Renunciamos a todo lo demás, difundimos el evangelio del Señor y pastoreamos a la iglesia. Este tipo de obra es la manera de implementar la voluntad del Padre celestial. ¿Tiene algo de malo que practiquemos de esta manera?
Respuesta: Difundir el evangelio del Señor y trabajar para Él no significa necesariamente que hagáis la voluntad del Padre celestial. Para hacer verdaderamente la voluntad del Padre celestial, el hombre debe seguir el camino del Señor y cumplir sus mandamientos. El hombre ha de cumplir su deber como exige el Señor. Como dijo el Señor Jesús, “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39). En lo que se refiere a hacer la voluntad del Padre celestial, el requisito más importante es obedecer y cumplir el discurso actual del Señor Jesús. Ese es el principio más básico. Si el hombre no se enfoca en seguir las palabras del Señor Jesús y en su lugar se centra en seguir las palabras del hombre en la Biblia, no está haciendo la voluntad del Padre celestial. Hacer la voluntad del Padre celestial es seguir las palabras de Dios. La gente siempre exalta las palabras de los apóstoles contenidas en la Biblia en lugar de exaltar y dar testimonio de las palabras del propio Señor Jesús. Así no hacen la voluntad de Dios. Al contrario, se están resistiendo a Él. Aquellos que están haciendo la voluntad de Dios pueden obedecer a Dios, practicar sus palabras, aceptar su comisión y dar testimonio de Dios, da igual lo que Él diga o haga. Y esas personas ya no se rebelan contra Dios ni se resisten a Él. Ellos son los que reciben la alabanza de Dios. Abraham, por ejemplo, era capaz de seguir las palabras de Dios. Devolvió voluntariamente a su amado hijo único a Dios. Dios recompensó a Abraham por su absoluta obediencia. Bendijo a los descendientes de Abraham, permitiendo que al final formaran grandes naciones. Job es otro ejemplo. Él reverenciaba a Dios y se mantenía apartado del mal. Durante sus tribulaciones, cuando le quitaron su riqueza y a sus hijos, se maldijo a sí mismo en vez de culpar a Dios; continuó bendiciendo el santo nombre de Jehová Dios. Por tanto, él era un hombre perfecto a los ojos de Dios. Pedro es otro ejemplo más. Siguió al Señor Jesús toda su vida, anhelando y buscando la verdad. Después de aceptar la comisión del Señor, pastoreó a la iglesia, en estricta correspondencia con los requisitos del Señor. Al final fue capaz de obedecer a Dios hasta la muerte y amarlo por encima de todas las cosas. Todos ellos obedecieron y reverenciaron a Dios. Personas como estas son las que verdaderamente hacen la voluntad del Padre celestial. Si tú dices que trabajar para el Señor significa implementar la voluntad del Padre celestial, entonces ¿por qué, después de que los fariseos viajaran por tierra y mar para difundir el evangelio y trabajaran duro para ello, acabaron condenados y maldecidos por el Señor Jesús? Eso fue así porque creían en Dios pero no seguían Su camino. Cuando el Señor Jesús vino a hacer una nueva obra, los fariseos no sólo no lo aceptaron, sino que animaron a todo el pueblo judío a condenar fanáticamente y a resistirse al Señor Jesús. Incluso dieron falso testimonio contra Él. Lo único que hicieron fue traicionar el camino del Señor; se hicieron enemigos del Señor Jesús. Aunque estas personas soportaban mucho sufrimiento y trabajaban duro de cara a la galería, ¿Cómo podemos decir que estaban haciendo la voluntad del Padre celestial?
Extracto del guion de la película de “Recuerdos que escuecen”
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