14. La relación entre cumplir un deber y dar testimonio de Dios

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

Lo que habéis experimentado y visto excede a lo que experimentaron y vieron los santos y profetas de todas las eras, pero ¿sois capaces de dar un testimonio mayor que las palabras de estos santos y profetas de tiempos pasados? Lo que Yo os otorgo ahora excede a Moisés y eclipsa a David, así que, de la misma manera, Yo pido que vuestro testimonio exceda a Moisés y que vuestras palabras sean mayores que David. Os doy cien veces más, así que de igual manera os pido que vuestra retribución sea consecuente. Debéis saber que Yo soy quien otorga vida a la humanidad y sois vosotros los que recibís vida de Mí y debéis dar testimonio de Mí. Este es vuestro deber el cual envío sobre vosotros y el cual vosotros debéis hacer por Mí. Os he otorgado toda Mi gloria, os he otorgado la vida que el pueblo escogido, los israelitas, nunca recibió. Es justo que debáis dar testimonio de Mí y dedicarme vuestra juventud y rendirme vuestra vida. A quien quiera que Yo le otorgue Mi gloria dará testimonio de Mí y dará su vida por Mí. Esto ha sido predestinado por Mí desde hace mucho. Es vuestra buena fortuna que Yo os otorgue Mi gloria y vuestro deber es testificar para Mi gloria. Si creyerais en Mí solo para obtener bendiciones, entonces Mi obra tendría poca relevancia y no estaríais desempeñando vuestro deber. […] Lo que habéis recibido no son solamente Mi verdad, Mi camino y Mi vida, sino una visión y una revelación mayores que las de Juan. Entendéis muchos más misterios y también habéis contemplado Mi auténtico rostro; habéis aceptado más de Mi juicio y conocido más de Mi carácter justo. Y así, aunque nacisteis en los últimos días, vuestro entendimiento es el de antiguo y el del pasado; y también habéis experimentado las cosas de hoy, y todo esto lo hice Yo personalmente. Lo que Yo pido de vosotros no es excesivo, porque os he dado mucho y habéis visto mucho en Mí. Así, os pido que deis testimonio de Mí a los santos de eras pasadas, y este es el único deseo de Mi corazón.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Qué sabes de la fe?

En lo que se refiere a la obra, el hombre cree que consiste en correr de un lado a otro para Dios, predicar por todas partes y esforzarse por Él. Aunque esta creencia es correcta, es demasiado parcial; lo que Dios le pide al hombre no es únicamente que corra de un lado a otro para Él; más allá de esto, esta obra tiene que ver con el ministerio y la provisión dentro del espíritu. Aun después de todos estos años de experiencia, muchos hermanos y hermanas jamás han pensado en trabajar para Dios, porque la obra, tal y como el hombre la concibe, es incongruente con lo que Dios pide. Por tanto, el hombre no tiene el más mínimo interés en el asunto de la obra y esta es precisamente la razón de que la entrada del hombre sea también bastante parcial. Todos vosotros deberíais empezar vuestra entrada obrando para Dios, de manera que podáis pasar mejor por cada aspecto de la experiencia. A esto es a lo que deberíais entrar. La obra no se refiere a correr de un lado a otro para Dios, sino a si la vida del hombre y lo que este manifiesta pueden dar disfrute a Dios. La obra se refiere a que las personas utilicen su devoción a Dios y su conocimiento de Él para dar testimonio de Dios y, también, para pastorear al hombre. Esta es la responsabilidad del hombre y es lo que todos los hombres deben entender. Se podría decir que vuestra entrada es vuestra obra y que estáis buscando entrar en el transcurso de obrar para Dios. Experimentar la obra de Dios no significa, solamente, que sabes cómo comer y beber de Su palabra; lo más importante, debes saber cómo dar testimonio de Dios y poder servirle y pastorear y proveer al hombre. Esto es obra y también vuestra entrada; es lo que toda persona debe lograr.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (2)

