Al leer el Libro de Job, he admitido que Job temía a Dios y se apartaba del mal. Triunfó sobre las tentaciones y los ataques de Satanás, se mantuvo firme en su testimonio y, por lo tanto, recibió las bendiciones de Dios. Así pues, me gustaría saber ¿cómo debo buscar para poder alcanzar el temor de Dios y evitando el mal?

7 May 2021

Las palabras relevantes de Dios:

Un auténtico ser creado debe saber quién es el Creador, para qué sirve la creación del hombre, cómo cumplir con las responsabilidades de un ser creado y cómo adorar al Señor de toda la creación; debe entender, comprender, conocer y preocuparse por las intenciones, los deseos y las exigencias del Creador, y debe actuar de acuerdo con Su camino: temer a Dios y apartarse del mal.

¿Qué es temer a Dios? ¿Y cómo puede alguien apartarse del mal?

“Temer a Dios” no significa sentir un terror u horror indescriptibles ni evadir ni distanciarse; no es idolatría ni superstición. Más bien es admiración, estima, confianza, entendimiento, preocupación, obediencia, consagración, amor, así como adoración, compensación y sumisión incondicionales y resignadas. Sin un conocimiento genuino de Dios, la humanidad no tendrá una admiración, una confianza, un entendimiento, una preocupación u obediencia genuinos, sino solo pavor e inquietud; solo duda, conceptos erróneos, evasión y evitación. Sin un conocimiento genuino de Dios, la humanidad no tendrá una consagración y una compensación genuinas; sin un conocimiento genuino de Dios, la humanidad no tendrá una adoración y una sumisión genuinas, solo idolatría y superstición ciegas; sin un conocimiento genuino de Dios, la humanidad no puede actuar de acuerdo con Su camino ni temerle ni apartarse del mal. Por el contrario, toda actividad y conducta en las que el hombre participe estarán llenas de rebeldía y desafío, y habrá imputaciones difamatorias y juicios malignos sobre Él, y la conducta malvada irá en sentido contrario a la verdad y el verdadero significado de las palabras de Dios.

Una vez que la humanidad tenga verdadera confianza en Dios, será sincera cuando le siga y dependa de Él; solo con una confianza real en Dios y una dependencia de Él la humanidad puede tener un entendimiento y una comprensión genuinos. Junto con la comprensión real de Dios viene la preocupación real por Él; solo con una preocupación auténtica por Dios la humanidad puede tener una obediencia auténtica y solo con una obediencia auténtica la humanidad puede lograr una consagración genuina. Solo con una consagración genuina a Dios la humanidad puede tener una compensación incondicional y sin queja. Solo con una confianza, una dependencia, un entendimiento, una preocupación, una obediencia, una consagración y una compensación genuinos, la humanidad puede verdaderamente llegar a conocer el carácter y la esencia de Dios, así como la identidad del Creador. Solo cuando ha llegado a conocer verdaderamente al Creador, la humanidad puede despertar en sí misma la adoración y la sumisión genuinas. Solo cuando tiene una adoración y una sumisión reales al Creador, la humanidad podrá ser verdaderamente capaz de dejar de lado sus caminos malvados, es decir, apartarse del mal.

Esto constituye la totalidad del proceso de “temer a Dios y apartarse del mal”, y es también el contenido en su totalidad de temer a Dios y apartarse del mal. Esta es la senda que debe recorrerse para lograr temer a Dios y apartarse del mal.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Prefacio

