Ya sé discernir al Cristo verdadero de los falsos
Dios Todopoderoso dice: “El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto, porque Él posee la esencia de Dios, y posee el carácter de Dios, y posee la sabiduría en Su obra, que el hombre no puede alcanzar. Los que así mismos se llaman Cristo, pero que no pueden hacer la obra de Dios, son fraudes. Cristo no es sólo la manifestación de Dios en la tierra, sino que también es la carne particular asumida por Dios a medida que lleva a cabo y completa Su obra entre los hombres. Esta carne no puede ser suplantada por cualquier hombre, sino que es una carne que puede soportar adecuadamente la obra de Dios en la tierra, expresar el carácter de Dios y representarlo bien, y proveer la vida al hombre. Tarde o temprano, aquellos que suplantan a Cristo caerán porque, aunque afirman ser Cristo, no poseen nada de Su esencia. Y así digo que la autenticidad de Cristo, el hombre no la puede definir, sino que Dios mismo la contesta y la decide. De esta manera, si realmente quieres buscar el camino de la vida, primero debes reconocer que es cuando Él viene a la tierra que Dios llevar a cabo de otorgar el camino de la vida a los hombres y que es durante los últimos días que Él viene a la tierra para otorgarles ese camino. Esto no es el pasado; está pasando hoy” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna). Dios lo dice muy bien. Con pocas palabras nos indica el principio por el que discernir al Cristo verdadero de los falsos Cristos: ¿Pueden expresar la verdad y realizar la obra de salvar al hombre o no? Este es el principio clave. En mi fe anterior, los pastores y ancianos siempre nos mantenían en guardia contra los falsos Cristos, pero no nos explicaron el principio por el que discernirlos. Condenaban todos los testimonios de la venida del Señor por falsos y nos decían que no tuviéramos nada que ver con ello. Por tanto, cuando oí que el Señor había regresado, no me atreví a investigarlo. Estuve a punto de rechazar al Cristo de los últimos días y perder la ocasión de recibir al Señor.
Desde que empecé a creer en Jesús, en 1996, siempre le oraba ante cualquier cosa que surgiera, y así superé muchos problemas. Era maravilloso tener al Señor conmigo y sentía paz y gozo. Años después me di cuenta de que el clero no decía nada nuevo y sus sermones carecían de luz. La asistencia a los servicios cayó en picado y algunos hasta dormían durante los sermones. No recibía nada de ello ni sentía gozo espiritual. No quería ir más, pero me sentía culpable, así que me obligué a continuar yendo.
En una reunión, el anciano Xu dijo: “El Señor Jesús nos advirtió: ‘Entonces si alguno os dice: «Mirad, aquí está el Cristo», o «Allí está», no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos’ (Mateo 24:23-24). Las profecías del regreso del Señor se han cumplido en gran parte y pronto vendrá por nosotros, pero también aparecerán falsos Cristos para engañarnos. Debemos andarnos con ojo y no aceptar ninguna noticia del regreso del Señor. El Relámpago Oriental da testimonio de que el Señor ha regresado y está realizando una nueva obra, y muchos verdaderos creyentes de multitud de iglesias lo han aceptado. El Relámpago Oriental se ha llevado incluso a predicadores veteranos. Como sois inmaduros en la vida, manteneos alejados de los desconocidos para que no os engañe el Relámpago Oriental”.
Al oír que el Relámpago Oriental decía que el Señor había regresado y que muchos predicadores veteranos habían aceptado el Relámpago Oriental, sorprendida, pensé: “Estos predicadores entienden la Biblia y todos están seguros de lo que quieren. No les resultaría sencillo aceptar el Relámpago Oriental. ¿Acaso hay alguna verdad que buscar en el Relámpago Oriental? Hace años que anhelo la venida del Señor. Si realmente ha regresado y no lo busco ni investigo, ¿qué haré si me abandona?”. No obstante, me preocupaba la afirmación del anciano Xu de que aparecerán falsos Cristos en los últimos días. ¡No podía dejarme engañar! Estaba algo confundida y no sabía qué hacer, por lo que oré en mi interior: “¿Debo prestar atención al Relámpago Oriental si alguien de esa iglesia me lo predica? Señor Jesús, te pido esclarecimiento y guía”. Luego recordé este pasaje bíblico: “Porque Él mismo ha dicho: Nunca te dejare ni te desamparare, de manera que decimos confiadamente: El Señor es el que me ayuda; no temeré. ¿Qué podrá hacerme el hombre?” (Hebreos 13:5-6). Enseguida sentí paz en el corazón. Respaldada por el Señor, no había nada que temer. Mientras le orara con frecuencia, me guiaría para discernir a los falsos Cristos. No perdería nada por escucharlo.
Un día, en una reunión, el anciano Xu insistió de nuevo en cómo guardarnos del Relámpago Oriental, al subrayar una y otra vez que los falsos Cristos engañan a la gente y decirnos que nos mantuviéramos alejados de los desconocidos. Entonces habló la hermana Qian: “Anciano Xu, ¿por qué nos dices que nos mantengamos alejados de los desconocidos? Siempre afirmas que el Señor vendrá pronto por nosotros. Prácticamente está a la puerta. El Relámpago Oriental da testimonio de que ha regresado y está expresando la verdad. ¿Es la voluntad del Señor que no vayamos a escucharlos para investigarlo? Según la Biblia, ‘Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo’ (Romanos 10:17)”. “Para determinar si el Relámpago Oriental es el regreso del Señor, primero hemos de escuchar sus sermones. Si no los escuchamos y nos mantenemos alejados de ellos, ¿cómo sabremos si el Relámpago Oriental es verdad o no? Si es el auténtico regreso del Señor, ¿no nos estás impidiendo acudir a Él?” Luego dijo la hermana Zong: “El Señor Jesús dijo: ‘Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá’ (Mateo 7:7). El Señor quiere que oremos y busquemos más aquello que no entendamos. Siempre que busquemos con franqueza, oirá nuestras oraciones y nos guiará”. “Hemos oído el evangelio del regreso del Señor, pero no lo investigamos ni buscamos Su voluntad en oración. Esto va contra Sus enseñanzas; entonces, ¿cómo podríamos recibirlo?”.
El anciano Xu estaba perplejo ante estas dos hermanas y no tenía excusa. A mi juicio, las hermanas tenían razón: debíamos investigar el Relámpago Oriental. Estaba, además, sorprendida. La hermana Zong era siempre muy apocada y casi nunca hablaba, pero tuvo el valor de polemizar con el anciano. Asimismo, tenía una rigurosa prueba bíblica, por lo que nadie pudo refutarla. ¡Fue absolutamente increíble! ¿De dónde habían sacado estas hermanas unas ideas y unas perspectivas así de buenas? ¿Habían aceptado el Relámpago Oriental? La venida del Señor era tan importante que debía tenerla clara, así que decidí preguntarles.
Al día siguiente pregunté a la hermana Zong si había aceptado el Relámpago Oriental. Asintió y me dijo: “El Señor ha regresado como Dios Todopoderoso. Expresa todas las verdades que nos purifican y salvan y realiza la obra del juicio para erradicar nuestra naturaleza pecaminosa, purificar nuestra corrupción y salvarnos del pecado definitivamente”. Al oírle decir esto, sentí que tenía que oír el mensaje del Relámpago Oriental. Me concertó una cita para recibir las enseñanzas de la Iglesia de Dios Todopoderoso.
Llegado el día, le conté todo lo que me confundía al hermano de la Iglesia de Dios Todopoderoso. “El Señor Jesús dijo: ‘Entonces si alguno os dice: «Mirad, aquí está el Cristo», o «Allí está», no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos’ (Mateo 24:23-24). El anciano Xu afirma que aparecerán falsos Cristos en los últimos días, cuando regrese el Señor, que toda noticia de Su venida es falsa y que no debemos investigar nada de eso. No creo que tanta cautela sea acorde con la voluntad del Señor. ¿Y si no investigamos esto, no recibimos al Señor y nos abandona? No obstante, también me da miedo que me engañen. Cuando alguien predique el regreso del Señor, ¿qué debemos hacer? Tengo muchas ganas de entenderlo”.
El hermano, sonriendo, me contestó: “A todos nos da miedo descarriarnos y que nos engañen los falsos Cristos. Es una preocupación normal, pero ¿de qué sirve el miedo por sí solo? ¿Puede solucionar nuestros problemas?”. “Para entender esto y saber qué hacer, debemos comprender la voluntad del Señor, oculta tras Sus palabras. Las dijo para que supiéramos discernir a los falsos Cristos y no nos engañaran, no para que nos guardáramos de todo hasta el punto de rechazar Su regreso. No solo dice que aparecerán falsos Cristos en los últimos días, sino también cómo discernirlos. El Señor dijo: ‘Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos’ (Mateo 24:24). Las palabras del Señor son claras. Los falsos Cristos engañan a la gente, sobre todo, con señales y prodigios. Ahora que conocemos las características de los falsos Cristos, solo hemos de tener cuidado para que no nos engañen. Si sacamos este versículo de contexto y malinterpretamos las palabras del Señor, de modo que condenamos toda noticia de Su venida por falsa y no buscamos en absoluto, ¿no negaremos y condenaremos Su regreso?”.
Esto me sorprendió. “Es cierto, ¿no?”, pensé. “El Señor predijo Su venida, pero hemos sacado este versículo de contexto, de modo que hemos condenado toda noticia de Su venida por falsa. ¡Hemos condenado el regreso del Señor!”.
El hermano continuó hablando: “El Señor Jesús nos dijo: ‘Pero a medianoche se oyó un clamor: «¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo»’ (Mateo 25:6). ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo’ (Apocalipsis 3:20)”. “Como vemos, cuando el Señor regrese, algunos oirán Su voz primero y luego lo predicarán y darán testimonio de ello. Eso es que el Señor está llamando a nuestra puerta”. “Si escuchamos a los pastores, excluimos a quienes dan testimonio del regreso del Señor y no abrimos nuestros ojos y oídos, ¿podremos oír Su voz y recibirlo? ¿No estaremos siendo demasiado prudentes por temor?”.
A medida que escuchaba, pensaba que sus palabras concordaban con la Biblia y con la voluntad del Señor. Resultaba que el Señor nos decía que los falsos Cristos engañan a la gente, sobre todo, mostrando señales y prodigios, que debemos discernirlos, pero no ser pasivos ni guardarnos de todo el mundo. Las palabras del Señor eran muy claras; ¿por qué no las había entendido antes? El pastor y los ancianos habían leído este versículo muchísimas veces, pero no solo no habían aludido a este principio, sino que habían tergiversado el versículo y malinterpretado la Biblia al afirmar que toda noticia del regreso del Señor era falsa. Por lo que parecía en ese momento, no entendían nada de la Biblia. Pero, pese a ello, nos mandaban mantenernos alejados de los desconocidos y no nos dejaban buscar el evangelio del regreso del Señor. Si verdaderamente había regresado, ¿yo no lo estaba excluyendo? ¡Vaya peligro!
El hermano levantó entonces un libro y dijo: “Leamos las palabras de Dios Todopoderoso para comprender mejor cómo engañan a la gente los falsos Cristos. Dios Todopoderoso dice: “Si durante la época actual emerge una persona capaz de exhibir señales y maravillas, echar fuera demonios, sanar a los enfermos y llevar a cabo muchos milagros, y si esta persona declara ser Jesús que ha venido, sería una falsificación producida por espíritus malignos que imitan a Jesús. ¡Recuerda esto! Dios no repite la misma obra. La etapa de la obra de Jesús ya ha sido completada, y Dios nunca más la acometerá. […] En las nociones del hombre, Dios siempre debe hacer señales y maravillas, siempre debe sanar a los enfermos y echar fuera demonios, y siempre debe ser como Jesús. Pero esta vez Dios no es así en absoluto. Si durante los últimos días, Dios siguiera exhibiendo señales y maravillas, echara fuera demonios y sanara a los enfermos —si hiciera exactamente lo mismo que Jesús—, Dios estaría repitiendo la misma obra, y la de Jesús no tendría importancia ni valor. Así pues, Dios lleva a cabo una etapa de la obra en cada era. Una vez completada cada etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan pronto, y después de que Satanás empieza a pisarle los talones a Dios, este cambia a un método diferente. Una vez que Dios ha completado una etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan. Debéis tener claro esto” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra de Dios hoy).
