Cómo discernir a los falsos Cristos del Cristo verdadero
Hoy quiero hablar sobre cómo discernir a los falsos Cristos del Cristo verdadero Quizá pregunten algunos qué tiene que ver eso con nuestra fe en Dios. Bastante. ¿Saben todo el mundo quién es Cristo? Si tú sí sabes que Cristo es el Salvador venido a la tierra, ahora que llegan los desastres y tenemos encima los últimos días, ¿crees que necesitas un Salvador? Si necesitas un Salvador, ¿sabes cuál necesitas para salvarte a ti? ¿Sabes cómo recibir al Salvador? ¿Te parece esto importante y relevante para ti? A modo de ejemplo, hace 2000 años, nuestro Salvador, Jesús, vino a redimir a la humanidad y expresó muchas verdades. Los judíos de aquel tiempo sabían que Sus palabras eran autorizadas, poderosas y toda la verdad. Sin embargo, como no se llamaba Mesías ni los salvó del régimen romano como habían imaginado, no reconocieron al Señor Jesús como Cristo. Lo condenaron y blasfemaron contra Él por engañar al pueblo y al final lo crucificaron vivo. ¿Cuáles fueron las consecuencias? ¿Acaso fue poca cosa la crucifixión de Dios encarnado por parte de los judíos? Sin duda, Dios lo maldijo. Sabemos que, 60 años después, la nación israelí fue exterminada por Tito romano. ¿Cuánto tiempo fue Israel una nación destruida? ¡Casi 2000 años! Por crucificar al Salvador, los israelitas pagaron un precio sumamente alto. Entonces, ¿es crucial recibir al Salvador? ¿Quién puede permitirse ofender al Salvador en la tierra? Si no lo conoces ni aceptas, sino que hasta te opones a Él y lo condenas, estás acabado, absolutamente acabado, y seguro que perecerás. Si quieres salvarte y sobrevivir a los desastres, ¡debes aceptar al Salvador! Ya está aquí Dios Todopoderoso, el Salvador que ha descendido, que expresa verdades y realiza la obra del juicio de los últimos días para salvar a la humanidad del pecado y de los desastres. No obstante, ¿lo reconocerías? ¿Lo aceptarías? Aunque muchos admiten que las palabras de Dios Todopoderoso son poderosas y autorizadas, al ver que no vino en una nube ni se llama Señor Jesús, se niegan categóricamente a aceptar a Dios Todopoderoso. Incluso le siguen la corriente al mundo religioso, que lo condena y blasfema contra Él afirmando que la venida del Señor encarnado sería un falso Cristo, un fraude. Y las fuerzas de los anticristos religiosos están en sintonía con los demonios del Partido Comunista, que persiguen frenéticamente a Cristo tratando de destruirlo. Persiguen a los que predican el evangelio del reino de Dios y se mueren por destruir del todo la Iglesia de Dios Todopoderoso y expulsar a Dios de la humanidad. Esto supone cometer el tremendo pecado de crucificar de nuevo a Dios y, sin duda, Él los condenará y castigará. Como dice Dios Todopoderoso, “Ay de aquellos que crucifican a Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los malvados deben ser castigados). “Cualquier lugar donde aparezca la encarnación es un lugar desde el cual el enemigo es exterminado. China será la primera en ser aniquilada; será devastada por la mano de Dios. Él no le dará cuartel a China” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Interpretaciones de los misterios de “las palabras de Dios al universo entero”, Capítulo 10). Así pues, la actitud de las personas hacia el Salvador determina si sobreviven o son exterminadas.
Ya todo el mundo sabe que la capacidad de recibir al Salvador está relacionada con el éxito o el fracaso de una persona en la fe, ¡y con su resultado y destino final! Por tanto, continuemos hablando de cómo vuelve el Salvador en los últimos días. Las nociones tradicionales del mundo religioso dan por cierto que el Señor vendrá en una nube y ascenderá a los creyentes al cielo a Su encuentro. Esto es un absoluto error. Es una mera noción humana ni de lejos coherente con las palabras del Señor. El Señor Jesús profetizó personalmente “la venida del Hijo del hombre”, “el Hijo del hombre sea revelado”, “vendrá el Hijo del hombre” y “El Hijo del hombre en su día”. Subrayó reiteradamente “Hijo del hombre”, lo que indica que el Señor, a Su regreso, se encarna de nuevo como Hijo del hombre y esta es la aparición de Cristo a la humanidad. No hay más historia que esa. Quizá pregunten algunos: “Si es el Hijo del hombre encarnado, ¿no es el mismo que el Señor Jesús? Debe de tener la pinta de una persona normal. Por todo el mundo hay quienes afirman ser el regreso de Cristo. Unos dicen que Cristo es tal persona, otros que otra. Entonces, ¿cuál es el verdadero y cuáles los falsos? ¿Cómo podemos recibir al Salvador?”. Aquí es donde se atasca la mayoría cuando estudia el camino verdadero. En realidad, no es una pregunta difícil. Siempre y cuando meditemos en serio las profecías del Señor Jesús, hallaremos la senda. El Señor Jesús dijo: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad” (Juan 16:12-13). “Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6). “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen” (Juan 10:27). “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). “Entonces si alguno os dice: ‘Mirad, aquí está el Cristo’, o ‘Allí está’, no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:23-24). El Señor habló muy claro. Cuando vuelva el Señor Jesús en los últimos días, declarará muchas palabras más y guiará al hombre para que comprenda y entre en toda verdad. Por eso le recordó a la gente una y otra vez que la clave para recibir al Señor es oír la voz de Dios. Y si oímos que alguien da testimonio de que “¡Aquí está el novio!”, hemos de ser vírgenes prudentes y buscar y escuchar la voz de Dios. Esa es la única vía para recibir al Señor, la única senda para recibir Su regreso. Cristo ha venido en los últimos días, por lo que, naturalmente, expresa más verdades para salvar a la humanidad, pero los falsos Cristos solo recurren a algunas señales y algunos prodigios para extraviar a la gente. Este es un principio clave que nos indicó el Señor Jesús para discernir a los falsos Cristos del verdadero. Según este principio, podemos saber si es el Cristo verdadero o uno falso en función de si expresa o no la verdad. Si es capaz, tiene que ser Cristo. Los que no sepan expresar la verdad tienen que ser falsos Cristos. Si alguien afirma ser Cristo, pero no sabe expresar verdades y, en cambio, recurre a señales y prodigios, no cabe duda de que es un espíritu maligno disfrazado, un falso Cristo venido para descarriar a la gente. Cuando confiamos en las palabras del Señor Jesús para discernir al Cristo verdadero de los falsos, es muy fácil, ¿no? Sin embargo, desgraciadamente, los fieles religiosos no buscan la verdad ni la voz de Dios según las palabras del Señor. Con gran temor a que un falso Cristo los extravíe, no buscan ni la aparición y obra del Señor. ¿Eso no es tirar piedras sobre el propio tejado, ser absurdos y mezquinos? Se aferran ciegamente a la Escritura cuando afirma que el Señor vendrá en una nube y condenan y rechazan la obra del Cristo de los últimos días. Por consiguiente, pierden la ocasión de recibir al Salvador y caen en los desastres. ¿Eso no es fruto de su necedad e ignorancia? Esto cumple los siguientes versículos bíblicos: “Los necios mueren por falta de entendimiento” (Proverbios 10:21). “Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento” (Oseas 4:6).
En cuanto a cómo distinguir al Cristo verdadero de los falsos, ahondemos en ello según las palabras de Dios Todopoderoso. Dios Todopoderoso dice: “El Dios encarnado se llama Cristo y Cristo es la carne vestida con el Espíritu de Dios. Esta carne es diferente a cualquier hombre que es de la carne. La diferencia es porque Cristo no es de carne y hueso; Él es la encarnación del Espíritu. Tiene tanto una humanidad normal como una divinidad completa. Su divinidad no la posee ningún hombre. Su humanidad normal sustenta todas Sus actividades normales en la carne, mientras que Su divinidad lleva a cabo la obra de Dios mismo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial).
“El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto, porque Él posee la esencia de Dios, posee el carácter de Dios, y posee la sabiduría en Su obra, carácter y sabiduría que el hombre no puede alcanzar. Los que a sí mismos se llaman Cristo, pero que no pueden hacer la obra de Dios, son fraudes. Cristo no es sólo la manifestación de Dios en la tierra, sino que también es la carne particular asumida por Dios a medida que lleva a cabo y completa Su obra entre los hombres. Esta carne no puede ser suplantada por cualquier hombre, sino que es una carne que puede asumir adecuadamente la obra de Dios en la tierra, expresar el carácter de Dios y representarlo a Él bien, y proveer la vida al hombre. Tarde o temprano, aquellos que suplantan a Cristo caerán porque, aunque afirman ser Cristo, no poseen nada de Su esencia. Y así digo que la autenticidad de Cristo, el hombre no la puede definir, sino que Dios mismo la contesta y la decide” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna).
“Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, Él traerá la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa. Si el hombre sólo analiza Su apariencia externa, y como consecuencia pasa por alto Su esencia, esto muestra que el hombre es ignorante” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio).
“Algunos están poseídos por espíritus malignos y claman vehementemente: ‘¡Soy Dios!’. Pero, al final, son revelados porque lo que representan es incorrecto. Representan a Satanás y el Espíritu Santo no les presta atención. Por muy alto que te exaltes o por muy fuerte que clames, sigues siendo un ser creado, que pertenece a Satanás. […] Tú no puedes crear nuevas sendas ni representar al Espíritu. No puedes expresar la obra del Espíritu ni las palabras que Él habla. No puedes realizar la obra de Dios mismo ni la del Espíritu. No tienes la capacidad de expresar la sabiduría, la maravilla y lo insondable de Dios ni todo el carácter por medio del cual Él castiga al hombre. Por tanto, sería inútil intentar afirmar ser Dios; solo tendrías el nombre y nada de la esencia. Dios mismo ha venido, pero nadie lo reconoce; sin embargo, Él sigue en Su obra y lo hace en representación del Espíritu. No importa si lo llamas hombre o Dios, Señor o Cristo o hermana. Pero la obra que Él lleva a cabo es la del Espíritu y representa la obra de Dios mismo. No le importa el nombre que el hombre le dé. ¿Puede ese nombre determinar Su obra? Independientemente de cómo lo llames, en lo que respecta a Dios, Él es la carne encarnada del Espíritu de Dios; representa al Espíritu y el Espíritu lo aprueba. Si eres incapaz de abrir paso a una nueva era o de finalizar la antigua o de marcar el inicio de una nueva era o de llevar a cabo una nueva obra, entonces, ¡no se te puede llamar Dios!” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (1)).
“Si durante la época actual emerge una persona capaz de exhibir señales y maravillas, echar fuera demonios, sanar a los enfermos y llevar a cabo muchos milagros, y si esta persona declara ser Jesús que ha venido, sería una falsificación producida por espíritus malignos que imitan a Jesús. ¡Recuerda esto! Dios no repite la misma obra. La etapa de la obra de Jesús ya ha sido completada, y Dios nunca más la acometerá. La obra de Dios es irreconciliable con las nociones del hombre; por ejemplo, el Antiguo Testamento predijo la venida de un Mesías, y el resultado de esta profecía fue la venida de Jesús. Como esto ya había ocurrido, sería erróneo que viniera otro Mesías de nuevo. Jesús ya ha venido una vez, y sería incorrecto que viniera de nuevo en esta ocasión. Hay un nombre para cada era, y cada nombre contiene una caracterización de esa era. En las nociones del hombre, Dios siempre debe hacer señales y maravillas, siempre debe sanar a los enfermos y echar fuera demonios, y siempre debe ser como Jesús. Pero esta vez Dios no es así en absoluto. Si durante los últimos días, Dios siguiera exhibiendo señales y maravillas, echara fuera demonios y sanara a los enfermos —si hiciera exactamente lo mismo que Jesús—, Dios estaría repitiendo la misma obra, y la de Jesús no tendría importancia ni valor. Así pues, Dios lleva a cabo una etapa de la obra en cada era. Una vez completada cada etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan pronto, y después de que Satanás empieza a pisarle los talones a Dios, este cambia a un método diferente. Una vez que Dios ha completado una etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan. Debéis tener claro esto” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer la obra de Dios hoy).