Has experimentado mucho de la obra de Dios, la has visto con tus propios ojos y la has experimentado personalmente; cuando hayas llegado al final, no debes ser incapaz de desempeñar la función que te corresponde. ¡Sería una lástima! En el futuro, cuando se propague el evangelio, deberías poder hablar de tu conocimiento, dar testimonio de todo lo que tu corazón ha ganado y no escatimar esfuerzos. Esto es lo que debería lograr un ser creado. ¿Cuál es la verdadera relevancia de esta etapa de la obra de Dios? ¿Qué efecto produce? ¿Y cuánto de esto se lleva a cabo en el hombre? ¿Qué debe hacer la gente? Cuando sepáis hablar con claridad de toda la obra que Dios encarnado ha realizado desde que vino a la tierra, vuestro testimonio estará completo. Demostrarás tu capacidad de dar testimonio de Dios, que tienes auténtico conocimiento, cuando sepas hablar con claridad de estas cinco cosas: la relevancia de la obra de Dios, el contenido, la esencia, el carácter que representa y sus principios. Mis exigencias para con vosotros no son excesivas y están al alcance de todos aquellos que buscan de verdad. Si estás decidido a ser testigo de Dios, debes entender lo que Dios detesta y lo que ama. Has experimentado gran parte de Su obra, por medio de la cual debes llegar a conocer Su carácter, comprender Su voluntad y Sus exigencias a la humanidad y, con estos conocimientos, dar testimonio de Él y desempeñar tu deber.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Práctica (7)

La primera prioridad de todo ser creado es difundir el evangelio, dar testimonio y difundir la obra de Dios a lo largo del mundo entero y hasta los confines de la tierra. Esta es la responsabilidad y obligación de todo el que acepte el evangelio de Dios. Están obligados a ello por el honor. Puede darse la circunstancia de que no estés cumpliendo actualmente con este deber, o que te quede muy distante, o que nunca hayas pensado que se trate de un deber que debas cumplir. Sin embargo, tu corazón debe tener algo claro: este deber está conectado a ti. No es solo una responsabilidad para otros, es tu responsabilidad y también tu deber. Solo porque en este momento no se te haya asignado cumplir con este deber no significa que no tenga nada que ver contigo, que no sea cosa tuya cumplirlo o que Dios no te haya confiado hacerlo. Si tu comprensión puede llegar a este nivel, ¿no significa esto que la perspectiva que mantienes en tu corazón sobre el deber de difundir el evangelio concuerda con la verdad y con la voluntad de Dios? Cuando tu comprensión llegue a este nivel, cierto día, después de que todos hayáis finalizado la obra que tenéis entre manos, Dios dará la orden de dispersaros y distribuiros por todas partes, incluso a lugares que os parecerán extraños, muy desagradables y complicados. ¿Qué haréis entonces? (El honor nos obligará a aceptar). Eso es lo que decís ahora, pero cuando llegue el día es muy posible que se os llenen los ojos de lágrimas. Ahora debéis prepararos de este modo, debéis llegar a tener esa conciencia: “Esta es la era en la que he nacido. Soy afortunado de haber aceptado la obra de Dios de los últimos días y de formar parte de la obra del plan de gestión de Dios. Por tanto, el valor y significado de mi vida deben ser dedicar mi completa energía vital a la expansión de la obra evangélica de Dios. No pensaré en nada más”. ¿Tenéis esa aspiración? (Sí). Debéis tener esta aspiración y haber realizado esta preparación y este plan. Solo así podéis ser un auténtico ser creado al que Dios ama y que a Él le resulte satisfactorio.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Difundir el evangelio es el deber al que están obligados por honor todos los creyentes

Todos vosotros ahora estáis ocupados cumpliendo vuestros deberes, formándoos para predicar y dar testimonio de la palabra y obra de Dios en los últimos días. Ya sea al producir películas o cantar himnos para dar testimonio de Dios, ¿esos deberes que lleváis a cabo tienen algún valor para la humanidad corrupta? (Sí lo tienen). ¿Cuál es su valor? Su valor radica en ayudar a las personas a aventurarse en la senda correcta tras conocer esas palabras y verdades expresadas por Dios, así como en permitirles comprender que forman parte de la creación y deben comparecer ante el Creador. Muchas personas son incapaces de captar o comprender muchas de las situaciones que afrontan. Se sienten desamparadas, creen que la vida carece de sentido y contenido, y no tienen sustento espiritual. ¿Cuál es el origen de todo esto? La respuesta a todo esto se encuentra en la palabra de Dios. A lo largo de los años en que habéis creído en Dios, todos vosotros habéis leído buena parte de Su palabra y comprendido cierta cantidad de verdades. Por eso vuestro deber a cumplir es utilizar la palabra de Dios para esclarecer a esas personas y revertir sus pensamientos y pareceres erróneos, lo que les permitirá entender la verdad que reside en la palabra de Dios y no dejarse engañar por la oscuridad y el mal del mundo, y las ayudará además a buscar el camino verdadero, encontrar al Creador, escuchar Su voz y leer Sus palabras. Eso les permitirá interiorizar algunas verdades y ver la obra de salvación que Dios ejecuta, de modo que puedan volver a Él y aceptar Su obra. Ese es exactamente el deber que tenéis que llevar a cabo. Todos vosotros sabéis en lo profundo del corazón cuántas verdades habéis comprendido y cuántos problemas habéis resuelto desde que comenzasteis a creer en Dios. Hoy en día son muchas las personas, tanto religiosas como incrédulas, que buscan el camino verdadero y van al encuentro con el Salvador. No conocen las respuestas a preguntas específicas tales como por qué viven y mueren las personas, cuál es el valor y el significado de sus vidas, o de dónde provienen y hacia dónde se dirigen. Están esperando que prediquéis el evangelio, deis testimonio de Dios y las guieis hacia el Creador. ¡Es por eso que los deberes que estáis cumpliendo ahora son tan significativos! Por un lado, vosotros mismos experimentáis la obra de Dios y, por el otro, también testificáis sobre la obra de Dios ante los demás. Cuanto más lo experimentéis, mayores serán las verdades que tendréis que comprender y adquirir, y mayor será la tarea que deberéis realizar. Esta es una excelente oportunidad para que Dios perfeccione a las personas. Debéis orar a Dios y acudir a Él sin importar cuántas dificultades afrontéis al desempeñar vuestras tareas; cuando todos leen la palabra de Dios y profundizan la búsqueda conjunta de la verdad, no existe problema que no pueda resolverse. Hay muchas verdades en la palabra de Dios que necesitáis entender, por eso debéis reflexionar y enseñar sobre ellas a menudo. De ese modo, obtendréis el esclarecimiento y la iluminación del Espíritu Santo. No existe problema que no pueda resolverse si confiáis en Dios; debéis tener plena fe en ello.

Después de crear la humanidad, Dios elaboró un plan de gestión. En los últimos miles de años, esta humanidad no asumió ninguna responsabilidad o comisión importante para dar testimonio del Creador, y la obra que Dios produjo en la humanidad fue relativamente oculta y sencilla. Sin embargo, en los últimos días, las cosas ya no son iguales. El Creador ha comenzado a pronunciar palabras. Él ha expresado muchas verdades y ha revelado los misterios de Su plan de gestión, pero la humanidad corrupta está atontada y adormecida: las personas ven pero no saben, escuchan pero no entienden, tal como si su corazón se hubiera vuelto insensible. ¡Por eso todos vosotros tenéis una gran responsabilidad! ¿Y por qué es tan grande? Además de difundir estas palabras y verdades expresadas por Dios, resulta aún más importante que deis testimonio del Creador a todos y cada uno de los seres humanos creados, y que conduzcáis a todos esos seres humanos que hayan escuchado el evangelio de Dios hacia el Creador, de modo que puedan comprender el significado de la creación de la humanidad por parte de Dios y entender que, como seres humanos creados, deben retornar al Creador, escuchar Sus declaraciones y aceptar todas las verdades que Él ha expresado. Así es como los seres humanos pueden ser sometidos a la soberanía y organización del Creador. ¿Es posible obtener estos resultados tan solo al leer algunos fragmentos de la palabra de Dios? ¿O al aprender a cantar algunos himnos? ¿O al realizar solo un aspecto de la tarea? No. Por lo tanto, si os proponéis desempeñar correctamente vuestros deberes, tenéis que dar testimonio de las acciones del Creador, así como de Su soberanía y organización, mediante métodos diversos y formas diferentes. De este modo, seréis capaces de traer más personas ante el Creador, así como de ayudarlas a aceptar y someterse a Su soberanía y organización. ¿Acaso no es esa una gran responsabilidad? (Lo es). Entonces, ¿qué actitud debéis adoptar con respecto a vuestros deberes? ¿Está bien ser torpes? ¿Está bien hacer la vista gorda? ¿Está bien hacer las cosas de un modo tibio y superficial? ¿Procrastinar y abordar las cosas con desinterés? (No). Entonces, ¿qué debéis hacer? (Comprometeros incondicionalmente). Debéis comprometeros incondicionalmente, utilizando cada porción de energía, experiencia y conocimiento que tengáis. Los incrédulos no comprenden qué es lo más significativo que puede realizar una persona en la vida, pero vosotros sí comprendéis algo de eso, ¿no es así? (Sí). Aceptar lo que Dios os ha confiado y cumplir vuestra propia misión: esas son las cosas más trascendentales. ¡Los deberes que estáis llevando a cabo ahora son valiosos! Quizás no veas los efectos ahora mismo, y quizás no obtengas grandes resultados en este momento, pero no pasará mucho tiempo hasta que coseches los frutos. A la larga, si el trabajo está bien hecho, no habrá dinero que valga para medir la contribución que eso implica para la humanidad. Dichos testimonios verdaderos son más preciados y valiosos que cualquier otra cosa, y además perdurarán por toda la eternidad. Esas son las buenas obras de todos los seguidores de Dios y vale la pena conmemorarlas. Todo en la vida del hombre es vacío e indigno de conmemoración, excepto creer en Dios, perseguir la verdad y llevar a cabo su deber como ser creado. Incluso si has consumado las proezas más trascendentales; incluso si has ido al infinito y más allá; incluso si has logrado avances científicos que resultaron beneficiosos o útiles para la humanidad, todo eso es fútil y pasajero. ¿Qué es lo único que no será pasajero? (La palabra de Dios). Solo perdurarán la palabra y los testimonios de Dios, así como todos los testimonios y obras que atestigüen a favor del Creador y las buenas acciones de las personas. Esas cosas durarán para siempre y poseen un valor excepcional. Por lo tanto, liberaos de todas vuestras restricciones, asumid ese gran esfuerzo y no os dejéis limitar por ninguna persona, hecho o situación; dedicaos sinceramente a Dios y verted toda vuestra energía y esfuerzo en el cumplimiento de vuestros deberes. ¡Eso es lo que Dios bendice por encima de todo y merece cualquier dosis de sufrimiento!

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La vida solo tiene valor si se cumple bien con el deber de un ser creado

Si reconoces que eres un ser creado, debes prepararte para sufrir y pagar un precio por cumplir con tu responsabilidad de difundir el evangelio y por cumplir adecuadamente con tu deber. El precio podría consistir en padecer una dolencia física o una adversidad, sufrir persecuciones del gran dragón rojo o malentendidos de la gente mundana, así como las tribulaciones que se padecen al difundir el evangelio: traiciones, palizas e injurias, ser condenado e incluso hostigado y correr peligro de muerte. Es posible que, en el transcurso de la difusión del evangelio, mueras antes de la consumación de la obra de Dios y no llegues a ver el día de Su gloria. Debéis estar preparados para esto. No pretendo atemorizaros; es una realidad. Ahora que lo he dejado claro y lo habéis entendido, si todavía tenéis esta aspiración y estáis seguros de que no cambiará, y permanecéis fieles hasta la muerte, esto demuestra que tenéis cierta estatura. No deis por supuesto que la difusión del evangelio en estas naciones extranjeras con libertad religiosa y derechos humanos estará libre de peligro ni que todo lo que hagáis irá viento en popa, que todo tendrá la bendición de Dios y vendrá acompañado de Su gran poder y autoridad. Este es el material de las nociones e imaginaciones humanas. Los fariseos también creían en Dios, pero prendieron a Dios encarnado y lo crucificaron. Entonces, ¿qué cosas malas es capaz de hacerle el mundo religioso actual al Dios encarnado? Han hecho muchas, como juzgar a Dios, condenarlo o blasfemar contra Él; no hay nada malo de lo que no sean capaces. No olvidéis que los que prendieron al Señor Jesús y lo crucificaron eran creyentes. Fueron los únicos que tuvieron ocasión de hacer una cosa así. A los incrédulos no les importaban esas cosas. Fueron esos creyentes los que se confabularon con el gobierno para prender al Señor Jesús y crucificarlo. Por otro lado, ¿cómo murieron esos discípulos del Señor Jesús? Entre los discípulos hubo quienes fueron lapidados, arrastrados por un caballo, crucificados cabeza abajo, desmembrados por cinco caballos; les acaecieron todo tipo de muertes. ¿Por qué murieron? ¿Los ejecutaron legalmente por sus delitos? No. Los condenaron, golpearon, acusaron y ajusticiaron porque difundían el evangelio del Señor y los rechazó la gente mundana; así los martirizaron. No hablemos del fin último de esos mártires ni de la definición de su conducta por parte de Dios; en cambio, preguntémonos esto: al llegar al final, ¿las formas en que afrontaron el fin de su vida se correspondieron con las nociones humanas? (No). Desde la perspectiva de las nociones humanas, pagaron un precio muy grande por difundir la obra de Dios, pero al final los mató Satanás. Esto no se corresponde con las nociones humanas, pero es precisamente lo que les sucedió. Es lo que permitió Dios. ¿Qué verdad es posible buscar en esto? Que Dios permitiera que murieran así, ¿fue Su maldición y Su condena, o Su plan y Su bendición? Ninguna de las dos. ¿Qué fue? La gente actual reflexiona sobre su muerte con mucha angustia, pero así eran las cosas. Los que creían en Dios morían de esa manera, ¿cómo se explica esto? Cuando mencionamos este tema, os ponéis en su lugar; ¿se os entristece entonces el corazón y sentís un dolor oculto? Pensáis: “Estas personas cumplieron con su deber de difundir el evangelio de Dios y se les debería considerar buenas personas; por tanto, ¿cómo pudieron llegar a ese fin y a tal resultado?”