43. Por qué Dios solo puede perfeccionar a quienes lo aman verdaderamente
Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días
Aquellos que aman a Dios son los que aman la verdad, y cuanto más ponen en práctica la verdad los que la aman, más verdad tienen; cuanto más la ponen en práctica, más amor de Dios tienen; y cuanto más la ponen en práctica, más los bendice Él. Si siempre practicas de esta manera, el amor de Dios por ti te irá permitiendo ver, tal como Pedro llegó a conocer a Dios: Pedro dijo que Dios no solo tiene sabiduría para crear los cielos, la tierra y todas las cosas, sino que, además, tiene sabiduría para llevar a cabo una obra práctica en las personas. Pedro dijo que Dios no solo es digno del amor de la gente por haber creado los cielos, la tierra y todas las cosas, sino, asimismo, por Su capacidad de crear al hombre, salvarlo, perfeccionarlo y legarle Su amor. Pedro también afirmó que Dios tiene muchas cosas que lo hacen digno del amor del hombre. Le dijo a Jesús: “¿Es la creación de los cielos, la tierra y todas las cosas el único motivo por el que mereces el amor de la gente? Tienes más cosas dignas del amor del hombre. Actúas y te mueves en la vida real, Tu Espíritu me conmueve por dentro, me disciplinas, me reprendes, estas cosas son incluso más dignas del amor de la gente”. Si deseas ver y experimentar el amor de Dios, debes tantear y buscar en la vida real y estar dispuesto a dejar de lado tu propia carne. Debes tomar esta determinación. Debes ser una persona decidida y capaz de satisfacer en todo a Dios, sin pereza y sin codiciar el goce carnal ni vivir para la carne, sino para Dios. Puede que no satisfagas a Dios en algunos momentos. Eso te pasa por no entender la voluntad de Dios; la próxima vez, aunque te suponga un mayor esfuerzo, deberás satisfacerlo a Él, no a la carne. Con esta experiencia habrás llegado a conocer a Dios. Comprobarás que Dios puede crear los cielos, la tierra y todas las cosas y que se ha hecho carne para que la gente realmente pueda contemplarlo y relacionarse con Él; comprobarás que puede caminar en medio de los hombres y que Su Espíritu puede perfeccionar a las personas en la vida real para que contemplen Su hermosura y experimenten Su disciplina, Su reprensión y Sus bendiciones. Si esa es siempre tu vivencia, en la vida real serás inseparable de Dios, y si un día tu relación con Él deja de ser la adecuada, podrás ser reprendido y tener remordimientos. Cuando tengas una relación adecuada con Dios, jamás desearás abandonarlo, y si un día Él dice que te va a abandonar, tendrás miedo y dirás que preferirás morir a que te abandone. Tan pronto como tengas estas emociones te sentirás incapaz de abandonar a Dios y, de este modo, tendrás una base y gozarás verdaderamente del amor de Dios.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Quienes aman a Dios vivirán por siempre en Su luz
Los que sinceramente aman a Dios son los únicos cuya vida tiene un valor y una relevancia máximos, los únicos que sinceramente creen en Dios, porque son capaces de vivir en la luz de Dios y de vivir por Su obra y Su gestión, porque no viven en tinieblas, sino en la luz; no tienen una vida sin sentido, sino una vida bendecida por Dios. Aquellos que aman a Dios son los únicos capaces de dar testimonio de Él, Sus únicos testigos, los únicos bendecidos por Él y capacitados para recibir Sus promesas. Los que aman a Dios son Sus íntimos, Su pueblo amado, y pueden gozar de las bendiciones en Su compañía. Estas personas son las únicas que vivirán hasta la eternidad y para siempre bajo el cuidado y la protección de Dios. Dios está para que las personas lo amen y es digno del amor de todas ellas, pero no todas son capaces de amarlo ni de dar testimonio de Él y ostentar el poder con Él. Dado que son capaces de dar testimonio de Dios y de dedicar todos sus esfuerzos a Su obra, aquellos que verdaderamente aman a Dios pueden caminar bajo el cielo sin que nadie se atreva a oponerse a ellos y ejercer el poder en la tierra para gobernar a todo el pueblo de Dios. Estas personas se han congregado procedentes de todo el mundo. Hablan diferentes idiomas y tienen distintos colores de piel, pero su existencia tiene la misma relevancia; todas ellas tienen un corazón amante de Dios, dan el mismo testimonio y tienen la misma determinación y el mismo deseo. Quienes aman a Dios pueden caminar libremente por el mundo y quienes dan testimonio de Dios pueden viajar por el universo. Dios los ama y bendice y vivirán por siempre en Su luz.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Quienes aman a Dios vivirán por siempre en Su luz
Dios obra en aquellos que buscan y atesoran Sus palabras. Cuanto más atesores las palabras de Dios, más obrará Su Espíritu en ti. Cuanto más atesore una persona las palabras de Dios, mayor es su oportunidad de ser perfeccionada por Él. Dios perfecciona a aquellos que verdaderamente lo aman y a aquellos cuyo corazón está en paz delante de Él. Atesorar toda la obra de Dios, Su esclarecimiento, Su presencia, Su cuidado y protección, la forma como Sus palabras se convierten en tu realidad y proveen para tu vida; todo esto es más acorde con la voluntad de Dios. Si atesoras la obra de Dios —es decir, si atesoras toda la obra que Él ha hecho en ti— Dios te bendecirá y hará que todo lo que es tuyo se multiplique. Si no atesoras las palabras de Dios, Él no obrará en ti, sino que solo te otorgará una gracia insignificante para tu fe o te bendecirá con escasa riqueza y, a tu familia, con escasa seguridad. Debes esforzarte por hacer que las palabras de Dios sean tu realidad, y poder satisfacerlo y ser una persona conforme a Su voluntad; no debes esforzarte simplemente por disfrutar de Su gracia. Nada es más importante para los creyentes que recibir la obra de Dios, alcanzar la perfección y convertirse en quienes siguen la voluntad de Dios. Esta es la meta que debes perseguir.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios perfecciona a quienes son conforme a Su corazón
Cuanto más complaces a Dios, más te bendice y mayor es la fuerza de tu amor por Él; así que, también, tendrás fe y determinación y sentirás que nada es más valioso o importante que una vida dedicada a amar a Dios. Se puede decir que el hombre no tendrá dolor siempre que ame a Dios. Aunque hay veces que tu carne es débil y te aquejan muchos problemas reales, durante estos momentos realmente dependerás de Dios y dentro de tu espíritu serás consolado y sentirás seguridad y que tienes algo de lo cual depender. De esta manera podrás vencer muchos entornos y, por lo tanto, no te quejarás de Dios por la angustia que sufres. Por el contrario, querrás cantar, bailar y orar, congregarte y tener comunión, reflexionar sobre Dios, y sentirás que todas las personas, los asuntos y las cosas a tu alrededor que Dios organiza, son adecuadas. Si no amas a Dios, todo lo que contemples te será fastidioso y nada será agradable a tus ojos; en tu espíritu no serás libre sino oprimido, tu corazón siempre se quejará de Dios, y siempre sentirás que sufres demasiado tormento y que eso es muy injusto. Si no buscas en aras de la felicidad sino con el fin de satisfacer a Dios y de que Satanás no te acuse, entonces esa búsqueda te dará una gran fuerza para amar a Dios. El hombre es capaz de llevar a cabo todo lo que Dios dice, y todo lo que hace puede complacer a Dios; esto es lo que significa que posee realidad. Buscar satisfacer a Dios es usar tu corazón amante de Dios para poner en práctica Sus palabras; independientemente del tiempo —incluso cuando los demás no tengan fuerza— dentro de ti todavía hay un corazón amante de Dios, que lo anhela profundamente y lo extraña. Esto es estatura real. Lo grande que sea tu estatura depende de cuánto corazón amante de Dios posees, de si eres capaz de permanecer firme cuando te ponen a prueba, de si eres débil cuando te encuentras en determinado entorno y de si puedes mantenerte firme cuando tus hermanos y hermanas te rechazan; cuando se produzcan los hechos se mostrará cómo es tu corazón amante de Dios. A partir de la mucha obra de Dios se puede ver que Dios realmente ama al hombre, aunque los ojos del espíritu del hombre todavía tienen que ser completamente abiertos y él no es capaz de ver claramente mucho de la obra de Dios ni de Su voluntad ni las muchas cosas que son preciosas acerca de Dios; el hombre tiene muy poco amor sincero por Dios. Tú has creído en Dios a lo largo de todo este tiempo y hoy Dios ha cerrado todos los medios de escape. Hablando de manera realista, no tienes opción sino tomar el camino correcto, la senda correcta hacia la cual el juicio severo y la salvación suprema de Dios te han llevado. Solo después de experimentar dificultades y refinamiento, el hombre sabe que Dios es hermoso. Después de haber experimentado hasta el día de hoy, se puede decir que el hombre ha llegado a conocer parte de la hermosura de Dios, pero esto sigue sin ser suficiente porque el hombre es demasiado deficiente. El hombre debe experimentar más de la maravillosa obra de Dios y más de todo el refinamiento del sufrimiento que Dios ha dispuesto. Solo entonces puede cambiar el carácter de vida del hombre.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo al experimentar pruebas dolorosas puedes conocer la hermosura de Dios
Como crees en Dios, debes entregar tu corazón ante Dios. Si ofreces y pones tu corazón ante Dios, entonces durante el refinamiento va a ser imposible que niegues o dejes a Dios. De esta manera, tu relación con Él se volverá todavía más cercana y normal y tu comunión con Dios se hará aún más frecuente. Si siempre practicas de esta manera, entonces vas a pasar más tiempo a la luz de Dios y bajo la guía de Sus palabras. También habrá cada vez más cambios en tu carácter y tu conocimiento aumentará día tras día. Cuando llegue el día en que las pruebas de Dios de repente caigan sobre ti, no solo podrás permanecer al lado de Dios sino que también podrás dar testimonio de Él. En ese momento vas a ser como Job y como Pedro. Después de haber dado testimonio de Dios, en verdad lo vas a amar y con gusto vas a dar tu vida por Él; vas a ser testigo de Dios y alguien a quien Él ama. El amor que ha experimentado el refinamiento es fuerte, no débil. Independientemente de cuándo o cómo Dios te exponga a Sus pruebas, puedes abandonar tu preocupación por si vives o mueres, con gusto desechar todo por Dios y aguantarlo todo felizmente por Él; así, tu amor será puro y tu fe tendrá realidad. Solo entonces serás alguien a quien Dios ama realmente y a quien de verdad Él ha hecho perfecto.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo experimentando el refinamiento puede el hombre poseer el verdadero amor
Dios salva a las personas que aman la verdad, a las que tienen calibre y capacidad de comprensión; todas ellas son personas que tienen conciencia y razón, que son capaces de llevar a cabo las comisiones de Dios y cumplir bien con su deber. Son personas capaces de aceptar la verdad y desechar sus actitudes corruptas, y que aman de verdad a Dios, lo obedecen y lo adoran. Aunque la mayoría de estas personas proceden de los estratos más bajos de la sociedad, de familias de obreros y campesinos, no son en absoluto estúpidos, simplones o inútiles. Al contrario, son personas inteligentes capaces de aceptar, practicar y someterse a la verdad. Todos ellos son personas justas, que renunciarían a la gloria mundana y a las riquezas para seguir a Dios y obtener la verdad y la vida: son las personas más sabias de todas. Todos ellos son personas honradas que creen realmente en Dios y que se gastan de verdad por Él. Pueden ganar la aprobación y las bendiciones de Dios, y se les puede hacer perfectos en Su pueblo y los pilares de Su templo. Son personas de oro, plata y joyas preciosas.
La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El auténtico autoconocimiento es conocer los seis tipos de actitudes corruptas
Si la actitud que una persona tiene hacia Dios es solo la de admirarlo, o mostrarle respeto desde la distancia y no amarlo en lo más mínimo, entonces ese es el resultado al que llega una persona que no tiene un corazón amante de Dios, y a esa persona le hacen falta las condiciones para ser perfeccionada. Si esa obra tan grande no es capaz de alcanzar el amor verdadero de una persona, entonces esa persona no ha ganado a Dios y no busca la verdad de un modo genuino. Una persona que no ama a Dios no ama la verdad y, por lo tanto, no puede ganar a Dios ni mucho menos recibir la aprobación de Dios. Tales personas, independientemente de cómo experimenten la obra del Espíritu Santo y de cómo experimenten el juicio, siguen siendo incapaces de tener un corazón temeroso de Dios. Estas son personas cuya naturaleza es inmutable y que tienen actitudes extremadamente odiosas. Todos los que no tengan un corazón temeroso de Dios serán descartados, serán objetos de castigo y serán castigados igual que los que hacen el mal, y han de sufrir aún más que aquellos que han hecho cosas injustas.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la obra del hombre
Actualmente, todos sabéis que la creencia del hombre en Dios no es solo para la salvación del alma y el bienestar de la carne ni para enriquecer su vida a través del amor de Dios, etc. Hoy por hoy, si amas a Dios por el bienestar de la carne o el placer momentáneo, aunque al final tu amor por Él alcance su plenitud y no pidas nada más, este amor que buscas sigue estando adulterado y no le resulta agradable a Dios. Aquellos que usan su amor por Dios para enriquecer su existencia apagada y llenar un vacío en su corazón son los que codician una vida cómoda, no quienes buscan sinceramente amar a Dios. Este tipo de amor es forzado, persigue la gratificación mental, y Dios no lo necesita. ¿Qué clase de amor es entonces el tuyo? ¿Para qué amas a Dios? ¿Cuánto amor verdadero existe dentro de ti por Él ahora? El amor de la mayoría de vosotros es como el mencionado anteriormente. Esta clase de amor solo puede mantener su situación actual; no puede alcanzar la inmutabilidad, ni arraigarse en el hombre. Este tipo de amor es solo como una flor que florece y se seca sin dar frutos. En otras palabras, después de que hayas amado a Dios una vez de esa forma, si no hay nadie que te guíe en la senda que tienes por delante, caerás. Si solo puedes amar a Dios en la época de amar a Dios pero posteriormente tu carácter de vida permanece sin cambios, entonces seguirás siendo incapaz de escapar de la influencia de las tinieblas, y seguirás sin poder librarte de las ataduras y los engaños de Satanás. Ningún hombre así puede ser ganado plenamente por Dios; al final, su espíritu, alma y cuerpo seguirán perteneciendo a Satanás. No puede haber dudas acerca de esto. Todos aquellos a los que Dios no puede ganar de un modo total volverán a su lugar original, esto es, de regreso a Satanás, y descenderán al lago de fuego y azufre para aceptar el siguiente paso del castigo de Dios. Los ganados por Él son los que se rebelan contra Satanás y escapan de su poder. Ellos serán contados oficialmente entre el pueblo del reino. Así es como llegan a ser el pueblo del reino. ¿Estás dispuesto a convertirte en esta clase de persona? ¿Estás dispuesto a ser ganado por Dios? ¿Estás dispuesto a escapar del poder de Satanás y volver a Dios? ¿Perteneces ahora a Satanás o formas parte del pueblo del reino? Tales cosas deberían estar claras ya y no requerir más explicación.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Qué punto de vista deberían tener los creyentes
Si quieres ser perfeccionado por Dios, no basta con simplemente apresurarse por el camino y tampoco basta con solamente esforzarse por Dios. Debes poseer muchas cosas para ser capaz de convertirte en alguien perfeccionado por Dios. Cuando te enfrentes a sufrimientos debes ser capaz de no considerar la carne ni quejarte contra Dios. Cuando Él se esconde de ti, debes ser capaz de tener la fe para seguirlo, de mantener tu amor anterior sin permitir que flaquee o desaparezca. Independientemente de lo que Dios haga, debes someterte a Su designio, y estar más dispuesto a maldecir tu propia carne que a quejarte contra Él. Cuando te enfrentas a pruebas, debes satisfacer a Dios, a pesar de cualquier reticencia a deshacerte de algo que amas o del llanto amargo. Sólo esto es amor y fe verdaderos. Independientemente de cuál sea tu estatura real, debes poseer primero la voluntad de sufrir dificultades, una fe verdadera y tener la voluntad de rebelarte contra la carne. Deberías estar dispuesto a soportar las dificultades personales y sufrir pérdidas en tus intereses personales con el fin de satisfacer la voluntad de Dios. Debes ser capaz de sentir arrepentimiento en tu corazón. En el pasado no fuiste capaz de satisfacer a Dios, y ahora, puedes arrepentirte. Ni una sola de estas cosas puede faltar y Dios te perfeccionará a través de ellas. Si careces de estas condiciones, no puedes ser perfeccionado.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que serán hechos perfectos deben someterse al refinamiento
Como alguien que busca el amor a Dios, la entrada al reino para convertirse en uno del pueblo de Dios es vuestro verdadero futuro, y es una vida que tiene el mayor valor y significado; nadie está más bendecido que vosotros. ¿Por qué digo esto? Porque los que no creen en Dios viven para la carne y viven para Satanás, pero hoy vivís para Dios y vivís para seguir la voluntad de Dios. Es por esto que digo que vuestras vidas son de gran importancia. Solo este grupo de personas, que Dios ha seleccionado, puede vivir una vida de gran importancia: Nadie más en la tierra puede vivir una vida de tal valor y significado. Como Dios os ha seleccionado y os ha alzado y, además, por el amor que os tiene, habéis comprendido la verdadera vida y sabéis cómo vivir una vida que tenga el máximo valor. Esto no se debe a que vuestra búsqueda sea buena sino a la gracia de Dios; fue Dios el que abrió los ojos de vuestro espíritu y fue el Espíritu de Dios el que tocó vuestro corazón dándoos la buena fortuna de venir ante Él. Si el Espíritu de Dios no os hubiera iluminado, entonces no podríais ver lo que es asombroso de Dios ni tampoco os sería posible amar a Dios. Es exclusivamente porque el Espíritu de Dios ha tocado el corazón de las personas, que se han vuelto a Dios por completo. A veces, cuando estás disfrutando las palabras de Dios, tu espíritu es tocado y sientes que no puedes dejar de amar a Dios, sientes que hay una gran fuerza dentro de ti y que no hay nada que no puedas dejar a un lado. Si te sientes así, entonces el Espíritu de Dios te ha tocado y tu corazón se ha vuelto por completo a Dios y orarás a Dios y le dirás: “¡Oh, Dios! Tú realmente nos has predestinado y escogido. Tu gloria me llena de orgullo y para mí es glorioso ser uno de Tu pueblo. Erogaré todo y daré todo para seguir Tu voluntad y te dedicaré todos mis años y toda una vida de esfuerzos”. Cuando oras de esta manera, tu corazón albergará un amor sin fin y una sumisión verdadera hacia Dios. ¿Alguna vez has tenido una experiencia como esta? Si las personas son tocadas con frecuencia por el Espíritu de Dios, entonces están especialmente dispuestas a consagrarse a Dios en sus oraciones: “¡Oh, Dios! Quiero contemplar Tu día de gloria y quiero vivir para Ti, nada es más valioso o importante que vivir para Ti y no tengo el más mínimo deseo de vivir para Satanás y la carne. Al permitirme vivir por Ti hoy, me elevaste”. Cuando hayas orado de esta manera, sentirás que no puedes dejar de darle tu corazón a Dios, sentirás que debes ganar a Dios y que odiarías morirte sin haber ganado a Dios mientras estás vivo. Después de haber elevado tal oración, habrá dentro de ti una fuerza inagotable que no sabrás de dónde proviene; en tu corazón habrá un poder sin límite y tendrás la sensación de que Dios es muy encantador y que es digno de que lo ames. Así será cuando Dios te haya tocado. Todos los que han tenido esa experiencia es porque Dios los ha tocado. Aquellos que con frecuencia son tocados por Dios, experimentan cambios en sus vidas, son capaces de establecer su propósito, están dispuestos a ganar por completo a Dios, su corazón amante de Dios es relativamente fuerte y se ha vuelto por completo a Dios, no tienen en cuenta ni la familia, ni el mundo, ni las complicaciones, ni el futuro y están dispuestos a dedicarle a Dios una vida de esfuerzos. A todos aquellos a quienes el Espíritu de Dios ha tocado son los que están en busca de la verdad y que tienen la esperanza de que Dios los perfeccione.
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Los que han sido perfeccionados no solo poseen una humanidad normal, sino que son poseídos por verdades que exceden las medidas de la conciencia y que son más elevadas que los estándares de la conciencia; no solo usan su conciencia para retribuir el amor de Dios, sino que, más que eso, han conocido a Dios y han visto que Dios es amoroso y digno del amor del hombre, ¡y que hay tanto que amar en Dios que el hombre no puede evitar amarlo! El amor por Dios que tienen los que han sido perfeccionados es con el fin de cumplir sus propias aspiraciones personales. El suyo es un amor espontáneo, un amor que no es una transacción, pero tampoco un trueque. Aman a Dios por ninguna otra razón que para conocerlo. A esas personas no les importa si Dios otorga gracias sobre ellos y están contentas solo con satisfacer a Dios. No le regatean a Dios ni tampoco miden su amor por Él según su conciencia: “Tú me has dado a mí, así que a cambio yo te amo a Ti; si Tú no me das nada, entonces no tengo nada que darte a cambio”. Los que han sido perfeccionados siempre creen: “Dios es el Creador y Él lleva a cabo Su obra en nosotros. Ya que tengo esta oportunidad, condición y cualificación para poder ser perfeccionado, mi búsqueda debería ser vivir una vida que tenga sentido y debería satisfacerlo”. Es justo como lo que Pedro experimentó, cuando él se encontraba en su punto más débil, oró a Dios y dijo: “¡Oh, Dios! Independientemente del tiempo y el lugar, Tú sabes que siempre me acuerdo de Ti. Sin importar el tiempo o el lugar, sabes que quiero amarte, pero mi estatura es demasiado pequeña y soy demasiado débil e impotente, mi amor es demasiado limitado, y mi sinceridad hacia Ti es demasiado escasa. Comparado con Tu amor, simplemente no soy apto para vivir. Solo quiero que mi vida no sea en vano y que pueda, no solo devolverte Tu amor, sino, lo que es más, dedicarte todo lo que tengo. Si te puedo satisfacer, entonces, como ser creado, tendré tranquilidad y no pediré nada más. Aunque soy débil e impotente ahora, no olvidaré Tus exhortaciones y no olvidaré Tu amor. Ahora no estoy haciendo otra cosa que retribuirte Tu amor. ¡Oh, Dios, me siento muy mal! ¿Cómo puedo devolverte el amor que hay en mi corazón; cómo puedo hacer todo lo que pueda y poder cumplir Tus deseos y poder ofrecerte todo lo que tengo? Conoces la debilidad del hombre; ¿cómo puedo ser digno de Tu amor? ¡Oh, Dios! Sabes que soy de pequeña estatura, y que mi amor es muy escaso. ¿Cómo puedo hacer lo mejor que pueda en esta clase de ambiente? Sé que debo retribuir Tu amor; sé que debo darte todo lo que tengo, pero hoy mi estatura es muy pequeña. Te pido que me des fuerza y confianza, a fin de que sea más capaz de tener un amor puro para dedicarme a Ti y que sea más capaz de dedicarte todo lo que tengo; y no solo para poder retribuirte Tu amor, sino para poder experimentar Tu castigo, juicio y pruebas y hasta maldiciones más severas. Me has permitido contemplar Tu amor y no puedo no amarte y, aunque soy débil e impotente hoy, ¿cómo podría olvidarte? Tu amor, castigo y juicio, todos me han hecho conocerte, pero también me siento incapaz de satisfacer Tu amor, ya que eres tan grandioso. ¿Cómo puedo dedicar todo lo que tengo al Creador?”. Esa fue la petición de Pedro, pero su estatura era demasiado inadecuada. En ese momento se sentía como si le retorcieran un cuchillo en el corazón. Estaba agonizando; no sabía qué hacer bajo tales condiciones. Sin embargo, siguió orando: “¡Oh, Dios! El hombre es de una estatura infantil, su conciencia es débil, y lo único que logro es retribuirte Tu amor. Hoy, no sé cómo satisfacer Tu voluntad y solo deseo hacer todo lo que pueda, dar todo lo que tengo y dedicarte todo lo que tengo. Independientemente de Tu juicio, independientemente de Tu castigo, independientemente de lo que me otorgues, independientemente de lo que me quites, libérame de la más leve queja contra Ti. Muchas veces, cuando me castigaste y me juzgaste, me quejé conmigo mismo y fui incapaz de alcanzar la pureza o de cumplir Tus deseos. Mi retribución por Tu amor nació de la obligación y, en este momento, me odio aún más”. Pedro oró de esta manera porque buscó tener un amor más puro por Dios. Estaba buscando y rogando y, más aún, se estaba recriminando y le estaba confesando sus pecados a Dios. Se sentía en deuda con Él y sentía odio por sí mismo, aunque también estaba algo triste y negativo. Siempre se sintió así, como si no fuera lo suficientemente bueno para los deseos de Dios y como si fuera incapaz de esforzarse más. Bajo tales condiciones, Pedro siguió buscando la fe de Job. Vio qué tan grande había sido la fe de Job, porque Job había visto que todo lo que tenía se lo había otorgado Dios, por lo que era natural que Dios le quitara todo, que Dios se lo diera a quien Él quisiera, así fue el justo carácter de Dios. Job no se quejó y aún así pudo alabar a Dios. Pedro también se conocía y en su corazón oró: “Hoy no voy a estar contento con retribuirte Tu amor usando mi conciencia, ni con cuánto amor te retribuya, porque mis pensamientos son muy corruptos y porque no puedo verte como el Creador. Porque todavía no soy lo suficiente para amarte, debo cultivar la habilidad de dedicarte todo lo que tengo, lo cual haré de buena gana. Debo saber todo lo que has hecho; no tengo opción; y debo contemplar Tu amor y ser capaz de hablar Tus alabanzas y ensalzar Tu santo nombre, para que puedas obtener gran gloria a través de mí. Estoy dispuesto a mantenerme firme en este testimonio de Ti. ¡Oh, Dios! Tu amor es tan precioso y hermoso, ¿cómo podría querer vivir en las manos del maligno? ¿No fui hecho por Ti? ¿Cómo podría vivir bajo el poder de Satanás? Preferiría que todo mi ser viviera en medio de Tu castigo. No estoy dispuesto a vivir bajo el poder del maligno. Si puedo ser hecho puro, si puedo dedicar mi todo a Ti, estoy dispuesto a ofrecer mi cuerpo y mi mente a Tu juicio y castigo, porque detesto a Satanás y no estoy dispuesto a vivir bajo su poder. A través de Tu juicio sobre mí, muestras Tu justo carácter; estoy feliz, no tengo la más mínima queja. Si puedo cumplir el deber de un ser creado, estoy dispuesto a que mi vida entera esté acompañada de Tu juicio, a través del cual llegaré a conocer Tu justo carácter y me desharé de la influencia del maligno”. Pedro siempre oró así, siempre buscó así, y llegó a un reino elevado, relativamente hablando. No solo pudo retribuir el amor de Dios, sino que, lo más importante, también cumplió su deber como ser creado. No solo su conciencia no lo acusó, sino que también pudo trascender los estándares de la conciencia. Sus oraciones siguieron ascendiendo ante Dios de tal manera que sus aspiraciones cada vez fueron más elevadas y poseía un corazón cada vez más amante de Dios. Aunque sufrió un dolor agonizante, no se olvidó de amar a Dios, ni buscó adquirir la habilidad para entender Su voluntad. En sus oraciones, pronunció las siguientes palabras: “No he alcanzado nada más que la retribución por Tu amor. No he dado testimonio de Ti ante Satanás, no me he liberado de la influencia de Satanás y todavía vivo en medio de la carne. Quiero usar mi amor para derrotar a Satanás y avergonzarlo, y así satisfacer Tu voluntad. Quiero darte mi todo, no darle a Satanás lo más mínimo de mí, porque Satanás es Tu enemigo”. Entre más buscó en esta dirección, más fue conmovido y más elevado fue su conocimiento de estos asuntos. Sin darse cuenta, llegó a conocer que se debía liberar de la influencia de Satanás y que debía regresar por completo a Dios. Esa fue la esfera que él alcanzó. Estaba trascendiendo la influencia de Satanás y deshaciéndose de los placeres y deleites de la carne, y estaba dispuesto a experimentar con mayor profundidad tanto el castigo de Dios como Su juicio. Él dijo: “Aunque yo viva en medio de Tu castigo y en medio de Tu juicio, sin importar la dificultad que eso conlleve, aun así no estoy dispuesto a vivir bajo el porder de Satanás, ni tampoco estoy dispuesto a sufrir el engaño de Satanás. Disfruto de vivir en medio de Tus maldiciones y me duele vivir en medio de las bendiciones de Satanás. Te amo al vivir en medio de Tu juicio y esto me produce gran deleite. Tu castigo y Tu juicio son justos y santos; son con el fin de limpiarme y, más aún, de salvarme. Preferiría pasar toda mi vida en medio de Tu castigo para estar bajo Tu cuidado. No estoy dispuesto a vivir bajo el poder de Satanás ni por un solo momento; quiero que me limpies; aun si sufro dificultades, no estoy dispuesto a que Satanás me explote y me engañe. Yo, este ser creado, debería ser usada por Ti, poseída, juzgada y castigada. Hasta me debes maldecir. Mi corazón se regocija cuando estás dispuesto a bendecirme, porque he visto Tu amor. Tú eres el Creador y yo soy un ser creado: no debo traicionarte y vivir bajo el poder de Satanás, ni tampoco Satanás me debe explotar. Debería ser Tu caballo o buey, en vez de vivir para Satanás. Preferiría vivir en medio de Tu castigo, sin felicidad física, y esto me daría gozo incluso si se me privara de Tu gracia. Aunque Tu gracia no está conmigo, disfruto que Tú me castigues y me juzgues; esta es Tu mejor bendición, Tu mayor gracia. Aunque siempre eres majestuoso y siempre estás lleno de ira hacia mí, sigo sin poder dejarte, y sigo sin poder amarte lo suficiente. Preferiría vivir en Tu casa, preferiría ser maldecido, castigado y golpeado por Ti, pues no estoy dispuesto a vivir bajo el poder de Satanás, ni tampoco estoy dispuesto a apurarme ni a ajetrearme solo por la carne y mucho menos estoy dispuesto a vivir para la carne”. El amor de Pedro era un amor puro. Esta es la experiencia de ser perfeccionado, y esta es la esfera más elevada de ser perfeccionado, y no hay una vida que tenga más sentido.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio
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