47. Principios del verdadero autoconocimiento
(1) Si una persona hace introspección, se comprende a sí misma y se mide según los juicios y revelaciones de las palabras de Dios, entonces puede ver su propia fealdad y maldad.
(2) El conocimiento más auténtico de uno mismo proviene de la exposición del propio carácter corrupto en mitad de las pruebas y el refinamiento, además de cuando uno está siendo podado y tratado; mediante este conocimiento, uno puede quedar totalmente convencido.
(3) Cuando se sufren reveses, es preciso examinar claramente qué causa que se fracase y caiga, así como qué limitación propia ha producido tal consecuencia. Se debe ser capaz de ver la naturaleza y esencia propias.
(4) La manera más fácil de ver claramente la esencia-naturaleza propias, y las partes que se revelan del carácter corrupto, es reflexionar sobre la senda que se camina y sobre qué motiva a cumplir con el deber.
Las palabras relevantes de Dios:
Después de varios miles de años de corrupción, el hombre es insensible y torpe; se ha convertido en un demonio que se opone a Dios; tan es así que la rebeldía del hombre hacia Dios ha sido documentada en los libros de historia e incluso el hombre mismo es incapaz de dar una explicación completa de su comportamiento rebelde, porque el hombre ha sido profundamente corrompido por Satanás y se ha dejado engañar por Satanás al punto de que no sabe a dónde acudir. Todavía hoy, el hombre sigue traicionando a Dios: cuando el hombre ve a Dios, lo traiciona, y cuando no puede verlo, también lo traiciona. Hay incluso quienes, aun habiendo sido testigos de las maldiciones de Dios y de Su ira, lo traicionan. Y por eso digo que el razonamiento del hombre ha perdido su función original y que también la conciencia del hombre ha perdido su función original. El hombre que Yo veo es una bestia con traje humano, una serpiente venenosa, y no importa lo lastimoso que pretenda parecer ante Mis ojos, nunca seré misericordioso con él, porque el hombre no ha comprendido la diferencia entre lo negro y lo blanco o entre la verdad y lo que no es verdad. El razonamiento del hombre está en extremo entumecido, pero aun así sigue deseando obtener bendiciones; su humanidad es en extremo innoble, pero aun así sigue deseando poseer la soberanía de un rey. ¿De quién podría ser rey con un razonamiento como ese? ¿Cómo podría alguien con una humanidad como esa sentarse sobre un trono? ¡El hombre en verdad no tiene vergüenza! ¡Es un desgraciado engreído! A aquellos de vosotros que deseáis obtener bendiciones, os sugiero que primero encontréis un espejo y miréis vuestro propio horrible reflejo. ¿Posees lo que se requiere para ser un rey? ¿Acaso tienes el rostro de alguien que puede obtener bendiciones? No ha habido el más mínimo cambio en vuestro carácter ni habéis puesto ninguna verdad en práctica, pero aun así deseáis un maravilloso mañana. ¡Os estáis engañando a vosotros mismos! Nacido en una tierra tan inmunda, el hombre ha sido gravemente arruinado por la sociedad, influenciado por una ética feudal y educado en “institutos de educación superior”. Un pensamiento retrógrado, una moral corrupta, una visión mezquina de la vida, una filosofía despreciable para vivir, una existencia completamente inútil y un estilo de vida y costumbres depravados, todas estas cosas han penetrado fuertemente en el corazón del hombre, y han socavado y atacado severamente su conciencia. Como resultado, el hombre está cada vez más distante de Dios, y se opone cada vez más a Él. El carácter del hombre se vuelve más cruel día tras día, y no hay una sola persona que voluntariamente renuncie a algo por Dios; ni una sola persona que voluntariamente obedezca a Dios, y, menos aún, una sola persona que busque voluntariamente la aparición de Dios. En vez de ello, bajo el campo de acción de Satanás, el hombre no hace más que buscar el placer, entregándose a la corrupción de la carne en la tierra del lodo. Incluso cuando escuchan la verdad, aquellos que viven en la oscuridad no consideran ponerla en práctica ni tampoco muestran interés en buscar a Dios, aun cuando hayan contemplado Su aparición. ¿Cómo podría una humanidad tan depravada tener alguna posibilidad de salvación? ¿Cómo podría una humanidad tan decadente vivir en la luz?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tener un carácter inalterado es estar enemistado con Dios
Si tu autoconocimiento solo implica el reconocimiento superfluo de cosas superficiales, si te limitas a decir que eres arrogante y santurrón, que te rebelas contra Dios y te opones a Él, entonces eso no es verdadero conocimiento, sino doctrina. Debes incorporar a esto los hechos: debes sacar a la luz las motivaciones que hay en tu interior para compartir y diseccionar en qué aspectos tienes puntos de vista falaces u opiniones erróneas. Solo esto es poseer conocimiento real. Debes centrarte en conocer tus motivaciones y el origen de tu esencia. No debes obtener la comprensión solo a partir de tus acciones; debes captar el quid de la cuestión y resolver la raíz del problema. Transcurrido un tiempo, debes reflexionar sobre ti mismo y recapitular sobre qué problemas has resuelto, cuáles siguen existiendo y cómo han de abordarse. También debes buscar la verdad. No debes dejar que los demás te guíen siempre; has de tener tu propia senda para entrar en la vida. Debes examinarte con frecuencia: qué cosas estás haciendo mal y se hallan en conflicto con la verdad, cuáles de tus palabras y motivaciones son erróneas, qué carácter estás revelando. Si así es como entras sistemáticamente, y además tienes estrictas exigencias hacia ti mismo, de manera lenta pero segura irás adquiriendo más comprensión en este sentido. En última instancia, atarás todos los cabos y verás que sencillamente no eres bueno. Cuando llegue el día en que realmente poseas ese conocimiento, ya no serás capaz de ser arrogante. ¿Qué es lo crucial en este momento? Después de la comunicación y la disección, la gente es consciente y sabe de estas cosas, pero todavía no se conoce a sí misma. Algunos dicen: “¿Cómo podría no conocerme a mí mismo? Soy consciente de los asuntos en los que revelo arrogancia”. Si tan consciente eres, entonces ¿cómo no percibes que tu carácter es arrogante? ¿Por qué hay momentos en los que buscas el progreso personal, en los que anhelas el estatus y la distinción? Eso significa que tu naturaleza arrogante no ha sido erradicada. Por lo tanto, el cambio debe empezar por las motivaciones, la visión y las opiniones que se esconden tras tus acciones. ¿Reconocéis que mucho de lo que la gente dice es mordaz y venenoso, que hay un elemento de arrogancia en su tono? Sus palabras transmiten motivaciones y opiniones propias, algo que puede percibirse en lo que dicen. Hay quienes tienen una determinada manera de hablar y de expresarse cuando no delatan arrogancia, pero su presentación cambia cuando la revelan: entonces asoma el feo rostro de Satanás. Todo el mundo alberga motivaciones. Por ejemplo, aquellos que son astutos siempre susurran y entrecierran los ojos al hablar; hay motivaciones contenidas en ello. Algunas personas hablan en voz baja, furtivamente; en sus palabras se esconden estratagemas, pero no revelan nada en su tono ni en su semblante. Tales personas son aún más traicioneras y es muy difícil salvarlas.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo pasar a la nueva era
Más o menos ya sabéis reconocer el carácter corrupto que reveláis: qué cosas corruptas seguís siendo capaces de revelar, qué cosas sois todavía capaces de hacer. Todo esto lo sabéis. Sin embargo, lo más difícil es ser capaces de controlaros. No sabéis cuándo haréis algo ni qué cosas graves podéis hacer. Tal vez haya cosas que pensabais que no haríais jamás o palabras que pensabais que no diríais nunca, pero en determinado momento o entorno sí las dijisteis o hicisteis. La gente no puede controlar estas cosas inesperadas. ¿Por qué? Porque no comprende a fondo su naturaleza y esencia; su conocimiento de ellas no es lo suficientemente profundo, por lo que le resulta muy agotador poner en práctica la verdad. Por ejemplo, hay quienes son bastante mentirosos, deshonestos de palabra y obra, pero si les preguntas en qué sentido es más grave su corrupción, responderán: “Soy un poco mentiroso”. Se limitarán a decir que son un poco mentirosos, pero no que su naturaleza es la mentira ni que son personas mentirosas. No contemplan su naturaleza con tanta profundidad ni como algo tan serio, ni tan a conciencia, como otras personas. Otros ven que estas personas son tremendamente mentirosas y torcidas, que cada una de sus palabras es un fraude, que sus palabras y actos nunca son honestos, pero que no se examinan muy a fondo por dentro. Cualquier conocimiento que tengan es meramente superficial. Cada vez que hablan y actúan, revelan algo de su naturaleza, pero no son conscientes de ello. Se creen honestas en lo que hacen y que lo hacen de acuerdo con la verdad. Es decir, las personas tienen un conocimiento superficial de su propia naturaleza, y hay una enorme discrepancia entre esto y las palabras de juicio y revelación de Dios. Esto no es un error en lo que Dios revela, sino más bien que la humanidad carece de un entendimiento profundo de su naturaleza. Las personas no poseen una comprensión fundamental o esencial de sí mismas, en cambio, se concentran y dedican su energía a sus actos y a las expresiones externas. Aunque alguien dijera algo de manera ocasional respecto a entenderse a sí mismo, no sería muy profundo. Nadie ha pensado jamás que sea esta clase de persona ni tenga esta clase de naturaleza por haber realizado este tipo de cosas o haber revelado algo. Dios ha revelado la naturaleza y la esencia de la humanidad, pero los humanos entienden que su forma de hacer las cosas y de hablar es errónea y defectuosa; por tanto, poner la verdad en práctica es una tarea extenuante para las personas. Ellas piensan que sus equivocaciones son meras manifestaciones momentáneas que se revelan descuidadamente en lugar de ser revelaciones de su naturaleza. Las personas que se piensan que este camino no puede ponerse en práctica, porque no son capaces de aceptar la verdad como tal ni tienen sed de ella; por consiguiente, cuando ponen la verdad en práctica, sólo siguen las normas de manera superficial. Las personas no consideran que su propia naturaleza sea demasiado corrupta, y creen que no son tan malas como para que deban ser destruidas o castigadas. Creen que no es tan grave mentir de vez en cuando y se consideran mucho mejores de lo que eran en el pasado; de hecho, sin embargo, están muy lejos de llegar al estándar, porque las personas sólo tienen algunas acciones que, en apariencia, no violan la verdad, si es que realmente no están poniendo la verdad en práctica.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Entender la naturaleza propia y poner la verdad en práctica
Para permitir que las personas se conozcan a sí mismas, Dios usa muchos métodos diferentes. Él permite que las personas lleguen a conocerse a sí mismas poco a poco a través de la experiencia. Ya utilice pruebas, juicio o castigo, en palabras o hechos, Dios permite que las personas experimenten sin cesar el juicio, el castigo y la disciplina de las palabras de Dios y el esclarecimiento e iluminación de Sus palabras. Al mismo tiempo, Él permite que las personas reconozcan su propia corrupción, su rebeldía y su naturaleza. Entonces, ¿cuál es el objetivo final de Dios cuando hace todo esto? Es permitir que cada persona que experimente la obra de Dios sepa lo que es el hombre. ¿Qué incluye “lo que es el hombre”? Incluye permitir que las personas reconozcan su propia identidad, posición, deber y responsabilidad. Es permitirte saber quién es el hombre y quién eres tú mismo. Este es el objetivo final de que Dios permita que las personas se conozcan a sí mismas.
