29. Incluso los mayores deben esforzarse en perseguir la verdad
El año que cumplí 46 años acepté la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días. De las palabras de Dios aprendí que esta es la última etapa de la obra de Dios para salvar a las personas, que al final, Dios llevará a los que ha salvado a una nueva era. Me sentí muy emocionada. Lo abandoné todo, me entregué y cumplí con mi deber con cien veces más fe. En esa época era bastante joven y tenía mucha energía. Al cumplir con mi deber junto a hermanos y hermanas jóvenes, no me consideraba vieja en absoluto. Cantaba y bailaba llena de vida, y a veces recorría en bicicleta sesenta kilómetros para difundir el evangelio sin cansarme. Sentí que esforzarme por Dios y cumplir con mi deber de esa forma me garantizaría la salvación cuando la obra de Dios hubiera terminado. Cuando tenía 65 años empecé a tener tinnitus en uno de mis oídos y muchas veces notaba un zumbido en ese oído. Cuando empezó, no le di mucha importancia y pensé que después de un tiempo mejoraría. Pero poco a poco comenzó a agravarse; a veces no podía oír claramente lo que decían los demás, y cuando se ponía grave, me mareaba. Cuando fui al hospital para que me revisaran, el médico dijo que mi oído ya no tenía solución y que no había manera de tratarlo. En aquel momento, me sentí especialmente negativa y pensaba: “Estoy acabada. Este oído está sordo y no escucho con claridad a los demás. Esto afectará al cumplimiento de mi deber. ¿Qué utilidad tendré en la casa de Dios entonces? Si no cumplo con mi deber, ¿tendré alguna esperanza de alcanzar la salvación? ¿Seguirán queriendo en el reino a alguien como yo que le cuesta escuchar y ver bien?”. Cuanto más pensaba en eso, más negativa me volvía. Oré a Dios y le pedí que me sacara de mi estado negativo.
Un día, leí esto en las palabras de Dios: “Todos los que están dispuestos a ser hechos perfectos tienen la oportunidad de serlo, así que todo el mundo debe relajarse: en el futuro todos entrarán en el destino. Pero si eres reticente a ser hecho perfecto y no estás deseoso de entrar en el maravilloso ámbito, es tu propio problema. […] Cada persona tiene la oportunidad de ser hecha perfecta: siempre y cuando estés dispuesto y busques, al final podrás alcanzar este resultado, y ninguno de vosotros será abandonado. Si eres de bajo calibre, Mis requisitos respecto a ti serán acordes con ese bajo calibre; si eres de alto calibre, Mis requisitos respecto a ti serán acordes a tu alto calibre; si eres ignorante y analfabeto, Mis requisitos estarán a la altura de tu nivel de analfabetismo; si eres letrado, Mis requisitos para ti serán acordes al hecho de que seas letrado; si eres anciano, Mis requisitos para ti serán según tu edad; si eres capaz de proveer hospitalidad, Mis requisitos para ti serán conforme a esta capacidad; si afirmas no poder ofrecer hospitalidad, y sólo puedes realizar cierta función, ya sea difundir el evangelio, cuidar de la iglesia o atender a los demás asuntos generales, te perfeccionaré de acuerdo con la función que lleves a cabo. Ser leal, someterse hasta el final mismo y buscar tener un amor supremo a Dios, esto es lo que debes lograr y no hay mejores prácticas que estas tres cosas. En última instancia, se le requiere al hombre que las realice y, si puede lograrlas, entonces será hecho perfecto. Sin embargo, por encima de todo, debes buscar de verdad, seguir adelante activamente, y no ser pasivo en ese sentido” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso). Dentro de las palabras de Dios vi Su justicia. Dios da a todos la oportunidad de alcanzar la salvación y ser hechos perfectos. No salva a las personas en función de su edad, ni tampoco las perfecciona según el número de deberes que cumplen. En cambio, Él les exige que desempeñen sus deberes de acuerdo con sus capacidades, que persigan la verdad, que logren lealtad y sumisión a Él, y que tengan un corazón amante de Dios. Esto es lo que gana la aprobación de Dios. No importa la edad ni el deber que uno cumpla, Dios quiere su lealtad y sumisión. No entendía la intención de Dios y creía que porque era vieja y medio sorda no podía cumplir mi deber. Perdería la esperanza de alcanzar la salvación… Estas eran mis nociones e imaginaciones. Dios dice que los ancianos deben comportarse de acuerdo con los requisitos para los ancianos. Aunque soy vieja y medio sorda, todavía tengo un oído que puede escuchar las palabras de Dios. Si no puedo hacer un gran deber, puedo hacer uno pequeño para el que tengo la capacidad. Más tarde, difundí el evangelio junto con los hermanos y hermanas de la iglesia y me sentí muy feliz.
En marzo de 2023, tuve un accidente de auto y me rompí la pierna izquierda. Mientras me recuperaba en casa, vivía en un constante estado de ansiedad. En ese momento yo ya tenía 70 años, mi salud ya estaba mal, había perdido la audición y mi vista empeoraba. Ahora, con la pierna rota, ¿qué podría hacer en el futuro? Al principio quería difundir el evangelio y mostrar mi lealtad, y me disponía a hacer algunas buenas obras. Nunca pensé que me rompería la pierna, y no sabía cuándo sanaría. Si no podía cumplir con mi deber en el futuro, ¿tendría todavía alguna esperanza de salvación? Cuanto más pensaba en eso, más triste me sentía, y empecé a quejarme a pesar mío: “Desde que puse mi fe en el Señor, me esforcé con fervor. Después de aceptar la obra de Dios en los últimos días, incluso cerré mi restaurante para poder cumplir con mi deber. Estuve a punto de ser detenida varias veces y no pude regresar a mi casa. Llevo más de 20 años trabajando y esforzándome mucho. Pensé que si seguía así, recibiría la salvación. Pero no esperaba que ni siquiera pudiera cumplir con mi deber con la obra de Dios a punto de terminar. ¿Todavía tengo una esperanza de salvación? Si tuviera diez o veinte años menos, podría cumplir con mi deber durante más tiempo, y tendría alguna esperanza de salvación. ¿Por qué tuve que nacer en ese momento? Ahora que envejezco más y más cada año, mi cuerpo ya no quiere moverse. ¿Qué clase de esperanza tendré en el futuro?”. Cuando veía a los jóvenes hermanos y hermanas cantando y bailando en los videos, sentía una envidia especial: “Estos hermanos y hermanas nacieron realmente en una buena década. Son jóvenes, su fuerza prospera, tienen buena memoria, aprenden cosas rápidamente y pueden cumplir con muchos deberes. Ahora es el momento crucial para que Dios perfeccione a las personas, y cuando la obra de Dios esté terminada, estos jóvenes seguro podrán alcanzar la salvación y sobrevivir. Si hubiera nacido en los años 80 o 90, habría estado en el lugar adecuado. ¿Por qué tuve que nacer en los años 50? La obra de Dios está a punto de terminar, pero yo soy vieja y no puedo cumplir con mi deber. ¿Qué esperanza de salvación tengo? Probablemente me muera en cualquier momento”. Durante ese tiempo me sentí especialmente negativa, y cuando pensaba en eso, se me partía el corazón y derramaba lágrimas. Veía a los no creyentes de mi familia ocuparse de comer, beber y divertirse; intentaban hacerme feliz, pero no podía animarme en absoluto. Sentía que mi vida no tenía esperanza. Aunque leía las palabras de Dios todos los días, solo hacía las cosas por inercia, y mi oración también era ritualista, así que sentí que mi corazón se había alejado mucho de Dios. Me di cuenta de que mi propio estado era incorrecto, así que oré a Dios, y le pedí que me sacara de este estado negativo.
Un día, leí un pasaje en las palabras de Dios que me conmovió tremendamente. Dios Todopoderoso dice: “También hay gente anciana entre los hermanos y hermanas, de edades comprendidas entre los 60 y los 80 o 90 años, y que debido a su avanzada edad, también experimentan algunas dificultades. A pesar de su edad, su pensamiento no es necesariamente correcto o racional, y sus ideas y puntos de vista no tienen por qué conformarse a la verdad. Estas personas ancianas también tienen problemas, y siempre se preocupan: ‘Mi salud ya no es buena y los deberes que puedo cumplir son limitados. Si solo cumplo con ese pequeño deber, ¿me recordará Dios? A veces me pongo enfermo y necesito que alguien cuide de mí. Cuando no hay nadie que me cuide, no puedo desempeñar mi deber, entonces ¿qué puedo hacer? Soy viejo y no recuerdo las palabras de Dios cuando las leo, y me resulta difícil entender la verdad. Al comunicar la verdad, hablo de un modo confuso e ilógico, y no tengo ninguna experiencia que merezca ser compartida. Soy viejo y no tengo suficiente energía, mi vista no es muy buena y ya no soy fuerte. Todo me resulta difícil. No solo no puedo cumplir con mi deber, sino que olvido fácilmente las cosas y las confundo. A veces me despisto y causo problemas para la iglesia y para mis hermanos y hermanas. Quiero lograr la salvación y perseguir la verdad, pero es muy complicado. ¿Qué puedo hacer?’. Cuando meditan sobre estas cosas, empiezan a inquietarse, pensando: ‘¿Por qué empecé a creer en Dios a esta edad? ¿Por qué no soy igual que los de 20, 30 o incluso 40 o 50 años? ¿Por qué me he encontrado con la obra de Dios ahora que soy tan viejo? No es que mi destino sea malo, al menos no ahora que me he encontrado con la obra de Dios. Mi destino es bueno, y Dios ha sido bueno conmigo. Solo hay una cosa con la que no estoy contento, y es que soy demasiado viejo. Mi memoria no es muy buena, mi salud no anda muy allá, pero tengo mucha fuerza interior. Es solo que mi cuerpo no me obedece, y me entra sueño tras un rato de escucha en las reuniones. A veces cierro los ojos para orar y me quedo dormido, y mi mente vaga cuando leo las palabras de Dios. Tras leer un poco, me entra sueño y me quedo traspuesto, y las palabras no me llegan. ¿Qué puedo hacer? Con esas dificultades prácticas, ¿sigo siendo capaz de perseguir y entender la verdad? Si no, y si no soy capaz de practicar conforme a los principios-verdad, entonces ¿no será toda mi fe en vano? ¿No fracasaré en obtener la salvación? ¿Qué puedo hacer? Estoy muy preocupado. […]’ […] Ven a jóvenes que pueden comer y beber, correr y saltar, y sienten envidia. Cuanto más ven a los jóvenes hacer tales cosas, más angustiados se sienten, pensando: ‘Yo quiero cumplir bien con mi deber y perseguir y comprender la verdad, y también quiero practicarla, así que ¿por qué es tan difícil? Soy tan viejo e inútil. ¿Acaso Dios no quiere a los ancianos? ¿De verdad son tan inútiles? ¿Acaso no podemos alcanzar la salvación?’. Están tristes y son incapaces de sentirse felices, lo miren por donde lo miren. No quieren perderse un momento tan maravilloso y una oportunidad tan grande, pero son incapaces de gastarse y cumplir con su deber con todo su corazón y su alma como hacen los jóvenes. Estos ancianos caen en una profunda angustia, ansiedad y preocupación debido a su edad. Cada vez que encuentran alguna dificultad, contratiempo, adversidad u obstáculo, culpan a su edad, e incluso se odian y se desagradan a sí mismos. Pero en cualquier caso, es en vano, no hay solución, y no tienen forma de avanzar. ¿Será que realmente no hallan una salida? ¿Existe alguna solución? (Las personas mayores también deben cumplir con su deber en la medida de sus posibilidades). Es aceptable que las personas mayores cumplan con sus deberes en la medida de sus posibilidades, ¿verdad? ¿Acaso los ancianos ya no pueden perseguir la verdad debido a su edad? ¿No son capaces de comprenderla? (Sí, lo son). ¿Pueden los ancianos comprender la verdad? Pueden entender un poco, y ni siquiera los jóvenes pueden entenderla toda. Los ancianos siempre tienen una idea equivocada, creen que están confundidos, que su memoria es mala y que por eso no pueden entender la verdad. ¿Tienen razón? (No). Aunque los jóvenes tienen mucha más energía que los ancianos y son más fuertes físicamente, en realidad su capacidad de entender, comprender y saber es la misma que la de los ancianos. ¿Acaso los ancianos no fueron jóvenes una vez? No nacieron viejos, y los jóvenes también envejecerán algún día. Los ancianos no deben pensar siempre que, por ser viejos, estar físicamente débiles, enfermos y tener mala memoria, son diferentes de los jóvenes. De hecho, no hay ninguna diferencia. ¿Qué quiero decir cuando digo que no hay diferencia? Tanto si alguien es viejo como joven, sus actitudes corruptas son las mismas, sus posturas y puntos de vista sobre todo tipo de cosas son los mismos, y sus perspectivas y planteamientos respecto a todo son idénticos. […] Por consiguiente, no es que los ancianos no tengan nada que hacer, ni que sean incapaces de cumplir con sus deberes, ni mucho menos que sean incapaces de perseguir la verdad; hay muchas cosas que pueden hacer. Las diversas herejías y falacias que has acumulado durante tu vida, así como las varias ideas y nociones tradicionales, las cosas ignorantes y obstinadas, las conservadoras, las irracionales y las distorsionadas que has acumulado se han amontonado en tu corazón, y debes dedicar aún más tiempo que los jóvenes a desenterrarlas, diseccionarlas y reconocerlas. No es el caso que no haya nada que puedas hacer, o que debas sentirte angustiado, ansioso y preocupado cuando te encuentres en un callejón sin salida; esa no es ni tu tarea ni tu responsabilidad. En primer lugar, las personas mayores deben tener la mentalidad correcta. Aunque te estés haciendo mayor y estés relativamente envejecido físicamente, debes tener una mentalidad joven. Aunque estés envejeciendo, tu pensamiento se haya ralentizado y tu memoria sea deficiente, si todavía puedes conocerte a ti mismo, entender las palabras que digo y la verdad, eso demuestra que no eres viejo y que no te falta calibre. Si alguien tiene más de 70 años pero no es capaz de entender la verdad, entonces esto demuestra que su estatura es demasiado pequeña y no está a la altura. Por tanto, la edad es irrelevante cuando se trata de la verdad” (La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (3)). Dios sabe que los ancianos nos encontramos en este estado, por eso Él nos dirige estas palabras para mostrarnos una senda de práctica. Esto demuestra que Dios nos ama mucho. Dios escudriña el corazón humano y estas palabras de Dios hablan sobre mi verdadero estado. Cuando vi lo ágiles que eran las mentes de los hermanos y hermanas jóvenes, cuánto florecían sus fuerzas y la capacidad que tenían para cumplir todos los deberes en la casa de Dios, sentí envidia en el fondo y pensé que estaban justo en el tiempo que Dios perfecciona a las personas, mientras que a mi edad, con mi escasa visión y mi mala memoria, no podía recordar lo que leía en las palabras de Dios. Sobre todo ahora que me rompí la pierna y no podía cumplir con mi deber, sentía que ya no me quedaba esperanza en la vida y que mis posibilidades de salvarme eran cada vez menores. Por lo tanto, a menudo vivía en un estado negativo. Me sentía pesimista y desesperanzada. Las palabras de Dios me señalaron una senda de práctica: no es que, cuando las personas envejecen y no pueden cumplir con sus deberes, ya no tienen sendas que recorrer. Si envejecen y no pueden salir a cumplir con su deber, aún pueden buscar la verdad y resolver su carácter corrupto. Es como cuando no me sometía a la vejez, sino que me forzaba a mantener el ritmo de los jóvenes: ese era mi carácter arrogante. Siempre sentía que, al envejecer, no podría realizar los deberes importantes, por lo que me preocupaba que no pudiera salvarme. Siempre le exigía cosas a Dios y no podía someterme a Su soberanía y a Sus designios: ese también era mi carácter corrupto. Además, mientras cumplía con mi deber, buscaba constantemente reputación y prestigio. Quería que la gente me admirara. Todas estas eran mis actitudes corruptas. Necesitaba reflexionar sobre ellas, conocerlas y buscar la verdad para resolverlas. Además, después de creer en Dios durante tantos años, tenía cierta experiencia y conocimiento de las palabras de Dios. Aunque no podía salir a cumplir con mi deber, podía quedarme en casa y escribir artículos basados en mi experiencia para dar testimonio de Dios. ¿No sería esto también cumplir con un deber? Además, aunque los jóvenes tengan buena memoria y sus mentes, reflejos y acciones sean rápidos, esto no significa que no tengan ningún carácter corrupto. Al igual que los ancianos, necesitan experimentar el juicio y el castigo de las palabras de Dios. Aunque ya era mayor, todavía tenía muchas actitudes corruptas y necesitaba buscar la verdad para resolverlas. Todo esto era algo que yo debía hacer.
Leí más palabras de Dios: “Yo decido el destino de cada persona, no con base en su edad, antigüedad, cantidad de sufrimiento ni, mucho menos, según el grado de compasión que provoca, sino con base en si posee la verdad. No hay otra opción que esta. Debéis daros cuenta de que todos aquellos que no siguen la voluntad de Dios serán también castigados. Este es un hecho inmutable” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prepara suficientes buenas obras para tu destino). “En la corriente actual, todos aquellos que aman verdaderamente a Dios tienen la oportunidad de que Él los perfeccione. Sean jóvenes o viejos, tiene un corazón que se somete a Él y lo teme, pueden ser perfeccionados por Él. Dios perfecciona a las personas según sus diferentes funciones. Siempre que ejerzas toda tu fuerza y te sometas a la obra de Dios, puedes ser perfeccionado por Él. En la actualidad, ninguno de vosotros es perfecto. En ocasiones sois capaces de realizar un tipo de función, y a veces dos; mientras hagáis todo lo posible por entregaros por Él, seréis a la larga perfeccionados por Él” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de que todos cumplan su función). De las palabras de Dios, comprendí que Dios no perfecciona a las personas en función de su edad o de cuánto hayan sufrido, sino de si tienen o no la verdad, y de si su carácter-vida ha cambiado. En el pasado, siempre creí que la fuerza de los jóvenes prosperaba y que sus mentes eran rápidas, aceptaban las cosas nuevas con rapidez, y podían cumplir con muchos deberes en la casa de Dios; esta clase de personas podían salvarse. Sobre todo cuando vi que promocionaban a muchos jóvenes, pensaba que los ancianos no eran útiles en la casa de Dios, que Dios no los quería y que no tenían esperanza de salvación. Veía la casa de Dios como una fábrica para el mundo de los no creyentes y creía que los jóvenes se quedarían, pero a los ancianos y a los inútiles no los querrían: Esta era mi mala interpretación de Dios y era una blasfemia contra Él. De hecho, la casa de Dios promueve a las personas debido a las necesidades de la obra evangélica y cada obra necesita la colaboración de todo tipo de personas especializadas. Pero eso no significa en absoluto que Dios no quiera a las personas una vez que envejecen, y ciertamente no significa que no tengan ninguna esperanza de salvación. A los ojos de Dios, no importa si uno es joven o anciano, todos son iguales. Lo que ocurre es que la edad de las personas es diferente y sus condiciones físicas varían, pero Dios requiere que todas las personas lleguen a la verdad de la misma manera. Vi que Dios es justo, no valora a las personas en función de su edad, sino en si pueden o no perseguir la verdad y obtenerla. Si uno no persigue la verdad y carece de principios en la forma en que maneja los asuntos, aunque sea joven, posea calibre y cumpla un deber importante, sigue resistiéndose a Dios. Aunque sea vieja, y no pueda hacer ningún deber importante, puedo seguir entendiendo las palabras de Dios, y mi mente y mi razón siguen siendo normales, así que debo perseguir la verdad y atesorar cada día que estoy viva, para poder dar fruto.
Más tarde, me encontré con otro pasaje de las palabras de Dios: “¿Quién de vosotros está desempeñando ahora mismo su deber en la casa de Dios por accidente? Fuera cual fuera el trasfondo del que vinierais para cumplir con vuestro deber, nada de ello fue por casualidad. Este deber no se puede desempeñar solo buscando a unos cuantos creyentes al azar; esto fue algo que Dios predestinó antes de las eras. ¿Qué significa que algo fuera predestinado? ¿Qué en concreto? Significa que en Su plan de gestión al completo, hace mucho que Dios planeó cuántas veces estarías en la tierra, en qué linaje y familia nacerías en los últimos días, cuáles serían las circunstancias de esta familia, si serías hombre o mujer, cuáles serían tus puntos fuertes, qué nivel de educación tendrías, cómo de elocuente serías, cuál sería tu calibre y qué aspecto tendrías. Él planeó la edad en que llegarías a la casa de Dios y comenzarías a cumplir con tu deber, qué deber realizarías y en qué momento. Al principio, Dios predestinó cada uno de tus pasos. Cuando aún no habías nacido y cuando llegaste a la tierra en tus últimas vidas, Dios ya había arreglado para ti qué deber cumplirías en esta etapa final de la obra. ¡No es ninguna broma! El hecho de que seas capaz de oír aquí un sermón lo predestinó Dios. Esto no se debe tomar a la ligera” (La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Por las palabras de Dios, comprendí que Dios había ordenado en qué año nacería y cuándo llegaría a creer en Él. En cuanto a si más tarde sería capaz de cumplir con mi deber, y qué clase de destino y suerte tendría, todo eso está en manos de Dios. Siempre me quejé por no haber nacido en una buena década; no era para nada sumisa, era demasiado arrogante y poco razonable. Nací en los años 50, pero el hecho de haber llegado a tiempo para que Dios apareciera y obrara en los últimos días, de haber tenido la fortuna de escuchar las palabras de Dios, ver Su aparición, y aceptar Su riego y pastoreo, y de haber seguido a Dios durante tantos años hasta hoy, ya habla de la gran gracia y exaltación de Dios hacia mí. En cuanto a los no creyentes que tenían la misma edad que yo, vivieron toda su vida sin saber por qué vinieron a esta tierra ni por qué la gente debe vivir. Toda su vida solo supieron ganar dinero, competir con los demás y disfrutar de la carne, se esforzaron en su pecado. Pero pude presentarme ante Dios y comprender algunas verdades, pude saber por qué vive la gente y qué tipo de vida es valiosa, y saber que el destino de las personas está bajo el control de Dios, el deber que deben cumplir, el destino de la humanidad, etc. Disfruté de tanta gracia y bendiciones de Dios, aun así no estaba satisfecha; e incluso me quejé de por qué Dios no me permitió nacer en los 80 o 90. Razonaba y discutía con Dios. ¡Realmente no tenía nada de humanidad! Dios obró tanto en mí. Él orquestó personas, eventos y cosas para que yo las experimentara, y cada vez que me sentía negativa Dios hacía que los hermanos y hermanas tuvieran comunión conmigo. Una y otra vez me esclareció y me guió a través de Sus palabras, y me hizo entender Sus intenciones y salir de la negatividad. ¿No es acaso todo esto el amor de Dios? Cuando pensé en estas cosas, me sentí culpable y creí que realmente no tenía conciencia. Así que oré a Dios y le dije: “Dios, no supe apreciar Tu bondad. Me trataste con gracia, pero siempre te malinterpreté. Ahora que tengo la pierna rota, por fin he reflexionado. De lo contrario, hubiera seguido pensando que podía recibir bendiciones por correr de un lado a otro y difundir el evangelio, vivir según mis propias nociones y resistirme a Ti sin saberlo. Hagas lo que hagas en el futuro, sea cual sea mi desenlace, esa es Tu justicia. Me someto a Tu soberanía”. Cuando comprendí las intenciones de Dios, mi estado cambió un poco para mejor. Más tarde, practiqué la escritura de artículos en casa y tranquilicé mi corazón ante Dios, practicando la autorreflexión.
Unos meses después, mi pierna gradualmente mejoró. Pude empezar a caminar de nuevo y retomar mi deber. Mientras cumplía con mi deber, también hice hincapié en buscar la verdad y resolver mis propias actitudes corruptas. Ya no me sentía limitada ni atada por mi edad. Podía tratar estas cosas correctamente. En estos años, siempre me he sentido limitada por mi edad. Si no hubiera sido por la guía de las palabras de Dios, no habría superado nada. Fueron las palabras de Dios las que hicieron caer la pesada piedra de mi corazón, para que ya no me sintiera preocupada o ansiosa por no ser salvada o recibir un buen desenlace debido a mi avanzada edad. Mi corazón encontró libertad y liberación.