Cómo perseguir la verdad (14)

La vez anterior hablamos de cosas relacionadas con la familia dentro del tema más amplio de desprenderse de las búsquedas, los ideales y los deseos de la gente. ¿Sobre qué sección del tema de la familia trató nuestra charla? (La vez anterior, Dios compartió algunos dichos que provienen del condicionamiento familiar, como “De cada tres personas, hay al menos una que algo me puede enseñar”, “Para presumir hay que sufrir”, “Así como una cerca necesita el apoyo de tres postes, un hombre capaz necesita el apoyo de otras tres personas”, “Una dama se embellece para quienes la admiran, mientras que un caballero sacrifica la vida por quienes lo comprenden”, “A las hijas hay que criarlas como ricas, y a los hijos, como pobres”, “No es necesario que las personas tengan un coeficiente intelectual alto, solo un gran coeficiente emocional”, “Cuando alguien golpea el gong, escucha el sonido; cuando alguien habla, escucha su voz” y “Un padre nunca se equivoca”. Se comentaron estos ocho dichos en total). Charlamos sobre desprenderse del condicionamiento familiar, un tema que cubría tanto el condicionamiento como la educación familiar sobre los pensamientos de las personas. Hablamos en detalle de algunos dichos, mientras que solo mencionamos brevemente otros sin tratarlos en concreto. La familia es un elemento muy importante en la vida de cada persona. Es el contexto en el que se crean recuerdos, se crece y se comienzan a formar diversos pensamientos. El condicionamiento familiar tiene un marcado peso en cómo la gente actúa, se comporta, trata con las cosas, interactúa con otros, se enfrenta a distintas situaciones y, a raíz de esto último, emite juicios y determina las perspectivas y actitudes desde las que debería abordar estos asuntos, independientemente de si sus pensamientos y puntos de vista son preliminares o más concretos. Es decir, antes de que las personas se incorporen formalmente a la sociedad e integren grupos sociales, todas las etapas embrionarias de sus pensamientos y puntos de vista provienen de sus familias. Por tanto, la familia es muy importante para todo el mundo. Su trascendencia va más allá del desarrollo físico; de todos modos, lo esencial es que, antes de incorporarse a la sociedad, la gente aprende en casa muchos pensamientos y puntos de vista que deberían aplicarse respecto a cómo plantearse la sociedad, los grupos sociales y su vida futura. Aunque estos pensamientos y puntos de vista no se definen, ni de manera específica ni precisa, a medida que alguien madura, los progenitores, las personas mayores y otros familiares ya le inculcan, le influyen y le condicionan, fundamental y principalmente, estos diversos pensamientos, puntos de vista, métodos, reglas e incluso medios para tratar con el mundo antes de incorporarse a la sociedad. Esta práctica de inculcar, influir y condicionar se lleva a cabo durante la época de crecimiento de las personas en el seno de su familia; por este motivo, la familia es tan importante para todo el mundo. Por supuesto, esta importancia se manifiesta meramente en el nivel en el que los individuos se incorporan a la sociedad, integran grupos sociales y entran en la vida y la existencia de la edad adulta; se limita al nivel de la existencia física. Este hecho demuestra la relevancia del condicionamiento familiar para alguien que se incorpora a la sociedad y a la vida adulta. Es decir, cuando la gente alcanza la edad adulta y se incorpora a la sociedad, la mayor parte de su filosofía para los asuntos mundanos proviene de la herencia de sus progenitores y de la influencia de la familia. Desde esta óptica, también se puede decir que la familia, como la unidad más pequeña de la sociedad, antes que nada, desempeña un papel educativo en la formación de los pensamientos de una persona, de diversos métodos y principios para tratar con el mundo e, incluso, de su perspectiva sobre la vida. Dado que estos diversos pensamientos, puntos de vista, métodos para tratar con el mundo y modos de plantearse la existencia son negativos, no se ajustan a la verdad, no están relacionados con ella o incluso podría decirse que le son contrarios y que no surgen de Dios, es necesario que la gente se desprenda del condicionamiento de su familia. Al considerar las consecuencias del condicionamiento familiar, observamos que contradice la verdad, no se ajusta a ella y se opone a Dios; en esencia, puede decirse que la familia es un ámbito en el que Satanás corrompe a la humanidad, lo que lleva a las personas a negar a Dios, resistirse a Él y seguir la senda incorrecta en la vida. Desde esta perspectiva, ¿puede decirse que, como la unidad más pequeña de la sociedad, la familia es donde se corrompe a la gente inicialmente? Si bien señalar que Satanás y las tendencias sociales corrompen a las personas es un enfoque amplio, de un modo más específico la familia debería considerarse el ámbito en el que la gente acepta inicialmente la corrupción, los pensamientos negativos, las tendencias malvadas y los puntos de vista de Satanás. Más concretamente, la corrupción que los individuos aceptan proviene de sus progenitores, personas mayores, otros familiares y de las costumbres, los valores, las tradiciones, etc. de toda su familia. En cualquier caso, la familia es un punto de partida en el que la gente se encuentra con la corrupción, acepta las tendencias y los pensamientos malvados de Satanás, y comienza a avenirse con diversos pensamientos corruptos y malvados durante sus años de formación. La familia desempeña un papel que ni la sociedad en conjunto, las tendencias sociales ni Satanás pueden tener a la hora de corromper a las personas: les presenta diversos pensamientos y puntos de vista relacionados con las tendencias malvadas de Satanás antes de que se incorporen a la sociedad e integren grupos sociales. Independientemente de cómo se estructure, la familia es la fuente principal de tus pensamientos y puntos de vista que pertenecen a Satanás. Por tanto, para ayudar a la gente a desprenderse de diversos pensamientos y puntos de vista erróneos, es necesario discernirlos y analizarlos: no solo los generalizados que provienen de la sociedad, sino también los que, junto con principios para tratar con el mundo, surgen del condicionamiento familiar. La familia en sí forma parte del conjunto de la sociedad humana, no es la iglesia ni la casa de Dios y, sin lugar a dudas, no es el reino de los cielos. Simplemente es la unidad más pequeña de la sociedad creada entre la humanidad corrupta y formada también por esta. Así pues, si alguien quiere liberarse de las restricciones, ataduras y dificultades que conllevan diversos pensamientos y puntos de vista erróneos, primero debería reflexionar sobre los que recibió del condicionamiento familiar, entenderlos y analizarlos, hasta llegar a un punto en el que pueda desprenderse de ellos. Este es un principio de práctica acertado para que la gente se desprenda del condicionamiento familiar.

En otras ocasiones, hablamos del condicionamiento familiar de las personas, que está relacionado con asuntos como su perspectiva sobre la vida, las normas de supervivencia, los principios y métodos para comportarse y tratar con el mundo, y algunas reglas del juego tácitas al incorporarse a la sociedad. ¿Cuáles son algunas de las perspectivas sobre la vida relevantes en esta cuestión? Por ejemplo: “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela” y “El orgullo es tan necesario para la gente como respirar”. ¿Cuáles son algunos de los principios para tratar con el mundo que las familias inculcan a la gente? “La armonía es un tesoro y la paciencia, una virtud” y “Ceder facilita mucho la resolución de un conflicto”. ¿Qué más? (“Así como una cerca necesita el apoyo de tres postes, un hombre capaz necesita el apoyo de otras tres personas” y “Cuando alguien golpea el gong, escucha el sonido; cuando alguien habla, escucha su voz”. Estos dos ejemplos también son métodos y principios para tratar con el mundo). ¿Hay alguna regla social del juego? ¿Como “Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen”? (Sí). “Por la boca muere el pez”. ¿Qué más? (Toma una dosis de tu propia medicina). Este ejemplo también es pertinente, pero no hablamos de él la vez anterior. Por otro lado, tus padres te decían a menudo: “Ahí fuera en el mundo, deberías ser sagaz y tener labia y vista aguda. Deberías ‘mantener los ojos abiertos a cada camino y los oídos puestos en todas direcciones’. No seas tan rígido”. También tenemos “Un halago no le hace mal a nadie” y “Donde fueres, haz lo que vieres. Donde todos son delincuentes no hay ley. Ante la duda, sigue la corriente”. Todas estas frases son tipos de reglas del juego. También hay dichos como: “Una dama se embellece para quienes la admiran, mientras que un caballero sacrifica la vida por quienes lo comprenden” y “No hay mujeres feas, solo perezosas”. ¿A qué categoría pertenecen? A la de la vida cotidiana; te indican cómo vivir y tratar tu cuerpo físico. Otros dichos son: “Un padre nunca se equivoca”, “Mamá es la mejor del mundo”, “De tal palo, tal astilla” y “Crecer sin aprender es culpa del padre”. Estos dichos atañen a los pensamientos y los puntos de vista sobre el afecto y el sentimiento familiares. Por otra parte, la gente suele decir: “Los vivos miran a los muertos con veneración”; cuando alguien muere, gana grandeza. Si quieres una posición social más alta, que hablen bien de ti y te respeten, debes morir. Una vez muerto, serás grande. “Los vivos miran a los muertos con veneración”. ¿No te parece ridícula esta lógica? La gente dice: “No hables mal de una persona que ha muerto. Los vivos miran a los muertos con veneración. ¡Respétala!”. Por muchas cosas malas que hiciera alguien, pasa a ser respetable una vez muerto. ¿Acaso no muestra esto una falta total de discernimiento entre el bien y el mal y de principios por lo que respecta a cómo se comporta la gente? (Sí). “Un padre nunca se equivoca”. La vez anterior hablamos en detalle de esta frase. Otros dichos, como “Crecer sin aprender es culpa del padre” y “De tal palo, tal astilla”, no formaron parte de la charla, pero ¿acaso no se pueden discernir fácilmente? ¿Es correcto el dicho “Crecer sin aprender es culpa del padre”? Parece dar a entender que la educación de un padre es muy importante. ¿Por qué clase de senda puede un padre llevar a la gente? ¿Puede llevarte por la senda adecuada? ¿Puede llevarte a adorar a Dios y convertirte en una persona genuinamente buena? (No). Tu padre te dice: “Los hombres no lloran fácilmente”, pero eres joven y lloras cuando te sientes agraviado. Tu padre te riñe y exclama: “¡Aguántate! Sé un hombre de verdad. ¡Lloras por todo, no vales para nada!”. Cuando esto ocurre, piensas: “No puedo llorar; si lo hago, soy un inútil”. Contienes el llanto, no te atreves a soltar una lágrima y lo haces a escondidas bajo las sábanas por la noche. Como hombre, ni siquiera tienes el derecho de expresar o transmitir tus emociones de una manera natural, ni de elegir la opción de llorar: tienes que aguantarte cada vez que te sientas agraviado. Esta es la educación que recibiste de tu padre y representa el significado verdadero de “Crecer sin aprender es culpa del padre”. Tanto tu padre como tu madre y la gente mayor se ciñen a esta educación y señalan: “Tú, un chico, lloras por todo, cada vez que te sientes agraviado y cuando te han apalizado ahí fuera en la calle. ¡No eres bueno para nada! Si te pegaron, ¿por qué no les devolviste el golpe? Si te sacuden, no juegues más con ellos. Cuando vuelvas a encontrártelos, si ves que puedes darles una paliza, hazlo; de lo contrario, sal corriendo. Fíjate en cómo Han Xin[a] soportó la humillación de que lo obligaran a gatear entre las piernas de otro y no lloró. ¡Eso es un hombre de verdad!”. Así es como los padres educan a sus hijos y les inculcan la idea de ser un hombre de verdad. Los hombres no pueden hablar de sus problemas ni derramar lágrimas; deben aguantarse. Decidme, ¿cuántas injusticias deben soportar ellos? En esta sociedad, los hombres deben mantener a sus familias, mostrar piedad filial hacia sus mayores y no osar quejarse por muy cansados que estén. No pueden desahogarse por muchas injusticias que hayan soportado. ¿Acaso esto no es injusto para ellos? (Sí). Cuando vuestros padres os educaron así, ¿cómo os sentisteis? Cuando quisiste llorar en alguna ocasión, ¿qué dijo tu padre? “Yo, fulano de tal, he sido sabio y diligente para sobresalir toda la vida. ¿Cómo puedo haber criado a un llorón como tú? Cuando tenía tu edad, ya mantenía a la familia. ¡Mírate, consentido y mimado, no vales para nada!”. ¿Cómo os sentisteis? Tus padres y abuelos te educaron diciendo: “Un hombre es el pilar de la familia. ¿Por qué te mantenemos? ¿Por qué te enviamos al instituto? Para ayudarte a que mantengas a la familia, no para que llores o te sientas agraviado cada vez que ocurra algo”. ¿Cómo os sentisteis cuando vuestros padres y mayores decían estas cosas? ¿Te sentiste agraviado o te lo tomaste con filosofía? (Me sentí deprimido, agraviado). ¿No tuviste más remedio que aceptarlo o tuviste resentimiento en el corazón? (Sentí animadversión, pero tuve que aceptarlo). ¿Por qué hiciste eso? (Porque tuve la sensación de que, en tales circunstancias o en este sistema social, no tenía otra opción). Así es como la sociedad posiciona a los hombres. Nacen en este tipo de circunstancia social, y nadie tiene alternativa. La educación que recibiste de tu padre y de tus mayores provenía de la sociedad; después de que ellos recibieron esta educación ideológica, te inculcaron estos pensamientos de la sociedad. En realidad, cuando ellos aceptaron estos pensamientos y puntos de vista durante sus años de formación, también lo hicieron de mala gana. A medida que se hicieron mayores, trasmitieron estos pensamientos a la generación siguiente. No se plantearon si dicha generación debía aceptar estos pensamientos y puntos de vista, o si estos eran correctos, porque así es como crecieron. Pensaron que la gente debía vivir de esta manera; tanto da si te sientes agraviado, lo importante es que aceptar estos pensamientos te ayudará a encontrar tu posición en la sociedad y a que los demás no te intimiden. ¿Por qué también soportaron estos agravios y se sintieron deprimidos y amargados como tú y, sin embargo, te trasmitieron estos pensamientos y puntos de vista de todos modos? Una razón es que, de manera natural, aceptaron diversos pensamientos y puntos de vista de la sociedad que les permitieron integrarse en las tendencias sociales y los ayudaron a encontrar su posición en la sociedad. Todo el mundo sigue estos pensamientos y puntos de vista como directrices y criterios para vivir, sin que nadie los cuestione ni desee desvincularse ni rebelarse contra ellos. Este es un aspecto, porque era necesario para sobrevivir. El otro aspecto, el principal, es que la gente no tiene la capacidad de distinguir entre las cosas positivas y las negativas. ¿A qué se debe esto? A que no entiende la verdad y carece de los pensamientos y los puntos de vista correctos respecto a la supervivencia, la manera de tratar con el mundo o la senda que debe seguir. Para adaptarse a la sociedad, encajar y sobrevivir en ella y en los grupos sociales, las personas deben aceptar, ya sea de forma activa o pasiva, los diversos principios para tratar con el mundo y las reglas del juego que marca la sociedad. La finalidad de esta adaptación es que la gente se establezca en la sociedad y se mantenga viva. No obstante, debido a que no entiende la verdad, no le queda más remedio que elegir estos principios para tratar con el mundo y estas reglas del juego que marca la sociedad. Por tanto, como hombre, cuando tu padre te enseñó que “los hombres no lloran fácilmente”, aunque te sentiste agraviado y quisiste descargar tus frustraciones, no pudiste refutarlo de ninguna manera ni discernir lo que decía. En el fondo, la razón por la que aceptaste todo esto en el corazón fue: “Aunque las palabras de mi padre son un poco duras y me cuesta escucharlas, y aceptarlas va en contra de mi voluntad, él lo hace por mi bien, de modo que debería acogerlas”. Debido a su conciencia y piedad filial en la infancia, la gente debe hacer concesiones y aceptar estos pensamientos y puntos de vista. Sea cual sea el aspecto del condicionamiento familiar, las personas se encuentran constantemente en este estado y les inculcan sin cesar estos métodos hasta que, al final, los aceptan a pesar de su voluntad. A lo largo de este proceso de aceptación continua, estos pensamientos y puntos de vista incorrectos y negativos impregnan de manera gradual la parte más íntima de una persona, o se infiltran lenta e ininterrumpidamente en sus pensamientos y puntos de vista y se convierten en diversas bases distintas para su forma de comportarse y tratar con el mundo. Este proceso puede describirse acertadamente como la experiencia de una persona sometida a la corrupción, ya que el mecanismo de aceptar pensamientos y puntos de vista erróneos también es el de la corrupción. Así pues, ¿quién corrompió a la gente? En un sentido abstracto fueron Satanás y las tendencias malvadas; en un plano más específico, fue la familia y, aún más concretamente, los padres. Si hubiera dicho esto diez años atrás, ninguno de vosotros habría podido aceptarlo y todos podríais haber sentido desafecto hacia Mí. Sin embargo, en estos momentos, la mayoría de vosotros puede aceptar racionalmente este enunciado como correcto y responder con un “amén”, ¿verdad? (Sí). ¿Por qué es acertado este enunciado? Para entenderlo, las personas deben llegar a apreciarlo gradualmente a través de su experiencia. Cuanto más específica y profunda sea tu apreciación, y cuanto más lleguen a reflejar este enunciado tus experiencias, más serás capaz de estar de acuerdo con él.

Lo más probable es que en el condicionamiento familiar intervengan muchas más reglas del juego relativas a la manera de comportarse y tratar con el mundo. Por ejemplo, los padres suelen decir: “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle; eres demasiado ingenuo y crédulo”. Los padres acostumbran a repetir este tipo de palabras, e incluso los mayores te atosigan a menudo, diciendo: “Sé una buena persona, no hagas daño a otros, pero siempre debes protegerte del daño que otros puedan hacerte. Todo el mundo es malo. Tal vez alguien te halague, pero no sabrás qué piensa en realidad. El corazón de las personas se oculta bajo la piel, y al dibujar un tigre, trazas la piel, pero no los huesos; al conocer a una persona, puedes verle la cara, pero no el corazón”. ¿Revisten estas frases algún aspecto correcto? Si analizamos literalmente cada una de ellas, no tienen nada de malo. No podemos saber lo que alguien piensa verdaderamente en su interior, si tiene un corazón mezquino o bondadoso. Es imposible captar la esencia del alma de una persona. El significado subyacente de estas frases es ostensiblemente correcto, pero solo son un tipo de doctrina. ¿Cuál es el principio para tratar con el mundo que se deriva en definitiva de estas dos frases? La respuesta es: “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle”. Esto es lo que suelen señalar los mayores y los padres, y te aconsejan constantemente diciendo: “Ten cuidado, no seas ingenuo ni reveles el interior de tu corazón. Aprende a protegerte y a estar atento. Incluso con los buenos amigos, no reveles tu verdadero ser ni pongas el corazón al descubierto. No arriesgues tu vida por ellos”. ¿Es correcta esta amonestación de tus mayores? (No, porque enseña a actuar con engaño). En teoría, la intención principal es buena: protegerte, evitar que te enfrentes a situaciones peligrosas, defenderte para que otros no te hagan daño ni jueguen sucio contigo y resguardar tus intereses físicos, tu seguridad personal y tu vida. La idea es librarte de problemas, litigios y tentaciones, y permitirte vivir cada día en paz, tranquila y felizmente. La intención principal de los padres y los mayores es simplemente protegerte. No obstante, su manera de resguardarte, los principios que te aconsejan seguir y los pensamientos que te inculcan no son correctos en absoluto. Si bien la intención principal es correcta, los pensamientos que te inculcan inconscientemente te llevan a un punto extremo, ya que se convierten en los principios y las bases para tu forma de tratar con el mundo. Al interactuar con compañeros de clase, colegas, socios de trabajo, superiores y todo tipo de personas en la sociedad, es decir, gente de toda condición social, estos pensamientos protectores que tus padres te inculcaron inconscientemente se convierten en tu talismán y principio más básico cada vez que te encuentras en situaciones en las que intervienen las relaciones interpersonales. ¿Qué principio es este? La respuesta es: no te haré daño, pero debo protegerme de ti en todo momento para evitar que me engañes o juegues sucio conmigo, que tenga problemas o litigios, que el futuro de mi familia se vaya a pique y mis familiares mueran, y que acabe en prisión. Si vives bajo el control de estos pensamientos y puntos de vista, dentro de este grupo social con este tipo de actitud hacia la manera de tratar con el mundo, solo puedes sentirte más deprimido, más agotado, más fatigado tanto mental como físicamente. En consecuencia, te haces más resistente y contrario a este mundo y a esta humanidad, y los desprecias más. A la vez que menosprecias a otros, comienzas a subestimarte y sientes que no vives como una persona, sino más bien una vida cansada y deprimida. Para evitar que te dañen los demás, debes estar en guardia constantemente, haciendo y diciendo cosas contra tu voluntad. Al intentar proteger tus intereses y tu seguridad personal, llevas una máscara falsa en cada aspecto de tu vida y te disfrazas, sin atreverte nunca a expresar ninguna verdad. En esta situación, en estas condiciones de supervivencia, tu yo interior no puede liberarse ni ser libre. Con frecuencia, necesitas a alguien que no pueda hacerte ningún daño y que nunca amenace tus intereses, alguien con quien puedas compartir tus pensamientos más íntimos y descargar tus frustraciones, sin tener que responsabilizarte de tus palabras, sin hacer el ridículo ni ser objeto de insultos y burlas, o sin asumir las consecuencias. En una situación en la que el pensamiento y el punto de vista “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle” es tu principio para tratar con el mundo, estás lleno de miedo e inseguridad en tu interior. De manera natural, te sientes deprimido e incapaz de liberarte, y necesitas a alguien que te consuele, en quien puedas confiar. Por tanto, a juzgar por estas consideraciones, aunque el principio para tratar con el mundo que te enseñaron tus padres, “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle”, pueda servirte para protegerte, es un arma de doble filo. Si bien protege tus intereses físicos y tu seguridad personal hasta cierto punto, también hace que te sientas deprimido y abatido, incapaz de liberarte e incluso más decepcionado con este mundo y esta humanidad. Al mismo tiempo, en lo hondo de tu ser, también comenzarás débilmente a estar harto de haber nacido en una era tan malvada, en el seno de un grupo tan malvado de personas. No puedes entender por qué las personas tienen que vivir, por qué la vida es tan agotadora, por qué deben llevar una máscara y disfrazarse allí donde vayan, ni por qué debes estar siempre en guardia contra los demás para proteger tus intereses. Te gustaría poder decir la verdad, pero no puedes por las consecuencias. Quieres ser una persona real, hablar y comportarte abiertamente, y evitar ser una persona vulgar y cometer acciones infames e indignas en secreto, viviendo exclusivamente en la oscuridad, pero no puedes hacer nada de esto. ¿Por qué no puedes vivir honradamente? Al reflexionar sobre lo que hiciste en el pasado, sientes un ligero desprecio. Odias y aborreces esta tendencia y este mundo malvados y, a la vez, te detestas profundamente y menosprecias la persona en quien te has convertido. Sin embargo, no puedes hacer nada para cambiarlo. Aunque tus padres te transmitieron este talismán a través de sus palabras y acciones, aún sientes que tu vida carece de felicidad o de una sensación de seguridad. Cuando notas esta falta de dicha, amparo, integridad y dignidad, estás agradecido a tus padres por haberte ofrecido este talismán y, al mismo tiempo, resentido por las cadenas que te han impuesto. No entiendes por qué tus padres te dijeron que te comportaras de esta manera, por qué debes actuar así para ganarte una posición en la sociedad, para integrarte en este grupo social y para protegerte. Aunque sea un talismán, también es una especie de traba que hace que sientas amor y odio en el corazón. Pero ¿qué puedes hacer? No tienes la senda correcta en la vida y nadie te indica cómo vivir o tratar con las cosas que te ocurren, si lo que haces está bien o mal o cómo deberías recorrer la senda que tienes ante ti. Solo puedes vagar entre la confusión, la vacilación, el dolor y la ansiedad. Estas son las consecuencias de la filosofía para los asuntos mundanos que te inculcaron tus padres y tu familia, que impide que puedas cumplir tu deseo más simple de ser una persona sencilla, es decir, poder comportarte honestamente sin recurrir a estos medios de tratar con el mundo. Solo puedes llevar una vida inmoral, adquiriendo compromisos y viviendo en pro de tu reputación, mostrándote especialmente fiero para resguardarte de otros y fingiendo ser violento, alto, fuerte, poderoso y extraordinario para evitar que te intimiden. La única forma de vivir así es contra tu voluntad, lo que hace que te detestes a ti mismo, pero no tienes alternativa. Debido a que no tienes la capacidad ni la senda para escapar de estas maneras y estrategias para tratar con el mundo, solo puedes dejar que te manipulen los pensamientos que tus padres y la familia te condicionaron. Las personas viven bajo el engaño y el control de los pensamientos que sus padres y familias les inculcaron durante este proceso inconsciente, porque no entienden la verdad ni cómo deberían vivir, de modo que no tienen más remedio que dejarlo todo a la suerte. Aun en el caso de que su conciencia todavía albergue algún sentimiento, o de que tengan siquiera un ligero deseo de vivir con semejanza humana, para relacionarse y competir con otros de manera justa, independientemente de cuáles puedan ser sus deseos, no pueden eludir el condicionamiento y el control de diversos pensamientos y puntos de vista que provienen de su familia y, al final, solo pueden recurrir al pensamiento y al punto de vista que les condicionó su familia, “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle”, porque no tienen otra senda que tomar y carecen de alternativa. Todo esto se debe a que la gente no entiende la verdad y es incapaz de obtenerla. Por supuesto, los padres también te dicen: “Al dibujar un tigre, trazas la piel, pero no los huesos; al conocer a una persona, puedes verle la cara, pero no el corazón”; te hablan del arte de protegerte de otros y te indican que debes hacerlo porque todo el mundo es taimado; es fácil que te engañen si no eres capaz de calar a la gente, es posible que sus pensamientos no se correspondan con su aspecto externo, alguien puede parecer justo y bondadoso por fuera, pero tiene tanto veneno en el corazón como una serpiente o un escorpión; o una persona puede hablar de benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y fiabilidad, decir todo lo que es correcto, con un discurso lleno de justicia y moralidad, pero en el fondo del corazón y del alma es particularmente indecente, despreciable, vil y perversa. Por tanto, solo puedes relacionarte e interactuar con otros según los pensamientos y los puntos de vista que te inculcaron tus padres.

“Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle” y “Al dibujar un tigre, trazas la piel, pero no los huesos; al conocer a una persona, puedes verle la cara, pero no el corazón” son los principios más básicos para tratar con el mundo que te inculcan los padres, así como los criterios más fundamentales para contemplar a las personas y estar en guardia contra ellas. La intención principal de los padres es protegerte y ayudarte a que te resguardes. Sin embargo, desde otro ángulo, estas palabras, pensamientos y puntos de vista pueden hacer que sientas aún más que el mundo es peligroso y que no se puede confiar en la gente, lo que lleva a una falta completa de sentimientos positivos hacia los demás. Pero ¿cómo puedes realmente discernir a las personas y contemplar a otros? ¿Con quién te puedes llevar bien y cuál debería ser la relación adecuada entre individuos? ¿Cómo se debería interactuar con otros en función de los principios y cómo se puede interactuar justa y armoniosamente con otros? Los padres no saben nada de estos asuntos. Lo único que conocen son trucos, tretas y diversas reglas del juego y estrategias para tratar con el mundo a fin de protegerse de la gente y aprovecharse de los demás y controlarlos, para impedir que otros dañen a uno, por mucho que uno haga daño a terceros. Al enseñar estos pensamientos y puntos de vista a los hijos, las cosas que los padres les inculcan son meramente ciertas estrategias para tratar con el mundo. No son más que eso. ¿Qué incluyen estas estrategias? Todo tipo de trucos y reglas del juego, y cómo complacer a otros, proteger los intereses propios y maximizar las ganancias personales. ¿Estos principios son la verdad? (No). ¿Son la senda correcta que la gente debe seguir? (No). Ninguno de ellos lo es. Así pues, ¿cuál es la esencia de estos pensamientos que te inculcan los padres? No se ajustan a la verdad, no son la senda adecuada y no son cosas positivas. Entonces, ¿qué son? (Son totalmente la filosofía de Satanás que nos corrompe). De acuerdo con los resultados, corrompen a la gente. Insisto, ¿cuál es la esencia de estos pensamientos? Como “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle”. ¿Es este el principio correcto para interactuar con otros? (No, son cosas negativas por completo que provienen de Satanás). Atendiendo a este hecho, ¿cuál es su esencia y naturaleza? ¿Acaso no son trucos? ¿Acaso no son estrategias? ¿Acaso no son tácticas para ganarse a los demás? (Sí). No son los principios de práctica para entrar en la verdad, ni instrucciones y principios positivos con los que Dios enseña a la gente a comportarse; son estrategias para tratar con el mundo, son trucos. Además, ¿la naturaleza de frases como “Al dibujar un tigre, trazas la piel, pero no los huesos; al conocer a una persona, puedes verle la cara, pero no el corazón” es también la misma? (Sí). ¿Acaso estas frases no te indican que seas taimado, que no seas simple, honesto u honrado, que no reveles fácilmente tu interior y que no des pistas para que los demás te calen rápido? ¿Acaso los principios específicos para tratar con el mundo, que has adquirido a través de estos pensamientos y puntos de vista, no te señalan que utilices estrategias al interactuar con otros y que aprendas a ganarte a los demás y las reglas del juego que imperan entre las personas en cada era? (Sí). Algunos dicen: “Los padres dicen estas frases para enseñar a los hijos a protegerse de otros y a aprender a contemplar a la gente”. ¿Te dijeron ellos cómo contemplar a los demás? No lo hicieron, ni te indicaron cómo relacionarte con distintos individuos según los principios correctos, más bien te enseñaron a usar los trucos y las tretas correspondientes para satisfacer las necesidades y las estrategias de personas diferentes. Por ejemplo, tu jefe o superior es un canalla y un mujeriego. Piensas: “El jefe parece respetable y honesto por fuera, pero por dentro no es más que un faldero. En el fondo de su alma es un desgraciado. Bien, no pasa nada, satisfaré sus preferencias; me fijaré en una mujer de buen aspecto, la abordaré y la presentaré al jefe para complacerlo”. ¿Es esta una estrategia para tratar con el mundo? (Sí). Por ejemplo, cuando ves a alguien que tiene un valor que se puede explotar y merece la pena tu interacción, pero es difícil relacionarse con dicha persona, piensas: “Tengo que adularlo, decirle lo que le gusta escuchar”. Si ese individuo dice: “Hoy hace buen tiempo”, tú contestas: “Realmente es un día estupendo, y mañana también lo será”. Si él exclama: “Hoy hace mucho frío”, tú respondes: “Es verdad. ¿Por qué no te abrigas un poco más? Mi chaquetón calienta mucho, venga, póntelo”. Así que bosteza, te apresuras a acercarle una almohada; cuando saca un frasco de medicamentos, le sirves rápidamente un vaso de agua; cuando se sienta después de comer, no tardas en prepararle un té. ¿Acaso todo esto no son estrategias para tratar con el mundo? (Sí). Sí, lo son. ¿Por qué eres capaz de utilizar estas estrategias? ¿Por qué quieres halagar a las personas? Si no las necesitaras ni supusieran ningún beneficio para ti, ¿las tratarías de esta manera? (No). No, es como lo que la gente suele decir: “No muevas un dedo si no hay recompensa”. Es como cuando vas a regar al huerto y solo echas agua a los vegetales que se pueden aprovechar. De manera activa, halagas a quienes te son útiles. Cuando pierden o les quitan su posición, dejas de entusiasmarte con ellos inmediatamente y los ignoras. Cuando te llaman, apagas el teléfono o simulas que la línea está ocupada y no contestas. Cuando los ves, te saludan y dicen: “Hoy hace buen tiempo”. Y tú te los sacas de encima, exclamando: “Ah, sí. Adiós, ya hablaremos más tarde si pasa algo. Te invitaré a comer algún día”. Promesas vacías, ya que los ignoras, no te pones en contacto con ellos e incluso los bloqueas. Los diversos pensamientos y puntos de vista que inculcan los padres construyen un muro protector invisible en el corazón. Al mismo tiempo, también inculcan algunas formas básicas de tratar con el mundo o sobrevivir, enseñando cómo jugar a dos caras, integrarse en un grupo social, establecerse en la sociedad e impedir que intimiden a uno en un grupo de personas. A pesar de que tus padres no te guiaron de manera específica sobre cómo tratar situaciones concretas antes de incorporarte a la sociedad, el condicionamiento de los progenitores o la familia respecto a estas formas y principios de tratar con el mundo te ha proporcionado unos puntos de vista y unos principios básicos sobre cómo tratar con el mundo. ¿Cuáles son estos? Te enseñan a enmascararte cada vez que interactúas con la gente, a vivir con una máscara en cada grupo social y, en definitiva, a alcanzar el objetivo de proteger tu fama y tu beneficio para no sufrir pérdidas y, simultáneamente, a obtener la fama y el beneficio que quieres, o a lograr una garantía básica de seguridad personal. A partir de los pensamientos, los puntos de vista y las diversas estrategias para tratar con el mundo que te inculcaron tus padres, queda claro que estos no te han enseñado a ser alguien más digno, una persona real, un ser creado bueno o un individuo que posee la verdad. Al contrario, te indicaron cómo engañar a otros, estar en guardia contra los demás y usar estrategias para interactuar con distintas personas, y te hablaron también de cómo es el corazón de la gente y de la naturaleza de la humanidad. Bajo el condicionamiento de estos pensamientos y puntos de vista de tus padres, tu yo interior es cada vez más siniestro y la gente te disgusta. En tu corazón joven, incluso antes de disponer de estrategias para tratar con el mundo, ya tienes una definición rudimentaria y básica de la humanidad, así como un principio rudimentario y básico para tratar con el mundo. Así pues, ¿cuál es el papel de los padres en tu forma de tratar con el mundo? Sin duda, te guían por la senda errónea, no la buena, y no te dirigen hacia la senda correcta de la vida humana de una manera positiva y proactiva, más bien te llevan por el mal camino.

