17. Cómo enfocar la enfermedad y el dolor

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

Primero, las personas deben entender de dónde proviene el dolor del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte a lo largo de sus vidas y por qué el hombre padece tales cosas. ¿Acaso no existían cuando se creó al hombre? ¿De dónde provinieron estos padecimientos? Aparecieron después de que Satanás tentara y corrompiera al hombre y este cayera en la degeneración. El dolor de la carne del hombre, sus tribulaciones y su vacío, y todas las cosas horribles en el mundo del hombre: todo ello apareció cuando Satanás corrompió al hombre. Después de que Satanás corrompiera al hombre y empezara a atormentarlo, el hombre cayó más y más hondo, su enfermedad se tornó más profunda, su dolor incluso mayor, y tuvo la creciente sensación de que el mundo era vacío y miserable, que es imposible sobrevivir en él, y que vivir en tal mundo resulta cada vez más desesperanzador. Entonces todo este dolor se precipitó sobre el hombre a causa de Satanás y se produjo una vez que este corrompió al hombre, el cual cayó en la degeneración.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El significado de que Dios pruebe el dolor mundano

Hay personas que se enferman con frecuencia, pero por mucho que oren a Dios no se mejoran. Sin importar cuánto deseen librarse de su enfermedad, no pueden. Algunas veces, incluso pueden enfrentarse a enfermedades que ponen en peligro sus vidas y se ven forzadas a encararlas. De hecho, si uno realmente tiene fe en Dios en su corazón, debe saber antes que nada que la duración de la vida de una persona está en manos de Dios. El momento del nacimiento y la muerte de una persona está predestinado por Dios. Cuando Dios provoca que las personas padezcan una enfermedad, hay una razón detrás de ella y tiene un significado. A ellas les parece una enfermedad, pero, en realidad, lo que se les ha concedido es gracia, no enfermedad. Lo primero que deben hacer es reconocer y estar seguras de este hecho, y tomarlo en serio. Cuando las personas sufren una enfermedad, pueden acudir a menudo delante de Dios y asegurarse de hacer lo que deben, con prudencia y precaución, y cumplir su deber con mayor cuidado y diligencia que los demás. En lo que respecta a las personas, esto es una protección, no unos grilletes. Es la forma negativa de manejar las cosas. Además, Dios ha predeterminado la duración de la vida de cada persona. Una enfermedad puede parecer terminal desde el punto de vista médico, pero desde la perspectiva de Dios, si tu vida debe continuar y aún no ha llegado tu hora, no podrías morir aún si lo quisieras. Si Dios te ha encargado una comisión, y tu misión no ha terminado, no morirás ni siquiera de una enfermedad que supuestamente es fatal: Dios no te llevará todavía. Aunque no ores ni busques la verdad, o no te ocupes de tratar tu enfermedad o incluso si aplazas el tratamiento, no vas a morir. Esto es especialmente cierto para aquellos que han recibido una comisión de Dios. Cuando la misión de tales personas aún no se ha completado, sin importar la enfermedad que les sobrevenga, no han de morir de inmediato, sino que han de vivir hasta el momento final del cumplimiento de la misión. ¿Tienes esta fe? Si no la tienes, solo ofrecerás algunas oraciones superficiales a Dios diciendo: “¡Dios! Tengo que terminar la comisión que me has encomendado. Quiero pasar mis últimos días con total lealtad a Ti, para no quedarme con remordimientos. ¡Debes protegerme!”. Aunque ores de esta forma, si no tomas la iniciativa de buscar la verdad, no tendrás la voluntad ni la fuerza de ejercer la lealtad. Como no estás dispuesto a pagar el precio real, a menudo usas esta clase de excusa y este método para orar a Dios y negociar con Él; ¿es esta una persona que persigue la verdad? Si tu enfermedad se curara, ¿podrías realmente cumplir bien con tu deber? No necesariamente. Lo cierto es que no importa si tu negociación está destinada a que tu enfermedad se cure y evitar que mueras, o si tienes alguna otra intención u objetivo con ella, desde el punto de vista de Dios, si puedes cumplir con tu deber y sigues siendo útil, si Dios ha decidido utilizarte, entonces no morirás. No podrás morir, aunque lo desees. Pero si causas problemas, y cometes toda clase de actos malvados y exasperas el carácter de Dios, morirás rápidamente; tu vida se verá truncada. El tiempo de vida de todas las personas lo determinó Dios antes de la creación del mundo. Si son capaces de obedecer las disposiciones e instrumentaciones de Dios, entonces, ya sea que sufran o no enfermedades, y ya sea que tengan buena o mala salud, vivirán la cantidad de años predeterminada por Dios. ¿Tienes esta fe? Si solo reconoces esto basado en la doctrina, entonces no tienes fe verdadera y es inútil decir palabras que suenen bien; si confirmas desde lo más profundo de tu corazón que Dios hará esto, tu enfoque y tu forma de conducirte cambiarán naturalmente. Por supuesto, las personas deben tener sentido común en cuanto a mantener su salud durante su vida, independientemente de si se enferman o no. Este es el instinto que Dios le ha dado al hombre. Es la razón y el sentido común que se debe poseer dentro del libre albedrío que Dios le ha dado. Si llegas a enfermarte, debes tener sentido común con respecto a la atención médica y el tratamiento para lidiar con esta enfermedad; esto es lo que debes hacer. Sin embargo, tratar tu enfermedad de esta manera no significa que desafías el lapso de vida que Dios ha establecido para ti, ni garantiza que puedas vivir ese lapso de vida. ¿Qué significa esto? Se puede decir de esta manera: desde un punto de vista pasivo, si no tomas con seriedad tu enfermedad, si cumples con tu deber como corresponde y descansas un poco más que los demás, si no has retrasado tu deber, entonces tu enfermedad no empeorará y no te matará. Todo depende de lo que Dios haga. En otras palabras, si desde el punto de vista de Dios, la duración predeterminada de tu vida aún no ha transcurrido, entonces, incluso si te enfermas, Él no te permitirá morir. Si tu enfermedad no es terminal, pero tu tiempo ha llegado, entonces Dios te llevará cuando Él quiera. ¿No está esto completamente a merced del propósito de Dios? ¡Está a merced de Su predeterminación! Así es como debes considerar este asunto. Tú puedes hacer tu parte e ir al médico, tomar algún medicamento, cuidar tu salud y hacer ejercicio, pero debes comprender en tu interior, que la vida de una persona está en las manos de Dios, la duración de la vida de una persona está predeterminada por Dios, y nadie puede ir más allá lo que Dios ha predeterminado. Si ni siquiera posees esta pequeña medida de comprensión, en verdad no tienes fe y en realidad no crees en Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Dios Todopoderoso, la Cabeza de todas las cosas, ejerce Su poder real desde Su trono. Él gobierna sobre el universo y sobre todas las cosas y nos está guiando en toda la tierra. Estaremos cerca de Él en todo momento, y vendremos delante de Él en quietud; sin perder nunca ni un solo momento, y con lecciones que aprender en cada instante. Todo, desde el ambiente circundante hasta las personas, asuntos y cosas, existe con el permiso de Su trono. No dejes, bajo ninguna circunstancia, que surjan quejas en tu corazón, o Dios no concederá Su gracia sobre ti. Cuando la enfermedad llega, esto es el amor de Dios, y ciertamente alberga dentro Sus buenas intenciones. Aunque tu cuerpo padezca un poco de sufrimiento, no albergues las ideas de Satanás. Alaba a Dios en medio de la enfermedad y disfruta a Dios en medio de tu alabanza. No flaquees ante la enfermedad, sigue buscando una y otra vez y nunca te rindas, y Dios te iluminará con Su luz. ¿Cómo era la fe de Job? ¡Dios Todopoderoso es un médico omnipotente! Vivir en la enfermedad es estar enfermo, pero vivir en el espíritu es estar sano. Mientras tengas aliento, Dios no te dejará morir.

Dentro de nosotros tenemos la vida resucitada de Cristo. Indiscutiblemente, nos falta fe en la presencia de Dios: ojalá que Dios ponga la verdadera fe dentro de nosotros. ¡La palabra de Dios es verdaderamente dulce! ¡La palabra de Dios es medicina potente! ¡Avergüenza a los diablos y a Satanás! Comprender la palabra de Dios nos da apoyo. ¡Su palabra actúa rápidamente para salvar nuestros corazones! Disipa todas las cosas y pone todo en paz. La fe es como un puente de un solo tronco: aquellos que se aferran miserablemente a la vida tendrán dificultades para cruzarlo, pero aquellos que están dispuestos a sacrificarse pueden pasar con paso seguro y sin preocupación. Si el hombre alberga pensamientos asustadizos y de temor es porque Satanás lo ha timado por miedo a que crucemos el puente de la fe para entrar en Dios. Satanás está intentando por todos los medios posibles enviarnos sus pensamientos. Debemos orar en todo momento para que Dios nos ilumine con Su luz, y siempre debemos confiar en Dios para purgar el veneno de Satanás que hay dentro de nosotros, practicar en nuestro espíritu en todo instante cómo acercarnos a Dios y dejar que Dios domine todo nuestro ser.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 6

¿Cómo debes vivir la enfermedad cuando llegue? Debes presentarte ante Dios a orar, buscar y averiguar Su intención; debes examinarte para descubrir qué has hecho contra la verdad y qué corrupción no se ha corregido en ti. No puede corregirse tu carácter corrupto sin pasar por el sufrimiento. La gente solo puede evitar ser disoluta y vivir ante Dios en todo momento si es atemperada por el sufrimiento. Cuando alguien sufre, está siempre en oración. No piensa en los placeres de la comida, la vestimenta y demás deleites; ora constantemente en su interior, mientras se examina para descubrir si ha hecho algo mal o en qué se ha opuesto a la verdad. Normalmente, cuando te enfrentas a una enfermedad grave o a una dolencia rara que te hace sufrir mucho, esto no sucede por casualidad. Tanto si estás enfermo como si gozas de buena salud, la voluntad de Dios está presente. Cuando el Espíritu Santo obra y estás bien físicamente, habitualmente puedes buscar a Dios, pero dejas de buscarlo cuando enfermas y sufres y tampoco sabes cómo buscarlo. Vives en la enfermedad, estudiando constantemente qué tratamiento te hará mejorar más rápido. En momentos así, envidias a quienes no están enfermos y quieres quitarte la enfermedad y el dolor lo antes posible. Son unos sentimientos negativos y refractarios. Cuando la gente enferma, a veces piensa: “¿Provoqué yo esta enfermedad por ignorancia, o es voluntad de Dios?”. No lo entiende. De hecho, algunas enfermedades son normales, como los escalofríos, la inflamación o la gripe. Cuando te sobreviene una enfermedad grave que te derrumba de repente y hace que prefieras morir a sufrir, dicha enfermedad no se produce por casualidad. ¿Oras a Dios y lo buscas cuando se te presentan la enfermedad y el sufrimiento? ¿Cómo te guía y conduce la obra del Espíritu Santo? ¿Te da nada más que esclarecimiento e iluminación? Ese no es Su único método; también te prueba y refina. ¿Cómo prueba Dios a las personas? ¿No las prueba haciéndoles sufrir? El sufrimiento va paralelo a la prueba. ¿Por qué habría de sufrir el hombre si no se tratara de una prueba? ¿Cómo puede transformarse la gente sin sufrir? El sufrimiento va paralelo a la prueba, esa es la obra del Espíritu Santo. En ocasiones, Dios le da a la gente algún sufrimiento porque, si no, aquella no conocería su lugar en el universo y se volvería insolente. No se puede corregir del todo un carácter corrupto únicamente por medio de la enseñanza de la verdad. Tal vez otros te señalen tus problemas y tú los conozcas, pero no puedes modificarlos. Por más que recurras a la fuerza de voluntad para contenerte, ni siquiera abofetearte, golpearte la cabeza, darte contra la pared y dañar tu carne resolverá tus problemas. Tu carácter corrupto brota porque hay en ti un carácter satánico que constantemente te tortura, te perturba y te da pensamientos e ideas de todo tipo. ¿Y qué haces si no puedes corregirlo? Tienes que ser refinado por la enfermedad. Algunos sufren tanto en esta refinación que no la soportan, y empiezan a orar y buscar. Cuando no estás enfermo, eres muy disoluto y extremadamente arrogante. Cuando te pones enfermo, te rindes; ¿puedes seguir siendo extremadamente arrogante entonces? Cuando apenas tienes energía para hablar, ¿puedes sermonear a los demás o ser arrogante? En momentos así no exiges nada; solo deseas librarte del sufrimiento y no piensas para nada en la comida, la vestimenta o la diversión. La mayoría no habéis experimentado esa sensación, pero la comprenderéis cuando la experimentéis. Actualmente hay quienes pelean por un puesto, por los placeres de la carne y por sus intereses. Todo esto se debe a que su comodidad es excesiva, su sufrimiento es demasiado leve y ellos están degradados. ¡A estas personas les esperan penurias y refinaciones!

De vez en cuando, Dios te dispondrá situaciones en las que tratará contigo a través de la gente de tu entorno, te hará sufrir, te hará aprender lecciones y te permitirá comprender la verdad y ver cómo son las cosas. Dios está realizando esta obra ahora mismo, al acompañar tu carne del sufrimiento, para que aprendas la lección, corrijas tu carácter corrupto y cumplas satisfactoriamente con tu deber. Pablo solía afirmar que tenía una espina en la carne. ¿Qué era esta espina? Una enfermedad, y no podía librarse de ella. Sabía muy bien lo que era esa enfermedad y que estaba dirigida a su carácter y su naturaleza. Si no se le hubiera clavado esta espina, si no lo hubiera perseguido la enfermedad, en cualquier lugar y momento habría podido fundar su propio reino, pero con su enfermedad no tuvo la energía. Por consiguiente, la enfermedad es muchas veces una especie de “paraguas protector” de las personas. Si no estás enfermo, sino saltando de energía, es muy posible que cometas algún tipo de maldad y provoques algún problema. Es fácil que la gente se vuelva loca cuando es extremadamente arrogante y disoluta. Se arrepentirá cuando haya cometido el mal, pero para entonces no será capaz de controlarse. Por eso es bueno un poco de enfermedad, es una protección para la gente. Puede que sepas resolver todos los problemas de los demás y solucionar todos los problemas de tu mentalidad, pero no puedes hacer nada cuando no estás recuperado de una enfermedad. La enfermedad está realmente fuera de tu control. Si enfermas y no hay cura posible, ese es el sufrimiento que debes soportar. No intentes librarte de él; primero debes obedecer, orar a Dios y buscar Sus intenciones. Di: “¡Oh, Dios mío! Sé que soy corrupto y que mi naturaleza es mala. Soy capaz de rebelarme y resistirme contra Ti, de hacer cosas que te hieren y duelen. ¡Qué maravilla que me hayas dado esta enfermedad! Debo someterme a ella. Te pido esclarecimiento, que me permitas comprender cuál es Tu voluntad y qué deseas transformar y perfeccionar en mí. Únicamente te pido que me guíes para que pueda comprender la verdad y emprender la senda correcta de vida”. Debes buscar y orar. No puedes estar confundido y creer que estar enfermo no es nada, que esa no puede ser la disciplina a la que te enfrentas por ofender a Dios. No hagas juicios apresurados. Si de verdad eres una persona que lleva a Dios en el corazón, te enfrentes a lo que te enfrentes, no lo pases por alto. Debes orar y buscar, averiguar la voluntad de Dios en cada asunto y aprender a obedecer a Dios. Cuando vea Dios que eres capaz de someterte y que tienes un corazón obediente a Dios, aliviará tu sufrimiento. Dios logra esos resultados por medio del sufrimiento y la refinación.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Al creer en Dios, lo más crucial es recibir la verdad

Algunas personas padecen graves enfermedades y un sufrimiento insoportable; algunas incluso se enfrentan a la muerte. ¿Cómo deberían plantearse esta situación? En muchos casos, las pruebas de Dios son cargas que les da a las personas. Por muy grande que sea la carga que Dios te haya dado, ese es el peso que debes asumir, pues Dios te comprende y sabe que podrás soportarlo. La carga que Dios te ha dado no superará tu estatura ni los límites de tu resistencia, por lo que no hay duda de que podrás soportarla. Sea cual sea el tipo de carga, la clase de prueba, que Dios te dé, recuerda: tanto si comprendes la voluntad de Dios como si no, recibas o no esclarecimiento e iluminación del Espíritu Santo después de orar, tanto si esta prueba es que Dios te está disciplinando como si te está advirtiendo, da igual que no lo entiendas. Mientras no te demores en cumplir con tu deber y seas capaz de atenerte fielmente a él, Dios estará satisfecho y te mantendrás firme en el testimonio. En vista de que padecen una enfermedad grave y van a morir, algunos piensan para sí: “Empecé a creer en Dios para evitar la muerte, pero resulta que, incluso después de cumplir con el deber todos estos años, Él va a permitir que muera. Debería seguir adelante con mis asuntos, hacer las cosas que siempre he querido hacer y disfrutar de las cosas de las que no he disfrutado en esta vida. No puedo postergar mi deber”. ¿Qué actitud es esta? Has cumplido con el deber todos estos años, has escuchado todos estos sermones y, pese a ello, no has comprendido la verdad. Una prueba te derriba, te pone de rodillas y te deja al descubierto. ¿Son esas personas dignas del cuidado de Dios? (No son dignas). No tienen lealtad alguna. Entonces, ¿cómo se conoce el deber que han llevado a cabo todos estos años? Se conoce como “prestación de servicio” y no han hecho sino esforzarse. Si, en tu fe en Dios y tu búsqueda de la verdad, eres capaz de decir: “Ante cualquier enfermedad o acontecimiento desagradable que Dios permita que me suceda, haga Dios lo que haga, debo obedecer y mantenerme en mi sitio como un ser creado. Ante todo, he de poner en práctica este aspecto de la verdad, la obediencia, debo aplicarlo y vivir la realidad de la obediencia a Dios. Además, no debo dejar de lado la comisión de Dios para mí ni el deber que he de llevar a cabo. Debo cumplir con el deber hasta mi último aliento”, ¿esto no es dar testimonio? Con esta determinación y este estado, ¿puedes quejarte igualmente de Dios? No. En ese momento vas a pensar para tus adentros: “Dios me da este aliento, me ha provisto y protegido todos estos años, me ha quitado mucho dolor, me ha otorgado abundante gracia y muchas verdades. He comprendido verdades y misterios que la gente de varias generaciones no ha comprendido. ¡He recibido tanto de Dios que debo corresponderlo! Antes tenía muy poca estatura, no entendía nada y todo lo que hacía hería a Dios. Puede que más adelante no tenga otra oportunidad de corresponder a Dios. Me quede el tiempo de vida que me quede, debo ofrecer a Dios la poca fuerza que tengo y hacer lo que pueda por Él para que vea que todos estos años en que me ha provisto no han sido en vano, sino que han dado fruto. Quiero reconfortar a Dios y no herirlo ni decepcionarlo más”. ¿Qué te parece pensar así? No pienses en cómo salvarte o escapar, en plan: “¿Cuándo se curará esta enfermedad? Cuando se cure, haré todo lo posible por cumplir con el deber y ser devoto. ¿Cómo puedo ser devoto estando enfermo? ¿Cómo puedo cumplir con el deber de un ser creado?”. Mientras te quede aliento, ¿no puedes cumplir con el deber? Mientras te quede aliento, ¿eres capaz de no avergonzar a Dios? Mientras te quede aliento, mientras tengas la mente lúcida, ¿eres capaz de no quejarte de Dios? (Sí). Es fácil decir “sí” ahora, pero no será tan fácil cuando te suceda realmente. Por eso debéis buscar la verdad, esforzaros con ella a menudo y pasar más tiempo reflexionando: “¿Cómo puedo satisfacer la voluntad de Dios? ¿Cómo puedo corresponder Su amor? ¿Cómo puedo cumplir con el deber de un ser creado?”. ¿Qué es un ser creado? ¿Es escuchar las palabras de Dios la única responsabilidad de un ser creado? No; lo es vivir las palabras de Dios. Dios te ha otorgado gran parte de la verdad, del camino y de la vida para que puedas vivir estas cosas y dar testimonio de Él. Eso ha de hacer un ser creado, y es tu responsabilidad y obligación. Debes meditar estas cosas con frecuencia; si las meditas siempre, ahondarás en todos los aspectos de la verdad.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El único camino posible es la lectura frecuente de las palabras de Dios y la contemplación de la verdad

Algunas personas hacen todo lo posible, y usan diversos métodos para tratar sus enfermedades, pero, sin importar qué tratamiento se use, no pueden curarse. Mientras más se tratan, más se agrava su enfermedad. En lugar de orar a Dios para averiguar exactamente qué está sucediendo con la enfermedad, y buscar la causa subyacente, toman el asunto en sus propias manos. Terminan empleando muchos métodos y gastando bastante dinero, pero aun así, no se curan de su enfermedad. Luego, una vez que han abandonado el tratamiento, la enfermedad se cura por sí sola inesperadamente después de un tiempo y no saben cómo sucedió. Algunas personas desarrollan una enfermedad común y realmente no les preocupa, pero un día su afección empeora y mueren repentinamente. ¿Por qué sucede esto? Las personas no pueden comprenderlo; en realidad, desde el punto de vista de Dios, esto se debe a que la misión de esa persona en este mundo ya se había completado, y Él se la llevó. A menudo se dice: “Las personas no mueren si no están enfermas”. ¿Es esto realmente cierto? Ha habido personas que, al someterse a examen en el hospital, no se les encontró ninguna enfermedad. Estaban totalmente sanas, pero resulta que murieron unos pocos días después. A esto se le llama “morir sin enfermedad”. Hay muchos casos de personas así. Esto significa que una persona ha llegado al final de su vida, y que ha sido llevada de vuelta al reino espiritual. Algunas personas han sobrevivido al cáncer y a la tuberculosis y aun así han vivido hasta los setenta u ochenta años. Hay bastantes personas así. Todo esto depende de los designios de Dios. Tener este entendimiento es profesar una verdadera fe en Dios. Si estás físicamente enfermo y necesitas tomar algún medicamento para controlar tu afección, entonces deberías tomarlo, o hacer ejercicio con regularidad, relajarte y manejarlo con calma. ¿Qué clase de actitud es esta? Esta es una actitud de fe genuina en Dios. Supón que no tomas el medicamento, no te inyectas, no te ejercitas, no cuidas tu salud, y luego sigues muerto de preocupación, orando todo el tiempo: “Oh, Dios, tengo que cumplir con mis deberes de forma adecuada, mi misión no está completa, no estoy listo para morir. Quiero cumplir bien con mis deberes y completar Tu comisión. Si muero, no podré completarla. No quiero quedarme con algún remordimiento. Dios, por favor, escucha mis oraciones; déjame vivir, así puedo cumplir bien con mis deberes y completar Tu comisión. Deseo alabarte por siempre y ver Tu día de gloria lo antes posible”. Según todas las apariencias externas, no tomas medicamentos ni te inyectas, y pareces muy fuerte y lleno de fe en Dios. En realidad, tu fe es más pequeña que un grano de mostaza. Estás muerto de miedo y no tienes fe en Dios. ¿Cómo es que no tienes fe? ¿Cómo pasó esto? Los seres humanos simplemente no entienden la actitud, los principios y las maneras que tiene el Creador de tratar con Sus criaturas, por lo que usan su propia perspectiva, nociones y figuraciones limitados para adivinar lo que Dios hará. Quieren apostar con Dios para ver si los sanará y les permitirá vivir una larga vida. ¿No es esto una tontería? Si Dios te permite vivir, no morirás sin importar cuán enfermo te sientas. Si Dios no te permite vivir, incluso si no estás enfermo, morirás si eso es lo que debe ser. La duración de tu vida está predeterminada por Dios. El auténtico conocimiento y la verdadera fe consisten en saber esto. Entonces, ¿acaso Dios hace que la gente enferme al azar? No es al azar; es una manera de refinar su fe. Es el sufrimiento que la gente debe soportar. Si Él hace que enfermes, no trates de escapar de ello; si Él no te enferma, tampoco se lo pidas. Todo está en manos del Creador, y las personas deben aprender a dejar que la naturaleza siga su curso. ¿Qué es la naturaleza? Nada en la naturaleza es aleatorio; todo viene de Dios. Esto es verdad. Entre los que sufren la misma enfermedad, algunos mueren y otros viven; todo esto fue predeterminado por Dios. Si logras vivir, eso demuestra que aún no has completado la misión que Dios te encomendó. Debes trabajar duro para completarla y valorar este tiempo; no lo desperdicies. Esto es así. Si estás enfermo, no intentes escapar de la enfermedad, y, si no lo estás, no pidas estarlo. En cualquier caso, no puedes conseguir lo que quieres con solo pedirlo ni puedes escapar de algo solo por quererlo. Nadie puede cambiar lo que Dios ha decidido hacer.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Hay quienes siempre se están preocupando por su enfermedad, y dicen: “Si mi dolencia empeora, ¿seré capaz de soportarlo? Si mi estado se deteriora, ¿acabará con mi vida? ¿Me hará falta una operación? Y si me operan, ¿moriré en el quirófano? Me he sometido. ¿Me quitará Dios la vida a causa de esta enfermedad?”. ¿Qué sentido tiene pensar estas cosas? Si no puedes evitar pensar en ellas, entonces debes orar a Dios. No sirve de nada confiar en ti mismo, no cabe duda de que serás incapaz de soportarlo. Nadie quiere tener que sufrir una enfermedad, si alguien se pone enfermo, no luce una sonrisa radiante, no se siente lleno de alegría ni lo celebra. Nadie se comporta de este modo porque esa no es la humanidad normal. Cuando alguien normal se pone enfermo, siempre sufre y se deprime, y hay un límite para lo que es capaz de soportar. Sin embargo, hay algo a tener en cuenta: si las personas siempre pensaran en depender de su propia fuerza cuando están enfermas para deshacerse de la dolencia y escapar de ella, ¿al final cuál sería el resultado? Además de su enfermedad, ¿acaso no sufrirían y se sentirían aún más deprimidas? Por eso, cuanto más se vean envueltas en la enfermedad, más deben buscar la verdad, y más deben buscar la manera de practicar para ajustarse a la voluntad de Dios. Cuanto más se vean envueltas en la enfermedad, más deben presentarse ante Dios y conocer su propia corrupción y las exigencias irrazonables que le hacen a Dios. Cuanto más te veas envuelto en la enfermedad, más se pondrá a prueba tu verdadera sumisión. Por tanto, cuando estás enfermo, tu capacidad de continuar sometiéndote a las instrumentaciones de Dios y de rebelarte contra tus propias quejas y demandas irrazonables demuestra que eres alguien que de veras persigue la verdad y que realmente se somete a Dios, que das testimonio, que tu lealtad y sumisión a Dios son auténticas y pueden superar la prueba, y que tu lealtad y sumisión no son eslóganes ni doctrina. Esto es lo que la gente debe practicar cuando enferma. Cuando enfermas, esto ocurre para que se revelen todas tus exigencias irrazonables y tus figuraciones y nociones poco realistas sobre Dios, y también para poner a prueba tu fe en Dios y tu sumisión a Él. Si superas la prueba con estas cosas, entonces tendrás un testimonio verdadero y una prueba real de tu fe en Dios, de tu lealtad y de tu sumisión a Él. Esto es lo que Dios quiere, y es lo que un ser creado debe poseer y vivir. ¿Acaso no son todas estas cosas positivas? (Lo son). Todas ellas son cosas que la gente debería buscar. Además, si Dios permite que te pongas enfermo, ¿no puede también quitarte la enfermedad en cualquier momento y lugar? (Sí). Dios puede quitarte la enfermedad en cualquier momento y lugar, así que ¿acaso no puede también hacer que tu enfermedad perdure y nunca te abandone? (Sí). Y si Dios hace que esta misma enfermedad nunca te abandone, ¿puedes seguir cumpliendo con tu deber? ¿Puedes mantener tu fe en Dios? ¿Acaso no es esto una prueba? (Lo es). Si enfermas y luego te recuperas a los pocos meses, entonces tu fe en Dios y tu lealtad y sumisión a Él no se ponen a prueba, y careces de testimonio. Resulta fácil soportar la enfermedad durante unos meses, pero si esta perdura durante dos o tres años, y no cambian ni tu fe ni tu deseo de ser sumiso y leal a Dios, sino que se tornan más auténticos, ¿no demuestra esto que has crecido en la vida? ¿Acaso no recoges lo que has sembrado? (Sí). Por tanto, mientras alguien que realmente persigue la verdad está enfermo, sufre y experimenta en primera persona los innumerables beneficios que conlleva su enfermedad. No trata ansiosamente de escapar de ella ni se preocupa por el desenlace de su enfermedad si esta se prolonga, ni por los problemas que le causará, ni por si va a empeorar o va a acabar muriendo; nada de eso le preocupa. Además de no preocuparse por tales cosas, es capaz de entrar con positividad, de tener verdadera fe en Dios y de serle realmente sumiso y leal. Practicando de esta manera, llega a dar testimonio, y esto también beneficia enormemente su entrada en la vida y su cambio de carácter, y construye una base sólida para alcanzar la salvación. Esto es maravilloso. Además, la enfermedad puede ser grave o leve, pero sea como sea siempre refina a las personas. Al haber padecido una enfermedad, no pierden la fe en Dios, son sumisas y no se quejan, su comportamiento es básicamente aceptable, y luego recogen lo sembrado una vez la enfermedad ha desaparecido, y se sienten muy satisfechas. Esto es lo que pasa cuando alguien se encuentra con una enfermedad corriente. No pasan mucho tiempo enfermos y les resulta soportable, pues la enfermedad se enmarca fundamentalmente dentro de lo que son capaces de soportar. No obstante, hay algunas enfermedades que a pesar de mejorar tras recibir tratamiento durante un tiempo, regresan y empeoran. Esto sucede una y otra vez, hasta que al final la enfermedad alcanza tal grado que ya no se puede tratar más, y todos los medios disponibles en la medicina moderna no valen de nada. ¿Qué grado alcanza la enfermedad? Alcanza un grado en el que la persona afectada puede morir en cualquier momento y lugar. ¿Qué significa esto? Significa que la vida de esa persona es limitada. No hablamos de un momento en el que no está enferma y la muerte sea algo lejano y no se tenga conciencia de ella, sino que presiente que el día de su muerte se acerca y que va a enfrentarse a ella. Enfrentarse a la muerte anuncia la llegada del momento más duro y crucial de la vida de una persona. ¿Qué hacer entonces? […] La muerte es lo más doloroso de todo, y cuando piensan en ella, sienten como si un cuchillo se les retorciera en el corazón y los huesos de todo el cuerpo se volvieran gelatina. Cuando piensan en la muerte, se sienten afligidos y quieren llorar, quieren sollozar, y lloran, sollozan, y les duele estar a punto de enfrentarse a la muerte. Piensan: “¿Por qué no quiero morir? ¿Por qué temo tanto a la muerte? Antes, cuando no estaba gravemente enfermo, no le tenía miedo a la muerte. ¿Quién no va a enfrentarse a la muerte? ¿Quién no muere? Entonces, déjame morir. Al pensar ahora en ello, no es tan fácil decir eso, y cuando de verdad llega la muerte, no es algo tan fácil de resolver. ¿Por qué me siento tan triste?”. ¿Os sentís tristes cuando pensáis en la muerte? Siempre que pensáis en la muerte os sentís tristes y doloridos, y aquello que os causa tanta ansiedad y preocupación acaba por llegar. Por tanto, mientras más piensas de esa manera, más miedo tienes, más impotente te sientes y más sufres. No existe consuelo para tu corazón y no quieres morir. ¿Quién puede resolver la cuestión de la muerte? Nadie puede, y desde luego no puedes hacerlo tú mismo. No quieres morir, ¿qué puedes hacer entonces? Debes morir igualmente, nadie puede escapar de la muerte. La muerte acecha a la gente; en sus corazones, no quieren morir, pero en lo único que piensan es en la muerte, y ¿no sería esto morir antes incluso de estar muertos? ¿Pueden morir realmente? ¿Quién se atreve a decir con seguridad cuándo morirá o en qué año sucederá? ¿Quién puede saber estas cosas? Hay quien dice: “Me han leído la fortuna y sé el año, el mes y el día de mi muerte, y cómo se producirá”. ¿Te atreves a decir esto con certeza? (No). No puedes saberlo con seguridad. No sabes cuándo morirás, eso es algo secundario. Lo fundamental es qué postura vas a adoptar cuando tu enfermedad te acerque de verdad a la muerte. Esta es una cuestión sobre la que deberías reflexionar y pensar. ¿Te enfrentarás a la muerte desde una posición sumisa o la abordarás desde la resistencia, el rechazo o la falta de voluntad? ¿Qué postura debes adoptar? (Una actitud de sumisión). Esta sumisión no se consigue ni se pone en práctica con solo decirlo. ¿Cómo puedes lograr esta sumisión? ¿Qué necesitas comprender para lograr la sumisión voluntaria? No es fácil, ¿verdad? (No lo es). Entonces, decid lo que hay en vuestros corazones. (Si enfermara gravemente, pensaría que, aunque de verdad muriera, todo quedaría bajo la soberanía de Dios y estaría dispuesto por Él. El hombre está tan profundamente corrompido que, si yo muriera, sería por la justicia de Dios. No es que deba vivir a toda costa; el hombre no está capacitado para exigirle tal cosa a Dios. Además de esto, pienso que ahora que creo en Dios, pase lo que pase, he visto la senda correcta en la vida y he comprendido tantas verdades que, aunque tuviera que morir pronto, todo valdría la pena). ¿Es esta la forma correcta de pensar? ¿Constituye esto una cierta teoría de apoyo? (Sí). ¿Quién más va a hablar? (Dios, si un día me enfrento realmente a una enfermedad y tal vez pueda morir, entonces de todos modos no hay manera de evitar la muerte. Así son la predestinación y la soberanía de Dios, y por mucho que me inquiete o preocupe, es inútil. Debería dedicar el poco tiempo que me queda a concentrarme en cómo cumplir bien con mi deber. Incluso si de verdad muero, no tendré nada que lamentar. Poder someterme a Dios y a sus arreglos hasta el final es mucho mejor que vivir con miedo y terror). ¿Qué os parece esta comprensión? ¿Acaso no es un poco mejor? (Sí). En efecto, así es como debes considerar el asunto de la muerte. Todo el mundo debe enfrentarse a la muerte en esta vida, o sea, la muerte es lo que todo el mundo debe afrontar al final de su viaje. Sin embargo, la muerte tiene muchos atributos diferentes. Uno de ellos es que, en el momento predestinado por Dios, habrás completado tu misión y Él traza una línea bajo tu vida carnal, y esta vida carnal llega a su fin, aunque esto no significa que haya terminado. Cuando una persona no tiene carne, su vida se acaba, ¿es así? (No). La forma en que existe tu vida después de la muerte depende de cómo trataste la obra y las palabras de Dios mientras vivías; eso es muy importante. La forma en que existas después de la muerte, o si existirás o no, dependerá de tu postura ante Dios y ante la verdad mientras estás vivo. Si mientras vives, cuando te enfrentas a la muerte y a todo tipo de enfermedades, adoptas una postura de rebeldía y de oposición ante la verdad y de sentir aversión por ella, entonces cuando llegue el momento de que tu vida carnal termine, ¿de qué forma existirás después de la muerte? Sin duda existirás de alguna otra forma, y no cabe duda de que tu vida no va a continuar. Por el contrario, si mientras estás vivo, cuando tienes conciencia en la carne, tu actitud hacia la verdad y hacia Dios es de sumisión y lealtad, y tienes una fe auténtica, entonces aunque tu vida carnal llegue a su fin, tu vida continuará existiendo en una forma diferente en otro mundo. Esta es una explicación de la muerte. Hay algo más que señalar, y es que el asunto de la muerte es de la misma naturaleza que otros. No depende de la gente elegir por sí mismos, y mucho menos se puede cambiar por la voluntad del hombre. La muerte es lo mismo que cualquier otro acontecimiento importante de la vida: se encuentra por entero bajo la predestinación y soberanía del Creador. Si alguien rogara por la muerte, no moriría necesariamente; si rogara por vivir, tampoco viviría necesariamente. Todo esto está bajo la soberanía y predestinación de Dios, y lo cambia y decide la autoridad de Dios, Su carácter justo y Su soberanía y arreglos. Por tanto, imagina que contraes una enfermedad grave, una potencialmente mortal, no morirás necesariamente: ¿quién decide si morirás o no? (Dios). Él lo decide. Y puesto que Dios decide y nadie puede decidir una cosa así, ¿por qué las personas se sienten ansiosas y angustiadas? Es lo mismo que quiénes son tus padres y cuándo y dónde naces: tampoco puedes elegir estas cosas. La elección más sabia en estos asuntos es dejar que todo siga su curso natural, someterse y no elegir, no gastar ningún pensamiento o energía en este asunto, y no sentirse angustiado, ansioso o preocupado por ello. Ya que la gente es incapaz de elegir por sí misma, gastar tanta energía y pensamientos en esta cuestión es algo insensato e imprudente.

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (4)

Algunas personas oran todo el tiempo cuando enferman por primera vez, pero luego, cuando ven que sus oraciones no las han curado, se hunden en la enfermedad, se quejan constantemente y dicen para sus adentros: “No me ha servido de nada creer en Dios. Estoy enfermo, ¡y Dios no me cura!”. Esto no es verdadera fe. No hay obediencia alguna en ella, y su resultado es que mueren una vez que han terminado de quejarse. Así abole Dios su carne y las manda al infierno; aquí acaba todo para ellas. No tienen ocasión de alcanzar la salvación en esta vida y su alma debe ir al infierno. Es la última etapa de la obra de Dios para salvar a la humanidad, y si alguien es descartado, ¡nunca tendrá otra oportunidad! Si mueres mientras Dios realiza Su obra de salvación, esta muerte es un castigo, no una muerte normal. Aquellos que mueren como castigo no tienen ocasión de salvarse. ¿No es constantemente castigado Pablo en el Hades? Han pasado 2000 años, ¡y aún está allí castigado! Es todavía peor cuando haces algo malo a sabiendas, ¡y el castigo será incluso más severo!

Algunas personas dicen: “Siempre estoy enfermo, siempre sufriendo y dolorido. Siempre ha habido ciertas circunstancias a mi alrededor, pero nunca he percibido la obra del Espíritu Santo”. Correcto. Así obra el Espíritu Santo la mayor parte del tiempo: no lo puedes percibir. Esto es la refinación. De vez en cuando, el Espíritu Santo te dará esclarecimiento y te permitirá comprender alguna verdad en comunión. A veces hará que te des cuenta de algo por medio de tu entorno y te probará, atemperará y ejercitará en ese entorno, con lo que te hará madurar: así obra el Espíritu Santo. Antes, vosotros no teníais conocimiento cuando experimentabais las cosas porque no os centrabais en buscar la verdad en vuestro interior. Cuando una persona no comprende la verdad, no ve cómo son las cosas y siempre tiene una comprensión sesgada. Es como cuando alguien enferma y cree que Dios lo está disciplinando, cuando en realidad algunas enfermedades las genera el hombre por falta de comprensión de las reglas de la vida. Cuando comes con desenfreno y no entiendes de vida sana, enfermas de todas las maneras posibles. Sin embargo, afirmas que esa es la disciplina de Dios, cuando en realidad es fruto de tu ignorancia. No obstante, por otra parte, tanto si una enfermedad tiene una causa humana como si la confiere el Espíritu Santo, es una bondad extraordinaria de Dios; está pensada para que aprendas una lección, y debes dar gracias a Dios y no quejarte. Cada queja tuya deja mancha ¡y es un pecado que no se puede borrar! Cuando te quejas, ¿cuánto tiempo tardas en cambiar de estado? Si estás un poco negativo, puede que entres en razón al cabo de un mes. Si te quejas y expresas sentimientos negativos, es posible que no entres en razón ni al cabo de un año, y el Espíritu Santo no obrará en ti. Será terrible que te quejes constantemente y te costará aún más recibir la obra del Espíritu Santo. Uno tiene que esforzarse mucho en oración para rectificar su mentalidad y recibir algo de la obra del Espíritu Santo. No es fácil cambiar de mentalidad por completo. Solo puede cambiarse buscando la verdad y recibiendo esclarecimiento e iluminación del Espíritu Santo.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Al creer en Dios, lo más crucial es recibir la verdad

Cuando se trata de la vieja carne del hombre, no importa la enfermedad que alguien contraiga, si es posible que la persona mejore o hasta qué punto la sufre; nada de eso depende del hombre, todo está en manos de Dios. Si cuando enfermas te sometes a las instrumentaciones de Dios y estás dispuesto a soportar y aceptar tal hecho, entonces seguirás padeciendo esa enfermedad. Si no aceptas este hecho, seguirás siendo incapaz de poder librarte de ella, de eso no cabe duda. Puedes afrontar tu enfermedad de manera positiva o negativa. Es decir, no importa la postura que adoptes, el hecho de que estás enfermo permanece inmutable. ¿Qué eligen las personas inteligentes? […] Cuando aquellos que persiguen la verdad se encuentran con la enfermedad, ¿acaso se sumen en sentimientos de angustia, ansiedad y preocupación? (No). ¿Qué actitud adoptarán ante la enfermedad? (Primero, son capaces de someterse, y luego, mientras están enfermos, tratan de comprender la voluntad de Dios y reflexionan sobre qué actitudes corruptas tienen). ¿Pueden estas pocas palabras resolver el problema? Si lo único que hacen es reflexionar, ¿acaso no les seguirá haciendo falta tratar su enfermedad? (También buscarán tratamiento). Sí, si es una enfermedad que debe tratarse, una importante o que podría empeorar si no se busca tratamiento, entonces deben hacerse ver; eso es lo que hacen las personas inteligentes. Cuando los necios no están enfermos, siempre están preocupados: “Oh, ¿será que estoy enfermo? Y si estoy enfermo, ¿me pondré peor? ¿Contraeré esa enfermedad? Y si es así, ¿tendré una muerte prematura? ¿Será muy dolorosa mi muerte? ¿Viviré una vida feliz? Si contraigo esa enfermedad, ¿debería prepararme para la muerte y disfrutar de la vida lo antes posible?”. Los necios se sienten a menudo angustiados, ansiosos y preocupados por cosas como estas. Nunca buscan la verdad ni las verdades que deberían entender respecto a este asunto. Las personas inteligentes, sin embargo, tienen cierta comprensión y perspicacia sobre este asunto, ya sea cuando alguien se enferma o cuando ellas mismas aún no están enfermas. Entonces, ¿qué comprensión y perspicacia deberían tener? En primer lugar, ¿pasará de largo la enfermedad porque alguien se sienta angustiado, ansioso y preocupado? (No). Decidme, ¿acaso no está ya predestinado cuándo alguien va a enfermar de una dolencia, cómo será su salud a cierta edad y si contraerá alguna enfermedad importante o grave? Te aseguro que sí, sin lugar a dudas. Ahora no vamos a hablar sobre cómo Dios te predestina las cosas; la apariencia, los rasgos faciales, la forma de su cuerpo y la fecha de nacimiento de alguien son cosas que todo el mundo conoce bien. Esos adivinos y astrólogos incrédulos, y aquellos que pueden leer las estrellas y las palmas de las manos pueden conocer a partir de dichas palmas, rostros y fechas de nacimiento cuándo alguien va a sufrir un desastre y toparse con alguna desgracia, se trata de cosas que ya se han determinado. Entonces, cuando alguien enferma, puede parecer que la causa ha sido el agotamiento, los sentimientos de ira, o porque vive mal y está desnutrido; a primera vista es lo que puede parecer. Esta situación se aplica a todo el mundo, así que ¿por qué algunas personas de la misma edad contraen esta enfermedad y otras no? ¿Está predestinado a ser así? (Sí). Dicho sin complicaciones, está predestinado. ¿Cómo lo decimos con palabras que concuerden con la verdad? Todo queda bajo la soberanía y los arreglos de Dios. Por tanto, con independencia de cómo sea tu alimentación, tu vivienda y tu entorno vital, esto no tiene nada que ver con cuándo enfermarás o con qué enfermedad te aquejará. Las personas que no creen en Dios buscan siempre razones desde un planteamiento objetivo y hacen hincapié en las causas de la enfermedad, diciendo: “Tienes que hacer más ejercicio, y comer más verduras y menos carne”. ¿Es realmente así? Las personas que nunca comen carne pueden tener de igual modo hipertensión y diabetes, y los vegetarianos pueden tener el colesterol alto. La medicina no ha proporcionado una explicación exacta o razonable para estas cosas. Deja que te diga, todos los diferentes alimentos que Dios ha creado para el hombre son alimentos pensados para que el hombre los coma; simplemente no los comas en exceso, sino con moderación. Es necesario aprender a cuidarse la salud, pero no está bien querer siempre estudiar cómo prevenir las enfermedades. Acabamos de decir que Dios dispone cómo será la salud de una persona a cierta edad y si contraerá una enfermedad grave. Los incrédulos no creen en Él y buscan a alguien que vea tales cosas en las palmas de las manos, en las fechas de nacimiento y en los rostros, y creen en eso. Eres un creyente y a menudo escuchas sermones y charlas sobre la verdad, así que si no crees en esto, no eres más que un no creyente. Si de verdad crees que todo está en manos de Dios, entonces debes creer que tales cosas —las enfermedades graves, las importantes, las menores y la salud—, quedan todas bajo la soberanía y los arreglos de Dios. La aparición de una enfermedad grave y cómo será la salud de alguien a cierta edad no son cosas fortuitas, y entender esto supone tener una comprensión positiva y precisa. ¿Concuerda esto con la verdad? (Sí). Concuerda con la verdad, es la verdad, debes aceptarlo, y tu postura y puntos de vista sobre este asunto se deben transformar. ¿Y qué se resuelve en cuanto estas cosas se transforman? ¿No quedan resueltos tus sentimientos de angustia, ansiedad y preocupación? Al menos, tus emociones negativas de angustia, ansiedad y preocupación respecto a la enfermedad quedan en teoría resueltas. Dado que tu comprensión ha transformado tus pensamientos y puntos de vista, esta resuelve por tanto tus emociones negativas. Este es un aspecto: el que alguien se enferme o no, qué enfermedad grave contraerá y cómo será su salud en cada etapa de la vida no lo puede cambiar la voluntad del hombre, sino que todo está predestinado por Dios. Hay quien dice: “Entonces, ¿está bien que no quiera enfermar? ¿Está bien querer pedirle a Dios que me libre de la enfermedad? ¿Está bien querer pedirle que me aparte de tal desastre y desgracia?”. ¿Qué os parece? ¿Están bien estas cosas? (No). Lo decís con mucha seguridad, pero nadie es capaz de entender estas cosas con claridad. Tal vez alguien está cumpliendo de forma leal con su deber y tiene la determinación de perseguir la verdad, y es muy importante para algún trabajo en la casa de Dios, y Dios tal vez lo libra de esta enfermedad grave que afecta a su deber, a su trabajo, y a su energía y fuerza físicas, ya que Dios se hará responsable de Su trabajo. Pero ¿existe una persona semejante? ¿Quién es así? No lo sabes, ¿verdad? Tal vez haya personas así. Si realmente hubiera personas así, ¿no podría Dios librarlas de la enfermedad o la desgracia con una sola palabra? ¿No podría Dios hacerlo con un solo pensamiento? El pensamiento de Dios sería: “Esta persona va a encontrarse con una enfermedad en un determinado mes a esta edad. Ahora está muy ocupada con su trabajo, así que no va a contraerla. No le hace falta experimentar esa enfermedad. Que le pase de largo”. No hay razón para que esto no suceda, y requeriría solo una palabra de Dios, ¿verdad? Pero ¿quién podría recibir tal bendición? A quien posea de veras semejante determinación y lealtad y pueda realmente cumplir esta función en la obra de Dios le será posible recibir semejante bendición. Este no es el tema del que tenemos que hablar, así que no hablaremos de él ahora. Estamos hablando de la enfermedad; esto es algo que la mayoría de la gente experimentará durante su vida. Por consiguiente, el tipo de enfermedad que afligirá los cuerpos de las personas, en qué momento, a qué edad y cómo será su salud son todas cosas dispuestas por Dios y nadie puede decidir esto por su cuenta, del mismo modo que el momento en que alguien nace no es una decisión propia. Por tanto, ¿acaso no es una insensatez sentirse angustiado, ansioso y preocupado por cosas que uno no puede decidir por sí mismo? (Sí). La gente debe ocuparse de resolver las cosas que puede resolver por sí misma, y en cuanto a las que no, debe aguardar a Dios; debe someterse en silencio y pedirle a Dios que la proteja; esa es la mentalidad que debe tener la gente. Cuando la enfermedad golpea de verdad y la muerte está realmente cerca, entonces deben someterse y no quejarse ni rebelarse contra Dios o decir cosas que blasfemen contra Él o lo ataquen. En lugar de eso, las personas deben permanecer como seres creados y experimentar y apreciar todo lo que viene de Dios; no deben tratar de elegir las cosas por sí mismas. Esto debería ser una experiencia especial que enriquezca tu vida, y no es necesariamente algo malo, ¿verdad? Por tanto, cuando se trata de enfermedades, la gente debe resolver primero sus pensamientos y puntos de vista erróneos sobre el origen de estas, y entonces dejará de preocuparse del asunto. Además, la gente no tiene derecho a controlar las cosas conocidas o desconocidas, ni tampoco es capaz de hacerlo, ya que todas están bajo la soberanía de Dios. La actitud y el principio de práctica que deben tener las personas son las de esperar y someterse. Desde la comprensión hasta la práctica, todo debe hacerse de acuerdo con los principios-verdad: esto es perseguir la verdad.

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (4)

Tanto si estás enfermo como si sufres, mientras te quede aliento, mientras vivas, mientras puedas hablar y caminar, tienes energía para cumplir con tu deber, y debes comportarte bien en el cumplimiento de este, con los pies bien plantados en el suelo. No debes abandonar el deber de un ser creado ni la responsabilidad que te ha dado el Creador. Mientras no estés muerto, debes cumplir con tu deber y cumplirlo bien. Algunos opinan: “Estas cosas que dices no son muy consideradas. Estoy enfermo y me cuesta soportarlo”. Cuando te resulte duro, puedes tomarte un descanso, y puedes cuidarte y recibir tratamiento. Si sigues queriendo cumplir con tu deber, puedes reducir tu carga de trabajo y realizar alguna tarea adecuada, una que no afecte a tu recuperación. Esto probará que en tu corazón no has abandonado tu deber, que tu corazón no se ha alejado de Dios, que no has negado el nombre de Dios en tu corazón, y que en este no has abandonado el deseo de convertirte en un auténtico ser creado. Algunas personas dicen: “He hecho todo eso, ¿me quitará Dios esta enfermedad?”. ¿Lo hará? (No necesariamente). Tanto si Dios te quita esa enfermedad como si no, tanto si te cura como si no, lo que haces es lo que debería hacer un ser creado. Tanto si eres físicamente capaz de cumplir con tu deber como si no, tanto si puedes asumir cualquier trabajo como si no, tanto si tu salud te permite cumplir con tu deber como si no, tu corazón no debe alejarse de Dios, y no debes abandonar tu deber en tu corazón. De tal modo, cumplirás con tus responsabilidades, tus obligaciones y tu deber. Esta es la fidelidad a la que debes aferrarte. Solo porque ya no seas capaz de hacer cosas con las manos o no puedas hablar, o tus ojos ya no vean, o ya no puedas mover el cuerpo, no debes pensar que Dios debe curarte, y si no te cura, entonces quieres negarlo en lo más profundo de tu corazón, abandonar tu deber y dejar a Dios atrás. ¿Cuál es la naturaleza de tal acto? (Es una traición a Dios). Es una traición. Cuando no están enfermas, algunas personas acuden a menudo ante Dios para orar, y cuando están enfermas y esperan que Dios las cure, depositan todas sus esperanzas y siguen acudiendo ante Él y no lo abandonan. Sin embargo, después de que ha pasado algún tiempo y Dios todavía no los ha curado, se decepcionan con Él, abandonan a Dios en lo profundo de sus corazones y se desentienden de sus deberes. Cuando su enfermedad no es tan grave y Dios no les cura, hay quienes no abandonan a Dios; sin embargo, cuando su dolencia se agrava y se enfrentan a la muerte, entonces tienen la certeza de que Dios no les ha curado realmente, que han esperado todo este tiempo solo para aguardar la muerte, y por eso abandonan y niegan a Dios en sus corazones. Creen que si Él no los ha curado, entonces es que no debe existir; que si Dios no los ha curado, entonces es que no debe ser Dios en absoluto, y no vale la pena creer en Él. Como Dios no les ha curado, se arrepienten de haber creído en Él y dejan de hacerlo. ¿Acaso no es esto una traición a Dios? Es una grave traición hacia Él. Por tanto, no debes de ningún modo ir por ese camino: solo los que obedecen a Dios hasta la muerte tienen verdadera fe.

Cuando la enfermedad llega, ¿qué senda han de seguir las personas? ¿Cómo deben elegir? No deben sumirse en la angustia, la ansiedad y la preocupación, y contemplar sus propias perspectivas y sendas de futuro. En cambio, cuanto más se encuentren en momentos como estos y en situaciones y contextos tan especiales, y cuanto más se vean en dificultades tan inmediatas, más deben buscar la verdad y perseguirla. Solo así los sermones que has oído en el pasado y las verdades que has comprendido no serán en vano y surtirán efecto. Cuanto más te encuentres en dificultades como estas, más deberás renunciar a tus propios deseos y someterte a las instrumentaciones de Dios. El propósito de Dios al establecer este tipo de situaciones y arreglar estas condiciones para ti no es que te sumas en las emociones de angustia, ansiedad y preocupación, y tampoco tiene como fin que pongas a prueba a Dios para ver si Él te va a curar cuando te sobrevenga la enfermedad, o bien para tantear la verdad del asunto. Dios establece para ti estas situaciones y condiciones especiales para que puedas aprender las lecciones prácticas en tales situaciones y condiciones, para lograr una entrada más profunda en la verdad y en la sumisión a Dios, y para que sepas con mayor claridad y precisión cómo Dios orquesta todas las personas, acontecimientos y cosas. Los destinos de los hombres están en manos de Dios y, tanto si pueden percibirlo como si no, tanto si son realmente conscientes de ello como si no, deben someterse y no resistirse, no rechazar y, desde luego, no poner a prueba a Dios. En cualquier caso, puedes morir, y si te resistes, rechazas y pones a prueba a Dios, no hace falta decir cuál será tu final. Por el contrario, si en las mismas situaciones y condiciones eres capaz de buscar cómo debe un ser creado someterse a las instrumentaciones del Creador, buscar qué lecciones debes aprender, qué actitudes corruptas debes conocer en las situaciones que Dios te presenta, comprender Sus intenciones en tales situaciones, y dar bien tu testimonio para satisfacer las exigencias de Dios, entonces esto es lo que debes hacer. Cuando Dios dispone que alguien contraiga una enfermedad, ya sea grave o leve, Su propósito al hacerlo no es que aprecies los pormenores de estar enfermo, el daño que la enfermedad te hace, las adversidades y dificultades que la enfermedad te causa, y todo el catálogo de sentimientos que te hace sentir; Su propósito no es que aprecies la enfermedad por el hecho de estar enfermo. Más bien, Su propósito es que adquieras lecciones a partir de la enfermedad, que aprendas a intuir las intenciones de Dios, que conozcas las actitudes corruptas que revelas y las posturas erróneas que adoptas hacia Él cuando estás enfermo, y que aprendas a someterte a la soberanía y a los arreglos de Dios, para que puedas lograr la verdadera sumisión a Él y seas capaz de mantenerte firme en tu testimonio; esto es absolutamente clave. Dios desea salvarte y purificarte mediante la enfermedad. ¿Qué desea purificar en ti? Desea purificar todos tus deseos y exigencias extravagantes hacia Dios, e incluso los diversos planes, juicios y ardides que elaboras para sobrevivir y vivir a cualquier precio. Dios no te pide que hagas planes, no te pide que juzgues, y no te permite que tengas deseos extravagantes hacia Él; solo te pide que te sometas a Él y que, en tu práctica y experiencia de someterte, conozcas tu propia actitud hacia la enfermedad, y hacia estas condiciones corporales que Él te da, así como tus propios deseos personales. Cuando llegas a conocer estas cosas, puedes apreciar lo beneficioso que te resulta que Dios haya dispuesto las circunstancias de la enfermedad para ti o que te haya dado estas condiciones corporales; y puedes apreciar lo útiles que son para cambiar tu carácter, para que alcances la salvación y para tu entrada en la vida. Por eso, cuando la enfermedad te llama, no debes preguntarte siempre cómo escapar, huir de ella o rechazarla. […] Al enfrentarte a la enfermedad, puedes buscar activamente tratamiento, pero también debes abordarlo con una actitud positiva. En cuanto a hasta qué punto se puede tratar tu enfermedad y si tiene cura, y qué acabará pasando al final, debes siempre someterte y no quejarte. Esta es la actitud que debes adoptar, dado que eres un ser creado y no tienes otra opción. No puedes decir: “Si me curo de esta enfermedad, creeré que es el gran poder de Dios, pero si no, no estaré contento con Él. ¿Por qué me mandó Dios esta enfermedad? ¿Por qué no la cura? ¿Por qué cogí yo esta enfermedad y no otro? No la quiero. ¿Por qué tengo que morir tan pronto, a una edad tan temprana? ¿Cómo es que otras personas pueden seguir viviendo? ¿Por qué?”. No preguntes por qué, se trata de la instrumentación de Dios. No hay razón, y no debes preguntar el porqué. Plantearse el porqué es un discurso rebelde, y no es una pregunta que deba hacerse un ser creado. No preguntes por qué, no hay ningún porqué. Dios ha dispuesto las cosas y las ha planeado así. Si preguntas por qué, solo se puede decir que eres demasiado rebelde, demasiado intransigente. Cuando algo no te satisface, o Dios no hace lo que quieres o no te deja salirte con la tuya, te disgustas, estás descontento, y siempre preguntas por qué. Entonces, Dios te interroga así: “Como ser creado, ¿por qué no has cumplido bien con tu deber? ¿Por qué no has cumplido fielmente con ese deber?”. ¿Y cómo responderás? Dirás: “No existe un porqué, yo soy así”. ¿Es eso aceptable? (No). Es aceptable que Dios te hable así, pero no lo es que tú le respondas a Él de esa manera. Tu planteamiento es erróneo, y eres demasiado insensato. No importa qué dificultades encuentre un ser creado, está dispuesto por el cielo y aceptado en la tierra que debes someterte a los arreglos e instrumentaciones del Creador. Por ejemplo, tus padres te engendraron, te criaron y tú los llamas madre y padre; esto está dispuesto por el cielo y aceptado en la tierra, y así es como debe ser; no hay un porqué. Por consiguiente, Dios orquesta todas estas cosas para ti y, tanto si disfrutas de bendiciones como si sufres adversidades, esto también está dispuesto por el cielo y aceptado en la tierra, y no tienes elección al respecto. Si te sometes hasta el final, alcanzarás la salvación como Pedro. Sin embargo, si culpas a Dios, lo abandonas y lo traicionas a causa de alguna enfermedad temporal, entonces toda la renuncia, el gasto, el cumplimiento de tu deber y el pago del precio que has hecho antes no habrán servido para nada. Esto se debe a que todo tu trabajo duro pasado no habrá sentado ninguna base para que cumplas bien con tu deber de ser creado u ocupes tu lugar pertinente como tal, y no habrá cambiado nada en ti. Esto causará entonces que traiciones a Dios debido a tu enfermedad, y tu final será como el de Pablo: acabarás castigado. El motivo tras esta determinación es que todo lo que has hecho antes ha sido para obtener una corona y para recibir bendiciones. Si, cuando finalmente te enfrentes a la enfermedad y a la muerte, todavía eres capaz de someterte sin quejarte, eso prueba que todo lo que has hecho antes lo hiciste de manera sincera y voluntaria por Dios. Le eres obediente, y en última instancia tu obediencia marcará el final perfecto de tu vida de fe en Dios, y esto es digno de elogio por Su parte. Así pues, una enfermedad puede hacer que tengas un buen final, o que tengas un mal final; el tipo de final al que llegues depende de la senda que sigas y de cuál sea tu actitud hacia Dios.

La Palabra, Vol. VI. Sobre la búsqueda de la verdad 1. Cómo perseguir la verdad (3)

Nadie tiene una vida exenta de sufrimiento. Para algunas personas guarda relación con la familia; para otras, con el trabajo; para otras, con el matrimonio y, para otras, con una enfermedad física. Todo el mundo debe sufrir. Algunos dicen: “¿Por qué tiene que sufrir la gente? Qué bien estaría vivir siempre felices y en paz. ¿No podemos evitar sufrir?”. No, todo el mundo ha de sufrir. El sufrimiento hace que cada persona experimente las innumerables sensaciones de la vida física, sean positivas, negativas, activas o pasivas; el sufrimiento te da distintas sensaciones y apreciaciones que para ti son todas tus experiencias en la vida. Ese es un aspecto para que la gente tenga más experiencia. Si a partir de esto eres capaz de buscar la verdad y entender la intención de Dios, te acercarás cada vez más al nivel que Él te exige. Otro aspecto es la responsabilidad que Dios da al hombre. ¿Qué responsabilidad? El sufrimiento al que debes someterte. Si eres capaz de asumir este sufrimiento y soportarlo, esto es testimonio, algo nada vergonzoso. Hay quienes temen que los demás se enteren de que se han puesto enfermos. Les parece algo vergonzoso, si bien, de hecho, no hay nada de lo que avergonzarse. Como persona corriente, si en medio de la enfermedad eres capaz de someterte a las disposiciones de Dios, soportar toda clase de sufrimiento y, aun así, ser capaz de cumplir tu deber con normalidad, de completar las comisiones que Dios te encarga, entonces ¿es eso bueno o malo? Es bueno, se trata de un testimonio de tu sumisión a Dios, de tu lealtad al cumplir tu deber, y que avergüenza a Satanás y triunfa sobre él. Y, por tanto, todo ser creado y todos los miembros del pueblo escogido de Dios han de aceptar cualquier sufrimiento y someterse a él. Así es como debes entenderlo, y has de aprender esta lección y alcanzar la verdadera sumisión a Dios. Esto es conforme a Su intención, y es el deseo de Dios. Es lo que dispone para cualquier ser creado. Que Él te coloque en estas situaciones y condiciones equivale a concederte una responsabilidad, una obligación y una comisión, así que deberías aceptarlas. ¿Acaso no es esto la verdad? (Lo es). Mientras provenga de Dios, mientras te haga tal exigencia y tenga esas intenciones contigo, se trata de la verdad. ¿Por qué se dice que es la verdad? Porque, si aceptas estas palabras como la verdad, serás capaz de resolver tu carácter corrupto, tus nociones y tu rebeldía, de modo que, cuando te encuentres en dificultades de nuevo, no irás en contra de los deseos de Dios ni te rebelarás contra Él, es decir, serás capaz de practicar la verdad y someterte a Dios. De este modo, podrás dar un testimonio capaz de avergonzar a Satanás y de obtener la verdad y la salvación.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se corrigen las propias nociones es posible emprender el camino correcto de la fe en Dios (1)

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