. En realidad, así fue cómo murieron y perecieron sus cuerpos; este fue su medio de partir del mundo humano, pero eso no significaba que su resultado fuera el mismo. No importa cuál fuera el modo de su muerte y partida, ni cómo sucediera, así no fue como Dios determinó los resultados finales de esas vidas, de esos seres creados. Esto es algo que has de tener claro. Por el contrario, aprovecharon precisamente esos medios para condenar este mundo y dar testimonio de las acciones de Dios. Estos seres creados usaron sus tan preciadas vidas, aprovecharon el último momento de ellas para dar testimonio de las obras de Dios, de Su gran poder, y declarar ante Satanás y el mundo que las obras de Dios son correctas, que el Señor Jesús es Dios, que Él es el Señor y Dios encarnado. Hasta el último momento de su vida siguieron sin negar el nombre del Señor Jesús. ¿No fue esta una forma de juzgar a este mundo? Aprovecharon su vida para proclamar al mundo, para confirmar a los seres humanos, que el Señor Jesús es el Señor, Cristo, Dios encarnado, que la obra de redención que Él realizó para toda la humanidad le permite a esta continuar viviendo, una realidad que es eternamente inmutable. Los martirizados por predicar el evangelio del Señor Jesús, ¿hasta qué punto cumplieron con su deber? ¿Hasta el máximo logro? ¿Cómo se manifestó el máximo logro? (Ofrecieron sus vidas). Eso es, pagaron el precio con su vida. La familia, la riqueza y las cosas materiales de esta vida son cosas externas; lo único relacionado con uno mismo es la vida. Para cada persona viva, la vida es la cosa más digna de aprecio, la más preciada, y resulta que esas personas fueron capaces de ofrecer su posesión más preciada, la vida, como confirmación y testimonio del amor de Dios por la humanidad. Hasta el día de su muerte siguieron sin negar el nombre de Dios o Su obra y aprovecharon los últimos momentos de su vida para dar testimonio de la existencia de esta realidad; ¿no es esta la forma más elevada de testimonio? Esta es la mejor manera de cumplir con el deber, lo que significa cumplir con la responsabilidad. Cuando Satanás los amenazó y aterrorizó, y al final, incluso cuando les hizo pagar con su vida, no abandonaron su responsabilidad. Esto es cumplir con el deber hasta el fin. ¿Qué quiero decir con ello? ¿Quiero decir que utilicéis el mismo método para dar testimonio de Dios y difundir Su evangelio? No es necesario que lo hagas, pero debes entender que es tu responsabilidad, que si Dios necesita que lo hagas, debes aceptarlo como algo a lo que te obliga el honor. La gente de hoy alberga miedo y preocupación, pero ¿de qué sirven esos sentimientos? Si Dios no necesita que hagas esto, ¿de qué te sirve preocuparte por ello? Si Dios necesita que lo hagas, no debes eludir ni rechazar esta responsabilidad. Debes cooperar de manera proactiva y aceptarla sin preocuparte. Muera como muera una persona, no debe morir ante Satanás ni tampoco en las manos de este. Si uno va a morir, debe morir en las manos de Dios. Las personas vinieron de Dios y a Él regresan; estos son el sentido y la actitud que ha de tener un ser creado. Esta es la verdad definitiva que hay que entender al difundir el evangelio y cumplir con el deber: hay que pagar con la propia vida por difundir y dar testimonio del evangelio de Dios encarnado, que lleva a cabo Su obra y la salvación de la humanidad. Si tienes esta aspiración, si puedes dar testimonio de este modo, es maravilloso. Si todavía no tienes esta clase de aspiración, debes, como mínimo, cumplir adecuadamente con la responsabilidad y el deber que tienes por delante y confiarle lo demás a Dios. Tal vez entonces, a medida que pasen los meses y años, aumenten tu experiencia y edad y ahondes en la comprensión de la verdad, te darás cuenta de que tienes la obligación y la responsabilidad de ofrecer tu vida, incluso hasta el último momento de esta, a la obra del evangelio de Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Difundir el evangelio es el deber al que están obligados por honor todos los creyentes

Alguien que ha creído en Dios durante muchos años sin ninguna entrada en la vida, que no puede dar su testimonio vivencial, y mucho menos dar testimonio de Dios, que no puede compartir el evangelio exitosamente con nadie, es indigno de llamarse testigo de Dios. Así pues, quien tiene una estatura inmadura y carece de entrada en la vida jamás puede dar testimonio de Dios. La conclusión tácita es que esta clase de persona no vive en presencia de Dios. Si no vives en presencia de Dios, no tienes entrada en la vida y no eres testigo de Dios, ¿te reconocerá Él como uno de Sus seguidores? No lo hará. Dios te ha dado la oportunidad de cumplir con tu deber, y tú estás dispuesto a hacerlo, pero a partir de tu conducta Él ha visto que no puedes dar testimonio Suyo, incluso tras creer en Él durante tanto tiempo. No solo careces de verdadero conocimiento empírico, también vives de acuerdo con tus nociones y fantasías, no tienes ninguna realidad verdad y no vives en presencia de Dios. […] Si quieres que Dios te dé el visto bueno como uno de Sus seguidores, debes concentrarte primero en la entrada en la vida. Debes empezar por entenderte a ti mismo, ser capaz de desechar tu carácter corrupto, lograr la capacidad de aferrarte a tu deber y cumplirlo conforme a los requisitos de Dios; eso es lo primero. Centrarse en la entrada en la vida es en aras de cumplir bien con el deber, que es de lo que esencialmente se trata todo esto. Deberías empezar a buscar la entrada en la vida a partir de cumplir con tu deber y, a partir de la entrada en la vida, deberías entender y obtener la verdad paso a paso, hasta que llegues al punto en que tengas estatura, en que tu vida crezca poco a poco y tengas experiencias reales con la verdad. Entonces deberías dominar toda clase de principios de práctica, de modo que seas capaz de cumplir con el deber sin verte limitado ni perturbado por ninguna persona, acontecimiento o cosa. Así, poco a poco vivirás en presencia de Dios. No te perturbará ninguna clase de persona, acontecimiento ni cosa, y tendrás experiencia con la verdad. A medida que se incremente tu experiencia, serás más capaz de dar testimonio de Dios, y a medida que seas más capaz de dar testimonio de Dios, paulatinamente te convertirás en una persona útil. Cuando te conviertas en una persona útil, podrás cumplir con el deber con un nivel aceptable en la casa de Dios, podrás ponerte en el lugar de un ser creado y someterte a los arreglos y las instrumentaciones de Dios, y podrás mantenerte firme. Solo esta clase de persona es un ser creado aceptable que cuenta con el elogio de Dios. Entonces serás digno de todo lo que Dios te ha dado.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La entrada en la vida comienza con el cumplimiento del deber

Aunque vuestra fe es muy sincera, ninguno de vosotros es capaz de hacer un relato completo sobre Mí, ninguno puede dar un testimonio completo de todos los hechos que veis. Pensad en ello; hoy, la mayoría de vosotros sois negligentes en vuestras obligaciones, en su lugar buscáis la carne, la saciáis y disfrutáis de ella con avidez. Poseéis poca verdad. ¿Cómo podéis entonces dar testimonio de todo lo que habéis visto? ¿Confiáis realmente en que podéis ser Mis testigos? Si llega un día en el que eres incapaz de dar testimonio a todos de lo que has visto hoy, entonces habrás perdido la función de los seres creados, y no habrá ningún sentido en absoluto en tu existencia. Serás indigno de ser un humano. ¡Se podría decir incluso que no serás humano! He hecho incalculable obra en vosotros, pero debido a que actualmente no estas aprendiendo nada, no eres consciente de nada y no eres efectivo en tus labores, cuando sea el momento de que Yo expanda Mi obra, te limitarás a quedarte mirando inexpresivo, con la lengua trabada y totalmente inútil. ¿Acaso no hará eso de ti un pecador para todos los tiempos? Cuando llegue ese momento, ¿no sentirás el arrepentimiento más profundo? ¿No te hundirás en el abatimiento? No estoy haciendo toda esta obra ahora por ociosidad y aburrimiento, sino para sentar las bases para Mi obra futura. No se trata de que Yo esté en un punto muerto y necesite inventarme algo nuevo. Debes entender la obra que