Aparte de condicionarlos con dichos como “Los hombres no lloran fácilmente”, los padres suelen decir a los chicos: “‘Un buen gallo no se pelea con los perros; un hombre bueno no discute con las mujeres’; no tontees ni discutas con las chicas; no te rebajes a su nivel; ellas son chicas, deberías tratarlas con tacto”. ¿Por qué deberías tratarlas con tacto? Si alguna ha hecho algo que no está bien, no deberías tratarla con tacto ni consentirla. Los hombres y las mujeres son iguales. Ellas han nacido y han sido criadas en el seno de la familia, igual que tú, así que, ¿por qué deberías tratarlas con tacto? ¿Solo porque son mujeres? Cuando hacen algo mal, deberían castigarlas e instruirlas para que aprendan, y ellas deberían admitir su error, pedir disculpas y entender que hicieron algo que no está bien y que no deberían volver a comportarse de esa manera en futuras ocasiones. Deberías aprender a ayudarlas, en lugar de seguir el principio “Un hombre bueno no discute con las mujeres” que te enseñaron tus padres para abordar la situación. Todo el mundo se equivoca en un momento u otro, tanto hombres como mujeres. Cuando eso ocurre, deberían admitir sus errores y arrepentirse. Los hombres y las mujeres deberían recorrer la senda correcta y vivir con dignidad, en lugar de acatar lo que dijeron sus padres: “Un buen gallo no se pelea con los perros; un hombre bueno no discute con las mujeres”. Un hombre bueno no demuestra que lo es por abstenerse de discutir con las mujeres ni por evitar rebajarse a su nivel. Ya ves, los padres suelen decir: “Las mujeres llevan el pelo largo, pero son cortas de miras. No tienen perspectivas, no seas como ellas, no te las tomes en serio ni les prestes atención”. ¿Qué quiere decir “no les prestes atención”? Es necesario aclarar y explicar las cuestiones relacionadas con los principios. Quién cometió el error, quién dijo algo positivo o algo negativo, quién mencionó que una senda era correcta: es necesario aclarar las cuestiones relacionadas con los principios, las sendas y el comportamiento propio. No desdibujes la línea entre lo que está bien y lo que está mal; aunque se trate de una mujer, deberías dejar las cosas claras. Si realmente la tienes en consideración, deberías decirle la verdad que la gente debería entender y ayudarla a recorrer la senda adecuada, sin consentirla ni evitar tomársela en serio o aclarar las cosas por el mero hecho de que es una mujer. Las mujeres también deberían vivir con dignidad, sin dejarse llevar por caprichos ni negarse a ser razonables solo porque los hombres transigen con ellas. La única diferencia entre hombres y mujeres es fisiológica; a ojos de Dios, su identidad y su estatus son los mismos. Ambos son seres creados y no se distinguen demasiado, aparte de sus diferencias de género. Están sometidos a la corrupción y comparten los mismos principios referentes al comportamiento propio. Los estándares que Dios exige son idénticos para hombres y mujeres, sin distinción. Así pues, ¿es válida la enseñanza de los padres de que “Un hombre bueno no discute con las mujeres”? (No). ¿Cuál es el enfoque correcto? No se trata de entablar discusiones, sino de ajustar tu práctica a los principios. ¿Qué quieren decir los padres con estas observaciones? ¿Acaso no demuestran que prefieren a los hijos antes que a las hijas? Parece que digan: “Las mujeres llevan el pelo largo, pero son cortas de miras. Son ingenuas, con una inteligencia ínfima. ¿Por qué habría siquiera que razonar con ellas? No lo entenderían. Como reza el dicho: ‘Las mujeres de pechos grandes tienen la cabeza hueca, llevan el pelo largo, pero son cortas de miras’. ¿Por qué deberías preocuparte de las mujeres o tomártelas en serio?”. ¿Acaso las mujeres no son humanas? ¿Acaso Dios no salva a las mujeres? ¿Acaso Él no comparte la verdad con ellas o no les da la vida? ¿Es este el caso? (No). Si Dios no hace nada de esto ni trata injustamente a las mujeres, ¿cómo deberías actuar? Trata a las mujeres según los principios que Dios te enseña; no aceptes los pensamientos de tus padres ni adoptes tendencias machistas. Aunque tal vez tengas los huesos y los músculos un poco más robustos que los de las mujeres, seas más corpulento, tengas más fuerza física y comas más que ellas, tu carácter corrupto, tu rebeldía y tu incapacidad para entender la verdad no difieren en el caso de las mujeres. Es posible que las habilidades en las que destacas sean distintas a las de las mujeres: tienes aptitud para la electrónica y la maquinaria, mientras que las mujeres son buenas bordando, cosiendo y remendando. ¿Eres capaz de hacer esas cosas? Los hombres son expertos constructores y las mujeres sobresalen en tratamientos de belleza. Si bien los hombres pueden hacer funcionar máquinas y equipos diversos, las mujeres tampoco se quedan cortas. ¿Exactamente en qué campo las mujeres no están a la altura? Todas estas comparaciones carecen de cualquier sentido. La cuestión fundamental es que abandones tu machismo. No aceptes pensamientos como: “Un hombre bueno no discute con las mujeres”; lo que dicen los padres no es la verdad y es perjudicial para ti. Nunca digas estas cosas degradantes para las mujeres; van descaradamente en contra de la razón y la corrección. ¿Qué clase de actitud es no respetar a las mujeres? ¿Las personas que hacen estas cosas poseen siquiera humanidad? (No). Carecen de ella. Si no respetas a las mujeres, recuerda que tu madre, tus abuelas y tus hermanas son mujeres todas ellas. ¿Están dispuestas a aceptar esta falta de respeto? Algunas madres dicen incluso a sus hijos: “Un hombre bueno no discute con las mujeres”. ¿Acaso no son estúpidas estas madres? Las madres así son simples y, a pesar de ser mujeres, se infravaloran; claramente son unas atolondradas que no tienen ni idea de lo que dicen. El enunciado “Un hombre bueno no discute con las mujeres” va descaradamente en contra de la razón y la corrección. Dios nunca ha definido a las mujeres de esta manera ni ha advertido a los hombres, diciendo: “Las mujeres son frágiles, llevan el pelo largo, pero son cortas de miras, y carecen de sentido común. No discutas con ellas. Aunque lo hagas, no serás capaz de resolver las cosas claramente. Sé indulgente y cortés en todo, no te las tomes en serio. Los hombres deberían ser tolerantes e integradores”. ¿Acaso Dios ha dicho alguna vez algo así? (No). Dado que Dios nunca ha expresado estas cosas, no las hagas ni contemples a las mujeres bajo estos puntos de vista. Esto es discriminación y falta de respeto hacia las mujeres. Puedes suplirlas en los casos en los que carezcan de las habilidades necesarias, pero ellas también deben hacer lo mismo cuando seas tú quien no tenga aptitudes. La perspectiva correcta es la dependencia y la complementación mutuas. ¿Por qué es esta la óptica adecuada? Porque es Dios quien decreta las fortalezas de los hombres y las mujeres. ¿Qué pensamientos y puntos de vista deberías adoptar para abordar el hecho de que es Dios quien decreta las fortalezas de los hombres y las mujeres? La respuesta es complementarse mutuamente: este es el principio de práctica. Los hombres no deberían discriminar a las mujeres, y estas no deberían tratarlos con excesiva deferencia, pensando: “Por fin tenemos a un hermano en nuestra iglesia, un pilar de fortaleza. Ahora nuestra iglesia está completa, hay alguien que nos respalde y se ocupe de las cosas en nuestro nombre, que nos dirija”. ¿Eres inferior? ¿Pones tu fe en los hombres? Si una iglesia consistiera únicamente de hermanas, ¿significaría esto que ya no tienes fe en Dios? ¿Que ya no puedes salvarte ni entender la verdad? Cuando alguien hace el comentario irreflexivo: “¿Por qué no hay hermanos en vuestra iglesia?”, te sientes como si te hubieran apuñalado en el corazón, y dices: “No saques el tema, es la carencia principal de nuestra iglesia. No queremos hablar de ello; has tocado el único asunto que lamentamos”, y oras: “Dios, ¿cuándo dispondrás a un hermano para nuestra iglesia?”. ¿La iglesia está mantenida por hermanos? ¿No puede salir adelante sin ellos? ¿Dios ha dicho esto alguna vez? (No). Él nunca lo ha expresado ni ha señalado que una iglesia deba contar con miembros de ambos sexos para poder crearse o que no se pueda fundar solo con personas de un mismo sexo. ¿Alguna vez ha dicho Él esto? (No). Todo esto son consecuencias del machismo condicionado por la familia. Dependes de los hombres para todo y, apenas te ocurre algo, dices: “Tengo que esperar a que llegue mi marido para hablarlo con él”, o “Últimamente, los hermanos de nuestra iglesia han estado muy ocupados, de modo que nadie se encarga de dirigir este asunto”. Entonces, ¿para qué sirven las mujeres? ¿No eres capaz de ocuparte de estas tareas? ¿Acaso no tienes boca o piernas? No te falta nada: entiendes los principios-verdad y deberías actuar en consecuencia. Los hombres no son tu cabeza ni tus maestros; solo son individuos corrientes, miembros de la humanidad corrupta. Aprende a confiar en Dios y en Sus palabras para todo lo que hagas. Este es el principio y el camino que debes seguir, en lugar de depender de cualquier otra persona. Si bien no abogo por el machismo, por supuesto no hago esto para exaltar los derechos de las mujeres ni para reivindicarlos, sino más bien para ayudar a la gente a entender una faceta de la verdad. ¿Cuál? Que el dicho que te han inculcado tus padres, “Un hombre bueno no discute con las mujeres”, es incorrecto, ya que conduce a una forma de pensar inadecuada y la infunde. No deberías permitir que este pensamiento y punto de vista dirijan tu papel como hombre o tu manera de tratar a las mujeres. Deberías entender este aspecto de la verdad. No pienses siempre: “Soy un hombre, debería considerar las cosas desde la perspectiva de un hombre, debería mostrar consideración por estas hermanas y protegerlas, ser tolerante con ellas y perdonarlas desde la posición de un hombre, sin tomármelas en serio. Si una hermana quiere postularse como líder en la iglesia, la trataré con cortesía y dejaré que ejerza su función”. ¿En qué te basas para pensar eso? Solo porque eres un hombre, ¿ya te crees una persona integradora? ¿Puedes ser tolerante con ellas? Ni siquiera eres capaz de ser tolerante contigo mismo. La dirección de la iglesia debería determinarse en función de quien sea apto para dicha tarea. Si los hermanos y las hermanas te eligen, debes llevar esta carga. Es tu responsabilidad y tu deber. ¿Por qué rehúsas estos cometidos con tanto desinterés? ¿Para demostrar lo noble que eres? ¿Es ese el principio de práctica? ¿Se ajusta a la verdad? (No). Es erróneo tanto rechazar algo como luchar por ello; así pues, ¿cuál es la manera correcta de actuar? Basar tus acciones en las palabras de Dios y adoptar la verdad como tus criterios. Vuestros padres os enseñaron que “Un hombre bueno no discute con las mujeres”. ¿Cuántos años habéis vivido con este pensamiento y punto de vista machista? Muchos piensan: “Lavar y remendar es trabajo de mujeres. Que lo hagan ellas. Me exaspero cuando tengo que ocuparme de estas tareas; me siento menos hombre”. Entonces, ¿qué pasa si haces este trabajo? ¿Acaso dejas de ser un hombre? Algunos dicen: “Mi madre, mi hermana o mi abuela siempre se encargaron de lavarme la ropa. Nunca he hecho ningún ‘trabajo de mujeres’”. Ahora cumples tu deber y tienes que ser independiente. Esto es lo que deberías hacer; es lo que Dios exige a las personas. ¿Lo harás? (Sí). Si te resistes en el corazón, y por ello no estás dispuesto a hacer nada y siempre piensas en tu madre, realmente no sirves para nada. Los hombres tienen estos pensamientos machistas y menosprecian determinadas tareas, como ocuparse de los hijos, ordenar la casa, hacer la colada y limpiar. Algunos tienen tendencias machistas muy marcadas y desdeñan estos quehaceres; no están dispuestos a encargarse de ellos o, si los realizan, es a regañadientes, temiendo que otros puedan tenerlos en menos consideración. Piensan: “Si siempre hago estas tareas, ¿no me volveré afeminado?”. ¿Qué pensamiento y punto de vista rigen esta observación? ¿Acaso no hay un problema en su manera de pensar? (Sí). Su modo de enfocar las cosas es problemático. Fíjate en ciertas partes del mundo donde los hombres siempre llevan delantal y cocinan. Cuando la mujer vuelve a casa de trabajar, el hombre le sirve la comida y dice: “Ven, come un poco. Está muy bueno; hoy he hecho tus platos favoritos”. La mujer ingiere con derecho la comida preparada, el hombre cocina con derecho y nunca se siente como un amo de casa. Cuando él se quita el delantal y sale a dar una vuelta, ¿acaso no sigue siendo un hombre? Es innegable que, en algunos lugares donde el machismo está particularmente extendido, el condicionamiento y la influencia de la familia han malcriado a estos hombres. ¿Este condicionamiento los ha salvado o, por el contrario, los ha perjudicado? (La respuesta es la segunda opción). Los ha dañado. Algunos hombres de treinta, cuarenta o, incluso, cincuenta años no saben lavarse los calcetines. Llevan una camiseta interior durante medio mes y ya está sucia, pero no quieren lavarla; no tienen ni idea de cómo hacerlo, calcular la cantidad de agua y detergente que deben usar ni conseguir que quede limpia. Simplemente la llevan así y piensan: “En el futuro, haré que mi madre o mi esposa me compren más camisetas interiores y calcetines de modo que solo tenga que lavarlos cada dos meses. ¡Sería fabuloso tener la posibilidad de que mi madre o mi mujer vinieran a lavarme toda la ropa!”. El origen de su aversión a realizar estas tareas guarda cierta relación con la educación que recibieron por parte de la familia y los padres. Los pensamientos y los puntos de vista que inculcan los padres están relacionados con las reglas para vivir más básicas y simples, así como con determinadas ideas incorrectas sobre la gente. En resumen, todo esto constituye el condicionamiento familiar de los pensamientos de las personas. Independientemente del impacto que tengan en la vida de una persona a lo largo de su tiempo de fe en Dios y de su existencia, o de los problemas y las molestias que comporten, de manera intrínseca guardan cierta relación con la educación ideológica de los padres. Si ahora ya eres un adulto y estos pensamientos y puntos de vista han regido tu vida durante muchos años, la situación no cambiará de la noche a la mañana, para ello se requiere tiempo. Si estos pensamientos y puntos de vista se corresponden con el cumplimiento de tu deber y con los principios para comportarte y tratar con el mundo, y si persigues la verdad, deberías esforzarte por cambiar estas cuestiones y entrar en la realidad-verdad lo antes posible. Si están relacionados únicamente con algunos aspectos de tu vida personal, sería conveniente que estuvieras dispuesto a cambiar. Si no puedes conseguirlo, si te parece demasiado arduo o difícil, o incluso si ya estás acostumbrado a este estilo de vida y no puedes cambiar, nadie te obliga a nada. Simplemente te indico todo esto para que sepas qué está bien y qué está mal. Respecto a estos aspectos del estilo de vida personal, sopésalos por ti mismo; no forzaremos la situación. Por lo que se refiere a la frecuencia con la que lavas los calcetines, o si los remiendas o los tiras una vez desgastados, eso es asunto tuyo. Actúa según tus circunstancias; no estableceremos ninguna regla concreta.

Debido a su entorno privilegiado, los padres de algunas familias suelen decir a los hijos: “Cuando salgas por ahí, recuerda de quién desciendes y quiénes son tus antepasados. Cuando estés en grupos sociales, deberías comportarte de una manera que honre y glorifique el nombre de nuestra familia. Nunca mancilles la reputación de nuestros ancestros. Recuerda siempre sus enseñanzas y no avergüences nuestro linaje. Si algún día cometes un error, la gente dirá: ‘¿Acaso no perteneces a una familia importante y respetable? ¿Cómo pudiste hacer algo así?’. Se reirán de ti, pero no solo de ti, sino de toda nuestra familia. En ese caso, mancharías su nombre y serías un motivo de vergüenza para nuestros predecesores, lo cual es inaceptable”. Algunos padres también indican a sus hijos: “Nuestro país es una gran nación y una civilización antigua a la vez. No ha sido sencillo conseguir la vida que tenemos actualmente, así que apréciala. Sobre todo cuando estés en el extranjero, haz que tus actos sean motivo de gloria y honor para el pueblo chino. No te comportes de una manera que pueda deshonrar a nuestra nación o dañar la reputación de la ciudadanía china”. Los padres te dicen que actúes de una manera que sea motivo de gloria y honor para tu familia y tus antepasados por un lado y, por el otro, para tu nación y tu etnia, instándote a que no avergüences a tu país. Desde una edad temprana, los padres educan de esta forma a los hijos, y los profesores también los instruyen del mismo modo cuando van a la escuela, diciendo: “Sé un motivo de gloria para nuestra clase, nuestro colegio, nuestra ciudad y nuestro país. No permitas que los extranjeros se burlen de nosotros, diciendo que nos falta calibre o que tenemos una personalidad débil”. Algunos miembros de la iglesia incluso señalan: “Nosotros, los chinos, fuimos los primeros que creímos. Al interactuar con hermanos y hermanas del extranjero, deberíamos ser motivo de gloria para el pueblo chino y mantener su reputación”. Todos estos dichos están relacionados directamente con lo que las familias inculcan en la gente. ¿Es correcto este tipo de inculcación? (No). ¿Por qué no lo es? ¿Qué clase de gloria se busca? ¿Tiene algún sentido esa búsqueda? (No). Hubo un incidente con un individuo del nordeste de China que visitaba distintas iglesias; robó 10000 yuanes del dinero de las ofrendas de la iglesia y regresó a su casa para vivir sin trabajar. Cuando los hermanos y las hermanas del nordeste descubrieron los hechos, algunos dijeron: “¡Ese tipo es detestable! Incluso se atrevió a llevarse el dinero de las ofrendas de la iglesia. ¡Ha manchado por completo la reputación de la gente del nordeste! ¡Si volvemos a verlo, deberíamos darle una lección!”. Después de este incidente, las personas del nordeste se sintieron como si hubieran perdido su honor. Cuando hablaban con hermanos y hermanas de otras provincias, no se atrevían a sacar el tema. Se avergonzaban y temían que otros pudieran decir: “Fulanito de tal de vuestra región del nordeste huyó con el dinero de las ofrendas”. Tenían miedo de que otros hablaran de esta cuestión y no osaban mencionarla. ¿Es adecuada esta conducta? (No). ¿Por qué es errónea? (Quien roba el dinero de las ofrendas no tiene nada que ver con los otros; todo el mundo se representa a sí mismo). Eso es correcto. El hecho de que ese individuo se llevara el dinero de las ofrendas solo le atañe a él mismo. Si lo hubieras descubierto y detenido, evitando de este modo una pérdida para la casa de Dios y protegiendo sus intereses, habrías desempeñado tu responsabilidad. Si no tuviste oportunidad alguna de impedir el robo y evitar la pérdida, deberías haber reconocido que esa persona es despreciable, haberte prevenido, haber orado a Dios para que te protegiera de un incidente de esta clase y haberte asegurado de no caer en una tentación similar. Deberías plantearte esta cuestión correctamente. Aunque ese tipo sea de tu región, sus acciones solo lo representan a él mismo como individuo. No es que la gente de esa región lo enseñara o animara a actuar de esta manera. No hay ninguna relación con nadie más. Como mucho, algunos pueden ser responsables de realizar inadecuadamente sus funciones de supervisión o dirección, pero nadie está obligado a asumir las consecuencias de las fechorías de terceros. Esa persona actuó contra Dios y atentó contra los decretos administrativos; nadie más tiene la obligación de aceptar las consecuencias de sus actos. Allá él con su comportamiento vergonzoso. Además, aquí la cuestión no es quedar mal o vanagloriarse; se trata de la esencia-naturaleza de uno y de la senda que ha tomado. Solo se puede decir que la gente no fue capaz de discernir su verdadera personalidad al principio, pero que sus auténticas intenciones salieron a relucir después de este incidente. Esto no tiene nada que ver con la reputación o la dignidad de otros hermanos y hermanas de esa región. Si tienes la impresión de que te ha deshonrado porque es de tu misma región, esta manera de interpretar y entender la situación es completamente errónea. En la casa de Dios nunca se castiga a toda una familia por los pecados de una sola persona; Dios contempla a cada individuo como una entidad propia. No importa de dónde provengas, incluso si compartes familia o padres, Dios considera a cada persona como una criatura única. Él nunca implica a otros allegados por los errores de alguien. Este es el principio y se ajusta a la verdad. Sin embargo, si piensas que los actos reprobables de un paisano de tu región perjudican tu reputación y además te comprometen, es por tu manera errónea de entender los hechos, que no tiene nada que ver con la verdad. Por tanto, cuando los padres te dicen: “Sé un motivo de gloria para nuestro país, nuestra familia o nuestro apellido”, ¿es correcto esto? (No). ¿Por qué no lo es? ¿Con qué frase comparte la misma naturaleza? ¿Acaso no tiene la misma esencia que el pensamiento que comentamos anteriormente, a saber: “El hombre deja su reputación allá por donde va, de la misma manera que un ganso grazna allá por donde vuela”? Una persona en su vida no obra de manera positiva, recorre la senda correcta ni adopta las cosas beneficiosas y la verdad para honrarse. Al contrario, la gente debería comportarse de esta manera: es su responsabilidad, la senda que debería seguir y su deber. Tomar la senda adecuada, aceptar las cosas positivas y la verdad, y someterse a Dios son la obligación y el deber de las personas. También son acciones destinadas a obtener la salvación, no para quedar bien por uno mismo ni por Dios; por supuesto, tampoco por tus compatriotas ni por un apellido, una raza o un clan en particular, sin duda alguna. No te salvas para ser motivo de gloria para tus conciudadanos ni para tu familia, desde luego. La idea de “ser motivo de gloria” es tan solo una teoría. Tu salvación no tiene nada que ver con estas personas. ¿De qué les sirve tu salvación? Si te salvas, ¿qué pueden ganar con esto? No siguen la senda correcta, y Dios las tratará en consecuencia, de acuerdo con Su carácter justo. Les dará el trato que se merecen. ¿Qué les aporta ese supuesto concepto de “ser motivo de gloria”? No tiene nada que ver con ellas. Tú aceptas las consecuencias de la senda que tomas, y ellas asumen las repercusiones de su propia senda. Dios trata a cada individuo según Su carácter justo. Ser motivo de gloria para la nación, la familia o el apellido de uno no es responsabilidad de nadie. Por supuesto, no deberías cargar con esta responsabilidad en solitario y, de hecho, no puedes. La ascensión o el declive de una familia o un clan, su curso y su destino no tienen nada que ver con el hecho de si eres motivo de gloria para ellos. Ni con la senda que tomes, desde luego. Si te comportas bien y eres capaz de someterte a Dios, no lo haces para ser motivo de gloria para ninguna persona, para honrar a nadie, para reclamar ninguna recompensa a Dios en su nombre ni para conseguir que quede exento de castigo. Su progreso, su caída y su destino no tienen nada que ver contigo. Sobre todo por lo que respecta a si se siente o no honrado y si eres o no motivo de gloria para él: nada de esto es relevante para ti. No puedes cargártelo en los hombros ni tienes ninguna responsabilidad u obligación de hacerlo. Por tanto, cuando tus padres te dicen: “Debes ser motivo de gloria para nuestra nación, nuestra familia o nuestro apellido y no debes mancillar la reputación de nuestros antepasados ni permitir que otros nos hagan reproches a nuestras espaldas”, estas palabras solo sirven para crearte una presión psicológica negativa. No puedes estar a su altura ni tienes ninguna obligación de hacerlo. ¿Por qué? Porque Dios solo te exige que cumplas tu deber como ser creado ante Él. No te pide que hagas nada ni contraigas ninguna obligación para tu país, familia o apellido. Por tanto, ser motivo de gloria para tu país o familia, o ser motivo de gloria y honor, o hacer lo que sea, para tu apellido, no es tu obligación. No tiene nada que ver contigo. El destino de los demás solo está en manos de Dios, y no es necesario que lleves ninguna carga en absoluto. Si cometes errores, no deberías sentirte culpable ante nada ni nadie. Si haces buenas obras, no deberías pensar que tuviste suerte ni que has sido motivo de gloria para tu país, familia o apellido. No te regocijes en estas cosas. Y si fracasas, no tengas miedo ni te sientas abatido por la pena. No te culpes. Porque no tiene nada que ver contigo de ninguna manera. Ni siquiera pienses en ello, es así de simple. Así pues, con relación a personas de distintas nacionalidades, Dios ha elegido al pueblo chino; los ciudadanos de China comparecen ante Dios y son seres creados. Los occidentales también hacen y son lo mismo. Los asiáticos, europeos, norteamericanos, sudamericanos, oceánicos y africanos comparecen ante Dios, aceptan Su obra y son igualmente Sus seres creados. No importa el país del que provenga alguien, lo único que debe hacer es cumplir su deber como ser creado, aceptar las palabras de Dios, someterse a ellas y alcanzar la salvación. No deberían formar distintos clanes basados en su propia nacionalidad, dividiéndose en grupos o razas. Todo lo que tenga la gloria racial como el objetivo de su lucha o su principio fundamental es erróneo. Esta no es la senda que la gente debería recorrer, y es un fenómeno que no debería producirse en la iglesia. A medida que la gente de diferentes países interactúa más extensamente y tiene acceso a una zona más amplia del planeta, llegará el día en el que un asiático y un europeo, un europeo y un estadounidense o un estadounidense y un asiático o un africano podrían conocerse y entablar contacto. Cuando se reúnen individuos de distintas razas, si se forman grupos en función de la raza, y todos se esmeran por su propia gloria racial y hacen cosas para su raza, ¿a qué comenzará a enfrentarse la iglesia? A la división. Esto es algo que Dios detesta y condena. Quien haga esto está maldito y quien actúe de esta manera es un sirviente de Satanás y recibirá el castigo correspondiente. ¿Por qué lo castigarán? Porque eso es un atentado contra los decretos administrativos. Nunca lo hagas. Si puedes actuar de esta manera, eso demuestra que no has abandonado este aspecto del condicionamiento de tus padres. No has aceptado la identidad que Dios te ofreció como ser creado y sigues viéndote como un ciudadano chino, o como una persona de piel blanca, negra o morena, de una raza, una nacionalidad o un apellido distintos. Si deseas glorificar tu nación, raza o familia, y actúas con esta mentalidad, las consecuencias serán nefastas. Aquí y ahora, declaramos con solemnidad y aclaramos seriamente este asunto. Si alguna vez alguien va en contra de este aspecto de los decretos administrativos, deberá asumir las consecuencias. En ese momento, no te quejes, diciendo: “No me lo dijiste, no lo sabía, no lo entendí”. Hace mucho tiempo que conoces tu identidad como ser creado, y puedes seguir actuando de esta manera a pesar de todo: esto quiere decir que no eras un ignorante, sino que lo hiciste a propósito, que infringiste las reglas a sabiendas. Deberías recibir un castigo. Las consecuencias de ir en contra de los decretos administrativos son inimaginables. ¿Lo entendéis? (Sí, lo entendemos).

Algunos padres dicen a sus hijos: “Vayamos donde vayamos, no debemos olvidar nuestras raíces. No podemos ignorar dónde nacimos y crecimos, ni quiénes somos. Allí donde vayas, cuando te encuentres con tus conciudadanos, deberías cuidarlos. A la hora de elegir a los líderes o supervisores de la iglesia, prioriza a tus paisanos. Cuando la iglesia obtenga algún beneficio material, deja que sea la gente de tu ciudad quien disfrute primero de esa ventaja. Si seleccionas a los miembros de un grupo, elige primero a personas que sean de tu ciudad. Cuando los conciudadanos trabajan juntos, comparten un lenguaje común y una familiaridad”. ¿Cómo se le llama a esto? “En un encuentro de conciudadanos, los ojos se llenan de lágrimas”. También existe el dicho: “Los tíos y las tías son parientes, generación tras generación: aunque los huesos puedan fracturarse, los tendones siguen en su lugar”. Debido a la instrucción que recibieron de sus padres y mayores, algunos se encariñan mucho de alguien apenas se enteran de que proviene de la misma provincia o ciudad, o de que habla con su mismo acento local. Se reúnen para comer, se sientan juntos en las reuniones y lo hacen todo conjuntamente. Comparten una intimidad especial. Al encontrarse con un paisano, algunos podrían decir: “Ya conoces el dicho: ‘En un encuentro de conciudadanos, los ojos se llenan de lágrimas’. Cuando me encuentro con alguien de mi ciudad, me siento próximo a él: cuando te conocí, tuve la sensación de que eras de mi familia”. Cuidan de los paisanos de una manera especial. Si sus conciudadanos se encuentran con dificultades en la vida o el trabajo, o si enferman, los atienden con esmero. ¿Esto está bien? (No). ¿Por qué no está bien? (Al tratar a la gente de esta manera, no tienen principios). Carecen de principios y son unos atolondrados. Muestran afecto por cualquiera que sea un paisano, pero ¿qué son estos individuos? ¿Son buena gente? ¿Son verdaderos hermanos y hermanas? ¿Los apoyas de acuerdo con los principios? Al recomendarlos ¿te ajustas a los principios? ¿Son aptos para el trabajo? ¿Es justo que los cuides y estés tan próximo a ellos? ¿Todo esto es conforme a la verdad y a los principios? Si no es así, lo que haces por ellos es inapropiado, y detestable para Dios. ¿Lo entiendes? (Sí). Por tanto, cuando tus padres te dicen “Cuida de los paisanos cuando te los encuentres”, es una falacia, y deberías ignorarlo y no pensar en ello. En adelante, si tus padres te preguntaran: “Ese conciudadano nuestro está en la misma iglesia que tú. ¿Cuidaste de él?”, ¿cómo deberías responder? (En la casa de Dios, tratamos a todo el mundo por igual). Deberías decir: “No estoy obligado a hacer eso. Olvidaos de los paisanos; ni siquiera cuidaría de vosotros si estuvierais en contra de Dios”. Este tipo de nociones familiares tradicionales influyen en gran manera sobre algunas personas. Nada más conocer a alguien que tenga alguna relación con ellas, o el mismo apellido, o que pertenezca al mismo clan, ya no podrán evadirlo. En cuanto se enteran de que alguien tiene su mismo apellido, dicen: “Oh, Dios mío, aquí todos somos familia. Según mi posición actual en la familia, debería llamarla tía abuela. Respecto a ella, soy uno de los nietos”. Se refieren a sí mismos como nietos por propia voluntad y no se atreven a tratarla de hermana ni nada por el estilo cuando la ven; siempre la llaman su “tía abuela”. Cuando alguien se encuentra con otra persona que tiene el mismo apellido, se siente especialmente próximo a ella, independientemente del tipo de persona que sea. ¿Esto está bien? (No). En particular, algunas familias tienen la tradición de cuidar de manera especial a los que son del mismo clan y suelen ser atentas e interactuar estrechamente con ellos. Por tanto, parece como si en su hogar hubiera un ajetreo constante de gente y actividad, y la familia fuera especialmente vivaz y próspera. Cuando ocurre algo, todos los parientes lejanos acuden a echar una mano y a ayudar, ofreciendo consejos y sugerencias. Influenciados por esta cultura familiar, algunos piensan que comportarse de este modo es bueno; al menos, no están aislados ni solos y cuentan con gente que los ayuda cuando surgen problemas. ¿Qué nociones tienen otras personas? “Para vivir en sociedad, uno debe ser agradable”. Aunque cuesta explicar este dicho, todo el mundo puede entender su significado. “Uno debe vivir con sentimientos humanos. ¿Se puede seguir considerando humano a alguien que no tenga estos sentimientos? Si siempre te muestras serio y formal, si siempre te preocupan los principios y las posturas, al final te quedarás sin parientes ni amigos. Si vives en grupos sociales, debes tener sentimientos humanos. Las personas que no tengan nada que ver con nuestro apellido son otra historia, pero los que tenemos el mismo apellido o somos del mismo clan, ¿acaso no estamos todos unidos? No puedes dejar de lado a ninguno de ellos. Cuando te enfrentas a situaciones como enfermedades, bodas, funerales, u otros acontecimientos de mayor o menor relevancia, ¿acaso no necesitas a alguien para hablar del tema? Cuando compras una casa, un coche o un terreno, cualquiera puede echarte una mano. No puedes abandonar a estas personas; en la vida, debes confiar en ellas”. Debido a que esta cultura familiar te ha influido profundamente, cuando sales y ves a alguien del mismo clan, especialmente en la iglesia, tiendes a sentirte atraído hacia él de manera subconsciente, con un afecto particular, dispensándole a menudo un cuidado y un trato especiales y congeniando de un modo singular. Incluso cuando comete errores, sueles ser indulgente con él. Tratas imparcialmente a quienes no son parientes de sangre, pero sueles ser protector y favorecer a los de tu clan, lo que se denomina “tener debilidad por los familiares”, hablando llanamente. Estos pensamientos son a menudo una guía para algunos, según la cual no tratan a las personas ni manejan los asuntos de la vida de acuerdo con los principios que Dios enseña, sino sobre la base de la influencia de la cultura familiar. ¿Acaso no es erróneo esto? (Sí). Por ejemplo, una mujer que se apellide Zhang puede dirigirse a otra con el mismo apellido que tenga unos años más como “hermana mayor”. Otros podrían pensar que es una hermana de verdad, pero, en realidad, es alguien sin ningún parentesco ni consanguinidad que tiene el mismo apellido. ¿Por qué se dirige a ella de esta manera? Es la influencia de la cultura familiar. Vayan donde vayan, las dos son inseparables, y ella lo comparte todo con su “hermana mayor” y no con personas ajenas. ¿Por qué? “Porque ella es una Zhang, como yo. Somos familia. Tengo que contárselo todo. Si no es a ella, ¿a quién? ¿No sería una estupidez que confiara en desconocidos en lugar de en mi familia? Lo mires como lo mires, no te puedes fiar de los extraños, solo de la familia”. A la hora de elegir a los líderes de la iglesia, ella escoge a su “hermana”, y cuando la gente le pregunta: “¿Por qué te decantaste por ella?”, responde: “Porque tiene mi mismo apellido. Si no la hubiera elegido, ¿no iría en contra de la razón y la corrección? ¿Acaso se me podría considerar humana?”. Siempre que en la iglesia se obtienen beneficios materiales o hay cosas buenas para ofrecer, ella piensa primero en esa persona. “¿Por qué pensaste primero en ella?”. “Porque tiene el mismo apellido que yo, forma parte de mi familia. Si no cuidara de ella, ¿quién lo haría? ¿Sería yo humana si no tuviera este sentimiento humano básico?”. Independientemente de si estas cosas surgen del afecto o de motivos egoístas, en resumidas cuentas, si estos pensamientos de tu familia te influyen y te condicionan, deberías dar media vuelta de inmediato y dejar de comportarte y de tratar con las cosas y las personas según estos métodos. Por muy limitados o amplios que puedan ser estos procedimientos, no son los principios y los métodos que Dios te ha enseñado. Como mínimo, son los pensamientos y los puntos de vista que debes abandonar. En pocas palabras, se debería dejar atrás cualquier condicionamiento familiar que no se ajuste a los principios que Dios te enseña. No deberías tratar a los demás ni interactuar con ellos según estos métodos, ni deberías manejar los asuntos de esta manera. Algunos podrían argumentar: “Si no llevo las cosas de esta manera, no sabré cómo ocuparme de ellas en absoluto”. Esto se gestiona fácilmente. Las palabras de Dios ofrecen principios para tratar diversas cuestiones. Si no puedes encontrar una senda de práctica en las palabras de Dios, habla con un hermano o una hermana que entienda esta verdad y pregúntale. Te aclarará el asunto y así lo entenderás. La gente debería abandonar estas cosas a la hora de tratar los temas relacionados con el clan, el apellido y la manera de funcionar del mundo.

Algunos padres suelen atosigar a sus hijas, diciendo: “Como mujer, cumple tu deber y sigue al hombre con quien te cases, ya sea un gallo o un perro. Si te casas con un gallo, debes actuar como un gallo; si te casas con un perro, debes actuar como un perro”. La implicación es que no deberías esforzarte por ser un buen ser humano, sino más bien resignarte a ser como un gallo o un perro. ¿Esta senda es buena? Sin duda alguna, nada más oír hablar de ella cualquiera discerniría que no lo es, ¿verdad? La frase “Sigue al hombre con quien te cases” va dirigida directamente a las mujeres: su destino es así de trágico. Bajo la influencia y el condicionamiento de la familia, las mujeres se abandonan a la depravación: realmente siguen a un gallo si se casan con un gallo, o a un perro si se casan con un perro, sin esforzarse por recorrer una senda buena, haciendo cualquier cosa que sus padres les digan que hagan. Aunque tus padres te inculquen este pensamiento, deberías discernir si es correcto o erróneo, beneficioso o perjudicial respecto a tu forma de comportarte. Por supuesto, ya hablamos de este aspecto dentro del tema de abandonar el matrimonio, de modo que no vamos a analizarlo específicamente aquí. En síntesis, deberías desprenderte de todos estos pensamientos y puntos de vista erróneos, distorsionados, superficiales, ridículos e incluso perversos y degenerados que provienen de los padres. Sobre todo en lo que se refiere a dichos como “Sigue al hombre con quien te cases, ya sea un gallo o un perro”, que acabamos de comentar, y “Cásate con un hombre para tener ropa y comida”; deberías discernir estos enunciados y no permitir que te engañen estos pensamientos que te han inculcado tus padres, pensando de esta forma: “Perteneceré al hombre con quien me case: será mi amo, yo deberé ser quien él quiera que sea y hacer todo lo que diga, y mi destino estará unido a él. Cuando nos casemos, los dos estaremos enlazados como dos saltamontes atados a una cuerda. Si él prospera, yo también lo haré; si no, yo tampoco. Por tanto, el dicho de mis padres ‘Sigue al hombre con quien te cases, ya sea un gallo o un perro’ siempre será acertado. Las mujeres no deberían ser independientes ni tener ninguna ocupación; sin duda, tampoco deberían albergar ideas o deseos de adoptar la perspectiva adecuada sobre la vida ni de recorrer la senda correcta en la vida. Deberían limitarse a seguir con obediencia las palabras de sus padres ‘Sigue al hombre con quien te cases, ya sea un gallo o un perro’”. ¿Es este el pensamiento correcto que se debe tener? (No). ¿Por qué está equivocado? “Sigue al hombre con quien te cases, ya sea un gallo o un perro”; hay una frase con un significado similar, “Dos saltamontes atados a una cuerda”, que quiere decir que una vez que te cases con él, tu destino estará unido al suyo. Si él prospera, tú también; si no, tú tampoco. ¿Es este el caso? (No). Vamos a comentar primero el dicho “Si él prospera, tú también”. ¿Esto es un hecho? (No). ¿Alguien puede poner un contraejemplo para rebatir esta cuestión? ¿No se os ocurre ninguno? Dejadme que lo ponga Yo. Por ejemplo, una mujer que está resuelta a seguir al hombre con quien se ha casado. Esto es como lo que las mujeres suelen decir: “A partir de hoy, soy tuya”, lo que implica lo siguiente: “Te pertenezco, y mi destino está unido al tuyo”. Obviando la cuestión de que la mujer se abandona a la depravación, centrémonos de momento en si la frase “Si él prospera, tú también” es correcta o no. ¿Es cierto que si él prospera, tú también prosperarás automáticamente? Supongamos que pone en marcha un negocio y se ve envuelto en apuros, enfrentándose a numerosos retos, encontrando dificultades en todas partes, y sin fondos ni contactos, sin un lugar adecuado para abrir una tienda ni un mercado donde hacer negocio ni gente que ayude. Tú, como su mujer, estás determinada a seguirlo; haga lo que haga, nunca lo detestas, sino que lo apoyas incondicionalmente. A medida que pasa el tiempo, su negocio prospera, va abriendo una tienda tras otra y obteniendo beneficios económicos cada vez mejores y más ingresos. Tu esposo se convierte en un jefe, y de ahí pasa a ser un magnate pudiente. Él prospera, ¿verdad? Como reza el dicho: “Cualquier hombre con dinero se tuerce”, un hecho indiscutible de esta sociedad y de este mundo malvado. En el momento en el que tu marido se convierta en un jefe y acabe siendo un ricachón, ¿con qué facilidad se corromperá? Esto ocurre en cuestión de minutos. Una vez que sea un jefe y comience a prosperar, será el final de tus buenos tiempos. ¿Por qué? Comenzarán a asaltarte las preocupaciones: “¿Tiene otra mujer por ahí? ¿Me engañará? ¿Alguien lo está seduciendo? ¿Se cansará de mí? ¿Dejará de quererme?”. ¿Ha terminado tu buena época? Después de compartir adversidades con él durante todos estos años, te sientes desdichada y cansada. Has vivido en malas condiciones, se ha deteriorado tu salud y has perdido tu buen aspecto. Te has convertido en una anciana de cara amarillenta. A ojos de él, es posible que ya no tengas el encanto de la dama joven de quién se enamoró una vez. Puede que él piense: “Ahora que soy rico e influyente, puedo encontrar a alguien mejor”. A medida que se distancia, comienza a tener pensamientos activos y a cambiar. ¿Acaso no estás en peligro en esa situación? Se convierte en un jefe, mientras tú eres una anciana de rostro amarillento; ¿acaso no hay cierta disparidad y desigualdad entre vosotros? En estos tiempos, ¿acaso no eres indigna de él? ¿Acaso no siente que está por encima de tu posición? ¿Acaso no te detesta cada vez más? Si es así, tus tiempos difíciles no han hecho más que comenzar. Es posible que él acabe actuando según sus deseos, encuentre a otra mujer y pase cada vez menos tiempo en casa. Cuando regrese, lo más probable es que sea para discutir contigo; dará un portazo y se marchará justo después, a veces sin que sepas nada de él durante días. Lo mejor que puedes esperar es que tal vez te dé dinero y cubra tus necesidades diarias en consideración a vuestra relación del pasado. Si te quejas mucho, él podría incluso retener la cantidad destinada a tus gastos básicos. Bien, ¿qué te parece? Solo porque él comience a prosperar, ¿ha mejorado tu destino en algo? ¿Eres más feliz o infeliz? (Infeliz). Te sientes triste. Han llegado tus tiempos aciagos. Al enfrentarse a estas situaciones, las mujeres llorarán desconsoladamente casi siempre y, debido a lo que sus padres les dijeron, “Los trapos sucios se lavan en casa”, sobrellevarán la situación, pensando: “Aguantaré todo esto hasta que mi hijo crezca y pueda apoyarme. ¡Luego me sacaré de encima a mi marido!”. Algunas mujeres son lo suficientemente afortunadas como para que llegue el día en el que su hijo se convierta en su persona de confianza, mientras que otras no llegan tan lejos. Cuando el hijo todavía es joven, el marido decide quedarse con él y dice a su mujer: “¡Lárgate, anciana de cara amarillenta!”, y tal vez la confundan con una pordiosera y la echen de su propia casa. Así pues, cuando él prospera, ¿tú también progresas necesariamente? ¿Vuestros destinos están realmente enlazados? (No). Si su negocio tiene dificultades constantemente o no avanza conforme a sus deseos, es posible que todavía te estime mientras necesite tu apoyo, ánimo, compañía y cuidado, y carezca de la cualificación y la oportunidad necesarias para corromperse. Mientras no prospera, puede que te sientas más segura y cuentes con alguien que te acompañe, y serás capaz de sentir el calor y la felicidad del matrimonio. Debido a que no prospera, nadie del exterior le presta atención ni lo valora, y eres la única persona en quien puede confiar; él te aprecia. En ese caso, te sentirás segura y relativamente mejor y más feliz. Pero si él prospera y despliega las alas, volará; la cuestión es si te llevará con él. ¿Es correcto el dicho de los padres “Sigue al hombre con quien te cases, ya sea un gallo o un perro”? (No). Aboca claramente a las mujeres hacia un abismo de sufrimiento. ¿Qué podemos decir del principio “Lo seguiré si recorre la senda correcta, si no, lo dejaré”? También es erróneo. El hecho de casarte con él no implica que le pertenezcas ni que debieras tratarlo como un extraño. Basta con que cumplas tus responsabilidades en el matrimonio. Si las cosas salen bien, fantástico; si no, cada uno por su lado. Has cumplido tus obligaciones con la conciencia tranquila. Si necesita que cumplas tu responsabilidad de acompañarlo, hazlo; si no, romped la relación. Ese es el principio. La frase “Sigue al hombre con quien te cases, ya sea un gallo o un perro” es un disparate y resulta perjudicial. ¿Por qué es un disparate? Carece de principios: sea el tipo de persona que sea, sigues a un hombre indiscriminadamente. Si ese hombre es bueno, tal vez la vida merezca la pena. Pero si no lo es, ¿acaso no te condenas? Así pues, al margen de cómo sea él, deberías abordar el matrimonio con una actitud correcta. Debes entender que solo la verdad es garantía de protección genuina y ofrece una senda y unos principios para llevar una vida digna. Los padres simplemente ofrecen pequeños retazos de vivencias o estrategias sobre la base de sus querencias o intereses egoístas. Este tipo de consejo no puede protegerte en absoluto ni proporcionarte los principios de práctica adecuados. Toma como ejemplo el dicho “Sigue al hombre con quien te cases, ya sea un gallo o un perro”. Solo puede llevarte a ser una ignorante sobre el matrimonio, haciendo que pierdas la dignidad y la ocasión de elegir la senda correcta para la vida. Y lo que es más importante, también puede hacer que pierdas la oportunidad de salvarte. De modo que, independientemente de la intención subyacente en las palabras de los padres, ya sea preocupación, protección, afecto, interés propio o cualquier otro motivo, deberías discernir su abanico de dichos. Aunque su propósito inicial sea procurar tu bienestar y protegerte, no deberías aceptarlos irreflexivamente y sin pensar. Al contrario, deberías discernirlos y encontrar principios de práctica correctos basados en las palabras de Dios, no practicar ni comportarte según sus palabras. Sobre todo “Cásate con un hombre para tener ropa y comida”, que solían decir las generaciones anteriores; ese es aún más erróneo. ¿Acaso las mujeres no tienen manos o pies? ¿Acaso no pueden ganarse su propio sustento o qué? ¿Por qué deben depender de los hombres para disponer de ropa y comida? ¿Son simples las mujeres? En comparación con los hombres, ¿qué les falta? (Nada en absoluto). Eso es, no les falta nada. Tienen la capacidad de existir por sí mismas, una facultad que Dios les ha concedido. Así pues, ¿por qué deberían depender de los hombres para sustentarse? ¿Acaso no es este un pensamiento erróneo? (Sí). Es la inculcación de un pensamiento equivocado. Las mujeres no deberían depender de los hombres para cubrir sus necesidades básicas, devaluándose o degradándose a causa de este dicho. Por supuesto, la obligación del hombre es satisfacer todos los gastos básicos de su esposa y su familia, asegurándose de que su mujer tenga suficiente para comer y vestir. No obstante, las mujeres no deberían casarse únicamente por la comida y la ropa ni albergar estos pensamientos y puntos de vista. Dado que tienes la capacidad de vivir por ti misma, ¿por qué dependerías de un hombre para tener cubiertas las necesidades básicas? Hasta cierto punto, ¿acaso no se debe esto a la influencia de los padres y al condicionamiento de los pensamientos que provienen de la familia? Si una mujer recibe este condicionamiento de la educación familiar, o bien es perezosa, no quiere hacer nada y desea únicamente depender de alguien más para tener resuelta la cuestión de la comida y la ropa, o bien ha aceptado los pensamientos de sus padres, cree que las mujeres no valen para nada y que no pueden ni deberían ocuparse por sí mismas de estos temas de la comida y la ropa, y por tanto deberían limitarse a depender de los hombres para que se encarguen de ellos. ¿Acaso no es esto abandonarse a la depravación? (Sí). ¿Por qué es erróneo adoptar estos pensamientos y puntos de vista? ¿En qué influyen? ¿Por qué se deberían abandonar estos pensamientos degradados? Si un hombre te provee la comida y la ropa, y lo consideras tu amo, tu superior, aquel que está al cargo de todo, ¿no le consultarías cada asunto, ya sea importante o nimio? (Sí). Por ejemplo, si crees en Dios, podrías pensar: “Preguntaré al que está al cargo si me permite creer en Dios; si me dice que sí, creeré, si no, no lo haré”. Incluso cuando en la casa de Dios se pide a la gente que cumpla sus deberes, tienes que seguir obteniendo su aprobación; si está de buen humor y lo acepta, puedes cumplir tu deber, de lo contrario, no podrás. Como creyente en Dios, el hecho de que puedas seguirlo o no depende de la actitud de tu marido y de cómo te trate. ¿Tu esposo puede discernir si este camino es verdadero o falso? ¿El hecho de escucharlo te garantizará la salvación y la entrada en el reino de los cielos? Si él es sensato y puede oír la voz de Dios, si es una de Sus ovejas, tal vez puedas beneficiarte junto con él, pero tan solo eso. Sin embargo, si es un canalla y un anticristo, y no puede comprender la verdad, ¿qué harás? ¿Seguirás creyendo? ¿Acaso no tienes oídos ni cerebro? ¿No puedes escuchar las palabras de Dios? Después de escucharlas, ¿no puedes discernir por ti misma? ¿Tu marido puede determinar tu destino? ¿Lo controla y lo instrumenta? ¿Te has vendido a él? Todo el mundo tiene claras estas doctrinas, pero el condicionamiento familiar de estos pensamientos y puntos de vista suele influir inconscientemente sobre la gente por lo que respecta a ciertos problemas que implican observar principios. Cuando estos pensamientos y puntos de vista influyen en ti, emites juicios equivocados a menudo y, guiada por los pensamientos que fundamentan estos juicios erróneos, eliges mal, lo que te lleva por la senda equivocada y finalmente a la ruina. Perdiste la oportunidad de cumplir tu deber, de ganar la verdad y de salvarte. ¿Qué condujo a tu destrucción? A primera vista, parece que un hombre te desorientó, influyó en ti y te arruinó. Pero la causa real fue tu pensamiento profundamente arraigado. O sea, el origen de este desenlace es el pensamiento “Sigue al hombre con quien te cases, ya sea un gallo o un perro”. Por tanto, es fundamental abandonarlo.

Bien, recordemos los pensamientos y los puntos de vista de los que hemos hablado recientemente, que provienen de los padres y las familias, y que están relacionados con principios y estrategias para tratar con el mundo, las reglas del juego, cómo son las cosas, la raza, los hombres y las mujeres, el matrimonio, etc. ¿Alguno de ellos es positivo? ¿Alguno de ellos puede guiarte de alguna manera por la senda de perseguir la verdad? (No). Ninguno te ayuda a convertirte en un ser creado verdadero o cualificado. Al contrario, cada uno de ellos te perjudica profundamente, corrompiéndote a través de su condicionamiento y haciendo que diversos pensamientos y puntos de vista falaces traben, controlen, influencien y perturben a la gente de hoy en día en lo más íntimo de su ser. Si bien la familia es un lugar cálido, lleno de recuerdos de la infancia, y un refugio para el alma en lo hondo del corazón de las personas, no se deberían subestimar las diversas influencias negativas que la familia les transmite. El calor familiar no llega a disipar estos pensamientos erróneos. Esta calidez y los recuerdos hermosos que la familia infunde solo aportan cierto grado de consuelo y satisfacción en el plano del afecto físico. Sin embargo, el condicionamiento familiar es absolutamente perjudicial por lo que respecta a cosas como la manera de comportarse y tratar con el mundo, la senda que uno debería tomar o el tipo de perspectiva sobre la vida y los valores que se deben establecer. Desde esta óptica, diversos pensamientos y puntos de vista erróneos de la familia corrompen, condicionan, controlan e influencian a uno incluso antes de incorporarse a la sociedad. Se puede decir que la familia es el lugar donde se reciben originalmente todos los pensamientos y puntos de vista incorrectos, y donde estos comienzan a ponerse en juego y a aplicarse libremente. Las familias desempeñan este tipo de papel en la vida de cada uno y su vida cotidiana. En nuestra charla sobre este asunto no se pide a la gente que se desprenda de la familia en lo que respecta al afecto ni que en apariencia rompa o corte los lazos con ella. En concreto, simplemente se le reclama que reconozca, discierna y, por supuesto, deje de lado de una manera más precisa y práctica los diversos pensamientos y puntos de vista incorrectos que la familia le inculca. Esta es la práctica particular que debería adoptar alguien que persiga la verdad al abordar los temas relacionados con la familia.

Hay muchos más temas relacionados con la familia. ¿Acaso no es verdad que estos dichos con los que la familia condiciona a la gente, esos de los que hemos hablado, son bastante comunes? (Sí). A menudo, oímos que se dicen dentro de las familias, si no es en una, es en otra. ¿Acaso estos dichos no están generalizados y son representativos? La inmensa mayoría de las familias ha inculcado estos pensamientos y puntos de vista en cierta medida. Cada dicho que hemos comentado hace acto de presencia de distintas maneras en la mayoría de las familias y se inculca en diversas etapas del crecimiento de una persona. Desde el primer día se inculcan estos pensamientos, y la gente comienza a aceptarlos, llegando a conocerlos y admitirlos, y posteriormente, sin poder defenderse, los adopta como sus estrategias y maneras de tratar con el mundo para vivir y sobrevivir en el futuro. Por supuesto, muchos los acogen también como su punto de referencia para afianzarse en la sociedad. Así pues, estos pensamientos y puntos de vista no solo impregnan la vida diaria de las personas, sino también su mundo interior y los diversos problemas con los que se encuentran en su senda de supervivencia. Cuando surgen distintos problemas, los diversos pensamientos y puntos de vista que la gente guarda en el corazón guían su manera de abordar esas situaciones, la dominan y la gobiernan, del mismo modo que también lo hacen algunos principios y estrategias para tratar con el mundo. Las personas pueden aplicar hábilmente estos pensamientos y puntos de vista erróneos en la vida real y, bajo su dirección, tomar de manera natural una senda incorrecta. Puesto que son pensamientos equivocados los que determinan sus acciones, su comportamiento, sus vidas y su existencia, es inevitable que las sendas que recorren en la vida sean igualmente erróneas. Dado que el origen de los pensamientos que dirigen a las personas es incorrecto, su senda por supuesto también lo es. La dirección de su senda está torcida, lo que hace que el resultado final sea bastante claro. Condicionadas por los diversos pensamientos de sus familias, las personas toman la senda equivocada, que posteriormente las lleva por el mal camino. En consecuencia, se dirigen al infierno, a la destrucción. En última instancia, la causa de su ruina son los diversos pensamientos erróneos con los que sus familias las condicionan. Dadas las graves consecuencias, la gente debería desprenderse del condicionamiento mediante diversos pensamientos que su familia le transmitió. En el presente, este condicionamiento influye en las personas de una manera que les impide aceptar la verdad. Guiada por estos pensamientos erróneos y debido a su existencia, la gente no suele ser capaz de comprender la verdad e incluso la rechaza y se resiste a ella en el corazón. Lo que es aún peor, por supuesto, es que algunos pueden tomar la decisión de traicionar a Dios. Así es la situación en la actualidad, pero a largo plazo, en las circunstancias en las que las personas no pueden aceptar la verdad o la traicionan, estos pensamientos incorrectos las llevan a recorrer una senda equivocada contraria a la verdad, traicionando y rechazando a Dios. Bajo la dirección de una senda tan incorrecta, aunque parezca que escuchan hablar a Dios y aceptan Su obra, a fin de cuentas no pueden salvarse verdaderamente a causa de la senda inadecuada que han tomado. Es algo realmente lamentable. Por tanto, ya que la influencia de tu familia puede tener consecuencias tan graves, uno no debería banalizar estos pensamientos. Si la familia te ha condicionado sobre diferentes asuntos a través de los correspondientes pensamientos erróneos, deberías examinarlos y desprenderte de ellos: deja de aferrarte a ellos. No importa cuál sea el pensamiento, si es incorrecto y va en contra de la verdad, la única senda adecuada que deberías elegir es desprenderte de él. La práctica acertada para desprenderse de algo es esta: las bases o los criterios según los cuales contemplas, llevas a cabo o manejas este asunto deberían dejar de ser los pensamientos erróneos que te ha inculcado la familia y en su lugar pasar a fundamentarse en las palabras de Dios. Aunque a raíz de este proceso es posible que debas pagar un precio, te sientas como si actuaras en contra de tu voluntad y quedes en entredicho, e incluso puedas sufrir una pérdida en tus intereses mundanos, sea lo que sea a lo que te enfrentes, deberías ajustar de manera persistente e incesante tu práctica a las palabras de Dios y a los principios que Él te indica, sin dejar de hacerlo en ningún momento. El mecanismo de esta transformación será complejo sin duda alguna, no irá viento en popa. ¿Por qué no será sencillo? Es una pugna entre cosas positivas y negativas, entre pensamientos malvados provenientes de Satanás y la verdad, y también entre los pensamientos y los puntos de vista erróneos que guardas en el corazón y tu voluntad y deseo de aceptar la verdad y las cosas positivas. Dado que hay una disputa, es posible que uno sufra y deba pagar un precio: esto es lo que debes hacer. Si alguien quiere recorrer la senda de perseguir la verdad y alcanzar la salvación, debe aceptar estos hechos y experimentar estas pugnas, durante las cuales sin duda pagarás algún precio, sufrirás cierto dolor y dejarás de hacer determinadas cosas. Independientemente de cómo se desarrolle el proceso, el objetivo final es ser capaz de temer a Dios y apartarse del mal, ganar la verdad y alcanzar la salvación. Por tanto, merece la pena cualquier precio que pagues por esta meta, porque es la más correcta y aquella que deberías perseguir para convertirte en un ser creado cualificado. Por mucho que debas esforzarte o por muy alto que sea el precio a pagar, si quieres alcanzar esta meta, no deberías transigir en esta cuestión ni eludirla ni temerla, porque mientras persigas la verdad y tu objetivo sea temer a Dios, apartarte del mal y salvarte, no estarás solo cuando te enfrentes a cualquier disputa o batalla. Las palabras de Dios te acompañarán; Él y Sus palabras son tu apoyo, de modo que no deberías tener miedo, ¿cierto? (Sí). Por tanto, uno debería elegir desprenderse de todo esto, tanto si el condicionamiento de pensamientos erróneos proviene de la familia o tiene cualquier otro origen. Por ejemplo, como ya hemos comentado, tu familia suele decirte: “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle”. En realidad, la práctica de desprenderse de este pensamiento es bien sencilla: limítate a actuar según los principios que Dios indica a la gente. “Los principios que Dios indica a la gente”: esta frase es bastante general. ¿Cómo se lleva a la práctica de manera concreta? No hace falta que analices si tienes la intención de hacer daño a otros ni que te protejas de terceros. Entonces, ¿qué deberías hacer? Por un lado, deberías ser capaz de mantener adecuadamente relaciones armoniosas con los demás; por otro, al tratar con distintas personas, deberías utilizar las palabras de Dios como base y la verdad como criterio para discernir qué clase de personas son y tratarlos según los principios correspondientes. Es así de simple. Si son hermanos y hermanas, trátalos como tal; si se toman en serio su búsqueda, se sacrifican y se esfuerzan, trátalos como hermanos y hermanas que cumplen su deber sinceramente. Si son personas incrédulas, que no están dispuestas a cumplir su deber y solo desean vivir su vida, no deberías tratarlas como hermanos y hermanas, sino como no creyentes. Al contemplar a la gente, deberías fijarte en el tipo de persona que es cada uno, en su carácter, su humanidad y su actitud hacia Dios y la verdad. Si alguien puede aceptar la verdad y está dispuesto a practicarla, trátalo como un verdadero hermano o hermana, como si fuera de la familia. Si su humanidad es deficiente y solo habla de boca para afuera sobre el hecho de practicar la verdad de buen grado, sin llegar a hacerlo nunca aun teniendo la capacidad de debatir la doctrina, trátalo como un simple contribuyente de mano de obra, no como a un familiar. ¿Qué te indican estos principios? Te indica el principio con el que tratar a distintos tipos de personas: es el que hemos analizado a menudo, es decir, tratar a la gente con sabiduría. La sabiduría es un término general, pero de manera específica significa tener diferentes métodos y principios para tratar con distintos tipos de personas, todos ellos basados en la verdad, no en sentimientos, preferencias o puntos de vista personales, ni en las ventajas o las desventajas que esas personas supongan para ti ni en su edad, sino únicamente en las palabras de Dios. Por tanto, al tratar con la gente, no es necesario que examines si tienes la intención de hacer daño a otros ni que te protejas de terceros. Si tratas a las personas según los principios y los métodos que Dios te ha ofrecido, evitarás todas las tentaciones sin caer en ellas ni verte envuelto en conflictos. Es así de sencillo. Este principio también es apropiado al tratar con el mundo de los no creyentes. Cuando veas a alguien, pensarás: “Es malvado, un diablo, un demonio, un rufián o un canalla. No necesito protegerme de él; no le prestaré atención ni lo provocaré. Si hace falta interactuar en el trabajo, llevaré el asunto de una manera oficial e imparcial. Si no es necesario, evitaré cualquier contacto o relación, sin defenderlo ni adularlo. No tendrá motivos para criticarme. Si quiere acosarme, tengo a Dios. Confiaré en Él. Si Dios le permite amenazarme, lo aceptaré y me someteré. Si no lo permite, esa persona no podrá hacerme ningún daño”. ¿Acaso no es esto una fe genuina? (Sí). Debes tener esta convicción verdadera y no temer nada de esa persona. No digas que es simplemente un rufián del barrio o un don nadie: incluso al enfrentarnos al gran dragón rojo, acatamos este principio. Si el gran dragón rojo te prohíbe creer en Dios, ¿razonas con él? ¿Le predicas? (No). ¿Por qué no? (Predicar al dragón no tiene ningún sentido). Es un diablo, no merece escuchar sermones. No se deben echar margaritas a los cerdos. No se expresa la verdad para las bestias o los diablos; es para los humanos. Aun en el caso de que los diablos o las bestias tuvieran entendimiento, no se les predicaría la verdad. ¡No lo merecen! ¿Cómo es este principio? (Es bueno). ¿Cómo tratas a los que tienen una humanidad deficiente, a los malvados, a los que están confundidos, a los bravucones insensatos de la iglesia o a los que ostentan cierto poder en la sociedad, que provienen de grandes familias o son importantes en algún sentido? Trátalos como se merecen. Si son hermanos y hermanas, relaciónate con ellos. Si no, ignóralos y trátalos como incrédulos. Si se ajustan a los principios para compartir el evangelio, compártelo con ellos. Si no son el objeto del evangelio, no te reúnas ni te relaciones con ellos nunca en la vida. Es así de simple. No hace falta protegerse de diablos y satanases, tampoco incriminarlos ni vengarse. Basta con ignorarlos. No los provoques ni te relaciones con ellos. Si por alguna razón no puedes evitar interactuar o tratar con ellos, lleva el asunto de una manera oficial, imparcial y basada en los principios. Es así de sencillo. Los principios y los métodos que Dios enseña a la gente para actuar y comportarse te ayudan a proceder con dignidad, permitiéndote vivir con una semejanza humana cada vez mayor. En cambio, los hábitos que te enseñan tus padres no hacen sino confundirte y abocarte a un abismo de sufrimiento, aunque de entrada parezca que sirven para protegerte y cuidar de ti. Lo que enseñan no es el camino adecuado ni un enfoque sabio para comportarse, sino una forma de actuar ladina y despreciable, contradictoria con la verdad y sin ninguna relación con ella. Por tanto, si solo aceptas los pensamientos con los que te han condicionado tus padres, te costará aceptar la verdad, cuya práctica resultará compleja. No obstante, si tienes genuinamente el valor de desprenderte de los pensamientos relativos a cómo comportarse y de los principios para tratar con el mundo que provienen de la familia, te será más sencillo aceptar y practicar la verdad.

Por lo que respecta al condicionamiento familiar, aparte de los pensamientos y puntos de vista que hemos mencionado, ¿hay algo más? Haz un resumen. Hay muchas cosas que provienen de la familia; en China, la gente las denomina la “cultura de la mesa de comedor”. Por ejemplo, a la hora de comer, un niño podría decir: “La delegada de nuestra clase, esa chica que lleva una chaqueta con tres barras fijadas en la manga, siempre revisa mis deberes y dice que no los he terminado, aunque sí lo haya hecho. No para de meterse conmigo”. Los padres podrían responderle: “Eres un chico, y ella una chica. ¿Por qué te preocupas por ella? Céntrate en los estudios y haz que tu madre se sienta orgullosa. Cuando seas el delegado de la clase, podrás revisar sus deberes y así todo quedará resuelto, ¿verdad?”. Al oír esto, el niño podría pensar: “Eso tiene sentido. Soy un chico y, aunque ella sea la delegada de la clase, no deja de ser una chica. No debería preocuparme por ella. Si vuelve a molestarme, simplemente la ignoraré y asunto zanjado. Cuanto más me importune, más estudiaré. La superaré y en el próximo trimestre me ocuparé de ella cuando sea yo el delegado. De ese modo, todo quedará arreglado”. Este es un ejemplo de la cultura de la mesa de comedor. En la mesa, si un chico comienza a llorar, los padres podrían decir: “¡Contente! ¿Por qué lloras? ¡No vales para nada!”. ¿Acaso llorar significa que eres un inútil? ¿Significa que quien no llora es alguien prometedor? ¿Cada chico que nunca haya llorado es un individuo que promete? Fíjate en las personas que están despuntando: ¿lloraron y derramaron lágrimas cuando eran jóvenes o no lo hicieron? ¿Tuvieron emociones? ¿Sintieron alegría, rabia, pena y felicidad? Experimentaron todo eso. Independientemente de si alguien es una figura destacada o una persona corriente, todo el mundo tiene una faceta de vulnerabilidad o instinto humanos. Debido a la educación de los padres y al entorno social, la gente suele percibir esta faceta como un signo de debilidad, cobardía, incompetencia o facilidad para ser objeto de acoso. Nunca se atreve a revelarla abiertamente; en su lugar, la expresa en secreto en un rincón. Al pasar por los momentos más difíciles de sus carreras, sin que nadie los ayude o los apoye, es posible que algunos personajes notorios se esperen a que todos los soldados, subordinados y sirvientes se hayan marchado para aullar como lobos en la bañera y descargar así sus emociones. Después de gritar, meditan sobre la cuestión: “¿Me oyó alguien? ¿Me desahogué demasiado? ¡Será mejor que me modere un poco!”. Pero bajar el tono parece insuficiente, de modo que se tapan la boca con una toalla y siguen ululando sin cesar. Alguien con una humanidad normal debe liberar y expresar diversas emociones. Sin embargo, nadie se atreve a hacerlo de manera corriente, debido a la influencia de las inmensas presiones de esta sociedad y a la opresión de diversas opiniones públicas. Empezando por las enseñanzas y el condicionamiento de la familia, a cada individuo se le han inculcado ciertas creencias erróneas, como “Un hombre debería ser autosuficiente”, “Para forjar hierro, uno debe ser fuerte”, “No deben preocuparte los rumores si eres honesto” y “Si tienes la conciencia limpia, no debes temer que los demonios llamen a tu puerta”. Otro ejemplo es “A las buenas personas las acosan, igual que a los caballos mansos los montan”, que transmite el mensaje de que uno debería evitar ser un blanco fácil y acosar a otros a su vez. ¿Qué quiere decir “buenas” en el contexto de “A las buenas personas las acosan, igual que a los caballos mansos los montan”? Significa que son ingenuas, simples, leales, amables y honestas. Es decir, la frase sugiere que uno debería evitar ser este tipo de persona, porque esta gente es un blanco fácil. Así pues, ¿qué deberías ser en lugar de eso? La respuesta es: un rufián, un canalla, un sinvergüenza, un villano, un malvado y un matón. De esta manera, nadie se atreverá a meterse contigo. Vayas donde vayas, si no es posible razonar, debes comportarte como un sinvergüenza y ser capaz de montar un numerito, patalear, mostrarte poco razonable y sembrar el caos. La gente que se comporta de este modo llega lejos. En cualquier lugar de trabajo o grupo social, la mayoría de las personas teme a individuos de este tipo y nadie se atreve a provocarlos. Son como excrementos de perro hediondos o insectos molestos: cuando se te pegan, cuesta deshacerse de ellos. Tienes que convertirte en un individuo de estas características. No permitas que la gente piense que eres un blanco fácil o que te pueden provocar a la más mínima. Deberías tener espinas por todo el cuerpo. Si no las tienes, no podrás establecerte en esta sociedad. Siempre habrá alguien que te acose. La educación familiar sirve de guía para la senda de tu vida y también supone una enseñanza específica y una inculcación de principios sobre cómo comportarte. Es decir, los padres se valen de estos pensamientos y dichos para educarte sobre la forma de comportarte y tratar con las cosas. ¿Qué tipo de persona te dicen que seas? A primera vista, algunos padres podrían decir cosas que parecen correctas, como: “No hace falta que mi hijo sea alguien importante ni famoso; con que sea buena persona basta”. No obstante, también plantean a sus hijos frases como: “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle”, “A las buenas personas las acosan, igual que a los caballos mansos los montan” y “Un hombre debería ser autosuficiente”. Entonces, después de tanto hablar, ¿están diciendo a sus hijos que sean buenas personas u otra cosa? (Los incitan a ser feroces o como mínimo capaces de protegerse). Decidme, ¿está dispuesta la mayoría de los padres a ver cómo sus hijos acosan a otros o preferiría sobre todo que fueran honestos y recorrieran la senda correcta, aun a costa de que a menudo los acosen y sufran cierta exclusión? ¿Qué tipo de persona debería ser el hijo para que sus padres fueran los más felices y orgullosos, y tuvieran el rostro más radiante? (Los padres se enorgullecen cuando sus hijos son capaces de acosar a otros, pero consideran vergonzoso que los maltraten con frecuencia mientras recorren la senda correcta). Si vas por la senda adecuada, pero te vejan a menudo, tus padres se sentirán apenados, tristes y afligidos, y no estarán dispuestos a que eso ocurra. ¿Cuál es la causa profunda de todo esto? Independientemente de los motivos, cada pensamiento y punto de vista que los padres enseñan a sus hijos sobre cómo comportarse y actuar es incorrecto y va en contra de la verdad. En resumen, estos pensamientos y puntos de vista que los padres te inculcan nunca te llevarán ante Dios ni te guiarán hacia la senda de perseguir la verdad. Por supuesto, la gente nunca alcanzará la salvación bajo la dirección de estos pensamientos y puntos de vista. Esto es un hecho innegable. Por tanto, sean cuales sean las intenciones o motivaciones de tus padres y por mucho que te influyan, si tu forma de vivir contradice la verdad, se opone a ella y te impide someterte a Dios y a la verdad, deberías deshacerte de ellos.

Teniendo en cuenta el daño que causan, es imprescindible que la gente se deshaga de los diversos pensamientos y puntos de vista provenientes del condicionamiento familiar de los que hemos hablado en estas últimas sesiones, a pesar de que se utilicen y se fomenten ampliamente, por muy aceptados que estén y aunque muchas personas los adopten y confíen en ellos. Es necesario que la gente reexamine o confronte diversos asuntos relativos a estos pensamientos y puntos de vista, buscando las sendas de práctica y los principios-verdad correctos en las palabras de Dios, y entre en las realidades-verdad bajo la premisa de deshacerse de este condicionamiento del pensamiento, ganando así la esperanza de la salvación. A través de estas charlas sobre los pensamientos, los puntos de vista y los diversos dichos concretos con los que la familia te ha condicionado, me pregunto en qué medida habéis reconocido los diversos pensamientos y puntos de vista que residen en el fondo de vuestra alma. En pocas palabras, sea como sea, estas charlas deberían servir como un toque de atención y proporcionar a la gente una manera nueva de entender el concepto de la familia, así como una forma completamente inédita de entender y comprender el condicionamiento de los miembros, los pensamientos y la cultura de la familia, un método nuevo para plantearse las cosas y la capacidad de adoptar la perspectiva y la posición correctas sobre el modo de abordar el asunto de la familia. No importa cómo parezca que enfocas este asunto; en resumen, por lo que respecta a los pensamientos y puntos de vista erróneos sobre cómo contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar con los que tu familia te ha influido, deberías discernirlos y deshacerte de ellos uno por uno, a fin de adoptar y entender por completo las perspectivas y los métodos instruidos por Dios y aceptar los diversos puntos de vista y métodos correctos sobre cómo contemplar a las personas y las cosas, comportarse y actuar que Dios enseña e imparte a la gente. Esto es lo que deberían hacer quienes persiguen genuinamente la verdad.

Un pensamiento y punto de vista importante que las familias inculcan es que uno debería ser fiero y utilizar diversos medios para protegerse. Teniendo en cuenta cómo la gente protege sus intereses, su integridad física y su seguridad personal después de establecer medios y métodos para tratar con el mundo a partir del condicionamiento mediante diversos pensamientos y puntos de vista, ¿cuál es la finalidad principal de que las familias inculquen estos pensamientos? El objetivo es proteger a las personas para que nadie las acose. Bien, examinemos la esencia de que uno sea objeto de acoso. ¿Es algo bueno? ¿Se puede evitar? ¿Hay alguien que nunca haya sido acosado? ¿Qué implica el hecho de que acosen a uno? Aparte de esperar que sus hijos puedan integrarse en la sociedad y establecerse de manera normal, los padres también temen constantemente que alguien los acose. Por tanto, tus padres suelen compartir contigo ciertos trucos y medios para tratar con el mundo, y utilizan estos métodos para protegerte y evitar que te acosen. Debido a que tus padres no pueden estar a tu lado ni protegerte en todo momento, te dotan de ciertos pensamientos y puntos de vista para asegurar que no te acosen cuando despliegues las alas y alces el vuelo por tu cuenta. ¿Son correctos estos pensamientos y puntos de vista? ¿Tenéis miedo de que os acosen? ¿Aplicáis el siguiente pensamiento y punto de vista? “Cuando me incorpore a la sociedad y a los grupos sociales, y especialmente cuando interactúe con no creyentes, temo que me acosen; esto es lo que más me preocupa. Si me encuentro con alguien que sea más o menos como yo, todavía podré defenderme. Pero si con quien me tope es más fiero que yo, no me atreveré a plantarle cara. Me limitaré a aceptar que me acosen, sea como sea. No puedo hacer nada al respecto. Los acosadores cuentan con gente que los respalda y apoya, y tendré que soportarlo”. ¿Es este el pensamiento y punto de vista predominante para la mayoría de las personas? (Yo solía tener estos puntos de vista. Después de poner mi fe en Dios, comencé a relacionarme de manera armoniosa con mis hermanos y hermanas. Cuando interactúo con no creyentes, aun en el caso de que sea objeto de acoso y persecución, sé que Dios lo permite y que debo aprender una lección. Por tanto, tengo menos miedo y, en su lugar, he aprendido a confiar en Dios para experimentar estas cosas). ¿Qué tipo de persona es particularmente temerosa? (La que no tiene fe en Dios). Aparte de estos individuos, también están los que son especialmente tímidos, los introvertidos y con baja autoestima, los débiles y lánguidos, los que son menos atractivos físicamente o tienen baja estatura, los que provienen de ambientes sin recursos (sobre todo aquellos cuyos entornos familiares son objeto de burla o discriminación), los que tienen una posición social baja, carecen de aptitudes o conocimientos técnicos y realizan trabajos manuales, y los que presentan discapacidades físicas, entre otros. Todas estas personas son más susceptibles de que las acosen y temen que eso ocurra. ¿Es el acoso una cuestión generalizada en la sociedad? (Sí). Allí donde haya gente se producirá este fenómeno. ¿Cómo se origina el acoso? (Después de que Satanás corrompiera a la humanidad, las personas se volvieron muy malvadas y desearon acosar a otros sin que nadie las acosara. Por tanto, estos casos de opresión se encuentran en todas partes). Este es un aspecto. Algunos no quieren que los acosen, de modo que toman la iniciativa y son los primeros en acosar e intimidar a otros para que nadie se atreva a hacerles lo mismo. En realidad, en el fondo, no quieren comportarse de esta manera; también es agotador para ellos. ¿Acaso no te cansas igualmente cuando te llevas a todo el mundo por delante? Hay un dicho que reza: “Acaba con mil enemigos y pierde a ochocientos de los tuyos”. Pongamos por ejemplo a un erizo: ¿acaso su sistema nervioso no se queda exhausto después de sacar las púas? Lastima a la gente cuando las clava, pero también se cansa. Así pues, ¿para qué actuar así si es algo tan agotador? Para sobrevivir: el erizo debe hacer algún esfuerzo para protegerse. Debido a que este mundo malvado carece de principios positivos o acertados para tratar con diversos tipos de personas, y a que se clasifica a la gente según la filosofía de Satanás para los asuntos mundanos y conforme a la jerarquía social, surgen divergencias y categorías basadas en estos principios y criterios de división desigual. Cuando esto ocurre, nadie puede interactuar de manera justa y armoniosa. Las personas compiten para estar en los escalones más altos, para ser la flor y nata. Los que están arriba del todo pueden tratar con prepotencia a otros, acosarlos y controlarlos según quieran. Debido a que esta sociedad es injusta, los principios para tratar con la gente también lo son. Por tanto, no cabe duda de que las interacciones entre las personas no serán armoniosas, y todos los principios, métodos y medios para que la gente interactúe mutuamente se vuelven injustos. Esta arbitrariedad se manifiesta concretamente en quienes rivalizan con otros en términos de poder, entorno familiar, aptitudes, habilidades, aspecto físico, estatura, tácticas, tretas y estrategias. ¿De dónde provienen todas estas cosas? No proceden de la verdad ni de Dios, sino de Satanás. Estos elementos de Satanás se inculcan en las personas, que los adoptan en su vida, de modo que, ¿cómo crees que la gente interactuará entre sí? ¿Tratará a todo el mundo con justicia? (No). De ninguna manera. ¿Puede siquiera el principio de elección más simple de la casa de Dios funcionar en el mundo malvado que domina Satanás? (No). ¿Cuál es la esencia del hecho de que no funciona? La respuesta es que lo que gobierna esta sociedad perversa no es la verdad, sino una serie de tendencias infames, así como los diversos pensamientos de Satanás y sus filosofías. Así pues, no es de extrañar que las personas se acosen y se controlen unas a otras: es la única situación posible. No se puede evitar el acoso, ya que es algo bastante normal. Debido a que la verdad no rige este mundo malvado, por lo que respecta a la interacción entre la gente, si no eres de los que acosan a otros, te acosarán a ti. Solo puedes tener estos dos papeles. En realidad, todo el mundo acosa a otros y es objeto de acoso. Esto se debe a que siempre hay alguien por encima y por debajo de ti. Acosas a otros porque tienes una posición superior a la suya, pero a la vez, mientras lo haces, te acosará otra persona con una posición superior incluso a la tuya, y tendrás que soportar su acoso. Una clase de personas acosa a otra: una relación de acosador y acosado. Es la única forma de interactuar. No existe un afecto familiar genuino, ni amor, tolerancia, paciencia ni la posibilidad de tratar a los demás de manera justa según los principios. Debido a que lo que gobierna este mundo no es la verdad, sino Satanás, las relaciones que se forman entre las personas solo pueden basarse en acosar y ser acosado, utilizar y ser utilizado. Esto es inevitable, y nadie puede obviarlo. Podrías decir que eres un capo de los bajos fondos, con muchos secuaces y lacayos, todos ellos acosados y controlados por ti. Pero incluso un jefe mafioso tiene superiores, y luego está el gobierno. Si bien se dice que los funcionarios y los bandidos pertenecen a la misma familia, a veces el gobierno le busca problemas intencionadamente, toma ventaja y no permitirá que se vaya de rositas. Tendrá que pagar una cantidad a los agentes de la comisaría de policía y quedar bien con ellos. Ya ves, aunque un líder de la mafia parezca alguien distinguido, cuando vaya al cuartel policial, tendrá que rebajarse, sin atreverse a ser arrogante. Como rezan los dichos de los no creyentes: “Mientras el sacerdote se sube a un poste, el diablo ya se ha subido a diez” y “Siempre hay un pez más grande”. Esto significa que cada persona acosa y es objeto de acoso, y esta es la esencia y el fenómeno del acoso.

Dado que el acoso es un asunto que nadie puede evitar, ¿cómo se debería manejar? Aunque puede que no temas que te acosen en la iglesia, ¿existe allí esta clase de incidente? ¿Puede suceder? Es posible que los no creyentes te acosen al interactuar con ellos, así pues, ¿no ocurre esto en la iglesia? (Sí). En mayor o menor medida es así, porque Satanás corrompe a todo el mundo. Antes de alcanzar la salvación, la gente suele revelar su corrupción, por ejemplo, tratando a los demás según su propia voluntad, no de una manera justa. Al dispensarse este trato injusto es también cuando las personas acosan y son acosadas. Por tanto, estas cosas ocurren a veces y nadie puede eludirlas ni evitarlas. ¿Cuál es el principio correcto para manejar esta cuestión y tratar con ella? (Según las palabras de Dios y los principios). Esa es la respuesta teórica. ¿Cuál sería la manera concreta de practicarla? ¿Cómo entiendes el asunto de acosar y ser acosado? Por ejemplo, supongamos que escribes una carta para informar sobre unos problemas con un falso líder, y este quiere acosarte, diciendo: “¡Si no te comportas, si sigues informando de mis problemas a los superiores, delatándome o anotando cosas negativas en mis evaluaciones, acabaré contigo! Tengo poder para expulsarte. ¿No tienes miedo?”. ¿Cómo manejarías esta situación? Te están amenazando; concretamente, te están acosando. Alguien tiene poder y tú eres un creyente corriente, de modo que te atormenta de manera arbitraria sin principios ni fundamentos. Te trata de la misma forma en que Satanás trata a las personas. Para decirlo claramente, ¿acaso no te está acosando? ¿Acaso no está intentando atormentarte? (Sí). Así pues, ¿cómo manejarías esto? ¿Cederías o te ceñirías a los principios? (Lo segundo). En teoría, uno debería ceñirse a los principios y no temer a este falso líder. ¿Qué fundamento tiene esto? ¿Por qué no deberías tenerle miedo? Si al final te expulsa, ¿te asustarás? Debido a que realmente puede echarte, es posible que no te atrevas a ceñirte a los principios y tengas miedo. ¿En qué punto se traba este asunto? ¿Cómo es posible que estés asustado? (Porque no creo que en la casa de Dios gobierne la verdad). Este es un aspecto de la cuestión. Debes tener esta fe y decir: “Eres una persona malvada. Solo porque ahora seas un líder, no pienses que tienes poder para expulsarme. Si lo haces, te equivocarías. Todo esto saldrá a relucir tarde o temprano. La casa de Dios no está bajo tu autoridad exclusiva. Si me expulsas hoy, algún día recibirás un castigo. Si no me crees, espera y verás. En la casa de Dios gobiernan Él y la verdad. Nadie puede castigarte, pero Dios puede ponerte en evidencia y descartarte. Cuando se revelen tus actos inmorales será el momento en el que te enfrentarás a tu castigo”. ¿Tienes esta fe? (Sí). ¿De veras? Entonces, ¿por qué no podéis expresaros en estos términos? Al parecer estarías en peligro si te encontraras en estas situaciones; te falta valor y fe genuina. Cuando te enfrentes realmente a estos asuntos, cuando te encuentres con individuos malvados y anticristos que sean así de fieros, cuyos métodos para atormentar a la gente sean comparables a los del gran dragón rojo, ¿qué harás entonces? Te echarás a llorar, diciendo: “Oh, no tengo suficiente estatura, soy tímido, siempre he temido los problemas, incluso tengo miedo de que caiga una hoja y me golpee la cabeza. Espero realmente que no tenga que enfrentarme a personas de este tipo. ¿Qué haría si me acosaran?”. ¿Te están acosando? No, es Satanás que te atormenta. Si lo mirases desde una perspectiva humana, dirías: “Esta persona es temible, tiene posición y acosa a los ingenuos sin estatus”. ¿Es esto lo que ocurre? Desde el punto de vista de la verdad, eso no es acoso; es Satanás que hace sufrir a las personas, abusa de ellas y las atormenta, engaña y corrompe. ¿Cómo deberías tratar con estas acciones de Satanás y manejarlas? ¿Deberías tener miedo? (No; debería informar sobre ellas y revelarlas). En el corazón, no deberías temerlas. Si informar de estas cuestiones y lidiar con ellas no resulta apropiado en ese momento, deberías soportarlas temporalmente hasta encontrar la ocasión propicia para notificarlas. Si entre tus hermanos y hermanas hay personas que disciernen como tú, deberíais uniros para informar de estas acciones malvadas y exponerlas. Si nadie más tiene discernimiento y todo el mundo te rechaza cuando tomas la iniciativa para informar de estos hechos, sé paciente de momento. Cuando los líderes de nivel superior vayan a vuestra iglesia para hacer un seguimiento de la obra hecha y comprobar que todo está en orden, encuentra un momento adecuado para informar de estas cuestiones a esas personas, expón claramente y con todo detalle esas acciones malvadas y deja que sean los líderes quienes se encarguen del asunto. ¿Es esta una medida sabia? (Sí). Por un lado, debes tener fe, sin temer a personas malvadas, anticristos o a Satanás. Por el otro, no deberías contemplar sus acciones contra ti como las de una persona que acosa a otra; deberías ver que la esencia de estos actos es Satanás que engaña y atormenta a la gente, abusando de ella. A partir de ahí, según la situación, deberías proceder con sabiduría para tratar con el tormento que te infligen, encontrar el momento apropiado para exponer a tus acosadores e informar sobre ellos, y proteger los intereses de la casa de Dios y de la obra de la iglesia. Este es el testimonio en el que deberías mantenerte firme y el deber y la obligación que deberías cumplir como persona. No importa que te acosen o te traten injustamente, no lo contemples como un acoso. No es que te acosen; es Satanás que engaña y atormenta a las personas, abusando de ellas. ¿Dirías que el gran dragón rojo te acosa cuando persigue a quienes creen en Dios? (No). No es eso. ¿Por qué te persigue? (Porque su esencia es resistirse a Dios). Así es. Contempla a Dios como un enemigo y a toda Su obra como una piedra en el zapato y una espina en el costado. También considera enemiga a la gente que Dios ha seleccionado. Si sigues a Dios, te odiará, tal como dice la Biblia: “Si el mundo os odia, sabéis que me ha odiado a mí antes que a vosotros” (Juan 15:18). El gran dragón rojo odia a las personas y a Dios, lo contempla como un enemigo y considera adversarios en mayor medida incluso a quienes siguen a Dios, sobre todo a los que practican la verdad. Por eso quiere perseguirte, para acabar contigo, hacer que lo adores y seas su adepto, impedirte seguir a Dios y conseguir que lo maldigas. Podrías negarte: “No lo maldeciré”. Entonces, te amenazará: “¡Si no maldices a dios, morirás!”. Intentará obligarte a decir: “El Partido Comunista es bueno”, y responderás: “No diré eso”. Entonces, replicará: “Si no lo dices, lo pasarás muy mal: ¡vas a saber lo que es una tortura cruel!”. ¿Es eso acoso? No, es Satanás que abusa de la gente. ¿Lo entiendes? (Sí, lo entiendo). Debes entender correctamente el asunto del acoso a la hora de abordarlo. En la sociedad y dentro de los grupos de personas, si miras la cuestión desde una perspectiva humana, cada uno desempeña tanto el papel de acosador como de acosado. Pero si la contemplas desde el punto de vista de la verdad, no deberías verla de esta manera. La esencia del comportamiento de cada persona que quiere acosarte y controlarte no se considera acoso. Más bien es el engaño, el abuso, la manipulación, el atropello y la corrupción de Satanás. Concretamente, significa que quien te acosa no te trata con justicia según los métodos racionales y humanos; más bien adopta la perspectiva y la postura de Satanás, y utiliza sus pensamientos como guía para tratarte, hablarte e interactuar contigo. Por ejemplo, supongamos que tú y una persona malvada compartís una habitación con litera. Llegas primero, de modo que deberías tener prioridad para elegir un lugar adecuado, y escoges la cama inferior. Tan pronto llega la otra persona y ve lo que ha pasado, dice: “¿Has hecho bien en elegir la cama de abajo? Yo ni siquiera he escogido todavía, ¿acaso es tu turno? ¿Te atreves a dormir en la cama de abajo en mi lugar? ¡Qué descaro! Ni siquiera lo hablaste conmigo; fuiste a la tuya y elegiste la cama de abajo para dormir. ¡Vete a la cama de arriba!”. Le respondes: “¿Por qué no deberías dormir en la cama de arriba? Llegaste después de mí; según ese orden, deberías dormir en la cama de arriba”. Te replica: “¿Orden? ¡Nunca he seguido ningún orden! No hago cola en ninguna parte; ¡no lo haría siquiera para recibir al presidente! ¿En algún momento te has preocupado de saber quién soy? Te atreves a hablarme de hacer cola. ¡Qué cara más dura! ¿Quieres morir? ¡Vete a la cama de arriba!”. De modo que tienes que subir sumisamente para dormir en la cama superior. ¿Esto es acoso? Desde una perspectiva humana, parece serlo. Te ven como alguien ingenuo a quien pueden manipular. Primero te hacen una exhibición de poder intimidatoria y, después, te enseñan una lección para que entiendas quiénes son. Esto es así si lo miras desde la perspectiva humana, de los sentimientos humanos o de la carne. Pero si lo contemplas desde el punto de vista de la verdad, ¿lo ves quizá de la misma manera? Elegiste primero la cama inferior, todo estaba en orden, pero la otra persona insistió en que te movieras y te incordió para que te cambiaras a la cama superior. ¿Acaso no es esto inadmisible? ¿Acaso no te atormentan? ¿Verdad que no te tratan como a un ser humano? ¿Acaso no te faltan al respeto? ¿Acaso no se comporta el otro como si fuera el jefe y te trata como un sirviente o un esclavo? ¿Qué lógica tienen sus pensamientos? Toda persona que no sea tan temible como él es su sirviente, alguien a quien puede mandar y atormentar. Desde la perspectiva de la verdad, esto no se puede considerar acoso; es atormentar a la gente. ¿Quién puede hacer eso? Las personas malvadas, los demonios, los rufianes, los pendencieros, los canallas y la gente irrazonable, sin humanidad ni respeto por nadie. No siguen las reglas, vayan donde vayan. Actúan como si fueran los jefes, como si cualquiera cosa buena, ventajosa o beneficiosa solo les perteneciera a ellos. Los otros no pueden participar en estas cosas ni siquiera pensar en tenerlas. ¿Acaso no es un canalla quien se comporta así? (Sí). Esto es lo que hacen los canallas y los demonios, te atormentan de esta manera. Así que, ¿no tendrías miedo? Pensarías: “Oh, Dios mío. Hay gente así de temible después de todo. Incluso piensa que no es bueno que yo duerma en la cama de abajo. ¿Qué pasa aquí?”. Te asustarías y, a partir de ese momento, al hablar con ellos, tendrías que ser selectivo. Deberías sopesar la situación y pensar: “No puedo molestarlos ni provocarlos. Si lo hago, me tratarán mal”. Si tienes este tipo de mentalidad, habrán conseguido su objetivo. ¿Cuál es? Asustarte, conseguir que los temas y crear una diferencia jerárquica entre vosotros, en la que ellos son el jefe y tú el sirviente y, vayas donde vayas, tienes que escucharlos y someterte a ellos. ¿Acaso no es este el principio con el que Satanás hace las cosas? Ellos tienen que ser tu jefe, y tú debes ser su sirviente. Te tienen que disciplinar y dominar arbitrariamente, jugando contigo; debes ceder ante ellos en todo. No puedes estar a la misma altura que ellos; la única situación en la que podrás ser igual que ellos será cuando estén muertos: solo mereces ser igual a una persona difunta. Dime, ¿hasta qué punto te han acosado? En el fondo del corazón, ¿te han asustado sus acciones malvadas y modales abusivos? (Sí). Has aceptado este hecho, has cedido; por tanto, ¿podemos decir que, en consecuencia, te han corrompido? Te tienen bien sujeto; cuando cometen maldades e infringen los principios, no te atreverás a decir lo que piensas porque en su momento ya te enviaron de la cama inferior a la superior de un puntapié. No osarás volver a provocarlos; cuando los veas, los evitarás, y un sudor frío te recorrerá el cuerpo con solo oír hablar de ellos. ¿Acaso no quiere esto decir que te asustan? No te arriesgas a tratarlos de manera justa según los principios; te tienen agarrado firmemente. ¿Cuál es la esencia de este hecho? Quiere decir que te poseen y te controlan. ¿Acaso no es este el caso? (Sí). Así pues, ¿cómo debería la gente abordar esta situación para evitar que la controlen? Deberías considerar el asunto de los individuos malvados que acosan a otros como un fenómeno en el que Satanás corrompe a las personas y abusa de ellas. Después de haber descubierto esta esencia, ¿cómo deberías abordar esta cuestión? En el fondo del corazón, deberías aborrecer y rechazar a la gente maliciosa, en lugar de temerla. Deberías pensar: “Oh, ¿quieres que duerma en la cama de arriba? Bien, eso haré. Pero hoy he presenciado las acciones de otro individuo malvado, he reconocido la esencia de un malvado más y, a partir de ahora, seré capaz de discernir un tipo de conducta más que las personas malvadas exhiben en su vida cotidiana y a espaldas de los demás. A partir de hoy, me fijaré atentamente en lo que digan y hagan, y en si se dedican a engañar. Si alguno de ellos tiene alguna función en la casa de Dios, observaré si actúa según los principios, si defiende los intereses de la casa de Dios, si malgasta las ofrendas y si sigue atormentando a otros”. En el fondo del corazón, deberías orar: “Dios, pon en evidencia a esta persona malvada, permíteme discernir sus acciones malvadas y su esencia. Ayúdame a reunir pruebas de sus maldades, dame valor y haz que no tema a los malvados y que tenga fe y fuerza para enfrentarme a ellos”. Aunque sigas compartiendo la misma habitación con esa persona, y nada haya cambiado a primera vista, en el fondo del corazón ya no la temerás porque todo lo que te hace no es acoso, sino una revelación y una exposición de su naturaleza satánica. Cuando la contemplas de esta manera, ¿seguirás temiéndola? Con cada acción malvada que revele y cada palabra absurda que pronuncie, la maldecirás en el corazón, diciendo: “Eres un diablo, eres Satanás, haces el mal y te resistes a Dios, y tarde o temprano serás maldito. Dios no permitirá que te libres de la quema; ¡al final, te pondrá en evidencia!”. Así es como deberías tratar con las personas malvadas. Debes tener la fe y la fuerza para enfrentarte a ellas, y orar a Dios, así tu corazón será resistente y no las temerás. ¿Qué piensas de esto? ¿Acaso no son efectivas estas tácticas? (Lo son). Cuando las disciernes de esta manera desde el punto de vista de la verdad, ¿no es más práctico que lo que tus padres te enseñaron: “Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle”? ¿De qué sirve protegerse? No puedes defenderte del abuso y de la corrupción de Satanás. No puedes resguardarte de estas cosas, ya que están por todas partes. La corrupción de Satanás no se manifiesta solo en la superficie, no es algo meramente externo; también se extiende a tus pensamientos. ¿Puedes protegerte de eso? Lo más importante para ti es que te equipes con la verdad y confíes en Dios. No solo deberías discernir las acciones de las personas malvadas, sino también su esencia y, al mismo tiempo, los diversos pensamientos y puntos de vista que expresan. Equípate con la verdad y utilízala junto con las palabras de Dios para poner en evidencia a esa gente y analizarla, de manera que tus hermanos y hermanas también puedan discernir todas esas cosas. De este modo, todo el mundo podrá alzarse y rechazar conjuntamente a esa gente. ¿No te parece maravilloso? Si siempre estás a la defensiva, en guardia, rechazando o evitando situaciones, eso es ser un cobarde, no la manifestación de un vencedor.

Después de haber hablado de todo esto, ¿contempláis de una manera diferente el asunto de que acosen a la gente? ¿Es correcto el acoso? (No). ¿Cuál es la naturaleza del acoso? (Son personas malvadas que atormentan a otras). En esencia, son gente malvada y Satanás quienes mortifican a terceros y los engañan. Ahora bien, ¿cuál es la naturaleza de ser víctima del acoso? (Es ser débil, no practicar la verdad y no atreverse a levantarse y resistir). Eso es, tener miedo de las personas malvadas y de las fuerzas malignas, y carecer de la fe para luchar contra Satanás, para reconocer, discernir y desenmascarar su rostro horrible, y para resistirse a su atropello y su abuso: ¿acaso no es esta su naturaleza? (Sí). Los que viven sin fe siempre tienen un nudo en el estómago, están siempre asustados y piensan: “Yo no acoso a nadie y nadie debe acosarme, tal como dijo mi madre: ‘Uno nunca debería tener la intención de hacer daño a otros, pero siempre debería protegerse del daño que otros pudieran hacerle’”. Oran a Dios, diciendo: “Oh, Dios, te ruego que no permitas que me encuentre con gente malvada; soy tímido, siempre he sido ingenuo y simple. Creo en Ti y te sigo; ¡debes protegerme!”. Esto es no tener carácter. Has oído decir muchas verdades y las entiendes. No tienes miedo a los diablos ni a Satanás, así que, ¿acaso temes a una persona malvada? ¿Os asusta el gran dragón rojo? (Si me atrapa, tendré miedo, pero puedo orar a Dios y confiar en Él). Esto quiere decir que su maldad no te ha amedrentado. También es una manifestación que solo surge cuando la fe es sólida. Algunos señalan: “Dices que tengo miedo del gran dragón rojo. Si fuera así, ¿podría haber llegado hasta aquí? ¿Acaso no es cierto? Pero si me pides que diga que no temo al gran dragón rojo, todavía me asusta un poco hacerlo. ¿Qué pasa si el gran dragón rojo se entera?”. Ahí hay todavía cierto miedo. Este tipo de gente teme un poco declarar públicamente que el gran dragón rojo es perverso y cruel; carece de esa fe y su estatura sigue siendo demasiado pequeña. No te pido que te enfrentes abiertamente al gran dragón rojo ni que lo provoques. Pero en el fondo del corazón, deberías saber como mínimo que el gran dragón rojo, este demonio, abusa de las personas, las corrompe, engaña, atropella y devora. Esto no es acoso; no es que se asedie y se atormente a los creyentes porque sean ingenuos, sigan las reglas y acaten la ley. Eso es una tontería, una afirmación que carece de entendimiento espiritual. El gran dragón rojo abusa de ti. ¿De qué manera? Te amenaza, te intimida, te persigue y te tortura. ¿Cuál es la finalidad de que abuse de ti? Hacer que renuncies a tu fe, que niegues y abandones a Dios, que cedas ante él y, en definitiva, que lo adores y lo sigas, que te subyugue, que aceptes sus diversos pensamientos y que te arrodilles ante él para venerarlo. Se deleita con esto; esta es la finalidad de su persecución. Al ver que sigues a Dios y no a él, se pone celoso y no te soltará. Por supuesto, si no sigues a Dios, ¿te dejará ir de todos modos? (No, también abusa de los que no creen en Dios). Eso es: en términos coloquiales, esto es lo que hay, ni más ni menos; más exactamente, esta es su esencia-naturaleza. Incluso los que lo siguen y lo alaban están sujetos a su abuso, engaño y atropello de todos modos, y después de utilizarlos se deshace de ellos, llegando a matar a algunos para taparles la boca y a destruirlos por completo a la larga. En cualquier caso, el asunto no acaba bien para esta gente. Sea como sea, las personas deberían ver claramente que la finalidad definitiva de que las familias condicionen a la gente e inculquen en ella diversos pensamientos y puntos de vista no es realmente protegerla ni dirigirla hacia la senda correcta. En su lugar, el objetivo es apartarla de Dios, hacer que viva según las filosofías de Satanás y que acepte de manera repetida y cíclica el abuso mediante una serie de pensamientos y el condicionamiento por medio de diversas tendencias malvadas que provienen de la sociedad y de Satanás. En última instancia, estas cosas no pueden guiar a las personas hacia la senda correcta ni llevarlas a entrar en la realidad-verdad y a alcanzar finalmente la salvación, independientemente de las intenciones iniciales o finalidades que tengan las familias al hacerlas. Por tanto, los diversos pensamientos y puntos de vista provenientes de las familias son algo de lo que la gente debe deshacerse en el proceso y en la senda de perseguir la verdad. Bien, terminemos aquí nuestra charla por hoy. ¡Adiós!

4 de marzo de 2023

Nota al pie:

a. Han Xin fue un general famoso de la dinastía Han a quien, en una ocasión, obligaron a gatear entre las piernas de un carnicero que se burlaba de él por su cobardía antes de ser célebre.

Anterior: Cómo perseguir la verdad (13)

Siguiente: Cómo perseguir la verdad (15)

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

Ajustes

  • Texto
  • Temas

Colores lisos

Temas

Fuente

Tamaño de fuente

Interlineado

Interlineado

Ancho de página

Índice

Buscar

  • Buscar en este texto
  • Buscar en este libro