81. Una decisión que no lamenté
Mi novio y yo nos conocimos trabajando en el extranjero. Ambos creíamos en el Señor Jesús y solíamos ir juntos a la iglesia. Llevábamos tres años juntos y teníamos planes de casarnos. En octubre del año 2000, cuando volví a China a visitar a mi madre, mi vecino me dio testimonio de la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días: el Señor Jesús había regresado encarnado y expresado muchas verdades para juzgar y purificar a la humanidad, y también para salvar a la gente de la esclavitud del pecado a fin de que pudiera entrar en el reino de los cielos. Luego leí muchas de las palabras de Dios Todopoderoso y descubrí que Él reveló el misterio del plan de gestión de 6000 años de Dios para salvar a la humanidad, la verdadera historia de las tres etapas de Su obra, el misterio de Su encarnación, cómo Satanás corrompe al hombre, cómo Dios obra paso a paso para salvar a la gente, cómo realiza la obra del juicio en los últimos días para concluir la era, etc. Estas verdades y estos misterios eran cosas de las que nunca había oído hablar en mis muchos años de fe religiosa. Ninguna persona famosa o importante podría expresarlas. Esto cumplía íntegras las palabras del Señor Jesús: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). Estaba segura de que las palabras de Dios Todopoderoso eran la verdad y la voz de Dios y de que Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús. Emocionadísima, quería contarle a mi novio la buena nueva cuanto antes. Sería perfecto que ambos aceptáramos la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días y finalmente entráramos juntos en el reino. Sin embargo, entonces recordé que, cuando yo estaba en el extranjero, el pastor Juan hablaba a menudo de evitar el Relámpago Oriental. Según él, debíamos ser cautelosos una vez que regresáramos a China y no tener contacto con nadie del Relámpago Oriental. Además, solía ir a algunas ciudades de China a visitar a miembros de la iglesia para decirles que había herejías en China y que debían tener cuidado. Mi novio admiraba mucho a Juan y le hacía caso. Si le decía abiertamente que había aceptado la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días, ¿se lo contaría a Juan? No obstante, también sabía que mi novio esperaba con ansia el regreso del Señor Jesús, así que tenía muchas ganas de decírselo en cuanto pudiera. Pensaba que, si le hablaba claro, él debería poder aceptarlo.
Una noche lo llamé y dije: “Ambos esperamos con ansia el regreso del Señor Jesús; ¿cómo crees tú que volverá?”. Inesperadamente, tan pronto como terminé de hablar, mi novio me contestó, enojado: “¿Por qué me preguntas eso de repente? La Biblia deja claro que el Señor vendrá en una nube; por tanto, ¿cómo es posible dudar? ¿Estás hablando con alguien del Relámpago Oriental en China?”. Me sorprendió mucho que respondiera con tanta severidad a una simple pregunta. Yo repliqué: “Hace muchos años que creemos en el Señor, ¿y no hemos esperado los dos con ansia recibirlo y ser llevados al reino de los cielos? ¿Y cómo llega el Señor Jesús? ¿No vale la pena reflexionar sobre esta cuestión?”. Mi novio se enfadó aún más y me dijo: “¿Cuántas veces nos ha advertido Juan que los que predican el regreso del Señor Jesús hablan falsedades y engañan a la gente? Ha insistido una y otra vez en que no debemos contactar con nadie del Relámpago Oriental. ¿Por qué no haces caso? Tu fe en el Señor es normalmente firme, pero solo llevamos separados poco más de un mes, ¡y ya estás en contacto con el Relámpago Oriental! Recuerda que ambos anhelamos la venida del Señor Jesús, pero, aunque regrese, no lo hará en la carne como afirma el Relámpago Oriental”. Sin importar lo que yo dijera después, él se negó a escucharme. Al final colgamos a disgusto.
No entendía por qué había reaccionado así mi novio y eso me entristeció mucho. ¿No esperaba con ansia la venida del Señor? ¿Por qué era tan reacio al mero hecho de hablar de cómo vendría? Esa noche me acosté y no podía dormir, así que me levanté a leer la palabra de Dios, en la que encontré un par de pasajes: “Dondequiera que Dios aparece, allí se expresa la verdad y estará la voz de Dios. Solo los que pueden aceptar la verdad podrán escuchar la voz de Dios y solo tales personas son aptas para presenciar la aparición de Dios” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice I: La aparición de Dios ha dado lugar a una nueva era). “El Cristo de los últimos días trae la vida y el camino de la verdad, duradero y eterno. Esta verdad es el camino por el que el hombre obtendrá la vida, y el único camino por el cual el hombre conocerá a Dios y por el que Dios lo aprobará. Si no buscas el camino de la vida que el Cristo de los últimos días provee, entonces nunca obtendrás la aprobación de Jesús y nunca estarás cualificado para entrar por la puerta del reino de los cielos, porque tú eres tanto un títere como un prisionero de la historia. Aquellos que son controlados por los reglamentos, las palabras y están encadenados por la historia, nunca podrán obtener la vida ni el camino perpetuo de la vida. Esto es porque todo lo que tienen es agua turbia que ha estado estancada por miles de años, en vez del agua de la vida que fluye desde el trono” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna). Medité una y otra vez las palabras de Dios, ¡y me parecieron muy buenas y prácticas! En los últimos días, el Señor Jesús regresa para expresar la verdad y salvar a la gente. Solo quienes anhelen la verdad y estén atentos a la voz de Dios contemplarán Su aparición y recibirán el regreso del Señor. Los que aguarden ignorantes que el Señor venga sobre las nubes, pero no busquen la verdad ni estén atentos a la voz de Dios, perderán la oportunidad que les brinda la venida del Señor de ser ascendidos y jamás podrán recibir Su regreso. En ese momento recordé que el Señor Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen” (Juan 10:27), y que en el Apocalipsis profetizó: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). En efecto, lo principal para recibir la venida del Señor es estar atentos a la voz de Dios. Las ovejas de Dios son capaces de estar atentas a Su voz y seguir Sus huellas. Me di cuenta de que mi novio se negaba a buscar y estudiar el camino verdadero porque no había leído las palabras de Dios Todopoderoso. Si él era una oveja de Dios y una persona que buscaba sinceramente la verdad, debía enseñarle algunas palabras de Dios Todopoderoso. Si era capaz de reconocer que las palabras de Dios Todopoderoso eran la verdad y la voz de Dios, podría aceptar la obra de Dios de los últimos días y podríamos seguir Sus huellas juntos. Así pues, me pasé varias noches copiando algunas palabras de Dios Todopoderoso y se las envié por correo. Después, cada día esperaba con ansia que me llamara para estudiar conmigo la obra de Dios en los últimos días. Días más tarde, sonó el teléfono de casa y me puse muy contenta. Creía que era mi novio, pero era Juan, que dijo: “Tu novio me contó que, cuando regresaste a tu ciudad natal, te reuniste con gente del Relámpago Oriental. ¿Es cierto?”. Le contesté: “Estoy buscando y estudiando. Creo que la venida del Señor Jesús es un asunto muy importante y algo que debemos buscar y estudiar seriamente”. Juan señaló: “Pronto visitaré tu ciudad natal para ver si de verdad mantienes contacto con alguien del Relámpago Oriental. Soy tu pastor, por lo que he de responsabilizarme de tu vida”.
Pensé que Juan no lo decía en serio, pues nos encontrábamos en lugares muy alejados. Inesperadamente, en realidad enseguida vino. Varios hermanos y hermanas y yo queríamos aprovechar la ocasión para dar testimonio de la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días, pero cuando nos reunimos con Juan, me preguntó si había aceptado el Relámpago Oriental y dijo, arrogante: “Yo ya he tenido contacto con el Relámpago Oriental muchas veces. Para ser sincero, antes de reunirme con ustedes fui a casa de una hermana en el noreste. Su hermano creía en el Relámpago Oriental y quería darme testimonio de su evangelio. Yo he estudiado teología, conozco la Biblia, he mantenido contacto con muchos pastores de renombre en el extranjero, ¿y aun así creía él que podría engañarme y convertirme? Es ridículo”. Mis hermanos y hermanas trataron de persuadirlo: “Muchísimos hermanos y hermanas te han predicado el evangelio y te han dado testimonio de que el Señor Jesús ha regresado. Si te resistes y lo condenas sin buscarlo ni estudiarlo, ¿estás tratando de recibir al Señor sinceramente? El Señor Jesús dijo: ‘Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos’ (Mateo 5:3). Estamos en los últimos días, el Señor ha regresado. Cuando oigamos que alguien da testimonio de que el Señor ha regresado y expresado muchas verdades, debemos buscar con un corazón abierto para poder oír Su voz ¡y contemplar Su aparición! Si no la buscamos ni estudiamos, sino que la rechazamos y nos resistimos a ella ciegamente, es muy fácil que sigamos los pasos de los fariseos. Dios es un Dios sabio, Sus pensamientos van más allá de los pensamientos humanos y Su obra es un misterio que los seres humanos no comprendemos. Nos gustaría hablar contigo sobre cómo recibir el regreso del Señor Jesús”. Sin embargo, Juan no los escuchó en absoluto. Replicó: “Si quieren hablarme del Relámpago Oriental, ahórrense el esfuerzo, porque no voy a hablar de eso con ustedes”. Los hermanos y hermanas vieron que era muy renuente y que no tenía intención de buscar, así que dejaron de intentar hablar con él. En ese momento, Juan recibió una llamada y dijo que unos creyentes de una iglesia del noreste habían aceptado el Relámpago Oriental y que quería ir allí a pararlos. Me pidió que le comprara rápidamente un billete de avión. Yo alegué: “Pastor Juan, el Relámpago Oriental da testimonio de que el Señor Jesús ha regresado para expresar la verdad y realizar la obra del juicio en los últimos días. Tú te niegas a buscar, estudiar y recibir al Señor, y encima quieres poner trabas a la gente y dificultarle que busque el camino verdadero y esté atenta a la voz de Dios. ¿Concuerda esto con la voluntad del Señor?”. Me miró fijamente y respondió: “No voy a dejar que los del Relámpago Oriental entren en la iglesia a robar ovejas. Pretendo defender el camino del Señor”. Ante esta actuación arrogante de Juan, no podía creer que ese fuera el pastor que conocía. Lo había conocido cuatro años antes y para mí siempre había sido una persona muy humilde y muy cariñosa con los creyentes. Siempre me pareció un pastor muy bueno y piadoso, pero con su conducta y lo que reveló aquel día me acordé de las palabras del Señor Jesús: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando” (Mateo 23:13). Juan se subía al púlpito todos los días a predicar a la gente, a advertimos que veláramos y estuviéramos alerta a la venida del Señor, pero cuando realmente regresó el Señor Jesús, no solo no lo buscó, estudió ni recibió, sino que lo condenaba, se resistía y trataba por todos los medios de poner trabas y perturbar a los creyentes que lo buscaban y estudiaban. So pretexto de defender el camino del Señor y proteger el rebaño, mantenía un férreo control sobre la gente. Era exactamente igual que los fariseos en su día, ¡un siervo del mal que quería impedir que la gente entrara en el reino de los cielos!
Creyendo que todavía había muchos hermanos y hermanas en la iglesia que no discernían a Juan, que estaban sometidos y engañados por él y no estudiaban la obra de Dios en los últimos días, contacté con los hermanos y hermanas que conocía y les di testimonio de la obra de Dios Todopoderoso. Cuando se enteró Juan, me llamó y me amenazó: “Si te empeñas en creer en el Relámpago Oriental y vienes a la iglesia a robar ovejas, todos te rechazaremos y los hermanos y hermanas que te conocen ya no te recibirán”. Más tarde, también me envió varios panfletos que promovían el boicot a la Iglesia de Dios Todopoderoso, todos ellos con palabras que se resistían a Dios y blasfemaban contra Él. Con esto vi el auténtico rostro de Juan de forma aún más clara. Él era un obstáculo y un escollo que impedía que la gente estudiara el camino verdadero. Como ya no quería hablar más con él, dejé de contestar sus llamadas. Al ver que me empeñaba en creer en Dios Todopoderoso y en predicar el evangelio a la gente que él pastoreaba, fue a las casas de los hermanos y hermanas que me conocían en Zhejiang, Shanghái y otros lugares, y les dijo que no contactaran conmigo ni escucharan lo que predicaba. Tras regresar al extranjero, me incomunicó de la iglesia. Prohibió contestar mis llamadas o ponerse en contacto conmigo y señaló que todo aquel que contactara conmigo sería expulsado.
Un día recibí una carta de mi novio que decía: “Juan dijo en la iglesia que tú crees en el Relámpago Oriental y que te han engañado completamente. A partir de ahora, ya no somos hermano y hermana y no hay ninguna relación entre nosotros. No contestaré tus llamadas de teléfono ni te escribiré más. Si quieres volver, todos te recibiremos y nosotros podremos seguir con nuestra relación, pero si te empeñas en creer en Dios Todopoderoso, romperemos”. Después de leer la carta me sentía muy triste, así que lo llamé, pero me respondió fríamente: “Estoy ocupado. No tengo tiempo de hablar de esto ahora”. Le pregunté: “¿En serio vamos a romper de esta forma?”. Me contestó: “Si dejas de creer en el Relámpago Oriental, podemos continuar nuestra relación actual. Le pediré a mi tía que te ayude a irte al extranjero. Como ella hace negocios aquí, puedes venirte a vivir. Podríamos tener un futuro muy feliz. Sin embargo, si te empeñas en creer en Dios Todopoderoso, tendremos que romper. Tómate tu tiempo para reflexionar”. Era horrible que mi novio fuera tan despiadado. Antes éramos muy felices juntos y me cuidaba mucho. No esperaba que tuviera tanta veneración por el pastor. Solo porque yo creía en Dios Todopoderoso, tenía que desligarse de mí sin tener en cuenta nuestra relación de los últimos años. Mi familia sabía que tenía un conflicto con mi novio y todos trataron de convencerme de que recapacitara: “Tu novio tiene un buen trabajo y una buena familia. Si rompéis, a saber si en un futuro encontrarás a alguien que sea tan buen partido. Te estás haciendo mayor y no es fácil encontrar pareja. Si no formas una familia, ¿qué harás en la vida en el futuro?”. La familia de mi novio también me llamó y trató de convencerme de que no creyera en Dios Todopoderoso: “Ya no sois tan jóvenes. Es hora de pensar en casarse. ¿No es bueno que ambos creáis en el Señor Jesús? Seréis muy felices cuando os caséis. ¿Por qué te empeñas en creer en Dios Todopoderoso?”. Ante la presión de ambas familias, no sabía qué decidir. Si optaba por volver a mi anterior iglesia y casarme con mi novio, él podría proporcionarme una buena vida material y, además, podríamos instalarnos en el extranjero. Eso era lo que muchos soñaban, pero con ello perdería la salvación de Dios en los últimos días, ¡lo que lamentaría el resto de mi vida! En los últimos días, Dios viene encarnado por segunda vez para expresar la verdad, purificar y salvar por completo a la humanidad y formar un grupo de vencedores. Es una oportunidad única en la vida ¡y no podía perdérmela! No obstante, si decidía seguir a Dios Todopoderoso, ¿qué pasaría con mi matrimonio? Había llegado a la edad de casarme y el matrimonio es un acontecimiento importante en la vida. En esa época no comía ni dormía bien y estaba muy atormentada. Al ver que muchos de mi edad estaban casados y tenían familia, pero yo seguía sola, dudaba y no sabía qué elegir. Oré a Dios una y otra vez por esta cuestión para pedirle que me guiara y me diera a conocer la senda que tenía por delante. Cuando mis hermanos y hermanas se enteraron de mi situación, todos me ayudaron y hablaron conmigo, pero aún no podía renunciar a mi novio. Estaba enfadada porque había roto conmigo. Ni siquiera me hablaba. Se había vuelto muy despiadado y frío. Cuando el pastor dijo que me habían engañado, mi novio se lo creyó completamente. Cuando el pastor le pidió que me rechazara, rompió conmigo ignorando totalmente nuestra relación de los últimos años. Cuanto más lo pensaba, más triste me sentía.
Una noche estaba dando vueltas en la cama. Como no podía dormir, me levanté a escuchar el himno de la palabra de Dios, “Las personas deben buscar vivir una vida que tenga sentido”:
1 El hombre debe buscar vivir una vida que tenga sentido y no debería estar satisfecho con sus circunstancias actuales. Para vivir la imagen de Pedro, debe tener el conocimiento y las experiencias de Pedro. El hombre debe buscar las cosas que son más elevadas y más profundas. Debe buscar un amor más profundo y más puro por Dios, y una vida que tenga valor y sentido. Solo esto es vida; solo entonces el hombre será igual a Pedro. […]
2 Para cualquiera que aspire a amar a Dios, no hay verdades imposibles de conseguir y ninguna justicia por la que no puedan permanecer firmes. ¿Cómo deberías vivir tu vida? ¿Cómo debes amar a Dios y usar ese amor para satisfacer Su deseo? No hay asunto mayor en tu vida. Sobre todo, debes tener este tipo de aspiraciones y perseverancia, y no debes ser como esos invertebrados, esos que son débiles. Debes aprender cómo experimentar una vida que tenga sentido y cómo experimentar verdades significativas, y de esa manera no deberías tratarte a ti mismo a la ligera. Sin que te des cuenta, tu vida pasará; después de eso, ¿tendrás otra oportunidad para amar a Dios? ¿Puede el hombre amar a Dios una vez haya muerto? Debes tener las mismas aspiraciones y conciencia que Pedro; tu vida debe tener sentido y no debes jugar juegos contigo mismo. Como ser humano y como una persona que busca a Dios, tienes que considerar cuidadosamente cómo tratas tu vida, cómo te ofreces a Dios, cómo debes tener una fe más significativa en Dios y cómo, ya que amas a Dios, lo debes amar de una manera que sea más pura, más hermosa y mejor.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio
Escuché este cántico una y otra vez. En él descubrí que Pedro siguió su objetivo de amar y satisfacer a Dios toda su vida y vivió con sentido y valor, lo que me conmovió mucho. A partir de las palabras y la obra del Señor Jesús, Pedro reconoció que Él era Cristo, el Hijo del Dios vivo. Predicó y trabajó para el Señor Jesús y fue perseguido por el judaísmo, pero lo siguió inquebrantable. Hoy día, Dios se había encarnado personalmente entre nosotros para expresar palabras con el fin de obrar y salvar a la gente. Yo había leído las palabras de Dios, oído Su voz y comprobado que Dios Todopoderoso era la segunda venida del Señor Jesús. Sin embargo, llegado el momento de elegir entre Dios Todopoderoso y mi matrimonio, dudé. No quería perder ese matrimonio y la oportunidad de vivir bien en el extranjero con mi novio. Descubrí que, aunque creía en el Señor desde hacía muchos años, lo que buscaba no era la verdad y la vida de parte de Dios ni tampoco aspiraba a amarlo, a satisfacerlo y a una vida con sentido que valiera la pena. A lo que aspiraba era a una vida de goce material y bienestar físico. Medité las palabras de Dios: “¿Puede el hombre amar a Dios una vez haya muerto?”. Me pregunté: “Si no paso mi tiempo en la tierra aspirando a amar a Dios, a satisfacerlo y a una vida con sentido que valga la pena, entonces, incluso si consigo el matrimonio y el bienestar carnal que quiero, ¿de qué me sirve? La venida de Dios en los últimos días para salvar por completo a la humanidad es una oportunidad única en la vida. Si me la perdiera, ¡me arrepentiría toda mi existencia! Si me perdiera la oportunidad de salvación que brinda la obra de Dios en los últimos días por disfrutar de una vida fácil, ¿no sería una necedad? Si renunciaba al camino verdadero y optaba por el matrimonio, ¿conseguiría realmente la vida feliz que deseaba?”. Me acordé de una hermana con la que me contacté tiempo atrás. Su marido y ella se casaron con ayuda de Juan. Después de casarse, se fueron a trabajar a una gran ciudad y se compraron una casa. Sus condiciones materiales eran muy buenas y yo los envidiaba. No obstante, cuando la visité me contó que, aunque tanto su esposo como ella creían en el Señor Jesús y vivían bien en lo material, no eran felices juntos. Solían pelearse por asuntos domésticos de poca importancia, a veces tanto que no tenían ganas de hablarse. Más adelante, su marido decidió trabajar en otra ciudad, con lo que la dejó sola en casa con su hijo de dos años, y su vida era muy desdichada y solitaria. Pensé en su experiencia y luego en algunas parejas de mi entorno, que a menudo reñían y se amenazaban con el divorcio. Ante estos hechos tuve más claro que, cuando creemos en el Señor y lo seguimos, Él solamente nos redime. Se nos perdonan los pecados, pero ni se corrige la causa básica de nuestro pecado ni nos libramos de la esclavitud y el control del pecado. La gente se relaciona entre sí de acuerdo con su carácter corrupto y no hay amor sincero, por lo que, por mucho goce carnal que experimentemos, nuestra vida continúa siendo vacía y dolorosa. Teniéndolo presente, entendí que debía ser muy prudente con las opciones que tenía delante en ese momento. Oré a Dios una y otra vez para pedirle que me guiara y me diera esclarecimiento a fin de poder tomar la decisión correcta según Su voluntad.
Luego leí un pasaje de las palabras de Dios y comprendí Su voluntad. Dios Todopoderoso dice: “Hoy en día, los que buscan y los que no buscan son dos clases completamente diferentes de personas cuyos destinos son también muy diferentes. Los que buscan el conocimiento de la verdad y practican la verdad son aquellos a los que Dios traerá la salvación. Los que no conocen el camino verdadero son demonios y enemigos; son los descendientes del arcángel y van a ser objeto de la destrucción. Incluso los que son creyentes piadosos de un Dios ambiguo ¿no son también demonios? Las personas que tienen una buena conciencia, pero no aceptan el camino verdadero, son demonios; su esencia es de resistencia hacia Dios. Los que no aceptan el camino verdadero son los que se resisten a Dios; incluso si estas personas sufren muchas dificultades, aun así, van a ser destruidas. […] Cualquiera que no crea en Dios encarnado es demoniaco y, es más, va a ser destruido. Los que tienen fe, pero no practican la verdad, los que no creen en el Dios encarnado y los que de ningún modo creen en la existencia de Dios, también van a ser objeto de la destrucción. Todos aquellos a quienes se permitirá permanecer son personas que han pasado por el sufrimiento de la refinación y han permanecido firmes; estas son personas que verdaderamente han padecido pruebas. Cualquiera que no reconozca a Dios es un enemigo; es decir, cualquiera que no reconoce a Dios encarnado, tanto dentro como fuera de esta corriente, ¡es un anticristo! ¿Quién es Satanás, quiénes son los demonios y quiénes son los enemigos de Dios, sino los opositores que no creen en Dios? ¿No son esas las personas que son desobedientes a Dios?” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo). Con las palabras de Dios entendí que lo que Él lleva a cabo en los últimos días es la obra de separar a cada cual según su especie. Él expresa la verdad y, por medio de la encarnación, realiza la obra del juicio, en la que separa la cizaña del trigo y a los verdaderos creyentes de los falsos; o sea, a los que buscan la verdad de los que no. Aquellos que afirman creer en Dios de palabra, pero no buscan la verdad ni anhelan la aparición de Dios, los no creyentes que solo van en pos de la gracia y piden pan para saciarse, y los anticristos, que odian la verdad y se resisten a Dios, todas estas personas serán reveladas y, finalmente, descartadas y castigadas. Aunque, por fuera, mi novio parecía de buena humanidad, honesto y confiable y que cuidaba bien de mí, tan pronto como le conté que Dios había regresado en la segunda encarnación, no solo se negó completamente a buscar la verdad, sino que también obedeció ciegamente al pastor para estorbarme e impedirme aceptar la obra de Dios de los últimos días, hasta el punto de amenazar nuestro matrimonio para forzarme a renunciar al camino verdadero. Aunque él creía en el Señor Jesús, únicamente se aferraba a Su nombre. No aceptaba la verdad expresada por el regreso del Señor, se resistía a Dios Todopoderoso y lo condenaba. Vi que su esencia era de odio por la verdad y de resistencia a Dios y que él era un no creyente revelado por la palabra de Dios, no una persona que crea sinceramente en Él, ame la verdad y la acepte. Frente a la verdad se reveló plenamente su naturaleza satánica de resistencia a Dios. Ni entendía la voz de Dios ni es una oveja Suya. Si optaba por casarme con una persona así, Dios no me bendeciría y nuestro matrimonio no sería feliz. En las palabras de Dios comprendí Su voluntad. Tuve una sensación de liberación y supe qué elegir. Después llamé a mi novio y dije: “Me he decidido. Opto por continuar siguiendo a Dios Todopoderoso. Si quieres romper, respeto tu decisión. Cada uno irá por su lado”. Frustrado, me contestó: “¿No eres capaz de recapacitar? No somos tan jóvenes y el matrimonio es lo más importante en la vida. Si renuncias a nuestro matrimonio, luego lo lamentarás”. Yo ya tenía clara su esencia de odio a la verdad y de resistencia a Dios, por lo que, dijera lo que dijera, no cambié de opinión. Repliqué: “Las palabras de Dios Todopoderoso me han señalado la senda en la vida y pienso recorrerla con determinación. Jamás cambiaré de opinión”. Cuando terminé, colgué y tuve una profunda sensación de tranquilidad y liberación.
Gracias a la guía de las palabras de Dios pude saber qué senda elegir en la vida y, asimismo, ver los auténticos rostros hipócritas de los pastores y ancianos. Claman que debemos aguardar atentos la venida del Señor, pero cuando Dios aparece en la carne para obrar en los últimos días, no lo buscan ni estudian. En cambio, lo condenan y se resisten frenéticamente, y tratan por todos los medios de impedir que los creyentes estudien el camino verdadero, los mantienen controlados y los obligan a obedecerlos a ellos en su resistencia y condena de la venida de Dios. Son siervos del mal, anticristos revelados por la obra de Dios en los últimos días, ¡y unos demonios que devoran el alma de la gente! Dado que mi novio idolatraba excesivamente al pastor, no buscaba la verdad en absoluto, lo obedeció en su condena y resistencia a la obra de Dios en los últimos días y se convirtió en una persona que cree en Dios, pero se resiste a Él. Estaba agradecida a Dios por salvarme, permitirme discernir a los pastores y ancianos, rechazarlos y no dejarme engañar más por ellos. Pude oír la voz de Dios y recibir el regreso del Señor por la gran misericordia y bondad de Dios hacia mí. Di gracias a Dios de todo corazón y me decidí a seguir a Dios Todopoderoso hasta el fin. Después cumplí con mi deber en la iglesia predicando el evangelio y esforzándome por Dios del mejor modo posible. Doy gracias a las palabras de Dios Todopoderoso por guiarme hacia la decisión correcta y conducirme hasta donde me encuentro hoy. ¡Toda la gloria sea a Dios Todopoderoso!