313 Nadie conoce a Dios encarnado
I
El hombre nunca me ha reconocido en la luz, sino que solo me ha visto en el mundo de las tinieblas. ¿No os encontráis, exactamente, en la misma situación hoy? Fue en el punto culminante de las embestidas del gran dragón rojo cuando Yo asumí la carne para llevar a cabo Mi obra. Cuando el gran dragón rojo reveló su verdadera forma por primera vez, Yo di testimonio de Mi nombre. Cuando anduve por los caminos de la humanidad, ningún ser, ninguna persona despertó sobresaltada; y, así, cuando me encarné en el mundo humano, nadie lo supo. Sin embargo, cuando empecé a llevar a cabo Mi obra en Mi carne encarnada, la humanidad despertó y, con un sobresalto, salió de sus sueños con Mi voz estruendosa, y, a partir de este momento, comenzó su vida bajo Mi dirección.
II
El hombre no solo no me conoce en Mi carne; más que eso, ha sido incapaz de entender su propio ser que reside en un cuerpo de carne y hueso. Durante muchos años, los seres humanos han estado engañándome, tratándome como a un invitado que viene de fuera. Muchas veces me han dejado fuera y me han cerrado “las puertas de su hogar”; muchas veces, estando delante de Mí, no me han prestado atención; muchas veces han renunciado a Mí en medio de otros hombres; muchas veces, me han negado frente a los diablos, y, muchas veces, me han atacado con su boca pendenciera. No obstante, no llevo la cuenta de las debilidades del hombre, y, tampoco, a causa de su rebelión, le pido que me dé diente por diente. Todo lo que he hecho es aplicar medicina a sus males con el fin de curar sus enfermedades incurables, devolviéndole, de esta forma, la salud, para que pueda llegar a conocerme.
de La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 12