¿Por qué Dios toma nombres y puede un nombre representar la totalidad de Dios?

1 Mar 2021

Las palabras relevantes de Dios:

¿Podría el nombre de Jesús —“Dios con nosotros”— representar el carácter de Dios en su totalidad? ¿Podría articular por completo a Dios? Si el hombre afirma que a Dios sólo se le puede llamar Jesús y no puede tener ningún otro nombre, porque no puede cambiar Su carácter, ¡tales palabras son una blasfemia! ¿Crees que el nombre de Jesús —Dios con nosotros— puede representar a Dios en Su totalidad? A Dios se le puede llamar por muchos nombres, pero entre todos estos no hay uno que pueda englobar todo lo que Él tiene, ninguno puede representarlo plenamente. Por tanto, Dios tiene muchos nombres, pero estos no pueden articular por completo el carácter de Dios, que es demasiado rico y supera el conocimiento del hombre. El lenguaje humano es incapaz de englobar del todo a Dios. El hombre tiene un vocabulario limitado con el que abarca todo lo que conoce del carácter divino: grande, honorable, maravilloso, inimaginable, supremo, santo, justo, sabio, etc. ¡Demasiadas palabras! Tan limitado léxico es incapaz de describir lo poco que el hombre ha presenciado del carácter de Dios. Más adelante, muchos añadieron más palabras para describir mejor el fervor de sus corazones: ¡Dios es tan grande! ¡Dios es tan santo! ¡Dios es tan amoroso! Hoy, tales dichos humanos han alcanzado su punto álgido, pero el hombre sigue siendo incapaz de expresarse a sí mismo con claridad. Por tanto, para el hombre Dios tiene muchos nombres, aunque no tiene uno solo, y esto se debe a que el ser de Dios es demasiado abundante, y el lenguaje del hombre demasiado inadecuado. Una palabra o nombre particular no tendría poder para representar a Dios en Su totalidad. ¿Crees que puede Él, pues, adoptar un nombre fijo? Dios es tan grande y tan santo, ¿por qué no le permites cambiar Su nombre cada nueva era? Por ello, en cada era que Dios realiza personalmente Su propia obra, usa un nombre que encaje con la era para condensar la obra que hace. Él usa este nombre particular, uno que posee una importancia temporal, para representar Su carácter en dicha era. Este es Dios que usa el lenguaje de la humanidad para expresar Su propio carácter. Aun así, muchas personas que han tenido experiencias espirituales y han visto a Dios personalmente, siguen sintiendo que un nombre concreto es incapaz de representarlo en Su totalidad —¡qué triste que esto no pueda evitarse!— así que el hombre ya no se dirige a Dios con un nombre y simplemente le dicen “Dios”. Sus corazones parecen llenos de amor, aunque también parecen plagados de contradicciones, porque no saben cómo explicar a Dios. Lo que Dios es es demasiado abundante y sencillamente no hay forma de describirlo. No hay un solo nombre que pueda resumir Su carácter ni describir todo lo que Él tiene y es. Si alguien me pregunta: “¿Qué nombre usas exactamente?”, Yo le diré: “¡Dios es Dios!”. ¿Acaso no es este el mejor nombre para Dios? ¿No es el mejor reflejo del carácter de Dios? Si es así, ¿por qué dedicáis tanto esfuerzo buscando el nombre de Dios? ¿Para qué os estrujáis el cerebro, dejáis de comer y de dormir sólo por un nombre? Llegará un día en el que no se le llamará a Dios Jehová, Jesús o el Mesías; será tan sólo llamado el Creador. En ese momento, todos los nombres que adoptó en la tierra acabarán, porque Su obra en la tierra habrá tocado a su fin, y después de ello Él no tendrá nombre. Cuando todas las cosas pasen a estar bajo el dominio del Creador, ¿para qué llamarle por un nombre altamente adecuado, aunque incompleto? ¿Sigues buscando ahora el nombre de Dios? ¿Te atreves todavía a decir que a Dios sólo se le puede llamar Jehová? ¿Te atreves todavía a decir que a Dios sólo se le puede llamar Jesús? ¿Puedes llevar el pecado de blasfemia contra Dios? Deberías saber que, originalmente, Dios no tenía nombre. Sólo adoptó uno, dos, o muchos, porque tenía una obra que hacer y tenía que gestionar a la humanidad. Cualquiera que sea el nombre por el que se le llame, ¿no lo escoge Él libremente? ¿Acaso te necesita Él a ti, una de sus creaciones, para decidirlo? El nombre por el cual se llama a Dios es acorde a lo que el hombre puede recibir y a su lenguaje, pero este nombre no puede ser condensado por él. Sólo puedes decir que hay un Dios en el cielo, que se le llama Dios, que es Dios mismo con gran poder, que es tan sabio, tan elevado, tan maravilloso, tan misterioso, tan todopoderoso, pero no puedes decir nada más; esto es lo poco que sabes. De este modo, ¿puede el nombre de Jesús solo representar a Dios mismo? Cuando lleguen los últimos días, aunque sigue siendo Dios quien realiza Su obra, Su nombre tiene que cambiar, porque es una era diferente.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (3)

En cada era y etapa de la obra, Mi nombre no carece de fundamento, sino que tiene un sentido representativo: cada nombre representa una era. “Jehová” representa la Era de la Ley y es el título honorífico por el que el pueblo de Israel llamaba al Dios al que adoraban. “Jesús” representa la Era de la Gracia y es el nombre del Dios de todos aquellos que fueron redimidos durante la Era de la Gracia. Si el hombre sigue anhelando la llegada de Jesús el Salvador durante los últimos días, y sigue esperando que llegue con la imagen con la que apareció en Judea, entonces todo el plan de gestión de seis mil años se habría detenido en la Era de la Redención y no podría haber progresado más. Además, los últimos días nunca llegarían y la era nunca acabaría. Esto se debe a que Jesús el Salvador es solo para la redención y salvación de la humanidad. Yo adopté el nombre de Jesús solo por el bien de todos los pecadores en la Era de la Gracia, pero no es el nombre por el cual llevaré a su fin a toda la humanidad. Aunque Jehová, Jesús y el Mesías representan todos a Mi Espíritu, estos nombres solo denotan las diferentes eras de Mi plan de gestión y no me representan en Mi totalidad. Los nombres por los cuales me llaman las personas en la tierra no pueden expresar todo Mi carácter y todo lo que Yo soy. Son simplemente nombres diferentes por los que se me llama durante las diferentes eras. Así pues, cuando la era final —la era de los últimos días— llegue, Mi nombre cambiará de nuevo. No se me llamará Jehová o Jesús, mucho menos el Mesías; se me llamará el potente Dios Todopoderoso mismo y bajo este nombre pondré fin a toda la era.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”

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