Todos nosotros hemos creído en el Señor durante muchos años y siempre hemos seguido el ejemplo de Pablo al trabajar para el Señor. Hemos sido fieles al nombre y al camino del Señor, ¡y seguro que nos espera la corona de justicia! Hoy día, solo debemos centrarnos en trabajar mucho para el Señor y estar vigilantes a Su regreso: ¡solo así podremos ser llevados al reino de los cielos! Eso es porque la Biblia dice que: “[…] y que no se avergonzarán los que esperan en mí” (Isaías 49:23). Creemos en la promesa del Señor: ¡Él nos llevará al reino de los cielos a Su regreso! ¿Puede realmente haber algo de malo en practicar de esta manera?
Respuesta: En cuanto a estar vigilante por la llegada del Señor, la mayoría de la gente cree que solo hay que trabajar mucho para el Él y seguir el ejemplo de Pablo para ir directamente al reino de los cielos cuando el Señor llegue. A ellos les parece bien practicar de esta manera y nadie está en desacuerdo. Aun así, nosotros, que creemos en Dios, deberíamos buscar la verdad en todas las cosas. Aunque al practicar de esa manera sigamos los conceptos de la gente, ¿no estamos siguiendo los deseos de Dios? Yo creo que deberíamos saber que las palabras de Dios son los principios de nuestras acciones, la norma por la cual se mide a todas las personas, cosas y asuntos. Si practicamos conforme a las palabras de Dios, ciertamente recibiremos Su elogio. Si vamos en contra de las palabras de Dios y practicamos según nuestros propios conceptos y fantasías, entonces, sin duda, seremos detestados y rechazados por Dios. ¿De verdad podemos ir directamente al reino de los cielos por estar vigilantes, esperar y trabajar mucho para el Señor? vamos a ver lo que el Señor Jesús dijo en “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad’” (Mateo 7:21-23). En las palabras del Señor Jesús podemos ver que solo dijo “sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. No dijo que todos aquellos que sean fieles al nombre del Señor Jesús y trabajen mucho para el Señor serán premiados y entrarán en el reino de los cielos. ¿No es un hecho? Si, al igual que en nuestros conceptos, entrarán en el reino de los cielos todos aquellos que guarden el nombre del Señor y trabajen mucho para él, ¿por qué algunos de los que profetizaban y echaban demonios en el nombre del Señor Jesús fueron condenados como malhechores por el Señor? Esto demuestra que trabajar mucho para el Señor no es necesariamente lo mismo que cumplir la voluntad de Dios. Porque mucha gente trabaja mucho para que el Señor la bendiga, y no por obedecer sinceramente a Dios. Su carácter satánico aún está ahí. Aún tienen ciertos conceptos sobre Dios y Le desobedecen, se oponen a Él y Le condenan. Algunos hasta aborrecen la verdad, ¡como los fariseos! Por mucho que trabajen para el Señor, ¿cómo pueden cumplir la voluntad de Dios? Por su naturaleza, esa gente se opone a Dios. Entrar en el reino de los cielos solo por trabajar mucho para el Señor… ¡esto es intolerable para el cielo! ¿No estáis todos de acuerdo?
