Cómo perseguir la verdad (3)

¿Dónde nos quedamos en nuestra comunicación de la última reunión? Estábamos comunicando sobre cómo perseguir la verdad, algo que está relacionado con dos importantes temas que son primordialmente dos aspectos de práctica. ¿Cuál es el primero? (El primero es desprenderse). ¿Y el segundo? (El segundo es dedicarse). El primero es desprenderse y el segundo dedicarse. Respecto a la práctica de “desprenderse”, primero comunicamos sobre desprenderse de varias emociones negativas. El primer aspecto de “desprenderse” implica desprenderse de varias emociones negativas. Entonces, cuando hablamos sobre ello, ¿a qué emociones nos referimos? (La primera vez, Dios habló sobre la inferioridad, el odio y la ira, y la segunda sobre la depresión). La primera vez hablé sobre la necesidad de desprenderse del odio, la ira y la inferioridad, hablé sobre todo de esas tres emociones negativas, y también mencioné al pasar la depresión. La segunda vez, hablé sobre la práctica de desprenderse de la depresión como una de las emociones negativas. La gente se deprime por todo tipo de razones, y la vez anterior me centré en las varias maneras en las que puede surgir la emoción negativa de la depresión. Decidme, ¿cuáles fueron las causas principales que planteé para el surgimiento de la emoción de la depresión? (Dios, hay en total tres causas. La primera es que a la gente siempre le parezca que tiene un mal destino; la segunda, que culpen a la mala suerte de las cosas que les suceden, y la tercera se da cuando han cometido transgresiones graves en el pasado, o cuando han hecho cosas necias e ignorantes, que provocaron que se sumieran en la depresión). Estas son las tres principales. La primera es que la gente cree que su destino es malo, y entonces suelen sentirse depresivos; la segunda es que les parece que no tienen suerte, así que también se deprimen a menudo; y la tercera se da porque han cometido graves transgresiones, lo cual lleva a que con frecuencia se sientan depresivos. Estas son las tres causas principales. La emoción de la depresión no es un sentimiento fugaz de negatividad o tristeza. En cambio, es una emoción negativa habitual y recurrente en la mente, que surge por determinadas causas. Esta emoción negativa provoca que la gente tenga muchos pensamientos, puntos de vista y planteamientos negativos, e incluso muchos pensamientos, puntos de vista, comportamientos y métodos extremos y distorsionados. No es un estado de ánimo temporal o una idea pasajera; es una emoción negativa recurrente y habitual, presente todo el tiempo en la gente, acompañando a las personas en su vida, en lo más profundo de su corazón, en el fondo de su alma, y en sus pensamientos y acciones. Estas emociones negativas no solo afectan a la conciencia y razón de la humanidad normal de las personas, sino que pueden causar también un impacto en los diversos planteamientos, puntos de vista y perspectivas que tienen en la manera en la que contemplan a las personas y las cosas, y en su comportamiento y acciones en sus vidas cotidianas. Por tanto, es necesario que analicemos diferentes emociones negativas, que las diseccionemos y reconozcamos, antes de luego desprendernos de ellas y cambiarlas una a una, esforzándonos por dejarlas atrás poco a poco, a fin de que tu conciencia y razón, además del pensamiento de tu humanidad, se vuelvan normales y prácticos, y para que el modo en el que contemplas a las personas y las cosas y el modo en el que te comportas y haces las cosas en tu vida cotidiana ya no se vea afectado, controlado o siquiera reprimido por estas emociones negativas: este es el principal objetivo de diseccionar y discernir estas diversas emociones negativas. Lo primordial no es que escuches lo que digo, lo conozcas y comprendas, y ya con eso sea todo, sino que conozcas mediante Mis palabras cómo de dañinas son exactamente las emociones negativas para las personas, que sepas el daño que hacen y lo grande que es el impacto que tienen en las vidas cotidianas de la gente, en el modo en el que contemplan a las personas y las cosas, y en el que se comportan y conducen.

También hemos comunicado antes sobre cómo, hasta cierto punto, estas emociones negativas no alcanzan el nivel de las actitudes corruptas y de una esencia corrupta, pero fomentan y exacerban las actitudes corruptas de las personas hasta cierto grado, sirviendo como base para que hagan las cosas según sus actitudes corruptas y dándoles más razones para vivir conforme a estas, con el apoyo de dichas emociones negativas, además de darles razones para contemplar a cualquier persona o cosa con base en sus actitudes corruptas. Todas estas emociones negativas, por tanto, impactan las vidas cotidianas de las personas en diferentes grados y, hasta cierto punto, afectan y controlan sus diversos pensamientos, e influencian las actitudes, perspectivas y planteamientos que tienen sobre la verdad y sobre Dios. Se puede decir que esas emociones negativas no causan en absoluto un buen impacto en las personas, ni ningún efecto positivo o útil, sin embargo, por el contrario, solo pueden perjudicarlas. Por eso, cuando viven dentro de estas emociones negativas, sus corazones están naturalmente influenciados y controlados por ellas, y son incapaces de dejar de vivir en un estado de negatividad, e incluso adoptan puntos de vista extremos sobre las personas y las cosas desde planteamientos absurdos. Cuando la gente contempla a una persona o una cosa desde la perspectiva y el planteamiento de las emociones negativas, los comportamientos, enfoques y efectos de la conducta y las acciones que producen se verán naturalmente adulterados por emociones extremas, negativas y depresivas. Estas emociones negativas, depresivas, y extremas harán que las personas sean desobedientes a Dios, estén insatisfechas con Él, lo culpen, lo desafíen, e incluso se opongan a Él, además de, por supuesto, odiarlo. Por ejemplo, cuando una persona cree que tiene un mal destino, ¿a quién culpa de ello? Puede que no lo diga, pero en su corazón cree que Dios ha actuado mal y que es injusto, y piensa: “¿Por qué Dios lo ha hecho tan bien parecido? ¿Por qué Dios le permitió nacer en una familia tan estupenda? ¿Por qué le dio tantos dones? ¿Por qué le dio tan buen calibre? ¿Por qué mi calibre es tan malo? ¿Por qué Dios dispuso que él fuera líder? ¿Por qué nunca es mi turno, por qué no he llegado a ser líder ni una sola vez? ¿Por qué a él le funciona todo tan bien y cuando yo hago algo, nunca sale bien o sin problemas? ¿Por qué mi destino es tan miserable? ¿Por qué las cosas que me pasan son tan distintas? ¿Por qué solo me pasan cosas malas?”. Aunque estos pensamientos que surgen de las emociones depresivas no provocan que las personas culpen a Dios o se opongan a Él y a su destino en su conciencia subjetiva, sí que provocan que las personas se suman a menudo e involuntariamente en emociones como ser desobedientes, estar insatisfechas, resentidas, ser envidiosas y odiosas en lo más profundo de sus corazones. En casos graves, pueden incluso provocar pensamientos y comportamientos más extremos. Por ejemplo, cuando algunas personas ven que otra se desempeña mejor que ellas y Dios la elogia, sienten envidia y odio. Como consecuencia, ponen en marcha una serie de acciones mezquinas; hablan mal de la otra persona y la menosprecian a sus espaldas, hacen en secreto cosas turbias e irracionales, etcétera. El surgimiento de esta serie de problemas está directamente relacionado con su depresión y sus emociones negativas. Al principio, esta serie de pensamientos, comportamientos, y enfoques que surgen de sus emociones depresivas pueden parecer meros tipos de emociones, pero a medida que las cosas progresan, estas emociones negativas y depresivas pueden alentar cada vez más a las personas a vivir según sus actitudes satánicas corruptas. Sin embargo, si la gente entiende la verdad y vive con humanidad normal, cuando estas emociones negativas y depresivas surgen dentro de ellos, su conciencia y razón pueden rápidamente entrar en acción, y son capaces de percibir la presencia y perturbación de estas emociones depresivas y desentrañarlas. Entonces, muy pronto pueden dejar atrás sus emociones depresivas y, cuando se encuentran con personas, acontecimientos y cosas en su situación actual, pueden hacer juicios racionales y considerar de manera racional las situaciones que encuentran y las cosas que experimentan desde la perspectiva correcta. Cuando las personas hagan todas estas cosas racionalmente, lo más básico que podrán lograr es aceptar el gobierno de la conciencia y la razón de la humanidad normal. Mejor aún, si comprenden la verdad, podrán actuar de acuerdo con los principios-verdad de una manera más racional, sobre la base de su conciencia y razón, y no se comportarán ni actuarán bajo el dominio de sus actitudes corruptas. Sin embargo, si las emociones negativas ocupan la posición predominante en sus corazones, influenciando sus pensamientos, puntos de vista, y la manera en que manejan los asuntos y se comportan, entonces naturalmente estas emociones negativas afectarán a su progreso en la vida, y conducirán a que sus pensamientos, elecciones, comportamiento y enfoques se vean obstruidos y perturbaciones en toda clase de situaciones. Por un lado, estas emociones negativas fomentan las actitudes corruptas de las personas, haciendo que se sientan a gusto y justificadas viviendo en ellas; por otro lado, también pueden hacer que se resistan a las cosas positivas y vivan en la negatividad, reacias a ver la luz. De este modo, las emociones negativas se vuelven más desenfrenadas y graves en las personas, y no les permiten de ninguna manera actuar racionalmente, dentro de los límites de la conciencia y la razón. Por el contrario, impiden que las personas busquen la verdad y vivan ante Dios y, de este modo, sufren una degeneración natural incluso más pronunciada, con lo que no solo se sienten negativas, sino que también se alejan de Dios. ¿Y cuáles serán las consecuencias de que las cosas sigan así? Las emociones negativas no solo no pueden resolver las actitudes corruptas de las personas, sino que las fomentarán, lo que hará que las personas gestionen los asuntos y se comporten de acuerdo con sus actitudes corruptas y sigan su propio camino. ¿Qué hará la gente cuando esté dominada por pensamientos y puntos de vista falaces y extremos? ¿Perturbarán el trabajo de la iglesia? ¿Difundirán negatividad y juzgarán a Dios y la organización de trabajo de Su casa? ¿Culparán a Dios y lo desafiarán? No cabe duda de que lo harán. Estas son las consecuencias definitivas. Una serie de enfoques, como la desobediencia, la insatisfacción, la negatividad y la oposición surgirán dentro de las personas. Se trata de la totalidad de las consecuencias de las emociones negativas que toman una posición predominante en los corazones de las personas durante un largo periodo de tiempo. Fijaos, apenas una pequeña emoción negativa, una que la gente parece ser incapaz de sentir, de la que ni siquiera pueden percibir su existencia o notar cualquier efecto que tenga sobre ellos; esta pequeña emoción negativa aún los sigue como si hubiera estado con ellos desde su nacimiento. Provoca en las personas daños de todas las formas y tamaños, e incluso está constantemente envolviéndote, intimidándote, reprimiéndote y atándote, hasta el punto de que te acompaña todo el tiempo, igual que lo hace tu vida, y sin embargo no eres consciente de que es así, pues vives a menudo dentro de ella y la das por sentada, pensando cosas como: “Así es como se supone que debe pensar la gente, no hay nada malo en ello, es muy normal. ¿Quién no tiene pensamientos activos como estos? ¿Quién no tiene algunas emociones negativas?”. Eres incapaz de sentir el daño que esta emoción negativa te está causando, pero este es muy real, y a menudo te verás incitado por ella en contra de tu voluntad a hacer brotar de manera natural tus actitudes corruptas, y a actuar y comportarte basándote en ellas, hasta que en última instancia lo acabas haciendo todo conforme a tus actitudes corruptas. Te puedes imaginar cuáles son los desenlaces de esto: todos negativos, todos adversos, sin nada beneficioso o positivo, mucho menos algo que pueda ayudar a la gente a obtener la verdad y el elogio de Dios; estos no son desenlaces optimistas. Por tanto, mientras en una persona existan emociones negativas, todo tipo de pensamientos y puntos de vista negativos influenciarán y dominarán gravemente su vida. Mientras los pensamientos y puntos de vista negativos influyan y dominen su vida, habrá enormes obstáculos que les impedirán perseguir la verdad, practicarla y entrar en la realidad-verdad. Por eso, es necesario que continuemos exponiendo y diseccionando estas emociones negativas, a fin de poder resolver todas ellas.

Las emociones negativas sobre las que acabamos de comunicar causan un efecto serio y provocan un daño grave en las personas, pero existen otras emociones negativas que influencian y hacen daño a las personas igualmente. Además de las emociones negativas de odio, ira, inferioridad y depresión, de las que ya hemos hablado, están las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación. Estas emociones también están arraigadas en lo más profundo del corazón de las personas y las acompañan en su vida cotidiana, en sus palabras y en sus acciones. Por supuesto, cuando le suceden cosas a la gente, también afectan a los pensamientos y puntos de vista que surgen en su interior, así como a los planteamientos y perspectivas que adoptan. Hoy diseccionaremos y expondremos las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación, y nos esforzaremos por ayudar a las personas a descubrirlas dentro de sí mismas. Una vez que descubren estas emociones negativas dentro de sí mismas, el objetivo final es que las conozcan a fondo, las desechen, dejen de vivir bajo su influencia y no vivan ni se comporten con estas emociones negativas como base y fundamento. Primero, veamos las palabras “angustia, ansiedad y preocupación”. ¿No son formas de expresar emociones? (Sí). Antes de comunicar sobre este tema, contemplémoslo primero, para que tengas el concepto más básico de “angustia, ansiedad y preocupación”. Tanto si llegas a una comprensión literal de las palabras como a una más profunda más allá de su significado literal, tendrás entonces un conocimiento básico de estas emociones negativas. Contadme primero qué os ha causado preocupación en el pasado, o por qué cosas te sientes siempre angustiado, ansioso y preocupado. Pueden ser como una gran piedra que te aplasta, o como una sombra que siempre te sigue, atándote. (Dios, voy a decir unas palabras. Cuando no obtengo ningún resultado en mi deber, esta emoción es bastante prominente, y me preocupa que se me ponga en evidencia y descarte, y si tendré un buen futuro y un buen destino. Cuando logro resultados en mi deber, no me siento así, pero siempre que no los obtengo durante cierto tiempo, este tipo de emoción negativa se torna extremadamente evidente). ¿Acaso no es esta una manifestación de las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación? (Sí). Así es. Este tipo de emoción negativa se esconde en lo más profundo del corazón de las personas en todo momento, e influye constantemente en sus pensamientos. Aunque la gente no puede sentir este tipo de emoción negativa cuando no ha ocurrido nada malo, es como un olor, o como una especie de gas, o incluso más como una onda eléctrica. No puedes verla y, cuando no eres consciente de ella, tampoco puedes sentirla. Sin embargo, siempre puedes sentir su presencia en lo más profundo de tu corazón, como el denominado sexto sentido, y siempre puedes sentir de manera subconsciente la existencia de este tipo de pensamiento y emoción. En el momento, lugar y contexto apropiados, este tipo de emoción negativa surgirá y emergerá poco a poco. ¿No es así? (Sí). Entonces, ¿qué otras cosas os hacen sentir angustiados, ansiosos y preocupados? ¿No hay nada además de lo que acabamos de mencionar? Si es así, entonces debéis estar viviendo muy felizmente y sin preocupaciones, sin ninguna ansiedad y sin sentiros angustiados por nada, entonces desde luego seríais personas libres. ¿Es así? (No). Entonces, decidme qué hay en vuestros corazones. (Cuando no cumplo bien con mi deber, siempre estoy preocupada por perder reputación y estatus, preocupada por lo que mis hermanos y hermanas pensarán de mí, y por lo que mi líder pensará de mí. Además, cuando estoy trabajando con mis hermanos y hermanas para cumplir con mi deber y sigo revelando mis actitudes corruptas, siempre me preocupa haber creído en Dios durante tanto tiempo y no haber cambiado en absoluto, y que, si esto sigue así, tal vez algún día me descarten. Estos son los recelos que tengo). Cuando tienes estos recelos, ¿aparecen en ti las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación? (Sí). Entonces, la mayoría estáis ansiosos y preocupados porque no estáis cumpliendo bien con vuestros deberes, ¿me equivoco? (Sobre todo, estoy preocupado por mi futuro y mi destino). La preocupación por el futuro y el destino de uno es la predominante. Cuando la gente no es capaz de desentrañar, comprender, aceptar o someterse a los entornos que Dios orquesta y a Su soberanía, y cuando la gente se enfrenta a diversas dificultades en su vida diaria, o cuando estas dificultades superan lo que la gente normal puede soportar, sienten de un modo subconsciente todo tipo de preocupación y ansiedad, e incluso angustia. No saben cómo será mañana, ni pasado mañana, ni cómo serán las cosas dentro de unos años, ni cómo será su futuro, y por eso se sienten angustiados, ansiosos y preocupados por todo tipo de cosas. ¿Cuál es el contexto en el que la gente se siente angustiada, ansiosa y preocupada por todo tipo de cosas? Es que no creen en la soberanía de Dios, es decir, son incapaces de creer en la soberanía de Dios y desentrañarla. Aunque lo vieran con sus propios ojos, no lo entenderían ni lo creerían. No creen que Dios tenga soberanía sobre su destino, no creen que sus vidas estén en manos de Dios, y por eso surge en sus corazones la desconfianza hacia la soberanía y los arreglos de Dios, y entonces surge la culpa, y son incapaces de someterse. Además de culpar y ser incapaces de someterse, quieren ser dueños de su propio destino y actuar por iniciativa propia. ¿Cuál es entonces la situación real después de que empiezan a actuar por iniciativa propia? Lo único que pueden hacer es vivir confiando en su propio calibre y habilidades, pero hay muchas cosas que no pueden conseguir, ni alcanzar, ni lograr con su propio calibre y habilidades. Por ejemplo, qué les ocurrirá en el futuro, si podrán entrar en la universidad, si podrán conseguir un buen trabajo cuando la terminen, y si todo les irá bien una vez que consigan un trabajo; y si quieren ascender y hacerse ricos, si podrán alcanzar sus ideales y deseos en unos pocos años; y luego, cuando quieran encontrar pareja, y casarse y formar una familia, ¿qué tipo de pareja les convendrá? Para el hombre, estas cosas son desconocidas. Al desconocerlas, se sienten perdidos. Cuando se sienten perdidos, se angustian, se ponen ansiosos y se preocupan, y esas son las sensaciones que tienen por todo lo que les puede deparar el futuro. ¿Por qué ocurre esto? Porque, en el ámbito de la humanidad normal, la gente no puede soportar todas estas cosas. Nadie sabe cómo será dentro de unos años, nadie sabe cómo será su trabajo, su matrimonio o sus hijos en el futuro; la gente simplemente no sabe estas cosas. Son cosas que no se pueden prever dentro del alcance de las capacidades de la humanidad normal, y por eso la gente siempre se siente angustiada, ansiosa y preocupada por ellas. No importa lo simple que sea la mente de una persona, mientras sea capaz de pensar, estas emociones negativas surgirán en lo más íntimo de su corazón una vez que alcance la edad adulta, una por una. ¿Por qué surgen en la gente la angustia, la ansiedad y la preocupación? Porque la gente siempre se inquieta y se agita por cosas que van más allá del alcance de su capacidad; siempre quiere saber, comprender y lograr cosas que van más allá del alcance de su capacidad, e incluso controlar cosas que quedan fuera del rango de las capacidades de la humanidad normal. Quieren controlar todo esto, y no solo eso: también quieren que las leyes y los resultados del desarrollo de estas cosas progresen y se cumplan según su propia voluntad. Por tanto, dominada por tales pensamientos irracionales, la gente siente angustia, ansiedad y preocupación, y las consecuencias de estas emociones difieren de una persona a otra. Con independencia de las cosas por las que la gente se siente intensamente angustiada, ansiosa o preocupada, con lo que se forman estas emociones negativas, la gente debería tomárselas muy en serio y buscar la verdad para resolverlas.

Comunicaremos sobre las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación principalmente desde dos aspectos. El primero será diseccionar e identificar las dificultades que tienen las personas, y a partir de ahí detectar con exactitud las razones por las que surgen las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación, y cómo nacen; el segundo será diseccionar las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación en cuanto a las diversas actitudes que tienen las personas hacia la obra de Dios. ¿Lo entendéis? (Sí). ¿Cuántos aspectos hay? (Dos). Debemos diseccionar las razones por las que surgen las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación, primero a partir de las dificultades que tiene la gente, y segundo en función de su postura respecto a la obra de Dios. Repetidme esto. (Debemos diseccionar las razones por las que surgen las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación, primero a partir de las dificultades que tiene la gente, y segundo en función de su postura respecto a la obra de Dios). Las personas pueden tener muchas dificultades, y todas ellas las encuentran en su vida cotidiana, se trata de dificultades que surgen a menudo en el ámbito de una vida con humanidad normal. ¿Y cómo surgen esas dificultades? Se producen porque la gente siempre pretende extralimitarse, siempre intenta controlar su propio destino, conocer su futuro de antemano. Si su futuro no pinta bien, acuden enseguida a un experto en feng shui o a un adivino para que lo repare y lo corrija. Por eso se encuentran tantas dificultades en su vida cotidiana, y son estas dificultades las que hacen que la gente caiga a menudo en las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación. ¿Cuáles son esas dificultades? Primero echemos un vistazo a lo que la gente considera su mayor dificultad, ¿cuál es? Sus perspectivas de futuro, es decir, cómo será el futuro de una persona en esta vida, si en el futuro será rica o será normal, si podrá destacar, alcanzar un gran éxito y prosperar en el mundo y entre la gente. En especial, los que creen en Dios tal vez no sepan lo que les ocurrirá a los demás en el futuro, pero a menudo se preocupan por su propio porvenir y siempre se preguntan: “¿Es esto todo lo que conlleva creer en Dios? ¿Llegaré a destacar entre los demás en el futuro? ¿Podré asumir un papel importante en la casa de Dios? ¿Podré ser un líder de equipo o alguien al cargo? ¿Podré ser un líder? ¿Qué pasará conmigo? Si constantemente cumplo con mi deber así en la casa de Dios, al final, ¿qué será de mí? ¿Obtendré la salvación? ¿Tendré perspectivas de futuro? ¿Todavía he de seguir haciendo mi trabajo en el mundo? ¿Tengo que seguir estudiando la competencia profesional que estaba aprendiendo antes, o profundizar en ella? Si puedo seguir cumpliendo con mi deber a tiempo completo en la casa de Dios, no debería tener problemas con las necesidades básicas de la vida, pero si no cumplo bien con mi deber y me reasignan y sustituyen, ¿cómo viviré entonces? ¿Debería aprovechar ahora, antes de que me sustituyan o descarten, y prepararme para esa eventualidad?”. Se preguntan estas cosas y ven que tienen algunos ahorros, y piensan: “¿Cuántos años podré aguantar con lo que tengo ahorrado? Ahora tengo treinta y tantos años y dentro de diez estaré en la cuarentena. Si me apartan de la iglesia, ¿seré capaz de seguir con la situación cuando vuelva al mundo? ¿Será mi salud lo bastante buena para permitirme seguir trabajando? ¿Podré ganar lo suficiente para vivir? ¿Tendré dificultades para vivir? Cumplo con mi deber en la casa de Dios, pero ¿me mantendrá Dios hasta el final?”. Aunque piensan en estas cosas todo el tiempo, nunca encuentran las respuestas. Aunque nunca llegan a una conclusión, no pueden evitar seguir pensando en ellas: están fuera de su control. Cuando se topan con algún contratiempo o dificultad, o cuando algo no sale como querían, en lo más íntimo de su corazón se plantean estas cosas, sin decírselo a nadie. Cuando algunas personas son podadas, cuando son reemplazadas en sus funciones, cuando son reasignadas a diferentes tareas, o cuando se encuentran con alguna que otra crisis, buscan involuntariamente una vía de retirada y no pueden evitar urdir planes y artimañas para sus próximos pasos. Al margen de lo que ocurra al final, la gente suele urdir planes y artimañas para las cosas que les preocupan, les generan ansiedad y angustia. ¿Acaso estas cosas en las que piensan no se deben a sus perspectivas de futuro? ¿No surgen estas emociones negativas porque son incapaces de desprenderse de tales perspectivas? (Sí). Cuando las personas se sienten especialmente entusiastas y las cosas funcionan muy bien en el cumplimiento de sus deberes, y especialmente cuando son ascendidas, se les usa para algunas tareas importantes, cuando disfrutan del apoyo de la mayoría de los hermanos y hermanas, y cuando se ve reflejado su propio valor, entonces no piensan sobre estas cosas. En el momento en que su reputación, estatus e intereses se ven amenazados, no pueden evitar volver a refugiarse en las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación. Cuando vuelven a estas emociones negativas, la forma en que las afrontan no es huir de ellas o rechazarlas, sino más bien atenderlas, e intentar esforzarse por sumirse en estos sentimientos de angustia, ansiedad y preocupación, en profundizar en ellos. ¿Por qué digo esto? Cuando las personas se sumen en estas emociones negativas, entonces tendrán más razones, más excusas, y podrán hacer planes con más libertad para su futuro y para sus próximos pasos. Mientras están haciendo estos planes, piensan que así es como debe ser, que esto es lo que se supone que deben hacer, y utilizan el dicho, “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”, y este otro, “El que no planifica el futuro se encontrará con problemas al alcance de la mano”, lo que significa que, si no haces planes y consideras tu futuro y destino con antelación, entonces a nadie más le preocupará ni le importará. Cuando no tengas ni idea de cómo dar el siguiente paso, te enfrentarás a la incomodidad, el dolor y la vergüenza, y el que sufrirá y soportará las adversidades serás tú. Por eso, la gente se cree muy lista, y a cada paso que da, mira otros diez hacia delante. En el momento en que se topan con alguna dificultad o decepción, vuelven de inmediato a sus emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación para protegerse, para que su futuro y su próximo paso en la vida sean infalibles, para tener comida que llevarse a la boca y ropa que ponerse, para no vagar por las calles y para que no les falte comida ni ropa. Por tanto, bajo la influencia de estas emociones negativas, a menudo se advierten a sí mismos, pensando: “Debo hacer planes con antelación, guardarme algunas cosas y dejarme una vía de escape suficiente. No debo ser estúpido, mi destino está en mis manos. La gente suele decir: ‘Nuestro destino está en manos de Dios, y Él es soberano sobre el destino de los hombres’. Pero eso no es más que palabrería. ¿Quién ha visto esto en realidad? ¿Cómo ejerce Dios soberanía sobre nuestros destinos? ¿Quién ha visto a Dios preparar personalmente tres comidas al día para alguien, o arreglarle todas las cosas que necesita en la vida? Nadie”. La gente cree que cuando no ven la soberanía de Dios, y si se sienten angustiados, ansiosos y preocupados por sus perspectivas de futuro, entonces estas emociones negativas son como una protección para ellos, como un escudo protector, un refugio seguro. Constantemente se advierten y se recuerdan a sí mismos que deben hacer planes para el futuro, que tienen que preocuparse por el mañana, que no deben atiborrarse de comida todo el día y permanecer ociosos; que no está mal hacer planes y buscarse una salida, trabajar día y noche en aras del propio futuro. Se dicen a sí mismos que esto es natural, está perfectamente justificado y no es algo de lo que avergonzarse. Así, aunque la gente cree que la angustia, la ansiedad y la preocupación son emociones negativas, nunca piensan que sentirlas sea algo malo, nunca les parece que estas emociones negativas puedan estar perjudicándoles de alguna manera, o que puedan ser obstáculos para su búsqueda de la verdad y para entrar en la realidad-verdad. En cambio, las disfrutan sin descanso, y viven voluntaria e infatigablemente dentro de estas emociones negativas. Esto se debe a que creen que solo pueden estar seguros viviendo dentro de estas emociones negativas y sintiéndose siempre angustiados, ansiosos y preocupados por sus perspectivas de futuro. De lo contrario, ¿quién más se sentiría angustiado, ansioso y preocupado por su futuro? Nadie. Nadie los ama más de lo que ellos se aman a sí mismos, nadie les entiende ni les comprende como ellos mismos lo hacen. Así que, aunque las personas puedan reconocer hasta cierto punto y en términos de palabras y doctrinas que la existencia de esas emociones negativas es perjudicial para ellas, siguen sin estar dispuestas a renunciar a esas emociones negativas porque estas les permiten aferrarse firmemente a la iniciativa de agarrar y tomar el control de su propio futuro. ¿Es esto correcto? (Sí). Para las personas, por tanto, preocuparse, sentirse ansiosas y angustiadas por su futuro es un asunto de tremenda responsabilidad. No es nada vergonzoso, patético u odioso, sino que para ellas es más bien tal y como deben ser las cosas. Por eso a la gente le resulta muy difícil desprenderse de estas emociones negativas, como si hubieran convivido con ellas desde su nacimiento. En lo único que piensan desde que nacen es en sí mismos, y lo más importante para ellos son sus propias perspectivas de futuro. Piensan que, si se aferran firmemente a su futuro y lo vigilan, vivirán una vida sin preocupaciones. Piensan que con buenas perspectivas de futuro, tendrán todo lo que quieran, y todo será coser y cantar. Y por eso, la gente nunca se cansa de sentirse angustiada, ansiosa y preocupada por su futuro, una y otra vez. Incluso si Dios les ha concedido Su promesa, aunque hayan disfrutado o recibido mucha gracia de Él, aunque hayan visto a Dios conceder todo tipo de bendiciones a la humanidad, y otros hechos semejantes, siguen queriendo vivir en sus emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación, y hacer planes y designios para su futuro.

Además de las perspectivas de futuro, hay otra cosa importante, algo por lo que la gente también suele sentirse angustiada, ansiosa y preocupada, y se trata del matrimonio. Hay quien no se preocupa por ello y no se inquieta si a los treinta y tantos sigue sin estar casado, porque ahora hay mucha gente que no lo está a esa edad. Es algo habitual en la sociedad, y nadie se ríe de ti por ello ni opina que tengas nada de malo. Sin embargo, si alguien no está casado al llegar a los cuarenta, empieza a sentir un ligero pánico en su interior y piensa: “¿Debo buscar pareja? ¿Debo casarme? Si no me caso y tengo una familia, si no tengo hijos, ¿tendré a alguien que cuide de mí cuando sea mayor? ¿Habrá alguien que me cuide cuando esté enfermo? ¿Tendré a alguien que organice mi funeral cuando muera?”. La gente se preocupa por estas cosas. Los que no planean casarse no se sienten tan angustiados, ansiosos o preocupados. Por ejemplo, algunas personas dicen: “Ahora creo en Dios, y estoy dispuesto a gastarme por Él. No voy a buscar pareja ni a casarme. No me voy a angustiar por estas cosas, no importa la edad que tenga”. Los solteros, aquellos que llevan 10 o 20 años en ese estado, desde los 20 hasta los 40, no deberían tener mayores preocupaciones. Aunque ocasionalmente puedan sentir alguna ligera preocupación y angustia debido a factores del entorno o razones objetivas, porque creen en Dios y están ocupados cumpliendo con su deber, y porque su determinación actual no ha cambiado, el tipo de preocupación que sienten es vaga, solo aparece de vez en cuando y no es gran cosa. Este tipo de emoción que no afecta al cumplimiento normal de los deberes no es perjudicial para las personas, ni puede considerarse una emoción negativa, es decir, este asunto no se ha convertido en una emoción negativa para ti. En cuanto a los que ya están casados, ¿de qué tipo de cosas se preocupan? Si tanto el marido como la mujer creen en Dios y cumplen con sus deberes, ¿se mantendrá este matrimonio? ¿Existe la familia? ¿Y los hijos? Además, si uno de los dos persigue la verdad y el otro no, si el que no persigue la verdad siempre busca el mundo, una vida de riqueza, y el que persigue la verdad siempre quiere cumplir con su deber, mientras que el que no la busca siempre intenta detener a su cónyuge pero se siente avergonzado de hacerlo, de vez en cuando expresa alguna queja o dice cosas negativas para desanimarlo, entonces el que busca la verdad se preguntará: “Oh, mi marido no cree realmente en Dios, así que ¿cómo nos irá en el futuro? Si nos divorciamos, me quedaré soltera y no podré mantenerme. Si sigo con él, no iremos por la misma senda, albergaremos sueños diferentes, y entonces ¿qué haré?”. Se sienten angustiados, ansiosos y preocupados por estas cosas. Una vez que han empezado a creer en Dios, algunas hermanas consideran que, aunque sus maridos no crean en Él, no se empeñan demasiado en obstaculizar su propia fe en Dios, y no están siendo perseguidas, por lo que no hay razón para divorciarse. Sin embargo, si permanecen juntos, siempre se sienten restringidas e influenciadas. ¿Qué es lo que las influencia? Las restringen e influencian sus afectos, y las diversas dificultades en la vida familiar y matrimonial en ocasiones remueven cosas en lo más profundo de sus corazones, lo que les causa cierta angustia, ansiedad y preocupación de un tipo que no es ni importante ni secundario. En tales circunstancias, el matrimonio es una formalidad para mantener una vida familiar corriente, y se convierte en algo que pone grilletes en el pensamiento normal de las esposas, en su vida e incluso en el desempeño normal de sus deberes; es difícil mantener el matrimonio, pero no pueden librarse de él. No hay ninguna razón en particular para mantener un matrimonio como ese, ni tampoco para que se divorcien; no existe razón suficiente para tomar ninguna de las dos medidas. No saben cuál es la decisión correcta, ni cuál es la equivocada. Por tanto, en ellas surgen la angustia, la ansiedad y la preocupación. Estos sentimientos de angustia, ansiedad y preocupación revolotean constantemente en sus mentes y las atan en sus vidas cotidianas, y también afectan a su vida normal. En el transcurso del desempeño de sus deberes, estas cosas están siempre flotando en sus mentes y surgiendo en lo más profundo de sus corazones, e influyen en la realización normal de sus deberes. Aunque no parezca que estas cosas aclaren lo que estas esposas deben hacer o qué elección deben tomar, estos asuntos hacen que se suman hondamente en las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación, lo que provoca que se sientan oprimidas y atrapadas. ¿Acaso no es este otro tipo de dificultad? (Sí). Es otro tipo de dificultad, aquella que aparece a raíz del matrimonio.

También hay quienes, dado que han llegado a creer en Dios, viven la vida de iglesia, leen las palabras de Dios y cumplen con sus deberes, no disponen de nada de tiempo para relacionarse normalmente con sus hijos incrédulos, sus mujeres (o maridos), sus padres o sus amigos y parientes. En especial, son incapaces de cuidar adecuadamente de sus hijos incrédulos, o de hacer cualquier cosa que estos requieran, así que se preocupan por el futuro y las perspectivas de sus hijos. Sobre todo, cuando los hijos crecen, algunas personas empiezan a preocuparse: ¿Irá mi hijo a la universidad o no? ¿En qué se especializará? Si mi hijo no es creyente y quiere ir a la universidad, ¿debería yo, que creo en Dios, pagarle los estudios? ¿Debo ocuparme de sus necesidades diarias y apoyarle en sus estudios? Y cuando se case, tenga un trabajo e incluso una familia e hijos propios, ¿qué papel debo desempeñar? ¿Qué debo hacer y qué no? No tienen ni idea de estas cosas. En el momento en que algo así ocurre, en el momento en que se encuentran en una situación semejante, están perdidos y no tienen ni idea de qué hacer, ni saben cómo manejarse. A medida que pasa el tiempo, surgen la angustia, la ansiedad y la preocupación por estos asuntos; si hacen estas cosas por su hijo, temen ir en contra de las intenciones de Dios y desagradarle, y si no las hacen, temen no cumplir con sus responsabilidades parentales y ser culpados por su hijo y otros miembros de la familia; si hacen estas cosas, temen perder el testimonio, y si no las hacen, temen que la gente mundana se burle de ellos y que sus vecinos se rían, se mofen y los juzguen; temen deshonrar a Dios, pero también les asusta ganarse una mala reputación, y sentirse tan avergonzados que no puedan mostrar la cara. Mientras fluctúan entre estas cosas, en sus corazones surgen la angustia, la ansiedad y la preocupación. Se sienten angustiados por no saber qué hacer; ansiosos por no hacer lo correcto, elijan lo que elijan, por tampoco saber si es lo apropiado; y se preocupan de que, si estas cosas siguen sucediendo, entonces un día no serán capaces de hacerles frente, y si sufren un colapso, luego las cosas les resultarán aún más difíciles. Las personas que se encuentran en esta situación se sienten angustiadas, ansiosas y preocupadas por todo lo que les ocurre en la vida, ya sean cosas grandes o pequeñas. Una vez que surgen en ellos estas emociones negativas, se ven sumidos en esta angustia, ansiedad y preocupación, y son incapaces de liberarse. Si hacen esto, está mal, si hacen aquello, también, y no saben qué es lo correcto; quieren agradar a los demás, pero temen desagradar a Dios; quieren hacer cosas por los demás para que se hable bien de ellos, pero no quieren deshonrar a Dios o causar que Él los deteste. Por eso siempre están sumidos en estos sentimientos de angustia, ansiedad y preocupación. Se sienten angustiados, ansiosos y preocupados, tanto por los demás como por ellos mismos, y así se ven envueltos en una doble dificultad de la que no pueden escapar. Estas emociones negativas no solo afectan a su vida cotidiana, sino también al cumplimiento de sus deberes y, por supuesto, en cierta medida a su búsqueda de la verdad. Esto es un tipo de dificultad, es decir, se trata de dificultades relacionadas con el matrimonio, la vida familiar y la vida personal, y es debido a estas dificultades que la gente a menudo se queda atrapada en la angustia, la ansiedad y la preocupación. ¿Acaso no hay que compadecer a la gente cuando se queda atrapada en este tipo de emociones negativas? (Sí). ¿Hay que compadecerse de ellos? Seguís diciendo “sí”, lo que demuestra que aún sentís compasión por ellos. Cuando alguien se ve inmerso en una emoción negativa, sea cual sea el trasfondo del surgimiento de esa emoción negativa, ¿cuál es la razón de que surja? ¿Se debe al entorno, a las personas, acontecimientos y cosas que rodean a esa persona? ¿O es porque la verdad que Dios expresa la perturba? ¿Es el entorno lo que afecta a la persona, o es que las palabras de Dios perturban su vida? ¿Cuál es exactamente la razón? ¿La sabéis? Decidme, ya sea en la vida normal de las personas o en el cumplimiento de su deber, ¿están presentes estas dificultades si persiguen la verdad y están dispuestas a practicarla? (No). Estas dificultades están presentes en términos de un hecho objetivo. Vosotros decís que no existen, ¿podría ser que las hayáis resuelto? ¿Sois capaces de hacerlo? Estas dificultades son irresolubles, y están presentes en términos de un hecho objetivo. ¿Cuál será el resultado de estas dificultades en aquellos que persiguen la verdad? ¿Y cuál será el resultado en aquellos que no la persigan? Los resultados serán completamente diferentes. Si persiguen la verdad, no se dejarán atrapar por esas dificultades ni se sumirán en las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación. Por el contrario, si no persiguen la verdad, estas dificultades están presentes igualmente en las personas, ¿y cuál será el resultado? Te enredarán de modo que no puedas escapar, y si no eres capaz de resolverlas, acabarán convirtiéndose en emociones negativas que formarán un nudo en lo más profundo de tu corazón; afectarán a tu vida normal y al desempeño normal de tus deberes, y harán que te sientas oprimido e incapaz de encontrar liberación: este es el resultado que tendrán en ti. Ambos resultados son diferentes, ¿no? (Sí). Volvamos a la pregunta que acabo de hacer. ¿Qué fue lo que pregunté? (¿Son las influencias del entorno o son las palabras de Dios las que perturban a las personas y hacen que surjan en ellas emociones negativas?). Entonces, ¿cuál es la razón? ¿Cuál es la respuesta? (Es porque la gente no busca la verdad). Así es, no es ninguna de las dos cosas, sino que es porque las personas no buscan la verdad. Cuando no buscan la verdad, a menudo se atascan en pensamientos extremos y emociones negativas y son incapaces de liberarse. Repetid la pregunta que acabo de hacer. (¿La razón por la que surgen emociones negativas en las personas se debe a su entorno y a las personas, acontecimientos y cosas que las rodean, o se debe a que la verdad que Dios expresa perturba a las personas?). En pocas palabras, ¿se debe a las influencias del entorno o a que las palabras de Dios perturban a las personas? ¿Cuál de las dos? (Ninguna de las dos). Correcto, ninguna de las dos. Los entornos influyen en todos por igual; si persigues la verdad, entonces no te sumirás en una emoción negativa debido a cierto entorno. Sin embargo, si no persigues la verdad, es muy natural que te sientas abrumado por tu entorno una y otra vez y te quedes atrapado en las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación. Viéndolo desde esta perspectiva, ¿acaso no es importante perseguir la verdad? (Sí). Hay principios-verdad que deben buscarse en todo lo que sucede. Sin embargo, en realidad, como las personas no persiguen la verdad y no buscan los principios-verdad, o bien saben claramente lo que Dios exige, cuáles son los principios-verdad, qué senda deben practicar y cuáles son los criterios de práctica, pero no les prestan atención ni los siguen, si siempre hacen sus propias elecciones y planes, ¿qué les ocurrirá al final? Cuando la gente no practica de acuerdo con las palabras de Dios, siempre preocupándose por esto y aquello, entonces solo se produce un resultado, y es que se ven sumidos en la angustia, la ansiedad y la preocupación, y no pueden volver a salir. ¿Es posible que la gente confíe siempre en sus propias imaginaciones, que las cosas salgan siempre como ellos desean, para mantener a los demás contentos y recibir la aprobación de Dios? Eso es imposible. Siempre quieren manejar las cosas de manera que todos a su alrededor estén contentos, satisfechos y rebosando elogios hacia ellos. Quieren que los consideren buenas personas y que Dios esté satisfecho, y si no cumplen con este estándar, se sienten angustiados. ¿Y acaso no merecen sentirse angustiados? (Sí). Esto es lo que las personas eligen para sí mismas.

Algunas personas propensas a las distorsiones dicen: “Si Dios no dijera tantas palabras, yo haría las cosas según los estándares morales de ser una buena persona. Eso sería muy simple, y no se harían tantos enunciados. Igual que en la Era de la Gracia, la gente observaba los mandamientos, aguantaban y toleraban, y cargaban la cruz y sufrían, y todo era muy simple. ¿Acaso no bastaba con eso? Ahora, tras tantas verdades que ha dicho Dios y tantos principios de práctica aportados en comunicación, ¿por qué no pueden las personas conseguirlos tras un periodo tan largo? Sus calibres son demasiado escasos y no son capaces de entenderlo todo, y hay muchas verdades que no pueden obtener. Hay además muchas dificultades para poner la verdad en práctica, e incluso si la entienden, la siguen viendo difícil de lograr. Si entiendes la verdad pero no la practicas, te sientes intranquilo, pero cuando lo haces, existen demasiadas dificultades prácticas”. Las personas creen que las palabras de Dios las están perturbando, pero ¿es así en realidad? (No). A esto se le llama no ser razonable, ser irracional. Sienten aversión por la verdad y no la persiguen, ni tampoco la practican, pero siguen queriendo fingir que son espirituales, fingir que practican la verdad, y quieren obtener la salvación. Al final, cuando no pueden lograr tales cosas, se sienten deprimidos y angustiados, y piensan: “¿Quién puede equilibrar todo esto? Sería mejor que Dios bajara un poco Sus estándares, y entonces la gente estaría bien, y también Dios, y todo el mundo; sería una vida maravillosa”. Las personas así siempre creen que las palabras que dice Dios son desconsideradas con el hombre. De hecho, cuando tienen sentimientos de angustia, ansiedad y preocupación, están insatisfechos con Dios respecto a muchas cosas. En particular, cuando se trata de la forma en que enfocan los principios-verdad, no pueden alcanzarlos o lograrlos, no pueden hablar de ellos en absoluto, y esto repercute gravemente en su reputación y prestigio a ojos de otras personas, así como en su deseo de ser bendecidos, lo que provoca que se vean sumidos en la angustia, la ansiedad y la preocupación, y por ese motivo consideran que no están contentos con muchas de las cosas que hace Dios. Incluso hay algunos que dicen: “Dios es justo, no lo niego; Dios es santo, y tampoco lo niego. No cabe duda de que todo lo que Dios dice es la verdad, la única lástima es que lo que Él dice ahora es demasiado elevado, Sus exigencias hacia las personas son demasiado estrictas, y a estas no les resulta fácil lograrlas todas”. No sienten amor por la verdad y cargan toda la responsabilidad sobre Dios. Parten de la premisa de que Él es justo y santo, y creen que todo esto es verdad. Dios es justo, es santo; ¿es necesario que reconozcas la esencia de Dios? Se trata de hechos; no son ciertos solo porque tú los reconozcas. Para no ser condenados por culpar a Dios, se apresuran a decir que Él es justo, que es santo. Sin embargo, no importa lo que digan acerca de que Dios es justo y santo, sus emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación siguen presentes y, no solo eso, sino que no están dispuestos a desprenderse de ellas, a dejarlas atrás, a cambiar sus principios de práctica, a cambiar la dirección de su búsqueda y la senda que siguen a través de la vida. Esas personas son a la vez lamentables y odiosas. Sencillamente, no merecen compasión y, por mucho que sufran, no merecen nuestra lástima. Basta con decirles estas pocas palabras: te lo mereces. Si te mueres de tanta angustia, nadie te va a compadecer. ¿Quién te hizo no buscar la verdad para resolver tus problemas? ¿Quién te hizo incapaz de someterte a Dios y practicar la verdad? ¿Por quién te sientes angustiado, ansioso y preocupado? ¿Estás sintiendo esas cosas para obtener la verdad? ¿Para ganar a Dios? ¿En aras de la obra de Dios? ¿O acaso por Su gloria? (No). ¿Entonces por qué sientes esas emociones? Es todo por ti mismo, por tus hijos, por tu familia, por tu amor propio, por tu reputación, por tu futuro y perspectivas, por todo lo relacionado contigo mismo. Una persona así no renuncia ni se desprende ni abandona o se rebela contra nada; no tiene verdadera fe en Dios, ni auténtica lealtad a la hora de cumplir con su deber. En su fe en Dios, no se gastan verdaderamente, solo creen para obtener bendiciones, y creen en Dios solo con la convicción de recibir bendiciones. Están llenos de “fe” en Dios, en Su obra y en Sus promesas, pero Dios no elogia ni recuerda una fe semejante, sino que la detesta. Tales personas no siguen ni practican los principios para manejar cualquier asunto que Dios requiere de ellos, no se desprenden de las cosas que deberían, no renuncian a ellas, no abandonan las cosas que deberían abandonar, y no ofrecen la lealtad que deberían ofrecer, por lo que merecen sumirse en las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación. Por mucho que sufran, lo hacen solo por sí mismos, no por su deber ni por la labor de la iglesia. Por tanto, esas personas sencillamente no persiguen la verdad: son solo un puñado de gente que cree nominalmente en Dios. Saben con exactitud que este es el camino verdadero, pero no lo practican ni lo siguen. Su fe es lamentable, no puede ganarse la aprobación de Dios y Él no se acordará de ella. Tales personas se hunden en las emociones negativas de la angustia, la ansiedad y la preocupación debido a las múltiples dificultades en sus vidas domésticas.

Luego están aquellos que no gozan de buena salud, tienen una constitución débil y les falta energía, que sufren a menudo de dolencias más o menos importantes, que ni siquiera pueden hacer las cosas básicas necesarias en la vida diaria, que no pueden vivir ni desenvolverse como la gente normal. Tales personas se sienten a menudo incómodas e indispuestas mientras cumplen con su deber; algunas son físicamente débiles, otras tienen dolencias reales, y por supuesto están las que tienen enfermedades conocidas y potenciales de un tipo o de otro. Al tener dificultades físicas tan prácticas, estas personas suelen sumirse en emociones negativas y sentir angustia, ansiedad y preocupación. ¿Por qué se sienten angustiados, ansiosos y preocupados? ¿Les preocupa que, si siguen cumpliendo con su deber de esta manera, gastándose y corriendo así de un lado a otro por Dios, y sintiéndose siempre tan cansados, su salud se deteriore cada vez más? Cuando lleguen a los 40 o 50 años, ¿se quedarán postrados en la cama? ¿Se sostienen estas preocupaciones? ¿Aportará alguien una forma concreta de hacer frente a esto? ¿Quién asumirá la responsabilidad? ¿Quién responderá? Las personas con mala salud y físicamente débiles se sienten angustiadas, ansiosas y preocupadas por estas cosas. Aquellos que padecen una enfermedad suelen pensar: “Estoy decidido a cumplir bien con mi deber, pero tengo esta enfermedad. Pido a Dios que me proteja de todo mal, y con Su protección no tengo nada que temer. Pero si me fatigo en el cumplimiento de mis deberes, ¿se agravará mi enfermedad? ¿Qué haré si tal cosa sucede? Si tengo que ingresar en un hospital para operarme, no tengo dinero para pagarlo, así que si no pido prestado el dinero para pagar el tratamiento, ¿empeorará aún más mi enfermedad? Y si empeora mucho, ¿moriré? ¿Podría considerarse una muerte normal? Si efectivamente muero, ¿recordará Dios los deberes que he cumplido? ¿Se considerará que he hecho buenas acciones? ¿Alcanzaré la salvación?”. También hay algunos que saben que están enfermos, es decir, saben que tienen alguna que otra enfermedad real, por ejemplo, dolencias estomacales, dolores lumbares y de piernas, artritis, reumatismo, así como enfermedades de la piel, ginecológicas, hepáticas, hipertensión, cardiopatías, etcétera. Piensan: “Si sigo cumpliendo con mi deber, ¿pagará la casa de Dios el tratamiento de mi enfermedad? Si esta empeora y afecta al cumplimiento de mi deber, ¿me curará Dios? Otras personas se han curado después de creer en Dios, ¿me curaré yo también? ¿Me curará Dios de la misma manera que se muestra bondadoso con los demás? Si cumplo con lealtad mi deber, Dios debería curarme, pero si mi único deseo es que Él me cure y no lo hace, entonces ¿qué voy a hacer?”. Cada vez que piensan en estas cosas, les asalta un profundo sentimiento de ansiedad en sus corazones. Aunque nunca dejan de cumplir con su deber y siempre hacen lo que se supone que deben hacer, piensan constantemente en su enfermedad, en su salud, en su futuro y en su vida y su muerte. Al final, llegan a la conclusión de pensar de manera ilusoria: “Dios me curará, me mantendrá a salvo. No me abandonará, y no se quedará de brazos cruzados si me ve enfermar”. No hay base alguna para tales pensamientos, e incluso puede decirse que son una especie de noción. Las personas nunca podrán resolver sus dificultades prácticas con nociones e imaginaciones como esas, y en lo más profundo de su corazón se sienten vagamente angustiadas, ansiosas y preocupadas por su salud y sus enfermedades; no tienen ni idea de quién se hará responsable de estas cosas, o siquiera de si alguien lo hará en absoluto.

También los hay que, aunque no se sienten realmente enfermos y no han sido diagnosticados de nada, saben que tienen una enfermedad latente. ¿Qué enfermedad latente? Por ejemplo, podría tratarse de una enfermedad hereditaria como cardiopatías, diabetes o hipertensión, o podría ser Alzheimer, Parkinson o algún tipo de cáncer: todas ellas son enfermedades latentes. Algunas personas saben que, al haber nacido en una familia así, esta enfermedad genética les afectará tarde o temprano. Se preguntan si, ya que creen en Dios y persiguen la verdad, cumplen bien con su deber, realizan suficientes buenas acciones y pueden agradar a Dios, esa enfermedad latente pasará de largo y no les sobrevendrá. Dios, sin embargo, nunca les hizo tal promesa, y ellos nunca tuvieron este tipo de fe en Él ni se atrevieron a dar garantías ni a tener ninguna idea poco realista. Dado que no pueden obtener ninguna garantía ni seguridad, gastan mucha energía y se esfuerzan mucho en el cumplimiento de sus deberes, se centran en sufrir y pagar el precio, y siempre harán más que los demás y destacarán más que los otros, pensando: “Seré el primero en sufrir y el último en disfrutar”. Siempre se motivan con este tipo de lemas, pero no pueden ahuyentar el miedo y la preocupación que llevan dentro por su enfermedad latente, y esta preocupación, esta angustia, siempre los acompaña. Aunque sean capaces de soportar el sufrimiento y el trabajo duro y estén dispuestos a pagar el precio en el cumplimiento de sus deberes, les sigue pareciendo que son incapaces de obtener la promesa de Dios o una palabra certera Suya sobre el asunto, por lo que continúan llenos de angustia, ansiedad y preocupación con respecto a ello. Aunque hacen todo lo posible por no hacer nada en lo que respecta a su enfermedad latente, de vez en cuando y de manera subconsciente buscan todo tipo de remedios caseros para evitar que dicha enfermedad latente les sobrevenga de repente, un día determinado a una hora concreta o sin que se den cuenta de ello. Algunas se preparan y toman de vez en cuando ciertas hierbas medicinales chinas, otras acuden a veces a preguntar por preparados de remedios caseros que puedan tomarse cuando lo necesiten, mientras hay quien en ocasiones busca consejos sobre ejercicio en internet a fin de ejercitarse y experimentar. Si bien puede que solo se trate de una enfermedad latente, continúa estando en primer plano en sus mentes; aunque estas personas no se sientan mal o no tengan ningún síntoma en absoluto, siguen llenas de preocupación y ansiedad al respecto, y en lo más profundo de su ser se sienten angustiadas y deprimidas por ello, esperando siempre mejorar o disipar estas emociones negativas de su interior mediante la oración o el cumplimiento de sus deberes. Estas personas que realmente tienen una enfermedad o que tienen una dolencia latente, junto con las que se preocupan por enfermar en el futuro, y las que nacieron con mala salud, que no tienen ninguna enfermedad grave pero que sufren constantemente de dolencias menores, se sienten constantemente angustiadas y preocupadas por las enfermedades y las diversas dificultades de la carne. Desean escapar de ellas, huir, pero no tienen forma de hacerlo; desean desprenderse de ellas, pero no pueden; quieren pedir a Dios que les quite estas enfermedades y dificultades, pero no son capaces de decir las palabras y se sienten avergonzados, porque les parece que no existe justificación para este tipo de petición. Saben bien que no se debe suplicar a Dios respecto a estos asuntos, pero en su corazón se sienten impotentes; se preguntan si se sentirán más tranquilos y se calmará su conciencia si depositan todas sus esperanzas en Dios. Por eso, de vez en cuando oran en silencio sobre este asunto en lo más profundo de su corazón. Si reciben algún favor o gracia adicional o inesperada de Dios, sienten un poco de alegría o consuelo; si no reciben ningún cuidado especial de la casa de Dios y no perciben ninguna bondad procedente de Él, entonces, sin saberlo, vuelven a caer en las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación. Aunque el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte son constantes entre la humanidad y son inevitables en la vida, hay quienes tienen una cierta constitución física o una enfermedad especial que, ya estén o no cumpliendo con sus deberes, les precipita a la angustia, la ansiedad y la preocupación a causa de las dificultades y dolencias de la carne. Se preocupan por su enfermedad, por las muchas penurias que esta puede causarles, por si dicha enfermedad se agravará, cuáles serán las consecuencias si llegara a empeorar y si morirán a causa de ella. En situaciones especiales y en determinados contextos, esta serie de preguntas les hace sumirse en la angustia, la ansiedad y la preocupación y ser incapaces de salir de ellas. Algunas personas incluso viven en un estado de angustia, ansiedad y preocupación debido a la enfermedad grave que ya saben que tienen o a una enfermedad latente que no pueden hacer nada por evitar, y se ven influidas, afectadas y controladas por estas emociones negativas. Una vez que caen bajo el control de estas emociones negativas, algunas personas abandonan por completo toda posibilidad y esperanza de alcanzar la salvación; deciden renunciar a cumplir con su deber e incluso a cualquier posibilidad de recibir la bondad de Dios. En su lugar, eligen afrontar y gestionar su propia enfermedad sin pedir ayuda a nadie y sin esperar ninguna oportunidad. Se consagran a tratar su enfermedad, ya no realizan ninguna tarea, e incluso si son físicamente capaces de realizarla, tampoco la hacen. ¿A qué se debe esto? Les preocupa: “Si mi enfermedad sigue así y Dios no me cura, podría seguir cumpliendo con mi deber como hasta ahora y acabar muriendo de todas formas. Si dejo de cumplir con mi deber y busco tratamiento, podría vivir un par de años más, e incluso podría curarme. Si sigo cumpliendo con mi deber y Dios no ha dicho que me vaya a curar, mi salud podría empeorar aún más. No quiero cumplir con mi deber otros 10 o 20 años para luego morir. Quiero vivir unos años más, no quiero morir tan pronto, antes de tiempo”. Así que cumplen con su deber en la casa de Dios y observan durante un tiempo y, podríamos decir, vigilan a ver qué pasa durante una temporada, y luego empiezan a preguntarse: “He estado cumpliendo con mi deber, pero mi enfermedad no ha mejorado ni se ha aliviado. Parece como si no existieran esperanzas de mejorar. Por aquel entonces tenía un plan, consideraba que, si lo abandonaba todo y cumplía fielmente con mi deber, tal vez Dios me quitara esta enfermedad. Sin embargo, nada ha salido como yo había planeado, imaginado y deseado. Mi enfermedad sigue igual que antes. Han pasado todos estos años y sigue sin remitir. Parece que debo tratármela por mi cuenta. No puedo confiar en nadie más, no hay nadie en quien pueda hacerlo. Tengo que poner mi destino en mis propias manos. La ciencia y la tecnología están ahora muy desarrolladas, al igual que la medicina, hay medicamentos eficaces disponibles para tratar todo tipo de enfermedades, y existen métodos de tratamiento avanzados para todo. Estoy seguro de que esta enfermedad puede tratarse”. Una vez hechos estos planes, empiezan a buscar en internet o a preguntar y hacer averiguaciones, hasta que finalmente encuentran ciertas soluciones. Al final, deciden qué medicamento tomar, cómo tratar su enfermedad, cómo hacer ejercicio y cómo cuidar de su propia salud. Piensan: “Si no cumplo con mi deber y me centro en tratar esta enfermedad, existen esperanzas de curarme. Hay muchos casos de curación de este tipo de enfermedad”. Después de planear y maquinar así durante un tiempo, finalmente deciden dejar de cumplir con su deber y el tratamiento de su enfermedad se convierte en su prioridad número uno: para ellos no hay nada más importante que vivir. Su angustia, ansiedad y preocupación se convierten en un tipo de acción práctica; su ansiedad y preocupación pasan de ser meros pensamientos a un tipo de acción. Los no creyentes tienen un dicho que dice: “La acción es mejor que el pensamiento, y aún mejor que la acción es la acción inmediata”. Tales personas piensan y luego actúan, y actúan rápido. Un día piensan en tratar su enfermedad, y a la mañana siguiente ya tienen las maletas hechas y están listos para marcharse. Pocos meses después, llega la mala noticia de que han muerto sin haberse curado. ¿Se recuperaron de su enfermedad? (No). No es necesariamente posible curar una enfermedad por tu cuenta, pero ¿estás seguro de que no enfermarás mientras cumples con tu deber en la casa de Dios? Nadie te hará tal promesa. Entonces, ¿cómo debes elegir y cómo debes abordar el asunto de enfermar? Resulta muy sencillo y existe una senda a seguir: persigue la verdad. Perseguir la verdad y considerar el asunto según las palabras de Dios y de acuerdo con los principios-verdad, tal es el entendimiento que debe tener la gente. ¿Y cómo se debe practicar? Tomas todas estas experiencias y pones en práctica la comprensión que has adquirido y los principios-verdad que has comprendido de acuerdo con la verdad y las palabras de Dios, y los conviertes en tu realidad y en tu vida; este es un aspecto. El otro es que no debes abandonar tu deber. Tanto si estás enfermo como si sufres, mientras te quede aliento, mientras vivas, mientras puedas hablar y caminar, tienes energía para cumplir con tu deber, y debes comportarte bien en el cumplimiento de este, con los pies bien plantados en el suelo. No debes abandonar el deber de un ser creado ni la responsabilidad que te ha dado el Creador. Mientras no estés muerto, debes completar tu deber y cumplirlo bien. Algunos opinan: “Estas cosas que dices no son muy consideradas. Estoy enfermo y me cuesta soportarlo”. Cuando te resulte duro, puedes tomarte un descanso, y puedes cuidarte y recibir tratamiento. Si sigues queriendo cumplir con tu deber, puedes reducir tu carga de trabajo y realizar alguna tarea adecuada, una que no afecte a tu recuperación. Esto probará que en tu corazón no has abandonado tu deber, que tu corazón no se ha alejado de Dios, que no has negado el nombre de Dios en tu corazón, y que en este no has abandonado el deseo de convertirte en un auténtico ser creado. Algunas personas dicen: “He hecho todo eso, ¿me quitará Dios esta enfermedad?”. ¿Lo hará? (No necesariamente). Tanto si Dios te quita esa enfermedad como si no, tanto si te cura como si no, lo que haces es lo que debería hacer un ser creado. Tanto si eres físicamente capaz de cumplir con tu deber como si no, tanto si puedes asumir cualquier trabajo como si no, tanto si tu salud te permite cumplir con tu deber como si no, tu corazón no debe alejarse de Dios, y no debes abandonar tu deber en tu corazón. De tal modo, cumplirás con tus responsabilidades, tus obligaciones y tu deber. Esta es la fidelidad a la que debes aferrarte. Solo porque ya no seas capaz de hacer cosas con las manos o no puedas hablar, o tus ojos ya no vean, o ya no puedas mover el cuerpo, no debes pensar que Dios debe curarte, y si no te cura, entonces quieres negarlo en lo más profundo de tu corazón, abandonar tu deber y dejar a Dios atrás. ¿Cuál es la naturaleza de tal acto? (Es una traición a Dios). Es una traición. Cuando no están enfermas, algunas personas acuden a menudo ante Dios para orar, y cuando están enfermas y esperan que Dios las cure, depositan todas sus esperanzas y siguen acudiendo ante Él y no lo abandonan. Sin embargo, después de que ha pasado algún tiempo y Dios todavía no los ha curado, se decepcionan con Él, abandonan a Dios en lo profundo de sus corazones y se desentienden de sus deberes. Cuando su enfermedad no es tan grave y Dios no les cura, hay quienes no abandonan a Dios; sin embargo, cuando su dolencia se agrava y se enfrentan a la muerte, entonces tienen la certeza de que Dios no les ha curado realmente, que han esperado todo este tiempo solo para aguardar la muerte, y por eso abandonan y niegan a Dios en sus corazones. Creen que si Él no los ha curado, entonces es que no debe existir; que si Dios no los ha curado, entonces es que no debe ser Dios en absoluto, y no vale la pena creer en Él. Como Dios no les ha curado, se arrepienten de haber creído en Él y dejan de hacerlo. ¿Acaso no es esto una traición a Dios? Es una grave traición hacia Él. Por tanto, no debes de ningún modo ir por ese camino: solo los que se someten a Dios hasta la muerte tienen verdadera fe.

Cuando la enfermedad llega, ¿qué senda han de seguir las personas? ¿Cómo deben elegir? No deben sumirse en la angustia, la ansiedad y la preocupación, y contemplar sus propias perspectivas y sendas de futuro. En cambio, cuanto más se encuentren en momentos como estos y en situaciones y contextos tan especiales, y cuanto más se vean en dificultades tan inmediatas, más deben buscar la verdad y perseguirla. Solo así los sermones que has oído en el pasado y las verdades que has comprendido no serán en vano y surtirán efecto. Cuanto más te encuentres en dificultades como estas, más deberás renunciar a tus propios deseos y someterte a las instrumentaciones de Dios. El propósito de Dios al establecer este tipo de situaciones y arreglar estas condiciones para ti no es que te sumas en las emociones de angustia, ansiedad y preocupación, y tampoco tiene como fin que pongas a prueba a Dios para ver si Él te va a curar cuando te sobrevenga la enfermedad, tanteando así la verdad del asunto. Dios establece para ti estas situaciones y condiciones especiales para que puedas aprender las lecciones prácticas en tales situaciones y condiciones, para lograr una entrada más profunda en la verdad y en la sumisión a Dios, y para que sepas con mayor claridad y precisión cómo Dios orquesta todas las personas, acontecimientos y cosas. Los destinos de los hombres están en manos de Dios y, tanto si pueden percibirlo como si no, tanto si son realmente conscientes de ello como si no, deben someterse y no resistirse, no rechazar y, desde luego, no poner a prueba a Dios. En cualquier caso, puedes morir, y si te resistes, rechazas y pones a prueba a Dios, no hace falta decir cuál será tu final. Por el contrario, si en las mismas situaciones y condiciones eres capaz de buscar cómo debe un ser creado someterse a las instrumentaciones del Creador, buscar qué lecciones debes aprender, qué actitudes corruptas debes conocer en las situaciones que Dios te presenta, comprender Sus intenciones en tales situaciones, y dar bien tu testimonio para satisfacer las exigencias de Dios, entonces esto es lo que debes hacer. Cuando Dios dispone que alguien contraiga una enfermedad, ya sea grave o leve, Su propósito al hacerlo no es que aprecies los pormenores de estar enfermo, el daño que la enfermedad te hace, las adversidades y dificultades que la enfermedad te causa, y todo el catálogo de sentimientos que te hace sentir; Su propósito no es que aprecies la enfermedad por el hecho de estar enfermo. Más bien, Su propósito es que adquieras lecciones a partir de la enfermedad, que aprendas a intuir las intenciones de Dios, que conozcas las actitudes corruptas que revelas y las posturas erróneas que adoptas hacia Él cuando estás enfermo, y que aprendas a someterte a la soberanía y a los arreglos de Dios, para que puedas lograr la verdadera sumisión a Él y seas capaz de mantenerte firme en tu testimonio; esto es absolutamente clave. Dios desea salvarte y purificarte mediante la enfermedad. ¿Qué desea purificar en ti? Desea purificar todos tus deseos y exigencias extravagantes hacia Dios, e incluso los diversos planes, juicios y ardides que elaboras para sobrevivir y vivir a cualquier precio. Dios no te pide que hagas planes, no te pide que juzgues, y no te permite que tengas deseos extravagantes hacia Él; solo te pide que te sometas a Él y que, en tu práctica y experiencia de someterte, conozcas tu propia actitud hacia la enfermedad, y hacia estas condiciones corporales que Él te da, así como tus propios deseos personales. Cuando llegas a conocer estas cosas, puedes apreciar lo beneficioso que te resulta que Dios haya dispuesto las circunstancias de la enfermedad para ti o que te haya dado estas condiciones corporales; y puedes apreciar lo útiles que son para cambiar tu carácter, para que alcances la salvación y para tu entrada en la vida. Por eso, cuando la enfermedad te llama, no debes preguntarte siempre cómo escapar, huir de ella o rechazarla. Hay quien afirma: “Dices que no debo huir de ella ni rechazarla, y que no debo intentar escapar de ella, así que lo que quieres decir es que no debo acudir a tratarme”. Nunca he dicho tal cosa; esa es tu interpretación incorrecta. Te apoyo en el tratamiento activo de tus dolencias, pero no quiero que vivas por tu enfermedad o que caigas en la angustia, la ansiedad y la preocupación a causa del impacto que tiene en ti, hasta que finalmente te alejes y abandones a Dios debido a todo el dolor causado por tu enfermedad. Si tu enfermedad te causa un gran sufrimiento y deseas recibir tratamiento y que desaparezca, por supuesto que está bien. Es tu derecho; tienes derecho a elegir recibir tratamiento, y nadie tiene derecho a impedírtelo. Sin embargo, no debes vivir por tu enfermedad y negarte a cumplir con tu deber, o abandonarlo, o rechazar las instrumentaciones y arreglos de Dios porque estás recibiendo tratamiento. Si tu enfermedad no tiene cura, caerás en la angustia, ansiedad y preocupación, y por tanto te llenarás de quejas y dudas respecto a Dios, e incluso perderás la fe en Él, la esperanza, y algunos elegirán abandonar sus deberes; eso es algo que no deberías hacer en ningún caso. Al enfrentarte a la enfermedad, puedes buscar activamente tratamiento, pero también debes abordarlo con una actitud positiva. En cuanto a hasta qué punto se puede tratar tu enfermedad y si tiene cura, y qué acabará pasando al final, debes siempre someterte y no quejarte. Esta es la actitud que debes adoptar, dado que eres un ser creado y no tienes otra opción. No puedes decir: “Si me curo de esta enfermedad, creeré que es el gran poder de Dios, pero si no, no estaré contento con Él. ¿Por qué me mandó Dios esta enfermedad? ¿Por qué no la cura? ¿Por qué cogí yo esta enfermedad y no otro? No la quiero. ¿Por qué tengo que morir tan pronto, a una edad tan temprana? ¿Cómo es que otras personas pueden seguir viviendo? ¿Por qué?”. No preguntes por qué, se trata de la instrumentación de Dios. No hay razón, y no debes preguntar el porqué. Plantearse el porqué es un discurso rebelde, y no es una pregunta que deba hacerse un ser creado. No preguntes por qué, no hay ningún porqué. Dios ha dispuesto las cosas y las ha planeado así. Si preguntas por qué, solo se puede decir que eres demasiado rebelde, demasiado intransigente. Cuando algo no te satisface, o Dios no hace lo que quieres o no te deja salirte con la tuya, te disgustas, estás descontento, y siempre preguntas por qué. Entonces, Dios te interroga así: “Como ser creado, ¿por qué no has cumplido bien con tu deber? ¿Por qué no has cumplido fielmente con ese deber?”. ¿Y cómo responderás? Dirás: “No existe un porqué, yo soy así”. ¿Es eso aceptable? (No). Es aceptable que Dios te hable así, pero no lo es que tú le respondas a Él de esa manera. Estás adoptando la posición equivocada, y eres demasiado insensato. No importa qué dificultades encuentre un ser creado, es perfectamente natural y justificado que te sometas a los arreglos e instrumentaciones del Creador. Por ejemplo, tus padres te engendraron, te criaron y tú los llamas madre y padre; esto es perfectamente natural y justificado, y así es como debe ser; no hay un porqué. Por consiguiente, Dios instrumenta todas estas cosas para ti y, tanto si disfrutas de bendiciones como si sufres adversidades, esto también es perfectamente natural y justificado, y no tienes elección al respecto. Si te sometes hasta el final, alcanzarás la salvación como Pedro. Sin embargo, si culpas a Dios, lo abandonas y lo traicionas a causa de alguna enfermedad temporal, entonces toda la renuncia, el gasto, el cumplimiento de tu deber y el pago del precio que has hecho antes no habrán servido para nada. Esto se debe a que todo tu trabajo duro pasado no habrá sentado ninguna base para que cumplas bien con tu deber de ser creado u ocupes tu lugar pertinente como tal, y no habrá cambiado nada en ti. Esto causará entonces que traiciones a Dios debido a tu enfermedad, y tu final será como el de Pablo: acabarás castigado. El motivo tras esta determinación es que todo lo que has hecho antes ha sido para obtener una corona y para recibir bendiciones. Si, cuando finalmente te enfrentes a la enfermedad y a la muerte, todavía eres capaz de someterte sin quejarte, eso prueba que todo lo que has hecho antes lo hiciste de manera sincera y voluntaria por Dios. Le eres sumiso, y en última instancia tu sumisión marcará el final perfecto de tu vida de fe en Dios, y esto es digno de elogio por Su parte. Así pues, una enfermedad puede hacer que tengas un buen final, o que tengas un mal final; el tipo de final al que llegues depende de la senda que sigas y de cuál sea tu actitud hacia Dios.

¿Se ha resuelto ahora el problema de que las personas caigan en las emociones negativas a causa de la enfermedad? (Sí). ¿Cuentas ahora con las ideas y puntos de vista correctos sobre cómo afrontar la enfermedad? (Sí). ¿Sabes cómo practicar esto? Si no es así, voy a darte una baza, lo mejor que puedes hacer. ¿Sabéis lo que es? Si la enfermedad recae sobre ti, y por mucha doctrina que entiendas sigues siendo incapaz de superarla, tu corazón se seguirá sintiendo angustiado, ansioso y preocupado, y no solo serás incapaz de afrontar el asunto con calma, sino que tu corazón también se llenará de quejas. Te estarás preguntando constantemente: “¿Por qué no está enferma el resto de la gente? ¿Por qué me ha hecho contraer esta enfermedad? ¿Cómo ha podido pasarme esto? Es porque tengo mala suerte y un mal destino. Nunca he ofendido a nadie, ni he cometido ningún pecado, así que ¿por qué me ha pasado esto a mí? Dios me está tratando de manera muy injusta”. Mira, aparte de la angustia, ansiedad y preocupación, caes también en la depresión, con una emoción negativa que sigue a otra y sin manera de escaparse de ellas por mucho que puedas querer hacerlo. Dado que es una enfermedad real, no es fácil quitártela o curarte, entonces ¿qué debes hacer? Quieres someterte pero no puedes, y si un día lo haces, al siguiente tu estado empeora y duele mucho, y entonces ya no quieres volver a someterte y empiezas de nuevo a quejarte. Vas y vienes así todo el tiempo, ¿qué debes hacer? Déjame que te cuente el secreto del éxito. Tanto si te enfrentas a una enfermedad grave como a una leve, en el momento en que esta empeore o te enfrentes a la muerte, recuerda una cosa: no temas a la muerte. Aunque estés en la fase final de un cáncer, aunque la tasa de mortalidad de tu enfermedad concreta sea muy alta, no temas a la muerte. Por grande que sea tu sufrimiento, si temes a la muerte, no te someterás. Algunas personas dicen: “Al oírte decir esto, me siento inspirado y tengo una idea aún mejor. No solo no temeré a la muerte, sino que suplicaré su llegada. ¿Acaso no hará eso que sea más fácil pasar por ella?”. ¿Por qué suplicar la muerte? Se trata de una idea extrema, mientras que no temerla es una actitud razonable. ¿No es así? (Es cierto). ¿Cuál es la actitud adecuada que debes adoptar para no temer a la muerte? Si tu enfermedad se vuelve tan grave que puedes morir, y la tasa de mortalidad que tiene es alta, sin que importe la edad de la persona que la contrae, y además el tiempo desde que se contrae hasta la muerte es muy corto, ¿qué debes pensar en tus adentros? “No debo temer a la muerte, al final todo el mundo muere. Sin embargo, someterse a Dios es algo que la mayoría de la gente no es capaz de hacer, y puedo utilizar esta enfermedad para practicar la sumisión a Dios. Debo tener el pensamiento y la actitud de someterme a las instrumentaciones y arreglos de Dios, y no debo temer a la muerte”. Morir es fácil, mucho más que vivir. Puedes estar sufriendo un dolor extremo y no ser consciente de ello, y en cuanto tus ojos se cierren, tu respiración cesará, tu alma abandonará el cuerpo y tu vida terminará. Así es la muerte, así de simple. No temer a la muerte es una actitud que hay que adoptar. Además de esto, no debes preocuparte por si tu enfermedad va a empeorar o no, ni por si morirás si no tienes cura, ni por cuánto tiempo pasará hasta que mueras, ni por el dolor que sentirás cuando llegue el momento de morir. Nada de eso debe preocuparte; no son cosas por las que debas preocuparte. Esto es porque el momento debe llegar, y lo hará algún año, algún mes y algún día concreto. No puedes esconderte de ello ni escapar: es tu destino. El denominado destino ha sido predestinado por Dios y Él ya lo ha dispuesto. Tu esperanza de vida y la edad y el momento en que mueres ya los ha fijado Dios, así que ¿de qué te preocupas? Te puedes preocupar por ello, pero eso no cambiará nada, no puedes evitar que ocurra, no puedes evitar que llegue ese día. Por consiguiente, tu preocupación es superflua, y lo único que consigue es hacer aún más pesada la carga de tu enfermedad. Un aspecto es no preocuparse, y otro es no temer a la muerte. Un tercer aspecto es no sentir ansiedad, y decir: “¿Volverá a casarse mi marido (o mi mujer) después de mi muerte? ¿Quién cuidará de mi hijo? ¿Quién se hará cargo de mis deberes? ¿Quién se acordará de mí? Después de mi muerte, ¿cuál determinará Dios que sea mi final?”. Estas cuestiones no deberían preocuparte. Todas las personas que mueren disponen de su lugar correspondiente a donde ir y Dios ya ha hecho esos arreglos. Los que viven seguirán viviendo; la existencia de una persona no afectará a la actividad normal y a la supervivencia de la humanidad, la desaparición de una persona no cambiará nada, por lo que estas cosas no son algo de lo que debas preocuparte. Resulta innecesario que te preocupes por tus diversos parientes, y todavía más innecesario preocuparte por si alguien te va a recordar después de muerto. ¿Qué sentido tendría que alguien se acordara de ti? Si fueras como Pedro, habría algún valor en recordarte; si fueras como Pablo, lo único que aportarías a la gente sería calamidad, y entonces ¿por qué querría alguien recordarte? Existe otro motivo de preocupación, el cual es un pensamiento muy realista que tiene la gente. Dicen: “Una vez que muera, nunca volveré a ver este mundo, y nunca más podré disfrutar de la vida material de todas estas cosas. Cuando muera, nada de este mundo volverá a preocuparme y la sensación de vivir desaparecerá. Una vez muerto, ¿adónde iré?”. El lugar al que vayas no es algo de lo que debas preocuparte, ni algo por lo que debas sentirte ansioso. Ya no serás una persona viva, y te preocupa no poder sentir nunca más a todas las personas, acontecimientos, cosas, entornos, etc. del mundo material. Eso es con más razón algo de lo que no deberías preocuparte, y aunque no seas capaz de desprenderte de esas cosas, no servirá de nada. Sin embargo, lo que puede reconfortarte un poco es que tal vez tu muerte o tu partida puedan ser un nuevo comienzo para tu próxima encarnación, un comienzo mejor, saludable, completamente bien, un comienzo para que tu alma regrese de nuevo. No será necesariamente algo malo, ya que quizás puedas regresar para existir de una manera diferente y en una forma distinta. Respecto a qué forma tomarás en concreto, eso depende de los arreglos de Dios y del Creador. Llegado este punto, se puede decir que todo el mundo debería esperar a ver qué pasa. Si eliges vivir de mejor manera y en mejor forma después de morir en esta vida, entonces, con independencia de lo grave que sea tu enfermedad, lo más importante es cómo la afrontes y qué buenas acciones debes preparar, y no tus inútiles angustias, ansiedades y preocupaciones. Cuando piensas de esta manera, ¿acaso no disminuye el nivel de tu miedo, terror y rechazo a la muerte? (Sí). ¿De cuántos aspectos acabamos de hablar? Uno era no temer a la muerte. ¿Qué otros había? (No debemos preocuparnos por si nuestras enfermedades empeorarán o no, y no debemos sentir ansiedad por nuestros cónyuges o hijos, o por nuestros propios fines y destinos, etcétera). Dejemos todo eso en manos de Dios. ¿Qué más? (No debemos preocuparnos por dónde vamos después de morir). Es inútil preocuparse por estas cosas. Vive el presente y haz bien lo que debes hacer aquí y ahora. No sabes cómo van a ir las cosas en el futuro, así que debes dejar todo eso en manos de Dios. ¿Qué más? (Debemos apresurarnos a preparar buenas acciones para nuestro destino futuro). Así es, la gente debe preparar más buenas acciones para el futuro, y debe perseguir la verdad y ser personas que comprendan la verdad y estén en posesión de la realidad-verdad. Algunas personas dicen: “Ahora estás hablando de la muerte, ¿con eso quieres decir que todos tendremos que enfrentarnos a la muerte en el futuro? ¿Es esto un mal presagio?”. No es un mal presagio, ni te está proporcionando una inmunización preventiva, ni mucho menos está maldiciendo a nadie a la muerte; estas palabras no son maldiciones. Entonces, ¿qué son? (Son una senda de práctica para la gente). Cierto, son lo que la gente debe practicar, son los puntos de vista y las actitudes correctas que han de mantener, y las verdades que deben entender. Incluso las personas que no tienen ningún tipo de enfermedad deben adoptar también este tipo de actitud para afrontar la muerte. Entonces, hay quien dice: “Si no tememos a la muerte, ¿significa eso que la muerte no nos sobrevendrá?”. ¿Es eso la verdad? (No). ¿Qué es entonces? (Es una noción y una imaginación suya). Es distorsionado, se trata de razonamiento lógico y filosofías satánicas; no es la verdad. No es cierto que si no temes ni te preocupas por la muerte, entonces esta no te sobrevendrá y no morirás; esa no es la verdad. Me estoy refiriendo a la actitud que la gente debe tener ante la muerte y la enfermedad. Cuando adoptes este tipo de actitud, podrás dejar atrás las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación. Entonces no estarás atrapado en tu enfermedad, y tu pensamiento y el mundo de tu espíritu no se verán perjudicados o perturbados por el hecho de tu enfermedad. Una de las dificultades personales a las que se enfrenta la gente son sus perspectivas de futuro, y otra son la enfermedad y la muerte. Las perspectivas de futuro y la mortalidad pueden apoderarse de los corazones de las personas, pero si puedes afrontar correctamente estos dos problemas y superar tus emociones negativas, las dificultades cotidianas no te vencerán.

Aparte de las enfermedades, las personas se sienten a menudo angustiadas, ansiosas y preocupadas respecto a ciertos otros problemas reales en sus vidas. Existen muchos problemas reales en la vida, como por ejemplo las personas ancianas o los niños a los que hay que cuidar o criar en casa, el dinero que tus hijos necesitan para su educación y manutención, los gastos para tratar los problemas médicos de la gente mayor, y las grandes cantidades de dinero que se requieren para los gastos diarios. Quieres cumplir con tu deber, pero si dejas tu trabajo, ¿cómo vas a vivir? Tus ahorros domésticos se agotarán rápido, ¿qué harás entonces sin dinero? Si sales a ganar dinero, eso demorará el cumplimiento de tu deber, pero si dejas tu trabajo por tu deber, no tendrás manera de resolver las dificultades de casa. Entonces, ¿qué debes hacer? A mucha gente le cuesta y se confunden con estas cosas, así que todos anhelan el día en que llegue Dios y se preguntan cuándo acontecerán los grandes desastres y si necesitan hacer acopio de alimentos. Si se preparan, no les sobra dinero en casa y la vida se vuelve muy difícil. Ven a otros llevar mejor ropa y comer mejor, y se sienten infelices y les parece que su vida es demasiado dura. Pasan sin comer carne mucho tiempo, y si tienen huevos, son reacios a comérselos, y acuden a toda prisa al mercado para venderlos y ganar unos pocos dólares. Al pensar en estas dificultades, empiezan a preocuparse: “¿Cuándo se terminarán estos días difíciles? Siempre dicen: ‘Llega el día de dios, llega el día de dios’ y ‘La obra de dios pronto llegará a su fin’, pero ¿cuándo me va a decir alguien el momento en el que realmente sucederá esto? ¿Quién puede asegurarlo?”. Algunas personas pasan años cumpliendo con su deber fuera de casa, y de vez en cuando piensan: “No tengo ni idea de lo grandes que están ahora mis niños, o si mis padres gozan de buena salud. He estado fuera de casa todos estos años y no los he cuidado. ¿Tendrán alguna dificultad? ¿Qué harán si se ponen enfermos? ¿Los cuidará alguien? Mis padres deben tener ya 80 o 90 años, y no tengo idea de si están vivos siquiera”. Cuando piensan en estas cosas, una ansiedad sin nombre surge en sus corazones. Más allá de sentirse ansiosos, se preocupan, pero eso nunca resuelve nada, y entonces empiezan a sentirse angustiados. Cuando se sienten muy angustiados, su atención se vuelve hacia la obra y el día de Dios, y se preguntan: “¿Por qué no ha llegado el día de dios? ¿Vamos a vivir siempre una vida así, errante y aislada? ¿Cuándo llegará el día de dios? ¿Cuándo terminará la obra de dios? ¿Cuándo destruirá dios este mundo? ¿Cuándo se manifestará el reino de dios en la tierra? ¿Cuándo veremos aparecer a la persona de dios?”. Piensan en estas cosas una y otra vez, y en sus corazones surgen las emociones negativas de preocupación, ansiedad y angustia, adoptan al instante una expresión preocupada, ya no sienten alegría, caminan desganados, comen sin apetito, y pasan todos sus días con la mente como un torbellino. ¿Es bueno vivir con esas emociones negativas? (No). Incluso una pequeña dificultad en la vida puede hacer que la gente caiga ocasionalmente en estas emociones negativas de pasividad, y a veces sin ninguna razón en absoluto, o sin ningún contexto concreto, o sin que ninguna persona en particular diga nada especial, estas emociones negativas surgirán sin saberlo en sus corazones. Cuando estas emociones negativas surgen en los corazones de la gente, los deseos que tienen, el anhelo de que llegue el día de Dios, de que Su obra llegue a su fin, y de que venga Su reino, se vuelven aún más insistentes. Algunas personas incluso se arrodillan con fervor y oran a Dios con los ojos inundados de lágrimas, diciendo: “Oh, dios, odio este mundo y a esta humanidad. Por favor, acaba con todo esto lo antes posible, acaba con la vida carnal de la gente y acaba con todas estas adversidades”. Oran así muchas veces sin lograr resultado, y las emociones negativas de preocupación, ansiedad y angustia siguen envolviendo sus corazones, y permanecen en sus pensamientos y en lo más profundo de sus espíritus, influyéndoles profundamente y rodeándolos. De hecho, la única razón por la que esto sucede es porque anhelan que el día de Dios llegue antes, que la obra de Dios termine más pronto, recibir bendiciones a la mayor brevedad posible, tener un buen destino, entrar al cielo o al reino que imaginan y anhelan en sus propias nociones; por esas cosas se ponen siempre tan nerviosos en lo más profundo de sus corazones. Aparentan nerviosismo, pero en realidad se sienten angustiados, ansiosos y preocupados. Cuando tales sentimientos de angustia, ansiedad y preocupación rodean de manera constante a las personas, estas adquieren un pensamiento activo, y piensan: “Si el día de Dios no va a llegar pronto, y Su obra no va a completarse lo antes posible, debo aprovechar mi juventud y destreza para trabajar duro. Quiero trabajar y ganar dinero, trabajaré duro en el mundo durante un tiempo para disfrutar de la vida. Si el día de Dios no va a llegar pronto, quiero volver a casa y reunirme con mi familia, encontrar pareja, vivir bien durante un tiempo, mantener a mis padres, criar a mis hijos. Cuando sea viejo, tendré muchos hijos, vivirán conmigo y disfrutaremos de la vida familiar. Qué escena tan maravillosa. Qué imagen tan bonita”. Al pensar así, esperan disfrutar de ese tipo de vida. Siempre que la gente piensa que el día de Dios llegará pronto y que la obra de Dios pronto culminará, sus deseos se encienden con aún más intensidad, y su anhelo de que la obra de Dios termine lo antes posible se vuelve aún más intenso. En una situación así, cuando los hechos no concuerdan con lo que la gente desea, cuando no pueden ver ningún indicio del fin de la obra de Dios o de la llegada del día de Dios, sus sentimientos de angustia, ansiedad y preocupación se agravan cada vez más. Les preocupa que, dentro de unos años, cuando hayan envejecido y no hayan encontrado pareja, nadie cuide de ellos en su vejez. Les preocupa que, si cumplen siempre con su deber en la casa de Dios y ya han roto todos los lazos con la sociedad, luego no sean capaces de integrarse de nuevo en esta cuando se vuelvan a vivir a su casa. Además, en caso de retomar los negocios dentro de unos años o de volver a trabajar, les preocupa poder mantenerse al día, ser capaces de destacar entre los demás y de sobrevivir. Cuanto más se preocupan por esas cosas y más ansiosos y angustiados se sienten por ellas, más incapaces son de cumplir con calma su deber y de seguir a Dios en Su casa. Así, se preocupan cada vez más por su futuro, sus perspectivas y su vida familiar, además de por todas las dificultades que puedan surgir en la vida en el futuro. Piensan en todo y se preocupan por todo, incluso por cómo será la vida de sus nietos y de los descendientes de sus nietos. Sus pensamientos llegan muy lejos, son muy minuciosos y piensan en todo. Cuando las personas tienen estas preocupaciones, ansiedades y sentimientos de angustia, se vuelven incapaces de desempeñar sus deberes con calma, y no son capaces de simplemente seguir a Dios, sino que a menudo tienen pensamientos activos y oscilan entre un ánimo y otro. Cuando ven que la obra evangélica va muy bien, piensan: “Pronto llegará el día de dios. Debo cumplir bien con mi deber, sí. Vamos. Tengo que seguir unos años más, ya falta poco. Todo este sufrimiento merecerá la pena y todo dará su fruto, y ya no tendré más preocupaciones”. Al cabo de unos años, sin embargo, las grandes catástrofes aún no han llegado y nadie menciona el día de Dios, por lo que sus corazones se enfrían. Esta angustia, ansiedad y preocupación, así como sus pensamientos activos, siguen yendo y viniendo y repitiéndose una y otra vez de esta manera, dando vueltas en círculos interminables según la situación internacional y la de la casa de Dios, y no hay nada que puedan hacer para controlarlos. Son incapaces de cambiar el estado en el que se encuentran, da igual lo que digan los demás. ¿Existen personas así? (Sí). ¿Es fácil para las personas así mantenerse firmes? (No). Su actitud y estado de ánimo en el desempeño de su deber, y la cantidad de energía que aplican a sus tareas, se basan en “las últimas noticias”. Hay quien dice: “Según noticias fiables, el evangelio de Dios se está difundiendo maravillosamente”. Y algunos dicen: “Las últimas noticias son que ahora están ocurriendo desastres en todo el mundo con mucha frecuencia, y aparentemente la situación del mundo y los desastres actuales coinciden con tal o cual desastre del Apocalipsis. La obra de Dios pronto se completará, el día de Dios pronto estará aquí, y el mundo religioso está todo alborotado”. Cada vez que oyen “las últimas noticias” o “noticias fiables”, su angustia, ansiedad y preocupación cesan temporalmente y ya no les perturban, y se desprenden de sus pensamientos activos durante un tiempo. Sin embargo, cuando no han oído ninguna “noticia fiable” ni ninguna “noticia veraz” últimamente, su angustia, ansiedad y preocupación, así como sus pensamientos activos, comienzan a desbordarse. Algunos incluso se preparan, pensando dónde solicitar un empleo, dónde trabajar, cuántos hijos tener, a qué colegio los llevarán dentro de unos años, cómo preparar la matrícula de la universidad, e incluso planean comprar una casa, un terreno o un coche. Sin embargo, al oír “noticias fiables”, estas cosas quedan temporalmente en suspenso. ¿Acaso no parece una broma? (Lo parece). Tras creer en Dios durante muchos años y llegar a conocer Su obra, algunas personas son capaces de dar testimonio de Él, diciendo: “La fe en Dios es la senda correcta en la vida; es la vida con más sentido. Vivir así es lo que tiene más valor. No importa cómo me guíe Dios o lo que Él haga, estoy seguro de que todo lo que Dios hace es para salvar a la gente, y por eso lo voy a seguir hasta el final. Aunque haya que esperar a que el cielo y la tierra envejezcan, a que las estrellas cambien de posición, a que los mares se sequen, las rocas se conviertan en polvo, o los mares se conviertan en la tierra y la tierra se convierta en los mares, mi corazón seguirá siendo el mismo, y está decidido. Mi corazón se entregará a Dios por el resto de mi vida, y si hay otra vida después de esta, todavía seguiré a Dios”. Esas personas con tantas dificultades en sus vidas, sin embargo, no piensan así. Su fe en Dios consiste meramente en permanecer vigilantes de momento, y viven su vida de la manera que creen que deben vivirla. No van a cambiar su estilo de vida ni sus afanes originales solo porque creen en Dios. Creen en Dios durante varios años sin cambiar nada en absoluto y, al igual que los no creyentes, siguen viviendo como lo han hecho siempre. Sin embargo, la fe en Dios implica algo especial, que es que pronto llegará el día de Dios, pronto vendrá Su reino, sobrevendrán los grandes desastres y aquellos que creen en Dios escaparán entonces de los desastres, no caerán en ellos y podrán salvarse. Es solo este algo especial lo que les hace interesarse tantísimo por creer en Dios. Por tanto, su propósito y en lo que se enfocan en su creencia en Dios siempre es esta única cosa. No importa cuántos sermones escuchen, o cuántas verdades oigan comunicar, o cuánto tiempo lleven creyendo en Dios, la forma en que lo hacen nunca cambia, y jamás renuncian a ello. Los sermones que escuchan o las verdades que entienden no les hacen cambiar o desprenderse de sus puntos de vista equivocados sobre la fe en Dios. Y así, si hay algún cambio o algún dicho sobre la situación en el mundo exterior o en la casa de Dios, siempre tiene un impacto en esto que más les preocupa en lo más profundo de sus corazones. Si oyen que la obra de Dios se completará pronto, se alegran; sin embargo, si oyen que aún es demasiado pronto para que la obra de Dios se complete, y no pueden seguir adelante, su angustia, ansiedad y preocupación crecerán día a día, y comenzarán a prepararse para despedirse de la casa de Dios y de sus hermanos y hermanas en cualquier momento, para separarse por completo de la casa de Dios. Por supuesto, también hay quienes en cualquier momento empiezan a prepararse para borrar por completo todos los datos de contacto de sus hermanos y hermanas, además de todos sus mensajes, y devolver a la iglesia los libros de las palabras de Dios que Su casa les ha enviado. Piensan: “En realidad, no puedo seguir por esta senda de creer en dios y perseguir la verdad. Pensaba que creer en dios significaba que viviría una vida feliz, tendría hijos, recibiría bendiciones y entraría en el reino de los cielos. Ahora este hermoso sueño se ha hecho añicos, así que seguiré optando por vivir una vida feliz, tener hijos y disfrutar de la vida. Sin embargo, sigo sin poder renunciar a mi fe en dios. Si existe la posibilidad de que reciba el céntuplo en esta vida y la vida eterna en el mundo venidero, ¿no sería aún mejor?”. Este es su punto de vista sobre la fe en Dios, es su plan y, por supuesto, también es lo que hacen. Este es el pensamiento y la planificación en lo más profundo de los corazones de aquellos que confían en sus imaginaciones en su fe en Dios, que siempre se sienten angustiados, ansiosos y preocupados por sus vidas carnales, y representa lo que buscan y la senda que siguen en su fe en Dios. ¿Qué es lo que más les preocupa? Cuándo llegará el día de Dios, cuándo terminará Su obra, cuándo ocurrirán los grandes desastres, y si podrán escapar de ellos; eso es lo que más les preocupa.

En lo que respecta a aquellos que están siempre angustiados, ansiosos y preocupados sobre sus vidas carnales, su empeño en la fe en Dios es “recibir el céntuplo en esta vida y la vida eterna en el mundo venidero”. Sin embargo, no les gusta oír cuánto ha progresado la obra de Dios, si los que creen en Él logran el resultado de obtener la salvación, cuántas personas han obtenido la verdad, han llegado a conocer a Dios y han dado un buen testimonio, como si tales cosas no tuvieran nada que ver con ellos. Entonces, ¿qué es lo que quieren oír? (Cuándo finalizará la obra de Dios). Albergan grandes esperanzas, ¿verdad? La mayoría de la gente es muy estrecha de mente. Fijaos en aquello en lo que han puesto el punto de mira y se limitan a esperar grandes cosas: están en un estado muy alto. La mayoría de la gente es muy vulgar, siempre hablan de cambios de carácter, de someterse a Dios, de cumplir fielmente con su deber, de hacer cosas de acuerdo con los principios-verdad; ¿qué son estas personas? Son muy estrechas de mente. ¿Qué dicen los chinos? Son demasiado bajunas. ¿Qué significa bajuna? Demasiado vulgar. ¿Y dónde fijan su punto de mira? Esperan grandes cosas, cosas elevadas, de categoría. Aquellos que esperan cosas de categoría siempre quieren progresar hacia arriba, manteniendo la esperanza vana de que Dios los elevará un día en el aire para que puedan encontrarse con Él. Quieres encontrarte con Dios, pero no preguntas si Él quiere encontrarse contigo; no dejas de querer cosas maravillosas. ¿Solo te has encontrado con Dios unas pocas veces? Las personas no conocen a Dios, así que cuando te encuentres con Él todavía le estarás desafiando. Por consiguiente, ¿cuál es la razón detrás de la angustia, ansiedad y preocupación de estas personas? ¿De verdad se debe todo a las dificultades en sus vidas? No, no se trata de que realmente tengan dificultades en sus vidas, es que han puesto el foco de su fe en Dios en sus vidas carnales. El foco de su búsqueda no es la verdad, sino más bien vivir una vida feliz, disfrutar de la buena vida y de un buen futuro. ¿Son sus problemas fáciles de resolver? ¿Hay gente como esta en la iglesia? Siempre les están preguntando a los demás: “Oh, ¿cuál será el día en que llegue dios? ¿No se dijo hace un par de años que la obra de dios estaba a punto de llegar a su fin? ¿Por qué no ha acabado ya entonces?”. ¿Hay algún modo de ocuparse de ese tipo de gente? Basta con decirles una palabra: “Pronto”. Lo primero que hay que preguntarle a esta gente es lo siguiente: “Siempre estás preguntando lo mismo. ¿Es que has hecho algunos planes? Si es así, entonces no te molestes en permanecer aquí si no quieres. Haz lo que te parezca. No vayas en contra de tus propios deseos y no te compliques la vida. La casa de Dios no te está reteniendo aquí, no estás atrapado. Puedes marcharte cuando quieras. No andes siempre preguntando qué rumores se cuecen. Respecto a cualquier rumor que se esté cociendo, a ti solo se te dirá: ‘Pronto’. Si no te contenta esa respuesta, si ya has hecho planes en tu corazón y vas a llevarlos a cabo tarde o temprano de todas maneras, entonces acepta mi consejo: devuelve los libros de las palabras de Dios a la iglesia lo antes posible, haz las maletas y vete. Nos diremos adiós y ya no te hará falta sentirte angustiado, ansioso o preocupado de nuevo respecto a estas cosas. Vuelve a casa y vive tu vida. Que te vaya bien. Te deseo que tengas una vida feliz y satisfactoria y espero que todo te vaya bien en el futuro”. ¿Qué te parece esto? (Está bien). Aconséjales dejar la iglesia, no intentes retenerlos. ¿Por qué no? (No creen realmente en Dios, así que no tiene sentido retenerlos). Es cierto, son incrédulos. ¿Qué sentido tendría mantener a los incrédulos y no echarlos? Hay quien dice: “Sin embargo, no han hecho nada malvado y no han perturbado nada”. ¿Hace falta que perturben algo? Decidme, ¿que alguien semejante se quede en un grupo de personas no constituye una perturbación? Dondequiera que van, su comportamiento y acciones ya constituyen una perturbación. Nunca llevan a cabo devociones espirituales, nunca leen las palabras de Dios, nunca oran o comunican en las reuniones, solo cumplen con sus deberes por inercia, siempre preguntando qué nuevos rumores hay. Son excepcionalmente emocionales y caprichosos. También se dedican sobre todo a comer, beber y divertirse, e incluso hay algunos que son perezosos, que se entregan a la comida, que se entregan al sueño, que pierden el tiempo, que solo están ahí para hacer número en la casa de Dios. No se preocupan por el cumplimiento de sus deberes, y no son más que holgazanes. Cuando vienen a la casa de Dios, solo acuden en busca de cosas de las que beneficiarse y aprovecharse. Si no pueden aprovecharse, se marchan a las primeras de cambio. Dado que se largan en cuanto pueden, ¿no es mejor que se vayan cuanto antes? La gente así ni siquiera es capaz de contribuir con mano de obra hasta el final y su mano de obra no tiene ningún buen efecto. Al contribuir con mano de obra, no hacen lo correcto: no son más que incrédulos. En su fe en Dios, consideran las cuestiones desde una tercera perspectiva. Cuando la casa de Dios prospera, están contentos, piensan que tienen la esperanza de ser bendecidos, que cuentan con ventaja, que su fe en Dios no ha sido en vano, que no han perdido y que han apostado al lado ganador. Sin embargo, si la casa de Dios está reprimida por fuerzas satánicas, abandonada por la sociedad, sometida a calumnias y persecuciones, y en una situación desesperada, no solo no se alteran, sino que se ríen de ello. ¿Podemos mantener a gente así en la iglesia? (No). Son incrédulos y enemigos. Si tienes a un enemigo justo a tu lado y aun así lo consideras como un hermano o hermana, ¿no te convierte eso en un estúpido? Si la gente así es incapaz de contribuir con mano de obra voluntariamente, entonces deberían ser expulsados, ¿verdad? (Cierto). No cabe duda, hazlo pronto y a conciencia. No hace falta aconsejarles, simplemente pedirles tranquilamente que se vayan. No hay necesidad de gastar saliva con ellos, basta con enviarlos de vuelta a casa. En esencia, no son personas que pertenezcan a la casa de Dios, son solo incrédulos que se han colado en la iglesia. Pueden volver por donde han venido, y tú puedes pedirles que se vayan. Después de haber entrado en la iglesia, algunas personas hacen una clara distinción entre ellos mismos y los hermanos y hermanas y la casa de Dios. Esto se debe a que saben lo que han venido a hacer, saben si creen de verdad o no, y aparte de sus esperanzas respecto a cuándo llegará a su fin la obra de Dios y a si pueden recibir bendiciones, ninguna obra de la casa de Dios o ninguna de las verdades en las cuales Él requiere que la gente entre tienen nada que ver con ellos; no prestan atención a tales cosas, no leen los libros de las palabras de Dios que la iglesia les envía para que lean, y simplemente los dejan por ahí sin quitarles el envoltorio. Tales personas solo dicen que creen en Dios; aparentan creer como los demás de cara al exterior y cumplen con sus deberes por inercia, pero nunca leen las palabras de Dios. Nunca han abierto un libro de las palabras de Dios, no han pasado una sola página, nunca han leído nada. Tampoco ven los vídeos de testimonio vivencial, ni las películas evangélicas, ni los himnos, y otras cosas que la casa de Dios pone en internet. ¿Qué suelen ver? Ven las noticias, programas populares, videoclips y comedias, solo ven lo que no vale para nada. ¿Qué son estas personas? De vez en cuando visitan la iglesia para preguntar: “¿A cuántos países se ha extendido ya la obra del evangelio? ¿Cuántas personas se han vuelto hacia dios? ¿En cuántos países se han establecido iglesias? ¿Cuántas hay? ¿En qué fase se encuentra la obra de dios?”. En su tiempo libre, siempre preguntan por estas cosas. ¿Acaso no aflora la sospecha de que esta persona sea un espía? Decidme, ¿está bien mantener a alguien así? (No). Si no abandonan la iglesia por voluntad propia, entonces debéis expulsarlos en cuanto los descubráis para librar a la iglesia de estas lacras. Mantenerlos es inútil y causará problemas. Por tanto, las cosas por las que estas personas se angustian, se ponen ansiosas y se preocupan no tienen nada que ver con nosotros en absoluto. No te molestes en ofrecerles consejo, y es inútil comunicar con ellos sobre la verdad. Deshazte de ellos y termina de una vez con esto; esa es la mejor manera de tratar a este tipo de personas.

Aparte de los incrédulos, también hay gente anciana entre los hermanos y hermanas, de edades comprendidas entre los 60 y los 80 o 90 años, y que debido a su avanzada edad, también experimentan algunas dificultades. A pesar de su edad, su pensamiento no es necesariamente correcto o racional, y sus ideas y puntos de vista no tienen por qué conformarse a la verdad. Estas personas ancianas también tienen problemas, y siempre se preocupan: “Mi salud ya no es buena y los deberes que puedo cumplir son limitados. Si solo cumplo con ese pequeño deber, ¿me recordará Dios? A veces me pongo enfermo y necesito que alguien cuide de mí. Cuando no hay nadie que me cuide, no puedo desempeñar mi deber, entonces ¿qué puedo hacer? Soy viejo y no recuerdo las palabras de Dios cuando las leo, y me resulta difícil entender la verdad. Al comunicar la verdad, hablo de un modo confuso e ilógico, y no tengo ninguna experiencia que merezca ser compartida. Soy viejo y no tengo suficiente energía, mi vista no es muy buena y ya no soy fuerte. Todo me resulta difícil. No solo no puedo cumplir con mi deber, sino que olvido fácilmente las cosas y las confundo. A veces me despisto y causo problemas para la iglesia y para mis hermanos y hermanas. Quiero lograr la salvación y perseguir la verdad, pero es muy complicado. ¿Qué puedo hacer?”. Cuando meditan sobre estas cosas, empiezan a inquietarse, pensando: “¿Por qué empecé a creer en Dios a esta edad? ¿Por qué no soy igual que los de 20, 30 o incluso 40 o 50 años? ¿Por qué me he encontrado con la obra de Dios ahora que soy tan viejo? No es que mi destino sea malo, al menos no ahora que me he encontrado con la obra de Dios. Mi destino es bueno, y Dios ha sido bueno conmigo. Solo hay una cosa con la que no estoy contento, y es que soy demasiado viejo. Mi memoria no es muy buena, mi salud no anda muy allá, pero tengo mucha fuerza interior. Es solo que mi cuerpo no me obedece, y me entra sueño tras un rato de escucha en las reuniones. A veces cierro los ojos para orar y me quedo dormido, y mi mente vaga cuando leo las palabras de Dios. Tras leer un poco, me entra sueño y me quedo traspuesto, y las palabras no me llegan. ¿Qué puedo hacer? Con esas dificultades prácticas, ¿sigo siendo capaz de perseguir y entender la verdad? Si no, y si no soy capaz de practicar conforme a los principios-verdad, entonces ¿no será toda mi fe en vano? ¿No fracasaré en obtener la salvación? ¿Qué puedo hacer? Estoy muy preocupado. A esta edad, ya nada es importante. Ahora que creo en Dios ya no tengo más preocupaciones ni nada que me haga sentir ansiedad, mis hijos han crecido y ya no necesitan que los cuide o los crie, mi mayor deseo en la vida es perseguir la verdad, cumplir con el deber de un ser creado y en última instancia lograr la salvación en los años que me quedan. Sin embargo, al fijarme en mi situación actual, con la vista nublada por la edad y la mente confusa, con mala salud, incapaz de cumplir bien con mi deber, y a veces creando problemas cuando intento hacer todo lo que está en mi mano, parece que alcanzar la salvación no me va a resultar fácil”. Reflexionan una y otra vez sobre estas cosas y se angustian, y entonces piensan: “Parece como si las cosas buenas solo les ocurrieran a los jóvenes y no a los viejos. Parece que por muy buenas que sean las cosas, ya no podré disfrutar de ellas”. Cuanto más piensan en esto, más se inquietan y más ansiosos se sienten. No solo se preocupan por sí mismos, sino que también se sienten heridos. Si lloran, sienten que en realidad no merece la pena llorar, y si no lloran, ese dolor, ese daño, los acompaña siempre. Entonces, ¿qué deben hacer? En particular, hay algunos ancianos que quieren dedicar todo su tiempo a gastarse por Dios y cumplir con su deber, pero no se encuentran bien físicamente. Algunos tienen la tensión alta, otros el azúcar, algunos tienen problemas gastrointestinales, y su fuerza física no puede seguir el ritmo de las exigencias de su deber, lo cual les inquieta. Ven a jóvenes que pueden comer y beber, correr y saltar, y sienten envidia. Cuanto más ven a los jóvenes hacer tales cosas, más angustiados se sienten, pensando: “Yo quiero cumplir bien con mi deber y perseguir y comprender la verdad, y también quiero practicarla, así que ¿por qué es tan difícil? Soy tan viejo e inútil. ¿Acaso Dios no quiere a los ancianos? ¿De verdad son tan inútiles? ¿Acaso no podemos alcanzar la salvación?”. Están tristes y son incapaces de sentirse felices, lo miren por donde lo miren. No quieren perderse un momento tan maravilloso y una oportunidad tan grande, pero son incapaces de gastarse y cumplir con su deber con todo su corazón y su alma como hacen los jóvenes. Estos ancianos caen en una profunda angustia, ansiedad y preocupación debido a su edad. Cada vez que encuentran alguna dificultad, contratiempo, adversidad u obstáculo, culpan a su edad, e incluso se odian y se desagradan a sí mismos. Pero en cualquier caso, es en vano, no hay solución, y no tienen forma de avanzar. ¿Será que realmente no hallan una salida? ¿Existe alguna solución? (Las personas mayores también deben cumplir con su deber en la medida de sus posibilidades). Es aceptable que las personas mayores cumplan con sus deberes en la medida de sus posibilidades, ¿verdad? ¿Acaso los ancianos ya no pueden perseguir la verdad debido a su edad? ¿No son capaces de comprenderla? (Sí, lo son). ¿Pueden los ancianos comprender la verdad? Pueden entender un poco, y ni siquiera los jóvenes pueden entenderla toda. Los ancianos siempre tienen una idea equivocada, creen que están confundidos, que su memoria es mala y que por eso no pueden entender la verdad. ¿Tienen razón? (No). Aunque los jóvenes tienen mucha más energía que los ancianos y son más fuertes físicamente, en realidad su capacidad de entender, comprender y saber es la misma que la de los ancianos. ¿Acaso los ancianos no fueron jóvenes una vez? No nacieron viejos, y los jóvenes también envejecerán algún día. Los ancianos no deben pensar siempre que, por ser viejos, estar físicamente débiles, enfermos y tener mala memoria, son diferentes de los jóvenes. De hecho, no hay ninguna diferencia. ¿Qué quiero decir cuando digo que no hay diferencia? Tanto si alguien es viejo como joven, sus actitudes corruptas son las mismas, sus posturas y puntos de vista sobre todo tipo de cosas son los mismos, y sus perspectivas y planteamientos respecto a todo son idénticos. Por tanto, las personas mayores no deben pensar que, por ser mayores, tener menos deseos extravagantes que los jóvenes y ser capaces de ser estables, no tienen ambiciones ni deseos descabellados, y que tienen menos actitudes corruptas; esto es un concepto erróneo. Los jóvenes pueden competir por una posición, ¿no pueden los ancianos hacer lo mismo? Los jóvenes pueden hacer cosas contrarias a los principios y actuar arbitrariamente, ¿acaso los ancianos no? (Sí, pueden). Los jóvenes pueden ser arrogantes, y también los ancianos. Sin embargo, cuando las personas mayores son arrogantes, debido a su avanzada edad no son tan agresivas, y no es una arrogancia tan altanera. La gente joven muestra manifestaciones más obvias de arrogancia debido a sus miembros y mentes flexibles, mientras que la gente mayor muestra manifestaciones menos obvias de arrogancia debido a sus miembros rígidos y mentes inflexibles. Sin embargo, su esencia de arrogancia y sus actitudes corruptas son las mismas. No importa cuánto tiempo lleve creyendo en Dios una persona mayor o cuántos años haya cumplido con su deber, si no persigue la verdad, sus actitudes corruptas perdurarán. Por ejemplo, algunas personas mayores que viven solas están acostumbradas a ser independientes y tienen hábitos determinados. Siguen horarios fijos y su propia organización para comer, dormir y descansar, y no están dispuestos a alterar el orden de las cosas en sus vidas. Estas personas ancianas parecen maravillosas desde fuera, pero siguen teniendo actitudes corruptas, y llegas a darte cuenta después de que te relacionas con ellas durante un largo periodo. Algunas de estas personas mayores son increíblemente caprichosas y arrogantes, han de tener sí o sí lo que quieren comer, y nadie puede detenerlas cuando quieren ir a algún sitio por placer. Cuando fijan su mente en hacer algo, ni unos caballos salvajes podrían apartarlos de su camino. Nadie puede cambiarlos, y son caprichosos toda la vida. Estas personas mayores tan obstinadas son incluso más problemáticas que los jóvenes díscolos. Por tanto, cuando alguien dice: “La gente mayor no está tan profundamente corrompida como la joven. Los mayores vivieron una época más conservadora y cerrada, y por eso su generación no está tan hondamente corrompida”, ¿hay algo de verdad en esta afirmación? (No). Esto no son más que excusas. A los jóvenes no les gusta trabajar con los demás, ¿no pueden los ancianos ser iguales? (Claro). Algunos ancianos tienen actitudes corruptas aun más severas que las de los jóvenes, siempre alardean de su vejez y se enorgullecen de su veteranía, diciendo: “Tengo una edad avanzada. ¿Cuántos años tienes tú? ¿Soy yo el anciano o lo eres tú? No te gustará oír esto, pero cuando tú vas yo ya he vuelto mil veces, y tienes que escucharme. Tengo experiencia y conocimientos. ¿Qué entendéis los jóvenes? Yo ya creía en Dios antes de que nacieras”. ¿No es esto más problemático? (Lo es). Una vez que tienen el título de “ancianos”, las personas mayores pueden ser más problemáticas. Por consiguiente, no es que los ancianos no tengan nada que hacer, ni que sean incapaces de cumplir con sus deberes, ni mucho menos que sean incapaces de perseguir la verdad; hay muchas cosas que pueden hacer. Las diversas herejías y falacias que has acumulado durante tu vida, así como las varias ideas y nociones tradicionales, las cosas ignorantes y obstinadas, las conservadoras, las irracionales y las distorsionadas que has acumulado se han amontonado en tu corazón, y debes dedicar aún más tiempo que los jóvenes a desenterrarlas, diseccionarlas y reconocerlas. No es el caso que no haya nada que puedas hacer, o que debas sentirte angustiado, ansioso y preocupado cuando te encuentres en un callejón sin salida; esa no es ni tu tarea ni tu responsabilidad. En primer lugar, las personas mayores deben tener la mentalidad correcta. Aunque te estés haciendo mayor y estés relativamente envejecido físicamente, debes tener una mentalidad joven. Aunque estés envejeciendo, tu pensamiento se haya ralentizado y tu memoria sea deficiente, si todavía puedes conocerte a ti mismo, entender las palabras que digo y la verdad, eso demuestra que no eres viejo y que no te falta calibre. Si alguien tiene más de 70 años pero no es capaz de entender la verdad, entonces esto demuestra que su estatura es demasiado pequeña y no está a la altura. Por tanto, la edad es irrelevante cuando se trata de la verdad y de actitudes corruptas. Satanás ha existido durante decenas de miles de años, cientos de millones de años, y sigue siendo Satanás, sin embargo, todavía debemos añadir un adjetivo atributivo antes de la palabra “Satanás”, y es “viejo Satanás”, lo que significa que es malvado a la enésima potencia, ¿verdad? (Sí). Entonces, ¿cómo deben practicar las personas mayores? Un aspecto es que debes tener la misma mentalidad que los jóvenes, perseguir la verdad y conocerte a ti mismo, y una vez que te hayas conocido, debes arrepentirte. Otro aspecto es que debes buscar los principios en el cumplimiento de tu deber y practicar de acuerdo con los principios-verdad. No debes excluirte a ti mismo de la búsqueda de la verdad, diciendo que eres viejo, de edad avanzada, que no tienes los pensamientos activos que tienen los jóvenes, que no tienes las actitudes corruptas que tienen los jóvenes, que lo has experimentado todo en esta vida, que has adquirido comprensión de todo y que, por tanto, no albergas ambiciones ni deseos descabellados. Lo que realmente quieres decir con esto es: “Mis actitudes corruptas no son tan graves, así que la búsqueda de la verdad es para vosotros, los jóvenes. No tiene nada que ver con nosotros los viejos. Los ancianos nos limitamos a hacer cualquier trabajo y a esforzarnos lo que podamos en la casa de Dios, y entonces habremos cumplido bien con nuestro deber y nos salvaremos. En cuanto a que Dios revele las actitudes corruptas, las de anticristos y la esencia de anticristo de las personas, eso es lo que vosotros, los jóvenes, debéis entender. Podéis escucharlo con atención, y basta con que os acojamos bien y vigilemos los aledaños para manteneros a salvo. Los mayores no tenemos ambiciones descabelladas. Nos hacemos viejos, nuestro cerebro responde despacio y por eso todas nuestras respuestas son positivas. Antes de morir, nos volvemos bondadosos. Cuando la gente envejece, se vuelve bien educada, así que nosotros somos gente bien educada”. Lo que realmente quieren decir es que no tienen actitudes corruptas. ¿Cuándo hemos dicho que las personas mayores no necesitan perseguir la verdad o que la búsqueda de la verdad difiere según la edad? ¿Lo hemos dicho alguna vez? No, no lo hemos dicho. En la casa de Dios y cuando se trata de la verdad, ¿son los ancianos un grupo especial? No, no lo son. La edad es irrelevante en cuanto a la verdad, como lo es en cuanto a tus actitudes corruptas, la profundidad de tu corrupción, si eres apto para perseguir la verdad, si puedes alcanzar la salvación, o cuál es la probabilidad de que te salves. ¿No es así? (Así es). Hemos comunicado sobre la verdad durante muchos años ya, pero nunca hemos comunicado diferentes tipos de verdades según las distintas edades de la gente. Nunca se ha comunicado sobre la verdad ni se han revelado las actitudes corruptas en exclusiva solo para los jóvenes o los ancianos, ni se ha dicho que, debido a su edad, su pensamiento inflexible y su incapacidad para aceptar cosas nuevas, sus actitudes corruptas decrezcan o cambien con naturalidad; nada de esto se ha dicho nunca. Nunca se ha comunicado una sola verdad específicamente en función de la edad de las personas y excluyendo a los ancianos. Los ancianos no son un grupo especial en la iglesia, en la casa de Dios o ante Él, sino que son iguales a cualquier otro grupo de edad. No tienen nada de especial, solo que han vivido un poco más, que llegaron a este mundo unos años antes que los otros, que tienen el pelo un poco más canoso que los demás y que sus cuerpos han envejecido un poco antes; aparte de estas cosas, no hay ninguna diferencia. Y así, si los ancianos siempre piensan: “Soy viejo, así que eso significa que soy una persona que se comporta bien, que no revelo actitudes corruptas y que solo tengo un poco de corrupción”, ¿no es esta una interpretación falaz? (Lo es). ¿Acaso no es un poco desvergonzado? Algunos ancianos son unos viejos bribones astutos, ladinos hasta la enésima potencia. Dicen que no tienen actitudes corruptas, e incluso que estas actitudes se han desgastado, cuando en realidad las efusiones de sus actitudes corruptas no son menores que las de otras personas. En realidad, hay muchas formas de describir las actitudes corruptas y la calidad humana de esta clase de persona mayor. Por ejemplo, “viejos bribones astutos” y “el jengibre viejo es el más picante, la experiencia vence a la juventud”, en ambas expresiones se utiliza la palabra “viejo”, ¿verdad? (Cierto). ¿Qué otras descripciones hay que utilicen la palabra “viejo”? (Viejos intrigantes). Sí, esa es buena, “viejos intrigantes”. Ves, todos usan la palabra “viejo”. Luego están “viejo Satanás” y “viejos diablos”, la quintaesencia de los mayores. ¿Qué cree la gente cuando forma parte de un grupo de ancianos? Su creencia es: “Todas nuestras actitudes corruptas se han desgastado. Las actitudes corruptas son cosa de vosotros los jóvenes. Estáis más profundamente corrompidos que nosotros”. ¿No es esto una distorsión deliberada? Quieren retratarse de manera positiva e ir a su propio son, pero en realidad no es ese el caso, y las cosas no son así. “Viejos demonios”, “viejo Satanás”, “viejos intrigantes”, “viejos bribones astutos” y “alardear de la propia vejez”: estas descripciones que utilizan formas de la palabra “viejo” no son cosas buenas ni positivas.

Estamos comunicando ahora sobre esto para mandarles una advertencia a los ancianos, para aconsejarlos y guiarlos, y también para ponerles una inyección preventiva a los jóvenes. El propósito de decir estas cosas es primordialmente resolver un problema, ¿cuál? El de la angustia, ansiedad y preocupación de estos ancianos, y asegurarnos de que entienden que esta angustia, ansiedad y preocupación son superfluas e innecesarias. Si deseas cumplir con tu deber y eres adecuado para hacerlo, ¿te va a rechazar la casa de Dios? (No). La casa de Dios te va a dar sin duda una oportunidad para cumplir con tu deber. De ninguna manera dirá: “No puedes cumplir con un deber porque eres viejo. Fuera. No te vamos a dar una oportunidad”. No, la casa de Dios trata a todo el mundo con equidad. Mientras seas apto para cumplir con un deber y no haya un peligro oculto, la casa de Dios te dará la oportunidad y te permitirá cumplir con un deber en cuanto que seas capaz de hacerlo. Además, si deseas conocerte y perseguir la verdad, se burlará alguien de ti y dirá: “¿Acaso una persona tan vieja como tú está cualificada para perseguir la verdad?”. ¿Se burlará alguien de ti? (No). “Eres viejo y estás confuso. ¿Qué sentido tiene que busques la verdad? Dios no salvará a alguien tan viejo como tú”, ¿dirá alguien eso? (No). No lo harán. Todo el mundo es igual ante la verdad, y a todo el mundo se le trata con equidad. Es solo que puede que no persigas la verdad y siempre pondrás la edad como excusa, pensando: “Soy viejo y no puedo cumplir con mi deber”. De hecho, hay muchos deberes que puedes cumplir en función de tu destreza. Si no cumples con ningún deber y, en vez de eso, alardeas de tu vejez y quieres aleccionar a otros, entonces ¿quién querría escucharte? Nadie. Siempre dicen: “Oh, los jóvenes no entendéis las cosas”, y “Oh, los jóvenes sois egoístas” y “Oh, los jóvenes sois arrogantes” y “Oh, los jóvenes sois vagos. Nosotros los viejos trabajamos duro, y en mis tiempos era tal o cual”. ¿De qué sirve decir tales cosas? No seas pesado con tu “magnífica” historia, nadie quiere oírla. No tiene sentido hablar sobre esas cosas obsoletas, no representan la verdad. Si quieres hablar sobre algo, entonces esfuérzate un poco con la verdad, entiéndela un poco más, conócete a ti mismo, mírate como otra persona corriente y no como un miembro de un grupo especial que debe ser respetado, venerado y tenido en alta estima por los demás, siempre rodeado de gente. Este es un deseo extravagante, y un pensamiento equivocado. La edad no es un símbolo de tu identidad, la edad no representa elegibilidad y veteranía, y mucho menos representa que estés en posesión de la verdad o de humanidad, y la edad no puede debilitar tus actitudes corruptas. Por tanto, eres igual que los demás. No te etiquetes siempre como “anciano” para separarte de los demás, e incluso para distinguirte como santo. Eso demuestra que no te conoces en absoluto. Mientras vivan, los ancianos deben esforzarse aún más por perseguir la verdad, buscar la entrada en la vida y trabajar armoniosamente junto con los hermanos y hermanas para cumplir con su deber; solo así puede crecer su estatura. Los ancianos no deben presumir en absoluto de ser más veteranos que los demás ni hacer alarde de su vejez. Los jóvenes pueden revelar todo tipo de carácter corrupto, y tú también; los jóvenes pueden hacer todo tipo de tonterías, al igual que tú; los jóvenes albergan nociones, y los ancianos también; los jóvenes pueden ser rebeldes, como los ancianos; los jóvenes pueden revelar un carácter de anticristo, igual que los ancianos; los jóvenes tienen ambiciones y deseos descabellados, y también los ancianos, sin la menor diferencia; los jóvenes pueden causar trastornos y perturbaciones y ser expulsados de la iglesia, y lo mismo pueden hacer los ancianos. Por consiguiente, además de cumplir bien con su deber en la medida de sus posibilidades, hay muchas cosas que pueden hacer. A menos que seas estúpido, demente y no puedas entender la verdad, y a menos que seas incapaz de cuidar de ti mismo, hay muchas cosas que debes hacer. Al igual que los jóvenes, puedes perseguir la verdad, buscarla, y debes acudir a menudo ante Dios para orar, buscar los principios-verdad, esforzarte por contemplar a las personas y las cosas, comportarte y actuar en todo de acuerdo con las palabras de Dios, con la verdad por criterio. Esta es la senda que debes seguir, y no debes sentirte angustiado, ansioso o preocupado porque seas viejo, porque tengas muchas dolencias o porque tu cuerpo esté envejeciendo. Sentir angustia, ansiedad y preocupación no es lo correcto: son manifestaciones irracionales. Las personas mayores deben desprenderse de su título de “ancianos”, integrarse con los jóvenes y sentarse de igual a igual con ellos. No debes alardear de tu vejez, pensando siempre que tienes virtudes elevadas dignas de respeto, que estás altamente cualificado, que puedes manejar a los jóvenes, que para ellos sois los veteranos y los ancianos, siempre con la ambición de controlar y el deseo de manejar a los jóvenes; ese es un carácter corrupto en toda regla. Puesto que los ancianos tienen actitudes corruptas, igual que los jóvenes, y a menudo las revelan en la vida y en el cumplimiento de sus deberes, igual que los jóvenes, ¿por qué entonces los ancianos no hacen lo apropiado y, en cambio, se sienten siempre angustiados, ansiosos y preocupados por su vejez y por lo que les sucederá después de la muerte? ¿Por qué no cumplen sus deberes como los jóvenes? ¿Por qué no persiguen la verdad como ellos? Se te ha presentado esta oportunidad, así que, si no la aprovechas, y de verdad llegas a ser tan viejo que pierdes el oído, la vista y no puedes cuidar de ti mismo, entonces te arrepentirás, y tu vida transcurrirá de esta manera. ¿Lo comprendes? (Sí).

¿Ha quedado ahora resuelto el problema de las emociones negativas de las personas ancianas? Cuando os hagáis viejos, ¿alardearéis de vuestra vejez? ¿Os convertiréis en viejos bribones astutos y viejos intrigantes? Cuando veáis a una persona mayor, ¿la llamaréis “viejo hermano” o “vieja hermana”? Tienen nombre, pero no te diriges así a ellos, sino que en cambio añades la palabra “viejo”. Si siempre añades la palabra “viejo” cuando les hablas a las personas ancianas, ¿no les hará eso daño? Ya se tienen ellos mismos por viejos y albergan algunas emociones negativas, así que si los llamas “viejos” es como si les dijeras: “Eres viejo, más que yo, y ya no vales para nada”. ¿Se sentirán cómodos al oírte decir esto? Desde luego no se sentirán felices. ¿No les dolerá que te dirijas a ellos de este modo? Algunos ancianos estarán encantados cuando oigan que te diriges a ellos así, y pensarán: “Mira, tengo una elevada virtud digna de respeto y una reputación meritoria. Cuando los hermanos y hermanas me ven, no me llaman por mi nombre. En la casa de Dios, la gente no llama tío, ni abuelo, ni abuela a los ancianos. En cambio, cuando los hermanos y hermanas se dirigen a mí, añaden la palabra ‘viejo’, y me llaman ‘viejo hermano’ (o ‘vieja hermana’). Mira qué digno soy, y mira qué respetable me muestro ante los demás. La casa de Dios es buena: la gente respeta a los ancianos y cuida de los jóvenes”. ¿Eres digno de respeto? ¿Qué edificación has aportado a tus hermanos y hermanas? ¿Qué beneficio les has aportado? ¿Cuál es tu contribución a la casa de Dios? ¿Cuánto de la verdad entiendes? ¿Cuánto de la verdad pones en práctica? Te consideras con una elevada virtud digna de respeto y sin embargo no has hecho contribución alguna, ¿mereces entonces que los hermanos y hermanas te llamen “viejo hermano” o “vieja hermana”? Por supuesto que no. Alardeas de tu vejez y siempre quieres que otras personas te respeten. ¿Es bueno que se dirijan a ti como “viejo hermano” o “vieja hermana”? (No). No lo es, pero lo oigo a menudo. Está muy mal, sin embargo, la gente se sigue dirigiendo a los ancianos de este modo. ¿Qué clase de atmósfera crea eso? Es desagradable, ¿verdad? Mientras más veces te diriges a una persona anciana como “viejo hermano” o “vieja hermana”, más cualificados se consideran y más se creen de elevada virtud digna de respeto; mientras más te diriges a ellos como “viejo tal o cual”, más especiales se creen que son, más importantes y mejores que otras personas, sus corazones se inclinan hacia guiar a otros, y más se apartan de la búsqueda de la verdad. Siempre quieren guiar y manejar a los demás, siempre se consideran a sí mismos mejores que el resto, siempre encuentran a otros desagradables, siempre ven los problemas del prójimo y no ven ninguno en sí mismos. Decidme, ¿puede una persona así perseguir todavía la verdad? No. Por tanto, dirigirse a las personas como “viejo hermano” o “vieja hermana” no les beneficia en nada, y lo único que consigue es hacerles daño y perjudicarles. Si simplemente los llamas por su nombre y dejas de lado el título de “viejo”, si los consideras de la manera correcta, y te sientas con ellos como iguales, entonces su estado y su mentalidad se normalizarán, y ya no se enorgullecerán de sus años veteranos ni mirarán a los demás por encima del hombro. De este modo, les resultará fácil considerarse iguales al resto, podrán valorarse a sí mismos y a los demás correctamente, podrán percibirse a sí mismos como iguales, como gente corriente, y en absoluto mejores que nadie. De este modo, sus dificultades disminuirán y no experimentarán las emociones negativas que pueden surgir debido a su avanzada edad y a que no han obtenido la verdad, y entonces tendrán la esperanza de perseguir dicha verdad. Cuando no surjan estas emociones negativas, considerarán sus propios problemas, especialmente sus actitudes corruptas, con la mentalidad correcta. Esto tiene un efecto positivo y útil en su búsqueda de la verdad, su autoconocimiento y su capacidad para seguir la senda de la búsqueda de la verdad. ¿No quedarán entonces resueltos los problemas de emociones negativas en las personas mayores? (Así será). Se resolverán y no habrá más dificultades. Entonces, ¿cuál es la mentalidad que deben adoptar primero las personas mayores? Deben adoptar una mentalidad positiva; no solo deben ser prudentes, sino magnánimos. No deben montar un escándalo con los jóvenes, sino que deben dar ejemplo y mostrarles el camino, y no ser demasiado duros con ellos. Los jóvenes tienen mal genio y hablan con urgencia, así que no hay que armar un escándalo por nada con ellos. Son jóvenes, inmaduros e inexpertos, y unos cuantos años de templanza los enderezarán. Así es como deben ser las cosas, y las personas mayores deben entenderlo. Entonces, ¿qué mentalidad deben adoptar las personas mayores que esté en conformidad con la verdad? Deben tratar correctamente a los jóvenes y, al mismo tiempo, no deben ser arrogantes y engreídos, creyéndose muy experimentados y perspicaces. Deben considerarse a sí mismos como personas corrientes e iguales a todos los demás; esto es lo correcto. Las personas mayores no deben dejarse frenar por su edad, ni deben cambiar su mentalidad para que sea la de alguien joven. Pasar a tener la mentalidad de una persona joven tampoco es normal, así que simplemente no te dejes frenar por tu edad. No pienses siempre: “Oh, soy tan viejo, no puedo hacer esto, no puedo decir aquello, no puedo hacer lo otro. Como soy tan viejo, debo hacer esto, debo hacer aquello, debo sentarme de cierta manera y permanecer de pie de otra, e incluso debo comer de un modo concreto, todo para que lo vean los jóvenes, para que no miren por encima del hombro a las personas mayores”. Esta forma de pensar es errónea, y al pensar así, estás siendo controlado y limitado por un tipo de pensamiento erróneo, y estás siendo un poco artificial, impostado y falso. No te dejes frenar por tu edad, sé igual que los demás, haz lo que puedas y lo que debas; de este modo, tendrás una mentalidad normal. ¿Entiendes? (Sí). Así, cuando una persona mayor tiene una mentalidad normal, las diversas emociones negativas que pueden surgir en ella debido a su avanzada edad desaparecen sin que sea consciente de ello; estas emociones negativas ya no pueden enredarla, el daño que le causan también desaparece, y entonces su humanidad, su razón y su conciencia se vuelven relativamente normales. Bajo la premisa de tener una conciencia y racionalidad normales, el punto de partida de las personas se vuelve relativamente correcto para perseguir la verdad, cumplir con su deber, participar en cualquier actividad y cualquier trabajo, y los resultados que se logran también son relativamente correctos. En primer lugar, las personas mayores no se verán frenadas por su edad, sino que serán capaces de adoptar su propia medida de forma objetiva y práctica, hacer lo que deben hacer, ser iguales a las demás y cumplir el deber que les corresponde de la mejor manera posible. Los jóvenes no deben pensar: “Eres muy viejo, nunca me abres camino ni me cuidas. Eres muy viejo, deberías tener experiencia, pero no me das consejos sobre cómo hacer las cosas y no me aporta nada estar contigo. Eres mayor, ¿cómo es que no sabes ser comprensivo con los jóvenes?”. ¿Es correcto decir esto? (No). Es inapropiado hacer tales exigencias a las personas mayores. Por tanto, todas las personas son iguales ante la verdad. Si tu pensamiento es práctico, objetivo, preciso y racional, entonces ciertamente estará de acuerdo con los principios-verdad. Si no te afecta ninguna condición objetiva, causa, entorno, o incluso ningún factor en absoluto, si solo haces lo que la gente debería hacer y lo que Dios enseña a la gente a hacer, entonces lo que hagas será ciertamente apropiado y correcto, básicamente en conformidad con la verdad. Tampoco te sumirás en las emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación debido a tu avanzada edad, y este problema quedará resuelto.

Muy bien, acabo aquí con esta comunicación de hoy. ¡Adiós!

22 de octubre de 2022

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