No pierdas la oportunidad de conocer la soberanía del Creador

22 Dic 2020

Las seis coyunturas descritas anteriormente son fases cruciales establecidas por el Creador a través de las cuales cada persona normal debe pasar en su vida. Desde una perspectiva humana, cada una de estas coyunturas es real; ninguna puede eludirse, y todas guardan relación con la predestinación del Creador y Su soberanía. Así pues, para un ser humano, cada una de estas coyunturas es un puesto de control importante, vosotros ahora os enfrentáis a la seria cuestión de cómo pasar a través de cada uno de ellos con éxito.

Las varias décadas que forman una vida humana no son ni largas ni cortas. Los veintitantos años entre el nacimiento y la mayoría de edad pasan en un abrir y cerrar de ojos y, aunque en este punto de la vida una persona se considera adulta, los individuos en este grupo de edad no saben casi nada sobre la vida y el destino humanos. Conforme adquieren más experiencia, avanzan gradualmente hacia la mediana edad. Las personas de treinta y cuarenta años adquieren una experiencia incipiente de la vida y el destino, pero sus ideas sobre estas cosas siguen siendo muy vagas. No es hasta los cuarenta que algunas personas comienzan a entender a la humanidad y el universo, que estos fueron creados por Dios, a comprender en qué consiste la vida humana, en qué consiste el destino humano. Algunas personas, aunque han sido desde mucho tiempo atrás seguidores de Dios y son ahora de mediana edad, siguen sin poder poseer un conocimiento y una definición precisos de la soberanía de Dios, mucho menos una verdadera sumisión. Algunas personas no se preocupan por otra cosa que no sea aspirar a recibir bendiciones y, aunque hayan vivido muchos años, no saben ni entienden en lo más mínimo la realidad de la soberanía del Creador sobre el destino humano y no han dado el menor paso para adentrarse en la lección práctica de someterse a las orquestaciones y disposiciones de Dios. Tales personas son totalmente insensatas y viven sus vidas en vano.

Si los períodos de una vida humana se dividen de acuerdo con el grado de experiencia de la gente y su conocimiento del destino humano, se pueden desglosar más o menos en tres fases. La primera es la juventud, los años entre el nacimiento y la mediana edad, o desde el nacimiento hasta los treinta años. La segunda es la maduración, desde la mediana edad hasta la vejez, o de los treinta hasta los sesenta. Y la tercera fase es el período de la madurez, que empieza desde la vejez, que comienza a los sesenta, hasta que uno parte del mundo. En otras palabras, desde el nacimiento hasta la mediana edad, el conocimiento del destino y la vida por parte de la mayoría de las personas se limita a imitar las ideas de otros; casi no tiene un contenido real, práctico. Durante este período, la perspectiva de uno sobre la vida y las formas en las que se relaciona con los demás son bastante superficiales e ingenuas. Este es el período juvenil de uno, sólo después de haber probado todas las alegrías y tristezas de la vida obtiene uno un entendimiento real del destino, llega uno a apreciar subconscientemente, en lo profundo de su corazón, gradualmente lo irreversible del destino, y a darse cuenta lentamente de que la soberanía del Creador sobre el destino humano existe realmente. Este es el período de maduración de la persona. Entra en el periodo de madurez cuando ha dejado de luchar contra el destino, y cuando ya no está dispuesto a ser arrastrado a los conflictos, sino que conoce su suerte en la vida, se somete a la voluntad del cielo, resume sus propios logros y errores en la vida y espera el juicio de su vida por parte del Creador. Considerando los diferentes tipos de experiencias y ganancias que una persona obtiene durante estos tres períodos, en circunstancias normales la ventana de oportunidad para conocer la soberanía del Creador no es muy grande. Si uno alcanza los sesenta, tiene sólo treinta años o así para conocer la soberanía de Dios; si uno quiere un período más grande de tiempo, eso solo es posible si su vida es lo suficientemente larga, si es capaz de vivir un siglo. Digo entonces que, de acuerdo a las leyes normales de la existencia humana, aunque es un proceso muy largo desde que uno encuentra por primera vez el tema de conocer la soberanía del Creador hasta que es capaz de reconocer la realidad de Su soberanía, y desde entonces hasta el punto en que es capaz de someterse a ella, si uno cuenta realmente los años, no hay más de treinta o cuarenta durante los cuales tiene la oportunidad de obtener estas recompensas. Y, a menudo, las personas se dejan llevar por sus deseos y sus ambiciones por recibir bendiciones, de manera que no pueden discernir dónde reside la esencia de la vida humana, no comprenden la importancia de conocer la soberanía del Creador. Estas personas no aprecian esta valiosa oportunidad de entrar en el mundo humano para experimentar la vida humana y la soberanía del Creador, y no se dan cuenta de lo inestimable que es para un ser creado recibir la dirección personal del Creador. Así pues, digo que esas personas que quieren que la obra de Dios acabe rápidamente, que desean que Dios organice el final del hombre tan pronto como sea posible, de forma que puedan contemplar inmediatamente Su persona real y obtener bendiciones tan pronto como sea posible, son culpables del peor tipo de desobediencia e insensatas en extremo. Mientras tanto, los sabios entre los hombres, los que poseen una mente sumamente aguda, son los que desean, durante su tiempo limitado, aprovechar esta oportunidad única de conocer la soberanía del Creador. Estos dos deseos diferentes exponen dos perspectivas y búsquedas inmensamente diferentes: aquellos que buscan bendiciones son egoístas y viles y nunca muestran consideración por las intenciones de Dios, nunca buscan conocer Su soberanía, no quieren someterse a ella, simplemente quieren vivir como les place. Son unos degenerados despreocupados y esta categoría de personas será destruida. Aquellos que buscan conocer a Dios son capaces de dejar de lado sus deseos, están dispuestos a someterse a la soberanía y los arreglos de Dios; intentan ser la clase de personas sumisas a la autoridad de Dios y satisfacer las intenciones de Dios. Tales personas viven en la luz, en medio de las bendiciones de Dios; serán elogiados sin duda por Dios. Sea como sea, la decisión humana es inútil y los humanos no tienen nada que decir sobre cuánto durará la obra de Dios. Es mejor para las personas entregarse a merced de Dios y someterse a Su soberanía. Si no te entregas a Su merced, ¿qué puedes hacer? ¿Sufrirá Dios una pérdida como resultado? Si no te entregas a Su merced, sino que intentas estar a cargo, estás tomando una decisión insensata y eres el único que sufrirá una pérdida al final. Solo si las personas cooperan con Dios lo más pronto posible, sólo si se dan prisa en aceptar Sus orquestaciones, conocer Su autoridad, y reconocen todo lo que Él ha hecho por ellas, tendrán esperanza. Solo de esta manera no vivirán sus vidas en vano y alcanzarán la salvación.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III

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