Entonces, ¿quiénes son exactamente los que cumplen la voluntad de Dios? Los que cumplen la voluntad de Dios son los que realmente obedecen a Dios. Obedecer a Dios significa engrandecer a Dios, venerar a Dios y obedecer Su obra, practicar y experimentar Su palabra, llegar a conocerle, tener verdadero amor hacia Él y dar testimonio de Él. No resistirse a Él ni traicionarle en ningún momento o circunstancia. Sólo los que alcanzan esto son los que cumplen la voluntad de Dios. Hemos visto cómo, aunque trabajen mucho para el Señor y hagan grandes sacrificios, muchos de aquellos que creen en el Señor lo hacen para así ser premiados y entrar al reino de los cielos a disfrutar de abundantes bendiciones, no para amar a Dios ni obedecerle. Esa dedicación a Dios no es más que negociar con Él. A pesar de trabajar mucho para Dios, mucha gente nunca ha puesto en práctica la verdad, ni tampoco exalta ni da testimonio de Dios. En cambio, suelen convertirse en ídolos y hacen que los demás les adoren y sigan. Todo lo que hacen es para mantener su posición y sus ingresos. ¿Son esas personas las que ponen las palabras de Dios en práctica y Le obedecen? ¿Son las que cumplen la voluntad de Dios? Esa gente sirve a Dios, pero también se opone a Él, son los fariseos hipócritas; se puede decir que son malhechores. ¿Cómo puede esa gente ser apta para entrar en el reino de los cielos? A partir de esto podemos ver que aquellos que aparentan estar trabajando mucho para el Señor, pero que nunca han puesto la verdad en práctica, no exaltan ni dan testimonio de Dios para amarle y cumplir Su voluntad. Esa gente no cumple la voluntad de Dios. Trabajan mucho para el Señor para así recibir Sus bendiciones y entrar en el reino de los cielos, ¡pero no cambia su carácter de vida y aún se oponen a Dios! Al igual que los fariseos, solo están fingiendo ser buenos y finalmente serán maldecidos por Dios. Dios Todopoderoso dice: “Yo decido el destino de cada persona, no en base a su edad, antigüedad, cantidad de sufrimiento ni, mucho menos, según el grado de compasión que provoca, sino en base a si posee la verdad. No hay otra opción que esta. Debéis daros cuenta de que todos aquellos que no hacen la voluntad de Dios serán también castigados. Este es un hecho inmutable. Por lo tanto, todos aquellos quienes son castigados, reciben castigo por la justicia de Dios y como retribución por sus numerosas acciones malvadas” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prepara suficientes buenas obras para tu destino). Las palabras de Dios Todopoderoso lo aclaran mucho: que acabemos entrando o no en el reino de los cielos no depende de cuánto trabajemos ni de cuánto hayamos sufrido. Depende de si practicamos la palabra de Dios o no, de si respetamos Sus mandamientos o no y de si cumplimos Su voluntad o no; esos son los criterios y principios para entrar en el reino de los cielos. Aun así, hay quienes ciegamente se aferran a las palabras de Pablo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor […]” (2 Timoteo 4:7-8). Toman los puntos de vista erróneos de Pablo como base teórica para entrar en el reino de los cielos; así pues, a pesar de lo mucho que sufra o de los sacrificios que haga, esta gente aún no puede recibir la aprobación de Dios, mucho menos entrar en el reino de los cielos.
Solo decimos que la gente solo puede entrar en el reino de los cielos cumpliendo la voluntad del Padre Celestial. Entonces, ¿cuáles son los requisitos de Dios para que estemos vigilantes y esperemos la llegada del Señor? Mucha gente piensa que solo hay que trabajar mucho para el Señor, sufrir al cargar la cruz y ser fiel al nombre del Señor. Al hacer esto creen que están vigilantes y esperando y que, cuando el Señor regrese, ¡seguro que no los abandonará! De hecho, Jesús habló muy claramente sobre la vigilia y la espera. “Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6). El Apocalipsis también dice: “He aquí, vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus ropas, no sea que ande desnudo y vean su vergüenza” (Apocalipsis 16:15). “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). En el libro de Apocalipsis menciona varias veces: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. En estas profecías claramente vemos que cuando el Señor Jesús regrese durante los últimos días, hablará a las iglesias. Por lo tanto, el Señor nos pide que seamos vírgenes prudentes y prestemos atención a Su voz. Necesitamos salir y recibir al Señor una vez que oímos Su voz. solo así seremos aquellos que vigilan y esperan el regreso del Señor, asistiremos al banquete del Cordero y seremos llevados ante el trono de Dios. El banquete del Cordero profetizado en el libro del Apocalipsis significa la aceptación del juicio y el castigo de Dios durante los últimos días, y deleitarse en el agua del rio de la vida que fluye del trono de Dios; es decir, aceptar todas las verdades expresadas por Cristo en los últimos días y acabar siendo purificados por Dios para convertirnos en vencedores. Solo estos vencedores entrarán en el reino de los cielos. el Cristo de los últimos días, Dios Todopoderoso, ha expresado todas las verdades para la salvación y purificación del hombre. Las palabras del Dios Todopoderoso han sido publicadas en línea, ¡para que las busque y examine la gente de todos los países y territorios del mundo! Al buscar y examinar las palabras y obras de Dios todopoderoso, las vírgenes prudentes han reconocido la voz de Dios y han regresado ante Su trono. Solo esas personas asistirán al banquete del Cordero y Dios las convertirá en vencedoras antes del desastre. Se puede decir que solo esta gente será la que entre en el reino de los cielos. Pero mucha gente cree que vigilar y esperar la llegada del Señor solo implica trabajar mucho para Él. No buscan la verdad del gran acontecimiento de la venida del Señor. Se aferran ciegamente a sus propios conceptos y fantasías, rehúsan oír la voz de Dios y nunca contemplan la aparición del Señor. Así pues, vigilar y esperar de esta manera no es real ni coherente. De hecho, vigilar y esperar no tienen nada que ver con nuestras acciones. La clave es si oímos o no la voz del Señor y si recibimos o no Su regreso. La clave es si podemos o no cumplir con esto. Leamos otro pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso. Dios Todopoderoso dice: “El regreso de Jesús es una gran salvación para aquellos que son capaces de aceptar la verdad, pero para los que son incapaces de hacerlo es una señal de condenación. Debéis elegir vuestro propio camino y no blasfemar contra el Espíritu Santo ni rechazar la verdad. No debéis ser personas ignorantes y arrogantes, sino alguien que obedece la dirección del Espíritu Santo, que anhela y busca la verdad; sólo así os beneficiaréis. Os aconsejo que andéis con cuidado por el camino de la creencia en Dios. No saquéis conclusiones apresuradas; más aún, no seáis despreocupados y descuidados en vuestra creencia en Dios. Deberíais saber que, como mínimo, los que creen en Dios deben ser humildes y reverenciales. Los que han oído la verdad pero la miran con desdén son insensatos e ignorantes. Los que han oído la verdad, pero sacan conclusiones precipitadas o la condenan a la ligera, están asediados por la arrogancia. Nadie que crea en Jesús es apto para maldecir o condenar a otros. Deberíais ser todos personas con razón y que aceptan la verdad” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra).
Hoy día, Dios Todopoderoso encarnado realiza la obra del juicio de los últimos días. A través de la expresión de la verdad, Dios Todopoderoso pone al descubierto a cada tipo de hombre y las ovejas de Dios oirán Su voz. Todos aquellos que buscan y examinan el camino verdadero y aceptan la verdad son salvados por Dios. Al mismo tiempo, Dios pone al descubierto a esa gente malvada que es arrogante y no acepta la verdad, así como a los anticristos, quienes condenan y blasfeman en contra de Dios Todopoderoso; toda esta gente es condenada y eliminada por Dios. Hoy día, la obra de Dios encarnado ya casi ha alcanzado su fin; es decir, la obra del juicio comenzando por la casa de Dios, básicamente, ha terminado. Entonces, ¡la obra del arrebatamiento de la iglesia terminará muy pronto! Las vírgenes prudentes no deberían dejar pasar el tiempo sin examinar ni aceptar la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días. Si no, las puertas de la salvación se cerrarán. Si esperáis hasta que el Señor se aparezca públicamente sobre una nube, puede que estéis pensando en Sus palabras: “¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron” (Juan 20:29). Yo no sé si estas palabras significan que estamos recibiendo la aprobación de Dios o si estamos siendo condenados por Él.
Extracto del guion de la película de “Esperando”
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