Aunque Satanás parece humano, justo y virtuoso, la esencia de Satanás es cruel y perversa

20 Abr 2018

Satanás se gana su reputación engañando a la gente y a menudo se establece como una vanguardia y un modelo de rectitud. Bajo la falsa pretensión de la salvaguarda de la rectitud, lastima a la gente, devora su alma y emplea toda clase de medios para paralizar, desorientar y provocar al hombre. Su objetivo es que el hombre apruebe y siga con su conducta perversa, hacer que el hombre se una a él en oposición a la autoridad y la soberanía de Dios. Sin embargo, cuando uno descubre sus artimañas y conspiraciones y descubre sus rasgos viles, y cuando uno no desea continuar siendo pisoteado y engañado por él o seguir esclavizado o castigado y destruido junto a él, entonces Satanás cambia sus rasgos previamente santos y se quita su falsa máscara para revelar su verdadero rostro, que es perverso, despiadado, feo y salvaje. No querría nada más que exterminar a todos aquellos que se niegan a seguirle y se oponen a sus fuerzas perversas. En este punto, Satanás ya no puede asumir más un aspecto digno de confianza, caballeroso; en su lugar, sus rasgos verdaderamente feos y diabólicos se revelan bajo el disfraz de cordero. Una vez que las estratagemas de Satanás salen a la luz y quedan expuestos sus verdaderos rasgos, este montará en cólera y exhibirá su barbarie. Después de esto, su deseo de lastimar y devorar a las personas solo se intensificará. Le enfurece el despertar del hombre a la verdad y desarrolla un odio poderoso y vengativo hacia el hombre por su aspiración de anhelar la libertad y la luz, y escaparse de su prisión. Su furia tiene el propósito de defender y hacer valer su perversidad, y es también una verdadera revelación de su naturaleza salvaje.

En todo asunto, el comportamiento de Satanás pone de manifiesto su naturaleza perversa. A partir de los actos perversos que Satanás ha llevado a cabo sobre el hombre —desde sus primeros esfuerzos para desorientar al hombre a seguirle, hasta su explotación de este, en la que lo arrastra hacia sus perversas acciones, al carácter vengativo de Satanás hacia el hombre después de que sus verdaderos rasgos hayan quedado expuestos y el hombre lo haya reconocido y abandonado— ninguno de estos actos es incapaz de descubrir la esencia perversa de Satanás ni demuestra el hecho de que Satanás no tenga relación con las cosas positivas ni sea fuente de todas las cosas perversas. Cada una de sus acciones salvaguarda su perversidad, mantiene la continuación de sus actos perversos, va en contra de las cosas justas y positivas, y destruye las leyes y el orden de la existencia normal de la humanidad. Estos actos de Satanás son hostiles a Dios y serán destruidos por la ira de Dios. Aunque Satanás tiene su propia furia, esta solo es un medio de dar rienda suelta a su naturaleza perversa. La razón por la que Satanás está exasperado y furioso es esta: sus artimañas indecibles han quedado expuestas; sus conspiraciones no se saldrán fácilmente con la suya; su ambición y deseo salvaje de reemplazar a Dios y actuar como si Dios hubiese sido golpeado y bloqueado, y su objetivo de controlar a toda la humanidad ha quedado en nada y nunca se podrá conseguir. Lo que ha evitado que las conspiraciones de Satanás lleguen a buen término y ha cortado la difusión y propagación de la perversidad de Satanás es la repetida invocación de Su ira, una vez tras otra. Por esta razón, Satanás aborrece y teme la ira de Dios. Cada vez que desciende la ira de Dios, esta no solo desenmascara el auténtico aspecto vil de Satanás, sino que expone a la luz sus deseos perversos y, en el proceso, las razones de la furia de Satanás contra la humanidad quedan al descubierto. La erupción de la furia de Satanás es una revelación verdadera de su naturaleza perversa y una exposición de sus artimañas. Por supuesto, cada vez que Satanás se enfurece, anuncia la destrucción de cosas perversas y la protección y continuación de cosas positivas; ¡anuncia el hecho verdadero de que la ira de Dios no puede ser ofendida!

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único II

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