Extracto de La comunión de Dios
La clave para lograr un cambio de carácter es conocer la propia naturaleza, y esto debe suceder de acuerdo con las revelaciones de Dios. Sólo en la palabra de Dios se puede conocer la propia naturaleza espantosa, reconocer en esta los diferentes venenos de Satanás, darse cuenta de que uno es necio e ignorante, y reconocer los elementos débiles y negativos de la misma. Después de que estos se conozcan completamente, y puedas verdaderamente odiarte y renunciar a la carne, cumplir con la palabra de Dios de forma consistente y tener la voluntad de someterte de manera absoluta al Espíritu Santo y a la palabra de Dios, entonces te habrás embarcado en la senda de Pedro.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Conocerse a uno mismo es principalmente conocer la naturaleza humana
Para conocerte a ti mismo, debes conocer tus expresiones de corrupción, tus propias debilidades vitales, tu carácter y tu esencia-naturaleza. También debes saber, hasta el último detalle, aquellas cosas que se revelan en tu vida diaria: tus motivos, tus perspectivas y tu actitud sobre cada cosa —ya sea que estés en casa o fuera—, cuando estés en reuniones, cuando estés comiendo y bebiendo las palabras de Dios o en cada problema que encuentres. A través de estas cosas debes llegar a conocerte. Para conocerte en un nivel más profundo, debes integrar las palabras de Dios; solo puedes lograr resultados conociéndote con base en Sus palabras.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La importancia de buscar la verdad y la senda de búsqueda
Cuando leía las palabras de Dios, Pedro no estaba centrado en entender las doctrinas y, menos aún, en obtener conocimiento teológico; más bien, se concentró en comprender la verdad y captar la voluntad de Dios y lograr un entendimiento de Su carácter y Su encanto. Pedro también intentó comprender los diversos estados corruptos del hombre a partir de las palabras de Dios, así como la naturaleza corrupta del hombre y sus verdaderas deficiencias, cumpliendo, así, con todos los aspectos de las exigencias que Dios le hace al hombre para que lo satisfaga. Pedro tuvo muchas prácticas correctas que se ciñeron a las palabras de Dios. Esto estuvo totalmente alineado con la voluntad de Dios y fue la mejor forma en la que una persona podía cooperar al tiempo que experimentaba la obra de Dios. Cuando experimentó los centenares de pruebas provenientes de Dios, Pedro se autoexaminó de un modo estricto contra cada palabra del juicio de Dios hacia el hombre, cada palabra de la revelación de Dios al hombre y cada palabra de Sus exigencias al hombre e intentó desentrañar el significado de esas palabras. Intentó reflexionar sinceramente en cada palabra que Jesús le dijo y memorizarla y tuvo muy buenos resultados. Mediante esta forma de práctica fue capaz de alcanzar un entendimiento de sí mismo a partir de las palabras de Dios, y no sólo llegó a entender los diversos estados corruptos del hombre, sino que también comprendió la esencia, la naturaleza y los diversos tipos de defectos del hombre. Esto es lo que significa verdaderamente entenderse a uno mismo.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro
Lo que Pedro buscó fue llegar a conocerse a sí mismo, y ver lo que se había revelado en él a través del refinamiento de las palabras de Dios y dentro de las diversas pruebas que Dios le suministró. Cuando de verdad llegó a entenderse a sí mismo, Pedro se dio cuenta de lo corruptos, lo inútiles y lo indignos de servir a Dios que son los humanos, y de que no merecen vivir delante de Él. Pedro se postró entonces ante Dios. Al final, pensó: “¡Conocer a Dios es lo más preciado! Sería una lástima que muriese sin conocerlo. Siento que conocer a Dios es lo más importante y lo más valioso que hay. Si el hombre no conoce a Dios, entonces no merece vivir y no tiene vida”. Para cuando la experiencia de Pedro había alcanzado este punto, él ya había llegado a saber su propia naturaleza y obtenido un conocimiento relativamente bueno de ella. Aunque quizá no habría sido capaz de explicarlo tan claramente como las personas de hoy, Pedro había llegado a este estado. Por consiguiente, buscar la vida y alcanzar la perfección por Dios requiere conocer la propia naturaleza a partir de las declaraciones de Dios, así como comprender los aspectos de la propia naturaleza y describirla en palabras, hablar clara y llanamente. Sólo esto es conocerte verdaderamente a ti mismo, y habrás alcanzado el resultado que Dios exige. Si tu conocimiento no ha llegado a este punto todavía, pero afirmas conocerte a ti mismo y haber ganado vida, ¿no es esto entonces una simple fanfarronada? No te conoces a ti mismo ni sabes lo que eres delante de Dios, si has cumplido de verdad con los estándares de un ser humano o cuántos elementos satánicos sigues teniendo en ti. Sigues sin tener claro a quién perteneces y ni siquiera tienes autoconocimiento; entonces, ¿cómo puedes tener razón frente a Dios? Cuando Pedro buscaba la vida, se centraba en conocerse a sí mismo y en transformar su carácter a lo largo de sus pruebas. Se esforzó por conocer a Dios y, al final, pensó: “Las personas deben buscar entender a Dios en vida; conocerlo es lo más crítico. Si no conozco a Dios, no podré descansar en paz cuando muera. Una vez que lo conozca, si Dios determina que yo muera, entonces sentiré que es lo más gratificante; no me quejaré en lo más mínimo y mi vida entera se habrá colmado”. Pedro no fue capaz de obtener este nivel de entendimiento ni alcanzar este punto inmediatamente después de empezar a creer en Dios; primero tuvo que pasar por multitud de grandes pruebas. Su experiencia tuvo que llegar a un cierto hito y tuvo que entenderse a sí mismo por completo antes de poder sentir el valor de conocer a Dios. Por tanto, la senda que Pedro tomó fue la de obtener la vida y ser perfeccionado; este era el aspecto en el que se centró su práctica específica principalmente.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro
¿Cómo entiendes tu naturaleza humana? En realidad, entender tu naturaleza significa realmente analizar la profundidad de tu alma; implica lo que hay en tu vida. Has estado viviendo según la lógica de Satanás y sus puntos de vista, es decir, que has estado viviendo la vida de Satanás. Sólo puedes entender tu naturaleza si desentierras las partes más profundas de tu alma. ¿Cómo pueden desenterrarse estas cosas? No pueden desenterrarse o diseccionarse mediante apenas uno o dos sucesos; muchas veces, después de que has terminado de hacer algo, sigues sin haber llegado a un entendimiento. Se podrían requerir tres o cinco años antes de que seas capaz de obtener aunque sea una ínfima comprensión y entendimiento de ellas. En muchas situaciones, debes reflexionar y conocerte a ti mismo, y sólo cuando practiques la profundización verás resultados. A medida que tu comprensión de la verdad se hace más y más profunda, poco a poco llegarás a conocer tu propia esencia-naturaleza a través de la autorreflexión y el autoconocimiento. Para conocer tu naturaleza, debes lograr algunas cosas. Primero, debes tener un entendimiento claro de lo que te gusta. Esto no se refiere a lo que te gusta comer o vestir; más bien, se refiere al tipo de cosas que disfrutas, las cosas que envidias, que adoras, que buscas y a las que prestas atención en tu corazón, el tipo de personas con las que te gusta entrar en contacto, el tipo de cosas que te gusta hacer y el tipo de personas que idolatras en tu corazón. Por ejemplo: a la mayoría de la gente le gustan las personas de gran prestigio, personas que son elegantes en su discurso y comportamiento o las que hablan con elocuente adulación o las que aparentan lo que no son. Lo arriba mencionado tiene que ver con aquello con lo cual a las personas les gusta interactuar. En cuanto a las cosas que disfrutan las personas, incluyen el estar dispuestas a hacer ciertas cosas fáciles de hacer, disfrutar hacer cosas que a los demás les parecen buenas y que harían que las personas cantaran alabanzas e hicieran cumplidos. En la naturaleza de las personas, existe una característica común en las cosas que les gustan. Es decir, les gustan las personas, sucesos y cosas que otros envidian debido a su apariencia externa; les gustan las personas, cosas y sucesos que se ven hermosas y lujosas y les gustan las personas, sucesos y cosas que hacen que otras las adoren debido a las apariencias. Estas cosas a las que la gente les tiene cariño son geniales, deslumbrantes, magníficas e imponentes. Todas las personas adoran estas cosas. Puede verse que las personas no tienen nada de la verdad y tampoco tienen la semejanza de seres humanos auténticos. No tiene el más mínimo sentido adorar estas cosas, pero a las personas les siguen gustando. Estas cosas que le gustan a la gente les parecen especialmente buenas a los que no creen en Dios, particularmente dispuestos a ir en pos de ellas. […] Aspirar a estas cosas es revolcarse en el fango con la gente mundana. Dios detesta esto. Le falta verdad, le falta humanidad y es satánico. Esto es lo que supone desenterrar la naturaleza de una persona a partir de sus preferencias. Se pueden observar las preferencias de la gente en su forma de vestir: algunas personas están deseando llevar ropa llamativa y colorida, o conjuntos estrafalarios. Llevan accesorios que nunca se han llevado y les encantan las cosas que puedan atraer al sexo opuesto. Que lleven esta ropa y estos accesorios demuestra su preferencia por estas cosas en su vida y en lo más profundo de su corazón. Las cosas que les gustan no son dignas ni decentes. No son cosas propias de una persona verdaderamente auténtica. Es inicuo que les gusten. Su talante es precisamente el mismo que el de la gente mundana. No es posible apreciar la más mínima verdad en esas personas. Por tanto, lo que te gusta, aquello en lo que te centras, lo que adoras, lo que envidias y aquello en lo que piensas en tu corazón cada día, todo ello es representativo de tu naturaleza. Es suficiente para demostrar que a tu naturaleza le gusta la iniquidad y que, en situaciones graves, es malvada e incurable. Debes analizar tu naturaleza de este modo; es decir, examinar aquello que te gusta mucho y aquello a lo que renuncias en tu vida. Puede que seas bueno con alguien durante un tiempo, pero esto no demuestra que le tengas cariño. Lo que te gusta de verdad es, precisamente, lo que está en tu naturaleza; aunque tuvieras los huesos rotos, lo seguirías disfrutando y no podrías renunciar a ello jamás. Esto no resulta fácil de cambiar. Tomemos como ejemplo el encontrar una pareja. Si una mujer en verdad se enamorase de alguien, entonces nadie podría detenerla. Aunque le rompieran las piernas, ella querría estar con él; querría casarse con él aunque para ella eso significara la muerte. ¿Cómo puede ser esto? Esto se debe a que nadie puede cambiar lo que las personas tienen en lo profundo de su ser. Aunque una persona muriera, a su alma le seguirían gustando las mismas cosas; estas son las cosas de la naturaleza humana, y representan la esencia de la persona. Las cosas que les gustan a las personas contienen cierta iniquidad. Algunas son obvias en su cariño por esas cosas, mientras que otras no; algunas personas les tienen gran cariño, mientras que otras no; algunas personas pueden controlarse y otras no. Algunas personas tienden a hundirse en las cosas oscuras, lo que demuestra que no poseen ni una pizca de vida. Si las personas son capaces de no andar ocupadas y limitadas por esas cosas, ello demuestra que su carácter se ha transformado un poco y tienen un poco de estatura. Ciertas personas entienden algunas verdades y sienten que tienen vida y que aman a Dios. En realidad, sigue siendo demasiado pronto y sufrir la transformación del carácter propio no es un asunto fácil. ¿Acaso es la naturaleza propia fácil de entender? Aunque la entendieras un poco, no sería fácil de cambiar. Este es un ámbito difícil para las personas. Independientemente de cómo puedan cambiar las personas, los asuntos o las cosas que te rodean, e independientemente de cómo pueda ponerse el mundo boca abajo, si la verdad te guía desde dentro, si ha echado raíces dentro de ti, y si las palabras de Dios guían tu vida, tus preferencias, tus experiencias y tu existencia, te habrás transformado de verdad. Ahora bien, esta supuesta transformación consiste sencillamente en que las personas colaboren un poco y tengan un poco de entusiasmo y fe, pero esto no puede considerarse una transformación ni demuestra que las personas tengan vida; tan solo son las preferencias de las personas y nada más.
Además de sacar a la luz las cosas que más les gustan a las personas de su naturaleza, también es necesario descubrir otros aspectos pertenecientes a esta. Por ejemplo, los puntos de vista de las personas sobre las cosas; sus métodos y sus metas en la vida; sus valores vitales y sus opiniones sobre la vida y sobre todas las cosas relacionadas con la verdad. Estas cosas están, todas, en lo profundo del alma de la gente y guardan una relación directa con la transformación del carácter. ¿Cuál es, entonces, la perspectiva vital de la humanidad corrupta? Se puede decir que es la siguiente: “Cada hombre por sí mismo y sálvese quien pueda”. La gente vive para sí misma; por decirlo más claro, vive para la carne. Solamente vive para llevarse comida a la boca. ¿En qué se diferencia esta existencia de la de los animales? No tiene ningún valor vivir así, y menos aún sentido. La perspectiva vital se basa en aquello de lo que dependes para vivir en el mundo, aquello para lo que vives y cómo vives, y todo esto tiene que ver con la esencia de la naturaleza humana. Al analizar la naturaleza de las personas, verás que todas se oponen a Dios. Todas ellas son diablos y no hay ninguna genuinamente buena. Solo si analizas la naturaleza de la gente puedes conocer de verdad la esencia y la corrupción del hombre y entender de qué forma parte realmente la gente, de qué carece en realidad, con qué debería equiparse y cómo debería vivir con semejanza humana. No es fácil analizar verdaderamente la naturaleza de una persona ni puede hacerse sin experimentar las palabras de Dios o tener experiencias reales.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Lo que se debe saber sobre cómo transformar el propio carácter
Cuando se trata de conocer la naturaleza del hombre, lo más importante es verla desde la perspectiva de la visión del mundo del hombre, de la vida y de los valores. Todos los que son del diablo viven para sí mismos. Su visión de la vida y sus máximas proceden principalmente de los dichos de Satanás, como “Cada hombre para sí mismo y sálvese quien pueda”. Las palabras pronunciadas por esos reyes demonios, por personas importantes y filósofos de la tierra, se han convertido en la vida del hombre. En particular, la mayor parte de las palabras de Confucio, publicitado por el pueblo chino como un “sabio”, se han convertido en la vida del hombre. También están los proverbios famosos del budismo y el taoísmo, y los dichos clásicos de diversas figuras famosas citados con frecuencia; todos estos son esbozos de las filosofías de Satanás y de su naturaleza. También son las mejores ilustraciones y explicaciones de la naturaleza de Satanás. Estos venenos que se han inoculado en el corazón del hombre proceden todos de Satanás; ni la más mínima pizca de ellos procede de Dios. Tales palabras demoníacas también están en directa oposición a la palabra de Dios. Queda absolutamente claro que las realidades de todas las cosas positivas vienen de Dios, y todas esas cosas negativas que envenenan al hombre proceden de Satanás. Por tanto, puedes discernir la naturaleza de una persona y a quién pertenece esta a partir de su visión de la vida y de los valores. Satanás corrompe a las personas mediante la educación y la influencia de gobiernos nacionales, de los famosos y los grandes. Sus palabras demoníacas se han convertido en la naturaleza-vida del hombre. “Cada hombre por sí mismo y sálvese quien pueda” es un conocido dicho satánico que ha sido infundido en todos y que se ha convertido en la vida del hombre. Hay otras palabras de la filosofía de vida que también son así. Satanás utiliza la cultura tradicional refinada de cada nación para educar a las personas, provocando que la humanidad caiga y sea envuelta en un abismo infinito de destrucción, y al final Dios destruye a las personas porque sirven a Satanás y se resisten a Dios. Imagina que le preguntas a alguien que ha estado activo en la sociedad durante décadas: “Dado que has vivido en el mundo durante mucho tiempo y has conseguido mucho; ¿cuáles son los principales dichos famosos por los que te riges?”. Podría decir, “El más importante es ‘Los funcionarios no golpean a los que hacen regalos, los que no adulan ni halagan no consiguen nada’”. ¿Acaso estas palabras no son representativas de su naturaleza? No escatimar ningún medio para obtener posición se ha convertido en su naturaleza; ser funcionario es lo que le da vida. Sigue habiendo muchos venenos satánicos en la vida de las personas, en su conducta y comportamiento; apenas poseen verdad alguna. Por ejemplo, sus filosofías de vida, sus formas de hacer las cosas y sus máximas están todas llenas de los venenos del gran dragón rojo, y todas proceden de Satanás. Así pues, todas las cosas que fluyen a través de los huesos y la sangre de las personas son cosas de Satanás. Todos esos funcionarios, aquellos que están en el poder y quienes logran el éxito tienen sus propias sendas y sus propios secretos para llegar a él. ¿No son tales secretos perfectamente representativos de su naturaleza? Han hecho cosas muy grandes en el mundo, y nadie puede darse cuenta de los planes e intrigas que se esconden tras ellos. Esto muestra cuán insidiosa y venenosa es su naturaleza. Satanás ha corrompido profundamente a la humanidad. El veneno de Satanás fluye por la sangre de todas las personas, y se puede ver que la naturaleza del hombre es corrupta, malvada y reaccionaria, llena de las filosofías de Satanás e inmersa en ellas; es por entero una naturaleza que traiciona a Dios. Por este motivo la gente se resiste y se opone a Dios. El hombre puede llegar fácilmente a conocerse a sí mismo si su naturaleza puede ser diseccionada así.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre
¿Cómo puedes distinguir cuál es la esencia de una persona? No puedes distinguir cuál es la esencia-naturaleza de una persona cuando o bien no hace nada o hace algo trivial. Esto se muestra en lo que la persona revela habitualmente, en los motivos detrás de sus acciones, en las intenciones detrás de lo que hace, en los deseos que alberga y en la senda que recorre. Y, aún más importante, estas cosas se muestran en la forma como reacciona cuando se encuentra con un ambiente dispuesto por Dios, cuando se encuentra con algo que Dios le ha hecho de manera personal, cuando es puesta a prueba y refinada o es tratada y podada o, también, cuando Dios personalmente la ilumina y la guía. ¿Con qué se relaciona todo esto? Se relaciona con las acciones de una persona, la forma como vive y los principios por los cuales rige su conducta. También se relaciona con la dirección y las metas de su búsqueda y con los medios a través de los cuales lleva a cabo la búsqueda. En otras palabras, se relaciona con la senda que esta persona toma, la forma como vive, aquello que rige su vida y la base de su existencia.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo discernir la esencia-naturaleza de Pablo
Hoy día, la mayoría de las personas tiene un entendimiento muy superficial de sí mismas. No han llegado a distinguir en absoluto las cosas que forman parte de su naturaleza. Sólo tienen conocimiento de algunos de sus estados corruptos, de las cosas que probablemente van a hacer o de unos de sus defectos, y eso les hace creer que se conocen a sí mismos. Si, además, viven rigiéndose por unas cuantas normas, si se aseguran de no cometer equivocaciones en ciertos ámbitos y se las apañan para evitar cometer ciertas transgresiones, entonces consideran que poseen realidad en su creencia en Dios y asumen que serán salvadas. Esto es una imaginación completamente humana. Si te atienes a estas cosas, ¿de verdad llegarás a ser capaz de evitar cometer transgresión alguna? ¿Habrás logrado un verdadero cambio de carácter? ¿Estarás viviendo realmente a semejanza de un ser humano? ¿Puedes satisfacer auténticamente a Dios? ¡Desde luego que no, eso está claro! La creencia en Dios sólo funciona cuando uno tiene altos estándares y ha alcanzado la verdad y alguna transformación en el carácter de vida. Si el conocimiento que las personas tienen de sí mismas es demasiado superficial, les resultará imposible resolver los problemas y su carácter de vida simplemente no cambiará. Es necesario que alguien se conozca en un nivel profundo, lo que significa conocer la propia naturaleza: qué elementos se incluyen en esa naturaleza, cómo se originaron estas cosas y de dónde provinieron. Además, ¿eres realmente capaz de odiar estas cosas? ¿Has visto tu propia alma fea y tu naturaleza malvada? Si eres realmente capaz de ver la verdad sobre ti mismo, entonces comenzarás a aborrecerte. Cuando te aborreces, y luego practicas la palabra de Dios, podrás abandonar la carne y tener la fuerza para cumplir con la verdad sin dificultad. ¿Por qué muchas personas siguen sus preferencias carnales? Porque se consideran bastante buenas, sienten que sus acciones son correctas y justificadas, que no tienen fallas e incluso que están completamente en lo correcto. Por lo tanto, son capaces de actuar con la suposición de que la justicia está de su lado. Cuando alguien reconoce cuál es su verdadera naturaleza, cuán fea, despreciable y detestable es, entonces no está demasiado orgulloso de sí mismo ni es tan salvajemente arrogante ni está tan complacido consigo mismo como antes. Tal persona siente: “Debo ser serio y centrado y practicar algunas de las palabras de Dios. Si no, entonces no estaré a la altura del estándar de ser humano, y me avergonzaré de vivir en la presencia de Dios”. Entonces alguien realmente se ve a sí mismo como miserable, como verdaderamente insignificante. En este momento, a alguien se le hará fácil cumplir con la verdad y parecerá ser un poco como debería ser un humano. Sólo cuando las personas realmente se aborrecen pueden abandonar la carne. Si no se desprecian a sí mismas, serán incapaces de abandonar la carne. Odiarse a uno mismo verdaderamente comprende algunas cosas: primero, conocer la propia naturaleza; y segundo, verse a uno mismo como una persona dependiente y mísera, verse extremadamente pequeño e insignificante y ver la propia alma deplorable y sucia. Cuando alguien ve completamente lo que realmente es, y se logra este resultado, entonces realmente adquiere conocimiento de sí mismo y se puede decir que se ha llegado a conocer completamente. Sólo entonces puede alguien mismo odiarse, hasta el punto de maldecirse y sentir verdaderamente que Satanás lo ha corrompido profundamente; tanto que ni siquiera se parece a un ser humano. Entonces un día, cuando aparezca la amenaza de la muerte, esa persona pensará: “Este es el justo castigo de Dios. Dios es, ciertamente, justo; ¡en verdad yo debería morir!”. En este punto, él no albergará quejas y, mucho menos, culpará a Dios, simplemente, sentirá que es tan dependiente y despreciable, tan inmundo y tan corrupto, que debería ser eliminado por Dios, y que un alma así no es apta para vivir en la tierra. En este punto, esta persona no se resistirá a Dios y, mucho menos, lo traicionará. Si alguien no se conoce, y todavía se considera bastante bueno, entonces cuando la muerte llame, esta persona pensará: “Lo he hecho muy bien en mi fe. ¡Qué duro he buscado! He dado tanto, he sufrido tanto, pero finalmente Dios ahora me está pidiendo que muera. No sé dónde está la justicia de Dios. ¿Por qué me está pidiendo que muera? Si hasta una persona como yo tiene que morir, entonces ¿quién se salvará? ¿No llegará a su fin la raza humana?”. En primer lugar, esta persona tiene nociones acerca de Dios. En segundo lugar, esta persona se queja y no muestra ninguna sumisión en absoluto. Esto es igual que Pablo: cuando estaba a punto de morir, no se conocía, y para cuando el castigo de Dios estaba cerca, era demasiado tarde para arrepentirse.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Conocerse a uno mismo es principalmente conocer la naturaleza humana
Cuanto mayor capacidad tengas de descubrir tu propia corrupción, cuanto más exacto sea este descubrimiento y más puedas conocer tu propia esencia, entonces es más probable que te salves y te acerques a la salvación; cuanta menos capacidad tengas para descubrir tus problemas, cuanto más creas que eres una buena persona, una gran persona, entonces más lejos estarás del camino de la salvación y seguirás en gran peligro. Cualquiera que se pase todo el día de aquí para allá, haciendo alarde de sus logros, diciendo que tiene un pico de oro, que es razonable, que entiende la verdad, que sabe practicar la verdad y es capaz de hacer sacrificios, entonces es de una estatura especialmente baja. ¿Qué clase de persona tiene mayor esperanza de salvarse y es capaz de caminar por la senda de salvación? Aquellos que conocen verdaderamente su carácter corrupto. Cuanto más profundo sea su conocimiento, más cerca estarán de la salvación. Conocer tu carácter corrupto, saber que no eres nada, que eres inservible, un Satanás viviente; cuando de verdad conoces tu esencia, esto no es un problema grave. Se trata de algo bueno, no es malo. ¿Hay alguien que se vuelva más negativo cuanto más se conoce a sí mismo, y piense: “Todo ha terminado, me ha sobrevenido el juicio y castigo de Dios, es una sanción y una retribución, Dios no me quiere y no tengo esperanza de salvación”? ¿Tendrán estas personas tales ilusiones? De hecho, cuanta más gente reconozca lo desesperada que está, más esperanzas tendrán; no deben ser negativos y no deben darse por vencidos. Conocerse a uno mismo es algo bueno, es el camino que ha de tomarse para la salvación. Si eres completamente insensible a tu propio carácter corrupto y a tu esencia, en sus múltiples oposiciones a Dios, y si todavía no tienes ningún plan para cambiar, entonces estás en problemas; tales personas ya están entumecidas, están muertas. ¿Pueden volver los muertos a la vida? Ya están muertos, no pueden.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Sólo cuando te conoces a ti mismo puedes buscar la verdad
Entre los que buscan vida, Pablo fue alguien que desconocía su propia sustancia. No era en absoluto humilde ni obediente, ni conocía su esencia, la cual se oponía a Dios. Por tanto, era alguien que no había pasado por experiencias detalladas ni puso en práctica la verdad. Pedro era diferente. Conocía sus imperfecciones, sus debilidades y su carácter corrupto como una criatura de Dios y, por tanto, tenía una senda de práctica por medio de la cual cambiar su carácter; no era uno de esos que solo tenía doctrina, pero no realidad. Las que cambian son personas nuevas que han sido salvadas, son las calificadas para la búsqueda de la verdad. Las que no lo hacen pertenecen a aquellas que son obsoletas por naturaleza; son las que no se han salvado, es decir, aquellas a las que Dios detesta y rechaza. Ellas no serán recordadas por Dios, por muy grande que haya sido su obra. Cuando comparas esto con tu propia búsqueda, debe ser evidente si al final eres el mismo tipo de persona que Pedro o Pablo. Si aún no hay verdad en lo que buscas y si todavía hoy sigues siendo tan soberbio e insolente como Pablo, y sigues siendo tan superficial y presuntuoso como él, sin duda eres un degenerado que fracasa. Si buscas lo mismo que Pedro, si procuras prácticas y cambios verdaderos y no eres arrogante ni obstinado, sino que buscas cumplir con tu deber, serás una criatura de Dios que puede lograr la victoria. Pablo no conocía su propia esencia o corrupción y, mucho menos, su propia desobediencia. Nunca mencionó su desafío despreciable hacia Cristo ni se arrepintió demasiado. Solo ofreció una breve explicación y, en lo profundo de su corazón, no se sometió totalmente a Dios. Aunque cayó en el camino de Damasco, no miró en lo profundo de su ser. Se contentó simplemente con seguir obrando y no consideró que conocerse y cambiar su viejo carácter fueran los asuntos más cruciales. Se conformaba con simplemente hablar la verdad, con proveer para otros como un bálsamo para su propia conciencia y con no perseguir más a los discípulos de Jesús para consolarse y perdonarse por sus pecados pasados. La meta que perseguía no era otra que una corona futura y una obra transitoria, la meta que perseguía era la gracia abundante. No buscaba suficiente verdad ni buscaba progresar más profundamente en la verdad, la cual no había entendido previamente. Por consiguiente, se puede decir que su conocimiento de sí mismo era falso y que no aceptaba el castigo ni el juicio. Que fuera capaz de obrar no significa que poseyera un conocimiento de su propia naturaleza o de su esencia; su atención solo se centraba en las prácticas externas. Además, no se esforzaba por el cambio, sino por el conocimiento. Su obra fue, por completo, el resultado de la aparición de Jesús en el camino a Damasco. No fue algo que él hubiera decidido hacer en un principio ni fue una obra que ocurriera después de que aceptase la poda de su viejo carácter. Independientemente de cómo obrara, su viejo carácter no cambió y, por tanto, su obra no expió sus pecados pasados, sino que únicamente desempeñó cierto papel entre las iglesias de la época. Para alguien como él, cuyo viejo carácter no cambió —es decir, que no obtuvo la salvación y que, además, no tenía la verdad— era absolutamente incapaz de llegar a ser uno de los aceptados por el Señor Jesús.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine