Palabras sobre el cumplimiento del deber
Fragmento 30
¿Qué es el deber? La comisión que Dios confía al hombre es el deber que el hombre debe cumplir. Aquello que Él te confíe es el deber que debes cumplir. Para cumplir tu deber, debes aprender a mantener los pies en el suelo y no pretender llegar más allá del alcance de la mano. No pienses siempre que la hierba es más verde al otro lado ni insistas en hacer aquello que no es apropiado para ti. Algunas personas son aptas para ser anfitrionas y, sin embargo, insisten en ser líderes; otras son aptas para ser actores, pero quieren ser directores. No es bueno esmerarse siempre en alcanzar posiciones más elevadas. Uno debe encontrar y ubicar su propio rol y posición: eso es lo que hace una persona con razón. Luego, debe cumplir bien su deber con una actitud firmemente sensata para devolver el amor de Dios y satisfacerlo. Si uno tiene esta actitud al cumplir su deber, su corazón será firme y estará en paz, podrá aceptar la verdad en su deber y llegará gradualmente a cumplir su deber de acuerdo con los requisitos de Dios. Podrá deshacerse de su carácter corrupto, entregarse a todos los arreglos de Dios y cumplir su deber adecuadamente. Esta es la manera de ganar la aprobación de Dios. Si puedes esforzarte verdaderamente por Dios y cumplir tu deber con la mentalidad correcta, la mentalidad de amarlo y satisfacerlo, la obra del Espíritu Santo te conducirá y te guiará, estarás dispuesto a practicar la verdad y a actuar de acuerdo con los principios al cumplir tu deber y te convertirás en una persona que teme a Dios y se aparta del mal. De esta manera, vivirás plenamente una verdadera semejanza humana. Las vidas de las personas crecen gradualmente a medida que cumplen sus deberes. Aquellos que no cumplen los deberes no pueden obtener la verdad ni la vida, por muchos años que crean, porque carecen de la bendición de Dios. Dios solo bendice a aquellos que verdaderamente se esfuerzan por Él y cumplen sus deberes lo mejor que pueden. Sea cual sea el deber que cumplas, sea lo que sea lo que puedas hacer, considéralo tu responsabilidad y tu deber, acéptalo y hazlo bien. ¿Qué debes hacer para hacerlo bien? Hacerlo exactamente como Dios requiere: con todo el corazón, con toda la mente y con toda tu fuerza. Debes contemplar estas palabras y pensar en cómo puedes cumplir tu deber con todo el corazón. Por ejemplo, si ves que alguien cumple su deber sin principios, descuidadamente y según su propia voluntad, y piensas: “No me importa, no es mi responsabilidad”, ¿esto es hacer tu deber con todo el corazón? No, esto es ser un irresponsable. Si eres una persona responsable, al encontrarte en una situación de este tipo, dirás: “Esto es intolerable. Tal vez no entra dentro de mis atribuciones, pero puedo informar de este problema al líder y que él se ocupe del caso de acuerdo con los principios”. Después de hacer esto, todo el mundo se dará cuenta de que la medida era apropiada, tendrás el corazón tranquilo y habrás cumplido tu responsabilidad. Y, además, habrás hecho tu deber con todo el corazón. Independientemente del deber que estés cumpliendo, si siempre estás desatento, y dices: “Si hago este trabajo de una manera simple y superficial, puedo arreglármelas y salir del paso. Al fin y al cabo, nadie lo comprobará. Lo he hecho lo mejor que puedo con las capacidades y las habilidades profesionales limitadas que tengo. Son suficientemente buenas para ir haciendo. Además, nadie hará preguntas al respecto ni se pondrá serio conmigo. No es algo tan importante”. Con esta intención y esta mentalidad, ¿cumples tu deber con todo el corazón? No, es un comportamiento superficial, así como una revelación de tu carácter satánico y corrupto. ¿Puedes cumplir tu deber con todo el corazón si dependes de tu carácter satánico? No, eso no sería posible. Entonces, ¿qué significa hacer tu deber con todo el corazón? Dirás: “Aunque lo Alto no ha preguntado acerca de esta tarea, y no parece muy importante entre toda la obra de la casa de Dios, lo haré bien de todas maneras: es mi deber. Que una tarea sea importante o no es una cosa; que pueda hacerla bien o no, es otra”. ¿Qué es importante? Que puedas o no cumplir tu deber bien y con todo el corazón, y que puedas acatar los principios y practicar de acuerdo con la verdad. Esto es lo importante. Si puedes practicar la verdad y hacer las cosas de acuerdo con los principios, entonces estás cumpliendo verdaderamente tu deber con todo el corazón. Si has cumplido bien un tipo de deber, pero aún no estás satisfecho y deseas cumplir otro tipo de deber aún más importante, y eres capaz de cumplirlo bien, entonces esto es hacer tu deber con todo el corazón en un grado incluso superior. Por tanto, ¿qué implica que puedas hacer tu deber con todo el corazón? Por una parte, significa que estás haciendo tu deber de acuerdo con los principios de las palabras de Dios. Por otra, significa que has aceptado el escrutinio de Dios y tienes a Dios en el corazón; significa que no estás haciendo tu deber para lucirte, o como te plazca, o según tus propias preferencias; por el contrario, lo contemplas como una comisión que Dios te ha confiado y lo estás haciendo con responsabilidad y corazón, no según tu propia voluntad, sino completamente de acuerdo con los requisitos de Dios. Pones todo el corazón en el cumplimiento del deber: esto es cumplir tu deber con todo el corazón. Algunas personas no entienden las verdades sobre el cumplimiento de los deberes. Cuando se encuentran con alguna adversidad, se quejan y siempre anteponen sus intereses, ganancias y pérdidas personales. Piensan: “Si hago bien el trabajo que el líder me ha encargado, le reportará honor y gloria, pero ¿quién se acordará de mí? Nadie sabrá que yo hice el trabajo, y el líder se llevará todo el mérito. El hecho de que realice mi deber de esta manera, ¿no sirve a otros?”. ¿Qué tipo de carácter es este? Esto es rebeldía: estas personas son absurdas. No entienden correctamente la comisión de Dios. Siempre quieren ocupar posiciones de autoridad, llevarse el mérito y recibir recompensas, y quedar bien. ¿Por qué siempre se centran en la fama y la ganancia? Esto pone de manifiesto que su deseo de fama y ganancia es demasiado fuerte, y que no entienden que el sentido de cumplir un deber es satisfacer a Dios, o que Dios escudriña las profundidades del corazón de cada persona. Estas personas no tienen una verdadera fe en Dios, de modo que emiten veredictos sobre la base de los hechos que pueden ver con sus propios ojos, lo que las lleva a formarse ideas erróneas. En consecuencia, adoptan una actitud negativa y pasiva en su trabajo y no son capaces de cumplir sus deberes con todo el corazón y toda la fuerza. Debido a que no tienen una verdadera fe y no saben que Dios escudriña las profundidades del corazón de las personas, se centran en cumplir sus deberes para que los demás lo vean, en hacer que otros conozcan las tribulaciones y las adversidades que sufren, y en obtener los elogios y la aprobación de los líderes y los obreros. Creen que cumplir un deber solo vale la pena si lo hacen de esta manera, y solo es glorioso si todo el mundo ve cómo lo hacen. ¿Acaso no es esto una vileza? Creen en Dios, pero no solo no tienen fe, sino que tampoco aceptan ni entienden la verdad de ninguna manera. ¿Cómo puede este tipo de personas cumplir bien un deber? ¿Acaso no hay un problema con su carácter? Si tratas de compartirles la verdad y, aun así, no la aceptan, es que tienen un carácter malvado. No atienden a sus debidas responsabilidades ni se atienen a sus deberes. Tarde o temprano, deben descartarse. Quienes cumplen deberes deben ser personas con una humanidad normal. Deben tener un razonamiento sano y ser capaces de entregarse a todos los arreglos y las instrumentaciones de Dios. Dios concede distintas aptitudes y dones a diferentes personas, y estas diferentes personas están mejor preparadas para cumplir deberes distintos. No debes ser selectivo y elegir un deber según tus preferencias; no debes optar solo por cumplir deberes cómodos y sencillos que encajen con tus propios deseos. Esto es un error. Esto no es hacer un deber con todo el corazón ni cumplir un deber. Para cumplir un deber, lo primero que debes hacer es poner todo el corazón en dicho cometido. A continuación, independientemente de lo que hagas, tanto si se trata de una tarea destacada o humilde, pesada o extenuante, una tarea que se realice en presencia de otras personas o en solitario, una tarea importante o insignificante, debes contemplarlo todo como tu deber y ceñirte al principio de hacerlo con todo el corazón, toda la mente y toda tu fuerza. Una vez cumplido el deber, si acabas sintiendo que tu conciencia no está completamente satisfecha por lo que se refiere a parte del trabajo que has hecho y que, a pesar de haber puesto todo el corazón en ello, parte de tu trabajo no se ha realizado bien y los resultados de tus esfuerzos no son muy buenos, ¿qué deberías hacer? Algunas personas piensan: “Bien, he puesto todo el corazón en mi deber, pero los resultados no fueron muy buenos. No es mi problema. Ahora está en manos de Dios”. ¿Qué clase de punto de vista es este? ¿Es el punto de vista adecuado? Estas personas no se esfuerzan verdaderamente por Dios porque no están dispuestas a buscar la verdad para resolver problemas; no están dispuestas a satisfacer a Dios y siguen teniendo una perspectiva superficial sobre su deber. Al parecer, este tipo de personas no tiene corazón. Cuando hablamos de hacer tu deber con todo el corazón, significa utilizar el corazón por completo: no puedes hacer tu deber sin entusiasmo, debes entregarte, realizar tu deber cuidadosamente y mostrar tu lealtad, adoptando una actitud responsable para garantizar que las tareas se realicen bien y alcanzando los resultados que debes lograr. Solo entonces puedes considerar que esto es realizar un deber con todo el corazón. Si ves que los resultados de tu trabajo no son demasiado buenos y piensas: “He hecho todo lo que he podido. He sacrificado el sueño, me he saltado comidas y he estado levantado hasta tarde, en algunas ocasiones me he quedado en mi lugar mientras los otros ya habían marchado a descansar y dar un paseo. He afrontado adversidades y no he codiciado las comodidades de la carne. Esto significa que he hecho mi deber con todo el corazón”. ¿Es este punto de vista adecuado? Has invertido tu tiempo y te has esforzado. A primera vista, parece que has seguido todas estas formalidades, pero los resultados que has obtenido no son buenos y no aceptas la responsabilidad de estos hechos ni te importa. ¿Es esto hacer tu deber con todo el corazón? (No). Esto no es hacer tu deber con todo el corazón. Cuando Dios determina que una persona está haciendo algo con todo su corazón, ¿en qué se fija? En un sentido, se fija en si abordas esa tarea con una actitud concienzuda y responsable. En otro sentido, se fija en qué piensas mientras la haces, si cumples cuidadosamente el deber que debes cumplir, si lo haces coherentemente de acuerdo con los principios-verdad y si, al enfrentarte a adversidades, buscas atentamente la verdad para resolver problemas, de manera que puedas cumplir bien tu deber. Dios observa y escudriña a los seres humanos mientras hacen cosas. Observa sus corazones en todo momento. Aunque las personas no lo sepan, a veces pueden sentir Su escrutinio. Algunas personas siempre hacen sus deberes de manera superficial y, finalmente, Dios arregla un escenario para revelarlas. En ese punto, sienten Su abandono, y todo el mundo percibe que no parecen creyentes, sino no creyentes, diablos y satanases. Este tipo de personas se descartan durante el cumplimiento de sus deberes. A menudo, algunas personas reflexionan sobre sí mismas al cumplir deberes. A veces, los resultados que obtienen no son buenos, o surge un problema, y pueden sentirlo en el corazón y piensan: “¿Vuelvo a actuar de manera superficial?”. Se reprochan. ¿Cómo ocurre esto? Dios les infunde este sentimiento; es el esclarecimiento del Espíritu Santo. Así pues, ¿por qué Dios te esclarece? ¿Sobre qué base te esclarece? ¿En qué contexto te reprocha? Debes tener la mentalidad adecuada y decir: “Debo hacer mi deber con todo el corazón, y eso significa hacerlo de acuerdo con la verdad. ¿He hecho verdaderamente mi deber con todo el corazón?”. Si siempre consideras esto, Dios te esclarecerá y te hará comprender: “No hice esa tarea con todo el corazón. Creía que la estaba haciendo bastante bien. Me hubiera puntuado con un 99 sobre 100. Pero ahora veo que ese no era realmente el caso: en realidad, apenas la hice adecuadamente”. Solo entonces descubrirás la insatisfacción de Dios. Es decir, Dios te esclarecerá y te permitirá entender en qué medida cumpliste bien tu deber en realidad y lo lejos que todavía estás de Sus requisitos. Si alguien queda muy por debajo de los estándares mínimos en el cumplimiento de su deber, ¿Dios lo esclarecerá de todos modos? Probablemente, no. ¿A quién esclarece Dios? En primer lugar, a aquellos que aman la verdad; en segundo lugar, a aquellos que tienen una actitud de sumisión; en tercer lugar, a aquellos que anhelan la verdad; y, en cuarto lugar, a aquellos que se examinan y reflexionan sobre sí mismos en todos los aspectos. Estos son los tipos de personas que pueden ganar el esclarecimiento de Dios. Al practicar y experimentar de esta manera, tu experiencia personal de hacer tu deber con todo el corazón (este aspecto de la práctica de la verdad y este aspecto de la realidad) siempre crecerá sin parar. Gradualmente, tendrás muy claro qué personas hacen sus deberes con todo el corazón y cuáles no, así como las actitudes y las conductas de distintas personas por lo que se refiere al cumplimiento de deberes. Cuando te conozcas, podrás diferenciar a los otros y cada vez serás más meticuloso en tu deber. No se te escapará el más ligero atisbo de superficialidad y podrás buscar la verdad para resolverlo. Podrás manejar los asuntos de acuerdo con los principios al tiempo que realizas tu deber; cada vez practicarás más la verdad y tendrás el corazón firme y en paz. Si un día sabes de corazón que no has cumplido bien un deber, ¿qué deberías hacer? Debes meditar, buscar información y dejar que otros te aconsejen; entonces, antes de que te des cuenta, entenderás el asunto. ¿Acaso esto no te ayudará a cumplir tu deber? (Sí). Será útil. Este será el caso, independientemente del deber que cumplas. Mientras las personas hagan sus deberes con todo el corazón, busquen los principios-verdad y perseveren en sus esfuerzos, finalmente obtendrán resultados.
Fragmento 31
Dado que las personas tienen actitudes corruptas, a menudo son superficiales a la hora de cumplir con sus deberes. Entre todos los problemas, este es de los más graves. Si la gente quiere cumplir con sus deberes adecuadamente, primero debe abordar este problema de superficialidad. Mientras tengan una actitud tan superficial, no podrán cumplir con sus deberes adecuadamente, por lo que resolver el problema de la superficialidad es de vital importancia. Entonces, ¿cómo deben practicar? En primer lugar, han de resolver el problema de su estado de ánimo; han de enfocar sus deberes correctamente, y hacer las cosas con seriedad y sentido de la responsabilidad. No deben pretender ser falsos ni superficiales. El deber se realiza para Dios, no para una persona; si las personas son capaces de aceptar el escrutinio de Dios, se hallarán en el estado mental correcto. Es más, después de hacer algo, la gente debe examinarlo y reflexionar sobre ello, y si tienen el corazón un poco intranquilo, y después de un análisis detallado, descubren que en verdad hay un problema, entonces deben hacer cambios. Una vez que los hayan hecho, se quedarán con el corazón tranquilo. Cuando las personas se sienten intranquilas, esto evidencia que existe un problema, y deben examinar minuciosamente lo que han hecho, sobre todo en las etapas clave. Esa es una actitud responsable para cumplir con el deber propio. Cuando una persona puede ser seria, asumir las responsabilidades, y dedicar todo su corazón y sus fuerzas, el trabajo se hará apropiadamente. A veces estás en un estado mental equivocado, y no puedes encontrar ni descubrir un error que está claro como el agua. Si estuvieras en el estado mental correcto, entonces, con el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo, serías capaz de identificar el problema. Si el Espíritu Santo te guiara y te otorgara una conciencia, permitiéndote sentir claridad en el corazón y saber dónde reside el error, entonces serías capaz de corregir la desviación y esforzarte por los principios-verdad. Si estuvieras en un estado mental equivocado, distraído y descuidado, ¿serías capaz de notar el error? No lo serías. ¿Qué observamos con esto? Muestra que para cumplir bien con el deber es muy importante que la gente coopere, e igual de importantes son sus estados de ánimo y hacia dónde dirigen sus pensamientos e ideas. Dios escudriña a las personas y puede ver en qué estado mental están y cuánta energía utilizan mientras cumplen con sus deberes. Es crucial que las personas dediquen todo su corazón y todas sus fuerzas a lo que hacen. Su cooperación es un componente crucial. Solo si las personas se afanan en no tener remordimientos de los deberes que han completado y las cosas que han hecho, en no estar en deuda con Dios, actuarán con todo su corazón y todas sus fuerzas. Si no dedicas de manera constante todo tu corazón y fuerza a cumplir con tu deber, si eres perennemente superficial, y causas un tremendo daño a la obra, y te quedas muy lejos de los efectos requeridos por Dios, entonces solo te puede pasar una cosa: serás descartado. ¿Y habrá entonces tiempo para lamentarse? No lo habrá. Estas acciones se convertirán en un lamento eterno, en una mancha. Ser perennemente superficial es una mancha, es una transgresión grave, ¿sí o no? (Sí). Debes esforzarte por cumplir con tus obligaciones y en todo lo que debas hacer, con todo tu corazón y todas tus fuerzas, no debes ser superficial ni quedarte con ningún remordimiento. Si puedes hacer eso, Dios recordará los deberes que cumplas. Las cosas que Dios recuerda son las buenas obras. Entonces, ¿cuáles son las cosas que Dios no recuerda? (Las transgresiones y las malvadas acciones). Puede que no aceptaras que son malvadas acciones si se las describiera así en la actualidad, pero si llega un día en que estas cosas tienen consecuencias graves y hacen surgir una influencia negativa, entonces te parecerá que no son meras transgresiones de la conducta, sino malvadas acciones. Cuando te des cuenta de esto, tendrás remordimientos y pensarás: “¡Debería haber optado por tener una pizca de prevención! Con un poco más de consideración y esfuerzo al principio, esta consecuencia podría haberse evitado”. Nada limpiará esta mancha eterna de tu corazón, y si te dejara en deuda permanente, entonces tendrás problemas. Por eso, hoy debes esforzarte por poner tu corazón y tus fuerzas en la comisión que Dios te ha dado, por cumplir con todos los deberes con la conciencia tranquila, sin ningún tipo de remordimientos, y de una manera que sea recordada por Dios. Hagas lo que hagas, no seas superficial. Si cometes un error por un impulso y es una transgresión grave, esta se convertirá en una mancha eterna. En cuanto tengas remordimientos, no podrás compensarlos y serán permanentes. Ambas sendas deben verse con claridad. ¿Cuál es la que debes elegir para encontrarte con la aprobación de Dios? Desempeñar vuestro deber de todo corazón y con todas vuestras fuerzas, y preparar y acumular buenas obras, sin tener remordimientos. Hagas lo que hagas, que no sea una maldad que perturbe el cumplimiento de los deberes de otros, no hagas nada que vaya contra la verdad y se resista a Dios, y no incurras en remordimientos que vayan a durarte toda la vida. ¿Qué pasa cuando una persona ha cometido demasiadas transgresiones? ¡Están acumulando la ira de Dios en Su presencia! Si no paras de transgredir y la ira de Dios hacia ti crece cada vez más, entonces, en última instancia serás castigado.
Visto desde fuera, algunas personas no parecen tener problemas graves a lo largo del tiempo que cumplen con sus deberes. No hacen nada abiertamente malvado, no causan trastornos ni perturbaciones, ni tampoco caminan por la senda de los anticristos. En el cumplimiento de sus deberes, no ha aparecido ningún error mayúsculo o problema de principio, sin embargo, sin darse cuenta, en escasos pocos años quedan reveladas como personas que no aceptan la verdad en absoluto, como incrédulos. ¿Por qué es así? Los demás no son capaces de detectar un problema, pero Dios escudriña a esta gente en lo profundo de su corazón, y Él sí lo ve. Siempre han sido superficiales y han carecido de arrepentimiento en el cumplimiento de los deberes. A medida que pasa el tiempo, quedan naturalmente revelados. ¿Qué significa seguir sin arrepentirse? Significa que aunque han cumplido todo el tiempo con sus deberes, siempre han tenido una actitud equivocada respecto a ellos, de superficialidad, que tienen una actitud despreocupada, nunca son concienzudos y mucho menos están dedicando todo su corazón a los deberes. Puede que se esfuercen un poco, pero se limitan a actuar por inercia. No lo dan todo en sus deberes, y sus transgresiones son interminables. A ojos de Dios, nunca se han arrepentido, siempre han sido superficiales, y nunca se ha producido un cambio en ellos; es decir, no renuncian a la maldad que tienen entre manos ni se arrepienten ante Él. Dios no ve en ellos una actitud de arrepentimiento ni un cambio en su actitud. Persisten en considerar sus deberes y las comisiones de Dios con la misma actitud y método. En ningún momento hay algún cambio en este carácter obstinado e intransigente y, es más, nunca se han sentido en deuda con Dios, nunca les ha parecido que su superficialidad sea una transgresión, una malvada acción. En sus corazones no hay deuda, no hay culpa, no hay autorreproche y mucho menos se acusan a sí mismos. Y, a medida que pasa el tiempo, Dios ve que una persona de esta clase no tiene remedio. No importa lo que diga Dios ni cuántos sermones escuchen o cuánta verdad entiendan, su corazón no se conmueve y no alteran o cambian su actitud. Dios ve esto y dice: “No hay esperanza para esta persona. Nada de lo que digo toca su corazón ni le hace cambiar. No hay manera de cambiarla. Esta persona no es apta para cumplir con su deber ni para contribuir con mano de obra en Mi casa”. ¿Por qué dice esto Dios? Porque cuando cumplen con su deber y trabajan, son consistentemente superficiales. Da igual cuánto se les pode, y da igual cuánta tolerancia y paciencia se les conceda, esto no tiene efecto y no puede hacerlos arrepentirse y cambiar realmente. No les hace cumplir bien con su deber, no puede permitirles emprender la senda de perseguir la verdad. Entonces esta persona no tiene remedio. Cuando Dios determina que una persona ya no tiene remedio, ¿seguirá manteniendo un férreo control sobre ella? No. Dios la dejará ir. Algunas personas siempre ruegan: “Dios, no seas duro conmigo, no me hagas sufrir, no me disciplines. ¡Dame un poco de libertad! ¡Permíteme hacer las cosas con un poco de superficialidad! Déjame ser un poco disoluto. Déjame ser mi propio amo”. No quieren ser refrenados. Dios dice: “Ya que no quieres caminar por la senda correcta, entonces te dejaré ir. Te daré rienda suelta. Vete y haz lo que quieras. No te salvaré porque no tienes remedio”. ¿Los que no tienen remedio tienen algún sentido de la conciencia? ¿Tienen algún sentido de la deuda? ¿Tienen algún sentido de la acusación? ¿Son capaces de sentir el reproche, la disciplina, los golpes y el juicio de Dios? No pueden. No son conscientes de ninguna de estas cosas; en su corazón son imperceptibles, o incluso están ausentes. Cuando una persona ha llegado a esta etapa, sin Dios en su corazón, ¿puede aún alcanzar la salvación? Es difícil de decir. Cuando la fe de uno ha llegado a tal punto, se halla en peligro. ¿Sabéis cómo deben buscar, cómo deben practicar, y qué senda deben elegir para evitar esta consecuencia y asegurar que tal estado no se produzca? Lo más importante es, en primer lugar, elegir la senda correcta y, a continuación, centrarse en realizar bien el deber que debes cumplir en ese momento. Este es el estándar mínimo, el más básico. Sobre esta base debes buscar la verdad y esforzarte por los estándares de cumplir con tu deber adecuadamente. Esto es así porque lo que refleja de un modo más perceptible el vínculo que te une a Dios es cómo tratas los asuntos que Él te confía y el deber que Él te asigna, además de la postura que adoptas. Este es el problema más visible y práctico. Dios está a la espera; quiere conocer tu postura. En esta coyuntura tan decisiva, debes apresurarte en darle a conocer a Dios tu postura, aceptar Su comisión y cumplir bien con tu deber. Cuando hayas captado este punto fundamental y desempeñado bien la comisión que Dios te ha encargado, tu relación con Él será normal. Si cuando Dios te confía una tarea o te dice que cumplas con cierto deber adoptas una postura superficial y apática, si no te lo tomas en serio, ¿no es eso precisamente lo contrario de dedicar todo tu corazón y tus fuerzas? ¿Puedes cumplir bien con tu deber así? Desde luego que no. No cumplirás adecuadamente con tu deber. Por tanto, la postura que adoptas cuando cumples con tu deber tiene una importancia fundamental, como la tienen el método y la senda que eliges. A aquellos que no cumplen bien con sus deberes se les descarta, nada importa los años que lleven creyendo en Dios.
Fragmento 32
Mucha gente cumple con su deber de manera superficial, nunca se lo toma en serio, es como si trabajara para no creyentes. Hace las cosas de una manera burda, superficial, indiferente y con negligencia, como si todo fuese un chiste. ¿Por qué? Son no creyentes contribuyendo con mano de obra; incrédulos cumpliendo con su deber. Esta gente es demasiado díscola; es disoluta y descontrolada, no es distinta de los no creyentes. Por supuesto, cuando estas personas hacen cosas para sí mismas, no son superficiales, entonces, ¿por qué no muestran la menor seriedad o diligencia cuando han de cumplir con su deber? Siempre hay cierto carácter juguetón y travieso en cualquier tarea que realizan, en cualquier deber que cumplen. En toda oportunidad muestran superficialidad, y cierto grado de engaño. ¿Tiene esa clase de gente humanidad? Desde luego que no; tampoco posee el menor grado de conciencia y razón. Necesita, como los asnos o los caballos salvajes, una dirección y supervisión constante. Emplea engaños y ardides en la casa de Dios. ¿Significa eso que de verdad cree en Él? ¿Se entrega por Él? Sin duda, no está a la altura y, además, no está calificada para ser mano de obra. Si tales personas estuvieran trabajando para otro, serían despedidas a los pocos días. En la casa de Dios es totalmente correcto decir que son contribuyentes de mano de obra y obreros contratados, y que solo pueden ser descartados. Con frecuencia, mucha gente es superficial en el cumplimiento de su deber. Al ser podada, incluso se niega a aceptar la verdad y se empecina en defender su posición; hasta se queja porque la casa de Dios no es justa con ella y sostiene que carece de misericordia y tolerancia. ¿No es esto irracional? Por decirlo de modo más objetivo, posee un carácter arrogante y carece de la menor conciencia y razón. Aquellos que de verdad creen en Dios deben, al menos, ser capaces de aceptar la verdad y de actuar sin violar la conciencia y la razón. La gente incapaz de aceptar o someterse a la poda es demasiado arrogante, sentenciosa y, simplemente, irracional. Tildarla de bestia no es una exageración, pues manifiesta una total indiferencia hacia todo lo que hace. Hace las cosas tal como le place y no se preocupa por las consecuencias; no le importa que surjan problemas. Este tipo de gente no está capacitada para ser mano de obra. Debido a que aborda sus deberes de esta manera, los demás no pueden soportar mirarla y desconfían de ella. Entonces, ¿puede Dios confiar en ella? Al no cumplir este requisito mínimo, no se encuentra cualificada para contribuir con mano de obra, y solo puede ser descartada. ¿Hasta qué punto pueden ser arrogantes y sentenciosas algunas personas? Siempre creen poder hacer cualquier cosa; sin importar qué se ha dispuesto para ellas, dicen: “Es fácil; no es para tanto. Puedo manejarlo. No necesito a nadie que comparta conmigo sobre los principios-verdad. Yo puedo cuidarme solo”. Siempre muestran este tipo de actitud, por ello, ni los líderes ni los obreros pueden soportar mirarlas y desconfían de lo que hacen. ¿No son esas personas arrogantes y sentenciosas? Cuando alguien muestra excesiva arrogancia y sentenciosidad, su comportamiento resulta vergonzoso, y si no se manifiestan cambios, jamás cumplirá con su deber de manera adecuada. ¿Qué actitud se debe tener hacia el cumplimiento del deber? Como mínimo, una actitud responsable. Independientemente de los problemas y las dificultades a encarar, la persona debería buscar los principios-verdad, entender las condiciones requeridas en la casa de Dios y saber qué resultados se han de obtener a través del cumplimiento de sus deberes. Si uno es capaz de comprender estos tres puntos, le resultará sencillo cumplir su deber adecuadamente. No importan los deberes que se cumplan, si, en primer lugar, comprenden los principios y los requerimientos de la casa de Dios y conocen los resultados que deben obtener, ¿acaso no disponen de una senda para cumplirlos? Por tanto, es muy importante la actitud de cada cual en el momento de llevarlos a cabo. Aquellos que no aman la verdad cumplen sus deberes de un modo superficial: no muestran la actitud adecuada, nunca buscan los principios-verdad, no piensan en los requerimientos de la casa de Dios ni en los resultados que han de obtener. ¿Cómo podrían cumplir sus deberes del modo adecuado? Si crees en Dios con sinceridad, cuando obras con superficialidad, debes orar a Dios, reflexionar y conocerte a ti mismo; debes rebelarte contra tus actitudes corruptas, trabajar duro en los principios-verdad y esforzarte por cumplir con los estándares requeridos por Él. Así, al cumplir tu deber, poco a poco satisfarás los requerimientos de la casa de Dios. En realidad, no es muy difícil cumplir bien el deber. Solo es cuestión de tener conciencia y razón, de ser recto y diligente. Hay muchos no creyentes que trabajan con ahínco y, por ende, llegan a tener éxito. No saben nada de los principios-verdad, así que ¿cómo terminan haciéndolo todo tan bien? Porque son cautos y diligentes, por lo que pueden trabajar con ahínco y ser meticulosos y, de esta forma, hacen las cosas fácilmente. Ningún deber de la casa de Dios es muy difícil. Mientras te vuelques de corazón en él y hagas tu mejor esfuerzo, puedes hacer un buen trabajo. Si no eres recto ni diligente en nada de lo que haces, si siempre procuras ahorrarte problemas, si siempre eres superficial y sales del paso en todo, si no cumples bien el deber, lías las cosas y, con ello, perjudicas a la casa de Dios, significa que estás haciendo el mal, y esto se convertirá en una transgresión que Dios detesta. En los momentos clave de la difusión del evangelio, si no logras buenos resultados en tu deber y no desempeñas un papel positivo, o si causas trastornos y perturbaciones, por supuesto que Dios te detestará y te descartará, y perderás tu oportunidad de salvación. ¡Lo lamentarás eternamente! Tu única oportunidad de salvación es que Dios te enaltezca por llevar a cabo tu deber. Si eres irresponsable, te lo tomas a la ligera y eres superficial, esa es la actitud con la que consideras la verdad y a Dios. Si no eres mínimamente sincero ni sumiso, ¿cómo podrás recibir la salvación de Dios? El tiempo es auténtico oro en este momento; cada día y cada minuto son cruciales. Si no buscas la verdad, si no te centras en la entrada en la vida, si eres superficial y engañas a Dios en tu deber, ¡es realmente irrazonable y peligroso! En cuanto Dios te deteste y te descarte, el Espíritu Santo ya no obrará en ti y no habrá vuelta atrás. En ocasiones, una persona puede arruinar su vida en un instante. A veces, al pronunciar una sola palabra ofensiva para el carácter de Dios, la persona será revelada y descartada: ¿acaso no es algo que puede suceder en cuestión de minutos? Lo mismo sucede con quienes, a pesar de cumplir sus deberes, se comportan de modo irresponsable, muestran una conducta negligente y actúan con desenfreno constantemente. En esencia, son no creyentes e incrédulos y, no importa lo que hagan, estropean las cosas. Como resultado, esa gente no solo trae pérdidas a la casa de Dios, sino que pierde su oportunidad de salvación. Así, se le revoca su permiso para cumplir sus deberes. Eso implica que ha sido desenmascarada y descartada, lo cual es una pena. Algunos se quieren arrepentir, pero ¿creéis que tendrán una oportunidad? Una vez descartados pierden la posibilidad. Y, una vez abandonados por Dios, les resultará casi imposible redimirse.
¿A qué clase de personas salva Dios? Se podría decir que todas ellas tienen conciencia y razón, y son capaces de aceptar la verdad, pues solo aquellas que tienen conciencia y razón pueden aceptar y atesorar la verdad y, siempre que la comprendan, practicarla. Las personas inconscientes e irracionales son las que carecen de humanidad; coloquialmente decimos que carecen de virtud. ¿Cuál es la naturaleza de la ausencia de virtud? Una naturaleza sin humanidad, indigna de ser denominada humana. Como dice el refrán, se puede carecer de todo menos de virtud; se deja de ser humano para ser una bestia con forma humana. Fíjate en esos demonios y reyes diablos que solo hacen cosas para resistirse a Dios y hacer daño a Su pueblo escogido. ¿No carecen de virtud? Verdaderamente, sí. Sin duda, la gente que hace muchas cosas carentes de virtud se enfrentará al castigo. Quienes carecen de virtud carecen de humanidad; ¿cómo podrían cumplir bien sus deberes? No son dignos de cumplir deberes porque son bestias. Los carentes de virtud no cumplen bien ningún deber. Esos no merecen ser llamados humanos. Son bestias, bestias con forma humana. Solo quienes poseen conciencia y razón pueden abordar los asuntos humanos, ser fieles a su palabra, dignos de confianza y recibir el apelativo de “caballero íntegro”. La expresión “caballero íntegro” no se emplea en la casa de Dios. En vez de eso, en la casa de Dios se requiere que las personas sean honestas, pues esa es la verdad. Solo las personas honestas son dignas de confianza, tienen conciencia y razón y son dignas de ser llamadas humanos. Si una persona puede aceptar la verdad al cumplir sus deberes y actuar según los principios, llevando a cabo sus deberes del modo adecuado, entonces se trata de alguien realmente honesto y digno de confianza. Y quienes pueden obtener la salvación de Dios son personas honestas. Ser una persona honesta y digna de confianza no tiene que ver con tus habilidades o tu apariencia, y mucho menos con tu aptitud, capacidad o dones. Basta con que aceptes la verdad, actúes con responsabilidad, tengas conciencia y razón y te sometas a Dios. No importa qué capacidades posea una persona, lo verdaderamente importante es si carece o no de virtud. Una vez que alguien carece de virtud, ya no se le puede considerar humano, sino, más bien, una bestia. Aquellos descartados de la casa de Dios lo son porque carecen de humanidad y virtud. Por tanto, la gente que cree en Dios debe ser capaz de aceptar la verdad, ser honesta o, al menos, poseer conciencia y razón, ser capaz de ejecutar bien sus deberes y cumplir con la comisión de Dios. Solo esas personas pueden obtener la salvación de Dios; son quienes creen en Él con sinceridad y con igual sinceridad se dedican a Él. Estas son las personas a las que Dios salva.
Al hacer cosas y cumplir vuestros deberes, ¿examináis con frecuencia vuestro comportamiento y vuestras intenciones? (Casi nunca). Si casi nunca te examinas, ¿puedes reconocer tus actitudes corruptas? ¿Puedes entender tu verdadero estado? Si de verdad revelas actitudes corruptas, ¿cuáles serán las consecuencias? Debes tener muy claras todas esas cosas. Si uno no se examina y, por norma general, hace cosas de un modo superficial, sin seguir ni el menor de los principios, obtendrá como resultado la comisión de muchos males, será desenmascarado y descartado. ¿No es una consecuencia grave? Examinarse a uno mismo es el modo de resolver este problema. Decidme, cuando las corrupciones humanas están enraizadas, ¿es aceptable no hacer introspección casi nunca? ¿Se pueden cumplir bien los deberes sin buscar la verdad para resolver las actitudes corruptas de uno? Si no se resuelven esas actitudes corruptas, es fácil hacer las cosas mal, vulnerar los principios e incluso cometer maldades. Si nunca te examinas, eso supondrá un problema, pues no eres diferente a un no creyente. ¿Acaso no se descarta a mucha gente solo por esa razón? Al perseguir la verdad, ¿cómo debe practicar uno para alcanzarla? Lo importante es examinarse con frecuencia mientras se cumplen los deberes, reflexionando acerca de si uno ha vulnerado los principios, si ha revelado corrupción y si tiene malas intenciones. Si reflexionas acerca de ti mismo según las palabras de Dios y ves cómo se aplican estas en tu caso, te resultará fácil conocerte a ti mismo. Si reflexionas de ese modo acerca de ti mismo, poco a poco resolverás tus actitudes corruptas y superarás con facilidad ideas perversas e intenciones y motivaciones malvadas. Si solo te examinas después de que algo haya salido mal, de cometer un error o de llevar a cabo una maldad, entonces es demasiado tarde. Las consecuencias ya se han producido y eso constituye una transgresión. Si cometes demasiadas maldades y solo te examinas una vez que has sido descartado, será demasiado tarde y lo único que podrás hacer será llorar y rechinar los dientes. Aquellos que de verdad creen en Dios pueden cumplir sus deberes: esa es la exaltación y bendición de Dios, y constituye una oportunidad que debes valorar. Por lo tanto, es de crucial importancia que reflexiones con frecuencia sobre ti mismo al cumplir tus deberes. Uno debe examinarse a menudo y examinar todas las cosas. Uno debe examinar las intenciones y el estado de cada cual, observar si vive ante Dios, si las intenciones que hay detrás de sus acciones son las adecuadas, y si los motivos y el origen de esas acciones pueden sostenerse ante la inspección de Dios y someterse a Su escrutinio. A veces, la gente considera que buscar la verdad mientras afronta dificultades en el cumplimiento de sus deberes resulta pesado. Piensa: “Con esto bastará. Ya está bien”. Eso refleja la actitud de una persona en relación con los asuntos y su mentalidad respecto a sus deberes. Esa mentalidad es un tipo de estado. ¿Y qué estado es ese? ¿Acaso no es abordar los deberes sin un sentido de responsabilidad, algo así como una actitud superficial? (Sí). Dada la existencia de tan grave problema, no examinarse a uno mismo es muy peligroso. Algunas personas muestran indiferencia frente a ese estado. Piensan: “Es normal ser un poco superficial. Así es la gente. ¿Cuál es el problema?”. ¿No se confunden esas personas? ¿No es demasiado peligroso que alguien vea las cosas de ese modo? Mirad a los que son descartados. ¿Acaso no realizan siempre sus deberes de modo superficial? Eso es lo que sucede cuando uno es superficial. Tarde o temprano, las personas que caen con facilidad en la superficialidad acaban fracasando, y se niegan a cambiar su actitud hasta que no se encuentran a las puertas de la muerte. Cumplir los deberes de modo superficial supone un problema serio y, si no puedes reflexionar bien acerca de ti mismo ni buscar la verdad para resolver los problemas, sin duda será extremadamente peligroso, ya que podrás ser descartado en cualquier momento. Si existe un problema tan grave y, a pesar de ello, no te examinas a ti mismo ni buscas la verdad para resolverlo, te dañarás y fracasarás, y llegará el día en que serás descartado, y entonces comenzarás a llorar y a rechinar los dientes, pero ya será demasiado tarde.
Fragmento 33
Algunas personas no saben cómo experimentar la obra de Dios y tampoco saben cómo aplicar Sus palabras en el cumplimiento de sus deberes ni en la vida real. Siempre confían en asistir a muchas reuniones para ganar la verdad y crecer en la vida. Sin embargo, esto es poco realista y es un argumento que hace agua. La vida se gana experimentando las palabras de Dios y experimentando el juicio y el castigo. Quienes saben cómo experimentar Su obra son capaces, más allá del deber que cumplan, de comprender y practicar la verdad, de aceptar que se los pode, de entrar en la realidad-verdad, de lograr un cambio en su carácter y de ser perfeccionados por Dios en el cumplimiento de sus deberes. Quienes son holgazanes y avaros de comodidades no están dispuestos a llevar a cabo los deberes y no experimentan la obra de Dios cuando cumplen con ellos, y reclaman sin cesar que la casa de Dios les provea de reuniones, sermones y charlas sobre la verdad. Como consecuencia, después de diez o veinte años de creer y luego de haber escuchado innumerables sermones, siguen sin comprender la verdad y siguen sin ganarla. No saben cómo experimentar la obra de Dios, no comprenden qué es creer en Dios y no saben cómo experimentar la palabra de Dios para conocerse a sí mismos y ganar la verdad y la vida. Son personas que tienen ansias de comodidades y evitan llevar a cabo sus deberes; por lo tanto, se las pone en evidencia y descarta por la manera en la que los llevan a cabo. Ahora bien, todas esas personas que ejecutan sus deberes con satisfacción y que le dan importancia a la búsqueda de la verdad tienen alguna entrada en la vida cuando cumplen con sus deberes, reflexionan para conocerse a sí mismas cuando revelan corrupción, y cuando se enfrentan a dificultades en el cumplimiento de sus deberes, buscan la verdad y comparten sobre esta para resolver los problemas. Sin darse cuenta, después de cumplir con sus deberes durante varios años, cosechan recompensas claras, son capaces de hablar acerca de algún testimonio vivencial, poseen cierto conocimiento de la obra de Dios y de Su carácter, y, de este modo, logran cambios en su carácter-vida. Actualmente, en todas partes las iglesias se están purgando de personas malvadas y de quienes causan trastornos y perturbaciones. Quienes permanecen son, por lo general, aquellas personas que son capaces de persistir en el cumplimiento de sus deberes, que tienen cierto grado de lealtad y que le dan importancia a la búsqueda de la verdad para resolver los problemas. Son la clase de personas que logran mantenerse firmes en su testimonio. Debéis aprender a aplicar las palabras de Dios en la vida real y en los deberes que lleváis a cabo, practicándolas y haciendo uso de ellas, y luego, cuando surjan los problemas y las dificultades, debéis buscar la verdad para resolverlos. Además, debéis aprender a considerar las intenciones de Dios cuando ejecutéis vuestros deberes y debéis esforzaros en practicar la verdad y en manejar las situaciones según los principios, cualquiera que sea el asunto. Debéis aprender a practicar el amor hacia Dios y, con un corazón amante de Dios, considerar Su carga y llegar a un punto en el que podáis satisfacerlo. Únicamente estas personas aman a Dios de verdad. Si actúas de esta manera, incluso si no comprendes la verdad del todo, seguirás siendo capaz de llevar a cabo tus deberes de forma adecuada y no solo podrás corregir tu actitud superficial, sino que también aprenderás a poner en práctica el amor hacia Dios, a someterte a Él y a satisfacerlo en el cumplimiento de tus deberes; esta es la enseñanza de la entrada en la vida. Si logras practicar la verdad y actuar de esta manera según los principios, cualquiera que sea el asunto, entonces entrarás en la realidad-verdad y tendrás una entrada en la vida. Sin importar cuán ocupado estés al llevar a cabo tus deberes, cuando cosechas los frutos de la entrada en la vida, cuando creces en la vida y cuando te sometes a la instrumentación y disposición de Dios, encuentras gozo en el cumplimiento de tus deberes. No te sentirás cansado, más allá de lo atareado que te encuentres. Tu corazón siempre estará feliz y en paz, y te sentirás especialmente enriquecido y tranquilo. Sin importar las dificultades que puedan surgir, si vas en busca de la verdad, el Espíritu Santo te brindará esclarecimiento y te guiará. En ese momento, recibirás la bendición de Dios. Además, independientemente de que estés o no ocupado mientras cumples con tus deberes, es importante que realices, de forma ocasional, ejercicios adecuados y actividades físicas razonables, ya que estos fomentan la circulación, contribuyen a mantener los niveles de energía elevados y son efectivos al momento de prevenir ciertas enfermedades ocupacionales. Esto es muy beneficioso para el buen cumplimiento de tus deberes. Por lo tanto, cuando lleves a cabo tus deberes, si logras aprender muchas lecciones, comprender muchas verdades, conocer a Dios en verdad y, al final, temer a Dios y rechazar el mal, entonces estarás en completa consonancia con Sus intenciones. Si eres capaz de alcanzar el amor hacia Dios, de dar testimonio de Él y de lograr la unidad de corazón y voluntad con Dios, estarás en camino a ser perfeccionado por Él. Estas son las personas que reciben la bendición de Dios, ¡y es una dicha extraordinaria! Si te entregas a Dios de forma genuina, recibirás, sin duda alguna, bendiciones abundantes de Su parte. ¿Es posible que quienes no se entregan a Dios y no cumplen con sus deberes conquisten la verdad? ¿Esas personas son capaces de alcanzar la salvación? Es difícil saberlo. La bendición solo se gana al ejecutar los propios deberes y al experimentar la obra de Dios. Es en el transcurso del cumplimiento de los propios deberes que se aprende a experimentar la obra de Dios, a experimentar el juicio y el castigo, las pruebas y el refinamiento, y a ser podados. Esto es lo que más merece la pena ser bendecido. Siempre que uno ame la verdad y la persiga, con el tiempo, la ganará, cambiará su carácter-vida, obtendrá la aprobación de Dios y se convertirá en alguien bendecido por Él.
Algunas personas no buscan la verdad frente a situaciones que les ocurren durante el transcurso de sus deberes y viven siempre según sus propias nociones y figuraciones, actúan de acuerdo con las preferencias personales y siguen su propio deseo a ciegas. Como consecuencia, cometen muchos errores y retrasan el trabajo de la iglesia. Cuando se enfrentan a la poda, siguen sin aceptar la verdad y persisten en su comportamiento caprichoso e imprudente. Por lo tanto, se pierden la obra del Espíritu Santo y su fe en Dios se vuelve confusa y termina envuelta en la oscuridad. A ciertas personas les gusta la fama y la ganancia, y aspiran a conseguir un estatus; se mantienen ocupadas con esto sin tener en cuenta las intenciones de Dios ni aceptar las enseñanzas sobre la verdad. Con el tiempo, se las pone en evidencia y se las descarta, y caen en la oscuridad. Algunos creyentes reconocen la encarnación de Dios; sin embargo, dentro suyo, siguen creyendo únicamente en el Dios celestial y en Su Espíritu. Tienen nociones constantes sobre el Dios práctico e intentan proteger su corazón de Él, con el temor de que Dios llegue a comprender quiénes son en verdad. Siempre que pueden, evitan a Dios y cuando se encuentran con Él, lo miran como si se tratara de un desconocido. Como consecuencia, incluso después de ser creyentes durante varios años, no han ganado nada y no tienen ni un poco de fe en Él. Son iguales a los incrédulos. Y esto se debe por completo a que no persiguen la verdad. Algunas personas siempre quieren ver al Dios práctico. Anhelan complacer a Dios y que Él les eleve el estatus, para que puedan andar mandando a todos en la iglesia. De esta manera, y debido a su deshonestidad, a su falta de sinceridad, a que no dejan de analizar el semblante de Dios y a que especulan acerca de lo que Él quiere decir, Dios los rechaza. Él ya no quiere ver a personas así. ¿Con qué finalidad creen en Dios? Si Dios habla de tantas verdades, ¿por qué siguen analizándolo? Si tienen fe en Dios, ¿por qué no persiguen la verdad? ¿Por qué tienen una ambición y deseo constantes, y van en pos de la fama, la ganancia, el estatus, los beneficios y las ventajas? Albergan razones maliciosas para creer en Dios y los demás los consideran indescifrables. Todos estos son comportamientos propios de los incrédulos. En su sentido estricto, todos aquellos que creen en Dios, pero que no pueden aceptar la verdad son incrédulos. Solo aquellas personas que persiguen la verdad, que se esfuerzan por cumplir bien con sus deberes y que intentan complacer a Dios creen genuinamente en Él y son capaces de alcanzar Su aprobación.
Ahora bien, cada día y cada año de vuestra vida tiene valor. ¿En qué radica este valor? Cuando una persona comparece ante el Creador, lleva a cabo su deber como un ser creado y gana la verdad del Creador, se vuelve útil ante los ojos de Dios. ¿Acaso contribuir con tus humildes esfuerzos al plan de gestión de Dios no es lo que brinda valor a cada día de tu vida? (Sí). Este es el valor de cada día de la vida, ¡y es algo preciado! Si todos los días de tu vida tienen esa clase de valor, ¿qué es un poco de sufrimiento o enfermedades en el cumplimiento de tus deberes? Las personas no deberían quejarse. Han ganado tanto al estar en presencia de Dios; disfrutan de gracias y bendiciones inadvertidas y de una protección oculta que superan todo lo que puedan ver o imaginar. Han recibido tanto, ¿qué importa una enfermedad menor? ¿Acaso no es esa la lección que deberían aprender? Si a través de la enfermedad se puede entender la verdad, alcanzar la sumisión a Dios y satisfacerlo, ¿no es esta otra bendición de Su parte? Entre aquellos que andan ganándose la vida en este mundo, ¿quién no experimenta dolencias físicas? ¿A quién le importa si padecen una enfermedad? A nadie le importa, nadie pregunta y nadie les brindará ninguna certeza. Vosotros, que lleváis a cabo vuestros deberes en la casa de Dios, ¿tenéis certeza? (Sí). Quienes se entregan a Dios de forma genuina tienen certeza y reciben Sus bendiciones. ¿Qué clase de certeza veis e identificáis? (Las tendencias malvadas del mundo ya no me influyen ni me envenenan; he evitado el acoso y el daño de los no creyentes, y tengo la protección y la bendición de Dios en todo. El gran dragón rojo ya no se apoderará de mí ni me perseguirá. Viviré en la casa de Dios, me relacionaré con otros hermanos y hermanas, y mi corazón estará lleno de paz, gozo y tranquilidad. Todos los días beberé y comeré la palabra de Dios y las enseñanzas sobre la verdad, y mi corazón brillará cada vez más. Luego de comprender la verdad, mi corazón siente un gozo especial, mi espíritu alcanza libertad y liberación, y las personas malvadas y falsas ya no me engañan ni me hacen daño. Además, después de ser testigo de la protección y las bendiciones de Dios, ya no tengo miedo cuando llegan los desastres, mi corazón está tranquilo y en paz. He dejado de lado las preocupaciones sobre asuntos tales como si se satisfarán mis necesidades básicas en el futuro y si alguien me mantendrá cuando llegue a la vejez. ¡Vivir en presencia de Dios es verdaderamente una bendición y una dicha!). Lo que estáis probando ahora es limitado, pero luego de que llegue el gran desastre, comprenderéis y veréis muchas cosas con claridad. Todo esto es la protección de Dios y Sus bendiciones. Hoy en día, aunque a veces experimentéis ser podados, soportéis las pruebas y el refinamiento, y el juicio y el castigo de Dios, y os sintáis mal por Sus palabras, este es el sufrimiento para alcanzar la salvación y ser perfeccionados, no es igual al sufrimiento de los no creyentes. Lo más importante es que mediante el cumplimiento de tus deberes en la casa de Dios, te conviertes en un ser creado útil y vives una vida con valor y sentido, en lugar de vivir para la carne y para Satanás, vives para perseguir la verdad y para satisfacer a Dios. Durante el transcurso del cumplimiento de tus deberes, logras comprender muchas verdades y las intenciones de Dios. Esto es algo muy preciado. Luego de comprender la verdad, de entrar en la realidad-verdad y de ganar la verdad como parte de tu vida, estarás viviendo en presencia de Dios y estarás viviendo en la luz. Estás cumpliendo con tus deberes todos los días, y cada día de tu vida tiene sus recompensas y su valor. También has ganado la verdad y vives en presencia de Dios. ¿Esto es tener certeza? (Sí). ¿Cuál es la certeza? (No ser capturado por Satanás). Además de no ser capturado por Satanás, ¿qué es incluso más fundamental? Dios te ha creado como ser humano y ahora eres capaz de llevar a cabo tu deber, comprender Sus intenciones, alcanzar la realidad-verdad, seguir Su camino y vivir de acuerdo con Sus intenciones. Dios te aprueba, y esta es la certeza y garantía que tienes de que Dios no te destruirá. ¿Acaso este no es tu capital de vida? Sin esto, ¿estás cualificado para seguir viviendo? (No). ¿Cómo se obtiene esta cualificación? ¿Acaso no es siendo capaz de cumplir con los deberes de un ser creado, de satisfacer las intenciones de Dios y de seguir Su camino, así como también siendo capaz de ganar la realidad-verdad y de tratar la palabra de Dios como a la propia vida? (Sí). Es gracias a estas cosas que logras adorar a Dios y ante Sus ojos eres un ser creado adecuado. ¿Cómo podría Él no regocijarse en ti? ¿A quiénes quiere destruir Dios? ¿Qué clase de seres creados son esas personas? (Malhechores). Todos aquellos que son malvados se resisten a Dios y tienen una actitud hostil hacia Él; son enemigos de Dios y serán los primeros en ser destruidos. Los anticristos que luchan contra Dios para alcanzar un estatus, los incrédulos, quienes sienten aversión por la verdad, quienes son hostiles hacia Dios, quienes no persiguen la verdad y se oponen a Dios hasta el final, y quienes no pueden cumplir de ninguna manera con sus deberes como seres creados: esas son las personas a las que Dios quiere destruir. Algunas personas que no llevan a cabo sus deberes son incrédulos. Otras, si bien cumplen con sus deberes, son siempre superficiales, son capaces de hacer el mal y causar perturbaciones, y se resisten y oponen a Dios. ¿Esas personas pueden considerarse seres creados adecuados ante los ojos de Dios? (No). ¿Cuál será el desenlace definitivo de los seres creados que no se consideran adecuados? (Dios los descartará y los destruirá). ¿Las vidas de los seres creados que no son considerados adecuados tienen algún valor? (No). Puede que piensen “Mi vida tiene valor. Quiero vivir. ¡Puedo hacer cosas buenas en mi vida!”. Sin embargo, ante los ojos de Dios no pueden ni siquiera llevar a cabo su deber básico como seres creados. Si no pueden cumplir con su deber de forma adecuada, ¿su vida vale la pena? ¿Su existencia tiene algún valor? Si su existencia no tiene ningún valor, entonces, ¿Dios sigue queriéndolos? (No). ¿Qué hará Dios? Los descartará. Los casos más leves se apartarán y se entregarán a diablos impuros y a espíritus malignos, mientras que los casos graves serán castigados y aquellos aún más graves serán destruidos.
Fragmento 34
Hay quienes no están dispuestos a sufrir en absoluto en el deber, que siempre se quejan cada vez que se topan con un problema y que se niegan a pagar un precio. ¿Qué actitud es esa? Una actitud superficial. Si cumples con el deber de forma superficial, y lo abordas con una actitud irreverente, ¿cuál será el resultado? Cumplirás el deber de manera deficiente, aunque sepas hacerlo bien: tu desempeño no estará a la altura y Dios estará muy disgustado con la actitud que demuestras hacia el deber. Si hubieras sido capaz de orar a Dios, de buscar la verdad y de poner todo tu corazón y toda tu mente en ello, si hubieras podido cooperar así, Dios lo habría preparado todo para ti de antemano, para que, cuando tú te ocuparas de los asuntos, todo encajara en su lugar y obtuvieras buenos resultados. No necesitarías dedicar una enorme cantidad de energía; si hicieras tu mayor esfuerzo en cooperar, Dios ya lo habría dispuesto todo para ti. Si eres evasivo y holgazán, si no atiendes debidamente tu deber y siempre vas por la senda equivocada, Dios no actuará sobre ti; perderás esta ocasión y Dios dirá: “No sirves para nada; no puedo usarte. Apártate. Te gusta ser ladino y holgazán, ¿verdad? Te gusta ser perezoso y tomártelo con calma, ¿no? ¡Pues tómatelo con calma para siempre!”. Dios concederá esta gracia y esta oportunidad a otra persona. ¿Qué opináis? ¿Esto es una pérdida o una ganancia? (Una pérdida). ¡Una enorme pérdida!
Dios perfecciona a aquellos que verdaderamente le aman, y a todos aquellos que persiguen la verdad en una variedad de entornos diferentes. Él permite que la gente experimente Sus palabras a través de diferentes entornos o pruebas, para que así consigan un entendimiento de la verdad, un auténtico conocimiento de Él, y que en última instancia, alcancen la verdad. Si experimentas la obra de Dios de esta manera, el carácter-vida cambiará y serás capaz de alcanzar la verdad y la vida. ¿Cuánto habéis conseguido en todos estos años de experiencia? (Mucho). Por lo tanto, ¿no merece la pena soportar un poco de sufrimiento y pagar un pequeño precio cuando cumples con tu deber? ¿Qué es lo que has conseguido a cambio? Has entendido mucho de la verdad. ¡Este es un tesoro incalculable! ¿Qué quiere conseguir la gente al creer en Dios? ¿No se trata de alcanzar la verdad y la vida? ¿Crees que puedes alcanzar la verdad sin experimentar estos entornos? De ninguna manera. Si cuando te encuentras con algunas dificultades especiales o te hallas ante determinados entornos, tu actitud consiste siempre en evitarlos o huir de ellos para intentar desesperadamente rechazarlos y librarte de ellos; si no quieres ponerte a merced de las instrumentaciones de Dios, te resistes a someterte a Sus instrumentaciones y disposiciones y no quieres dejar que la verdad se ocupe de ti; si siempre quieres tener la sartén por el mango y controlar todo lo relativo a ti de acuerdo con tu carácter satánico, entonces, las consecuencias serán que, tarde o temprano, con seguridad, Dios te dejará a un lado o te entregará a Satanás. Si la gente entiende este tema, debe dar la vuelta rápidamente y seguir su camino en la vida de acuerdo con la senda correcta que Dios exige. Esta es la senda correcta, y cuando la senda es correcta, esto quiere decir que la dirección es la correcta. Es posible que haya baches en el camino y dificultades durante este periodo, es posible que tropiecen o que a veces se sientan algo insatisfechos y se vuelvan negativos durante unos días. Siempre y cuando sean capaces de persistir en el cumplimiento de su deber y no posterguen las cosas, todos estos problemas serán insignificantes, pero deben estar prestos a reflexionar sobre sí mismos, buscar la verdad para solucionar estos problemas y de ninguna manera caer en la procrastinación, tirar la toalla o renunciar a su deber. Esto es crucial. Si piensas para ti, “ser negativo y débil no es tan grave; es una cuestión interna. Dios no sabe nada sobre esto. Y teniendo en cuenta lo que he sufrido en el pasado y los precios que he pagado, sin duda Él será indulgente conmigo”, y si esta debilidad y negatividad continúan y no buscas la verdad ni aprendes ninguna lección de los entornos que Dios ha orquestado para ti, perderás tus oportunidades una y otra vez, y como resultado de ello, desaprovecharás, sabotearás y arruinarás todas las oportunidades con las que Dios intentaba perfeccionarte. ¿Cuáles serán las consecuencias de esto? Tu corazón se volverá cada vez más oscuro, dejarás de sentir a Dios en tus oraciones y te volverás negativo hasta el punto de que tus pensamientos estarán llenos de maldad y traición. Entonces, estarás atrapado por una tristeza extrema, sintiéndote totalmente impotente y profundamente abatido. Sentirás que no tienes senda ni dirección, y que no ves ninguna luz ni encuentras ninguna esperanza. ¿Resulta agotador vivir de esta manera? (Sí, así es). Aquellos que no caminan por la senda iluminada de la búsqueda de la verdad vivirán por siempre bajo el poder de Satanás, en pecado y oscuridad perpetuos, y sin esperanza. ¿Sois capaces de entender el sentido de estas palabras? (Debo buscar la verdad y cumplir con mi deber con todo mi corazón y mi mente). Cuando se te presenta y se te confía un deber, no pienses en cómo evitar afrontar la dificultad; si algo es difícil de abordar, no lo dejes de lado y lo ignores. Debes afrontarlo directamente. En todo momento debes recordar que Dios está con la gente, y que esta solo necesita orar y buscar en Dios ante cualquier dificultad, y que con Él nada es difícil. Así debe ser tu fe. Dado que crees que Dios es el Soberano sobre todas las cosas, ¿por qué sigues teniendo miedo cuando te sucede algo, y sientes que no tienes nada en lo que confiar? Esto demuestra que no confías en Dios. Si no le tomas a Él como tu soporte y tu Dios, entonces, no es tu Dios. En la vida real, independientemente de las situaciones a las que te enfrentes, debes ir ante Dios con frecuencia para orar y buscar la verdad. Incluso si entiendes la verdad y avanzas un poco respecto a solo un determinado asunto cada día, ¡no habrá sido tiempo perdido! ¿Cuánto tiempo cada día eres capaz de ponerte ante Dios en este momento? ¿Cuántas veces te pones ante Dios cada día? ¿Has logrado algún resultado? Si una persona rara vez se pone ante Dios, su espíritu se secará y se volverá muy oscuro. Cuando todo marcha bien, la gente se aleja de Dios y hace caso omiso de Él, y solo le busca cuando surgen las dificultades. ¿Es esto creer en Dios? ¿Es esto experimentar la obra de Dios? Estas son las manifestaciones de los incrédulos. Con esta forma de creer en Dios es imposible alcanzar la verdad y vida.
Cuando las personas no entienden o no practican la verdad, a menudo viven en medio de las actitudes corruptas de Satanás. Viven inmersas en distintas trampas satánicas, pensando en su propio futuro, orgullo, estatus y otros intereses, y rompiéndose la cabeza respecto de estas cosas. Pero si aplicas esta actitud a tu deber, a buscar y perseguir la verdad, entonces la obtendrás. Por ejemplo, te rompes la cabeza para conseguir un insignificante logro personal, lo piensas con todo detalle y meticulosidad, planificando todo a la perfección, empleando una enorme cantidad de esfuerzo mental y energía en ello. Si emplearas esta misma cantidad de energía en cumplir con tu deber y en buscar la verdad para solucionar problemas, verías que Dios tiene una actitud diferente hacia ti. La gente se queja constantemente sobre Dios: “¿Por qué es bueno con los demás pero no conmigo? ¿Por qué nunca me esclarece a mí? ¿Por qué soy siempre débil? ¿Por qué no soy tan bueno como ellos?”. ¿Por qué pasa esto? Dios no muestra favoritismos. Si tú no te pones ante Dios y siempre quieres resolver por ti mismo las cosas que te suceden, Él no te esclarecerá. Aguardará hasta que tú vayas a orarle y rogarle, y entonces te lo concederá. ¿Qué tipo de personas le gustan a Dios? ¿Qué es lo que Dios espera que la gente pida? ¿Quiere que le pidan dinero, comodidades, fama, ganancia y placer como esa gente carente de vergüenza? A Dios no le gusta que la gente le pida esas cosas. Aquellos que buscan que Dios les dé esas cosas no tienen vergüenza, son lo más bajo de todas las personas, y Dios no los quiere. Él quiere a la gente que es capaz de despertar del pecado, y de buscar la verdad en Él y aceptarla; este es el tipo de personas que Él encuentra aceptable. Deberías orar de la forma siguiente: “Oh Dios, he sido corrompido profundamente por Satanás, y con frecuencia vivo inmerso en mis actitudes corruptas. Soy incapaz de vencer las diversas tentaciones por conseguir reputación y estatus y no sé cómo gestionarlas. Carezco de entendimiento de los principios-verdad. Te ruego que me esclarezcas y me guíes”, y “estoy dispuesto a cumplir con mi deber, pero siento que soy incompetente; porque por una parte, mi estatura es demasiado escasa, y por otra parte, carezco de entendimiento en este tema. Me preocupa no hacer bien las cosas. Te ruego que me guíes y me ayudes”. Dios está aguardando a que vengas y busques la verdad. Cuando vayas ante Dios buscando con auténtica sinceridad, Él te esclarecerá y te iluminará y entonces tendrás una senda y sabrás cómo cumplir con tu deber. Si siempre realizas un esfuerzo en lo que respecta a la verdad, y expones ante Dios tu verdadero estado en tus oraciones y le pides Su guía y Su gracia, entonces, de esta forma, poco a poco, entenderás y practicarás la verdad y lo que vivas tendrá semejanza humana, humanidad normal y la realidad-verdad. Si no eres considerado con las intenciones de Dios y no buscas la verdad, y a menudo planeas, contemplas, dedicas tiempo y esfuerzo e incluso das la vida por tus diversos intereses, haciendo todo lo que sea necesario por ellos, entonces podrías ganarte el respeto de la gente, así como diferentes beneficios y formas de orgullo. Pero ¿qué es más importante, estas cosas o la verdad? (La verdad). La gente entiende esta doctrina, pero no persigue la verdad: valora sus propios intereses y estatus. Entonces, ¿lo entiendes realmente o esta comprensión es falsa? (Es una comprensión falsa). De hecho, son necios. No ven el asunto con claridad. Cuando sean capaces de verlo con claridad, habrán ganado un poco de estatura. Esto requiere que persigan la verdad, que dediquen esfuerzo a la palabra de Dios. No pueden ser torpes y descuidados. Si no persigue la verdad y llega el día en que Dios diga: “Dios ha terminado de pronunciar Sus palabras, no desea decirle nada más a esta humanidad ni hacer nada más, y ha llegado el momento de inspeccionar el trabajo del hombre”, entonces tu destino es ser descartado. Da igual lo grandes que sean tus puntos de apoyo, cuántos dones y talentos poseas, la educación que hayas recibido, ni cuánto prestigio tengas o lo destacada que sea tu posición en este mundo, ninguna de estas cosas te servirá de nada. Ese día te darás cuenta del incalculable valor y la importancia de la verdad, entenderás que si no has alcanzado la verdad, no tienes nada que hacer con Dios y sabrás lo lamentable y trágico que es creer en Dios sin alcanzar la verdad. Hoy día, mucha gente tiene ya una vaga idea de esto en sus corazones, pero este sentimiento no ha despertado todavía la determinación en ellos de perseguir la verdad. No han percibido en lo profundo de sus corazones el valor e importancia de la verdad. Un poco de conciencia no es suficiente; uno debe realmente ver la esencia de este asunto con claridad. Cuando hagas eso, sabrás qué aspecto de la verdad emplear para solucionar este problema. Solo la verdad puede resolver las diversas dificultades a las que se enfrenta la gente, y solucionar sus diversos pensamientos distorsionados, su estrechez de miras, su carácter depravado, así como los diferentes problemas que tienen que ver con la corrupción. Solo persiguiendo la verdad y utilizándola continuamente para solucionar problemas serás capaz de librarte de tus actitudes corruptas y lograr la sumisión a Dios. Si solo confías en los métodos humanos y en el control humano para solucionar los problemas que se te presenten, nunca serás capaz de resolver estas dificultades y actitudes corruptas. Algunas personas dicen, “Si leo más la palabra de Dios, y dedico varias horas al día a su lectura, ¿seré capaz de lograr definitivamente un cambio de carácter?”. Depende de cómo leas la palabra de Dios y de si eres capaz de entender la verdad y de ponerla en práctica. Si simplemente te dedicas a leer la palabra de Dios sin más y no persigues la verdad, entonces, no alcanzarás la verdad, y si no alcanzas la verdad, el carácter-vida no cambiará de ninguna manera. En resumen, uno debe sin duda perseguir la verdad y debe perseguir la verdad y practicarla con el fin de lograr un cambio de carácter. Si simplemente leemos la palabra de Dios sin practicar la verdad, nunca funcionará. Ser como los fariseos, quienes estaban especializados en predicar la palabra de Dios a los demás y en decirles cómo ponerla en práctica, pero sin hacerlo ellos mismos, es la senda equivocada. Dios exige que la gente lea Su palabra más para que entiendan la verdad, la practiquen y vivan la realidad-verdad. La petición de Dios a la gente de que entre en la realidad-verdad, siga Su camino y avance por la senda correcta de la vida en la búsqueda de la verdad está relacionada directamente con Su exigencia de que la gente ponga en práctica el darlo todo de todo corazón y con toda su fuerza cuando cumplan con su deber. Cuando la gente sigue a Dios, debe experimentar Su obra a través del cumplimiento del deber, para que así puedan alcanzar la salvación y ser perfeccionados.
Fragmento 35
Ahora bien, las cosas que te suceden que no se ajustan a tus conceptos, ¿pueden afectar el cumplimiento de tu deber? Por ejemplo, a veces el trabajo se torna laborioso y se requiere que las personas soporten algunas adversidades y paguen un pequeño precio para cumplir bien con sus deberes; entonces algunas personas desarrollan conceptos en su mente y surge resistencia en ellas, y es posible que se vuelvan negativas y que aflojen en su trabajo. A veces, el trabajo no es laborioso, y los deberes de las personas se tornan más fáciles de cumplir, y entonces hay quienes se sienten felices y piensan: “sería grandioso si desempeñar mi deber fuera siempre así de fácil”. ¿Qué clase de personas son estas? Son perezosas y ávidas de las comodidades de la carne. ¿Son leales en el desempeño de sus deberes? (No). Tales personas afirman estar dispuestas a someterse a Dios, pero su sumisión viene con condiciones; para someterse, las cosas deben ajustarse a sus propios conceptos y no ocasionarles ninguna penuria. Si encuentran adversidad y deben soportar penurias, se quejan grandemente e incluso se rebelan y se oponen a Dios. ¿Qué clase de personas son estas? Son personas que no aman la verdad. Cuando las acciones de Dios concuerdan con sus propios conceptos y deseos, y no tienen que soportar penurias ni pagar un precio, pueden someterse. Pero si la obra de Dios no se alinea con sus conceptos o preferencias y requiere que soporten penurias y paguen un precio, no pueden someterse. Incluso si no se oponen abiertamente, en sus corazones se resisten y están molestas. Se perciben a sí mismas como personas que soportan grandes adversidades y albergan quejas en sus corazones. ¿Qué clase de problema es este? Demuestra que no aman la verdad. ¿Pueden la oración, los votos o las resoluciones resolver este problema? (No, no pueden). ¿Cómo podría resolverse este problema entonces? Primero, debes entender las intenciones de Dios y Sus requisitos, y entender qué es la verdadera sumisión. Debes saber qué son la rebelión y la oposición, reflexionar sobre qué actitudes corruptas están obstaculizando tu sumisión a Dios, y esclarecer estos temas. Si tú eres una persona que ama la verdad, serás capaz de rebelarte contra la carne, especialmente a tus preferencias carnales, y luego practicar la sumisión a Dios y actuar de acuerdo con Sus requisitos. De esta forma, podrás resolver tu corrupción y rebelión y lograr la sumisión a Dios. Si no comprendes la verdad, no podrás esclarecer estos asuntos, no podrás discernir tus estados internos y no podrás detectar qué cosas están obstaculizando tu sumisión a Dios. En consecuencia, te será imposible rebelarte contra la carne y practicar la sumisión a Dios. Si una persona no puede siquiera rebelarse contra sus preferencias carnales, le será muy difícil lograr lealtad en el cumplimiento de su deber. ¿Puede considerarse que esas personas se someten a Dios? Sin lealtad, ¿pueden desempeñar adecuadamente su deber? ¿Pueden cumplir los requisitos de Dios? Ciertamente no. Si una persona desea desempeñar su deber de forma adecuada, debe, como mínimo, ser capaz de practicar la verdad y someterse genuinamente a Dios. Si una persona no puede rebelarse contra sus preferencias carnales, no puede poner en práctica la verdad. Si siempre actúas según tu propia voluntad, entonces no eres una persona que se somete a Dios. Incluso si te sometes a Él ocasionalmente, es condicional; solo puedes someterte cuando las cosas se alinean con tus propios conceptos y cuando estás de buen humor. Si las acciones de Dios no se alinean con tus conceptos, si el deber que Dios dispone y los entornos que Él organiza para ti te traen grandes adversidades, vergüenza o un fuerte sentimiento de descontento, ¿aún podrás someterte? Será difícil para ti someterte; encontrarás muchas razones para rebelarte contra Dios y oponerte a Él. Incluso después de una autorreflexión posterior, no te resultará fácil rebelarte contra la carne, ya que hacerlo no es una cuestión sencilla. ¿Cómo se rebela uno contra la carne? Naturalmente, se debe buscar la verdad. Hay que reconocer también la propia esencia corrupta y la fealdad corrupta, llegando al punto de odiar a uno mismo, y de odiar sus preferencias carnales y la esencia de la carne. Solo entonces estarán dispuestos a rebelarse contra la carne. Si uno no comprende la verdad, no podrá odiar las cosas carnales, y sin odio es imposible rebelarse contra la carne. Por eso, es necesario orar a Dios y confiar en Él a fin de tener una senda a seguir. Sin la verdad, las personas carecen de fuerza y no podrían poner la verdad en práctica, aunque quisieran. Es absolutamente necesario orar a Dios y confiar en Él.
Algunas personas no persiguen la verdad; sólo codician las comodidades de la carne y no están dispuestas a soportar adversidades para alcanzar la verdad. Cada vez que enfrentan incluso una pequeña dificultad, se quejan y culpan a Dios, y no buscan la verdad para encontrar una solución. También oran a Dios, diciendo: “Oh Dios, Tu identidad y esencia son tan nobles. Soy indigno de amarte, pero estoy dispuesto a someterme a Ti. No importa la situación, estoy dispuesto a someterme a Ti. Guíame, ilumíname y esclaréceme. Si realmente no puedo amarte y someterme a Ti, por favor escrútame y castígame. Que venga sobre mí Tu juicio”. Después de orar de esta manera, se sienten bastante bien, pero ¿acaso no es esto solo un montón de palabras vacías? ¿Puede resolver los problemas el orar constantemente con palabras vacías y el recitar algunas palabras y doctrinas? (No, no puede). ¿Qué clase de problema representa que una persona ore con palabras vacías? ¿No tiene un tenor un poco engañoso? ¿Es útil orar así ante Dios? Ser perezoso e incapaz de soportar el sufrimiento mientras se codician las comodidades de la carne, conocer la verdad pero no poder someterse a ella, conocer el deber propio pero no defenderlo, hablar de cómo se desea amar a Dios sabiendo que uno no ha entregado todo su corazón y sus fuerzas, ¿no es esto engañar a Dios? No hay nada que Dios aborrezca más que las oraciones de las ceremonias religiosas. Dios solo acepta las oraciones sinceras. Si no tienes nada sincero que decir, calla; no vayas siempre ante Dios expresando palabras falsas o jurando sin pensar con el fin de engañarlo. No hables de cuánto lo amas, de cuánta lealtad quieres tenerle. Si no puedes cumplir tus deseos, si careces de esta determinación y estatura, de ninguna manera debes ir ante Dios para orar así. Eso es mofarse de Dios. ¿Qué significa mofarse? Significa burlarse de alguien, jugar con él. Cuando la gente va ante Dios para orar con esta actitud, esto es, como mínimo, un engaño. En el peor de los casos, si lo haces a menudo, tienes un carácter totalmente vil. Si Dios te condenara, ¡lo llamaría blasfemia! La gente no tiene corazón temeroso de Dios, no sabe temerlo, amarlo ni satisfacerlo. Si no tienen clara la verdad o si tienen un carácter corrupto, Dios lo dejará pasar. Sin embargo, van ante Dios mientras viven inmersos en sus actitudes corruptas y tratan con Él utilizando los métodos de los no creyentes que engañan a los demás, y se arrodillan “solemnemente” ante Él en oración, en la que emplean estas palabras para tratar de engañarlo. Cuando terminan de orar, no solo no se reprochan nada, sino que tampoco tienen idea de la gravedad de sus actos. En tal caso, ¿está Dios con ellos? Dios no está con ellos. ¿Puede recibir Su esclarecimiento e iluminación alguien completamente desprovisto de la presencia de Dios? ¿Puede recibir luz con relación a la verdad? (No, no puede). Así pues, tiene un problema. ¿Habéis orado muchas veces de esa manera? ¿No soléis hacerlo? (Sí). Cuando la gente pasa demasiado tiempo en el mundo secular, apesta al hedor de la sociedad, su naturaleza inescrupulosa se torna demasiado grave y se impregna de venenos y filosofías satánicos; de su boca salen palabras de falsedad y engaño, y sus oraciones están plagadas de palabras vacías y palabras de doctrina, carentes de todo discurso proveniente del corazón, y sin mención alguna sobre sus dificultades reales. Siempre suplican a Dios para satisfacer sus preferencias personales y buscan Sus bendiciones, pocas veces tienen un corazón que busca la verdad, y no oran basándose en un corazón que se somete a Dios. Tales oraciones solo revelan engaño y falsedad. Estas personas tienen un carácter seriamente corrupto, simplemente se han convertido en demonios vivientes. Cuando se presentan ante Dios en oración, no hablan con palabras humanas ni desde el corazón. Más bien presentan ante Dios el engaño y la falsedad de Satán. ¿Acaso esto no ofende el carácter de Dios? ¿Puede Dios escuchar tales oraciones? Dios siente aversión por esos individuos y ciertamente no le agradan. Se puede decir que tales oraciones son intentos de engañar y embaucar a Dios. Estas personas no están buscando la verdad en absoluto, ni hablan con el corazón ni confían en Dios. Sus oraciones son incompatibles con las intenciones de Dios y Sus requisitos. En el fondo, esto es causado por la naturaleza humana más que por una revelación momentánea de corrupción. Estas personas piensan: “Bueno, no puedo ver ni sentir a Dios, y no sé dónde está. Solo Le diré algunas palabras al azar, vaya a saber si Él está escuchando”. Oran a Dios con un estado mental de escepticismo y de tentarlo. ¿Qué tipo de sentimiento tendrán después de orar así? ¿No es aún un sentimiento de vacío? ¿No es problemático no tener ningún sentimiento? La oración se basa en la fe. Se trata de orar a Dios desde dentro del corazón, hablarle desde el corazón, abrirle el corazón y buscar en Él la verdad. Cuando una persona ora de esta manera, tendrá una sensación de paz interior y sentirá la presencia de Dios. Allí está Dios, que la escucha sin ser visto. Siempre que una persona ora a Dios desde el corazón de esta manera, sentirá como si hubiera tenido un encuentro personal con Él. Su fe se verá fortalecida, su relación con Dios se tornará más íntima y dará un paso más hacia Él. Tendrá una sensación de realización y será particularmente firme en su corazón. Estos son los sentimientos genuinos que surgen después de la oración. Al corear oraciones religiosas, las personas simplemente actúan por inercia, repitiendo las mismas frases todos los días, hasta el punto en que ya no desean decirlas. Después de tales oraciones, no sienten nada y no obtienen ningún resultado. ¿Puede este tipo de personas tener fe verdadera? Es imposible.
Algunas personas no son leales al desempeñar sus deberes. Siempre son superficiales, o sienten que sus deberes son demasiado difíciles y agotadores. No quieren someterse, constantemente desean escapar de ellos y rechazarlos, y siempre quieren cumplir los deberes que sean más fáciles, que no las expongan a factores climáticos, que no conlleven ningún riesgo y que les permitan disfrutar de sus comodidades carnales. En sus corazones, saben que son perezosas, están ávidas de las comodidades de la carne y son incapaces de sobrellevar la adversidad. Sin embargo, nunca expresan sus verdaderos pensamientos a nadie por temor a que se rían de ellas. Con sus palabras dicen: “Debo cumplir bien con mi deber y ser leal a Dios”, y cuando no hacen algo bien, dicen a todos: “No tengo humanidad ni lealtad en el cumplimiento de mi deber”. Sin embargo, en realidad, no creen eso en absoluto. Cuando una persona se encuentra en tal estado, ¿cómo puede orar de manera razonable? El Señor Jesús dijo que alabemos a Dios con el corazón y con honestidad. Cuando te presentas ante Dios, tu corazón debe ser honesto y no tener falsedad. No digas una cosa delante de los demás mientras piensas diferente en tu corazón. Si te presentas ante Dios fingiendo, soltando algunas palabras agradables y bonitas como si estuvieras tratando de escribir un ensayo, ¿no es eso engañar a Dios? Como resultado, Dios verá que no eres alguien que Le adora con el corazón y con honestidad. Él verá que tu corazón no es honesto, que es extremadamente siniestro y perverso y que albergas malas intenciones, y te abandonará. Entonces, ¿cómo deberían orar las personas sobre las cosas que les suceden con frecuencia y los problemas que encuentran a menudo en su vida diaria? Deben aprender a hablarle a Dios desde el corazón. Tú dices: “Oh Dios, este deber me resulta tan agotador. Soy una persona codiciosa de las comodidades de la carne, perezosa y poco dispuesta al trabajo duro. No puedo ofrecer mi lealtad en el deber que Tú me has encomendado, y ni siquiera puedo cumplirlo con todas mis fuerzas. Siempre deseo escapar y lo rechazo, y siempre soy superficial. Por favor, disciplíname”. ¿No son verdaderas estas palabras? (Sí, lo son). ¿Te atreves a hablar así? Te atemoriza lo que podría pasar si realmente un día Dios te disciplinara después de decir esto, y te vuelves temeroso, siempre nervioso y paranoico. Cuando las personas realizan sus deberes, siempre quieren evitar la adversidad. Están ávidas de las comodidades de la carne y quieren retroceder cuando se enfrentan a una pequeña dificultad, cuando se requiere un poco de esfuerzo, o cuando se sienten un poco cansadas. Están constantemente eligiendo y escogiendo, y cuando experimentan una pequeña dificultad, reflexionan: “¿Lo sabe Dios? ¿Se acordará? Después de soportar tantas adversidades, ¿recibiré alguna recompensa en el futuro?”. Siempre están buscando un resultado. Todos estos problemas deben ser resueltos. En el pasado, le encargué a una persona que transmitiera un mensaje y cuando se presentó ante Mí a su regreso, primero habló de sus grandes logros. Explicó cómo había resuelto el problema, habló de lo mucho que se había preocupado por ello y de lo mucho que había tenido que hablar, de lo difícil que había sido tratar con esa persona y de cuántas palabras bonitas había usado con ella, con lo que finalmente completó la tarea. Constantemente se atribuía el mérito y seguía hablando de ello. ¿Cuál es la implicación subyacente en esto? “Tú debes alabarme, hacerme una promesa, y decirme qué recompensas obtendré en el futuro”. Buscaba abiertamente una recompensa. Dime, ¿acaso hacer esta pequeña tarea es digna de alabanza? Si uno busca siempre la alabanza por realizar un poquito de su deber, ¿qué clase de carácter es ese? ¿No es la naturaleza de Satanás? Él esperaba alabanza y recompensas por esta pequeña tarea, ¿no significa esto que si tuviera que llevar a cabo tareas importantes o realizar un gran trabajo su comportamiento sería incluso peor? Si no pudiera obtener la aprobación y las bendiciones de Dios, ¿se rebelaría? ¿Se elevaría al tercer cielo y discutiría con Dios? Entonces, ¿qué senda está transitando en su fe en Dios? (La senda de los anticristos). La senda de los anticristos, igual que Pablo. Pablo siempre buscaba recompensas y estatus de Dios. Si Dios no le concedía estas cosas, se volvía negativo y aflojaba en su trabajo, con lo que se oponía al Señor y le traicionaba. Dime, ¿qué clase de persona quiere una recompensa después de sobrellevar un poco de adversidad en su deber? (Una persona malvada). Su humanidad es muy malvada. ¿Tienen las personas comunes estos estados en su interior? Todas las personas tienen estos estados. La esencia-naturaleza es la misma en todos, solo que algunas personas no la exhiben con tanta firmeza. Poseen racionalidad y saben que dichas acciones y pensamientos son incorrectos, y que no pueden pedir recompensas a Dios. Pero, ¿qué debería hacer uno sobre tal estado? Uno debe buscar la verdad para resolverlo. ¿Qué aspecto de la verdad puede resolver este estado? Es crucial que una persona sepa quién es, qué posición debe ocupar, qué senda debe seguir y qué clase de persona debe ser. Estas son las mínimas cosas que uno debe saber. Si una persona ni siquiera sabe estas cosas, está muy lejos de comprender la verdad, practicar la verdad o perseguir la salvación.
Cuando se trata de cumplir con ciertos deberes especiales o deberes más extenuantes y agotadores, por un lado, las personas siempre deben contemplar cómo cumplir con esos deberes, qué adversidades deberán sobrellevar, y cómo mantenerse firmes en sus deberes y someterse. Por otro lado, también deben examinar qué adulteraciones hay en sus intenciones y de qué forma estas dificultan el cumplimiento de sus deberes. Las personas nacen con una aversión hacia la adversidad, no hay una sola que obtenga más entusiasmo o más alegría al soportar más adversidad. Esas personas no existen. Es propio de la naturaleza de la carne del hombre que las personas se sientan preocupadas y angustiadas tan pronto como su carne soporta adversidades. Pero, ¿cuántas adversidades tenéis que soportar ahora en el deber que desempeñáis? Sólo tenéis que soportar que vuestra carne se sienta un poco cansada y se esfuerce un poco. Si no puedes soportar ni siquiera esta pequeña dificultad, ¿se puede considerar que tienes resolución? ¿Se puede considerar que crees sinceramente en Dios? (No). Esto no es así. Cuando estás cumpliendo con tu deber en la casa de Dios, no hay nadie que te supervise. Depende totalmente de ti tomar la iniciativa. En la casa de Dios, hay arreglos y sistemas de trabajo, y corresponde a los individuos confiar en su fe, su conciencia y su razón. Solo Dios escruta si cumples bien o no con tu deber. Si, independientemente del carácter corrupto que revelan mientras cumplen con sus deberes o cuando se relacionan con las personas, los acontecimientos y las cosas que los rodean, nunca se dan cuenta de ello y no se recriminan, ¿es esto algo bueno o malo? (Es algo malo). ¿Por qué se lo considera algo malo? La conciencia y la razón del hombre tienen un estándar mínimo. Si tu conciencia carece de conocimiento y no puede impedirte hacer cosas malas, o restringir tu comportamiento, si actúas de una manera que viola los decretos administrativos y los principios, y careces de humanidad al actuar, pero estás privado de reproche en tu corazón, ¿no es esto carecer de una base moral? ¿No es esto carecer del conocimiento de tu conciencia? (Sí). Por lo general, ¿tomáis conciencia de ello cuando hacéis algo mal, o violáis los principios, o cuando no sois leales en el cumplimiento de vuestro deber durante un largo período de tiempo? (Sí). Entonces, ¿puede tu conciencia restringirte y obligarte a hacer las cosas según tu conciencia y razón, y de acuerdo con los principios-verdad? Si eres una persona que comprende la verdad, ¿puedes pasar de actuar basándote en tu conciencia a actuar de acuerdo con los principios-verdad? Si puedes hacerlo, puedes ser salvado. Ser capaz de soportar la adversidad cuando uno cumple con su deber no es tarea fácil. Tampoco es fácil realizar bien una clase particular de trabajo. Es seguro que la verdad de las palabras de Dios está obrando en el interior de las personas que pueden hacer estas cosas. No quiere decir que estas personas nacieron sin miedo a la adversidad y a la fatiga. ¿Dónde encontrar una persona así? Todas estas personas tienen algo de motivación, y tienen algo de la verdad de las palabras de Dios como su fundamento. Cuando encaran sus deberes, su perspectiva y puntos de vista cambian; llevar a cabo sus deberes se vuelve más fácil y soportar alguna adversidad y fatiga de la carne comienza a parecerles insignificante. Aquellos que no entienden la verdad y cuya perspectiva de las cosas no ha cambiado viven de acuerdo a las ideas, conceptos, deseos egoístas y preferencias personales del hombre, por lo que son renuentes y no están dispuestos a cumplir con sus deberes. Por ejemplo, cuando se trata de realizar un trabajo desagradable y agotador, algunas personas dicen: “Obedeceré los arreglos de la casa de Dios. Cualquier deber que la iglesia me encomiende, lo cumpliré, sin importar si es desagradable o agotador, si es extraordinario o poco interesante. No tengo exigencias, y lo aceptaré como mi deber. Esta es la comisión que Dios me ha confiado, y las dificultades que debo afrontar son un poco de suciedad y fatiga”. Como resultado, cuando están comprometidas con su trabajo, no sienten que estén soportando ninguna penuria en absoluto. Mientras que otros pueden encontrar que ese trabajo es desagradable y fatigoso, ellos sienten que es fácil, porque sus corazones están calmos e imperturbables. Lo están haciendo para Dios, así que no sienten que sea dificultoso. Algunas personas consideran que hacer un trabajo desagradable, fatigoso o poco interesante es un insulto a su estatus y temperamento. Lo perciben como si los demás no los respetaran, los acosaran o los despreciaran. Como resultado, incluso cuando se enfrentan a las mismas tareas y carga de trabajo, les resulta extenuante. Cualquier cosa que hagan, la llevan a cabo con un sentido de resentimiento en sus corazones y sienten que las cosas no son como ellos desean que sean o que no son satisfactorias. En su interior, están llenas de negatividad y resistencia. ¿Por qué son negativas y reacias? ¿Cuál es la raíz de esto? La mayoría de las veces, es porque cumplir con sus deberes no les genera un salario, se siente como trabajar gratis. Si hubiera recompensas, podría ser aceptable para ellos, pero no saben si las obtendrán o no. Por lo tanto, las personas sienten que cumplir con sus deberes no vale la pena, equiparándolo a trabajar gratis, por lo que a menudo se vuelven negativas y renuentes cuando se trata de cumplir los deberes. ¿No es este el caso? Hablando francamente, estas personas no quieren cumplir los deberes. Dado que nadie las obliga, ¿por qué cumplen con sus deberes? Es porque se obligan a hacerlo; debido a su deseo de obtener bendiciones y entrar en el reino de los cielos, no tienen otra opción que cumplir con sus deberes. Es una manifestación de cuán atrapadas se sienten. Este es el estado mental detrás de su intento de hacer un trato con Dios. Algunos preguntan cómo tales personas pueden resolver el problema de tener negatividad y renuencia en sus corazones. Este problema solo se puede resolver compartiendo la verdad. Si no aman la verdad, no importa cómo se comparta la verdad con ellos, no serán capaces de aceptarla. En ese caso, son incrédulos, y han sido revelados. Dado que quieren hacer tratos y no quieren hacer nada a menos que los beneficie, si Dios les promete recompensas y la entrada al reino de los cielos, y se los garantiza, con seguridad cumplirán sus deberes de forma entusiasta. En realidad la promesa de Dios está abierta, y aquellos que persiguen la verdad pueden recibirla. Aquellos que no persiguen la verdad, sin embargo, no podrán recibirla. No es que no conozcan la promesa de Dios; solo que en sus corazones se siente intangible e incierta. Para ellos, la promesa de Dios es como un cheque sin fondos: no pueden creer en ella, no tienen verdadera fe en ella y no hay nada que se pueda hacer al respecto. Desean cosas tangibles, y si se les fuera a pagar un salario, seguramente se sentirían llenos de energía. Sin embargo, aquellos que no tienen conciencia ni razón no necesariamente se sentirán llenos de energía; son tan ruines. Si fueran empleados en el mundo secular, no trabajarían con diligencia, serían escurridizos y holgazanes, y seguramente serían despedidos. Simplemente, este es un problema con su naturaleza. Para aquellos que son constantemente superficiales en el cumplimiento de sus deberes, la única solución es echarlos y descartarlos. No hay otra forma con aquellos que no aceptan la verdad. Todas sus excusas y justificaciones son irrazonables, y no es necesario discutir la calidad de su humanidad.
Hoy en día, la mayoría de las personas han comenzado a cumplir deberes. ¿Entendéis qué son los deberes, cómo surgen, y quién os los da? (Los deberes son comisiones confiadas a las personas por Dios). Correcto. Si crees en Dios y vienes a Su casa, si eres capaz de aceptar la comisión de Dios, entonces eres un miembro de Su casa. Las tareas que la casa de Dios dispone para ti, la forma en que Dios te dice que las sigas, y las comisiones confiadas a ti por Dios, esos son tus deberes y son lo que Dios te ha dado a ti. Cuando comes y bebes las palabras de Dios, comprendes Sus intenciones, y prestas atención y entiendes las disposiciones de la casa de Dios, cuando sabes en tu corazón qué deber debes cumplir y las responsabilidades que eres capaz de llevar a cabo, y cuando aceptas la comisión de Dios y comienzas a cumplir tu deber, te vuelves un miembro de la casa de Dios y una parte de la expansión del evangelio. Dios te considera un miembro de Su casa y una parte de la expansión de Su obra. En este punto, tienes el deber que debes cumplir. Cualquier cosa que seas capaz de hacer, cualquier cosa que seas capaz de lograr, son tus responsabilidades y tu deber. Puede decirse que son la comisión de Dios, tu misión y tu deber ineludible. Los deberes vienen de Dios; son las responsabilidades y las comisiones que Dios confía al hombre. ¿Cómo, entonces, debe entenderlos el hombre? “Puesto que este es mi deber y la comisión que Dios me ha confiado, es mi obligación y mi responsabilidad. Es justo que la acepte como mi obligación ineludible. No puedo declinarlo ni rechazarlo; no puedo elegir. Sin duda, debo hacer lo que me corresponde. No es que no tenga derecho a elegir, sino que no debo elegir. Esta es la razón que un ser creado debe tener”. Esta es una actitud de sumisión. Algunas personas constantemente escogen selectivamente al cumplir sus deberes, siempre queriendo hacer el trabajo fácil y el que disfruten, incapaces de someterse a las disposiciones de la casa de Dios. Esto demuestra que su estatura es muy baja, y que no poseen razón humana normal. Si se trata de una persona joven y en casa ha sido consentida y mimada sin experimentar ninguna adversidad, es comprensible que sea un poco obstinada. Siempre que pueda aceptar la verdad, esto cambiará gradualmente. Sin embargo, si un adulto de unos treinta o cuarenta años se comporta de esta manera rebelde, entonces es un problema de pereza. La enfermedad de la pereza es congénita y la más difícil de tratar. Es un problema de la propia naturaleza, y es solo si se encuentran sin ninguna otra opción en ambientes o situaciones particulares que esta clase de personas son capaces de soportar un poco de adversidad y fatiga. Es así como algunos mendigos saben muy bien que ser mendigo invita al desprecio y a la discriminación de los demás, pero debido a su pereza y falta de voluntad para trabajar, no les queda otra opción que recurrir a la mendicidad. De otra manera, morirían de hambre. En resumen, si una persona no puede cumplir con su deber concienzuda y responsablemente, tarde o temprano será descartada. La transgresión más grande es creer en Dios pero no someterse a Él. Si te rehúsas a cumplir con tu deber o te muestras constantemente renuente a las adversidades y tienes miedo de esforzarte, entonces eres una persona sin conciencia ni razón. No eres apto para cumplir con tus deberes y puedes irte. Un día, cuando te des cuenta de que no cumplir con tu deber equivale a rechazar la comisión que te ha confiado el Creador, y que eres una persona que se rebela contra Dios, sin conciencia ni razón, cuando te des cuenta de que quienes creen en Dios deben cumplir bien con sus deberes y que esto es necesario, entonces debes comportarte y cumplir bien con tu deber. Esto es sumisión. Si una persona es rebelde o negativa en su deber, es decir, si muestra una completa falta de sumisión a Dios, esta persona no se está esforzando sinceramente por Él. Tener la voluntad de cumplir bien con el propio deber es la mínima expresión de la sumisión a Dios. Entonces, ¿cómo surgen los deberes? (Los deberes vienen de Dios; son responsabilidades que Dios confía a las personas). Los deberes son responsabilidades que Dios confía a las personas; entonces, ¿tienen deberes los no creyentes? (No, no los tienen). ¿Por qué dices que no los tienen? (No son personas de la casa de Dios). Correcto, los no creyentes solo se ocupan de su vida carnal, y sus acciones no son dignas de ser llamadas deberes. Los no creyentes son del mundo y de Satanás. Dios solo dispone el destino de su vida: el momento de su nacimiento, la familia en la que nacen, el trabajo que realizan cuando crecen y el momento de su muerte. Él no los elige ni los salva. Aquellos que creen en Dios son diferentes. En menor escala, todo el trabajo que realizan en la casa de Dios son deberes que deben cumplir. En una escala más amplia, dentro de todo el plan de gestión de Dios, el deber que realiza cada ser creado es cooperar con la obra de Dios. Para decirlo claramente, rinden servicio al plan de gestión de Dios. Sea que rindas servicio con lealtad o no, estás lejos de ser una persona que sigue la voluntad de Dios. De hecho, una persona solo puede considerarse parte del pueblo de Dios y como un ser creado adecuado cuando puede cumplir verdaderamente con su deber, lograr el resultado de dar testimonio para Dios y obtener Su aprobación. Si cumples bien cada deber que Dios te confía, alcanzando los estándares requeridos, entonces eres un miembro de la casa de Dios, y alguien a quien Dios reconoce como una persona de Su casa.
Fragmento 36
La letra de la canción “Qué alegría ser una persona honesta” es toda ella bastante práctica, y he escogido algunos versos para compartir. Hablemos primero sobre el verso “Me aferro a mi deber con todo el corazón y la mente, y no tengo preocupación por la carne”. ¿Qué estado es este? ¿Qué tipo de persona es aquella que puede aferrarse a su deber con todo el corazón y la mente? ¿Acaso tiene conciencia? ¿Ha cumplido con su responsabilidad como ser creado? ¿Ha recompensado a Dios de alguna manera? (Sí). El hecho de que pueda aferrarse a su deber con todo el corazón y la mente significa que puede cumplir con él de forma seria, responsable, sin ser superficial, sin ser astuta ni holgazanear y sin eludir la responsabilidad. Tiene una actitud adecuada y su estado y su mentalidad son normales. Tiene razón y conciencia, es considerada con Dios, y leal y devota con su deber. ¿Qué quiere decir “no tener preocupación por la carne”? Aquí también hay varios estados. Fundamentalmente quiere decir que a esa persona no le preocupa el futuro de su carne, y no hace planes para lo que está por venir. Quiere decir que no tiene en cuenta qué es lo que hará más adelante cuando sea vieja, quién se ocupará de ella o cómo vivirá entonces. No tiene en cuenta estas cosas, y en su lugar se somete a las instrumentaciones y las disposiciones de Dios en todas las cosas. Cumplir bien con su deber es la primera tarea y la principal: aferrarse a su deber y a la comisión de Dios son las cosas más importantes. Si las personas son capaces de desempeñar bien su deber como seres creados, ¿acaso no tienen cierta semejanza humana? Eso es tener semejanza humana. La gente debe al menos cumplir bien con su deber, ser leal y poner en ello todo el corazón y la mente. ¿Qué significa “aferrarse al deber de uno”? Significa que, sean cuales sean las dificultades con las que la gente se encuentre, no renuncia, no se convierte en desertora ni elude su responsabilidad. Hace todo lo que puede. Eso es lo que significa aferrarse al deber de uno. Supongamos, por ejemplo, que se ha dispuesto que hagas algo, y no hay nadie que te vigile, te supervise o te anime. ¿Qué sería aferrarte a tu deber? (Sería aceptar el escrutinio de Dios y vivir en Su presencia). Aceptar el escrutinio de Dios es el primer paso; ese es un aspecto. El otro aspecto es cumplir tu deber con todo el corazón y toda la mente. ¿Qué debes hacer para poder hacerlo con todo el corazón y toda la mente? Debes aceptar la verdad y ponerla en práctica; es decir, debes aceptar y someterte a todo lo que Dios exija; debes abordar tu deber como abordarías tus asuntos personales, de manera que no exija que nadie te vigile, te supervise ni controle si lo estás haciendo bien, te siga, supervise lo que haces, o incluso te pode contigo. Debes pensar para ti mismo: “Cumplir con este deber es mi responsabilidad. Es mi papel, y ya que se me ha encomendado hacerlo y se me han explicado los principios y los he captado, continuaré haciéndolo con firmeza. Haré todo lo que pueda para que se haga bien”. Debes perseverar en la realización de este deber, y no verte constreñido por ninguna persona, acontecimiento o cosa. Esto es lo que significa aferrarte a tu deber con todo el corazón y toda la mente, y la gente debe tener esta semejanza. Entonces, ¿de qué debe estar dotada la gente para aferrarse a su deber con todo el corazón y toda la mente? En primer lugar, debe tener la conciencia que deben tener los seres creados. Eso es lo mínimo. Además de eso, debe ser leal. Como ser humano, para aceptar la comisión de Dios, uno debe ser leal. Debe ser completamente leal a Dios únicamente, y no puede serlo a medias ni dejar de asumir responsabilidad; actuar según sus propios intereses o estados de ánimo está mal, eso no es ser leal. ¿Qué significa ser leal? Significa que cumples tus deberes y no estás influenciado ni constreñido por tu estado de ánimo, el ambiente u otras personas, acontecimientos y cosas. Debes pensar para tus adentros: “He recibido esta comisión de parte de Dios; Él me la ha dado. Esto es lo que debo hacer, así que lo haré igual que lo haría con mis propios asuntos, de la manera que dé mejores resultados, dándole importancia a satisfacer a Dios”. Cuando estás en este estado, no solo tu conciencia está en control, sino que la lealtad también está presente en tu interior. Si te conformas con simplemente cumplir la tarea, no aspiras a ser eficiente o lograr resultados, y sientes que basta con solo dedicarle tu mayor esfuerzo, entonces esto es meramente cumplir el criterio de la conciencia de la gente, y no puede considerarse lealtad. Ser leal a Dios es un requisito y criterio superior al de la conciencia. No se trata solo de dedicarle tu mayor esfuerzo; también debes poner todo el corazón en ello. En interior, siempre debes considerar tu deber como el trabajo que te corresponde hacer, aceptar las cargas de esta tarea, sufrir reproches si cometes el menor error o si te encuentras en un estado en el que eres superficial y debes sentir que no puedes comportarte así porque eso te hace estar muy en deuda con Dios. Las personas que de verdad tienen conciencia y razón cumplen con su deber como si fuera su propio trabajo, sin importar si alguien los controla o supervisa. Ya sea que Dios esté contento con ellos y sin importar cómo Él los trate, siempre se exigen estrictamente a sí mismos cumplir bien con sus deberes y completar la comisión que Dios les confió. Esto se llama lealtad. ¿No es este un criterio más elevado que el de la conciencia? Cuando la gente actúa según el criterio de la conciencia, a menudo está influenciada por cosas externas, o piensa que basta con dedicar su máximo esfuerzo a su deber; el nivel de pureza no es tan alto. No obstante, si hablamos de lealtad y de ser capaz de aferrarse lealmente al deber de uno, el nivel de pureza es más elevado. No se trata solamente de hacer un esfuerzo; requiere que pongas todo el corazón, la mente y el cuerpo en tu deber. Para desempeñar bien tu deber, en ocasiones debes soportar una pequeña adversidad física. Debes pagar un precio, y dedicar todos tus pensamientos a cumplir con tu deber. No importa a qué circunstancias te enfrentes, estas no afectan a tu deber ni hacen que te demores en cumplir con él, y eres capaz de satisfacer a Dios. Para hacer esto, debes ser capaz de pagar un precio. Debes abandonar a tu familia en la carne, tus asuntos personales y tu propio interés. Tu vanidad, orgullo, sentimientos, placeres físicos e incluso cosas como los mejores años de tu juventud, tu matrimonio, tu futuro y tu destino, todo ello debes abandonarlo, y debes desempeñar bien tu deber por propia voluntad. Entonces, habrás alcanzado la lealtad, y tendrás semejanza humana por vivir así. Las personas así no solamente tienen conciencia, sino que emplean el criterio de conciencia como la base desde la cual exigirse a sí mismas la lealtad que Dios exige al hombre y usar esta lealtad como un medio a través del cual se evalúan a sí mismas. Se esfuerzan con afán por alcanzar esta meta. Las personas así son escasas en la tierra. Por cada mil o diez mil elegidos de Dios, tan solo hay una. ¿Acaso las personas así viven vidas valiosas? ¿Son personas que Dios aprecia? Por supuesto que viven vidas valiosas y son personas que Dios aprecia.
El siguiente verso de la canción dice: “Aunque mi calibre es bajo, tengo un corazón honesto”. Estas palabras parecen muy reales y hablan de un requerimiento que Dios hace a las personas. ¿Qué requisito? Que si las personas tienen deficiencia de calibre, no es el fin del mundo, pero deben poseer un corazón honesto, y, si es así, serán capaces de recibir la aprobación de Dios. No importa cuál sea tu situación o cuáles tus antecedentes, debes ser una persona honesta, hablar con honestidad, actuar con honestidad, poder llevar a cabo tu deber con todo el corazón y toda la mente y ser leal en el cumplimiento de tu deber, no intentar buscar atajos, no ser una persona escurridiza ni falsa, no mentir ni engañar, y no hablar con rodeos. Debes actuar de acuerdo con la verdad y ser alguien que la busque. Muchas personas piensan que son de bajo calibre, y que nunca cumplen bien con su deber o con el nivel requerido. Hacen las cosas lo mejor que pueden, pero nunca pueden captar los principios ni son capaces todavía de obtener resultados demasiado buenos. En definitiva, lo único que pueden hacer es quejarse de ser de calibre demasiado bajo, y se vuelven negativas. Entonces, ¿no hay un camino a seguir para una persona que sea de bajo calibre? Ser de bajo calibre no es una enfermedad mortal, y Dios nunca dijo que Él no salva a aquellos que sean de bajo calibre. Como Dios dijo anteriormente, Él está apenado por quienes son honestos pero ignorantes. ¿Qué quiere decir ser ignorante? En muchos casos, la ignorancia proviene del hecho de ser de bajo calibre. Cuando la gente es de bajo calibre, tiene una comprensión superficial de la verdad. No es lo bastante específica ni práctica, y a menudo se limita a una comprensión literal o somera, se queda en la doctrina y los preceptos. Esa es la razón por la que esa gente no puede entender numerosos problemas, y nunca puede captar los principios al cumplir con su deber ni pueden cumplir bien con él. Entonces, ¿Dios no quiere personas de bajo calibre? (Sí las quiere). ¿Qué senda y qué dirección indica Dios a la gente? (La de ser una persona honesta). ¿Puedes ser una persona honesta solo con decirlo? (No, debes mostrar las manifestaciones de una persona honesta). ¿Cuáles son las manifestaciones de una persona honesta? Primero, no tener dudas acerca de las palabras de Dios. Esa es una de las manifestaciones de una persona honesta. Además de esto, la manifestación más importante es buscar y practicar la verdad en todo: esto es crucial. Dices que eres honesto, pero siempre pasas por alto las palabras de Dios y simplemente haces lo que te parece. ¿Acaso es esa la manifestación de una persona honesta? Dices: “Aunque tengo poco calibre, tengo un corazón honesto”. Y, sin embargo, cuando te llega un deber te da miedo sufrir y asumir la responsabilidad si no lo haces bien, por eso pones excusas para evadir tu deber o sugieres que lo haga otro. ¿Es esta la manifestación de una persona honesta? Claramente, no lo es. Entonces, ¿cómo debería comportarse una persona honesta? Debe someterse a los arreglos de Dios, ser leal al deber que le corresponde cumplir, y esforzarse por satisfacer las intenciones de Dios. Esto se manifiesta de diferentes maneras. Una es aceptar tu deber con un corazón honesto, no considerar tus intereses carnales, no ser desganado en él, y no conspirar por tu propio bien. Estas son manifestaciones de honestidad. Otra es dedicar todo el corazón y todas tus fuerzas a cumplir bien con tu deber, haciendo las cosas en forma adecuada y poniendo el corazón y tu amor en el deber a fin de satisfacer a Dios. Estas son las manifestaciones que debería tener una persona honesta cuando cumple con su deber. Si no llevas a cabo lo que conoces y entiendes, y si solo dedicas un esfuerzo del 50 o 60 por ciento, entonces no estás poniendo todo el corazón y la fuerza en ello. En cambio, eres astuto y holgazaneas. ¿Son honestas las personas que cumplen con su deber de esta manera? En absoluto. A Dios no le sirven de nada las personas escurridizas y falsas; estas deben descartarse. Dios solo usa a las personas honestas para cumplir deberes. Incluso los contribuyentes de mano de obra leales han de ser honestos. Los que son siempre superficiales, astutos y que buscan maneras de holgazanear, son todos gente falsa, y son todos unos demonios. Ninguno de ellos cree de verdad en Dios y todos deben descartarse. Alguna gente piensa: “Ser una persona honesta es sencillamente decir la verdad y no contar mentiras. En realidad es fácil ser una persona honesta”. ¿Qué te parece esta opinión? ¿Ser una persona honesta es algo tan limitado? En absoluto. Debes revelar tu corazón y dárselo a Dios; esta es la actitud que una persona honesta debe tener. Es por ello que un corazón honesto es muy valioso. ¿Qué implica esto? Que un corazón honesto puede controlar tu comportamiento y cambiar tu estado. Te puede conducir a hacer las elecciones correctas y a someterte a Dios y ganar Su aprobación. Un corazón como este es verdaderamente preciado. Si tienes un corazón honesto como este, entonces ese es el estado en el que debes vivir, así es como debes comportarte y así es como debes entregarte. Debes considerar esta letra exhaustivamente. Ninguna frase es tan simple como su sentido literal, y te habrá aportado algo si realmente la entiendes después de considerarla.
Echemos un vistazo a otro verso de la letra: “En todas las cosas cumple las intenciones de Dios con toda tu lealtad”. Hay una senda para practicar en estas palabras. Algunas personas se vuelven negativas cuando se enfrentan a dificultades durante el cumplimiento de su deber, y esto hace que se vuelvan reacias a cumplir con él. Algo les ocurre a estas personas. ¿Acaso se están entregando con sinceridad para Dios? Deberían reflexionar sobre por qué se vuelven negativas cuando se enfrentan a dificultades, y por qué no pueden buscar la verdad para resolver los problemas. Si pueden reflexionar sobre sí mismas y buscar la verdad, entonces podrán ver los problemas que tienen. En realidad, la mayor dificultad que tiene la gente es principalmente el problema de tener un carácter corrupto. Si puedes buscar la verdad, entonces tu carácter corrupto será fácil de arreglar. En cuanto arregles tu carácter corrupto, serás capaz de poner toda tu lealtad en todas las cosas para satisfacer las intenciones de Dios. “Todas las cosas” quiere decir que sea lo que sea, tanto si es algo que Dios te dio, algo que un líder o un obrero dispuso para ti o algo que encontraste por casualidad, siempre que sea lo que estás destinado a hacer y puedas cumplir con tu responsabilidad, pones toda tu lealtad en la tarea, cumples con las responsabilidades y con el deber tal y como debes y haces que satisfacer las intenciones de Dios sea tu principio. Este principio suena un tanto grandilocuente y un poco difícil para que la gente pueda estar a su altura. Hablando en términos más prácticos, significa cumplir bien con tu deber. Aferrarte a tu deber y cumplirlo bien no son tareas fáciles. Tanto si se trata de ser líder u obrero, o de algún otro deber, debes entender algunas verdades. ¿Puedes cumplir bien con tu deber sin comprender la verdad? ¿Puedes hacerlo bien sin aferrarte a los principios-verdad? Si entiendes todos los aspectos de la verdad y puedes llevar a la práctica los principios-verdad, entonces habrás cumplido bien con tu deber, te habrás aferrado a él, habrás entrado en la realidad-verdad, y puedes satisfacer las intenciones de Dios. Esa es la senda que hay que practicar. ¿Acaso es fácil de hacer? Si el deber con el que cumples es algo en lo que eres bueno y te gusta, entonces sientes que es tu responsabilidad y tu obligación, y que hacerlo es algo perfectamente natural y justificado. Te sientes alegre, feliz y a gusto. Es algo que estás dispuesto a hacer, algo en lo que puedes poner toda tu lealtad, y sientes que estás satisfaciendo a Dios. Pero si un día te enfrentas a un deber que no te gusta o que nunca antes has hecho, ¿serás capaz de dedicarle toda tu lealtad? Esto pondrá a prueba si practicas la verdad. Por ejemplo, si tu deber está en el grupo de himnos, y si sabes cantar y es algo que te gusta hacer, entonces estás dispuesto a cumplir con ese deber. Si se te asignara otro deber en el que tuvieras que difundir el evangelio y la tarea fuera un poco difícil, ¿serías capaz de obedecer? Lo consideras y dices: “Me gusta cantar”. ¿Qué significa esto? Significa que no deseas difundir el evangelio. Eso es claramente lo que quiere decir. Te limitas a repetir “Me gusta cantar”. Si un líder u obrero razona contigo: “¿Por qué no te capacitas para difundir el evangelio y te armas con más verdades? Será más beneficioso para tu crecimiento en la vida”, tú sigues insistiendo y dices: “Me gusta cantar, y me gusta bailar”. No deseas ir a difundir el evangelio, digan lo que digan. ¿Por qué no deseas ir? (Por falta de interés). Te falta interés, y por eso no quieres ir. ¿Cuál es el problema con esto? El problema es que eliges tu deber en función de tus preferencias y gustos personales, y no te sometes. Te falta sumisión, y ese es el problema. Si no buscas la verdad para resolver este problema, entonces no muestras realmente mucha sumisión verdadera. ¿Qué deberías hacer en esa situación para mostrar sumisión verdadera? ¿Qué puedes hacer para satisfacer las intenciones de Dios? Es en este momento que necesitas meditar y compartir sobre este aspecto de la verdad. Si deseas dedicar toda tu lealtad en todas las cosas para satisfacer las intenciones de Dios, no puedes hacerlo simplemente realizando un deber; debes aceptar toda comisión que Dios te encomiende. Ya sea que esta sea de tu agrado o concuerde con tus intereses, o que sea algo que no disfrutes, que nunca hayas hecho o sea difícil, aun así, debes aceptarla y someterte. No solo debes aceptarla, sino que además debes cooperar proactivamente y aprender de ella mientras que adquieres experiencia y ganas entrada. Incluso si sufres dificultades, estás cansado, eres humillado o excluido, igualmente debes dedicarle toda tu lealtad. Solo practicando de esta manera serás capaz de dedicar toda tu lealtad en todas las cosas y satisfarás las intenciones de Dios. Debes verlo como el deber que tienes que cumplir; no como un asunto personal. ¿Cómo debes entender los deberes? Como algo que el Creador, Dios, le encarga a alguien; así es como surgen los deberes de las personas. La comisión que te encarga Dios es tu deber, y es perfectamente natural y justificado que cumplas con tu deber como Dios lo exige. Si tienes en claro que este deber es la comisión de Dios y que es el amor y la bendición de Dios que recaen sobre ti, entonces podrás aceptar tu deber con un corazón amante de Dios, podrás ser considerado con Sus intenciones mientras realizas tu deber y podrás superar todas las dificultades para satisfacerle. Aquellos que verdaderamente se esfuerzan por Dios nunca podrían rechazar Su comisión; nunca podrían rechazar ningún deber. Sea cual sea el que Dios te confíe, independientemente de las dificultades que conlleve, no debes rechazarlo, sino aceptarlo. Esta es la senda de práctica, que consiste en practicar la verdad y dedicar toda tu lealtad en todas las cosas para satisfacer a Dios. ¿Cuál es el eje central de esto? Es la frase “en todas las cosas”. “Todas las cosas” no significa necesariamente las cosas que te gustan o que se te dan bien y, mucho menos, las cosas con las que estás familiarizado. Algunas veces serán cosas en las que no eres bueno, cosas que tienes que aprender, que son difíciles o con las que debes sufrir. Sin embargo, independientemente de la cosa de que se trate, siempre y cuando Dios te la haya confiado, debes aceptarla de parte de Él; debes aceptarla y cumplir bien el deber, dedicarle toda tu lealtad y satisfacer las intenciones de Dios. Esta es la senda de práctica. Sin importar lo que ocurra, siempre debes buscar la verdad, y una vez que estés seguro de qué tipo de práctica conforme a las intenciones de Dios, eso es lo que debes hacer. Solo si haces esto estás practicando la verdad, y solo así puedes entrar en la realidad-verdad.
Hay un verso más de la canción que dice: “Soy sincero y recto, sin engaño, y vivo en la luz”. ¿Quién otorga esta senda al hombre? (Dios). Si alguien es sincero y recto, entonces es honesto. Le ha abierto por completo a Dios su corazón y su alma, y no tiene nada que esconder ni de lo que esconderse. Le ha entregado su corazón a Dios y se lo ha mostrado, es decir, le ha entregado a Él todo su ser. Así pues, ¿puede seguir distanciado de Dios? No, no puede, y, por lo tanto, le resulta fácil someterse a Dios. Si Dios dice que es falso, esa persona lo admite. Si Él dice que es arrogante y sentencioso, también lo reconoce; y no se limita a admitir estas cosas y ya está: es capaz de arrepentirse, de luchar por los principios-verdad, de rectificarse al darse cuenta de que está equivocado y de corregir sus errores. Sin darse cuenta, habrá corregido muchos de sus hábitos erróneos, y será cada vez menos falso, engañoso y superficial. Cuanto más tiempo viva así, más sincero y honrado se volverá y más cerca estará de la meta de convertirse en una persona honesta. Eso es lo que significa vivir en la luz. ¡Toda esta gloria va para Dios! Cuando las personas viven en la luz, eso es obra de Dios, no es algo de lo que puedan jactarse. Cuando viven en la luz, comprenden todas las verdades, tienen un corazón temeroso de Dios, saben que deben buscar y practicar la verdad en cada asunto con el que se encuentran, y viven con conciencia y razón. Aunque no se les puede llamar personas justas, a ojos de Dios tienen cierta semejanza humana y, como mínimo, sus palabras y actos no compiten con Él, pueden buscar la verdad cuando algo les sucede y tienen un corazón sumiso a Dios. En consecuencia, están relativamente a salvo y seguros, y no podrían traicionar a Dios. Aunque no tienen una comprensión muy profunda de la verdad, son capaces de obedecer y someterse, tienen un corazón temeroso de Dios y pueden evitar el mal. Cuando se les asigna una tarea o un deber, son capaces de hacerlo de todo el corazón y con toda la mente, y lo hacen lo mejor que pueden. Este tipo de persona es digna de confianza y Dios confía en ella; la gente así vive en la luz. ¿Son capaces de aceptar el escrutinio de Dios aquellos que viven en la luz? ¿Le seguirán ocultando su corazón a Dios? ¿Todavía tienen secretos que no pueden contarle? ¿Siguen teniendo algún truco turbio bajo la manga? Nada de eso. Se han sincerado por completo con Dios, y no hay nada que sigan escondiendo o que hayan ocultado de la vista. Pueden confiar sinceramente en Dios, hablar con Él acerca de cualquier cosa y contárselo todo. No hay nada que no le digan a Dios y que no le muestren. Cuando las personas son capaces de alcanzar este nivel, sus vidas se vuelven fáciles, libres y liberadas.
Fragmento 37
¿Sobre qué principios fundamentales se rigen los deberes de las personas? Se debe actuar según los criterios, principios y exigencias que la casa de Dios establece, practicar conforme a la verdad y cumplir bien con los propios deberes con todo el corazón y las fuerzas, empleando como medio la palabra de Dios, la verdad, y tener como principio proteger la obra y los intereses de la casa de Dios. Entonces, en general, ¿cómo actúan las personas en beneficio propio? Hacen lo que les place, anteponen sus propios intereses en cada una de sus acciones y se aventajan en todo. Todo lo hacen en beneficio propio y actúan exclusivamente para satisfacer sus deseos carnales egoístas, sin tener en cuenta en lo más mínimo la rectitud, la conciencia y la razón; estos principios no están en su corazón. Solo siguen actitudes satánicas y actúan en función de lo que los hombres prefieren, maquinan a diestra y siniestra y viven conforme a filosofías satánicas. ¿Quién podría vivir así? Así vive Satanás. Cuando se sigue a Dios y se cumple un deber asignado es necesario actuar de acuerdo con los principios-verdad y, como poco, hacerlo con conciencia y razón; esto es lo mínimo indispensable. Algunos dicen: “Hoy estoy de mal humor, así que seré superficial con esto”. ¿Esto es actuar a conciencia? (No, no lo es). ¿Se es consciente cuando se es superficial? (Sí, se es consciente). ¿Puede ser que a veces alguien no sea consciente de ello? (Sí, puede ser). Entonces, ¿crees que podrías examinar y detectar esta superficialidad una vez hecha? (Un poco). Tras detectar la superficialidad, ¿podrás rebelarte contra las ideas similares negligentes y superficiales la próxima vez que te surjan y resolverlas? (Cuando me dé cuenta, podré rebelarme contra ellas de alguna manera). Deberás librar una batalla cada vez que te rebeles contra tus propios pensamientos y deseos, y si al final de esta batalla prevalecen los deseos egoístas eso supondrá que te has opuesto a Dios intencionalmente y estás en peligro. Digamos que crees en Dios durante 10 años, y los tres primeros sales del paso y eres un poco fervoroso, pero tres años después te das cuenta de que cuando crees en Dios debes practicar la verdad, entrar en la realidad-verdad y rebelarte contra la carne. Entonces, poco a poco empiezas a reconocer tu propia corrupción y malicia y tu propia naturaleza perversa y arrogante, y para entonces ya te conoces verdaderamente a ti mismo; reconoces tu propia esencia corrupta. Sientes que es extremadamente necesario aceptar la verdad y que es imprescindible para resolver tu carácter corrupto, y solo en ese momento sientes que es bastante lamentable no poseer la realidad-verdad. Si bien en todos los corazones se libra una batalla cada vez que se revela la corrupción, en cada una de esas batallas son incapaces de vencer sus propios deseos egoístas y siguen actuando como les place. De hecho, ellos mismos saben muy bien que en su corazón sigue mandando el carácter satánico, y por lo tanto es difícil poner en práctica la verdad. Esto muestra que no tienen ninguna realidad-verdad, y es muy difícil saber si al final podrán alcanzar la salvación. Si realmente tienes la voluntad, debes poner en práctica las verdades que entiendes, sin importar el carácter corrupto que las obstruya cuando las practiques, debes orar y confiar siempre en Dios, buscar la verdad para resolver el carácter corrupto, atreverte a luchar contra él y a rebelarte contra la carne. Con esta fe podrás poner en práctica la verdad. Aunque haya momentos en los que fracases, no te desanimarás y seguirás confiando en que orando a Dios y contemplándolo a Él podrás triunfar sobre Satanás. A medida que pasen los años de lucha, la cantidad de triunfos sobre la carne y la práctica de la verdad se incrementarán, y los fracasos cada vez serán menos, y aunque a veces fracases, no tendrás una actitud negativa y seguirás orando y contemplando a Dios hasta que seas capaz de poner en práctica la verdad. Esto indicará que hay esperanza; que se están disipando las nubes y se comienza a vislumbrar el cielo azul. Siempre y cuando haya momentos en los que logres practicar la verdad, esto demuestra que tienes la voluntad y la esperanza de alcanzar la salvación. Aquellos que persiguen la verdad solo entran en la realidad-verdad después de muchos fracasos practicándola. No importa cuántas veces fracasen ni cuán negativos sean, mientras confíen en Dios y lo admiren siempre habrá logros. No importa que fracasen una y otra vez, mientras no se rindan habrá esperanza. El día en que realmente descubran que pueden practicar la verdad, actuar de acuerdo con los principios, no doblegarse a Satanás en asuntos clave —en particular en lo que respecta al cumplimiento de los deberes— y no renunciar a sus deberes mientras siguen firmes en su testimonio, entonces habrá esperanza absoluta de lograr la salvación.
Todas las veces que practiquéis la verdad deberéis librar una batalla interior ¿A quién no le ha pasado librar estas batallas interiores cuando practica la verdad? Por supuesto, a todos. Solo aquellos que ya han entrado en la realidad-verdad y revelan muy pocas actitudes corruptas quizá no tengan que librar grandes batallas pero, de todos modos, bajo circunstancias especiales y en ciertos contextos, siempre deberán seguir luchando un poco. Es decir, cuanto más alguien entiende la verdad, menos deberá luchar, y cuanto menos entiende la verdad, más batallas deberá librar. En el caso particular de los nuevos creyentes, todas las batallas que deberán librar en su corazón cada vez que practiquen la verdad serán extremadamente feroces. ¿Por qué serán tan feroces? Porque las personas no solo tienen sus preferencias y elecciones carnales, sino que también tienen dificultades reales, además del carácter corrupto que las frena. Cada vez que comprendas un aspecto de la verdad, debes luchar contra esos cuatro aspectos que se interponen, lo cual significa que al menos deberás atravesar esas tres o cuatro barreras antes de poder poner en práctica la verdad. ¿Habéis experimentado estas luchas incesantes contra vuestro carácter corrupto? Cuando necesitáis practicar la verdad y proteger los intereses de la casa de Dios, ¿podéis vencer la limitación de vuestro carácter corrupto y poneros del lado de la verdad? Por ejemplo, digamos que estás trabajando junto a alguien que tiene la misión de depurar la iglesia, pero siempre comparte a los hermanos y hermanas que, en la medida de lo posible, Dios salva a las personas, y que debemos tratar a las personas con amor y darles oportunidades para arrepentirse. Te das cuenta, entonces, de que hay algo que no está bien en la charla y, aunque las palabras que pronuncia parecen bastante correctas, luego de analizarlas detenidamente descubres que esconden ciertas intenciones y objetivos, no buscan ofender a nadie y no quieren llevar a cabo los arreglos de la obra. Cuando estas personas usan esta manera de compartir, perturbarán a aquellos que no son de escasa estatura y que no tienen capacidad de discernimiento, imprudentemente muestran amor sin principios, no están atentos en tener criterio hacia los demás y no desenmascaran ni denuncian a los anticristos, personas malvadas e incrédulos. Esto se considera, entonces, una obstrucción a la depuración de la iglesia. No poder depurar a la iglesia de anticristos, personas malvadas e incrédulos cuando sea oportuno afectará al habitual comer y beber las palabras de Dios por parte de Su pueblo escogido y al desempeño normal de sus deberes, y, en particular, trastornará y perturbará la obra de la iglesia y perjudicará a los intereses de la casa de Dios. En momentos así, ¿cómo debes actuar? Cuando notes el problema, debes levantarte y desenmascarar a esta persona; debes ponerle freno y proteger la obra de la iglesia. Quizá caviles: “Somos compañeros en esta obra, si los desenmascaro directamente y no lo asumen, ¿confrontaremos? No, definitivamente no lo haré, no puedo desenmascararlos, tengo que tener un poco más de tacto”. Luego, entonces, solo les das un simple aviso y los exhortas con algunas palabras. Después de comunicárselo, ellos no lo aceptan y además dan un montón de razones solo para refutar lo que dijiste. Si no lo aceptan, será la obra de la casa de Dios la que sufrirá las pérdidas. ¿Qué deberías hacer? Oras a Dios, diciendo: “Dios, por favor, arregla e instrumenta esta situación. Disciplínalos; yo ya no puedo hacer nada”. Crees que porque no puedes detenerlos, los debes dejar haciendo lo que hacen. ¿Es este un comportamiento responsable? ¿Practicas la verdad? Si no puedes detenerlos, ¿por qué no informar a los líderes y obreros? ¿Por qué no hacer una reunión para compartir el tema y discutirlo juntos? Si no lo haces, ¿después no te sentirás culpable? Si dices: “No puedo con esto, mejor lo ignoro. Tengo la conciencia tranquila”, ¿qué clase de corazón tienes? ¿Es un corazón con amor sincero o uno que hace daño a los demás? Tienes un corazón desalmado, porque cuando te ocurre algo, tienes miedo de ofender a los demás y no te ajustas a los principios. En realidad, sabes muy bien que esa persona busca algo al actuar así y que no puedes ignorarlo, sin embargo, no puedes ajustarte a los principios e impedir que desoriente a los demás, y esto en última instancia perjudica a los intereses de la casa de Dios. Después de todo esto, ¿te sentirías culpable? (Yo sí). ¿Culparse permitirá solventar las pérdidas? No, son irrecuperables. Entonces vuelves a reflexionar: “De todos modos yo cumplí con mis responsabilidades, y Dios lo sabe. Dios escruta el interior del corazón de las personas”. ¿Qué palabras son estas? Son palabras engañosas y endiabladas que falsean tanto al hombre como a Dios. No cumpliste con tus responsabilidades y sigues buscando razones y excusas para eludirlas. Esto es falso e intransigente. ¿Una persona así es sincera con Dios? ¿Tiene sentido de la rectitud? (No, no lo tiene). Es una persona que no acepta la verdad en lo más mínimo, es una persona de la calaña de Satanás. Cuando algo te sucede, vives conforme a filosofías para los asuntos mundanos y no practicas la verdad. Siempre tienes miedo de ofender a los demás, pero no de ofender a Dios, e incluso sacrificarás los intereses de la casa de Dios para proteger tus relaciones interpersonales. ¿Qué consecuencias tiene actuar así? Protegerás bastante bien tus relaciones interpersonales, pero habrás ofendido a Dios y Él te desdeñará y estará enfadado contigo. Sopésalo, ¿qué es mejor? Si no lo sabes, entonces estás completamente confundido; demuestra que no tienes la más mínima comprensión de la verdad. Si continúas así, sin llegar a despertar, el riesgo es ciertamente grande y eres incapaz de alcanzar la verdad. Al final, serás tú el que sufra una pérdida. Si no buscas la verdad en este asunto y fracasas, ¿podrás buscar la verdad en el futuro? Si sigues sin poder hacerlo, ya no será cuestión de sufrir una pérdida; al final, serás descartado. Si tienes las motivaciones y la perspectiva de una “complaciente”, entonces, en todos los asuntos, serás incapaz de practicar la verdad y acatar los principios, y fracasarás y caerás siempre. Si no despiertas y no buscas nunca la verdad, entonces eres un incrédulo, y nunca obtendrás la verdad y vida. Así pues, ¿qué deberías hacer? Cuando te enfrentes con esas cosas, debes orar a Dios y llamarle, suplicando salvación y pidiéndole que te otorgue más fe y fuerza, y te permita acatar los principios, hacer lo que debas hacer, manejar las cosas de acuerdo con los principios, mantenerte firme en la posición que debes defender, proteger los intereses de la casa de Dios y evitar que entre algo perjudicial en la obra de la casa de Dios. Si puedes rebelarte contra tus propios intereses, tu orgullo y tu punto de vista de complaciente y si haces lo que debes hacer con un corazón honesto e íntegro, entonces habrás derrotado a Satanás y habrás ganado este aspecto de la verdad. Si siempre continúas viviendo según la filosofía de Satanás, proteges tus relaciones con los demás, nunca practicas la verdad y no te atreves a acatar los principios, ¿podrás entonces practicar la verdad en otros asuntos? Seguirás sin tener fe ni fuerza. Si nunca eres capaz de buscar o aceptar la verdad, entonces ¿esa fe en Dios te permitirá obtener la verdad? (No). Y si no puedes obtener la verdad, ¿puedes ser salvado? No puedes. Si siempre vives según la filosofía de Satanás, totalmente desprovisto de la realidad-verdad, entonces nunca podrás ser salvado. Debe quedarte claro que obtener la verdad es una condición indispensable para la salvación. ¿Cómo, entonces, puedes obtener la verdad? Si eres capaz de practicar la verdad, si puedes vivir según ella, y si esta se convierte en la base de tu vida, entonces obtendrás la verdad y tendrás vida, y así serás uno de los que se salven.
Fragmento 38
¿Qué ocurre cuando algunas personas son demasiado deficientes en su conocimiento profesional para desempeñar sus deberes y les resulta muy difícil aprender cualquier cosa? La causa es su escaso calibre. La verdad queda lejos del alcance de las personas con un calibre excesivamente bajo, y no aprenden con facilidad. La mayoría de ellas tienen defectos terribles. No solo carecen de conciencia y razón, sino que además no tienen el estatus de Dios en su corazón. A sus ojos les falta vida, están apagados y en un estado de estupor, como animales. Solo saben comer, beber y pasarlo bien, y no estudian ni tienen ninguna habilidad. Solo aprenden cosas de manera superficial, y creen que han entendido cuando apenas han rascado la superficie. Cuando los demás tratan de explicarles más, se niegan a escuchar, lo creen innecesario. No escuchan ni aceptan nada que digan los demás, y en consecuencia no pueden lograr nada y son básicamente inútiles. Tener escaso calibre ya es terrible en sí mismo. Si además el carácter es malo, se carece de moralidad, no se escuchan los consejos, no se aceptan las cosas positivas y no se está dispuesto a aprender y adoptar cosas nuevas, una persona así es inservible. Aquellos que cumplen con sus deberes deben poseer conciencia y razón, conocer sus propios puntos de vista y defectos, y entender de lo que carecen y lo que necesitan mejorar. Deben sentir siempre que les falta mucho y que, si no estudian y aceptan cosas nuevas, puede que se les descarte. Si perciben en el corazón una sensación de crisis inminente, eso les aporta motivación y voluntad de aprender cosas. Por una parte, han de dotarse de verdades, y por otra, deben adquirir conocimiento profesional relacionado con el desempeño de sus deberes. Al practicar de ese modo, puede que hagan progresos, y cumplir con sus deberes dará buenos resultados. La vida solo puede tener valor realizando bien los deberes y viviendo con apariencia de humanidad, así que cumplir con los deberes es de lo más significativo. Algunos tienen un mal carácter, y no solo son ignorantes sino también arrogantes. Siempre les parece que buscar sobre todas las cosas y escuchar siempre al resto provocará el menosprecio de los demás y que pierdan reputación, y que comportarse de ese modo carece de dignidad. En realidad, es lo contrario. Ser arrogante y sentencioso, no aprender nada, quedarse atrás y estar desfasado en todo, carecer de conocimiento, perspectiva e ideas es lo que resulta verdaderamente vergonzoso, y ahí es cuando se pierde la integridad y la dignidad. Hay quienes no saben hacer nada bien, poseen un entendimiento rudimentario de todo lo que aprenden, les basta con entender unas pocas doctrinas y se creen competentes. Sin embargo, no pueden conseguir nada, y no obtienen resultados tangibles. Si les dices que ni entienden ni han conseguido nada, no se quedan convencidos y discuten con insistencia su postura. Sin embargo, cuando hacen cosas, las hacen fatal y las dejan a medias. ¿Acaso no eres inservible si no puedes encargarte bien de ninguna tarea? ¿No es eso ser un inútil? Aquellos con un calibre excesivamente bajo no pueden manejar siquiera las tareas más sencillas. Son unos inútiles con vidas carentes de valor. Hay quien dice: “Crecí en el campo, sin educación ni conocimiento, y mi calibre es escaso, al contrario que vosotros que vivís en la ciudad y tenéis educación y conocimiento, de modo que podéis sobresalir en todo”. ¿Es correcto este enunciado? (No). ¿Qué tiene de incorrecto? (Que una persona pueda lograr cosas no tiene nada que ver con su entorno, sobre todo depende de si esa persona hace un esfuerzo por aprender y mejorar). Cómo trate Dios a las personas no depende de la educación que recibieran o de la clase de entorno en el que nacieran, o del talento que tengan. En cambio, Él trata a las personas a partir de la posición que tomen respecto a la verdad. ¿Con qué tiene que ver esta postura? Con su humanidad, y también con su carácter. Si crees en Dios debes poder manejar la verdad correctamente. Si adoptas una postura de humildad y aceptación de la verdad, entonces, aunque tengas un calibre ligeramente pobre, Dios te seguirá esclareciendo y te permitirá ganar algo. Si tienes buen calibre, pero siempre eres arrogante y santurrón, siempre crees que cualquier cosa que digas es correcta y lo que digan los demás es lo equivocado, rechazando cualquier sugerencia que otros propongan e incluso siendo reacio a la verdad, sea lo que sea lo que se comparta, y siempre resistiéndote a ella, ¿puede entonces una persona como tú ganarse la aprobación de Dios? ¿Obrará el Espíritu Santo en alguien semejante? No. Dios dirá que tienes mal carácter y no eres digno de recibir Su esclarecimiento, y si no te arrepientes, incluso te quitará lo que antes tenías. En esto consiste quedar en evidencia. Los que son así tienen vidas patéticas. Está claro que no son nada, son unos ineptos en todo, y no obstante se creen muy buenos, mejores que el resto en todos los aspectos. Nunca discuten sus fallos o defectos delante de los demás, ni tampoco sus debilidades y su negatividad. Siempre fingen ser competentes, dando una falsa impresión a los demás, haciéndoles creer que son expertos en todo, que carecen de debilidades, que no necesitan ayuda, que no les hace falta escuchar la opinión de los demás ni aprender de los puntos fuertes de otros para compensar sus propios defectos, y que siempre serán mejores que cualquiera. ¿Qué clase de carácter es este? (Arrogancia). Mucha arrogancia. La gente así tiene unas vidas patéticas. ¿Son capaces en realidad? ¿Acaso de verdad pueden lograr algo? Han estropeado muchas cosas antes, y sin embargo este tipo de gente sigue creyendo que puede hacer cualquier cosa. ¿Acaso no es esto muy irrazonable? Cuando les falta razón hasta ese punto, se trata de personas atolondradas. No aprenden nada ni aceptan las cosas nuevas. Están secas por dentro, son estrechas de mente y miserables, y con independencia de esta situación, no llegan a entender ni captar los principios o a entender las intenciones de Dios, y solo saben atenerse a los preceptos, soltar palabras y doctrinas, y alardear delante de los demás. El problema es que no entienden ninguna verdad y no tienen la menor idea de la realidad-verdad, y sin embargo siguen siendo muy arrogantes. Sencillamente son personas atolondradas y son del todo impermeables a la razón, y lo único que cabe hacer es descartarlas.
Cuando estáis colaborando con otros para cumplir con vuestros deberes, ¿podéis abriros a opiniones diferentes? ¿Podéis dejar que hablen los demás? (Sí, un poco. Antes, muchas veces no escuchaba las sugerencias de los hermanos y hermanas e insistía en hacer las cosas a mi manera. Fue después, cuando los hechos demostraron que estaba equivocado, cuando vi que la mayoría de sus sugerencias habían sido correctas, que la resolución de la que hablaban todos era la realmente adecuada, y que al confiar en mis propias opiniones era incapaz de ver las cosas con claridad y tenía carencias. Tras experimentar esto, me di cuenta de lo importante que es colaborar en armonía). ¿Y qué puedes ver a partir de esto? Tras experimentar esto, ¿recibiste algún beneficio y entendiste la verdad? ¿Creéis que hay alguien perfecto? Por muy fuerte, capaz e ingeniosa que sea la gente, no es perfecta. La gente debe reconocerlo, es un hecho, y es la postura que las personas deben adoptar para abordar correctamente sus propios méritos y sus puntos fuertes o defectos; esta es la racionalidad que deben poseer. Con esa racionalidad podrás abordar adecuadamente tus puntos fuertes y débiles, así como los de los demás, lo que te permitirá trabajar armónicamente con ellos. Si has entendido este aspecto de la verdad y eres capaz de entrar en este aspecto de la realidad-verdad, podrás llevarte armónicamente con tus hermanos y hermanas, al utilizar sus puntos fuertes para compensar cualquier debilidad que tengas. Así, independientemente de cuál sea tu deber o actividad, siempre mejorarás en ello y tendrás la bendición de Dios. Si siempre crees que eres muy bueno y los demás son peores comparados contigo, si siempre quieres tener la última palabra, entonces esto va a ser problemático. Este es un problema de carácter. ¿Acaso tales personas no son arrogantes y sentenciosas? Imagínate que alguien te da un buen consejo, pero crees que si lo aceptas podría menospreciarte y pensar que no eres tan bueno como esa persona. Así que sencillamente decides no escucharla. En su lugar, intentas eclipsarla con palabras elevadas y altisonantes para que te tenga en alta estima. Si siempre interactúas de este modo con el resto, ¿puedes cooperar con alguien en armonía? No solo fracasarás a la hora de alcanzar esa armonía, sino que también se producirán consecuencias negativas. Con el tiempo, todo el mundo percibirá que eres demasiado falso y taimado, que no te pueden calar. No practicas la verdad y no eres una persona honesta, así que los demás sienten repulsión hacia ti. Si le repeles a todo el mundo, ¿no significa eso que te rechazan? Decidme, ¿cómo trata Dios a alguien al que todo el mundo rechaza? Dios también detestaría a una persona así. ¿Por qué detesta a la gente así? Aunque sus intenciones al cumplir con su deber sean genuinas, lo que Dios detesta son sus métodos. El carácter que revelan y todos sus pensamientos, ideas e intenciones son perversos a ojos de Dios, y son cosas que Él detesta y le repugnan. Dios detesta el comportamiento de la gente que siempre emplea tácticas despreciables en sus palabras y acciones con el objetivo de hacer que otros los tengan en alta estima.
Cuando cumplen su deber o cualquier trabajo ante Dios, las personas han de tener un corazón puro. Debe ser como un cuenco de agua fresca, cristalina, sin impurezas. Entonces, ¿qué clase de postura es la correcta? Hagas lo que hagas, puedes debatir con los demás lo que habita en tu corazón, sean cuales sean las ideas que tengas. Si alguien dice que tu manera de hacer las cosas no va a funcionar y propone otra idea, y si te parece que se trata de una bastante buena, entonces renuncias a tu propio método y haces las cosas conforme a su propuesta. Si obras así, todo el mundo se da cuenta de que eres capaz de aceptar sugerencias de otros, de elegir la senda correcta, de actuar según los principios y con transparencia y claridad. No existe oscuridad en tu corazón, y obras y hablas con sinceridad, apoyándote en una postura de honestidad. Llamas a las cosas por su nombre. Lo que es, es; lo que no es, no es. Sin trucos ni secretos, tan solo una persona muy transparente. ¿Acaso no es esa una actitud? Se trata de una postura respecto a la gente, los acontecimientos y las cosas que es representativa del carácter de la persona. Por otro lado, puede que alguien nunca se abra y no comunique a los demás lo que piensa, y que en todo lo que haga nunca consulte con nadie, sino que mantienen el corazón cerrado para los demás, siempre en aparente guardia hacia ellos en todo momento. Se protege todo lo posible. ¿No es esta una persona falsa? Por ejemplo, se le ocurre una idea que le parece ingeniosa, y piensa: “Por ahora, me la guardo para mí. Si la comparto, a lo mejor la usáis y me quitáis protagonismo, y eso no me vale. Os la ocultaré”. O si hay algo que no entiende del todo, piensa: “No hablaré ahora. Si hablo y alguien dice algo más sublime, ¿no pareceré tonto? Todos me conocerán, verán mi debilidad en esto. No debo decir nada”. Con independencia de las apreciaciones, sea cual sea el motivo subyacente, tiene miedo de que todos lo conozcan. Siempre se plantea el deber y la gente, los acontecimientos y las cosas con esta perspectiva y esta actitud. ¿Qué tipo de carácter es este? Un carácter torcido, falso y perverso. A primera vista, parecen haberle dicho a los demás todo lo que creen que pueden decir, pero bajo la superficie, se guardan algunas cosas. ¿Qué se guardan? Nunca dicen cosas que afecten a su reputación e intereses, les parecen temas privados y nunca hablan de ellos con nadie, ni siquiera con sus padres. Nunca dicen tales cosas. Eso supone un problema. ¿Crees que si no dices estas cosas Dios no las va a saber? Dicen que Dios las sabe, ¿pero están seguros en su corazón de que es así? Nunca se dan cuenta de que: “Dios lo sabe todo, lo que pienso en mi corazón, aunque no lo haya revelado, Él lo escruta en secreto, lo sabe perfectamente. No puedo esconderle nada a Dios, así que debo alzar la voz, compartir abiertamente con mis hermanos y hermanas. Con independencia de si mis pensamientos e ideas son buenos o malos, debo decirlos desde la verdad, no puedo ser torcido, falso, egoísta y despreciable, he de ser una persona honesta”. La postura adecuada es pensar de esta manera. En vez de buscar la verdad, la mayoría de la gente tiene sus propios planes mezquinos. Sus propios intereses, su imagen y el lugar o posición que ocupan en la mente de los demás tienen gran importancia para ellos. Estas son las únicas cosas que aprecian. Se aferran a ellas con mucha fuerza y las consideran como su propia vida. Y cómo los vea o los trate Dios tiene para ellos una importancia secundaria. Es algo que, de momento, ignoran. Lo único que les importa es si son el jefe del grupo, si otros los admiran y si sus palabras tienen peso. Su primera preocupación es la de ocupar esa posición. Cuando se encuentran en un grupo, casi todas las personas buscan este tipo de posición, este tipo de oportunidades. Si tienen un gran talento, por supuesto que quieren estar en lo más alto; si tienen una capacidad normal, querrán tener una posición superior en el grupo; y si están en una posición baja, siendo de calibre y habilidades normales, también desearán que los demás los admiren, no querrán que los miren por encima del hombro. La imagen y la dignidad de estas personas es donde marcan el límite: tienen que aferrarse a tales cosas. Puede que no tengan integridad, y no posean ni la aprobación ni la aceptación de Dios, pero en absoluto pueden perder entre los demás el respeto, el estatus o la estima por los que se han esforzado. Ese es el carácter de Satanás. Sin embargo, las personas no son conscientes de ello. Creen que tienen que aferrarse a ese poquito de imagen hasta el final. No son conscientes de que solo cuando renuncien por completo a estas cosas vanas y superficiales y las den de lado, se convertirán en una persona real. Si una persona protege como a su vida estas cosas que deberían desecharse, su vida está perdida. Desconocen lo que está en juego. Y así, cuando actúan, siempre se guardan algo, siempre tratan de proteger su propia imagen y estatus, los colocan en primer lugar, hablan solo para sus propios fines, para su propia defensa espuria. Lo hacen todo para ellos mismos. Se lanzan hacia cualquier cosa que destaque, para hacer saber a todo el mundo que formaron parte de ella. En realidad no tuvieron nada que ver, pero jamás quieren quedar en segundo plano, siempre tienen miedo de que los demás los desprecien, temen siempre que los demás digan que no son nada, que no son capaces, que no tienen aptitudes. ¿Acaso no está todo esto dirigido por sus actitudes satánicas? Cuando seas capaz de desprenderte de cosas como la imagen y el estatus, estarás mucho más relajado y libre; habrás puesto el pie en la senda de ser honesto. Pero para muchos, no es algo fácil de conseguir. Cuando aparece la cámara, por ejemplo, las personas se lanzan a ponerse delante; les gusta que les enfoque, cuanto más lo haga, mejor. Temen que no sea suficiente, y pagarán el precio que sea necesario para tener la oportunidad de que así sea. ¿Y acaso no está todo ello dirigido por sus actitudes satánicas? Estas son sus actitudes satánicas. Entonces logras estar en el foco, ¿y ahora qué? La gente piensa bien de ti, ¿y qué? Te idolatran, ¿y qué? ¿Demuestra algo de esto que poseas la realidad-verdad? No tiene ningún valor. Cuando puedas superar estas cosas, cuando te vuelvas indiferente hacia ellas y ya no las consideres importantes, cuando la imagen, la vanidad, el estatus y la admiración de las personas ya no controlen tus pensamientos y tu comportamiento, y mucho menos la forma en que cumples con tu deber, entonces serás cada vez más eficaz y más puro en el cumplimiento de esos deberes.
Fragmento 39
Algunas personas nunca proceden correctamente por lo que atañe a sus deberes. Por el contrario, buscan constantemente cosas nuevas para distinguirse y sonar grandilocuentes. ¿Esto es bueno? ¿Pueden colaborar de manera armoniosa con otros? (No). Si alguien recurre a la grandilocuencia, ¿qué clase de carácter es ese? (Arrogancia y sentenciosidad). Es arrogancia y sentenciosidad. ¿Cuál es la naturaleza de sus acciones? (Buscan establecer su independencia, ondear su propia bandera y montar su propia facción). Montar su propia facción significa hacer que otras personas les obedezcan y no lleven a cabo los asuntos de acuerdo con los principios-verdad. Su intención y objetivo son establecer su independencia y ondear su propia bandera, de manera que hay un sentido de perturbar el orden de las cosas en sus acciones. ¿Qué significa perturbar el orden de las cosas? Significa causar destrucción y conlleva una naturaleza de trastorno y perturbación. Por lo general, la mayoría de los problemas se pueden resolver gracias a la charla y al debate en grupo, y la mayoría de las decisiones que se toman se ciñe a los principios-verdad, lo cual es correcto y preciso. No obstante, algunas personas se resisten persistentemente a este consenso; no solo evitan buscar la verdad, sino que también ignoran los intereses de la casa de Dios. Exponen teorías extrañas para destacar y lograr que los demás las valoren. Quieren contradecir las decisiones correctas que se han tomado y objetar a las opciones que todo el mundo ha tomado. Esto es lo que significa perturbar el orden de las cosas y causar destrucción, crear trastornos y perturbaciones. Esta es la esencia de recurrir a la grandilocuencia. Así pues, ¿cuál es el problema de esta clase de conducta? En primer lugar, revelan un carácter corrupto y una falta absoluta de sumisión. Además, estas personas obstinadas siempre quieren destacar y lograr que los demás las valoren, y como resultado trastornan y perturban el trabajo de la iglesia. Sin la verdad, son incapaces de ver a través de las cosas; sin embargo, insisten en recurrir a la grandilocuencia para alardear, sin buscar la verdad lo más mínimo. ¿Acaso no es esto comportarse de manera arbitraria y temeraria? Para cumplir bien los deberes, es esencial aprender a colaborar con otros. Una conversación entre dos personas siempre suscita una perspectiva más exhaustiva y precisa que el punto de vista de una sola persona. Si alguien siempre quiere actuar de manera inconformista o recurre habitualmente a la grandilocuencia para que los demás lo sigan, esto es peligroso, significa ir por su propia senda. Hay que discutir todo lo que se hace con los demás. Escucha primero lo que tiene que decir el resto. Si la opinión de la mayoría es correcta y coincide con la verdad, debes aceptarla y obedecerla. Hagas lo que hagas, no recurras a la grandilocuencia. Hacer eso nunca es bueno, en ningún grupo de personas. Si predicas una idea grandilocuente, siempre que esté en línea con los principios-verdad y cuente con la aprobación de la mayoría, se puede considerar aceptable. No obstante, si contradice los principios-verdad y es perjudicial para el trabajo de la iglesia, debes responsabilizarte de ello y asumir las consecuencias de tus actos. Por otro lado, recurrir a la grandilocuencia es un problema relacionado con el carácter. Pone de manifiesto que no tienes la realidad-verdad y que, por el contrario, vives sobre la base de tu carácter corrupto. Cuando recurres a la grandilocuencia, intentas dirigir a otros, llevar las riendas y también intentas ondear tu propia bandera y organizar tu propio dominio; quieres que todo el pueblo escogido de Dios te escuche, te siga y te obedezca. Esto es ir por la senda de un anticristo. ¿Tienes la certeza de que puedes guiar al pueblo escogido de Dios para entrar en las realidades-verdad? ¿Puedes llevarlo hacia el reino de Dios? No tienes la verdad y eres capaz de hacer cosas para resistirte a Dios y traicionarlo: si todavía quieres llevar al pueblo escogido de Dios por esta senda, ¿no te habrás convertido en un grandísimo pecador? Pablo acabó convirtiéndose en un grandísimo pecador y todavía está sufriendo el castigo de Dios. Si vas por la senda de un anticristo, estás yendo por la senda de Pablo, y tu resultado y tu desenlace finales no serán distintos a los suyos. Por tanto, aquellos que creen en Dios y lo siguen no deben recurrir a la grandilocuencia. Por el contrario, deben aprender a buscar la verdad, a aceptarla y a someterse a la verdad y a Dios. Solo de esta manera pueden asegurarse de que no van por su propia senda y de que pueden seguir a Dios sin desviarse hacia ninguna dirección. La casa de Dios requiere que las personas cooperen de manera armoniosa en el cumplimiento de sus deberes. Esto es significativo y también es la senda de la práctica correcta. En la iglesia, es posible que el esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo lleguen a cualquiera de aquellos que entienden la verdad y tienen la capacidad de comprensión. Debes aferrarte al esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo, siguiéndolo de cerca y cooperando estrechamente con él. Al hacerlo, recorrerás la senda más correcta; es la senda por la que guía el Espíritu Santo. Presta especial atención a cómo el Espíritu Santo actúa y guía a aquellos sobre los que Él obra. Debes compartir a menudo con los demás, haciendo sugerencias y expresando tus puntos de vista; este es tu deber y tu libertad. Pero al final, cuando hay que tomar una decisión, si eres tú el único que da el veredicto final, y haces que todos hagan lo que tú dices y sigan tu voluntad, estás vulnerando los principios. Debes hacer la elección correcta basándote en lo que piensa la mayoría, para luego tomar la decisión. Si las sugerencias de la mayoría no concuerdan con los principios-verdad, debes aferrarte a la verdad. Eso es lo único que se ajusta a los principios-verdad. Si siempre recurres a la grandilocuencia e intentas exponer teorías sofisticadas para impresionar a otros, y, de hecho, sientes de corazón que no actúas correctamente, no te fuerces a ser el centro de atención. ¿Este es el deber que debes cumplir? ¿Cuál es tu deber? (Hacer todo lo que obre en mi poder para cumplir el deber que debo llevar a cabo y hablar solo de lo que comprendo. Si no tengo una opinión propia, debo aprender a escuchar más las sugerencias de todos los demás, a discernir con sabiduría y llegar al punto en el que pueda cooperar de manera armoniosa con todo el mundo). Si nada te queda claro y careces de una opinión, aprende a escuchar y obedecer, y a buscar la verdad. Tal es el deber que debes cumplir; es una actitud adecuada. Si no tienes opiniones propias y siempre tienes miedo de parecer tonto, de no poder distinguirte y de ser humillado; si temes que los demás te desdeñen y no tener ningún lugar en su corazón, y por eso siempre tratas de obligarte a ser el centro de atención y siempre quieres ser grandilocuente, haciendo afirmaciones absurdas que no se corresponden con la realidad, las cuales quieres que los demás acepten, ¿estás cumpliendo con tu deber? (No). ¿Qué estás haciendo? Estás siendo destructivo. Cuando observáis que alguien actúa constantemente de esta manera, debéis ponerle limitaciones. ¿Y cómo se deben establecer los límites? No es necesario que lo silenciéis por completo ni que le deneguéis toda oportunidad de hablar. Podéis dejar que comparta, y no se debe excluirlo, pero todo el mundo que se encuentre a su alrededor debe actuar con criterio. Este es el principio. Por ejemplo, si alguien propone un punto de vista incorrecto que se alinea completamente con las nociones y figuraciones del hombre, y la mayoría apoya a esa persona y está de acuerdo con ella, pero algunos que tienen un poco de criterio pueden detectar que su punto de vista está adulterado con su voluntad y sus ambiciones y deseos, entonces ellos deben poner en evidencia a esa persona y hacer que reflexione sobre sí misma y se conozca. Este es el enfoque correcto. Si nadie actúa con criterio ni expresa su opinión, y todo el mundo se limita a comportarse de manera complaciente, inevitablemente habrá quien adulará a esa persona, la apoyará y la respaldará, y por tanto alimentará sus ambiciones y deseos. Entonces, esa persona comenzará a tener realmente poder en la iglesia. En este punto es cuando se convierte en algo peligroso, ya que podría unirse a quienes la respaldan y transformarse en una fuerza por sí misma que se dedica a hacer el mal y perturbar el trabajo de la iglesia. De esta manera, habrá puesto los pies en la senda de los anticristos. Una vez que haya tomado el control de la iglesia, se convertirá en un anticristo y comenzará a establecer su propio reino independiente.
Fragmento 40
Cuando suceden cosas, todo el mundo debe orar junto y tener un corazón temeroso de Dios. La gente no debería en absoluto depender de sus propias ideas ni actuar arbitrariamente. Mientras sean de una sola mente y un solo corazón a la hora de orarle a Dios y buscar la verdad, entonces podrán obtener el esclarecimiento y la iluminación de la obra del Espíritu Santo, y serán capaces de ganar las bendiciones de Dios. ¿Qué dijo el Señor Jesús? (“Si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” [Mateo 18:19-20]). ¿Qué asunto ilustra esto? Demuestra que el hombre no puede apartarse de Dios, que debe depender de Él, que no puede ir solo y no es aceptable que vaya por libre. ¿Qué se entiende cuando se dice que el hombre no puede hacerlo sin ayuda? Significa que la gente debe colaborar armoniosamente, hacer las cosas con un solo corazón y una sola mente, y tener un objetivo común. Coloquialmente, se puede decir que “las varas que están en un manojo no se pueden romper”. Entonces, ¿cómo puedes convertirte en un manojo de varas? Debes cooperar armoniosamente, llegar a un acuerdo y, entonces, el Espíritu Santo obrará. Si cada persona oculta sus propios secretos, piensa en sus propios intereses y nadie se responsabiliza de la obra de la iglesia, todo el mundo quiere lavarse las manos al respecto, nadie quiere liderar la carga, esforzarse ni sufrir y pagar un precio por ello, ¿hará Su obra el Espíritu Santo? (No). ¿Por qué no? Cuando la gente vive en un estado incorrecto y no le ora a Dios ni busca la verdad, el Espíritu Santo la abandonará, y Dios no estará presente. ¿Cómo van a poseer la obra del Espíritu Santo aquellos que no buscan la verdad? Dios los detesta, de modo que Su rostro está oculto para ellos y el Espíritu Santo se les esconde. Cuando Dios ya no está obrando, puedes hacer lo que te plazca. Una vez que te ha apartado a un lado, ¿acaso no estás acabado? No conseguirás nada. ¿Cómo es que los no creyentes lo pasan tan mal para hacer las cosas? ¿No será que guardan secretos? Guardan sus secretos y son incapaces de lograr nada, todo les resulta agotador hasta el extremo, incluso las cosas más simples. Así es la vida bajo el poder de Satanás. Si actuáis como los no creyentes, entonces ¿en qué os diferenciáis de ellos? No hay diferencia alguna. Si el poder en la iglesia lo ostentan aquellos que no tienen la verdad, si lo ostentan los que están plagados de actitudes satánicas, entonces ¿acaso no es Satanás, de hecho, el que ostenta el poder? Si todas las acciones de las personas que ostentan el poder en la iglesia son contrarias a la verdad, la obra del Espíritu Santo cesa, y Dios los entrega a Satanás. Una vez en manos de Satanás, todo tipo de fealdades, como los celos y las disputas, por ejemplo, surgen entre la gente. ¿Qué se ilustra con este fenómeno? Que la obra del Espíritu Santo ha cesado. Él se ha marchado y Dios ya no está obrando. Sin la obra de Dios, ¿de qué sirven las simples palabras y doctrinas que el hombre comprende? No sirven de nada. Cuando alguien ya no tiene la obra del Espíritu Santo, está vacío por dentro, ya no puede sentir nada, es como un muerto y, llegado a este punto, está pasmado. Toda la inspiración, la sabiduría, la inteligencia, la perspicacia y el esclarecimiento de la humanidad provienen de Dios; todo es obra Suya. Cuando una persona busca la verdad sobre algún asunto, de pronto alcanza cierto entendimiento y obtiene un camino, ¿de dónde proviene esta iluminación? Proviene toda de Dios. Al igual que cuando la gente habla sobre la verdad; al principio no tiene entendimiento, pero, a medida que la comparte, se ilumina y entonces es capaz de hablar sobre algunas cosas que comprende. Eso es el esclarecimiento y la obra del Espíritu Santo. ¿Cuándo obra mayormente el Espíritu Santo? Cuando el pueblo escogido de Dios comparte la verdad, cuando la gente ora a Dios y cumple sus deberes en unión de corazón y mente. Es en esos momentos que el corazón de Dios más se complace. Así pues, ya sea que muchos o pocos de vosotros cumpláis el deber juntos, sin importar cuáles sean las circunstancias ni el momento, no os olvidéis de esto: que exista un acuerdo. Viviendo en este estado, tendréis la obra del Espíritu Santo.
Fragmento 41
En la casa de Dios, todos los que persiguen la verdad están unidos ante Dios, no divididos. Todos trabajan con un objetivo común: cumplir bien con su deber, hacer el trabajo que les corresponde, actuar según los principios-verdad, hacer lo que Dios requiere, y satisfacer Sus intenciones. Si tu objetivo no va en ese sentido, sino en beneficio propio, en aras de satisfacer tus deseos egoístas, entonces se trata de la revelación de un carácter satánico corrupto. En la casa de Dios, los deberes se cumplen según los principios-verdad, mientras que las acciones de los no creyentes se rigen por su carácter satánico. Son dos sendas muy diferentes. Los no creyentes siguen su propio consejo, cada uno tiene sus propios objetivos y planes, y todos viven para sus propios intereses. Es por eso que todos ellos luchan por su propio beneficio y no están dispuestos a renunciar ni a un ápice de lo que obtienen. Están divididos, no unidos, ya que no están orientados a un objetivo común. La intención y la naturaleza detrás de sus actos son las mismas. Están decididos a actuar para sí mismos. Aquí no reina la verdad; lo que sí reina y manda en ello es un carácter satánico corrupto. Están controlados por su carácter satánico corrupto y no lo pueden evitar, por lo cual se hunden cada vez más en el pecado. En la casa de Dios, si los principios, los métodos, la motivación y el punto de partida de vuestras acciones no fueran diferentes a los de los no creyentes, si un carácter satánico corrupto jugara con vosotros, os controlara y manipulara, y si el punto de partida de vuestros actos fueran vuestros propios intereses, reputación, orgullo y estatus, entonces no desempeñaríais vuestro deber en forma diferente a aquella en la cual hacen las cosas los no creyentes. Si perseguís la verdad, debéis cambiar la manera de hacer las cosas. Debéis abandonar vuestros propios intereses, vuestras intenciones personales y vuestros deseos. En primer lugar, debéis hablar sobre la verdad al hacer las cosas, y entender las intenciones y los requisitos de Dios antes de repartiros las tareas, con la atención puesta en quién es bueno y malo en qué. Debéis aceptar lo que sois capaces de hacer y estar sujetos a vuestro deber. No luchéis ni intentéis aferraros a las cosas. Debéis aprender a ceder y a ser tolerantes. Si alguien acaba de comenzar a cumplir un deber o acaba de aprender las habilidades de un campo, pero no es capaz de realizar ciertas tareas, no debes forzarlo. Debes asignarle tareas que sean un poco más sencillas. De esta manera, le costará menos obtener resultados al cumplir su deber. Esto es ser tolerante y paciente, y tener principios. Forma parte de lo que la humanidad normal debe tener; es lo que Dios requiere a las personas y lo que estas deben practicar. Si tienes cierta habilidad en algún campo y has estado trabajando en él por más tiempo que la mayoría, se te debe asignar el trabajo más complicado. Debes aceptar de parte de Dios y someterte. No seas quisquilloso y te quejes diciendo: “¿Por qué me complican las cosas a mí? Les dan las tareas fáciles a los demás y a mí me dan las difíciles. ¿Acaso no intentan complicarme la vida?”. “Intentan complicarme la vida”, ¿qué quieres decir con eso? La organización del trabajo se adapta a cada persona: los que son más capaces hacen más. Si has aprendido mucho y Dios te ha dado mucho, corresponde que se te asigne una carga más pesada, no para complicarte la vida, sino porque eso es precisamente lo adecuado para ti. Es tu deber, así que no intentes elegir, negarte o zafarte. ¿Por qué te parece difícil? En realidad, si te esforzaras un poco, serías totalmente capaz de lograrlo. El hecho de que lo consideres difícil, que es injusto, que se meten contigo adrede, es revelación de un carácter corrupto. Es negarte a cumplir con el deber y no aceptar nada de parte de Dios. Eso supone no practicar la verdad. Cuando eliges qué deber cumplir y haces lo que es sencillo y fácil, y haces solo aquello que te hace quedar bien, este es un carácter satánico corrupto. El hecho de que no seas capaz de aceptar tu deber ni someterte demuestra que aún eres rebelde hacia Dios, que te opones a Él, lo rechazas y lo evitas. Ese es un carácter corrupto. Cuando te das cuenta de que se trata de un carácter corrupto, ¿qué debes hacer? Si crees que las tareas asignadas a otros se pueden cumplir fácilmente, mientras que las asignadas a ti te mantendrán ocupado durante mucho tiempo y requieren que dediques tiempo a investigar, y eso te hace infeliz, ¿está bien que te sientas así? Desde luego que no. Entonces, ¿qué debes hacer cuando sientas que esto no está bien? Si te resistes y dices: “Cada vez que reparten trabajos, me asignan los que son difíciles, ingratos y exigentes, y encargan a otros los que son ligeros, simples y notorios. ¿Creen que soy alguien a quien puedan avasallar? ¡Esta no es una manera justa de distribuir los trabajos!”. Si esa es tu forma de pensar, es errónea. Independientemente de si hay alguna desviación en la distribución de los trabajos, o de si se reparten razonablemente o no, ¿qué escudriña Dios? Lo que escudriña es el corazón de una persona. Se fija en si alguien tiene un corazón sumiso, si puede asumir algunas cargas por Dios y si ama a Dios. Según los requisitos de Dios, tus excusas no son válidas, tu manera de cumplir tu deber no está a la altura de las expectativas y te falta la realidad-verdad. No tienes sumisión alguna y te quejas cuando haces algunas tareas exigentes o ingratas. ¿Cuál es el problema aquí? En primer lugar, tu mentalidad es errónea. ¿Qué significa esto? Significa que tu actitud hacia tu deber es errónea. Si siempre piensas en tu propio orgullo y tus propios intereses, y no tienes consideración con las intenciones de Dios, ni tienes sumisión alguna, esa no es la actitud correcta que debes tener hacia tu deber. Si te esforzaras por Dios sinceramente y tuvieras un corazón amante de Dios, ¿cómo abordarías las tareas que son ingratas, exigentes o duras? Tu mentalidad sería diferente: elegirías hacer lo que sea difícil y buscarías asumir cargas pesadas. Aceptarías hacer lo que otras personas están poco dispuestas a hacer y lo harías simplemente por amor a Dios y para satisfacerlo. Rebosarías alegría por el hecho de hacerlo, sin ningún atisbo de queja. Las tareas ingratas, exigentes y difíciles revelan a las personas tal como son. ¿Hasta qué punto eres diferente de las personas que solo aceptan tareas ligeras y notorias? No eres mucho mejor que ellas. ¿Acaso no es así? Así es como debes ver estas cosas. Por tanto, lo que más revela a las personas tal como son es su manera de cumplir su deber. Algunas personas dicen grandes cosas la mayor parte del tiempo y manifiestan que están dispuestas a amar y a someterse a Dios, pero en el momento en el que se encuentran con una dificultad en el cumplimiento de su deber, se dedican a expresar toda clase de quejas y palabras negativas. Es obvio que son hipócritas. Si alguien ama la verdad, al enfrentarse a una dificultad en el cumplimiento de su deber orará a Dios y buscará la verdad, a la vez que abordará su deber con seriedad, aun en el caso de que no esté organizado de manera adecuada. No se quejará, incluso cuando realice tareas pesadas, ingratas o difíciles, y puede hacer bien sus tareas y cumplir bien su deber con un corazón sumiso a Dios. Siente un gran regocijo al hacerlo, y Dios se reconforta al verlo. Esta es la clase de persona que cuenta con la aprobación de Dios. Si alguien se muestra malhumorado o irritable apenas deba acometer tareas ingratas, duras o exigentes, y no permite que nadie lo critique, no es una persona que se esfuerce por Dios sinceramente. Lo único que puede pasarle es que se le ponga en evidencia y se le descarte. En casos normales en los que tenéis estos estados, ¿sois capaces de percibir la gravedad de este problema? (En parte). Si podéis percibir parte del problema, ¿podéis darle la vuelta con vuestra propia fuerza, vuestra propia fe y vuestra propia estatura? Debes cambiar esta actitud. Primero debes pensar: “Esta actitud es errónea. ¿No me está llevando a elegir por conveniencia en el cumplimiento de mi deber? Esto no es sumisión. El cumplimiento de mi deber debe ser un motivo de felicidad, algo que hago de buen grado y con alegría. ¿Por qué no estoy feliz y por qué me enojo? Sé perfectamente cuál es mi deber y eso es lo que debo hacer. ¿Por qué no puedo simplemente someterme? Debo comparecer ante Dios y orar, y llegar a conocer la revelación de este carácter corrupto en lo hondo de mi corazón”. Entonces, mientras lo haces, debes orar: “Dios, me he acostumbrado a comportarme de manera obstinada, ya no escucho a nadie. Mi actitud es errónea y no tengo sumisión. Te ruego que me disciplines y hagas que sea sumiso. No quiero enojarme. No quiero volver a rebelarme contra Ti. Haz que me conmueva y que pueda cumplir bien este deber. No estoy dispuesto a vivir por Satanás; estoy dispuesto a vivir por la verdad y a practicarla”. Al orar de esta manera, tu estado interior mejorará, y cuando ese estado mejore, serás capaz de someterte. Pensarás: “Esto no es gran cosa, realmente. Simplemente hago más cuando otros hacen menos, no me divierto cuando ellos sí ni hablo distraídamente mientras que ellos sí lo hacen. Dios me ha encomendado una carga extra, una carga pesada; esa es Su consideración hacia mí, Su favor hacia mí, y eso demuestra que puedo soportar esta carga pesada. Dios es muy bueno conmigo, y debo ser sumiso”. Y tu actitud habrá cambiado, sin que te hayas dado cuenta. Tu actitud no era buena cuando al principio aceptaste tu deber. Eras incapaz de someterte, pero has podido cambiarlo rápidamente y aceptar inmediatamente el escrutinio y la disciplina de Dios. Has podido comparecer ante Dios sin demora con una actitud obediente, la de aceptar y practicar la verdad, hasta que pudiste aceptar tu deber enteramente de Dios y cumplirlo con todo el corazón. Esto comporta un proceso de lucha. Este proceso de lucha es el proceso de tu cambio, el proceso de tu aceptación de la verdad. Sería imposible que las personas estuvieran dispuestas y contentas y que se sometieran a cualquier cosa que se cruzara en sus caminos sin cuestionarse nada. Si las personas pudieran hacer eso, significaría que no tendrían un carácter corrupto y que no necesitarían que Dios expresara la verdad para salvarlas. Las personas tienen ideas; tienen actitudes erróneas; tienen estados erróneos y negativos. Todos estos son problemas reales que existen. Pero cuando estos estados negativos y adversos, las emociones negativas y el carácter corrupto se apoderan y toman el control de tu conducta, de tus pensamientos y de tu actitud, lo que haces, tu manera de practicar y la senda por la que eliges ir dependerán de tu actitud hacia la verdad. Puedes tener emociones o estar en un estado negativo o rebelde, pero cuando esto se manifieste durante el cumplimiento de tu deber, le darás la vuelta fácilmente porque compareces ante Dios, porque entiendes la verdad, porque buscas a Dios y porque tienes una actitud de sumisión y aceptación de la verdad. Entonces no tendrás ningún problema para cumplir bien tu deber y serás capaz de vencer la limitación y el control que el carácter satánico corrupto tiene sobre ti. Al final, cumplirás satisfactoriamente tu deber y cumplirás la comisión de Dios y obtendrás la verdad y vida. El proceso de cumplir el deber de las personas y ganar la verdad también es un proceso de cambio de carácter. En el cumplimiento de sus deberes, las personas reciben el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo, comprenden la verdad y entran en la realidad. También al encontrarse con dificultades en el cumplimiento de sus deberes, comparecen ante Dios a menudo para orar, para buscar y captar Sus intenciones con el fin de resolverlas, de manera que puedan cumplir sus deberes normalmente. En el cumplimiento de sus deberes, Dios disciplina a las personas, y estas viven bajo la dirección del Espíritu Santo, aprenden gradualmente a hacer las cosas de acuerdo con los principios-verdad y llegan a cumplir su deber satisfactoriamente. Así es como la verdad lleva las riendas de tu corazón y lo dirige.
Algunas personas, sin importar el problema al que se puedan enfrentar cuando llevan a cabo sus deberes, no buscan la verdad y siempre actúan de acuerdo con sus propios pensamientos, nociones, imaginaciones y deseos. Constantemente satisfacen sus propios deseos egoístas y su carácter corrupto siempre controla sus acciones. Puede parecer que siempre han cumplido con sus deberes, pero como nunca han aceptado la verdad, y son incapaces de hacer las cosas según los principios-verdad, al final no consiguen la verdad y vida, y se convierten en contribuyentes de mano de obra dignos de ser llamados así. Así pues, ¿en qué confían estas personas en el cumplimiento de sus deberes? No confían ni en la verdad ni en Dios. Esa poca verdad que sí entienden no ha asumido la soberanía de su corazón: confían en sus propios dones y talentos, en el conocimiento que han adquirido, así como en su propia fuerza de voluntad o en sus buenas intenciones, para cumplir estos deberes. Y siendo este el caso, ¿serán capaces de cumplir con su deber según un estándar aceptable? Cuando las personas se basan en su naturalidad, sus nociones, sus imaginaciones, su experiencia y su educación para cumplir con el deber, aunque pueda parecer que están cumpliendo con él y que no cometen maldades, no están practicando la verdad, y no han hecho nada que sea satisfactorio para Dios. También hay otro problema que no se puede ignorar. Durante el desarrollo de tu deber, si tus nociones, imaginaciones y deseos personales nunca cambian y nunca son reemplazados con la verdad; y si tus acciones y tus actos nunca se realizan de acuerdo con los principios-verdad, entonces ¿cuál será el resultado final? No tendrás entrada en la vida, te convertirás en un contribuyente de mano de obra, con lo que cumplirás así las palabras del Señor Jesús: “Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad’” (Mateo 7:22-23). ¿Por qué llama Dios malhechores a estas personas que realizan esfuerzo y son mano de obra? Hay un aspecto del que podemos estar seguros, y es que, independientemente de los deberes o la obra que hagan estas personas, sus motivaciones, ímpetus, intenciones y pensamientos surgen enteramente de sus deseos egoístas, y están completamente orientados a proteger sus propios intereses y perspectivas, y a satisfacer su propio orgullo, vanidad y estatus. Todo está centrado en estas consideraciones y cálculos, no existe la verdad en su interior, no tienen un corazón que tema y se someta a Dios: esta es la raíz del problema. En la actualidad, ¿qué es fundamental que busquéis? En todas las cosas, debes buscar la verdad, y debes cumplir con tu deber correctamente según las intenciones de Dios y lo que Él pide. Si lo haces, recibirás la aprobación de Dios. Entonces, ¿qué es lo que se necesita específicamente para cumplir con el deber de acuerdo con lo que Dios pide? En todo lo que hagas, debes aprender a orar a Dios, debes reflexionar sobre qué intenciones tienes, qué pensamientos, y si estas intenciones y pensamientos concuerdan con la verdad; si no lo hacen, deben dejarse de lado, tras lo cual debes actuar según los principios-verdad y aceptar el escrutinio de Dios. Así te asegurarás de poner en práctica la verdad. Si tienes tus propias intenciones y objetivos, y eres muy consciente de que estos vulneran la verdad y están de acuerdo con las intenciones de Dios, y aun así no le oras a Dios ni buscas la verdad para encontrar una solución, esto es peligroso, es fácil que cometas maldades y hagas cosas que se opongan a Dios. Si cometes maldades una o dos veces y te arrepientes, sigues teniendo esperanza de salvación. Si sigues cometiendo maldades, eres un hacedor de toda clase de maldades. Si a esta altura continúas sin arrepentirte, estás en problemas: Dios te dejará de lado o te abandonará, lo que significa que corres el riesgo de ser descartado; la gente que comete toda clase de actos malvados sin duda será castigada y descartada.