¿Qué es la encarnación?
Todos sabemos que, hace 2000 años, Dios vino al mundo del hombre, encarnado en el Señor Jesús, a redimir a la humanidad, y predicó: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). También expresó muchas verdades y, para culminar la obra de redención, fue crucificado en ofrenda por el pecado de la humanidad, lo que concluyó la Era de la Ley e inició la Era de la Gracia. Fue la obra para redimir a la humanidad la primera vez que Dios vino encarnado. Aunque el judaísmo trató desesperadamente de condenar al Señor Jesús y fue cómplice del Gobierno romano para crucificarlo, 2000 años después, el evangelio del Señor Jesús se ha propagado a cada rincón de la tierra. Esto demuestra que el Señor Jesús era Dios encarnado, único Dios verdadero y Creador, aparecido para obrar en la carne. Sin embargo, muchos no reconocen que el Señor Jesús es Dios encarnado, sino que consideran al Señor Jesús una persona normal. Hay incluso muchos pastores religiosos que no reconocen al Señor Jesús como Dios y solo creen que es el Hijo amado de Dios. Hoy día, aunque hay infinidad de creyentes en el Señor, pocos saben realmente que el Señor Jesús es Dios y nadie conoce el sentido y el valor de todas las verdades expresadas por el Señor Jesús. Por ello, en lo que respecta a recibir al Señor, muchos han caído en el desastre por no poder oír la voz de Dios. Quienes no puedan oír la voz de Dios, aunque por fuera parezcan creer con fervor, si vieran la imagen del Hijo del hombre en el Señor Jesús, ¿de verdad podrían continuar creyendo en el Señor y siguiéndolo? ¿Podrían condenar al Señor Jesús por ser una persona común y negar que es Dios? Si oyeran al Señor Jesús expresar tantas verdades hoy, ¿serían igualmente capaces de condenar al Señor Jesús por blasfemo y de volver a crucificarlo? A tenor de la condena de los fariseos al Señor Jesús, podemos afirmar con certeza que, si todos los que hoy creen en el Señor lo vieran en Su imagen original de Hijo del hombre, probablemente muchos saldrían corriendo, y muchos otros juzgarían y condenarían al Señor Jesús igual que los fariseos y lo crucificarían nuevamente. Quizá haya quien ponga objeciones a lo que digo, pero todo ello es real. Precisamente porque la humanidad es tan corrupta y solo tiene fe en Dios por lo que ve, nadie sabe reconocer que el Hijo del hombre encarnado es la aparición de Dios. Esto indica que la encarnación es un gran misterio. Durante milenios, nadie ha podido comprender este aspecto de la verdad. Aunque los creyentes saben que el Señor Jesús es Dios encarnado, nadie ha podido aclarar qué es la encarnación y cómo debemos entender al Dios encarnado.
¿Y por qué optó Dios por encarnarse para aparecer y obrar? En concreto, la corrupción de la humanidad hizo necesario que Dios viniera encarnado a realizar la obra salvadora. Es decir, solo si venía encarnado podría llevar a cabo la plena salvación de la humanidad. Dios ha venido encarnado dos veces a redimirla y salvarla. El Señor Jesús era Dios encarnado y vino a realizar la obra de redención. Tal vez haya quien pregunte: “¿Por qué no usó Dios a una persona para la obra de redención? ¿Por qué se encarnó Dios?”. Porque todo integrante de la humanidad corrupta carga con el pecado, todos somos pecadores; o sea, no había ninguna ofrenda por el pecado que fuera apta. Solamente el Hijo del hombre encarnado era libre de pecado, por lo que Dios se encarnó en el Hijo del hombre para asumir Él mismo la obra redentora. Esto fue lo que demostró realmente la justicia y santidad de Dios, humilló por completo a Satanás y lo dejó sin motivos para acusar a Dios. Así, además, la humanidad conoció el amor y la misericordia sinceros de Dios por ella. Cuando terminó el Señor Jesús la obra de redención, profetizó que regresaría. Hoy día, el Señor Jesús ha regresado y es Dios Todopoderoso encarnado. Dios Todopoderoso ha expresado muchas verdades y realiza la obra del juicio en los últimos días para purificar toda corrupción humana, salvar a la humanidad del pecado y de la fuerza de Satanás, y llevarla a un hermoso destino. Pero lo inesperado es que, aunque Dios Todopoderoso haya expresado tanta verdad, aún se oponen a Él y lo condenan frenéticamente