Tras esta lectura, ¿no tenemos todos algo más claro lo que es Cristo y cómo distinguir al Cristo verdadero de los falsos? Cristo es Dios encarnado, el Espíritu de Dios revestido en la carne del Hijo del hombre. Visto desde fuera, Cristo es una persona normal y corriente, pero Su esencia es totalmente distinta de la de una persona corriente. Cristo lleva dentro el Espíritu de Dios, es la encarnación del Espíritu de Dios, por lo que tiene esencia divina. En esencia, Cristo es el único Dios verdadero, ¡el Señor de la creación! Cristo puede expresar la verdad, el carácter de Dios y lo que Dios tiene y es en cualquier momento y lugar. Puede realizar la obra de redención del hombre, así como la de su juicio y purificación. Aparte de Cristo, ningún humano creado, ángel o espíritu maligno satánico podría expresar la verdad, y ni mucho menos salvar a la humanidad. No cabe duda de esto. Así pues, la clave para discernir al Cristo verdadero de los falsos es, ante todo, comprobar si expresa la verdad, si puede realizar la obra de salvación del hombre. Este es el principio más crucial y básico. Todos sabemos que el Señor Jesús expresó muchas verdades, predicó el camino de arrepentimiento y obró multitud de señales y prodigios, con lo que concluyó la obra de redención de la humanidad. Inició la Era de la Gracia y finalizó la Era de la Ley. Las palabras de Dios tenían mucho poder y mucha autoridad y estaban impregnadas del carácter de Dios, de lo que Él tiene y es. Sabemos en nuestro interior que el Señor Jesús era Cristo en la carne, la aparición de Dios. Dios Todopoderoso ha venido en los últimos días, cuando expresa millones de palabras de la verdad y realiza la obra del juicio, que comienza por la casa de Dios. Sus palabras no solo han desvelado los misterios internos de la Biblia, sino también los del plan de gestión de 6000 años de Dios. Entre ellos, los objetivos del plan de gestión de Dios, el trasfondo de los tres pasos de Su obra, cómo corrompe Satanás a la humanidad, cómo obra Dios paso a paso para salvarla, los misterios de la encarnación, el trasfondo de la Biblia, el resultado de cada tipo de persona, cómo se materializa el reino de Cristo en la tierra, etc. Se han revelado todos estos misterios. Dios Todopoderoso también juzga y expone la naturaleza pecadora antiDios del hombre y su carácter corrupto. Nos provee una senda para despojarnos de pecado, purificarnos y demás. Las palabras de Dios Todopoderoso son abundantes y todas ellas son misterios y verdades que la gente no ha oído nunca. Son muy reveladoras y gratificantes y quien las lea ha de admitir que realmente son la verdad. El pueblo escogido de Dios se somete al juicio de Sus palabras y comprende muchas verdades; se purifica poco a poco de su corrupción, con lo que da rotundos testimonios de deserción del pecado y triunfo sobre Satanás. Esto cumple la profecía del Señor Jesús: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). Esto demuestra que Dios Todopoderoso es “el Espíritu de verdad”. Es la aparición del Cristo de los últimos días, el Salvador venido a la tierra.
Creo que ya todos deberíamos tener claro que Dios Todopoderoso es Cristo, el Salvador. No son meras palabras, sino algo demostrado por las verdades que Él expresa y la obra que realiza. ¿Y los falsos Cristos? Gritan constantemente: “¡Soy Cristo!”. Puedes preguntarles: “¿Sabes expresar la verdad? ¿Puedes revelar la verdad de la corrupción del hombre? ¿Puedes salvar a la humanidad del pecado?”. No saben hacer nada de eso. Se quedan de piedra con estas preguntas. Los falsos Cristos son simples imitadores de Satanás, o de espíritus malignos, que carecen por completo de la vida y esencia de Dios. Por tanto, no pueden llegar a expresar la verdad ni a realizar la obra de purificación y salvación de la humanidad. Solo saben difundir falsas doctrinas aparentemente verdaderas o mostrar señales y prodigios para engañar a la gente. Algunos falsos Cristos tienen dones, puede que escriban libros y saben exponer conocimientos bíblicos profundos, pero todo lo que comparten son ideas y teorías humanas y, por muy bien que le suenen al hombre, no son la verdad. No pueden proveer sustento para la vida del hombre ni ayudar a la gente a conocer a Dios y la verdad, y, en concreto, no pueden salvarnos del pecado para que nos podamos purificar. Esto es evidente. Un falso Cristo carece de toda verdad, pero tiene ambición a raudales y quiere que lo idolatren igual que a Dios. ¿Y qué hace? Imita la obra anterior de Dios mostrando señales y prodigios sencillos para fingir que es Cristo y extravía a otras personas con pequeños favores. Si un creyente no ama la verdad, sino que solamente quiere saciarse y gozar de cierta gracia y la realización de señales y prodigios es su único criterio para juzgar si alguien es o no Dios, es fácil que se extravíe. De hecho, los trucos de los falsos Cristos solo engañan a bobos e idiotas. A las ovejas de Dios, las vírgenes prudentes, nunca las engaña un falso Cristo, pues aman la verdad y están atentas a la voz de Dios. Al oír la voz de Dios, la aceptan y siguen. Así lo determinó Dios hace mucho tiempo. Como dijo el Señor Jesús, “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen” (Juan 10:27). “Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre” (Juan 10:29).
Creo que ya todos tenemos claro cómo discernir al Cristo verdadero de los falsos. Cristo es Dios en la carne, la verdad, el camino y la vida. La esencia divina de Cristo se manifiesta principalmente en Su capacidad de expresar la verdad y realizar la obra de Dios. Por muy corriente que parezca y por mucho que carezca de poder y estatus, lo acepten o rechacen los seres humanos, siempre y cuando pueda expresar la verdad, el carácter de Dios y lo que Dios tiene y es y pueda realizar la obra salvadora, entonces es la aparición de Dios. No cabe duda de esto. Las verdades expresadas por Dios Todopoderoso, Su obra para juzgar y purificar a la humanidad, demuestran absolutamente que Él es Dios en la carne, la aparición de Cristo. Hemos de aceptar y seguir al Cristo de los últimos días, Dios Todopoderoso, para recibir la verdad, salvarnos plenamente y entrar en el reino de Dios. Pero ahora mucha gente ve que los pastores y líderes religiosos y el régimen satánico del Partido Comunista se oponen y condenan frenéticamente a Dios Todopoderoso, por lo que cree que la obra de Dios Todopoderoso no es el camino verdadero. Este es su razonamiento: si esta fuera la obra de Dios, se produciría sin ningún contratiempo y todo el mundo se convencería por completo. ¡Menuda necedad esta opinión! Esto es no ver que el hombre ha sido tan hondamente corrompido como para ser enemigo de Dios y no tener sitio para Él. ¿Recibió la gente al Señor Jesús cuando vino? ¿No se aliaron los judíos con el Gobierno romano para crucificarlo? ¿Dirías que la obra del Señor Jesús no era el camino verdadero? ¿Y cómo trata la gente a Dios Todopoderoso ahora que ha venido en los últimos días? Las fuerzas del anticristo del mundo religioso hacen de todo por resistirse a Él y condenarlo, y el régimen satánico del PCCh lo persigue frenéticamente y usa todo tipo de tácticas para exterminar la aparición y obra de Dios. Esto cumple lo profetizado por el Señor Jesús: “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25). ¿Qué significa esto? ¡Que el camino verdadero siempre ha sido oprimido! Cristo expresa la verdad para salvar al hombre, así que es inevitable que las malvadas fuerzas de Satanás se opongan a Él, lo condenen y lo persigan. Si alguien afirma ser Cristo, pero no expresa la verdad, no lo rechaza esta generación ni es frenéticamente condenado y atacado por las fuerzas satánicas, eso demuestra que no es Cristo. Más que nada, Satanás odia la aparición y obra de Dios, así como la venida del Salvador. Satanás sabe que, con la venida del Salvador, la gente tiene la ocasión de salvarse, de comprender la verdad y descubrir sus trampas. Entonces puede adquirir discernimiento, rechazarlo, volverse por completo a Dios y dejarse conquistar por Él. Satanás es derrotado del todo y ahí terminan sus días. ¿Crees que Satanás lo aceptaría sin protestar? Si no entiendes esto, sino que te aferras a tus nociones y no estudias la obra de Dios Todopoderoso, o incluso les sigues el juego a las fuerzas del anticristo del mundo religioso, que condenan y se resisten a Dios Todopoderoso, eso tendrá consecuencias terribles. A ver qué dice Dios Todopoderoso. “Los que quieren obtener la vida sin confiar en la verdad de la que Cristo habló son las personas más absurdas de la tierra, y los que no aceptan el camino de la vida que Cristo trajo están perdidos en la fantasía. Y así digo que aquellos que no aceptan al Cristo de los últimos días Dios los detestará para siempre. Cristo es la puerta para que el hombre entre al reino durante los últimos días, y no hay nadie que pueda evitarle. Nadie puede ser perfeccionado por Dios excepto por medio de Cristo. Tú crees en Dios y por tanto debes aceptar Sus palabras y obedecer Su camino. No puedes simplemente pensar en obtener bendiciones sin ser capaz de recibir la verdad o de aceptar la provisión de la vida. Cristo viene en los últimos días para que a todos los que verdaderamente creen en Él les pueda proveer la vida. Su obra es en aras de concluir la era antigua y entrar en la nueva, y Su obra es el camino que deben tomar todos los que entrarán en la nueva era. Si no eres capaz de reconocerlo y en cambio lo condenas, blasfemas y hasta lo persigues, entonces estás destinado a arder por toda la eternidad y nunca entrarás en el reino de Dios. Porque este Cristo es Él mismo la expresión del Espíritu Santo, la expresión de Dios, Aquel a quien Dios le ha confiado hacer Su obra en la tierra. Y por eso digo que si no puedes aceptar todo lo que el Cristo de los últimos días hace, entonces blasfemas contra el Espíritu Santo. La retribución que deben sufrir los que blasfeman contra el Espíritu Santo es obvia para todos. También te digo que si te resistes al Cristo de los últimos días y si reniegas de Él, entonces no habrá nadie que pueda soportar las consecuencias en tu lugar. Además, a partir de este día no tendrás otra oportunidad para obtener la aprobación de Dios; incluso si tratas de redimirte tú mismo, nunca más volverás a contemplar el rostro de Dios. Porque al que tú te resistes no es un hombre, lo que niegas no es algún ser diminuto, sino a Cristo. ¿Sabes cuáles serán las consecuencias de esto? No habrás cometido un pequeño error, sino que habrás cometido un crimen atroz. Y así les aconsejo a todos que no tengan una reacción violenta contra la verdad, o hagan críticas descuidadas, porque solo la verdad te puede dar la vida y nada excepto la verdad te puede permitir volver a nacer y contemplar el rostro de Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna).