Por todo el mundo están ocurriendo desastres con frecuencia y su gravedad está aumentando, lo que proclama la llegada de los últimos días. La Biblia dice: “Mas el fin de todas las cosas se acerca” (1 Pedro 4:7). Sabemos que, cuando el Señor regrese durante los últimos días, recompensará el bien y castigará el mal, y determinará el final de las personas. Entonces, ¿cómo recompensará el bien y castigará el mal y cómo determinará el fin de las personas?

2 Mar 2021

Las palabras relevantes de Dios:

En Su obra final de dar por concluida la era, el carácter de Dios es de castigo y juicio, revela todo lo que es injusto, juzga públicamente a todos los pueblos y perfecciona a aquellos que le aman con un corazón sincero. Solo un carácter así puede concluir la era. Los últimos días ya han llegado. Todas las cosas se clasificarán según su especie, y se dividirán en diferentes categorías en base a su naturaleza. Este es el momento en el que Dios revela el final y el destino del hombre. Si este no pasa por el castigo y el juicio, no habrá forma de revelar su desobediencia y su injusticia. Solo por este medio se puede manifestar el final de todas las cosas. El hombre solo muestra lo que realmente es cuando es castigado y juzgado. El mal se pondrá con el mal, el bien con el bien, y toda la humanidad será clasificada según su especie. A través del castigo y del juicio se revelará el final de todas las cosas, de forma que los malos serán castigados y los buenos recompensados, y todas las personas se someterán al dominio de Dios. Toda la obra debe lograrse por medio del castigo y juicio justos. Como la corrupción del hombre ha alcanzado su punto culminante y su desobediencia ha sido demasiado grave, solo el carácter justo de Dios, que es principalmente de castigo y juicio, y se revela durante los últimos días, puede transformar y completar totalmente al hombre. Solo este carácter puede dejar el mal al descubierto y castigar así con severidad a todos los injustos.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La visión de la obra de Dios (3)

El objetivo esencial de la obra del castigo y el juicio de Dios es purificar a la humanidad y prepararla para el día del reposo final. Sin esta purificación, nadie de la humanidad podrá ser clasificado en diferentes categorías según su especie ni entrar en el reposo. Esta obra es el único camino de la humanidad para entrar en el reposo. Solo la obra de purificación de Dios purificará a los humanos de su injusticia y solo Su obra de castigo y juicio traerá a la luz aquellos elementos rebeldes entre la humanidad, separando de ese modo a los que pueden ser salvados de los que no, y aquellos que permanecerán de los que no. Cuando esta obra termine, todas aquellas personas a las que se les permita permanecer serán purificadas y entrarán en un estado superior de humanidad en el que disfrutarán de una segunda vida humana más maravillosa sobre la tierra; en otras palabras, comenzarán su día del reposo humano y convivirán con Dios. Después de que aquellos a los que no se les permite permanecer hayan sido castigados y juzgados, su verdadera forma de ser se revelará por completo; después de esto todos serán destruidos y, al igual que Satanás, ya no se les permitirá sobrevivir sobre la tierra. La humanidad del futuro no incluirá ya a nadie de ese tipo de personas; tales personas no son aptas para entrar a la tierra del último reposo ni tampoco para participar en el día del reposo que Dios y la humanidad compartirán, porque son blanco del castigo, son malvadas y no son justas. Fueron redimidas una vez y también juzgadas y castigadas; también, una vez, le rindieron servicio a Dios. Pero, cuando el día final venga, serán eliminadas y destruidas debido a su propia maldad y debido a su propia desobediencia e incapacidad de ser redimidas; nunca volverán a existir en el mundo del futuro y tampoco vivirán entre la raza humana del futuro. Ya sean los espíritus de los muertos o personas que viven en la carne, todos los malhechores y todos los que no han sido salvados serán destruidos cuando los santos entre la humanidad entren en el reposo. En cuanto a estos espíritus y humanos malhechores y los espíritus de las personas justas y los que hagan justicia, sin importar en qué era estén, todos los que hacen el mal serán destruidos al final y todos los que son justos sobrevivirán. Que una persona o un espíritu reciba la salvación no se decide únicamente basándose en la obra de la era final, sino que se determina basándose en si ha resistido a Dios o le ha sido desobediente. Las personas de épocas anteriores, que hicieron mal y no pudieron conseguir la salvación, sin duda serán blanco del castigo, y los de la era actual que hagan el mal y no puedan ser salvados, seguramente también serán blanco del castigo. Se categoriza a los humanos basándose en el bien y el mal, no en qué era vivan. Una vez así categorizados, no serán castigados ni recompensados de inmediato; más bien, Dios solo llevará a cabo Su obra de castigar el mal y recompensar el bien después de haber finalizado Su obra de conquista en los últimos días. De hecho, Él ha estado separando a los humanos entre el bien y el mal desde que empezó a llevar a cabo Su obra entre ellos. Es simplemente que Él recompensará a los justos y castigará a los malvados solo después de que Su obra se haya completado; no es que los separará en categorías una vez se haya completado Su obra y después llevará a cabo Su tarea de castigar el mal y recompensar el bien inmediatamente. Su obra última de castigar el mal y recompensar el bien es para purificar por completo a todos los humanos para que Él pueda llevar a una humanidad completamente santa al reposo eterno. Esta etapa de Su obra es la más crucial. Es la etapa final de toda Su obra de gestión. Si Dios no destruyera a los malvados y los dejara permanecer, entonces los humanos todavía no podrían entrar en el reposo y Dios no podría llevar a toda la humanidad a un reino mejor. Esta obra no estaría completa. Cuando Él termine Su obra, toda la humanidad será completamente santa; solo de esta manera Dios podrá vivir en paz en el reposo.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo

Ahora es el momento en el que determino el final para cada persona, no la etapa en la que comencé a obrar en el hombre. Una a una, escribo en Mi libro de registro las palabras y acciones de cada persona, la trayectoria por la que Me ha seguido, sus características inherentes y cómo se ha comportado en última instancia. De esta manera, no importa qué clase de persona sea, nadie escapará de Mi mano y todos estarán con los de su propia clase según Yo lo designe. Yo decido el destino de cada persona, no en base a su edad, antigüedad, cantidad de sufrimiento ni, mucho menos, según el grado de compasión que provoca, sino en base a si posee la verdad. No hay otra opción que esta. Debéis daros cuenta de que todos aquellos que no hacen la voluntad de Dios serán también castigados. Este es un hecho inmutable. Por lo tanto, todos aquellos quienes son castigados, reciben castigo por la justicia de Dios y como retribución por sus numerosas acciones malvadas.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prepara suficientes buenas obras para tu destino

Antes de que la humanidad entre en el reposo, cada clase de persona será castigada o recompensada según si han buscado la verdad, si conocen a Dios y si pueden someterse al Dios visible. Aquellos quienes han prestado servicio al Dios visible pero no lo conocen ni se someten a Él, carecen de la verdad. Estas personas son malhechoras y los malhechores, sin duda, serán objeto de castigo; además, van a ser castigados de acuerdo con su conducta malvada. Dios existe para que los humanos crean en Él, y también Él es digno de su obediencia. Los que solo tienen fe en el Dios ambiguo e invisible son personas que no creen en Dios y son incapaces de someterse a Él. Si estas personas todavía no pueden creer en el Dios visible en el momento en que Su obra de conquista se termine, y siguen siendo desobedientes y resistiéndose al Dios que es visible en la carne, estos “ambigüistas”, sin duda, serán objetos de la destrucción. Es como algunos entre vosotros, cualquiera que verbalmente reconoce al Dios encarnado pero no puede practicar la verdad de la sumisión al Dios encarnado, finalmente será objeto de la eliminación y destrucción. Además, cualquiera que verbalmente reconoce al Dios visible y come y bebe de la verdad que expresa Él, mientras busca al Dios ambiguo e invisible, tendrá aún más posibilidades de ser destruido en el futuro. Ninguna de estas personas podrá permanecer hasta el tiempo del reposo, que vendrá después de que haya terminado la obra de Dios, ni podrá haber ni un solo individuo parecido a estas personas que permanezca en ese tiempo de reposo. Las personas demoniacas son las que no practican la verdad; su esencia es la de resistir y ser desobedientes a Dios y no tienen la más mínima intención de someterse a Él. Tales personas van a ser destruidas. Si tienes la verdad o si resistes a Dios depende de tu esencia, no de tu apariencia o de cómo hables o te comportes ocasionalmente. Que un individuo vaya a ser destruido o no se determina por su esencia; se decide de acuerdo con la esencia revelada por su conducta y su búsqueda de la verdad. Entre las personas que son iguales por hacer obra y hacen cantidades similares de obras, aquellas cuyas esencias humanas sean buenas y que posean la verdad son las personas a las que se les permitirá permanecer, pero aquellas cuya esencia humana sea mala y desobedezcan al Dios visible son las que serán objeto de la destrucción.