las fuerzas de los anticristos del mundo religioso, que hasta se han aliado con el PCCh gobernante para tratar de impedir, malograr y proscribir la aparición y obra de Dios en los últimos días. Hacen todo lo posible por negar que Dios Todopoderoso sea la aparición de Dios encarnado y, además, condenan a Dios Todopoderoso y blasfeman contra Él por ser una persona normal, lo que expone del todo la peor cara de las fuerzas del anticristo del mundo religioso: son aquellos que odian la verdad y se oponen a Dios. Si echamos la vista 2000 años atrás, observamos que los sumos sacerdotes, escribas y fariseos del judaísmo preferían morir a aceptar al Señor Jesús como Mesías. Señalaron al Señor Jesús como una persona normal que blasfemaba, hicieron cuanto pudieron por oponerse al Señor Jesús, condenarlo y blasfemar contra Él y al final lo crucificaron, con lo que cometieron un crimen atroz por el que Dios los maldijo y castigó. Hoy día, Dios Todopoderoso aparece y obra con la imagen del Hijo del hombre. Muchos han comprobado que las palabras de Dios Todopoderoso son la verdad, han oído la voz de Dios y, felizmente, han aceptado la obra de Dios en los últimos días y recibido al Señor. No obstante, mucha gente no conoce a Dios encarnado, aún considera a Dios Todopoderoso una persona normal y, encima, juzga y condena a todos los que aceptan a Dios Todopoderoso porque, alega, creen en una persona normal. Esta gente cree entender la Biblia, por lo que se niega a estudiar el camino verdadero y condena y se opone frenéticamente a Dios Todopoderoso, con lo que comete el pecado de crucificar de nuevo a Dios. ¿Por qué ha condenado y rechazado el hombre a ambas encarnaciones de Dios? Porque la gente no conoce a Dios, no entiende qué es la verdad y menos aún comprende el gran misterio de la encarnación. También porque los humanos son sumamente corruptos y tienen una naturaleza satánica. No solo aborrecen y detestan la verdad, sino que también son ferozmente hostiles a Dios y no tienen ningún temor. De hecho, hay creyentes en Dios bastante devotos a quienes, por ignorancia, han engañado el PCCh, rey de los demonios, y las fuerzas de los anticristos y que han tomado la senda de oposición a Dios. Han fallado por falta de conocimiento de la encarnación y de la verdad, por lo que no pueden oír la voz de Dios y, en consecuencia, consideran a Dios encarnado una persona normal, lo condenan y blasfeman contra Él. Evidentemente, es vital comprender la verdad de la encarnación para recibir al Señor y que Él nos ascienda al reino de los cielos. Es una cuestión decisiva para nuestro destino final.
Muchos preguntarán: Dado que el Señor Jesús es Dios encarnado, ha realizado la obra redentora y la humanidad ya se ha salvado y se ha vuelto a Dios, ¿por qué, de todos modos, Dios ha de venir encarnado en los últimos días a realizar la obra del juicio para salvar a la humanidad? Esto tiene un sentido profundo. En pocas palabras, que Dios venga encarnado dos veces a redimir a la humanidad, a purificarnos y salvarnos plenamente fue predestinado por Él mucho antes de crear el mundo. Muchas profecías bíblicas afirman que Dios vendrá encarnado dos veces en el Hijo del hombre. La primera, con la crucifixión en ofrenda por el pecado, Él culminó la obra de redención para perdonar los pecados a la gente, pero esta no se libró del pecado ni alcanzó la santidad. La segunda, con la expresión de la verdad y la obra del juicio, Él purificará a fondo a la humanidad, la salvará por completo del pecado y de la influencia de Satanás, pondrá fin a la era y llevará a la humanidad a un hermoso destino. Por tanto, las dos encarnaciones pretenden redimir a la humanidad y salvarla por completo. Dios viene encarnado dos veces a concluir Su plan de gestión para salvar a la humanidad. Actualmente, la obra del juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días ha conquistado y perfeccionado a un grupo de gente como vencedores, Dios ha derrotado a Satanás y ganado la gloria, y puede afirmarse que Él ha concluido Su gran obra. Estas son cosas que Dios ya ha hecho. Ahora vemos la fabulosa trascendencia de la encarnación de Dios en los últimos días. Por un lado, concluyó la antigua era, la Era de la Gracia, e inició una nueva, la Era del Reino. Por otro, purifica y salva plenamente a la humanidad y la lleva a un hermoso destino. Dios encarnado concluye tanto la obra de redención como la de juicio, así que, sin duda, las dos encarnaciones de Dios tienen honda trascendencia. En la actualidad, Dios Todopoderoso ha expresado muchas verdades y hecho grandísimas cosas en el mundo; entonces, ¿por qué aún hay tanta gente que no conoce la obra de Dios? Muchos siguen negándose a admitir que Dios Todopoderoso es Dios encarnado, se aferran a las nociones religiosas, creen que solo el Señor Jesús es Dios e insisten en que ceñirse a la Biblia es la única vía de entrada al reino de los cielos. ¡Menuda estupidez de necios e ignorantes! ¿Cómo van a llegar a oír la voz de Dios unas personas tan necias? ¿Y cómo van a descubrir toda verdad expresada por Dios Todopoderoso? En definitiva, esto se debe a que a la gente desconoce a Dios encarnado y no reconoce la voz de Dios, por lo que no puede ser ascendida ante Su trono. Estos ignorantes, estas vírgenes insensatas, jamás recibirán la aprobación de Dios por más años que crean. Evidentemente, si quieres recibir al Señor, ¡es crucial conocer a Dios encarnado y comprender la verdad de la encarnación! ¿Y qué es exactamente la encarnación? ¿Cómo debemos entender la encarnación? ¿Cómo distinguir al Cristo verdadero de los falsos? Lo entenderemos tras leer la palabra de Dios Todopoderoso.
Dios Todopoderoso dice: “La ‘encarnación’ es la aparición de Dios en la carne; Él obra en medio de la humanidad creada a imagen de la carne. Por tanto, para que Dios se encarne, primero debe ser carne, una carne con una humanidad normal; esto, como mínimo, es el requisito previo más básico. De hecho, la implicación de la encarnación de Dios es que Él vive y obra en la carne; Dios se hace carne en Su misma esencia, se hace hombre” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de la carne habitada por Dios). “El Dios encarnado se llama Cristo y Cristo es la carne vestida con el Espíritu de Dios. Esta carne es diferente a cualquier hombre que es de la carne. La diferencia es porque Cristo no es de carne y hueso; Él es la encarnación del Espíritu. Tiene tanto una humanidad normal como una divinidad completa. Su divinidad no la posee ningún hombre. Su humanidad normal sustenta todas Sus actividades normales en la carne, mientras que Su divinidad lleva a cabo la obra de Dios mismo” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial). “El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto, porque Él posee la esencia de Dios, posee el carácter de Dios, y posee la sabiduría en Su obra, carácter y sabiduría que el hombre no puede alcanzar. Los que a sí mismos se llaman Cristo, pero que no pueden hacer la obra de Dios, son fraudes. Cristo no es sólo la manifestación de Dios en la tierra, sino que también es la carne particular asumida por Dios a medida que lleva a cabo y completa Su obra entre los hombres. Esta carne no puede ser suplantada por cualquier hombre, sino que es una carne que puede asumir adecuadamente la obra de Dios en la tierra, expresar el carácter de Dios y representarlo a Él bien, y proveer la vida al hombre” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna). La palabra de Dios deja claro que la encarnación es la materialización de Su Espíritu en la carne; o sea, el Espíritu de Dios se viste de carne para convertirse en una persona común, y entonces aparece y obra en el mundo humano. Sencillamente, el Espíritu de Dios se viste de carne y se convierte en el Hijo del hombre. Aparentemente, Dios encarnado es una persona normal y corriente, alguien ni elevado ni extraordinario que come, viste y se mueve como la gente normal y lleva una vida normal. Necesita comer cuando tiene hambre y dormir cuando está cansado. Experimenta las emociones humanas normales, vive real y verdaderamente entre los hombres y nadie detecta que Él es el Dios práctico encarnado. Sin embargo, pese a ser una persona común y corriente, hay una diferencia sustancial entre Él y los seres humanos creados. Él es la encarnación de Dios y el Espíritu de Dios vive en Él. Tiene una humanidad normal, pero también una divinidad