3. Cómo experimentar el juicio y el castigo de Dios

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

Toda la vida del hombre se vive bajo el poder de Satanás, y no hay ni una sola persona que, por su cuenta, se pueda liberar de la influencia de Satanás. Todas viven en un mundo inmundo, en la corrupción y el vacío, sin el menor sentido o valor; viven una vida despreocupada y para la carne, para la lujuria y para Satanás. No le dan a su existencia el más mínimo valor. El hombre es incapaz de encontrar la verdad que lo libere de la influencia de Satanás. Aunque el hombre crea en Dios y lea la Biblia, no entiende cómo liberarse del control de la influencia de Satanás. A lo largo de las eras, muy pocas personas han descubierto este secreto y muy pocas lo han comprendido. Como tal, aunque el hombre deteste a Satanás y deteste la carne, no sabe cómo deshacerse de su influencia intrigante. En la actualidad, ¿no estáis todavía bajo el poder de Satanás? No te lamentas de tus actos rebeldes y mucho menos sientes que eres inmundo o rebelde. Después de oponerte a Dios, te sientes incluso en paz en tu conciencia y sientes una gran tranquilidad. ¿No se debe tu tranquilidad a que eres corrupto? ¿No proviene esta paz en tu conciencia de tu rebeldía? El hombre vive en un infierno humano; vive bajo la oscura influencia de Satanás; por toda la tierra, los fantasmas viven con el hombre, invadiéndole su carne. En la tierra no vives en un hermoso paraíso. El lugar en el que estás es el ámbito de los diablos, un infierno humano, un inframundo. Si el hombre no es limpiado, entonces es inmundo; si Dios no lo protege y lo cuida, entonces todavía es un cautivo de Satanás; si no es juzgado y castigado, entonces no tendrá los medios para escapar de la opresión de la oscura influencia de Satanás. El carácter corrupto que manifiestas y el comportamiento rebelde que vives, son suficientes para probar que todavía estás viviendo bajo el poder de Satanás. Si tu mente y tus pensamientos no han sido limpiados y tu carácter no ha sido juzgado y castigado, entonces a todo tu ser todavía lo controla el poder de Satanás, tu mente la controla Satanás, tus pensamientos los manipula Satanás, y todo tu ser está controlado por las manos de Satanás. […] Si quieres ser perfeccionado, debes entender la obra de Dios. En particular, debes entender el significado de Su castigo y juicio, y por qué esta obra se lleva a cabo en el hombre. ¿Acaso puedes aceptar esta obra? Durante el castigo de este tipo, ¿puedes alcanzar las mismas experiencias y conocimiento que Pedro? Si buscas tener un conocimiento de Dios y de la obra del Espíritu Santo, y buscas cambios en tu carácter, entonces tienes la oportunidad de ser perfeccionado.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio

Hoy Dios os juzga, os castiga y os condena, pero debes saber que el propósito de tu condena es que te conozcas a ti mismo. Él condena, maldice, juzga y castiga para que te puedas conocer a ti mismo, para que tu carácter pueda cambiar y, sobre todo, para que puedas conocer tu valía y ver que todas las acciones de Dios son justas y de acuerdo con Su carácter y los requisitos de Su obra, que Él obra acorde a Su plan para la salvación del hombre, y que Él es el Dios justo que ama, salva, juzga y castiga al hombre. Si sólo sabes que eres de un estatus humilde, que estás corrompido y que eres rebelde, pero no sabes que Dios quiere poner en claro Su salvación por medio del juicio y el castigo que Él impone en ti hoy, entonces no tienes manera de ganar experiencia, ni mucho menos eres capaz de continuar hacia delante. Dios no ha venido ni a matar ni a destruir sino a juzgar, maldecir, castigar y salvar. Hasta que Su plan de gestión de 6000 años llegue a su término —antes de que revele el destino de cada categoría del hombre— la obra de Dios en la tierra será en aras de la salvación; el único propósito es hacer totalmente completos a aquellos que lo aman y hacerlos rendirse ante Su dominio. No importa cómo Dios salve a las personas, todo se logra haciéndolas escapar de su antigua naturaleza satánica; es decir, Él las salva haciéndolas buscar la vida. Si ellas no buscan la vida, entonces no tendrán manera de aceptar la salvación de Dios. La salvación es la obra del Dios mismo y la búsqueda de vida es algo que el hombre debe asumir con el fin de aceptar la salvación. A los ojos del hombre, la salvación es el amor de Dios y el amor de Dios no puede ser castigo, juicio y maldiciones; la salvación debe contener amor, compasión y, además, palabras de consuelo y bendiciones ilimitadas otorgadas por Dios. Las personas creen que cuando Dios salva al hombre lo hace conmoviéndolo con Sus bendiciones y Su gracia, de tal modo que puedan entregar su corazón a Dios. Es decir, tocar al hombre es salvarlo. Esta clase de salvación se hace mediante un trato. Solo cuando Dios le conceda cien veces más, el hombre llegará a rendirse ante el nombre de Dios y luchará por hacer el bien por Él y darle gloria. Esto no es lo que pretende Dios para la humanidad. Dios ha venido para obrar en la tierra con el fin de salvar a la humanidad corrupta, no hay falsedad en esto. Si la hubiera, Él ciertamente no habría venido a cumplir con Su obra en persona. En el pasado, Su medio de salvación implicaba mostrar el máximo amor y misericordia, tanto que le dio Su todo a Satanás a cambio de toda la humanidad. El presente no tiene nada que ver con el pasado: La salvación que hoy se os otorga ocurre en la época de los últimos días, durante la clasificación de cada uno de acuerdo a su especie; el medio de vuestra salvación no es el amor ni la misericordia, sino el castigo y el juicio para que el hombre pueda ser salvado más plenamente. Así, todo lo que recibís es castigo, juicio y golpes despiadados, pero sabed que en esta golpiza cruel no hay el más mínimo castigo. Independientemente de lo severas que puedan ser Mis palabras, lo que cae sobre vosotros son solo unas cuantas palabras que podrían pareceros totalmente crueles y, sin importar cuán enfadado pueda Yo estar, lo que viene sobre vosotros siguen siendo palabras de enseñanza y no tengo la intención de lastimaros o haceros morir. ¿No es todo esto un hecho? Sabed esto hoy, ya sea un juicio justo o un refinamiento y castigo crueles, todo es en aras de la salvación. Independientemente de si hoy cada uno es clasificado de acuerdo con su especie, o de que las categorías del hombre se dejen al descubierto, el propósito de todas las palabras y la obra de Dios es salvar a aquellos que verdaderamente aman a Dios. El juicio justo se realiza con el fin de purificar al hombre, y el refinamiento cruel con el de limpiarlo; las palabras severas o la reprensión se hacen ambas para purificar y son en aras de la salvación.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Debes dejar de lado las bendiciones del estatus y entender la voluntad de Dios para traer la salvación al hombre

Si deseas purificarte de la corrupción y someterte a una transformación de tu carácter vital, debes tener amor por la verdad y la capacidad de aceptarla. ¿Qué significa aceptar la verdad? Aceptar la verdad significa que sea cual sea el tipo de carácter corrupto que tengas o los venenos del gran dragón rojo, los venenos de Satanás, que estén presentes en tu naturaleza, cuando las palabras de Dios revelen estas cosas deberías admitirlas y someterte, no puedes hacer una elección diferente, y deberías conocerte a ti mismo en concordancia con las palabras de Dios. Esto significa ser capaz de aceptar las palabras de Dios y aceptar la verdad. Diga lo que diga Él, por muy severas que sean Sus declaraciones y sean cuales sean las palabras que emplee, puedes aceptarlas siempre que lo que Él diga sea la verdad y reconocerlas siempre que se ajusten a la realidad. Puedes someterte a las palabras de Dios sin importar la profundidad con la que las entiendas, y aceptas y te sometes a la luz revelada por el Espíritu Santo y compartida por tus hermanos y hermanas. Cuando una persona así ha buscado la verdad hasta cierto punto, puede recibirla y alcanzar la transformación de su carácter. Aunque las personas que no aman la verdad tengan un poco de humanidad, puedan hacer algunas buenas acciones, renunciar y esforzarse por Dios, están confusas respecto a la verdad y no se la toman en serio, así que su carácter de vida nunca cambia.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre

A medida que experimentas la obra de Dios, primero debes aceptar Sus palabras que revelan la esencia naturaleza del hombre. Si eres capaz de ver con claridad el carácter corrupto de las personas y la verdad de su corrupción, y si llegas realmente a conocerte a ti mismo, entonces, ¿acaso no es este el camino adecuado para alcanzar la salvación? La forma en que abordes las palabras de Dios que juzgan y exponen al hombre es fundamental. Primero de todo, debes reflexionar y entender las palabras de Dios que revelan la naturaleza del hombre. Si eres capaz de ver con claridad que lo que las palabras de Dios han revelado concuerda totalmente con tu estado real, entonces recogerás lo sembrado. Algunas personas, al acabar de leer las palabras de Dios, siempre se comparan con otros. Siempre piensan que van dirigidas a otros, y que las palabras que Dios ha declarado no tienen nada que ver con ellos, por muy severas que sean. Esto es problemático, esta clase de persona no acepta la verdad. Entonces, ¿cómo debes abordar las palabras de Dios? Cada vez que las leas, debes compararlas contigo mismo, cotejarlas con tu propio estado, con tus propios pensamientos y puntos de vista, y con tu propio comportamiento. Si realmente puedes compararte con ellas y buscas la verdad para resolver tus propios problemas, entonces, de esta manera, recogerás lo sembrado. A continuación, debes usar la realidad de la verdad que entiendes para ayudar a los demás a entender la verdad y resolver los problemas, ayudarles a presentarse ante Dios y aceptar Sus palabras y la verdad. Esto muestra amor por los demás, y puedes recoger de ello lo sembrado. Te beneficia a ti y a los demás, es una cosecha doble. Actuar de esta manera te convierte en una persona útil en la casa de Dios. Si posees tal realidad verdad, entonces puedes dar testimonio de Dios. ¿Acaso no te ganas entonces la aceptación de Dios? Debes usar los mismos métodos para aceptar y someterte al resto de las palabras que Dios le ha expuesto a la gente, y luego analizarte y llegar a conocerte a ti mismo. ¿Sabéis cómo compararos a vosotros mismos de esta manera? (Un poco). Si Dios dijera que eres Satanás, que eres un diablo, que tienes un carácter corrupto y que te resistes a Él, entonces podrías ser capaz de comparar estas cosas más grandes contigo mismo; sin embargo, cuando Sus palabras tocan ciertos estados y efusiones para determinar qué clase de persona eres, no te puedes comparar contigo mismo, y no puedes aceptar dichas palabras; eso es un problema. ¿Qué significa? (Significa que no nos conocemos realmente a nosotros mismos). En realidad, no te conoces realmente a ti mismo y no aceptas la verdad, ¿no es así? (Sí). La gente necesita llegar a entender lentamente las palabras que Dios usa para poner en evidencia a las personas, como “gusanos”, “demonio repugnante”, “no vales un céntimo”, “basura” e “inútil”. ¿Acaso el objetivo de Dios al exponer a las personas es condenarlas? (No). ¿Entonces cuál es? (Que se conozcan a sí mismas y despojarlas de sus corrupciones). Correcto. El objetivo de Dios al exponer estas cosas es permitirte conocerte a ti mismo, obtener la verdad en el proceso y entender Su voluntad. Si Dios te expone como un gusano, como alguien de baja condición, un inútil, ¿cómo debes practicar? Podrías decir algo como: “Dios dice que soy un gusano, así que seré un gusano. Dios dice que soy un inútil, así que seré un inútil. Dios dice que no valgo ni un céntimo, así que seré un pedazo de basura inservible. Dios dice que soy un demonio repugnante, que soy Satanás, entonces seré un demonio repugnante, seré Satanás”. ¿Es esa la manera de obtener la verdad? (No). El objetivo de Dios al decir estas palabras, Su objetivo último en todo Su juicio, castigo y exposición, es permitir a la gente comprender Su voluntad, tomar la senda de practicar la verdad, conocer a Dios y someterse a Él. Si la gente siempre malinterpreta a Dios y camina por esta senda, si a menudo son incapaces de aceptar Su juicio y castigo, y si su rebeldía es demasiado grande, entonces, ¿qué pueden hacer? Debes presentarte a menudo ante Dios, aceptar Su escrutinio, permitirle que te guíe a través de numerosos juicios y refinamientos, y permitirle que disponga circunstancias para purificarte. La corrupción de las personas es muy profunda, necesitan que Dios las purifique. Si no cuentan con la voluntad para hacer esto, si siempre se consienten con comodidades, si siempre están confusos y no buscan la verdad en absoluto, entonces sus esperanzas de obtener la verdad son muy escasas. Hay muchas manifestaciones prácticas de Dios que escudriñan las profundidades de los corazones de las personas, que se pueden ver a partir de las muchas cosas presentes en las actitudes corruptas que Dios pone en evidencia en las personas. Solo Él es capaz de ver lo que hay dentro de la esencia naturaleza del hombre. Por tanto, si no escuchas las palabras de Dios, no vives del modo que te ha dicho Dios y no crees en Él ni desempeñas tu deber de la manera que Él te ha dicho, entonces no tienes manera de embarcarte en la senda de satisfacer la voluntad de Dios. No tienes manera de embarcarte en el camino correcto de la fe en Dios, y es muy difícil para ti alcanzar la salvación.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Seis indicadores de crecimiento vital

Cuando aceptéis el juicio de las palabras de Dios, no tengáis miedo al sufrimiento o al dolor, y más aún, no tengáis miedo de que las palabras de Dios penetren en vuestro corazón y expongan vuestro feo estado. Es tan beneficioso sufrir estas cosas. Si creéis en Dios, deberíais leer más Sus palabras que juzgan y castigan a la gente, especialmente las que ponen de manifiesto la esencia de la corrupción de la humanidad. Deberíais compararlas más con vuestro estado práctico, y vincularlas a vosotros mismos en mayor medida y a los demás en menor medida. Los tipos de estados que Dios deja en evidencia existen en cada persona, y todos ellos pueden encontrarse en vosotros. Si no te lo crees, intenta experimentarlo. Cuanto más experimentes, más te conocerás a ti mismo, y más te parecerá que las palabras de Dios son muy exactas. Tras leer las palabras de Dios, algunas personas no saben vincularlas a sí mismas; piensan que parte de estas palabras no tratan de ellas, sino de otras personas. Por ejemplo, cuando Dios desenmascara a las personas como Jezabeles y rameras, algunas hermanas creen que, al haber sido inequívocamente fieles a sus maridos, esas palabras no deben de referirse a ellas; otras creen que, como no están casadas y nunca han mantenido relaciones sexuales, esas palabras tampoco deben de referirse a ellas. Algunos hermanos piensan que estas palabras solo se dirigen a las mujeres y no tienen nada que ver con ellos; otra gente piensa que las palabras de Dios para desenmascarar al hombre son demasiado severas, que no se conforman con la realidad, así que se niegan a aceptarlas. Incluso hay quienes dicen que, en algunos casos, las palabras de Dios son inexactas. ¿Es esta la actitud correcta hacia las palabras de Dios? Obviamente es la errónea. Las personas se ven a sí mismas según sus comportamientos externos. Son incapaces de hacer introspección y llegar a conocer su esencia corrupta, entre las palabras de Dios. Aquí, “Jezabeles” y “rameras” aluden a la esencia de la corrupción, la suciedad y la promiscuidad de la humanidad. Hombre o mujer, casado o no, todo el mundo tiene pensamientos corruptos de promiscuidad; por tanto, ¿es posible que no tenga nada que ver contigo? Las palabras de Dios exponen el carácter corrupto de la gente; trátese de un hombre o de una mujer, el nivel de corrupción es el mismo, ¿no es así? En primer lugar, debemos comprender que todo lo que Dios dice es la verdad, que concuerda con los hechos, y que por muy severas que sean Sus palabras que juzgan y ponen en evidencia a la gente, o por muy amables que sean Sus palabras de enseñanza de la verdad o de exhortación, sean tales palabras de juicio o bendiciones, si son condenas o maldiciones, sea amarga o dulce la sensación que nos den, todas ellas deben aceptarse. Esa es la actitud que la gente debe tener hacia las palabras de Dios. ¿Qué clase de actitud es esta? ¿Una actitud devota, una actitud piadosa, paciente, o una actitud de aceptar el sufrimiento? Estáis en cierto modo confundidos. Os digo que no es ninguna de estas. En su fe, la gente debe sostener firmemente que las palabras de Dios son la verdad. Ya que son la verdad, las personas deben aceptarlas de una forma racional. Sean o no capaces de reconocerlo o admitirlo, su primera actitud debe ser una de aceptación absoluta de las palabras de Dios. Si la palabra de Dios no te pone en evidencia a ti ni a todos vosotros, ¿a quién expone? Y si no es para exponerte, ¿por qué se te pide que la aceptes? ¿Acaso no es esto una contradicción? Dios habla a toda la humanidad, cada frase pronunciada por Dios expone a la humanidad corrupta, y nadie queda exento, lo cual naturalmente te incluye a ti también. Ni una sola de las líneas de las declaraciones de Dios trata sobre las apariencias externas, o una especie de estado, mucho menos sobre un precepto externo o sobre una forma sencilla de comportamiento en las personas. No es así. Si crees que cada línea pronunciada por Dios desenmascara meramente una clase sencilla de comportamiento humano o apariencia externa, entonces no tienes entendimiento espiritual y no entiendes lo que es la verdad. Las palabras de Dios son la verdad. La gente puede sentir la profundidad de las palabras de Dios. ¿Cómo son de profundas? Todas las palabras de Dios exponen el carácter corrupto de las personas y las cosas esenciales y profundamente arraigadas dentro de sus vidas. Son cosas esenciales, no apariencias externas y, sobre todo, no son comportamientos externos. Al ver a las personas desde apariencias externas, todas pueden parecer buena gente. ¿Pero por qué, entonces, Dios dice que algunas personas son espíritus malvados y otras son espíritus inmundos? Este es un asunto que no es visible para ti. Así pues, las palabras de Dios no deben tratarse a la luz de las nociones y fantasías humanas ni de las habladurías humanas, y ciertamente tampoco a la luz de las declaraciones del partido gobernante. Solo las palabras de Dios son la verdad; las palabras del hombre son todas falacias. Tras estas enseñanzas, ¿habéis cambiado de actitud hacia las palabras de Dios? Por muy grande o pequeño que sea el cambio, la próxima vez que leáis las palabras de Dios que juzgan y desenmascaran a la gente, al menos no deberíais intentar razonar con Dios. Deberíais dejar de quejaros de Dios diciendo: “Las palabras de Dios que desenmascaran y juzgan a las personas son muy severas; no voy a leer esta página. ¡Me la salto! Déjame que busque algo que leer sobre las bendiciones y las promesas para hallar un poco de consuelo”. Hay que dejar de leer la palabra de Dios seleccionando y eligiendo según tus propias inclinaciones. Debes aceptar la verdad y el juicio y el castigo de las palabras de Dios; solo entonces podrás purificar tu carácter corrupto, y solo entonces podrás alcanzar la salvación.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La importancia de perseguir la verdad y la senda de su búsqueda

Aquellos que verdaderamente creen en Dios se esforzarán por practicar y experimentar Sus palabras, reflexionarán sobre sí mismos y tratarán de conocerse a sí mismos cuando se revele su carácter corrupto, y buscarán la verdad de las palabras de Dios para resolverlo. Aquellos que aman la verdad se centran en la autorreflexión y tratan de conocerse a sí mismos al leer las palabras de Dios, y sienten que Sus palabras son como un espejo que revela su propia corrupción y fealdad. De esta forma, a través de las palabras de Dios, llegan a aceptar Su juicio y castigo, y gradualmente resuelven su carácter corrupto. Cuando vean que su carácter corrupto se revela en menor medida, cuando verdaderamente se sometan a Dios, sentirán que practicar la verdad es mucho más fácil y no hay más dificultades. En este punto, verán un verdadero cambio en ellos, y en su corazón se desarrollará una verdadera alabanza a Dios: “Dios Todopoderoso me ha salvado de la esclavitud y las limitaciones de mi carácter corrupto y me ha salvado de la influencia de Satanás”. Este es el resultado que se logra al experimentar el juicio y el castigo de las palabras de Dios. Si las personas no pueden experimentar el juicio y el castigo de las palabras de Dios, no pueden ser limpiadas de su carácter corrupto ni desprenderse de la influencia de Satanás. Hay muchas personas que no aman la verdad, y aun cuando leen las palabras de Dios y escuchan sermones, luego solo hablan de palabras y doctrinas, y en consecuencia no resuelven ninguna de sus actitudes corruptas a pesar de creer en Dios durante muchos años. Estas personas siguen siendo los mismos viejos Satanás y demonios que siempre han sido. Pensaron que mientras difundieran las palabras de Dios, mientras recitaran algunas de las palabras de Dios y compartieran con otros Sus palabras, mientras pudieran hablar sobre muchas palabras y doctrinas, y mientras pudieran entender la doctrina y aprendieran autocontrol, resolverían sus actitudes corruptas. En consecuencia, después de creer en Dios durante muchos años, todavía no hay ningún cambio en su carácter-vida, no pueden hablar sobre el testimonio vivencial y por eso quedan atónitos. Después de muchos años de creer en Dios, tienen las manos vacías y no han obtenido ninguna verdad, habiendo vivido en vano y perdido el tiempo durante todos estos años.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Cuando leía las palabras de Dios, Pedro no se centraba en entender las doctrinas y, menos aún, en obtener conocimiento teológico. En cambio, se concentraba en comprender la verdad y captar la voluntad de Dios, a la vez que lograr un entendimiento del carácter y la hermosura de Dios. Pedro también intentó comprender los diversos estados corruptos del hombre a partir de las palabras de Dios, así como su esencia naturaleza, y deficiencias reales, con lo cual cumplió fácilmente con las exigencias de Dios para satisfacerlo. Pedro tuvo muchas prácticas correctas que se ciñeron a las palabras de Dios. Esto estuvo sumamente alineado con la voluntad de Dios y fue la mejor forma en la que una persona podía cooperar al tiempo que experimentaba la obra de Dios. Cuando experimentó los centenares de pruebas enviadas por Dios, Pedro se autoexaminó de un modo estricto frente a cada palabra del juicio y revelación de Dios hacia el hombre, y contra cada palabra de Sus exigencias al hombre e intentó desentrañar con precisión el significado de esas palabras. Intentó reflexionar sinceramente en cada palabra que Jesús le dijo y memorizarla, y obtuvo muy buenos resultados. Al practicar de esta manera, fue capaz de lograr entenderse a sí mismo a partir de las palabras de Dios, y no solo llegó a entender los diversos estados corruptos y defectos del hombre, sino que también llegó a comprender la esencia y la naturaleza del hombre. Esto es lo que significa verdaderamente entenderse a uno mismo. A partir de las palabras de Dios, Pedro no solo consiguió comprenderse verdaderamente a sí mismo, sino que además vio el carácter justo de Dios, lo que Él tiene y es, la voluntad de Dios para Su obra y Sus exigencias hacia la humanidad. A partir de Sus palabras llegó de verdad a conocer a Dios completamente. Llegó a conocer Su carácter y Su esencia; llegó a conocer y entender lo que Dios tiene y es, así como Su encanto y Sus exigencias para el hombre. Aunque en ese tiempo Dios no habló tanto como lo hace hoy, en Pedro se produjeron resultados en estos aspectos. Fue algo raro y precioso. Pedro atravesó centenares de pruebas, pero no sufrió en vano. No solo llegó a entenderse a sí mismo a partir de las palabras y la obra de Dios, sino que también llegó a conocerlo. Además, se centró con especial atención en los requisitos de Dios para la humanidad contenidos en Sus palabras. En los aspectos en los que el hombre debe satisfacer a Dios para alinearse con Su voluntad, en esos aspectos Pedro hizo un gran esfuerzo y alcanzó la claridad completa. Esto fue extremadamente beneficioso en relación con su entrada en la vida. Independientemente de aquello de lo que Dios hablara, siempre que esas palabras fueran capaces de convertirse en la vida y fueran la verdad, Pedro fue capaz de grabarlas en su corazón para meditar en ellas con frecuencia y comprenderlas. Después de escuchar las palabras de Jesús, fue capaz de tomárselas en serio, y esto demuestra que estaba especialmente centrado en las palabras de Dios y, al final, alcanzó verdaderamente resultados. Es decir, fue capaz de poner libremente en práctica las palabras de Dios, de practicar la verdad con fidelidad y de estar en sintonía con la voluntad de Dios, de actuar por completo conforme a la intención de Dios y de renunciar a sus propias opiniones e imaginaciones personales. De esta forma Pedro entró en la realidad de las palabras de Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro

Para experimentar la obra de Dios, debes experimentar Su juicio y Su castigo, Su poda, Sus pruebas y Su refinamiento. Es preciso practicar todas las exigencias de Dios, entrar en ellas y lograrlas. A esto se le llama experimentar la obra de Dios. Para experimentarla, debes establecer una relación normal con Dios, orarle y buscarlo constantemente con un corazón sumiso a Él. Al margen de lo que suceda o de las dificultades que afrontes, debes confiar en Dios y poner la vista en Él, buscar las respuestas y la senda en Sus palabras, y orar y hablar con Él siempre. Experimentar la obra de Dios es estar en contacto con Él y someterse a Sus palabras y Su obra, orarle y buscarlo cuando tienes problemas o dificultades. Una vez que tienes mucha experiencia en ese sentido y que entiendes la verdad, habrás aprendido a aplicar las palabras de Dios a los acontecimientos. Existen muchas maneras de aplicar las palabras de Dios; por ejemplo, orando y buscando cuando suceden las cosas, por consiguiente, podrás ver la forma en que las palabras de Dios declaran de manera manifiesta cómo deben actuar las personas, cuáles son los principios y cuáles son las intenciones y las exigencias que Dios les plantea a las personas. Si sabes todo eso y entiendes Sus deseos, adquirirás cierto conocimiento y comprensión de Dios. Al enfrentarte a las pruebas, debes buscar: “¿Qué dice la palabra de Dios acerca de una prueba tan grande? ¿Qué significado tiene que Dios ponga a prueba a las personas? ¿Por qué quiere poner a prueba a las personas?”. Las palabras de Dios dicen que eres corrupto, que siempre eres rebelde y desobediente, y que no te sometes a Él, sino que albergas nociones y figuraciones constantemente, y que Dios quiere purificarte por medio de las pruebas. Cualquiera sea tu experiencia, ya se trate de persecución y pruebas, o de ser podado, disciplinado y castigado, y al margen del entorno que Dios disponga para ti o el método que utilice, debes buscar permanentemente la respuesta y el fundamento en las palabras de Dios y tratar de encontrar Sus intenciones y las exigencias que determina para ti. Es decir, independientemente de lo que suceda, debes pensar primero en lo que Dios ha dicho, la práctica que quiere de las personas y lo que exige de ellas, y cuáles son Sus intenciones. Si entiendes esas cosas, sabrás cómo experimentar la obra de Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la soberanía de Dios

Mientras experimentas la obra de Dios, por más veces que hayas fallado, caído, sido podado o puesto en evidencia, estas cosas no son malas. Independientemente de cómo hayas sido podado, o si ha sido por parte de los líderes, obreros o hermanos o hermanas, todo esto es bueno. Debes recordar que, por mucho que sufras, en realidad te estás beneficiando. Cualquier persona con experiencia puede dar fe de ello. Sí o sí, la poda o la revelación son siempre cosas buenas. No son una condena. Son la salvación de Dios y la mejor oportunidad para que llegues a conocerte. Puede traer un cambio de aires a tu experiencia de vida. Sin ello, no tendrás ni la oportunidad, ni la condición ni el contexto para poder alcanzar un entendimiento de la verdad de tu corrupción. Si entiendes realmente la verdad, y eres capaz de desenterrar las cosas corruptas ocultas en las profundidades de tu corazón, si puedes distinguirlas con claridad, entonces eso es bueno, esto ha resuelto un problema importante de entrada en la vida, y supone un gran beneficio para la transformación de carácter. Poder conocerte realmente es la mejor oportunidad para que enmiendes tus caminos y te conviertas en una nueva persona; es la mejor oportunidad de que obtengas nueva vida. Cuando realmente te conozcas, podrás ver que, cuando la verdad se convierte en la vida de alguien, es algo realmente precioso, y tendrás sed de la verdad, la practicarás y entrarás en la realidad. ¡Esto es algo verdaderamente grandioso! Si puedes aprovechar esta oportunidad y reflexionar sinceramente sobre ti mismo y obtener un conocimiento genuino de ti mismo cada vez que falles o caigas, entonces en medio de la negatividad y la debilidad, podrás volver a levantarte. Cuando hayas cruzado este umbral, entonces podrás dar un gran paso adelante y entrar en la realidad-verdad.

Si crees en la soberanía de Dios, entonces tienes que creer que los sucesos cotidianos, sean buenos o malos, no suceden al azar. No es que alguien esté siendo deliberadamente duro contigo o teniéndote en la mira; todo esto fue dispuesto y orquestado por Dios. ¿Por qué orquesta Dios estas cosas? No es para desenmascarar tal y como eres o para ponerte en evidencia y descartarte; dejarte en evidencia no es la meta final. La meta consiste en perfeccionarte y salvarte. ¿Cómo te perfecciona Dios? ¿Y cómo te salva? Comienza por hacerte consciente de tu propio carácter corrupto, y hacerte saber de tu esencia-naturaleza, de tus defectos y tus carencias. Solo si conoces estas cosas y tienes un claro entendimiento en tu corazón, puedes perseguir la verdad y, gradualmente, deshacerte de tu carácter corrupto. Esto es Dios que te está brindando una oportunidad. Esta es la misericordia de Dios. Tienes que saber cómo aprovechar esta oportunidad. No debes oponerte a Dios, confrontarte con Él ni malinterpretarlo. En particular, cuando te enfrentas con las personas, los acontecimientos y las cosas que Dios dispone a tu alrededor, no sientas constantemente que las cosas no son como desearías que fueran, no desees escapar constantemente de ellas ni te quejes siempre de Dios y tampoco lo malinterpretes. Si estás haciendo esas cosas constantemente, entonces no estás experimentando la obra de Dios y eso hará que te resulte muy difícil entrar en la realidad-verdad. Sea lo que sea aquello que te encuentres y no puedas entender plenamente, cuando surja una dificultad debes aprender a someterte. Debes empezar por acudir delante de Dios y orar más. De esa manera, antes de que te des cuenta, ocurrirá un cambio en tu estado interno y podrás buscar la verdad para resolver tu problema. Así, podrás experimentar la obra de Dios. Mientras esto ocurre, la realidad-verdad será forjada dentro de ti y así es como avanzarás y pasarás por una transformación en el estado de tu vida. Una vez que hayas pasado por este cambio y poseas esta realidad-verdad, poseerás además estatura, y con la estatura viene la vida. Si alguien vive siempre basándose en un carácter satánico corrupto, entonces no importa cuánto entusiasmo o energía tenga, no podrá considerarse que posea estatura o vida. Dios obra en cada persona y, sin importar cuál sea Su método, qué clase de personas, acontecimientos y cosas usa a Su servicio o el tipo de tono que tengan Sus palabras, Él solo tiene una meta final: salvarte. ¿Y cómo te salva Dios? Él te cambia. Entonces, ¿cómo podrías no sufrir un poco? Tendrás que sufrir. Este sufrimiento puede implicar muchas cosas. En primer lugar, la gente debe sufrir cuando acepta el juicio y el castigo de las palabras de Dios. Cuando las palabras de Dios son demasiado severas y explícitas y la gente malinterpreta a Dios —e incluso tiene nociones—, eso también puede ser doloroso. A veces, Dios crea un entorno alrededor de las personas para revelar su corrupción, para hacerlas reflexionar y conocerse a sí mismas, y entonces también sufrirán un poco. A veces, cuando se las poda directamente y se las desenmascara, las personas tienen que sufrir. Es como si se estuvieran sometiendo a una operación. Si no hay sufrimiento, no se produce ningún efecto. Si cada vez que eres podado y cada vez que un entorno te pone en evidencia, eso despierta tus emociones y te alienta, entonces, mediante este proceso entrarás en la realidad-verdad y tendrás estatura. Si cada vez que eres sujeto a ser podado y a ser puesto en evidencia en un entorno, no sientes ningún tipo de dolor o incomodidad y no sientes nada, y si no te presentas ante Dios para buscar Sus intenciones y tampoco oras o buscas la verdad, ¡entonces en verdad eres muy insensible! Dios no obra en ti cuando tu espíritu no siente nada, cuando no reacciona. Dios dirá: “Esta persona es demasiado insensible y ha sido profundamente corrompida. Da igual cómo lo discipline, pode o intente tenerlo controlado, sigo sin conmover su corazón ni despertar su espíritu. Esta persona estará en problemas, no es fácil de salvar”. Si Dios dispone ciertos ambientes, personas, acontecimientos y cosas para ti; si Él te poda y aprendes lecciones de esto; si has aprendido a venir ante Dios y buscar la verdad y, sin que te des cuenta, eres esclarecido e iluminado y alcanzas la verdad; si has experimentado un cambio en estos ambientes, cosechado recompensas y progresado, y si comienzas a tener un poco de comprensión de la intención de Dios y dejas de quejarte, entonces todo esto significará que has permanecido firme en medio de las pruebas de estos ambientes y soportado la prueba. Como resultado, habrás superado este calvario. ¿Cómo considerará Dios a aquellos que resisten la prueba? Él dirá que tienen un corazón sincero, y que pueden soportar este tipo de sufrimiento, y que, en el fondo, aman la verdad y desean obtenerla. Si Dios te evalúa de esta manera, ¿acaso no eres alguien con estatura? ¿No tienes entonces vida? Y ¿cómo se logra esta vida? ¿Te la concede Dios? Dios provee para ti de varias maneras y utiliza a varias personas, acontecimientos y cosas para formarte. Es como si Dios te estuviera dando personalmente comida y bebida, entregándote en persona varios tipos de alimentos para que comas hasta hartarte y lo disfrutes; solo entonces puedes crecer y permanecer fuerte. Así es como debes experimentar y comprender estas cosas; así te sometes a todo lo que viene de Dios. Esta es la clase de estado mental y actitud que debes poseer, y debes aprender a buscar la verdad. No debes estar buscando constantemente causas externas o culpando a otros por tus problemas o buscando faltas en las personas; debes tener un claro entendimiento de las intenciones de Dios. Visto desde fuera, podría parecer que algunas personas tienen opiniones acerca de ti o prejuicios contra ti, pero no debes ver estas cosas de esa manera. Si ves las cosas desde esta clase de punto de vista, lo único que harás es poner excusas y no podrás lograr nada. Debes ver las cosas de una forma objetiva y lo aceptarás todo de parte de Dios. Cuando veas las cosas de esta manera, te resultará fácil someterte a la obra de Dios, y serás capaz de buscar la verdad y captar las intenciones de Dios. Una vez que tu punto de vista y tu estado mental sean rectificados, podrás alcanzar la verdad. Entonces, ¿por qué no lo haces? ¿Por qué te resistes? Si dejaras de resistirte, recibirías la verdad. Si te resistes, no recibirás nada y, además, herirás los sentimientos de Dios y lo decepcionarás. ¿Por qué decepcionarás a Dios? Porque no aceptas la verdad, no tienes esperanza de salvación, y Dios no es capaz de ganarte, así que ¿cómo no va a estar Él decepcionado? Cuando no aceptas la verdad, esto es igual a rechazar la comida que Dios te ha ofrecido personalmente. Dices que no tienes hambre y no lo necesitas; una y otra vez, Dios trata de animarte a comer, pero aun así no lo quieres. Prefieres pasar hambre. Crees estar saciado cuando, en realidad, no tienes absolutamente nada. Las personas así carecen de razón y son muy santurronas, en verdad no reconocen una cosa buena cuando la ven, son las más pobres y mezquinas de todas.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Para ganar la verdad, uno debe aprender de las personas, los acontecimientos y las cosas cercanas

El carácter corrupto de las personas se oculta en las intenciones que hay detrás de su discurso y sus actos, en su visión sobre las cosas, en todos sus pensamientos e ideas y en sus puntos de vista, su entendimiento, sus nociones, perspectivas, deseos y exigencias relativos a la verdad, a Dios y a Su obra. Se revela a partir de las palabras y los actos de las personas, sin que estas se den cuenta. Entonces, ¿cómo trata Dios aquello que reside en el interior de ellas? Él dispone diversos ambientes para ponerte en evidencia. No solo te pondrá en evidencia, sino que también te juzgará. Cuando reveles tu carácter corrupto, cuando tengas pensamientos e ideas que desafíen a Dios, cuando tengas estados y puntos de vista que compitan con Él, cuando tengas estados a través de los cuales malinterpretes a Dios o te resistas y te opongas a Él, Dios te reprenderá, te juzgará y te sancionará, e incluso algunas veces Él te disciplinará y te castigará. ¿Cuál es el objetivo de que te discipline y te reprenda? (Hacer que nos arrepintamos y cambiemos). Sí, el objetivo es que te arrepientas. Lo que se consigue al disciplinarte y reprenderte es permitirte cambiar de rumbo. Es hacer que entiendas que tus pensamientos son las nociones del hombre y están equivocados; tus motivaciones nacen de Satanás, se originan en la voluntad humana, no concuerdan con la verdad, son incompatibles con Dios, no pueden satisfacer Sus intenciones, Él las detesta y las odia, incitan Su ira e incluso despiertan Su maldición. Una vez que te das cuenta de esto, tienes que cambiar tus motivaciones y tu actitud. ¿Y cómo las cambias? En primer lugar, debes someterte a la forma en que Dios te trata, a los entornos y personas, acontecimientos y cosas que Él te plantea. No seas quisquilloso, no pongas excusas objetivas y no eludas tus responsabilidades. En segundo lugar, busca la verdad que la gente ha de practicar y en la que debe entrar cuando Dios hace lo que hace. Dios te pide que entiendas estas cosas. Él quiere que reconozcas tu carácter corrupto y tu esencia satánica para que seas capaz de someterte a los ambientes que Él dispone para ti y, finalmente, para que puedas practicar de acuerdo con Sus intenciones y Sus requisitos para ti. Entonces habrás superado la prueba.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo con obediencia sincera se puede tener verdadera fe

En su creencia en Dios, Pedro buscó satisfacerle en todas las cosas y someterse a todo lo que viniera de Él. Sin la más mínima queja, fue capaz de aceptar el castigo y el juicio, así como el refinamiento, la tribulación y la necesidad en su vida, nada de lo cual pudo alterar su corazón amante de Dios. ¿No era esto el máximo amor a Dios? ¿No era esto el cumplimiento del deber de un ser creado? Ya sea en el castigo, el juicio o la tribulación, siempre eres capaz de lograr la sumisión hasta la muerte y esto es lo que debe conseguir un ser creado; esta es la pureza del amor a Dios. Si el hombre puede conseguir tanto, es un ser creado calificado y no hay nada que satisfaga más la voluntad del Creador. Imagina que eres capaz de obrar para Dios, pero no te sometes a Él y eres incapaz de amarlo verdaderamente. De esta forma, no solo no habrás cumplido el deber de un ser creado, sino que Él también te condenará, porque eres alguien que no posee la verdad, incapaz de someterse a Él y que se rebela contra Dios. Solo te preocupas de obrar para Dios y no de poner en práctica la verdad ni de conocerte a ti mismo. No entiendes ni conoces al Creador y no te sometes a Él ni lo amas. Eres una persona que es rebelde contra Dios de manera innata, y el Creador no ama a tales personas.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine

Cuando Dios lo estaba castigando, Pedro oró: “¡Oh, Dios! Mi carne es rebelde y Tú me castigas y me juzgas. Me regocijo en Tu castigo y en Tu juicio, e incluso si no me quieres, en Tu juicio contemplo Tu justo y santo carácter. Cuando me juzgas para que los demás puedan contemplar Tu carácter justo en Tu juicio, me siento contento. Si puede expresar Tu carácter y permitir que Tu carácter justo sea visto por todos los seres creados, y si puede hacer que mi amor por Ti sea más puro, que yo pueda lograr la semejanza de alguien que es justo, entonces Tu juicio es bueno, porque así es Tu voluntad misericordiosa. Sé que todavía hay mucha rebeldía en mí y que todavía no soy digno de venir ante Ti. Quiero que me juzgues aún más, ya sea a través de un ambiente hostil o de grandes tribulaciones; no importa qué haces, para mí es precioso. Tu amor es tan profundo y estoy dispuesto a ponerme a merced Tuya sin la más mínima queja”. Este es el conocimiento que Pedro tiene después de haber experimentado la obra de Dios y también es un testimonio de su amor por Dios. En la actualidad, vosotros ya habéis sido conquistados pero ¿cómo se expresa esta conquista en vosotros? Algunas personas dicen: “Mi conquista es la gracia y la exaltación supremas de Dios. Solo ahora me doy cuenta de que la vida del hombre es hueca y sin sentido. El hombre pasa su vida corriendo por todas partes, engendrando y criando hijos generación tras generación y, al final, no le queda nada. En la actualidad, después de que Dios me conquistó, he visto que no tiene valor vivir de esta manera; realmente es una vida sin sentido. ¡Será mejor morir y terminar con esto!”. ¿Puede ganar Dios a tales personas que han sido conquistadas? ¿Se pueden convertir en especímenes y modelos? Tales personas son una lección de negatividad; no tienen aspiraciones y no se esfuerzan por ser mejores. Aunque cuentan como conquistadas, tales personas negativas no pueden ser perfeccionadas. Cerca del final de su vida, después de haber sido perfeccionado, Pedro dijo: “¡Oh, Dios! Si viviera unos cuantos años, me gustaría alcanzar un amor más puro y más profundo por Ti”. Cuando estaba a punto de ser clavado en la cruz, en su corazón oró: “¡Oh, Dios! Tu tiempo ha llegado ahora; el tiempo que Tú preparaste para mí ha llegado. Debo ser crucificado por Ti, debo dar testimonio de Ti y espero que mi amor pueda satisfacer Tus exigencias y que se pueda hacer más puro. Para mí, poder morir por Ti hoy y ser clavado en la cruz por Ti, es reconfortante y tranquilizador, porque nada me es más grato que poder ser crucificado por Ti y satisfacer Tus deseos, y poder darme a Ti, poder ofrecerte mi vida. ¡Oh, Dios! ¡Eres tan amoroso! Si me permitieras vivir, estaría aún más dispuesto a amarte. Mientras esté vivo, te amaré. Quisiera amarte con mayor profundidad. Me juzgas y me castigas y me pruebas porque no soy justo, porque he pecado. Y Tu justo carácter se me hace más evidente. Esto es una bendición para mí porque puedo amarte con mayor profundidad y estoy dispuesto a amarte de esta manera incluso si Tú no me amaras. Estoy dispuesto a contemplar Tu justo carácter porque esto me capacita más para vivir una vida que tenga sentido. Siento que mi vida es ahora más significativa porque soy crucificado por Tu causa, y es valioso morir por Ti. Pero todavía no me siento satisfecho porque sé muy poco de Ti, sé que no puedo cumplir por completo Tus deseos y te he retribuido demasiado poco. En mi vida no he sido capaz de regresarte mi yo completo; estoy lejos de eso. Al mirar hoy hacia atrás, me siento tan en deuda contigo y solo tengo este momento para compensar todos mis errores y todo el amor que no te he retribuido”.

[…]

Dios castiga y juzga al hombre porque Su obra así lo exige y, más aún, porque el hombre lo necesita. El hombre necesita ser castigado y juzgado porque solo entonces puede alcanzar el amor a Dios. Hoy habéis sido completamente convencidos, pero cuando os encontréis con el menor contratiempo estaréis en problemas; vuestra estatura todavía es demasiado pequeña y todavía necesitáis experimentar más este tipo de castigo y juicio con el fin de adquirir un conocimiento más profundo. Hoy tenéis más o menos un poco de corazón temeroso de Dios y le tenéis miedo y sabéis que Él es el Dios verdadero, pero no tenéis un gran amor por Él, y mucho menos habéis alcanzado un amor puro; vuestro conocimiento es demasiado superficial y vuestra estatura todavía es insuficiente. Cuando realmente os enfrentéis con un entorno, todavía no habréis dado testimonio; muy poco de vuestra entrada será proactiva y no tendréis idea cómo practicar. La mayoría de las personas son pasivas e inactivas; solo aman a Dios en secreto en sus corazones, pero no tienen un camino de práctica ni tampoco son claras en cuanto a cuáles son sus metas. Los que han sido perfeccionados no solo poseen una humanidad normal, sino que son poseídos por verdades que exceden las medidas de la conciencia y que son más elevadas que los estándares de la conciencia; no solo usan su conciencia para retribuir el amor de Dios, sino que, más que eso, han conocido a Dios y han visto que Dios es amoroso y digno del amor del hombre, ¡y que hay tanto que amar en Dios que el hombre no puede evitar amarlo! El amor por Dios que tienen los que han sido perfeccionados es con el fin de cumplir sus propias aspiraciones personales. El suyo es un amor espontáneo, un amor que no es una transacción, pero tampoco un trueque. Aman a Dios por ninguna otra razón que para conocerlo. A esas personas no les importa si Dios otorga gracias sobre ellos y están contentas solo con satisfacer a Dios. No le regatean a Dios ni tampoco miden su amor por Él según su conciencia: “Tú me has dado a mí, así que a cambio yo te amo a Ti; si Tú no me das nada, entonces no tengo nada que darte a cambio”. Los que han sido perfeccionados siempre creen: “Dios es el Creador y Él lleva a cabo Su obra en nosotros. Ya que tengo esta oportunidad, condición y cualificación para poder ser perfeccionado, mi búsqueda debería ser vivir una vida que tenga sentido y debería satisfacerlo”. Es justo como lo que Pedro experimentó, cuando él se encontraba en su punto más débil, oró a Dios y dijo: “¡Oh, Dios! Independientemente del tiempo y el lugar, Tú sabes que siempre me acuerdo de Ti. Sin importar el tiempo o el lugar, sabes que quiero amarte, pero mi estatura es demasiado pequeña y soy demasiado débil e impotente, mi amor es demasiado limitado, y mi sinceridad hacia Ti es demasiado escasa. Comparado con Tu amor, simplemente no soy apto para vivir. Solo quiero que mi vida no sea en vano y que pueda, no solo devolverte Tu amor, sino, lo que es más, dedicarte todo lo que tengo. Si te puedo satisfacer, entonces, como ser creado, tendré tranquilidad y no pediré nada más. Aunque soy débil e impotente ahora, no olvidaré Tus exhortaciones y no olvidaré Tu amor. Ahora no estoy haciendo otra cosa que retribuirte Tu amor. ¡Oh, Dios, me siento muy mal! ¿Cómo puedo devolverte el amor que hay en mi corazón; cómo puedo hacer todo lo que pueda y poder cumplir Tus deseos y poder ofrecerte todo lo que tengo? Conoces la debilidad del hombre; ¿cómo puedo ser digno de Tu amor? ¡Oh, Dios! Sabes que soy de pequeña estatura, y que mi amor es muy escaso. ¿Cómo puedo hacer lo mejor que pueda en esta clase de ambiente? Sé que debo retribuir Tu amor; sé que debo darte todo lo que tengo, pero hoy mi estatura es muy pequeña. Te pido que me des fuerza y confianza, a fin de que sea más capaz de tener un amor puro para dedicarme a Ti y que sea más capaz de dedicarte todo lo que tengo; y no solo para poder retribuirte Tu amor, sino para poder experimentar Tu castigo, juicio y pruebas y hasta maldiciones más severas. Me has permitido contemplar Tu amor y no puedo no amarte y, aunque soy débil e impotente hoy, ¿cómo podría olvidarte? Tu amor, castigo y juicio, todos me han hecho conocerte, pero también me siento incapaz de satisfacer Tu amor, ya que eres tan grandioso. ¿Cómo puedo dedicar todo lo que tengo al Creador?”. Esa fue la petición de Pedro, pero su estatura era demasiado inadecuada. En ese momento se sentía como si le retorcieran un cuchillo en el corazón. Estaba agonizando; no sabía qué hacer bajo tales condiciones. Sin embargo, siguió orando: “¡Oh, Dios! El hombre es de una estatura infantil, su conciencia es débil, y lo único que logro es retribuirte Tu amor. Hoy, no sé cómo satisfacer Tu voluntad y solo deseo hacer todo lo que pueda, dar todo lo que tengo y dedicarte todo lo que tengo. Independientemente de Tu juicio, independientemente de Tu castigo, independientemente de lo que me otorgues, independientemente de lo que me quites, libérame de la más leve queja contra Ti. Muchas veces, cuando me castigaste y me juzgaste, me quejé conmigo mismo y fui incapaz de alcanzar la pureza o de cumplir Tus deseos. Mi retribución por Tu amor nació de la obligación y, en este momento, me odio aún más”. Pedro oró de esta manera porque buscó tener un amor más puro por Dios. Estaba buscando y rogando y, más aún, se estaba recriminando y le estaba confesando sus pecados a Dios. Se sentía en deuda con Él y sentía odio por sí mismo, aunque también estaba algo triste y negativo. Siempre se sintió así, como si no fuera lo suficientemente bueno para los deseos de Dios y como si fuera incapaz de esforzarse más. Bajo tales condiciones, Pedro siguió buscando la fe de Job. Vio qué tan grande había sido la fe de Job, porque Job había visto que todo lo que tenía se lo había otorgado Dios, por lo que era natural que Dios le quitara todo, que Dios se lo diera a quien Él quisiera, así fue el justo carácter de Dios. Job no se quejó y aún así pudo alabar a Dios. Pedro también se conocía y en su corazón oró: “Hoy no voy a estar contento con retribuirte Tu amor usando mi conciencia, ni con cuánto amor te retribuya, porque mis pensamientos son muy corruptos y porque no puedo verte como el Creador. Porque todavía no soy lo suficiente para amarte, debo cultivar la habilidad de dedicarte todo lo que tengo, lo cual haré de buena gana. Debo saber todo lo que has hecho; no tengo opción; y debo contemplar Tu amor y ser capaz de hablar Tus alabanzas y ensalzar Tu santo nombre, para que puedas obtener gran gloria a través de mí. Estoy dispuesto a mantenerme firme en este testimonio de Ti. ¡Oh, Dios! Tu amor es tan precioso y hermoso, ¿cómo podría querer vivir en las manos del maligno? ¿No fui hecho por Ti? ¿Cómo podría vivir bajo el poder de Satanás? Preferiría que todo mi ser viviera en medio de Tu castigo. No estoy dispuesto a vivir bajo el poder del maligno. Si puedo ser hecho puro, si puedo dedicar mi todo a Ti, estoy dispuesto a ofrecer mi cuerpo y mi mente a Tu juicio y castigo, porque detesto a Satanás y no estoy dispuesto a vivir bajo su poder. A través de Tu juicio sobre mí, muestras Tu justo carácter; estoy feliz, no tengo la más mínima queja. Si puedo cumplir el deber de un ser creado, estoy dispuesto a que mi vida entera esté acompañada de Tu juicio, a través del cual llegaré a conocer Tu justo carácter y me desharé de la influencia del maligno”. Pedro siempre oró así, siempre buscó así, y llegó a un reino elevado, relativamente hablando. No solo pudo retribuir el amor de Dios, sino que, lo más importante, también cumplió su deber como ser creado. No solo su conciencia no lo acusó, sino que también pudo trascender los estándares de la conciencia. Sus oraciones siguieron ascendiendo ante Dios de tal manera que sus aspiraciones cada vez fueron más elevadas y poseía un corazón cada vez más amante de Dios. Aunque sufrió un dolor agonizante, no se olvidó de amar a Dios, ni buscó adquirir la habilidad para entender Su voluntad. En sus oraciones, pronunció las siguientes palabras: “No he alcanzado nada más que la retribución por Tu amor. No he dado testimonio de Ti ante Satanás, no me he liberado de la influencia de Satanás y todavía vivo en medio de la carne. Quiero usar mi amor para derrotar a Satanás y avergonzarlo, y así satisfacer Tu voluntad. Quiero darte mi todo, no darle a Satanás lo más mínimo de mí, porque Satanás es Tu enemigo”. Entre más buscó en esta dirección, más fue conmovido y más elevado fue su conocimiento de estos asuntos. Sin darse cuenta, llegó a conocer que se debía liberar de la influencia de Satanás y que debía regresar por completo a Dios. Esa fue la esfera que él alcanzó. Estaba trascendiendo la influencia de Satanás y deshaciéndose de los placeres y deleites de la carne, y estaba dispuesto a experimentar con mayor profundidad tanto el castigo de Dios como Su juicio. Él dijo: “Aunque yo viva en medio de Tu castigo y en medio de Tu juicio, sin importar la dificultad que eso conlleve, aun así no estoy dispuesto a vivir bajo el porder de Satanás, ni tampoco estoy dispuesto a sufrir el engaño de Satanás. Disfruto de vivir en medio de Tus maldiciones y me duele vivir en medio de las bendiciones de Satanás. Te amo al vivir en medio de Tu juicio y esto me produce gran deleite. Tu castigo y Tu juicio son justos y santos; son con el fin de limpiarme y, más aún, de salvarme. Preferiría pasar toda mi vida en medio de Tu castigo para estar bajo Tu cuidado. No estoy dispuesto a vivir bajo el poder de Satanás ni por un solo momento; quiero que me limpies; aun si sufro dificultades, no estoy dispuesto a que Satanás me explote y me engañe. Yo, este ser creado, debería ser usada por Ti, poseída, juzgada y castigada. Hasta me debes maldecir. Mi corazón se regocija cuando estás dispuesto a bendecirme, porque he visto Tu amor. Tú eres el Creador y yo soy un ser creado: no debo traicionarte y vivir bajo el poder de Satanás, ni tampoco Satanás me debe explotar. Debería ser Tu caballo o buey, en vez de vivir para Satanás. Preferiría vivir en medio de Tu castigo, sin felicidad física, y esto me daría gozo incluso si se me privara de Tu gracia. Aunque Tu gracia no está conmigo, disfruto que Tú me castigues y me juzgues; esta es Tu mejor bendición, Tu mayor gracia. Aunque siempre eres majestuoso y siempre estás lleno de ira hacia mí, sigo sin poder dejarte, y sigo sin poder amarte lo suficiente. Preferiría vivir en Tu casa, preferiría ser maldecido, castigado y golpeado por Ti, pues no estoy dispuesto a vivir bajo el poder de Satanás, ni tampoco estoy dispuesto a apurarme ni a ajetrearme solo por la carne y mucho menos estoy dispuesto a vivir para la carne”. El amor de Pedro era un amor puro. Esta es la experiencia de ser perfeccionado, y esta es la esfera más elevada de ser perfeccionado, y no hay una vida que tenga más sentido. Aceptó el castigo y el juicio de Dios, atesoró el justo carácter de Dios, y ninguna otra cosa de Pedro era más preciosa. Él dijo: “Satanás me da placeres materiales, pero no los atesoro. El juicio y el castigo de Dios vienen sobre mí, en esto soy bendecido, en esto encuentro gozo y en esto soy bendecido. Si no fuera por el juicio de Dios, nunca amaría a Dios; todavía viviría bajo el poder de Satanás y todavía me controlaría y me mandaría. Si ese fuera el caso, nunca me haría un verdadero ser humano, puesto que sería incapaz de satisfacer a Dios y no le habría dedicado mi todo a Dios. Aunque Dios no me bendijera, dejándome sin consuelo por dentro, como si un fuego me estuviera quemando por dentro, y me dejara sin paz o disfrute y aunque el castigo y la disciplina de Dios nunca se apartaran de mí, en el castigo y el juicio de Dios puedo contemplar Su justo carácter. Me deleito en esto; no hay cosa más valiosa o que tenga más sentido en la vida. Aunque Su protección y cuidado se han vuelto despiadados castigos, juicios, maldiciones y azotes, todavía disfruto estas cosas porque me pueden limpiar y cambiar mejor, me pueden acercar más a Dios, me pueden capacitar más para amar a Dios y pueden hacer que mi amor por Dios sea más puro. Esto me capacita para cumplir mi deber como ser creado y me lleva ante Dios y lejos de la influencia de Satanás, para que ya deje de servirlo. Cuando no vivo bajo el poder de Satanás y puedo dedicar todo lo que tengo y todo lo que puedo hacer a Dios, sin retener nada, ahí será cuando esté completamente satisfecho. Lo que me ha salvado es el castigo y el juicio de Dios, y mi vida es inseparable del castigo y del juicio de Dios. Mi vida en la tierra está bajo el poder de Satanás y, si no fuera por el cuidado y la protección del castigo y el juicio de Dios, siempre habría vivido bajo el poder de Satanás y, todavía más, no hubiera tenido la oportunidad o los medios para vivir una vida que tuviera sentido. Solo si el castigo y el juicio de Dios nunca me dejan, Él me podrá limpiar. Solo con las palabras duras y el justo carácter de Dios y Su majestuoso juicio, he obtenido la protección suprema y he llegado a vivir en la luz y he obtenido las bendiciones de Dios. Poder ser limpiado y librarme de Satanás y vivir bajo el dominio de Dios, esta es la mayor bendición de mi vida hoy”. Este es el ámbito más alto que Pedro experimentó.

Estas son exactamente las condiciones que el hombre debe alcanzar después de ser perfeccionado. Si no puedes lograr todo esto, entonces no puedes vivir una vida que tenga sentido. El hombre vive en medio de la carne, lo que quiere decir que vive en un infierno humano y, sin el juicio y el castigo de Dios, el hombre es tan inmundo como Satanás. ¿Cómo puede el hombre ser santo? Pedro creía que el castigo y el juicio de Dios eran la mejor protección del hombre y la mayor gracia. Solo a través del castigo y el juicio de Dios, el hombre podía ser despertado y odiar la carne y odiar a Satanás. La disciplina estricta de Dios libera al hombre de la influencia de Satanás; lo libera de su propio y pequeño mundo y le permite vivir en la luz de la presencia de Dios. ¡No hay mejor salvación que el castigo y el juicio! Pedro oró: “¡Oh, Dios! Siempre que me castigues y me juzgues, sabré que no me has abandonado. Aunque no me des alegría y paz, y me hagas vivir en sufrimiento y me inflijas innumerables reprensiones, mientras que no me dejes, mi corazón estará tranquilo. Hoy, Tu castigo y juicio se han vuelto mi mejor protección y mi mayor bendición. La gracia que me das me protege. La gracia que me otorgas hoy es una manifestación de Tu justo carácter y es castigo y juicio; más aún, es una prueba y, más que eso, es una vida de sufrimiento”. Pedro pudo hacer a un lado los placeres de la carne y buscar un amor más profundo y una protección mayor debido a que, con el castigo y del juicio de Dios, había ganado mucha gracia. En su vida, si el hombre quiere ser limpiado y lograr cambios en su carácter, si quiere vivir una vida que tenga sentido y cumplir su deber como ser creado, entonces debe aceptar el castigo y el juicio de Dios, y no debe dejar que se aparten de él la disciplina de Dios ni Sus azotes, para que se pueda liberar de la manipulación y la influencia de Satanás y pueda vivir en la luz de Dios. Sabe que el castigo y el juicio de Dios son la luz, y la luz de la salvación del hombre, y que no hay mejor bendición, gracia o protección para el hombre. El hombre vive bajo la influencia de Satanás y existe en la carne; si no es limpiado y no recibe la protección de Dios, entonces el hombre se hará cada vez más depravado. Si quiere amar a Dios, entonces debe ser limpiado y salvado. Pedro oró: “Dios, cuando me tratas benignamente me deleito y siento consuelo; cuando me castigas, siento aún más consuelo y alegría. Aunque sea débil y soporte un sufrimiento incalculable, aunque haya lágrimas y tristeza, sabes que esta tristeza se debe a mi rebeldía y a mi debilidad. Lloro porque no puedo satisfacer Tu voluntad, siento pena y arrepentimiento porque soy insuficiente para Tus exigencias, pero estoy dispuesto a alcanzar este ámbito; estoy dispuesto a hacer todo lo que pueda para satisfacerte. Tu castigo me ha traído protección y me ha dado la mejor salvación; Tu juicio eclipsa Tu tolerancia y paciencia. Sin Tu castigo y juicio, no disfrutaría de Tu misericordia y piedad amorosa. Hoy veo más que nunca que Tu amor ha trascendido los cielos y ha superado a todas las demás cosas. Tu amor no solo es misericordia y piedad amorosa; es más que eso, es castigo y juicio. Tu castigo y juicio me han dado tanto. Sin Tu castigo y juicio, ni una sola persona sería limpiada y ni una sola persona podría experimentar el amor del Creador. Aunque he soportado cientos de pruebas y tribulaciones e incluso me he acercado a la muerte, eso me ha permitido conocerte realmente y obtener la salvación suprema. Si Tu castigo, juicio y disciplina se apartaran de mí, entonces viviría en la oscuridad, bajo el poder de Satanás. ¿Qué beneficios tiene la carne del hombre? Si Tu castigo y juicio me dejaran, sería como si Tu Espíritu me hubiera abandonado, como si ya no estuvieras conmigo. Si eso fuera así, ¿cómo podría seguir viviendo? Si me haces caer enfermo y me quitas mi libertad, puedo seguir viviendo, pero si Tu castigo y juicio me dejaran, no tendría manera de seguir viviendo. Si estuviera sin Tu castigo y juicio, habría perdido Tu amor, un amor que es demasiado profundo para que lo exprese con palabras. Sin Tu amor viviría bajo el poder de Satanás y no podría ver Tu glorioso rostro. ¿Cómo podría seguir viviendo? No podría soportar tal oscuridad, tal vida. Tenerte conmigo es como verte, así que, ¿cómo podría dejarte? Te suplico, te imploro que no me quites mi mayor consuelo, incluso si solo son unas pocas palabras de consuelo. He disfrutado Tu amor y hoy no puedo estar lejos de Ti; ¿cómo no podría amarte? He derramado lágrimas de tristeza por Tu amor, pero siempre he sentido que una vida como esta tiene más sentido, que puede enriquecerme más, más capaz de cambiarme, más capaz de permitirme alcanzar la verdad que todos los seres creados deberían poseer”.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio

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