He cumplido la edad para casarme. Mis amigos eligen parejas que son “de piel clara, rica y hermosa” o “alto, rico y guapo”, pero sus vidas no son felices debido a la falta de amor verdadero entre ellos y sus cónyuges, y en cambio se lastiman mutuamente. Me gustaría entender cómo, ¿como un cristiano, debemos tratar el amor y el matrimonio?

7 May 2021

Las palabras relevantes de Dios:

El matrimonio es una importante coyuntura en la vida de una persona. Es el producto de su destino y un vínculo crucial en el mismo; no se fundamenta en la voluntad o las preferencias individuales de cualquier persona, y no está influenciado por ningún factor externo, sino que está determinado totalmente por los destinos de las dos partes, por los arreglos y las predeterminaciones del Creador relativos a los destinos de ambos miembros de la pareja. En su superficie, el propósito del matrimonio es continuar la raza humana, pero en realidad el matrimonio no es otra cosa que un ritual por el que uno pasa en el proceso de cumplir su misión. En el matrimonio, las personas no desempeñan simplemente el papel de criar a la siguiente generación; adoptan los diversos roles necesarios para mantener un matrimonio y las misiones que esos roles requieren cumplir. Así como el nacimiento de uno influye en el cambio de las personas, los acontecimientos y las cosas a su alrededor, su matrimonio también afectará a estas personas, cosas y eventos y, además, los transformará a todos de diversas formas distintas.

Cuando uno pasa a ser independiente, comienza su propio viaje en la vida, que le lleva paso a paso hacia las personas, los acontecimientos y las cosas que tienen relación con su matrimonio. Al mismo tiempo, la otra persona que estará ese matrimonio se está acercando, paso a paso, a esas mismas personas, acontecimientos y cosas. Bajo la soberanía del Creador, dos personas sin relación con destinos relacionados entran gradualmente en el matrimonio y pasan a ser, milagrosamente, una familia, “dos langostas agarrándose a la misma cuerda”. Por tanto, cuando uno entra en el matrimonio, su viaje en la vida influirá y tocará a la otra mitad y, de igual forma, el viaje en la vida del compañero o la compañera influirá y tocará el destino en la vida de uno. En otras palabras, los destinos humanos están interconectados, y nadie puede completar su misión en la vida o desempeñar su papel de forma completamente independiente de los demás. El nacimiento de uno tiene influencia en una inmensa cadena de relaciones; el crecimiento también implica una compleja cadena de relaciones; y, de forma parecida, un matrimonio existe y se mantiene inevitablemente dentro de una vasta y compleja red de relaciones humanas, implicando a cada miembro de esa red e influenciando el destino de todo aquel que forma parte de la misma. Un matrimonio no es el producto de las familias de ambos miembros, las circunstancias en las que crecieron, sus aspectos, sus edades, sus cualidades, sus talentos ni cualquier otro factor; más bien, surge de una misión compartida y un destino relacionado. Este es el origen del matrimonio, un producto del destino humano orquestado y organizado por el Creador.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III

El matrimonio es un acontecimiento fundamental en la vida de cualquier persona; es el momento en el que uno comienza a asumir realmente diversos tipos de responsabilidades y a cumplir diversos tipos de misiones. Las personas albergan muchas ilusiones sobre el matrimonio antes de experimentarlo por sí mismas, y todas ellas son bastante hermosas. Las mujeres imaginan que sus medias naranjas serán el Príncipe Azul, y los hombres imaginan que se casarán con Blanca nieves. Estas fantasías muestran que cada persona tiene ciertos requisitos para el matrimonio, su propia serie de exigencias y estándares. Aunque en esta era malvada las personas son constantemente bombardeadas con mensajes distorsionados sobre el matrimonio, que crean aún más requisitos adicionales y les dan todo tipo de bagaje y extrañas actitudes, cualquier persona que lo haya experimentado sabe que no importa cómo uno lo entienda ni cuál sea su actitud al respecto: el matrimonio no es un asunto de elección individual.

Uno se encuentra con muchas personas en su vida, pero no sabe quién será su compañero o compañera en el matrimonio. Aunque todos tienen sus propias ideas y posturas personales en este asunto, nadie puede prever quién será finalmente su verdadera media naranja real, y las ideas propias sobre el asunto cuentan poco. Después de conocer a alguien que te gusta, puedes mostrar interés por ella; pero si este interés es recíproco o no, si puede llegar a ser tu pareja, no te toca a ti decidirlo. El objeto de tus afectos no es necesariamente la persona con la que podrás compartir tu vida; y, entretanto, alguien que nunca esperabas entra silenciosamente en tu vida y se convierte en tu pareja, el elemento más importante en tu destino, tu otra mitad, alguien a quien tu destino está inextricablemente vinculado. Y así, aunque hay millones de matrimonios en el mundo, cada uno de ellos es diferente: tantos matrimonios son poco satisfactorios, tantos son felices; tantos abarcan el Oriente y el Occidente, tantos el Norte y el Sur; tantos son uniones perfectas, tantos son de un mismo rango; tantos son felices y armoniosos, tantos son dolorosos y tristes; tantos son la envidia de los demás, tantos son incomprendidos y desaprobados; tantos están llenos de alegría, tantos están inundados de lágrimas y provocan desesperación… En esta miríada de tipos de matrimonio, los humanos muestran lealtad y un compromiso vitalicio en el matrimonio; revelan amor apego, e inseparabilidad, o resignación e incomprensión. Algunos traicionan su matrimonio, o incluso sienten odio hacia él. Tanto si el matrimonio en sí trae felicidad como dolor, la misión de cada uno dentro del mismo está predestinada por el Creador y no cambiará; esta misión es algo que todos deben completar. El destino de cada persona que se encuentra detrás de cada matrimonio es inmutable; el Creador lo predestinó con mucha antelación.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III

Los principales asuntos de la vida no son solo el matrimonio, el trabajo, las perspectivas de futuro, asentarse y vivir en paz, ni tampoco pelear por encontrar tu lugar en la sociedad. Estas no son las cosas más importantes. ¿Cuáles lo son entonces? Ahora creéis en Dios y cumplís con vuestro deber, así que vuestras vidas han tomado la dirección correcta. La siguiente cosa importante es encontrar una base firme en el camino de la búsqueda de la verdad, para determinar el objetivo y la dirección de vuestra vida, para permitir que la verdad ponga los cimientos en vuestro corazón; de esta manera, serás alguien a quien Dios realmente ha escogido y predestinado. Vuestros cimientos no son todavía estables. No ya siquiera una tormenta, hasta una brisa podría sacudiros en cualquier momento. Esto demuestra que aún no habéis puesto los cimientos, ¡y esto es sin duda muy peligroso! Estableced el objetivo de vuestra vida y la dirección en la que buscáis, y estableced el camino que debéis seguir en esta vida. Una vez que hayáis fijado vuestro objetivo y lo que es más importante en vuestra vida, asentaos a lo largo de los años por el bien de ese objetivo y ese importante asunto. Trabajad duro, gastaros, haced esfuerzos y pagad el precio por ellos. De momento, no le prestéis atención a nada más. Si continúas pensando en esas otras cosas, el asunto en cuestión se retrasará. Tendrás en mente encontrar un trabajo, ganar mucho dinero, hacerte rico, afianzarte en la sociedad y encontrar una posición para ti mismo; también pensarás en casarte y en adquirir habilidades y destrezas en el futuro, y en cómo ser una persona destacada; y querrás mantener y criar a una familia y darles a tus padres una buena vida. ¿No es agotador todo eso? ¿Cómo de grande es tu corazón? ¿Cuánta energía tiene alguien en una vida? El período más exuberante y sencillo de la vida de una persona, el mejor período, comienza a los veinte años y termina, a más tardar, a los cuarenta. Durante ese tiempo, debéis aferraros a las verdades que se han de comprender para creer en Dios, para luego entrar en la realidad-verdad, aceptar el juicio y el castigo de Dios, y aceptar Sus pruebas y refinamiento, para no negar a Dios en ninguna circunstancia. Esto es bastante fundamental. Además, no importa quién intente tentarte o seducirte con el matrimonio o el amor romántico, no importa cuánta fama o estatus te proporcionen o cuánto te puedan beneficiar, no renunciarás a tus deberes ni a las cosas que un ser creado se supone que debe hacer. Si en algún momento futuro Dios no te quiere, podrás seguir buscando la verdad y recorriendo el camino del temor a Dios y el rechazo del mal. Debes trabajar duro en esto; si lo haces, estos años de entrega a Dios no se habrán vivido en vano.

Extracto de La comunión de Dios

Debes sufrir adversidades por la verdad, debes entregarte a la verdad, debes soportar humillación por la verdad y, para obtener más de la verdad, debes padecer más sufrimiento. Esto es lo que debes hacer. No debes desechar la verdad en beneficio de una vida familiar pacífica y no debes perder la dignidad e integridad de tu vida por el bien de un disfrute momentáneo. Debes buscar todo lo que es hermoso y bueno, y debes buscar un camino en la vida que sea de mayor significado. Si llevas una vida tan vulgar y no buscas ningún objetivo, ¿no estás malgastando tu vida? ¿Qué puedes obtener de una vida así? Debes abandonar todos los placeres de la carne en aras de una verdad y no debes desechar todas las verdades en aras de un pequeño placer. Personas como estas no tienen integridad ni dignidad; ¡su existencia no tiene sentido!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio

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