Las personas le ponen demasiadas exigencias a Dios

Dios pide a las personas que lo traten como tal porque la humanidad está profundamente corrompida, y la gente no lo trata como a Dios, sino como a una persona. ¿Qué problema hay con que las personas siempre le pongan exigencias a Dios? ¿Y qué problema hay con que siempre tengan conceptos sobre Dios? ¿Qué contiene la naturaleza del hombre? He descubierto que, independientemente de lo que les ocurra, o de aquello que estén afrontando, las personas siempre protegen sus propios intereses, prestan atención a su propia carne, y siempre buscan razones o excusas que les sirvan. No buscan ni aceptan la más mínima verdad, y todo lo que hacen tiene como fin defender su propia carne y conspirar en aras de sus propias perspectivas. Todas solicitan la gracia de Dios, y tratan de sacar todo el provecho posible. ¿Por qué le hacen tantas exigencias a Dios? Esto demuestra que las personas son codiciosas por naturaleza y que, ante Dios, no poseen razón alguna. En todo lo que hacen —ya sea que oren, compartan enseñanzas o prediquen—, sus búsquedas, pensamientos y aspiraciones son todas exigencias a Dios e intentos de ganar algo de Él; la gente hace todas estas cosas con la esperanza de obtener algo de Dios. Algunos dicen que “la naturaleza humana es así”, lo que es correcto. Además, que las personas le pongan demasiadas exigencias a Dios y tengan demasiados deseos extravagantes demuestra que son muy carentes de conciencia y razón. Todos exigen y solicitan cosas por su propio bien, o tratan de discutir y buscar excusas por su propio beneficio; hacen todo esto para sí mismos. En muchas cosas se puede ver que lo que hacen carece totalmente de razón, y esto es una prueba plena de que la lógica satánica de “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda” ya se ha convertido en la naturaleza humana. ¿Qué problema ilustra el hecho de que la gente formule exigencias excesivas hacia Dios? Que la gente ha sido corrompida por Satanás hasta cierto punto y que, en su fe en Dios, no lo tratan en absoluto como tal. Algunas personas afirman: “Si no tratamos a Dios como tal, ¿por qué seguiríamos creyendo en Él? Si no lo tratamos como tal, ¿podríamos haberlo seguido hasta hoy? ¿Podríamos haber resistido todo este sufrimiento?”. En apariencia, crees en Dios y eres capaz de seguirlo, pero en tu actitud hacia Él, y en tus opiniones sobre muchas cosas, no lo tratas en absoluto como al Creador. Si trataras a Dios como tal, como Creador, deberías mantenerte firme en tu posición de ser creado, y te sería imposible ponerle exigencias a Dios o tener deseos extravagantes. Por el contrario, en tu corazón, serías capaz de tener una sumisión verdadera, y serías plenamente capaz de creer en Dios conforme a Sus exigencias y de someterte a toda Su obra.

Cuando se empezó a dar testimonio de la encarnación, todas las personas se quejaron: “Dios, no nos esclareciste antes de hacerte carne para que pudiéramos prepararnos mentalmente. Si nos hubiéramos preparado mentalmente, seríamos capaces de aceptarte, y no nos rebelaríamos y resistiríamos. ¿No eres todopoderoso? Nos rebelamos contra Ti y nos resistimos a Ti porque hemos sido corrompidos por Satanás y no podemos evitar hacerlo. ¿No puedes hacer algo para que dejemos de resistirnos y podamos transitarlo fácilmente?”. ¿No es esto lo que las personas pensaban? Muchas también pusieron condiciones, y decían: “Nada podemos hacer contra nuestra rebeldía y resistencia. La encarnación de Dios es demasiado incompatible con nuestras nociones. Si la encarnación de Dios fuera un poco más alta, o tuviera una apariencia destacable, si tuviera abundante conocimiento y hablara con elocuencia, o pudiera materializarse a voluntad e hiciera señales y prodigios, o si Dios apareciera y obrara encarnado más en consonancia con las fantasías de las personas, entonces, no nos resistiríamos a Él”. Muchas personas hicieron estas exigencias en esa época, pero Dios no actuó de acuerdo con las figuraciones o nociones del hombre. Al contrario, reaccionó y actuó completamente en contra de las nociones humanas. ¿Qué demostró esto? Demostró que las nociones y exigencias humanas son irracionalmente problemáticas. Algunas personas se convirtieron en líderes de iglesia, pero no hacían nada de trabajo real, y solo se ocupaban con asuntos externos. Cuando podé a esas personas y les dije solo unas palabras de reproche, ellas se sintieron tristes por dentro, lloraron amargamente y se volvieron negativas. Se dijeron a sí mismas: “¿Dios no es misericordioso y amable? Yo estoy sufriendo mucho, ¿por qué no me dice algunas palabras agradables para consolarme? ¿Por qué no me otorga ni siquiera una sola palabra de bendición?”. Las personas hacían exigencias de este calibre a Dios, y se justificaban a sí mismas por completo. Algunas personas sentían que tenían capital porque habían difundido el evangelio con éxito a muchas otras personas, por lo que, después de hacer algo mal y ser podadas, argumentaban: “He difundido el evangelio con éxito a tanta gente sin recibir ninguna recompensa, y ahora me han podado así. He sufrido mucho, y, al final, aun así me podaron. ¿Por qué a Dios no le importan mis sentimientos?”. ¿Las personas que piensan así tienen la verdad en sus corazones? ¿Son razonables estas exigencias? Si consolara a alguien después de podarlo, él pensaría: “Dios es muy bueno, nunca creí que Él me consolaría”. Pero si Yo podara a otra persona, y esa persona estuviera especialmente alterada, y Yo no le consolara, ella pensaría: “¿Por qué Dios consuela a otros tras podarlos, pero no me consuela a mí? Dios no está siendo justo conmigo”, y habría nociones en su corazón. Las personas albergan en sus corazones muchas exigencias, fantasías y deseos irracionales que, en cierto momento y en las condiciones correctas, surgirán repentinamente. Porque ningún pensamiento, ninguna idea y ninguna exigencia que el hombre revela es compatible con Dios, y la naturaleza del hombre está llena de cosas satánicas: todo lo que hace es por sí mismo, es egoísta y codicioso, tiene demasiados deseos extravagantes, es demasiado inmundo y está demasiado profundamente corrompido.

Las personas siempre le hacen exigencias a Dios, no importa cuál sea la situación. ¿Cuál es el problema con esto? Algunos oran a Dios cuando disfrutan la comodidad, y dicen: “Oh, Dios, protégeme, déjame vivir en este estado todo el tiempo”. Las personas también tienen exigencias cuando están infelices o desanimadas: “Dios, ¿por qué no me demuestras amabilidad? ¿Por qué no me esclareces? ¿Por qué las cosas son tan buenas para otros, pero tan malas para mí?”. Cuando las personas enfrentan la adversidad, le exigen firmemente a Dios que cambie la situación; cuando las cosas van bien, sus exigencias se vuelven aun más excesivas. Cuando obtienen algo, codician más, y cuando no lo obtienen, quieren obtenerlo desesperadamente. ¿Qué quieren obtener? Quieren obtener las cosas que les gustan y lo que sus intereses carnales requieren. Por lo tanto, ninguna de las exigencias del hombre está justificada ni es merecida. Cuando les di a algunas familias pobres algo de ropa y cosas para que usaran, algunos estuvieron descontentos. Pensaron: “¿Por qué Dios siempre les cuida a ellos, pero a mí no? ¡Dios no es justo!”. Otros no lo tomaron de forma personal y pensaron: “Ya es por gracia de Dios que yo pueda transitar la senda de creer en Él, y que pueda seguirla con seguridad hasta ahora. Yo no debería perseguir esas cosas materiales”. Pero tras considerarlo más adelante, se sintieron alterados. Cuando se sintieron incapaces de superar ese sentimiento, oraron y, por un tiempo, dejaron de cavilar, pero esas cosas seguían en sus corazones; sin importar cómo lo sopesaran, por dentro seguían sintiéndose decaídos, y pensaron: “¿Dónde está la justicia de Dios? ¿Por qué no puedo verla? Dios no maneja ninguno de estos asuntos externos de manera justa ni razonable, entonces, ¿dónde se manifiesta Su justicia?”. Luego cambiaron de opinión y pensaron: “La justicia no es lo mismo que la equidad o la razonabilidad, y no hay que confundirlas”, pero seguían alterados e incapaces de dejar el tema. Las personas están muy preocupadas por un poco de interés material; sería grandioso si pudieran preocuparse de igual manera por la verdad. Más allá de eso, hacer exigencias constantes a Dios en su interior es parte de su naturaleza, y todas las personas que no aman la verdad aman los beneficios materiales. En conclusión, todas las exigencias y tramas de la gente, exigirle esto o aquello a Dios, tramar aquí y allá, son incompatibles con la verdad, y se oponen a las exigencias de Dios y a Sus intenciones. Dios no ama a ninguna de ellas, a todas las detesta y las odia. Las exigencias que las personas le hacen a Dios, todo lo que persiguen y las sendas que transitan no tienen nada que ver con la verdad. Algunos piensan: “He trabajado para la iglesia por muchos años; si me enfermo, Dios debería sanarme y bendecirme”. En particular, quienes han creído en Él por mucho tiempo le exigen aun más; quienes han creído por poco tiempo no se sienten dignos, pero después de un tiempo, empezarán a sentirse con derecho. Esta es la forma de ser de las personas, está en la naturaleza del hombre, y nadie es excepción a esto. Algunas personas dicen: “Nunca he hecho una exigencia excesiva a Dios porque soy un ser creado, y no soy digno de pedirle nada”. No te apresures a decir eso, el tiempo lo revelará todo. La naturaleza y las intenciones de la gente serán expuestas con el tiempo y un día saldrán a la luz. Las personas no le hacen exigencias a Dios porque no creen que sea necesario, porque no es el momento oportuno, o porque ya le han exigido mucho, pero no se dan cuenta de que es una exigencia. En síntesis, tienen este tipo de naturaleza, por lo que les resulta imposible no revelarla. En las circunstancias correctas, o dada la oportunidad, se revelará de forma natural. ¿Por qué enseñar sobre esto hoy? Para que las personas comprendan lo que hay en su propia naturaleza. No creas que creer en Dios unos años o trabajar para la iglesia unos días significa que te has esforzado, te has dedicado o has sufrido mucho por Él y que mereces obtener algunas cosas, como el disfrute de las cosas materiales, el alimento del cuerpo, o ser más respetado y valorado por otros, o que Dios te hable con amabilidad o se preocupe más por ti, pregunte a menudo si estás comiendo bien y te vistes adecuadamente, cómo estás físicamente y demás. Estas cosas surgen inconscientemente en las personas cuando se han esforzado por Dios mucho tiempo, y llegan a pensar que merecen exigirle cualquier cosa. Cuando solo se han esforzado por Dios un corto tiempo, creen que no tienen el derecho y no se atreven a hacerle exigencias a Dios. Pero, con el tiempo, pensarán que tienen capital y sus exigencias comenzarán a surgir, y estos aspectos de su naturaleza quedarán expuestos. ¿No son así las personas? ¿Por qué las personas no meditan si está bien realizar exigencias así a Dios? ¿Mereces estas cosas? ¿Dios te las prometió? Si algo no te pertenece, pero lo exiges con terquedad, esto se opone a la verdad, y nace por completo de tu naturaleza satánica. ¿Cómo se comportó el arcángel al principio? Se le había dado una posición muy alta, se le había dado demasiado, por lo que pensó que merecía todo lo que deseara y obtuviera, hasta que, al final, llegó el punto en que dijo: “¡Quiero estar en pie de igualdad con dios!”. Por eso las personas creen en Dios con demasiadas exigencias, deseos demasiado grandilocuentes. Si no se examinan a sí mismas, si no notan la gravedad del problema, un día dirán: “Renuncia, dios. Yo mismo podría ser dios, más o menos”, o “Dios, vestiré lo que vistas, comeré lo que comas”. Las personas que han llegado a este nivel ya tratan a Dios como si fuera un ser humano. Aunque, de palabra, reconocen que Dios encarnado es Dios mismo, estas solo son palabras superficiales. En realidad, sus corazones no tienen ni una pizca de sumisión a Dios ni temor de Dios. Algunas personas incluso quieren ser Dios, y habrá problemas si sus ambiciones y deseos crecen a este nivel. Es posible que les acontezca una calamidad, e incluso si las expulsan de la iglesia, aun así serán castigadas por Dios.

Los creyentes en Dios deberían tratar a Dios como tal, y solo al hacer esto están creyendo en Dios verdaderamente. No deberían limitarse a reconocer el estatus de Dios, deberían tener una verdadera comprensión y verdadero temor de la esencia y el carácter de Dios, y ser completamente sumisos. Os diré algunas formas de practicar esto. Primero, ten devoción y una actitud sincera dentro cuando interactúes con Dios, sin ninguna noción ni fantasía, y ten un corazón sumiso. Segundo, lleva ante Dios las intenciones detrás de todo lo que digas, de cada pregunta que hagas, de todo lo que hagas, para examinarlas y orar. Solo si sabes cómo practicar de acuerdo con los principios-verdad y con base en la palabra de Dios podrás entrar en la realidad-verdad. Si no buscas la verdad, no solo no podrás entrar en la realidad-verdad, sino que acumularás cada vez más nociones, y eso traerá problemas. Si consideras a Dios como una persona, entonces, crees en el dios vago en el cielo; habrás negado por completo la encarnación y ya no reconocerás al Dios práctico en tu corazón. En este momento, te convertirás en un anticristo y caerás en la oscuridad. Cuantas más justificaciones tengas, más exigencias le harás a Dios, y más nociones tendrás sobre Él, lo que te pondrá en creciente peligro. Cuantas más exigencias le hagas a Dios, más se demostrará que, simplemente, no tratas a Dios como tal. Si siempre albergas exigencias a Dios en tu corazón, con el tiempo, es probable que empieces a tratarte a ti mismo como Dios, y darás testimonio para ti mismo cuando trabajes en la iglesia, e incluso dirás: “¿Acaso dios no da testimonio para sí mismo? ¿Por qué no puedo yo?”. Porque tú no comprendes la obra de Dios, tendrás nociones sobre Él, y no tendrás un corazón temeroso. Tu tono de voz cambiará, tu carácter se volverá arrogante y, al final, comenzarás gradualmente a exaltarte y dar testimonio para ti mismo. Este es el proceso del declive del hombre, y se genera por completo porque este no persigue la verdad. Todos los que recorren la senda de anticristos se exaltan y dan testimonio para sí mismos, se promueven a sí mismos, se lucen en cada oportunidad y no se preocupan por Dios en absoluto. ¿Habéis experimentado vosotros estas cosas de las que hablo? Muchas personas dan testimonio de sí mismas persistentemente, hablan de que han sufrido esto y lo otro, de cuánto trabajan, cuánto Dios las valora y les confía tal trabajo, y cómo son; usan tonos particulares al hablar y emplean ciertos modos, hasta que, al final, otros probablemente comiencen a pensar que son Dios. El Espíritu Santo hace mucho que ha abandonado a quienes alcanzan este nivel, y aunque tal vez no hayan sido descartados o expulsados, sino que se los deja para que presten servicio, su destino ya está sellado y solo están esperando su castigo. Esto ya ha sucedido en algunos lugares. Un nuevo creyente vio que cierta hermana hablaba y parecía bastante digna, y la confundió con Dios. Cuando llegó el momento de que ella partiera, este nuevo creyente se aferró a ella y exclamó: “¡Oh, dios! ¡No te vayas! ¡Oh, dios! ¡Te extrañaré!”. Ella tenía claro que no era Dios, pero no lo negó ni corrigió esto. ¿Acaso posee razón una persona así? (No). No posee nada de razón y, sin dudas, ¡no es buena! Algunas personas están confundidas y son ignorantes, y tratan a alguien así como Dios; ¡esto es, verdaderamente, algo terrible! ¡Y aferrarse a ella llorando es tan ignorante que resulta irremediable! Si puedes tratar como Dios a un ser humano corrupto que es de Satanás, entonces, ¿de qué forma crees en Dios? ¿Eso no es creer en Satanás? ¿Cuán confundido debe estar alguien para tratar a una persona como Dios? Si crees en Dios, pero no puedes aceptar ni perseguir la verdad, es posible que otros te desorienten, y serás proclive a hacer tonterías y descarriarte. Las personas tontas e ignorantes están verdaderamente en peligro, son capaces de hacer cualquier estupidez.

Las personas siempre le hacen exigencias a Dios, le piden que haga esto o lo otro de acuerdo con sus propias nociones. Le pides a Dios que te salve, que tenga misericordia hacia ti, que te ame, que te demuestre gracia, todo según tus ideas. Al hacer esto, usas tus propias ideas y tus propios métodos para hacerle exigencias a Dios, y para hacer que Dios te obedezca. ¿Cuál es el problema con esto? ¿Es esto creer en Dios? Simplemente, crees en ti mismo. Dios no está en tu corazón, como tampoco lo está ninguna de las verdades. Alguien, generosamente, me compró un par de zapatos, pero no me servía, por lo que quise regresarlo. Pero pensé que, si lo regresaba, él podría malinterpretarlo, así que se los di a otra persona para que los usara. Cuando él se enteró, no pudo aceptarlo, y dijo: “¿Sabes cuánto esfuerzo y dinero invertí, cuánto viajé para comprarlos? Los regalaste con facilidad, ¿crees que me resultó fácil ganar ese dinero? Si no quieres usarlos, devuélvemelos, ¿cómo pudiste dárselos a otro?”. Le dije: “No te pedí que me compraras zapatos. Tú los compraste y me los diste, pero no me quedaban, por lo que se los di a otra persona. ¿Es un problema? Si te los hubiera devuelto, ¿no te habrías vuelto negativo y débil, y me habrías malinterpretado? ¿No puedo hacer arreglos razonables?”. ¿Es apropiado que la gente me trate así? Parece que las personas tienen intenciones y exigencias incluso cuando le ofrecen algo a Dios. ¿Es esa persona alguien que comprende la verdad? Cuando le ofreces algo a Dios, ya no es tuyo, le pertenece a Él. Dios puede hacer lo que quiera con ello, y cómo Él lo maneje es asunto Suyo. Las personas deberían tener un poco de razón, aprender a someterse y no interferir siempre con los asuntos de Dios. ¿Hay razón para pelear con Dios constantemente? Cuando las personas me compran cosas, parecen llenas de gran amabilidad y amor hacia Dios, pero después exigen que me gusten esas cosas y se quejan si no es así. Es más, no está bien si no las uso, las personas restringen a quién se las puedo dar, y no permiten que Yo haga esto o aquello. Escrudiñan a Dios y piensan así en Él todo el día, y se preguntan: “¿Por qué no puede Dios complacer los deseos del hombre?”. Las personas carecen por completo de razón, ¡son muy irracionales! He descubierto que todos dicen: “Debo amar bien a Dios y retribuirle Su amor”, pero no tienen la menor comprensión en sus corazones de lo que significa amar a Dios. Los corazones de las personas están llenos de sus actitudes corruptas, por lo que ¿cómo puede haber amor ahí? ¿Hablar de amar y someterse a Dios no son solo palabras vacías si la gente está tan corrompida que ni siquiera tiene la razón de una persona normal? Las únicas cosas que hay dentro de las personas son nociones y figuraciones, resentimiento, deseos extravagantes y exigencias irracionales. Simplemente, no hay amor ni sumisión en ellas. Para las personas, el amor es un objetivo a perseguir, solo un requisito de Dios. ¿Cuántas de ellas lo logran? ¿Cuántas tienen un testimonio vivencial real?

Ahora que todos vosotros estáis dispuestos a perseguir la verdad y a esforzaros por cambiar vuestras actitudes, ¿cómo deberías hacer introspección cuando le haces exigencias a Dios? ¿Tus exigencias están en línea con la verdad? ¿Cuál debería ser tu actitud hacia Dios? ¿Alguna vez pensaste en estas preguntas? Algunas personas se vuelven arrogantes tras liderar algunas iglesias, creen que la casa de Dios no puede prescindir de ellas y que merecen un trato especial. Las personas tienen una naturaleza satánica y, cuanto más alta es la posición de alguien, mayores son sus exigencias a Dios, cuanto más comprende alguien las doctrinas, más ocultas y traicioneras son sus exigencias. Tal vez no las diga en voz alta, pero están escondidas en su corazón. Otras personas no las descubren con facilidad, pero ¿quién sabe cuándo pueden surgir las quejas y la resistencia dentro de una persona? Eso implicaría aun más problemas, y sería probable que ofendiera el carácter de Dios. ¿Por qué mientras más sea una persona un líder o una celebridad en el mundo religioso, más probable es que sea un anticristo que corre peligro? Cuanto más alta es la posición de alguien, mayores son sus ambiciones, cuanto más comprende las doctrinas, más arrogante se vuelve su carácter. Es peligroso, entonces, creer en Dios pero perseguir el estatus en vez de la verdad. Dios ha expresado muchas verdades, y ha puesto en evidencia y descartado de Su casa a todos los que no aman la verdad, por no hablar de aquellos en círculos religiosos. ¿Veis la necesidad de Dios de juzgar y castigar a las personas? Cuando las personas realmente comprendan la verdad y tengan entrada en la vida, verán la realidad de su propia corrupción y sentirán que sería peligroso para ellas no perseguir la verdad. Ahora mismo, las personas no comprenden para nada su propia naturaleza, e incluso si tienen una comprensión superficial, es solo de las doctrinas, y no han ganado la verdad. Por lo tanto, no creen estar en peligro, ni saben que deben tener miedo o preocuparse por sí mismas. Algunos nuevos creyentes se atreven a decir y hacer cualquier cosa, pero aquellos que han experimentado el juicio y el castigo son diferentes. Su corazón es un poco temeroso de Dios, e incluso si albergan algunas nociones, no se atreven a decirlas en voz alta, saben que deben apresurarse a orar: “Oh, Dios, Te he ofendido…”. Algunos nuevos creyentes se atreven a pronunciar palabras blasfemas sin pensarlo siquiera, dicen: “¿Dios sufre? ¿Qué sufre? Come y viste bien, las personas le albergan en todos lados, ¡eso no es sufrir! Pero a mí no me importan esas cosas. Yo creo en el espíritu de dios, no en una persona”. Se atreven a negar la encarnación. Esas personas tienen mucha audacia. No tienen un corazón temeroso de Dios para nada, no temen a nada, se atreven a decir cualquier cosa y albergan naturalezas demoníacas y bestiales. Si lo Alto tiene alguna buena impresión u opinión de alguien, algunos dicen: “Esta persona es popular y es favorecida en la iglesia, es bien recibida en la casa de dios”. ¿Esta clase de persona comprende la verdad? En lo más mínimo. Su forma de ver las cosas ha expuesto por completo que todo en su corazón sigue siendo de este mundo. Es un punto de vista y un enfoque totalmente secular. ¿Creer en Dios y leer Sus palabras puede tener algún efecto en estas personas? No aceptan la verdad para nada, y su forma de ver las cosas es la misma que la de los no creyentes. De hecho, son incrédulos.

Realizar exigencias constantes a Dios es parte de la naturaleza humana, y debéis diseccionar esta naturaleza de acuerdo con la palabra de Dios. ¿Cómo deberíais diseccionarla? El primer paso es ser claro sobre qué exigencias irracionales y qué deseos extravagantes tienen las personas con respecto a Dios, y deberías diseccionar todos y cada uno de ellos. ¿Por qué las personas realizan esa exigencia? ¿Cuál es su motivo? ¿Cuál es su objetivo? Cuanto más meticulosamente lo disecciones de esta manera, más comprensión tendrás de tu propia naturaleza, y esa comprensión será más detallada. Si no la diseccionas en detalle, sino que solo sabes que las personas no deberían hacerle exigencias a Dios, solo comprendes que hacer exigencias a Dios es irracional y nada más, al final, no harás ningún progreso y no cambiarás. Algunos dicen: “Tenemos muchas exigencias hacia Dios porque somos demasiado egoístas. ¿Qué deberíamos hacer?”. Naturalmente, las personas deben entender la verdad y conocer la esencia del egoísmo. Cuando de verdad comprendas la esencia del egoísmo humano, sabrás de qué careces; lo atemorizante es si la gente no puede comprender esto. Es fácil reconocer a través de la disección las propias exigencias que son obviamente extravagantes o irracionales, y es posible que te odies. A veces tal vez pienses que tus exigencias son razonables y justas, y como tú las consideras razonables y crees que así deben ser las cosas, y como otras personas hacen exigencias similares, puede parecerte que las tuyas no son excesivas, sino que son justificables y naturales. Esto demuestra que aún no tienes la verdad, y por eso no puedes entenderlas con claridad. Por ejemplo: imagina a un hombre que siguió a Dios por muchos años y sufrió mucho a través de tormentas y desafíos. Siempre pareció comportarse bien, y parecía estar bien en cuanto a su humanidad, su sufrimiento y su lealtad a Dios. Incluso poseía bastante conciencia, estaba dispuesto a retribuir el amor de Dios, y solía ir con cuidado cuando llevaba a cabo su labor. Más tarde, descubrí que este hombre hablaba de forma clara y agradable, pero no era en lo más mínimo sumiso, por lo que le reemplacé y ordené que no se le volviera a usar en el futuro. Había trabajado para la iglesia varios años y había sufrido mucho, pero aun así, al final, había sido reemplazado. Lo que es más, Yo no había resuelto algunas de sus dificultades prácticas. ¿Qué pensaría la gente de este tipo de situación? Primero, muchos le defenderían y dirían: “Eso no está bien. En estas circunstancias, Dios debería mostrarle gran misericordia y gracia, porque él ama a Dios y se esfuerza por Él. Si alguien como él, que ha creído en Dios por tantos años, puede ser descartado, ¿qué esperanza tenemos nosotros, los nuevos creyentes?”. Aquí vienen otra vez las exigencias de las personas, que siempre esperan que Dios bendiga a tal, le permita quedarse, mientras piensan: “Él se ha comportado bien con Dios, ¡Dios no debería decepcionarle!”. Muchas de las exigencias que las personas le hacen a Dios surgen de las nociones y figuraciones humanas. Las personas miden lo que Dios debería darles y cómo Él debería tratarles de acuerdo con los criterios de conciencia de lo que es justo y razonable entre los hombres, pero ¿cómo puede esto estar en línea con la verdad? ¿Por qué digo que todas las exigencias de la humanidad son irracionales? Porque son los criterios que las personas exigen de los demás. ¿Las personas tienen la verdad? ¿Son capaces de desentrañar la esencia del hombre? Algunos exigen que Dios trate a las personas de acuerdo con ese criterio de conciencia, exigen a Dios de acuerdo con el criterio que se exige a los humanos. Esto no está en línea con la verdad y es irracional. Las personas pueden soportar cuando se trata de algunas cuestiones pequeñas, pero tal vez no puedan soportar cuando finalmente se determine su resultado. Sus exigencias surgirán, y las palabras de queja y condena brotarán de sus bocas sin control, y empezarán a mostrarse como en verdad son. En ese momento, conocerán su propia naturaleza. Las personas siempre hacen exigencias a Dios de acuerdo con las nociones humanas y su propia voluntad, y realizan muchas exigencias de este tipo. Puede que no lo notéis normalmente y que penséis que ocasionalmente orar a Dios por algo no cuenta como exigencia, pero, de hecho, una cuidadosa disección muestra que muchas exigencias humanas son irracionales, carecen de razón y son incluso ridículas. No reconociste la seriedad de este asunto antes, pero, gradualmente, llegarás a conocerla en el futuro, y entonces tendrás una verdadera comprensión de tu propia naturaleza. De a poco, la experiencia te aportará conocimiento y discernimiento sobre tu propia naturaleza, y junto con la enseñanza de la verdad, llegarás a conocerla claramente. Entonces habrás entrado en la verdad en este aspecto. Cuando de verdad conozcas con claridad la esencia-naturaleza del hombre, tu carácter cambiará, y entonces tendrás la verdad.

Nada es más difícil de abordar que el hecho de que las personas hagan exigencias constantes hacia Dios. En cuanto los actos de Dios no se corresponden con tu pensamiento o no se han ejecutado de acuerdo con tu forma de pensar, es probable que te resistas; esto basta para demostrar que, por naturaleza, tienes resistencia a Dios. Este problema solo se puede reconocer haciendo introspección frecuente y logrando así comprender la verdad, y solo se puede resolver por completo persiguiendo la verdad. Cuando la gente no comprende la verdad le pone muchas exigencias a Dios, mientras que cuando entienden realmente la verdad no las tienen; solo sienten que no han complacido bastante a Dios, que no se someten a Él lo suficiente. Que las personas siempre le pongan exigencias a Dios refleja su naturaleza corrupta. Si no puedes conocerte y arrepentirte de verdad respecto a esto, enfrentarás peligros y riesgos ocultos en tu senda de fe en Dios. Eres capaz de superar las cosas corrientes, pero cuando se trata de asuntos importantes como tu sino, tus perspectivas y tu destino, quizás seas incapaz de superarlos. En ese momento, si todavía careces de la verdad, bien puedes caer de nuevo en tus viejos hábitos, y te convertirás así en uno de los que serán destruidos. Muchas personas siempre han seguido y creído de esta manera; se han comportado bien durante el tiempo en el que han seguido a Dios, pero esto no determina lo que acontecerá en el futuro. Esto se debe a que nunca eres consciente del talón de Aquiles del hombre ni de las cosas que se encuentran dentro de la naturaleza humana que pueden llegar a oponerse a Dios, y hasta tanto te conduzcan al desastre, tú sigues ignorando tales cosas. Como la cuestión de que tu naturaleza se oponga a Dios no se resuelve, esta te encamina al desastre y es posible que, cuando tu viaje acabe y la obra de Dios termine, hagas lo que más se oponga a Dios y digas algo que sea una blasfemia en Su contra y, así, serás condenado y descartado. En el momento final, en el más peligroso de los tiempos, Pedro intentó escapar. En ese momento, no entendió la intención de Dios, y planeó sobrevivir y hacer la obra de las iglesias. Más adelante, Jesús se le apareció y le dijo: “¿Harías que me crucificaran por ti una vez más?”. Pedro entendió entonces la intención de Dios, y se apresuró a someterse. Supongamos que, en ese momento, hubiera tenido sus propias exigencias y hubiera dicho: “No quiero morir ahora, temo al dolor. ¿No fuiste crucificado por nuestra causa? ¿Por qué pides que yo sea crucificado? ¿Puedo evitar la crucifixión?”. De haber puesto él tales exigencias, la senda que transitó habría sido en vano. Pero Pedro siempre había sido una persona que se sometió a Dios y buscó Su intención; al final, entendió la intención de Dios y se sometió por completo. Si Pedro no hubiera buscado la intención de Dios y hubiera actuado de acuerdo con su propio pensamiento, habría tomado la senda errónea. Las personas carecen de las facultades para entender directamente las intenciones de Dios, pero si no se someten después de entender la verdad, están traicionando a Dios. Es decir, que las personas siempre le pongan exigencias a Dios guarda relación con su naturaleza. Cuantas más exigencias tienen, más rebeldes son y más se resisten, y más nociones tienen. Cuantas más exigencias alguien le hace a Dios, más probable es que se rebele ante Dios, se resista a Él e incluso se oponga a Él. Tal vez, un día, pueda traicionar y abandonar a Dios. Si quieres solucionar este problema, debes entender varios aspectos de la verdad, y también debes tener cierta experiencia práctica para poder comprenderlo por completo y solucionarlo en su totalidad.

A la hora de determinar si las personas pueden someterse a Dios o no, el aspecto clave es si tienen deseos extravagantes o motivaciones ocultas hacia Él. Si las personas siempre están haciéndole peticiones a Dios, eso demuestra que no le son sumisas. Sin importar lo que te suceda, si no lo aceptas de Dios y no buscas la verdad, y si siempre razonas a tu favor y sientes que solo tú tienes la razón, y si incluso eres capaz de dudar de que Dios es la verdad y la justicia, entonces tendrás problemas. Esas personas son las más arrogantes y rebeldes hacia Dios. La gente que siempre le exige a Dios no puede someterse de veras a Él. Si le haces peticiones a Dios, esto prueba que estás intentando hacer un trato con Él, que estás eligiendo tu propia voluntad y actuando conforme a ella. En este sentido, estás traicionando a Dios y careces de sumisión. Ponerle exigencias a Dios es, en sí mismo, carecer de razón; si creyeras de verdad que Él es Dios, no te atreverías a ponerle exigencias ni te creerías cualificado para hacerlo, ya sea que las creyeras razonables o no. Si de verdad crees en Dios y crees que Él es Dios, únicamente lo adorarás y te someterás a Él, no hay otra opción. La gente de hoy no se limita a tomar sus propias decisiones, sino que incluso le pide a Dios que actúe según su propia voluntad. No solo eligen no someterse a Dios, sino que incluso le piden a Dios que se someta a ellos. ¿No es esto totalmente carente de razón? Por lo tanto, si no hay verdadera fe dentro de una persona ni convicción sustancial, nunca podrá obtener la aprobación de Dios. Cuando la gente es capaz de ponerle menos exigencias a Dios, tiene más fe verdadera y sumisión, y su razón es comparativamente normal. Ocurre a menudo que, cuanto más inclinadas están las personas a razonar y más justificación tienen, más difícil es lidiar con ellas. No solo ponen muchas exigencias, sino que cuando se les da un dedo, se toman el brazo. Cuando están satisfechas en un aspecto, presentan exigencias en otro. Tienen que estar satisfechas en todos los aspectos y, de no ser así, empiezan a quejarse, dan las cosas por perdidas y actúan de forma temeraria. Después, se sienten en deuda y tienen remordimiento, lloran lágrimas amargas y quieren morir. ¿De qué sirve esto? ¿Acaso no son poco razonables y constantemente molestas? Esta serie de problemas tiene que resolverse de raíz. Si tienes un carácter corrupto y no lo resuelves, si esperas a tener problemas o causar un desastre para resolverlo, ¿cómo puedes compensar este perjuicio? ¿No sería como llorar sobre la leche derramada? Por lo tanto, para resolver completamente el problema de tu carácter corrupto, debes buscar la verdad para resolverlo cuando surge por primera vez. Debes resolver el carácter corrupto en su estado incipiente, con lo que te asegurarás así de no hacer nada malo y evitarás futuros problemas. Si un carácter corrupto se arraiga y se convierte en el pensamiento o el punto de vista de una persona, podrá conducirla a hacer el mal. Por tanto, la autorreflexión y el autoconocimiento consisten principalmente en descubrir las propias actitudes corruptas y buscar rápidamente la verdad para resolverlas. Debes saber qué cosas hay en tu naturaleza, qué te gusta, qué buscas y qué quieres obtener. Debes diseccionar estas cosas de acuerdo con las palabras de Dios para ver si se ajustan a Sus intenciones y de qué manera son falaces. Una vez que entiendas estas cosas, debes resolver el problema de tu razonamiento anormal, es decir, el problema de que seas irrazonable y constantemente molesto. Este no es solo el problema de tu carácter corrupto, sino que también atañe a tu falta de razón. Especialmente en lo que se refiere a sus intereses, las personas que se dejan llevar por los intereses personales no poseen un razonamiento normal. Este es un problema psicológico, y también es el talón de Aquiles de la gente. Algunas personas sienten que tienen cierto calibre y algunos dones, y siempre quieren ser líderes y sobresalir, así que le piden a Dios que las use. Si Dios no las usa, dicen: “¿Cómo puede Dios no favorecerme? Dios, si me usas para hacer algo importante, ¡te prometo que me esforzaré por Ti!”. ¿Es correcta esta clase de intención? Es bueno esforzarse por Dios, pero hay motivaciones detrás de su voluntad de hacerlo. Lo que aman es el estatus, y esto es en lo que se centran. Solo cuando las personas son capaces de ser de veras sumisas, de seguir a Dios de todo corazón sin que les importe que Él les utilice o no, y de esforzarse por Dios sin que les importe si tienen estatus o no, se puede considerar que poseen razón y son sumisas a Dios. Está bien que la gente esté dispuesta a esforzarse por Dios, y Dios está dispuesto a utilizarlas, pero si no están dotadas de la verdad, Dios no tiene forma de utilizarlas. Si la gente está dispuesta a esforzarse por la verdad y a cooperar, debe haber una etapa preparatoria. Solo después de que las personas comprendan la verdad y puedan someterse realmente a Dios, Él podrá utilizarlas formalmente. Esta etapa de formación es esencial. Todos los líderes y obreros de hoy en día se encuentran en esta etapa de formación. Cuando tengan experiencia de vida y puedan abordar los asuntos con principios, serán aptos para que Dios los utilice.

Las cosas de la naturaleza del hombre no son como algunas conductas exteriores, prácticas o pensamientos e ideas que se pueden podar y listo; deben ser desenterradas de a poco. Aun más, a las personas no les resulta fácil identificarlas, e incluso si son identificadas, no son fáciles de cambiar; hacerlo requiere una comprensión apropiadamente profunda. ¿Por qué siempre diseccionamos la naturaleza del ser humano? ¿No comprendéis qué significa? ¿De dónde surgen las revelaciones de las actitudes corruptas de las personas? Todas surgen de su naturaleza, y todas están regidas por su naturaleza. Cada una de las actitudes corruptas de las personas, cada pensamiento e idea, cada intención, todo se relaciona con la naturaleza del hombre. Por lo tanto, al desenterrar directamente la naturaleza del hombre, sus actitudes corruptas pueden solucionarse con facilidad. Aunque no es fácil cambiar la naturaleza de las personas, si pueden discernir y desentrañar las actitudes corruptas que revelan, y si pueden buscar la verdad para resolverlas, pueden cambiar gradualmente sus actitudes. Una vez que una persona ha alcanzado un cambio en su carácter-vida, habrá cada vez menos cosas en ella que se resistan a Dios. El propósito de diseccionar la naturaleza del hombre es cambiar sus actitudes. Vosotros no habéis captado este objetivo y creéis que solo al diseccionar y comprender vuestra naturaleza podéis someteros a Dios y restaurar vuestra razón. ¡Lo único que hacéis es aplicar preceptos a ciegas! ¿Por qué simplemente no pongo en evidencia la arrogancia y sentenciosidad de las personas? ¿Por qué debo también diseccionar su naturaleza corrupta? No resolverá el problema si solo pongo en evidencia su sentenciosidad y arrogancia. Pero si disecciono su naturaleza, los aspectos que esto abarca son muy amplios, e incluye todas las actitudes corruptas. Es más que el estrecho alcance de la sentenciosidad, la prepotencia y la arrogancia. La naturaleza incluye mucho más que esto. Por eso, sería bueno que las personas pudieran reconocer cuántas actitudes corruptas revelan en todas sus diferentes exigencias a Dios, es decir, en sus deseos extravagantes. Una vez que comprenden su propia esencia-naturaleza, pueden odiarse y negarse a sí mismas, les resultará fácil resolver sus actitudes corruptas y tendrán una senda. De otro modo, nunca podréis descubrir la causa de fondo y solo diréis que esto es sentenciosidad, arrogancia u orgullo, o carecer por completo de lealtad. ¿Hablar de tales cosas superficiales puede solucionar tu problema? ¿Hay alguna necesidad de discutir la naturaleza del hombre? Al principio, ¿cuál era la naturaleza de Adán y Eva? No había resistencia intencional en ellos, mucho menos había franca traición. Ellos no sabían qué significaba resistirse a Dios, mucho menos sabían qué significaba someterse a Él. Aceptaron en sus corazones lo que Satanás diseminó. Ahora, Satanás ha corrompido a la humanidad a tal punto que la gente puede rebelarse contra Dios y resistirse a Él en todas las cosas, y puede pensar en toda clase de formas de oponerse a Él. Es evidente que la naturaleza humana es la misma que la de Satanás. ¿Por qué digo que la naturaleza humana es la naturaleza de Satanás? Satanás es lo que se resiste a Dios, y como las personas tienen naturalezas satánicas, son de Satanás. Puede ser que no hagan cosas para resistirse a Dios intencionalmente, pero debido a su naturaleza satánica, todos sus pensamientos oponen resistencia a Él. Aunque la gente no haga nada en absoluto, de todos modos se resiste a Dios, porque la esencia interna del hombre se ha convertido en algo que se resiste a Dios. El hombre actual, por lo tanto, es diferente al hombre recién creado. Antes no había resistencia ni traición dentro de las personas, estaban llenas de vida, y no las regía ninguna naturaleza satánica. Si no hay dominación o perturbación de una naturaleza satánica dentro de las personas, no importa lo que estas hagan, no se puede considerar que se resistan a Dios.

¿Qué es la naturaleza? La naturaleza es la esencia del hombre. Las actitudes son cosas que se revelan de la naturaleza propia, y un cambio de carácter significa que el carácter corrupto propio ha sido purificado y reemplazado con la verdad. Lo que entonces se revela no es un carácter corrupto, sino la manifestación de la humanidad normal. Después de que Satanás corrompiera al hombre, este se convirtió en la personificación de Satanás, en el tipo de cosa satánica que se resiste a Dios y es completamente capaz de traicionarle. ¿Por qué Dios exige que las personas cambien sus actitudes? Porque Dios quiere perfeccionar y ganar a las personas, y aquellas que acaban siendo completas poseen muchas realidades añadidas de conocer a Dios, y las realidades de todos los aspectos de la verdad. Las personas así están completamente de acuerdo con las intenciones de Dios. En el pasado, las personas tenían actitudes corruptas, y cometían errores o mostraban resistencia cuando hacían algo, pero ahora comprenden algunas verdades y pueden hacer muchas cosas que concuerdan con las intenciones de Dios. Sin embargo, esto no significa que la gente no traiciona a Dios. Aún pueden hacerlo. Una parte de lo que se revela de su naturaleza se puede cambiar, y la parte que puede cambiar es la parte en que las personas son capaces de practicar de acuerdo con la verdad. Pero solo porque ahora puedas poner en práctica la verdad no significa que tu naturaleza haya cambiado. Es como cuando las personas solían tener nociones sobre Dios y exigencias hacia Él, y ahora, en muchos aspectos, ya no las tienen, pero tal vez aún tengan nociones o exigencias en algunas cuestiones, y siguen siendo capaces de traicionar a Dios. Podrías decir: “Puedo someterme a cualquier cosa que haga Dios y a muchas cuestiones sin quejas ni exigencias”, pero aún puedes traicionar a Dios en algunas cuestiones. Aunque no te resistas a Dios a propósito, cuando no comprendes Sus intenciones, puedes seguir yendo en contra de Sus deseos. Entonces, ¿a qué se refiere la parte que puede cambiar? Es que cuando comprendes las intenciones de Dios, puedes someterte, y cuando comprendes la verdad, puedes ponerla en práctica. Si no comprendes la verdad o las intenciones de Dios en algunas cuestiones, aún existe una posibilidad de que puedas revelar corrupción. Si comprendes la verdad, pero no la pones en práctica porque ciertas cosas te limitan, entonces, esto es una traición y es algo en tu naturaleza. Claro, no hay límite a cuánto puede cambiar tu carácter. Cuantas más verdades ganes, es decir, cuanto más profundo sea tu conocimiento de Dios, menos te resistirás a Él y le traicionarás. Buscar cambiar el carácter propio es algo que se logra, principalmente, persiguiendo la verdad, y comprender la esencia-naturaleza propia se logra a través de comprender la verdad. Cuando uno verdaderamente gane la verdad, todos sus problemas se resolverán.

Invierno de 1999

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