Cuando el hermano acabó, dijo: “Dios es siempre nuevo, nunca viejo, y nunca repite Su obra. En la Era de la Ley, Dios dictó las leyes y los mandamientos para guiar la vida del hombre en la tierra y enseñarle a adorarlo. Cuando vino el Señor Jesús en la Era de la Gracia, no repitió la misma obra, sino que realizó la obra de redención basándose en la obra de la Era de la Ley. Habló del camino del arrepentimiento, sanó a enfermos, expulsó a los demonios y mostró señales y prodigios. Acabó crucificado en expiación por nuestros pecados, con lo que redimió del pecado a la humanidad. Dios Todopoderoso ha venido en los últimos días a realizar la obra del juicio, que comienza por la casa de Dios, basándose en la obra redentora de Jesús. Expresa todas las verdades que purifican y salvan a la humanidad, con lo que erradica las causas del pecado, que son nuestro carácter y naturaleza satánicos, para podernos purificar libres de pecado de una vez por todas y ser llevados por Dios a Su reino. Esto nos muestra que la obra de Dios siempre avanza y que Él no deja de expresar la verdad y obrar para salvar a la humanidad según sus necesidades. Si el Señor viniera en los últimos días a repetir la obra de la Era de la Gracia, sanar a enfermos y expulsar a los demonios, la obra de Dios no avanzaría y la del Señor Jesús perdería su sentido. Por eso, a Su regreso en los últimos días, de ninguna manera mostrará señales y prodigios, sanará a enfermos ni expulsará a los demonios. Si alguien muestra señales y prodigios para hacerse pasar por el regreso del Señor, seguro que es un falso Cristo que trata de engañar a la gente. Los falsos Cristos son espíritus malignos y diablos que se hacen pasar por Cristo. No pueden expresar la verdad, y menos aún realizar la obra de salvar a la humanidad. Lo único que saben hacer es ir detrás de Dios imitando Su obra y mostrar algunos sencillos prodigios para engañar a la gente”. “Sin embargo, los prodigios, llenos de la autoridad de Dios, que mostró el Señor Jesús, como resucitar a los muertos, dar de comer a 5000 personas y calmar los vientos y el mar, no los saben hacer los falsos Cristos”. “Cuando conozcamos la obra de Dios y sepamos discernir la esencia y las tácticas falaces de los falsos Cristos, no nos engañarán”.
Tras escuchar las palabras de Dios Todopoderoso, comprendí un poco la verdad sobre cómo discernir a los falsos Cristos. Dios es siempre nuevo, nunca viejo, y nunca repite Su obra. La obra redentora del Señor Jesús ha concluido, por lo que, a Su regreso, no repetirá la misma obra. Los falsos Cristos no pueden expresar la verdad ni realizar la obra de Dios. Lo único que saben hacer es imitar la obra anterior de Dios y engañar a la gente con señales y prodigios sencillos. El Señor manifestó: ‘Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios’, y ahora entiendo qué quería decir.
Prosiguió el hermano: “Dios Todopoderoso habla muy claro de la verdad acerca de cómo discernir al Cristo verdadero de los falsos Cristos y nos muestra el principio clave para distinguirlos. Ante todo, hemos de entender qué es la encarnación y conocer la esencia de Cristo. Cuando conozcamos a Cristo, discerniremos de forma natural a los falsos Cristos”. El hermano leyó entonces un par de pasajes de las palabras de Dios Todopoderoso: “Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, manifestará la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). “El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto, porque Él posee la esencia de Dios, y posee el carácter de Dios, y posee la sabiduría en Su obra, que el hombre no puede alcanzar. Los que así mismos se llaman Cristo, pero que no pueden hacer la obra de Dios, son fraudes. Cristo no es sólo la manifestación de Dios en la tierra, sino que también es la carne particular asumida por Dios a medida que lleva a cabo y completa Su obra entre los hombres. Esta carne no puede ser suplantada por cualquier hombre, sino que es una carne que puede soportar adecuadamente la obra de Dios en la tierra, expresar el carácter de Dios y representarlo bien, y proveer la vida al hombre. Tarde o temprano, aquellos que suplantan a Cristo caerán porque, aunque afirman ser Cristo, no poseen nada de Su esencia. Y así digo que la autenticidad de Cristo, el hombre no la puede definir, sino que Dios mismo la contesta y la decide” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna).
