Cómo se puede reconocer la verdad y quién puede expresarla realmente

30 May 2018

Las palabras relevantes de Dios:

Dios mismo es la vida y la verdad, Su vida y verdad coexisten. Los que no pueden obtener la verdad nunca obtendrán la vida. Sin la guía, el apoyo y la provisión de la verdad, solo recibirás letras, doctrinas y, por encima de todo, la muerte. La vida de Dios siempre está presente, Su verdad y vida coexisten. Si no puedes encontrar la fuente de la verdad, entonces no obtendrás el alimento de la vida; si no puedes obtener la provisión de vida, entonces, seguramente no tienes la verdad, y así, aparte de las imaginaciones y las nociones, la totalidad de tu cuerpo no será nada más que carne, tu apestosa carne. Debes saber que las palabras de los libros no cuentan como vida, los registros de la historia no se pueden consagrar como la verdad, y las normas del pasado no pueden servir como un registro de palabras que Dios pronuncia en el presente. Sólo lo que Dios expresa cuando viene a la tierra y vive entre los hombres es la verdad, la vida, la voluntad de Dios y Su manera actual de obrar.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna

La verdad es el más real de los aforismos de la vida, y el más alto de tales aforismos en toda la humanidad. Debido a que es el requisito que Dios exige al hombre, y a que es la obra realizada personalmente por Dios, es que se llama el “aforismo de la vida”. No es un aforismo que se resume de algo, ni tampoco es una famosa cita de una gran figura. Sino que es la declaración del soberano de los cielos y la tierra y de todas las cosas, a la humanidad; no son algunas palabras resumidas por el hombre, sino la vida inherente de Dios. Y por ello es que se le llama el más alto de los “aforismos de la vida”.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Sólo los que conocen a Dios y Su obra pueden satisfacer a Dios

La verdad viene del mundo del hombre, pero la verdad entre los hombres es transmitida por Cristo. Se origina en Cristo, es decir, en Dios mismo, y esto no es algo de lo que sea capaz el hombre. Sin embargo, Cristo sólo provee la verdad; Él no viene a decidir si el hombre tendrá éxito en su búsqueda de la verdad. Por tanto, se deduce que el éxito o el fracaso en la verdad depende de la búsqueda del hombre. El éxito o fracaso del hombre sobre la verdad nunca ha tenido nada que ver con Cristo, sino que viene determinado por su búsqueda. El destino del hombre y su éxito o fracaso no pueden achacarse a Dios, haciendo que Él mismo cargue con ello, porque este no es un asunto de Dios mismo, sino que está directamente relacionado con el deber que las criaturas de Dios deben cumplir.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine

La verdad no es formulada ni es una ley. No está muerta; es vida, es algo vivo, es la regla que un ser creado debe seguir en la vida y la norma que un ser humano debe tener en la vida. Esto es algo que debes entender lo mejor posible a través de la experiencia. Independientemente de la etapa que hayas alcanzado en tu experiencia, eres inseparable de la palabra de Dios y de la verdad, y lo que entiendes de Su carácter y lo que sabes que Dios tiene y es, todo esto está expresado en Sus palabras; están inextricablemente vinculados a la verdad. El carácter de Dios y lo que Él tiene y es, son en sí mismos, la verdad. La verdad es una manifestación auténtica del carácter de Dios y de lo que Él tiene y es. Hace concreto lo que Dios tiene y es y declara de forma expresa lo que Él tiene y es; te indica de un modo más directo lo que le agrada a Dios, lo que le desagrada, lo que Él quiere que hagas y lo que no te permite hacer, a qué personas desprecia y en quiénes se deleita. Detrás de las verdades que Dios expresa, las personas pueden ver Su placer, Su ira, Su tristeza y Su felicidad, así como Su esencia; esta es la revelación de Su carácter.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III

La verdad es la realidad de todas las cosas positivas. Puede ser la vida del hombre y la dirección en la que viaja; puede llevar a desprenderse del carácter corrupto, a llegar a temer a Dios y huir del mal, a ser alguien que obedece a Dios y un ser creado apto, en una persona a la que Dios ama y que recibe Su favor. Dado su valor incalculable, ¿qué actitud y perspectiva se deben tener hacia las palabras de Dios y la verdad? Es bastante obvio: para los que realmente creen en Dios y tienen un corazón reverente hacia Él, Sus palabras son vida. El hombre debe atesorar las palabras de Dios y comer y beber de ellas, disfrutarlas y aceptarlas como su vida, como la dirección en la que camina, como su ayuda y provisión disponibles; el hombre debe vivir, practicar y experimentar de acuerdo con las declaraciones y requisitos de la verdad, someterse a las exigencias que se le hacen, a cada una de las declaraciones y los requisitos que la verdad le concede, en vez de someterla a estudio, análisis, especulación y duda. Como la verdad es la ayuda preparada para el hombre, su provisión dispuesta, y puede ser su vida, él debe tratar la verdad como la cosa más valiosa, ya que debe confiar en la verdad para vivir, para llegar a satisfacer las exigencias de Dios, temerle y huir del mal, y para encontrar en su vida diaria el camino por el que practicar, captando los principios de la práctica y consiguiendo la sumisión a Dios. El hombre también debe respaldarse en la verdad para deshacerse de su carácter corrupto, para convertirse en alguien salvo y en un ser creado apto.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Odian la verdad, violan con descaro los principios e ignoran los arreglos de la casa de Dios (VII)

Dios mismo posee la verdad y Él es la fuente de la verdad. Cada cosa positiva y cada verdad provienen de Dios. Él puede emitir un juicio sobre lo correcto y lo incorrecto de todas las cosas y todos los acontecimientos; Él puede emitir un juicio sobre las cosas que han ocurrido, las cosas que están ocurriendo en este momento y las cosas futuras aún desconocidas para el hombre. Él es el único juez que puede emitir un juicio sobre lo correcto y lo incorrecto de todas las cosas, y esto significa que lo correcto y lo incorrecto de todas las cosas sólo puede ser juzgado por Él. Él conoce las reglas de todas las cosas. Esta es la personificación de la verdad, lo cual significa que Él mismo posee la esencia de la verdad. Si el hombre comprendiera la verdad y alcanzara la perfección, entonces ¿tendría él algo que ver con la personificación de la verdad? Cuando el hombre es perfeccionado, tiene un juicio exacto de todo lo que Dios hace ahora y de las cosas que Él requiere, y tiene un camino de práctica preciso; también comprende la voluntad de Dios y distingue lo correcto de lo incorrecto. Sin embargo, hay algunas cosas que el hombre no puede alcanzar, cosas que solo puede conocer después de que Dios se las dice. El hombre no puede conocer cosas que aún son desconocidas, cosas que Dios aún no le ha dicho, y el hombre no puede hacer predicciones. Además, aun si el hombre obtuviera la verdad de Dios y poseyera la realidad-verdad y conociera la esencia de muchas verdades y tuviera la capacidad de distinguir lo correcto de lo incorrecto, no tendría la capacidad de controlar y gobernar todas las cosas. Esa es la diferencia. Los seres creados solo pueden obtener la verdad de la fuente de la verdad. ¿Pueden obtener la verdad del hombre? ¿Es el hombre la verdad? ¿Puede el hombre proveerla? No puede hacerlo, y esa es la diferencia. Tú sólo puedes recibir la verdad, no proveerla. ¿Puedes ser llamado la personificación de la verdad? ¿Cuál es, con exactitud, la esencia de la personificación de la verdad? Es la fuente que provee la verdad, la fuente de gobierno y soberanía sobre todas las cosas y es, también, los estándares y reglas a través de los cuales se juzgan todas las cosas y todos los acontecimientos. Esta es la personificación de la verdad.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Querrían que se les obedeciera solo a ellos, no a la verdad ni a Dios (III)

Las palabras de Dios son las palabras de Dios; las palabras de Dios son la verdad. Son el fundamento y la ley que deben regir la existencia humana y Dios condena esos presuntos principios que tienen su origen en la humanidad. No reciben Su aprobación, y ni mucho menos son origen o fundamento de Sus declaraciones. Dios expresa Su carácter y esencia con Sus palabras. Todas las palabras nacidas de la expresión de Dios son la verdad, ya que Él tiene la esencia de Dios y es la realidad de todas las cosas positivas. Que las palabras de Dios son la verdad es un hecho inalterable, independientemente de cómo las oriente, las defina, las contemple o las entienda esta humanidad corrupta. Por muchas palabras que Dios haya pronunciado y por más que las condene y rechace esta humanidad corrupta y pecadora, sigue habiendo una realidad que no se puede cambiar: incluso en estas circunstancias, las llamadas cultura y tradiciones que valora la humanidad no pueden convertirse en cosas positivas ni en la verdad. Esto es inalterable. La cultura y el modo de vida tradicionales de la humanidad no se convertirán en la verdad a consecuencia de los cambios o del paso del tiempo, y tampoco las palabras de Dios se convertirán en palabras del hombre porque la humanidad las condene o las olvide. Esta esencia nunca cambiará; la verdad es siempre la verdad. ¿Qué hechos existen en ella? Todos esos refranes sintetizados por la humanidad tienen su origen en Satanás; son imaginaciones y nociones humanas, que incluso surgen de la pasión humana, y no tienen absolutamente nada que ver con las cosas positivas. Las palabras de Dios, por otra parte, son expresión de la esencia y el estatus de Dios. ¿Por qué expresa estas palabras? ¿Por qué digo que son la verdad? Porque Dios gobierna sobre todas las leyes, los principios, las causas, las esencias, las realidades y los misterios de todas las cosas, que toma en Sus manos, y solamente Dios conoce su procedencia y sus auténticas causas. Por lo tanto, solo las definiciones de todas las cosas a las que aluden las palabras de Dios son las más exactas, y las exigencias a la humanidad que contienen las palabras de Dios son la única norma para la humanidad, los únicos criterios que deben regir su existencia. No obstante, las leyes por las que existe la humanidad se derivan, por un lado, de una vulneración del gobierno de Dios sobre todas las cosas y, por otro, de una vulneración de la soberanía de Dios sobre las leyes de todas las cosas. Provienen de las fantasías y nociones del hombre, como también provienen de Satanás. ¿Qué papel juega Satanás? En primer lugar, Satanás imita la verdad; en segundo lugar, destruye, perturba y pisotea todos los principios y leyes de la creación de todas las cosas por parte de Dios. Por tanto, las cosas que provienen de Satanás coinciden milimétricamente con su esencia y están llenas de sus perversas intenciones, tentaciones y máscaras, así como de su inalterable ambición. Nunca se convertirán en verdad, independientemente de si la humanidad corrupta sabe discernirlas o no, de hasta qué punto las acepte la humanidad corrupta y de cuánto dure la era en que la humanidad corrupta las admire, idolatre y predique y, asimismo, con independencia de cuánta gente las admire, idolatre y predique. Nunca se convertirán en verdad y siempre serán cosas negativas porque su esencia, origen y raíz es Satanás, el Satanás enemigo de Dios y de la verdad. Cuando no haya ninguna verdad con la que cotejarlas, pueden parecer buenas y positivas, pero, cuando se las analiza y desenmascara con la verdad, presentan vulnerabilidades. No se sostienen y son cosas que enseguida son condenadas, desenmascaradas y descartadas. La verdad que expresa Dios concuerda perfectamente con las necesidades de la humanidad normal, que Dios creó, mientras que lo que Satanás le da al hombre vulnera precisamente esas necesidades. Hace que una persona normal sea anormal, inmoderada, estrecha de miras, arrogante, necia, malvada, difícil, ruin y, sobre todo, insufriblemente arrogante. En un momento dado, esa persona se desquicia mentalmente y ya no sabe ni quién es. Se niega a ser una persona normal, pero debe actuar como un ser humano no normal; se niega a ser una persona corriente, pero, en cambio, se empeña en convertirse en un ser humano superior; así se deforma la humanidad de la gente y se deforman sus instintos. La verdad hace a la gente más capaz de vivir de forma instintiva, de acuerdo con los principios y leyes de la condición humana normal y con todos los principios que Dios ha dictado, mientras que estos mal llamados aforismos y leyes de Satanás son precisamente los que hacen que la gente atente contra sus instintos, trate de escapar de las leyes que Dios ha decretado y dictado, e incluso abandone el camino de la humanidad normal cometiendo unos excesos que las personas con una humanidad normal no deberían cometer ni imaginar.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden a cambio de su propia gloria (I)

La verdad es la vida de Dios mismo. Representa Su carácter, Su esencia y todo lo que hay en Él. Si afirmas que tener un poco de experiencia significa poseer la verdad, ¿puedes representar entonces el carácter de Dios? Puedes tener cierta experiencia o cierta luz en relación con un determinado aspecto o lado de una verdad, pero no puedes proveer a los demás con ella por siempre, así que esta luz que has obtenido no es la verdad; es, simplemente, un cierto punto que las personas pueden alcanzar. Es, simplemente, la experiencia y el entendimiento apropiados que una persona debe poseer: cierta experiencia real y cierto conocimiento de la verdad. Esta luz, este esclarecimiento y este entendimiento experiencial, nunca pueden sustituir a la verdad, aunque todas las personas hubieran experimentado por completo esta verdad y juntado todas este entendimiento experiencial, todavía no podría ocupar el lugar de esa verdad. Como se ha dicho en el pasado: “Resumo esto con una máxima para el mundo humano: Entre los hombres no hay uno que me ame”. Esto es una declaración de la verdad; la verdadera esencia de la vida. Esta es la cosa más profunda, esta es una expresión de Dios mismo. Puedes seguir experimentándola, y si la experimentas durante tres años tendrás un entendimiento superficial de ella. Si lo haces durante siete u ocho años, obtendrás incluso mayor entendimiento, pero cualquier entendimiento que obtengas nunca podrá sustituir a esa única declaración de la verdad. Otra persona, después de experimentarla un par de años, podría obtener algo de entendimiento, y luego un entendimiento ligeramente más profundo tras experimentarla 10 años, y luego todavía más al experimentar durante toda la vida. Pero si ambos combináis el entendimiento que habéis obtenido, entonces, independientemente de cuánto entendimiento, de cuánta experiencia, de cuántas perspectivas, de cuánta luz, o de cuántos ejemplos que ambos poseáis, nada de ello puede remplazar esta única declaración de verdad. En otras palabras, la vida del hombre siempre será la vida del hombre, y por mucho que tu entendimiento pueda estar de acuerdo con la verdad, con las intenciones de Dios y Sus requisitos, nunca podrá sustituirla. Decir que las personas han obtenido la verdad significa que poseen alguna realidad, que han ganado algún entendimiento de la verdad, han logrado alguna entrada real en las palabras de Dios, han tenido alguna experiencia verdadera con Sus palabras, y están en el camino correcto en su fe en Dios. Basta con una sola declaración de Dios para que una persona experimente durante toda una vida; aun si las personas tuvieran que experimentar varias vidas o varios miles de años, seguirían sin poder experimentar una sola verdad de manera plena y total. Si las personas nada más entienden unas pocas palabras superficiales y sin embargo aseguran que han obtenido la verdad, ¿no sería eso una total y completa tontería?

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Sabes qué es realmente la verdad?

Mis palabras son la verdad que jamás cambia. Soy el suministro de vida para el hombre y la única guía para la raza humana. El valor y el significado de Mis palabras no se determinan basándose en si son reconocidas o aceptadas por el hombre, sino en la esencia de las palabras mismas. Incluso aunque ni una sola persona en esta tierra pudiera recibir Mis palabras, el valor de Mis palabras y su ayuda para el hombre son inestimables para cualquier persona. Por lo tanto, cuando me enfrento con las muchas personas que se rebelan en contra de Mis palabras, las refutan o las desdeñan por completo, Mi posición es simplemente esta: dejar que el tiempo y los hechos sean Mis testigos y muestren que Mis palabras son la verdad, el camino y la vida. Dejar que muestren que todo lo que he dicho es correcto y que eso es de lo que el hombre debe estar provisto y, además, que eso es lo que el hombre debe aceptar. Voy a dejar que todos los que me siguen conozcan este hecho: los que no pueden aceptar completamente Mis palabras, los que no pueden practicar Mis palabras, los que no pueden encontrar un propósito en Mis palabras y los que no pueden recibir la salvación por causa de Mis palabras, son los que han sido condenados por Mis palabras y, además, han perdido Mi salvación y Mi vara nunca se apartará de ellos.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Deberíais considerar vuestros hechos

Esta vez, Dios viene a hacer la obra, no en un cuerpo espiritual, sino en uno muy corriente. Además, no sólo es el cuerpo de la segunda encarnación de Dios, sino también el cuerpo a través del cual Él regresa a la carne. Es una carne muy corriente. No puedes ver nada que lo haga resaltar entre los demás, pero puedes recibir de Él las verdades que nunca antes se han oído. Esta carne insignificante es la personificación de todas las palabras de la verdad de Dios, la que emprende Su obra en los últimos días y la que expresa todo el carácter de Dios para que el hombre lo entienda. ¿No deseas enormemente ver al Dios del cielo? ¿No deseas enormemente entender al Dios del cielo? ¿No deseas enormemente ver el destino de la humanidad? Él te contará todos estos secretos que ningún hombre ha sido capaz de contarte y Él te hablará también de las verdades que no entiendes. Él es tu puerta al reino y tu guía a la nueva era. Una carne tan corriente contiene muchos misterios insondables. Sus hechos pueden ser inescrutables para ti, pero el objetivo de toda la obra que Él realiza es suficiente para que veas que Él no es una simple carne como la gente cree. Porque Él representa la voluntad de Dios, así como el cuidado mostrado por Dios hacia la humanidad en los últimos días. Aunque no puedes oír las palabras que Él habla, que parecen sacudir los cielos y la tierra, ni ver Sus ojos como llamas abrasadoras, y aunque no puedes sentir la disciplina de Su vara de hierro, sí puedes oír de Sus palabras la furia de Dios y saber que Él muestra compasión por la humanidad; puedes ver Su carácter justo y Su sabiduría, y darte cuenta, además, de la preocupación que tiene por toda la humanidad. La obra de Dios en los últimos días consiste en permitirle al hombre ver al Dios del cielo vivir entre los hombres sobre la tierra y permitirles que lo conozcan, obedezcan, reverencien y amen. Por esta razón, Él ha regresado a la carne por segunda vez. Aunque lo que el hombre ve hoy es un Dios igual a él, un Dios con una nariz y dos ojos, un Dios sin nada especial, al final Él os mostrará que sin la existencia de este hombre el cielo y la tierra pasarían por un cambio tremendo; sin la existencia de este hombre, el cielo se volvería sombrío, la tierra se convertiría en caos y toda la humanidad viviría entre hambruna y plagas. Él os mostrará que, si Dios encarnado no viniera a salvaros en los últimos días, entonces Dios habría destruido a toda la humanidad hace mucho tiempo en el infierno; sin la existencia de esta carne, seríais para siempre los primeros entre los pecadores y cadáveres, eternamente. Deberíais saber que, sin la existencia de esta carne, toda la humanidad enfrentaría una calamidad inevitable y le resultaría imposible escapar del castigo más severo de Dios para la humanidad en los últimos días. Sin el nacimiento de esta carne corriente, todos vosotros estaríais en un estado en el que rogar por la vida no haría posible vivir, y orar por la muerte no haría posible morir; sin la existencia de esta carne no podríais recibir hoy la verdad y venir ante el trono de Dios. Más bien, Él os castigaría por vuestros graves pecados. ¿Sabéis que si no fuera por el retorno de Dios a la carne, ninguno tendría oportunidad de salvarse, y que si no fuera por la venida de esta carne, Dios habría acabado hace mucho la era antigua? Así, ¿podéis todavía rechazar la segunda encarnación de Dios? Ya que os podéis beneficiar tan enormemente de este hombre corriente, entonces ¿por qué no lo aceptáis de inmediato?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Sabías que Dios ha hecho algo grande entre los hombres?

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