Satanás tienta a Job por primera vez (le roban su ganado y la calamidad cae sobre sus hijos)
1. Las palabras que Dios habló
Job 1:8 Y Jehová dijo a Satanás: ¿Has considerado a Mi siervo Job? No hay ningún otro como él en la tierra, un hombre perfecto y recto, que teme a Dios y se aparta del mal.*
Job 1:12 Y Jehová dijo a Satanás: Mira, todo lo que él posee está en tu poder, solo que no pongas tu mano sobre él. Entonces Satanás salió de la presencia de Jehová.*
2. La respuesta de Satanás
Job 1:9-11 Entonces Satanás respondió a Jehová, y dijo: ¿Teme Job a Dios en vano? ¿No has puesto una cerca alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene por doquier? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus propiedades han crecido en la tierra. Pero estira Tu mano ahora, y toca todo lo que tiene, y él te maldecirá de frente.*
Dios le permite a Satanás que tiente a Job para que su fe se perfeccione
Job 1:8 es el primer relato que vemos en la Biblia de un diálogo entre Jehová Dios y Satanás. ¿Y qué dijo Dios? El texto original provee el siguiente relato: “Y Jehová dijo a Satanás: ¿Has considerado a Mi siervo Job? No hay ningún otro como él en la tierra, un hombre perfecto y recto, que teme a Dios y se aparta del mal”.* Esta fue la valoración que Dios hizo de Job delante de Satanás; lo catalogó como hombre perfecto y recto, que temía a Dios y se apartaba del mal. Antes de estas palabras entre Dios y Satanás, el primero había decidido usar a Satanás para tentar a Job: lo entregaría en manos de Satanás. Por un lado, esto demostraría que la observación y la evaluación que Dios hizo sobre Job eran precisas y sin error, y que provocaría que Satanás fuera avergonzado por medio del testimonio de Job; por otro, perfeccionaría la fe de este en Dios y su temor de Él. Por tanto, cuando Satanás vino delante de Dios, este no fue ambiguo. Fue directamente al grano y le preguntó a Satanás: “¿Has considerado a Mi siervo Job? No hay ningún otro como él en la tierra, un hombre perfecto y recto, que teme a Dios y se aparta del mal”.* La pregunta de Dios conlleva el siguiente significado: Dios sabía que Satanás había deambulado por todas partes y había espiado con frecuencia a Job, Su siervo. Lo había tentado y atacado a menudo, tratando de encontrar una forma de traer la ruina sobre él para demostrar que su fe en Dios y su temor de Él no podrían mantenerse firmes. Satanás también buscó, flagrantemente, oportunidades para destruir a Job, para que renunciara a Dios, y así poder arrebatarlo de Sus manos. Pero Dios miró dentro del corazón de Job y vio que era perfecto y recto, y que le temía y se apartaba del mal. Dios usó una pregunta para decirle a Satanás que Job era un hombre perfecto y recto que le temía y se apartaba del mal, que nunca renunciaría a Él para seguirle. Oyendo la valoración que Dios hacía de Job, se produjo en Satanás un enfurecimiento nacido de la humillación, Satanás se enojó aún más y se impacientó más para arrebatar a Job, porque nunca creyó que alguien pudiera ser perfecto y recto, o que pudiera temer a Dios y apartarse del mal. Al mismo tiempo, Satanás también aborrecía la perfección y la rectitud en el hombre, y odiaba a las personas que podían temer a Dios y apartarse del mal. Así está escrito en Job 1:9-11: “Entonces Satanás respondió a Jehová, y dijo: ¿Teme Job a Dios en vano? ¿No has puesto una cerca alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene por doquier? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus propiedades han crecido en la tierra. Pero estira Tu mano ahora, y toca todo lo que tiene, y él te maldecirá de frente”.* Dios estaba íntimamente familiarizado con la naturaleza maliciosa de Satanás, y sabía muy bien que desde hacía mucho este había planeado traer la ruina sobre Job, y por tanto Dios deseaba decirle una vez más a Satanás que Job era perfecto y recto, que temía a Dios y que se había apartado del mal, y con ello obligarlo a revelar su verdadero rostro y que atacara y tentara a Job. En otras palabras, Dios deliberadamente enfatizó que Job era perfecto y recto, que temía a Dios y que se había apartado del mal, provocando con ello que Satanás atacara a Job por el odio y la ira que sentía de que este fuera un hombre perfecto y recto, uno que temía a Dios y que se había apartado del mal. Como consecuencia, Dios traería vergüenza sobre Satanás por medio del hecho de que Job era un hombre perfecto y recto, uno que temía a Dios y que se había apartado del mal, y Satanás quedaría totalmente humillado y derrotado. Después de esto, Satanás ya no dudaría más ni haría más acusaciones respecto a Job en cuanto a su perfección, justicia, temor de Dios o alejamiento del mal. De esta forma, la prueba de Dios y la tentación de Satanás eran casi inevitables. El único capaz de resistirlas era Job. Tras el diálogo, Satanás consiguió el permiso para tentar a Job. Así comenzó su primera ronda de ataques. El objetivo de los mismos fueron las propiedades de Job, porque Satanás hizo la siguiente acusación contra él: “¿Teme Job a Dios en vano? […] Has bendecido el trabajo de sus manos y sus propiedades han crecido en la tierra”.* Por tanto, Dios le permitió a Satanás que tomara todos los bienes de Job: propósito de la conversación entre Dios y Satanás. Sin embargo, Dios le exigió una cosa a Satanás: “Todo lo que él posee está en tu poder, solo que no pongas tu mano sobre él” (Job 1:12).* Esta fue la condición de Dios tras permitirle a Satanás tentar a Job y dejar a este en sus manos. Fue el límite establecido: le ordenó no hacerle daño a Job. Dios reconoció que este era perfecto y recto, y como tenía fe en que su perfección y rectitud estuvieran fuera de toda duda, y en que pudiera resistir la prueba. Así pues, permitió la tentación de Satanás, pero le impuso una restricción: podía tomar todas las propiedades de Job, pero no podía ponerle un dedo encima. ¿Qué quiere decir esto? Significa que Dios no entregó a Job del todo en manos de Satanás en ese momento. Este podía tentarlo con los medios que quisiese, pero no podía hacerle daño, ni siquiera a un pelo de su cabeza, porque Dios controla la totalidad del hombre y porque decide si este vive o muere. Satanás no tiene esta licencia. Después de que le dirigiera estas palabras a Satanás, este se sentía impaciente por empezar. Usó todos los medios para tentar a Job, y este no tardó en perder abundantes ovejas y bueyes, así como todas las propiedades que Dios le había dado… De este modo llegaron a él las pruebas de Dios.
Aunque la Biblia nos habla de los orígenes de la tentación de Job, ¿era Job, el objeto de las mismas, consciente de lo que estaba aconteciendo? Sólo era un hombre mortal; por supuesto, no sabía nada de la historia que se desarrollaba a su alrededor. Sin embargo, su temor de Dios, su perfección y su rectitud, hicieron que tomara consciencia de que las pruebas de Dios habían venido sobre él. Desconocía lo que sucedió en el reino espiritual y cuáles eran los propósitos de Dios subyacentes a estas. No obstante, sabía que independientemente de lo que le ocurriese, debía mantenerse en su perfección y su rectitud, permanecer en el camino del temor a Dios y apartarse del mal. Dios observó claramente la actitud y la reacción de Job ante estos asuntos. ¿Y qué vio? Vio el corazón de Job, que le temía, porque desde el principio hasta que fue probado, su corazón permaneció abierto a Dios, expuesto delante de Él, y Job no renunció a su perfección o rectitud ni desechó, ni se alejó del camino del temor a Dios ni de apartarse del mal; nada era más gratificante para Dios que esto. Seguidamente, vamos a ver las tentaciones por las que pasó Job y cómo trató estas pruebas. Leamos las escrituras.
