148 El Dios encarnado tiene humanidad e incluso más divinidad

La “encarnación” es la aparición de Dios en la carne;

Él obra en medio de la humanidad creada a imagen de la carne.

Por tanto, para que Dios se encarne,

primero debe ser carne, una carne con una humanidad normal;

esto es el requisito previo más básico.

La implicación de la encarnación de Dios es que Él vive y obra en la carne;

Dios se hace carne en Su esencia, se hace hombre.

Su humanidad existe por el bien de Su esencia corpórea;

no puede haber carne sin humanidad;

una persona sin humanidad no es un ser humano.

Así, la humanidad de la carne de Dios

es una propiedad intrínseca de la carne encarnada de Dios.

Decir que “cuando Dios se hace carne es totalmente divino y carece de humanidad”,

es una blasfemia,

pues esta afirmación simplemente no existe

y viola el principio de la encarnación.


El agente de la obra es la divinidad habitando en Su humanidad.

Es Su divinidad, no Su humanidad, la que obra;

esta divinidad está escondida dentro de Su humanidad;

en esencia, Su divinidad completa,

no Su humanidad, es la que lleva a cabo Su obra.

Pero el actor de la obra es Su carne.

Se podría decir que Él es hombre y también es Dios,

porque Dios se convierte en un Dios que vive en la carne,

con un caparazón y una esencia humanos, pero también con la esencia de Dios.

Al ser un hombre con la esencia de Dios,

Él está por encima de todos los humanos

y de cualquier hombre que pueda hacer la obra de Dios.

Entre todos los que tienen un caparazón humano como el suyo,

entre todos los que poseen humanidad,

solo Él es el Dios mismo encarnado,

todos los demás son solo seres humanos creados.

Aunque todos poseen humanidad,

los humanos creados solo tienen humanidad,

mientras que Dios encarnado es diferente.

En Su carne, no solo tiene humanidad

sino que, más importante aún, también tiene divinidad.

Como Dios se hace carne, Su esencia es una combinación de humanidad y divinidad.

Esta combinación se llama Dios mismo, Dios mismo en la tierra.


de La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de la carne habitada por Dios

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