total, visible y tangible. Se manifiesta, ante todo, en que puede expresar la verdad y revelar misterios en todo tiempo y lugar. Puede expresar y dar testimonio del carácter de Dios y de todo lo que Dios tiene y es, de la mente, los pensamientos, el amor, la omnipotencia y la sabiduría de Dios para que toda persona conozca y comprenda a Dios. También puede revelar todos los misterios de la Biblia; es decir, puede abrir el rollo profetizado en el Apocalipsis. Eso demuestra que tiene divinidad total. Aparentemente, Cristo es una persona normal, pero puede expresar muchísima verdad, despertar a la gente y salvar a la humanidad corrupta de la influencia de Satanás. Sin el Espíritu de Dios en su interior, ¿cómo va a hacer alguien estas cosas? Por supuesto, ningún famoso ni gran hombre podría hacerlas, pues ninguno sabe expresar la verdad. No poseen ninguna verdad. Si ni siquiera podrían salvarse a sí mismos, ¿cómo podrían salvar a toda la humanidad? Dios encarnado puede expresar la verdad y realizar la obra del juicio para purificar y salvar a la humanidad, capacidades que no tiene ningún ser humano. El libro La Palabra manifestada en carne es la declaración de Dios en los últimos días y el testimonio de Su obra del juicio en los últimos días. Como el pueblo escogido de Dios ha experimentado Su obra del juicio en los últimos días y aceptado el riego y pastoreo del propio Dios Todopoderoso, todo él ha percibido el hondo sentido práctico de la obra de Dios encarnado. Dios vive real y verdaderamente entre la gente y expresa la verdad en función de nuestra situación real para sustentarnos, proveernos y exponer las anomalías de nuestra fe en Dios, nuestras búsquedas y opiniones erróneas y toda clase de actitudes satánicas que llevamos dentro, a fin de que adquiramos conocimiento y cambiemos. Dios también nos cuenta Sus deseos y exigencias a la gente, lo que nos aporta los objetivos de búsqueda y los principios de práctica más prácticos y precisos para poder entrar en las realidades de la verdad, recibir la salvación de Dios y escapar totalmente a las fuerzas oscuras de Satanás. Quien siga a Dios Todopoderoso experimenta intensamente que, sin la venida de Dios encarnado a expresar la verdad para juzgar y castigar a la gente, nunca podría reconocer su naturaleza pecaminosa ni librarse de la esclavitud y las limitaciones del pecado. Se da cuenta, asimismo, de que aceptar el juicio y castigo de Dios es la única forma de que se purifique su carácter corrupto, de que solo al conocer el carácter justo de Dios puede temerlo y apartarse del mal y de que vivir según la palabra de Dios es el único modo de vivir con auténtica semejanza humana, ser apto para recibir las promesas y bendiciones de Dios y ser llevado al reino de los cielos. Piensa en esto: Si no viniera Dios encarnado a expresar tanta verdad en los últimos días, ¿tendríamos alguna vez esta oportunidad irrepetible de salvarnos? ¿Podríamos recibir el juicio y castigo de Dios y gozar de Sus abundantes bendiciones? Sin la encarnación de Dios en los últimos días, la humanidad se condenaría a la destrucción y nadie recibiría la salvación. Tal como dice la palabra de Dios Todopoderoso, “Esta vez, Dios viene a hacer la obra, no en un cuerpo espiritual, sino en uno muy corriente. Además, no solo es el cuerpo de la segunda encarnación de Dios, sino también el cuerpo a través del cual Él regresa a la carne. Es una carne muy corriente. No puedes ver nada que lo haga resaltar entre los demás, pero puedes recibir de Él las verdades que nunca antes se han oído. Esta carne insignificante es la personificación de todas las palabras de la verdad de Dios, la que emprende Su obra en los últimos días y la que expresa todo el carácter de Dios para que el hombre lo entienda. ¿No deseas enormemente ver al Dios del cielo? ¿No deseas enormemente entenderlo? ¿No deseas enormemente ver el destino de la humanidad? Él te contará todos estos secretos que ningún hombre ha sido capaz de contarte y Él te hablará también de las verdades que no entiendes. Él es tu puerta al reino y tu guía a la nueva era. Una carne tan corriente contiene muchos misterios insondables. Sus hechos pueden ser inescrutables para ti, pero el objetivo de toda la obra que Él realiza es suficiente para que veas que Él no es simple carne como la gente cree. Porque Él representa la voluntad de Dios, así como el cuidado mostrado por Dios hacia la humanidad en los últimos días. Aunque no puedes oír Sus palabras, que parecen sacudir los cielos y la tierra, aunque no puedes ver Sus ojos como llamas de fuego, y aunque no puedes recibir la disciplina de Su vara de hierro, sí puedes oír de Sus palabras la furia de Dios y saber que Dios muestra compasión por la humanidad; puedes ver Su carácter justo y Su sabiduría, y darte cuenta, además, de la preocupación que Él tiene por toda la humanidad. La obra de Dios en los últimos días consiste en permitirle al hombre ver al Dios del cielo vivir entre los hombres sobre la tierra y permitirles que lo conozcan, obedezcan, reverencien y amen. Por esta razón, Él ha regresado a la carne por segunda vez. Aunque lo que el hombre ve hoy es un Dios igual a él, un Dios con una nariz y dos ojos, un Dios sin nada especial, al final Él os mostrará que sin la existencia de este hombre el cielo y la tierra pasarían por un cambio tremendo; sin la existencia de este hombre, el cielo se volvería sombrío, la tierra se convertiría en caos y toda la humanidad viviría entre hambruna y plagas. Él os mostrará que, si Dios encarnado no viniera a salvaros en los últimos días, entonces Dios habría destruido a toda la humanidad hace mucho tiempo en el infierno; sin la existencia de esta carne, seríais para siempre archipecadores, seríais cadáveres eternamente. Deberíais saber que, sin la existencia de esta carne, toda la humanidad enfrentaría una calamidad inevitable y le resultaría imposible escapar del castigo más severo que Dios le impone en los últimos días. Sin el nacimiento de esta carne corriente, todos vosotros estaríais en un estado en el que rogar por la vida no haría posible vivir, y orar por la muerte no haría posible morir; sin la existencia de esta carne no podríais recibir hoy la verdad y venir ante el trono de Dios. Más bien, Él os castigaría por vuestros graves pecados. ¿Sabéis que si no fuera por el retorno de Dios a la carne, nadie tendría oportunidad de salvarse, y que si no fuera por la venida de esta carne, Dios habría acabado hace mucho la era antigua? Así las cosas, ¿podéis todavía rechazar la segunda encarnación de Dios? Ya que os podéis beneficiar tan enormemente de este hombre corriente, entonces ¿por qué no lo aceptáis con alegría?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Sabías que Dios ha hecho algo grande entre los hombres?).
Quizá alguien pregunte a estas alturas: “La apariencia externa de Dios encarnado es normal y Su divinidad está oculta en Su carne. Entonces, si Dios ha llegado, ¿cómo podemos reconocerlo como Dios encarnado?”. Nos lo enseñan las palabras de Dios Todopoderoso. Dios Todopoderoso dice: “Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, Él traerá la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa. Si el hombre sólo analiza Su apariencia externa, y como consecuencia pasa por alto Su esencia, esto muestra que el hombre es ignorante” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). La palabra de Dios evidencia que no se reconoce a Dios encarnado por Su apariencia, por la familia en que nació, por si Él tiene posición o poder ni por si tiene prestigio en el mundo religioso. Eso no depende de estas cosas, sino de si tiene la esencia de Dios, de si puede expresar la verdad y realizar la obra del propio Dios. Este es el elemento clave. Si puede expresar la verdad y realizar la obra de salvar a la humanidad, aunque naciera en una familia normal y carezca de poder y posición en la sociedad, Él es Dios. Igual que en la Era de la Gracia: cuando el Señor Jesús vino a obrar, nació en una familia normal, vino al mundo en un pesebre, no era alto ni fuerte y no tenía estatus ni poder, pero sabía expresar la verdad, le dio a la gente el camino del arrepentimiento y podía perdonarle los pecados. Los que amaban la verdad, como Sus discípulos Pedro y Juan, vieron en la obra del Señor Jesús y en la verdad que expresaba que Él tenía el poder y la autoridad de Dios, y reconocieron al Señor Jesús como Mesías, por lo que lo siguieron y recibieron Su salvación. Hoy día, Dios ha regresado encarnado al mundo humano y, a pesar de Su apariencia externa de persona normal, Dios Todopoderoso puede expresar mucha verdad y hace la obra del juicio en los últimos días. En todo país y lugar, muchos han visto la verdad expresada por Dios Todopoderoso, han reconocido la voz de Dios, han aceptado a Dios Todopoderoso y han sido ascendidos ante el trono de Dios. Han empezado a experimentar el juicio y castigo de Dios y han comprendido algo de la verdad. Todos tienen experiencias y testimonios maravillosos, y lo dan todo por predicar el evangelio y dar testimonio de Dios. Los hechos demuestran que solo alguien capaz de expresar la verdad, juzgar y purificar a la gente y salvar plenamente a la humanidad es Cristo y Dios encarnado. Es innegable. Si alguien no es capaz de expresar la verdad y solo sabe engañar mostrando señales y prodigios, esto es obra de un espíritu maligno. Si se denomina a sí mismo Dios, es un falso Cristo que imita a Dios. Para conocer a Dios encarnado, hemos de tener esta certeza: únicamente Dios encarnado puede expresar la verdad, realizar la obra del juicio en los últimos días y salvar plenamente a la humanidad de las fuerzas satánicas.
Dios Todopoderoso ha expresado mucha verdad y hecho una gran obra en los últimos días, pero muchos hacen oídos sordos y solo esperan a que el Señor Jesús venga públicamente en una nube. Esa gente llorará y crujirá los dientes mientras queda destruida en el desastre. Esto cumple la profecía del Apocalipsis: “He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él” (Apocalipsis 1:7). Dios Todopoderoso dice también: “En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra”. Leamos por último un pasaje de la palabra de Dios Todopoderoso. Dios Todopoderoso dice: “Los que quieren obtener la vida sin confiar en la verdad de la que Cristo habló son las personas más absurdas de la tierra, y los que no aceptan el camino de la vida que Cristo trajo están perdidos en la fantasía. Y así digo que aquellos que no aceptan al Cristo de los últimos días Dios los detestará para siempre. Cristo es la puerta para que el hombre entre al reino durante los últimos días, y no hay nadie que pueda evitarle. Nadie puede ser perfeccionado por Dios excepto por medio de Cristo. Tú crees en Dios y por tanto debes aceptar Sus palabras y obedecer Su camino. No puedes simplemente pensar en obtener bendiciones sin ser capaz de recibir la verdad o de aceptar la provisión de la vida. Cristo viene en los últimos días para que a todos los que verdaderamente creen en Él les pueda proveer la vida. Su obra es en aras de concluir la era antigua y entrar en la nueva, y Su obra es el camino que deben tomar todos los que entrarán en la nueva era. Si no eres capaz de reconocerlo y en cambio lo condenas, blasfemas y hasta lo persigues, entonces estás destinado a arder por toda la eternidad y nunca entrarás en el reino de Dios. Porque este Cristo es Él mismo la expresión del Espíritu Santo, la expresión de Dios, Aquel a quien Dios le ha confiado hacer Su obra en la tierra. Y por eso digo que si no puedes aceptar todo lo que el Cristo de los últimos días hace, entonces blasfemas contra el Espíritu Santo. La retribución que deben sufrir los que blasfeman contra el Espíritu Santo es obvia para todos. También te digo que si te resistes al Cristo de los últimos días y si reniegas de Él, entonces no habrá nadie que pueda soportar las consecuencias en tu lugar. Además, a partir de este día no tendrás otra oportunidad para obtener la aprobación de Dios; incluso si tratas de redimirte tú mismo, nunca más volverás a contemplar el rostro de Dios. Porque al que tú te resistes no es un hombre, lo que niegas no es algún ser diminuto, sino a Cristo. ¿Sabes cuáles serán las consecuencias de esto? No habrás cometido un pequeño error, sino que habrás cometido un crimen atroz. Y así les aconsejo a todos que no tengan una reacción violenta contra la verdad, o hagan críticas descuidadas, porque solo la verdad te puede dar la vida y nada excepto la verdad te puede permitir volver a nacer y contemplar el rostro de Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna).