72. Principios de las purgas de la iglesia
(1) Toda clase de gente malvada, absurda, imbécil, y las manzanas podridas, deben ser purgadas si queda certificado por la mayoría.
(2) La gente confundida de muy bajo calibre, que no puede entender lo más mínimo de verdad o no hace nada bueno en la iglesia, debe ser purgada.
(3) Toda persona que se dedique a la maldad y al engaño, que siembre la discordia, que forme facciones, o que conspire para perturbar la vida de la iglesia debe ser purgada.
(4) Toda persona que juzgue y formule frecuentemente acusaciones contra líderes y obreros, cuyas acusaciones infundadas tengan como único fin incitar y provocar, debe ser purgada.
(5) Si alguien va a ser purgado, la iglesia debe tener una razón adecuada para ello, debe conformarse a las disposiciones de la obra, y la mayoría de los miembros deben estar de acuerdo.
Las palabras relevantes de Dios:
Dios salva a los que pueden cobrar vida, pueden ver la salvación de Dios, pueden ser leales a Dios y están dispuestos a buscar a Dios. Él salva a los que creen en la encarnación de Dios y creen en Su aparición. Algunas personas pueden cobrar vida y otras no; esto depende de si su naturaleza puede ser salvada o no. Muchas personas han oído un montón de palabras de Dios pero no entienden la voluntad de Dios, y todavía no son capaces de ponerlas en práctica. Tales personas son incapaces de vivir cualquier verdad y además interfieren deliberadamente con la obra de Dios. Son incapaces de hacer ninguna obra para Dios, no pueden consagrar nada a Él, y también en secreto gastan el dinero de la iglesia y comen en la casa de Dios gratis. Estas personas están muertas y no serán salvas. Dios salva a todos los que están en medio de Su obra, pero hay una parte de ellos que no puede recibir Su salvación. Esto se debe a que la mayoría de las personas han sido corrompidas muy profundamente y se han convertido en personas muertas y están más allá de la salvación; Satanás las ha explotado por completo y su naturaleza es demasiado maliciosa.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Eres alguien que ha cobrado vida?
Cuando el hombre ha sido conquistado por las palabras de Dios en la medida en la que lo ha sido hoy, la fortaleza de las personas llega a un cierto punto, así que, posteriormente, Dios pronuncia más palabras de advertencia: la constitución que Él dicta al pueblo de Dios: “Aunque los seres humanos que pueblan la tierra son tan numerosos como las estrellas, los conozco a todos igual que a la palma de Mi propia mano. Y aunque los seres humanos que me ‘aman’ también son tan innumerables como los granos de arena del mar, solo unos pocos son escogidos por Mí: solo aquellos que buscan la brillante luz, que están apartados de quienes me ‘aman’”. Ciertamente, hay muchos que dicen que aman a Dios, pero hay pocos que lo aman de corazón. Parecería que esto podría distinguirse claramente hasta con los ojos cerrados. Así es, en realidad, la totalidad del mundo de quienes creen en Dios. En esto vemos que ahora Dios se ha volcado a la obra de “clasificar a las personas”, lo que muestra que lo que Dios quiere, y lo que lo satisface, no es la iglesia de hoy sino el reino después de la clasificación. En este momento, Él da una mayor advertencia a todos los “bienes peligrosos”: a menos que Dios no actúe, tan pronto como Dios comience a actuar, estas personas serán borradas del reino. Dios nunca hace las cosas a la ligera. Él siempre actúa de acuerdo con el principio de “uno es uno y dos son dos”, y si hay a quienes no desea mirar, Él hace todo lo posible por eliminarlos, por impedirles que causen problemas en el futuro. A esto se le llama “sacar la basura y limpiar a fondo”.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Interpretaciones de los misterios de las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 12
Aquellos entre los hermanos y hermanas que siempre están dando rienda suelta a su negatividad son lacayos de Satanás y perturban a la iglesia. Tales personas deben ser expulsadas y eliminadas un día. En su creencia en Dios, si las personas no tienen un corazón reverente a Dios, si no tienen un corazón obediente a Dios, entonces no solo no podrán hacer ninguna obra para Él, sino que, por el contrario, se convertirán en quienes perturban Su obra y lo desafían. Creer en Dios, pero no obedecerlo ni venerarlo y, más bien, resistirse a Él, es la mayor desgracia para un creyente. Si los creyentes son tan casuales y desenfrenados en sus palabras y su conducta como lo son los incrédulos, entonces son todavía más malvados que los incrédulos; son demonios arquetípicos. Aquellos que dan rienda suelta a su conversación venenosa y maliciosa dentro de la iglesia, que difunden rumores, fomentan la desarmonía y forman grupitos entre los hermanos y hermanas deben ser expulsados de la iglesia. Sin embargo, como esta es una era diferente de la obra de Dios, estas personas son restringidas, pues enfrentan una segura eliminación. Todos los que han sido corrompidos por Satanás tienen un carácter corrupto. Algunos no tienen nada más que un carácter corrupto, mientras que otros son diferentes: no solo tienen un carácter satánico corrupto, sino que su naturaleza también es extremadamente maliciosa. No solo sus palabras y acciones revelan su carácter corrupto y satánico; además, estas personas son el auténtico diablo Satanás. Su comportamiento interrumpe y perturba la obra de Dios, perjudica la entrada a la vida de los hermanos y hermanas y daña la vida normal de la iglesia. Tarde o temprano, estos lobos con piel de oveja deben ser eliminados; debe adoptarse una actitud despiadada, una actitud de rechazo hacia estos lacayos de Satanás. Solo esto es estar del lado de Dios y aquellos que no lo hagan se están revolcando en el fango con Satanás. Las personas que genuinamente creen en Dios siempre lo tienen en su corazón y siempre llevan en su interior un corazón reverente a Dios, un corazón que ama a Dios. Aquellos que creen en Dios deben hacer las cosas con cautela y prudencia, y todo lo que hagan debe estar de acuerdo con los requisitos de Dios y ser capaz de satisfacer Su corazón. No deben ser obstinados y hacer lo que les plazca; eso no corresponde al decoro santo. Las personas no deben desbocarse y ondear el estandarte de Dios por todas partes al tiempo que van fanfarroneando y estafando por todos lados; este es el tipo de conducta más rebelde. Las familias tienen sus reglas; ¿acaso no ocurre con más razón en la casa de Dios? ¿No son los estándares todavía más estrictos? ¿No hay todavía más decretos administrativos? Las personas son libres de hacer lo que quieran, pero los decretos administrativos de Dios no pueden alterarse a voluntad. Dios es un Dios que no tolera las ofensas por parte de los humanos; Él es un Dios que condena a muerte a las personas. ¿Acaso las personas realmente no lo saben ya?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Una advertencia a los que no practican la verdad
Cuando Dios salva a la gente, independientemente de la magnitud de su rebeldía o de la profundidad de su carácter corrupto, ¿qué referencia les da Dios? Es decir, ¿en qué circunstancias te abandonaría Dios y dejaría de quererte? ¿Cuál es el mínimo que has de alcanzar para que Dios te quiera, para que te mantenga? Lo primero es no negar a Dios. Esto es básico. No negar a Dios tiene un contenido real, no es simplemente reconocer al Viejo del Cielo, reconocer que Dios se ha hecho carne y es Dios Todopoderoso. Esta es la referencia de Dios para el hombre: Lo primero es no negar el nombre de Dios, reconocer a Dios, creer en Él y seguirlo. Lo segundo es, como mínimo, no abandonar el deber del hombre. Algunas personas no parecen haber abandonado su deber, pero sus acciones ya han causado interrupciones y alteraciones, han dañado la obra de la casa de Dios y han afectado a otras personas. ¿Acaso pueden continuar? Han vulnerado la referencia de Dios. Y, por lo tanto, la referencia para cumplir con el deber de uno es no interrumpir ni molestar. Los anticristos también cumplen con su deber, pero sus acciones son entrometidas, perturbadoras, dañinas y malvadas. ¿Podría Dios querer a estas personas? ¿Es esto el cumplimiento de su deber? Para Dios, han vulnerado su referencia, son incapaces de cumplir con su deber adecuadamente, su forma de cumplirlo es demasiado problemática para que merezca la pena, y deben ser eliminados de la iglesia. ¿Es este el principio de cómo la casa de Dios trata a las personas? Hay que preguntarse si hay alguien que diga cosas como esta: “¿He sido purgado por estar en un estado incorrecto y ser siempre negativo?” o; “Lo único que hice fue no cumplir a veces con mi deber adecuadamente, solo fui un poco descuidado y superficial; ¿cómo habéis podido suspenderme del cumplimiento de mi deber?” o; “No cumplí muy bien con mi deber, así que fui purgado” o; “A veces tuve malos pensamientos, pensamientos malvados, y también fui purgado”. ¿Hay personas a las que se trata así? (No). En algunas aparecen ocasionalmente nociones de incredulidad: “¿Existe realmente un Dios? El viento, la lluvia, el trueno, la nieve, ¿los hace ese Viejo del Cielo? ¿Se ha hecho Dios carne? Es un error pensar así, debo cumplir con mi deber correctamente”. Al descubrir esto, alguna gente dice: “Esta persona siempre está dudando de Dios. Purgadla, no le permitáis cumplir con su deber”. ¿Hay quienes son purgados de esta manera? (No). Entonces, ¿por qué principio purga la casa de Dios a las personas? ¿Qué personas son purgadas y suspendidas de sus deberes? (Aquellos cuyo servicio es demasiado problemático para que merezca la pena, que causan interrupciones y alteraciones). Tales personas no deben desempeñar un deber. Esto no se debe a la opinión que tenga alguien sobre ellos, ni se deriva de tratar de mantenerlos controlados debido a un agravio personal. Se debe a que el desempeño de su deber es demasiado deficiente, por debajo del estándar. Simplemente, son incapaces de cumplir con su deber.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los principios de práctica relativos a la sumisión a Dios
Hay un tipo de personas capaces de tratar a cualquiera con amor, servicialidad y tolerancia, pero, exclusivamente con Dios, son irreconciliables y Su enemigo declarado. Cuando se encuentran con algo que afecta a la verdad, a lo que Dios dice y exige, no solo no pueden aceptarlo, generan dificultades, lo ponen en duda a cada paso y propagan nociones, sino que también hacen muchas cosas en detrimento del trabajo de la casa de Dios, de tal manera que, cuando algo afecta a sus intereses, son incluso capaces de sublevarse para protestar contra Dios. ¿Qué tipo de personas son estas? (Personas que odian a Dios). El odio a Dios es un aspecto de la naturaleza de todas las personas y todas ellas tienen esta esencia; sin embargo, en algunas no es tan grave. ¿Por qué, entonces, este tipo de personas odian tanto a Dios? Son enemigos de Dios, diablos; hablando claro, ¡son demonios vivientes! ¿Se encuentran esos demonios vivientes entre las personas que Dios salva? (No). Por tanto, si identificáis correctamente a algunas personas de la iglesia como demonios vivientes de este tipo, debéis purgarlas inmediatamente de allí. Si una persona se comporta bastante bien en general, pero tiene únicamente un lapso momentáneo en su estado, o si su estatura es demasiado pequeña para comprender la verdad y provoca una interrupción o perturbación leve, pero ni este comportamiento es constante ni esa persona es así por naturaleza, se la puede mantener. Hay quienes tienen puntos fuertes en un aspecto a pesar de su humanidad un tanto deficiente: Están dispuestos a prestar servicio e incluso listos para sufrir, es solo que no toleran ninguna ofensa y se enfrentan a cualquiera que los ofenda, si bien son bastante normales cuando nadie les está ofendiendo. Además, nunca han sacado beneficio a costa de nadie. También se puede mantener a estas personas y, aunque no se puede decir que se salvarán necesariamente, al menos pueden prestar servicio y de su búsqueda personal depende que puedan servir o no hasta el final. Sin embargo, si dicha persona es un demonio viviente y enemiga de Dios, jamás podrá salvarse. Esto es una certeza y hay que purgarla de la iglesia. A algunos se les purga para ofrecerles una oportunidad de arrepentirse, para darles una lección; a otros, porque se ha comprobado cómo es su naturaleza y no pueden salvarse. Cada persona es distinta. Algunos purgados, pese a su estado deprimido y nebuloso, no han abandonado el deber y siguen llevándolo a cabo; no se hallan en un estado de nulo cumplimiento del deber y las sendas que toman no son las mismas.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La actitud que ha de tener el hombre hacia Dios
Maneras en que la casa de Dios se ocupa de diversos tipos de personas: a algunas las purga de entre aquellos que cumplen con un deber; a otras las degrada de una iglesia a tiempo completo a una a tiempo parcial; a otras más las degrada de una iglesia a tiempo parcial a una iglesia normal; a otras las rebaja de estos diferentes tipos de iglesias al Grupo B; y al resto, sencillamente, las expulsa. Vez tras vez, la casa de Dios organiza el trabajo de depuración de la iglesia; hay, además, organizaciones de trabajo específicas para los diversos tipos de personas que cumplen los criterios para ser depuradas. En función de las actitudes de la gente hacia el cumplimiento del deber y de sus transgresiones durante el mismo, así como de la humanidad y el carácter que exhiben estos diversos tipos de personas, al final la casa de Dios elabora unas normas distintas para ocuparse de ellas en cada caso; la casa de Dios cuenta con una organización del trabajo para todo esto. La organización del trabajo se comunica tanto por escrito como en comunión. En resumen, este trabajo es continuo, no intermitente. No se trata de que lo alto dicte la organización del trabajo, la iglesia haga durante un tiempo el trabajo de depuración y luego, ya terminado —y si lo alto no ha dado más órdenes a tal efecto—, la iglesia no haga nada la próxima vez que se detecte la necesidad de depurar a alguien. No es así. El trabajo de depuración de la iglesia debe ser continuo y metódico. Cuando la purga sea necesaria y adecuada, ha de llevarse a cabo según la organización del trabajo; no esperes pasivamente las instrucciones de lo alto ni las órdenes de los líderes de alto rango, y no esperes pasivamente a que lo denuncien más hermanos y hermanas. Una vez recibidas las denuncias de una parte de los hermanos y hermanas, o si los propios líderes ya han descubierto algo —o bien si los supervisores de la iglesia hablan entre ellos y alcanzan un consenso—, y la mayoría de los hermanos y hermanas redacta una evaluación que alegue que una persona ha de ser purgada, hay que purgarla inmediatamente. Esta es la condición específica de la organización del trabajo para dicha labor. ¿Y con qué fin se lleva a cabo el trabajo de depuración? Con el fin de depurar la iglesia para que el ambiente de trabajo de los que cumplen con el deber en la casa de Dios sea tranquilo y libre de la injerencia de los malvados; además, porque la casa de Dios no respalda a los holgazanes y vagos ociosos. También se ha de depurar a toda persona incapaz de cumplir normalmente con el deber en la casa de Dios, que siempre necesita que alguien la vigile y controle, que no es apta para ejecutar ningún deber. Esa labor ha de ser sencilla y autónoma, un trabajo del que los líderes y obreros deben responsabilizarse y que, por tanto, deben llevar a cabo y despachar.
La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros