¿En qué se apoya exactamente la gente para vivir?

¿Qué aspecto de la verdad es el que más os gustaría escuchar hoy? Os voy a presentar algunos temas entre los que escoger, y podemos compartir sobre el que queráis. He aquí la primera pregunta: ¿Cómo te conoces a ti mismo? ¿Cuál es el camino para conocerte? ¿Por qué debes conocerte? La segunda pregunta es: ¿De acuerdo con qué ha vivido la gente en todos sus años de creencia en Dios? ¿Has vivido de acuerdo con la palabra de Dios y la verdad, o con actitudes y filosofías satánicas? ¿Qué comportamiento demuestra que vives de acuerdo con la palabra de Dios y la verdad? Si vives de acuerdo con actitudes y filosofías satánicas, ¿cómo se manifestará y revelará tu corrupción? La tercera pregunta es: ¿Qué es un carácter corrupto? Anteriormente, debatimos sobre seis aspectos de los caracteres corruptos, por lo que hablaré sobre qué estados corresponden a las manifestaciones concretas de esos caracteres corruptos. Ahora, la elección es vuestra. ¿Qué pregunta es la que menos comprendéis, pero más deseáis comprender y encontráis más difícil? (Elegimos la segunda pregunta). Entonces, charlaremos sobre este tema. Reflexionad un momento. ¿De acuerdo con qué ha vivido la gente en todos sus años de creencia en Dios y qué implica este tema? El punto crucial de esta frase es la palabra “qué”. ¿Cuál es el alcance de este “qué”? ¿Qué parte de él comprendéis? Este “qué” engloba las cosas que consideráis más importantes, que deben practicarse cuando se cree en Dios y que deben poseer los seres humanos. Cualquier cosa con la que entréis en contacto en vuestra vida diaria, aquello que vuestra aptitud y vuestra capacidad de comprensión os permita entender, que penséis que es positivo, que creáis que es cercano a la verdad y está en consonancia con ella, que penséis que es la realidad de cosas positivas y que concuerda con las intenciones de Dios, son las cosas de acuerdo con las que habéis vivido al seguir a Dios y cumplir vuestro deber a lo largo de estos años, por lo que podemos exteriorizarlas y compartir sobre ellas. ¿Qué cosas os vienen a la cabeza? (Creo que, en mi creencia de Dios, simplemente tengo que sufrir, pagar un precio y lograr resultados en mi deber para obtener la salvación de Dios). Esta visión es algo que consideras positivo. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre este punto de vista y el de Pablo? ¿No es esencialmente el mismo? (Lo es). La esencia es la misma. ¿Acaso no es la esencia de este parecer simplemente una figuración? (Sí). A lo largo de los años, has vivido de acuerdo con esta figuración y de lo que crees que es correcto. También te has apoyado en ella para creer en Dios, cumplir tu deber y vivir la vida eclesial. Esta es una situación. En primer lugar, necesitas confirmar si tus pensamientos y puntos de vista son correctos y si están basados en la palabra de Dios. Este será el tema de debate durante nuestra charla de hoy: si crees que son correctos, que tienen una base y que lo que haces es practicar la verdad, pero en realidad estás equivocado.

La forma más sencilla de compartir el aspecto de la verdad de acuerdo con el que la gente exactamente ha vivido es empezar por un tema que todo el mundo puede comprender, el caso de Pablo, y seguidamente relacionarlo con vuestro propio estado. ¿Por qué hablar de Pablo? La mayoría de la gente conoce la historia de Pablo. ¿Qué relatos o temas encontramos sobre Pablo en la Biblia? ¿Cuáles son, por ejemplo, sus citas célebres, o sus características, su personalidad y los talentos que poseía? Responded. (Pablo se formó con Gamaliel, el doctor de la Ley, lo que le proporcionó gran notoriedad, pues era equivalente a graduarse en una prestigiosa universidad). En términos modernos, Pablo fue un estudiante de teología que se graduó en una prestigiosa facultad de esta disciplina del saber. Este es el primer asunto relativamente representativo acerca de Pablo, referido a su historial, su nivel educativo y su condición social. En cuanto al segundo tema, ¿cuál es la cita más famosa de Pablo? (“He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia” [2 Timoteo 4:7-8]). Esta es la motivación de su correría. En términos modernos, Pablo sufrió y pagó el precio, realizó su obra y predicó el evangelio, pero su motivación era conseguir una corona. Este es el segundo asunto. Puedes continuar. (Pablo dijo, “Para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia” [Filipenses 1:21]). Esta es también una de las citas clásicas de Pablo. El tercer asunto. Acabamos de mencionar tres. El primero era que Pablo fue pupilo del doctor de la Ley Gamaliel, lo que equivaldría hoy en día a haberse graduado en un seminario. Ciertamente, conocía mejor la Biblia que la gente común. Pablo conocía el Antiguo Testamento, ya que se había graduado en tal prestigiosa escuela. Esta era la formación académica de Pablo. ¿Cómo influyó esto en su futura prédica y en la dotación de las iglesias? Puede que tuviera algún beneficio, pero ¿causó algún daño? (Sí, lo causó). ¿Se ajusta el aprendizaje teológico a la verdad? (No). El aprendizaje teológico es puro engaño, teoría vacía. No es práctico. ¿Cuál era el segundo tema? (Pablo dijo, “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia”). Pablo vivió de acuerdo con estas palabras; eran la finalidad que perseguía. ¿Podríamos decir, entonces, que eran el propósito y el objetivo de Pablo en su sufrimiento, en el precio que pagó? (Sí). Su propósito, por decirlo claramente, era ser recompensado, lo que significa que corrió su carrera, pagó su precio y peleó la buena batalla con el fin de cambiar todo ello por una corona de justicia. Esto demuestra que los años de búsqueda de Pablo tenían por finalidad obtener una recompensa, ganar una corona de justicia. Si no hubiera tenido ese propósito y ese objetivo, ¿habría sido capaz de soportar tanto sufrimiento y de pagar semejante precio? ¿Habría sido capaz de hacer la obra que hizo y de pagar el precio que pagó por su cualidad moral, su ambición y sus deseos? (No). Supón que el Señor Jesús le dijera previamente, “Cuando hacía Mi obra en la tierra, me perseguías. La gente como tú es castigada y maldecida. Hagas lo que hagas, no puedes enmendar esos errores; no te salvaré, aunque te arrepientas”. ¿Qué clase de actitud habría tenido Pablo? (Habría abandonado a Dios y dejado de creer). No solo no habría creído en Dios; habría negado a Dios, que el Señor Jesús era Cristo y la existencia de Dios en el cielo. Entonces, ¿de qué vivía Pablo? No amaba sinceramente a Dios ni era alguien que se sometiera a Él. Así que, ¿cómo fue capaz de soportar tantas tribulaciones al predicar el evangelio? Justo es decir que su principal apoyo era su deseo de obtener bendiciones; eso era lo que le daba la fuerza. Además, previamente, cuando Pablo vio la gran luz de Dios en el camino de Damasco, quedó cegado. Cayó postrado en el suelo, tembloroso. Sintió la grandeza de Dios y Su magnificencia, y tenía miedo de que Dios lo matara, de modo que no osó rehusar la comisión de Dios. Tuvo que seguir predicando el evangelio, por grandes que fueran las adversidades. No se arriesgaría a flaquear. Era parte de ello. No obstante, lo hacía más que nada por su excesivo deseo de ser bendecido. ¿Habría hecho lo que hizo sin ese deseo de ser bendecido, ese rayo de esperanza? Ciertamente no. El tercer asunto era que Pablo manifestó que, para él, el vivir es cristo. Examinemos en primer lugar la obra de Pablo. Pablo tenía un vasto conocimiento religioso; poseía una titulación de renombre y una formación académica bastante particular. Se podría decir que era más erudito que la gente ordinaria. Entonces, ¿en qué se apoyaba para llevar a cabo su obra? (En sus dones, sus talentos y su conocimiento de la Biblia). Aparentemente, puede que estuviera predicando el evangelio y dando testimonio del Señor Jesús, pero solo dio testimonio del nombre del Señor Jesús; no dio un auténtico testimonio de que el Señor Jesús era Dios manifestado realizando Su obra, de que el Señor Jesús era Dios Mismo. Entonces, ¿de quién daba testimonio Pablo realmente? (Daba testimonio de sí mismo. Dijo, “Para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia”). ¿Qué implican sus palabras? Que el Señor Jesús no era Cristo, Señor ni Dios, sino que lo era él. Pablo pudo ir y predicar de este modo debido a sus intenciones y ambiciones. ¿Cuál era su ambición? Hacer que todos aquellos a quienes predicaba o quienes oían hablar de él creyeran que él vivía como cristo y dios. Este es un aspecto, vivía de acuerdo con sus deseos. Además, la obra de Pablo estaba basada en su conocimiento bíblico. Su prédica y sus palabras demostraban que conocía la Biblia. No hablaba de la obra y el esclarecimiento del Espíritu Santo, ni de las realidades-verdad. Estos temas no aparecen en sus cartas y no cabe duda de que nunca tuvo este tipo de experiencia. En toda su obra, Pablo jamás dio testimonio de las palabras que pronunció el Señor Jesús. Tomemos, por ejemplo, las enseñanzas del Señor Jesús acerca de cómo debía la gente practicar la confesión y el arrepentimiento, o las numerosas enseñanzas que el Señor Jesús dirigió a la gente; Pablo nunca predicó sobre ellas. La obra de Pablo no tenía nada que ver con las palabras del Señor Jesús, y todo lo que predicó tenía su base en su aprendizaje teológico y en la teoría que había estudiado. ¿En qué consistían ese aprendizaje teológico y esa teoría? En conceptos, figuraciones, filosofías e inferencias humanos, experiencias y lecciones que la gente resume, etc. En síntesis, todo ese material surge del pensamiento humano y refleja ideas y puntos de vista humanos; nada de ello es la verdad y mucho menos está en consonancia con ella. Todo ello se burla de la verdad.

Después de escuchar el ejemplo de Pablo, comparaos con él. En relación con el tema del que estamos hablando hoy, “¿De acuerdo con qué ha vivido la gente en todos sus años de creencia en Dios?”, ¿os recuerda a algunos de vuestros propios estados y comportamientos? (Me hace pensar en que creo que si nunca tengo una familia, nunca traiciono la comisión de Dios ni me quejo de Dios cuando me enfrento a grandes pruebas, al final, Dios no dejará que muera). Eso es vivir en una ilusión, algo que se acerca un poco al tema de nuestra charla de hoy y concierne a un estado real. Es un punto de vista sobre la búsqueda práctica en la vida real. ¿Algo más? (Mi visión es que siempre y cuando siga a Dios en mi fe hasta el final, seré bendecido y obtendré un resultado y un destino maravillosos). Muchas personas comparten este punto de vista, ¿no es así? Una perspectiva con la que, básicamente, cualquiera puede estar bastante de acuerdo. ¿Alguien tiene un punto de vista diferente? Escuchémoslo. Puntualizaré algo: algunas personas creen en Dios durante muchos años y, basándose en sus propias experiencias y figuraciones, o en algún tipo de experiencia y en algunos ejemplos que han obtenido de la lectura de libros espirituales, sintetizan algunos enfoques relacionados con la práctica, por ejemplo, cómo deben actuar las personas que creen en Dios para volverse espirituales, cómo deben actuar para practicar la verdad, etc. Creen que lo que hacen es practicar la verdad y que haciendo esas cosas pueden satisfacer las intenciones de Dios. Por ejemplo, cuando alguien sufre una enfermedad, este asunto requiere buscar la intención de Dios y la verdad. Esta es una de las cosas más básicas que deberían saber quienes creen en Dios. ¿Pero cómo practican? Dicen: “Esta enfermedad me ha sido instrumentada por Dios, tengo que vivir de acuerdo con la fe, de modo que no tomaré medicamentos, ni me pondré inyecciones, ni iré al hospital. ¿Qué te parece mi fe? Es fuerte, ¿verdad?”. ¿Tiene fe este tipo de persona? (Sí). Estáis de acuerdo con este punto de vista y así es cómo practicáis también vosotros. Pensáis que si estáis enfermos, el hecho de no poneros inyecciones, no tomar medicamentos o no ir al médico equivale a practicar la verdad para cumplir las intenciones de Dios. ¿En qué os basáis para decir que eso es practicar la verdad? ¿Es correcto practicarla de ese modo? ¿Cuál es la base? ¿Lo habéis comprobado? No estáis seguros. Puesto que no sabéis si esto concuerda o no con la verdad, ¿por qué insistir en practicar de esa forma? Si estáis enfermos y simplemente seguís orando a Dios, sin poneros inyecciones, tomar medicamentos ni ir al médico y tan solo confiáis en Dios en vuestro fuero interno y le oráis, pidiéndole que os libre de esa enfermedad o estando a merced de la instrumentación de Dios, ¿es correcto practicar de ese modo? (No). ¿Solamente pensáis ahora que esto es incorrecto o ya os habíais dado cuenta antes? (En el pasado, cuando enfermaba, pensaba que ir al médico o tomar medicamentos era un método externo y que hacerlo era una muestra de falta de fe, por lo que confiaba en la oración o en otros procedimientos para tratar el problema). ¿Implica esto que, si Dios te envía una enfermedad y te curan, estás traicionando a Dios y no sometiéndote a sus designios? (Ese era mi punto de vista). Entonces, ¿piensas que ese punto de vista es acertado o erróneo? ¿O sigues confundido y no sabes si es acertado o erróneo y crees que, después de todo, así es como siempre has actuado y nadie ha dicho nunca que fuese erróneo y no te sientes culpable por ello, de modo que sencillamente sigues practicando de esa manera? (Siempre he practicado así, y no sentía nada en particular). ¿Os sentís entonces algo confundidos con todo esto? Dejemos de lado la cuestión de si este punto de vista es correcto o erróneo, pero podemos estar seguros al menos de una cosa, que es que practicar de este modo no es acorde con la verdad. Porque, si lo fuera, sabríais al menos qué principio-verdad estabais siguiendo y bajo el ámbito de qué principio encajaba tal práctica. Pero, si lo analizamos ahora, vemos que la gente actúa de esta forma basándose en sus propias figuraciones. Esta es una limitación que se imponen a sí mismos. Además, la gente se fija esto como una norma para sí mismos basándose en sus propias figuraciones, pensando que deberían hacer eso cuando estén enfermos, aunque no saben exactamente lo que Dios exige o quiere decir. Tan solo actúan de acuerdo con un método que ellos mismos imaginan y determinan, sin saber qué resultado obtendrán al actuar de ese modo. ¿De acuerdo con qué vive la gente cuando se encuentra en este estado? (Con sus propias figuraciones). ¿Hay alguna noción en esas figuraciones? ¿Cuál es su noción? (Que pueden ganarse la aprobación de Dios practicando de esa forma). Esa es una noción. ¿Es la forma correcta de entender este asunto? (No). Aquí hay una definición y un resultado: cuando vives de acuerdo con una noción así y con figuraciones así, no estás practicando la verdad.

Llegados a este punto, habréis meditado bastante sobre el tema de “¿En qué se apoya exactamente la gente para vivir?” y sabéis más o menos qué compartiremos sobre este tema. Charlemos un poco sobre algunos tipos de estados. Escuchad atentamente y meditad conforme escucháis. ¿Cuál es el objetivo de esta meditación? Comparar los estados de los que hablo con vuestros propios estados, entenderlos y saber que tenéis esos tipos de estados y problemas, y a continuación buscar la verdad para resolverlos, esforzándoos por vivir conforme a la verdad en lugar de hacerlo de acuerdo con otras cosas que no guardan relación alguna con ella. “¿En qué se apoya exactamente la gente para vivir?” es un tema que concierne a muchas cosas, de modo que empecemos por los dones. Algunas personas saben hablar de forma clara y elocuente. Hablan e interactúan con la gente con lengua ágil y labia y piensan con especial rapidez. En toda situación saben exactamente qué decir. En la casa de Dios, también cumplen sus deberes con lengua ágil y gran agudeza. Sus palabras, falsas y dulces, convierten los problemas ordinarios en algo que no es un problema. Parecen capaces de solucionar muchos problemas. Con sus brillantes mentes, unidas a su experiencia en la sociedad y a su perspicacia, pueden ver qué ocurre con cualquier cosa ordinaria que les suceda; unas pocas palabras les bastan para solucionar el problema. Otros las admiran, pensando: “Pueden enfrentarse a los problemas con tanta facilidad… ¿Por qué yo no?”. También se sienten muy satisfechas consigo mismas, y piensan: “Mira, Dios me dio esta elocuencia y esta lengua tan ágil, esta mente inteligente, esta perspicacia y esta capacidad de reaccionar con rapidez, ¡soy capaz de enfrentarme a cualquier cosa!”. Y aquí es donde surge el problema. Una persona dotada de una lengua ágil y de gran agudeza mental puede utilizar sus talentos y habilidades para cumplir algunos deberes y, mientras lo hace, soluciona algunos problemas o hace algunas cosas para la casa de Dios, pero, si examináis en detalle todo lo que hace, os surgirá muy claramente un interrogante acerca de si todo lo que hacen es acorde con la verdad, si es conforme con los principios-verdad y si satisface las intenciones de Dios. A menudo esas personas no entienden la verdad o desconocen cómo actuar de acuerdo con la verdad, pero siguen cumpliendo sus deberes. Sin embargo, con independencia de lo bien que cumplan sus deberes, ¿en qué se apoyan? ¿Cuál es el punto de origen de su desempeño en el cumplimiento de sus deberes? Su pensamiento, su perspicacia y su agilidad para la palabra. ¿Hay alguien así entre vosotros? (Sí). ¿Sabe la persona que vive de su mente, de su alto coeficiente intelectual o su ágil lengua si lo que hace es conforme con los principios-verdad? (No). ¿Tenéis principios cuando actuáis? O, dicho de otro modo, ¿cuando actuáis lo hacéis de acuerdo con filosofías satánicas, guiándoos por vuestro propio ingenio, por vuestra propia inteligencia y sabiduría, o lo hacéis conforme a las palabras de Dios y los principios-verdad? Si actuáis siempre de acuerdo con filosofías satánicas, con vuestras propias preferencias e ideas, entonces vuestras acciones carecen de principios. Pero, si sois capaces de buscar la verdad y de actuar de acuerdo con las palabras de Dios, con los principios-verdad, eso es actuar con principios. ¿Hay en vuestra forma actual de hablar y obrar algo que vaya en contra de la verdad? ¿Vais en contra de los principios? ¿Cuando lo hacéis, lo sabéis? (A veces). ¿Qué hacéis en esas ocasiones? (Oramos a Dios, tomamos la resolución de arrepentirnos y le juramos que jamás volveremos a actuar de ese modo). Y, la siguiente vez que os ocurre algo similar, ¿volvéis a actuar de esa forma y forjáis de nuevo esa resolución? (Sí). Siempre termináis forjando vuestra voluntad cuando os ocurren cosas; bien, una vez que habéis forjado vuestra voluntad, ¿ponéis realmente en práctica la verdad? ¿Actuáis realmente con principios? ¿Lo tenéis claro? Muchas personas no buscan la verdad cuando les suceden cosas, sino que viven de sus pequeñas cualidades, de sus dones. ¿Tener una cabeza bien amueblada y saber hablar es el único don que existe? ¿De qué otras formas se manifiesta el hecho de vivir de los dones? Por ejemplo, a algunas personas les gusta mucho cantar y son capaces de cantar una canción entera después de escucharla dos o tres veces. Por lo tanto, tienen deberes en ese campo, y piensan que les han sido ordenados por Dios. Ese pensamiento es correcto y exacto. A lo largo de los años, aprenden numerosos himnos y, cuanto más cantan, mejor lo hacen. Sin embargo, hay un problema del que no son conscientes. ¿Cuál? Cantan cada vez mejor y consideran que ese don es su vida. ¿No es eso un error? Viven de su don cada día y, como cantan himnos todos los días, creen que han ganado vida, pero ¿no es esto tan solo una ilusión? Incluso si lo que te mueve cantar, otras personas lo disfrutan y otros se benefician de ello, ¿puede eso demostrar que has ganado vida? Es difícil de decir. Depende de hasta qué punto entiendas la verdad, de si puedes practicarla, de si tus actos y deberes tienen principios, y de si tienes un verdadero testimonio vivencial. Solo a partir de estos aspectos puedes juzgar si la gente posee las realidades-verdad. Si las poseen, son personas con vida, especialmente aquellas que pueden temer a Dios y evitar el mal, así como las que pueden amar y someterse genuinamente a Dios. Si una persona tiene dones y talentos y también obtiene buenos resultados en su deber, pero no persigue la verdad y únicamente vive de sus dones, presume de sus cualificaciones y nunca obedece a nadie, ¿puede esa persona poseer vida? La clave de si una persona posee vida o no está en si posee las realidades-verdad. ¿Cómo puede una persona con talentos y dones obtener la verdad? ¿Cómo puede vivir sin depender de sus dones? ¿Cómo puede evitar vivir de ese modo? Debería buscar la verdad. En primer lugar, debería conocer claramente la diferencia entre lo que son dones y lo que es vida. Que alguien tenga un don o un talento significa que por naturaleza es mejor en algo o que destaca de alguna manera entre el resto. Por ejemplo, puede que tú reacciones un poco más rápido que otras personas, que comprendas las cosas un poco antes, que hayas llegado a dominar ciertas habilidades profesionales, o que seas un orador elocuente, etc. Estos son dones y talentos que puede tener una persona. Si tienes ciertos talentos y fortalezas, es muy importante cómo las entiendes y manejas. Si crees que eres insustituible porque nadie más posee tus talentos y tus dones y piensas que estás practicando la verdad si los utilizas para cumplir tu deber, ¿es este punto de vista correcto o erróneo? (Erróneo). ¿Por qué dices que es erróneo? ¿Qué son exactamente los talentos y los dones? ¿Cómo debes entenderlos, utilizarlos y tratarlos? El hecho es que, con independencia del don o talento que tengas, no significa que poseas la verdad y la vida. Si la gente posee ciertos dones y talentos, resulta apropiado que cumplan un deber en el que los utilicen, pero eso no significa que estén practicando la verdad, ni que estén haciendo las cosas de acuerdo con los principios. Por ejemplo, si has nacido con un don para cantar, ¿representa tu habilidad para cantar la práctica de la verdad? ¿Significa que cantas de acuerdo con los principios? No. Digamos, por ejemplo, que tienes un talento natural para las palabras y se te da bien escribir. Si no comprendes la verdad, ¿puede tu escritura concordar con la verdad? ¿Significa eso necesariamente que posees testimonio vivencial? (No). Por lo tanto, los dones y talentos son diferentes de la verdad y no se pueden comparar con ella. No importa qué dones poseas; si no persigues la verdad, no cumplirás bien tu deber. Algunas personas presumen a menudo de sus dones y generalmente creen que son mejores que los demás, por lo que los desprecian y no están dispuestas a cooperar con el resto a la hora de llevar a cabo sus deberes. Siempre desean estar a cargo de todo y, como resultado, suelen vulnerar los principios cuando ejecutan sus deberes y la eficiencia de su obra es también muy baja. Los dones las han convertido en personas arrogantes y sentenciosas, hacen que desprecien a los demás, que siempre se crean mejores que el resto y que piensen que nadie es tan bueno como ellas, por lo que se vuelven engreídas. ¿Acaso esas personas no se han echado a perder por sus dones? Absolutamente. Las personas con dones y talentos son las que tienen mayor probabilidad de ser arrogantes y sentenciosas. Si no persiguen la verdad y siempre viven de sus dones, es algo muy peligroso. No importa qué deber cumpla una persona en la casa de Dios o qué clase de talento posea; si no persigue la verdad, ciertamente fracasará en el cumplimiento de su deber. Sean cuales sean los dones y talentos que posea una persona, debería cumplir correctamente esa clase de deber. Si además puede comprender la verdad y hacer las cosas de acuerdo con los principios, sus dones y talentos desempeñarán un papel en el cumplimiento de ese deber. Aquellos que no aceptan la verdad, no buscan los principios-verdad y únicamente se apoyan en sus dones para hacer cosas no lograrán resultado alguno al cumplir sus deberes y corren el riesgo de ser descartados. He aquí un ejemplo: algunas personas tienen talento para escribir, pero no entienden la verdad y no hay realidad-verdad en nada de lo que escriben. ¿Cómo puede eso ser edificante para otros? Su efecto es menor que el de alguien que carece de educación pero comprende la verdad al hablar sobre su testimonio. Muchas personas viven entre dones y se creen figuras útiles en la casa de Dios. Pero dime, si nunca se esfuerzan por perseguir la verdad, ¿siguen siendo valiosas? Si alguien posee dones y talentos, pero carece de los principios-verdad, ¿puede cumplir bien un deber? Cualquiera que analice realmente esta cuestión y la comprenda sabrá cómo deben tratarse los dones y talentos. ¿Qué deberías hacer si siempre estás presumiendo de tus dones y pensando que posees la realidad-verdad, que eres mejor que los demás mientras en privado los menosprecias? Necesitas buscar la verdad; debes examinar la esencia de la jactancia de los dones. ¿Acaso presumir de dones no es el colmo de la estupidez y la ignorancia? Si alguien es un gran orador, ¿significa eso que posee la realidad-verdad? ¿Significa el hecho de tener dones que alguien posea la verdad y la vida? ¿No es un desvergonzado quien se jacta de sus dones a pesar de no poseer realidad alguna? Si analizaran estas cuestiones, no fanfarronearían. He aquí otra pregunta: ¿cuál es el mayor reto al que se enfrentan esas personas que poseen ciertos dones y talentos? ¿Habéis experimentado o sido testigos de algo así? (Su mayor reto es que siempre se creen mejores que los demás, que son buenos en todo. Son extremadamente arrogantes y engreídos; desprecian a todo el mundo. Para las personas así no es fácil aceptar y practicar la verdad). Eso es parte del asunto. ¿Qué más? (Les resulta difícil no recurrir a sus dones y talentos. Siempre piensan que pueden resolver muchos problemas utilizándolos. Sencillamente no saben cómo ver las cosas conforme a la verdad). (Las personas que poseen dones siempre piensan que pueden hacer las cosas por sí mismas, de modo que, cuando les ocurre algo, tienen dificultades para recurrir a Dios y no están dispuestas a buscar la verdad). Lo que estáis diciendo son los hechos y solamente los hechos. La gente con dones y talentos cree que es muy lista, que lo entiende todo, pero no sabe que los dones y talentos no representan la verdad, que estas cosas no guardan relación con la verdad. Cuando la gente se apoya en sus dones y figuraciones a la hora de actuar, sus ideas y sus opiniones a menudo van en contra de la verdad, pero ellas no lo ven, y piensan: “¡Mira qué listo soy, qué decisiones más inteligentes he tomado! ¡Qué decisiones más acertadas! Ninguno de vosotros puede igualarme”. Viven continuamente en un estado de narcisismo y amor propio. Les cuesta sosegar el corazón para reflexionar sobre lo que Dios les pide, sobre lo que es la verdad y cuáles son los principios-verdad. Por ello, les cuesta comprender la verdad y, si bien cumplen deberes, no son capaces de practicar la verdad y, asimismo, les resulta muy difícil entrar en la realidad-verdad. En pocas palabras, si una persona no puede perseguir la verdad y aceptarla, entonces, con independencia de los dones o talentos que posea, no podrá cumplir bien su deber. No puede caber la menor duda al respecto.

Los dones y talentos pueden considerarse la misma clase de cosas. ¿Qué talentos existen? A algunas personas se les dan particularmente bien determinados tipos de tecnología. Por ejemplo, a algunos hombres les gusta juguetear con gadgets y hay personas bastante hábiles para la electrónica, que se sienten como pez en el agua cuando tienen que utilizar esos códigos o programas informáticos. Pueden dominar esas cosas y recordarlas con gran rapidez; esto es, su capacidad para comprender y memorizar esas cosas es extraordinaria. Eso es un talento. A algunas personas se les da bien aprender idiomas. No importa qué idioma estén estudiando, lo aprenden muy rápidamente y su memoria es superior a la de la gente ordinaria. Hay personas que son buenos cantantes, bailarines o artistas, a otras se les da bien maquillar y actuar, algunas tienen dotes para la dirección, etc. Da igual de qué tipo de talento se trate, siempre y cuando alguien realice un tipo de obra, esto concierne al tema de “¿En qué se apoya exactamente la gente para vivir?”. ¿Por qué necesitamos diseccionar los dones y talentos humanos? Porque la gente disfruta viviendo de sus dones y talentos, los considera como un capital, como la fuente de su sustento, como vida, y como el valor, el objetivo perseguido y el significado de sus vidas. La gente piensa que es natural apoyarse en esas cosas para vivir y las ven como una parte indispensable de la vida humana. Hoy en día, casi todo el mundo vive de sus dones y talentos. ¿De qué clase de dones vive cada uno de vosotros? (Creo que tengo un don para el lenguaje. Por ello, utilizo ese don para predicar el evangelio; cuando estoy hablando con alguien que está investigando el camino verdadero, puedo acercarme a él, y esa persona desea escuchar lo que digo). De acuerdo, ¿es bueno o no que tengas ese don? (Ahora que he escuchado la enseñanza de Dios, creo que este don puede obstaculizar mi búsqueda de los principios-verdad). Estás diciendo que no es bueno tener un don para el lenguaje y que ya no quieres utilizar más ese don, ¿es así? (No). Entonces, ¿qué estás diciendo? Ahora necesitáis entender cuál es el tema principal de nuestro debate de hoy, cuál de vuestros problemas resolverá, qué hay de erróneo en vivir de esos dones y qué hay de acertado en ello. Debéis tener claras estas cosas. Si no las comprendéis y si, al final, después de hablar largo y tendido, tenéis la sensación de que las cosas correctas son erróneas, y que las erróneas también lo son, y que todo lo que hacéis es erróneo, ¿podréis resolver el problema de vivir de vuestros dones? (No. Si me apoyo en mi don para el lenguaje para predicar el evangelio, creo que mi intención no es cumplir bien mi deber para satisfacer a Dios, sino presumir, vanagloriarme y sentirme bien conmigo). Acabas de expresar la razón por la que es erróneo vivir de tus dones. Crees que ese don es tu capital, una realización de tu propia valía personal, y que esos pensamientos y este punto de partida son erróneos. ¿Cómo puedes resolver este problema? (Tengo que saber que mi don es solamente una herramienta para cumplir mi deber. El propósito de utilizar mi don es ejecutar bien mi deber y completar la comisión de Dios). Después de pensar de esa manera, ¿serás repentinamente capaz de practicar la verdad? (No). Entonces, ¿cómo puedes llegar a practicar la verdad y a no vivir de esos dones? Si, cuando estás llevando a cabo tu deber, utilizas tus dones para presumir de tus talentos y habilidades personales, estás viviendo de tus dones. Sin embargo, si utilizas tus dones y tu conocimiento para cumplir bien tu deber y muestras tu lealtad, y si eres capaz de satisfacer las intenciones de Dios y lograr los resultados que Dios exige, y si ponderas tu forma de hablar y lo que dices para dar un mejor testimonio de Dios, si te esmeras más por ayudar a la gente a comprender y explicas con claridad la obra que está haciendo Dios, y finalmente ayudas a la gente a aceptar la obra de Dios, entonces estás practicando la verdad. ¿Hay alguna diferencia aquí? (Sí). ¿Os habéis dejado llevar alguna vez ostentando vuestros dones, talentos o habilidades, y habéis olvidado que estabais cumpliendo vuestro deber, dedicándoos en lugar de ello a presumir delante de los demás, igual que un no creyente? ¿Os ha sucedido esto alguna vez? (Sí). En esas situaciones, ¿qué estado interior presenta una persona? Es un estado de indulgencia, en el que la persona carece de un corazón temeroso de Dios, de contención o de culpa, en el que no tiene objetivos ni principios en su mente cuando hace las cosas, y en el que ha perdido ya la dignidad y la decencia básicas que debería tener un cristiano. ¿A qué le lleva esto? A jactarse de sus aptitudes y vender su personalidad. Durante el cumplimiento de tu deber, ¿experimentas a menudo estados en los que únicamente te importa exhibir tus talentos y tus dones, y en los que no buscas la verdad? Cuando te encuentras en un estado así, ¿puedes darte cuenta de ello por ti mismo? ¿Puedes revertir tu rumbo? Si te puedes percatar de ello y revertir tu rumbo, serás capaz de practicar la verdad. Pero, si siempre eres así y experimentas ese estado una y otra vez durante un período prolongado, entonces eres una persona que vive por completo de sus dones y no practica en absoluto la verdad. ¿De dónde pensáis que viene vuestra contención? ¿Qué poder es el que la determina? Está determinada por cuánto amas la verdad y odias el mal o las cosas negativas. Cuando has comprendido la verdad, no deseas hacer el mal, y, cuando odias las cosas negativas, tampoco; y justamente así es como surge el sentimiento de contención. Para las personas que no aman la verdad es imposible odiar las cosas malas. Esa es la razón por la que no tienen ningún sentido de la contención, y sin él, sin contención, son susceptibles de ceder a la disolución. Son personas arbitrarias y temerarias, y no les preocupa lo más mínimo cuánto daño hacen.

Hay otro estado que experimentan las personas que viven confiando en sus dones. No importa qué talentos, dones o habilidades tenga la gente, si se dedican únicamente a hacer cosas y esforzarse y nunca han buscado la verdad ni intentado captar las intenciones de Dios, como si el concepto de practicar la verdad no existiera en sus mentes, y su único impulso es acabar su obra y finalizar la tarea, ¿no es esto vivir por completo de sus dones y talentos, de sus propias habilidades y dotes? En su creencia en Dios, tan solo desean esforzarse de forma que puedan obtener bendiciones, e intercambiar sus propios dones y habilidades por bendiciones de Dios. Este es el estado en el que se encuentra la mayoría de la gente. La mayoría de las personas albergan esta perspectiva, especialmente cuando la casa de Dios les asigna algún tipo de obra rutinaria; todo lo que hacen es esforzarse. En otras palabras, desean apoyarse en ese esfuerzo para lograr sus objetivos. En ocasiones es hablando o echando un vistazo a algo; a veces, realizando obras manuales o yendo de aquí para allá. Creen que, haciendo eso, han contribuido mucho. Esto es lo que significa vivir confiando en los propios dones. ¿Por qué decimos que vivir de tus dones y talentos es esforzarse en lugar de cumplir tu deber, por no hablar de practicar la verdad? Hay una diferencia. Digamos, por ejemplo, que la casa de Dios te encomienda una tarea y que, después de asumirla, piensas en cómo puedes completarla lo antes posible para poder informar a tu líder y recibir sus elogios. Tal vez tengas incluso una actitud bastante consciente y elabores un plan paso por paso, pero únicamente te centras en completar la tarea y en que otros la vean. O puede que te fijes un determinado nivel al hacer la tarea, pensando en cómo llevarla a cabo de un modo que te satisfaga y te contente, con el nivel de perfección que buscas. Con independencia de cómo establezcas esos niveles, si lo que haces no tiene relación alguna con la verdad, si no lo haces tras buscar la verdad ni llegas a entender y confirmar las exigencias de Dios, y si, en lugar de ello, lo haces ciegamente y con una mente confusa, lo que estás haciendo es esforzarte. Eso es hacer cosas confiando en tu propia mente, en tus dones, habilidades y talentos, albergando una mentalidad ilusa. ¿Cuál es el resultado cuando se hacen las cosas así? Puede que completes la tarea y que nadie señale ningún problema. Te pondrás muy contento, pero, mientras hacías la tarea, para empezar, no entendiste la intención de Dios. En segundo lugar, no la hiciste con todo tu corazón, toda tu mente ni toda tu fuerza; tu corazón no buscaba la verdad. Si hubieras buscado los principios-verdad y la intención de Dios, tu desempeño en la tarea habría estado a la altura. También habrías podido entrar en las realidades-verdad, y habrías sido capaz de entender con exactitud que lo que habías hecho era conforme con la intención de Dios. Sin embargo, si no pones tu corazón en ello y haces la tarea con actitud atolondrada, a pesar de que la obra quede completada y la tarea finalizada, desconocerás en tu corazón cuán bien la hiciste, no tendrás ningún estándar e ignorarás si la tarea se llevó a cabo de acuerdo con la intención de Dios o con la verdad. En ese caso, no estás cumpliendo tu deber, sino siendo mano de obra.

Todo aquel que cree en Dios debe entender Sus intenciones. Solo aquellos que cumplen adecuadamente sus deberes pueden satisfacer a Dios, y solo cuando se completa la comisión de Dios el cumplimiento del deber puede ser satisfactorio. Hay una norma sobre el cumplimiento de la comisión de Dios. El Señor Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza”. “Amar a Dios” es algo que Dios exige a la gente. ¿Dónde debe manifestarse esta exigencia? En que debes cumplir la comisión de Dios. En términos prácticos, se trata de cumplir bien con tu deber como ser humano. ¿Cuándo se considera que estás cumpliendo bien tu deber? Dios te exige ejecutar bien tu deber como ser creado con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza. Esto debería ser fácil de entender. Para satisfacer esta exigencia de Dios, lo más importante es que pongas tu corazón en tu deber. Si puedes poner tu corazón en él, te resultará fácil actuar con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza. Si llevas a cabo tu deber apoyándote tan solo en las figuraciones de tu mente y confiando en tus dones, ¿podrás cumplir la exigencia de Dios? En absoluto. Entonces, ¿cuál es la norma que se debe satisfacer para cumplir la comisión de Dios y ejecutar tu deber adecuadamente y con lealtad? Es cumplir tu deber con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza. Si intentas cumplir bien tu deber, pero tu corazón no ama a Dios, no lo conseguirás. Si tu corazón ama a Dios y crece cada vez más fuerte y auténtico, serás naturalmente capaz de cumplir bien tu deber con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza. Todo tu corazón, toda tu alma, toda tu mente y toda tu fuerza; el elemento que aparece en último lugar es “con toda tu fuerza”; en primer lugar está “con todo tu corazón”. Si no estás cumpliendo tu deber con todo tu corazón, ¿cómo podrías estar llevándolo a cabo con toda tu fuerza? Por eso, el mero intento de cumplir tu deber con toda tu fuerza no puede lograr resultado alguno, ni tampoco puede cumplir con los principios. ¿Qué es lo más importante que exige Dios? (Con todo tu corazón). No importa qué deber o qué cosa te confíe Dios; si te dedicas únicamente a esforzarte, a ir de aquí para allá y a invertir esfuerzos, ¿podrás estar actuando conforme a los principios-verdad? ¿Podrás actuar de acuerdo a las intenciones de Dios? (No). Entonces, ¿cómo puedes actuar conforme a las intenciones de Dios? (Con todo nuestro corazón). Las palabras “con todo tu corazón” son fáciles de decir, y a menudo la gente las dice, pero ¿cómo podéis actuar con todo vuestro corazón? Algunas personas dicen: “Es cuando haces las cosas con un poco más de esfuerzo y sinceridad, reflexionas más, no permites que nada más ocupe tu mente y te centras únicamente en cómo hacer la tarea en cuestión, ¿no es así?”. ¿Es tan sencillo? (No). Hablemos, por tanto, sobre algunos principios fundamentales de la práctica. Según los principios que practicáis u observáis habitualmente, ¿qué deberíais hacer primero para hacer las cosas con todo vuestro corazón? Debéis utilizar toda vuestra mente, usar vuestra energía y poner vuestro corazón en hacer las cosas, y no ser superficiales. Si una persona es incapaz de hacer las cosas con todo su corazón, ha perdido su corazón, que es como perder el alma. Sus pensamientos vagarán mientras habla, jamás pondrá su corazón en hacer las cosas y será un inconsciente haga lo que haga. Por lo tanto, no será capaz de hacer bien las cosas. Si no cumples tu deber con todo tu corazón y no pones todo tu corazón en ello, cumplirás tu deber de forma deficiente. Incluso si cumples tu deber durante años, no serás capaz de hacerlo bien. No puedes hacer nada bien si no pones tu corazón en ello. Algunas personas no son obreros diligentes, son siempre inestables y caprichosos, se fijan objetivos demasiado ambiciosos y no saben dónde han dejado su corazón. ¿Tienen corazón las personas así? ¿Cómo podéis saber si una persona tiene corazón o no? Si alguien que cree en Dios rara vez lee Sus palabras, ¿tiene corazón? Si, pase lo que pase, nunca ora a Dios, ¿tiene corazón? Si nunca busca la verdad, sean cuales sean las dificultades a las que se enfrente, ¿tiene corazón? Algunas personas cumplen su deber durante muchos años sin obtener resultados claros; ¿tienen corazón? (No). ¿Puede cumplir bien sus deberes la gente que no tiene corazón? ¿Cómo puede la gente cumplir sus deberes con todo su corazón? En primer lugar, debéis pensar en la responsabilidad. “Esta es mi responsabilidad, debo asumirla. No puedo huir ahora que es cuando más se me necesita. Tengo que cumplir bien mi deber y rendir cuentas de él ante Dios”. Esto significa que tenéis una base teórica. ¿Pero significa el mero hecho de tener una base teórica que estéis cumpliendo vuestro deber con todo vuestro corazón? (No). Todavía estáis lejos de cumplir las exigencias de Dios de entrar en la realidad-verdad y cumplir vuestro deber con todo vuestro corazón. ¿Qué significa, por tanto, cumplir vuestro deber con todo vuestro corazón? ¿Cómo puede la gente llegar a cumplir sus deberes con todo su corazón? Ante todo, debéis pensar lo siguiente: “¿Para quién estoy cumpliendo este deber? ¿Estoy haciéndolo para Dios, para la iglesia o para alguna persona?”. Es preciso tener esto claro. Y también: “¿Quién me ha encomendado este deber? ¿Ha sido Dios, o algún líder, o la iglesia?”. También es necesario aclarar esto. Tal vez parezca tarea sencilla, pero, pese a ello, se debe buscar la verdad para resolverla. Decidme, ¿fue un líder o un obrero, o una iglesia, quien os encomendó vuestro deber? (No). Eso es bueno, siempre y cuando estés completamente seguro de ello. Debes confirmar que fue Dios quien te encomendó tu deber. Puede que parezca que te ha sido encomendado por un líder de la iglesia, pero, en realidad, todo viene del designio de Dios. Puede haber ocasiones en las que provenga claramente de la voluntad humana, pero, incluso entonces, debes aceptarlo primero de parte de Dios. Esa es la forma correcta de experimentarlo. Si lo aceptas de parte de Dios, te sometes deliberadamente a Su designio y das el paso de aceptar Su comisión; si te sometes de ese modo, tendrás la orientación y la obra de Dios. Si crees constantemente que todo está hecho por el hombre y viene del hombre, si experimentas las cosas de esa manera, no tendrás la bendición de Dios ni Su obra, por ser excesivamente calculador y carente de entendimiento espiritual. No tienes la mentalidad adecuada. Si concibes todos los asuntos basándote en nociones y figuraciones humanas, no tendrás la obra del Espíritu Santo, porque es Dios quien gobierna sobre todas las cosas. No importa a quién designe la casa de Dios para hacer cualquier tipo de tarea, esta proviene de la soberanía y el designio de Dios, y Su buena voluntad está en ella. Debes saber esto primero. Es muy importante verlo con claridad; no basta únicamente con comprender la doctrina. Debes confirmar esto en tu corazón: “Este deber me ha sido confiado por Dios. Estoy cumpliendo mi deber para Dios, no para mí ni para ninguna otra persona. Este es mi deber como ser creado, y me fue confiado por Dios”. Puesto que este deber te fue confiado por Dios, ¿cómo te lo confió? ¿Conlleva hacer cosas con todo tu corazón? ¿Es necesario buscar la verdad? Debes buscar la verdad, las exigencias, normas y principios del deber que te ha sido confiado por Dios, y qué dice la palabra de Dios. Si Sus palabras están muy claras, es hora de que medites acerca de cómo ponerlas en práctica y hacerlas realidad. Deberías charlar además con gente que entienda la verdad, y entonces actuar de acuerdo con las exigencias de Dios. Eso es lo que significa hacer las cosas con todo tu corazón. Además, digamos que antes de cumplir tu deber buscas la intención de Dios, llegas a entender la verdad y sabes qué hacer, pero, cuando llega el momento de actuar, hay discrepancias y contradicciones entre tus propios pensamientos y los principios-verdad. ¿Qué debes hacer cuando ocurre esto? Debes ceñirte al principio de cumplir tu deber con todo tu corazón y poner todo tu corazón en someterte y satisfacer a Dios, sin ningún tipo de adulteración personal, y ciertamente sin actuar siguiendo tu propia voluntad. Algunas personas dicen: “Esas cosas no me importan. Después de todo, este deber me fue confiado a mí, de modo que yo debería tener la última palabra. Tengo derecho a actuar por iniciativa propia, haré lo que creo que debe hacerse. Sigo cumpliendo mi deber con todo mi corazón, así que ¿qué fallos podrías sacarme?”. Y, entonces, se esfuerzan un poco por averiguar qué hacer. A pesar de que finalmente se realiza la obra, ¿son correctos este método de práctica y este estado? ¿Es esto cumplir el deber con todo su corazón? (No). ¿Cuál es el problema aquí? Esto es arrogancia, actuar según el propio criterio, y ser arbitrario y temerario. ¿Es esto cumplir sus deberes? (No). Esto es acometer una empresa personal, no cumplir sus deberes. Es simplemente hacer lo que les satisface y lo que quieren según su propia voluntad, no cumplir sus deberes con todo su corazón.

Acabo de hablar principalmente de los talentos y los dones. ¿Incluyen estos el conocimiento? ¿Hay alguna diferencia entre el conocimiento y los talentos? Un talento se refiere a una habilidad. Puede ser un ámbito en el que una persona destaca más que otras, una parte de su calibre que sea más prominente, aquello que mejor se le da, o una habilidad en la que es relativamente competente y diestra. Esto es lo que denominamos talentos y dones. ¿Qué es el conocimiento? ¿A qué se refiere exactamente? Si un intelectual ha estudiado muchos años, leído numerosos clásicos, estudiado una determinada profesión o área de conocimiento con gran profundidad, ha logrado resultados y posee un dominio específico y exhaustivo, ¿tiene esto que ver con los talentos y los dones? ¿Puede incluirse el conocimiento en la categoría de talentos? (No). Si una persona usa sus talentos para hacer su trabajo, es posible que sea una persona tosca y rural, que carezca de una educación avanzada, no haya leído ningún libro famoso o ni siquiera entienda la Biblia; pero, aun así, puede tener algo de calibre y ser capaz de hablar con elocuencia. ¿Es esto un talento? (Sí). Esa persona posee ese talento. ¿Significa esto que tenga conocimiento? (No). Entonces, ¿qué significa la palabra “conocimiento”? ¿Cómo se define? Expliquémoslo de esta forma: si una persona ha estudiado educación, por ejemplo, ¿tiene conocimiento de esa profesión? ¿Cosas del tipo de cómo educar a la gente, cómo impartir conocimiento a otras personas, qué conocimiento impartir, etc.? Posee conocimiento en ese campo, ¿quiere eso decir que sea un intelectual en él? ¿Puede decirse que una persona que posee conocimiento en ese ámbito tiene talento? (Sí). Usemos esto como ejemplo: si una persona es un intelectual dedicado a la educación, ¿qué hará normalmente al obrar o liderar la iglesia? ¿Cuáles son sus prácticas habituales? ¿Habla a todo el mundo como habla un profesor a un alumno? No importa el tono de voz que utilice, lo que importa es lo que inculca y enseña a los demás. Lleva muchos años viviendo de ese conocimiento, que se ha convertido básicamente en parte de su vida, hasta el punto en que en todos los aspectos de su comportamiento o su vida puedes ver que posee ese conocimiento y vive del conocimiento que ha adquirido. Esto es algo muy normal de ver. Entonces, ¿en qué suelen apoyarse las personas así para hacer su trabajo? En el conocimiento que han adquirido. Digamos, por ejemplo, que oyen a alguien decir: “No sé leer las palabras de Dios. Las tengo ahí, pero simplemente no sé cómo leerlas. ¿Cómo sabré cuál es la verdad, si no puedo leer las palabras de Dios? ¿Cómo entenderé Sus intenciones, si no soy capaz de leer Sus palabras?”. Dicen: “Yo sé cómo hacerlo, poseo conocimiento, así que te puedo ayudar. Este capítulo está dividido en cuatro párrafos. Normalmente, si el artículo es una narración, contiene seis elementos: tiempo, lugar, personajes, la causa del evento, el proceso de desarrollo y la conclusión. La fecha en que se publicó este capítulo de la palabra de Dios figura al final: octubre de 2011. Este es el primer elemento. En cuanto a los personajes, este capítulo de la palabra de Dios dice ‘Yo’, de modo que la primera persona es Dios, y después Dios dice ‘vosotros’, refiriéndose a nosotros. A continuación, disecciona los estados de algunas personas, algunos estados son rebeldes y arrogantes, haciendo referencia a las personas que son así, que no llevan a cabo una auténtica obra, que hacen daño, son personas malas y malvadas. Lo que sucede es que la gente hace cosas malas. También hay otras cosas relacionadas con diferentes aspectos”. ¿Qué pensáis de este método de trabajo? Es bueno que ayuden con tanto cariño a la gente, pero ¿cuál es la base de sus actos? (El conocimiento). ¿Por qué he puesto este ejemplo? Para ayudar a la gente a entender más claramente qué es el conocimiento. Algunas personas no saben cómo leer la palabra de Dios, pero recibieron una educación y tal vez se les dieran bien las asignaturas de humanidades en clase, de manera que pueden abrir una página de la palabra de Dios, leerla y decir, “¡Qué bien expresado está este capítulo de la palabra de Dios! En la primera sección, Dios habla de forma directa, y, en la segunda, el tono muestra algo de majestuosidad e ira. En la tercera sección, todo se desenmascara de manera concreta y clara. Así es como debería ser la palabra de Dios. La cuarta sección, el resumen general, muestra a la gente la senda de la práctica. ¡La palabra de Dios es perfecta!”. ¿Su conclusión y su resumen de la palabra de Dios provienen de su conocimiento? (Sí). Aunque puede que este ejemplo no sea demasiado adecuado, ¿qué es lo que quiero que entendáis con él? Quiero que veáis claramente lo horrible que es utilizar el conocimiento para acercarse a la palabra de Dios. Es repugnante. Esas personas se apoyan en su conocimiento para leer la palabra de Dios, así que ¿pueden apoyarse en la verdad para actuar? (No). De ninguna manera.

¿Qué características tiene cómo hacen las cosas las personas que viven de su conocimiento? En primer lugar, ¿qué ventajas piensan que poseen? Su conocimiento y su aprendizaje, el hecho de ser intelectuales y el hecho de haber trabajado en sectores basados en el conocimiento. Los intelectuales poseen el estilo, las características y los patrones de los intelectuales cuando hacen cosas, de modo que no pueden evitar dar un aire intelectual a lo que hacen, lo que hace que otras personas los admiren. Así es como actúan los intelectuales; siempre se centran en ese aire intelectual. No importa lo débil y amable que sea su apariencia externa, en su interior ciertamente no son así, y siempre tienen sus propios puntos de vista sobre cualquier cosa. Siempre desean presumir, utilizar sus pequeñas cualidades y analizar y manejar las cosas basándose en los puntos de vista, las actitudes y los modelos de pensamiento del conocimiento. La verdad es algo que les resulta extraño y muy difícil de aceptar. En consecuencia, la actitud inicial de este tipo de personas hacia la verdad es analizarla. ¿Cuál es la base de su análisis? El conocimiento. Os pondré un ejemplo: ¿las personas que han estudiado dirección poseen conocimientos en ese campo? Con independencia de si has estudiado dirección de forma sistemática a través de manuales o de si la has estudiado de manera práctica y has realizado ese tipo de trabajo, en resumen, tienes algo de conocimiento en ese ámbito. Hayas estudiado dirección en profundidad o únicamente de forma superficial, si tuvieras que realizar trabajo de dirección en el mundo de los no creyentes, el conocimiento que adquiriste en este campo o tu experiencia en el mundo de la dirección resultarían muy útiles y valiosos. Sin embargo, ¿significa el hecho de poseer ese tipo de conocimiento que serás capaz con toda seguridad de hacer un buen trabajo en la obra cinematográfica de la casa de Dios? ¿Puede realmente ayudarte el conocimiento adquirido a utilizar películas para dar testimonio de Dios? No necesariamente. Si continúas recalcando con qué manuales aprendiste y las normas y exigencias de conocimiento del sector, ¿podrás cumplir bien tu deber? (No). ¿No hay aquí un punto de discordia o conflicto? Cuando los principios-verdad colisionan con este aspecto del conocimiento, ¿cómo lo resuelves? ¿Aceptas tu conocimiento como guía, o sigues los principios-verdad? ¿Podéis garantizar que cada rodaje, cada escena y cada fragmento que rodáis no está contaminado con vuestro conocimiento, o solo de forma muy leve, y que es completamente acorde con las normas y los principios que exige la casa de Dios? Si no puedes hacerlo, entonces ninguno de los conocimientos que has adquirido son de utilidad en la casa de Dios. Piensa en esto: ¿qué utilidad tiene el conocimiento? ¿Qué conocimiento es útil? ¿Qué clase de conocimiento contradice la verdad? ¿Qué aporta el conocimiento a la gente? Cuando la gente adquiere mayor conocimiento, ¿se vuelve más piadosa y posee un corazón más temeroso de Dios, o se vuelve más arrogante y sentenciosa? La gente que adquiere gran cantidad de conocimiento se vuelve complicada, dogmática y arrogante. Y hay otra cosa fatal de la que tal vez no se hayan percatado: cuando las personas llegan a dominar gran cantidad de conocimiento, se vuelven caóticas en su interior y carentes de principios, y cuantos más conocimientos dominan, más caóticas se vuelven. ¿Pueden encontrarse en el conocimiento respuestas a las preguntas de por qué vive la gente y acerca del valor y sentido de la existencia humana? ¿Pueden sacarse conclusiones sobre de dónde venimos y adónde vamos? ¿Puede decirte el conocimiento que vienes de Dios y fuiste creado por Él? (No). Entonces, ¿qué es exactamente lo que abarca el estudio del conocimiento o lo que este inculca a las personas? Cosas materiales, ateas, cosas que la gente puede ver y cosas de la mente que puede reconocer, muchas de las cuales surgen de las figuraciones de la gente y simplemente no son prácticas. El conocimiento también inculca a la gente filosofías, ideologías, teorías, leyes naturales, etc., aunque hay muchas cosas que no puede explicar con claridad. Cómo se forman los rayos y truenos, por ejemplo, o a qué se debe el cambio de las estaciones. ¿Puede el conocimiento darte respuestas verdaderas a estas preguntas? ¿Por qué está cambiando actualmente el clima y volviéndose anormal? ¿Puede el conocimiento explicar esto con claridad? ¿Puede resolver este problema? (No). No te puede decir nada sobre temas relacionados con el origen de todas las cosas, de modo que no puede solucionar estos problemas. También hay quien pregunta: “¿Por qué algunas personas vuelven a la vida después de morir?”. ¿Te ha dado el conocimiento la respuesta a esta pregunta? (No). ¿Qué te dice entonces el conocimiento? Le explica a la gente muchas costumbres y preceptos. Por ejemplo, la idea de que las personas deben criar hijos y mostrar piedad filial hacia sus padres es un tipo de conocimiento sobre la vida humana. ¿De dónde proviene este conocimiento? Lo enseña la cultura tradicional. ¿Qué aporta entonces todo este conocimiento a la gente? ¿Cuál es la esencia del conocimiento? En este mundo, hay muchas personas que han leído a los clásicos, han recibido un alto nivel de educación, son entendidas o han llegado a dominar un campo de conocimiento especializado. Entonces, ¿tienen esas personas una dirección y objetivos adecuados en la senda de la vida? ¿Tienen una base y principios que rijan su conducta? Es más, ¿saben adorar a Dios? (No). Y lo que es más, ¿comprenden cualquier elemento de la verdad? (No). Entonces, ¿qué es el conocimiento? ¿Qué aporta el conocimiento a la gente? Es probable que la gente tenga cierta experiencia con esto. En el pasado, cuando no poseían conocimiento, las relaciones entre las personas eran simples; ¿lo siguen siendo ahora que la gente ha adquirido conocimiento? El conocimiento hace que las personas se vuelvan más complicadas y dejen de ser puras. Provoca que las personas carezcan más de humanidad normal y de objetivos vitales. Cuanto más conocimiento adquieren, más se alejan de Dios. Cuanto más conocimiento adquieren, más reniegan de la verdad y de la palabra de Dios. Cuanto más conocimiento tienen, más extremas, testarudas y absurdas se vuelven. ¿Y cuál es el resultado? Que el mundo se vuelve cada vez más oscuro y malvado.

Acabamos de mencionar cómo deben resolverse los conflictos o las colisiones entre la aplicación del conocimiento y los principios-verdad cuando surgen. ¿Qué hacéis cuando os encontráis en ese tipo de situaciones? Algunos de vosotros quizá recurráis a la doctrina: “¿Qué dificultad entraña practicar de acuerdo con los principios-verdad? ¿Qué es lo que no se puede abandonar?”. Pero, cuando os sucede algo, actuáis como en el pasado, guiándoos por vuestra propia voluntad y por vuestras nociones y figuraciones, y, pese a que puede haber ocasiones en las que os gustaría practicar la verdad y actuar según los principios, parece que sencillamente no podéis hacerlo, pase lo que pase. Todo el mundo sabe que es correcto actuar de acuerdo con los principios-verdad, es una cuestión de doctrina; todos saben que el conocimiento no se alinea en ningún caso con los principios-verdad y que, cuando ambos entran en conflicto o colisionan, deben empezar a practicar según los principios-verdad y dejar de apoyarse en su conocimiento. Pero ¿es realmente tan simple, de hecho? (No). No, no es tan simple. Entonces, ¿qué dificultades entraña la práctica? ¿Cómo debe practicar una persona para actuar de acuerdo con los principios-verdad? Estos son problemas prácticos, ¿no? ¿Cómo deberían resolverse? En primer lugar, la persona debería someterse. Pero las personas tienen actitudes corruptas y, a veces, no están dispuestas a someterse. Dicen: “‘Puedes llevar a un caballo hasta el agua, pero no puedes obligarle a beber’; y obligarme a someterme es algo similar, ¿no es así? ¿Qué hay de malo en que actúe basándome en la solidez de mi conocimiento? Si insistes en que actúe de acuerdo con los principios-verdad, no me someteré”. ¿Qué haces en esas ocasiones, cuando un carácter rebelde tiene la intención de causar problemas? (Orar). A veces la oración no puede resolver el problema. Es posible que tu actitud y tu mentalidad mejoren un poco después de orar, y tal vez consigas cambiar parte de tu estado, pero, si no entiendes o no tienes del todo claros los principios-verdad pertinentes, quizá tu sumisión termine por no ser más que una mera formalidad. En esas ocasiones, necesitas entender la verdad, buscar las verdades pertinentes y esforzarte por ser capaz de saber cómo beneficia lo que estás haciendo a la obra de la casa de Dios, a dar testimonio de Él y a la difusión de Sus palabras. Debes tener claras estas cosas en tu corazón. Sea cual sea tu deber, sea lo que sea lo que estés haciendo, debes empezar por pensar en la obra y los intereses de la casa de Dios, en difundir Sus palabras o en lo que se pretende conseguir con el cumplimiento de tu deber. Eso es lo primordial. Nunca hay margen para la ambigüedad en esto, ni para ceder. Si cedes en momentos como estos, no estás cumpliendo tu deber con sinceridad ni practicando la verdad; y, lo que es peor, es justo decirlo, es que te estás ocupando de tus propios asuntos. Haces las cosas para ti en lugar de cumplir el deber de un ser creado. Si una persona completara la comisión de Dios y cumpliera adecuadamente el deber del hombre, la primera verdad que debería entender y practicar es que debe satisfacer las intenciones de Dios. Debes tener esta visión. Cumplir un deber no consiste en hacer las cosas para ti ni en ocuparte de tus propios asuntos, ni mucho menos en dar testimonio de ti mismo y promocionarte; tampoco se trata de tu fama, tu ganancia ni tu estatus. No es ese tu objetivo. Tu objetivo es cumplir bien tu deber y dar testimonio de Dios; es asumir tu responsabilidad y satisfacer a Dios; es vivir la conciencia y la razón de la humanidad normal, vivir con la semblanza de un ser humano, vivir ante Dios. Con este tipo de mentalidad correcta, una persona puede superar fácilmente el obstáculo de vivir de su conocimiento. Aunque sigan existiendo algunos desafíos, progresivamente se despejarán durante el proceso y las circunstancias cambiarán para mejor. Bien, ¿cuál es vuestra experiencia actualmente? ¿Está mejorando o está estancada? Si siempre actuáis apoyándoos en vuestro conocimiento y vuestro cerebro y nunca buscáis los principios-verdad, ¿seréis capaces de crecer en la vida? ¿Habéis llegado a alguna conclusión sobre esto? Parece que seguís todos bastante confusos acerca del tema de la entrada en la vida y no tenéis principios específicos al respecto, lo que significa que carecéis de una experiencia más profunda o más genuina de los principios y de la senda para practicar la verdad. Algunas personas actúan siempre basándose en su conocimiento, pase lo que pase. Tan solo defienden de forma general unos pocos principios-verdad en asuntos sencillos, dejando que su conocimiento tome constantemente las riendas y relegando los principios-verdad a un papel subordinado. Practican de forma mediada y transigente; no se exigen a sí mismas estrictamente una sumisión plena ni que sus actos sean totalmente acordes con los principios-verdad. ¿Se comportan de forma correcta o no? ¿Qué peligro tiene este tipo de práctica? ¿No corren el riesgo de desviarse del rumbo? ¿De resistirse a Dios y ofender Su carácter? Esto es lo que la gente debería preocuparse realmente de averiguar. ¿Tenéis claro ahora cuál es la diferencia entre cumplir un deber en la casa de Dios y conseguir un empleo y enredarse en la vida mundana? ¿Tenéis conciencia clara de esto en vuestro corazón? Deberíais reflexionar sobre esta cuestión y meditarla a menudo. ¿Cuál es la mayor diferencia entre estas dos cosas? ¿Lo sabéis? (Cumplir un deber en la casa de Dios consiste en ganar la verdad y en lograr un cambio en nuestro carácter corrupto; conseguir un trabajo en el mundo es pertinente a la vida de la carne). Eso se acerca bastante a la respuesta correcta, pero hay algo que no has mencionado: cumplir un deber en la casa de Dios es vivir de acuerdo con la verdad. ¿Qué significa vivir de acuerdo con la verdad? Para la gente, que su carácter pueda cambiar y obtener finalmente la salvación; para Dios, poder ganarte a ti, un ser creado, y que reconozcas que Él es tu creador. Entonces, ¿de qué vive la gente cuando consigue un empleo en el mundo? (De las filosofías de Satanás). De las filosofías de Satanás; en términos globales, esto significa que esas personas viven de acuerdo con el carácter corrupto de Satanás. Da igual si lo que buscas es la fama, la ganancia, el estatus, la riqueza o simplemente conseguir sobrevivir día a día: vives de acuerdo con caracteres corruptos. Cuando obtienes un empleo en el mundo, tienes que devanarte los sesos para ganar dinero. Para ascender por la escalera de la fama, la ganancia y el estatus, debes depender por completo de cosas como la competencia, la pelea, la lucha, la crueldad, la malicia y el asesinato; es la única manera de permanecer en pie. Para cumplir un deber en la casa de Dios, debes vivir de acuerdo con Sus palabras y entender la verdad. Las cosas negativas de Satanás no son solo inútiles, también es preciso despojarse de ellas. Ninguna de las cosas satánicas es admisible. Si alguien vive de cosas satánicas, debe ser juzgado y castigado; si alguien vive de cosas satánicas y se mantiene firme en su impenitencia, debe ser descartado y abandonado. Esta es la mayor diferencia entre cumplir un deber en la casa de Dios y obtener un empleo en el mundo.

Cuando la gente vive de su conocimiento, ¿en qué tipo de estado vive? ¿Qué es lo que experimenta más profundamente? En cuanto aprendes algo en un campo, piensas que eres competente, que eres fantástico, y como resultado de ello quedas preso de tu conocimiento. Haces del conocimiento tu vida y, cuando te sucede algo, ese conocimiento emerge para dictarte que hagas esto o aquello. Te gustaría despojarte de él, pero no puedes, porque está grabado en tu corazón y nada puede reemplazarlo. Esto es lo que significa la frase “la primera impresión es la que queda”. Hay algunos corpus de conocimiento que sería mejor no haber estudiado en absoluto. Haberlos aprendido es una carga y una molestia. El conocimiento abarca numerosos campos: educación, derecho, literatura, matemáticas, medicina, biología, etc., todos los cuales se derivan de la experiencia práctica de la gente. Son formas de conocimiento práctico; las personas no pueden vivir sin ellas y deberían estudiarlas. Pero también existen algunas formas de conocimiento que son ponzoñosas para la humanidad; son venenos satánicos, proceden de Satanás. Tomemos, por ejemplo, las ciencias sociales, cuyas enseñanzas incluyen cosas como el ateísmo, el materialismo y la teoría de la evolución, así como el confucionismo, el comunismo y las supersticiones feudales: todas ellas son formas negativas de conocimiento que provienen de Satanás, y el principal fin al que sirven es la infestación, la corrosión y la tergiversación del pensamiento humano; doblegando y controlando el pensamiento de la gente para corromper, dañar y destruir a las personas. La transmisión del apellido familiar, por ejemplo, así como la piedad filial y la glorificación de la propia familia, o la fórmula consistente en “cultivarse a uno mismo, poner en orden la familia, gobernar la nación y traer la paz a todos”, son enseñanzas de la cultura tradicional. Y más allá de ellas están las diversas teorías teológicas, actualmente presentes en la sociedad civil, del budismo, el taoísmo y la religión moderna. Estas también entran dentro del ámbito del conocimiento. Algunas personas, por ejemplo, han servido como pastores o predicadores, o han estudiado teología. ¿Cuál es el resultado de haber adquirido esos conocimientos? ¿Es una bendición o una maldición? (Una maldición). ¿Por qué motivo es una maldición? Si esas personas no hablan, no pasa nada, pero, en el momento en que abren la boca, brota de ella doctrina religiosa. Siempre están tratando de predicar doctrina espiritual; inculcan en la gente los métodos hipócritas de los fariseos, en lugar de dejar que comprenda la verdad. El conocimiento teológico se basa principalmente en teoría teológica. ¿Cuál es el rasgo más notable de la teoría teológica? Que inculca cosas que la gente considera espirituales, y, una vez que la gente ha aprehendido esas cosas pseudoespirituales, esa es su primera y última impresión. Incluso si has escuchado las palabras que expresa Dios, no serás capaz de entenderlas en ese momento y te constreñirás por el conocimiento y las teorías de los fariseos. Eso es algo muy peligroso. ¿No le resultará muy difícil aceptar la verdad a una persona así? Para resumir, si vives de doctrina y conocimiento, y si cumples tu deber y actúas apoyándote en tus dones, tal vez seas capaz de hacer algunas cosas buenas a ojos de los demás. Pero, cuando vives en un estado así, ¿eres consciente de ello? ¿Puedes reconocer que estás viviendo de tu conocimiento? ¿Puedes darte cuenta de las consecuencias que puede tener el hecho de vivir de tu conocimiento? ¿No acabarás con una sensación de vacío en tu corazón, de que una vida así carece de sentido? ¿Y por qué es así, exactamente? Es preciso aclarar estas cuestiones. Este es el punto en que nos encontramos en lo que respecta al conocimiento.

Acabamos de abordar las cuestiones del conocimiento y los dones. Hay un asunto más: muchas personas han llegado al presente, desde su creencia inicial en Dios, sin saber jamás cuál es la verdad, ni cómo deben practicarla y perseguirla. Han vivido todo este tiempo de una convicción, o de nociones y figuraciones humanas. Por expresarlo de forma sencilla, viven de cosas que creen que son correctas. Andan por ahí defendiéndolas de manera obsesiva e incluso las toman por la verdad. Piensan que, con tal de que perseveren en su práctica hasta el final, vencerán y, en adelante, lograrán sobrevivir. Creen en Dios en virtud de dicha noción. Pueden sufrir, abandonar a sus familias y sus carreras profesionales y dejar de lado todo lo que aman, y continúan resumiendo todo en unos pocos preceptos que practican como si fuesen la verdad. Por ejemplo, cuando ven que alguien lo está pasando mal, o que la familia de alguien está atravesando un momento difícil, se responsabilizan y les tienden la mano para ayudarlos. Preguntan por ellos, cuidan de ellos y los atienden. Allí donde hay un trabajo sucio o exigente que hacer, acuden de forma proactiva para ocuparse de él. La suciedad y la exigencia no les molestan. No son remilgados. No discuten con otras personas cuando tratan con ellas, y hacen todo lo posible por alcanzar acuerdos amistosos con todo el mundo. No discuten con los demás y aprenden a ser benevolentes y tolerantes con la gente, de modo que cualquiera que pase tiempo con ellos dirá que son buenas personas y auténticos creyentes. Con respecto a Dios, hacen todo lo que Él les ordena hacer y van donde les dice que vayan. No se resisten. ¿En qué se apoyan para vivir? (Con el celo). No se trata tan solo de una forma simple de celo; viven con la convicción de que están en lo cierto. Estas personas no entenderán la verdad ni siquiera después de creer en Dios durante años, ni sabrán qué es practicar la verdad, someterse a Dios o satisfacerle, ni tampoco qué es buscar la verdad, o cuáles son los principios-verdad. No sabrán nada de esto. Ni siquiera sabrán qué es una persona honesta ni cómo serlo. Piensan: “Todo lo que tengo que hacer es vivir de esta manera y seguir adelante. Sean cuales sean los sermones que predique la casa de Dios, me aferraré a mi forma de actuar; sea cual sea la forma en que Dios me trate, siempre creeré en Él y nunca lo abandonaré. Puedo cumplir cualquier deber que se me pida”. Tienen la impresión de que pueden salvarse practicando así. Sin embargo, es una pena que, a pesar de que su actitud no suponga ningún problema grave, no comprendan ninguna verdad, ni siquiera después de haber escuchado sermones durante tantos años. No entienden la verdad de la sumisión ni saben cómo practicarla, no comprenden la verdad de ser una persona honesta, ni la verdad de cumplir su deber con lealtad, ni qué significa ser superficial. Desconocen si mienten o si son personas falsas. ¿No hay que sentir lástima de esas personas? (Sí). ¿En qué se apoyan para vivir? ¿Podría decirse que viven de su corazón desnudo e infantil? ¿Por qué? Porque, según su creencia, “Mi corazón está ahí para que el universo lo vea. No está claro para la gente; no pueden verlo, pero el cielo lo sabe”. Así de “sincero” es su corazón: nadie puede entenderlo, está fuera del alcance de todos. ¿Por qué llamar a esto un corazón desnudo e infantil? Porque tienen alguna clase de estado de ánimo, un sentimiento, y utilizan ese sentimiento personal o esa ilusión que tienen para interpretar qué debería hacer una persona creyente en Dios y en qué consiste un deber. También usan esos sentimientos para codificar las exigencias de Dios. Creen que “En realidad, Dios no exige a nadie hacer nada, ni que posea grandes aptitudes o comprenda en gran medida la verdad. Basta con que una persona tenga un corazón desnudo e infantil. ¡Qué fácil es creer en Dios! Lo único que hay que hacer es seguir actuando con la fortaleza de un corazón desnudo e infantil”. Sin embargo, sus mentiras no cesan, ni su resistencia, su rebeldía, sus nociones ni su traición. Hagan lo que hagan, no creen que importe, sino que piensan: “Tengo un corazón amante de Dios. Nadie puede romper mi relación con Él, nadie puede empañar mi amor por Dios ni entrometerse en mi lealtad a Él”. ¿Qué clase de mentalidad es esta? Absurda, ¿no? Lo es, y hay que sentir lástima de ella. En el espíritu de esas personas hay un estado desértico, empobrecido y penoso. ¿Por qué “desértico”? Porque, cuando se enfrentan a algo sencillo —si han mentido, por poner un ejemplo—, no lo saben o no se percatan de ello. Nunca se reprochan nada a sí mismas; no tienen sentimientos de ningún tipo. Hasta ahora han seguido a Dios sin criterios rigurosos para medir nada de lo que hacen. Ignoran qué clase de personas son, o si son personas falsas, o si han sido realmente capaces de ser personas honestas, o si son capaces de someterse a las exigencias de Dios. No saben nada de esto. Así de penosas son, y su espíritu está desértico. ¿Por qué decimos esto? Porque desconocen qué les pide Dios, por qué creen en Él o qué clase de persona deben tratar de ser. No saben qué actos carecen de razón o cuáles vulneran los principios-verdad. No saben qué actitud adoptar con las personas malvadas ni con las personas bondadosas; no saben con quién deben relacionarse ni a quién deberían acercarse. Cuando su ánimo es negativo ni siquiera saben en qué estados han caído. Esto es tener un espíritu desértico. ¿Vosotros sois así? (Sí). No me gusta oíros decir eso, pero esa es la clase de estado en que os encontráis. Siempre sois emocionales, y nadie sabe cuándo cambiará eso.

¿Qué es ser emocional? Veámoslo con un ejemplo. Algunas personas creen que aman mucho a Dios. En particular, se sienten muy honradas y doblemente bendecidas por haber nacido en los últimos días, por haber aceptado esta etapa de la obra de Dios y por poder escuchar Sus palabras con sus propios oídos y experimentar Su obra en persona. En consecuencia, piensan que deberían encontrar algún modo de expresar sus corazones desnudos e infantiles. ¿Y cómo lo hacen? Sus emociones afloran, su ardor está a punto de estallar, se vuelven algo irracionales y sus emociones se vuelven anormales. De todo ello emerge la fealdad. En la China continental, el entorno era absolutamente hostil para creer en Dios y la gente vivía oprimida. Sentían un gran ardor y deseaban gritar: “¡Dios Todopoderoso, Te amo!”. Pero no tenían dónde hacerlo, de modo que no podían, por temor a ser arrestados. Ahora están en el extranjero y tienen libertad para creer; finalmente tienen un lugar para dar rienda suelta a su corazón desnudo e infantil. Necesitan expresar cuánto aman a Dios. Por ello, salen a las calles y buscan un lugar en el que no haya mucha gente alrededor para poder gritar a sus anchas. Sin embargo, antes de poder hacerlo, sienten que no tienen la suficiente confianza. Miran a su alrededor y el grito no les sale. ¿Qué es lo que les pasa por la mente? “Esto no basta. No es suficiente con tener un corazón desnudo e infantil. Mi corazón no ama aún a Dios. Con razón no tengo nada que gritar”. Y así, tristes y llenos de dolor, se marchan a sus casas y oran a Dios con lágrimas en los ojos, diciendo: “Oh, Dios, antes, cuando me encontraba en un entorno que no lo permitía, no me atrevía a gritar ‘Te amo’. Ahora me encuentro en un entorno que lo permite, pero me sigue faltando la confianza. Soy incapaz de gritar. Parece que mi estatura y mi confianza son demasiado insignificantes. No tengo la vida”. A partir de ese momento, oran por este problema, hacen preparativos y se dedican a ello. Leen a menudo las palabras de Dios, que los conmueven hasta el llanto, y las emociones y el entusiasmo que sienten bullen y se acumulan en su corazón. Y continúan así hasta que un día se sienten tan llenos de emoción que se ven capaces de ir a una plaza pública con capacidad para varios miles de personas y gritar: “Te amo, Dios Todopoderoso” delante de la multitud, pero, cuando van a la plaza y ven allí toda la gente que hay, de nuevo, el grito no les sale. Puede que todavía no lo hayan gritado, incluso ahora. Pero, lo hayan hecho o no, ¿qué significaría eso? ¿Gritar así es practicar la verdad? ¿Es dar testimonio de Dios? (No). Entonces, ¿por qué se empeñan en proferir esos gritos? Creen que ese grito sería más fuerte y eficaz que cualquier otro método de difundir las palabras de Dios y dar testimonio de Él. Eso es lo que significa ser una persona con un corazón desnudo e infantil. ¿Es bueno o malo que una persona sienta esas emociones? ¿Es normal o anormal? ¿Puede calificarse como algo que entra dentro del ámbito de la humanidad normal? (No). ¿Por qué no? ¿Qué objetivo persigue Dios al hacer a la gente cumplir deberes y entender y practicar la verdad? ¿Acaso aumentar la emoción del amor que sienten por Él o su emoción por cumplir su deber? (No). ¿Sentís a veces esas emociones, tal vez a menudo? (Sí). Cuando las sientes, ¿notas que surgen de manera repentina y anormal, o que son difíciles de eliminar? Debes contenerlas, por complicado que sea eliminarlas. Dejando de lado todo lo demás, eso son simplemente emociones, no los logros que llegan una vez que la gente entiende y practica la verdad, o una vez que ha seguido el camino de Dios. Se encuentran en un estado anormal. ¿Puede ese estado anormal calificarse entonces de obstinación radical? Depende del caso. Hay diferentes grados; algunos pueden calificarse de obstinación radical, y algunos llegan al nivel de lo absurdo. Es normal que alguien desprenda ese estado de ánimo en ocasiones. Entonces, ¿qué manifestaciones de ello son anormales? Hacer algo por una emoción imposible de reprimir. Cuando una persona vive y se afana cada día por un propósito, leyendo las palabras de Dios y predicando el evangelio también con ese propósito, y cumpliendo todos y cada uno de sus deberes por él, cuando todo gira en torno a ese propósito y se convierte en el valor y el significado de su existencia y de su vida, es evidente que hay un problema. El objetivo y la dirección de esa persona se desvían. Hay cierta fealdad en las personas que viven de sus corazones desnudos e infantiles. Hay algo obstinado en ellas y sienten emociones anormales. Si alguien vive de estas cosas y se encuentra a menudo en ese estado, ¿puede entender la verdad? (No). Si no puede entender la verdad, ¿cuál es su estado de ánimo cuando escuchan los sermones? ¿Qué intención tienen cuando leen las palabras de Dios? ¿Puede alguien que cree siempre en Dios con un corazón desnudo e infantil y una ceremonia religiosa entender la verdad y ganarla? (No). ¿Por qué no? Nada de lo que hace está basado en la verdad, sino en teoría religiosa y en nociones y figuraciones. Tampoco consiste en la búsqueda y la práctica de la verdad. No le importa en absoluto qué es realmente la verdad o qué dicen las palabras de Dios. No se preocupa de eso, como si todo lo que se necesitara para creer en Dios fuese un corazón desnudo e infantil, como si todo lo que tuviera que hacer fuera ocuparse de las cosas y esforzarse en la iglesia. Así de simple es para estas personas. No entienden lo que es comprender y practicar la verdad, ni qué hay que buscar para salvarse. Puede que a veces piensen en estas cosas, pero son incapaces de resolverlas. Piensan constantemente del siguiente modo: “Mientras tenga celo, alcance un alto nivel de emoción y pueda perseverar hasta el final, podré salvarme” y, por consiguiente, arrastrados por sus exacerbadas emociones, no hacen más que cosas estúpidas, que van en contra de los principios-verdad. Al final, quedan en evidencia y son descartados. Parece que las emociones exacerbadas no son tan buenas, después de todo.

Vivir de un corazón desnudo e infantil conlleva otro estado bastante atroz: el hecho de que algunas personas se basan siempre en el entusiasmo para creer en Dios. El fuego de sus corazones jamás se extingue; piensan que todo lo que necesitan para creer en Dios es un corazón desnudo e infantil. “No necesito entender la verdad, no necesito examinar sobre mí mismo y no necesito ponerme delante de Dios para confesar mis pecados y arrepentirme; y, ciertamente, no necesito aceptar juicio ni castigo alguno, ni ser podado, ni ser censurado ni criticado por nadie”, piensan. “No necesito esas cosas. Todo lo que necesito es un corazón desnudo e infantil”. Este es el principio en el que se basa su creencia en Dios. Piensan: “No tengo que aceptar juicio ni castigo alguno. Me basta con sentirme bien conmigo mismo. Creo que Dios definitivamente estará contento conmigo si lo hago. Si soy feliz, Dios es feliz; eso es todo. Si creo en Dios de esta manera, me salvaré”. ¿No es esta una forma de pensar terriblemente ingenua? Solíais encontraros en un estado así, ¿verdad? (Sí). Si vivís hasta el final en un estado así, incapaces de cualquier transformación, entonces es justo decir que no entendéis la verdad lo más mínimo. La verdad no tiene nada que ver con vosotros. No conocéis el objetivo o el significado de la salvación del hombre por Dios, y no entendéis en qué consiste creer en Dios. ¿Cuál es la diferencia entre la fe en Dios y creer en la religión? Todo el mundo tiene la idea de que si una persona cree en la religión es porque carece de medios para su subsistencia y puede que tenga dificultades en casa. Si ese no es el caso, lo que quieren es encontrar algo en lo que apoyarse, buscar un sustento espiritual. A menudo la creencia en la religión no es más que procurar que la gente sea buena, benevolente, ofrezca ayuda y sea amable con los demás, haga más buenas obras para acumular virtudes, no cometa asesinatos ni incendios, no incumpla la ley ni cometa delitos, no haga nada malo, no golpee a la gente ni la maldiga, no robe o hurte ni engañe o estafe a los demás. Tal es el concepto de “creencia en la religión” que existe en la mente de todos. ¿Cuánto de este concepto de creencia en la religión existe hoy dentro de vuestros corazones? ¿Son acordes con la verdad estas cosas que están relacionadas con la creencia en la religión? ¿De dónde proceden exactamente? ¿Lo sabéis? Si creéis en Dios con un corazón que alberga creencias en la religión, ¿cuál será el resultado? ¿Es esa la forma adecuada de creer en Dios? ¿Hay alguna diferencia entre el estado de creer en la religión y el estado de tener fe en Dios? ¿Cuál es la diferencia entre creer en la religión y tener fe en Dios? Cuando comenzaste a creer en Dios, puede que pensaras que creer en la religión y tener fe en Dios eran la misma cosa. Pero, ahora que llevas creyendo en Dios varios años, ¿en realidad qué consideras que es tener fe? ¿Hay alguna diferencia con la creencia en la religión? Creer en la religión significa seguir algunos rituales religiosos para proporcionar felicidad y consuelo al espíritu. No tiene que ver con cuestiones como qué senda recorre la gente o cómo viven sus vidas. No hay ningún cambio en tu mundo interior; sigues siendo tú, y tu esencia-naturaleza sigue siendo la misma. No has aceptado las verdades que vienen de Dios y las has convertido en tu vida, sino que te has limitado a hacer algunas buenas obras o a seguir ceremonias y preceptos. Te has limitado a realizar algunas actividades relacionadas con la creencia en la religión; solo eso, nada más. Entonces, ¿a qué se refiere la fe en Dios? Significa un cambio en tu forma de vivir, significa que ya se ha producido un cambio en el valor de tu existencia y tus objetivos en la vida. Al principio, vivías para cosas como honrar a tus antepasados, destacar entre los demás, tener una buena vida y luchar por la fama y la fortuna. Hoy has abandonado esas cosas. Ya no sigues a Satanás, sino que deseas renunciar a él, dejar a un lado esa tendencia malvada. Sigues a Dios, lo que aceptas es la verdad, y la senda que recorres es la de perseguir la verdad. La dirección de tu vida ha cambiado completamente. Tras creer en Dios, enfocas la vida de manera diferente, llevando una forma de vida distinta, siguiendo al Creador, aceptando y sometiéndote a la soberanía y designios del Creador, aceptando Su salvación y, finalmente, convirtiéndote en un verdadero ser creado. ¿Acaso no es eso cambiar tu forma de vida? Es lo absolutamente opuesto a tu búsqueda anterior, a tu forma de vida y a las motivaciones y el significado detrás de todo lo que hacías; se opone completamente, ni siquiera juega en el mismo campo. Terminaremos aquí con la diferencia entre la fe en Dios y la creencia en la religión. ¿Podéis observar en vosotros mismos el estado de tener un “corazón desnudo e infantil” del que hemos hablado? (Sí). Entonces, ¿vivís la mayor parte del tiempo de un corazón desnudo e infantil, o solamente presentáis ese estado de cuando en cuando? Si es algo ocasional, eso demuestra que ya te has despojado de ese estado y has comenzado a perseguir la verdad, que has empezado a emerger de ese estado; si sigues viviendo de un corazón desnudo e infantil la mayor parte del tiempo y no sabes cómo vivir de las palabras de Dios ni de la verdad, ni cómo deshacerte de las limitaciones de un corazón desnudo e infantil y emerger de ese estado, eso demuestra que no estás viviendo ante Dios, que todavía no sabes qué es la verdad o cómo buscarla. ¿Es grande la diferencia? (Sí). Si sigues viviendo de ese modo, sin comprender la verdad lo más mínimo, estás en peligro; deberás ser descartado antes o después. Por lo que respecta a la forma en que surge ese corazón desnudo e infantil, tendrás que buscar la verdad, diseccionar el estado y modificarlo. Debes tener muy claras las cuestiones de por qué tendría alguien un corazón desnudo e infantil, qué consecuencias tendrá el hecho de apoyarse en el fervor para creer en Dios, si se puede ganar la verdad creyendo en Dios de esta manera o si estimulará eso tu fe en Dios. Para ello es necesario que te sometas a comparación, que reflexiones y que busques la resolución.

Un tipo de persona es entusiasta de corazón en su creencia en Dios. Le va bien cualquier deber, al igual que cierto grado de adversidad, pero su temperamento es inestable: es emocional, caprichosa e inconsistente. Actúa únicamente según su estado de ánimo. Cuando está feliz, hace correctamente el trabajo que le hayan encargado y se lleva bien con quien se relacione y se asocie. También está dispuesta a asumir más deberes: sea cual sea el deber que cumpla, lo hace con sentido de la responsabilidad. Así es como actúa cuando está de buen humor. Puede que haya una razón por la que lo esté: tal vez recibió elogios por hacer bien su deber y se ganó la estima y la aprobación del grupo, o quizá muchísima gente apreció la obra que hizo, de modo que se hincha como un globo que se llena cada vez más con cada soplo de alabanza. Por eso, sigue cumpliendo el mismo deber cada día, y sin embargo nunca llega a captar las intenciones de Dios ni a buscar los principios-verdad. Siempre actúa basándose en la experiencia. ¿Es la experiencia la verdad? ¿Es fiable actuar según la experiencia? ¿Se corresponde con los principios-verdad? Actuar de acuerdo con la experiencia no es conforme a los principios; habrá necesariamente momentos en los que esto falle. Por tanto, llega un día en el que ya no cumple bien su deber. Muchas cosas salen mal y se la poda. El grupo está insatisfecho con esta persona, quien adopta una postura negativa: “Ya no voy a cumplir más este deber. Lo hago mal. Todos vosotros sois mejores que yo. Soy yo el que no es bueno. ¡Quien quiera hacerlo, adelante!”. Alguien habla con ella sobre la verdad, pero no consigue abrirle los ojos; esta persona no entiende nada y dice: “¿Qué se puede compartir sobre esto? No me importa si es la verdad o no: haré mi deber cuando esté feliz y no lo haré cuando no lo esté. ¿Por qué hay que complicarlo tanto? Ahora no voy a hacerlo; me esperaré a un día en el que esté feliz”. Estas personas son así, sistemáticamente. Ya se trate de cumplir su deber, leer las palabras de Dios, escuchar sermones, asistir a reuniones o interactuar con otros, en todo lo que conlleva cualquier aspecto de su vida, lo que revelan es nublado un momento y soleado al siguiente, elevado un momento y deprimido al siguiente, frío un momento y cálido al siguiente, negativo un momento y positivo al siguiente. En resumen, su estado, ya sea bueno o malo, siempre es bastante pronunciado. Puedes verlo enseguida. Son inconsistentes en todo lo que hacen y simplemente se entregan a su temperamento. Cuando están felices, hacen mejor el trabajo y, cuando no, son chapuceros; es posible que incluso dejen de hacerlo y abandonen la tarea. Hagan lo que hagan, deben hacerlo de acuerdo con su estado de ánimo, con el entorno y con sus exigencias. No tienen ninguna voluntad de afrontar adversidades; están mimadas y consentidas, son histéricas e insensibles a la razón y no hacen nada para refrenarlo. Nadie puede ofenderlas; quien lo haga será el blanco de su mal genio, que llega como una tormenta, y, en cuanto pasa todo, se vuelven negativas y se sienten emocionalmente abatidas. Es más, lo hacen todo según sus preferencias. “Si me gusta este trabajo, lo haré; si no, no lo haré nunca. Quienquiera de vosotros que esté dispuesto, puede hacerlo. Eso no tiene nada que ver conmigo”. ¿Qué tipo de persona es esta? Cuando está feliz y su estado es bueno, está exaltada de corazón y dice que quiere amar a Dios. Está tan exaltada que llega a derramar lágrimas apasionadas que le caen por la cara y a sollozar enérgicamente. ¿Ama su corazón a Dios verdaderamente? El estado de amar a Dios de corazón es normal, pero, al observar su carácter, sus conductas y sus revelaciones, pensarías que se trata de un niño de unos diez años. Su carácter y su manera de vivir son caprichosos. Es inconsistente, desleal, irresponsable e ineficaz en todo lo que hace. Nunca afronta la adversidad y no está dispuesta a asumir responsabilidades. Cuando está feliz, le va bien hacer cualquier cosa; puede soportar algunas adversidades y también que sus intereses sufran un revés. Pero, si se siente infeliz, no hará nada. ¿Qué tipo de persona es esta? ¿Es normal un estado como este? (No). Esta cuestión trasciende incluso un estado anormal: es una manifestación de un grado extremo de capricho, estupidez, ignorancia e inmadurez. ¿Cuál es el problema del capricho? Algunos pueden decir: “Es una inestabilidad del temperamento. Son demasiado jóvenes y han sufrido muy pocas adversidades; su personalidad todavía no está definida, de modo que suelen comportarse de manera caprichosa”. La realidad es que el ser caprichoso no entiende de edades: personas cuarentonas y septuagenarias también son caprichosas a veces. ¿Cómo debe explicarse esto? El capricho es en realidad un problema del carácter de uno, ¡y sumamente grave! Si cumplen un deber importante, es posible que retrasen ese deber y el progreso del trabajo, causando pérdidas a los intereses de la casa de Dios y, si cumplen deberes ordinarios, también los afecta en ocasiones, lo que entorpece el desarrollo de las cosas. Nada de todo esto beneficia ni a uno ni a otros ni a la obra de la iglesia. Las pocas tareas que lleva a cabo y los precios que paga resultan en una pérdida neta. La gente particularmente caprichosa no es apta para cumplir deberes en la casa de Dios, y hay muchas personas así. El capricho es la manifestación más habitual entre las actitudes corruptas. Prácticamente todo el mundo tiene este tipo de carácter. ¿Y en qué consiste ese carácter? De manera natural, cada carácter corrupto es una variedad de las actitudes de Satanás, y el capricho es un carácter corrupto. En palabras moderadas, no es amar ni aceptar la verdad; en palabras más duras, es sentir aversión por la verdad y odiarla. ¿Pueden los caprichosos someterse a Dios? De ninguna manera. Pueden hacerlo momentáneamente, cuando están felices y obtienen algún beneficio, pero cuando este no es el caso se enfurecen y se atreven a resistirse a Él y a traicionarlo. Se dirán a sí mismos: “Me da igual si es la verdad o no, lo que importa es que estoy feliz y contento. ¡Si me siento infeliz, no me servirá nada de lo que diga nadie! ¿Para qué vale la verdad? ¿Para qué vale dios? ¡Yo soy quien manda!”. ¿Qué tipo de carácter corrupto es este? (Odiar la verdad). Es un carácter que odia la verdad, que siente aversión por ella. ¿Conlleva algún elemento de arrogancia y vanidad? ¿De intransigencia? (Sí). Aquí reside otro estado atroz. Cuando están de buen humor, son simpáticos con todo el mundo y cumplen su deber con responsabilidad; la gente piensa que son personas buenas y sumisas, que están dispuestas a pagar un precio y aman realmente la verdad. Pero, tan pronto se vuelven negativas, lo dejan estar todo, se quejan e incluso se muestran insensibles a la razón. Aquí es donde emerge su lado malicioso. Nadie puede reprocharles nada. Incluso dirán: “Entiendo cada verdad, solo que no la practico. ¡Con estar a gusto conmigo mismo ya me bastará!”. ¿Qué tipo de carácter es este? (Malicia). Estas personas malvadas no solo están dispuestas a contraatacar a quienes puedan podarlas, sino que incluso los lastimarían y les harían daño, como un demonio malvado. Nadie se atrevería a meterse con ellas. ¿Acaso no se comportan de un modo muy caprichoso y malicioso? ¿Es este un problema relacionado con una edad joven? ¿Acaso no serían caprichosas si fueran mayores? ¿Serían más reflexivas y racionales si tuvieran más años? No. Esta no es una cuestión de su personalidad ni de su edad. Ahí se oculta un carácter corrupto profundamente arraigado que las gobierna y por el que viven. ¿Hay sumisión en alguien que vive en un carácter corrupto? ¿Puede buscar la verdad? ¿Alguna parte de él ama la verdad? (No). No, no hay nada de eso. ¿Habéis tenido todos vosotros un estado caprichoso? (Sí). ¿Habríais sentido que era un problema si no hubiéramos hablado de ello? (No). Ahora, después de haber hablado del tema, ¿sentís que es un problema bastante grave? (Sí). Algún capricho ocasional surge de causas objetivas. Eso no es un problema de carácter. Todos los problemas de carácter y todas las revelaciones de un carácter corrupto en las acciones de uno tendrán consecuencias negativas. He aquí un ejemplo de una causa objetiva: supongamos que hoy alguien tiene un dolor de estómago terrible. Le duele tanto que apenas tiene fuerzas para hablar. Solo quiere echarse un rato. Justo en ese momento, alguien se le acerca y charla con él un rato, quien al responder utiliza un tono un poco áspero. ¿Es este un problema con su carácter? No, no lo es. Solo se muestra de esa manera porque está enfermo y siente dolor. Si fuera ese tipo de persona en una situación normal, si siempre hablara de esa manera, ese sería un problema de carácter. En ese caso, emplea un tono inadecuado al hablar porque su dolor ha traspasado cierto umbral. Eso es normal que ocurra. Si hay una causa objetiva y todo el mundo reconoce que hablar o actuar de esa forma es excusable y razonable dadas las circunstancias, que solo es la naturaleza humana, se trata de una conducta y una revelación de humanidad normal. Pongamos el ejemplo de alguien que ha perdido a un familiar y comienza a llorar en su duelo. Eso es bastante normal. Sin embargo, hay gente que lo juzgaría y diría: “Esta persona es sentimental. Ha creído en Dios durante todos estos años y aún no es capaz de desprenderse del afecto hacia su familia. Incluso llora al morir un pariente. ¡Qué ridículo!”. Lo más grave es que, cuando quien muere es la madre del que dice estas cosas, él llora más desconsoladamente que nadie. ¿Cómo debería contemplarse esto? No se pueden aplicar preceptos irreflexivamente o hacer generalizaciones al respecto: algunas cosas tienen causas objetivas y son conductas y revelaciones de humanidad normal. Lo que son y no son conductas y revelaciones de una humanidad normal varía según las circunstancias. Cuando se menciona aquello por lo que uno vive, lo que se dice alude, por un lado, a problemas en las actitudes de las personas y, por otro, a problemas en sus puntos de vista, así como en sus modos y sendas de búsqueda. No se trata en absoluto de una cuestión de su mal genio o su personalidad, ni de su manera exterior de hacer las cosas.

Hay otro tipo de estado, que es vivir según las filosofías para los asuntos mundanos. A la mayoría de la gente le gusta perseguir la fama, la ganancia y el estatus en su fe en Dios, sin centrarse en perseguir la verdad. En tanto que alguien tiene un poco de calibre y algunas ideas, posee un conjunto de filosofías y reglas para vivir de Satanás. Cada uno tiene sus propios “trucos” en lo que respecta a cómo vivir felizmente y de una manera que lo distinga, honre el nombre de su familia y consiga la aclamación de todos. ¿Cuáles son estos trucos? Son filosofías “supremas” para los asuntos mundanos. Algunos podrían extrañarse: “supremas” y “filosofías para los asuntos mundanos” no se corresponden. Son una combinación inusual. Así pues, ¿por qué se utiliza la palabra “supremas” en este caso? En general, alguien que tiene una filosofía para los asuntos mundanos cree que para vivir debe contar con algunas reglas para la existencia, es decir, algunos secretos para sobrevivir. Piensa que esa es la única manera de lograr sus objetivos en la vida. Para esa persona, estas reglas para la existencia, que son filosofías para los asuntos mundanos, son sus principios más elevados, como esas consignas que la gente suele decir. Defiende su filosofía para los asuntos mundanos y se ciñe a ella como si fuera la verdad, sin excluir siquiera al pueblo escogido de Dios de este tratamiento. Piensa: “Ningún humano puede separarse de los temas mundanos. Creéis en Dios, ¿verdad? Seguís los principios, ¿no? Entendéis la verdad, ¿cierto? Bien, pues tengo una filosofía para los asuntos mundanos con la que trataros. Sois meticulosos, ¿verdad? Os atenéis a los principios-verdad, ¿cierto? Bien, yo no entiendo los principios-verdad, pero todavía puedo predisponeros a que me hagáis caso y haceros ir de acá para allá. Os mantendré a todos en mi órbita; diréis que soy una buena persona y no hablaréis mal de mí a mis espaldas. Incluso os juzgaré cuando no estéis presentes, os haré trastadas, os traicionaré y no os enteraréis de nada”. Esa es una persona que vive según filosofías para los asuntos mundanos. ¿Qué encierran estas filosofías? Subterfugios, engaños y tácticas, así como enfoques y métodos. Por ejemplo, al ver a alguien con estatus, alguien que podría servirles de algo, algunos se muestran muy educados, les hacen la pelota y se deshacen en alabanzas. A aquellos de quienes piensan que no pueden ofrecer mucho y que no son tan buenos como ellos, les hablan con condescendencia y los menosprecian en todo momento, cosa que hace que sientan que son superiores y que siempre se les debe admirar. En su mundo interior, cuentan con un sistema para jugar con la gente y manipularla y con una manera de tratar a cada tipo de persona. Cuando se encuentran con alguien, saben a simple vista qué tipo de persona es y cómo deben tratarlo y relacionarse con él. Elaboran la fórmula de inmediato en su mente. Son sofisticados y tienen práctica en esto. No les hace falta pensar en implementar estas filosofías para los asuntos mundanos: no necesitan esbozos preliminares ni las instrucciones de nadie. Tienen sus propios métodos, algunos de los cuales se les han ocurrido, mientras que otros los han aprendido de terceros, los han observado en los demás o los han adquirido de la influencia de otras personas. También puede ser que nadie les hablara de estos métodos, pero sean capaces de inferir los detalles, de manera que aprenden sus filosofías para los asuntos mundanos, técnicas, enfoques, métodos, argucias y cálculos. ¿Tiene la verdad la gente que vive según estas cosas? ¿Puede vivir según la verdad? (No). No puede. Por tanto, ¿cómo influye en otras personas? Suele engañarlas, embaucarlas, utilizarlas, jugar con ellas, etcétera. Estas filosofías para los asuntos mundanos no son necesariamente el ámbito exclusivo de intelectuales o de un grupo determinado de individuos, la realidad es que están presentes en todo el mundo.

¿De qué otras maneras se manifiestan las filosofías satánicas? Algunos son grandes oradores. Sonsacan felicidad y satisfacción a la gente, que se siente aliviada al haberlos oído hablar, pero no realizan ninguna obra real en absoluto. ¿Qué clase de persona es esta? Una que manipula a los demás con palabras hermosas. Después de trabajar un rato, algunos líderes y obreros piensan: “¿Me entiende lo Alto? ¿Me conoce Dios? Debo informar de algunos problemas para que lo Alto sepa que estoy trabajando. Si lo Alto ve que los problemas de los que informo son bastante reales y sustanciales, que son cuestiones clave, tal vez lo Alto me tenga en estima al ver que puedo hacer obra real”. Por tanto, encuentran la oportunidad para mencionar problemas. Están justificados al mencionar problemas, eso es de sentido común, y el trabajo lo requiere. Pero esto no debería contaminarse con sus intenciones personales. ¿Podéis ver las intenciones que tienen estas personas al informar de estos problemas? ¿Cuál es realmente el problema con sus intenciones? Esta cuestión requiere reflexión y discernimiento. Si mencionaran los problemas para cumplir bien su deber y satisfacer a Dios, eso estaría justificado; significaría que son personas responsables que hacen obra real. Sin embargo, actualmente hay algunos líderes y obreros que no hacen obra real, más bien son oportunistas y se van por lo fácil, mienten a sus superiores y ocultan cosas a quien está por debajo de ellos. Y, aun así, les gustaría ser astutos y hábiles y satisfacer a todo el mundo. Al practicar de esta manera, ¿acaso no viven según filosofías satánicas? Si es así, ¿cómo se debería resolver el problema? Es necesario aclarar qué verdades deben buscarse y cómo debe conocerse y discernirse esto antes de poder resolver el problema de sus intenciones corruptas. Os pondré otro ejemplo. Dos personas se emparejan para cumplir un deber. Irán a una iglesia de otra zona para ocuparse de un problema que hay ahí. Las condiciones de vida de ese lugar son relativamente pobres, la seguridad pública no es buena y es un sitio un poco arriesgado. Una de ellas dice: “No le caigo bien a la gente de esa iglesia. Aunque fuera allí, no hay ninguna garantía de que pudiera resolver su problema. Sin embargo, tú les caes bien a todos. Sería provechoso que fueras a resolver el problema”. Al otro le parece que esto es cierto y se dirige hacia el lugar. Al margen de todo lo demás, ¿acaso no hay un problema con el que encontró razones y puso excusas para no ir? Tanto si sus excusas y razones son válidas o no, ¿practica la verdad en esto? ¿Piensa en sus hermanos y hermanas? No; está mintiendo. Pronuncia palabras hermosas para lograr sus propios fines. ¿Acaso no es esto una técnica? Si piensas y actúas así, no te has rebelado contra la carne. Sigues viviendo según filosofías satánicas. Pero ¿qué pasaría si fueras capaz de rebelarte contra ti mismo y no vivieras según filosofías satánicas? Inicialmente no querrías ir a esa iglesia a ocuparte de sus problemas, pero después reflexionarías: “Eso no está bien. El hecho de que piense de esa manera significa que soy una mala persona, que soy inmoral. Tengo que retirar lo que dije, tan pronto como pueda. Debo pedirle disculpas y mostrarme abierto respecto a la corrupción que he revelado. Debo ir a ese lugar hoy, aunque muera en el intento”. En realidad, no es seguro que vayas a morir allí. ¿Desde cuándo la muerte sobreviene tan fácilmente? Dios predestina la vida y la muerte. Al fin y al cabo, en un caso como este, debes tener determinación y la capacidad de rebelarte contra ti mismo. Solo entonces podrás vivir según la verdad. Te pondré otro ejemplo: dos personas se emparejan para cumplir un deber. Las dos temen asumir la responsabilidad del asunto, de modo que se convierte en una batalla de ingenio. Uno dice: “Ve a ocuparte de esto”. El otro responde: “Sería mejor que te encargaras tú. Tengo peor calibre que tú”. Lo que realmente piensa es: “No habrá ninguna recompensa por hacer esto bien y, si lo hago mal, me podarán. No voy a hacerlo, ¡no soy tan estúpido! Sé lo que pretendes. Deja de intentar que vaya yo”. ¿Cuál es el resultado de su discusión? Ninguno de los dos va, y en consecuencia el trabajo se retrasa. ¿Acaso no es eso inmoral? (Sí). ¿Acaso no es retrasar el trabajo una consecuencia grave? Es un mal resultado. Así pues, ¿según qué viven estas dos personas? Ambas viven según filosofías satánicas; estas filosofías y sus propias argucias las constriñen y las rigen. No han logrado practicar la verdad y, por tanto, no han cumplido su deber a la altura de las expectativas. Lo han hecho de una manera superficial, y en ello no hay testimonio alguno. Supongamos que otras dos personas se emparejan para cumplir un deber. Una intenta adoptar una posición dominante en todo y siempre quiere tener la última palabra, y la otra podría pensar: “Es un tipo duro; le gusta mandar. Bien, que lo dirija todo y, así, cuando algo salga mal, será él a quien poden. ¡‘Las primeras espigas que se cortan son las que sobresalen’! Yo no voy a sobresalir, pues. Lo que pasa es que tengo un calibre pobre y no me gusta que me importunen con cosas. Le gusta mandar, ¿verdad? ¡Bien, si hay algo que hacer, que lo haga él!”. Alguien que dice estas cosas disfruta siendo una persona complaciente, un seguidor. ¿Qué opinas de su manera de cumplir un deber? ¿Según qué vive? (Filosofías para los asuntos mundanos). También piensa algo más: “¿Acaso no se enfurecerá conmigo si le robo el protagonismo? ¿Acaso no estaremos desavenidos en adelante? Si esto afectara a nuestra relación, nos costaría llevarnos bien. Será mejor que le deje hacer las cosas a su manera”. ¿Acaso no es esta una filosofía para los asuntos mundanos? Su manera de vivir le ahorra problemas. Le permite evitar asumir responsabilidades. Se limitará a seguir en cualquier cosa que le hagan hacer, sin tener que mandar ni sobresalir ni pensar en problemas. Otra persona ya se encarga de todo, de modo que no se fatigará. Su voluntad de ser un seguidor demuestra que no tiene sentido de la responsabilidad. Vive según filosofías para los asuntos mundanos. No acepta la verdad ni mantiene los principios. Eso no es cooperación armoniosa, sino ser un seguidor, una persona complaciente. ¿Por qué eso no es cooperación? Porque no asume su responsabilidad en nada. No actúa con todo el corazón ni toda la mente, y posiblemente tampoco con toda su fuerza. Por eso digo que vive según filosofías para los asuntos mundanos, en lugar de según la verdad. Otro ejemplo más: alguien comete una mala acción mientras cumple su deber, algo que supone una pérdida para los intereses de la casa de Dios. Tú lo ves, pero piensas: “Eso no es asunto mío. No ha perjudicado mis intereses. Además, no soy el responsable. ¿Qué hago entrometiéndome en los asuntos de otros? Que se ocupe alguien más, quien quiera hacerlo. Lo único que tengo que hacer es seguir haciendo muy bien mi trabajo. No es cosa mía si los demás cometen malas acciones. No me importa si lo veo; no me importa si otros se descarrían y, si se produce una pérdida en la obra de la iglesia, eso no tiene nada que ver conmigo”. ¿Acaso no es esta una filosofía para los asuntos mundanos? (Lo es). ¿Son buenas las intenciones de esta persona? (No). Vive según filosofías satánicas. Algunos se comportan así ocasionalmente en algún asunto; otros lo hacen a menudo, sin buscar la verdad ni reflexionar sobre sí mismos en ningún momento y sin resolver sus actitudes corruptas. Estos dos tipos de personas se encuentran en posiciones distintas. Pero, independientemente de si esto ocurre solo en incidentes aislados o en todos los asuntos, alude al problema de un carácter corrupto. No es una cuestión simple relacionada con los métodos de uno: es vivir la propia vida según filosofías satánicas. ¿Qué otras filosofías para los asuntos mundanos ve y presencia la gente habitualmente? (Sobornar a otros con favores insignificantes, complacer sus preferencias, elogiarlos y consentirlos). Complacer las preferencias de alguien es una técnica, un tipo de filosofía para los asuntos mundanos. ¿Qué más? (No informar directamente después de ver a alguien hacer algo que infringe los principios, por miedo a herir sus sentimientos). Otro tipo de filosofía para los asuntos mundanos es ser indirecto al hablar, siempre eludiendo ir al grano y eligiendo palabras agradables que no conllevan los principios o el problema esencial. ¿Alguna filosofía más? (Adular a alguien con estatus y congraciarse con él). Eso es ganarse su favor y también es un tipo de filosofía para los asuntos mundanos. Por su naturaleza, algunos siempre buscan manipular a otros y aprovecharse de ellos. Son particularmente traicioneros. Otros son astutos y hábiles vayan donde vayan. Lo que dicen depende de a quién se lo digan. Su mente reacciona muy rápidamente: saben cómo manejar a alguien desde el primer momento en el que se cruzan sus miradas. Estas personas son sumamente taimadas, no pueden vivir según la verdad. ¿De qué otras maneras se manifiestan las filosofías para los asuntos mundanos? (No atreverse a opinar después de ver un problema por miedo a asumir la culpa si resulta que se trata de un error, observando lo que otros dicen y hacen y sin expresar lo que uno piensa hasta que la mayoría ya lo ha hecho). La gente suele seguir la corriente y pensar que la ley no puede aplicarse cuando todo el mundo la incumple. ¿Qué tipo de problema es ese? ¿Qué tipo de carácter? ¿Acaso no es un carácter falso? No te atreves a mantener los principios-verdad porque siempre quieres ser complaciente y tienes miedo de ofenderlos, y a la vez también temes que te dejen en evidencia y te descarten por no practicar la verdad: ¡menudo dilema! Esa es la situación lamentable de las personas complacientes. Cuando la gente no practica la verdad, así son las condiciones adversas que vive; todas ellas tienen la semejanza demoníaca de Satanás. Algunas de estas personas son insidiosas, traicioneras, despreciables, viles, de mala calaña o patéticas. ¿Vivís según filosofías satánicas? Adular a cualquiera que sea un líder e ignorar a los líderes a quienes se ha sustituido o descartado; congraciarse con cualquiera elegido como líder, independientemente de quien sea; decir todo tipo de cosas repugnantes como: “¡Dios mío! Eres hermoso y de muy buena complexión, la viva estampa de la belleza. Tienes la voz de un presentador de televisión y cantas como una alondra”, buscando maneras de ganarse su favor; halagarlo cada vez que tengáis la oportunidad; sobornarlo con favores insignificantes; estar pendiente habitualmente de lo que hace y dice y pensar en maneras de satisfacerlo cuando veis que le gusta algo. ¿Utilizáis estas tácticas? (Sí. A veces veo que un líder o un obrero tienen problemas o carencias, pero no me atrevo a decir nada por miedo a que me culpen y se pongan en contra de mí). Eso es una falta de principios. ¿Sabes, pues, si has identificado correctamente esos problemas y si notificarlos beneficiaría a la obra de la iglesia? (Un poco). Sabes un poco; así que ¿qué debes hacer para ajustarte a los principios-verdad? Si estás seguro de que has observado un problema y entiendes en el corazón que este problema debe resolverse para que no se retrase el trabajo, pero no eres capaz de seguir los principios y tienes miedo de ofender a otros, ¿qué problema hay en juego? ¿Por qué tendrías que temer acatar los principios? Se trata de una cuestión importante de naturaleza, y está relacionada con si amas la verdad y si tienes sentido de la rectitud. Debes expresar tu opinión, aunque no sepas si es correcta. Si tienes una opinión o una idea, debes manifestarla y dejar que los demás la valoren. Esto te beneficiará y contribuirá a resolver el problema. Si piensas: “No me voy a involucrar. Si lo que digo es correcto, no recibiré el reconocimiento y, si es incorrecto, me podarán. No merece la pena”. ¿Acaso no es eso egoísta y despreciable por tu parte? La gente siempre tiene en cuenta sus propios intereses, y es incapaz de practicar la verdad. Eso es lo más difícil respecto a la gente. ¿Acaso no tenéis todos un gran número de tales filosofías para los asuntos mundanos y argucias dentro de vosotros? Hay bastantes elementos de las filosofías de Satanás en cada persona y hace tiempo que han invadido a todas ellas. No es de extrañar, entonces, que la gente escuche sermones durante años sin entender la verdad, que su entrada en la realidad-verdad sea lenta, y su estatura permanezca siempre tan baja. La razón es que esas cosas corruptas les estorban y perturban. ¿De qué vive la gente cuando necesita practicar la verdad? Viven de estas actitudes corruptas, de nociones, figuraciones y filosofías para los asuntos mundanos, así como de dones. Al vivir según estas cosas, es muy difícil que la gente se presente ante Dios. ¿A qué se debe esto? A que su carga es demasiado grande y su yugo demasiado pesado. El hombre que vive según estas cosas está muy alejado de la verdad. Tales cosas te impiden entender la verdad y practicarla. Si no entiendes la verdad, ¿aumentará tu fe en Dios? (No). Sin duda no lo hará, ni mucho menos tu conocimiento de Él. Esto es algo muy lamentable y aterrador.

Aquello según lo que la gente vive tiene que ver con sus ideas sobre las cosas, así como con sus actitudes. Algunos siempre se esfuerzan por hacer realidad sus sueños y deseos. Son personas con sueños. Algunos viven siempre según sus deseos. ¿Qué incluyen sus deseos? Existe el deseo de obrar y hacerse conocer, y existe el deseo de alardear. Por ejemplo, aquellos a los que les gusta tener estatus. Sin estatus, no creerían en Dios, no tendrían la mentalidad de hacer cosas y creer en Dios les resultaría aburrido también. Viven según su deseo de perseguir el estatus, que los domina un día tras otro. Cualquier estatus que puedan tener les resulta bastante valioso. No hacen nada que no sea por el estatus: mantenerlo, afianzarlo y ampliar su jurisdicción: todo lo que hacen, de todas las maneras, gira en torno a este deseo. Viven según el deseo. Otros tienen vidas penosas en el mundo. Son ingenuos a quienes siempre acosan, que provienen de hogares desestructurados y entornos sociales desfavorecidos, con nadie de quien depender. Están solos y abandonados, hasta que llegan a creer en Dios, momento en el que sienten que por fin han encontrado un pilar de apoyo. Tienen una aspiración, que los dirige en su fe en Dios. Su aspiración nunca ha cambiado, ni siquiera en el presente. Piensan: “Al creer en Dios, vivo con dignidad, tengo una personalidad fuerte, puedo mirar a los demás por encima del hombro y tener una vida superior a la suya. Cuando me haya ido al cielo, todos deberéis tenerme en estima. Nadie volverá a menospreciarme”. Este deseo y esta esperanza son muy vacíos y vagos. Estas personas sienten que tenían una vida muy desgraciada en el mundo, ya fuera por sus circunstancias familiares o por otro motivo. Al vivir en la casa de Dios, tienen algo en lo que confiar. Los hermanos y hermanas no las acosan. Ya no son unos desdichados; cuentan con un pilar de apoyo. Además, su mayor esperanza es que podrán ganarse un destino maravilloso después de morir, o en esta vida, donde tendrán la oportunidad de ir con la cabeza bien alta. Ese es su objetivo. Viven para esta aspiración, y en todas partes, en todas las cosas, utilizan este pensamiento, este deseo, como su motivación. Les cuesta bastante vivir según la verdad. Estas personas viven de un modo penoso. Otras tienen el deseo de alardear o de hacerse notar. Debido a ello, les gusta mucho vivir dentro de un grupo, hacer esto y lo otro para que el resto del grupo las tenga bien consideradas, lo que satisface su vanidad. Creen: “Tal vez no sea un líder, pero, mientras pueda mostrar mi talento al grupo y parezca destacar con glamur, envuelto en un halo, me compensará creer en Dios. Vivo para eso; no es peor que estar en el mundo”. Por tanto, eso es para lo que viven a partir de ese momento. Pasan los días y los años de esa manera, sin cambiar su intención original. ¿Es esto vivir según la verdad? De ninguna manera. Viven según sueños y deseos, al igual que los no creyentes. Este es un problema relacionado con las ideas propias sobre las cosas, así como con las actitudes corruptas. Si este problema no se resuelve, no hay manera de entender ni de practicar la verdad, y entonces cuesta bastante vivir según la verdad.

También hay algunas mujeres que viven según su apariencia física, que siempre se creen hermosas y piensan que, vayan donde vayan, gustarán a todo el mundo y que todos las tendrán en alta estima y las aprobarán. Vayan donde vayan, ven que la gente las elogia y les sonríe. Viviendo de esa manera, se sienten bastante satisfechas de sí mismas y están llenas de confianza. Por tanto, creen que vivir de esa manera les confiere un capital y que tiene mucho valor o, como mínimo, que mucha gente las aprecia. ¿Acaso no hay hombres también que se dedican a vivir según su aspecto físico? Supongamos que eres bien parecido y, al hablar con las hermanas, eres ingenioso, elegante y romántico. Estás bastante satisfecho de ti mismo y todo el mundo te tiene bien considerado y está en tu órbita. “No es que intente tener una cita con alguien. ¡Simplemente vivo así y me encanta! Practicar la verdad… ¡qué soso!”. Otros viven de cierto tipo de capital y, para ello, por supuesto hace falta tener algo real de alguna clase. ¿Qué cosas reales podrían ser? Por ejemplo, algunos sienten que nacieron creyendo ya en Dios. Se han pasado cincuenta años o más creyendo en Dios y ese es su capital. Cuando ven a un hermano o una hermana, le preguntan: “¿Cuánto tiempo hace que crees en Dios?”. “Cinco años”, responde el otro. El primero lleva creyendo en Dios diez veces más de tiempo que esta persona y, al observar este hecho, piensa: “¿El tiempo que llevas creyendo en Dios acaso se acerca al mío? Eres demasiado joven. Será mejor que te comportes: ¡todavía te queda mucho camino por hacer!”. Esta es su manera de vivir su capital. ¿Qué otros tipos de capital hay? Algunos han servido como líderes y obreros en todos los niveles. Han estado fuera mucho tiempo, obrando, yendo de un lado para otro y de iglesia a iglesia, y tienen mucha experiencia. Están bastante familiarizados con los arreglos de la obra de lo Alto, así como con los diversos tipos de personas y ámbitos de trabajo en la iglesia. Por tanto, creen: “Soy un líder veterano con un capital de veterano. He trabajado durante mucho tiempo y tengo experiencia. ¿Qué sabéis todos vosotros? Sois niños. ¿Cuántos días habéis trabajado? Estáis muy inmaduros. No sabéis nada. ¡Sí, escuchadme, eso es!”. De modo que se pasan el día predicando, sin que ello conlleve nada práctico: todo son palabras y doctrinas. De todas maneras, ponen excusas: “Hoy estoy de mal humor. Hay un anticristo que trastorna y perturba, y eso me molesta. La próxima vez predicaré de manera adecuada”. Esto muestra sus verdaderas intenciones, ¿verdad? Viven según su capital veterano y son presumidos como ninguno, nada menos. ¡Verdaderamente, qué desagradable y repugnante! Ese es un tipo de capital. Otros han estado en prisión por creer en Dios, han tenido alguna otra experiencia excepcional o han cumplido deberes extraordinarios. Han sufrido y eso, también, les sirve como una especie de capital. ¿Por qué las personas siempre viven de su capital? Aquí hay un problema: la gente cree que ese capital es su vida. Mientras viva de su capital, es capaz de admirarse y de deleitarse consigo misma a menudo y de utilizarlo para dar indicaciones e influir a otros, lo que resulta práctico para ganarse sus elogios. Cree que, con su capital como base, mientras persiga un poco la verdad o haga bien su deber y haya hecho algunas buenas obras, al igual que Pablo, podrá tener reservada una corona de justicia. Sin duda, sobrevivirá y llegará a un buen destino. Al vivir de su capital, a menudo se encuentra en un estado de engreimiento, inmensa presunción y complacencia satisfaciente. Estas personas sienten que Dios acepta su capital y que Él se deleita con ellas y les permitirá permanecer hasta el final. ¿Acaso no es esto vivir del capital? Revelan esta mentalidad a cada oportunidad. Puede verse qué tienen en la mente con toda claridad en las cosas que revelan, en las cosas según las que viven y en las cosas que predican a los demás en cada ocasión que se les presenta. Otros han obtenido una gracia o un cuidado especiales de Dios, algo que nadie más tiene, solo ellos. Por eso piensan que son especiales y diferentes a todos los demás. Dicen: “Vuestra fe en Dios es distinta a la mía. Él comienza dándoos mucha gracia y dirigiéndoos. Después, cuando ya habéis llegado lentamente a entender algunas verdades, Dios os poda, juzga y castiga. Así es como es para todos vosotros. En mi caso es diferente: Él me concede una gracia especial. Me trata con una preferencia especial, que es mi capital: es mi vale y mi billete para entrar en el reino”. ¿Qué sentís al oírlos decir estas cosas? ¿Conocen la obra de Dios? ¿Se conocen a sí mismos? De ninguna manera. Es justo decir que no entienden la verdad y que creen que pueden salvarse sin perseguir o buscar la verdad o sin aceptar el juicio y el castigo. ¿Qué personas son las que tienen estados como este? Son de esos pocos que han presenciado alguna visión, que han recibido alguna protección especial y que han sobrevivido a calamidades. O han muerto y han vuelto a la vida, con un testimonio o una experiencia especiales. Se toman estas cosas como su vida, como la base de su forma de vivir, y las utilizan como sustituto de practicar la verdad. Además, se toman estas cosas como signos y estándares de salvación. Eso es un capital. ¿Tenéis este tipo de cosas? Tal vez no tengáis este tipo de experiencia especial, pero, si habéis cumplido un deber concreto durante mucho tiempo y habéis logrado resultados, asumiréis que tenéis un capital. Supongamos que has cumplido el deber de director durante mucho tiempo y has realizado algunas obras buenas. Eso toma la forma de un capital para ti. Es posible que no tengas ninguno todavía porque no hayas realizado ninguna obra. O puede que hayas filmado dos películas que pienses que no son malas, pero aún no te atrevas a considerarlas como tu capital. No confías tanto en ellas; sientes que todavía no tienes bastante experiencia o capital, de modo que te muestras precavido, reservado y refrenado. No te atreves a meterte en ningún embrollo, mucho menos a ser arrogante y pavonearte. Aun así, estás sumamente satisfecho y te admiras a ti mismo en todo momento, y estas son las cosas según las que vives. ¿Acaso no es esa la situación penosa del género humano corrupto?

Algunos tienen apariencias muy malévolas. Son grandes, corpulentos y fuertes, y siempre buscan acosar a otros. Al hablar, son bastante dominantes y arrogantes; se muestran inflexibles con todo el mundo, sean quienes sean. Por tanto, la gente los teme un poco al verlos, los trata con deferencia e intenta congraciarse con ellos. De esta manera se sienten profundamente orgullosos. Piensan que la vida es muy sencilla y creen que todo esto es un talento suyo, que nadie se atrevería a acosarlos, viviendo como viven. Si quieres mantenerte firme en una multitud, tienes que ser independiente, dueño de ti mismo, fuerte y duro: este es su dogma en la vida. Para mantenerse firme entre los demás, sin que nadie se atreva a acosarlos, jugar con ellos, engañarlos ni aprovecharse de ellos, lo reducen todo a un dogma como este: “Debo ser fuerte y duro si quiero vivir bien: cuanto más fiero sea, mejor. De esa manera, a nadie se le ocurrirá nunca acosarme”. Así pues, viven de este modo unos cuantos años y, efectivamente, resulta que nadie se atreve a acosarlos. Al final han conseguido su objetivo. Al margen del grupo dentro del que estén, lucen una expresión seria, con cara de póquer, y exageran su seriedad y su ceño fruncido con un frío desprecio. Nadie se atreve a hablar alrededor de ellos; los niños lloran solo al verlos. Demonios, renacidos: ¡eso es lo que son! Vivir según la fuerza bruta: ¿qué carácter es ese? Es un carácter de maldad. Vayan donde vayan, lo primero que hacen es aprender cómo manipular a la gente y aprovecharse de ella. También quieren controlarla y someterla. Piensan en maneras de echar la bronca a cualquiera que no los respete y buscan oportunidades de castigar a cualquiera que les hable de forma descortés con palabras punzantes. ¿Acaso no es una maldad vivir según estas cosas? Resolver las cosas con el puño, como ellos hacen, tiene un efecto: mucha gente los teme, lo que les abre una senda. Pero ¿pueden estas personas aceptar la verdad, dado que viven según un estado de impetuosidad y un carácter malicioso? ¿Pueden arrepentirse verdaderamente? Eso sería imposible, porque respaldan filosofías satánicas y el uso de la fuerza. Viven tan solo según filosofías satánicas y el uso de la fuerza; hacen que todo el mundo los obedezca y los tema para poder ir impúdicamente fuera de control y hacer lo que quieran. Lo que los preocupa no es tener mala reputación, sino que dicha reputación no sea malvada. Ese es su principio. Una vez conseguido su objetivo de esta manera, piensan: “He logrado mantenerme firme en la casa de dios y entre estos grupos. Todo el mundo me teme; nadie se atrevería a meterse conmigo. Todos me tratan con deferencia”. Creen haber ganado. ¿Es realmente el caso que nadie se atrevería a meterse con ellos? No atreverse a meterse con ellos es algo externo. ¿Cómo contempla todo el mundo, en el fondo del corazón, a estas personas? No hay ninguna duda al respecto: está harto de ellas, disgustado, indignado, se aparta de ellas y las evita. ¿Estaríais dispuestos a tener tratos con alguien así? (No). ¿Por qué no? Siempre estaría pensando en maneras de atormentarte. ¿Serías capaz de soportarlo? A veces, en lugar de amenazarte con la fuerza, empleará algunas técnicas para confundirte y después amenazarte. Algunos no pueden aguantar las amenazas, de modo que suplican piedad y se rinden a Satanás. Las personas malvadas hablan y actúan por cualquier medio necesario. Los tímidos y los miedosos se rinden a ellas y luego las siguen en su manera de hablar y actuar. Son cómplices de la persona malvada, ¿no? ¿Qué haríais al ver a una persona malvada así? En primer lugar, no tenerle miedo. Debéis encontrar una manera de podarla y dejarla en evidencia. También podéis uniros a los hermanos y hermanas que creen verdaderamente en Dios y denunciarla. El miedo es inútil: cuanto más temas a alguien, más te acosará y te hostigará. Formar un equipo para denunciar a la persona malvada es la única manera de infundirle miedo y de que se sienta avergonzada. Si eres demasiado tímido y te falta sabiduría, estás condenado a que esa persona malvada te trate sin piedad. Qué poca fe tiene la gente, ¡es penoso! En realidad, incluso si una persona malvada va a por todas, ¿qué les puede hacer a los demás? ¿Se atrevería a pelearse alegremente y pegar a alguien hasta matarlo? Actualmente, vivimos en una sociedad con leyes. No se atrevería. Además, los que tienen una crueldad diabólica son una pequeña minoría aislada. Si alguien tuviera la audacia de acosar a los demás y tratar a patadas a la iglesia, solo haría falta que dos o tres personas se unieran para denunciarlo y dejarlo en evidencia. Así se encargarían de él. ¿Acaso no es así? Solo con que unos pocos miembros del pueblo escogido de Dios compartan un mismo pensar y sentir, pueden ocuparse fácilmente de una persona malvada. Debes creer que Dios es justo y todopoderoso, que aborrece a las personas malvadas y que apoyará a Su pueblo escogido. Mientras alguien tenga fe, no debería temer a una persona malvada y, con un poco de sabiduría y estrategia, si puede unirse a otros, esta se rendirá de manera natural. Si no tienes una fe verdadera en Dios, pero temes a las personas malvadas y crees que pueden atraparte en sus garras y dirigir tu destino, entonces estás acabado. No tendrás testimonio ni nada que ofrecer, y tu vida será cobarde y miserable. ¿Qué se tiene que hacer en esta situación? Algunos siempre viven según su ingenio mezquino y piensan: “No sé dónde está Dios y no estoy seguro de si lo Alto está al corriente de este asunto. Si denuncio a la persona malvada y esta lo descubre, ¿no me atormentará aún más por ello?”. Cuanto más piensan en la cuestión, más se asustan y quieren esconderse debajo de la mesa. ¿Puede alguien que hace eso seguir practicando la verdad y manteniendo los principios? (No). Son unos personajillos cobardes, ¿verdad? Así es como sois la mayoría de vosotros. Hace un tiempo, hubo un anticristo que atormentaba a algunos. Esas personas eran lo bastante cobardes como para dejarse atormentar. ¿El hecho de que te atormenten es bueno o malo? Es malo desde la perspectiva del hombre: significa que te hagan daño, que te causen dolor. Pero uno puede aprender una lección y beneficiarse de todo ello, y eso no es malo, es bueno. De todos modos, hay algunos que carecen de sabiduría y son debiluchos. Cuando alguien los atormenta y los acosa, no se resisten, aunque tengan el derecho. Saben que esa persona es un falso líder, un anticristo, pero no la denuncian ni se atreven a contrariarla ni a dejarla en evidencia. ¡Basura cobarde! Si alguien puede constreñirse en lo que respecta a estas cosas, eso demuestra que tiene muy poca estatura y una fe lastimosa: no sabe cómo confiar en Dios ni piensa en preservar la obra de la iglesia. No entiende Sus intenciones. El pueblo escogido de Dios tiene el derecho de pronunciarse en contra de las personas malvadas y los anticristos. Él aprueba y bendice que se haga eso. ¿Acaso no es penoso que no luches contra Satanás y lo venzas? Esa persona es claramente un malhechor, una fuerza negativa; es Satanás, un diablo, un espíritu sucio y malvado y, sin embargo, te atormenta. Y no solo a ti: también hace lo mismo a muchos otros. ¿Acaso no es eso cobardía? ¿Por qué no podéis unir fuerzas para combatirla? Cuánta inteligencia y sabiduría os falta. Encontrad a algunas personas capaces de discernir y que entiendan la verdad para diseccionar el comportamiento de esa persona. Haced eso y la mayoría del pueblo escogido de Dios será capaz de ver las cosas como son y de alzarse. ¿Acaso no será entonces fácil de resolver el problema? Cuando os volváis a encontrar con algo así, ¿seréis capaces de alzaros y combatir a los anticristos? (Sí). Me gustaría ver de cuántos anticristos sois capaces de ocuparos y encargaros. Ese es el testimonio de los vencedores. Decís que podéis ahora, pero ¿podréis mantener los principios cuando ocurra realmente? De nuevo, es posible que os asustéis tanto que os escondáis debajo de la mesa. ¡La imagen penosa y lamentable que dan los que no entienden la verdad cuando les pasan cosas es muy desagradable! ¡Es muy patética! No se atreven a decir nada cuando los atormentan y después el miedo se apodera de ellos. Están muertos de miedo. Qué poca estatura tiene alguien que ni siquiera sabe reconocer a una persona malvada cuando la ve. No entiende ninguna verdad en absoluto. ¿Acaso no es penoso? Las personas malvadas viven según la fuerza bruta, oprimen a la gente, acosan a los buenos y se benefician a costa de otros; viven según sus naturalezas maliciosas y sus actitudes mezquinas, hacen que los demás las teman, se ganen su favor y les rindan tributo. Piensan que vivir de esa manera es fabuloso. ¿Acaso no son unos forajidos redomados? ¿Unos bandoleros y unos bandidos? Vosotros no sois personas malvadas, pero ¿tenéis estos estados? ¿También vivís según estas cosas? Cuando algunos de vosotros colaboráis con otro y veis que es joven, pensáis: “No entiendes nada. Puedo acosarte y no puedes hacer nada para evitarlo. Soy más fuerte que tú y tengo superioridad; soy más grande que tú y mis puñetazos son más fuertes, de modo que puedo acosarte”. ¿Eso es vivir según qué? Según la fuerza bruta; es vivir y actuar según un carácter malicioso. Cuando algunos ven a una persona ingenua, la acosan y, cuando ven a alguien formidable, se esconden. Asedian a los débiles y temen a los fuertes. Algunas personas malvadas tienen miedo de que las aíslen cuando ven que la gente las evita, de modo que eligen a individuos ingenuos y cobardes para relacionarse y trabar amistad con ellos. De esta manera crece su poder. Después utilizan a esas personas ingenuas y cobardes para que atormenten a gente buena, ataquen a los que persiguen la verdad y martiricen a todos los que no estén de acuerdo con ellas o las desobedezcan. Está claro en este punto que una persona malvada tiene una intención y un propósito al hacer amistad con algunos ingenuos. En resumen, si no puedes aceptar la verdad o reflexionar sobre si haces el bien o el mal en tus comportamientos y acciones, entonces no importa si eres una persona buena o mala ni cuántos años hayas creído en Dios: no serás capaz de arrepentirte con sinceridad. Tal vez no tengas un carácter malicioso, simplemente vives según filosofías satánicas. Quizá no hayas cometido ninguna mala acción, o a lo mejor has hecho algunas buenas obras, pero aun así no vives según la verdad. Vives según cosas que no tienen nada que ver con la verdad. En pocas palabras, mientras tengas un carácter satánico corrupto, no importa cuántos años hayas creído en Dios, es posible que vivas según cosas que no tienen nada que ver en absoluto con la verdad. Puede que estas cosas sean tangibles o intangibles; puede que seas consciente de ellas o no; puede que provengan del exterior o que sean cosas que se han arraigado de manera profunda y sólida en tu carácter; en cualquier caso, nada de todo esto es la verdad. Todo ello surge del propio género humano corrupto o, para ser precisos, tiene sus orígenes en Satanás. Por tanto, cuando la gente vive según estas cosas satánicas, ¿en qué tipo de camino se encuentra exactamente? ¿Sigue el camino de Dios? De ninguna manera. Si alguien no practica la verdad en sus acciones y comportamientos, entonces, siendo rigurosos, no cumple el deber de un ser creado. Puede que cumpla un deber desde fuera, pero hay cierta distancia entre eso y el estándar de cumplir un deber, principalmente porque todo está adulterado por sus intenciones y la transaccionalidad. Tal vez cumpla un deber, pero no es leal ni tiene principios, y sin duda su cometido no produce ningún resultado práctico. De esta manera se demuestra que al cumplir su deber en realidad ha hecho muchas cosas que no tienen nada que ver con la verdad. Nada de todo esto alude a los principios-verdad; son cosas hechas según las propias figuraciones y preferencias de esa persona. ¿Cómo se puede recibir la aprobación de Dios al cumplir un deber de esa manera?

Hemos hablado sobre estos estados en todos sus aspectos. ¿Podéis ahora evaluar según qué vivís? Tanto si es al cumplir vuestro deber o en vuestra vida cotidiana, ¿vivís mucho tiempo según la verdad? (No). En nuestra charla, siempre os dejo en evidencia a fondo y sentís que habéis tenido una vida vergonzosa. Habéis perdido la confianza en vosotros mismos; ya no sois tan glamurosos. Hay muchas cosas que os avergüenza expresar y ya no sentís que esté tan justificado el estar bendecidos o llegar a un buen destino en el futuro. ¿Qué hay que hacer respecto a eso? ¿Es bueno que os deje en evidencia de la manera en que lo he hecho? (Sí). Entonces, ¿cuál es la finalidad de dejaros en evidencia a fondo? La gente debe conocer bien los tipos de estados en los que vive, en cuáles vive, qué camino recorre, cuál es su modo de vivir, qué comportamientos anormales tiene, qué cosas inadecuadas hace y si puede obtener la verdad y presentarse ante Dios al vivir de la manera en que lo hace. Estas son las cosas más importantes. Puede que digas: “Tengo la conciencia limpia sobre cómo vivo. Nunca me he sentido inquieto, infeliz ni vacío por ello”. Pero ¿qué resulta de eso? El descontento de Dios. No sigues Su camino. Vas por una vía que no es el camino verdadero de la vida humana, el que Él te señala; en su lugar te desvías por un camino que, en tus ilusiones, has encontrado con tus figuraciones. Aunque has estado felizmente ajetreado y has ido mucho de acá para allá, ¿cuál será tu desenlace al final? Serán tus intenciones y deseos, así como el camino que recorres, los que te perjudiquen y te arruinen: tu fe en Dios está condenada al fracaso. ¿Qué significa que fracase la fe en Dios de uno? (Que no tendrá ningún desenlace). Viéndolo ahora, será una consecuencia del hecho de que no hayas obtenido la verdad. Habrás creído en Dios durante años, pero sin centrarte en obtener la verdad, de manera que llegará el día en el que, por una razón o por otra, te pondrán en evidencia y te descartarán. Y entonces será demasiado tarde para arrepentirse. Dices: “¡Para mí, esta forma de vivir es razonable! Tengo confianza en mí mismo al vivir así y me siento completo y pleno en el corazón”. ¿Servirá para algo eso? El hecho de si son correctas tu manera de recorrer el camino de la fe en Dios y tu forma de vivir, así como las cosas según las que vives, depende de los resultados. Es decir, depende de si finalmente obtienes la verdad, de si tienes un testimonio real, de si tu carácter-vida ha cambiado y de si tu vida ha tenido valor. Si has logrado todos estos resultados, recibirás la aprobación de Dios y el reconocimiento de Su pueblo escogido, lo que demuestra que estás en el buen camino. Si no has logrado estos resultados positivos ni tienes ningún testimonio vivencial auténtico ni experimentas ningún cambio real en tu carácter-vida, eso demuestra que no vas por el buen camino. Expresado así, ¿se entiende esto fácilmente? En resumen, vivas como vivas, por muy cómoda que sea tu vida y al margen de la aprobación de los demás, este no es el quid de la cuestión. Dices: “Hay mucho que disfrutar en la manera en que vivo y practico. Tengo una gran sensación de bienestar, de que me honran, y eso es un hecho corroborado”. ¿Acaso no te estás engañando? Supongamos que alguien te pregunta: “¿Has practicado ser una persona honesta? ¿Qué te ha costado en esa práctica? ¿Qué circunstancias hacen que te resulte difícil ser una persona honesta? Háblame un poco de eso, si tienes experiencia al respecto. ¿Tienes testimonio de amar a Dios? ¿Tienes experiencia en amarlo y someterte a Él? ¿Tienes experiencia en que tu carácter haya cambiado después de que hayas aceptado el juicio, el castigo y la poda? ¿Qué cosas especiales has experimentado a lo largo de tu senda de crecimiento en la vida que han hecho que tu vida esté siempre girando y que constantemente te acerques cada vez más al objetivo que Dios te ha marcado y que Él requiere que cumplas?”. Si no eres capaz de responder con claridad a estas preguntas, o si no sabes, eso demuestra que no vas por el buen camino. Eso está claro como el agua.

Las palabras que acabamos de compartir son simples enunciados. Hay cuestiones menores sobre las que no hace falta profundizar en detalle. El hecho de que la gente haga cosas con perseverancia, por ejemplo, o por la bondad de su corazón, o por su voluntad de sufrir, o según sus nociones y figuraciones, etcétera; nada de esto es vivir según la verdad. Todo ello son ejemplos de que la gente vive según sus ilusiones, sus actitudes corruptas, su bondad humana y las filosofías de Satanás. Todas estas cosas provienen del cerebro del hombre, es más, de Satanás. Al vivir según estas cosas, no es posible satisfacer a Dios. Él no las quiere, por muy buenas que sean, porque no representan la práctica de la verdad. Vivir según estas cosas es vivir según las filosofías y actitudes corruptas de Satanás. Eso es un insulto hacia Dios, no es un testimonio real. Si dijeras: “Sé que estas acciones solo son bondad, lo que no se ajusta a los principios-verdad; no es así como debería practicar” y lo entendieras realmente en el corazón, sintiendo que no está bien actuar de esa manera, entonces tendrías conocimiento. Tu perspectiva cambiaría. Ese es el resultado que Dios quiere. Debes saber dónde están tus distorsiones. Cambia tu perspectiva, despréndete de tus nociones y llega a entender la verdad y las intenciones de Dios. Cuando lo hayas hecho, practica cada vez más en esa dirección y toma la senda correcta. Esa es tu única esperanza de lograr el objetivo que Dios te ha dado. Si no practicas ni entras a lo largo de la senda que Él requiere, y en cambio dices: “Esto es lo que hago. No es que esté de brazos cruzados: he estado cumpliendo mi deber. Sé con certeza que soy un ser creado y he reconocido a mi Creador”, ¿servirá para algo eso? No, de nada. ¡Te resistes a Dios, intransigente! Ahora es el momento de elegir un camino en la vida. Lo fundamental es lo que tienes que hacer para seguir el camino que Dios requiere que recorras. Primero, no te rijas por nociones y figuraciones humanas; segundo, no te rijas por la aspiración humana; tercero, no te rijas por las preferencias humanas; y cuarto, no te rijas por la emocionalidad humana. Pero lo más importante es que no te rijas por un carácter corrupto. No debes tardar en despojarte de estas cosas. Al margen del capital que tengas, para Dios, todo ello es material sin valor, porquería barata que no se acerca en absoluto a la realidad. Debes deshacerte de estas cosas una a una y desprenderte de todas ellas, de esta manera entenderás cada vez más que solo lo que se obtiene mediante la práctica de la verdad tiene valor y se ajusta a los estándares de los requisitos de Dios para el hombre. Todo lo que proviene del hombre no tiene ningún valor: es inútil a la postre, por mucho que aprendas de ello. Todo es porquería y basura baratas; solo la verdad que Dios concede al hombre es un tesoro y la vida. Tiene un valor eterno. Siempre te aferras a tus cosas y piensas: “Para adquirir mis habilidades me pasé años estudiando hasta la extenuación. Mis padres se esforzaron mucho por mí, gastaron mucho dinero y pagaron un precio muy alto, en sangre, sudor y lágrimas, ¿cómo puedo diseccionar y condenar eso, así sin más? Eso es muy importante, ¡una cuestión de vida o muerte! ¿Según qué viviré sin esas cosas?”. Qué estúpido eres. Vive según esas cosas y estarás destinado al infierno. Debes vivir según las palabras de Dios. Cambia tu manera de vivir, deja que entren Sus palabras y haz limpieza general de esas cosas viejas tuyas. Debes diseccionarlas y conocerlas, abrirte y mostrarlas para que todo el mundo las vea y el grupo pueda obtener discernimiento. Sin que te des cuenta, llegarás a detestarlas, aborrecerás las cosas que en un tiempo amaste, de las que otrora dependiste para sobrevivir y que creías que eran tu vida y lo que más apreciabas. Esa es la manera de aislarlas y apartarte de ellas por completo, de entender realmente la verdad y de conocer el camino de practicarla. Por supuesto, este proceso es complicado y difícil, y doloroso también. Pero el hombre debe pasar por él. No servirá no hacerlo. Experimentar la obra de Dios es como recibir un tratamiento para una enfermedad: si tienes un tumor, la única manera de solucionarlo es en la mesa de operaciones. Si no te tumbas en esa mesa y te sometes al cuchillo que disecciona el tumor y lo saca, no te curarás de tu enfermedad ni mejorarás.

Mucha gente considera que los honestos son tontos y piensa: “Siguen cualquier cosa que diga Dios. Él les dice que sean personas honestas y ellos realmente lo hacen; expresan la verdad, sin pronunciar ni una sola palabra falsa. Son idiotas, ¿verdad? Puedes ser honesto, pero solo mientras ello no te suponga ninguna pérdida ni ningún perjuicio. ¡No puedes decirlo todo! Mostrar todas tus cartas es una estupidez, ¿cierto?”. Esa gente piensa que ser honesto es una idiotez. ¿Lo es? Las personas honestas son las más inteligentes, porque creen: “Todas las palabras de Dios son la verdad, y ser honesto es la verdad, de modo que, para obtener la aprobación de Dios, la gente debería ser honesta. Por tanto, hago todo lo que Dios diga; atravesaré cualquier distancia que Él me haga recorrer. Dios requiere que me someta, de modo que lo hago, y me seguiré sometiendo para siempre. No me importa que alguien diga que soy estúpido, me basta con la aprobación de Dios”. ¿Acaso no es una persona así la más inteligente? Ha visto con precisión qué es importante y qué no lo es. Algunos tienen intenciones ocultas y piensan: “Someterse en todas las cosas sería una tontería, ¿no? Hacer eso es carecer de autonomía, ¿verdad? ¿Tiene alguien dignidad si ni siquiera es dueño de sí mismo? Sin duda, tenemos margen para mantener un poco de dignidad para nosotros mismos, ¿no? No podemos someternos por completo, ¿cierto?”. Así pues, la sumisión que practican se ve reducida de una manera drástica. ¿Puede eso estar a la altura de los estándares de practicar la verdad? No, ¡se queda muy corto! Si no practicas la verdad según los principios y, en su lugar, siempre optas por formas de ceder que no apuntan hacia la verdad ni hacia Satanás, sino que se mantienen en un término medio, ¿la practicas en ese caso? Esto es la filosofía de Satanás, lo que Dios más desdeña. Él detesta esta actitud del hombre hacia la verdad, que la gente siempre dude y desconfíe de ella y de Sus palabras o que adopte en todo momento una actitud discriminatoria, despectiva e impertinente. Tan pronto como el hombre toma esta actitud hacia Dios, dudando de Él, mostrándose desconfiado, inquisitivo y analítico, malinterpretándolo, siempre estudiándolo e intentando evaluarlo con la mente, Dios Se te ocultará. ¿Y podrás seguir obteniendo la verdad una vez que Dios se te haya ocultado? “¡Sí, puedo!”, dices. “Leo las palabras de Dios cada día, siempre asisto a reuniones, escucho sermones todas las semanas y después reflexiono al respecto y tomo notas a diario. También canto himnos y oro. Creo que el Espíritu Santo está obrando en mí”. ¿Servirá eso? Esas maneras de creer en Dios están bien, pero no son lo fundamental; lo esencial es que tú eres el tipo adecuado de persona y que tu corazón está en lo correcto; solo entonces Dios no te ocultará Su rostro. Si Él no te oculta Su rostro, sino que te esclarece y te guía en todo momento, y hace que entiendas Sus intenciones y la verdad en todas las cosas, de tal forma que finalmente obtengas la verdad, serás bendecido sobremanera. Pero, si tu corazón no está en lo correcto y siempre dudas de Él, te pones a la defensiva contra Él, lo pones a prueba y lo malinterpretas con tu inteligencia insignificante y tus opiniones, o con tu aprendizaje y filosofías satánicas, tienes un problema. Algunos van más allá de ponerse a la defensiva con Dios, de ponerlo a prueba, de dudar de Él y de malinterpretarlo, y llegan a resistírsele y rivalizar con Él. Se han convertido en satanases; su problema es mayor. No entenderás la verdad solo por comprender el significado literal de sus palabras y de la simple doctrina. Entender la verdad no es una cuestión sencilla. La mayoría de la gente parte de este malentendido y no cambia de opinión ni siquiera después de que se lo hayan dejado bien claro una y otra vez. Piensa: “Cada día leo las palabras de Dios, escucho sermones y charlas, y cumplo mi deber año tras año. Soy como una semilla en un campo: aunque no la riegues ni la fertilices, crecerá poco a poco por su cuenta gracias a la lluvia y dará fruto en otoño”. Las cosas no funcionan así. El componente cooperativo de una persona, su manera de colaborar, su corazón y su actitud hacia la verdad y hacia Dios son lo fundamental. Estos son los aspectos de suma importancia. ¿Acaso no conciernen también a las cosas según las que vive una persona? (Sí). Si siempre vives según las preferencias humanas y las filosofías satánicas, si te guardas de Dios y no aceptas Sus palabras como la verdad, Él dejará de molestarse por ti. ¿Y qué serás capaz de obtener entonces, cuando Dios no se moleste por ti? Si el Creador te ignora, ya no eres Su ser creado. Si te considera un diablo y Satanás, ¿todavía serás capaz de presentarte ante Dios? ¿Aún serás objeto de Su salvación? ¿Seguirás teniendo la esperanza de ser salvado? Eso sería imposible. Por tanto, no importa cómo sea tu vida familiar, el tipo de calibre que tengas, cuán fabulosos sean tus dones, el trabajo que hagas en la iglesia, el deber que cumplas ni el papel que desempeñes. Dan igual el tipo de transgresiones que hayas cometido en el pasado, en qué clase de estado te encuentres en estos momentos, hasta qué punto hayas crecido en la vida o cuán grande sea tu estatura. Nada de esto es lo más importante. Lo que más importa es cómo es tu relación con Dios, si dudas de Él y lo malinterpretas constantemente o si siempre estás estudiándolo, o si tu corazón está en el lugar correcto. Estos aspectos son fundamentales. ¿Cómo puede conocer la gente estas cosas esenciales? Para ello, siempre debe examinarse a sí misma, sin andar confusa como los no creyentes, mirando vídeos profanos, jugando y perdiendo el tiempo cuando no hay nada que hacer. ¿Cómo cumplirá un deber alguien cuyo corazón no puede presentarse ante Dios? Si no haces el esfuerzo de presentarte ante Él, no te obligará, porque no obliga a nadie a nada. Dios expresa la verdad para que la gente pueda entenderla y aceptarla. Si las personas no se presentan ante Él, ¿cómo aceptarán la verdad? Si siempre son pasivas, si no buscan a Dios o lo necesitan en el corazón, ¿cómo obrará el Espíritu Santo en ellas? Así pues, ya que crees en Dios, ¿acaso no es fundamental que lo busques y cooperes con Él de manera proactiva? ¡Ese es tu trabajo! Si creer en Dios solo es algo accesorio para ti, una afición extracurricular, ¡tienes un problema! Algunos siguen siendo creyentes en la actualidad y han escuchado muchos sermones, pero aún piensan que creer en Dios es creer en la religión, que se trata de un hobby para el tiempo libre. ¡Con qué frivolidad consideran la fe en Dios! Incluso ahora, en esta etapa, todavía mantienen este punto de vista. En su fe en Dios, no es solo que no hayan establecido una relación normal con Él; no tienen ninguna relación con Él en absoluto. Si Dios no te reconoce como Su seguidor, ¿sigues teniendo una esperanza de ser salvado? No, no la tienes. ¡Por eso es importante establecer una relación normal con Dios! Así pues, ¿sobre qué base se establece esa relación normal? La de la cooperación de la gente. Por tanto, ¿qué tipo de postura o punto de vista deben adoptar las personas? ¿Cuál debería ser su estado? ¿Qué tipo de voluntad deben tener? ¿Cómo tratas la verdad en el corazón? ¿Con duda? ¿Con estudio? ¿Con desconfianza? ¿Con rechazo? ¿Está tu corazón en lo correcto si albergas estos sentimientos? (No). Si pretendes que tu corazón esté en lo correcto, ¿qué tipo de actitud debes tener? Debes tener un corazón sumiso. Diga lo que diga Dios, requiera lo que requiera Él, debes estar resuelto a someterte a ello, sin dudas ni justificaciones. Esa es la actitud correcta. Debes creer, aceptar y someterte sin excepciones. ¿Se puede lograr de inmediato no hacer excepciones? No, pero debes intentar entrar en ello. Imagina que Dios te dijera: “Estás enfermo”, y le contestaras: “No, no lo estoy”. Eso no sería ningún problema; tal vez no te lo creas. Pero, a continuación, Dios te dice: “Estás bastante enfermo. Tómate un medicamento”, y le respondes: “No estoy enfermo, pero podría tomarme un medicamento, como Tú dices. Tampoco me hará ningún daño y, si estoy enfermo, podría ser mejor. Me lo tomaré”. Te lo tomas y te sientes distinto físicamente; sigues tomándotelo en la dosis asignada y al cabo de un tiempo te sientes cada vez mejor físicamente. Entonces crees que la enfermedad de la que Dios hablaba era efectivamente real. ¿Qué resultado arroja este tipo de práctica? Te has curado de tu enfermedad porque creíste en las palabras de Dios y te sometiste a ellas. Aunque al principio no te tomaste la cantidad de medicamento que Dios te indicó, y en su lugar te permitiste una pequeña excepción, desconfiaste un poco y te mostraste algo reticente y reacio, al final te tomaste el medicamento como Dios te había dicho y después experimentaste sus beneficios. Así pues, seguiste tomándotelo y, cuanto más lo hiciste, más creció tu fe y llegaste a sentir cada vez más que las palabras de Dios eran acertadas, que tú estabas equivocado y que no deberías haber dudado de ellas. Y, al final, después de tomarte toda la medicina que Dios te había requerido, recuperaste la salud. En ese punto, ¿acaso no se volvería tu fe en Dios más genuina que nunca? Sabrías que las palabras de Dios eran acertadas y que deberías haberte sometido a Él y practicado Sus palabras sin excepciones. ¿Cuál es el sentido de este ejemplo? La enfermedad y tomarse el medicamento representan, respectivamente, el carácter corrupto del hombre y aceptar el juicio y el castigo de Dios. El mensaje principal es que, si la gente puede aceptar Su juicio y Su castigo, es posible que se limpie su corrupción y que pueda alcanzar la salvación. Esto es lo que se logra al experimentar la obra de Dios. ¿Teméis fracasar? Tal vez digas: “Tengo que aspirar a la perfección. Dios dijo que debo someterme por completo, sin excepciones. De modo que debo lograr la sumisión absoluta a Sus palabras en cuanto comience a practicarlas. Si no lo consigo ahora, esperaré a la siguiente oportunidad y sencillamente no practicaré la sumisión esta vez”. ¿Es bueno este enfoque? (No). Desde la perspectiva de Dios, hay un proceso para que la gente practique la verdad. Él da oportunidades a la gente. Cuando alguien tiene un estado corrupto, Dios lo dejará en evidencia y dirá: “Has hecho excepciones, eres insumiso y rebelde”. Así pues, ¿cuál es Su objetivo al poner al descubierto esto? El propósito es que cada vez hagas menos excepciones y practiques más la sumisión, que tu comprensión sea cada vez más pura y cercana a la verdad, de modo que puedas someterte realmente a Dios. ¿Te castigó Él mientras te dejaba en evidencia? Cuando te poda y te pone pruebas, solo te disciplina y te reprende. Te pone al descubierto y te reprocha un poco, y hace que sientas algo de dolor, pero ¿te arrebató Dios la vida? (No). No lo hizo ni te entregó a Satanás. En ese aspecto, puede verse Su intención. ¿Y cuál es Su intención? Él te salvaría. A veces, después de algunas adversidades, la gente se muestra reacia y piensa: “No le caigo bien a Dios. No hay ninguna esperanza para mí”. Tienes un problema si siempre lo malinterpretas así. Es un gran retraso de tu crecimiento en la vida. Por tanto, sea cuando sea, tanto si te sientes débil o fuerte, tanto si tu estado es bueno o malo, sea cual fuere tu grado de crecimiento en la vida, no hace falta que te preocupes por esas cosas ahora. Limítate a practicar las palabras que Dios ha dicho, aunque solo lo intentes. Eso también está bien. Esfuérzate por cooperar y haz lo que seas capaz de hacer; entra en el estado del que hablan las palabras de Dios; comprueba cómo te sienta practicar las verdades que Él ha expresado, si te has beneficiado de ello y si tienes entrada en la vida. Debes aprender a esmerarte por la verdad. La gente no entiende el proceso de crecer en la vida. Siempre espera construir Roma en un día y piensa: “Si no puedo lograr la sumisión completa, no me someteré. Solo lo haré cuando sea del todo. No seré un sinvergüenza en ese sentido. ¡Eso muestra cuanta determinación, personalidad y dignidad tengo!”. ¿Qué tipo de “determinación” es esa? ¡Es rebeldía e intransigencia!

Pensad bien en aquello que acabamos de compartir. Hemos terminado nuestra charla sobre cuatro subtitulares de la pregunta “¿De acuerdo con qué ha vivido la gente en todos sus años de creencia en Dios?”. Para vivir, las personas se basan en sus dones, en su conocimiento, en su corazón desnudo e infantil y en las filosofías de Satanás. ¿Habéis entendido lo que habéis oído sobre estos cuatro estados? ¿Podéis ver en qué medida están presentes en vosotros? ¿Sois capaces de comprender esto? ¿Hemos hablado sobre estas cosas antes? Es posible que entendáis algunos estados y que los conozcáis un poco, pero no de una manera que concierna a la práctica de la verdad o al tema de nuestra charla de hoy, en la que hemos hablado sobre estos estados desde la cuestión y la perspectiva de “¿De acuerdo con qué ha vivido la gente en todos sus años de creencia en Dios?”. Esto se acerca un poco más a practicar la verdad y a vivir según ella. Tengo otra pregunta. Tomad nota: ¿qué es lo que más amas? ¿Cuál es la actitud de Dios hacia aquellas cosas que más amas? En el futuro, dedicaremos tiempo a hablar sobre este asunto. Hoy, principalmente, hemos puesto al descubierto varios estados negativos que provienen de las cosas según las cuales vive la gente; no hemos hablado sobre cómo practicar la verdad en referencia concreta a esos estados negativos. A pesar de ello, ¿sabéis dónde recaen los errores en estos estados? ¿De dónde surgen los problemas? ¿De qué actitudes forman parte? ¿Cómo debería practicarse la verdad? Cuando estas cosas salen de la nada, cuando tenéis estos estados y métodos, ¿sabéis cómo deberíais utilizar la verdad para sustituirlos? ¿Qué verdades deberíais practicar? Lo importante y preliminar que debes hacer ahora es comenzar a captar estos estados y a diseccionarte. Cuando vives en estos estados, al menos deberías saber de corazón que son erróneos. Cuando lo sabes, el paso siguiente es revertirlos. Si no sabes si son correctos o erróneos ni dónde recaen sus errores, ¿cómo puedes revertirlos? Por tanto, el primer paso es que seas capaz de discernir si estos estados son correctos o erróneos. Solo después de eso puedes saber cómo se debe poner en práctica el paso siguiente. Nos hemos limitado a hablar sobre algunos de los diversos estados corruptos actuales del hombre, y ha habido mucho que decir al respecto. Así pues, en lo que respecta a los detalles de cómo podéis exactamente llegar a vivir según la verdad, meditad algo más sobre el tema por vuestra cuenta. Deberíais ser capaces de lograr resultados.

5 de septiembre de 2017

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