3. La reacción de Job
Job 1:20-21 Entonces Job se levantó y rasgó su ropa; se afeitó la cabeza y cayó al suelo en adoración diciendo: Salí desnudo del vientre de mi madre y desnudo regresaré a él; Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová.*
Que Job se responsabilice de devolver todo lo que posee surge de su temor de Dios
Después de que Dios dijera a Satanás: “Todo lo que él posee está en tu poder, solo que no pongas tu mano sobre él”,* este partió, y pronto se sucedieron ataques repentinos y feroces contra Job: primero, le robaron sus bueyes y asnos y mataron a algunos de sus siervos; después, sus ovejas y algunos siervos más se consumieron en el fuego; a continuación, le robaron sus camellos y mataron a aún más siervos; finalmente le quitaron la vida a sus hijos e hijas. Esta cadena de ataques fue el tormento sufrido por Job durante la primera tentación. Tal como Dios ordenó, durante estos ataques Satanás sólo eligió como objetivos la propiedad de Job y sus hijos y no dañó a Job mismo. Sin embargo, en un instante, Job pasó de ser un hombre poseedor de grandes riquezas a alguien que no tenía nada. Nadie podría haber resistido este asombroso golpe por sorpresa ni haber reaccionado adecuadamente frente al mismo, pero Job demostró su lado extraordinario. Las Escrituras proveen el siguiente relato: “Entonces Job se levantó y rasgó su ropa; se afeitó la cabeza y cayó al suelo en adoración”.* Esta fue la primera reacción de Job tras oír que había perdido a sus hijos y todas sus propiedades. Sobre todo, no pareció sorprendido ni asustado, mucho menos expresó ira u odio. Ves, por tanto, que en su corazón ya había reconocido que estos desastres no eran un accidente ni habían surgido de la mano del hombre, ni mucho menos eran la llegada de la retribución o el castigo. En su lugar, las pruebas de Jehová habían caído sobre él; era Jehová quien quería tomar sus propiedades y sus hijos. Job estaba muy tranquilo y lúcido entonces. Su humanidad perfecta y recta le permitió, de forma racional y natural, emitir juicios y tomar decisiones precisos sobre los desastres que le habían sucedido y, en consecuencia, se comportó con una calma inusual: “Entonces Job se levantó y rasgó su ropa; se afeitó la cabeza y cayó al suelo en adoración”.* “Rasgó su ropa” significa que estaba desnudo y no tenía nada; “se afeitó la cabeza” significa que había vuelto delante de Dios como un bebé recién nacido; “cayó al suelo en adoración” significa que había venido al mundo desnudo, y todavía sin nada hoy, había regresado a Dios como un recién nacido. Ningún ser creado habría podido lograr la actitud de Job frente a todo lo que le había sucedido. Su fe en Jehová fue más allá del ámbito de la creencia; era su temor de Dios, su sumisión a Él, y no solo fue capaz de dar gracias a Dios por darle cosas, sino también por quitárselas. Además, fue capaz de responsabilizarse de devolver todo lo que poseía a Dios, incluida su vida.
El temor que Job tenía de Dios y su sumisión a Él son un ejemplo para la humanidad, y su perfección y rectitud fueron la cúspide de la humanidad que el hombre debía poseer. Aunque no vio a Dios, se dio cuenta de que Él existía realmente y como resultado de esta comprensión temió a Dios, y debido a su temor de Dios fue capaz de someterse. Dio rienda suelta a Dios para que tomase todo lo que tenía, sin quejarse, y se postró delante de Él y le dijo que, incluso si Dios tomaba su carne en ese mismo momento, él le permitiría hacerlo con alegría, sin quejarse. Toda su conducta se debió a su humanidad perfecta y recta. Es decir, como consecuencia de su inocencia, honestidad y bondad Job fue firme en su comprensión y experiencia de la existencia de Dios. Sobre este fundamento se impuso exigencias y estandarizó su pensamiento, comportamiento, conducta y principios de acción delante de Dios, según Él lo dirigiera y de acuerdo con Sus hechos, que él había visto entre todas las cosas. Con el tiempo, sus experiencias provocaron en él un temor auténtico y real de Dios y le hicieron apartarse del mal. Esta era la fuente de la integridad a la que Job se aferraba con firmeza. Job era poseedor de una humanidad sincera, inocente y amable, y tenía una experiencia real de temer a Dios, someterse a Él y evitar el mal, así como el conocimiento de que “Jehová dio y Jehová quitó”. Solo por estas cosas fue capaz de mantenerse firme en su testimonio en medio de los ataques tan despiadados de Satanás; solo por ellas fue capaz de no decepcionar a Dios y darle una respuesta satisfactoria cuando Sus pruebas cayeron sobre él. Aunque la conducta de Job durante la primera tentación fue muy franca, las generaciones posteriores no tenían asegurado lograr esa franqueza ni siquiera después de una vida de esfuerzos, ni poseerían necesariamente la conducta de Job descrita arriba. Hoy, frente a la conducta franca de Job, y comparándola con los clamores y la determinación de “sumisión absoluta y lealtad hasta la muerte” que muestran a Dios quienes afirman creer en Él y lo siguen, ¿os sentís profundamente avergonzados o no?
Cuando lees en las escrituras todo lo que Job y su familia sufrieron, ¿cuál es tu reacción? ¿Te pierdes en tus pensamientos? ¿Estás sorprendido? ¿Podrían definirse como “horrendas” las pruebas que le sucedieron a Job? En otras palabras, es suficientemente espantoso leer acerca las pruebas de Job descritas en las escrituras, por no mencionar cómo habrían sido en la vida real. Ves, pues, que lo que le sucedió a Job no fue un “simulacro”, sino una “batalla” real, con “pistolas” y “balas” reales. Pero ¿por mano de quién fue sometido a estas pruebas? Por supuesto, eran la obra de Satanás y él las hizo con sus propias manos. A pesar de esto, estas cosas fueron autorizadas por Dios. ¿Le dijo Dios a Satanás por qué medios tentar a Job? No. Dios simplemente puso una condición por la cual Satanás debe regirse y entonces la tentación cayó sobre Job. Cuando la tentación cayó sobre Job, esto les dio a las personas un sentido de la maldad y fealdad de Satanás, de su malicia y su aborrecimiento del hombre y de su enemistad con Dios. En esto vemos que las palabras no pueden describir cuán cruel fue esta tentación. Puede decirse que la naturaleza maliciosa con la que Satanás maltrató al hombre, y su feo rostro, se revelaron por completo en este momento. Satanás aprovechó esta oportunidad, la oportunidad provista con el permiso de Dios, para someter a Job a un maltrato febril y despiadado, cuyo método y nivel de crueldad son tanto inimaginables como completamente intolerables para las personas de hoy. En lugar de decir que Job fue tentado por Satanás, y que se mantuvo firme en el testimonio durante esta tentación, es mejor decir que en las pruebas establecidas por Dios para él, Job se embarcó en una lucha contra Satanás para proteger su perfección y rectitud y defender el camino de temer a Dios y apartarse del mal. En esta lucha Job perdió una montaña de ovejas y ganado, todas sus propiedades, sus hijos e hijas. Sin embargo, no abandonó su perfección, su rectitud ni temor de Dios. Dicho de otro modo, en esta lucha contra Satanás, Job prefirió verse privado de sus propiedades y de sus hijos antes que perder su perfección, rectitud y temor de Dios. Prefirió aferrarse a la raíz de lo que significa ser un hombre. Las Escrituras proveen un relato conciso de todo el proceso por el cual Job perdió sus bienes y también registran la conducta y actitud de Job. Estos relatos concisos y breves dan la sensación de que Job estaba casi relajado cuando afrontó esta tentación; pero si se tuviese que recrear lo que ocurrió en realidad, considerando también el hecho de la naturaleza maliciosa de Satanás, entonces las cosas no serían tan simples o fáciles como se describen en estas frases. La realidad fue mucho más cruel. Ese es el nivel de devastación y odio con el que Satanás trata a la humanidad y a todos los que son aprobados por Dios. Si Él no le hubiera ordenado que no le hiciera daño a Job, sin duda Satanás lo habría matado sin el menor reparo. Satanás no quiere que nadie adore a Dios ni que quienes son justos a Sus ojos y quienes son perfectos y rectos puedan seguir temiendo a Dios y apartándose del mal. Que las personas teman a Dios y se aparten del mal significa que evitan y se rebelan contra Satanás, por lo que él se aprovechó del permiso de Dios para acumular sin misericordia toda su rabia y su odio sobre Job. Ves, pues, cuán grande fue el tormento sufrido por Job, desde la mente hasta la carne, desde fuera hacia dentro. Hoy no vemos cómo fue en aquel momento, y de los relatos de la Biblia solo podemos obtener un breve vistazo de las emociones de Job cuando se vio sometido al tormento en esa época.
La sólida integridad de Job avergüenza a Satanás y hace que huya presa del pánico
¿Y qué hizo Dios cuando Job fue sometido a este tormento? Observó, vio y esperó el desenlace. ¿Cómo se sentía mientras observaba y miraba? Apesadumbrado, por supuesto. Pero, ¿es posible que Dios pudiese haberse arrepentido de permitirle a Satanás que tentara a Job solo por la pena que Él sintió? La respuesta es: No, Él no hubiera podido sentir esa pena. Y es que Él creía firmemente que Job era perfecto y recto, que temía a Dios y se apartaba del mal. Dios sencillamente le había dado a Satanás la oportunidad de verificar la justicia de Job delante de Él y de revelar su propia maldad y bajeza. Además, fue una oportunidad para que Job diese testimonio, delante de las personas del mundo, de Satanás e incluso delante de todos los que siguen a Dios, de su justicia, de su temor de Dios y de que se apartaba del mal. ¿Demostró el desenlace final que la valoración que Dios había hecho de Job fue correcta y sin error? ¿Venció realmente Job a Satanás? Aquí leemos las palabras arquetípicas habladas por Job, palabras que demuestran que lo había vencido. Él declaró: “Salí desnudo del vientre de mi madre y desnudo regresaré a él”.* Esta es la actitud de sumisión de Job a Dios. Afirmó: “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová”.* Estas palabras pronunciadas por Job demuestran que Dios observa las profundidades del corazón del hombre, que Él puede mirar dentro de la mente del hombre, y prueban que Su aprobación de Job es inequívoca, que este hombre aprobado por Dios era justo. “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová”.* Estas palabras son el testimonio de Dios por parte de Job. Fueron estas palabras comunes las que acobardaron a Satanás, las que lo avergonzaron y provocaron que huyera presa del pánico; además, lo encadenaron y dejaron sin recursos. Estas palabras también hicieron que Satanás sintiese lo maravilloso y poderoso de los hechos de Jehová Dios, y le permitieron percibir el extraordinario carisma de alguien cuyo corazón estaba gobernado por el camino de Dios. Aún más, esas palabras le demostraron a Satanás la poderosa vitalidad que muestra un hombre pequeño e insignificante al adherirse al camino de temer a Dios y apartarse del mal. Satanás salió así derrotado de la primera lucha. A pesar de haber “aprendido de ello”, Satanás no tenía intención de dejar ir a Job ni se produjo cambio alguno en su naturaleza maliciosa. Satanás trató de seguir atacándole, y se presentó delante de Dios una vez más…
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II
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