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El estándar por el que los humanos juzgan a otros humanos se basa en su comportamiento; uno cuya conducta es buena es una persona justa y uno cuya conducta es abominable es malvado. El estándar por el que Dios juzga a los humanos se basa en si la esencia de alguien se somete a Él; uno que se somete a Dios es una persona justa y uno que no, es un enemigo y una persona malvada, independientemente de si el comportamiento de esta persona es bueno o malo, o si su discurso es correcto o incorrecto. Algunas personas desean usar las buenas obras para obtener un buen destino en el futuro y algunas personas desean usar palabras delicadas para adquirir un buen destino. Todo el mundo falsamente cree que Dios determina el resultado de las personas después de observar su comportamiento o después de escuchar su discurso; muchas personas desearán entonces aprovecharse de esto para engañar a Dios y así les conceda un favor temporal. En el futuro, las personas que sobrevivirán en un estado de reposo, todas habrán soportado el día de la tribulación y también habrán dado testimonio de Dios; todas serán personas que hayan cumplido su deber y se hayan sometido intencionadamente a Dios. A los que simplemente desean usar la oportunidad de servir con la intención de evitar practicar la verdad no se les permitirá permanecer. Dios tiene estándares apropiados para disponer el resultado de todos los individuos; Él simplemente no toma estas decisiones de acuerdo a palabras y conductas, ni tampoco las toma de acuerdo con su comportamiento durante un solo periodo de tiempo. De ninguna manera será indulgente con toda la conducta malvada de alguien debido al servicio pasado que haya hecho para Él, ni tampoco va a perdonar de la muerte a alguien por haberse gastado una vez para Dios. Nadie puede evadir el castigo por haber sido malvados y nadie puede cubrir su comportamiento malvado y, por lo tanto, evadir los tormentos de la destrucción. Si las personas pueden cumplir con su propio deber, esto quiere decir que son eternamente fieles a Dios y no buscan recompensas, independientemente de si reciben bendiciones o sufren desgracias. Si las personas son fieles a Dios cuando ven bendiciones, pero pierden su fidelidad cuando no pueden ver bendiciones, y si al final todavía son incapaces de dar testimonio de Dios y cumplir los deberes que les corresponden, entonces serán objeto de la destrucción, a pesar de haber prestado servicio fiel a Dios. En resumen, las personas malvadas no pueden sobrevivir a la eternidad ni tampoco pueden entrar en el reposo; solo los justos son los maestros del reposo.

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Que se reciban bendiciones o se sufran desgracias estará determinado según la esencia de uno, no según la esencia común que uno pueda compartir con otros. Este tipo de dicho o de regla simplemente no tiene lugar en el reino. Si alguien es al final capaz de sobrevivir es porque ha cumplido los requisitos de Dios, y si alguien es al final incapaz de permanecer hasta el tiempo de reposo, es porque esta persona ha sido desobediente a Dios y no ha satisfecho Sus requisitos. Todos tienen un destino adecuado. Estos destinos se determinan según la esencia de cada individuo y no tienen nada que ver con otras personas. La conducta malvada de un hijo o una hija no puede ser transferida a sus padres, y la justicia de un hijo o una hija no puede ser compartida con sus padres. La conducta malvada de los padres no puede ser transferida a los hijos, y la justicia de los padres no puede compartirse con los hijos. Cada cual carga con sus respectivos pecados y cada cual disfruta de su respectiva fortuna. Nadie puede sustituir a nadie; esto es justicia. Desde la perspectiva del hombre, si los padres tienen buena fortuna, también sus hijos deberían poder tenerla, y si los hijos hacen el mal, sus padres deben expiar por esos pecados. Esta es una perspectiva humana y la forma en la que el hombre hace las cosas. No es la perspectiva de Dios. El resultado de cada uno se determina de acuerdo a la esencia que surge de su propia conducta y siempre se determina apropiadamente. Nadie puede cargar con los pecados de otro; más aún, nadie puede recibir castigo en lugar de otro. Esto es incuestionable. El cuidado cariñoso de los padres por sus hijos no indica que pueden hacer obras justas en lugar de sus hijos, ni el afecto obediente de un hijo o hija por sus padres quiere decir que puede realizar obras justas en lugar de sus padres. Este es el verdadero significado detrás de las palabras: “Entonces estarán dos en el campo; uno será llevado y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en el molino; una será llevada y la otra será dejada”. La gente no puede llevar a sus hijos malhechores al reposo sobre la base de su profundo amor por ellos, ni nadie puede llevar a su esposa (o esposo) al reposo sobre la base de su propia conducta justa. Esta es una norma administrativa; no puede haber excepciones para nadie. Al final, los hacedores de justicia son hacedores de justicia y los malhechores son malhechores. A los justos se les permitirá sobrevivir al final, mientras que los malhechores serán destruidos. Los santos son santos; no son inmundos. Los inmundos son inmundos y ni una parte de ellos es santa. Las personas que serán destruidas son todas malvadas y las que sobrevivirán son todas justas, incluso si los hijos de las malvados hacen obras justas e incluso si los padres de los justos hacen obras malvadas. No existe relación entre un esposo creyente y una esposa incrédula y no existe relación entre los hijos creyentes y los padres incrédulos; son dos tipos de personas completamente incompatibles. Antes de entrar al reposo, se tienen parientes físicos, pero una vez que se ha entrado en el reposo, ya no se tendrán parientes físicos de los cuales hablar. Los que cumplen su deber son enemigos de los que no; los que aman a Dios y los que lo odian se oponen entre sí. Los que entrarán en el reposo y los que habrán sido destruidos son dos clases incompatibles de criaturas. Las criaturas que cumplen su deber podrán sobrevivir y las que no cumplen su deber serán objeto de destrucción; lo que es más, esto durará toda la eternidad.

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¿Entiendes ahora lo que es el juicio y lo que es la verdad? Si es así, te exhorto a someterte obedientemente a ser juzgado, de lo contrario nunca tendrás la oportunidad de ser elogiado por Dios o de ser llevado por Él a Su reino. Aquellos que solo acepten el juicio, pero que nunca puedan ser purificados, es decir, los que huyan en medio de la obra del juicio, serán detestados y rechazados para siempre por Dios. Sus pecados son más numerosos y más graves que los de los fariseos, ya que han traicionado a Dios y son rebeldes contra Él. Tales personas que no son dignas de realizar servicio recibirán un castigo más severo, un castigo que es, además, eterno. Dios no eximirá a ningún traidor que alguna vez evidenció lealtad con palabras, pero que luego lo traicionó. Personas como estas recibirán retribución por medio del castigo del espíritu, del alma y del cuerpo. ¿Acaso no es esta precisamente una revelación del carácter justo de Dios? ¿Acaso no es este el propósito de Dios al juzgar y exponer al hombre? Dios consigna a todos los que realizan todo tipo de acciones perversas durante el tiempo del juicio a un lugar infestado de espíritus malignos, y deja que estos espíritus malignos destruyan sus cuerpos carnales como deseen, y los cuerpos de estas personas despiden hedor de cadáver. Tal es su apropiada retribución. Dios escribe en sus libros de registro todos y cada uno de los pecados de aquellos falsos creyentes desleales, falsos apóstoles y falsos colaboradores; entonces, cuando llegue el momento apropiado, Él los arrojará en medio de los espíritus inmundos, dejando que estos espíritus inmundos contaminen sus cuerpos enteros a voluntad para que nunca puedan ser reencarnados y nunca más vean la luz. Aquellos hipócritas que realizan servicio durante un tiempo, pero son incapaces de permanecer leales hasta el final, son contados por Dios entre los malvados a fin de que se confabulen con los malvados y se conviertan en parte de su desordenada chusma; al final, Dios los aniquilará. Dios echa a un lado y no presta atención a aquellos que nunca han sido leales a Cristo ni han contribuido nada de su fuerza, y en el cambio de era Él los aniquilará a todos. Ya no existirán en la tierra ni mucho menos obtendrán paso al reino de Dios. Aquellos que nunca han sido sinceros con Dios, pero que han sido obligados por las circunstancias a lidiar indiferentes con Él, serán contados entre los que realizan servicio para Su pueblo. Solamente un pequeño número de tales personas podrán sobrevivir, mientras que la mayoría perecerá junto con los que prestan servicio que no está a la altura. En última instancia, Dios llevará a Su reino a todos aquellos que son de la misma mente que Él, al pueblo y los hijos de Dios, y también a los predestinados por Él para ser sacerdotes. Serán la síntesis de la obra de Dios. En cuanto a los que no puedan ser clasificados en ninguna de las categorías establecidas por Dios, serán contados entre los incrédulos, y con toda seguridad os imaginaréis cómo terminarán. Ya os he dicho todo lo que debo decir; el camino que elijáis queda solo a vuestra elección. Lo que debéis entender es esto: la obra de Dios nunca espera a nadie que no pueda seguir Su ritmo y el carácter justo de Dios no le muestra misericordia a ningún hombre.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cristo hace la obra del juicio con la verdad

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