En primer lugar, sabemos que el carácter de Dios es majestad e ira. Él no es una oveja a la que cualquiera puede matar; menos aún, un muñeco para que las personas lo controlen como quieran. Tampoco es un soplo de aire que se pueda mangonear. Si verdaderamente crees que Dios existe, entonces debes tener un corazón que teme a Dios y debes saber que no hay que hacer enojar a Su esencia. Este enojo puede ser causado por una palabra, o tal vez por un pensamiento o por cierto tipo de comportamiento vil; quizá, incluso, por un comportamiento moderado; una conducta que sea aceptable a los ojos de los hombres y a la ética humana, o quizás sea causado por una doctrina o una teoría. Sin embargo, una vez que has hecho enojar a Dios, has perdido tu oportunidad y han llegado tus últimos días. ¡Esto es algo terrible! Si no entiendes que no se debe ofender a Dios, es posible que no le tengas miedo, y quizá le ofendas rutinariamente. Si no sabes cómo temer a Dios, eres incapaz de hacerlo, y no sabrás cómo andar por Su camino: el camino de temer a Dios y apartarte del mal. Una vez que te des cuenta de ello y seas consciente de que a Dios no se le debe ofender, sabrás lo que es temer a Dios y apartarte del mal.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra

Aunque la esencia de Dios contiene un elemento de amor y Él es misericordioso con todas y cada una de las personas, estas han pasado por alto y han olvidado el hecho de que Su esencia también es de dignidad. Que Él tenga amor no quiere decir que las personas puedan ofenderle libremente, sin incitar en Él sentimientos o reacciones, ni el hecho de que tenga misericordia significa que no tenga principios en Su forma de tratar a las personas. Dios está vivo; existe de verdad. No es un títere imaginario ni ningún otro objeto. Dado que Él existe, deberíamos escuchar atentamente la voz de Su corazón en todo momento, prestar mucha atención a Su actitud y llegar a entender Sus sentimientos. No deberíamos usar las imaginaciones humanas para definir a Dios ni imponer en Él pensamientos o deseos humanos, obligando a Dios a tratar a las personas de una manera humana basada en imaginaciones humanas. Si lo haces, ¡estás haciendo enojar a Dios, tentando Su ira y desafiando Su dignidad! Por tanto, una vez hayáis llegado a comprender la gravedad de este asunto, insto a todos y cada uno de vosotros a que seáis cautos y prudentes en vuestras acciones. Sed cautos y prudentes en vuestro discurso también. En lo que se refiere a cómo tratáis a Dios, ¡cuanto más cautos y prudentes seáis, mejor! Cuando no entiendas cuál es la actitud de Dios, evita hablar con descuido, no seas negligente en tus acciones ni apliques etiquetas a la ligera. Todavía más importante, no llegues a ninguna conclusión arbitraria. En lugar de ello, debes esperar y buscar; estas acciones son también una expresión del temor a Dios y de apartarse del mal. Por encima de todo, si puedes lograr esto y, además, posees esta actitud, entonces Dios no te culpará por tu estupidez, por tu ignorancia y por tu falta de entendimiento de las razones que están detrás de las cosas. En vez de ello, debido a tu actitud de temor a ofender a Dios, tu respeto hacia Sus intenciones y tu disposición a obedecerlo, Él se acordará de ti, te guiará y te esclarecerá o tolerará tu inmadurez e ignorancia. Por el contrario, si tu actitud hacia Él fuese irreverente —y lo juzgas a tu antojo o supones y defines arbitrariamente Sus ideas— Dios te condenará, te disciplinará e, incluso, te castigará, o puede que ofrezca un comentario sobre ti. Este quizás implique tu desenlace. Por tanto, deseo enfatizar esto una vez más: todos debéis ser cautos y prudentes con todo lo que viene de Dios. No hables con descuido ni seas irresponsable en tus actos. Antes de decir nada, deberías detenerte a pensar: ¿se enojará Dios si hago esto? Si hago esto, ¿estoy venerando a Dios? Hasta en los asuntos sencillos deberías intentar contestar estas preguntas y dedicar más tiempo a pensar en ellas. Si de verdad puedes practicar según estos principios en todos los aspectos, en todas las cosas y en todo momento, y adoptar esa actitud especialmente cuando no entiendes algo, Dios te guiará siempre, y te proporcionará la senda que debes seguir.

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Dios es un Dios vivo, y así como las personas se comportan de forma diferente en distintas situaciones, Su actitud hacia estos comportamientos difiere, porque Él no es un muñeco ni un soplo de aire. Llegar a conocer la actitud de Dios es una búsqueda valiosa para la humanidad. Las personas deberían aprender que, al conocer Su actitud, pueden poco a poco alcanzar el conocimiento de Su carácter y llegar a entender Su corazón. Cuando llegues gradualmente a entender el corazón de Dios, no sentirás que temerle y apartarte del mal sea algo tan difícil de lograr. Además, cuando comprendes a Dios, no es tan probable que saques conclusiones sobre Él. Una vez que has dejado de sacar conclusiones sobre Dios, es menos probable que le ofendas, y Él te llevará sin que te des cuenta a obtener un conocimiento de Él. Esto llenará tu corazón de reverencia hacia Dios. Entonces, dejarás de definirle mediante las doctrinas, letras y teorías que has dominado. En lugar de ello, al buscar constantemente las intenciones de Dios en todas las cosas, te convertirás de forma inconsciente en una persona que es conforme al corazón de Dios.

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En cada era, mientras obra entre los seres humanos, Dios les otorga algunas palabras y les comunica algunas verdades. Estas verdades les sirven a las personas como el camino al que deben apegarse, por el que deben andar, la senda que les permite temer a Dios y apartarse del mal, y el que las personas deberían poner en práctica y respetar en su vida y a lo largo de su viaje de vida. Por estas razones Dios hace estas declaraciones a la humanidad. Las personas deben apegarse a estas palabras que vienen de Dios, pues apegarse a ellas es recibir vida. Si una persona no se apega a ellas y no las pone en práctica, y tampoco las vive en su vida, entonces no está poniendo en práctica la verdad. Adicionalmente, si las personas no están poniendo en práctica la verdad, entonces no le están temiendo a Dios ni se están apartando del mal ni pueden satisfacer a Dios. Los que no pueden satisfacerle tampoco pueden recibir Su elogio, y este tipo de personas no tienen un desenlace.

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Recorrer el camino de Dios no tiene que ver con observar reglas superficiales; más bien, significa que, al enfrentarte a un problema, ante todo lo veas como una situación dispuesta por Dios, como una responsabilidad que Él te ha otorgado o una tarea que Él te ha confiado. Cuando te enfrentes a este problema, deberías considerarlo incluso como una prueba que te ha puesto Dios. Debes tener un estándar en tu corazón y debes pensar que este asunto procede de Dios. Debes reflexionar sobre cómo lidiar con ello de forma que puedas cumplir con tu responsabilidad al tiempo que le eres fiel a Dios, y sobre cómo hacerlo sin enfurecerle ni ofender Su carácter. […] para mantenerse en el camino de Dios, no podemos descuidar nada que tenga que ver con nosotros, o que ocurra a nuestro alrededor; ni siquiera las cosas pequeñas. Ya sea que nos parezca que debamos prestarle atención o no, mientras estemos haciendo frente a un asunto, no debemos pasarlo por alto. Debemos considerar todas las cosas que nos suceden como una prueba que nos ha dado Dios. ¿Qué piensas de esta manera de ver las cosas? Si tienes esta clase de actitud, se confirma el siguiente hecho: en el fondo temes a Dios y estás dispuesto a apartarte del mal. Si tienes este deseo de satisfacer a Dios, lo que pones en práctica no estará lejos de cumplir el estándar de temer a Dios y apartarse del mal.

A menudo están los que creen que los asuntos a los que las personas no les prestan mucha atención y que no suelen mencionar son simples nimiedades que no tienen nada que ver con poner en práctica la verdad. Cuando se enfrentan a un asunto de este tipo, estas personas no le prestan mucha atención y luego lo dejan de lado. En realidad, sin embargo, este asunto es una lección que deberías estudiar: una lección sobre cómo temer a Dios y apartarte del mal. Además, lo que debería preocuparte más es saber lo que Dios está haciendo cuando este asunto surge delante de ti. Él está justo a tu lado, observando cada una de tus palabras y acciones, y observando todo lo que haces y los cambios que ocurren en tus pensamientos; esta es la obra de Dios. Algunos preguntan: “Si esto es verdad, ¿entonces por qué no lo he sentido?”. No lo has sentido porque no te has ceñido al camino de temer a Dios y apartarte del mal como tu principal camino. Por tanto, no puedes sentir la obra sutil que Dios lleva a cabo en las personas, la cual se manifiesta según los distintos pensamientos y acciones de estas. ¡Eres un cabeza de chorlito! ¿Qué es un asunto grande? ¿Qué es uno pequeño? Los asuntos que implican recorrer el camino de Dios no se dividen en grandes o pequeños; sin embargo, ¿podéis aceptar eso? (Podemos aceptarlo). Respecto a los asuntos cotidianos, las personas consideran que algunos son muy grandes y significativos, y que otros son minucias. Las personas suelen considerar que estos grandes asuntos son de suma importancia y que Dios los ha enviado. Sin embargo, a medida que estos se desarrollan, debido a la estatura inmadura de las personas, a su pobre calibre, es frecuente que no estén a la altura para cumplir la voluntad de Dios, que no puedan obtener revelación alguna ni adquirir un conocimiento real que sea valioso. En lo que respecta a los asuntos pequeños, la gente simplemente los pasa por alto, los deja que se esfumen poco a poco. Por tanto, las personas han perdido muchas oportunidades de ser examinadas delante de Dios y de que Él las ponga a prueba. ¿Qué significa si siempre pasas por alto a las personas, los eventos, los objetos y las circunstancias que Dios ha dispuesto para ti? Quiere decir que cada día e, incluso, a cada momento, estás renunciando constantemente a tu perfeccionamiento por parte de Dios y a Su liderazgo. Siempre que Él dispone una situación para ti, está mirando en secreto, contemplando tu corazón, observando tus pensamientos y deliberaciones, viendo cómo piensas y esperando para ver cómo actuarás. Si eres una persona descuidada —alguien que nunca se ha tomado en serio el camino de Dios, Sus palabras o la verdad— no serás consciente ni prestarás atención a aquello que Dios desea completar o a los requisitos que esperaba que cumplieras cuando dispuso cierto ambiente para ti. Tampoco sabrás cómo las personas, los acontecimientos y los objetos con los que te encuentres se relacionan con la verdad o con la voluntad de Dios. Después de enfrentarte a repetidas circunstancias y pruebas como esta, y que Dios no vea resultados en ti, ¿cómo procederá? Después de enfrentarte repetidamente a pruebas, no has magnificado a Dios en tu corazón ni has visto las circunstancias que Él dispuso para ti como lo que son: pruebas y exámenes provenientes de Dios. En cambio, has rechazado una tras otra las oportunidades que Él te ha concedido, y las has dejado escapar una y otra vez. ¿No es esto una desobediencia extrema por parte del hombre? (Lo es). ¿Se sentirá Dios herido por esto? (Sí). ¡Dios no se sentirá herido! Oírme decir algo así os ha impactado una vez más. Puede que estéis pensando: ¿No se dijo anteriormente que Dios siempre se siente herido? ¿Acaso Dios no se sentirá herido? Entonces, ¿cuándo se siente herido? En resumen, Dios no se sentirá herido en esta situación. Entonces, ¿cuál es la actitud de Dios hacia el tipo de conducta explicado previamente? Cuando las personas rechazan las pruebas y exámenes que Dios les envía, y cuando rehúyen de ellos, Dios sólo tiene una actitud hacia esas personas. ¿Cuál es? Dios desdeña a esta clase de persona desde lo más profundo de Su corazón. Existen dos capas de significado para la palabra “desdeñar”. ¿Cómo debo explicároslo desde Mi punto de vista? En el fondo, la palabra “desdeñar” tiene connotaciones de aborrecimiento y odio. ¿Y qué pasa con la otra capa de significado? Esta es la parte que implica abandonar algo. Todos sabéis lo que significa “abandonar”, ¿cierto? En resumen, “desdeñar” es una palabra que representa la máxima reacción y actitud de Dios hacia estas personas que se están comportando de esa forma. Es un odio extremo hacia ellas; es repugnancia, y, por tanto, lo que resulta es la decisión de abandonarlas. Esta es la decisión final de Dios hacia una persona que nunca ha recorrido Su camino y que nunca le ha temido ni se ha apartado del mal.

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Comenzaremos observando la vida hogareña de Job, cómo era su conducta normal durante su vida. Esto nos informará sobre sus principios y sus objetivos en la vida, y también sobre su personalidad y su búsqueda. […] Donde la Biblia describe los banquetes de los hijos de Job, no se le menciona; solo se indica que ellos comían y bebían juntos a menudo. En otras palabras, él no celebraba banquetes ni se unía a sus hijos en sus extravagantes comidas. Aunque opulento, y poseedor de muchos bienes y siervos, la vida de Job no era lujosa. No se dejó seducir por su entorno de vida superlativa ni se atiborró con los deleites de la carne, ni olvidó ofrecer holocaustos por su riqueza; esta no provocó, ni mucho menos, que se apartase gradualmente de Dios en su corazón. Es evidente, pues, que Job era disciplinado en su estilo de vida, y no era avaricioso o hedonista como resultado de las bendiciones de Dios sobre él, ni se obsesionaba con la calidad de vida. En vez de ello era humilde y modesto, no era dado a la ostentación y era cauto y cuidadoso delante de Dios. Pensaba a menudo en Sus gracias y bendiciones, y le temía constantemente. En su vida diaria, Job se levantaba con frecuencia temprano para ofrecer holocaustos por sus hijos. Es decir, no sólo temía a Dios, sino que esperaba que sus hijos hiciesen lo propio y no pecasen contra Él. Su riqueza material no tenía sitio en su corazón, no reemplazaba la posición ostentada por Dios; tanto para sí mismo como para sus hijos los actos diarios guardaban, todos, relación con temerle y apartarse del mal. Su temor de Jehová Dios no se detenía en su boca, sino que era algo que ponía en acción, y se reflejaba en todas y cada una de las partes de su vida diaria. Esta conducta real dicha de Job nos muestra que era sincero, y poseía una esencia que amaba la justicia y las cosas positivas. Que Job enviara y santificara a menudo a sus hijos significa que no autorizaba ni aprobaba su comportamiento; más bien estaba harto del mismo en su corazón, y los condenaba. Había llegado a la conclusión de que la conducta de sus hijos no estaba agradando a Jehová Dios, y por tanto les instaba frecuentemente a presentarse delante de Él y confesar sus pecados. Las acciones de Job nos muestran otro lado de su humanidad: uno en el que nunca anduvo con aquellos que pecaban y ofendían frecuentemente a Dios, sino que se apartaba de ellos y los evitaba. Aunque se trataba de sus hijos, no abandonó sus propios principios de conducta porque fuesen de su familia ni transigió con sus pecados por sus propios sentimientos. Más bien, les instó a confesar y obtener la paciencia de Dios, y les advirtió que no lo abandonasen por causa de su propio disfrute codicioso. Los principios de cómo trataba Job a los demás eran inseparables de los de su temor de Dios y apartarse del mal. Amaba lo que Él aceptaba, aborrecía lo que Él detestaba; amaba a los que temían a Dios en sus corazones, y aborrecía a los que cometían maldades o pecaban contra Él. Ese amor y ese aborrecimiento se demostraban en su vida cotidiana, y eran la propia rectitud de Job percibida por los ojos de Dios. Naturalmente, esto es también la expresión y el vivir de la verdadera humanidad de Job en sus relaciones con otros en su vida diaria sobre las que debemos aprender ahora.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II

El temor que Job tenía de Dios y su obediencia a Él son un ejemplo para la humanidad, y su perfección y rectitud fueron la cúspide de la humanidad que el hombre debía poseer. Aunque no vio a Dios, se dio cuenta de que Él existía realmente y como resultado de esta comprensión temió a Dios, y debido a su temor de Dios fue capaz de obedecerlo. Dio rienda suelta a Dios para que tomase todo lo que tenía, sin quejarse, y se postró delante de Él y le dijo que, incluso si Dios tomaba su carne en ese mismo momento, él le permitiría hacerlo con alegría, sin quejarse. Toda su conducta se debió a su humanidad perfecta y recta. Es decir, como consecuencia de su inocencia, honestidad y bondad Job fue firme en su comprensión y experiencia de la existencia de Dios, y sobre este fundamento se impuso exigencias y estandarizó su pensamiento, comportamiento, conducta y principios de acción delante de Dios, según Él lo dirigiera y de acuerdo con Sus hechos, que él había visto entre todas las cosas. Con el tiempo, sus experiencias provocaron en él un temor auténtico y real de Dios y le hicieron apartarse del mal. Esta era la fuente de la integridad a la que Job se aferraba con firmeza. Job era poseedor de una humanidad sincera, inocente y amable, y tenía una experiencia real de temer a Dios, obedecerlo y de apartarse del mal, así como el conocimiento de que “Jehová dio y Jehová quitó”. Solo por estas cosas fue capaz de mantenerse firme en su testimonio en medio de los ataques tan despiadados de Satanás; solo por ellas fue capaz de no decepcionar a Dios y darle una respuesta satisfactoria cuando Sus pruebas cayeron sobre él.

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Job no había visto el rostro de Dios ni había oído palabras pronunciadas por Él, y mucho menos experimentado personalmente Su obra; sin embargo, todos han sido testigos de su temor de Dios y de su testimonio durante las pruebas; Él los ama, se deleita en ellos y los elogia, y las personas los envidian, admiran, y además cantan sus alabanzas. No había nada extraordinario ni grandioso en su vida: como cualquier persona ordinaria, vivía una vida común y corriente: salía a trabajar al amanecer y regresaba al hogar para descansar al anochecer. La diferencia es que durante varias décadas poco destacables de su vida, adquirió una perspectiva del camino de Dios, fue consciente y entendió Su gran poder y Su soberanía, como ninguna otra persona lo había hecho nunca. No era más listo que cualquier otra persona común, su vida no era especialmente férrea ni, aún menos, él tampoco tenía habilidades especiales invisibles. Sin embargo, poseía una personalidad honesta, bondadosa y recta, que amaba la ecuanimidad, la justicia, y las cosas positivas, algo que la mayoría de las personas ordinarias no poseen. Diferenciaba entre el amor y el odio, tenía sentido de la justicia, era inflexible y persistente, y prestó meticulosa atención al detalle en su pensamiento. Así, durante su tiempo común y corriente sobre la tierra vio todas las cosas extraordinarias que Dios había hecho, Su grandeza, Su santidad y Su justicia; Su preocupación por el hombre, Su gracia y Su protección sobre este, así como la honorabilidad y la autoridad del Dios supremo. La primera razón por la que Job fue capaz de obtener estas cosas, que estaban fuera del alcance de cualquier persona normal, era que tenía un corazón puro; este le pertenecía a Dios, y el Creador lo dirigía. La segunda razón era su búsqueda: procuraba ser impecable y perfecto, alguien que cumpliera la voluntad del Cielo, que fuera amado por Dios, y que se apartara del mal. Job poseía y buscaba estas cosas aunque fuera incapaz de ver a Dios u oír Sus palabras; aunque nunca le había visto, había llegado a conocer los medios por los que Él domina todas las cosas, y entendió la sabiduría con la que Él lo hace. Aunque nunca había oído las palabras habladas por Dios, Job sabía que el recompensar al hombre y el quitarle cosas, todo procede de Él. Aunque los años de su vida no fueron diferentes de los de una persona ordinaria, no permitió que lo poco destacado de su existencia afectase a su conocimiento de la soberanía de Dios sobre todas las cosas, o a seguir el camino de temer a Dios y apartarse del mal. A sus ojos, las leyes de todas las cosas estaban llenas de Sus hechos, y Su soberanía podía contemplarse en cualquier parte de la vida de la persona. No había visto a Dios, pero era capaz de darse cuenta de que Sus hechos están por todas partes, y durante su tiempo común y corriente sobre la tierra, fue capaz de ver y de ser consciente de los hechos extraordinarios y maravillosos de Dios, y Sus maravillosas disposiciones, en cada rincón de su vida. Que Dios estuviese escondido y en silencioso no le estorbó para tomar consciencia de Sus hechos ni afectó a su conocimiento de Su soberanía sobre todas las cosas. Su existencia fue la comprensión, durante su vida diaria, de la soberanía y de las disposiciones de Dios, quien está escondido entre todas las cosas. En ella también oyó y entendió la voz del corazón de Dios y las palabras de Dios, quien permanece callado entre todas las cosas, pero que expresa la voz de Su corazón y Sus palabras al gobernar las leyes de todas las cosas. Ves, pues, que si las personas tienen la misma humanidad y búsqueda que Job, pueden obtener la misma conciencia y conocimiento, y adquirir el mismo entendimiento y conocimiento de la soberanía de Dios sobre todas las cosas que él. Dios no se le había aparecido ni le había hablado, pero él fue capaz de ser perfecto y recto, de temerle y apartarse del mal. En otras palabras, sin que Dios se le aparezca o le hable al hombre, Sus hechos entre todas las cosas y Su soberanía sobre estas son suficientes para que el ser humano sea consciente de Su existencia, Su poder y Su autoridad; estos dos últimos son suficientes para que el hombre siga el camino de temer a Dios y apartarse del mal.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II

“Temer a Dios y apartarse del mal” y conocer a Dios son cosas que están indivisiblemente conectadas por miles de hilos, y la conexión entre ellas es evidente en sí misma. Si uno desea conseguir apartarse del mal, debe sentir primero un temor real de Dios; si uno desea lograr tener un temor real de Dios, debe tener primero un conocimiento real de Dios; si uno desea conseguir el conocimiento de Dios, debe experimentar primero las palabras de Dios, entrar en la realidad de Sus palabras, experimentar Su reprensión y Su disciplina, Su castigo y juicio; si uno desea experimentar las palabras de Dios, primero debe encontrarse cara a cara con las palabras de Dios, encontrarse cara a cara con Dios, y pedirle que proporcione oportunidades para experimentar Sus palabras en la forma de todas las clases de entornos que impliquen a personas, acontecimientos y objetos; si uno desea encontrarse cara a cara con Dios y con Sus palabras, debe poseer primero un corazón sencillo y sincero, la actitud a aceptar la verdad, la voluntad de soportar el sufrimiento, la determinación y la valentía de apartarse del mal, y la aspiración de convertirse en un ser creado genuino… De esta forma, si avanzas paso a paso te acercarás cada vez más a Dios, tu corazón será cada vez más puro y tu vida y el valor de estar vivo, junto con tu conocimiento de Dios, estarán cada vez más llenos de sentido y serán cada vez más radiantes. Hasta que, un día, sentirás que el Creador ya no es un misterio, que nunca se ha escondido de ti, que nunca ha ocultado Su rostro de ti, que no está en absoluto lejos de ti, que ya no es Aquel al que anhelas constantemente en tus pensamientos, pero que no puedes alcanzar con tus sentimientos, que Él está real y verdaderamente montando guardia a tu izquierda y a tu derecha, proveyendo tu vida y controlando tu destino. Él no se encuentra en el lejano horizonte ni se ha escondido en lo alto en las nubes. Está justo a tu lado, presidiendo sobre la totalidad de ti. Él es todo lo que tienes y lo único que tienes. Ese Dios te permite amarlo desde el corazón, aferrarte a Él, tenerlo cerca, admirarlo, temer perderlo y no estar dispuesto a renunciar más a Él ni a desobedecerle, evitarlo o alejarlo de ti. Lo único que quieres es preocuparte por Él, obedecerle, retribuirle todo lo que te da y someterte a Su dominio. Ya no te niegas a que Él te guíe, te provea, te cuide y te guarde; ya no rechazas lo que Él te dicta y ordena. Lo único que quieres es seguirle, caminar a Su lado, aceptarlo como tu única vida, como tu único Señor, como tu único Dios.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Prefacio

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