Cómo perseguir la verdad (21)
La temática de las charlas durante este periodo ha sido bastante amplia. ¿Cuánto recordáis de ellas? ¿Cuánto sois capaces de captar? (Cuando Dios termina la charla, recordamos un poco de ella. En cuanto a determinadas partes, podemos hacernos una ligera idea debido a que ahora estamos experimentando circunstancias similares. Y respecto a algunas otras, al no haber experimentado nunca tales situaciones, no logramos recordar mucho). Cuando os encontráis con ciertas circunstancias, ¿os queda alguna impronta de aquello sobre lo que hemos hablado? (Alguna. Al enfrentarme a circunstancias similares, soy capaz de rememorar ese aspecto de la verdad sobre el que habló Dios, una o dos frases convenientes de Sus palabras, y después busco comer y beber esas palabras de Dios, y me da la sensación de tener algún rumbo). ¿Habéis captado los principios? (Respecto a esto, me falta bastante. Todavía no soy capaz de captar los principios; solo puedo identificarme con las palabras de Dios y tener un poco de entendimiento). ¿Sabéis a qué hace referencia fundamentalmente entender la verdad y tener la capacidad de comprenderla? Cuando alguien carece de la capacidad de comprender la verdad, ¿acaso no se suele decir “Esta persona no entiende la verdad” o “No ha captado este aspecto de los principios-verdad”? ¿Acaso no decís a menudo cosas semejantes? (Sí). Cuando se dice que alguien entiende la verdad y tiene la capacidad de comprenderla, ¿a qué nos referimos? ¿Se refiere a entender doctrina respecto a la verdad? (No. Mi interpretación es que, tras escuchar la charla de Dios, si esta persona tiene la capacidad de comprender la verdad, puede identificarse con ella y adquirir conocimiento sobre sí misma, y encontrar los principios para practicar la verdad). Entender la verdad y tener la capacidad de comprenderla hace referencia fundamentalmente a que una persona sea capaz de entender los principios-verdad. Es decir, cuando se comparte cierta verdad, con independencia de los detalles y el contenido específicos, de cuántos ejemplos se enumeren o cuántos asuntos o estados se discutan, en todo esto radica un principio-verdad. Si eres capaz de entender y captar este principio-verdad, entonces cuentas con la capacidad de comprender la verdad. ¿A qué hace referencia esta capacidad? Significa poder entender los principios-verdad y, al afrontar los asuntos, ser capaz de contemplar a las personas y las cosas, de comportarse y actuar de acuerdo con los principios-verdad. A esto se le llama tener la capacidad de comprender la verdad. Algunas personas, sin importar cómo se comparta la verdad con ellas, cuántos ejemplos se den, cuántos estados se debatan o lo específica que sea la discusión, siguen sin saber de qué verdad se habla aquí, y no son capaces de contemplar a las personas y las cosas, de comportarse y actuar de acuerdo con los principios-verdad. Es decir, no pueden identificarse con ellos ni aplicarlos. Aunque pueden hablar sobre algunas palabras y doctrinas durante varias horas, y debatirlas con claridad y lógica, es una pena que no sean capaces de aplicar las palabras de Dios, que no puedan aplicar los principios-verdad para abordar o manejar los problemas. Esto es no entender los principios-verdad ni tener la capacidad de comprender la verdad. No importa de cuántas doctrinas hablen, es inútil. Los principios-verdad son los criterios específicos de práctica para cada categoría de las cosas y cada asunto relacionados con la verdad. Dado que son criterios específicos de práctica, sin duda son las intenciones de Dios. Son los estándares que Dios requiere de ti en asuntos concretos, y la senda específica de práctica que debes tomar. Estos son los principios-verdad. No son solo las intenciones de Dios, sino los estándares que Dios requiere de las personas. Supongamos que has captado los principios-verdad, entonces tienes la capacidad de comprender la verdad. Si tienes esa capacidad, al enfrentarte a los asuntos practicarás conforme a los principios-verdad. Serás capaz de proceder de acuerdo con las intenciones de Dios, y de cumplir con Sus requerimientos. En cambio, si no entiendes los principios-verdad, es decir, si careces de la capacidad de comprender la verdad, entonces nada de lo que hagas estará de acuerdo con los principios-verdad o con las palabras de Dios. Tus acciones carecen de base y criterio, es decir, no tienes estándares definidos. Por tanto, no puedes cumplir con los requerimientos de Dios. Para evaluar si alguien es capaz de hacer trabajo real, fíjate en si tiene la capacidad de comprender la verdad. Si es así, puede resolver problemas reales. Si no la tiene, no importa cuánta doctrina pueda escupir, todo resulta inútil. Alguien al que le gusta debatir sobre palabras y doctrinas pero no aborda los problemas reales es un fariseo de libro. Da igual los innumerables pasajes de las palabras de Dios que puedas memorizar, eso no sirve de nada. Los fariseos podían recitar las escrituras con fluidez, y luego acudían a las esquinas de las calles para orar; todo lo hacían para que la gente los viera, para alardear, no para abordar problemas reales. Tales personas se concentran en acumular toda clase de conocimientos espirituales, alabados y aceptados universalmente, profundos y esotéricos, además de doctrina, palabras y consignas, y los proclaman por todas partes. Incluso muestran un aparente buen comportamiento, desorientan a la gente con él para que los admire y adore. Pero en lo que respecta a asuntos reales, aparte de defender estatutos y citar algunas palabras y doctrinas, no pueden abordar problemas reales. En cuanto a las esencias o estados internos de las personas, y a cómo tratar y abordar estos asuntos, no alcanzan a comprender nada ni a entender verdad alguna. Solo pueden hablar de manera vacía sobre algunas palabras y doctrinas. A esto se le llama un fariseo de libro. La razón de que los fariseos tan solo puedan debatir sobre palabras y doctrinas, pero no sean capaces de abordar ningún problema real se debe a que no entienden la verdad, y no pueden comprender la esencia del problema de principio a fin. Entonces, cuando llega el momento de abordar los problemas, recurren a decir falsedades y a promulgar puntos de vista ridículos. Son incapaces de desentrañar a una persona o la esencia de cualquier asunto. Por tanto, son incapaces de resolver ningún problema. Carecen de la menor capacidad de comprensión. Con independencia de cuántos sermones hayan oído o cuánta doctrina hayan discutido, no entienden qué son los principios-verdad o las intenciones de Dios. A pesar de ser pobres y patéticos, mantienen aún la creencia de que entienden la verdad y se enorgullecen de ser personas espirituales. ¿Acaso no es esto lamentable? (Lo es). Resulta lamentable y nauseabundo. Son capaces de debatir sobre muchas palabras y doctrinas, e incluso siguen ciertos preceptos, aunque no pueden resolver ningún asunto concreto. Solo recurrirán a imitar la manera de hablar de otros, al tiempo que dicen: “Oh, aquí ha sucedido algo. Fíjate en lo enrevesado, extraño e inusual que ha sido el desarrollo de este asunto. Vaya, esa persona no tiene conciencia ni razón, su humanidad es mala y no tiene autoconciencia. Siempre que le sucede algo, se comporta de manera imprudente”. Les preguntas: “Ante este comportamiento, ¿cómo tratarías o lidiarías con esta persona? ¿Conforme a qué principios te ocuparías de ella? ¿Cuál es la esencia de su comportamiento? ¿Es este tipo de persona un anticristo o sigue la senda de uno? ¿Es un falso líder, o simplemente es que su humanidad es mala o el fundamento de su fe es poco profundo?”. Sin embargo, responden: “Esto es difícil de interpretar”. No saben cómo resolverlo, y al enfrentarse a diversos asuntos, solo se fijan en los fenómenos y condiciones superficiales. Cuando abordan determinados comportamientos, manifestaciones, palabras y acciones individuales, solo pueden describirlos o enumerarlos, o puede que tomen algunas determinaciones simples y preliminares, pero no pueden comprender la esencia del asunto. No saben cómo tratar a tales personas ni cómo lidiar con ellas, cómo hablar sobre la verdad para hacerlas reflexionar, conocerse a sí mismas e identificarse con las palabras de Dios, cómo ayudarlas en su entrada en la vida o cómo ubicarlas adecuadamente a nivel administrativo y de personal. Solo pueden hablar sobre diversos comportamientos y condiciones de esta o aquella categoría de persona. Cuando les preguntas “¿Te has encargado de esas personas?”, contestan “Todavía no. Las sigo observando”. Este es el desenlace. ¿Acaso no indica esto una falta de capacidad para resolver problemas? (Sí). ¿No indica esta carencia una incapacidad de comprender la verdad? (Sí). Sin la capacidad de comprender la verdad, ¿acaso no son tales personas incapaces de entender los principios-verdad? No es que no los entiendan por no haber oído bastantes sermones, sino porque carecen de la capacidad de comprender la verdad, no poseen tal calibre. Entonces, ¿por qué suelen ser capaces de hablar y argumentar con tanta elocuencia? Dado que han oído y experimentado mucho, y se han aprendido de memoria tantas doctrinas, son capaces de debatir algunas palabras y doctrinas con naturalidad. En especial, aquellos que han servido como líderes u obreros durante varios años se han curtido mediante la práctica regular, son capaces de debatir y hablar acerca de diversas palabras y doctrinas, y se expresan con especial fluidez, como si soltaran discursos y ensayos. Sin embargo, eso no significa que tengan estatura o realidad, ni tampoco que entiendan los principios-verdad. Debéis ser buenos en el discernimiento y no dejaros desorientar por tales personas. Cuando veis a alguien que sabe hablar continuamente durante un día o dos en las reuniones sin repetirse, estáis tan impresionados que os quedáis atónitos; ¿no muestra eso falta de discernimiento? ¿No evidencia que no entendéis la verdad? (Sí). Esto muestra que no entiendes la verdad. Si la entendieras, serías capaz de discernir si cualquier contenido de su discurso incluye principios específicos de práctica para abordar ciertos estados o problemas. Supongamos que escuchas con atención y averiguas que no hay ni una sola frase que aborde los estados o problemas reales de la gente, que lo que están diciendo es solo un puñado de consignas, de palabras, de doctrinas carentes de principios, soluciones específicas y sendas concretas de práctica, e incluso si hablan durante dos o tres días, todo es doctrina hueca. Y supongamos que parece beneficioso y fructífero en el momento en que lo oyes, pero al reflexionar sobre ello, piensas: “¿Cómo resuelvo este asunto? No parece que lo acaben de abordar”, y cuando les vuelves a preguntar, sueltan un puñado de doctrina, que te sigue dejando sin saber cómo proceder. ¿Acaso no es esto que te tomen por tonto y te engañen? (Sí). Aunque todavía no sabes cómo proceder, los sigues admirando y los tienes en alta estima: eso es que te tomen por tonto y te engañen. ¿Acaso no os engañan así a menudo? (Sí). Entonces, como líderes y obreros, ¿acaso no estáis engañando a otros de este modo? (Sí). ¿Tenéis ahora un poco más de entendimiento de lo que significa tener la capacidad de comprender la verdad y de lo que son los principios-verdad? (Los entiendo un poco más). ¿Qué son los principios-verdad? (Los principios-verdad son ciertos criterios para practicar cuando te topas realmente con asuntos; contienen las intenciones de Dios, además de ciertos estándares y sendas que deben ponerse en práctica. Si uno capta los principios-verdad, tiene la capacidad de comprender la verdad). Tener la capacidad de comprender la verdad te permite captar los principios-verdad. Esta es la relación entre ambas cosas. No es que cuando entiendes los principios-verdad cuentes con la capacidad de comprender la verdad. Más bien, si tienes dicha capacidad puedes entender los principios-verdad. ¿No es así como funciona? (Sí). Entonces, ¿tenéis la mayoría de vosotros la capacidad de comprender la verdad? ¿Podéis entender los principios-verdad incluidos en todas las cuestiones de las que hablo en cada ocasión? Si los puedes entender, entonces posees la capacidad de comprender la verdad y tienes entendimiento espiritual. Si después de haber escuchado, solo recuerdas ciertas cosas, determinadas conductas específicas o maneras de hacer las cosas que involucran a ciertas personas o categorías de ellas de las que se ha hablado durante la charla, pero en realidad no entiendes cuáles son los principios-verdad de los que se está hablando, y a la hora de enfrentarte a los asuntos no sabes cómo vincularlos a los hechos específicos de los que se ha hablado, o cómo actuar en función de los principios-verdad, entonces no tienes entendimiento espiritual. No tener entendimiento espiritual significa carecer de la capacidad para comprender la verdad. Por muchos sermones que oigas, no entiendes los principios-verdad, y cuando surgen asuntos te quedas desconcertado; solo puedes ver condiciones, manifestaciones y demás a nivel superficial. No puedes ver la esencia del problema ni encontrar sendas de práctica o la manera de abordar los asuntos. Esto implica una falta de entendimiento de los principios-verdad y una incapacidad para comprender la verdad. La gente como esta no tiene entendimiento espiritual. Tomaos vuestro tiempo para reflexionar y ahondar en estas circunstancias, y llegaréis a conclusiones. Si nunca reflexionas sobre estas cuestiones, si estás confuso, entonces no posees un auténtico entendimiento.
Sigamos hablando sobre el contenido que hemos estado compartiendo durante este tiempo de manera continuada. En la reunión anterior, discutimos la cuarta parte de desprenderse de las búsquedas, ideales y deseos de las personas, el contenido concreto de la parte sobre las “carreras profesionales”. En cuanto a este contenido específico incluido en “carreras profesionales”, el correcto entendimiento que deben tener las personas sobre las mismas, o las sendas concretas y los criterios de práctica que Dios les requiere respecto a ellas, hemos enumerado cuatro puntos. ¿Cuáles son estos cuatro puntos? (1. No ejercer la caridad; 2. Contentarse con la comida y la ropa; 3. Mantenerse alejado de diversas fuerzas sociales; 4. Mantenerse alejado de la política). Hemos discutido dos de estos cuatro puntos. El primero es no ejercer la caridad, y el segundo contentarse con la comida y la ropa. ¿Acaso la formulación específica de cada uno de estos cuatro puntos no constituye los principios concretos de práctica para desprenderse de las carreras? (Sí). Estos cuatro principios específicos de práctica conforman los estándares que Dios requiere de la humanidad respecto a desprenderse de las carreras. Por supuesto, los estándares que Dios requiere de la humanidad son los principios-verdad de desprenderse de las carreras, y se trata de las sendas específicas de práctica cuando las personas se enfrentan a estos asuntos. Es decir, al hacer lo que debes dentro de este ámbito, alcanzas los requerimientos de Dios, pero si te excedes, vas en contra de los principios, de la verdad y de los requerimientos de Dios. En cuanto al tema de las carreras profesionales, hemos hablado sobre dos principios de práctica. El primero es no ejercer la caridad, y el segundo es contentarse con la comida y la ropa. Respecto al primer punto de no ejercer la caridad, hemos aportado ciertos ejemplos concretos y discutido algunas situaciones especiales. ¿A qué asuntos afecta primordialmente este tema? Hace referencia a lo que la gente debe hacer cuando escoge una profesión o en relación con las carreras profesionales. Como mínimo, el primer punto es no involucrarse en temas relacionados con la caridad; basta con implicarse solo en carreras relacionadas con la propia vida de uno o con su sustento. Si estás empleado en una organización de caridad en la que trabajas solo porque postulaste a una oferta de empleo, eso no es lo mismo que ejercer la caridad; se trata de una situación especial. Puedes estar empleado en ese lugar y recibir un salario, pero no eres más que un trabajador, un empleado que percibe su sueldo. En cuanto a aquello en lo que participa la organización caritativa, ya sean fundaciones, asistencia social, adopción de niños huérfanos o de animales, ayuda a personas en regiones afectadas por catástrofes o en situación de pobreza, acogida de refugiados, etcétera, tales actividades principales no tienen nada que ver contigo. No eres el responsable fundamental ni aportas tu tiempo y energía a esta causa caritativa. Se trata de una cuestión totalmente diferente. No estás ejerciendo la caridad, estás empleado en una organización caritativa. ¿Acaso no es diferente por naturaleza? (Sí). Su naturaleza es diferente, y esta situación especial no ha vulnerado el principio. Aparte de esto, ya sea una caridad pequeña o a gran escala, con independencia de a qué campo de la obra caritativa pertenezca, no tiene nada que ver contigo. No es algo que Dios requiera que hagas. No vulneras la verdad por no hacerlo, y Dios no lo recuerda si lo haces. Ya que tu objetivo es perseguir la verdad y la salvación, no deberías invertir tu energía ni tu tiempo en asuntos que no tienen conexión con la salvación, con perseguir la verdad o someterte a Dios, porque ejercer la caridad no tiene valor ni significado. ¿Por qué no tiene valor ni significado ejercerla? Con independencia de a quién salves o ayudes, eso no cambia nada. No puede alterar el destino de nadie ni resolver problemas respecto a dicho destino, y en realidad, ayudar de vez en cuando a la gente no equivale a salvarla. Por tanto, al final, tales proyectos son inútiles y carecen de ningún valor o significado. Por ejemplo, hay quienes adoptan lobos. Empiezan con uno o dos y al final acaban criando a cientos o miles. Se lo toman como una carrera profesional, invierten todos sus ahorros, involucran a toda su familia y dedican toda la energía de sus últimos años. La totalidad de sus energías y su vida entera giran en torno a esta única cosa, y la consecuencia, a pesar de lograr salvar y proteger a los lobos, es que han malgastado una cantidad considerable de tiempo y de años en ese tema. No cuentan con tiempo ni energía adicional para perseguir la verdad y cumplir con su deber. Por tanto, comparado con cumplir con el deber y recibir la salvación, cualquier desempeño, aunque sea reconocido por muchos y elogiado por la sociedad, no es tan importante como perseguir la salvación y la verdad, y cumplir con el deber. No es tan significativo o valioso como perseguir tales cosas. Hay otro tema importante: si Dios te ha elegido y perteneces a Su pueblo escogido, Él nunca te encomendará que lleves a cabo una carrera en la caridad que pueda ser digna de reconocimiento en el mundo o en la sociedad. Dios jamás te pedirá que te dediques a esos asuntos. Si perteneces al pueblo escogido de Dios, ¿cuál es la mayor esperanza que Él tiene en ti? Que cumplas con tu deber como ser creado, que seas capaz de perseguir la verdad y presentarte ante Dios, y también de recibir la salvación y permanecer. Esto es lo que más satisface las intenciones de Dios, lo que mejor lo hace, en lugar de realizar acciones que la gente de este mundo o de la sociedad considera significativas, trascendentes o brillantes. Si eres una persona escogida por Dios, lo que Él te encomienda es el deber que tienes que cumplir, relacionado exclusivamente con la obra de Dios y el trabajo de la iglesia. Cualquier cosa más allá del trabajo de la iglesia y la gestión de Dios no te concierne. Da igual lo que hagas, aunque creas que es bueno y estés dispuesto a hacerlo, no tiene ningún valor, no merece recordarlo y Dios no lo recuerda. Aunque se convierta en un legado atemporal, se recuerde siempre o reciba la alabanza de sus contemporáneos, todo eso carece de importancia. Con independencia de cuánta gente lo reconozca, eso no significa que Dios apruebe o recuerde tus acciones. No implica que lo que haces sea significativo o valioso. Las opiniones y evaluaciones de este mundo y de esta sociedad no representan la evaluación que Dios hace de ti. Por tanto, en lo que respecta a las carreras profesionales, no debes malgastar tu limitado tiempo y tu preciada energía en empeños inútiles. En su lugar, concentra tu energía y tu tiempo en el deber que te ha dado Dios, y en cuestiones relativas a perseguir la verdad y la salvación. Esto es lo que de verdad tiene valor y significado. Vivir así hará que tu vida sea valiosa y significativa. Hay quien adopta miles de perros y dedica cada día a atenderlos y vive por esos animales que ha adoptado. Apenas le queda tiempo para comer y dormir, menos aún para lavar la ropa o hablar con nadie. Las tareas que se impone exceden a sus capacidades. Estas personas llevan vidas agotadoras, miserables. ¿Acaso no se trata de una necedad? (Sí). No eres un salvador, no trates de convertirte en uno. Resulta estúpida toda pretensión de querer salvar el mundo, transformarlo o emplear las propias fuerzas para alterar el estado actual o cambiar este mundo. Por supuesto, tales tentativas son incluso más insensatas, y las posibles consecuencias solo podrán conducirte a un estado terrible, al agotamiento, te causarán una desdicha indecible y harán que no sepas si reír o llorar. La gente no tiene tanta energía, ni su capacidad ni sus destrezas son lo bastante grandes para cambiar nada. La poca energía y tiempo que posees se deben ofrecer y gastar en el cumplimiento de tu deber como ser creado. Por supuesto, lo que es más importante, deben gastarse y dedicarse a perseguir la verdad para alcanzar la salvación y la sumisión a Dios. Aparte de estas cosas, cualquier otro empeño no tiene sentido. Una carrera profesional es algo que se debe realizar como parte de la vida física de una persona. No llega a ser algo significativo, solo es necesario para la vida y la supervivencia física. Para poder vivir y sobrevivir, debes ejercer una ocupación, un empleo que simplemente te permita subsistir. Ya tenga lugar en el estrato inferior o superior de la sociedad, no deja de ser una manera de ganarte el sustento. Su nobleza y significado no entran en consideración. Además, con independencia de su significado, el requerimiento de Dios a la humanidad es el siguiente: si deseas perseguir la verdad y caminar por la senda de la salvación, entonces el estándar para elegir una ocupación con la que ganarte el sustento es contentarte con la comida y la ropa. No emplees excesivas cantidades de energía y tiempo yendo de un lado a otro y manteniéndote ocupado en aras de tu propia comida, ropa, refugio y transporte; basta con satisfacer las necesidades básicas. Cuando tengas el estómago lleno y calidez y abrigo en el cuerpo, una vez alcances estas condiciones básicas para la supervivencia, debes cumplir con tu deber como ser creado, ofrecer tu preciosa energía y tiempo a tu deber, a lo que Dios te ha encomendado, y ofrecer tu corazón. Lo más fundamental es que mientras cumplas con el deber, has también de dedicar esfuerzo a la verdad, perseguirla y caminar por la senda que la persigue; no te limites a quedar a la deriva. Este es el principio. Dios no requiere que emplees todas tus fuerzas solo para sobrevivir y continuar con vida. Él no necesita que lleves una vida glamurosa ni que lo glorifiques a través de ella, ni tampoco que logres grandes hazañas en este mundo, ni que obres milagros, ni que contribuyas en nada a la humanidad, le brindes ayuda a un gran número de personas ni resuelvas los problemas laborales de cierta cantidad de gente. No es necesario que tengas una gran carrera, que te hagas famoso en todo el mundo y luego uses tales cosas para glorificar el nombre de Dios, que proclames al mundo: “Soy cristiano, creo en Dios Todopoderoso”. Dios solo espera que puedas ser una persona corriente y un individuo normal en este mundo. No necesitas hacer ningún milagro; no hace falta que brilles en distintas profesiones o campos, ni que te conviertas en alguien famoso o en una gran figura. No hace falta que seas alguien que ostente la admiración y el respeto de la gente, ni que tengas éxito o recibas honores en varios ámbitos. Desde luego, no hay necesidad de que realices ninguna contribución a distintas profesiones para glorificar a Dios. Lo que Él requiere de ti es simplemente que vivas bien la vida, que tengas cubiertas las necesidades básicas, no pases hambre, te abrigues en invierno y tengas un atuendo apropiado en verano. Mientras tu vida sea normal y poseas la capacidad de sobrevivir, con eso basta; ese es el requerimiento que te hace Dios. Con independencia de qué dones, talentos o habilidades especiales tengas, Dios no desea que los uses para obtener un éxito mundial. En cambio, Él quiere que apliques los dones o el calibre que tengas al cumplir con tu deber, aquello que Él te encomienda, y a perseguir la verdad, de modo que acabes por alcanzar la salvación. Esto es lo más importante, y Dios no requiere nada más. Si vives bien, Dios no dirá que eres alguien que lo glorifica. Si tu vida es corriente y te hallas en la clase más baja de la sociedad, eso no es una afrenta a Dios. Si tu familia es relativamente pobre, pero cumples con el estándar de Dios de contentarte con la comida y la ropa, eso tampoco es una afrenta hacia Él. Mientras vives y sobrevives, la meta de tu búsqueda es contentarte con la comida y la ropa, tener cubiertas las necesidades básicas y vivir con normalidad, tomar tus comidas diarias y cubrir los gastos cotidianos; con eso basta. Cuando tú te contentas, Dios también se queda satisfecho; es eso lo que Él le pide a la gente. No te pide que seas rico, famoso o una persona elevada, ni tampoco que acabes siendo un mendigo. Los mendigos no trabajan, se pasan el día pidiendo comida, su aspecto es penoso, se alimentan de las sobras de los demás, llevan ropa andrajosa, con parches, o incluso se cubren con un saco de arpillera; su calidad de vida es especialmente baja. Dios no exige que vivas como un mendigo. En lo que respecta a la vida física, Dios no requiere de ti que lo glorifiques, ni tampoco define ciertas situaciones como deshonrosas respecto a Él. Dios no juzga a una persona en función de si lo pasa mal en la vida o de si vive en la abundancia. En cambio, Él te evalúa en función de cómo practiques y de si satisfaces los requerimientos de Dios respecto a perseguir la verdad y a los principios que Él requiere de ti. Eso es todo. ¿Has entendido y captado estos dos principios de práctica relativos a las carreras profesionales? El primer principio es no ejercer la caridad y el segundo es contentarse con la comida y la ropa. Ambos son fáciles de entender.
En la iglesia hay algunos individuos que creen firmemente que ejercer la caridad es algo bueno. Piensan: “Debemos echar una mano donde haya necesidad. Yo en concreto he donado ropa y algo de dinero, e incluso visito regiones afectadas por los desastres y soy voluntario”. ¿Cómo evaluáis este asunto? ¿Se debe detener o hay que interferir en ello? (No se debe interferir en ello). También hay quienes dicen: “Cuando veo a alguien mendigando, sobre todo si se trata de niños hambrientos, me da lástima”. Se apresuran a llevar a esas personas a su casa, les hacen una buena comida y luego las despachan con un poco de ropa y otras cosas bonitas, e incluso las visitan de vez en cuando. Están dispuestos a realizar estos actos de amabilidad y a comportarse de este modo, pues creen que se trata de una manera de defender la justicia y que, al hacerlo, Dios los recordará y se convertirán en las personas más encantadoras del mundo. En cuanto a este tipo de personas, ¿las detiene la iglesia o interfiere en lo que hacen? (Nada de eso). Compartimos con ellas los sermones que hacen falta, y les explicamos las intenciones de Dios y los principios-verdad. Si tras entender y tener conocimiento de todo, siguen insistiendo en hacer las cosas a su manera, en actuar conforme a su propia voluntad, no intervenimos. Cada individuo debe responsabilizarse de sus propias palabras y acciones, y es a su vez responsable del desenlace y de cómo Dios los califique. No hace falta que los demás asuman esa responsabilidad, no tienen que pagar esa factura. Si nos encontramos con personas como estas, que a pesar de entenderlo todo siguen insistiendo en ejercer la caridad, no vamos a corregir sus pensamientos ni sus puntos de vista, ni tampoco a interferir, y desde luego no las vamos a condenar. Sigue habiendo algunos que, tras empezar a creer en Dios, persiguen cosas mundanas, riquezas, puestos en el gobierno o una carrera profesional. ¿Interferimos con ellos? (No lo hacemos). Comparte con ellos las verdades relevantes para que las entiendan, y una vez termines de hablar, la decisión es suya. De ellos depende el rumbo que escojan. Lo que elijan, lo que quieran hacer y cómo lo hagan, esas son cosas en las que no interferimos. Nuestra responsabilidad es hablar con esas personas sobre las intenciones de Dios y los principios-verdad. Si entienden y comprenden, les puedes preguntar: “Entonces, ¿cuál será tu próximo paso? ¿Cuándo empezarás a difundir el evangelio?”. A lo que dirán: “Espera un poco, he de entregar un cargamento de mercancías. Tengo unos negocios y un proyecto de los que he de ocuparme, con los que puedo hacer mucho dinero cuando los termine. Ya hablaremos más adelante sobre difundir el evangelio”. Y tú dices: “¿Cuánto he de esperar?”. Entonces te responden: “Tal vez dos o tres años”. Bueno, pues adiós. Con gente así ya no hace falta que te molestes. Se puede abordar de esta manera, ¿acaso no es fácil? (Lo es). Esto es lo que se llama conocer el camino verdadero y pecar deliberadamente de todos modos. Tales personas no tendrán una ofrenda por el pecado. Dios no detiene ni interfiere en personas semejantes, ni siquiera en este momento, Él no las evalúa de ningún modo. Las deja elegir libremente. También es necesario que aprendáis este principio. Con independencia de cuánto puedan entender, en resumen, nuestra responsabilidad es transmitirles con claridad las intenciones de Dios. Lo que escojan después de eso, los siguientes pasos que den, eso es asunto suyo y se trata de su libertad. Nadie debe interferir, y no hace falta explicar los pros y los contras para presionarlas. ¿Es este un enfoque adecuado? (Lo es). Si es adecuado, entonces es así como se debe hacer. No vayas en contra de los principios ni las fuerces en contra de su voluntad. Estos son los dos primeros principios de desprenderse de la propia carrera profesional; son relativamente sencillos de entender y fácilmente comprensibles.
En lo referente al tema de desprenderse de las carreras, ¿cuál es el tercer principio que Dios exige que la gente practique? Mantenerse alejado de diversas fuerzas sociales. Este es un poco más complicado de entender, ¿verdad? (Sí). Aunque así sea, es también uno de los principios, uno que la gente debe observar fielmente para sobrevivir en esta sociedad. Asimismo, es una postura, un enfoque y un modo de supervivencia que se debe poseer para sobrevivir en ella y, por supuesto, resulta acertado decir que es una especie de sabiduría para sobrevivir en la sociedad. A primera vista, mantenerse alejado de diversas fuerzas sociales puede parecer un asunto ajeno a cada individuo, si bien, de hecho, estas diversas fuerzas sociales se ocultan alrededor de todo el mundo; son fuerzas y entidades intangibles que existen en torno a cualquiera. Cuando eliges una profesión, sea cual sea la clase social en la que se encuadre, la envuelve la considerable fuerza relacionada con ella. Ya ejerzas una profesión de alto o de bajo nivel, existen grupos de personas vinculados a ella. Si dentro de la sociedad estos grupos tienen determinados años de experiencia, ciertas cualificaciones o fundamentos sociales particulares, entonces, sin lugar a duda forman una fuerza intangible. Por ejemplo, la profesión docente podría no considerarse de alto nivel, pero tampoco bajo. En cierto modo es de mayor nivel que otras, como la agricultura o diversos tipos de trabajo manual, pero algo inferior a las profesiones de auténtico alto nivel en la sociedad. Dentro de esta ocupación, aparte del simple trabajo que ejerces, hay muchas otras personas que engrosan el sector. Por tanto, en este ámbito se diferencia a la gente por su antigüedad y la amplitud de su experiencia. Los niveles superiores de esta profesión constituyen una clase que controla cuestiones como el personal, las tendencias, las políticas, los preceptos y las reglas; forman una fuerza equivalente dentro de la profesión. Por ejemplo, en la docencia, ¿quién es el líder, el jefe supremo que dirige y controla la profesión, tu sustento y tu salario? En algunos países puede que haya un sindicato de docentes; en China, es la oficina de educación y el Ministerio de Educación. Estas instituciones representan el dominio de las fuerzas correspondientes a la profesión docente en la sociedad. De igual modo, ¿quién es el superior inmediato de los agricultores? Puede que sea un líder de equipo, un jefe de aldea o el responsable de un municipio, y ahora incluso se están creando comités de gestión de agricultura. ¿Acaso no es este el dominio de las fuerzas propias de esta profesión? (Sí). Puede decirse que estos diferentes dominios de las fuerzas afectan a tus pensamientos y los controlan, así como a tus palabras y acciones, e incluso a tu fe y a la senda que tomas en la vida. No solo controlan tu sustento, lo controlan todo de ti. En el país del gran dragón rojo en especial, los no creyentes siempre están celebrando seminarios ideológicos, informando sobre sus pensamientos y comprobando si hay algo de malo en ellos, si aparecen elementos antipartido, antiestado o antihumanos. Con independencia de qué profesión ejerzas, ya sea una ocupación más tradicional o una más moderna, existirán diversas fuerzas propias presentes en la esfera profesional que te rodea. Algunas de las fuerzas son tus superiores inmediatos, aquellos directamente responsables de abonar tu salario y tus gastos cotidianos. Otras puede que sean fuerzas intangibles. Por ejemplo, supongamos que eres un empleado discreto en un centro de trabajo; dentro de tu esfera profesional habrá varias fuerzas activas. Algunos se arriman al gerente y siempre orbitan a su alrededor: este es un tipo de fuerza. Luego está el grupo de una fuerza que permanece cerca del CEO y se dedica a ocuparse de los asuntos de este. Otro grupo puede que ronde al director del departamento de márquetin. Todas estas diversas fuerzas existen. ¿Cuál es su propósito? ¿Cómo nacen? Se trata de que cada individuo toma lo que desea, además de posicionarse y adular a los que ostentan el poder para conseguir sus propios propósitos y sobrevivir, lo que luego lleva a la formación de diversas fuerzas. Algunas abogan por cierto enfoque, mientras que otras buscan uno diferente. Hay fuerzas con tendencia a hacer las cosas según las reglas y siguiendo las normas del centro de trabajo, mientras que otras puede que actúen de manera más despreciable, sin respetar la ley ni la ética profesional. Al vivir en un entorno donde estas diversas fuerzas se mezclan, ¿cómo debes elegir? ¿Cómo has de sobrevivir? ¿Debes acercarte a la organización del partido o a un gerente o un CEO? ¿Debes arrimarte a un director o a un jefe de sección, o debes asociarte con un responsable de oficina o con el director de una fábrica? (Nada de eso). Sin embargo, a fin de sobrevivir, la gente a menudo renuncia a su dignidad, a sus principios de conducta y, sobre todo, a los límites a la hora de comportarse. Dentro del complejo panorama de estas fuerzas, la gente elige de manera inconsciente un bando, seguir la corriente y asociarse con diversas fuerzas. Buscan una que los acepte y proteja, o una que les resulte más fácil aceptar, que puedan controlar, y se acercan a esa fuerza o incluso se integran en ella. ¿Acaso no es este el instinto humano? (Lo es). ¿Acaso no se trata de un tipo de destreza o método de supervivencia? (Sí). Ya sea un instinto inherente o una habilidad para que la gente se adapte a esta sociedad y a diversos grupos, ¿es este un principio de práctica que uno debe poseer para comportarse? (No). Puede que algunos digan: “Aunque ahora asegures que no, cuando de verdad te encuentres en esa situación, en la vida real decidirás tomar partido y refugiarte en cualquier fuerza que te beneficie y te permita sobrevivir. Y en el fondo, puede incluso parecerte que la gente debe depender de estas fuerzas para vivir, que no puede llevar una vida independiente porque hacerlo la hace vulnerable al acoso. No puedes ser siempre independiente y mantener las distancias; debes aprender a ceder y a permanecer cerca de diversas fuerzas. Debes ser observador, adular a la gente y representar el papel que la ocasión requiera. Debes seguir la corriente, ser un buen halagador, calcular las tendencias y tener una fina intuición. Has de averiguar y familiarizarte con lo que les gusta a tus líderes y lo que no, con su temperamento y personalidad, su contexto familiar, el tipo de cosas que les gusta oír, su edad, su cumpleaños, sus marcas favoritas de traje, zapatos y bolsos de piel, sus restaurantes, marcas de coche, de ordenador y de teléfono preferidas, qué tipo de programas les gusta tener instalados en sus ordenadores, de qué clase de entretenimiento disfrutan en su tiempo libre, con quién prefieren relacionarse y sobre qué temas debaten”. En aras de la supervivencia, te acercarás a ellos de manera inconsciente y natural, te integrarás, serás excesivamente complaciente, harás cosas a las que eres reacio y dirás otras que no quieres decir para satisfacer a tus líderes y colegas y a fin de maniobrar con gran destreza y tenerlo todo controlado en tu centro de trabajo, al tiempo que aseguras tu vida y tu supervivencia. Con independencia de si tus acciones vulneran la ética y los límites de la propia conducta, o incluso si implican renunciar a tu dignidad, eso no te importa. Sin embargo, es precisamente esta indiferencia lo que marca el principio de tu declive, y es una señal de que ya es imposible ayudarte. Por tanto, a simple vista, uno no puede reprocharle nada a aquellos a los que no les queda otra opción que no sea acercarse a las diversas fuerzas sociales por el bien de su vida y su supervivencia. No obstante, las conductas que exhibe la gente, las elecciones que hace y las sendas que elige tomar, distorsionan su humanidad y talante. Al mismo tiempo, a medida que la gente se acerca o se integra en las diversas fuerzas, aprende a emplear diferentes planes y estrategias de manera continuada para agradar y satisfacer a esas fuerzas, para mejorar sus propias vidas y hacer que sus condiciones de supervivencia sean más favorables. Cuanto más lo hacen, más energía y tiempo necesitan para mantener este estado actual y estas relaciones. Por tanto, dentro de lo limitado de tu tiempo y tus días, cada palabra que digas, cada acción que realices y cada día que vivas no solo carece de significado, sino que está completamente podrido. ¿Qué quiere decir que está podrido? Que cada día te vuelves más depravado, hasta el punto de que ya no te pareces ni a un ser humano ni a un fantasma. En este contexto, careces de un corazón en calma para acudir ante Dios y, por supuesto, tampoco te sobra tiempo para cumplir con tu deber. Te resulta imposible invertir todo tu cuerpo y tu mente en cumplir con tu deber, y a su vez no hay manera de que inviertas cuerpo y mente en perseguir la verdad. Así, tus expectativas de salvación son sombrías, tus esperanzas, leves. Dado que has invertido en diversas fuerzas sociales, has optado por acercarte a ellas e integrarte y aceptarlas, las consecuencias de esta elección son que debes dedicar tu cuerpo y tu mente a mantener este estado actual, que has de dejar pasar los días. Te sientes física y mentalmente exhausto, como si pasaras cada día en una picadora de carne, y sin embargo, por culpa de tus elecciones, así has de seguir día tras día. En este complejo entorno de diversas fuerzas, cuando te integras en ellas, cada palabra que dicen, las tendencias que incluyen, además de las cuestiones futuras, las conductas de cada individuo y sus pensamientos más profundos, y en especial lo que piensan tus superiores inmediatos en el nivel más alto de estas fuerzas; todas esas cosas son las que debes evaluar y sobre las que debes reunir información en el momento oportuno. No puedes permitirte holgazanear o descuidarte. Aquello que están pensando, qué acciones realizan entre bambalinas, qué planes e intenciones tienen, incluso lo que planean y calculan para cada individuo, lo que deciden y la postura que adoptan hacia cada cual; si deseas conocer tales cosas como la palma de tu mano, entonces has de tener un entendimiento profundo sobre el estado de esas cuestiones en tu corazón. Si quieres entenderlos profundamente, debes dedicar toda tu energía a estudiar y dominar estas cosas. Debes compartir cenas, charlar, llamarlos por teléfono, relacionarte con ellos en el trabajo e incluso acercarte durante las vacaciones y estar al tanto de sus movimientos. Por tanto, con independencia de cómo sean tus días, de si te invade la alegría o el dolor, aunque tuvieras ánimos para cumplir con tu deber y perseguir la verdad, ¿serías capaz de encontrar tiempo para calmarte lo suficiente y cumplir bien con tu deber con todo tu cuerpo y tu mente? (No). En una condición semejante, tu fe en Dios y el cumplimiento de tu deber no serían nada más que una especie de afición a la que te dedicas en tu tiempo libre. Con independencia de tus requerimientos y del deseo por tu fe en Dios, en tu estado actual, es probable que creer en Dios y cumplir con tu deber sean siquiera lo último en tu lista de deseos. Respecto a perseguir la verdad y recibir la salvación, puede que no te atrevas a pensar en ello, o podrías incluso no ser capaz de hacerlo, ¿no es eso cierto? (Sí). Por tanto, con independencia del entorno de trabajo en que os encontréis cualquiera de vosotros, si deseas acercarte o integrarte en las diversas fuerzas, o si ya lo has hecho, dan igual las razones o excusas, la consecuencia definitiva solo puede ser que tu esperanza de salvación se evapore en el aire. La pérdida más directa relacionada con ello es que apenas encontrarás tiempo para leer las palabras de Dios o cumplir con tu deber. Por supuesto, es imposible que mantengas un corazón en calma ante Dios u ores con sinceridad; serás incapaz de lograr siquiera este mínimo. Como el entorno en el que te encuentras lo complican sumamente las personas y los acontecimientos, una vez que has sido asimilado por estas diversas fuerzas, es lo mismo que meterte en un lodazal; una vez dentro, no es nada fácil salir. ¿Qué quiere decir que no es fácil salir? Significa que una vez que te adentras en el dominio de diversas fuerzas, te muestras incapaz de escapar de las diferentes cuestiones enredadas en ellas, y de las disputas de todo tipo que surgen de estas. Te hallarás enredado constantemente por diferentes personas y acontecimientos, y no podrás eludirlos ni aunque lo intentes, porque ya te has convertido en uno de ellos. Entonces, todo acontecimiento que tenga lugar dentro del dominio de estas fuerzas está conectado a ti y te implicará, a menos que surja cierta situación; es decir, aquí permaneces indiferente a los beneficios y los inconvenientes, además de a las disputas, y lo observas todo desde la perspectiva de alguien que está de paso. En este caso, es posible que te desentiendas de esas distintas disputas o de las potenciales desgracias. Sin embargo, en cuanto te integres con esas fuerzas, en cuanto te acerques a ellas, en cuanto participes sin reservas en todo acontecimiento que tenga lugar entre ellas, te quedarás indudablemente atrapado. Ya no podrás seguir siendo solo un observador, sino que has de formar parte. Y siendo así, caerás víctima del dominio de tales fuerzas.
Hay quien dice: “No importa en qué campo te ocupes o en qué grupo existas, que los demás te controlen no es para tanto, lo fundamental es si puedes sobrevivir o no. Si no te asocias con las organizaciones o las diversas fuerzas, al no tener a nadie que te apoye en la sociedad o en los diferentes grupos, no serás capaz de arreglártelas”. ¿Son las cosas así en realidad? (No). En diversos grupos sociales, el propósito de que la gente se arrime a diversas fuerzas es “encontrar sombra debajo de un gran árbol”, encontrar fuerzas que te respalden. Esta es la demanda más básica de las personas. Aparte de eso, desean aprovecharse de estas fuerzas para ascender, para alcanzar su propio objetivo de buscar beneficios o poder. Si solo te dedicas a ganarte la vida en la esfera profesional, y te contentas solo con tener comida y ropa, entonces no hace falta que te acerques a ninguna fuerza. Si te acercas a ellas, eso implica que no es solo para ganarte la vida y satisfacer las necesidades básicas de comida y ropa, está claro que tienes otras intenciones, ya sea fama o beneficio. ¿Hay alguien que diga: “Aparte de ganarme la vida, también quiero probarme a mí mismo”? ¿Es eso necesario? (No lo es). Una vez que te has ganado tu sueldo, puedes asegurarte tres comidas al día y tienes ropa que ponerte, con eso basta; ¿qué sentido tiene luchar por el orgullo? ¿Por quién estás luchando? ¿Es por tu país, tus ancestros, tus padres o por ti mismo? Decidme, es más importante luchar por el orgullo o contentarse con la comida y la ropa. (Contentarse con la comida y la ropa). Luchar por el orgullo supone un carácter cargado de impetuosidad; cualquier cosa que hagas es en aras de este orgullo. Se trata de un concepto abstracto, vacío. Lo más pragmático es ganar dinero para poder mantener tu sustento. Debes considerarlo así: “Da igual la situación, da igual quién se alíe con quién o quién se acerque a este u otro nivel de líder o de funcionario, nada de eso importa. Sea quien sea el ascendido o degradado, el que consiga un aumento o emplee cualquier medio para convertirse en un funcionario de alto rango, todo eso es irrelevante. Yo solo trabajo para poner comida en la mesa. Sea lo que sea por lo que estéis luchando, no tiene nada que ver conmigo. En cualquier caso, trabajo mis ocho horas diarias, se me paga lo que merezco y, mientras pueda mantenerme a mí y a mi familia, estoy contento. No hay más, pido así de poco”. Haz lo que se requiera de tu trabajo y hazlo bien, y recibe tu salario y cualquier bonus con la conciencia tranquila; con eso basta. ¿Es correcta esta postura hacia la supervivencia y el empleo? (Sí). ¿Y eso por qué? (Porque viven con una actitud que está de acuerdo con lo que Dios requiere. Primero, significa no hacer tu trabajo de manera superficial y ser capaz de desempeñar bien las tareas de tu profesión. En segundo lugar, implica no buscar refugio en ninguna fuerza ni ganarte su favor; basta con mantener las necesidades de una vida normal. Esto concuerda con las palabras de Dios). Por supuesto que concuerda con las palabras de Dios. ¿Requiere Dios eso de ti para protegerte? (Sí). ¿Para protegerte de qué? (De que Satanás te haga daño. De otro modo, una vez que te has enredado en esas disputas, la vida se vuelve muy dolorosa, y además no nos quedará mucho tiempo para creer en Dios y cumplir con nuestro deber). Este es un aspecto. ¿Cuál es el otro elemento principal? Cuando te involucras con diversas fuerzas, acabarás teniendo un ruinoso desenlace. ¡No merece para nada la pena! Primero, no serás capaz de protegerte a ti mismo. Segundo, no defenderás ni promoverás la justicia. Tercero, te confabularás con diversas fuerzas, lo que empeorará tus pecados. Por tanto, acercarte a estas fuerzas no conlleva beneficios de ningún tipo. Aunque consigas un aumento o un ascenso por arrimarte a las diversas fuerzas, ¿cuántas mentiras dirás en conjunción con ellas? ¿Cuántas acciones malvadas habrás de cometer entre bambalinas? ¿A cuántas personas tendrás que castigar tras puertas cerradas? En esta sociedad, ¿por qué a todas las clases de personas y a los diversos sectores les hace falta contar con estas fuerzas? Porque a la sociedad le falta equidad y justicia. La gente solo se puede proteger a sí misma si confía en que actúen las diversas fuerzas, y solo puede asegurarse su lugar si confía en que hablen y actúen. ¿Hay equidad en ello? (No). No la hay, todo se basa en estas fuerzas. Aquel con mayor fuerza tiene la última palabra, mientras que aquellos sin fuerza o con menos no tienen nada que decir. Incluso la creación de las leyes funciona así: si ostentas una fuerza considerable, las leyes que creas se pueden dictar y aplicar. Si no tienes mucha fuerza, ninguna de las leyes y preceptos que propones salen adelante, y no pueden entrar en la legislación nacional. Esto es cierto para cualquier grupo de personas. Si tienes una fuerza considerable, puedes luchar por tus propios intereses y maximizarlos; si no tienes fuerza, puede que te arrebaten o requisen tus intereses. El propósito detrás de la formación de diversas fuerzas es controlar las situaciones mediante el uso de estas mismas fuerzas, incluso prevaleciendo sobre la opinión pública, la ley y la moral humana. Pueden trascender la ley, la moralidad y la humanidad, pueden trascenderlo todo. Mientras mayor sea la fuerza de uno, mayor es la influencia que tendrá, y más oportunidades le surgirán para hacer lo que le plazca, para dictar los asuntos. ¿Es esto justo? (No). No hay justicia en ello. El poder y la fuerza representan su identidad e indican la cuota de beneficios que puede obtener. Si perteneces a un grupo social y lo único que quieres es mantener tu sustento y tener comida y ropa, si tu afán no es el estatus ni la reputación, ni satisfacer tus propios deseos, entonces podría parecer bastante innecesario que te acercaras a las diversas fuerzas. Si quieres dedicar todo tu tiempo a cumplir con el deber, si quieres caminar por la senda de perseguir la verdad y acabar logrando la salvación, pero también deseas arrimarte a las diversas fuerzas, ambas cosas resultan contradictorias. No pueden complementarse porque son diametralmente opuestas, son tan incompatibles como el agua y el aceite. Acercarte a las diversas fuerzas no afectará en nada a tu creencia en Dios o a perseguir la verdad. No te ayudará a identificar el odioso rostro de Satanás con mayor claridad, ni te dará más voz y voto ni te permitirá creer en Dios sin ser rechazado por el mundo y perseguido por el gobierno. Algunas personas viven en una pequeña aldea, pero albergan grandes planes en su corazón. Piensan: “Nací en el campo. Soy agricultor. Aunque se me maltrata, me apaño plantando algunos cereales y verduras, y crio pollos, ganado y ovejas. Si creo en Dios y persigo la verdad, estas condiciones están bastante bien; cuento con las condiciones básicas para sobrevivir. Pero ¿por qué siempre me parece que me falta algo para vivir y sobrevivir en esta sociedad y entre esta gente?”. ¿Qué les falta? No cuentan con un respaldo poderoso. Mira lo que pasa cuando alguien elige una casa; siempre prefiere una con una gran montaña detrás. Consideran a la montaña su respaldo, y vivir allí les hace sentir seguros. Si la casa tiene un acantilado detrás, no se sentirían a salvo al vivir allí, como si fueran a precipitarse por el borde en cualquier momento. De igual modo, al vivir en una aldea, si alguien no establece una relación con aquel que cuenta con la reputación y el estatus y le hace frecuentes visitas para ganárselo, siempre le parecerá que en cierto modo se encuentra aislado en esa aldea y que está en continuo riesgo de que lo controlen y de ser incapaz de subsistir. Por eso siempre se quiere arrimar al jefe de la aldea. ¿Es una buena idea? (No). En especial en lo que respecta a creer en Dios, en algunos países donde se enfrentan a la persecución del gobierno, algunas personas dicen: “Si predicamos el evangelio al jefe de la aldea y él no cree, pero su madre, su abuela, su mujer o su hija sí lo hacen, ¿no supondrá eso acercarse al jefe? Si un hermano o hermana de nuestra iglesia tiene una posición destacada en la aldea o es pariente del jefe de esta, ¿acaso la iglesia no tendrá ahí un firme apoyo? ¿No tendrá estatus? ¿No podrán comer y trabajar el campo en la aldea los hermanos y hermanas que creen en Dios sin que suponga un problema? No solo eso, sino que cuando el gran dragón rojo o el Departamento de Trabajo del Frente Unido venga a investigar, habrá alguien que nos apoye. ¡Eso sería maravilloso!”. Siempre quieres estar cerca de alguna organización o algún grupo de fuerzas para asegurarte de que no te hallas en circunstancias peligrosas, para asegurarte de que puedes creer en Dios a salvo y libre de persecución, ¡qué maravilla! Al mismo tiempo, mezclarte con gente influyente te hace sentir que tú mismo tienes influencia, ¿verdad? Es una idea maravillosa, pero ¿acaso quiere el jefe de la aldea que te acerques a él? ¿Se trata de alguien del que puedas aprovecharte? ¿Te permitirá el jefe de la aldea que lo hagas? Tú, una persona corriente, quieres acercarte a la organización o al jefe de la aldea, ¿y piensas que simplemente bastará con que prediques el evangelio? ¿Acaso no tendrás que ofrecer algunos regalos decentes o completar algunas tareas importantes para acercarte al jefe de la aldea? ¿Cuál es vuestra experiencia? ¿Es fácil llegar al jefe de la aldea? ¡Hasta acercarse a su perro sería difícil! Y darle un regalo directamente al jefe de la aldea no funcionaría; te tendrías que acercar a su mujer, su hermana, su tía o su abuela, para así empezar por objetivos más sencillos. ¿Por qué acercarse a la abuela del jefe de la aldea? Este tiene una relación estrecha con ella, así que empieza por ahí, y a través de su abuela, una anciana de la familia que puede hablar bien de ti, puedes acercarte poco a poco al jefe. Esto es lo que se llama “enfoque indirecto”, ¿verdad? Si le haces un regalo directamente, puede que el jefe te pregunte: “¿Quién eres?”. Y le responderás: “Soy tal o cual, de la familia Li, en la parte oriental de la aldea”. “¿Qué familia Li? ¿Por qué no los conozco?”. Si ni siquiera te reconoce, ¿te resultará fácil acercarte a él? (No). Y si le das un regalo, ¿de qué tipo tiene que ser para captar su atención? Barras o lingotes de oro… ¿tienes alguno? Pepinos de mar… ¿acaso los quiere? Se fijará en si tus pepinos de mar son importados o locales, esas cosas le sobran. Te aprietas el cinturón y vives con frugalidad para comprarlos, no te atreves a comértelos, ni siquiera a tocarlos. Se los regalas y ni siquiera los mira. Si le das un cinturón, te dice: “Esto es local, ¿verdad?”. Respondes: “Es cuero de vaca”. Y dice: “¿Quién lleva cinturones de cuero de vaca hoy en día? Nadie. La gente lleva cinturones de piel auténtica con logos de marcas europeas o esos que llevan diamantes incrustados. ¿Tienes alguno?”. Replicas: “¿Cómo son? Nunca los he visto”. Él dice: “Si nunca los has visto, no te molestes en venir por aquí. ¿Le estás intentando dar este cinturón a un mendigo?”. ¿Te puedes congraciar con una persona así? Crees que cuentas con un pequeño y astuto plan, que lo tienes todo pensado, pero él se limita a mirar con desprecio tus regalos. A pesar de eso, insistes en arrimarte a él. ¿Es lo apropiado? Aunque tenga en buena consideración tus regalos, ¿es apropiado que te arrimes a él? (No lo es). Estarías dispuesto a hacer cosas tan degradantes solo para tener algo que comer, para contar con un respaldo poderoso en la aldea. ¿No os parece vergonzoso? (Sí). Ir detrás de la abuela del jefe, de su mujer o su cuñada, recurrir a toda clase de métodos chapuceros, darle regalos y tratar de acercarte. Los demás te dicen: “Es inútil que hagas estos regalos; en quien ha puesto sus ojos el jefe es en ti”. ¿Seguirías intentando acercarte entonces? Ningún regalo que le dieras sería adecuado. El jefe no le va a prestar la menor atención, creerá que es poca cosa para él. Lo peor es que tendrás que incluirte a ti mismo en el lote. ¿Intentarías aún acercarte a él? (No). ¿Seguirías buscando esta clase de respaldo? ¿Qué clase de personaje es este jefe de la aldea? ¿Se trata de alguien que te deja acercarte a él de manera casual? (No). Aunque entablaras relación y te acercaras a él, ¿qué pasa entonces? ¿Puede controlar tu destino o ayudarte a lograr la salvación? O cuando llegue el momento de enfrentarse a la persecución y a situaciones reales, cuando Dios permita e instrumente tales situaciones, ¿puedes evitar afrontarlas? ¿Tiene el jefe de la aldea la última palabra en esto? (No). Según el gran plan de las cosas instrumentado por Dios, ninguna fuerza tiene la última palabra, y mucho menos el jefe de la aldea; ninguna fuerza es siquiera digna de mención en este sentido. Por tanto, al hallarte en este mundo, ya se trate de una aldea, un condado, una ciudad o cualquier país, incluso en cualquier sector en el que hayas ejercido dentro sea cual sea el país, ninguna de las diversas fuerzas que existen puede tener soberanía sobre tu destino ni es capaz de cambiarlo. Ninguna fuerza es dueña de tu destino, ni mucho menos ejerce soberanía sobre este ni lo determina. Al contrario, una vez que te integras en las diversas fuerzas existentes en la sociedad, entonces es cuando te sobreviene la calamidad y empieza tu desgracia. Mientras más te acerques, en más peligro te encuentras; mientras más te integras en ellas, más difícil te resulta liberarte. No solo es que las diversas fuerzas no te causen ningún beneficio, sino que a medida que te integras en ellas te destrozan y te pisotean repetidas veces, retuercen tu espíritu y tu mente, te hacen perder la paz, de tal modo que ya no crees en la existencia de la equidad y la justicia en este mundo. Acabarán con tu más hermoso deseo de perseguir la verdad y la salvación. Entonces, para subsistir en esta sociedad, no importa tu clase social, entorno o grupo, ni en el sector en el que te halles; buscar una fuerza en la que confiar, que actúe como tu propio paraguas protector, es un pensamiento y un punto de vista falaz y extremo. Si solo tratas de sobrevivir, debes mantenerte alejado de estas fuerzas. Aunque solo estén defendiendo tus legítimos derechos humanos, ese no es motivo ni excusa para que te involucres con ellas. Con independencia del estado de la supervivencia de estas diversas fuerzas en la sociedad, qué metas tienen para avanzar o cuál es el rumbo de sus acciones, en síntesis, como alguien que cree en Dios, que persigue la verdad, no debes unirte a ellas, ni tampoco ser partidario de estas diversas fuerzas. En cambio, debes distanciarte de ellas, alejarte, eludir las diversas disputas en las que se enredan, las distintas reglas del juego que establecen, y evitar además las cosas y las palabras dañinas que requieren que uno haga y diga dentro del ámbito de la propia profesión o de tales fuerzas. No debes convertirte en una de ellas, y desde luego, tampoco en uno de sus cómplices. Este es el requerimiento que te hace Dios dentro de los diversos sectores y profesiones donde existen tales fuerzas: apártate y mantente alejado de ellas, no te conviertas en el peón sacrificado ni permitas que te exploten, y tampoco te conviertas en su lacayo o su portavoz.
Es evidente que, en esta sociedad, aparte de nuestros supervisores inmediatos en los diversos sectores y profesiones y de las organizaciones civiles, también hay ciertos grupos ilícitos que la gente debe evitar; no te involucres con tales personas ni te asocies con ellas de ninguna manera. Por ejemplo, con aquellas que practican la usura. Hay quienes carecen de capital para su negocio y no pueden acceder a un préstamo ordinario, pero existe una manera en la que pueden permitirse el flujo de capital, a saber, mediante un préstamo usurario. Los préstamos usurarios no solo implican altas tasas de interés, sino que también conllevan riesgos significativos. Cierta gente, a fin de ganar mucho dinero y evitar que su negocio caiga en la bancarrota, acaba recurriendo a dar este paso: el préstamo usurario. ¿Respetan las leyes de la sociedad aquellos que practican la usura? (No). Pertenecen a una organización social ilegal y se les ha de evitar a toda costa. Con independencia de la situación a la que te conduzca tu supervivencia o el estado actual de tus asuntos, nunca debes considerar esta senda, sino apartarte de ella y evitarla. No importan los problemas que surjan en tu vida y en tu sustento, no pienses siquiera en ellos ni te plantees tomar esa senda. ¿Acaso no es ese grupo similar a la organización del partido? La supuesta sociedad respetuosa con la ley mantiene ciertas similitudes con los bajos fondos. No pienses que pueden proporcionarte una vía de escape o un punto de inflexión en tu sustento, esa es una idea ilusa. Una vez decides realizar ese movimiento, en cuanto tomas ese camino, la vida que te espera será peor. Por supuesto, existe otra clase de supuesta organización social que no queremos nombrar y a la que nunca debes acercarte, en especial cuando te veas en ciertos problemas concretos y espinosos, cuando te enfrentes a entornos específicos o cuando te halles en circunstancias particularmente peligrosas. No consideres usar métodos extremos para protegerte, para huir del peligro y escapar de las dificultades. En tales situaciones, es preferible verte atrapado en cualquier entuerto a asociarte nunca con esta clase de gente o a involucrarte con ella de algún modo. ¿Por qué harías algo así? ¿Se le llama a eso tener integridad? ¿Es esa la clase de integridad que deben tener los cristianos? (No, no es esa la integridad que debe tener un cristiano). ¿Cuál es entonces? (Simplemente no está bien acercarse a ellas). ¿Por qué no? (Eso te conducirá a una vida peor y a mayores peligros en el futuro). ¿Es meramente para escapar del peligro futuro? Entonces, ¿por qué no escapas primero de tu peligro inmediato? ¿Por qué no te puedes acercar a esas fuerzas? En la Biblia, cuando tentaron al Señor Jesús, ¿cómo le respondió Él a Satanás? (El Señor Jesús dijo: “¡Vete, Satanás! Porque escrito está: ‘Al Señor tu Dios adorarás, y solo a Él servirás’” [Mateo 4:10]). El Único al que la gente debe adorar es a Dios y Él es el Único al que la gente debe servir. A su vez, el Único por el que la gente debe vivir es Dios y solo Él. Si Dios permite que te quiten la vida, ¿qué se debe hacer? (Someterse). Hay que someterse a Dios y alabarlo. Se debe exaltar el nombre de Dios y la gente debe someterse a Él sin buscar su propia vida. Sin embargo, si Dios pretende que vivas, ¿quién puede quitarte la vida? Nadie. Así que no importa qué circunstancias o peligros afrontes, incluso a la hora de enfrentarte a la muerte, si existe una fuerza capaz de salvarte de ella, entonces esa fuerza no es apropiada, sino que pertenece a Satanás. ¿Qué debes decir? “¡Vete, Satanás! ¡Prefiero morir antes que asociarme contigo!”. ¿No es esta una cuestión de principios? (Lo es). “Me resulta imposible vivir por culpa de tus fuerzas y tampoco voy a morir porque Dios me haya abandonado. Todo está en manos de Dios. No puedo de ninguna manera confiar en fuerza alguna ni realizar concesiones para seguir viviendo”. Este es el principio al que la gente debe atenerse. Si te hallas ante un dilema y alguien dice que existe una fuerza en la sociedad que puede salvarte; si semejante fuerza es capaz de salvarte, pero al hacerlo va a acarrearte desgracias a ti, a los cristianos, a la iglesia y a la casa de Dios; si fuera a desacreditar a la casa de Dios, ¿cómo responderías? ¿La aceptarías o la rechazarías? (La rechazaría). Debes rechazarla. En principio, no confiamos en ninguna fuerza para sobrevivir. Por tanto, con independencia de las circunstancias o las situaciones peligrosas a las que nos enfrentemos, lo fundamental, aparte de someternos a las instrumentaciones y disposiciones de Dios, es que no debemos contemplar la idea de usar distintos métodos extremos para escapar de situaciones complicadas. Una vez que la gente ha cumplido con las responsabilidades y ha dedicado el debido esfuerzo, el resto debe dejarse a la instrumentación de Dios. Si alguien te dijera que existe una organización social ilegal que puede salvarte, ¿te mostrarías de acuerdo con eso? (No). ¿Por qué no? ¿Es que no quieres vivir? ¿No quieres escapar rápidamente del aprieto? Incluso al tratar de escapar de este y permanecer con vida, has de tener principios en tu propio comportamiento. Has de saber lo que debes y no debes hacer. Has de tenerlo claro en el corazón y no perder tus principios.
Respecto al asunto de mantenerse alejado de diversas fuerzas sociales, aparte de las diferentes fuerzas que la gente se encuentra en sus vidas, hay también otras que aparecen con frecuencia en la sociedad; de esas también hay que mantenerse alejado. Ya sea en la vida o en el trabajo, evita tener cualquier conexión o relación con ellas. Maneja tu propia vida y tu trabajo y, a su vez, que no te intimide el formidable aspecto de estas fuerzas. Al tiempo que las rechazas y te distancias de ellas en el corazón, ejerce la prudencia a la hora de manejar tu relación con ellas y mantén las distancias. Esto es lo que debes hacer. Ten claro en tu corazón que solo estás haciendo este trabajo para poner comida en la mesa, para tu sustento. Tu propósito es simple, tener comida y ropa, no luchar contra esas fuerzas en busca de un desenlace concreto. Aunque te digan cosas o hablen con dureza; aunque estés en un país donde se persigan las creencias religiosas, donde se persigue el cristianismo y hay quien se burla de tu fe, hace comentarios sarcásticos o difunde rumores sobre ella, solo te queda aguantar. Protégete a ti mismo, mantén la calma ante Dios, órale con frecuencia, acude con regularidad ante Su presencia y no permitas que la enormidad o la fiereza exterior de estas fuerzas te intimiden. Aparte de practicar el discernimiento respecto a ellas en el fondo de tu corazón, debes permanecer alejado de ellas. Controla tus palabras, ten cuidado dónde pisas, mantén una coexistencia pacífica y usa la sabiduría al lidiar con ellas. ¿Acaso no son estos los principios de práctica que debes seguir? (Sí). Por supuesto, ya quieras apartarte de ellas, rechazarlas o incluso despreciarlas en tu corazón, debes ser prudente respecto a cómo te muestras de cara al exterior. No debes permitir que lo perciban o lo vean. Ten claro en el corazón que solo trabajas para ganarte la vida y que vivir entre ellas es el último recurso. Para empezar, trata de mantenerte alejado de ellas. Cuando participen colectivamente en una conducta ilegal, deberías mantenerte alejado y evitarlas y no formar parte de sus delitos. Al mismo tiempo, protégete y no te permitas caer en la incómoda situación de ser objeto de un ataque conjunto o una incriminación. ¿Se consigue eso fácilmente? A algunas personas jóvenes e ingenuas les resulta difícil entrar por primera vez en este entorno social complejo. O tal vez es que ciertos individuos carecen de calibre o de adaptabilidad y no son muy diestros a la hora de manejarse en las relaciones interpersonales, lo cual le suma algo de dificultad. Sin embargo, en cualquier caso, una cosa está clara: basta con que uses tus capacidades personales para finalizar el trabajo de la tarea en cuestión. No ofendas a nadie; no seas demasiado riguroso con aquellos que carecen de fe, límites morales, conciencia y razón. A raíz de una única palabra o incidente, no les prediques altos principios ni hables sobre asuntos tales como la fe en Dios, cómo comportarse o la conciencia y la naturaleza humana. No es necesario; resérvate los buenos consejos para aquellos que entienden. No uses siquiera el discurso humano con aquellos que no son mejores que las bestias, y mucho menos hables sobre cosas relacionadas con la verdad. Este es un rumbo de acción absurdo. Si son una fuerza poderosa, entonces debes mantener, en apariencia, una pose amistosa y armoniosa a la hora de aproximarte a ellos al tiempo que te distancias y los rechazas en tu corazón. Pelea por lograr el resultado de ganarte tu propio sustento con la comida y la ropa; basta con eso. En un entorno de vida tan complejo donde se entrelazan diversas fuerzas, Dios no necesita que tomes parte en nada para probar que eres alguien que le sigue, que persigue la verdad o que es una persona buena y honesta. En cambio, Él quiere que seas inocente como la paloma y astuto como una serpiente, que acudas en todo momento ante Dios, te calmes ante Él y ores, que permitas que Dios te proteja y que logres el objetivo de protegerte a ti mismo. ¿Qué desenlace específico debes conseguir? El de evitar que la gente malvada te engañe, las diversas fuerzas te enreden y evitar convertirte en su saco de boxeo, su peón sacrificado, su chivo expiatorio o el blanco de sus chistes. Cuando averigüen que crees en Dios, se reirán de ti y dirán: “Mira, un creyente religioso” o “Mira a esta persona religiosa, su dios es así o asá; ahí está orando de nuevo a su dios, y dice que es dios el que le da el dinero que gana”. Por tanto, no te metas en discusiones relacionadas con la fe. No les des ninguna ventaja. No te hace falta invertir energía alguna en socializar o mantener una relación con ellos, en que te digan lo bondadoso o lo buena persona que eres, ni tampoco en ganarte su aprobación. No necesitas nada de eso. Ocúpate de los asuntos oficiales con principios; eres un empleado corriente, un mero miembro del sector. Dios no requiere de ti que difundas Sus palabras entre ellos, que les hables sobre Su verdad. Él te pide que te distancies de ellos, te protejas, no te quedes atrapado en su lodazal o en ninguna tentación y, ante todo, no te impliques en diferentes disputas, en el caos que han creado, en sus planes y artimañas, ni en situaciones complicadas. Debes ser consciente en todo momento de tu propósito en esta profesión: no se trata de avanzar, de llegar a la cumbre, de convertirte en una persona con recursos ni de demostrar tu valor en la sociedad. No se trata de hacer algo que impresione a tus líderes o superiores. Tu propósito es ganarte el pan de cada día, el sustento, ser capaz de sobrevivir en este mundo y en esta sociedad y luego disponer del tiempo y las condiciones para cumplir con tu deber, perseguir la verdad y lograr la salvación. Así, no hace falta que batalles en ningún centro de trabajo por tener oportunidades para avanzar, para tener formación complementaria, estudios en el extranjero o una mejor opinión de tus superiores, ni siquiera para la atención de los líderes en los escalafones más altos. No necesitas nada de eso. Si tratas de sobrevivir, de mantener tu sustento, entonces puedes renunciar a esas cosas en tu vida. Solo necesitas protegerte en el ámbito de tu profesión; con eso basta. Dios no te pide que hagas mucho. El principio que deberías observar es el de distanciarte de las diversas fuerzas, evitar colocarte en un atolladero o naufragar dentro de un entorno relativamente sencillo donde puedas mantener tu sustento. Esta es una forma de proceder absurda. Está claro que eres capaz de mantener tu sustento mediante los métodos de trabajo más sencillos, sin embargo, a menudo estás dispuesto a mezclarte en disputas, te metes tímidamente o participas en asuntos no relacionados con tu profesión y tu sustento, lo cual te hace incurrir en diversos asuntos humanos complejos, en los complicados enredos y conflictos de diversas fuerzas sociales. Entonces no puedes culpar a Dios por haber dispuesto tales circunstancias, solo puedes culparte a ti mismo, tu caída es culpa tuya y solo tuya. A menudo dices que estás demasiado ocupado y agotado en el trabajo y que te falta tiempo para las reuniones y para cumplir con tu deber. No importan las razones, si te encuentras en tales circunstancias, la casa de Dios te descartará pronto. Tu esperanza de salvación desaparecerá. Esa fue la senda que tú mismo tomaste, la senda que elegiste, y ese es el desenlace que acabará produciéndose. Si en tu entorno practicas de acuerdo con los principios que comparte Dios, te proteges bien y puedes acudir ante él con el corazón en calma, entonces, mientras alcances un equilibrio entre el trabajo y el cumplimiento de tu deber, seguirás teniendo una oportunidad de salvación. Sin embargo, la condición previa para que esto suceda es que debes distanciarte de las diversas fuerzas en la sociedad, calmar tu corazón y, al mismo tiempo, dentro del ámbito de tus capacidades y de tus limitados medios, ser capaz de cumplir con tu deber y caminar por la senda de perseguir la verdad. De este modo, no importa lo desafiante que sea tu entorno familiar, o lo limitado de tus medios individuales, bajo la protección, las bendiciones y la guía de Dios, acabarás avanzando paso a paso por la senda de perseguir la verdad. Entonces, tu esperanza de salvación se volverá más fuerte. Tal vez debido a tu afán y esfuerzos personales y a pagar el precio, acabarás por alcanzar la salvación. Sin embargo, algunos se rinden a mitad de camino. Perciben que su vida es demasiado monótona, que se han aislado del mundo, que sus vidas son solitarias y las pasan solos; les parece que no tienen nada que hacer si no se involucran en diversas disputas y que son incapaces de hallar o de percibir su propia valía o de contemplar su futuro. Así que abandonan los principios que Dios requirió de ellos, optan por no permanecer solos o en silencio, sino por mezclarse con diversas fuerzas en la sociedad. Cuestionan hasta el menor detalle, participan en luchas y enredos, riñen y batallan con ellas. Se meten en diversas disputas y les parece que su vida ha cobrado plenitud, valor y felicidad, ya no se sienten solos. ¿Qué es lo que han elegido tales personas? Han elegido la senda de desatender sus deberes y de no perseguir la verdad. Es el fin; cuando se ha llegado a este punto del camino, ya no quedan esperanzas de salvación. ¿Acaso no es así? Incluso después de oír semejantes palabras, bastantes personas se sienten bien respecto a ellas y no les parece un desafío demasiado grande llevarlas a cabo. Sin embargo, tras haberlas practicado un tiempo, piensan: “¿No resulta demasiado agotador vivir así? La gente me suele considerar poco convencional, no tengo amigos ni compañeros; es una vida demasiado solitaria, demasiado aislada, y el día a día me parece insulso. Me da la sensación de que no es una vida buena ni feliz”. Entonces, tales personas regresan de nuevo a su vida anterior y se las descarta. Su esperanza de salvación desaparece. No pueden soportar la soledad, son incapaces de tolerar la dureza de que los ridiculicen y aíslen por vivir en función de los requisitos de Dios en medio de este grupo de personas. En cambio, disfrutan viviendo entre diversas fuerzas que luchan entre sí, se integran y se quedan atrapados en ellas, se pelean y se baten contra ellas. Se puede decir que tales personas no pertenecen a los escogidos de Dios. Aunque se sientan bien tras oír estos sermones, siguen eligiendo formar parte de diversas fuerzas sociales, en lugar de distanciarse de ellas. Sobra decir que la salvación no está destinada a esas personas. Sin embargo, si eliges la senda de distanciarte de diversas fuerzas en la sociedad, y bajo la condición de mantener tu sustento cumples con tu deber como ser creado, al menos, en función de tu elección, cuentas con esperanzas de salvación. Posees los requisitos previos básicos; por tanto, existen tales esperanzas de salvación.
En la iglesia hubo alguien que de alguna manera entabló relación con una persona blanca cuyo padre era miembro del parlamento. En realidad, ser miembro del parlamento no es un gran cargo, pero a este tipo le parecía un gran honor tener contacto con el hijo de un parlamentario extranjero. Pensaba que era una persona con estatus. Más adelante, iba de un lado a otro con el hijo de este parlamentario, se lo presentaba a todo el que se encontraba, y decía: “Este es el hijo del parlamentario”. Yo le pregunté: “¿El hijo del parlamentario? ¿Qué nivel tiene su padre como miembro del parlamento? ¿Qué puede hacer él por ti?”. Me respondió: “¡Su padre es parlamentario!”. Insistí: “¿Qué tiene que ver contigo que su padre sea parlamentario? Tú no eres un miembro del parlamento, ¿para qué tanto presumir?”. El tipo estaba encantado consigo mismo. Solo porque había establecido una conexión con el hijo del parlamentario, actuaba de manera engreída allá por donde iba e ignoraba a los rostros familiares cuando los veía por la calle. La gente le preguntaba: “¿Por qué no nos saludas?”. Él respondía: “¡Voy caminando con el hijo del parlamentario!”. ¿Te puedes creer lo vanidoso que era? ¿Acaso no es un incrédulo? (Lo es). ¿Qué desenlace acaban teniendo tales personas en la casa de Dios? (Son descartadas). Se debe echar a esta persona de la iglesia, dado que es un incrédulo y un oportunista. Se aferra a cualquiera que parezca tener rango y fuerza, y si ve que hay fuerza en la casa de Dios, se aferra a ella. Por tanto, tras permanecer en la casa de Dios durante un tiempo, se da cuenta de que aquí no hay manera de hacer dinero, así que se busca un trabajo de repartidor. Pero esa ocupación no le parece lo bastante digna y más adelante se gana el favor del hijo del parlamentario, piensa que ahora tiene estatus y no le hace falta ser repartidor. Decidme, ¿acaso no resulta esto absurdo? ¿No hay unos cuantos como ese en la iglesia? (Sí). Hay quienes se sienten orgullosos solo porque conocen a alguien con rango o fuerza. Creen que tienen valor y son diferentes al resto. Algunos tienen un humilde puesto oficial y un poco de fuerza asociada a este, sin embargo, se creen diferentes a los demás en la iglesia y piensan que deben tener la última palabra. ¿Acaso no son unos incrédulos? (Sí). Luego están aquellos que carecen de influencia real, pero no paran de alardear, y dicen: “¡Conozco al presidente!” o “¡Conozco al amigo del primo de la secretaria del presidente!”. Como ves, hacen unas asociaciones muy enrevesadas y siguen teniendo la audacia de decir cosas semejantes. ¿Por qué son tan insensibles? Su historia es tan enrevesada que en realidad nadie sabe de lo que hablan, y a otros les interesa tan poco que ni siquiera los escuchan, ya que no les importan tales cosas. Solo los individuos así les dan tanta importancia a esos asuntos y los consideran muy significativos e impresionantes. Hay quienes suelen decir que conocen a ministros, directores o altos funcionarios. Algunos llegan a asegurar: “Conozco a personas en ambos lados, en la sociedad que se ciñe a la ley y en los bajos fondos. Me muevo por ambas sendas como pez en el agua”. Otros puede que digan: “Conozco a la cuñada del jefe del condado”. Y hay quienes aseguran: “Conozco a la amiga de la madre del alcalde, de la iglesia”. Usan esto como un derecho para alardear. ¿De qué sirve conocer a esa gente? ¿Te pueden ayudar a conseguir algo? Aunque seas alcalde, director, gobernador provincial o siquiera la madre o el padre del gobernador, ¿tiene tu estatus alguna utilidad en la iglesia? (No). ¿Acaso no son parte de la raza humana los alcaldes, gobernadores y demás? ¿Pueden llegar a ser más grandes que Dios? ¿No es repugnante el hecho de que estos incrédulos les concedan valor a tales fuerzas? (Es repugnante). Algunos incluso aseguran conocer al jefe de policía, y otros dicen: “Yo antes era agente de la policía comunitaria y jefe en la comisaría local”, mientras que otros afirman: “Antes era director de la oficina del barrio y llevaba el brazalete rojo”. ¿Qué sentís al oírlos hablar sobre estas supuestas fuerzas? Algunos incrédulos, aquellos que no persiguen la verdad y solo son creyentes de boquilla, son tan estúpidos que no saben si lo que dicen estas personas es cierto o no, así que lo toman como un hecho y las tienen en alta consideración. Sin embargo, aquellos que persiguen la verdad, ¿qué piensan en su corazón cuando oyen estas cosas? ¿Qué evaluación hacen de esas personas? A primera vista, se dan cuenta de que son incrédulos, de que solo hablan de diversas fuerzas y de asuntos mundanos y de que han venido a la casa de Dios para alardear de tales cosas. No mencionemos siquiera el hecho de que conocen a los parientes lejanos de algún funcionario o celebridad; incluso si ellos mismos son una de estas personas, siguen sin tener valor en la casa de Dios; sus títulos y su posición no sirven para nada. Entonces, ¿de qué alardean? ¿Poseen la verdad? ¿Están cumpliendo con su deber según los principios? No son nada, ¡e incluso así tienen las agallas de alardear! ¿No es una vergüenza? ¿No es vomitivo? (Lo es). ¿Cómo de vomitivo? Incluso alardean de tener contactos a ambos lados de la ley, ¿no son estúpidos los que presumen de semejante cosa? ¿Acaso no son absurdos? (Sí). Ni siquiera les asusta meterse en problemas. ¿No es alguien que se asocia con ambos lados de la ley un matón? A los matones y los tramposos no se les valora en la casa de Dios; ¡forman parte de los incrédulos y se les debe expulsar! No obstante, se siguen sirviendo de esto para jactarse. ¿Acaso no es una bobada? ¿Es algo de lo que estar orgulloso? ¡Hasta presumen de ello! Algunos llevan grandes cadenas de oro en las muñecas y, cuando se emborrachan, se jactan delante de los demás, y dicen: “Mis ancestros eran saqueadores de tumbas y sus habilidades han ido pasando de generación en generación en mi familia. Mira la enorme cadena que llevo en la muñeca, la encontré de madrugada en una tumba imponente, este día o aquel otro, y me la quedé. ¿Qué te parece? Impresionante, ¿eh?”. Alguien oye esto, lo denuncia y lo arrestan sin que sea siquiera consciente de qué ley ha quebrantado. Le preguntan: “¿Esa cadena de oro que llevas en la muñeca es de tal época? ¡Es una antigüedad!”. Se incrimina a sí mismo estúpidamente. No alardees a ciegas sobre cosas que nunca han ocurrido, cuídate de no llamar la atención de la policía y de meterte en problemas. Resulta fácil meterte en problemas al alardear de ciertas cosas; si juegas con fuego, es probable que te quemes y te acabes destruyendo a ti mismo; la culpa es tuya. Ni siquiera sabes qué decir, no sabes qué hacer al respecto, ¿acaso no es una bobada? (Sí). Si alardeas de que te puedes comer veinte bollos de una sentada, eso está bien; no es que rompa ningún principio. Como mucho, la gente pensará que eres un necio y no te tomará en serio, pero no va en contra de la ley. El principio de mantenerse alejado de diversas fuerzas sociales se refiere esencialmente a la necesidad de ejercer la prudencia en cualquier rincón de la sociedad y en cualquier grupo en el que te encuentres. Es como dijo Dios durante la Era de la Gracia: “Sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas” (Mateo 10:16). Protégete bien a ti mismo; mientras puedas mantener tu sustento, con eso es suficiente. No hagas el intento ni seas tan iluso como para pretender aprovecharte de las fuerzas sociales a fin de establecerte en la sociedad, formar parte de ella, obtener su reconocimiento y ser aceptado. Son ideas absurdas y pensamientos decadentes. Las perspectivas humanas se deberían corregir. No importa el entorno social o la comunidad en la que se encuentren, si siguen el camino de Dios, eso llevará a que la sociedad o la humanidad los rechacen. Pero mientras Dios te proporcione aliento, no te quedarás sin un camino de supervivencia. Debes contar con esta clase de confianza. Las vidas de la gente no dependen de diversas fuerzas para garantizar su seguridad, su sustento, su futuro o todo lo que poseen. Confían en una sola palabra de Dios, en Su ordenamiento, Su guía y protección; esa confianza es obligatoria para ti. Por tanto, para sobrevivir en la sociedad, tu medio de supervivencia fundamental debe ser elegir una profesión para mantener tu sustento, en lugar de fiarte de cualquier clase de fuerza. Confiar en una profesión para mantenerte: este principio consiste en que las personas, bajo la guía y el ordenamiento de Dios, disfruten de todo lo que Él les ha dado, incluidas las posesiones materiales y el dinero, sin depender de limosnas o de la distribución de diversas fuerzas sociales para satisfacer su sustento individual. Las cosas materiales y el dinero del que dependes cada día que sobrevives, al igual que el aire que respiras, provienen de Dios, Él te los da, y nadie puede quitarte lo que Dios te ha dado. Lo material, cualquier cosa externa a tu cuerpo, como la respiración, no se te concede por una limosna que alguien te da y, por supuesto, nadie te lo puede arrebatar. Si Dios te lo ha dado, nadie puede quitártelo. Podemos observar este hecho a partir de las experiencias de Job, y debes contar con esta confianza. En posesión de esta auténtica confianza, dispondrás del fundamento básico y de la motivación para defender el principio de mantenerte alejado de diversas fuerzas sociales. Entonces, sobre esta base, tu cuerpo y tu mente pueden estar en calma ante Dios, puedes acudir ante Él y ofrecer tu cuerpo, tu mente y espíritu, cumplir con tu deber, perseguir la verdad y obtener el preciado resultado de la salvación. Debes poseer este conocimiento y entender estas verdades. Por tanto, mientras que la frase “mantenerse alejado de las diversas fuerzas sociales” podría sonar sencilla, cuando te enfrentes a cualquier asunto, debes sopesar tus decisiones en función de los diferentes principios y de las situaciones reales. En resumen, el objetivo principal no es simplemente distanciarte y separarte de ellas, sino usar el método y la senda de práctica de mantenerte alejado de diversas fuerzas sociales para lograr estar en calma ante Dios, ofrecerle tu cuerpo y tu mente y acudir ante Él, embarcarte en la senda de perseguir la verdad y acabar por lograr esperanzas de salvación y que se hagan realidad tus deseos. Por tanto, para obtener esta salvación final, debes seguir este principio de mantenerte alejado de diversas fuerzas sociales. Esta es la senda necesaria, una de las fundamentales para lograr la salvación. ¿No es así? (Sí). Del principio de mantenerse alejado de diversas fuerzas sociales ya hemos hablado antes con claridad. ¿Hay algo respecto a este principio que siga sin quedaros claro? En lo que respecta a ciertas situaciones especiales, ¿sabéis cómo enfocarlas? Si uniros a una cierta fuerza es una mera formalidad o una necesidad de una determinada profesión, ¿va esto en contra del principio de mantenerse alejado de diversas fuerzas sociales? Si en vuestra profesión es solo una necesidad o una formalidad, entonces resulta aceptable. Las fuerzas de las que hablamos no tienen relación con esto, con organizaciones o grupos superficiales; aquí estamos debatiendo sobre las fuerzas. ¿A qué nos referimos con “fuerzas”? A las autoridades, a la fortaleza en los grupos y a la fortaleza con la que estas cosas operan o incluso se descontrolan en la sociedad, ¿no es así? (Sí). Si habéis entendido este principio de práctica, pasemos a hablar del siguiente.
El cuarto principio es mantenerse alejado de la política. La política es un tema delicado. Hace treinta años, debatir sobre ciertos líderes, directrices o temas políticos de actualidad, incluso dentro de la iglesia, generaba las críticas de varias personas. Muchos buscaban una excusa para marcharse en cuanto surgía el tema de la política y no se atrevían a tratar tales asuntos; decían: “Si sacas el tema de la política es que estás en contra del partido y de la nación; eres un contrarrevolucionario y te van a arrestar. Si no fuera porque somos hermanos y hermanas, yo mismo te denunciaría”. Por aquel entonces, la gente era especialmente sensible respecto a la política. ¿Sigue siendo así? Si se debate en la iglesia sobre política o se destapa algo de ella, si se expone al gran dragón rojo y a Satanás, o si surgen temas que parecen políticos, ¿sigue la mayoría de la gente adoptando esa postura? ¿Acaso no se ha producido un cambio? (Sí). En las reuniones del pasado, cuando hablábamos sobre cosas como qué demonio se oponía a Dios o perseguía a los cristianos, alguna gente tosía, como si tuviera algo en la garganta, y se salía para aclarársela. Pasado un rato, ponía un poco la oreja y pensaba: “Ah, ya ha cesado la charla contrarrevolucionaria”, y entonces regresaba. Pero si al volver veía que todavía seguías debatiendo sobre lo mismo, empezaba de nuevo a toser y se iba. Yo me preguntaba por qué no paraba de toser. Estábamos debatiendo sobre cómo discernir a Satanás y cómo revelar su esencia y su vil rostro. ¿Es esta una discusión política? (No). Algunos necios, esas supuestas personas espirituales que carecen de entendimiento espiritual, se resistían enérgicamente a estos temas. No eran capaces de diferenciar entre la verdad y la auténtica implicación política, ni entendían a lo que se refería el Partido Comunista con “contrarrevolucionarios”. Eran unos ignorantes con el cerebro lavado por el Partido Comunista, temerosos de que a ellos mismos se les considerara también contrarrevolucionarios. No se atrevían a discutir o mencionar el tema de desenmascarar al gran dragón rojo. ¿Es dejar en evidencia al dragón rojo meterse en política? ¿Es contrarrevolucionario rebelarse contra el gran dragón rojo? (No). Ahora os atrevéis a decir que no, pero ¿os atreveríais a decir lo mismo en la China continental? ¿Son aquellos que siguen a Dios criminales políticos que obran en contra del partido y del Estado? (No). ¿Por qué decís que no? ¿Qué es un criminal político? ¿Has participado en política? (No). Si no has participado en política, ¿cómo te has convertido entonces en un criminal político? (El gran dragón rojo es quien lo determina). Si participas en un robo, eres un ladrón. Si participas en un asesinato, eres un asesino. Si participas en un atraco, eres un atracador. ¿En qué se basan estos cargos? Cuando participas en estas actividades criminales, se te imputan cargos y te conviertes en el perpetrador de ese crimen. Pero si no participaste, el delito y la imputación no tienen nada que ver contigo. Si no sigues a Satanás ni al partido, si te opones al Partido Comunista, si te opones y odias al gran dragón rojo y si sigues a Dios, ¿estás participando en política? (No). Entonces, si te acusan de ser un contrarrevolucionario o un criminal político, ¿se sostiene este cargo? (No). No se sostiene, es absurdo. Piensa en un agricultor sin profesión, que cultiva un poco de tierra, recoge la cosecha y acude al mercado para vender sus productos. Entonces, alguien con un brazalete rojo en la manga lo ve y dice: “Eh, ¿tienes permiso de trabajo? ¿Tienes certificado sanitario?”. El agricultor dice: “¿Dónde iba yo a conseguir un permiso de trabajo? No tengo profesión, no estoy empleado, ¿por qué iba a necesitar un permiso de trabajo?”. El agricultor no ostenta un cargo ni tiene una profesión, sin embargo, le piden un permiso de trabajo simplemente para vender su producto, ¿no resulta absurdo? Cuando crees en Dios y Lo sigues, el gran dragón rojo te acusa de participar en política. ¿Qué artículo de la constitución nacional ayudaste a desarrollar? ¿Qué movimiento político ayudaste a planear? ¿Qué nivel de funcionariado gubernamental ostentas? ¿Participaste en la disensión interna en cualquier nivel del gobierno? ¿En qué reuniones del congreso nacional o conferencias de Estado participaste? (En ninguna). Ni siquiera tienes acceso a la información, ni mucho menos participas en política, sin embargo, al final se te acusa de ser un criminal político; ¿acaso no es un cargo inventado? Decidme, ¿no es absurdo este país? (Sí). Algunas personas siguen siendo estúpidas. Piensan: “Oh, no, ¡que te acusen de ser un criminal político o un contrarrevolucionario es una enorme desgracia para los creyentes en Dios!”. ¿No es ridículo? Incluso hay algunos que, al haber sido declarados contrarrevolucionarios o criminales políticos por creer en Dios y condenados a 15 o 20 años de prisión, una vez liberados tienen la sensación de que se trata de un asunto vergonzoso. Piensan que no pueden aparecer en público, ni siquiera frente a sus compañeros de clase, amigos y familia. Sobre todo, cuando la gente los señala con el dedo y susurra a sus espaldas, les parece que han hecho algo vergonzoso. ¿No es eso una necedad? (Sí). Esta era te rechaza y el gran dragón rojo te persigue; ¿acaso son rectos? Si toda la humanidad se alza para perseguirte, ¿significa eso que la verdad ya no es la verdad? La verdad siempre es la verdad, no importa cuánta gente se alce en su contra. La esencia de la verdad permanece inalterada, igual que la esencia malvada de Satanás. Aunque nadie reconozca o acepte la verdad, sigue siendo la verdad y este hecho nunca cambiará. Si toda la humanidad se alzara contra Dios y rehusara aceptar Sus palabras, eso demostraría que la humanidad es todavía malvada. La fuerza del mal de Satanás no se puede convertir en rectitud solo porque haya mucha gente o grandes fuerzas respaldándola. Una mentira repetida diez mil veces se convierte en verdad; esta es la falacia de Satanás, su lógica, no la verdad. Si los creyentes experimentan el rechazo del mundo entero, así como la persecución y la difamación del gran dragón rojo, ¿deben sentirse avergonzados? (No). No deben avergonzarse. Que seas perseguido por defender la justicia pone de manifiesto que este mundo es realmente malvado y confirma las palabras de Dios: el mundo entero yace en poder del maligno. Cuando te persiguen por defender la justicia, da igual lo apropiada que sea tu senda y lo rectas que sean tus acciones, nadie te aplaudirá por ello. En su lugar, cualquier negocio sucio que realice la gente de este mundo, mientras se adorne y se promocione, se convierte en algo positivo cuando se presenta ante el público. Se trata de personas malvadas; todas sus acciones son trucos sucios.
Sigamos hablando sobre este asunto de mantenerse alejado de la política. ¿Qué es la política? Has de saber lo que es la política antes de poder entender cómo distanciarte de ella. ¿Qué es la política? Al nivel más básico, implica el deseo de ostentar un cargo y tener una carrera como funcionario. Ese es un aspecto de la política. Supone ostentar un cargo y hacer carrera como funcionario. Desde funcionarios de alto rango a otros de bajo; desde responsables de pequeños departamentos y jefes de sección en despachos del gobierno, a secretarios de delegación y secretarios del comité del partido, directores, jefes de oficina, ministros y responsables de distintos niveles; todo esto entra en la categoría de política. ¿A qué nos referimos con política? La manera más directa de plantearlo es que es una fuerza y una autoridad, un símbolo para un tipo de autoridad en la sociedad. Esa es una faceta de la política. ¿Qué más abarca la política? (Dios, ¿no consiste también la política en batallar por apoderarse, establecer o consolidar el poder político del Estado?). Los conflictos y las luchas de poder entre el personal pertenecen a la política. ¿Qué más hay? Los planes, estrategias y métodos que se usan en estas luchas, además de las diversas elecciones, campañas e iniciativas publicitarias relacionadas con la política y el poder; todo esto pertenece a la política. Esta es la interpretación más sencilla de la política que podemos tener. Acercarse a la organización y al partido y esforzarse por progresar, ¿acaso no es eso política para la gente corriente? A esto lo llaman “Una persona humilde capaz de tener una visión global”. Es decir, aunque su posición es baja, su perspectiva es amplia. Así que se acerca a la organización y al partido, se esfuerza por progresar. Empieza por unirse a la Liga de la Juventud Comunista y luego al Partido Comunista. Poco a poco, se acerca al partido, presta oídos a sus enseñanzas, sigue sus directrices y su orientación. Se adhiere estrictamente a los preceptos indicados por el partido, los implementa y encarna totalmente las cualidades de uno de sus miembros. Habla y actúa en favor del partido, defiende los intereses del partido, su gobierno, su estatus y su imagen en la mente del pueblo. Lo salvaguarda todo en su favor. ¿No es todo eso parte de la política? (Sí). Defiende a la organización, o sea, al partido. No importa qué partido político sea o de cuál de sus organizaciones se trate, en cuanto empiezas a participar, tomas parte en la política. ¿Lo habéis hecho alguno de vosotros? (No). Entonces podéis estar tranquilos; no sois criminales políticos ni contáis con los requisitos para que se os considere como tal. Como poco, un criminal político tendría que viajar al extranjero y fundar una organización o grupo pro derechos humanos, participar en varias actividades sobre el tema, oponerse a las políticas y el mandato del gobierno actual, además de a varias de las acciones que realice. Asimismo, debe elaborar preceptos, sistemas, reglas y una constitución, así como diversas cláusulas a las que deben acogerse los miembros de la organización. Ha de ser organizado y disciplinado, con líderes superiores y miembros colaboradores inferiores, con una estructura de organización sistemática completa que se forma de arriba abajo. Solo entonces se le podrá llamar grupo político, y solo las actividades conducidas dentro de ese grupo político se pueden considerar como participar en política. ¿Habéis participado en esto alguno de vosotros? Si no es así, ¿tenéis intención de hacerlo, o acaso vuestro plan es uniros a un partido político y al menos ostentar un cargo de legislador o consejero? ¿Hay alguien que se ajuste a esa descripción? Si tienes tales planes, significa que ya estás involucrado en política; aunque todavía no hayas participado en ella, tienes la intención de hacerlo. Sin embargo, si no tienes tal intención, eso está muy bien. ¿Participar en unas elecciones votando como ciudadano cuenta como meterse en política? Si el sistema de un país se basa en la libertad y la democracia y los ciudadanos tienen derecho a votar, ¿cuenta emitir un voto para el candidato tal o cual como participar en política? (No). No, se trata de la política y el sistema del país, dentro de los cuales las personas tienen derecho a votar. Esto no cuenta como participar en política, solo estás expresando tu preferencia personal al seleccionar a una cierta persona, pero no te estás involucrando en su lucha por el poder político. Ninguna actividad política tiene relación contigo. Sencillamente emites tu voto para tal o cual candidato en calidad de ciudadano de ese país. Esa acción es un mero ejercicio directo de tus derechos como ciudadano y no es una forma de actividad o conducta política.
En cuanto a qué es la política, ya se ha tratado más o menos este asunto, así que debe estar bastante claro cómo mantenerse alejado de ella. ¿Cómo te mantienes alejado de la política? Primero, hablemos de cómo hacerlo, luego de por qué debes hacerlo. Acabamos de hablar sobre qué es la política. ¿Qué es la política? Sobre todo, consiste en participar en luchas de poder; eso equivale a participar en política. Todos somos gente corriente, así que no nos refiramos a presidentes, directivos del partido o a aquellos que ocupan puestos de alto nivel en grupos políticos nacionales. En su lugar, hablemos de algo con lo que la gente corriente pueda identificarse, como el secretario de la delegación del partido en una agencia gubernamental. ¿Es el secretario de la delegación del partido una figura política? Ostentar un cargo dentro del partido en una agencia gubernamental te convierte en una figura política destacada. Entonces, ¿cómo te mantienes alejado de la política? ¿Qué significa mantenerse alejado? (No relacionarse con estas figuras políticas). ¿No relacionarte con ellas? Pero, en realidad, no puedes evitarlas en el lugar de trabajo. Si las evitas, puede que te lo critiquen y digan: “¿Por qué no me hablas? ¿Por qué te escondes de mí? ¿No te caigo bien, yo, el secretario de la delegación del partido? Si tienes alguna opinión sobre mí, ¿no significa eso que existe un problema en tu forma de pensar? Charlemos”. Querrá tomarse un “té” contigo. ¿Es ese té agradable? ¿Te atreves a asistir? Por ejemplo, el secretario de la delegación del partido se te acerca y dice: “Eh, Xiao Zhang, ¿cuánto tiempo llevas trabajando aquí?”. Y tú respondes: “Unos cuantos años, cinco o así”. Entonces añade: “Pareces un buen tipo. ¿Te has unido al partido?”. ¿Qué responderías? ¿Cuál es la respuesta adecuada para distanciarte de la política? (Limitarte a decir: “Ahora mismo no cumplo con los criterios para convertirme en miembro del partido”). Eso es lo prudente. ¿Es cierta esa afirmación? (No). En realidad, es una manera de quitártelo de encima. Piensas: “Zorro astuto, viejo diablo, ¿qué te importa a ti si me uno al partido o no? Quieres que me una al partido. Vale, ¿y de qué me vale el partido?”. Eso es lo que piensas, pero no puedes decirle eso al viejo diablo. En su lugar, tienes que adoptar una conducta aparentemente educada. Dices: “Como antiguo miembro del partido, no entiendes las dificultades a las que nos enfrentamos los jóvenes. Nuestra experiencia es limitada y no hemos visto todavía resultados en nuestro trabajo, así que no estamos cualificados para unirnos al partido. El partido es sagrado; no podemos unirnos sin un buen motivo. He estado considerando la idea de unirme…”. Limítate a contestar con pocas palabras. ¿Quieres unirte al partido en tu corazón? (No). Aunque te ofrezcan unas condiciones preferentes y tras unirte recibas un ascenso o un cargo oficial, no te interesa, ¿verdad? Las condiciones básicas para ostentar un cargo y hacer carrera como funcionario son que primero debes unirte a la organización, unirte o acercarte al partido. Tienes que acercarte al partido antes de tener un despacho o ascender. Para mantenerte alejado de la política, el primer paso es distanciarte de los partidos políticos. Puede que algunos pregunten: “¿Implica esto mantenerse alejado solo del Partido Comunista?”. No, hablamos de toda clase de partidos. ¿Qué representa un partido? A una fuerza política. Se le llama partido a un grupo que tiene como objetivo el manifiesto político, el programa y los objetivos del partido. Con independencia del objetivo y el programa de un partido, su única meta es formar una fuerza y usarla junto a su fortaleza para pelear por mayor fuerza y poder en la escena y el panorama político. Este es el propósito de la existencia de un partido político. Su propósito no es beneficiar a la gente, sino tener fuerza y poder. En otras palabras, consiste en ostentar poder y tener fuerza propia. ¿No es así? (Sí). Por tanto, el primer paso para mantenerse alejado de la política es no unirse formalmente a ningún partido político. Hay quien pueda preguntar: “¿Y si solía ser miembro de este o aquel partido?”. Es un poco complicado. Si estás dispuesto a salir del partido, sería lo mejor, pues así cortas formalmente los lazos con ellos. Si no estás dispuesto a salir del partido o resulta problemático que lo hagas, entonces debes considerar qué hacer por tu cuenta. En cualquier caso, ya sea formalmente o en espíritu, debes alejarte del primer problema importante relacionado con la política, que es mantenerte alejado de los partidos. En cuanto te distancias de ellos, te conviertes en un individuo independiente. No te dejarás arrastrar por ninguna fuerza política ni trabajarás para ninguna. No unirte a ningún partido es la senda específica que has de practicar para mantenerte alejado de la política. Asimismo, en lo que respecta a cualquier fuerza política, como el secretario de la delegación del partido, el director o el personal de funcionariado de una oficina del gobierno, el principio para lidiar con ellos es mantener las distancias. Por ejemplo, si el secretario de la delegación del partido te dice: “Xiao Zhang, ¿tienes un momento? Vayamos a cenar después del trabajo. El fin de semana comienza mañana, vayamos a jugar al baloncesto”, puedes decir: “Oh, qué mala suerte, mi hijo está enfermo. Ayer le subió la fiebre. Con el trabajo, no he tenido tiempo de que le vea un médico. Mañana tengo que llevarlo al hospital”. En otra ocasión, el secretario dice: “Xiao Zhang, hace tiempo que no hablamos. Tengamos una charla sincera, ¿qué me dices?”. ¿Qué pretende? Quiere prepararte para que seas su sucesor. Si todavía no lo has descubierto, tienes que plantearte qué busca en realidad. Si lo has descubierto, no has de perder el tiempo y debes mostrarte evasivo con él, y decirle: “Oh, ayer mi madre decía que no se sentía bien y quería que la llevara al hospital. Qué coincidencia más desafortunada”. Te lo quitas de encima una y otra vez y cuando el secretario se dé cuenta, pensará: “Cada vez que le invito, le surge algo; cada vez que me acerco, algo le ocurre; no sabe apreciar los favores, ¡ya encontraré a otro!”. Puede buscarse a quien quiera, pero tú no vas a acercarte a él en ningún caso. Sueles mostrarte bastante amigable con él, pero cuando quiere prepararte para un puesto o ascenderte, buscas excusas para evitarle y pierdes el entusiasmo, de modo que no se imagine lo que estás pensando. De hecho, en tu corazón lo tienes claro como el agua: “¡No voy a acercarme a ti, diablo! Tengo a Dios en mi corazón y Él me dice que me mantenga alejado de la política. Eres una persona política y voy a mantenerme alejado de ti. Quieres ascenderme a un puesto de funcionario y emplear mis talentos a tu servicio, ¡pero no voy a darte siquiera una oportunidad! Aunque solo barra el suelo y saque la basura en esta oficina del gobierno, ¡no quiero ser funcionario! Gano lo suficiente para mantenerme, ¡no voy a serviros!”. Sin embargo, lo que en realidad debes decir es: “Vosotros, los líderes, tenéis a la nación en vuestro corazón, manejáis incontables asuntos y servís al pueblo, ¡os preocupáis por los plebeyos! Nosotros, la gente corriente, tenemos poca conciencia y solo nos preocupa nuestro propio estómago; no estamos al mismo nivel y no podemos hacer lo que hacéis vosotros los líderes”. Siempre te haces el tonto delante de él, de modo que no pueda descubrir lo que estás pensando. Aunque tengas talentos, no los muestras. Solo dejas que asomen un poco en momentos cruciales y entonces él se da cuenta de lo capaz que eres. A menudo cometes pequeños errores para que piense que no eres tan habilidoso, pero él sigue sin poder prescindir de ti en el trabajo. Eso es prudencia. Juegas con el diablo, lo utilizas para prestar servicio y ganar su dinero, pero no te acercas a él y lo desprecias de corazón, ¿no es cierto? Eso es lo que significa no acercarte. ¿Puedes hacerlo? (Sí). A mediodía, el líder conduce su pequeño sedán y busca por todas partes un conocido restaurante para comer. Te avisa: “Xiao Zhang, salgamos a tomar algo, ¿qué quieres comer hoy?”. Dices: “Hace unos días que no como fideos fritos con salsa de alubias y mucho más que no tomo bollos al vapor; eso es lo que me apetece. Voy a casa a comer, ¿quieres un poco?”. Le respondes así y cuando lo oye, dice: “¿Qué dices? Eso es una bazofia, ¡la gente no come esas cosas!”. No quiere comer nada de lo que sugieres, y piensa: “Este tipo es como el dicho, el que nace necio no se cura. ¿Quién come bollos al vapor y fideos fritos con salsa de alubias hoy en día? ¡Los funcionarios son mucho mejores que eso!”. Estos funcionarios van a restaurantes y se gastan los fondos públicos, disfrutan de la gloria y el esplendor de ser un funcionario y solo consumen comidas suntuosas. Una sola comida cuesta mil yuanes. Comen sesos de mono y piel de erizo. Estos diablos desalmados comen lo que sea, no hay nada que no puedan comer o beber. ¿Qué piensas en tu corazón? “No voy a participar en vuestros pecados. Me alejaré de ti, de tu raza de diablos miserables ¡que comen carne humana y beben su sangre! Prefiero volver a casa y comer fideos fritos y bollos al vapor que disfrutar de tu estilo de vida extravagante. Aunque tenga que comer burdas raciones, seguiré sin acercarme a ti; no me dejaré atrapar por tu perversidad ni formaré parte de tus pecados. Comer carne humana y beber sangre es lo que hacen los diablos, no los humanos. ¿Cuál será el desenlace definitivo? ¡No cabe duda de que irás al infierno y te enfrentarás al castigo! Hago concesiones, transijo y me gano la vida bajo tu poder, pero mi objetivo es mantener mi sustento, seguir a Dios y cumplir con mi deber. No trato de que me asciendan ni me involucro en política, ¡te detesto con toda mi alma!”. Entonces, por mucho que el líder te persuada para que disfrutes de una gran comida, tú no aceptas. El fin de semana, si te invita a cantar en el karaoke rodeado de mujeres preciosas y a beber buen vino; si te invita a un salón de té para relajarte o entretenerte, o para ver un espectáculo de drags, ¿irás o no? Si quieres acercarte a la organización o al partido, entonces tendrás que hacerlo. Pero en ese momento, dices: “Practico las palabras de Dios, me mantengo alejado de la política, no participaré en nada de eso, no tomaré parte en sus pecados”. Al día siguiente, cuando se reúnen, hablan de lo guapa que es esta o aquella, de que es la mejor en la pista de baile, de lo bien que canta, de lo delicioso que es el vino francés de cierta época, dónde ir en busca de entretenimiento, dónde sumergirse en aguas termales… Hablan sobre esas cosas, ¿acaso les tienes envidia? ¿Te entran celos? Debes ponerte unos auriculares, unos tapones en los oídos; no escuches a estos diablos diciendo palabras endiabladas, mantente alejado de ellos, mantén el corazón en calma, no formes parte de los pecados de los pecadores, aléjate de sus repugnantes vidas y no te quedes atrapado en su perversidad. Tu propósito es mantenerte alejado de la política. El auténtico propósito de aquellos que buscan progresar, que quieren acercarse a la organización y desean que los asciendan es participar en política, meterse de lleno en ella con la mirada puesta en obtener un puesto en los círculos políticos y llevar una vida que no es apta ni para un humano ni para un demonio. Sin embargo, eres exactamente lo opuesto a ellos. Debes alejarte de una vida tan repugnante. El propósito de mantenerte alejado de esa clase de vida es que no desees ni te importe ninguna expectativa política. Tu futuro es perseguir la verdad y lograr la salvación. Por tanto, debes tener claro en tu corazón que todo lo que estás haciendo es significativo y valioso; tiene como fin la búsqueda de la verdad, es en aras de alcanzar la salvación. No es un sacrificio sin sentido, ni tampoco actúas de manera atípica. Es más, no estás solo. Entonces, el propósito definitivo de mantenerte alejado de estas vidas pecaminosas es en realidad separarte de tales personas, distanciarte de lo que llaman política. Este es el segundo principio de mantenerte alejado de la política: no acercarse a ella.
Lo mínimo que se debe hacer es no acercarse a los políticos y, además, no hay que participar. Por ejemplo, si surge una oportunidad para ascender a jefe de sección, director o responsable de oficina, todos están ansiosos por lucirse, mejorar su desempeño, hacerles regalos a los líderes, mover hilos o explorar posibilidades, e intentan por todos los medios que los líderes y los superiores reparen en sus talentos, sus capacidades y su valía; incluso están dispuestos a permitir que se aprovechen de esa valía. Prefieren ser aduladores, doblegarse ante los líderes y superiores y hacer cualquier cosa que les pidan, aunque no quieran hacerla. Algunos donan dinero y otros incluso ofrecen su cuerpo para participar en las luchas políticas. En tales luchas, hay quienes hacen contactos con los líderes, otros les donan mucho dinero y les obsequian con regalos y algunos les ofrecen su cuerpo con el objetivo final de que los asciendan o se conviertan en sus mentores para así poder tomar la senda de la política. Como creyente en Dios, si sabes que estas prácticas implican participar en política, entonces debes mantenerte alejado. Primero, no hagas regalos ni te relaciones en aras de tus propias expectativas políticas o de un cargo oficial. Además, no reveles activamente tus fortalezas a los líderes y, desde luego, no recurras a ninguna medida extrema a fin de competir para que reparen en ti. Deja que otros compitan sin contar contigo. Cada vez que el jefe te nombre, has de decir: “Voy a mantenerme al margen en esta ocasión. No estoy cualificado”. Solo tienes que decir que no estás cualificado y dejar que otros progresen; habrá mucha gente que se preste a competir. Cuando el jefe diga: “Xiao Zhang, esta vez te toca a ti”, tú di: “Todavía no estoy cualificado, jefe, te ruego que me disculpes. No soy capaz. Xiao Li puede ir primero, y si tampoco es capaz, entonces le tocará a Xiao Wang. Deja que ellos se encarguen”. El jefe dirá: “¿Acaso eres estúpido? Si lo hacen ellos, no recibirás ningún beneficio. No obtendrás una casa ni un bonus ni un aumento de salario”. Entonces respondes: “Si no obtengo nada, que así sea, tengo suficiente para comer y dinero para mis gastos, así que quédese tranquilo, señor. Si todavía no está convencido, entonces págueme un poco más de bonus a final de año”. No participes en su lucha. Quien quiera competir, que lo haga. No recurras a ningún medio, no emplees energía alguna ni pagues ningún precio. No gastes ni un céntimo, no digas ni una palabra, no hagas nada adicional ni te esfuerces más de lo necesario para optar al ascenso. Aunque cuentes con las condiciones, los contactos y un equipo de personas apropiado, ni siquiera así participas. A esto se le llama desprenderse de veras, mantenerse alejado de verdad. Esas personas mundanas te miran siempre con pena y no paran de decir: “¡Eres estúpido, eres un simplón!”. Sin embargo, tú replicas: “Opina lo que quieras de mí; no voy a participar igualmente”. La gente te pregunta: “¿Por qué no participas?”. Tú respondes: “Gano lo suficiente para mis gastos. No estoy cualificado. Sois todos mejores que yo, así que hacedlo vosotros”. ¿Eres capaz de resistirte a participar? (Sí). Por supuesto, si se te presenta la oportunidad de ascender a subjefe de sección o subdirector, puedes rechazarla, pero si se te ofrece el puesto de responsable de oficina o gobernador provincial, ¿puedes hacer lo mismo? Es posible que no sea fácil; cuanto más alto sea el puesto, más tentador es, y a más autoridad, mayor la tentación, porque cuando tienes más autoridad, recibes mejor trato, tus palabras se vuelven más influyentes y tu disfrute físico aumenta. Fíjate en el alcalde, el gobernador y el presidente, todos con su propia residencia oficial. El Estado cubre todos sus gastos, tanto cuando salen como al quedarse en casa. Por tanto, cuanto más te relacionas con las clases altas, más grande se vuelve la tentación, y cuantas más oportunidades tengas de relacionarte con ellas, más duro se hace renunciar a estas oportunidades. Para poder evitar la tentación, trabajas en el nivel más bajo, común y corriente, no pisas los círculos de las clases superiores. Te abstienes de poner un pie siquiera en estos círculos. Esto es lo que quiere decir mantenerse alejado. Nada de lo que dices o haces tiene que ver con la política; todo guarda relación con mantenerse alejado de estas cosas. Sea quien sea el que triunfe en la elección a funcionario de alto rango en cada concurso concreto, o quienquiera que llegue a ostentar un gran poder, ninguno te provoca envidia. Tampoco te sientes dolido ni te arrepientes, ya que en otra tentación o en la circunstancia que Dios ha instrumentado, has practicado el principio de mantenerte alejado de la política que Él requiere. Has satisfecho el requerimiento de Dios y has salido victorioso ante Satanás; a ojos de Dios, eres un vencedor y Dios te da su aprobación. Hay quien dice: “Si tengo la aprobación de Dios, ¿hará que me suban un poco el sueldo?”. No, la aprobación y el reconocimiento de Dios hacia ti como vencedor implican que estás un paso más cerca de la salvación y que Dios te mira cada vez con mayor favor; eso es un gran honor. ¿Resulta fácil abstenerse de participar en los asuntos políticos? Deja que compitan aquellos que disfrutan de la competición. A quien le guste manifestarse respecto a estos asuntos, permítele que lo haga. A quien le encante entretenerse con ellos, que se entretenga. En cualquier caso, a ti no te importan ni te molestan tales cosas, ya que no pretendes ascender y no tienes como meta una carrera de funcionario. Este es el tercer principio de mantenerse alejado de la política: no participar.
El cuarto principio de mantenerse alejado de la política es no elegir un bando. “Elegir un bando” es una especie de jerga que usa la gente de la política, y se trata de un fenómeno común en ese mundo. Cuando participas en política, debes dejar clara tu posición, ya sea que estés del lado del Partido A o del Partido B. En cuanto te involucras en política, tienes que elegir un bando. Si no te implicas, no hace falta que elijas uno, o bien puedes decir que tú no eliges bandos. Si te mantienes neutral y no prestas atención a sus disputas o a por qué pelean ambos bandos, entonces no estás eligiendo ninguno. Ya apoyes al Partido A o al Partido B, no dejas entrever tu parecer. Dices: “No me posiciono en ningún bando, me abstengo. Tengo buena relación tanto con A como con B, pero no me acerco a ninguno de ellos. No participo en ninguna de sus luchas”. Esta gente se queda desconcertada; entonces, ¿al final estás en el Partido A o en el Partido B? Siempre tratan de convencerte para que te decantes por uno u otro, pero nadie puede. El resultado final es que acaban por entender que no eliges el bando de ningún partido. Al final, tu superior inmediato dice: “Eres un tipo evasivo, ¿por qué no me apoyaste en un momento tan crítico?”. Le respondes: “Jefe, no me atrevo a aspirar a tal honor. No tengo la misma profundidad intelectual ni soy muy competente en mi trabajo; temo decepcionarte. Jefe, te ruego que no me lo tengas en cuenta, solo soy alguien insignificante que se agacha a recoger un céntimo; soy una persona corriente, no me atrevo a elegir un bando. Te ruego que no seas duro conmigo y me liberes, te respaldaré sin dudarlo la próxima vez”. En realidad, solo le estás dando largas. No le has ofendido y no puede hacer nada al respecto. Puede pelear y discutir tanto como quiera: no tiene nada que ver contigo, eres alguien ajeno a eso. ¿Por qué digo que eres ajeno? No persigues una carrera como funcionario, en la burocracia, no quieres destacar, brindarles gloria a tus ancestros ni poner un pie en política. No tienes expectativas políticas; tu meta es mantenerte alejado de una carrera en el funcionariado y de las figuras políticas. Así que decides deliberadamente no elegir un bando, ni el Partido A ni el Partido B, y no tiene nada que ver contigo quién elija cuál. Cada vez que alguien intenta persuadirte, te echas a reír, te haces el tonto y dices: “No sé quién tiene razón, todos sois buenos amigos míos, gane quien gane estaré contento”. Te dicen: “¡Eres un tipo realmente evasivo!”. Y tú respondes: “No soy evasivo, solo soy estúpido; ¡vosotros sois los expertos!”. Ante ellos finges estar confundido. ¿Está bien no elegir un bando? No seas ingenuo, no te dejes manipular por los que tratan de aprovecharse de ti. En todos los niveles de la política las aguas son turbias, no se puede ver el fondo. No es como un manantial cristalino en el que se vislumbra el fondo; es agua turbia, un lodazal. Si un líder te trata bien, tú te acercas a él y eliges su bando, pero no sabes si eso te va a suponer un bien o un mal. No puedes predecir su futuro, si va a acabar con grilletes o va a ascender hasta un lugar prominente. Todos ellos son como cocodrilos en un pantano, los hay grandes y pequeños. Como persona insignificante que eres, no podrás discernir si lo que dicen es verdad o mentira, a quién tratan bien y a quién no y cuál es el propósito de sus actos del día a día; sencillamente no puedes saberlo. Por tanto, si quieres protegerte, el principio más sencillo y primordial es no elegir un bando. Si son buenos contigo, muestra entusiasmo hacia ellos; si no lo son, hazlo igualmente, pero limítate a no elegir su bando. Cuando surja algo, échate a reír y finge confusión; cuando te pregunten cualquier cosa, di que no lo sabes, que no lo tienes claro o que no lo has visto antes. ¿Puedes responder de esa manera? (Sí, ahora puedo). ¿Resulta apropiado aplicar estos principios en la iglesia? (De ningún modo). Estos trucos solo son adecuados en lugares donde residen los diablos, no para usarlos entre hermanos y hermanas. Esto es prudencia. En los lugares donde residen los diablos, tienes que ser tan astuto como las serpientes, no puedes ser un necio, has de ser prudente. No te coloques del lado de quienquiera que tire de ti. Si alguien crea conflictos contra ti o no le agradas, no te opongas ni te enfrentes a él. Hazle creer que no estás en su contra. Estas cosas implican prudencia. No compitas contra ninguna fuerza política, no te acerques a ninguna de ellas y no te confabules ni muestres buena voluntad hacia ninguna. Esto es prudencia, no es elegir un bando. ¿Me equivoco? (No). ¿Has aprendido a hacer esto? (Sí). En momentos críticos, tienes que fingir ser sordo y mudo, parecer un loco y un necio y dejar que te perciban como a un idiota ignorante. Si te dicen que hagas algo, hazlo, acepta su consejo sin cuestionarlo para que vean lo obediente que eres. ¿Obediente hasta qué punto? Como un adulador, siempre a la escucha, sin hablar nunca cuando no toca, sin preguntar jamás por noticias sobre el jefe ni buscar ninguna información respecto a esto o aquello; has de ser especialmente obediente. Sin embargo, nunca debes poner de manifiesto tus verdaderos pensamientos ante ellos; una vez que lo hagas, cuando detecten tus intenciones, te castigarán y te darán una lección. Si no estás en su bando, no puedes dejar que se enteren; aunque los rechaces, no permitas que se den cuenta. ¿Por qué debes hacer esto? Porque para ellos, si no eres su amigo, eres su enemigo. Una vez te conviertas en un enemigo a sus ojos, serás alguien al que pretendan castigar. Te tratarán como a una piedra en el zapato, como a un incordio, y tendrán que castigarte. Así que debes ejercer la prudencia y fingir ser idiota. No muestres tus capacidades; si expresas tus pensamientos, tus puntos de vista, tu posición o tu postura respecto a algo, entonces eres idiota. ¿Entendido? (Sí). Ante los satanases y diablos, sobre todo cuando te acercas a un grupo en el mundo de la política, has de tener un cuidado adicional, protegerte, no creerte inteligente ni dártelas de listo, no alardear, no tratar de probar tu valía; tienes que ser discreto. Si quieres garantizar tu supervivencia en un entorno tan complejo, y además quieres creer en Dios, cumplir con tu deber, perseguir la verdad y lograr la salvación, entonces lo primero que debes hacer es protegerte a ti mismo. Una manera de hacerlo es no provocar a las fuerzas políticas y no convertirte en objetivo de sus ataques o de su castigo; así puedes estar un poco más a salvo. Si siempre te niegas a escucharlos, a obedecerlos o a acercarte a ellos, no les agradarás y querrán castigarte. Por otro lado, si ven que tienes talento y capacidad de trabajo, si perciben que les puedes venir bien, y que si ocupas su lugar no vas a revelar sus secretos ni a dañar su futura reputación, entonces querrán ser tus mentores. ¿Es bueno que sean tus mentores? (No). Si se han fijado en ti y quieren ser tus mentores, entonces dime, ¿no es eso lo mismo que estar poseído por un espíritu maligno? (Sí). Si has captado su atención, tienes un problema. Entonces, antes de que te coloquen en su punto de mira, no puedes dejar que te tomen aprecio; tienes que fingir ser idiota, que no puedes hacer nada especialmente bien. Realiza un trabajo pasable en la mayoría de las cosas. Aunque esto no les satisfaga, no podrán encontrarte defectos ni albergar razones para deshacerse de ti. Eso es suficiente y logra el efecto deseado. Si haces las cosas demasiado bien, si lo haces todo con fluidez y están especialmente satisfechos contigo y piensan muy bien de ti, eso no es bueno. Por un lado, te verán como una amenaza para su trayectoria política, y por otro, puede que quieran ser tus mentores; ninguna de las dos cosas es buena para ti. Así que, a fin de establecerte a ti mismo en esta sociedad, además de apartarte y mantenerte alejado de diversas fuerzas, hay algo incluso más importante, que es manejar con mano izquierda las relaciones y los asuntos relativos a diversas fuerzas o a tu superior inmediato. Por ejemplo, si alardeas en exceso, si quieres exigirte demasiado a ti mismo, o si haces las cosas sin ninguna prudencia, puede que te veas atrapado en un dilema cuando no seas capaz de rechazar algo o tengas que hacer una cosa que no quieres. ¿Qué se puede hacer al respecto? Por consiguiente, este asunto es demasiado difícil de solucionar. Has de orar a Dios con frecuencia, calmarte ante Él, dejar que te guíe, te proporcione prudencia, te transmita las palabras que has de decir, te guíe respecto a lo que debes hacer y te ayude a saber cómo solucionar la situación, de modo que puedas protegerte a ti mismo y Dios te salvaguarde en unos círculos tan complejos. Solo cuando has recibido la salvaguarda de Dios y eres capaz de protegerte, entonces albergas las condiciones básicas para aquietarte ante Dios, para comer y beber Sus palabras, reflexionar sobre ellas y perseguir la verdad. ¿Entiendes estas cosas? (Sí, las entiendo). Este es el principio de no elegir un bando.
