Ese día el cielo estaba especialmente claro y soleado (Parte 1)
Yo era una creyente de la iglesia de Tres Autonomías en China. Cuando empecé a participar en reuniones allí, los pastores nos decían a menudo: “Hermanos y hermanas, en la Biblia se recoge que: ‘Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación’ (Romanos 10:10). Hemos sido justificados por nuestra fe. Como creemos en Jesús, hemos sido salvados. Si creyéramos en cualquier otro, entonces no habríamos sido salvados…”. Yo me aferraba a esas palabras de los pastores. Como consecuencia, yo buscaba fervientemente y asistía activamente a las reuniones esperando que el Señor volviera y me dejara entrar en el reino de los cielos. Más adelante, como siguieran sucediendo cosas incorrectas en la iglesia, eso hizo que me hartara de las reuniones allí. En primer lugar, los pastores estaban divididos y fraccionados, cada uno de ellos tratando de llegar a la cima de su facción, formando reinos independientes. En segundo lugar, los sermones de los pastores debían estar en línea con el Departamento de Trabajo del Frente Unido (DTFU). Este decidía de qué se podía hablar y nadie se atrevía a contradecirlo. El DTFU no les permitía exponer el libro del Apocalipsis por miedo a perturbar el sentimiento popular, así que los pastores no lo predicaban. Los pastores hablaban a menudo sobre dar dinero a la iglesia, diciendo que cuanto más dieran, más bendiciones recibirían de parte de Dios… Por tanto, cuando vi que esta era la situación de la iglesia, me sentí desconcertada: ¿por qué cambió la iglesia a como está ahora?, ¿no creen los pastores en el Señor?, ¿por qué no temen al Señor?, ¿por qué no siguen la palabra de Dios? A partir de ese momento, ya no quise ir a las reuniones en la Iglesia de las Tres Autonomías, porque sentía que ellos no creían verdaderamente en Dios, que usaban el nombre de Dios para obtener el dinero ganado con esfuerzo de los hermanos y hermanas.
En la segunda mitad de 1995, dejé la iglesia sin dudarlo y me uní a una iglesia casera (seguidores de la sola fide). Al principio, sentí que sus sermones no estaban sujetos a las restricciones del gobierno nacional, e incluso hablaban del libro del Apocalipsis, de los últimos días y del retorno del Señor. También profundizaban más en otros temas en comparación con la Iglesia de las Tres Autonomías y pensé que estaría más contenta asistiendo allí en comparación con las reuniones de la otra iglesia. Esto me hizo muy feliz. Pero después de un tiempo, descubrí que allí también había entre los colaboradores algunos que se volvieron envidiosos, que discutían y querían dividir al grupo. Ninguno de los hermanos y hermanas estaba cumpliendo los requerimientos del Señor, no tenían el amor que tuvieron en el pasado… Cuando vi que esta iglesia era igual a la otra, me sentí muy decepcionada; pero tampoco sabía adónde podía ir para descubrir una iglesia que tuviera la obra del Espíritu Santo. Por falta de una opción mejor, todo lo que pude hacer fue quedarme con estos seguidores de la sola fide. Como antes, seguí asistiendo a las reuniones, porque todos los pastores y predicadores decían que “ser salvado una vez es ser salvado para siempre” y “mientras ejercites la paciencia hasta el final, trabajes duro por Dios y defiendas el camino del Señor serás capaz de entrar en el reino de los cielos”. En ese momento pensaba: sin importar cómo sean otras personas, mientras persevere en mi fe en el Señor Jesús y no me aparte de su camino, cuando el Señor vuelva, tendré oportunidad de ser arrebatada al reino de los cielos.
En un abrir y cerrar de ojos, ya era casi la segunda mitad de 1997. El evangelio del reino de Dios ya se había extendido hasta donde nosotros estábamos, y la iglesia era un caos. El líder Li nos dijo: “Acaba de surgir un grupo que está difundiendo el Relámpago Oriental, está yendo por todas partes robando corderos de diversas denominaciones y está diciendo que el Señor Jesús ya ha vuelto y que está llevando a cabo una nueva etapa de la obra. El Señor Jesús fue clavado en la cruz por nosotros, Él ya ha pagado el precio de Su vida para redimirnos. Ya hemos sido salvados, sólo debemos esperar pacientemente hasta el final y, cuando el Señor vuelva, seremos sin duda arrebatados al reino de los cielos. Por tanto, debemos estar atentos y no podemos en absoluto recibir a esas personas del Relámpago Oriental. ¡Quienquiera que las reciba será expulsado de la iglesia! Asimismo, debes asegurarte de no escuchar lo que enseñan y de no leer su libro…”. Parecía que todos los colaboradores de todos los niveles estaban hablando sobre esto en todas las reuniones. Después de escucharlos, yo sentí que ideas contradictorias surgieron involuntariamente dentro de mí con respecto al Relámpago Oriental. Sentí que debía protegerme de él y tener una gran precaución, porque tenía miedo de ser robada por el Relámpago Oriental y perder mi oportunidad de entrar en el reino de los cielos.
El año 1998 acababa de empezar, cuando un día me encontré inesperadamente con alguien de la Iglesia de Dios Todopoderoso y tuve la suerte de escuchar el camino del Relámpago Oriental por primera vez. Ese día, mi hermana mayor me llamó por teléfono y me invitó a su casa. Ella también había invitado a la hermana Hu de su pueblo para que viniera y, cuando esta última me vio, sonrió y me dijo: “Qué bueno que viniste. Una familiar lejana mía que es creyente está de visita, ven, reunámonos todas”. Yo respondí con alegría: “Claro, por favor, que también venga ella”. Poco después, la hermana Hu volvió con su familiar. Cuando la hermana nos vio, nos saludó con entusiasmo. Aunque nunca la había visto antes, sentí una especie de cercanía con ella. Después de sentarnos, la hermana empezó a hablar. Dijo: “Hay una desolación generalizada en la iglesia hoy en día. Los predicadores no tienen nada nuevo sobre lo cual predicar y en cada reunión, cuando no están hablando de cómo resistirse al Relámpago Oriental, simplemente escuchan cintas y cantan. En eso consisten las reuniones. Los colaboradores tienen envidia entre sí y pelean, conspiran y se confabulan. Todos son extremadamente farisaicos y se niegan a obedecer a los demás; los hermanos y hermanas son negativos y débiles, y carecen de fe y amor. Muchos han abandonado al Señor para volver al mundo y ganar dinero”. En lo profundo de mi ser yo sentía lo mismo y, cuando asentí con la cabeza, le dije a la hermana: “Así es también donde yo asisto. Antes teníamos de veinte a treinta personas en nuestras reuniones mensuales; pero ahora sólo hay algunos ancianos, ¡incluso los predicadores se han ido al mundo a ganar dinero! No hay expectativa de deleite en las reuniones”. La hermana asintió con la cabeza y dijo: “Esta situación no se da ya sólo en algunas iglesias, es un fenómeno generalizado en todo el mundo religioso. Esto muestra que la obra del Espíritu Santo ya no está en la iglesia, por eso van a seguir surgiendo cosas contra la ley. Esta es una señal del retorno del Señor. Es justo como al final de la Era de la Ley, cuando el templo se convirtió en un lugar donde se vendía ganado y se cambiaba dinero. Eso ocurrió porque Dios ya había dejado de llevar a cabo Su obra en el templo. En su lugar, Dios se había encarnado como el Señor Jesús para llevar a cabo una nueva etapa de la obra fuera del templo”. Yo escuchaba atentamente y asentía con frecuencia. La hermana siguió hablando: “Hermana, en Lucas 17:24-26 se dice: ‘Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación. Tal como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre’. ¿Cómo interpretas estas líneas de las Escrituras?”. Yo reflexioné seriamente en ellas durante un momento y con una sonrisa incómoda dije: “Hermana, ¿no están hablando estas líneas de las Escrituras sobre la llegada del Señor?”. La hermana contestó, diciendo: “Estas líneas de las Escrituras hablan de la llegada del Señor. Sin embargo, no están hablando sobre el Señor Jesús que vino durante ese tiempo. En su lugar, están refiriéndose a la llegada del Señor de los últimos días. Hermana, actualmente la fe de los creyentes de la iglesia se ha enfriado. Son negativos y débiles. Esto se debe a que Dios se ha hecho carne otra vez para llevar a cabo una nueva etapa de la obra. La obra de Dios está avanzando y todos los que no sigan la nueva obra de Dios perderán la obra del Espíritu Santo…”. Tan pronto como oí a la hermana decir que el Señor Jesús ya había vuelto, supuse inmediatamente que pertenecía al Relámpago Oriental y mi corazón se entristeció al momento. La sonrisa también desapareció de mi cara cuando las palabras de mis líderes que sellaron la iglesia inmediatamente empezaron a flotar alrededor de mi cabeza: “¡Creer en Jesús es ser salvado, ser salvado una vez es ser salvado para siempre! […] ¡No recibas a los del Relámpago Oriental! …”. Cuando pensé en esas palabras de mis líderes, quise volver corriendo a casa. Pero, cuando esta idea me pasó por la cabeza, el Señor me esclareció haciéndome recordar una estrofa de una canción: “Jesús es nuestro refugio. Cuando tengas problemas, escóndete con Él; cuando el Señor y tú estén juntos, ¿a qué puedes temer?”. ¡Eso es! Si tengo al Señor a mi lado, ¿de qué tengo que temer entonces? Las cosas que producen miedo no vienen de Dios, vienen de Satanás. En ese momento, la hermana dijo: “Si alguien tiene alguna pregunta, adelante, que la comparta, la palabra de Dios podrá resolver todos los problemas y dificultades que tengamos”. Cuando la oí decir eso, pensé: ¡Espero que mis preguntas no te dejen sin palabras! Me gustaría oír lo que predica realmente el Relámpago Oriental, lo cual es capaz de robar tantas “buenas ovejas”.
Cuando pensé en eso, empecé a preguntar: “Nuestros líderes siempre nos han dicho que el Señor Jesús fue clavado en la cruz por nosotros y que Él ya ha pagado el precio de Su vida con el fin de redimirnos, por lo que ya hemos sido salvados. Tal como se recoge en las Escrituras: ‘Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación’ (Romanos 10:10). Como ya hemos sido salvados una vez, hemos sido salvados para siempre. Mientras ejerzamos la paciencia hasta el final y esperemos el retorno del Señor, seremos sin duda arrebatados al reino de los cielos. Esa es la promesa que el Señor nos ha hecho. Por tanto, no necesitamos aceptar ninguna obra nueva llevada a cabo por Dios”.
Después de oírme decir eso, la hermana sonrió y me dijo: “Muchos creyentes piensan que el Señor Jesús ha sido clavado en la cruz por ellos y que, como Él pagó el precio de Su vida, ya están redimidos y salvados. Piensan que ser salvados una vez es ser salvados para siempre, que todo lo que necesitan es ejercer la paciencia hasta el final, esperar el retorno del Señor cuando serán sin duda arrebatados al reino de los cielos, y que no necesitan aceptar ninguna obra nueva llevada a cabo por Dios. ¿Pero es realmente correcta o no esta forma de pensar? ¿Se conforma esta realmente a la voluntad del Señor? Realmente, esta idea de que ‘ser salvado una vez es ser salvado para siempre, y cuando el Señor vuelva seremos arrebatados al reino de los cielos’ es sólo los conceptos y la imaginación del hombre, simplemente no se conforma a la palabra del Señor. El Señor Jesús nunca dijo que ‘los que han sido salvados por su fe pueden entrar en el reino de los cielos’. En su lugar dijo: ‘Sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos’ (Mateo 7:21). ‘Ser salvado’ y ‘hacer la voluntad del Padre que está en los cielos’ no son la misma cosa. Cuando hablamos de ‘ser salvado por tu fe’, este ‘ser salvado’ se refiere a que tus pecados te son perdonados. Es decir, si se supone que había que ejecutar a una persona conforme a la ley, pero después ella vino ante el Señor y se arrepintió, recibiendo la gracia del Señor y el perdón de sus pecados por parte del Señor, esta persona escaparía de la condena de la ley, ya no sería ejecutada conforme a la ley. Este es el verdadero significado de ‘ser salvado’. Pero ser salvado no significa que una persona se haya alejado del pecado y haya sido purificada. Todos sabemos, por nuestra experiencia, cuán cierto es esto. Aunque hayamos creído en el Señor durante muchos años, admitamos a menudo nuestros pecados ante Señor y nos arrepintamos, y también disfrutemos del gozo y la seguridad de que nuestros pecados han sido perdonados, aún cometemos frecuentemente pecados de forma involuntaria. Nuestros pecados nos atan. Esto es una realidad. Por ejemplo: nuestra arrogancia, astucia, egoísmo, codicia, maldad y otras partes de nuestro carácter corrupto aún siguen existiendo; aún disfrutamos de la búsqueda de las tendencias del mundo, la riqueza y la fama, y los placeres de la carne. Nos aferramos a los placeres pecaminosos, incapaces de liberarnos. A menudo, podemos mentir y engañar a otros para proteger intereses personales. Por tanto, ‘ser salvado’ no significa que uno ya haya alcanzado la salvación plena. Eso es un hecho. Tal como Dios dice: ‘Seréis, pues, santos porque yo soy santo’ (Levítico 11:45). Dios es santo, pero, ¿puede permitir Él que quienes pecan y se resisten a menudo a Dios entren en el reino de los cielos? Si crees que quienes han sido salvados por su fe pueden entrar en el reino de los cielos, ¿entonces por qué dijo también el Señor Jesús: ‘No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?». Y entonces les declararé: «Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad»’ (Mateo 7:21-23). ¿Por qué se dice que, cuando el Señor vuelva, separará a los cabritos de las ovejas y al trigo de la cizaña? ¡Nosotros creemos que es completamente inválido decir que ‘quienes han sido salvados por su fe pueden entrar en el reino de los cielos’! ¡Esto se desvía completamente de las palabras del Señor Jesús! ¡Son palabras que resisten a las del Señor! Por tanto, si no recibimos ni creemos en la palabra del Señor, sino que en su lugar nos agarramos a las falacias diseminadas por pastores y ancianos; si confiamos en nuestros propios conceptos e imaginación en nuestra fe en Dios, nunca seremos capaces de cumplir con las exigencias de Dios y nunca podremos ser arrebatados al reino de los cielos”.
Reflexioné sobre las palabras de la hermana y sentí que tenían mucho sentido, así que me senté allí a escuchar tranquilamente…
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