46. Solo los que conocen a Dios pueden servirlo y dar testimonio de Él
Palabras de Dios Todopoderoso de los últimos días
Los que sirven a Dios deben ser Sus íntimos; deben ser agradables a Él y capaces de mostrar la mayor lealtad a Él. Independientemente de si actúas en público o en privado, puedes obtener el gozo de Dios delante de Dios; puedes mantenerte firme delante de Él, e, independientemente de cómo te traten otras personas, siempre caminas por la senda por la que debes caminar y le prestas toda la atención a la carga de Dios. Sólo las personas que son así son íntimas de Dios. Que los íntimos de Dios sean capaces de servirle directamente se debe a que Él les ha dado Su gran comisión y Su carga, a que pueden hacer suyo el corazón de Dios y a que toman la carga de Dios como propia, y no consideran sus perspectivas de futuro: aun cuando no tengan perspectivas ni obtengan nada, siempre creerán en Dios con un corazón amante de Él. Por tanto, este tipo de persona es íntima de Dios. Los íntimos de Dios son también Sus confidentes; sólo estos podrían compartir Su inquietud y Sus pensamientos, y aunque su carne es dolorosa y débil, son capaces de soportar el dolor y abandonar lo que aman para satisfacer a Dios. Dios da más cargas a esas personas y lo que Él desea hacer queda demostrado en el testimonio de esas personas. Así, estas personas son agradables para Dios; son siervos de Dios que concuerdan con Su voluntad y sólo ellos pueden gobernar junto a Él. Cuando hayas llegado a ser de verdad un íntimo de Dios, será precisamente cuando gobernarás junto a Él.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo servir en armonía con la voluntad de Dios
Dios realiza la obra de juicio y castigo para que el hombre pueda conocerle, y por el bien de Su testimonio. Sin Su juicio sobre el carácter corrupto del ser humano, el hombre no podría conocer Su carácter justo que no permite ofensa, y no podría apartarse de su viejo conocimiento de Dios para adoptar el nuevo. Por el bien de Su testimonio y de Su gestión, Él hace pública Su totalidad, capacitando así al hombre para lograr el conocimiento de Dios, que su carácter sea transformado y que dé resonante testimonio de Él por medio de Su aparición pública. El cambio en el carácter del hombre se logra a través de distintos tipos de la obra de Dios; sin estos cambios en el carácter del hombre, este sería incapaz de dar testimonio de Dios y no podría ser conforme a Su voluntad. El cambio en el carácter del hombre significa que se ha liberado de la atadura de Satanás y de la influencia de la oscuridad, y que se ha convertido de verdad en un modelo y una muestra de la obra de Dios, que ha llegado a ser un testigo Suyo y alguien que es conforme a Su voluntad. Hoy, el Dios encarnado ha venido a hacer Su obra en la tierra, y exige que el hombre logre conocerle, someterse a Él y dé testimonio de Él; que conozca Su obra práctica y normal, que se someta a todas Sus palabras y Su obra que no concuerdan con los conceptos del hombre, y dé testimonio de toda Su obra de salvación del hombre, y todos los hechos que Él hace para conquistar al hombre. Los que dan testimonio de Dios tienen que poseer un conocimiento de Él; solo este tipo de testimonio es preciso, práctico y el único que puede avergonzar a Satanás. Dios usa a aquellos que han llegado a conocerle pasando por Su juicio, Su castigo y Su poda, para que den testimonio de Él; Él usa a los que han sido corrompidos por Satanás para que den testimonio de Él; así también usa a aquellos cuyo carácter ha cambiado y que se han ganado, así, Sus bendiciones, para que den testimonio de Él. No necesita que el hombre lo alabe de palabra, ni necesita la alabanza y el testimonio de quienes son de la clase de Satanás, que no han sido salvados por Él. Solo aquellos que conocen a Dios son aptos para dar testimonio de Él y aquellos cuyo carácter ha sido transformado también lo son. Dios no permitirá que el hombre acarree vergüenza sobre Su nombre deliberadamente.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo aquellos que conocen a Dios pueden dar testimonio de Él
En el ámbito de la religión, muchas personas sufren bastante a lo largo de toda su vida: someten su cuerpo y cargan su cruz, e, incluso, ¡siguen sufriendo y soportando incluso al borde de la muerte! Algunos siguen ayunando en la mañana de su muerte. Durante toda su vida se niegan a sí mismos buena comida y ropa, enfocándose sólo en sufrir. Son capaces de someter su cuerpo y rebelarse contra su carne. Su espíritu para soportar el padecimiento es elogiable. Pero su pensamiento, sus nociones, su actitud mental y, de hecho, su vieja naturaleza, ninguno de estos ha sido en absoluto objeto de poda. Carecen del verdadero conocimiento de sí mismos. Su imagen mental de Dios es la tradicional de un Dios vago. Su determinación de sufrir por Él procede de su celo y el buen temperamento de su humanidad. Aunque creen en Él, no lo conocen ni saben Su voluntad. Simplemente trabajan y sufren ciegamente por Dios. No le dan ningún valor al discernimiento, se preocupan poco por cómo asegurarse de que su servicio cumpla realmente la voluntad de Dios, y menos aún, son conscientes de cómo lograr conocer a Dios. El Dios al que sirven no es Dios en Su imagen inherente, sino un Dios que han imaginado, un Dios del que han oído hablar, o del que solamente han leído en leyendas escritas. Luego usan su fértil imaginación y su devoción para sufrir por Dios y emprender la obra de Dios que Él quiere llevar a cabo. Su servicio es demasiado impreciso, tanto que prácticamente ninguno de ellos es realmente capaz de servir conforme a la voluntad de Dios. Independientemente de con cuánto gusto sufran, su perspectiva original sobre el servicio y la imagen mental que tienen de Dios siguen inalteradas, porque no han pasado por el juicio, el castigo, el refinamiento y el perfeccionamiento de Dios ni nadie los ha guiado haciendo uso de la verdad. Aun si creen en Jesús el Salvador, ninguno de ellos ha visto jamás al Salvador. Sólo lo conocen a través de leyendas y habladurías. En consecuencia, su servicio sólo equivale a servir aleatoriamente con los ojos cerrados, como un ciego que sirve a su padre. Al final, ¿qué puede lograrse con ese servicio? ¿Y quién lo aprobaría? De principio a fin, su servicio sigue siendo el mismo; sólo reciben lecciones creadas por el hombre y basan su servicio únicamente en su naturalidad y sus preferencias. ¿Qué recompensa podría traer esto? Ni siquiera Pedro, quien vio a Jesús, sabía cómo servir conforme a la voluntad de Dios; sólo llegó a saberlo al final, en su vejez. ¿Qué dice esto acerca de esos ciegos que no han experimentado la más mínima poda y que no han tenido a nadie que los guíe? ¿No es el servicio de muchos entre vosotros hoy como el de estas personas ciegas? Todos los que no han recibido juicio, ni poda y que no han cambiado, ¿acaso no han sido conquistados de forma incompleta? ¿De qué sirven tales personas? Si tu pensamiento, tu conocimiento de la vida y tu conocimiento de Dios no muestran un cambio nuevo y en verdad no obtienes nada, ¡entonces nunca conseguirás nada destacado en tu servicio! Sin una visión y un nuevo conocimiento de la obra de Dios, no eres conquistado. Tu forma de seguir a Dios será entonces como la de aquellos que sufren y ayunan: ¡será de poco valor! ¡Precisamente porque hay poco testimonio en lo que hacen digo que su servicio es fútil! Durante toda la vida esas personas sufren y pasan tiempo en prisión; siempre están soportando, amando, y siempre cargan con la cruz; son ridiculizados y el mundo los rechaza; experimentan todo tipo de dificultades y, aunque son obedientes hasta el final, siguen sin ser conquistados y no pueden ofrecer testimonio de su conquista. Han sufrido mucho pero, en su interior, no conocen en absoluto a Dios. No se ha podado ninguno sus viejos pensamientos, sus viejas nociones, sus prácticas religiosas, su conocimiento producido por el hombre ni sus ideas humanas. No hay ni una pizca de nuevo conocimiento en ellos. Ni un poco del conocimiento que tienen de Dios es verdadero o preciso. Han malinterpretado Su voluntad. ¿Le sirve esto a Dios? Fuera cual fuera tu conocimiento de Dios en el pasado, si sigue siendo el mismo hoy y sigues basando tu conocimiento de Dios en tus propias nociones e ideas sin importar lo que Él haga, es decir, que si no posees un entendimiento nuevo y verdadero de Dios y si no logras conocer la verdadera imagen y el verdadero carácter de Dios, y si tu conocimiento de Dios sigue siendo guiado por un pensamiento feudal supersticioso y sigue naciendo de la imaginación y nociones humanas, entonces no has sido conquistado. Las muchas palabras que ahora te digo tienen el fin de hacerte saber, de dejar que este conocimiento te lleve a un conocimiento nuevo y preciso. También tienen el fin de podar las viejas nociones y conocimiento que albergas, para que puedas adquirir nuevo conocimiento. Si verdaderamente comes y bebes Mis palabras, tu conocimiento cambiará considerablemente. Siempre que comas y bebas las palabras de Dios con un corazón sumiso, tu perspectiva cambiará por completo. Siempre que seas capaz de aceptar los repetidos castigos, tu vieja mentalidad cambiará poco a poco. Si tu vieja mentalidad se sustituye totalmente con la nueva, tu práctica también cambiará en consecuencia. De esta manera, tu servicio estará cada vez más enfocado y podrá cumplir cada vez más la voluntad de Dios.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La verdadera historia de la obra de conquista (3)
Todo aquel que así lo haya decidido puede servir a Dios; sin embargo, debe ocurrir que solo aquellos que le presten toda la atención a la voluntad de Dios y la entiendan son aptos para servirle y tienen derecho a hacerlo. He descubierto esto entre vosotros: muchas personas creen que siempre que difundan con fervor el evangelio para Dios, recorran los caminos, se entreguen y renuncien a cosas por Dios, y así sucesivamente, eso es servir a Dios. Incluso las personas más religiosas creen que servir a Dios significa correr de un lado para otro con una Biblia en las manos, difundir el evangelio del reino celestial y salvar a las personas haciendo que se arrepientan y se confiesen. Existen muchos representantes religiosos que piensan que servir a Dios consiste en predicar en las capillas después de cursar estudios avanzados y formarse en el seminario, y enseñar a las personas a través de la lectura de la Biblia. Además, hay personas en regiones pobres que creen que servir a Dios significa sanar a los enfermos y echar fuera demonios entre los hermanos y hermanas u orar por ellos o servirlos. Entre vosotros hay muchos que creen que servir a Dios significa comer y beber Sus palabras, orar a Dios cada día, así como visitar iglesias por todas partes y obrar en ellas. Hay otros hermanos y hermanas que creen que servir a Dios significa no casarse nunca o no tener una familia y dedicar todo su ser a Dios. No obstante, pocas personas saben lo que significa realmente servir a Dios. Aunque hay tantas personas que sirven a Dios como estrellas en el cielo, el número de los que pueden servir directamente y que pueden servir de acuerdo con la voluntad de Dios es insignificante; extremadamente pequeño. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque no entendéis la sustancia de la expresión “servicio a Dios” y comprendéis muy poco de cómo servir de acuerdo con la voluntad de Dios. Existe una necesidad urgente de que las personas comprendan con exactitud qué clase de servicio a Dios puede estar en armonía con Su voluntad.
Si deseáis servir de acuerdo con la voluntad de Dios, primero debéis entender qué tipo de personas son agradables para Dios, a qué tipo de personas aborrece Dios, a qué tipo de personas perfecciona Dios y qué tipo de personas están capacitadas para servir a Dios. Por lo menos, deberíais estar equipados con este conocimiento. Además, debéis conocer los objetivos de la obra de Dios y la obra que Dios hará aquí y ahora. Después de entender esto y a través de la guía de Sus palabras, primero debéis tener entrada y recibir la comisión de Dios. Una vez que hayáis experimentado realmente Sus palabras, y cuando verdaderamente conozcáis Su obra, estaréis calificados para servir a Dios. Cuando le servís es cuando Dios abre vuestros ojos espirituales, os permite tener un mayor entendimiento de Su obra y verla con más claridad. Cuando entres en esta realidad, tus experiencias serán más profundas y prácticas, y todos aquellos de vosotros que hayáis tenido esas experiencias podréis caminar entre las iglesias y ofrecer provisión a vuestros hermanos y hermanas, de modo que cada uno pueda aprovechar las fortalezas del otro para compensar sus propias deficiencias y obtener un conocimiento más abundante en su espíritu. Sólo después de lograr este efecto seréis capaces de servir de acuerdo con la voluntad de Dios y ser perfeccionados por Él en el transcurso de vuestro servicio.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo servir en armonía con la voluntad de Dios
Conocer el carácter de Dios, y lo que Él tiene y es, puede tener un impacto positivo en las personas. Puede ayudarlas a tener mayor confianza en Él, a lograr someterse a Él y temerlo de verdad. Entonces, dejarán de seguirlo o adorarlo ciegamente. Dios no quiere necios ni aquellos que siguen a tientas a la multitud, sino que quiere un grupo de personas que tengan en su corazón un entendimiento y un conocimiento claros de Su carácter y que puedan actuar como Sus testigos, personas que, por Su hermosura, por lo que Él tiene y es, y por Su carácter justo, jamás lo abandonarían. Como seguidor de Dios, si en tu corazón aún careces de claridad o si existe ambigüedad o confusión sobre la verdadera existencia de Dios, sobre Su carácter y lo que Él tiene y es, así como Su plan para salvar a la humanidad, tu fe no podrá conseguir el elogio de Dios. Él no quiere que este tipo de persona le siga ni que comparezca ante Él, porque alguien así no entiende a Dios ni puede entregarle su corazón, que está cerrado a Él y, así, su fe en Dios está llena de impurezas. Su forma de seguir a Dios solo puede definirse como ciega. Las personas solo pueden lograr una fe verdadera y ser seguidores genuinos si poseen un entendimiento y un conocimiento verdaderos de Dios, que engendre dentro de ellos la verdadera sumisión y el auténtico temor de Dios. Solo así pueden entregarle su corazón y abrirlo a Él. Esto es lo que Dios quiere, porque todo lo que las personas hacen y piensan puede soportar la prueba de Dios y dar testimonio de Él.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III
El grado de entendimiento de Dios que hay en el corazón de las personas determina la posición que Él tiene en él. Lo alto que sea el grado de conocimiento de Dios en su corazón determina la altura de Dios en ellos. Si el Dios que conoces es vacío y confuso, entonces el Dios en el que crees también lo es. El Dios que conoces es limitado dentro del ámbito de tu propia vida personal y no tiene nada que ver con Dios mismo. Por tanto, conocer las acciones prácticas de Dios, conocer la practicidad de Dios y Su omnipotencia, la verdadera identidad de Dios mismo, lo que Él tiene y es, conocer las acciones que ha manifestado entre todas las cosas de Su creación, todo esto es muy importante para cada persona que busca el conocimiento de Dios. Todo esto tiene una relevancia directa sobre el hecho de que las personas puedan entrar en la realidad verdad. Si limitas tu entendimiento de Dios a meras palabras, si lo limitas a tus propias y pequeñas experiencias, a lo que supones que es la gracia de Dios o a tus pequeños testimonios de Él, entonces digo que el Dios en el que tú crees no es, de ninguna manera, el Dios verdadero mismo. Es más, también puede decirse que el Dios en el que crees es un Dios imaginario, no el Dios verdadero. Esto se debe a que el Dios verdadero es el Único que domina sobre todo, que camina entre todas las cosas, que lo administra todo. Él es aquel que controla el destino de toda la humanidad y de todo lo que está en Sus manos. La obra y las acciones del Dios del que estoy hablando no están limitadas solamente a una pequeña parte de las personas. Esto es, no están limitadas solamente a las personas que lo siguen a Él en la actualidad. Sus obras se manifiestan en medio de todas las cosas, en la supervivencia de estas y en las leyes de cambio de todas las cosas. Si no puedes ver o reconocer ninguna obra de Dios entre todas las cosas de Su creación, tampoco puedes dar testimonio de ninguna de ellas. Si no puedes dar ningún testimonio de Dios, si sigues hablando del pretendido y pequeño “Dios” que conoces, ese Dios que está limitado a tus propias ideas y que sólo existe dentro de los estrechos confines de tu mente, si sigues hablando de esa clase de Dios, entonces Dios nunca alabará tu fe. Cuando das testimonio de Dios, si sólo lo haces en términos de cómo disfrutas de Su gracia, cómo aceptas Su disciplina y Su reprensión, y cómo disfrutas de Sus bendiciones en tu testimonio de Él, eso está lejos y no se acerca para nada a satisfacerle. Si quieres dar testimonio de Dios de una forma que concuerde con Sus intenciones, dar testimonio del verdadero Dios mismo, entonces debes ver lo que Él tiene y es a partir de Sus acciones. Debes ver la autoridad de Dios en Su control de todas las cosas y ver la verdad de cómo provee Él para toda la humanidad. Si sólo reconoces que tu sustento diario y tus necesidades en la vida proceden de Dios, pero no ves la verdad de que Él ha tomado todas las cosas de Su creación para la provisión de toda la humanidad, y que, al gobernar sobre todas las cosas, Él dirige a toda la humanidad, nunca serás capaz de dar testimonio de Él.
La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único IX
Como ser creado, si deseas cumplir el deber de tal y entender la voluntad de Dios, debes comprender Su obra, Su voluntad para los seres creados, Su plan de gestión y la importancia de la obra que realiza. ¡Los que no entienden esto no son seres creados aptos! Como ser creado, si no entiendes de dónde viniste ni la historia de la humanidad y toda la obra realizada por Dios y, además, tampoco entiendes cómo se ha desarrollado la humanidad hasta hoy ni quién la domina en su totalidad, eres incapaz de cumplir tu deber. Dios ha guiado a la humanidad hasta hoy, y desde que creó al hombre sobre la tierra nunca lo ha abandonado. El Espíritu Santo nunca deja de obrar, nunca ha dejado de guiar a la humanidad y nunca la ha abandonado. Pero esta no es consciente de que existe un Dios, y, menos aún, lo conoce. ¿Hay algo más humillante para todos los seres creados? Él guía personalmente al hombre, pero este no entiende Su obra. Eres un ser creado, pero no entiendes tu propia historia ni eres consciente de quien te ha guiado en tu viaje, ignoras la obra que Él ha llevado a cabo y, por tanto, no puedes conocerlo. Si todavía no lo sabes ahora, entonces nunca serás apto para dar testimonio de Él. Hoy, el Creador guía de nuevo, personalmente, a todas las personas y hace que todas ellas vean Su sabiduría, Su omnipotencia, Su salvación y lo maravilloso que es. Sin embargo, sigues sin ser consciente y sin entender. ¿No eres tú, pues, quien no recibirá la salvación? Los que pertenecen a Satanás no entienden las palabras de Dios, mientras que los que pertenecen a Dios pueden oír Su voz. Todos los que son conscientes de las palabras que hablo y las entienden son los que se salvarán y darán testimonio de Dios; todos aquellos que no entienden las palabras que hablo no pueden dar testimonio de Dios, y son los que serán descartados. Los que no entienden la voluntad de Dios ni son conscientes de Su obra son incapaces de adquirir el conocimiento de Dios y tales personas no pueden dar testimonio de Él. Si deseas dar testimonio de Él, debes conocerlo, y ese conocimiento de Dios se logra a través de Su obra. En resumen: si deseas conocer a Dios, debes conocer Su obra: esto es de la mayor importancia. Cuando las tres etapas de la obra lleguen a su fin, se formará un grupo de personas que darán testimonio de Dios, que lo conocerán. Todas estas personas conocerán a Dios y serán capaces de poner en práctica la verdad. Poseerán humanidad y razón, y todas conocerán las tres etapas de la obra de salvación de Dios. Esta es la obra que se cumplirá al final, y estas personas son la cristalización de la obra de 6000 años de gestión, y son el testimonio más poderoso de la derrota definitiva de Satanás.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios
Os exhorto a que obtengáis un mejor entendimiento del contenido de los decretos administrativos y hagáis un esfuerzo por conocer el carácter de Dios. Si no, vais a tener dificultades en mantener vuestros labios sellados, vuestra lengua se moverá con demasiada libertad con palabras altisonantes y, sin daros cuenta, ofenderéis el carácter de Dios y caeréis en las tinieblas, perdiendo la presencia del Espíritu Santo y la luz. Ya que no tenéis principios cuando actuáis, ya que haces y dices lo que no debes, entonces recibirás una retribución apropiada. Debes saber que, aun cuando careces de principios en las palabras y las acciones, Dios posee altos principios en ambas. La razón por la que recibes retribución es porque has ofendido a Dios, no a una persona. Si en tu vida cometes muchas ofensas contra el carácter de Dios, entonces estás destinado a ser un hijo del infierno. Al hombre le puede parecer que sólo has cometido unos pocos actos que están en conflicto con la verdad, y nada más. Pero ¿eres consciente de que, a los ojos de Dios, ya eres alguien para quien no hay más ofrenda por el pecado? Debido a que has infringido los decretos administrativos de Dios más de una vez y, además, no muestras ninguna señal de arrepentimiento, no te queda más remedio que precipitarte en el infierno donde Dios castiga al hombre. Mientras siguen a Dios, un pequeño número de personas ha cometido algunos hechos que infringen los principios, pero, después de ser podados y guiados, gradualmente descubrieron su propia corrupción y, acto seguido, entraron en el camino correcto de la realidad, y hoy siguen con los pies en la tierra. Tales son las personas que han de permanecer al final. Sin embargo, es al honesto a quien busco; si eres una persona honesta y actúas de acuerdo con principios, entonces puedes ser un confidente de Dios. Si en tus acciones no ofendes el carácter de Dios y buscas Su voluntad y tienes un corazón temeroso de Dios, entonces tu fe está a la altura. Quien no teme a Dios y no posee un corazón que tiembla aterrado, es muy probable que infrinja los decretos administrativos de Dios. Muchos sirven a Dios con base en la fuerza de su pasión, pero no entienden los decretos administrativos de Dios y, mucho menos, tienen idea de las implicaciones de Sus palabras. Así que, con sus buenas intenciones, a menudo terminan haciendo cosas que perturban la gestión de Dios. En casos graves, son expulsados, privados de cualquier otra oportunidad de seguirlo, y son arrojados al infierno y finaliza toda relación con la casa de Dios. Estas personas trabajan en la casa de Dios con base en la fuerza de sus buenas intenciones ignorantes y terminan enfureciendo el carácter de Dios. La gente trae a la casa de Dios sus formas de servir a funcionarios y a señores e intentan ponerlas en práctica, pensando inútilmente que pueden aplicarlas aquí sin esfuerzo. Nunca imaginan que Dios no tiene el carácter de un cordero, sino el de un león. Por tanto, aquellos que se relacionan con Dios por primera vez, no pueden comunicarse con Él, ya que el corazón de Dios es diferente al del hombre. Sólo después de que entiendas muchas verdades puedes llegar a conocer continuamente a Dios. Este conocimiento no está compuesto por palabras o doctrinas, pero puede ser utilizado como un tesoro por medio del cual entras en una relación cercana de confianza con Dios, y como prueba de que Él se deleita en ti. Si careces de la realidad del conocimiento y no estás equipado con la verdad, entonces tu servicio apasionado sólo puede traerte la aversión y el aborrecimiento de Dios.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tres advertencias
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