Existe otro principio respecto a mantenerse alejado de la política: no dar a conocer tu posición. Ya sea en lo relativo a tus puntos de vista, tus posturas o tus tendencias políticas, o a la intención y el propósito de los líderes, sus declaraciones, sus pensamientos o a si tienen razón o no, no debes dar a conocer tu posición. Cuando el jefe te pregunte: “¿Estás de acuerdo con lo que acabo de decir? ¿Cuál es tu postura?”, le respondes: “¿Qué has dicho? Soy un poco duro de oído, no lo he captado”. El jefe se enfada cuando te oye decir eso y deja de hablar contigo. Por dentro piensas: “¡Genial, no quería decir nada de todos modos!”. Debes fingir ser sordo y mudo, no manifestar constantemente tu posición ni demostrar lo listo que eres, como cuando dices: “Jefe, tengo algunas opiniones e ideas”. Levantar continuamente la mano y posicionarse es, simple y llanamente, estúpido. No debes pronunciarte si albergas alguna opinión sobre el jefe, y si la tienes sobre tal o cual trabajador u observas que tu jefe está haciendo algo mal, no digas ni mu. Ahora bien, si el líder te pregunta directamente, ¿qué dices?: “Has hecho un gran trabajo con esto, estás a un nivel muy distinto al nuestro, unos meros trabajadores. ¡Eres realmente atento!”. Debes elogiarle, hablarle en un tono tan adulador que empiece a sentirse eufórico, y cuando notes que has logrado tu objetivo, deja de aplaudirle, porque para entonces ya casi tendrás ganas de vomitar. Con independencia de sus directrices, de sus opiniones, del trabajo para la implementación desde arriba del que habla tu jefe, o de su postura ante cualquier cosa, tú hazte el tonto y suelta algunas frases ambiguas. Cuando el jefe te oiga, dirá: “Este tipo siempre anda confundido, así que es normal que lo esté también respecto a este asunto”. Vale, has logrado arreglártelas con falsos pretextos. Diga lo que diga el jefe, nunca debes dar a conocer tu posición. Si estás comiendo con él y quiere que te posiciones sobre algo, dices: “Vaya, he tomado mucho arroz, tengo alto el azúcar en sangre y estoy un poco mareado, así que no he oído demasiado bien lo que acabas de decir. Eh, jefe, ¿lo hablamos la próxima vez?”. Limítate a mostrarte impreciso. Si el jefe manda a alguien para averiguar qué opinión tienes de él, del comité del partido o de las políticas nacionales, ¿debes expresar alguna opinión? (No). Tu postura cara al público ha de ser que no tienes ninguna, pero ¿cuál es la verdadera? Aunque tengas opiniones, no las manifiestes. A esto se le llama engañar a un fantasma. Hay un dicho alegórico: “Poner flores de plástico en la tumba de alguien; engañar a un fantasma”. ¿No es eso cierto? A la hora de enfrentarte a cuestiones importantes sobre lo correcto y lo incorrecto, aunque albergues posturas y puntos de vista, no debes expresarlos. ¿Por qué? No son temas relativos a la fe en Dios ni a la verdad, sino cuestiones del mundo del diablo y no atañen a los creyentes. Da igual cuál sea nuestra postura, lo importante es que tales cosas no tienen nada que ver con nosotros; aunque puede que tengamos una postura, en realidad es una interpretación y un discernimiento sobre su esencia; nuestra postura y nuestro principio de práctica es mantenernos alejados, rechazar estas cuestiones y su influencia y control. En cuanto a la postura que tengan los demás, no es de nuestra incumbencia; se trata de una cuestión del mundo del diablo y no tiene nada que ver con los creyentes en Dios. Estas cosas no tienen relación con la búsqueda de la verdad ni tampoco con la salvación, y mucho menos con cualquier postura de Dios respecto a ti; por tanto, no hace falta que tú adoptes ni expreses ninguna. Puedes limitarte a sonreír y decir: “Jefe, tengo una forma de pensar bastante superficial y mi mente es farragosa; he estudiado la política durante mucho tiempo, pero nunca he experimentado ninguna revolución política en mis pensamientos, así que como persona corriente que soy, sigo sin poder entender las directrices de los de arriba ni tampoco lo que quieres decir. Te pido perdón”. Como respuesta es suficiente. ¿Es eso engañar al fantasma? (Sí). O también puedes decir: “La mirada del jefe es luminosa y la de la gente es clara, pero yo soy el único en cuyos ojos hay confusión: ¡soy incapaz de ver ni de entender nada! No soy miembro del partido, así que no tengo espíritu de partido. No soy capaz de entender estas cosas. Háblanos, jefe, ostentas prioridad sobre nosotros. Digas lo que digas, te escucharemos y lo llevaremos a cabo. Con eso me basta”. ¿Acaso no es simple? ¿Cumples así con el principio de no dar a conocer tu posición? (Sí). Este actuar por inercia y no dejar clara tu posición te permite protegerte a ti mismo. ¿Sabe el jefe qué intención escondes? No. Solo piensa que eres un idiota: “Este tipo no busca progresar. Con unas condiciones tan favorables, la mayoría de la gente ya habría ascendido a un puesto mejor, incluso habría llegado a alcalde. Este tipo podría ser gobernador provincial, pero es que no quiere avanzar, se sigue haciendo el tonto y no se acerca a la organización, ¡es el típico idiota!”. ¿Qué pensarías en tu corazón?: “A tus ojos, soy un idiota. Pero a ojos de Dios soy una paloma inocente. Soy más valioso que tú, viejo diablo. Ostentas un cargo oficial y participas levemente en política, y te crees que eso te convierte en alguien superior. ¡A mis ojos no eres mejor que una diminuta langosta!”. ¿Puedes decir eso? (No). No puedes. Ten cuidado porque las paredes son finas; mejor se lo cuentas en casa al perro y listo. Hay muy pocas personas en el mundo de las que puedas fiarte y en las que confiar. Entonces, al enfrentarte a importantes cuestiones con base en los principios, ya sea en los círculos políticos o en cualquier grupo social, debes aprender a no dar a conocer tu posición, sobre todo en lo referente a la política, al poder o a elegir un bando. Desde luego, no debes dejar clara tu posición. Si lo haces, es como colocarte sobre una parrilla para que te asen. ¿Qué se siente al vivir esa experiencia? Si quieres averiguarlo, adopta una posición y lo verás. ¿Acaso no es así? (Sí). ¿Es posible no dar a conocer tu posición? Depende de lo que busques en tu corazón. Si en realidad persigues una carrera en el funcionariado, si quieres convertirte en funcionario, no solo adoptarás una posición, sino que la expresarás con claridad y lo harás delante de tu jefe, además de emprender la escalada hacia lo más alto. Si ese es el caso, acabarás convirtiéndote en una persona lamentable. No te mantienes alejado de la política; estás participando en ella. Si participas en política, adelante, márchate. No te quedes en la casa de Dios. Eres un incrédulo, perteneces al mundo, a los diablos, no a la casa de Dios; no perteneces al pueblo escogido de Dios. Aunque te hospedas en la casa de Dios, te has colado en ella, querías picar algo, recibir una bendición; alguien así no es bienvenido aquí. Sin embargo, por otra parte, si tienes excelentes cualificaciones personales y te hallas en una coyuntura en la que tienes múltiples oportunidades de convertirte en funcionario y empezar una carrera profesional, y a pesar de ello sigues evitando acercarte, participar, elegir un bando y adoptar una posición, entonces es posible que logres mantenerte alejado de la política. ¿Recuerdas estos principios? ¿Se pueden cumplir? (Sí). Como ves, en los círculos políticos, los que siempre quieren lucirse y destacar, así como aquellos que desean expresar sus puntos de vista y su postura con un fuerte deseo particular de manifestarse tienen una única meta: ostentar un cargo oficial. Dicho con buenas palabras, quieren participar en política; pero, en realidad, solo quieren ostentar un cargo, tener autoridad y disfrutar de una buena vida gracias a su puesto. Quieren usarlo para conseguir diferentes metas personales e incrementar su prestigio. ¿No es ese el caso? (Sí). Algunas personas no tienen muy buen calibre; tienen defectos. Sin embargo, siguen queriendo convertirse en funcionarios y participar en política. Así pues, confían en sus esfuerzos y escalan a cualquier precio; adulan a sus superiores y obran como los matones personales de los funcionarios del gobierno. Al final, logran su objetivo de participar en política y hacen realidad su sueño de tener una carrera de funcionario.
Hemos hablado sobre cinco principios relacionados con mantenerse alejado de la política. El primero es no unirse a ningún partido. Verás, los dirigentes de cualquier país pertenecen a un partido político, por no mencionar a los líderes de los países autoritarios, que también pertenecen a uno. Por tanto, el primer principio de mantenerse alejado de la política es no unirse a ningún partido. ¿No estaba diciendo esto hace un momento? (Sí). Entonces, ¿cuál es el segundo principio? (No acercarse a ellos). No acercarse a ellos o a los círculos políticos. ¿Cuál es el tercer principio? (No participar). Eso es, no participar en ninguna de sus actividades, movimientos o discusiones ideológicas, es decir, no formar parte de ellas. ¿Cuál es el cuarto principio? (No elegir un bando). No elijas un bando, deja que discutan entre ellos quién lleva o no la razón; en pocas palabras, no elijas un bando. ¿Cuál es el quinto principio? (No dar a conocer tu posición). Eso es. Alguien dice: “Si no das a conocer tu posición, ¿acaso no estás siendo una mera molestia?”. Tú respondes: “No tengo opinión, solo soy una persona corriente, no poseo mucha educación, mi forma de pensar no da para tanto; ¿qué clase de opinión puedo tener? Solo soy un ciudadano promedio, déjame en paz”. No tienes opinión en ningún momento. Cuando recurren a ti para que adoptes una postura, finges que estás roncando, dormido, y cuando la gente ve que no te interesa progresar, no te pedirá que compartas tu opinión, lo cual funciona de maravilla, ¿verdad? ¿Cuántos principios son en total? (Cinco). Si sigues estos cinco principios, puedes mantenerte alejado de la política y que no te coaccione, afecte o refrene ninguna de sus fuerzas. Ya tengas que lidiar con los círculos políticos superiores o inferiores, si pones en práctica estos cinco principios, serás capaz de mantenerte alejado de la política. Este es un tema que se aplica a tu carrera profesional. Por supuesto, aunque no tengas profesión, estos principios siguen siendo los mismos, son inalterables. Aunque no tengas empleo, debes practicarlos igualmente para mantenerte alejado de la política; los principios no cambian. Entonces, ¿por qué debes mantenerte alejado de la política? ¿Qué es la política? Es una lucha, un juego de poder. Es conspiración y estrategia. ¿Qué más es? Es también esos movimientos o actividades promovidos por diversas fuerzas. Fíjate, ni siquiera podéis explicar qué es la política y, aun así, el gran dragón rojo acusa a la gente en la iglesia de involucrarse en ella. ¿No es esto absurdo? ¿Acaso no les resulta sencillo encontrar faltas cuando quieren hacerlo? (Sí). Se trata claramente de una acusación falsa. Algunos idiotas y atolondrados, tras escuchar las palabras endiabladas del gran dragón rojo, caen en tal limitación que no se atreven a aplicar el discernimiento ante este ni ante Satanás. Cada vez que surge el tema de distinguir al gran dragón rojo o a Satanás, se esconden en un rincón y no se atreven a abrir la boca, solo se aclaran la garganta o fingen confusión. ¿Por qué fingen? No les hace falta hacerlo, ni siquiera entienden qué es la política, ¿cómo van entonces a participar en ella? ¿Es capaz semejante atolondrado de participar en política? Por tanto, para la mayoría de las personas corrientes, mantenerse alejado de la política es en realidad algo factible. Acabamos de enfatizar un aspecto de principio, el de no hacer nada estúpido, evitar involucrarse en política sin darse cuenta, verse arrastrado por ella sin siquiera saberlo y acabar por convertirse en un cabeza de turco o chivo expiatorio sin entender qué ha sucedido. Entonces, la razón por la que hablamos sobre estos principios es, por una parte, para hacerte ver que tu inteligencia sencillamente no es suficiente para comprender la verdadera esencia de la política. Por otra, si practicas estos principios, serás capaz de protegerte mejor a ti mismo y evitar que se aprovechen de ti en cualquier situación, o en aquellas en las que no eres consciente de ello o tienes desconocimiento. Con simplemente atenerte a estos principios puedes garantizar tu propia seguridad relativa en cualquier grupo. Por tanto, estos principios no solo son tu amuleto de protección, sino también los que Dios te insta a seguir en el ámbito de la política. Al seguir estos principios, puedes disfrutar de los beneficios que te aporta la verdad, y se podría decir también que Dios te salvaguarda. Si te parece que la salvaguarda de Dios es vaga y vacía y no puedes verla ni sentirla, entonces puedes elegir practicar estos cinco principios. De este modo, puedes experimentar realmente la salvaguarda de Dios, que es de una clase más auténtica. No se trata solo de usar las palabras de Dios para tu protección, sino de protegerte mediante la práctica de dichas palabras y de la adhesión a los principios-verdad que Él te ha revelado. En cualquier caso, se logra el objetivo definitivo, y al mantenerte alejado de la política eres capaz de mantenerte a salvo de malvados grupos de gente, de evitar diferentes tentaciones y crisis, y de así aquietar tu cuerpo y tu mente ante Dios en un estado de calma, paz y seguridad, de modo que puedas perseguir la verdad. Sin embargo, si eres idiota y no sabes cómo seguir los principios que ha enseñado Dios y tratas de destacar y lucirte de un modo arbitrario; si a menudo obras imprudentemente y te involucras en diferentes disputas y conflictos que surgen de la política y los grupos; si sueles caer en diversas trampas y tentaciones y tu vida cotidiana se ve arrastrada y perturbada por ellas mientras empleas todo tu tiempo en manejar y abordar estas luchas relacionadas con las disputas y las perturbaciones, entonces se podría decir que tu corazón nunca acudirá ante Dios y nunca te calmarás realmente ante Él. Si no eres capaz de lograr tan poca cosa, entonces no hay esperanza de que comprendas las palabras de Dios, de que profundices en la verdad o la entiendas, de que la practiques y de que te embarques en la senda de perseguir la verdad para salvarte. Que te atrapen estas cosas equivale a que te atrape el diablo. Si no cuentas con principios para manejar semejantes asuntos, tu desenlace definitivo se verá engullido por ellos. Tu día a día, tu corazón y tu vida se hallarán enredados en tales disputas y luchas. En lo único que pensarás es en cómo deshacerte de ellas, en cómo pelear y discutir con esas personas y en cómo probar tu inocencia y exigir justicia. Por consiguiente, cuanto más te encuentras atrapado en esos asuntos, más quieres probar enseguida tu inocencia, exigir justicia y obtener una explicación, y más caótico y complicado se vuelve tu corazón. Cuanto más complicado y caótico sea tu entorno exterior, más complicado y caótico se volverá tu ser interior. De este modo, estarás completamente acabado, Satanás te controlará y te convertirá en su cautivo. Si sigues queriendo perseguir la verdad y salvarte, ¡será imposible! No valdrás para absolutamente nada, estarás más allá de la redención. Para entonces dirás: “Lamento todo esto. ¡El círculo político de Satanás no es nada más que un lodazal! De haberlo sabido, habría escuchado las palabras de Dios”. Te lo dije hace mucho, pero no Me creíste. Insististe en obtener una explicación por su parte, además de sus buenas palabras, sus elogios y su reconocimiento. Rechazaste atenerte a los principios y criterios que Dios te manifestó, así que mereces que ellos te arrastren hasta que mueras. Al final, Satanás será destruido y tú también junto a él; te convertirás en la ofrenda en su funeral. ¡Te lo mereces! ¿Quién te hizo seguir a Satanás? ¿Quién te obligó a acudir a él en busca de explicaciones? ¿Quién te hizo ser tan necio? Dios te dio sabiduría, pero no la aplicaste. Te dio principios, pero no te atuviste a ellos. Insististe en actuar por tu cuenta, en pelear contra esa gente con tu propia mente, con tus propios talentos y dones. ¿Eres capaz de derrotar al diablo? Por otra parte, Dios no te encomendó que lucharas contra el diablo. Lo que Él te encomendó es que siguieras Su camino, no que lucharas contra el diablo. Luchar contra este no te aporta ningún valor. Dios no lo recuerda. Aunque lo derrotes, no lograrás la salvación. ¿Lo entiendes ahora? Por tanto, en el sector y el círculo de la política, debes recordar estos principios que la gente debe seguir. Tal vez aquellos de vosotros que estáis en estos momentos cumpliendo con vuestro deber a tiempo completo consideréis estas palabras poco realistas y relativamente ajenas a vosotros mismos. Pero, como mínimo, te permiten conocer qué es la política, cómo debes tratarla, cómo contemplar a aquellos que viven en los círculos políticos o van en busca de perspectivas políticas y cómo ayudarlos a la hora de abordar sus problemas si creen en Dios. Estas son las cuestiones más básicas que debéis saber. En cuanto entiendas y aceptes por completo estos principios, serás capaz de ayudarlos, y cuando te encuentres con ellos, serás capaz de manejar y resolver estos asuntos mediante el uso de los principios correspondientes. Bueno, vamos a dejar aquí la charla sobre el tema de mantenerse alejado de la política. ¡Adiós!
18 de junio de 2023