211 Cómo conocer la apariencia y la obra de Cristo de los últimos días
I
Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, Él traerá la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no cabe duda de ningún tipo.
II
Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, al determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa.
III
Si el hombre sólo analiza Su apariencia externa, y como consecuencia pasa por alto Su esencia, esto muestra que el hombre es ignorante, La apariencia externa no puede determinar la esencia; es más, la obra de Dios jamás puede ajustarse a las nociones del hombre. ¿Acaso no contradecía la apariencia exterior de Jesús las nociones del hombre? ¿No eran Su rostro y Sus vestiduras incapaces de proporcionar pista alguna sobre Su verdadera identidad?
IV
¿Acaso los antiguos fariseos no se opusieron a Jesús precisamente porque solo miraron Su aspecto exterior y no se tomaron en serio las palabras de Su boca? Tengo la esperanza de que todos y cada uno de los hermanos y hermanas que buscan la aparición de Dios, no repetirán la tragedia histórica. No debéis convertiros en los fariseos de los tiempos modernos y clavar a Dios de nuevo en la cruz. Deberíais considerar cuidadosamente cómo darle la bienvenida al retorno de Dios y tener claridad acerca de cómo ser alguien que se somete a la verdad. Esta es la responsabilidad de todo aquel que está esperando que Jesús vuelva montado sobre una nube.
de La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio