155 La carne de Dios y el Espíritu son idénticos en esencia
Ⅰ
La carne vestida por el Espíritu de Dios es la propia carne de Dios.
El Espíritu de Dios es supremo; Él es todopoderoso, santo y justo.
De igual forma, Su carne también es suprema, todopoderosa, santa y justa.
Carne como esa solo puede hacer lo que es justo
y beneficioso para la humanidad;
lo que es santo, glorioso y poderoso.
Es incapaz de hacer cualquier cosa que viole la verdad, la moralidad y la justicia;
mucho menos, cualquier cosa que traicione al Espíritu de Dios,
mucho menos, cualquier cosa que traicione al Espíritu de Dios.
El Espíritu de Dios es santo
y, por lo tanto, Su carne no es susceptible de corrupción por Satanás;
Su carne es de una esencia diferente a la carne del hombre.
Ⅱ
Porque es el hombre, no Dios, el que es corrompido por Satanás;
Satanás no podría corromper la carne de Dios.
Así pues, a pesar del hecho de que
el hombre y Cristo moran dentro del mismo espacio,
es solo el hombre a quien Satanás posee, usa y engaña.
Por el contrario, Cristo es eternamente inmune a la corrupción de Satanás,
Cristo es eternamente inmune a la corrupción de Satanás,
porque Satanás nunca será capaz de ascender al lugar más alto
y nunca será capaz de acercarse a Dios,
nunca será capaz de acercarse a Dios.
de La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Un problema muy serio: la traición (2)