281 La humanidad no puede controlar su propio destino
I
Dónde irás cada día, qué harás, con quién o con qué te encontrarás,
qué dirás, qué te ocurrirá, ¿acaso puede predecirse algo de esto?
Las personas no pueden prever todos estos sucesos
y mucho menos controlar el desarrollo de estas situaciones.
En la vida, estos acontecimientos imprevisibles ocurren todo el tiempo;
son un hecho cotidiano.
Estas vicisitudes cotidianas y las formas en que se desarrollan,
o los patrones que siguen,
son recordatorios constantes para la humanidad
de que nada ocurre al azar, que el proceso del desarrollo de cada suceso,
la naturaleza ineludible de cada suceso,
no pueden ser cambiados por la voluntad humana.
II
Todo acontecimiento transmite una amonestación del Creador a la humanidad,
y también envía el mensaje
de que los seres humanos no pueden controlar sus propios destinos.
Cada suceso es una refutación de la ambición y el deseo de la humanidad
de esperar en vano tomar su destino en sus propias manos.
Son como fuertes bofetadas cerca del rostro de la humanidad, una tras otra,
que obligan a las personas a reconsiderar
quién gobierna y controla su destino al final.
Y, como sus ambiciones y deseos son frustrados y destrozados repetidamente,
los seres humanos llegan, de forma natural,
a una aceptación inconsciente de lo que el destino les tiene preparado,
de la realidad, de la voluntad del cielo y de la soberanía del Creador.
Desde estas vicisitudes diarias a los destinos de vidas humanas completas,
no hay nada que no revele los planes del Creador y Su soberanía;
no hay nada que no envíe el mensaje
de que “la autoridad del Creador no puede ser superada”,
que no transmita esta verdad eterna
de que “la autoridad del Creador es suprema”.
de La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III