llevo a cabo; esto no es un juego de niños, sino una obra hecha en representación de Mi Padre. Debéis saber que no soy Yo quien hace todo esto por Mí mismo, en su lugar represento a Mi Padre. Entretanto, vuestro papel es estrictamente seguir, someteros, cambiar y testificar. Lo que debéis entender es por qué debéis creer en Mí; esta es la pregunta más importante que cada uno de vosotros debe entender. Mi Padre, por el bien de Su gloria, os predestinó a todos vosotros para Mí desde el momento en que creó el mundo. No fue para otra cosa que por el bien de Mi obra y por el bien de Su gloria que Él os predestinó. Es por causa de Mi Padre que creéis en Mí; es por causa de la predestinación de Mi Padre que me seguís. Nada de esto es decisión vuestra. Es más importante aún que entendáis que sois aquellos que Mi Padre me ha concedido con el propósito de que deis testimonio de Mí. Como Él os entregó a Mí, debéis respetar permanecer en los caminos que os concedo, así como los caminos y las palabras que os enseño, porque es vuestra obligación respetar Mi camino. Este es el propósito original de vuestra fe en Mí. Por tanto, os digo esto: sois simplemente personas que Mi Padre me concedió para que respetasen Mis caminos. Sin embargo, sólo creéis en Mí; no sois de Mí porque no sois de la familia israelita, y más bien sois de la calaña de la serpiente antigua. Todo lo que os estoy pidiendo es que deis testimonio de Mí, pero hoy debéis seguir Mi camino. Todo esto es en aras del testimonio futuro. Si sólo funcionáis como personas que escuchan Mis caminos, entonces no tendréis ningún valor y el sentido de que Mi Padre os entregara a Mí se perderá. Lo que insisto en deciros es esto: debéis seguir Mi camino.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Cuál es tu entendimiento de Dios?

Ahora, ¿realmente sabes por qué crees en Mí? ¿Sabes realmente el propósito y la relevancia de Mi obra? ¿Realmente conoces tu deber? ¿Conoces realmente Mi testimonio? Si solamente crees en Mí, pero no hay señales de Mi gloria o testimonio en ti, entonces hace mucho que te he descartado. En cuanto a los que lo saben todo, aún más son aguijones en Mis ojos, y en Mi casa solamente son obstáculos en Mi camino, son cizaña que ha de ser completamente aventada en Mi obra, sin el menor uso, no valen nada y hace mucho los he aborrecido. A menudo Mi ira cae sobre todos los que están privados de testimonio, y Mi vara nunca se aparta de ellos. Hace mucho los he dejado en manos del maligno, están privados de Mis bendiciones. Cuando llegue el día, su castigo va a ser mucho más doloroso que el de las mujeres necias. Hoy solo hago la obra que es Mi deber hacer; voy a atar todo el trigo en manojos, a la par que lo hago con esa cizaña. Esta es Mi obra hoy. Esa cizaña toda será aventada afuera en el tiempo en que Yo la aviente, después los granos de trigo serán recogidos en el granero y esas cizañas que han sido aventadas serán puestas en el fuego para ser quemadas hasta que sean polvo. Mi obra ahora es solamente unir a todos los hombres en manojos, es decir, para conquistarlos completamente. Después comenzaré a aventar para revelar el fin de todos los hombres. Y entonces debes saber cómo debes satisfacerme ahora y cómo te debes embarcar en el camino correcto de tu fe en Mí. Lo que deseo ahora es tu lealtad y sumisión, tu amor y tu testimonio. Incluso si en este momento no sabes lo que es el testimonio o lo que es el amor, debes entregarte por entero a Mí y entregarme los únicos tesoros que tienes: tu lealtad y tu sumisión. Debes saber que el testimonio de Mi derrota de Satanás está en la lealtad y la sumisión del hombre, del mismo modo que lo hace Mi testimonio de Mi conquista completa del hombre. El deber de tu fe en Mí es dar testimonio de Mí, ser leal a Mí y a ningún otro, y ser sumiso hasta el final.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Qué sabes de la fe?

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