39. Cómo buscar temer a Dios y evitar el mal

Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días

“Temer a Dios y apartarse del mal” y conocer a Dios son cosas que están indivisiblemente conectadas por miles de hilos, y la conexión entre ellas es evidente en sí misma. Si uno desea conseguir apartarse del mal, debe sentir primero un temor real de Dios; si uno desea lograr tener un temor real de Dios, debe tener primero un conocimiento real de Él; si uno desea conseguir el conocimiento de Dios, debe experimentar primero las palabras de Dios, entrar en la realidad de Sus palabras, experimentar Su reprensión y Su disciplina, Su castigo y juicio; si uno desea experimentar las palabras de Dios, primero debe encontrarse cara a cara con las palabras de Dios, encontrarse cara a cara con Él, y pedirle que proporcione oportunidades para experimentar Sus palabras en la forma de todas las clases de entornos que impliquen a personas, acontecimientos y objetos; si uno desea encontrarse cara a cara con Dios y con Sus palabras, debe poseer primero un corazón sencillo y honesto, la actitud para aceptar la verdad, la voluntad de soportar el sufrimiento, la determinación y la valentía de apartarse del mal, y la aspiración de convertirse en un ser creado auténtico… De esta forma, si avanzas paso a paso te acercarás cada vez más a Dios, tu corazón será cada vez más puro y tu vida y el valor de estar vivo, como consecuencia de llegar a conocer a Dios, estarán cada vez más llenos de sentido y serán cada vez más radiantes. Hasta que, un día, sentirás que el Creador ya no es un misterio, que nunca se ha escondido de ti, que nunca te ha ocultado Su rostro, que no está en absoluto lejos de ti, que ya no es Aquel al que anhelas constantemente en tus pensamientos, pero que no puedes alcanzar con tus sentimientos, que Él está real y verdaderamente montando guardia a tu izquierda y a tu derecha, proveyendo tu vida y controlando tu destino. Él no se encuentra en el lejano horizonte ni se ha escondido en lo alto en las nubes. Está justo a tu lado, presidiendo sobre la totalidad de ti. Él es todo lo que tienes y lo único que tienes. Ese Dios te permite amarlo desde el corazón, aferrarte a Él, tenerlo cerca, admirarlo, temer perderlo y no estar dispuesto a renunciar más a Él ni a rebelarte contra Él, evitarlo o alejarlo de ti. Lo único que quieres es preocuparte por Él, someterte, retribuirle todo lo que te da y rendirte a Su dominio. Ya no te niegas a que Él te guíe, te provea, te cuide y te guarde; ya no rechazas lo que Él te dicta y ordena. Lo único que quieres es seguirle, estar en Su compañía, aceptarlo como tu única vida, como tu único Señor, como tu único Dios.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Prefacio

“Temer a Dios” no significa sentir un terror u horror indescriptibles ni evadir ni distanciarse; no es idolatría ni superstición. Más bien es admiración, estima, confianza, entendimiento, consideración, sumisión, consagración, amor, así como adoración, compensación y rendición incondicionales y resignadas. Sin un conocimiento genuino de Dios, la humanidad no tendrá una admiración, una confianza, un entendimiento, una consideración u sumisión genuinos, sino solo pavor e inquietud; solo duda, conceptos erróneos, evasión y evitación. Sin un conocimiento genuino de Dios, la humanidad no tendrá una consagración y una compensación auténticas; sin un conocimiento genuino de Dios, la humanidad no tendrá una adoración y una rendición auténticas, solo idolatría y superstición ciegas; sin un conocimiento genuino de Dios, la humanidad no puede seguir Su camino ni temerle ni apartarse del mal. Por el contrario, toda actividad y conducta en las que el hombre participe estarán llenas de rebeldía y desafío, y habrá imputaciones difamatorias y juicios malignos sobre Él, y la conducta malvada irá en sentido contrario a la verdad y al verdadero significado de las palabras de Dios.

Una vez que la humanidad tenga verdadera confianza en Dios, entonces realmente lo seguirá y dependerá de Él; solo con una auténtica confianza y dependencia de Dios puede la humanidad tener un entendimiento y una comprensión genuinos. Junto con la comprensión real de Dios viene la consideración real por Él; solo con una consideración auténtica por Dios la humanidad puede tener una sumisión auténtica y solo con una sumisión auténtica a Dios la humanidad puede lograr una consagración genuina. Solo con una consagración genuina a Dios la humanidad puede tener una compensación incondicional y sin queja. Solo con una confianza, una dependencia, un entendimiento, una consideración, una sumisión, una consagración y una compensación genuinos, la humanidad puede verdaderamente llegar a conocer el carácter y la esencia de Dios, así como la identidad del Creador. Solo cuando ha llegado a conocer verdaderamente al Creador, la humanidad puede despertar en sí misma la adoración y la rendición genuinas. Solo cuando tiene una adoración y una rendición reales al Creador, la humanidad podrá ser verdaderamente capaz de dejar de lado sus caminos malvados, es decir, apartarse del mal.

Esto constituye la totalidad del proceso de “temer a Dios y apartarse del mal”, y es también el contenido en su totalidad de temer a Dios y apartarse del mal. Esta es la senda que debe recorrerse para lograr temer a Dios y apartarse del mal.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Prefacio

En primer lugar, sabemos que el carácter de Dios es majestad e ira. Él no es una oveja a la que cualquiera puede matar; menos aún, un muñeco para que las personas lo controlen como quieran. Tampoco es un soplo de aire vacío que se pueda mangonear. Si verdaderamente crees que Dios existe, entonces debes tener un corazón que teme a Dios y debes saber que no hay que hacer enojar a Su esencia. Este enojo puede ser causado por una palabra, o tal vez por un pensamiento o por cierto tipo de comportamiento vil; quizá, incluso, por algún tipo de comportamiento moderado o una conducta que sea aceptable a los ojos de los hombres y a la ética humana, o quizás sea causado por una doctrina o una teoría. Sin embargo, una vez que has hecho enojar a Dios, has perdido tu oportunidad y han llegado tus últimos días. ¡Esto es algo terrible! Si no entiendes que no se debe ofender a Dios, es posible que no le tengas miedo, y quizá le ofendas rutinariamente. Si no sabes cómo temer a Dios, eres incapaz de hacerlo, y no sabrás cómo situarte en la senda de seguir Su camino: el camino de temer a Dios y apartarte del mal. Una vez que te des cuenta de ello y seas consciente de que a Dios no se le debe ofender, sabrás lo que es temer a Dios y apartarte del mal.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra

Dios es un Dios vivo, y así como las personas se comportan de forma diferente en distintas situaciones, Su actitud hacia estos comportamientos difiere, porque Él no es un muñeco ni un soplo de aire vacío. Llegar a conocer la actitud de Dios es una búsqueda valiosa para la humanidad. Las personas deberían aprender que, al conocer Su actitud, pueden poco a poco alcanzar el conocimiento de Su carácter y llegar a entender Su corazón. Cuando llegues gradualmente a entender el corazón de Dios, no sentirás que temerle y apartarte del mal sea algo tan difícil de lograr. Además, cuando comprendes a Dios, no es tan probable que saques conclusiones sobre Él. Una vez que has dejado de sacar conclusiones sobre Dios, es menos probable que le ofendas, y Él te llevará sin que te des cuenta a obtener un conocimiento de Dios. Esto llenará tu corazón de temor a Él. Entonces, dejarás de definirlo mediante las doctrinas, palabras y teorías que has dominado. En lugar de ello, al buscar constantemente las intenciones de Dios en todas las cosas, te convertirás de forma inconsciente en una persona conforme a las intenciones de Dios.

La obra de Dios es invisible e intocable para los seres humanos, pero en lo que a Él respecta, las acciones de todas y cada una de las personas —además de la actitud que tengan hacia Él— no solo son perceptibles para Dios, sino también visibles para Él. Esto es algo que todos deberían reconocer y tener muy claro. Podrías preguntarte siempre: “¿Sabe Dios lo que estoy haciendo aquí? ¿Sabe lo que estoy pensando justo ahora? Quizás sí, quizás no”. Si adoptas esta clase de punto de vista, y sigues a Dios y crees en Él, pero dudas de Su obra y de Su existencia, tarde o temprano llegará un día en el que despertarás Su ira, porque ya estás balanceándote al borde de un peligroso precipicio. He visto a personas que han creído en Dios durante muchos años; sin embargo, siguen sin haber obtenido la realidad-verdad, y, mucho menos, han entendido las intenciones de Dios. Estas personas no progresan de modo alguno en su vida y en su estatura, y solo se ciñen a la más superficial de las doctrinas. Esto se debe a que estas personas nunca han tomado la palabra de Dios como la vida misma ni han enfrentado y aceptado Su existencia. ¿Piensas que al contemplar a estas personas Dios se llena de gozo? ¿Son un consuelo para Él? Así pues, el destino de la persona lo decide la manera como cree en Dios. Con respecto a la manera en que las personas buscan y tratan a Dios, sus actitudes son de primordial importancia. No descuides a Dios como si fuese un soplo de aire vacío flotando detrás de tu cabeza; piensa siempre en el Dios en el que crees como en un Dios vivo y real. Él no está ahí arriba en el tercer cielo, sin nada que hacer. Más bien, Él mira constantemente el interior del corazón de cada persona y observa lo que haces, cada pequeña palabra y acción, cómo te comportas y cuál es tu actitud hacia Él. Ya sea que estés dispuesto a entregarte a Él o no, todo tu comportamiento y tus pensamientos e ideas más profundos están al descubierto delante de Dios, y Él los observa. Su opinión y Su actitud hacia ti cambian constantemente según tu comportamiento, tus acciones y tu actitud. Me gustaría dar un consejo a algunas personas: no os pongáis como niños en las manos de Dios, como si Él tuviera que mimaros, como si nunca pudiera dejaros, como si Su actitud hacia vosotros fuera fija y no pudiera cambiar nunca, ¡y Yo os aconsejo que dejéis de soñar! Dios es justo en Su trato hacia todas y cada una de las personas, y Él es serio al abordar la obra de la conquista y la salvación de las personas. Esta es Su gestión. Él trata a cada persona con seriedad, no como a una mascota con la que se juega. El amor de Dios hacia los seres humanos no es de la clase que mima o consiente; tampoco Su misericordia y tolerancia hacia la humanidad son indulgentes ni desconsideradas. Por el contrario, el amor de Dios hacia la humanidad consiste en apreciar, compadecer y respetar la vida; Su misericordia y tolerancia transmiten las expectativas que Él tiene de ella, y son lo que la humanidad necesita para sobrevivir. Dios está vivo, y en verdad existe; Su actitud hacia la humanidad se basa en principios; no es, en absoluto, un montón de reglas dogmáticas, y puede cambiar. Sus intenciones hacia la humanidad cambian y se transforman gradualmente con el tiempo, dependiendo de las circunstancias que surjan, y acorde a la actitud de todas y cada una de las personas. Así pues, debes saber en tu corazón con toda claridad que la esencia de Dios es inmutable y que Su carácter surgirá en diferentes momentos y en distintos contextos. Podrías pensar que este asunto no es serio, y usar tus propias nociones personales para imaginar cómo debería hacer Dios las cosas. Sin embargo, hay ocasiones en las que lo cierto es exactamente lo opuesto a lo que opinas, y, al usar tus propias nociones para tratar de medir a Dios, lo has hecho enojar. Esto se debe a que Él no opera como tú crees que lo hace y Dios no tratará este asunto como tú dices que lo hará. Por tanto, te recuerdo que seas cuidadoso y prudente en tu enfoque hacia todo lo que te rodea, y que aprendas a practicar conforme al principio de “seguir el camino de Dios, temer a Dios y evitar el mal” en todas las cosas. Debes desarrollar un entendimiento firme respecto a los asuntos de las intenciones de Dios y Su actitud; debes buscar personas ilustradas que te las comuniquen, y buscar con seriedad. No veas al Dios de tu creencia como una marioneta, ni lo juzguéis a voluntad ni lleguéis a conclusiones arbitrarias sobre Él y tratadlo con el respeto que se merece. Mientras Dios te trae la salvación y determina tu desenlace, puede concederte misericordia o tolerancia, juicio y castigo, pero, en cualquier caso, Su actitud hacia ti no es fija. Depende de tu propia actitud hacia Él, así como del entendimiento que tengas de Él. No permitas que un aspecto pasajero de tu conocimiento o de tu entendimiento de Dios lo defina para siempre. No creas en un Dios muerto, sino en el Único vivo. ¡Recuerda esto!

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra

Os exhorto a que obtengáis un mejor entendimiento del contenido de los decretos administrativos y hagáis un esfuerzo por conocer el carácter de Dios. Si no, vais a tener dificultades en mantener vuestros labios sellados, vuestra lengua se moverá con demasiada libertad con palabras altisonantes y, sin daros cuenta, ofenderéis el carácter de Dios y caeréis en las tinieblas, perdiendo la presencia del Espíritu Santo y la luz. Ya que no tenéis principios cuando actuáis, ya que haces y dices lo que no debes, entonces recibirás una retribución apropiada. Debes saber que, aun cuando careces de principios en las palabras y las acciones, Dios posee altos principios en ambas. La razón por la que recibes retribución es porque has ofendido a Dios, no a una persona. Si en tu vida cometes muchas ofensas contra el carácter de Dios, entonces estás destinado a ser un hijo del infierno. Al hombre le puede parecer que sólo has cometido unos pocos actos que están en conflicto con la verdad, y nada más. Pero ¿eres consciente de que, a los ojos de Dios, ya eres alguien para quien no hay más ofrenda por el pecado? Debido a que has infringido los decretos administrativos de Dios más de una vez y, además, no muestras ninguna señal de arrepentimiento, no te queda más remedio que precipitarte en el infierno donde Dios castiga al hombre. Mientras siguen a Dios, un pequeño número de personas ha cometido algunos hechos que infringen los principios, pero, después de ser podados y guiados, gradualmente descubrieron su propia corrupción y, acto seguido, entraron en el camino correcto de la realidad, y hoy siguen con los pies en la tierra. Tales son las personas que han de permanecer al final. Sin embargo, es al honesto a quien busco; si eres una persona honesta y actúas de acuerdo con principios, entonces puedes ser un confidente de Dios. Si en tus acciones no ofendes el carácter de Dios y buscas Su voluntad y tienes un corazón temeroso de Dios, entonces tu fe está a la altura. Quien no teme a Dios y no posee un corazón que tiembla aterrado, es muy probable que infrinja los decretos administrativos de Dios. Muchos sirven a Dios con base en la fuerza de su pasión, pero no entienden los decretos administrativos de Dios y, mucho menos, tienen idea de las implicaciones de Sus palabras. Así que, con sus buenas intenciones, a menudo terminan haciendo cosas que perturban la gestión de Dios. En casos graves, son expulsados, privados de cualquier otra oportunidad de seguirlo, y son arrojados al infierno y finaliza toda relación con la casa de Dios. Estas personas trabajan en la casa de Dios con base en la fuerza de sus buenas intenciones ignorantes y terminan enfureciendo el carácter de Dios. La gente trae a la casa de Dios sus formas de servir a funcionarios y a señores e intentan ponerlas en práctica, pensando inútilmente que pueden aplicarlas aquí sin esfuerzo. Nunca imaginan que Dios no tiene el carácter de un cordero, sino el de un león. Por tanto, aquellos que se relacionan con Dios por primera vez, no pueden comunicarse con Él, ya que el corazón de Dios es diferente al del hombre. Sólo después de que entiendas muchas verdades puedes llegar a conocer continuamente a Dios. Este conocimiento no está compuesto por palabras o doctrinas, pero puede ser utilizado como un tesoro por medio del cual entras en una relación cercana de confianza con Dios, y como prueba de que Él se deleita en ti. Si careces de la realidad del conocimiento y no estás equipado con la verdad, entonces tu servicio apasionado sólo puede traerte la aversión y el aborrecimiento de Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tres advertencias

Si no comprendes el carácter de Dios, entonces te será imposible realizar la labor que deberías hacer para Él. Si no conoces la esencia de Dios, entonces te será imposible tener miedo y temor hacia Él; en su lugar, solo habrá indiferencia y prevaricación despreocupadas, y lo que es más, blasfemia incorregible. Aunque comprender el carácter de Dios es sin duda importante, y conocer la esencia de Dios no puede tomarse a la ligera, nadie jamás ha examinado o indagado a fondo en estas cuestiones. Es evidente que todos vosotros habéis descartado los decretos administrativos que Yo he decretado. Si no comprendéis el carácter de Dios, entonces será muy probable que ofendáis Su carácter. Ofender Su carácter equivale a provocar la ira de Dios mismo, en cuyo caso, el fruto final de tus acciones será la transgresión de los decretos administrativos. Ahora debes darte cuenta de que cuando conoces la esencia de Dios, también puedes entender Su carácter, y cuando entiendes Su carácter, también habrás comprendido Sus decretos administrativos. No hace falta decir que, mucho de lo que contienen los decretos administrativos alude al carácter de Dios, pero no todo Su carácter es expresado dentro de ellos. En consecuencia, debéis ir un paso más allá en el desarrollo de vuestra comprensión del carácter de Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Es muy importante comprender el carácter de Dios

Cada frase que he pronunciado contiene dentro de sí el carácter de Dios. Haríais bien en reflexionar cuidadosamente sobre Mis palabras, y seguramente obtendréis gran provecho de ellas. La esencia de Dios es muy difícil de captar, pero confío en que todos vosotros tengáis por lo menos cierta idea del carácter de Dios. Espero, entonces, que tengáis más que mostrarme de las cosas que habéis hecho que no ofenden el carácter de Dios. Entonces estaré tranquilo. Por ejemplo, mantén a Dios en tu corazón en todo momento. Cuando actúes, hazlo de acuerdo con Sus Palabras. Busca las intenciones de Dios en todas las cosas, y abstente de hacer aquello que le falte al respeto y lo deshonre. Menos aún deberías colocar a Dios al fondo de tu mente para llenar el vacío futuro de tu corazón. Si haces esto, habrás ofendido el carácter de Dios. Una vez más, suponiendo que nunca haces observaciones blasfemas contra Dios ni te quejas de Él durante toda tu vida, y de nuevo, suponiendo que eres capaz de cumplir apropiadamente con todo lo que Él te ha encomendado, y que también eres capaz de someterte a todas Sus palabras durante toda tu vida, entonces habrás evitado transgredir los decretos administrativos. Por ejemplo, si alguna vez has dicho: “¿Por qué no creo que Él es Dios?”, “Creo que estas palabras no son sino cierta iluminación del Espíritu Santo”, “En mi opinión, no todo lo que Dios hace es necesariamente correcto”, “La humanidad de Dios no es superior a la mía”, “Sencillamente, las palabras de Dios no son creíbles”, u otras observaciones sentenciosas de este tipo, entonces te exhorto a confesar tus pecados y a arrepentirte de ellos más a menudo. De lo contrario, nunca tendrás la oportunidad de recibir perdón, ya que no ofendes a un hombre sino a Dios mismo. Podrías creer que estás juzgando a un hombre, pero el Espíritu de Dios no lo considera así. Tu falta de respeto hacia Su carne es lo mismo que faltarle al respeto a Él. Siendo esto así, ¿acaso no has ofendido el carácter de Dios? Debes recordar que todo lo hecho por el Espíritu de Dios se hace para salvaguardar Su obra en la carne y tiene el fin de que esta obra se haga bien. Si descuidas esto, entonces Yo digo que eres alguien que nunca será capaz de lograr creer en Dios. Debido a que has provocado la ira de Dios, entonces Él recurrirá a un castigo adecuado para que aprendas una lección.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Es muy importante comprender el carácter de Dios

Aunque la esencia de Dios contiene un elemento de amor y Él es misericordioso con todas y cada una de las personas, estas han pasado por alto y han olvidado el hecho de que Su esencia también es de dignidad. Que Él tenga amor no quiere decir que las personas puedan ofenderle libremente, sin incitar en Él sentimientos o reacciones, ni el hecho de que tenga misericordia significa que no tenga principios en Su forma de tratar a las personas. Dios está vivo; existe de verdad. No es un títere imaginario ni ningún otro objeto. Dado que Él existe, deberíamos escuchar atentamente la voz de Su corazón en todo momento, prestar mucha atención a Su actitud y llegar a entender Sus sentimientos. No deberíamos usar las imaginaciones humanas para definir a Dios ni imponer en Él pensamientos o deseos humanos, obligando a Dios a tratar a las personas de una manera humana basada en imaginaciones humanas. Si lo haces, ¡estás haciendo enojar a Dios, tentando Su ira y desafiando Su dignidad! Por tanto, una vez hayáis llegado a comprender la gravedad de este asunto, insto a todos y cada uno de vosotros a que seáis cautos y prudentes en vuestras acciones. Sed cautos y prudentes en vuestro discurso también. En lo que se refiere a cómo tratáis a Dios, ¡cuanto más cautos y prudentes seáis, mejor! Cuando no entiendas cuál es la actitud de Dios, evita hablar con descuido, no seas negligente en tus acciones ni apliques etiquetas a la ligera. Todavía más importante, no llegues a ninguna conclusión arbitraria. En lugar de ello, debes esperar y buscar; estas acciones son también una expresión del temor de Dios y de apartarse del mal. Por encima de todo, si puedes lograr esto y, además, posees esta actitud, entonces Dios no te culpará por tu estupidez, por tu ignorancia y por tu falta de entendimiento de las razones que están detrás de las cosas. En vez de ello, debido a tu actitud de temor de ofender a Dios, tu respeto hacia Sus intenciones y tu disposición a someterte, Él se acordará de ti, te guiará y te esclarecerá o tolerará tu inmadurez e ignorancia. Por el contrario, si tu actitud hacia Él fuese irreverente —y lo juzgas a tu antojo o supones y defines arbitrariamente Sus ideas— Dios te condenará, te disciplinará e, incluso, te castigará, o puede que ofrezca un comentario sobre ti. Este quizás implique tu desenlace. Por tanto, deseo enfatizar esto una vez más: todos debéis ser cautos y prudentes con todo lo que viene de Dios. No hables con descuido ni seas irresponsable en tus actos. Antes de decir nada, deberías detenerte a pensar: ¿se enojará Dios si hago esto? Si hago esto, ¿estoy temiendo a Dios? Hasta en los asuntos sencillos deberías intentar contestar estas preguntas y dedicar más tiempo a pensar en ellas. Si de verdad puedes practicar según estos principios en todos los aspectos, en todas las cosas y en todo momento, y adoptar esa actitud especialmente cuando no entiendes algo, Dios te guiará siempre, y te proporcionará la senda que debes seguir.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra

En cada era de la obra de Dios, Él otorga algunas palabras a la gente y le comunica algunas verdades. Estas verdades les sirven a las personas como el camino al que deben apegarse, el que deben seguir, la senda que les permite temer a Dios y apartarse del mal, y el que las personas deberían poner en práctica y respetar en su vida y a lo largo de su viaje de vida. Por estas razones Dios hace estas declaraciones a la humanidad. Las personas deben apegarse a estas palabras que vienen de Dios, pues apegarse a ellas es recibir vida. Si una persona no se apega a ellas y no las pone en práctica, y tampoco las vive en su vida, entonces no está poniendo en práctica la verdad. Adicionalmente, si las personas no están poniendo en práctica la verdad, entonces no le están temiendo a Dios ni se están apartando del mal ni pueden satisfacer a Dios. Los que no pueden satisfacerle tampoco pueden recibir Su elogio, y este tipo de personas no tienen un desenlace.

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Seguir el camino de Dios no tiene que ver con observar reglas superficiales; más bien, significa que, al enfrentarte a un problema, ante todo lo veas como una situación dispuesta por Dios, como una responsabilidad que Él te ha otorgado o una tarea que Él te ha confiado. Cuando te enfrentes a este problema, deberías considerarlo incluso como una prueba que te ha puesto Dios. Cuando te enfrentes a este problema, debes tener un estándar en tu corazón y debes pensar que este asunto procede de Dios. Debes reflexionar sobre cómo lidiar con ello de forma que puedas cumplir con tu responsabilidad al tiempo que le eres fiel a Dios, y sobre cómo hacerlo sin enfurecerle ni ofender Su carácter. […] Esto es porque, para seguir el camino de Dios, no podemos descuidar nada que tenga que ver con nosotros, o que ocurra a nuestro alrededor; ni siquiera las cosas pequeñas. Ya sea que nos parezca que debamos prestarle atención o no, mientras estemos haciendo frente a un asunto, no debemos pasarlo por alto. Debemos considerar todas las cosas que nos suceden como una evaluación que nos ha dado Dios. ¿Qué piensas de esta manera de ver las cosas? Si tienes esta clase de actitud, se confirma el siguiente hecho: en el fondo temes a Dios y estás dispuesto a apartarte del mal. Si tienes este deseo de satisfacer a Dios, lo que pones en práctica no estará lejos de cumplir el estándar de temer a Dios y apartarse del mal.

A menudo están los que creen que los asuntos a los que las personas no les prestan mucha atención y que no suelen mencionar son simples nimiedades que no tienen nada que ver con poner en práctica la verdad. Cuando se enfrentan a un asunto de este tipo, estas personas no le prestan mucha atención y luego lo dejan correr. En realidad, sin embargo, este asunto es una lección que deberías estudiar: una lección sobre cómo temer a Dios y apartarte del mal. Además, lo que debería preocuparte más es saber lo que Dios está haciendo cuando este asunto surge delante de ti. Él está justo a tu lado, observando cada una de tus palabras y acciones, y observando todo lo que haces y los cambios que ocurren en tus pensamientos; esta es la obra de Dios. Algunos preguntan: “Si esto es verdad, ¿entonces por qué no lo he sentido?”. No lo has sentido porque no te has ceñido al camino de temer a Dios y apartarte del mal como tu principal camino. Por tanto, no puedes sentir la obra sutil que Dios lleva a cabo en las personas, la cual se manifiesta según los distintos pensamientos y acciones de estas. ¡Eres un cabeza de chorlito! ¿Qué es un asunto grande? ¿Qué es uno pequeño? Los asuntos que implican seguir el camino de Dios no se dividen en grandes o pequeños; todos son muy importantes, ¿podéis entender eso? (Sí). Respecto a los asuntos cotidianos, las personas consideran que algunos son muy grandes y significativos, y que otros son minucias. Las personas suelen considerar que estos grandes asuntos son de suma importancia y que Dios los ha enviado. Sin embargo, a medida que estos se desarrollan, debido a la estatura inmadura de las personas, a su pobre calibre, es frecuente que se queden cortos a la hora de cumplir las intenciones de Dios, que no puedan obtener revelación alguna ni adquirir un conocimiento real que sea valioso. En lo que respecta a los asuntos pequeños, la gente simplemente los pasa por alto, los deja que se esfumen poco a poco. Por tanto, las personas han perdido muchas oportunidades de ser examinadas delante de Dios y de que Él las ponga a prueba. ¿Qué significa si siempre pasas por alto a las personas, los eventos, los objetos y las circunstancias que Dios ha dispuesto para ti? Quiere decir que cada día e, incluso, a cada momento, estás renunciando constantemente a tu perfeccionamiento por parte de Dios y a Su liderazgo. Siempre que Él dispone una situación para ti, está mirando en secreto, contemplando tu corazón, observando tus pensamientos y deliberaciones, viendo cómo piensas y esperando para ver cómo actuarás. Si eres una persona descuidada —alguien que nunca se ha tomado en serio el camino de Dios, Sus palabras o la verdad— no serás consciente ni prestarás atención a aquello que Dios desea completar o a los requisitos que esperaba que cumplieras cuando dispuso cierto ambiente para ti. Tampoco sabrás cómo las personas, los acontecimientos y los objetos con los que te encuentres se relacionan con la verdad o con las intenciones de Dios. Después de enfrentarte a repetidas circunstancias y pruebas como esta, y que Dios no vea resultados en ti, ¿cómo procederá? Después de enfrentarte repetidamente a pruebas, no has honrado la grandeza de Dios en tu corazón ni has visto las circunstancias que Él dispuso para ti como lo que son: pruebas y exámenes provenientes de Dios. En cambio, has rechazado una tras otra las oportunidades que Él te ha concedido, y las has dejado escapar una y otra vez. ¿No es esto una rebelión extrema por parte del hombre? (Lo es). ¿Se sentirá Dios herido por esto? (Sí). Incorrecto. ¡Dios no se sentirá herido! Oírme decir algo así os ha impactado una vez más. Puede que estéis pensando: ¿No se dijo anteriormente que Dios siempre se siente herido? ¿Acaso Dios no se sentirá herido? Entonces, ¿cuándo se siente herido? En resumen, Dios no se sentirá herido en esta situación. Entonces, ¿cuál es la actitud de Dios hacia el tipo de conducta explicado previamente? Cuando las personas rechazan las pruebas y exámenes que Dios les envía, y cuando rehúyen de ellos, Dios sólo tiene una actitud hacia esas personas. ¿Cuál es? Dios desdeña a esta clase de persona desde lo más profundo de Su corazón. Existen dos capas de significado para la palabra “desdeñar”. ¿Cómo debo explicároslo desde Mi punto de vista? En el fondo, la palabra “desdeñar” tiene connotaciones de aborrecimiento y odio. ¿Y qué pasa con la otra capa de significado? Esta es la parte que implica abandonar algo. Todos sabéis lo que significa “abandonar”, ¿cierto? En resumen, “desdeñar” es una palabra que representa la máxima reacción y actitud de Dios hacia estas personas que se están comportando de esa forma. Es un odio extremo hacia ellas, y repugnancia, y, por tanto, lo que resulta es la decisión de abandonarlas. Esta es la decisión final de Dios hacia una persona que nunca ha seguido Su camino y que nunca le ha temido ni se ha apartado del mal.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra

¿Por qué fue Job capaz de temer a Dios y apartarse del mal? ¿Qué pensaba en su fuero interno? ¿Cómo lograba no hacer esas cosas malas? Tenía un corazón temeroso de Dios. ¿Qué significa tener un corazón temeroso de Dios? Significa que en su interior tenía miedo de Dios, que lo honraba por ser grande y que en su corazón había un lugar reservado para Él. No tenía miedo de que Dios lo viera ni de que se pusiera furioso, sino que, más bien, lo honraba en su interior por ser grande y estaba dispuesto a complacerle y a aferrarse a Sus palabras. Por ello fue capaz de temer a Dios y apartarse del mal. Hoy en día, la expresión “temer a Dios y apartarse del mal” es algo que la gente dice, a pesar de no saber cómo llegó Job a conseguirlo. De hecho, Job consideraba que “temer a Dios y apartarse del mal” constituía el aspecto fundamental y más importante de creer en Dios. Por lo tanto, era capaz de aferrarse a esas palabras como si se trataran de un mandamiento. Escuchaba las palabras de Dios porque en su interior lo honraba por ser grande. Daba igual que Sus palabras pudieran parecer insignificantes a ojos de los hombres, aunque estas fueran simplemente comunes, en el corazón de Job, provenían del Dios altísimo; eran las palabras más importantes y valiosas. Aun cuando haya gente que las menosprecie, mientras sean las palabras de Dios, las personas deberían acatarlas, aunque ello las convierta en objeto de mofa o injurias. Aun cuando encuentren dificultades o sean perseguidas, han de aferrarse a Sus palabras hasta el final; no pueden renunciar a ellas. Eso es lo que significa temer a Dios. Has de aferrarte a cada palabra que Dios exige al hombre. En lo referente a aquellas cosas que Dios prohíbe o a aquellas que detesta, no pasa nada si las desconoces; pero, si sabes cuáles son, deberías ser capaz de no hacerlas bajo ningún concepto. Deberías ser capaz de atenerte a ello, aunque tu familia te abandone, los incrédulos se burlen o tus allegados te ridiculicen o se rían de ti. ¿Por qué debes aferrarte a ellas? ¿Cuál es tu punto de partida? ¿Cuáles son tus principios? Son estos: “Debo aferrarme a las palabras de Dios y obrar según Su voluntad. Me mantendré firme para hacer aquellas cosas que agradan a Dios y renunciaré resueltamente a aquellas que detesta. Si desconozco la voluntad de Dios, no pasa nada, pero si la conozco y la comprendo, he de escuchar y someterme resueltamente a Sus palabras. Nadie logrará impedírmelo y no flaquearé ni aun cuando el mundo toque a su fin”. Eso es lo que significa temer a Dios y apartarse del mal.

El requisito previo para que una persona sea capaz de apartarse del mal es tener un corazón temeroso de Dios. ¿Cómo se forja un corazón temeroso de Dios? Honrando a Dios por ser grande. ¿Qué significa honrar a Dios por ser grande? Sucede cuando uno sabe que Dios ejerce la soberanía sobre todas las cosas y teme en su interior a Dios. Como consecuencia, uno es capaz de poner en práctica las palabras de Dios a la hora de evaluar cualquier situación y de utilizarlas como su norma y su guía. Eso es lo que significa honrar a Dios por ser grande. En términos sencillos, consiste en albergar a Dios en tu corazón, cavilar en Él con el corazón, no dejarse llevar en las cosas que uno hace y no intentar actuar por cuenta propia, sino permitir que Dios tome el mando. Se trata de pensar en todo momento: “Creo en Dios y sigo a Dios. No soy sino un pequeño ser creado que ha sido elegido por Él. Debo renunciar a las opiniones, las sugerencias y las decisiones que provienen de mi propia voluntad y dejar que Dios sea mi Amo. Dios es mi Señor, mi roca y la luz brillante que guía mis pasos en todo lo que hago. He de obrar según Sus palabras y Su voluntad, no ponerme a mí por delante”. Eso es lo que significa albergar a Dios en tu corazón. Cuando quieras hacer algo, no actúes llevado por un impulso o precipitadamente. Piensa primero qué dictan las palabras de Dios, si Él detestaría tus actos o si responden a Su voluntad. Formúlate preguntas en tu fuero interno, piensa y reflexiona; no seas imprudente. Ser imprudente significa ser impulsivo y actuar motivado por la impetuosidad y la voluntad humana. Si siempre te comportas de manera imprudente e impulsiva, eso demuestra que no llevas a Dios en el corazón. Así pues, cuando digas que honras a Dios por ser grande, ¿acaso no estarás pronunciando palabras vacías? ¿Dónde radica tu realidad? Careces de ella, y no puedes honrar a Dios por ser grande. Actúas como el señor de la casa en todos los asuntos, haciendo lo que te place en todo momento. En tal caso, ¿no es absurdo afirmar que tienes un corazón temeroso de Dios? Al pronunciar esas palabras estás engañando a la gente. Si una persona tiene un corazón temeroso de Dios, ¿cómo se manifiesta este realmente? Honrando a Dios por ser grande. La manifestación concreta de honrar a Dios por ser grande es que ocupa un lugar en su corazón: el más prominente. Estas personas permiten de corazón que Dios sea su Amo y ostente la autoridad, y cuando les ocurre algo, tienen un corazón sometido a Dios. No son imprudentes ni impulsivas, ni actúan impetuosamente, sino que son capaces de afrontar la situación con calma y callar ante Dios para buscar los principios-verdad. Que hagas las cosas según la palabra de Dios o tu propio albedrío, que se imponga tu voluntad o Su palabra, dependerá de si albergas a Dios en el corazón. Dices que llevas a Dios en el corazón, pero cuando te ocurre algo, actúas a ciegas, te permites tener la última palabra y dejas a Dios de lado. ¿Es así como se manifiesta un corazón que alberga a Dios? Hay personas que pueden orar a Dios cuando les ocurre algo, pero después siguen dándoles vueltas a las cosas, pensando: “Creo que debería hacer esto. O no, mejor hacer eso otro”. Sigues siempre tu propia voluntad y nunca escuchas a nadie, por mucho que comparta contigo. ¿No es así como se manifiesta la ausencia de un corazón temeroso de Dios? Como no buscas los principios-verdad y no practicas la verdad, cuando dices que honras a Dios por ser grande y que tienes un corazón temeroso de Dios, no son más que palabras vacías. Las personas que no llevan a Dios en el corazón y que son incapaces de honrarlo de tal modo no tienen un corazón temeroso de Dios. Las personas que no saben buscar la verdad cuando les ocurre algo y que no tienen un corazón sometido a Dios carecen de conciencia y razón. Quien en verdad posea estas dos características, cuando le ocurra algo, será capaz por naturaleza de buscar la verdad. Lo primero que debe pensar es: “Creo en Dios. He venido a buscar Su salvación. Como tengo un carácter corrupto, me considero siempre la única autoridad en todo lo que hago; voy siempre en contra de la voluntad de Dios. Debo arrepentirme. No puedo continuar rebelándome contra Él de esta manera. Debo aprender a ser sumiso con Dios. Debo buscar qué dictan Sus palabras y cuáles son los principios-verdad”. Esos son los pensamientos y las aspiraciones que surgen de la razón de la humanidad normal. Esos son los principios y la actitud que deberías observar a la hora de encarar cualquier acción. Cuando posees la razón de la humanidad normal, adquieres dicha actitud; cuando careces de la primera, también careces de la segunda. De ahí que sea tan crucial e importante el hecho de poseer la razón de la humanidad normal. Se relaciona directamente con que las personas comprendan la verdad y alcancen la salvación.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

El temor que Job tenía de Dios y su sumisión a Él son un ejemplo para la humanidad, y su perfección y rectitud fueron la cúspide de la humanidad que el hombre debía poseer. Aunque no vio a Dios, se dio cuenta de que Él existía realmente y como resultado de esta comprensión temió a Dios, y debido a su temor de Dios fue capaz de someterse. Dio rienda suelta a Dios para que tomase todo lo que tenía, sin quejarse, y se postró delante de Él y le dijo que, incluso si Dios tomaba su carne en ese mismo momento, él le permitiría hacerlo con alegría, sin quejarse. Toda su conducta se debió a su humanidad perfecta y recta. Es decir, como consecuencia de su inocencia, honestidad y bondad Job fue firme en su comprensión y experiencia de la existencia de Dios. Sobre este fundamento se impuso exigencias y estandarizó su pensamiento, comportamiento, conducta y principios de acción delante de Dios, según Él lo dirigiera y de acuerdo con Sus hechos, que él había visto entre todas las cosas. Con el tiempo, sus experiencias provocaron en él un temor auténtico y real de Dios y le hicieron apartarse del mal. Esta era la fuente de la integridad a la que Job se aferraba con firmeza. Job era poseedor de una humanidad sincera, inocente y amable, y tenía una experiencia real de temer a Dios, someterse a Él y evitar el mal, así como el conocimiento de que “Jehová dio y Jehová quitó”. Solo por estas cosas fue capaz de mantenerse firme en su testimonio en medio de los ataques tan despiadados de Satanás; solo por ellas fue capaz de no decepcionar a Dios y darle una respuesta satisfactoria cuando Sus pruebas cayeron sobre él.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II

Job poseía y buscaba estas cosas aunque fuera incapaz de ver a Dios u oír Sus palabras; aunque nunca le había visto, había llegado a conocer los medios por los que Él domina todas las cosas, y entendió la sabiduría con la que Él lo hace. Aunque nunca había oído las palabras habladas por Dios, Job sabía que el recompensar al hombre y el quitarle cosas, todo procede de Él. Aunque los años de su vida no fueron diferentes de los de una persona ordinaria, no permitió que lo poco destacado de su existencia afectase a su conocimiento de la soberanía de Dios sobre todas las cosas, o a seguir el camino de temer a Dios y apartarse del mal. A sus ojos, las leyes de todas las cosas estaban llenas de Sus hechos, y Su soberanía podía contemplarse en cualquier parte de la vida de la persona. No había visto a Dios, pero era capaz de darse cuenta de que Sus hechos están por todas partes, y durante su tiempo común y corriente sobre la tierra, fue capaz de ver y de ser consciente de los hechos extraordinarios y maravillosos de Dios, y Sus maravillosas disposiciones, en cada rincón de su vida. Que Dios estuviese escondido y en silencioso no le estorbó para tomar consciencia de Sus hechos ni afectó a su conocimiento de Su soberanía sobre todas las cosas. Su existencia fue la comprensión, durante su vida diaria, de la soberanía y de las disposiciones de Dios, quien está escondido entre todas las cosas. En ella también oyó y entendió la voz del corazón de Dios y las palabras de Dios, quien permanece callado entre todas las cosas, pero que expresa la voz de Su corazón y Sus palabras al gobernar las leyes de todas las cosas. Ves, pues, que si las personas tienen la misma humanidad y búsqueda que Job, pueden obtener la misma conciencia y conocimiento, y adquirir el mismo entendimiento y conocimiento de la soberanía de Dios sobre todas las cosas que él. Dios no se le había aparecido ni le había hablado, pero él fue capaz de ser perfecto y recto, de temerle y apartarse del mal. En otras palabras, sin que Dios se le aparezca o le hable al hombre, Sus hechos entre todas las cosas y Su soberanía sobre estas son suficientes para que el ser humano sea consciente de Su existencia, Su poder y Su autoridad; estos dos últimos son suficientes para que el hombre siga el camino de temer a Dios y apartarse del mal.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II

Debes concentrarte en aceptar y practicar la verdad, en utilizar las palabras de Dios para comparar tus estados y reflexionar sobre ellos y, luego, modificar los puntos de vista y actitudes incorrectos con los que tratas cada situación en particular. En última instancia, debes llegar a poseer un corazón temeroso de Dios en cada situación. Deja de actuar apresuradamente, de seguir tus propias ideas, de hacer las cosas de acuerdo con lo que deseas y de vivir en un carácter corrupto. En cambio, todas tus acciones y palabras deben basarse en las palabras de Dios y en la verdad. De esta manera, desarrollarás gradualmente un corazón temeroso de Dios. Un corazón así surge mientras uno persigue la verdad, no proviene de la represión. Lo único que hace la represión es dar lugar a una especie de comportamiento, un tipo de limitación superficial. El verdadero corazón temeroso de Dios se logra aceptando constantemente el juicio y castigo de las palabras de Dios y el ser podado mientras se experimenta Su obra. Cuando la gente vea la verdadera cara de su corrupción, conocerá el valor inapreciable de la verdad y será capaz de esforzarse por conseguirla. Las manifestaciones de su carácter corrupto tenderán a desaparecer y será capaz de vivir ante Dios de manera normal, de comer y beber las palabras de Dios diariamente y de cumplir con su deber como seres creados. Un corazón temeroso y obediente a Dios surge a través de este proceso. Todos aquellos que buscan la verdad constantemente para resolver los problemas mientras cumplen con sus deberes poseen corazones temerosos de Dios. Todos los que se han disciplinado y han experimentado ser podados con frecuencia saben qué significa temer a Dios. Cuando su corrupción se revela, no solo sienten inquietud y pavor en sus corazones, sino que también sienten la ira de Dios y Su majestad. Ante esta situación, el temor se manifiesta en sus corazones naturalmente.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Ya estés cumpliendo con tu deber, interactuando con otros o lidiando con un asunto particular al que te enfrentas, debes tener una actitud de búsqueda y sumisión. Con este tipo de actitud, se puede decir que tiene algo así como un corazón temeroso de Dios. Ser capaz de buscar y someterse a la verdad es la senda para temer a Dios y apartarse del mal. Si careces de una actitud de búsqueda y sumisión, y en cambio te aferras a ti mismo, eres obstinadamente hostil, rechazas aceptar la verdad y sentir aversión por ella, entonces naturalmente cometerás mucha maldad. ¡No podrás evitarlo! Si las personas nunca buscan la verdad para resolverlo, la consecuencia final será que, por mucho que experimenten, por muchas situaciones en las que se encuentren, por muchas lecciones que reciban y que Dios disponga para ellas, seguirán sin entender la verdad, y finalmente continuarán siendo incapaces de entrar en la realidad-verdad. Si las personas no poseen la realidad-verdad, serán incapaces de seguir el camino de Dios, y si nunca pueden seguir el camino de Dios, no son personas que temen a Dios y se apartan del mal. La gente no para de decir que quiere cumplir con sus deberes y seguir a Dios. ¿Acaso es todo tan sencillo? En absoluto. Estas cosas son enormemente importantes en la vida de las personas. No es fácil cumplir bien con el deber propio, satisfacer a Dios, alcanzar el temor de Dios y apartarse del mal. No obstante, os contaré un principio de práctica: si tienes una actitud de búsqueda y sumisión cuando te sucede algo, esto te protegerá. El objetivo final no es que estés protegido. Es que comprendas la verdad y seas capaz de entrar en la realidad-verdad y lograr la salvación de Dios; este es el objetivo final. Si asumes esta actitud en todo lo que experimentas, ya no sentirás que cumplir con tu deber y satisfacer las intenciones de Dios son palabras vacías y eslóganes; ya no parecerá tan agotador. En cambio, antes de que te des cuenta, llegarás a comprender unas cuantas verdades. Si tratas de experimentarlo de esta forma, seguro que obtendrás fruto. Da igual quién seas, la edad que tengas, tu formación, los años que lleves creyendo en Dios o el deber que cumplas. Mientras tengas una actitud de búsqueda y sumisión, mientras experimentes de esta manera, seguro que en última instancia comprendes la verdad y entras en la realidad-verdad. Sin embargo, si no tienes una actitud de búsqueda y sumisión en todo lo que te sucede, entonces no serás capaz de comprender la verdad ni podrás entrar en la realidad-verdad.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Debéis presentaros a menudo ante Dios, comer y beber y meditar acerca de Sus palabras, aceptar Su disciplina y Su guía, y aprender la lección de la sumisión; esto es muy importante. Debes ser capaz de someterte a todos los ambientes, personas, acontecimientos y cosas que Dios ha dispuesto para ti y, cuando se trate de asuntos que no puedas comprender del todo, debes orar con frecuencia mientras buscas la verdad; solo comprendiendo las intenciones de Dios podrás encontrar el camino a seguir. Debes tener un corazón temeroso de Dios. Haz lo que debas con cuidado y cautela, y vive ante Dios con un corazón sumiso a Dios. Preséntate en silencio ante Él a menudo, y no seas disoluto. Por lo menos, cuando te suceda algo, primero guarda silencio, luego corre a orar, y busca llegar a comprender las intenciones de Dios mediante la oración, la búsqueda y la espera. ¿No es esta una actitud de temor a Dios? Si temes y te sometes a Dios de corazón, y eres capaz de guardar silencio ante Él y de captar Sus intenciones, entonces con este tipo de cooperación y práctica, estarás protegido, y no serás tentado ni harás nada que trastorne o perturbe la obra de la iglesia. Busca la verdad en los asuntos que no puedas ver con claridad. No emitas juicios ni condenas a ciegas. De esta manera, Dios no te aborrecerá ni te desdeñará. Si tienes un corazón temeroso de Dios, tendrás miedo de ofenderlo, y si te ocurre algo que te tiente, vivirás ante Dios aterrado e inquieto, y anhelarás someterte a Él y satisfacerlo en todo. Solo una vez que tengas tal práctica y seas capaz de vivir a menudo en tal estado, guardar silencio ante Dios y presentarte con frecuencia ante Él, serás capaz de evitar la tentación y las cosas malvadas de forma inconsciente. Sin un corazón temeroso de Dios o que no se presenta ante Él, serás capaz de cometer algunas maldades. Tienes un carácter corrupto y no puedes dominarlo, por lo tanto, eres capaz de hacer el mal. ¿Acaso no serán graves las consecuencias si haces algo tan malo que constituya un trastorno y una perturbación? Como mínimo, se te podará y, si lo que has hecho es grave, Dios te desdeñará y te rechazará, y serás expulsado de la iglesia. Sin embargo, si posees un corazón sumiso a Dios, y tu corazón a menudo puede guardar silencio ante Él, y si temes y te sientes terror hacia Dios, ¿acaso no serás capaz de mantenerte alejado de muchas cosas malvadas? Si le temes y dices: “Dios me aterroriza, tengo miedo de ofenderlo, de trastornar Su obra y de ganarme Su aversión”, ¿no es normal que tengas esta actitud y este estado? ¿Qué es lo que habrá causado tu terror? Tu terror habrá surgido de un corazón temeroso de Dios. Si tienes el terror de Dios en tu corazón, entonces rechazarás y evitarás las cosas malvadas cuando las veas, y así estarás protegido. ¿Puede alguien que no posea terror a Dios en su corazón temerle? ¿Puede evitar el mal? (No). Aquellos que no son capaces de temer a Dios y no sienten terror hacia Él, ¿acaso no son personas audaces? ¿Se puede refrenar a las personas audaces? (No). Y los que no pueden refrenarse, ¿acaso no hacen lo que se les ocurre en el fragor del momento? ¿Qué hacen las personas cuando actúan por propia voluntad, movidos por su fervor y su carácter corrupto? Tal y como Dios las ve, cosas malvadas. Así pues, debéis ver claramente que es bueno que el hombre tenga terror de Dios en el corazón; con este, uno puede llegar a temer a Dios. Cuando uno tiene a Dios en su corazón y es capaz de temerle, podrá mantenerse alejado de las cosas malvadas. Este tipo de personas tienen esperanza de salvarse.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo con temor a Dios se puede recorrer la senda de la salvación

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