El hermano dijo entonces: “Las palabras de Dios Todopoderoso evidencian que Cristo es Dios encarnado, el Dios del cielo, encarnado en el Hijo del hombre, que viene a obrar entre los hombres. Cristo tiene una humanidad normal y plena divinidad. Puede parecer normal, pero Su esencia es divina. Por eso puede expresar la verdad, hablar con la voz de Dios, salvar a la humanidad y expresar el carácter y lo que tiene y es Dios. Cristo siempre puede expresar la verdad para sustentar y guiar a la gente y señalarle la senda de la práctica. Esto viene determinado por la esencia de Cristo”. “Para estar seguros de si alguien es o no Cristo, hemos de determinarlo en función de sus palabras, su obra y su carácter. El Señor Jesús era la encarnación de Dios. Inició la Era de la Gracia y concluyó la Era de la Ley, expresó la verdad, otorgó al hombre el camino del arrepentimiento, expresó el carácter amoroso y misericordioso de Dios y fue crucificado para realizar Su obra de redención. A partir de Sus palabras y Su obra comprobamos que proveyó lo necesario para el alma de las personas y les dio una senda para la nueva era. Les enseñó, entre otras cosas, a confesar y arrepentirse, a amar al prójimo, a ser tolerantes y pacientes, a perdonar setenta veces siete y a amar a Dios con todo su corazón y su mente. Sentimos paz y gozo al orar al Señor. Cuando nos confesamos y arrepentimos ante Él, nos perdona los pecados. Cuando actuamos según Sus palabras, nos elogia y bendice. A partir de Sus palabras, Su obra y el carácter que expresa, comprobamos que Él es Cristo, el Redentor de la humanidad. Dios Todopoderoso ha venido ahora a realizar la obra del juicio, que comienza por la casa de Dios. Expresa todas las verdades que purifican y salvan a la humanidad, ha iniciado la Era del Reino y ha concluido la Era de la Gracia. Dios Todopoderoso expresa la verdad y revela los misterios de Su plan de gestión para salvar al hombre, el objetivo de las tres etapas de Su obra, los misterios de Sus nombres y encarnaciones, la diferencia entre la obra de Dios y el trabajo del hombre, entre la obra del Espíritu Santo y la de los espíritus malignos, entre el Cristo verdadero y los falsos Cristos, etc. Revela la causa de la oscuridad y maldad del mundo, la naturaleza satánica del hombre, que se opone a Dios, y nuestros diversos estados corruptos, y desenmascara las actitudes corruptas que alberga el hombre, como la arrogancia, la mentira, la maldad y la dureza. También nos señala la senda hacia la purificación y para qué verdades debemos practicar la entrada en ellas, tales como la manera de ser honestos, obedecer, amar y venerar a Dios, cómo servir conforme a Su voluntad, cómo despojarnos de nuestro carácter corrupto, etc.”. “Gracias al juicio de las palabras de Dios, Sus elegidos entienden algunas verdades, ven cómo los ha corrompido Satanás y reconocen el carácter justo y la esencia santa de Dios. Entonces comienzan a venerarlo, a practicar Sus palabras y a despojarse de su carácter corrupto, y poco a poco se transforma su carácter de vida. Que Dios Todopoderoso exprese la verdad, realice la obra del juicio y exprese Su carácter justo y majestuoso demuestra que Él es Dios encarnado, Cristo de los últimos días. ¡Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús!”. “Los falsos Cristos están poseídos por espíritus malignos y, de hecho, son espíritus malignos. No pueden iniciar una nueva era ni concluir una anterior. No pueden expresar las palabras de Dios ni revelar los misterios de la obra de gestión de Dios. No pueden realizar la obra de juicio, purificación y transformación del hombre. Solo saben imitar algunas obras anteriores de Dios y mostrar sencillos prodigios. Malinterpretan la Biblia y recitan falsas doctrinas, o bien dicen cosas acordes a las nociones carnales del hombre para engañar a la gente. Quienes los escuchan llegan a un callejón sin salida y no obtienen nada. Sienten una mayor oscuridad interior hasta que Satanás y los espíritus malignos los descarrían”.
La hermana Zong dijo después: “Cristo es la verdad, el camino y la vida. Cristo puede expresar la verdad, sustentar la vida de las personas y señalarles el camino”. “Los falsos Cristos son espíritus malignos incapaces de expresar la verdad o de sustentar la vida de las personas, y realmente no saben señalarles el camino. Lo único que saben hacer es mostrar prodigios y decir cosas acordes a las nociones de la gente para engañarla. En las palabras de Dios tenemos una senda por la que discernir al Cristo verdadero de los falsos Cristos y ya no hemos de temer que nos engañen”.
Basándose en las palabras de Dios Todopoderoso, ambos hablaron tan claro de lo que es Cristo y de cómo discernir a los falsos Cristos que mi corazón se llenó de luz. La clave para determinar si alguien es Cristo y el regreso del Señor es fijarnos en su esencia para ver si puede expresar la verdad y las palabras de Dios y realizar la obra de salvar al hombre. Esto es lo más crucial. Solo alguien capaz de expresar la verdad y realizar la obra de salvar al hombre es Dios encarnado, y solo alguien capaz de realizar la obra del juicio para purificar y salvar al hombre es Cristo de los últimos días. Quien no pueda expresar la verdad ni realizar la obra de Dios y se haga llamar Cristo o Dios, es un falso Cristo, un farsante que viene a engañar a la gente. ¡Qué manera más precisa y sencilla de discernir al Cristo verdadero de los falsos Cristos! Si Dios Todopoderoso no hubiera revelado estos misterios y verdades, nunca los habría conocido por más que leyera la Biblia o escuchara a los pastores.
Prosiguió el hermano: “El Señor Jesús dijo: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir’ (Juan 16:12-13)”. “El Espíritu de la verdad ya ha venido como Dios Todopoderoso encarnado. Revela todos los misterios y verdades que necesita el hombre para alcanzar la salvación y únicamente por medio de Sus palabras podemos comprender la verdad y tener la senda correcta de práctica”. Posteriormente, el hermano habló de muchas más cosas. Nunca antes había oído nada de eso en mis años de fe. Entendí más cosas aquel día que en años de fe en el Señor. Con razón decían que los sermones del Relámpago Oriental eran tan buenos. ¡Todo salía de las palabras de Dios Todopoderoso! Le pregunté al hermano: “¿Cuánto cuesta La Palabra manifestada en carne? Me gustaría comprarlo para leerlo”. Sonriendo, me contestó: “Es gratis. Dios dice: ‘Al que tiene sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida’ (Apocalipsis 21:6)”. “Dios ama al hombre y, para salvarlo definitivamente del campo de acción de Satanás, nos provee gratuitamente. Siempre y cuando queramos buscar la verdad, nos otorga gratuitamente Sus palabras”. Me emocioné muchísimo. Solamente Dios podría amarnos y proveernos de forma tan desinteresada. El hermano me regaló entonces un ejemplar de La Palabra manifestada en carne.
Después, todos los días leía con avidez las palabras de Dios Todopoderoso. Cuanto más las leía, más recibía de ellas y más las disfrutaba. Notaba cómo entraban en mi corazón. Se resolvieron mis antiguas confusiones de fe. Estaba encantada y feliz. Comprendí que todos esos buenos creyentes que habían aceptado el Relámpago Oriental habían visto la verdad y oído la voz de Dios en las palabras de Dios Todopoderoso y lo habían reconocido como Dios encarnado, el regreso del Señor Jesús, antes de seguir sin vacilar la obra de Dios de los últimos días. ¡Esas son las vírgenes prudentes! Me habían engañado las nociones y tonterías que soltaban el pastor y los ancianos de mi iglesia, con lo que había creído que toda noticia de la venida del Señor era falsa y no me atreví a investigarla. Estuve a punto de perder la ocasión de recibir al Señor. ¡Que idiota había sido! Sin embargo, Dios no me abandonó. Por medio de las enseñanzas del hermano y la hermana me mostró cómo discernir a los falsos Cristos, por lo que oí Su voz, me cercioré acerca de la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días y fui al compás del Cordero. ¡Doy gracias a Dios por salvarme!
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