaciones tiende a hacerte sentir como a un ciego que toca un elefante: simplemente palpas con las manos, pero en realidad no puedes visualizar nada. Tantear a ciegas no puede proporcionarte siquiera un entendimiento básico de Dios, ni qué hablar de un concepto claro de Él. Lo que hace es provocar más tu imaginación e impedirte definir con precisión qué son el carácter y la esencia de Dios, y las incertidumbres que surgen de tu imaginación llenarán invariablemente tu corazón de dudas. Cuando no puedes estar seguro de algo, pero sigues intentando entenderlo, siempre existirán en tu corazón contradicciones y conflictos, e incluso un sentido de perturbación que te haga sentir desorientado y confuso. ¿Acaso no es una agonía querer buscar a Dios, conocerlo y verlo con claridad, pero nunca poder encontrar las respuestas? Por supuesto, estas palabras solo van dirigidas a aquellos cuyo deseo es buscar temer a Dios y satisfacerle. Para las personas que no prestan atención alguna a tales cosas, en realidad esto no tiene importancia, porque lo que más esperan es que la realidad y la existencia de Dios no sea más que una leyenda o una fantasía, para poder hacer lo que quieran, ser los más grandes y más importantes, cometer hechos malvados sin consideración por las consecuencias, sin tener que hacer frente al castigo ni cargar con responsabilidad alguna, y de forma que ni siquiera se les aplicarán las cosas que Dios declara respecto a las personas malvadas. Estas personas no están dispuestas a comprender el carácter de Dios. Sienten aversión por intentar conocer a Dios y todo lo referente a Él. Preferirían que no existiese. Se oponen a Él y están entre quienes serán descartados.

Seguidamente, expondremos la historia de Noé y cómo se relaciona con el tema de la obra de Dios, Su carácter y Él mismo.

A vuestro entender, ¿qué le hace Dios a Noé en esta parte de las escrituras? Quizás todos los que estáis aquí sepáis algo sobre ello, por haberlo leído en la Biblia: Dios le ordenó a Noé que construyera el arca, y después Dios destruyó el mundo con un diluvio. Dios hizo que Noé construyera el arca para salvar a su familia de ocho miembros, lo que permitió que sobrevivieran y fueran los antepasados de la siguiente generación de la humanidad. Volvamos ahora a las Escrituras.

B. Noé

1. Dios pretende destruir el mundo con un diluvio y ordena a Noé construir un arca

Génesis 6:9-14 Estas son las generaciones de Noé. Noé era un hombre justo, perfecto entre sus contemporáneos; Noé andaba con Dios. Y Noé engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Y la tierra se había corrompido delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios a la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Entonces Dios dijo a Noé: He decidido poner fin a toda carne, porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos; y he aquí, voy a destruirlos juntamente con la tierra. Hazte un arca de madera de ciprés; harás el arca con compartimientos, y la calafatearás por dentro y por fuera con brea.

Génesis 6:18-22 Pero estableceré mi pacto contigo; y entrarás en el arca tú, y contigo tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos. Y de todo ser viviente, de toda carne, meterás dos de cada especie en el arca, para preservarles la vida contigo; macho y hembra serán. De las aves según su especie, de los animales según su especie y de todo reptil de la tierra según su especie, dos de cada especie vendrán a ti para que les preserves la vida. Y tú, toma para ti de todo alimento que se come, y guárdatelo, y será alimento para ti y para ellos. Y así lo hizo Noé; conforme a todo lo que Dios le había mandado, así hizo.

Después de leer estos dos pasajes, ¿tenéis un entendimiento general de quién era Noé? ¿Qué tipo de persona era? El texto original dice: “Noé era un hombre justo, perfecto entre sus contemporáneos”. En la mente de las personas modernas, ¿qué tipo de persona era un “hombre justo” de aquellos días? Un hombre justo debía de ser un hombre perfecto. ¿Sabéis si este hombre perfecto era perfecto a los ojos del hombre o perfecto a los ojos de Dios? Sin duda, este hombre era perfecto a los ojos de Dios pero no a los de los hombres. ¡Esto es seguro! Y se debe a que el hombre está ciego y no puede ver; sólo Dios ve toda la tierra y a cada persona, y sólo Él sabía que Noé era un hombre perfecto. Por tanto, el plan de Dios de destruir el mundo con un diluvio empezó en el instante mismo en que llamó a Noé.

En aquella era, Dios pretendió llamar a Noé para que hiciera algo muy importante. ¿Por qué tenía que hacerse esta tarea? Porque Dios tenía un plan en Su corazón en ese momento, y consistía en destruir el mundo con un diluvio. ¿Por qué destruiría el mundo? Como dice aquí: “La tierra se había corrompido delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia”. ¿Qué sacáis de esta frase “estaba la tierra llena de violencia”? Fue un fenómeno sobre la tierra en el que el mundo y sus habitantes se habían corrompido hasta el extremo, por tanto: “estaba la tierra llena de violencia”. En el lenguaje actual, “llena de violencia” significaría que todo está fuera de lugar. Para el hombre significaba que toda la apariencia de orden se perdió en todas las facetas de la vida, y todo se había vuelto caótico e inmanejable. A los ojos de Dios esto quería decir que las personas del mundo se habían vuelto demasiado corruptas. ¿Pero hasta qué punto? Hasta el punto de que Dios ya no soportaba mirarlas ni ser paciente con ellas. Corruptas hasta el punto de que Dios pretendía destruirlas. Cuando Dios se decidió a destruir el mundo, planeó encontrar a alguien que construyese un arca. Dios escogió a Noé para desempeñar esa tarea; es decir, hizo que Noé construyera un arca. ¿Por qué escogió a Noé? A los ojos de Dios, Noé era un hombre justo; no importa lo que Él le indicara que hiciera, Noé lo hacía. Es decir, Noé estaba dispuesto a hacer todo lo que Dios le pidiera. Él quería encontrar a alguien así para que trabajase con Él, para completar lo que Él había encargado y Su obra en la tierra. En aquel momento, ¿había alguien más, aparte de Noé, que pudiese realizar aquella tarea? ¡Desde luego que no! Noé era el único candidato, la única persona que podía llevar a cabo lo que Dios encargó, y por eso fue escogido. ¿Pero eran los límites y los estándares de Dios para salvar a las personas los mismos ahora que entonces? La respuesta es que desde luego que existe diferencia. ¿Y por qué lo pregunto? Noé era el único hombre justo a los ojos de Dios en aquella época; lo que implica que ni su esposa, sus hijos y sus nueras eran personas justas, pero Dios de todos modos las salvó por Noé. Dios no les hizo exigencias de la misma manera que hace ahora, sino que mantuvo a los ocho miembros de la familia de Noé con vida. Recibieron la bendición de Dios por la justicia de Noé. Sin Noé, ninguno de ellos podría haber acabado lo que Dios había encargado. Por tanto, Noé era la única persona que debía sobrevivir a esa destrucción del mundo, y los demás fueron beneficiarios colaterales. Esto demuestra que, en la era anterior a que Dios comenzase oficialmente Su obra de gestión, los principios y los estándares mediante los cuales trataba a las personas y se dirigía a ellas eran relativamente relajados. Para la gente de hoy, la forma en que Dios trató a la familia de Noé parece carecer de “justicia”, pero en comparación con el gran volumen de obra que Él hace ahora en las personas y la cantidad de Su palabra que ahora transmite, el trato que dispensó Dios a la familia de ocho miembros de Noé fue simplemente un principio de obra, dado el trasfondo de Su obra en aquella época. En comparación, ¿recibieron los ocho miembros de la familia de Noé más de Dios que las personas de hoy?

Que Noé fuera llamado fue una realidad simple, pero la idea principal de lo que estamos hablando —el carácter de Dios, Sus intenciones y Su esencia en este relato— no lo es tanto. Para entender estos diversos aspectos de Dios, debemos comprender primero a qué tipo de persona desea Dios llamar y, a través de esto, entender Su carácter, Sus intenciones, y Su esencia. Esto es crucial. Por tanto, a los ojos de Dios, ¿qué tipo de persona es este hombre a quien Él llama? Debe ser alguien que pueda escuchar Sus palabras y seguir Sus instrucciones. Al mismo tiempo, debe ser también una persona con sentido de la responsabilidad, alguien que llevará a cabo la palabra de Dios y la tratará como la responsabilidad y el deber que está obligado a cumplir. ¿Debe ser, pues, esta persona alguien que conozca a Dios? No. En aquel tiempo, Noé no había oído gran cosa de las enseñanzas de Dios ni experimentado Su obra en absoluto. Por consiguiente, el conocimiento que tenía de Él era muy limitado. Aunque se dice aquí que caminaba con Dios, ¿vio alguna vez Su persona? ¡La respuesta es definitivamente no! Y es que en aquellos días, solo los mensajeros de Dios venían entre las personas. Aunque podían representarle a Él con lo que decían o hacían, solo comunicaban la voluntad y los propósitos de Dios. La persona de Dios no se revelaba al hombre cara a cara. En esta parte de las escrituras, básicamente, lo único que vemos es lo que Noé tuvo que hacer y cuáles fueron las instrucciones de Dios para él. ¿Cuál fue, pues, la esencia que Dios expresó aquí? Todo lo que Él hace se planea con precisión. Cuando ve desarrollarse una cosa o una situación, existe un estándar por el que medirlas a Sus ojos, y este determinará si comienza un plan para lidiar con ellas o cómo tratarlas. Él no es indiferente ni insensible hacia todo. En realidad, es todo lo contrario. Aquí hay un versículo que Dios le dijo a Noé: “He decidido poner fin a toda carne, porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos; y he aquí, voy a destruirlos juntamente con la tierra”. ¿Afirman las palabras que Dios dijo esa vez que solo destruiría a los seres humanos? ¡No! Él declaró que iba a destruir todo lo vivo, lo que tuviera carne. ¿Por qué quería Dios la destrucción? Aquí hay otra revelación del carácter de Dios; a Sus ojos, existe un límite para Su paciencia respecto a la corrupción del hombre, a la inmundicia, la violencia, y la rebeldía de toda carne. ¿Cuál es Su límite? Es como Dios mismo dijo: “Miró Dios a la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra”. ¿Qué significa la frase “porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra”? Significa que al llenarse de corrupción el comportamiento de todas las cosas vivientes y verlo Dios, tuvo que destruirlas, incluidas las que le seguían, las que invocaban Su nombre, las que una vez le hicieron holocaustos, las que lo reconocían verbalmente y hasta le alababan. Ese fue el límite de Dios. ¿Hasta qué punto mantuvo Dios, pues, la paciencia con el hombre y la corrupción de toda carne? Hasta el punto en que todas las personas, seguidoras de Dios o no creyentes, dejaron de caminar por la senda correcta y el hombre no solo estaba corrompido moralmente y lleno de maldad, sino que no había nadie que creyese en la existencia de Dios, y mucho menos que considerara que Él gobierna el mundo, que puede traer luz y la senda correcta a las personas. Hasta el punto de que el hombre despreció la existencia de Dios y no le permitió existir. Una vez que la corrupción del hombre llegó a semejante nivel, Él ya no lo soportó más. ¿Qué la sustituiría? Llegarían la ira y el castigo de Dios. ¿No era esto una revelación parcial del carácter de Dios? En esta era, ¿no hay hombres justos a ojos de Dios? ¿No hay hombres perfectos a ojos de Dios? ¿Es esta una era en la que la conducta de toda carne sobre la tierra es corrupta a los ojos de Dios? En estos tiempos, aparte de aquellos a quienes Dios quiere hacer completos y los que pueden seguir a Dios y aceptar Su salvación, ¿no están todas las personas de carne desafiando el límite de la paciencia de Dios? ¿No está lleno de violencia todo lo que acontece a vuestro alrededor, lo que veis con vuestros ojos y oís con vuestros oídos, y experimentáis personalmente cada día en este mundo? A los ojos de Dios, ¿no debería un mundo así, una era así, ser finalizada? Aunque el trasfondo de la era actual sea completamente diferente del de la época de Noé, los sentimientos y la ira de Dios hacia la corrupción del hombre siguen siendo exactamente los mismos. Él puede ser paciente debido a Su obra, pero a la luz de las circunstancias y condiciones, a ojos de Dios este mundo tendría que haber sido destruido hace ya mucho tiempo. Las circunstancias están muy lejos de lo que eran cuando el diluvio destruyó el mundo. ¿Cuál es la diferencia? Esto es también lo que más entristece el corazón de Dios, y quizás algo que ninguno de vosotros pueda apreciar.

Cuando destruyó el mundo con el diluvio, Dios pudo llamar a Noé para que construyese un arca e hiciese parte de la obra de preparación. Dios pudo llamar a un hombre —Noé— para que hiciese esta serie de cosas para Él. Pero en esta época actual, Dios no tiene a quien llamar. ¿Por qué? Todos los aquí presentes entienden y conocen probablemente muy bien la razón. ¿Necesitáis que la explique? Decirlo en voz alta podría haceros quedar mal y pondría nerviosos a todos. Algunos podrían decir: “Aunque no somos personas justas ni perfectas a los ojos de Dios, si Él nos ordenara hacer algo, igual seríamos capaces de hacerlo. Antes, cuando Él decía que se acercaba un desastre catastrófico, empezábamos a preparar alimentos y artículos necesarios en un desastre. ¿No se hacía todo esto de acuerdo a las exigencias de Dios? ¿No estábamos en verdad colaborando con la obra de Dios? ¿Acaso no pueden compararse las cosas que hicimos con las que Noé llevó a cabo? ¿No es verdadera sumisión actuar como lo hicimos? ¿No estábamos siguiendo las instrucciones de Dios? ¿No hicimos lo que Él dijo, porque tenemos fe en Sus palabras? Entonces, ¿por qué sigue Dios estando triste? ¿Por qué dice que no tiene a nadie a quien llamar?”. ¿Existe alguna diferencia entre vuestras acciones y las de Noé? ¿Cuál es la diferencia? (Preparar comida hoy para el desastre fue nuestro propósito). (Nuestras acciones no pueden considerarse “justas”, mientras que Noé era un hombre justo a ojos de Dios). Lo que habéis respondido no está demasiado desencaminado. Lo que Noé hizo fue esencialmente diferente a lo que las personas están haciendo ahora. Cuando hizo lo que Dios le ordenó no conocía Sus intenciones. No sabía lo que Él quería llevar a cabo. Dios solo le había dado un mandato y le había ordenado hacer algo, y sin mucha explicación, Noé siguió adelante y lo hizo. No intentó descifrar secretamente los deseos de Dios ni se resistió a Él, ni mostró falta de sinceridad. Solo fue y actuó en consecuencia, con un corazón puro y simple. Hizo todo lo que Dios le hizo hacer; someterse a Él y escuchar Su palabra sostuvieron su fe en lo que hacía. Así fue como lidió de forma directa y simple con lo que Dios le encargó. Su esencia, la esencia de sus acciones, fue la sumisión, no cuestionar, no resistirse y, además, no pensar en sus propios intereses personales ni en sus ganancias y pérdidas. Además, cuando Dios dijo que destruiría el mundo con un diluvio, Noé no preguntó cuándo lo haría ni qué sería de las cosas, y desde luego no le preguntó a Dios cómo iba a destruir el mundo. Simplemente hizo lo que Dios ordenó. Como fuera que Dios quisiera hacerlo y por el medio que deseara, él siguió al pie de la letra lo que Dios le pidió y además, de inmediato emprendió acción. Actuó de acuerdo con las instrucciones de Dios con la actitud de querer satisfacer a Dios. ¿Lo hacía para ayudarse a sí mismo a evitar el desastre? No. ¿Le preguntó a Dios cuánto faltaba para que el mundo fuese destruido? No. ¿Le preguntó a Dios o acaso sabía cuánto tardaría en construir el arca? Tampoco lo sabía. Simplemente se sometió, escuchó, y actuó en consecuencia. Las personas de ahora no son iguales; tan pronto como se filtra un poco de información a través de la palabra de Dios, en cuanto sienten que las hojas se mueven con el viento, entran en acción de inmediato, sin importar lo que pase e independientemente de cuál sea el precio, preparan lo que comerán, beberán, y usarán después, incluso planean sus rutas de escape para cuando el desastre suceda. Es aún más interesante que, en este momento clave, los cerebros humanos sean muy buenos para “hacer lo que hay que hacer”. Bajo circunstancias en las que Dios no ha dado ninguna instrucción, el hombre puede planearlo todo de forma muy apropiada. Se podría usar la palabra “perfectos” para definir tales planes. En cuanto a lo que Dios dice, cuáles son Sus intenciones, o lo que Él quiere, a nadie le importa ni lo aprecia. ¿No es esa la mayor diferencia entre las personas de hoy y Noé?

En este relato de la historia de Noé, ¿veis una parte del carácter de Dios? Hay un límite para la paciencia de Dios con la corrupción, la inmundicia y la violencia del hombre. Cuando alcance ese límite, ya no será paciente y comenzará Su nueva gestión y Su nuevo plan, empezará a hacer lo que tiene que hacer, revelará Sus hechos y el otro lado de Su carácter. Esta acción suya no es para demostrar que el hombre no debe ofenderle nunca o que está lleno de autoridad e ira; tampoco es para mostrar que puede destruir a la humanidad. Es que Su carácter y Su esencia santa ya no pueden permitir más ni tener paciencia para que esta clase de humanidad viva delante de Él, bajo Su dominio ni puede tener más paciencia con ella. Es decir, cuando toda la humanidad está contra Él, cuando no haya nadie a quien pueda salvar en toda la tierra, ya no tendrá paciencia con una humanidad así, y llevará a cabo Su plan sin ningún reparo: destruir a este tipo de humanidad. Ese acto de Dios viene determinado por Su carácter. Es una consecuencia necesaria, y una que cada ser creado bajo el dominio de Dios debe soportar. ¿No demuestra esto que, en esta era actual, Dios no puede esperar a completar Su plan y salvar a las personas que quiere salvar? Bajo estas circunstancias, ¿qué le importa más a Dios? No la forma en que le tratan o se le resisten quienes no le siguen en absoluto o quienes se oponen a Él ni cómo lo difama la humanidad. Lo único que le preocupa es que quienes le sigan, los que son objeto de Su salvación en Su plan de gestión, hayan sido hechos completos por Él, si se han hecho merecedores de Su satisfacción. En cuanto a los que no le siguen, simplemente provee ocasionalmente un poco de castigo para expresar Su ira. Por ejemplo: tsunamis, terremotos y erupciones volcánicas. Al mismo tiempo, protege firmemente y cuida a quienes lo siguen y están a punto de ser salvados por Él. Este es el carácter de Dios: por un lado puede tener una paciencia y tolerancia extremas hacia aquellos a los que pretende completar, y puede aguardar por ellos tanto como le es posible; por otro, Dios odia y detesta apasionadamente a las personas tipo-Satanás, que no lo siguen y se oponen a Él. Aunque a Él no le importa si esta gente tipo-Satanás lo sigue o lo adora, Él sigue aborreciéndolos a la par que alberga paciencia hacia ellos en Su corazón, y mientras determina el final de esta gente tipo-Satanás también aguarda la llegada de los pasos de Su plan de gestión.

Consideremos el siguiente pasaje.

2. La bendición de Dios a Noé después del diluvio

Génesis 9:1-6 Y bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra. Y el temor y el terror de vosotros estarán sobre todos los animales de la tierra, y sobre todas las aves del cielo, y en todo lo que se arrastra sobre el suelo, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. Todo lo que se mueve y tiene vida os será para alimento: todo os lo doy como os di la hierba verde. Pero carne con su vida, es decir, con su sangre, no comeréis. Y ciertamente pediré cuenta de la sangre de vuestras vidas; de todo animal la demandaré. Y de todo hombre, del hermano de todo hombre demandaré la vida del hombre. El que derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios hizo Él al hombre.

¿Qué veis en este pasaje? ¿Por qué he escogido estos versículos? ¿Por qué no he seleccionado un extracto sobre la vida de Noé y su familia en el arca? Porque esa información no tiene mucha relación con el tema que estamos comunicando hoy. Estamos enfocándonos en el carácter de Dios. Si queréis saber sobre esos detalles, podéis tomar la Biblia y leerla. No hablaremos de eso aquí. Hoy estamos hablando principalmente de conocer las acciones de Dios.

Después de que Noé aceptara las instrucciones de Dios, construyera el arca y viviera los días en que Dios usó un diluvio para destruir el mundo, toda su familia de ocho miembros sobrevivió. Salvo por esta, toda la humanidad y todas las cosas vivientes sobre la tierra fueron destruidas. Dios impartió bendiciones a Noé, y le dijo algunas cosas a él y a sus hijos. Estas cosas fueron las que Dios le estaba concediendo, a la vez que Su bendición sobre él. Esta es la bendición y la promesa que Dios da a alguien que puede escucharle y aceptar Sus instrucciones, y es también la forma en que Él recompensa a las personas. Es decir, independientemente de que Noé fuera un hombre perfecto o justo a los ojos de Dios, y de cuánto lo conociera, en pocas palabras, Noé y sus tres hijos todos escucharon las palabras de Dios, cooperaron con Su obra, e hicieron lo que se suponía que debían hacer, de acuerdo con las instrucciones divinas. Por consiguiente, preservaron a los humanos y a diversas especies de seres vivos para Dios en la víspera de la destrucción del mundo por el diluvio, lo que era una gran contribución al siguiente paso del plan de gestión de Dios. Dios lo bendijo por todo lo que había hecho. Quizás para las personas de hoy, lo que Noé hizo ni siquiera era digno de mencionar. Algunos podrían incluso pensar: “Noé no hizo nada; Dios se había hecho a la idea de salvarlo, así que desde luego que lo iba a hacer. Su supervivencia no se debió a sus propios logros. Esto es lo que Dios quería que ocurriese, porque el hombre es pasivo”. Pero no era lo que Él estaba pensando. A Él no le importa si una persona es grande o insignificante, mientras pueda escucharle, someterse a Sus instrucciones y lo que Él encarga, y pueda cooperar con Su obra, Su voluntad y Su plan, de forma que Su voluntad y Su plan puedan cumplirse sin problemas, entonces esa conducta es digna de Su conmemoración y de recibir Su bendición. Dios valora a esas personas, y aprecia sus acciones, así como su amor y su afecto por Él. Esta es la actitud de Dios. ¿Por qué bendijo Dios, pues, a Noé? Porque así es como Dios trata tales acciones y la sumisión del hombre.

Con respecto a la bendición de Noé por parte de Dios, algunas personas dirán: “Si el hombre escucha y satisface a Dios, Dios debería bendecir al hombre. Sobra decirlo, ¿verdad?”. ¿Podemos decir esto? Algunas personas responden que “no”. ¿Por qué no podemos decir eso? Algunas personas afirman: “El hombre no es digno de disfrutar la bendición de Dios”. Eso no es del todo correcto. Porque cuando una persona acepta lo que Dios le encarga, Él tiene un estándar para juzgar si las acciones de las personas son buenas o malas, si se ha sometido, si ha satisfecho las intenciones de Dios y si lo que hace es adecuado. Lo que le importa a Dios es el corazón humano, no sus acciones superficiales. No es que Dios deba bendecir a alguien solo por hacer algo, independientemente de cómo lo haga. Este es un malentendido que las personas tienen respecto a Dios. Él no solo mira el resultado final de las cosas, sino que hace mayor hincapié en cómo es el corazón de una persona y cuál es su actitud durante el desarrollo de las cosas; y mira, asimismo, si hay sumisión, consideración, y el deseo de satisfacerlo en el corazón. ¿Cuánto sabía Noé de Dios en aquella época? ¿Tanto como las doctrinas que conocéis hoy? En términos de aspectos de la verdad como conceptos y conocimiento de Dios, ¿recibió él tanto riego y pastoreo como vosotros? ¡No! Pero un hecho es innegable: en la conciencia, las mentes, y hasta en las profundidades de los corazones de las personas de hoy, sus conceptos y actitudes hacia Dios son vagos y ambiguos. Hasta podríais decir que una parte de las personas tiene una actitud negativa hacia la existencia de Dios. Pero en el corazón y la conciencia de Noé, la existencia de Dios era absoluta y estaba fuera de toda duda, y por tanto su sumisión hacia Él no estaba adulterada y podría pasar la prueba. Su corazón era puro y abierto a Dios. No necesitaba demasiado conocimiento de doctrinas para convencerse de seguir cada palabra de Dios ni muchos hechos para demostrar Su existencia, para poder ser capaz de aceptar lo que Dios le encargó y de hacer lo que Él quería que hiciera. Esta es la diferencia fundamental entre Noé y las personas actuales, y es también la verdadera definición de lo que es un hombre perfecto a ojos de Dios. Él quiere personas como Noé. Él es el tipo de persona que Dios elogia y también precisamente la clase de persona a la que Él bendice. ¿Habéis recibido algún esclarecimiento de esto? Las personas miran a las personas desde el exterior, mientras que Dios mira sus corazones y su esencia. Dios no le permite a nadie la falta de entusiasmo ni las dudas respecto a Él ni consiente que las personas sospechen de Él o lo prueben en modo alguno. Por consiguiente, aunque las personas de hoy estén cara a cara con la palabra de Dios, incluso se podría decir cara a cara con Dios, debido a algo profundo dentro de sus corazones, a la existencia de su esencia corrupta y a su actitud hostil hacia Él, la posibilidad de tener una creencia sincera en Dios ha sido obstaculizada y su sumisión a Él ha sido bloqueada. Debido a esto, para ellas es muy difícil obtener la misma bendición que Dios le concedió a Noé.

Seguidamente, echemos un vistazo a esta parte de las escrituras sobre cómo usó Dios el arcoíris como símbolo de Su pacto con el hombre.

3. Dios usa el arcoíris como símbolo de Su pacto con el hombre

Génesis 9:11-13 Yo establezco mi pacto con vosotros, y nunca más volverá a ser exterminada toda carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que hago entre yo y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por todas las generaciones: pongo mi arco en las nubes y será por señal del pacto entre yo y la tierra.

La mayoría de las personas sabe lo que es un arcoíris y han oído algunas historias relacionadas con ellos. En cuanto a la historia del arcoíris en la Biblia, algunos la creen y algunos la consideran una leyenda, mientras otros no la creen en absoluto. En cualquier caso, todos los acontecimientos que ocurrieron en relación al arcoíris fueron la obra de Dios, y tuvieron lugar en el proceso de la gestión del hombre por parte de Dios. Estos acontecimientos se han recogido con exactitud en la Biblia. Estos relatos no nos dicen cuál era el estado de ánimo de Dios en ese momento ni los propósitos detrás de estas palabras que Él pronunció. Además, nadie puede apreciar lo que Dios estaba sintiendo cuando las dijo. Sin embargo, el estado anímico de Dios en relación a todo este acontecimiento se revela entre las líneas del texto. Es como si Sus pensamientos en ese momento saltasen de la página a través de cada palabra y frase de la palabra de Dios.

Los pensamientos de Dios son aquello por lo que las personas deberían preocuparse y lo que deberían intentar llegar a conocer más. Esto se debe a que están inextricablemente relacionados con el entendimiento que el hombre tiene de Dios, que es un vínculo indispensable para la entrada en la vida del hombre. Así pues, ¿qué estaba pensando Dios en el momento en que acontecieron estas cosas?

Originalmente, Dios creó una humanidad que a Sus ojos era muy buena y cercana a Él, pero fue destruida por el diluvio tras rebelarse contra Él. ¿Le dolió a Dios que esa humanidad desapareciese así al instante? ¡Por supuesto que sí! ¿Cuál fue la expresión de este dolor? ¿Cómo se registró en la Biblia? Se registra en estas palabras: “Yo establezco mi pacto con vosotros, y nunca más volverá a ser exterminada toda carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra”. Esta simple frase revela los pensamientos de Dios. Esta destrucción del mundo le dolió mucho. En palabras del hombre, Él estaba muy triste. Podemos imaginar: ¿qué aspecto tenía la tierra, una vez llena de vida, tras ser destruida por el diluvio? ¿Qué aspecto tenía en aquel momento esa tierra que una vez estuvo llena de seres humanos? Ninguna morada humana, ninguna criatura viviente, agua por todas partes y completa devastación en la superficie del agua. ¿Era aquella escena el propósito original de Dios cuando creó el mundo? ¡Por supuesto que no! El propósito original de Dios era ver vida por toda la tierra, ver a los seres humanos que creó adorándole, no que fuese solo Noé el único en adorarle o el único que respondería a Su llamado para completar lo que le había encargado. Cuando la humanidad desapareció, Dios no vio lo que había pretendido originalmente, sino todo lo contrario. ¿Cómo no iba estar dolido Su corazón? Así pues, cuando estaba revelando Su carácter y expresando Sus emociones, Dios tomó una decisión. ¿Qué tipo de decisión tomó? Hacer un arco en las nubes (es decir, el arcoíris que vemos) como pacto con el hombre, una promesa de que Dios no destruiría de nuevo a la humanidad con un diluvio. Al mismo tiempo, también fue para decirles a las personas que Él había destruido el mundo con un diluvio, para que la humanidad recordase siempre por qué haría Dios algo así.

¿Fue la destrucción del mundo en aquel tiempo algo que quiso Dios? Definitivamente no fue algo que Él quiso. Podríamos ser capaces de imaginar una pequeña parte de la visión deplorable de la tierra tras la destrucción del mundo, pero no podemos acercarnos a imaginar cómo fue la escena a ojos de Dios. Podemos decir que, tanto en el caso de las personas de ahora como en el de las de entonces, nadie puede imaginar o apreciar lo que Dios estaba sintiendo cuando vio esa escena, esa imagen del mundo tras su destrucción por el diluvio. Dios se vio obligado a hacer esto por la rebeldía del hombre, pero el dolor que sufrió Su corazón por esta destrucción del mundo a través del diluvio es una realidad que nadie puede comprender ni apreciar. Por ello Dios hizo un pacto con la humanidad, cuyo objetivo era decirle a las personas que recordaran que Dios hizo una vez algo así, y jurarles que Dios no destruiría nunca más al mundo de ese modo. En este pacto vemos el corazón de Dios, vemos que sufría cuando destruyó a la humanidad. En el lenguaje del hombre, cuando Él la destruyó y la vio desaparecer, Su corazón lloraba y sangraba. ¿No es esta la mejor manera de describirlo? Los seres humanos usan estas palabras para ilustrar las emociones humanas, pero como el lenguaje del hombre es demasiado deficiente, emplearlas para describir los sentimientos y emociones de Dios no me parece tan malo ni tampoco es tan excesivo. Al menos os proporciona un entendimiento muy gráfico, muy acertado, del estado de ánimo de Dios en aquel momento. ¿Qué pensaréis ahora cuando veáis de nuevo un arcoíris? Al menos recordaréis que Dios se sintió una vez apenado por destruir el mundo con el diluvio. Recordaréis que, aunque Dios aborreció a este mundo y despreció a esta humanidad, cuando destruyó a los seres humanos que creó con Sus propias manos, Su corazón sufría y luchaba por dejarlo ir, sintiéndose renuente y resultándole difícil de soportar. Halló Su único alivio en la familia de ocho miembros de Noé. La colaboración de este hizo que Sus concienzudos esfuerzos para crear todas las cosas no fueran en vano. En un momento en que Dios estaba sufriendo, esto fue lo único que podía compensar Su dolor. Desde ese momento, Dios depositó todas las expectativas que tenía en la humanidad sobre la familia de Noé, esperando que esta pudiese vivir bajo Sus bendiciones y no bajo Su maldición, esperando que nunca volviesen a ver cómo Dios destruía el mundo mediante un diluvio, y esperando también que no fuesen destruidos.

¿Qué parte del carácter de Dios deberíamos aprender de esto? Dios había despreciado al hombre, porque el hombre era hostil con Él; pero en Su corazón, Su cuidado, preocupación y misericordia por la humanidad permanecían inmutables. Incluso cuando destruyó a la humanidad, Su corazón permaneció inmutable. Cuando la humanidad estaba llena de corrupción y rebeldía hacia Dios hasta un punto muy grave. Él tuvo que destruirla por Su carácter y Su esencia, y de acuerdo con Sus principios. Pero por Su esencia, Dios siguió compadeciéndose de ella, y hasta quiso usar diversas formas para redimirla, a fin de que continuase viviendo. El hombre, sin embargo, se opuso a Dios, siguió rebelándose y se negó a aceptar Su salvación, es decir, se negó a aceptar Sus buenas intenciones. Por mucho que Dios lo llamara, se lo recordara, le proveyera, lo ayudara o tolerara, el hombre no lo entendía ni lo apreciaba, ni le prestaba atención. En Su dolor, Dios no olvidó concederle al hombre Su máxima tolerancia, esperando que el hombre se dé la vuelta. Después de alcanzar Su límite, hizo lo que tuvo que hacer sin dudarlo. En otras palabras, hubo un período y un proceso específicos desde el momento en que Dios planeó destruir la humanidad hasta el comienzo de Su obra de destrucción de la misma. Este proceso existió con el propósito de capacitar al hombre para que cambiase de rumbo, y esta fue la última oportunidad que Dios le dio al hombre. ¿Qué hizo Dios, pues, en este período anterior a la destrucción de la humanidad? Llevó a cabo una cantidad significativa de trabajo recordatorio y de exhortación. Independientemente del dolor y del pesar que había en Su corazón, Él continuó prestando Su cuidado, Su preocupación y Su abundante misericordia a la humanidad. ¿Qué vemos a partir de esto? Indudablemente, que el amor de Dios por la humanidad es real y no algo que solo se dice de la boca para afuera. Es real, tangible y apreciable; no es fingido ni está adulterado, ni es engañoso o pretencioso. Dios nunca usa el engaño ni crea falsas imágenes para que las personas vean que es digno de ser amado. Nunca usa el falso testimonio para que las personas vean Su belleza ni para alardear de Su hermosura y santidad. ¿No son dignos del amor del hombre estos aspectos del carácter de Dios? ¿No son dignos de adorar? ¿No son dignos de estimar? En este momento, quiero preguntaros: Después de oír estas palabras, ¿pensáis que la grandeza de Dios se reduce a simples palabras vacías en una hoja de papel? ¿Es el encanto de Dios meras palabras vacías? ¡No! ¡Ciertamente no! La supremacía, la grandeza, la santidad, la tolerancia, el amor de Dios, etc., cada detalle de cada uno de los distintos aspectos del carácter y la esencia de Dios encuentran expresión práctica cada vez que Él lleva a cabo Su obra, están encarnados en Sus intenciones hacia el hombre, y también se cumplen y se reflejan en cada persona. Independientemente de que lo hayas sentido antes o no, Dios está cuidando de cada persona de todas las maneras posibles, usando Su corazón sincero, Su sabiduría, y diversos métodos para entibiar el corazón de cada persona, y despertar su espíritu. Este hecho es indiscutible. No importa cuántas personas estén sentadas aquí, cada una de ellas ha tenido experiencias y sentimientos diferentes respecto a la tolerancia, la paciencia y el encanto de Dios. En resumen, estas experiencias de Dios y estos sentimientos o percepciones de Él, todas estas cosas positivas, provienen de Dios. Por tanto, integrando las experiencias y el conocimiento de Dios de todos y combinándolos con nuestras lecturas de estos pasajes bíblicos hoy, ¿tenéis ahora un entendimiento más real y adecuado de Dios?

Después de leer esta historia y entender algo del carácter de Dios revelado por medio de este acontecimiento, ¿qué tipo de nuevo conocimiento tenéis de Dios? ¿Os ha dado un entendimiento más profundo de Él y de Su corazón? ¿Os sentís diferentes ahora cuando revisitáis la historia de Noé? En vuestra opinión, ¿era innecesario comunicar estos versículos bíblicos? Ahora que los hemos comunicado, ¿creéis que era innecesario? ¡Claro que era necesario! Aun así, lo que hemos leído es una historia, un relato cierto de la obra que Dios ha hecho. Mi objetivo no era haceros comprender los detalles de estas historias o este personaje; tampoco era que pudierais ir y estudiar a este personaje, y desde luego no era que volvierais a estudiar de nuevo la Biblia. ¿Lo entendéis? ¿Han ayudado, pues, estas historias a vuestro conocimiento de Dios? ¿Qué han añadido a vuestro entendimiento de Dios? Decidnos, hermanos y hermanas de Hong Kong. (Vimos que el amor de Dios es algo que ninguno de nosotros, los humanos corruptos, poseemos). Decidnos, hermanos y hermanas de Corea del Sur. (El amor de Dios por el hombre es real. Su amor por el hombre lleva Su carácter y Su grandeza, Su santidad, Su supremacía, y Su tolerancia. Vale la pena que intentemos obtener un entendimiento más profundo del mismo). (A través de la comunicación en ese momento, puedo ver por un lado el carácter justo y santo de Dios, y también Su preocupación por la humanidad, Su misericordia hacia ella, y que todo lo que Él hace, cada pensamiento e idea que tiene revelan Su amor y Su preocupación por la humanidad). (Mi entendimiento en el pasado era que Dios usó un diluvio para destruir el mundo, porque la humanidad había alcanzado un nivel grave de maldad, y era como si Dios la hubiera destruido porque la detestaba. Solo después de que Dios hablase hoy sobre la historia de Noé y dijese que Su corazón estaba sangrando me he dado cuenta de que Dios estaba realmente renuente a dejar ir a esta humanidad. Fue solo porque la humanidad era demasiado rebelde, que Dios no tuvo más remedio que destruirla. De hecho, el corazón de Dios estaba muy triste en ese momento. A partir de esto puedo ver en Su carácter, Su cuidado y Su preocupación por la humanidad. Es algo que no sabía antes). ¡Muy bien! Podéis seguir. (Yo estaba muy afectado tras escuchar. He leído la Biblia en el pasado, pero nunca he tenido una experiencia como la de hoy en la que Dios disecciona directamente estas cosas para que lleguemos a conocerle. Que Dios nos lleve consigo así para llegar a ver la Biblia me permite saber que Su esencia, antes de la corrupción del hombre, era amor por la humanidad y cuidado de ella. Desde el momento en que el hombre se corrompió hasta estos últimos días actuales, aunque Dios tiene un carácter justo, Su amor y Su cuidado permanecen inmutables. Esto muestra que la esencia del amor de Dios nunca cambia desde la creación hasta ahora, independientemente de que el hombre sea corrupto). (Hoy he visto que la esencia de Dios no se alterará por un cambio en el tiempo o la ubicación de Su obra. He entendido también que no importa si Dios está creando o destruyendo el mundo después de que el hombre se corrompa; todo lo que hace tiene sentido y contiene Su carácter. Vi, por tanto, que el amor de Dios es infinito e inconmensurable y, como han mencionado los demás hermanos y hermanas, el cuidado y la misericordia de Dios hacia la humanidad cuando destruyó el mundo). (Son cosas que en realidad no conocía antes. Después de escuchar hoy, siento que Dios es verdaderamente creíble, digno de confianza, que merece la pena creer en Él, y que existe en realidad. Puedo apreciar genuinamente en mi corazón que Su carácter y Su amor son realmente así de concretos. Tengo este sentimiento después de escuchar hoy). ¡Excelente! Parece que todos os habéis tomado en serio lo que habéis oído.

¿Habéis notado algo en todos los versículos de la Biblia, incluidas las historias bíblicas que comunicamos hoy? ¿Ha usado Dios alguna vez Su propio lenguaje para expresar Sus pensamientos o explicar Su amor y preocupación por la humanidad? ¿Existe algún registro de Él que utilice un lenguaje claro para declarar lo mucho que se preocupa por la humanidad o lo mucho que la ama? No. ¿No es correcto? Muchos de entre vosotros habéis leído la Biblia u otros libros. ¿Ha visto alguno de vosotros tales palabras? ¡La respuesta es definitivamente no! Es decir, en los relatos de la Biblia, incluidas las palabras de Dios o la documentación de Su obra, Él nunca ha usado en ninguna era o período Sus propios métodos para describir Sus sentimientos o expresar Su amor y cuidado por la humanidad ni ha utilizado la palabra o acción alguna para comunicar Sus sentimientos y Sus emociones. ¿No es esto una realidad? ¿Por qué lo digo? ¿Por qué tengo que mencionarlo? Porque esto también engloba el encanto de Dios y Su carácter.

Dios creó a la humanidad; independientemente de que se hayan corrompido o de que le sigan, Dios trata a los seres humanos como Sus seres más queridos; como Sus seres más queridos, como lo expresarían los seres humanos, y no como Sus juguetes. Aunque Dios dice que Él es el Creador y que el hombre es Su ser creado, algo que podría insinuar que hay una ligera diferencia de rango, la realidad es que todo lo que Dios ha hecho por la humanidad supera por mucho a una relación de esta naturaleza. Dios ama a la humanidad, cuida de ella, y muestra preocupación por ella; provee, asimismo, constante e incesantemente para la humanidad. Él nunca siente en Su corazón que esto sea un trabajo adicional o algo que merezca mucho mérito. Tampoco estima que salvar a la humanidad, proveer para ella, y concederle todo, sea hacer una gran contribución a la humanidad. Él simplemente provee para la humanidad de forma tranquila y silenciosa, a Su manera, por medio de Su propia esencia y de lo que Él tiene y es. No importa cuánta provisión y cuánta ayuda reciba la humanidad de Él, Dios nunca piensa en obtener mérito ni intenta hacerlo. Esto viene determinado por Su esencia, y es también precisamente una expresión verdadera de Su carácter. Es la razón por la que, independientemente de que sea en la Biblia o en otros libros, nunca vemos a Dios expresando Sus pensamientos ni lo encontramos describiendo o declarando a los seres humanos con el objetivo de hacer que la humanidad le esté agradecida o le alabe, ni por qué hace Él estas cosas o por qué cuida tanto de la humanidad. Incluso cuando está dolido, cuando Su corazón sufre un dolor extremo, nunca olvida Su responsabilidad hacia la humanidad ni Su preocupación por ella, todo esto mientras soporta el padecimiento y el dolor en silencio, solo. Por el contrario, Dios sigue proveyendo para la humanidad como siempre ha hecho. Aunque esta le alabe con frecuencia o de testimonio de Él, Él no exige este comportamiento. Esto se debe a que Dios nunca pretende que lo bueno que hace para la humanidad se intercambie por gratitud ni que tenga que devolverse. Por otra parte, quienes pueden temer a Dios y se apartan del mal; los que pueden seguirle con sinceridad, le escuchan y le son leales; y aquellos que pueden someterse a Él, son los que recibirán a menudo las bendiciones de Dios, y Él concederá las mismas sin reservas. Además, las bendiciones que las personas reciben de Dios superan con frecuencia a su imaginación, y a cualquier cosa que los seres humanos puedan justificar mediante lo que han hecho o el precio que han pagado. Cuando la humanidad está disfrutando las bendiciones de Dios, ¿se preocupa alguien de lo que Él está haciendo? ¿Muestra alguien preocupación alguna por cómo se está sintiendo Él? ¿Intenta alguien entender Su dolor? La respuesta es un enfático no. ¿Puede cualquier ser humano, incluido Noé, entender el dolor que Dios estaba sintiendo en ese momento? ¿Puede alguien apreciar por qué establecería Él un pacto como ese? ¡No puede! La humanidad no aprecia el dolor de Dios, no porque no pueda entenderlo, y no por la brecha existente entre Él y el hombre, o por la diferencia en su estatus; más bien porque a la humanidad no le importa en absoluto ninguno de los sentimientos de Dios. La humanidad piensa que Él es independiente, que Él no necesita que las personas se preocupen por Él, que lo entiendan ni que le muestren consideración. Dios es Dios, por lo que no siente dolor ni emociones; no estará triste, no sentirá pena y ni siquiera llora. Dios es Dios, por lo que no necesita expresiones ni consuelo emocionales. Si los necesitara bajo ciertas circunstancias, se las puede apañar solo y no requeriría ayuda alguna de la humanidad. Por el contrario, los seres humanos débiles e inmaduros son los que necesitan consuelo, provisión, exhortación de Dios y hasta que Él alivie sus emociones en todo momento y lugar. Esas cosas están al acecho en lo profundo de los corazones de la humanidad: el hombre es el débil; necesita que Dios cuide de él en todos los sentidos, merece todo el cuidado que recibe de Dios, y debería pedirle todo lo que sienta que debería ser suyo. Dios es el fuerte; lo tiene todo, y debería ser el guardián de la humanidad y quien le concede bendiciones. Como Él ya es Dios, es omnipotente y no necesita nada de la humanidad.

Como el hombre no presta atención a ninguna de las revelaciones de Dios, nunca ha sentido Su pesar, Su dolor o Su gozo. Por el contrario, Dios conoce todas las expresiones del hombre como la palma de Su mano. Él suple las necesidades de todos en todo momento y todo lugar, observando los pensamientos cambiantes de cada persona y consolándolas y exhortándolas, guiándolas e iluminándolas. En términos de todas las cosas que Dios ha hecho para la humanidad y de todos los precios que ha pagado por ella, ¿pueden las personas encontrar un pasaje en la Biblia o de cualquier cosa que Dios haya dicho hasta ahora que declare con claridad que Él le exigirá algo al hombre? ¡No! Al contrario, no importa cómo ignoren las personas el pensamiento de Dios, Él dirige repetidamente a la humanidad, provee una y otra vez para ella, y la ayuda, con el fin de permitirle seguir Su camino para que puedan alcanzar el hermoso destino que ha preparado para ella. Cuando se trata de Dios, Él concederá lo que tiene y lo que es, Su gracia, Su misericordia, y todas Sus recompensas sin reservas a aquellos que le aman y le siguen. Pero nunca le revela a nadie el dolor que ha sufrido o Su estado anímico, y nunca se queja de que alguien no haya sido considerado con Él o no conozca Sus intenciones. Simplemente soporta todo esto en silencio, y espera el día en que la humanidad sea capaz de entender.

¿Por qué digo estas cosas aquí? ¿Qué deducís de las cosas que he dicho? Hay algo en la esencia y el carácter de Dios demasiado fácil de pasar por alto, algo que solo Él posee, ninguna otra persona, incluidas las que son consideradas grandes o buenas personas, o el Dios de su imaginación. ¿De qué se trata? Es la abnegación de Dios. Cuando se habla de abnegación, podrías pensar que tú también eres muy abnegado, porque cuando se trata de tus hijos nunca escatimas en nada ni regateas con ellos o piensas que también eres muy abnegado cuando se trata de tus padres. Independientemente de lo que pienses, por lo menos tienes algún concepto de la palabra “abnegado”, piensas en ella como una palabra positiva, y consideras que ser una persona abnegada es algo muy noble. Cuando eres abnegado, te tienes en alta estima. Pero no hay nadie que pueda ver la abnegación de Dios en todas las cosas, personas, acontecimientos, y objetos ni en Su obra. ¿Por qué es esto así? ¡Porque el hombre es demasiado egoísta! ¿Por qué digo esto? La humanidad vive en un mundo material. Tú puedes seguir a Dios, pero nunca ves o aprecias cómo provee Él para ti, cómo te ama y se preocupa por ti. ¿Qué ves entonces? Ves a tus familiares que te aman o te miman. Ves las cosas que son beneficiosas para tu carne, te preocupas por las personas y de las cosas que amas. Esta es la supuesta abnegación del hombre. Sin embargo, esas personas “abnegadas” nunca se preocupan del Dios que les da vida. En contraste con la de Él, la abnegación del hombre se vuelve egoísta y despreciable. La abnegación en la que cree el hombre es vacía y poco realista, adulterada, incompatible con Dios, y no tiene relación con Él. La abnegación del hombre es para sí mismo, mientras que la de Dios es una revelación verdadera de Su esencia. Precisamente por esta abnegación de Dios, el hombre recibe constante provisión de Él. Podría ser que este tema del que estoy hablando hoy no os afecte con demasiada profundidad y que os limitéis a asentir en señal de aprobación, pero cuando intentas apreciar el corazón de Dios en tu corazón, descubrirás esto de manera involuntaria: entre todas las personas, asuntos, y cosas que puedas sentir en este mundo, solo la abnegación de Dios es real y concreta, porque solo Su amor por ti es incondicional e inmaculado. Aparte de Él, toda la pretendida abnegación de cualquier otro es fingida, superficial, nada auténtica; tiene un propósito, ciertas intenciones, conlleva una compensación, y no puede superar la prueba. Hasta se podría decir que es sucia y despreciable. ¿Estáis de acuerdo con estas palabras?

Sé que no estáis familiarizados con estos temas y necesitáis un poco de tiempo para comprenderlos, antes de poder entenderlos de verdad. Cuanto menos acostumbrados estéis a estos asuntos y temas, más se demuestra que están ausentes de vuestro corazón. Si nunca mencionara estos temas, ¿habría sabido algo de ellos cualquiera de vosotros? Creo que nunca habríais llegado a conocerlos. Estoy convencido. No importa cuánto podáis comprender o entender, en pocas palabras, estos temas de los que hablo son aquellos de los que más carecen las personas y de los que más deberían saber. Son muy importantes para todos; son valiosos y son vida, y son cosas que debéis poseer para el camino que os queda por delante. Sin estas palabras como guía, sin tu entendimiento del carácter y de la esencia de Dios, siempre tendrás un interrogante cuando se trate de Él. ¿Cómo puedes creer en Dios de manera adecuada si ni siquiera le entiendes? No sabes nada de Sus emociones, de Sus intenciones, de Su estado anímico, de lo que está pensando, de lo que le entristece, de lo que le alegra, ¿cómo puedes ser, pues, considerado con el corazón de Dios?

Siempre que Dios está molesto se enfrenta a una humanidad que no le presta atención en absoluto, que lo sigue y declara amarlo, pero que descuida por completo Sus sentimientos. ¿Cómo no le va a doler el corazón? En la obra de gestión de Dios, Él lleva a cabo Su obra y le habla a cada persona de forma sincera, y las enfrenta sin reservas ni ocultación; pero, por el contrario, cada persona que le sigue está cerrada a Él, y nadie está dispuesto a acercarse activamente a Él, entender Su corazón, o prestar atención a Sus sentimientos. Ni siquiera aquellos que quieren ser íntimos de Dios quieren acercarse a Él, ser considerados con Su corazón, o intentar entenderlo. Cuando Dios está alegre y feliz, no hay nadie para compartir Su felicidad. Cuando las personas le malinterpretan, no hay nadie para consolar Su corazón herido. Cuando Su corazón está dolorido, no hay una sola persona dispuesta a dejarlo hablar con ella. A lo largo de estos miles de años de obra de gestión de Dios, no ha habido nadie que entendiera Sus emociones ni que las comprendiera o apreciara; y mucho menos alguien que pudiera permanecer junto a Él para compartir Sus gozos y tristezas. Dios está solo. ¡Es un solitario! Y no está solo únicamente porque la humanidad corrupta se oponga a Él, sino también porque los que buscan ser espirituales, los que quieren conocer y entender a Dios, y hasta los que están dispuestos a dedicarle toda su vida, tampoco conocen Sus pensamientos ni entienden Su carácter y Sus emociones.

Al final de la historia de Noé, vemos que Dios usó un método inusual para expresar Sus sentimientos en ese momento. Fue un método muy especial: hacer un pacto con el hombre que declarara el final de la destrucción del mundo por parte de Dios con el diluvio. Desde fuera, hacer un pacto puede parecer una cosa muy normal. Tan solo se trata de usar palabras para obligar a las dos partes e impedirles infringir el acuerdo, para proteger los intereses de ambos. En su forma, es algo muy ordinario, pero las motivaciones subyacentes y la intención de Dios al hacer esto lo convierten en una revelación verdadera del carácter y del estado anímico de Dios. Si dejas de lado estas palabras y las ignoras, si nunca os contara la verdad sobre ellas, la humanidad nunca conocería realmente el pensamiento de Dios. Quizás en tu imaginación Él estaba sonriendo cuando hizo este pacto, o quizás Su expresión era seria; pero independientemente de la expresión más corriente que la gente imagina que tenía Dios, nadie habría sido capaz de ver Su corazón o Su dolor, y mucho menos Su soledad. Nadie puede hacer que Dios confíe en él, ser digno de Su confianza o ser alguien a quien Él pueda expresarle Sus pensamientos o confiarle Su dolor. Por esta razón Dios no tuvo más elección que actuar así. En apariencia, Dios hizo algo fácil al despachar a la humanidad tal como era, resolviendo el asunto del pasado y llevando a un perfecto final Su destrucción del mundo con el diluvio. Sin embargo, Él enterró el dolor de aquel momento en lo profundo de Su corazón. En un momento en el que no tenía a nadie en quien confiar, hizo un pacto con la humanidad, prometiéndole que no volvería a destruir el mundo con un diluvio. Cuando aparecía un arcoíris era para recordarle a la gente que tal cosa había ocurrido, y para advertirles que evitaran la maldad. Incluso en un estado tan doloroso, Dios no se olvidó de la humanidad y siguió mostrando mucha preocupación por ella. ¿No es esto el amor y la generosidad de Dios? ¿Qué piensan las personas cuando están sufriendo? ¿No es este el momento en que más necesitan a Dios? En momentos así, las personas siempre involucran a Dios para que Él pueda consolarlas. No importa cuándo, Él nunca defraudará a la gente, y siempre les ayudará a salir de sus apuros y a vivir en la luz. Aunque Dios provee así a la humanidad, en el corazón del hombre Dios sólo es una pastilla calmante, un tónico para aliviar. Cuando Él está sufriendo, cuando Su corazón está herido, tener a un ser creado o a cualquier persona haciéndole compañía o consolándolo sería sin duda un deseo extravagante para Dios. El hombre nunca presta atención a Sus sentimientos, por lo que Él nunca pide ni espera que haya alguien que pueda consolarlo. Simplemente usa Sus propios métodos para expresar Su estado de ánimo. Las personas no creen que sea una gran dificultad para Dios pasar por un poco de sufrimiento, pero solo cuando intentas entenderle de verdad, cuando puedes apreciar genuinamente Sus intenciones sinceras en todo lo que hace, puedes sentir la grandeza de Dios y Su abnegación. Aunque Dios hizo un pacto con la humanidad por medio del arcoíris, nunca le dijo a nadie por qué lo hizo, por qué lo estableció, y esto significa que nunca le contó a nadie Sus pensamientos reales. Esto se debe a que nadie puede comprender la profundidad del amor que Dios tiene por la humanidad que Él creó con Sus propias manos, como tampoco hay nadie que pueda apreciar cuánto dolor sufrió Su corazón cuando destruyó a la humanidad. Por tanto, aunque le dijera a la gente cómo se sentía, no podrían ejercer esta confianza. A pesar de estar dolido, Él continúa con el siguiente paso de Su obra. Dios siempre da Su mejor lado y las mejores cosas a la humanidad, mientras soporta en silencio todo el sufrimiento en solitario. Dios nunca revela abiertamente estos sufrimientos, sino que los soporta y espera en silencio. La resistencia de Dios no es fría, insensible ni indefensa, ni tampoco es una señal de debilidad. En cambio, el amor y la esencia de Dios siempre han sido abnegados. Esta es una revelación natural de Su esencia y carácter, y una representación genuina de la identidad de Dios como el verdadero Creador.

Habiendo dicho esto, algunas personas podrían malinterpretar lo que quiero decir, y pensar: “¿Tenía la intención de hacer que las personas sientan pena por Dios al describir Sus sentimientos con tanto detalle y sensacionalismo?”. ¿Es esa aquí la intención? (No). Mi único propósito al decir estas cosas es que conozcáis mejor a Dios, que entendáis Sus múltiples aspectos, Sus emociones, que apreciéis que Su esencia y Su carácter se expresan por medio de Su obra, de forma concreta y poco a poco, y no se describen con las palabras vacías de los hombres, mediante sus palabras y doctrinas, o sus figuraciones. Es decir, Dios y Su esencia existen realmente; no son cuadros, ni imaginaciones ni construcciones del hombre, y sin duda tampoco son fabricados por él. ¿Reconocéis esto ahora? Si lo hacéis, Mis palabras han conseguido hoy su objetivo.

Expusimos hoy tres temas. Confío en que todos hayáis aprendido mucho de nuestra comunicación sobre ellos. Puedo decir con certeza que, a través de estos tres temas, los pensamientos de Dios que he descrito o Su carácter y Su esencia, que he mencionado, han transformado las imaginaciones y el entendimiento que las personas tienen de Dios, y hasta han transformado la creencia de todos respecto a Él. Además, han cambiado la imagen del Dios que todos admiraban en su corazón. En cualquier caso, espero que lo que hayáis aprendido sobre el carácter de Dios en estas dos secciones de la Biblia sea beneficioso para vosotros, y que intentéis meditar más en ello después de que volváis. La reunión de hoy concluye aquí. ¡Adiós!

4 de noviembre de 2013

Las citas bíblicas marcadas (*) han sido traducidas de AKJV.

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