Dais testimonio de que el Dios regresado de los últimos días se llama Dios Todopoderoso. Creemos que el nombre “Dios Todopoderoso” se refiere a la omnipotencia de Dios y que no es un nuevo nombre para Dios. ¿Por qué decís que “Dios Todopoderoso” es el nombre nuevo de Dios?

1 Mar 2021

Versículos bíblicos como referencia:

“Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo” (Apocalipsis 3:12).

“Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios— el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1:8).

“Y cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: ¡Grandes y maravillosas son tus obras, oh Señor Dios, Todopoderoso! ¡Justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones! ¡Oh Señor! ¿Quién no temerá y glorificará tu nombre?” (Apocalipsis 15:3-4).

Las palabras relevantes de Dios:

Ha llegado alabanza a Sion, y la morada de Dios ha aparecido. El glorioso y santo nombre, alabado por todos los pueblos, se difunde. ¡Ah, Dios Todopoderoso! La Cabeza del universo, Cristo de los últimos días, Él es el Sol brillante que se ha levantado sobre el Monte Sion, que se eleva con majestad y grandeza por encima de todo el universo…

¡Dios Todopoderoso! Clamamos a Ti con júbilo; bailamos y cantamos. ¡Tú eres verdaderamente nuestro Redentor, el gran Rey del universo! Has hecho un grupo de vencedores y has cumplido el plan de gestión de Dios. Todos los pueblos correrán a este monte. ¡Todos los pueblos se arrodillarán delante del trono! Tú eres el único y solo Dios verdadero y mereces la gloria y el honor. ¡Toda la gloria, la alabanza y la autoridad sean para el trono! La fuente de vida fluye del trono, regando y alimentando a las multitudes del pueblo de Dios. La vida cambia cada día; nueva luz y revelaciones nos siguen, ofreciendo constantemente nuevos entendimientos sobre Dios. En medio de las experiencias, llegamos a la certidumbre completa acerca de Dios. Sus palabras se manifiestan constantemente, se manifiestan dentro de quienes están en lo correcto. ¡Somos, en verdad, sumamente bendecidos! Estamos cara a cara con Dios cada día, nos comunicamos con Él en todas las cosas y le damos la soberanía sobre todo. Ponderamos con cuidado la palabra de Dios, nuestro corazón descansa en Dios y, así, vamos ante Dios, donde recibimos Su luz. Todos los días, en nuestras vidas, acciones, palabras, pensamientos e ideas, vivimos dentro de la palabra de Dios, podemos ejercer el discernimiento en todo momento. La palabra de Dios guía la hebra por el ojo de la aguja; las cosas ocultas adentro de nosotros, de forma inesperada, aparecen una tras otra. La comunicación con Dios no acepta retraso; Dios pone al descubierto nuestros pensamientos e ideas. En cada momento, estamos viviendo ante el trono de Cristo, donde se nos somete a juicio. Cada lugar de nuestro cuerpo permanece ocupado por Satanás. El día de hoy, el templo de Dios debe ser purificado con el fin de recuperar Su soberanía. Para ser completamente poseídos por Dios, debemos pasar por una batalla de vida o muerte. Solo cuando nuestros antiguos yos han sido crucificados puede reinar soberana la vida resucitada de Cristo.

¡Ahora, el Espíritu Santo prepara una carga en cada uno de nuestros rincones para lanzar una batalla por la recuperación! Siempre que estemos listos para negarnos a nosotros mismos y dispuestos para cooperar con Dios, Dios nos iluminará y purificará desde adentro en todo momento y reclamará de nuevo eso que Satanás ha ocupado, para que podamos ser completados por Dios tan rápido como sea posible. No perdamos tiempo y siempre vivamos dentro de la palabra de Dios. Seamos edificados con los santos, seamos introducidos al reino y entremos a la gloria junto con Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 1

Desde el momento en que se ha dado testimonio de Dios Todopoderoso, el Rey del reino, el alcance de la gestión de Dios se ha revelado por completo por todo el universo. No solo se ha dado testimonio de la aparición de Dios en China, sino que se ha dado testimonio del nombre de Dios Todopoderoso en todas las naciones y lugares. Todos ellos están clamando este santo nombre, buscando la comunión con Dios por todos los medios posibles, comprendiendo la voluntad de Dios Todopoderoso y sirviéndole en colaboración en la iglesia. Esta es la manera maravillosa en la que obra el Espíritu Santo.

Los idiomas de las diversas naciones difieren entre sí, pero hay un único Espíritu. Este Espíritu aúna a las iglesias por todo el universo y es uno absoluto con Dios, sin la menor diferencia. Esto es algo que está fuera de duda. El Espíritu Santo las llama ahora y Su voz las despierta. Es la voz de la misericordia de Dios. ¡Todas están clamando el santo nombre de Dios Todopoderoso! También alaban y cantan. En la obra del Espíritu Santo no puede haber jamás desviación alguna; estas personas hacen cualquier cosa por avanzar por la senda correcta; no se echan atrás, las maravillas se amontonan unas sobre otras. Esto es algo que a las personas les resulta difícil imaginar e imposible de especular.

¡Dios Todopoderoso es el Rey de la vida en el universo! Está sentado en el trono glorioso y juzga al mundo, lo domina todo y gobierna a todas las naciones; todos los pueblos se arrodillan ante Él, oran a Él, se acercan a Él y se comunican con Él. Independientemente de cuánto tiempo se haya creído en Dios, de lo elevado que sea el estatus o de lo grande que sea la antigüedad, si os oponéis a Dios en el corazón, entonces debéis ser juzgados, debéis postraros ante Él y expresar mediante sonidos una súplica dolorosa; de hecho, esto es cosechar los frutos de los actos propios. Este sonido de lamento es el que se produce al ser atormentado en el lago de fuego y azufre, y es el clamor de estar siendo castigado con la vara de hierro de Dios; este es el juicio ante el trono de Cristo.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 8

Una vez se me conoció como Jehová. También se me llamó el Mesías, y las personas me llamaron una vez Jesús el Salvador con amor y aprecio. Hoy, sin embargo, ya no soy el Jehová o el Jesús que las personas conocieron en tiempos pasados; Yo soy el Dios que ha regresado en los últimos días, el que pondrá fin a la era. Soy el Dios mismo que surge del extremo de la tierra, repleto de todo Mi carácter y lleno de autoridad, honor y gloria. Las personas nunca se han relacionado conmigo, nunca me han conocido y siempre han sido ignorantes de Mi carácter. Desde la creación del mundo hasta hoy, ni una sola persona me ha visto. Este es el Dios que se le aparece al hombre en los últimos días, pero que está oculto entre los hombres. Él mora entre los hombres, verdadero y real, como el sol ardiente y la llama abrasadora, lleno de poder y rebosante de autoridad. No hay una sola persona o cosa que no será juzgada por Mis palabras y ni una sola persona o cosa que no será purificada por el fuego ardiente. Finalmente, todas las naciones serán bendecidas debido a Mis palabras y también serán hechas pedazos debido a ellas. De esta forma, todas las personas durante los últimos días verán que Yo soy el Salvador que ha regresado, y que Yo soy el Dios Todopoderoso que conquista a toda la humanidad. Y todos verán que una vez fui la ofrenda por el pecado para el hombre, pero que en los últimos días también me convierto en las llamas del sol que incineran todas las cosas, así como el Sol de la justicia que revela todas las cosas. Esta es Mi obra en los últimos días. Tomé este nombre y soy poseedor de este carácter para que todas las personas puedan ver que Yo soy un Dios justo, el sol ardiente, la llama abrasadora, y que todos puedan adorarme, al único Dios verdadero, y para que puedan ver Mi verdadero rostro: no soy solo el Dios de los israelitas ni soy solo el Redentor, soy el Dios de todas las criaturas en todos los cielos, la tierra y los mares.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”

“Jehová” es el nombre que adopté durante Mi obra en Israel y significa el Dios de los israelitas (el pueblo escogido de Dios) que puede tener compasión del hombre, maldecirlo y guiar su vida; el Dios que posee gran poder y está lleno de sabiduría. “Jesús” es Emanuel, que significa la ofrenda por el pecado que está llena de amor, de compasión y que redime al hombre. Él hizo la obra de la Era de la Gracia y la representa, y solo puede representar una parte de la obra del plan de gestión. Es decir, solo Jehová es el Dios del pueblo escogido de Israel, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, el Dios de Moisés y el Dios de todo el pueblo de Israel. Y así, en la era presente, todos los israelitas, excepto el pueblo judío, adoran a Jehová. Le hacen sacrificios en el altar y le sirven en el templo llevando las túnicas de los sacerdotes. Lo que esperan es la reaparición de Jehová. Solo Jesús es el Redentor de la humanidad, y Él es la ofrenda por el pecado que redimió a la humanidad del pecado. Es decir, el nombre de Jesús vino de la Era de la Gracia y surgió debido a la obra de redención en la Era de la Gracia. El nombre de Jesús llegó a existir para permitir que las personas de la Era de la Gracia nacieran de nuevo y fueran salvadas, y es un nombre particular para la redención de toda la humanidad. Así, el nombre de Jesús representa la obra de la redención y denota la Era de la Gracia. El nombre de Jehová es un nombre particular para el pueblo de Israel que vivía bajo la ley. En cada era y etapa de la obra, Mi nombre no carece de fundamento, sino que tiene un sentido representativo: cada nombre representa una era. “Jehová” representa la Era de la Ley y es el título honorífico por el que el pueblo de Israel llamaba al Dios al que adoraban. “Jesús” representa la Era de la Gracia y es el nombre del Dios de todos aquellos que fueron redimidos durante la Era de la Gracia. Si el hombre sigue anhelando la llegada de Jesús el Salvador durante los últimos días, y sigue esperando que llegue con la imagen con la que apareció en Judea, entonces todo el plan de gestión de seis mil años se habría detenido en la Era de la Redención y no podría haber progresado más. Además, los últimos días nunca llegarían y la era nunca acabaría. Esto se debe a que Jesús el Salvador es solo para la redención y salvación de la humanidad. Yo adopté el nombre de Jesús solo por el bien de todos los pecadores en la Era de la Gracia, pero no es el nombre por el cual llevaré a su fin a toda la humanidad. Aunque Jehová, Jesús y el Mesías representan todos a Mi Espíritu, estos nombres solo denotan las diferentes eras de Mi plan de gestión y no me representan en Mi totalidad. Los nombres por los cuales me llaman las personas en la tierra no pueden expresar todo Mi carácter y todo lo que Yo soy. Son simplemente nombres diferentes por los que se me llama durante las diferentes eras. Así pues, cuando la era final —la era de los últimos días— llegue, Mi nombre cambiará de nuevo. No se me llamará Jehová o Jesús, mucho menos el Mesías; se me llamará el potente Dios Todopoderoso mismo y bajo este nombre pondré fin a toda la era.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”

A Dios se le puede llamar por muchos nombres, pero entre todos estos no hay uno que pueda englobar todo lo que Él tiene, ninguno puede representarlo plenamente. Por tanto, Dios tiene muchos nombres, pero estos no pueden articular por completo el carácter de Dios, que es demasiado rico y supera el conocimiento del hombre. El lenguaje humano es incapaz de englobar del todo a Dios. El hombre tiene un vocabulario limitado con el que abarca todo lo que conoce del carácter divino: grande, honorable, maravilloso, inimaginable, supremo, santo, justo, sabio, etc. ¡Demasiadas palabras! Tan limitado léxico es incapaz de describir lo poco que el hombre ha presenciado del carácter de Dios. Más adelante, muchos añadieron más palabras para describir mejor el fervor de sus corazones: ¡Dios es tan grande! ¡Dios es tan santo! ¡Dios es tan amoroso! Hoy, tales dichos humanos han alcanzado su punto álgido, pero el hombre sigue siendo incapaz de expresarse a sí mismo con claridad. Por tanto, para el hombre Dios tiene muchos nombres, aunque no tiene uno solo, y esto se debe a que el ser de Dios es demasiado abundante, y el lenguaje del hombre demasiado inadecuado. Una palabra o nombre particular no tendría poder para representar a Dios en Su totalidad. ¿Crees que puede Él, pues, adoptar un nombre fijo? Dios es tan grande y tan santo, ¿por qué no le permites cambiar Su nombre cada nueva era? Por ello, en cada era que Dios realiza personalmente Su propia obra, usa un nombre que encaje con la era para condensar la obra que hace. Él usa este nombre particular, uno que posee una importancia temporal, para representar Su carácter en dicha era. Este es Dios que usa el lenguaje de la humanidad para expresar Su propio carácter. Aun así, muchas personas que han tenido experiencias espirituales y han visto a Dios personalmente, siguen sintiendo que un nombre concreto es incapaz de representarlo en Su totalidad —¡qué triste que esto no pueda evitarse!— así que el hombre ya no se dirige a Dios con un nombre y simplemente le dicen “Dios”. Sus corazones parecen llenos de amor, aunque también parecen plagados de contradicciones, porque no saben cómo explicar a Dios. Lo que Dios es es demasiado abundante y sencillamente no hay forma de describirlo. No hay un solo nombre que pueda resumir Su carácter ni describir todo lo que Él tiene y es. Si alguien me pregunta: “¿Qué nombre usas exactamente?”, Yo le diré: “¡Dios es Dios!”. ¿Acaso no es este el mejor nombre para Dios? ¿No es el mejor reflejo del carácter de Dios? Si es así, ¿por qué dedicáis tanto esfuerzo buscando el nombre de Dios? ¿Para qué os estrujáis el cerebro, dejáis de comer y de dormir sólo por un nombre? Llegará un día en el que no se le llamará a Dios Jehová, Jesús o el Mesías; será tan sólo llamado el Creador. En ese momento, todos los nombres que adoptó en la tierra acabarán, porque Su obra en la tierra habrá tocado a su fin, y después de ello Él no tendrá nombre. Cuando todas las cosas pasen a estar bajo el dominio del Creador, ¿para qué llamarle por un nombre altamente adecuado, aunque incompleto? ¿Sigues buscando ahora el nombre de Dios? ¿Te atreves todavía a decir que a Dios sólo se le puede llamar Jehová? ¿Te atreves todavía a decir que a Dios sólo se le puede llamar Jesús? ¿Puedes llevar el pecado de blasfemia contra Dios? Deberías saber que, originalmente, Dios no tenía nombre. Sólo adoptó uno, dos, o muchos, porque tenía una obra que hacer y tenía que gestionar a la humanidad. Cualquiera que sea el nombre por el que se le llame, ¿no lo escoge Él libremente? ¿Acaso te necesita Él a ti, una de sus creaciones, para decidirlo? El nombre por el cual se llama a Dios es acorde a lo que el hombre puede recibir y a su lenguaje, pero este nombre no puede ser condensado por él. Sólo puedes decir que hay un Dios en el cielo, que se le llama Dios, que es Dios mismo con gran poder, que es tan sabio, tan elevado, tan maravilloso, tan misterioso, tan todopoderoso, pero no puedes decir nada más; esto es lo poco que sabes. De este modo, ¿puede el nombre de Jesús solo representar a Dios mismo? Cuando lleguen los últimos días, aunque sigue siendo Dios quien realiza Su obra, Su nombre tiene que cambiar, porque es una era diferente.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (3)

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