Qué son la iglesia de Dios y los grupos religiosos

31 May 2018

Las palabras relevantes de Dios:

¿Qué es exactamente la casa de Dios? Definida de manera teórica, la casa de Dios es un lugar donde reina la verdad, una asamblea de personas cuyos principios de práctica son las palabras de Dios. […] La casa de Dios es el lugar donde Dios obra y habla, donde Dios salva a la gente, donde esta practica y lleva a buen término las palabras de Dios, donde el propósito y la voluntad de Dios pueden cumplirse sin obstáculos y Su plan de gestión se aplica y lleva a cabo. En resumen, la casa de Dios es el lugar donde Dios ostenta el poder, donde reinan Sus palabras y la verdad; no es un lugar donde cualquiera ejerce la autoridad, lleva a cabo su propia actividad o concreta con éxito sus deseos, maquinaciones o grandes proyectos.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Consideran la casa de Dios la suya propia

En cada etapa de la obra de Dios existen también las correspondientes exigencias para el hombre. Todos los que están dentro de la corriente del Espíritu Santo poseen la presencia y disciplina del Espíritu Santo, y los que no están dentro de la corriente del Espíritu Santo están bajo el mando de Satanás y carecen de la obra del Espíritu Santo. Las personas que están en la corriente del Espíritu Santo son las que aceptan la nueva obra de Dios y cooperan en la nueva obra de Dios. Si las que están dentro de esta corriente no pueden cooperar ni poner en práctica la verdad que Dios exige durante este tiempo, serán disciplinadas y, en el peor de los casos, el Espíritu Santo las abandonará. Las que aceptan la nueva obra del Espíritu Santo vivirán dentro de la corriente del Espíritu Santo, y recibirán el cuidado y la protección del Espíritu Santo. Las que están dispuestas a poner en práctica la verdad, el Espíritu Santo las esclarece, y las que no están dispuestas a poner en práctica la verdad, el Espíritu Santo las disciplina y hasta pueden ser castigadas. Independientemente de qué clase de persona sean, siempre que estén dentro de la corriente del Espíritu Santo, Dios asumirá la responsabilidad de todas las que aceptan Su nueva obra por el bien de Su nombre. Los que glorifican Su nombre y están dispuestos a poner en práctica Sus palabras, recibirán Sus bendiciones; los que lo desobedecen y no ponen en práctica Sus palabras recibirán Su castigo. Las personas que están en la corriente del Espíritu Santo son las que aceptan la nueva obra y, como han aceptado la nueva obra, deben cooperar de manera adecuada con Dios y no deben actuar como rebeldes que no llevan a cabo su deber. Esta es la única exigencia que Dios le hace al hombre. No así a las personas que no aceptan la nueva obra: ellas están fuera de la corriente del Espíritu Santo y la disciplina y la amonestación del Espíritu Santo no se les aplican. Estas personas viven todo el día dentro de la carne, viven dentro de sus mentes y todo lo que hacen es según la doctrina que se produce fruto del análisis y la investigación de sus propios cerebros. Esto no es lo que requiere la nueva obra del Espíritu Santo, mucho menos es la cooperación con Dios. Los que no aceptan la nueva obra de Dios son despojados de la presencia de Dios y, además, están desprovistos de las bendiciones y de la protección de Dios. La mayoría de sus palabras y acciones se aferran a las exigencias del pasado de la obra del Espíritu Santo; son doctrina, no la verdad. Tal doctrina y reglas son suficientes para probar que la reunión de estas personas no es más que religión; no son los elegidos ni los objetos de la obra de Dios. La asamblea de todos los que están entre ellos solo se puede llamar un gran congreso de religión y no se puede llamar iglesia. Este es un hecho inalterable. No tienen la nueva obra del Espíritu Santo; lo que hacen parece oler a religión, lo que viven parece estar repleto de religión; no poseen la presencia y la obra del Espíritu Santo, mucho menos son elegibles para recibir la disciplina o el esclarecimiento del Espíritu Santo. Todas estas personas son cadáveres inertes y gusanos desprovistos de espiritualidad. No tienen conocimiento de la rebelión y oposición del hombre, no tienen conocimiento de toda la maldad del hombre, mucho menos conocen toda la obra de Dios y la actual voluntad de Dios. ¡Todas son ignorantes, personas viles, son escoria, no aptas para ser llamadas creyentes! Nada de lo que hacen tiene relación con la gestión de Dios, mucho menos puede perjudicar los planes de Dios. Sus palabras y acciones son demasiado repugnantes, patéticas y simplemente indignas de mención. Nada de lo que hagan los que no están dentro de la corriente del Espíritu Santo tiene algo que ver con la nueva obra del Espíritu Santo. Por esto, no importa qué hagan, carecen de la disciplina del Espíritu Santo y, además, del esclarecimiento del Espíritu Santo. Porque todas ellas son personas que no tienen amor por la verdad y el Espíritu Santo las ha rechazado y aborrecido. Se les llama hacedores de maldad porque caminan en la carne y hacen lo que les place bajo el anuncio de Dios. Mientras Dios obra, le son deliberadamente hostiles y corren en dirección opuesta a Él. El fracaso del hombre en cooperar con Dios es sumamente rebelde en sí mismo; entonces ¿no recibirán particularmente su justa retribución aquellas personas que deliberadamente se oponen a Dios?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la práctica del hombre

“Pero Yo os digo que en este lugar hay uno que es más grande que este templo. Pero si vosotros hubierais sabido lo que esto significa, Yo recibiría misericordia y no sacrificio, vosotros no condenaríais a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es el Señor aún en el día de reposo” (Mateo 12:6-8).* ¿A qué se refiere la palabra “templo” aquí? Por decirlo de un modo sencillo, alude a un edificio magnífico, alto y, en la Era de la Ley, el templo era un lugar donde los sacerdotes adoraban a Dios. Cuando el Señor Jesús declaró “en este lugar hay uno que es más grande que este templo”,* ¿a quién se refería ese “uno”? Claramente, se trata del Señor Jesús en la carne, porque solo Él era más grande que el templo. ¿Qué transmiten esas palabras a las personas? Les indica que salgan del templo; Dios ya lo había abandonado y no obraba más allí, así que las personas deberían buscar las huellas de Dios fuera del templo y seguirlas en Su nueva obra. Cuando el Señor Jesús dice esto, hay una premisa detrás de Sus palabras, que es que, bajo la ley, la gente había llegado a considerar el templo como algo mayor que Dios mismo. Es decir, las personas adoraban el templo en lugar de a Dios, así que el Señor Jesús les advierte que no adoren a los ídolos, sino, en cambio, a Dios porque Él es supremo. Por consiguiente, Él dijo: “Yo recibiría misericordia y no sacrificio”.* Es evidente que, a los ojos del Señor Jesús, la mayoría de las personas que vivían bajo la ley ya no adoraban a Jehová, sino que seguían la corriente del sacrificio, y el Señor Jesús determinó que esto era adorar a los ídolos. Estos adoradores de ídolos veían el templo como algo mayor y más elevado que Dios. En sus corazones solo figuraba el templo, Dios no; si lo perdían, con él perdían también su morada. Sin él no tenían dónde adorar y no podrían llevar a cabo sus sacrificios. Su pretendida “morada” era donde ellos utilizaban la falsa pretensión de la adoración a Jehová Dios, a fin de permanecer en el templo y llevar a cabo sus propios negocios. Los supuestos “sacrificios” que realizaban eran solo para efectuar sus propios negocios personales y vergonzosos fingiendo cumplir con su servicio en el templo. Por esta razón, las personas de aquella época consideraban que el templo era mayor que Dios. El Señor Jesús pronunció estas palabras como una advertencia para las personas porque usaban el templo como tapadera, y los sacrificios como pretexto para engañar a otros y a Dios. Si se aplican estas palabras al presente, siguen siendo igual de válidas y pertinentes. Aunque las personas de hoy han experimentado una obra de Dios distinta a la de quienes vivieron en la Era de la Ley, la esencia-naturaleza es la misma.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III

Da igual cuántas personas cumplan con su deber en una iglesia, ya sean un par o varias docenas, en el momento en que pierden la obra del Espíritu Santo no están experimentando la obra de Dios y no tienen ninguna conexión ni forman parte de la obra de Dios. Se han convertido en un grupo religioso. ¿Acaso no están estas personas en grave peligro? Nunca buscan la verdad cuando se enfrentan a los problemas y no actúan según los principios-verdad, sino que están sujetos a los arreglos y manipulaciones de los seres humanos. Incluso hay muchos que, durante el cumplimiento de su deber, nunca oran ni buscan los principios-verdad; se limitan a preguntarles a otros y a hacer lo que les dicen, a actuar según las indicaciones de los demás. Van dondequiera que otros les indiquen. En su fe, les parece que la búsqueda de la verdad resulta vaga y problemática, mientras que confiar en los demás y hacer lo que les dicen es fácil y más práctico, así que hacen lo más sencillo y llevadero: preguntar a otros y hacer todo lo que les dicen. A consecuencia de ello, a pesar de llevar creyendo muchos años, al enfrentarse a un problema ni una sola vez se han presentado ante Dios, orando y buscando Su voluntad y la verdad, para luego alcanzar una comprensión de la verdad y actuar y comportarse de acuerdo con la voluntad de Dios; jamás han tenido tal experiencia. ¿Practican realmente esas personas la fe en Dios? Me pregunto por qué a algunas personas, en cuanto pasan a formar parte de un grupo, les resulta fácil —en la práctica— cambiar al instante de ser alguien que cree en Dios a alguien que cree en el hombre, de ser alguien que sigue a Dios a alguien que sigue al hombre. ¿Por qué cambian tan rápidamente? ¿Por qué se comportan así a pesar de haber creído en Dios durante tantos años? Han creído en Dios todos estos años, pero extrañamente, Dios nunca ha ocupado un lugar en sus corazones. Nunca han tenido ninguna conexión con Él. Sus acciones, palabras, vida, su conducta y manejo de los asuntos, incluso el cumplimiento de su deber y su servicio a Dios; todo lo que hacen, todos los comportamientos que revelan, todo lo que expresan, e incluso cada uno de sus pensamientos o ideas, nada de esto tiene ninguna conexión con la fe en Dios. Entonces, ¿es tal persona un verdadero creyente? ¿Acaso la suma de los años de alguien en la fe puede revelar la magnitud de la estatura de su creencia en Dios? ¿Acaso prueba que tengan una relación normal con Dios? En absoluto.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se vive constantemente ante Dios se puede caminar por la senda hacia la salvación

Si, en su fe en Dios, la gente trata la verdad como un conjunto de normas a las que se debe ceñir, ¿no será entonces su fe susceptible de reducirse a un montón de ceremonias religiosas? ¿Y cuáles son las diferencias entre tales ceremonias religiosas y el cristianismo? Estas personas puede que sean más profundas y progresivas en la forma de decir las cosas, pero si su fe se ha reducido a un conjunto de normas y un tipo de ceremonia, entonces, ¿no significa que se ha convertido en cristianismo? (Sí, así es). Hay diferencias entre las viejas enseñanzas y las nuevas, pero si las enseñanzas no son más que una especie de teoría y se han convertido meramente en una forma de ceremonia o norma para las personas y, de igual modo, si no pueden obtener la verdad de ella ni usarla para entrar en la realidad-verdad, entonces, ¿acaso no se ha convertido su fe en lo mismo que el cristianismo? En esencia, ¿no es eso cristianismo? (Sí, lo es). Entonces, en vuestro comportamiento y en el cumplimiento de los deberes, ¿en qué cosas tienes puntos de vista y condiciones que son iguales o similares a los de los creyentes en el cristianismo? (En lo que respecta a adherirse a las normas, y a dotarnos de letras y doctrinas). (A enfocarse en la apariencia de ser espiritual y exhibir buen comportamiento, y a ser devoto y humilde). Buscas mostrar un buen comportamiento exterior, hacer todo lo posible por envolverte en una especie de apariencia espiritual, y haces algunas cosas que son relativamente aprobadas en las nociones e imaginaciones humanas, y finges ser virtuoso. Desde lo alto del púlpito predicas letras y doctrinas, enseñando a hacer el bien, a ser virtuoso y a comprender la verdad; predicas doctrina espiritual, diciendo las cosas espirituales correctas; te das aires de ser espiritual y destilas una espiritualidad superficial en todo lo que dices y haces, pero en la práctica y en el desempeño del deber no buscas nunca la verdad. En cuanto te topas con un problema, actúas enteramente según la voluntad humana, dejando de lado a Dios. Nunca has actuado según el principio-verdad, ni tienes ni idea de qué es la verdad, cuáles son las intenciones de Dios o cuáles son los estándares que Él requiere del hombre; nunca te has tomado estos asuntos en serio y ni siquiera te has preocupado por ellos. ¿Acaso tales acciones externas y estados internos de la gente, es decir, este tipo de fe, abarca el temor a Dios y el rechazo del mal? Si no hay conexión entre la fe de la gente y la búsqueda de la verdad, entonces ¿creen o no creen en Dios? No importa cuántos años lleven las personas que no tienen conexión con la búsqueda de la verdad creyendo en Él, ¿pueden o no pueden temer de verdad a Dios y rehuir el mal? (No pueden). Entonces, ¿cuál es el comportamiento externo de tales personas? ¿Qué tipo de senda pueden seguir? (La senda de los fariseos). ¿Con qué pasan sus días equipándose? ¿Acaso no es con letras y doctrinas? ¿Acaso no pasan sus días armándose, revistiéndose con letras y doctrinas para parecerse más a los fariseos, más espirituales, y más parecidos a personas que supuestamente sirven a Dios? ¿Cuál es la naturaleza de todas estas obras? ¿Es adorar a Dios? ¿Es esa la auténtica fe en Él? (No, no lo es). Entonces, ¿qué están haciendo? Están engañando a Dios; sólo están siguiendo los pasos de un proceso y participando en ceremonias religiosas. Están agitando la bandera de la fe y realizando ritos religiosos, tratando de engañar a Dios para lograr su objetivo de ser bendecidos. Estas personas no adoran a Dios en absoluto. Al final, ¿acaso ese grupo de personas no terminará precisamente como quienes están dentro de la iglesia, que supuestamente sirven a Dios y que supuestamente creen en Dios y lo siguen?

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se vive constantemente ante Dios se puede caminar por la senda hacia la salvación

¿Qué nombre da Dios a la religión de quienes creían en Jehová? Judaísmo. Se convirtieron en un tipo de grupo religioso. Y ¿cómo define Dios la religión de aquellos que creen en Jesús? (Cristianismo). A los ojos de Dios, el judaísmo y el cristianismo representan grupos religiosos. ¿Por qué los define Dios de esta manera? Entré todos los que son miembros de estos cuerpos religiosos definidos por Dios, ¿hay alguno que tema a Él y rechace el mal, que haga Su voluntad y siga Su camino? (No). Esto lo deja claro. A ojos de Dios, ¿pueden todos aquellos que siguen a Él solo de nombre ser personas a las que Él reconozca como creyentes? ¿Tienen todos ellos una conexión con Dios? ¿Podrían ser todos ellos objetivos para Su salvación? (No). Así pues, ¿vendrá un día en el que seréis reducidos a lo que Dios ve como un grupo religioso? (Es posible). Ser reducidos a un grupo religioso, eso parece inconcebible. Si las personas se vuelven parte de un grupo religioso a los ojos de Dios, ¿serán salvadas por Él? ¿Pertenecen a Su casa? (No, no pertenecen). Así pues, debemos tratar de resumirlo: estas personas que creen solo de palabra en el Dios verdadero, pero que Él cree que pertenecen a grupos religiosos, ¿por cuál senda caminan? ¿Podría decirse que estas personas caminan por la senda de ondear la bandera de la fe sin siquiera seguir el camino de Dios, y de creer en Él, pero nunca adorarlo, sino abandonarlo? Es decir, caminan por la senda de creer en Dios, pero lo abandonan y no siguen Su camino; su camino es uno en el que creen en Dios pero adoran a Satanás; adoran al diablo, tratan de llevar a cabo su propia gestión y de establecer su propio reino. ¿No es esto la esencia de todo ello? ¿Acaso las personas que son así tienen alguna conexión con el plan de gestión de Dios para la salvación de los humanos? (No). Sin importar cuántas personas crean en Dios, tan pronto como sus creencias sean definidas por Él como pertenecientes a una religión o grupo, entonces Él ya ha decidido que ellas no pueden ser salvadas. ¿Por qué digo esto? En el caso de un grupo o multitud de personas que carecen de la obra y guía de Dios y que no lo adoran en absoluto, ¿a quién adoran? ¿A quién siguen? De forma y de nombre, siguen a una persona, pero ¿a quién siguen esencialmente? En el fondo, reconocen a Dios, pero, en realidad, están sujetas a la manipulación, las disposiciones y el control humanos. Siguen a Satanás, el diablo; siguen a las fuerzas que son hostiles a Dios y que son Sus enemigas. ¿Salvaría Dios a una manada de personas como estas? (No). ¿Por qué no? ¿Son capaces de arrepentirse? (No). Ondean la bandera de la fe, realizando proyectos humanos y dirigiendo su propia gestión y van en contra del plan de gestión de Dios para la salvación de la humanidad. Su resultado final es ser detestadas y rechazadas por Dios; Él no podría, de ningún modo, salvar a estas personas y ellas no podrían, de ninguna manera, arrepentirse, pues ya han sido atrapadas por Satanás: están completamente en las manos de Satanás.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se vive constantemente ante Dios se puede caminar por la senda hacia la salvación

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

Contenido relacionado

De si Cristo es el Hijo de Dios o el propio Dios

El Dios encarnado se llama Cristo y Cristo es la carne que se viste con el Espíritu de Dios. Esta carne es diferente de cualquier hombre que es de la carne. La diferencia es porque Cristo no es de carne y sangre, sino que es la personificación del Espíritu.