Las palabras relevantes de Dios:
Las personas deben entender de dónde proviene el dolor del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte a lo largo de su vida y por qué el hombre padece tales cosas. No existían cuando se creó al hombre, ¿verdad? ¿De dónde provinieron estos padecimientos? Aparecieron después de que Satanás tentara y corrompiera al hombre y este cayera en la degeneración. El dolor, las molestias y el vacío de la carne del ser humano, así como todas las cosas desgraciadas que suceden en el mundo del hombre; todo ello apareció una vez que Satanás corrompió al hombre. Después de corromper al hombre, Satanás empezó a atormentarlo; el hombre cayó más y más hondo, su enfermedad se tornó más profunda, su dolor incluso mayor, y tuvo la creciente sensación de que el mundo era vacío y miserable, que es imposible sobrevivir en él y que vivir en tal mundo resulta cada vez más desesperanzador. Por lo tanto, Satanás fue el causante de todo ese dolor en el hombre, y dicho dolor se produjo una vez que Satanás corrompió al hombre, el cual cayó en la depravación.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El significado de que Dios pruebe el dolor mundano
Desde que la humanidad inventó las ciencias sociales, la ciencia y el conocimiento ocuparon su mente. Después, estos pasaron a ser herramientas para gobernar a la humanidad, y ya no hay espacio suficiente para que el hombre adore a Dios ni hay condiciones favorables para Su adoración. La posición de Dios se ha hundido aún más abajo en el corazón del hombre. Sin un lugar para Dios en su corazón, el mundo interior del hombre es oscuro, desesperanzado y vacío. Posteriormente, muchos científicos sociales, historiadores y políticos han saltado a la palestra para expresar teorías de ciencias sociales, la teoría de la evolución humana y otras que contradicen la verdad de que Dios creó al hombre, para llenar los corazones y las mentes de la humanidad. Así, cada vez son menos los que creen que Dios lo creó todo, y son más los que creen en la teoría de la evolución. Más y más personas tratan los relatos de la obra de Dios y Sus palabras durante la era del Antiguo Testamento como mitos y leyendas. En sus corazones, las personas se vuelven indiferentes a la dignidad y a la grandeza de Dios, a Su existencia y al principio de que Él tiene soberanía sobre todas las cosas. La supervivencia de la humanidad y el porvenir de países y naciones ya no son importantes para estas personas, y el hombre vive en un mundo vacío que se preocupa solo por comer, beber y buscar el placer… Pocas personas tienen la iniciativa de buscar dónde Dios lleva a cabo Su obra hoy o cómo tiene soberanía y organiza el destino del hombre. Y, de esta forma, sin el hombre saberlo, la civilización humana se vuelve cada vez menos capaz de cumplir los deseos del hombre e, incluso, todavía hay muchos que sienten que, viviendo en un mundo así, son menos felices que aquellos que ya han muerto. Hay incluso personas de países que solían ser muy civilizados que ventilan estas quejas. Y es que, sin la dirección de Dios, aunque los gobernantes y sociólogos se devanen los sesos para preservar la civilización humana, todo es inútil. Ninguna persona puede llenar el vacío en el corazón del hombre, porque ninguna persona puede ser la vida del hombre, y ninguna teoría social puede liberarlo de las preocupaciones del vacío. La ciencia, el conocimiento, la libertad, la democracia, el disfrute y la comodidad solo le brindan un consuelo temporal al hombre. Incluso teniendo estas cosas, el hombre sigue pecando inevitablemente y se queja de la injusticia de la sociedad. Tener estas cosas no puede entorpecer el anhelo y deseo de explorar del hombre. Esto es porque el hombre fue creado por Dios, y sus sacrificios y sus exploraciones sin sentido solo pueden traerle cada vez más angustia y hacer que esté en un estado de ansiedad constante, sin saber cómo afrontar el futuro de la especie humana ni cómo hacer frente a la senda que tiene por delante, hasta el punto de que el hombre llega incluso a estar aterrorizado por la ciencia y el conocimiento, e incluso más aterrorizado por el sentimiento de vacío. En este mundo, vivas en un país libre o en uno sin derechos humanos, eres totalmente incapaz de escapar al sino de la especie humana. Seas gobernador o gobernado, eres totalmente incapaz de escapar del deseo de explorar el sino, los misterios y el destino de la especie humana, y mucho menos eres capaz de escapar al desconcertante sentimiento de vacío. Tales fenómenos, comunes a toda la especie humana, son llamados fenómenos sociales por los sociólogos, pero no puede aparecer ningún gran hombre que resuelva estos problemas. Después de todo, el hombre es hombre, y ningún hombre puede reemplazar el estatus y la vida de Dios. Lo que necesita la especie humana no es solo una sociedad justa en la que todos estén bien alimentados y en la que todos sean iguales y libres; lo que necesita la especie humana es la salvación por parte de Dios y Su provisión de vida para el hombre. Solo cuando el hombre recibe la provisión de vida de Dios y Su salvación pueden resolverse sus necesidades, su deseo de explorar y el vacío de su corazón. Si las personas de un país o nación son incapaces de recibir la salvación y el cuidado de Dios, ese país o nación se abocará al deterioro, a las tinieblas y, como resultado, Dios lo aniquilará.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice II: Dios tiene soberanía sobre el porvenir de toda la humanidad
Las personas pasan por esta vida en la pobreza y la riqueza, y sus vidas son largas y cortas. Algunas son gente común, mientras que otras son funcionarios de alto rango y personajes importantes. Hay personas de todos los niveles de la sociedad, pero todas viven básicamente de la misma forma: compiten por la fama y el beneficio de acuerdo con sus deseos, ambiciones y actitudes satánicas, y no descansan en paz si no logran estos objetivos. En vista de estas circunstancias, las personas pueden plantearse: “¿Por qué la gente vive de esta forma? ¿No hay otra senda que tomar? ¿De verdad viven únicamente para comer y beber bien todo el tiempo hasta morir? ¿Adónde van entonces? ¿Por qué tantas generaciones han vivido del mismo modo? ¿Cuál es la raíz de todo esto?”. Los seres humanos no saben de dónde vienen, cuál es su misión en la vida ni quién está a cargo y tiene la soberanía sobre todo esto. Pasa una generación tras otra, y cada una de ellas vive y luego muere de la misma manera. Todas vienen y van de la misma manera, y ninguna encuentra la manera o la senda verdadera para vivir. Ninguna busca la verdad en esto. Desde la antigüedad hasta ahora, todos han vivido igual. Todos buscan y esperan, deseando ver cómo será la humanidad sin que nadie sepa o llegue a verla. A fin de cuentas, las personas simplemente no saben quién es Aquel que gobierna y tiene la soberanía sobre todo esto o si acaso Él siquiera existe. No saben cuál es la respuesta a esto y lo único que pueden hacer es vivir sin fuerzas, anhelando cosas año tras año y aguantando cada día hasta ahora. Si supieran cuál era el porqué de todo esto, ¿les daría eso una senda que seguir en la vida? ¿Serían capaces de escapar de este sufrimiento y de no tener que continuar viviendo de acuerdo con los deseos y las esperanzas humanos? Cuando la gente entienda por qué vive, por qué muere y quién está a cargo de este mundo; cuando llegue a comprender la respuesta de que Aquel que tiene la soberanía sobre todas las cosas es el Creador, entonces tendrá una senda que seguir. Las personas sabrán que deberían buscar la verdad en las palabras de Dios para encontrar un camino hacia adelante y que no necesitan vivir en semejante sufrimiento, dependiendo de deseos y esperanzas. Si descubren el motivo por el que viven y mueren, ¿no habrá una solución a todas las miserias y dificultades humanas? ¿Acaso esto no ofrecerá una liberación a las personas? Habrán encontrado verdaderamente la liberación y serán totalmente libres.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
¿Acerca de qué deberíais reflexionar en vuestros corazones después de escuchar la canción “Aquel que tiene la soberanía sobre todas las cosas”? Si el género humano supiera por qué vive y muere y quién es en realidad el Soberano de este mundo y de todas las cosas y Aquel que reina sobre todo, dónde está Él exactamente y lo que Él requiere del hombre; si el género humano pudiese entender estas cosas, las personas sabrían cómo tratar al Creador y cómo adorarlo y someterse a Él, obtendrían apoyo en sus corazones, sentirían paz, serían felices y dejarían de sufrir semejante tormento y dolor. En el análisis final, deben entender la verdad. La senda que eligen en la vida es fundamental, y la manera en que viven también es importante. Cómo vive uno y la senda por la que uno camina es lo que determina que su vida sea dichosa o triste. La gente debería entenderlo. Cuando las personas escuchan este himno, puede que se despierte en sus corazones un sentimiento muy profundo: “Las vidas de todo el género humano siguen este tipo de tendencia; la gente de la antigüedad no fue una excepción y la gente actual es igual que entonces. La gente actual no ha cambiado estos métodos. Entonces, ¿hay un Soberano entre los hombres, un Dios legendario que está a cargo de todo? Si el género humano puede encontrar a Dios, Aquel que está a cargo de todo, ¿no será capaz de sentir felicidad? Ahora encontrar la raíz del género humano es la clave. ¿Dónde está esta raíz? Una vez que encuentre esta raíz, el género humano puede vivir en otro tipo de mundo. Si la gente no puede encontrarla y continúa viviendo el mismo tipo de vidas de siempre, ¿podrá alcanzar la felicidad?”. Si la gente no cree en Dios, incluso sabiendo que el género humano es profundamente corrupto, ¿qué hará, entonces? ¿Puede resolver el problema real de la corrupción? ¿Conoce la senda que conduce a la salvación? Aunque quieras cambiar para mejor y vivir con semejanza humana, ¿eres capaz de hacerlo? ¡No hay senda que pueda seguirse para lograrlo! Algunas personas, por ejemplo, viven para sus hijos. Tal vez afirmes que no quieres hacer lo mismo, pero ¿acaso puedes lograrlo? Algunas personas se apresuran y se esmeran para obtener riqueza, fama y provecho. Tal vez afirmes que no deseas correr de un lado a otro para estas cosas, pero ¿eres realmente capaz de lograrlo? Sin saberlo, ya has emprendido esta senda y, aunque quieras cambiar de forma de vida, no puedes hacerlo. ¡La forma en la que vives en este mundo está más allá de tu control! ¿Cuál es la raíz de esto? Es que las personas no creen en el Dios verdadero y no han ganado la verdad. ¿Qué es lo que sustenta el espíritu de las personas? ¿Dónde buscan apoyo espiritual? Lo buscan en la unión de la familia; la dicha matrimonial; el disfrute de las cosas materiales; la riqueza, la fama y el beneficio; su posición, sus sentimientos y sus profesiones; así como la felicidad de la próxima generación. ¿Hay alguien que no busque estas cosas para encontrar el apoyo espiritual? Quienes tienen hijos lo encuentran en sus hijos; quienes no tienen hijos lo encuentran en sus profesiones, en el matrimonio, en su posición social y en la fama y el beneficio. Las maneras de vivir que así se crean son, en consecuencia, las mismas; quedan sujetos al control y el poder de Satanás y, a pesar de sí mismos, todos se apresuran y se esmeran por la fama, el provecho, sus expectativas, sus profesiones, sus matrimonios, sus familias, o por la próxima generación, o por placeres carnales. ¿Es esta la senda correcta? Por mucho que se esmeren las personas por el mundo, por muchos logros profesionales que hayan obtenido, por muy felices que sean sus familias, por muy grande que sea su familia, por muy prestigiosa que sea su condición social, ¿pueden seguir la senda correcta de la vida humana? Al perseguir la fama, el provecho y el mundo o al dedicarse a sus profesiones, ¿pueden ver que Dios creó todas las cosas y tiene la soberanía sobre el sino del género humano? Esto no es posible. Con independencia de lo que la gente persiga o del tipo de senda que siga, si no reconoce el hecho de que Dios tiene soberanía sobre el porvenir de la especie humana, entonces la senda por la que camina es errónea. No es la senda correcta, sino la senda equivocada, la senda del mal. No importa si has encontrado o no satisfacción en tu apoyo espiritual, y tampoco es importante dónde encuentras ese apoyo: la fe genuina no es eso y tampoco es la senda correcta de la vida humana. ¿Qué es tener fe genuina? Es aceptar la apariencia y la obra de Dios, y aceptar toda la verdad que Dios ha expresado. Esta verdad es la senda correcta para la vida humana, así como la verdad y la vida que la gente debería perseguir. Caminar por la senda correcta de la vida es seguir a Dios y, bajo la guía de Sus palabras, poder comprender la verdad, distinguir el bien del mal, saber qué es positivo y qué es negativo y entender Su soberanía y omnipotencia. Cuando las personas verdaderamente entienden en sus corazones que Dios no solo creó los cielos y la tierra y todas las cosas, sino que también es el Soberano del universo y de todo, pueden someterse a todas Sus instrumentaciones y disposiciones, vivir de acuerdo con Sus palabras, temer a Dios y evitar el mal. Caminar por la senda correcta para la vida humana es precisamente esto. Al seguir la senda correcta en la vida, las personas pueden entender por qué la gente vive y cómo debería hacerlo para permanecer en la luz y recibir la bendición y la aprobación de Dios.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte
Algunas personas tienen un entendimiento profundo y muy sentido de la frase “es el sino”, pero no creen en absoluto en la soberanía de Dios, no creen que Dios organiza y orquesta el sino humano, y no están dispuestas a someterse a Su soberanía. Esas personas están como a la deriva en el océano, lanzadas por las olas, llevadas por la corriente, sin otra elección que esperar pasivamente y resignarse al sino. Sin embargo, no reconocen que el porvenir humano está sujeto a la soberanía de Dios; no pueden llegar a conocerla por su propia iniciativa y, de ese modo, lograr el reconocimiento de la autoridad de Dios, someterse a Sus orquestaciones y arreglos, dejar de resistirse al sino y vivir bajo el cuidado, la protección y la dirección de Dios. En otras palabras, aceptar el sino no es lo mismo que someterse a la soberanía del Creador; creer en el sino no significa que uno acepte, reconozca y conozca la soberanía del Creador; creer en el sino es solo el reconocimiento de esta verdad y sus manifestaciones superficiales. Esto es distinto a conocer cómo gobierna el Creador el porvenir de la humanidad, a reconocer que el Creador es la fuente de dominio sobre los sinos de todas las cosas y, ciertamente, muy distinto a someterse a Sus orquestaciones y disposiciones para el sino de la humanidad. Supongamos que una persona solo cree en el sino, e incluso siente algo profundo al respecto, pero no por ello es capaz de conocer y reconocer la soberanía del Creador sobre el sino de las personas, someterse a ella y aceptarla. En tal caso, su vida será una tragedia; no será más que una vida vivida en vano, un vacío; seguirá siendo incapaz de rendirse al dominio del Creador, de convertirse en un ser humano creado en el sentido más puro de la frase, y de lograr Su reconocimiento. Una persona que conoce y experimenta verdaderamente la soberanía del Creador debería estar en un estado positivo, no negativo ni resignado. Al mismo tiempo que acepta que todas las cosas están destinadas, posee en su corazón una definición precisa de la vida y el sino: que la vida entera del hombre está sujeta a la soberanía del Creador. Cuando uno mira atrás el camino que ha recorrido, cuando uno rememora cada fase del viaje de su vida, ve que, en cada paso, ya fuera el viaje arduo o liso, Dios estaba dirigiendo su senda y disponiéndola. Entiende que fueron la planificación meticulosa de Dios, así como Sus cuidadosos arreglos, los que llevaron a uno, inconscientemente, hasta hoy. ¡Se da cuenta de que poder aceptar la soberanía del Creador, aceptar Su salvación, es la mayor bendición en la vida de una persona! Si una persona tiene una actitud negativa hacia el sino, demuestra que se está resistiendo a todo lo que Dios ha dispuesto para ella, que no tiene una actitud sumisa. Si uno tiene una actitud positiva hacia la soberanía de Dios sobre el sino humano, cuando mira atrás a su viaje, cuando experimenta verdaderamente la soberanía de Dios, deseará con más sinceridad someterse a todo lo que Dios ha dispuesto, tendrá más determinación y fe para dejar que Dios orqueste su porvenir, para dejar de rebelarse contra Dios. Esto es porque ve que, cuando la gente no sabe en qué consiste el sino ni entiende la soberanía de Dios, está forcejeando y tropezando deliberadamente a través de la niebla y el viaje es demasiado arduo y causa mucha aflicción. Por tanto, cuando las personas se dan cuenta de que Dios es soberano sobre el sino humano, los inteligentes escogen conocer y aceptar la soberanía de Dios y decir adiós a los dolorosos días de “intentar construir una buena vida con sus propias manos”, en lugar de seguir luchando contra el sino y en lugar de seguir persiguiendo a su propia manera los supuestos objetivos de la vida. Cuando una persona no tiene a Dios, cuando no puede verlo, cuando no puede conocer verdadera y claramente la soberanía de Dios, cada día carece de sentido, no tiene valor y es indescriptiblemente doloroso. Independientemente de dónde esté una persona y de cuál sea su trabajo, sus medios de subsistencia y los objetivos que persigue no le traen otra cosa que una aflicción infinita y un dolor que es difícil de superar, el cual no puede soportar echar la vista atrás para mirar. Solo aceptando la soberanía del Creador, sometiéndose a Sus instrumentaciones y arreglos y buscando la obtención de la verdadera vida humana, puede una persona librarse gradualmente de toda aflicción y dolor y deshacerse poco a poco de todo el vacío de la vida humana.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III
Como las personas no conocen las orquestaciones y la soberanía de Dios, siempre afrontan el sino desafiantemente, con una actitud rebelde, y siempre quieren librarse de la autoridad y la soberanía de Dios y las cosas que el sino les tiene guardadas, esperando en vano cambiar sus circunstancias actuales y alterar su porvenir. Pero nunca pueden tener éxito y se ven frustradas a cada paso. Esta lucha, que tiene lugar en lo profundo de su alma, les causa dolor y este dolor se les mete en los huesos y, al mismo tiempo, hace que desperdicien su vida. ¿Cuál es la causa de este dolor? ¿Se debe a la soberanía de Dios o a que una persona nació sin suerte? Obviamente, ninguna de las dos es cierta. En última instancia, es debido a la senda que toman las personas, a la forma en que eligen vivir su vida. Algunas personas pueden no haber experimentado estas cosas. Pero cuando conoces realmente, cuando verdaderamente llegas a reconocer que Dios tiene soberanía sobre el porvenir humano, cuando entiendes de verdad que todo aquello sobre lo cual Dios tiene soberanía y que dispone para ti te provee de gran beneficio y protección, sientes que tu dolor empieza a aliviarse gradualmente y todo tu ser se queda poco a poco relajado, libre, liberado. A juzgar por los estados de la mayoría de las personas, objetivamente, no pueden aceptar realmente el valor y el sentido prácticos de la soberanía del Creador sobre el sino humano, aunque en un nivel subjetivo no quieren seguir viviendo como antes y quieren aliviar su dolor; objetivamente, no pueden reconocer ni someterse realmente a la soberanía del Creador, y mucho menos saber cómo buscar y aceptar las orquestaciones y disposiciones del Creador. Así, si las personas no pueden reconocer realmente el hecho de que el Creador tiene soberanía sobre el sino humano y sobre todos los asuntos humanos, si no pueden someterse realmente a Su dominio, entonces será difícil para ellas no verse impulsadas y coartadas por la idea de que “el porvenir de uno está en sus propias manos”. Será difícil para ellas deshacerse del dolor de su intensa lucha contra el sino y la autoridad del Creador, y no hace falta decir que también será difícil para ellas estar verdaderamente liberadas y libres, convertirse en personas que adoran a Dios. Pero existe una forma muy simple de liberarse de este estado, que es decir adiós a la antigua forma de vida de uno, a los anteriores objetivos en la vida, resumir y diseccionar el estilo de vida, la visión de la vida, las búsquedas, los deseos y los ideales anteriores y compararlos después con las intenciones y las exigencias de Dios para el hombre, y ver si alguno de ellos es acorde con estas, si alguno de ellos transmite los valores correctos de la vida, lleva a uno a un mayor entendimiento de la verdad y le permite vivir con humanidad y la semejanza de un ser humano. Cuando investigas repetidamente y diseccionas cuidadosamente los diversos objetivos que las personas persiguen en la vida y sus miles de formas diferentes de vivir, verás que ninguno de ellos encaja con el propósito original del Creador con el que creó a la humanidad. Todos ellos apartan a las personas de Su soberanía y Su cuidado; todos son trampas que provocan que las personas se vuelvan depravadas y que las llevan al infierno. Después de que reconozcas esto, tu tarea es dejar de lado tu antigua visión de la vida, mantenerte alejado de diversas trampas, dejar que Dios se haga cargo de tu vida y haga arreglos para ti, buscar someterte solamente a las orquestaciones y la dirección de Dios, vivir sin tener elección personal y convertirte en una persona que lo adora a Él. Esto suena fácil, pero es difícil de hacer. Algunos pueden soportar el dolor que ello conlleva, otros no. Algunos están dispuestos a obedecer, otros no. Los que no están dispuestos carecen del deseo y la determinación para hacerlo; son claramente conscientes de la soberanía de Dios, saben perfectamente bien que es Él quien planea y organiza el sino humano, pero siguen luchando por liberarse y sin reconciliarse con la idea de dejar su porvenir en las manos de Dios y someterse a Su soberanía y, además, están resentidos con Sus orquestaciones y Sus disposiciones. Así, habrá siempre algunas personas que quieran ver por sí mismas de lo que son capaces; quieren cambiar su porvenir con sus propias manos, o conseguir la felicidad con sus propias fuerzas, ver si pueden sobrepasar los límites de la autoridad de Dios y subir por encima de Su soberanía. La tragedia del hombre no es que persiga una vida feliz ni que persiga fama y provecho o luche contra su propio sino a través de la niebla, sino que después de haber visto la existencia del Creador, después de haber conocido la realidad de que Él tiene soberanía sobre el sino humano, siga sin retroceder de la senda equivocada, sin poder sacar los pies del fango, y endurezca su corazón persistiendo en sus errores. Preferiría quedarse revolcándose en el barro, compitiendo obstinadamente contra la soberanía del Creador, resistiéndose a ella hasta el amargo final, sin la más mínima pizca de remordimiento. Solo cuando yace quebrantado y sangrando decide finalmente rendirse y darse la vuelta. Esta es la auténtica tragedia del hombre. Así pues, digo que aquellos que deciden someterse son sabios, mientras que aquellos que deciden luchar y huir son necios y testarudos.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III